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En algunas parroquias o colegios aún se organiza la

bendición de las coronas de Adviento. Si no se pudo asistir a


estas celebraciones, o en su parroquia ya no se llevan a cabo,
la puede bendecir ya sea el papá o la mamá con la siguiente
oración:
Guía: Señor Dios bendice con tu poder nuestra Corona de Adviento para que, al
encenderla, despierte en nosotros el deseo de esperar la venida de Cristo
practicando las buenas obras, y para que así, cuando Él llegue, seamos admitidos
al Reino de los Cielos. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Todos: Amén.
La siguiente es una fórmula de bendición comunitaria para los sacerdotes.

Guía: Al comenzar este nuevo Año Litúrgico, vamos a bendecir, como


comunidad cristiana, esta Corona con que inauguramos también el tiempo de
Adviento. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la LUZ DEL MUNDO. Su
color verde significa la vida, nuestra vida de la gracia, y la esperanza de ser
mejores y unirnos más como comunidad.
Todos: Por eso, al Ir encendiendo, Domingo tras Domingo, los cirios de la
corona, debemos significar nuestra gradual preparación para recibir la luz de
Navidad: Jesucristo, Nuestro Señor, que viene para salvarnos.
Guía: Démosle gracias a Dios por esta corona, pero especialmente porque nos
permite estar reunidos, como comunidad, para darle gracias y bendecirlo.
Todos: Te damos gracias, señor, porque siempre estás con nosotros en el camino
de la vida y porque nos ayudas a bendecirte y a tenerte presente cada día. Te
damos gracias por nuestra convivencia comunitaria y por esta corona de adviento
que hoy queremos bendecir, o sea, que queremos ponerla en tu nombre para que
sea el centro de nuestra oración y reflexión comunitaria.
Escucha, pues, padre bueno, nuestras súplicas: bendice, esta corona de adviento,
y al bendecirla, bendícenos también a nosotros como comunidad, danos tu paz, tu
amor y tu unidad. ayúdanos a vencer las tentaciones. no nos dejes caer en el
pecado que nos aparta de ti. antes bien, ayúdanos a preparar la venida de tu hijo
jesucristo, luz del mundo, para que ilumine toda nuestra vida y nos guíe por el
camino de la verdad y del bien, el que vive y reina contigo, en la unidad del
espíritu santo, por los siglos de los siglos. amén.

(Se rocía la corona con agua bendita… y se enciende la primera vela…).

Guía: Si encendemos una vela es porque queremos alumbrar, porque queremos


tener una señal que pueda ver el que viene hacia nosotros. Es un signo externo de
nuestra disposición interior de esperanza.
Todos: Por eso, en este Tiempo De Adviento, seguiremos con atención y con
buena disposición, las enseñanzas de la palabra de Dios en las lecturas
dominicales; y nos prepararemos, de todo corazón, para la venida del Señor a
nuestra comunidad parroquial, a nuestra familia y a nuestra vida personal.
Guía: Su venida histórica, que recordamos cuando el Hijo de Dios nace como
Hijo de María, como Hombre para habitar entre los hombres; su venida litúrgica
en cada Eucaristía, en su Palabra y en la Comunión; y su venida escatológica, que
esperamos con viva fe, al final de los tiempos.
Todos: Por Eso, encender una vela tiene sentido en la medida en que, personal,
familiar y comunitariamente, nos dispongamos a recibir al Hijo De Dios, a
Nuestro Señor Jesucristo, que viene a nosotros para salvarnos.
Guía: Cristo, en su Evangelio, nos invita a «Velar y a estar preparados, porque
no sabemos cuando llegará el momento».
Todos: por eso, nos comprometemos a prepararnos, en familia, a través del
perdón, de la comprensión y del amor entre esposo y esposa; entre padres e hijos;
entre hermanos y hermanas; y entre amigos y compañeros.
Nos comprometemos, también, a manifestar nuestro cariño y buena voluntad para
con los amigos y vecinos sobre todo, estando dispuestos a prestar ayuda si
alguien necesita de nosotros, de nuestro tiempo, de nuestro servicio y de nuestras
cosas.

Y le pedimos a Dios, Nuestro Señor, su gracia y su fuerza para cumplir fielmente


estos propósitos. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

 
La palabra ADVIENTO es de origen latín y quiere decir VENIDA. Es el tiempo
en que los cristianos nos preparamos para la venida de Jesucristo. El tiempo de
adviento abarca cuatro semanas antes de Navidad.
Su forma circular, nos recuerda la eternidad de Nuestro Señor, pues Él quien no
tiene principio ni fin. Él es ETERNO.

