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Material - de - Lectura - Unidad 1 Introduccion A La Psicologia Social
Material - de - Lectura - Unidad 1 Introduccion A La Psicologia Social
Facultad de humanidades
Escuela de Psicología
Dirección de Educación Virtual
UNIDAD I
Autora:
Contenido
Concepto de psicología social. ..................................................................................................................... 4
Ideas principales de la psicología social .................................................................................................... 4
1. Construimos nuestra realidad social .................................................................................................. 4
2. Nuestras intuiciones sociales son poderosas y, en ocasiones, peligrosas ............................................ 5
3. Las actitudes moldean el comportamiento y se ven moldeadas por este ............................................. 6
4. Las influencias sociales moldean el comportamiento ........................................................................ 7
5. Las disposiciones moldean el comportamiento .................................................................................. 8
6. El comportamiento social también es comportamiento biológico....................................................... 9
7. Los sentimientos y acciones hacia las personas a veces son negativos ..............................................10
FORMAS EVIDENTES EN QUE LOS VALORES INCIDEN EN LA PSICOLOGÍA.........................10
DEFINICIÓN DE LA VIDA BUENA ......................................................................................................12
ASESORÍA PROFESIONAL ...................................................................................................................13
FORMACIÓN DE CONCEPTOS............................................................................................................13
ETIQUETADO .........................................................................................................................................14
Métodos de investigación: ¿cómo se practica la psicología social? ..........................................................15
BIBLIOGRAFIA ......................................................................................................................................17
dejar sus lealtades de lado. Los alumnos de Princeton, por ejemplo, vieron más del doble de
infracciones cometidas por los jugadores de Dartmouth que las que vieron los estudiantes de
esa misma institución. Un estudio reciente encontró algo similar en cuanto a puntos de vista
políticos: las personas en desacuerdo con la perspectiva de manifestantes estuvieron más
dispuestas a declarar que estaban “bloqueando el acceso” a un edificio o de que “les
gritaban” a quienes entraban en él. La conclusión: existe una realidad objetiva allá afuera,
pero siempre la percibiremos a través de la lente de nuestras creencias y valores. Todos
somos científicos intuitivos. Explicamos el comportamiento de las personas, generalmente
con la velocidad y precisión suficientes para adecuarse a nuestras necesidades diarias.
Cuando el comportamiento de alguna persona es consistente y distintivo, podemos atribuirle
tal comportamiento a su personalidad. Por ejemplo, si usted observa que alguien hace
comentarios maliciosos en repetidas ocasiones, podrá inferir que tiene muy mal carácter por
lo que quizá trate de evitarla. También importan las creencias que cada quien tiene acerca de
sí mismo. ¿Tiene un punto de vista optimista? ¿Considera que está en control de las cosas?
¿Piensa usted que es relativamente superior o inferior? Sus respuestas influirán en sus
emociones y acciones. Importa la manera en que interpretamos el mundo y a nosotros
mismos.
facilidad con la que vienen a nuestra mente. Llevamos imágenes mentales de accidentes
aéreos. Así, la mayoría de las personas le teme más a volar que a manejar y hay muchas
personas dispuestas a conducir distancias considerables con tal de evitar el riesgo que
implica surcar los aires. Pero la realidad es que, al comparar recorridos, estamos 86 veces
más a salvo en un vuelo comercial que en un auto, según informes del National Safety
Council
Incluso es frecuente que nuestras intuiciones acerca de nosotros mismos sean erróneas. De
manera intuitiva, confiamos en nuestros recuerdos más de lo que debiéramos.
Malinterpretamos nuestros propios pensamientos; en experimentos, negamos vernos
afectados por cosas que sí tienen una influencia sobre nosotros. Predecimos nuestros
sentimientos de forma incorrecta; lo mal que nos sentiremos de aquí a un año si perdemos
nuestro empleo o se acaba nuestra actual relación romántica y lo bien que nos sentiremos de
aquí a un año o, incluso, a una semana de distancia, si nos ganamos la lotería. Y es frecuente
que no sepamos predecir nuestro propio futuro. Al seleccionar su ropa, la gente que se está
acercando a la mediana edad sigue comprando prendas justas (“Seguramente perderé esos
kilitos de más”); es rara la vez que alguien dice, de modo más realista: “Mejor compraré una
talla más amplia; las personas de mi edad tienden a aumentar de peso”. Así pues, nuestras
intuiciones sociales son notables tanto a causa de sus poderes como a causa de sus peligros.
