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Imperio carolingio

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Este aviso fue puesto el 21 de marzo de 2014.
Imperio carolingio
← Frankish Empire 481 to 814-es.svg
← Corona ferrea.png
← Bayern um 788.png
← Herzogtum Sachsen 1000.PNG
800-843
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Francia occidentalis es.svg →
Francia media es.svg →
Escudo de

Ubicación de
Extensión del Imperio carolingio a nivel europeo.
Capital Aquisgrán
Idioma principal Latín
Otros idiomas Francés antiguo, galoitaliano, franconio, sajón y otras.
Religión Catolicismo
Gobierno Monarquía absoluta
Emperador
• 800-814 Carlomagno
• 814-840 Luis I
• 840-843 Lotario I
Período histórico Alta Edad Media
• Carlomagno rey de los Francos
9 de octubre de 768

• Coronación de Carlomagno como Emperador 25 de diciembre de 8002


• Miguel I Rangabé reconoce el título imperial 13 de enero de 8123
• Tratado de Verdún 10 de agosto de 8431
Superficie 1 200 000 km²
Población
• est. 15 000 000
Densidad 12,5 hab./km²
Moneda Denario

El Imperio carolingio es un término historiográfico utilizado para referirse al


Reino franco de la dinastía carolingia desde la coronación imperial de Carlomagno
en el año 800 hasta la división de sus territorios en el Tratado de Verdún del
843.4 Este período de la historia europea deriva de la política de los reyes
francos, Pipino el Breve y Carlomagno, que supuso un intento de recuperación de la
cultura clásica en los ámbitos políticos, culturales y religiosos de la época
medieval. La coronación de Carlomagno como emperador en Roma fue un hecho relevante
e importante como símbolo de restauración de facto del Imperio romano de Occidente,
que en realidad sirvió para legitimar el poder de la etnia germánica que había
invadido el territorio que antiguamente correspondía a los romanos. Tras su
partición por el Tratado de Verdún en 843, sería sustituido un siglo después por el
Reino de Francia en su parte oeste, y por el Sacro Imperio Romano Germánico en el
este.

En su apogeo, el imperio tenía una población de diez a veinte millones de personas


y una extensión de 1 112 000 km².5
Índice
1 Historia
1.1 Los carolingios
1.2 Carlomagno
1.3 Carolingios posteriores
1.4 Causas de la disgregación del Imperio carolingio
1.5 El legado carolingio
2 Política
3 Economía
4 Cultura y arte
5 Véase también
6 Referencias
6.1 Notas
6.2 Citas
6.3 Bibliografía
6.3.1 Fuentes primarias
6.3.2 Fuentes secundarias
Historia
Los carolingios
Véase también: Carolingios
La dinastía deriva del matrimonio de los hijos de Arnulfo de Metz y Pipino el
Viejo, ambos descritos por Fredegario como los señores más importantes de
Austrasia. La familia consolidó su poder desde el segundo tercio del siglo vii
consiguiendo que el oficio de mayordomo de palacio fuese hereditario, y
convirtiéndose así en los verdaderos gobernantes de los francos; mientras que los
reyes merovingios quedaban reducidos a un papel nominal, es por ello que se les
denomina «reyes holgazanes».

El mayordomo de palacio de todos los reinos merovingios, Pipino el Breve (hijo del
mayordomo Carlos Martel y descendiente de Pipino el Viejo), logró destronar a su
rey merovingio Childerico III en 751, y fue reconocido rey de los francos con apoyo
del papa Zacarías, y posteriormente ungido como rey por el papa Esteban II en 754.
Así, aunque Pipino fue rey electo, aseguró su legitimidad divina a través del papa.

