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“El pan es un alimento histórico”. Así empezó su intervención el presidente del Club Richemont
Internacional, Jorge Pastor, el pasado 13 de enero en el congreso Madrid International Pastry.
“La evolución en la forma de producir pan y la alta demanda de consumo nos ha llevado a la
proliferación de panes rápido en detrimento de panes lentos”, señaló.
Para Pastor, el pan lento, elaborado según los métodos tradicionales milenarios, “necesita un
proceso prolongado de producción que oscila entre las 24 y las 48 horas y se elabora sin
aditivos ni MMC (masa madre de cultivo) pero con abundante presencia microbiana”. El pan
rápido, por el contrario, “se elabora en un proceso acelerado y breve, no superior a las 2 o 3
horas, y se suele hacer de forma mecanizada, sin presencia de MMC pero con aditivos”.
En este sentido, Pastor quiso subrayar que “el pan no tiene que ser solo sabroso, también
debe ser saludable. Y eso no tiene nada que ver con el tamaño del elaborador, es indiferente si
se trata de una gran industria o de pan artesanal, lo que importa es el proceso que se sigue y el
mecanizado del producto. Si no volvemos al origen, a la producción de pan de calidad, el
futuro del sector es muy complicado”
El pasado 1 de julio entró en vigor la nueva Norma de Calidad del Pan, que sustituye a una
antigua legislación que se había quedado desfasada. La nueva norma garantizará a los
consumidores la adquisición de productos de calidad perfectamente caracterizados y
etiquetados. “En estos momentos España tiene la ley sobre pan más avanzada del mundo,
hemos dado un salto cualitativo brutal. Solamente falta que realmente la apliquemos para
lograr un cambio real en el pan que consumimos y dejemos atrás cualquier fraude”.
Con la aprobación de la nueva normativa se introduce una nueva definición del pan común,
que incluye panes elaborados con otro tipo de harinas distintas a la del trigo, permitiendo así
el uso de harinas integrales y de otros cereales. Incluye, asimismo, productos más beneficiosos
para la salud y muy demandados por el consumidor moderno, como son productos como el
salvado. Un punto interesante es que se ha incluido una medida que limita la cantidad de sal
que se puede emplear para elaborar el pan común.
Jorge Pastor, presidente del Club Richemont
La norma contempla requisitos más estrictos para considerar un pan integral, ya que exige que
el 100% de la harina empleada será integral. Se tendrá que indicar el porcentaje de harina en
el etiquetado para aquellos panes integrales o de otros cereales que no estén elaborados de
forma exclusiva con ese tipo de harinas. También incluye requisitos más estrictos en el caso de
pan de otros cereales. Por ejemplo, se establece para el pan de centeno que sea elaborado
solo con ese tipo de harina. También se define el pan multicereal.
Se concreta la definición de masa madre, que se preserva a un tipo de elaboración que limita el
uso de levaduras industriales, y se establecen los requisitos para utilizar la denominación
“elaborado con masa madre”. Además, se establece que el pan saludable debe elaborarse sin
aditivos, con reducciones de levadura, mediante larga fermentación y con el proceso
parametrizado.
¿Por qué este descenso continuado? “Porque el consumidor cree que el pan engorda y,
además, en los últimos años ha crecido el mito de que no es saludable”. Pero eso no es del
todo cierto: “Si apostamos por el pan artesanal el futuro será positivo, pero debemos ser
conscientes del gran crecimiento de los trastornos relacionados con la ingesta de cereales”.
En este sentido, la Histaminosa Alimentaria no Alérgica (HANA), la mala absorción de la
fructosa y el síndrome del colon irritable son los trastornos que más afectan a la población,
seguidas por la alergia al trigo, la enfermedad celíaca y la sensibilidad al trigo no celíaca.
En los tres primeros trastornos se han detectado síntomas comunes relacionados con el
gluten: nauseas, estreñimiento, hinchazón abdominal, malestar gastrointestinal, diarrea, dolor
abdominal y alteración de tránsito intestinal. “Nuestra respuesta como proveedores debe ser
ofrecer un pan saludable, volviendo al origen y a la tradición pero con los conocimientos y las
capacidades analíticas actuales”
En esta línea, Jorge Pastor se atrevió a hacer su propia definición de pan saludable: “El pan es
un alimento milenario esencial, con relevantes propiedades sensoriales, nutricionales y
saludables. Es un producto horneado, elaborado a partir de diferentes ingredientes, con una
predominante presencia de cereales, que se obtiene tras un prolongado proceso fermentativo
con abundante actividad de bacterias del ácido láctico y de levaduras salvajes”.
“La ruta hacia este pan saludable empieza con la selección cuidadosa de los ingredientes y
pasa por un proceso fermentativo lento, la presencia de MMC activa y una acidificación final
mínima con un pH de 4,8”. Precisamente el papel de la MMC es esencial pues determina las
características del pan en términos de acidez, aroma y textura, su digestibilidad y toxicidad, la
biodisponibilidad de minerales y la vida útil.
“En definitiva, un pan saludable debe contener menos azúcares, menos hidratos de carbono,
menos antinutrientes y menos gluten y sal; pero debe tener más vitaminas, más minerales y
más fibra”, concluyó Jorge Pastor.