Al identificar los dones y riesgos de nuestras intuiciones, los psicólogos sociales pretenden
enriquecer nuestro razonamiento. En la mayoría de las situaciones, los juicios inmediatos
“rápidos y económicos” funcionan de maravilla. Pero en otras, en las que importa la
precisión, como cuando necesitamos temerle a las cosas adecuadas y utilizar nuestros
recursos con prudencia, es mejor que limitemos nuestras intuiciones por medio del
pensamiento crítico. Nuestras intuiciones y el procesamiento inconsciente de información
normalmente son poderosos y, a veces, peligrosos.
Las fuerzas internas también importan. No somos hojas secas pasivas que los vientos
sociales empujan acá o allá. Nuestras actitudes internas afectan nuestro comportamiento
exterior. Nuestras actitudes políticas influyen en la forma en que votamos. Nuestras
actitudes hacia el alcohol influyen en nuestra susceptibilidad a la presión de nuestros
compañeros a beber. Nuestras actitudes hacia los pobres influirán en nuestra disposición a
ayudarlos (nuestras actitudes también dependen de nuestro comportamiento, lo que significa
que es frecuente que creamos fervientemente en aquello con lo que nos hemos
comprometido o por lo que hemos sufrido). Los rasgos de personalidad también afectan el
comportamiento. Enfrentadas a una misma situación, distintas personas pueden reaccionar
de maneras diferentes. Después de años de encarcelamiento como prisionero político, una
persona rezuma amargura y busca la venganza. Otra, como Nelson Mandela de Sudáfrica,
busca la reconciliación y la unidad con sus enemigos anteriores.
Somos, como lo observó Aristóteles hace tiempo, animales sociales. Hablamos y pensamos
en palabras que aprendimos de otros. Añoramos relacionarnos, pertenecer y que se piense
bien de nosotros. En un estudio, alumnos de la Universidad de Texas usaron dispositivos de
grabación que registraban lo que sucedía en sus vidas cotidianas. Incluso durante la semana
laboral, casi 30% del tiempo de los estudiantes estaba dedicado a hablar con otras personas.
Facebook cuenta con dos mil millones de usuarios alrededor del mundo y el adolescente
estadounidense promedio de 18 años de edad pasa dos horas al día enviando mensajes de
texto. Las relaciones son una parte importante de los seres humanos. Como criaturas
sociales, respondemos a nuestros contextos inmediatos. En ocasiones, el poder de una
situación social nos conduce a actuar de manera contraria a las actitudes que expresamos. De
hecho, hay ocasiones en que las situaciones malévolas superan las buenas intenciones e
inducen a las personas a aceptar falsedades o a actuar de manera cruel. Bajo la influencia
nazi, muchas personas decentes se convirtieron en instrumentos del Holocausto. Otras
situaciones pueden evocar una enorme generosidad y compasión. Después de los desastres
naturales, como los huracanes que golpearon Houston, Florida y Puerto Rico en 2017, es
frecuente que las regiones afectadas se vean inundadas de artículos donados y de ofertas de
asistencia. El poder de la situación también aparece en las opiniones dispares sobre las
relaciones entre personas del mismo sexo. Díganos si vive en África o en Medio Oriente
(donde las personas se oponen mayoritariamente a este tipo de relación) o en Europa
occidental, Canadá, Estados Unidos, Australia/Nueva Zelanda (donde la mayoría las apoya)
y podremos adivinar cuál es su actitud. Incluso nos sentiremos más confiados de nuestras
suposiciones si sabemos su nivel educativo, la edad de sus pares y los medios que mira.
Nuestras situaciones importan. Nuestra cultura ayuda a definir nuestras situaciones. Por
ejemplo, nuestros estándares relacionados con la puntualidad, la franqueza y la ropa varían
según nuestra cultura.
• El que usted prefiera cuerpos más delgados o voluptuosos dependerá del sitio del mundo y
la época en los que vive.