En efecto, Pipino consolidó su posición en 754 al fraguar una alianza con el papa
Esteban II, quien obsequió al rey de los francos una copia de la Donación de
Constantino en París, y le ungió a él y a su familia en una majestuosa ceremonia en
Saint-Denis, declarándolo patricius Romanorum ('protector de los romanos'). El año
siguiente, Pipino cumplió la promesa hecha al papa y recuperó el exarcado de
Rávena, recientemente perdido ante los lombardos, entregándoselo al papa en lugar
de devolvérselo al emperador bizantino. Pipino entregó también los territorios
reconquistados en los alrededores de Roma, dando pie a la creación de los Estados
Pontificios en la Donación de Pipino, que dejó en la tumba de San Pedro. La
reconstruida monarquía franca proporcionaría una base de poder leal (potestas) en
la creación de un nuevo orden mundial, en que el liderazgo religioso-espiritual del
papa acrecentó su dosis de poder político-terrenal.

Carlomagno
A la muerte de Pipino en el año 768, se repartió (siguiendo la tradición franca)
entre sus hijos Carlos y Carlomán, recibiendo el primero la Aquitania marítima,
parte de Neustria y Austrasia, y zonas fronterizas de Frisia; mientras que el otro
obtuvo las áreas marginales de Alamania, Alsacia, Aquitania interior, Borgoña,
Provenza y Septimania.6 Tras diversos enfrentamientos entre ellos, la muerte de
Carlomán (771) dejó a su hermano Carlos como único rey, quién posteriormente
pasaría a ser conocido como Carlomagno.a Era un personaje poderoso, inteligente y
relativamente culto, que se convertiría en una leyenda para la historia posterior
tanto de Francia como de Alemania. Carlomagno restableció un equilibrio de poder
entre el emperador y el papa.
A partir del año 772, Carlomagno emprendió una larga guerra en la que conquistó y
derrotó a los sajones para incorporar sus territorios al Imperio franco (las
últimas incursiones de Carlomagno sobre los territorios sajones está datada en 804
por los Annales regni Francorum). Esta campaña se sumó a la práctica de líderes
cristianos no romanos que provocaban la conversión de sus vecinos por la fuerza.
Los misionarios católicos francos, junto a otros de Irlanda y de la Inglaterra
anglosajona, habían penetrado en territorio sajón desde mediados del siglo viii,
resultando en un aumento de los enfrentamientos con los sajones, que se resistían a
los empeños misionarios acompañados de incursiones militares. El principal oponente
sajón de Carlomagno, Widukind, aceptó ser bautizado en el 785, como parte de unos
acuerdos de paz, pero otros líderes sajones continuaron con la lucha. Tras su
victoria en el 782 en Verden, Carlomagno ordenó la matanza masiva de miles de
prisioneros sajones paganos. Tras varios levantamientos más, los sajones sufrieron
la derrota definitiva en el 804. Esto expandió el Imperio franco hacia el este,
hasta el río Elba, algo que el Imperio romano en tiempos de la República, solo
intentó una vez, y en lo que falló en la batalla del Bosque de Teutoburgo (año 9 d.
C.). Para poder cristianizar con más efectividad a los sajones, Carlomagno fundó
varias diócesis, entre las que se cuentan las de Bremen, Münster, Paderborn y
Osnabrück.

Al mismo tiempo (773-774), Carlomagno conquistó a los lombardos, incluyendo de esta


manera el norte de Italia en su esfera de influencia. Renovó el donativo al
Vaticano y la promesa al papado de continuar la protección por parte de los
francos.

En el 788, Tasilón III, duque de Baviera, se rebeló contra Carlomagno. Tras


aplastar la revuelta, este incorporó Baviera a su reino. Además de expandir los
horizontes de sus dominios, redujo de manera drástica el poder y la influencia de
los agilolfingos (la familia de Tasilón), otra de las familias influyentes de entre
los francos y sus potenciales rivales. Hasta el 796, Carlomagno continuó
expandiendo su reino todavía más hacia el sureste, hasta la actual Austria y a
partes de Croacia.

Mapas estático y animado de la expansión de los francos.

Entre 481 y 814.

Entre 481 y 870.


