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La voz del temor en la Biblia – Parte 1

“ELÍAS SE ASUSTÓ Y HUYÓ PARA PONERSE A SALVO…” (1 Reyes 19:3


NVI)

La Biblia nos dice que “…Jezabel envió un mensajero a que le dijera a Elías:
¡Que los dioses me castiguen sin piedad si mañana a esta hora no te he quitado la
vida como tú se la quitaste a ellos [los falsos profetas]! Elías se asustó y huyó
para ponerse a salvo…” (1 Reyes 19:1-3 NVI).

Muchas veces la voz del temor nos sorprende después de un gran triunfo. Por la
oración de Elías, Dios había mandado fuego del cielo en el Monte Carmelo.
Cuando Jezabel lo amenazó a raíz de este episodio, no necesitó usar carros de
guerra ni soldados; sus meras palabras lo intimidaron, lo deprimieron y lo
llevaron a esconderse. ¡Ten cuidado! Si haces caso a la voz del temor, te
sobrecogerás pensando en esa llamada telefónica que esperas, en el pronóstico
médico o en el informe de bolsa.

¿A quién estás escuchando? ¿A quién vas a creer, a Dios o al hombre? Ni el


viento, ni el fuego ni el terremoto hicieron salir a Elías de su cueva; pero sí lo
consiguió el silbido apacible de Dios (véase 1 Reyes 19:11-13). Los temores son
muchas veces consecuencia de dos cosas: nuestra imaginación y los
malentendidos. El temor nos lleva a pensar lo peor en lugar de creer que Dios
hará lo mejor (véase 2 Corintios 10:5). “...El temor lleva en sí castigo…” (1 Juan
4:18). Cuando alguna cosa sale mal, nos preguntamos: ‘¿Me está castigando Dios
por algo?’ Pues no; el temor y la fe son partes íntegras de nuestro diario vivir,
pero al que le concedas más importancia de los dos controlará tu vida. Por ello,
cuando te enfrentes a una situación inquietante, haz estas tres cosas:

Ora por sabiduría y protección divina, pues Él prometió dártelas; reconoce tus
luchas internas -no eres el único, todos batallamos con el temor, y aférrate a Su
Palabra, porque dice: “No te desampararé ni te dejaré” (Hebreos 13:5).

La voz del temor en la Biblia – Parte 2


“.NO TEMÁIS. VED LA SALVACIÓN QUE EL SEÑOR OS DARÁ.” (Éxodo
14:13)
Si estás batallando con el temor hoy, escucha estas Palabras del Dios que te ama,
te protege y promete estar contigo. Si te parece que no hay salida, Él dice: “No
temáis; estad firmes [confiados, sin desmayar] y ved la salvación [liberación] que
el Señor os dará hoy.” (Éxodo 14:13). Fíjate en las palabras “os dará hoy”. Busca
evidencias de que Él está interviniendo en tu situación, porque así se fortalece tu
fe. Si el problema es demasiado grande, Dios dice: “¡Esforzaos y cobrad ánimo!
No temáis ni tengáis miedo de ellos, porque el Señor, tu Dios, es el que va
contigo; no te dejará, ni te desamparará” (Deuteronomio 31:6).

Haz una pausa para recordar quién es tu acompañante: Aquél que nunca ha
perdido una batalla, y que tampoco perderá ésta. Si sientes que no puedes más, Él
te dice: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios
que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré.” (Isaías 41:10).
Destaquemos las palabras “tu Dios que te esfuerzo”. Normalmente el Señor no
nos saca del problema sino que deja que pasemos por Él y nos fortalece en el
proceso. Si pierdes la paz interior, el Señor dice: “Por nada estéis angustiados,
sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones
y vuestros pensamientos.” (Filipenses 4:6-7). No escuches a la voz del temor.
¡Dios está contigo!

La Bíblia y el temor : No temas – Parte 3

“…VINO LA PALABRA DEL SEÑOR A ABRAM EN VISIÓN, DICIENDO:


NO TEMAS…” (Génesis 15:1)
Consideremos el episodio bíblico de cuando Jesús resucitó a la hija de Jairo.
Cuando éste acudió a Jesús para pedir ayuda, su hija estaba gravemente
enferma. Mientras Jesús y Jairo se dirigían a la casa, murió la niña. Entonces
Jesús le dijo al padre angustiado: “…No temas, cree solamente” (Marcos
5:36). Cuando llegaron a la casa, todo el mundo estaba llorando. Entonces
Jesús les dijo: “ ¿Por qué ese alboroto…?” (Marcos 5:39). La palabra
“alboroto” signica “conmoción, clamor, bullicio”. Luego Jesús tomó a la niña
de la mano y le pidió que se levantara. Y para gran asombro de los presentes,
la niña se levantó. Ahora bien, si Jesús puede resucitar a los muertos, seguro
que no hay problema, por grande que sea, que Él no pueda resolver.
El milagro empezó al momento en que Jairo acudió a Jesús. Y si haces tú lo
mismo, estarás en el lugar adecuado para obtener los resultados que
necesitas. ¿Vas a hacer un gran “alboroto” o vas a orar en fe, creyendo que
Dios te va a sacar de la situación? ¿Cuánta energía y emociones estás
desperdiciando en cosas que nunca van a suceder o que no puedes
controlar? ¿Cuantas  más noches vas a pasar en vela, mirando al techo,
pensando en las cosas malas que podrían suceder? Considera cómo le hace
sentir a Dios esa falta de conanza en Él. Reclama su promesa: “En paz me
acostaré y asimismo dormiré, porque sólo tú, Señor, me haces vivir conado”
(Salmo 4:8).

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