• El que defina la justicia social como igualdad (todos reciben lo mismo) o como equidad
(aquellos que ganan más reciben más) dependerá de si su ideología se ha visto moldeada
más por el socialismo que por el capitalismo.
La psicóloga social Hazel Markus (2005) lo resume de la siguiente manera: “La gente es,
por encima de todo, maleable”. Dicho en otras palabras, nos adaptamos a nuestro contexto
social. Nuestras actitudes y comportamiento están moldeados por fuerzas sociales externas.
La psicología social del siglo XXI nos ofrece discernimientos cada vez más amplios acerca
de los fundamentos biológicos de nuestra conducta. Muchos de nuestros comportamientos
sociales reflejan una profunda sabiduría biológica. Cualquiera que haya tomado un curso
introductorio a la psicología sabe que la naturaleza y la crianza, en conjunto, forman lo que
somos. De la misma forma en que el área de un rectángulo se determina tanto por su largo,
como por su ancho, nuestra biología y experiencia nos moldean de manera conjunta. Como
nos lo recuerdan los psicólogos evolutivos, nuestra naturaleza humana hereditaria nos
predispone a comportarnos de formas que ayudaron a nuestros ancestros a sobrevivir y
reproducirse. Somos portadores de los genes de aquellos cuyos rasgos les permitieron
sobrevivir y reproducirse. Nuestro comportamiento también pretende transferir nuestro ADN
hacia el futuro. Así, los psicólogos evolutivos se preguntan la forma en que la selección
natural podría moldear nuestras acciones cuando nos citamos y apareamos, cuando nos
odiamos y lastimamos, cuando nos cuidamos y compartimos. La naturaleza también nos
brinda una enorme capacidad para aprender y adaptarnos a diversos ambientes. Somos
sensibles y receptivos a nuestro contexto social. Si cada evento psicológico (cada
pensamiento, cada emoción, cada conducta) es un evento biológico de manera simultánea,
también podremos analizar la neurobiología que subyace al comportamiento social. ¿Qué
áreas del cerebro hacen posibles nuestras experiencias de amor y desprecio, de ayuda y
agresión, de percepción y creencia? ¿Las personas tímidas (contra aquellas más socialmente
seguras) reaccionan de manera distinta al ver una cara amistosa? ¿Cómo es que el cerebro, la
mente y la conducta funcionan juntos como un solo sistema coordinado? ¿Qué revela el
momento de ocurrencia de los eventos cerebrales acerca de la manera en que procesamos la
información? Tales son las preguntas que plantea la neurociencia social. Los
neurocientíficos sociales no reducen los comportamientos sociales complejos, como la ayuda
y la agresión, a simples mecanismos neurales o moleculares. Cada ciencia se basa en los
principios de ciencias más básicas (la sociología se fundamenta en la psicología, que se basa
en la biología, que se apoya en la química, que se basa en la física, que se fundamenta en las
matemáticas). Pero cada disciplina también introduce nuevos principios no predichos por las
ciencias más básicas. Así, a fin de comprender el comportamiento social, debemos tomar en
cuenta las influencias tanto debajo de la piel (biológicas) como entre pieles (sociales). La
mente y el cuerpo forman un único gran sistema. Las hormonas afectan la manera en que nos
sentimos y actuamos: una dosis de testosterona disminuye la confianza, mientras que una
dosis de oxitocina la aumenta. Sentirnos excluidos eleva la presión arterial. El apoyo social
fortalece el sistema inmunitario que lucha en contra de las enfermedades. Somos organismos
biopsicosociales. Reflejamos la interacción entre las influencias biológicas, psicológicas y
sociales. Esa es la razón por la que los psicólogos de hoy estudian la conducta desde estos
diferentes niveles de análisis.