De esta manera, Carlomagno creó un reino que alcanzaba desde los Pirineos al
suroeste, incluyendo de hecho una zona del norte de la península ibérica (Marca
Hispánica tras 795), pasando por casi toda la Francia moderna (a excepción de
Bretaña, que nunca fue conquistada por los francos), y al este la mayor parte de la
actual Alemania, incluyendo el norte de Italia y la actual Austria. En la jerarquía
de la Iglesia, los obispos y abades buscaban la protección del palacio del rey,
fuente tanto de protección como de seguridad. Carlomagno se había erigido en líder
de la cristiandad occidental, además de impulsar un «Renacimiento carolingio» en la
cultural literaria, gracias a su apoyo a monasterios como centros de enseñanza.

Carlomagno según una ilustración de Alberto Durero (1511).


El día de Navidad de 800, el papa León III coronó a Carlomagno como «Emperador que
gobierna el Imperio romano», en Roma, en una ceremonia presentada como inesperada,
puesto que Carlomagno no deseaba encontrarse en deuda con el obispo de Roma, y a su
hijo Carlos el Joven como rey de los francos. Se trataba de uno más de los gestos
llevados a cabo por el papado para definir los papeles de auctoritas papal y
potestas imperial; así como para considerarle como sucesor de los emperadores
romanos. Esto originó una serie de disputas con los bizantinos por el nombre de
Imperio romano. Tras una primera protesta por la usurpación, en 812, el emperador
bizantino Miguel I Rangabé reconoció a Carlomagno como emperador (basileus), pero
no como emperador de los romanos (Βασιλεύς των Ρωμαίων), título que se reservó el
bizantino como el verdadero sucesor de los emperadores romanos. La coronación
sirvió para dar una legitimidad permanente a la primacía carolingia entre los
francos.

Tras la muerte de Carlomagno el 28 de enero de 814 en Aquisgrán, fue enterrado en


su Capilla Palatina.

Carolingios posteriores
Carlomagno tuvo varios hijos, pero solo uno le sobrevivió. Fue Luis el Piadoso,
quien sustituyó a su padre al frente del imperio unificado. Pero el hecho de que
heredase el puesto fue más un asunto de azar que intencionado. Tras tres guerras
civiles, Luis murió en 840, y sus tres hijos supervivientes decidieron repartirse
el territorio en el tratado de Verdún, en 843:

1. Al hijo mayor de Luis, Lotario I, emperador desde el año 817, le correspondió


los francos centrales con las capitales imperiales Aquisgrán y Roma. A su vez, sus
hijos se dividieron este imperio en Lotaringia, Burgundia e Italia (septentrional).
Estas zonas desaparecerían más tarde, integrándose en el Imperio germánico.

2. El segundo hijo de Luis, Luis el Germánico, pasó a ser rey de los francos del
este. Esta zona sería el origen de lo que más tarde fue el Sacro Imperio Romano
Germánico, que con el tiempo llegó a ser, aproximadamente, la actual Alemania.

3. Su tercer hijo, Carlos el Calvo, pasó a ser rey de los francos del oeste, en
disputa con su sobrino Pipino II de Aquitania. La zona que ocupó llegaría a ser la
actual Francia.

El reino de Carlomagno sobrevivió a su fundador y se extendió por gran parte de la


Europa occidental, sin embargo, sus sucesores se mostraron incapaces de mantenerlo.
El mapa muestra los territorios del emperador Carlos III el Gordo en el año 887.
Más tarde, mediante el tratado de Mersen (870) y Ribemont (880) se realizó una
nueva división de los territorios, en detrimento de Lotaringia.

El 12 de diciembre de 884, tras una serie de fallecimientos, el emperador Carlos


III el Gordo reunió la mayor parte del Imperio carolingio, solo Bosón de Provenza
resistía como rey en Vienne.

A finales de 887, su sobrino Arnulfo de Carintia se sublevó y se hizo con el título


de rey de los francos del este (actual Alemania). Carlos se retiró y murió poco
después, el 13 de enero de 888. Italia, y las dos Borgoñas tuvieron reyes propios.
En la Francia occidental, Eudes, conde de París fue elegido rey y fue coronado al
mes siguiente, pero en Aquitania Ranulfo, conde de Poitiers, se autoproclamó rey de
Aquitania (el título fue abandonado tras su muerte) y tomó bajo su protección al
joven Carlos el Simple, tercer hijo de Luis el Tartamudo, de siete años. Diez años
más tarde, los carolingios recuperaron el poder en Francia, donde gobernaron hasta
987, año de la muerte del último rey de la dinastía carolingia Luis V.

