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Considerado uno de los padres fundadores de la sociología, Karl Marx fue también un economista,
político, filósofo e historiador influyente. Nació en Tréveris (Alemania) y por insistencia de su padre,
abogado, estudió derecho en lugar de filosofía y literatura como deseaba, en la Universidad de Bonn
y después en Berlín, donde se interesó por Hegel.
El materialismo histórico, como se llamó este enfoque del desarrollo histórico, explica la transición
de la sociedad feudal a la capitalista moderna como resultado de la aparición de nuevos métodos de
producción. Bajo el feudalismo, los nobles controlaban los medios de producción agrícola como
dueños de la tierra que cultivaban campesinos o siervos. En la era de las máquinas surgió una nueva
clase, la burguesía, dueña de unos nuevos medios de producción, que disputó su lugar a los nobles y
provocó un cambio en la estructura económica de la sociedad. Los elementos opuestos de la
sociedad feudal contenían las semillas de la sociedad capitalista que la sustituyó. Como sostuvo Marx
junto con Friedrich Engels en el Manifiesto comunista:
«La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días es la historia de las luchas
de clases»
Mientras que el feudalismo se había caracterizado por dos clases, la nobleza y el campesinado, la
sociedad industrial moderna había creado una clase capitalista, la burguesía, dueña de los medios de
producción, y una clase proletaria, que trabajaba en las nuevas estructuras, las fábricas.
Marx identifica cinco épocas históricas, en cada una de las cuales las personas se definen por su trabajo. Según Marx, la fuerza
determinante de la historia es el modo de producción dominante, que configura las clases sociales. Estas épocas van desde los
inicios de la historia humana, en la que los bienes eran de propiedad común, hasta el capitalismo del tiempo de Marx, con dos
grandes clases sociales, al que seguirá la sociedad comunista sin clases.
Conflicto de clases
Según afirma Marx, la tensión y el conflicto entre las clases sociales resultan inevitables, y por
consiguiente, así como el feudalismo había sido reemplazado, lo sería la sociedad capitalista y la
burguesía dominante. Algún día, el proletariado controlaría la sociedad, tras haber acabado con el
sistema que lo había engendrado.
Con el tiempo, la opresión genera en el proletariado una conciencia de clase que le impulsa a
organizar movimientos por su bien colectivo. El egoísmo inherente al capitalismo tiende a impedir una
evolución similar en el seno de la burguesía, y la competencia constante conduce a crisis económicas
cada vez más frecuentes. La creciente solidaridad de la clase trabajadora y el debilitamiento de la
burguesía permitirán con el tiempo al proletariado hacerse con el control de los medios de producción
y crear una sociedad sin clases.
En la siguiente generación, tanto Émile Durkheim como Max Weber, considerados con frecuencia
junto con Marx los «padres fundadores» de la sociología moderna, desarrollaron perspectivas
diferentes. Durkheim reconocía que la industria había modelado la sociedad moderna, pero sostenía
que era la propia industrialización, no el capitalismo, la raíz de los problemas sociales. Weber, por su
parte, aceptaba las causas económicas de la lucha de clases, pero consideraba demasiado simple la
división de la sociedad en burguesía y proletariado con criterios puramente económicos; creía que el
auge del capitalismo tenía también causas culturales y religiosas, y que estas se reflejaban en clases
basadas en el prestigio y el poder además de en la posición económica.