La psicología social del siglo XXI nos ofrece discernimientos cada vez más amplios acerca
de los fundamentos biológicos de nuestra conducta. Muchos de nuestros comportamientos
sociales reflejan una profunda sabiduría biológica. Cualquiera que haya tomado un curso
introductorio a la psicología sabe que la naturaleza y la crianza, en conjunto, forman lo que
somos. De la misma forma en que el área de un rectángulo se determina tanto por su largo,
como por su ancho, nuestra biología y experiencia nos moldean de manera conjunta. Como
nos lo recuerdan los psicólogos evolutivos, nuestra naturaleza humana hereditaria nos
predispone a comportarnos de formas que ayudaron a nuestros ancestros a sobrevivir y
reproducirse. Somos portadores de los genes de aquellos cuyos rasgos les permitieron
sobrevivir y reproducirse. Nuestro comportamiento también pretende transferir nuestro ADN
hacia el futuro. Así, los psicólogos evolutivos se preguntan la forma en que la selección
natural podría moldear nuestras acciones cuando nos citamos y apareamos, cuando nos
odiamos y lastimamos, cuando nos cuidamos y compartimos. La naturaleza también nos
brinda una enorme capacidad para aprender y adaptarnos a diversos ambientes. Somos
Los valores hacen su aparición en el momento en que los psicólogos sociales eligen sus
temas de investigación. A menudo, estas elecciones reflejan temas de actualidad. No es de
sorprender que el estudio del prejuicio haya tenido un florecimiento en la década de 1940,
cuando el fascismo inundaba Europa; el decenio de 1950, tiempo de modas equivalentes y
de intolerancia a puntos de vista diferentes, nos dio multitud de estudios acerca de la
conformidad; la década de 1960, con sus levantamientos sociales y elevaciones en las tasas
de delito, inspiró un gran interés por la agresión; el movimiento feminista del decenio de
1970 ayudó a estimular una ola de investigaciones relacionadas con el género y el sexismo;
y las décadas más recientes han sido testigos de un aumento en el interés por la cultura, la
raza y la orientación sexual. Susan Fiske (2011) sugiere que podemos esperar a que las
investigaciones del futuro reflejen los temas relevantes del hoy y del mañana, incluyendo
migración, naturalidad de género, desigualdad de ingresos y envejecimiento. Los valores
influyen en los temas de investigación no solo en diferentes épocas, sino en distintas
culturas. En Europa, las personas se enorgullecen de sus nacionalidades.
Los escoceses se diferencian por ser más conscientes que los ingleses, y los austriacos que
los alemanes, que es un paralelismo similar al de los habitantes del estado de Michigan con
los de Ohio. En consecuencia, Europa nos ha dado una importante teoría acerca de la
“identidad social”.
En contraste, los psicólogos sociales de Estados Unidos se han centrado más en los
individuos; en la forma en que una persona piensa acerca de otras y en la forma en que se ve
influida y se relaciona con ellas. Los psicólogos sociales australianos han tomado teorías y
metodologías tanto de Europa como de Norteamérica. Los valores también influyen en el
tipo de personas que se ven atraídas hacia diversas disciplinas. En su universidad, ¿los
alumnos que estudian carreras de humanidades (como arte) le parecen distintos de aquellos
que se han dedicado a las ciencias naturales (como física)? Por ejemplo, es posible que la
psicología social y la sociología atraigan a personas entusiasmadas por desafiar las
tradiciones y más inclinadas a moldear el futuro que a preservar el pasado. El estudio de las
ciencias sociales también puede enriquecer tales creencias. Tales factores explican la razón
por la que, cuando el psicólogo Jonathan Haidt (2011) les preguntó a cerca de mil psicólogos
sociales en una convención nacional cuáles eran sus tendencias políticas, entre 80 y 90% de
ellos levantaron las manos para indicar que eran “liberales”. Cuando se pidió a los
“conservadores” que levantaran la mano, solo lo hicieron tres personas (pero tenga por
seguro que la mayoría de los temas que se tratan en el presente texto, desde “¿Cómo
influyen sus actitudes en su comportamiento?” hasta “¿La televisión influye en la conducta
agresiva?” no tienen una inclinación partidista). Por último, los valores evidentemente entran
en juego como objetos de análisis de la psicología social. Los psicólogos sociales investigan
la manera en que los valores se forman, las razones por las que cambian y la forma en que
influyen en las actitudes y acciones. No obstante, nada de eso nos indica qué valores son
“correctos”.
mismas; nosotros las interpretamos. También en nuestras vidas cotidianas vemos al mundo a
través de la lente de nuestras preconcepciones. El que usted considere que una luz que se
mueve por el cielo sea o no un platillo volador dependerá de sus percepciones. Mientras lee
estas palabras, seguramente no se ha dado cuenta de que también ha estado observando su
nariz. Su mente está bloqueando algo que está en su conciencia, a menos que se encuentre
predispuesto a percibirlo. Esta tendencia a prejuzgar la realidad con base en nuestras
expectativas es un hecho fundamental de la mente humana. Debido a que los investigadores
de cualquier área dada a menudo comparten un punto de vista y provienen de la misma
cultura, es posible que sus suposiciones no se sometan a juicio.
