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“Misión: salvar la Navidad”

Es Nochebuena y Mumablue no puede dormir. Siente un hormigueo en la tripa.


¡Está demasiado entusiasmado ante la llegada de Papá Noel! Este año se ha
portado muy bien, así que ha pedido tres regalos en su carta. ¡Está convencido de
que Papá Noel se los traerá todos!

Justo cuando Mumablue logra conciliar el sueño, un gran estruendo lo despierta. A


través de la ventana, distingue el trineo de Papá Noel. ¡Ha chocado contra un árbol!
Mumablue corre hacia la calle a toda velocidad para ayudar a Papá Noel, quien ha
salido disparado y yace en el suelo.

-Esto me pasa por no abrocharme el cinturón de seguridad -se lamenta el viejo


bonachón.

Una vez liberado el trineo, Papá Noel se muestra mareado, cojea y no se encuentra
bien. Mumablue le invita a entrar en casa y le ayuda a tumbarse en el sofá.

-Te agradezco mucho tu ayuda. Eres un niño muy bueno… -dice Papá Noel.

– Me llamo Mumablue. ¡No tienes que agradecerme nada, lo hago encantado!

Pasan los minutos, pero Papá Noel no mejora. Está un poquito nervioso porque este
incidente podría arruinar el reparto de los regalos.. Papá Noel piensa que la única
solución es que Mumablue se haga cargo de las entregas.

-No puedo levantarme, me da vueltas la cabeza… ¿Podrías repartir los regalos por
mi? -pide Papá Noel.

-¡Por supuesto que sí! Explícame cómo debo hacerlo -acepta Mumablue.

Con dificultad, Papá Noel se levanta y camina hasta su trineo. Los renos parecen
muy preocupados y comienzan a inquietarse. Papá Noel los tranquiliza mientras
hace que Mumablue los acaricie para que los animales se familiaricen con su olor.

Te presento a Brioso, Danzarín, Bromista, Cometa, Saltarín, Cupido, Trueno,


Relámpago… ¡Y, por supuesto, a Rodolfo!

Papá Noel enseña a Mumablue a utilizar el ordenador de a bordo. Contiene todas


direcciones de las entregas y se encarga de guiar a Papá Noel en caso de que las
nubes oculten la estrella polar. Resultará muy útil para Mumablue, pues aún no sabe
guiarse por las estrellas.

– Esta pantalla indica qué paquetes van a cada casa -señala Papá Noel.

– ¡Estupendo! Así no tendré miedo a equivocarme -responde Mumablue.

– Recuerda que debes dejar los regalos según la tradición de cada familia: bajo el
árbol, en el calcetín o junto al par de zapatos.

El farolillo mágico es lo que más asombra a Mumablue. Permite ver con absoluta
claridad sin que nadie se despierte, pues su luz no es percibida por las personas.

-Le pedí a mis elfos que inventaran este artilugio porque estaba harto de darme
golpes en las espinillas contra los muebles -recuerda Papá Noel, satisfecho con su
idea.

Para terminar, Papá Noel ata a la muñeca de Mumablue su reloj mágico, capaz de
hacer que el tiempo pase más despacio para poder entregar todos los regalos en
una sola noche.

-¡Y si algún niño o niña se despierta, podrás parar el tiempo y pasar por delante de
sus narices sin que te vea! Ho, ho, ho -ríe Papá Noel.

Después de hacer un montón de preguntas, Mumablue lo tiene todo claro. Así que
se sube al trineo, se despide de Papá Noel y agita las riendas. Los renos se ponen
en marcha y el trineo se eleva suavemente.

-¡Y no olvides abrocharte el cinturón de seguridad! -grita Papá Noel mientras


Mumablue se aleja por el aire.

En su primera parada Mumablue está muy nervioso, teme olvidar alguna indicación
y que la entrega de regalos no le salga bien. Pero sabe que la misión es muy
importante, así que respira hondo y se lanza por la chimenea.

