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Pablo Vazquez Kunz©


"A través de los milenios, la humanidad siempre ha estado al tanto, en
grado más o menos consciente, de que todas las enfermedades en
último grado tienen origen psíquico, y esto se convirtió en un
patrimonio "científico" anclado firmemente en el legado del
conocimiento universal; es meramente la medicina moderna que ha
convertido a nuestro ser animado en una mera bolsa llena de fórmulas
químicas”.

El autor de esta frase es, después de Hipócrates, el médico más


revolucionario que caminó sobre nuestra Tierra. Tengo en este libro el placer
de presentarte a Ryke Hamer, médico, físico, radiólogo y teólogo, quién dio a
luz a la Nueva Medicina Germánica y a las Cinco Leyes Biológicas.

A finales de los setenta el doctor Hamer era un médico respetado en la


comunidad médica por la invención de equipos médicos tales como el
escalpelo no traumático (sierra especial para cirugía plástica) y una mesa de
masaje que se ajustaba automáticamente a los contornos del cuerpo. Estos
inventos le dieron la libertad financiera necesaria para asentarse junto a su
mujer y a su hijo en Roma, Italia, donde abrió un consultorio privado para
atender gratuitamente a personas enfermas de bajos recursos.

La vida de Hamer y su familia marchaba de maravillas hasta que en agosto


del año 1978, durante unas vacaciones, su hijo Dirk recibió accidentalmente
dos heridas de bala mientras dormía en la cubierta de un velero. A pesar de
los infinitos intentos de su padre y de los médicos por salvar su vida, cuatro
meses después del accidente el joven falleció en los brazos de su padre.

El dolor, el desconcierto y la irreparable pérdida de su único hijo llevaron a


Ryke Hamer y a su mujer Sigrid a desarrollar tiempo después un cáncer
terminal de testículos y un cáncer de mama, respectivamente. Para muchos
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hombres esta historia hubiese dictaminado el fin, pero no fue así para Ryke
Hamer. El drama más grande de su vida lo condujo a profundizar en la
relación existente entre los acontecimientos dramáticos que vivimos y la
aparición de la enfermedad, ahondando en la idea de unidad entre la mente,
el cerebro y el cuerpo.

Luego de una exhaustiva investigación con cientos de pacientes oncológicos


corroboró que las experiencias traumáticas que experimentamos
efectivamente desencadenan en aquellos síntomas físicos que, en nuestra
ignorancia adquirida, llamamos enfermedad. Además, descubrió que
nuestros estados psicológicos como la depresión y la ansiedad son
alternativas de comportamiento que la mente propone para superar los
problemas que estamos viviendo.

La Nueva Medicina Germánica nos brinda una visión liberadora sobre la


enfermedad, la depresión y la ansiedad. La enfermedad no es consecuencia
de una falla orgánica o de un designo maligno de algún dios, sino que es un
programa biológico especial que nuestra mente pone en marcha para
solucionar un conflicto real o simbólico que estemos percibiendo, y cuando la
situación de conflicto se resuelve, ya sea de forma externa o interna, el
cuerpo se prepara para volver a su equilibrio.

Los principios y descubrimientos de la NMG son principios biológicos


universales corroborados por distintas áreas de estudio sobre la unidad
mente- cerebro-cuerpo, como las neurociencias, por ejemplo. Las
mediciones neurológicas de los últimos años demuestran cómo en milésimas
de segundos un pensamiento puede crear un estado de tristeza o un estado
de ansiedad en una persona que se encontraba tranquila. También podemos
ratificar cómo los traumas impactan en la anatomía del cerebro y producen
cambios a niveles físicos-nerviosos, generando en los tejidos del cuerpo
cambios contundentes de crecimiento celular, como también micro

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ulceraciones o necrosis cancerosas, y cambios funcionales específicos en
los órganos.

"Las enfermedades graves se originan por un acontecimiento


inesperado que es vivido como muy difícil, dramático y en soledad".

Ryke Geerd Hamer

El doctor Hamer explica que un shock, es decir, un hecho significativo e


inesperado para la persona, impacta en su unidad mente-cerebro-cuerpo al
unísono. El shock pone a la mente en una fase de estrés conocida como
“fase fría”. Esta fase está caracterizada por estrés emocional, extremidades
frías y falta de apetito y de sueño. A nivel del cerebro se genera una herida
en la zona correspondiente al órgano involucrado, tema que veremos más
adelante, que se conoce como “Foco de Hamer”; y a nivel orgánico se
pueden producir tres efectos: un crecimiento celular, una necrosis o la
alteración de la funcionalidad del órgano.