Las creencias que damos por sentado, que se conocen como representaciones sociales , con
frecuencia son nuestras convicciones más importantes, pero menos cuestionadas. No
obstante, habrá ocasiones en que alguien ajeno a nosotros atraiga la atención a estas
suposiciones. Durante el decenio de 1980, las feministas y los marxistas expusieron algunas
de las suposiciones no examinadas de la psicología social. Las feministas lograron destacar
diversos prejuicios sutiles; por ejemplo, el conservadurismo político de algunos científicos
que favorecían una interpretación biológica de las diferencias de género en el
comportamiento social. Los críticos marxistas hicieron notar sesgos competitivos e
individualistas; por ejemplo, suponer que la conformidad es mala y que las recompensas
individuales es bueno. Por supuesto, tanto los marxistas como las feministas cuentan con
suposiciones propias, como les gusta señalar a los críticos de la corrección política
académica. Por ejemplo, el psicólogo social Lee Jussim (2005, 2012) argumenta que los
psicólogos sociales progresistas a veces discriminan de manera sutil en contra de las
perspectivas conservadoras, como al negar que existan diferencias grupales o al suponer que
los estereotipos de las diferencias entre grupos jamás se basan en la realidad. En el capítulo
de “Creencias y juicios sociales” discutiremos más formas en las que nuestras
preconcepciones orientan nuestras interpretaciones. Como nos lo recuerdan esos fanáticos
del futbol de Princeton y Dartmouth, lo que dirige nuestro comportamiento es menos “la
situación como es” que “la situación como la interpretamos”.
Los valores influyen en nuestras ideas sobre la mejor manera de vivir. El psicólogo de la
personalidad, Abraham Maslow, por ejemplo, era conocido por sus descripciones sensibles
de personas autorrealizadas; personas que una vez que habían satisfecho sus necesidades de
supervivencia, seguridad, pertenencia y autoestima, podían seguir delante para satisfacer su
potencial humano. Entre otros individuos, describió a Thomas Jefferson, Abraham Lincoln y
Eleanor Roosevelt. Pocos lectores notaron que Maslow, guiado por sus propios valores,
había seleccionado a esta muestra de personas autorrealizadas por sí mismas. La descripción
de las personalidades autorrealizadas (como espontáneas, autónomas, místicas y así
sucesivamente) era un reflejo de los valores personales de Maslow. Si se hubiese basado en
los héroes de alguna otra persona (como Napoleón, Alejandro el Grande o John D.
Rockefeller, por mencionar algunos) su descripción resultante de la autorrealización podría
haber sido distinta (Smith, 1978).
ASESORÍA PROFESIONAL
La asesoría psicológica también refleja los valores personales de quien la ofrece. Cuando
los profesionales de la salud mental nos aconsejan cómo llevarnos con nuestros cónyuges o
compañeros de trabajo, cuando los expertos en crianza infantil nos dicen cómo educar a
nuestros hijos o cuando algunos psicólogos plantean que debemos vivir sin preocuparnos de
las expectativas de los demás, están expresando sus valores personales (en las culturas
occidentales, estos valores por lo general son individualistas; alentando lo que parece mejor
para “mí”. Las culturas no occidentales alientan más aquello que es mejor para “nosotros”).
Al no percatarse de tales valores ocultos, muchas personas se someten al punto de vista del
profesional. Pero los psicólogos profesionales no pueden responder a preguntas sobre la
obligación moral definitiva, el propósito y la dirección, ni acerca del significado de la vida.
FORMACIÓN DE CONCEPTOS
ETIQUETADO
Así pues, es frecuente que haya juicios de valor ocultos en el lenguaje psicológico; pero
también sucede en el lenguaje cotidiano:
▯ El que percibamos las muertes entre la población civil como “una pérdida de vidas
inocentes” o como “daño colateral” afectará nuestra aceptación de las cifras de muerte.