Causas de la disgregación del Imperio carolingio


Carlomagno no logró dotar a su Imperio de una organización política que pudiera
subsistir por sí misma a las amenazas que se cernían sobre él. Toda la organización
del Imperio descansaba sobre una condición necesaria: la fidelidad de los nobles al
Emperador y Rey de los Francos y de los Lombardos. Todo ello en un contexto
económico y social en el cual los condados se volvían cada vez más autónomos: en
principio, como resultaba muy costoso mantener a un guerrero a caballo con todo su
equipamiento, solo los grandes propietarios podían permitírselo y los restantes
hombres libres no tenían otra alternativa que encomendarse a un señor como
vasallos. Hay que destacar que no existía un ejército permanente en el Reino de los
Francos sino que se realizaban levas de armas y cada guerrero debía equiparse por
su cuenta.

Así, entre el Emperador y los hombres libres cada vez cobró más fuerza la casta
intermediaria de los nobles ante quienes sus vasallos debían responder. Era solo
cuestión de tiempo que en un Imperio tan extenso en el cual las comunicaciones eran
tan escasas y deficientes, los vasallos respondieran más ante sus señores locales
que ante el Emperador.

Mientras Carlomagno vivió, su extraordinario prestigio, su mano firme y su férrea


voluntad, y los beneficios que reportaban a la nobleza las conquistas
territoriales, hicieron que se le obedeciera por encima de la desintegración que
estaba en ciernes. Únicamente si su sucesor hubiera sido un rey con los talentos de
Carlomagno hubiera tenido el Imperio posibilidades de sobrevivir. Pero su hijo
Carlos, quien tenía un gran talento militar y a quien Carlomagno había confiado
algunas de sus misiones más difíciles, no le sobrevivió.

Ya en vida de Carlomagno se había producido un hecho que permite deducir que algo
malo estaba pasando con la fidelidad sobre la base de la cual estaba erigido el
esqueleto del Imperio. En el verano del año 807, muy pocos de los señores y
guerreros convocados a la asamblea anual se presentaron y, por primera vez, la
asamblea no pudo realizarse. Fue un hecho sin precedentes. Carlomagno lo interpretó
como una rebelión a su autoridad, envió a los missidominicci a investigar cada
condado y castigó con edictos esa creciente deserción.

Muerto Carlomagno y dado el poco talento político de su hijo y sucesor Luis el


Piadoso, los hechos se precipitaron. Las guerras civiles entre el monarca y sus
hijos acabaron con el prestigio del Emperador. La fidelidad que solo se mantenía
por la extraordinaria figura de Carlomagno desapareció y el Imperio, ya herido de
muerte, terminó de naufragar merced a la exacerbación de los ataques de los
nórdicos, dando paso al pleno auge del Feudalismo.

El Imperio era inviable dadas las condiciones económicas, políticas y sociales de


la época y solo la fortísima personalidad y el talento de Carlomagno habían podido
sostenerlo.

El legado carolingio
La unificación de la mayor parte de lo que hoy conocemos como Europa central bajo
el mando de un solo líder sirvió de sustrato para la continuación de lo que se
conoce como «Renacimiento carolingio». A pesar de las guerras internas casi
constantes que tuvo que soportar el Imperio carolingio, la extensión del gobierno
franco y la cristiandad romana en un territorio tan vasto aseguró una unidad
fundamental los francos dependían en gran medida de cada uno de los líderes y de
sus objetivos. Objetivos que cambiaban tan fácilmente como las alianzas políticas
entre las distintas familias francas. De todos modos, esas familias, incluidos los
carolingios, compartían todas las mismas creencias básicas e ideas de gobierno.
Ideas y creencias que tenían sus raíces en un pasado proveniente tanto de la
tradición germánica como romana. Una tradición que se remonta a mucho antes del
ascenso de los carolingios y que se prolongó en cierta medida de las muertes de
Luis el Pío y sus hijos.