Cuando logramos resolver el conflicto emocional que nos estaba aquejando,


la unidad mente-cerebro-cuerpo entra en una “fase caliente” o “fase de
reparación”. A nivel mental, en esta fase de reparación la persona se siente
en paz; a nivel neurológico las células de la glía reparan el Foco de Hamer
que se encontraba en el cerebro provocando un edema; y a nivel orgánico se
invierte el proceso: donde había proliferación, ahora hay degradación, y
donde había ulceración, ahora hay proliferación.

Durante la fase de curación es cuando encontraremos todos los síntomas


vagotónicos que la medicina tradicional identifica como enfermedades
infecciosas. Esto quiere decir que cuando nos diagnostican enfermos es en
realidad cuando estamos en proceso de sanación de un conflicto emocional
que nos tuvo atrapados. Cuando dimos inicio a la fase de solución mental es
cuando nuestro cuerpo se pone a trabajar para reparar los tejidos y volver a
la homeostasis. La fase curación o fase caliente está caracterizada por

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sensación de fatiga, fiebre, inflamación, infección y dolor. Solo podríamos
descubrir síntomas en la fase activa cuando nos realizamos algún chequeo
médico. En sí, el hallazgo se da de manera accidental, y desde la medicina
tradicional se intenta curar orgánicamente, sin darle lugar al verdadero origen
del síntoma que es el conflicto mental. Si no nos enfocamos en resolver el
conflicto mental, pocas veces lograremos el objetivo final de la curación.

Lo que leerás a continuación muy probablemente resulte conflictivo para tu


viejo sistema de creencias, pero en la fase de reparación los cánceres se
destruyen o se encapsulan automáticamente, y a la vez las necrosis o
úlceras se rellenan. Sí, estás entendiendo: en un ciclo natural biológico el
cáncer se cura como consecuencia de solucionar el conflicto estresante que
nos estaba afectando significativamente.

A lo largo de la historia, la ciencia y el esoterismo sospecharon que los


dramas emocionales tenían incidencia en la aparición de las enfermedades
—incluso existía esta conciencia antes de la llegada de Hamer—. El mejor
ejemplo de esto es la conocida corriente psicosomática que pregonaba la
implicación de la mente en el desarrollo de enfermedades orgánicas, aunque
recién con los descubrimientos de Hamer se comprobó la teoría de que la
mente y el cuerpo tienen una estrecha relación. El punto clave del
descubrimiento de Hamer fue gracias a su formación como radiólogo. Hamer
quería demostrar de forma concreta cómo el trauma emocional daba inicio a
las enfermedades, y el eslabón que buscaba para darle rigor científico fue el
descubrimiento de los Focos de Hamer en el cerebro.

Los shock o traumas, llamados por Hamer “DHS” (Síndrome de Dirk Hamer)
en honor a su hijo fallecido, impactan en el cerebro produciendo un Foco de
Hamer. Estos focos son unos anillos concéntricos que se observan en la
neurología mediante una tomografía computarizada (TAC). Los anillos o
heridas se centran en un punto preciso del cerebro relacionado con el órgano
implicado, y su localización depende del contenido psicobiológico que el

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shock produce. El cerebro vendría a ser la central eléctrica que administra
las reacciones de los órganos.

A mi criterio, el descubrimiento del doctor Hamer que cambia el paradigma


sobre la salud es el hecho de poder corroborar que cada programa especial
— antes mal llamado “enfermedad”— tiene relación estricta con el conflicto
que la persona está viviendo. Siempre se activan síntomas relacionados a la
capa germinal y cerebral con relación exclusiva a la necesidad específica
que generó el conflicto emocional. Por este motivo, Hamer explica cómo los
síntomas están cargados de un profundo sentido biológico. Ese sentido
biológico está determinado por la información filogéntica —evolución de la
especie— y por la información ontológica —evolución del embrión hasta la
vida adulta—.

Tal vez sigas preguntándote:

“¿Entonces el cuerpo tiene poder de autosanarse?”.

La respuesta es sí, y lo intenta constantemente más allá de los esfuerzos


que hacemos por evitarlo. Nuestro trabajo es dedicarnos a comprender
cuáles son las situaciones de nuestra vida que están produciendo el estrés
que dispara los programas especiales y poner manos a la obra para
resolverlos. Cuando solucionamos el conflicto psicológico el cuerpo junto a
sus aliados, las bacterias y las micobacterias se encargan de restaurar los
tejidos ulcerados y eliminar las células excedentes luego de la proliferación
de un órgano.

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