▯ “Perversiones” son actos sexuales que nosotros no practicamos. Como lo indican estos
ejemplos, hay valores ocultos en nuestras definiciones culturales de lo que es la salud
mental, en los consejos psicológicos para la vida, en nuestros conceptos y en nuestras
clasificaciones psicológicas. A lo largo del presente libro, llamaremos su atención sobre
ejemplos adicionales de valores ocultos. Estos valores implícitos no son necesariamente
malos, pero la interpretación científica es una actividad humana. Por ello resulta inevitable
que las creencias y valores anteriores tengan una influencia sobre lo que los psicólogos
sociales piensan o escriben. ¿Debemos descartar la ciencia porque tiene una faceta
subjetiva? Todo lo contrario: darnos cuenta de que el pensamiento humano siempre implica
una interpretación es precisamente la razón por la que necesitamos investigadores con
distintos sesgos que lleven a cabo análisis científicos, así como la razón por la que
necesitamos análisis científicos en lugar de una observación personal limitada en primera
instancia. La contrastación constante entre nuestras creencias y los hechos es la forma en que
podemos limitar dichos sesgos. La observación y experimentación sistemáticas nos ayudan a
limpiar el lente a través del cual vemos la realidad.
Los psicólogos sociales organizan sus ideas y hallazgos en teorías. Una buena teoría destilará una
colección de hechos en una lista mucho más breve de principios predictivos. Podemos utilizar
dichas predicciones para confirmar o modificar la teoría, generar nuevas investigaciones y sugerir
aplicaciones prácticas.
▯ Los investigadores deben decidir a quién estudiar: su muestra de sujetos. También deben tomar
decisiones en cuanto a cómo formular las preguntas de sus encuestas.
▯ Siempre que es posible, los psicólogos sociales prefieren llevar a cabo experimentos que
exploran causa y efecto. Al construir una realidad en miniatura que está bajo su control, los
experimentadores pueden modificar un elemento y después otro para descubrir cómo tales
elementos, de manera separada o conjunta, afectan el comportamiento. Se hace una asignación
aleatoria de participantes a una condición experimental, que recibe el tratamiento experimental, o a
una condición de control, que no recibe dicho tratamiento. Así, se puede atribuir cualquier
diferencia resultante entre ambas condiciones a la variable independiente. Al tratar de replicar los
hallazgos, los psicólogos de hoy también pueden evaluar su reproducibilidad.
▯ Al crear experimentos, los psicólogos sociales en ocasiones establecen situaciones ficticias que
hacen que se involucren las emociones de las personas. Al hacerlo, están obligados a seguir ciertas
pautas éticas profesionales, como obtener el consentimiento informado de las personas, protegerlas
de algún daño y revelarles por completo cualquier engaño temporal. Los experimentos de
laboratorio permiten que los psicólogos sociales sometan a prueba ideas obtenidas de las
experiencias de la vida diaria para después aplicar los principios y hallazgos al mundo real.
BIBLIOGRAFIA
Básica:
Myer, D., Twenge, J. (2019) Psicología Social, Ciudad de México, Mc Graw Hill
Complementaria:
Navas, M. y Cuadrado, I. (Coords.) (2013). El estudio del prejuicio en Psicología Social. Madrid:
Sanz y Torres.
Morales, J. F. Moya, M. C., Gaviria, E. y Cuadrado, I. (Coords.) (2007). Psicología Social (3ª ed.).
Madrid: McGraw-Hill.
Morales, J. F., Huici, C., Gaviria, E. y Gómez, A. (Coords.) (2008). Método, teoría e investigación
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PATERNA, C.; MARTÍNEZ, M.C.; VERA, J.J. (2003) Psicología Social. De la teoría a la práctica.
Madrid: Pirámide.
BARON Y BYRNE (2001) (8ª ed).: Psicología Social. Prentice Hall. Iberia. Madrid.
MORALES, J. F, PÁEZ, D., KORNBLIT, ANA L., ASÚN, D (Coord.) (2002) Psicología Social.
Prentice-Hall. Buenos Aires.