Política
Carlomagno dividió el territorio en condados, marcas y ducados:

Condados: eran la unidad de la circunscripción administrativa encomendada a un


conde con el fin de cumplir las disposiciones reales, presidir el mallus judicial,
dirigir los contingentes militares, cobrar impuestos y ordenar el gasto. Eran
nombrados por el rey, que les otorgaba poder militar, administrativo y judicial.
Marcas: en las zonas fronterizas el mando militar de varios condados se unifica en
manos de un marqués, aunque los condes conservaban el resto. Así ocurría en las
marcas de Gotia, Bretaña, Friul, Nordalbingia, Venda, Marca Hispánica o la Marca
Ávara.
Ducados: podían designar un título de prestigio que aludiese a una categoría de
mando elevada, sencillamente a un marqués, o a algún territorio autónomo o externo
al imperio.
El máximo poder del Imperio residía en el emperador, que tenía poder para convocar
las armas, administrar justicia y designar a los nobles que gobernaban los
territorios.

El palacio o corte era el núcleo de la Administración y estaba dirigido por un


chambelán (sucesor del cargo de mayordomo de palacio). A su cargo estaban el
copero, responsable de la bodega; el mariscal, responsable de la caballería y el
establo; y el senescal, responsable de los asuntos de la corte. Las otras
instituciones de la Administración eran la cancillería, que dirigía los asuntos
civiles y eclesiásticos, así como el tribunal palatino, que aplicaba las leyes a
los habitantes del Imperio.

Los condes percibían como pago a su gestión las rentas o usufructo de una parte de
fisco que la monarquía tenía en el condado, a esto se llama honor. Dada la gran
extensión del territorio imperial y el deficiente nivel técnico de los medios de
comunicación, los condes se aprovechaban y abusaban de su poder para aumentar sus
propiedades territoriales radicadas en el condado y emparentar con familias
poderosas del condado. Los inspectores de palacio o missi dominici eran los
encargados de que los marqueses y los condes gobernaran según las directrices del
Emperador, para ello acudían en parejas a los territorios a comprobar el
cumplimiento de las leyes. Sin embargo, los condes salían de un ámbito reducido de
terratenientes aristocráticos, y de la misma forma los missi, de manera que aunque
actuaban fuera de su esfera de influencia, compartían los intereses de aquellos a
quienes inspeccionaban.

Economía

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Artículo principal: Economía del Imperio carolingio
El comercio en la época del emperador franco Carlomagno (742-814) se redujo al
transporte de algunos toneles de vino o sal, al tráfico prohibido de esclavos y a
unos pocos artículos de lujo traídos de Oriente. Desde el cierre del Mediterráneo
por el islam se acabó la actividad comercial regular, la circulación constante y
organizada, así como la clase de mercaderes profesionales o de sus establecimientos
en las ciudades. Aunque pervivieron pequeños y rudimentarios mercados locales, se
destacó el empobrecimiento general de la época. La circulación de dinero se volvió
lenta e insuficiente. Aunque el imperio de Carlomagno fue muy brillante
culturalmente hablando, en el aspecto económico fue un siglo de regresión.

La base económica, tanto del Estado como de la sociedad, será entonces la propiedad
territorial. El Estado carolingio fue esencialmente agrícola. El comercio era
insignificante y por lo tanto no existía más fortuna que los bienes raíces, ni más
trabajo que el rural. La desaparición de los pequeños propietarios libres se
aceleró, la necesidad de protección los obligó a buscar la tutela de los poderosos.

Con la casi desaparición de la circulación comercial, de la clase comerciante y de


la población urbana, resultó inútil seguir produciendo más de lo mínimo
indispensable para la subsistencia de los habitantes, propietarios y arrendatarios,
que vivían en el dominio. La economía de cambio fue sustituida por una economía de
consumo. Cada dominio, en lugar de continuar su relación con el exterior,
constituyó un pequeño mundo aparte. Vivió de sí mismo y para sí mismo.

Cultura y arte
Se suele conocer a este periodo del entorno del año 800 con el nombre de
Renacimiento carolingio, no tanto porque diera origen a algo similar al
Renacimiento del siglo xv, sino por comparación con la decadencia cultural del
periodo anterior.