Una vez en el interior de la casa, enciende el farolillo mágico y coloca los regalos
bajo el árbol ¡Ha sido muy fácil! Más tranquilo y confiado, reanuda su viaje sin
entretenerse. ¡Le queda todo un mundo por delante!
Mumablue no se siente cansado a pesar de que lleva ya miles de casas recorridas.
Los distintos tipos de comida que le dejan como obsequio en muchos hogares le
llenan de una misteriosa energía: turrón, galletas de jengibre, pasteles de frutas…
Saborea cada una de esas delicias sin prisa, mientras el reloj mágico hace que el
tiempo pase más despacio.

-¡Me encantaría tener uno como este! -le dice Mumablue al reno Rodolfo.

Tras visitar infinidad de casas llenas de bonitos y coloridos adornos navideños,


Mumablue llega a una vivienda muy distinta. Nada decora su puerta o sus ventanas
y se nota que es una casa muy vieja. El ordenador le muestra que los regalos no
contienen juguetes, sino objetos de uso doméstico.

“Qué raro, ¿será que aquí no vive ningún niño?” -piensa Mumablue.

Una vez en el interior de la casa, Mumablue se muestra todavía más confundido.


Está claro que allí viven niños. Lo sabe por los pequeños calcetines que cuelgan
sobre la chimenea. Se ven todos remendados. Un ruido de pasos que se acercan
saca a Mumablue de su ensimismamiento y lo pone alerta.

Con extraordinaria rapidez, Mumablue pulsa el botón de parar el tiempo del reloj
mágico. ¡No puede permitir que le descubran! El causante de los pasos es un niño
de unos cuatro años que ha quedado petrificado al detenerse el tiempo. Según el
listado, se trata del pequeño Timmy. Pero… ¿Es posible que Timmy le haya pedido
a Papá Noel una sartén?

Entonces Mumablue se da cuenta de lo que ocurre. La familia es tan pobre que los
niños han encargado objetos que se necesitan en casa, utensilios que harán más
fácil la vida para todos. Mumablue está muy conmovido. ¡No es justo que en el
mundo haya niños que no puedan siquiera tener un regalo de Navidad!

¡No, señor! ¡Eso no puede ser! Al menos, no lo será mientras dependa de él. De
manera que Mumablue corre al trineo en busca de sus propios regalos.
Delicadamente coloca sus paquetes junto a los otros. Mumablue se regocija
pensando en lo contentos que se pondrán Timmy y sus hermanos cuando
despierten y descubran la sorpresa!

Tras visitar otras muchas casas más, Mumablue regresa con la misión cumplida.
Cuando Papá Noel revisa si las entregas están correctas, el ordenador marca una
incidencia: los regalos de Mumablue están en otra casa. Papá Noel sonríe
enternecido: se ha dado cuenta de que no se trata de un fallo sino de un acto de
generosidad.

-Todo correcto, Mumablue. Has conseguido que ningún niño se quede sin regalo de
Navidad. -dice Papá Noel con disimulo mientras se despide chocando los cinco.

En la mañana de Navidad no hay ningún paquete para Mumablue.. Su familia está


muy asombrada porque saben que Mumablue se ha portado muy bien.

-Le pedí a Papá Noel que le llevara mis regalos a otros niños que los necesitaran
más que yo- explica Mumablue, mientras imagina con ilusión la alegría que se
llevarán Timmy y sus hermanos cuando descubran sus regalos.

En ese momento llaman a la puerta. Al abrir, Mumablue descubre un misterioso


paquete para él. Lo acompaña una nota que dice: “¿Pensabas que no me enteraría
de tu acto de generosidad? Pequeño Mumablue… ¡Papá Noel lo sabe todo! Gracias
por ser tan solidario. ¡Feliz Navidad, amigo!”

En el interior del paquete encuentra un regalo. Es justo lo que Mumablue quería:


¡Un reloj mágico, especial para él, con el que podrá controlar el tiempo!

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