Carlomagno (como la mayoría de los hombres de su tiempo, incluidos los nobles y


muchos clérigos) no sabía leer, ni escribir, ni siquiera aritmética. No obstante,
intentó elevar el nivel cultural del Imperio fundando la Escuela Palatina de
Aquisgrán, y puso en su dirección al célebre Alcuino de York. En ella se formaron
él, sus hijos y todos los funcionarios de la corte.

Esta Escuela se convirtió en modelo para la fundación de otras en toda Europa.


Divulgó las artes, las ciencias, las letras y todo el conocimiento de la Antigüedad
con sus materias:

Trivium: retórica, gramática y dialéctica.


Quadrivium: geometría, astronomía, aritmética y música.
El arte carolingio estaba basado fundamentalmente en dos estilos: el arte clásico
griego y el arte cristiano, pero con algunas influencias de sus vecinos bizantino e
islámico.

Escultura: Los ejemplos conservados son muy escasos, si bien las esculturas de
marfil han sobrevivido y son de una gran belleza.
Arquitectura: La arquitectura carolingia se reflejaba en edificios religiosos y
algunos palacios. Se caracteriza por usar la planta de cruz latina de tres naves;
arcos de medio punto, de herencia romana; cubiertas de madera; columnas con
capiteles esquemáticos y pilares cuadrados y cruciformes.
Mosaicos y miniaturas: Entre las obras de arte más notables de esta época,
sobresalen los mosaicos y las miniaturas que ilustran los Evangelios, además de la
orfebrería que decoraba todos sus templos.
Véase también
Anexo:Cronología de Francia en la Edad Media
Anexo:Cronología de Francia
Lista de emperadores carolingios
Reyes de la época carolingia
Lista de monarcas de Francia
Referencias
Notas
En francés: Charlemagne; en alemán: Karl der Große.
Citas
del Hoyo, Gazapo, Javier, Bienvenido (1997). Anales del Imperio carolingio.
Ediciones AKAL. p. 59. ISBN 9788446004509.
del Hoyo, Gazapo, Javier, Bienvenido (1997). Anales del Imperio carolingio.
Ediciones AKAL. p. 5. ISBN 9788446004509.
O’Rourke, Michael (210). Byzantium at Lowpoint AD 718-814. p. 114.
del Hoyo, Gazapo, Javier, Bienvenido (1997). Anales del Imperio carolingio.
Ediciones AKAL. p. 5. ISBN 9788446004509.
Henning, 2007, p. 50 (nota 24).
García Turza, 2018, p. 274.
Bibliografía
Fuentes primarias
Eginardo (1960) [1880]. The Life of Charlemagne (Samuel Epes Turner, trad.) (en
inglés). Ann Arbor: University of Michigan Press. ISBN 047206035X.
Fuentes secundarias
Alessandro, B. (2000). Carlo Magno (en italiano). Roma: Laterza.
Anónimo (1988). Le gesta dell'imperatore Carlo Magno (en italiano). Milán: Jaca
Book.
Cardini, F. (2002). Carlomagno, Un padre della patria europea (en italiano). Milán:
Bompiani.
Federico Chabod, Lezioni di metodo storico, Roma-Bari, Laterza, 1978.
Fichtenau, H. von (2000) [1949]. L'Impero carolingio (en italiano). Roma: Laterza.
García Turza, J. (2018). «El Imperio carolingio». En V. Á. Álvarez Palenzuela, ed.
Historia universal de la Edad Media. Barcelona: Ariel. ISBN 978-84-344-0641-4.
Halphen, L. (1992) [1937]. Carlomagno y el Imperio carolingio. Madrid: Akal. ISBN
9788476006788.
Henning, J. (2007). Post-Roman Towns, Trade and Settlement in Europe and Byzantium.
The heirs of the Roman West (en inglés). De Gruyter. ISBN 9783110183566.
Pirenne, Henri (1978) [1937]. Mahoma y Carlomagno. Madrid: Alianza. ISBN
9788420648941.
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Categoría: Imperio carolingio
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