Por su significado, es una muy importante costumbre que nos prepara, no sólo
vivir estas fechas con un mejor espíritu -«espíritu navideño como dirían
muchos»- sino también, a VIVIR mejor la navidad y a darle su verdadero
significado, que no es otro que el del inicio de nuestra redención.

Tristemente y muy a pesar nuestro, con el pasar del tiempo, esta hermosa
costumbre ha ido desapareciendo de muchos hogares católicos. Recordemos
pues,que la Guirnalda de Adviento, es el primer anuncio que tenemos de la
llegada de nuestro Señor Jesucristo en la Navidad.

A continuación la manera de practicarla. Invita a todos los miembros de tu


familia y amigos (sobre todo si en sus casas no practican esta hermosa forma de
prepararnos para la Navidad) a que sean parte de la corona y que dejen sus
propias peticiones personales.

 
Primer Domingo de Adviento
Todos: Hacen la Señal de la Cruz.
Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo, pecador me confieso a Dios todopoderoso, a la bienaventurada
siempre Virgen María, al bienaventurado san Miguel Arcángel, al
bienaventurado san Juan Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos
los santos, y a vosotros, hermanos, que pequé gravemente de pensamiento,
palabra y obra; por mi culpa, por mi culpa, por mi gravísima culpa.
Por eso, ruego a Santa María siempre Virgen, al bienaventurado san Miguel
Arcángel, al bienaventurado san Juan Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y
Pablo, a todos los santos, y a vosotros, hermanos, que roguéis por mí a Dios
nuestro Señor. Amén.

A continuación se apagan las luces y se procede con la bendición de la


Corona de Adviento.
Todos: “Señor Jesús, queremos hoy armar la Corona de Adviento y encender la
primer vela morada, para reconocerte como la luz del mundo que ha triunfado
sobre las tinieblas y la muerte. Amén”.
Señor Dios, bendice con tu poder nuestra corona de adviento para que, al
encenderla, despierte en nosotros el deseo de esperar la venida de Cristo
practicando las buenas obras, y para que así, cuando Él llegue, seamos
admitidos al Reino de los Cielos.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Amén.

Guía: La bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre esta
Corona y sobre todos los que con ella queremos preparar la venida de Jesús.
El Guía hace la lectura de Juan 3: 7-11:
“No te asombres de que te haya dicho: Tenéis que nacer de lo alto. El viento
sopla donde quiere, y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va.
Así es todo el que nace del Espíritu.» . Respondió Nicodemo: «¿Cómo puede ser
eso?» . Jesús le respondió: «Tú eres maestro en Israel y ¿no sabes estas cosas? .
«En verdad, en verdad te digo: nosotros hablamos de lo que sabemos y damos
testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio.”
Guía: Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios. Y todo el que ama ha
nacido de Dios y conoce a Dios. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene:
en que Dios envió a su Hijo único. A Dios nadie lo ha visto nunca, pero si nos
amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros. Palabra del Señor.
Todos: Te alabamos Señor.
La persona designada enciende la primera vela.
Guía: Encendemos, Señor, esta luz, como aquel que enciende su lámpara para
salir, en la noche, al encuentro del amigo que ya viene. En esta primer semana de
Adviento queremos levantarnos para esperarte preparados, para recibirte con
alegría. Muchas sombras nos envuelven. Muchos halagos nos adormecen.
El Guía hace la lectura de Marcos 13,33
“Estén preparados y vigilando, ya que no saben cual será el momento”. Palabra
del Señor.
Todos: Te alabamos Señor.
Reflexión.(Breve pausa para meditar).
Todos: Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú traes la luz más clara,
la paz más profunda y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús!. ¡Ven, Señor
Jesús!
Para cantar: “Ven, Ven, Señor, no tardes”
Ven, ven Señor no tardes;
Ven, ven Señor que te esperamos:
Ven, ven Señor no tardes;
Ven pronto Señor.

El mundo muere de frío,


el alma perdió el calor;
los hombres no son hermanos,
el mundo no tiene amor.

Envuelto en sombría noche,


el mundo sin paz no ve,
buscando va una esperanza,
buscando, Señor, tu fe.

Al mundo le falta vida,


al mundo le falta luz,
al mundo le falta el cielo,
al mundo le faltas Tú.

Todos: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a


nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy
nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos
del mal.
Amén.
Conclusión
Guía: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvados. Amén.
Oración final – Todos: Querida Madre, se te ha encomendado la misión de estar
siempre despierta para atender a todas nuestras necesidades, particularmente
cuando el peso de las responsabilidades nos agobian. Camina junto a nosotros en
este Adviento. Amén.

Segundo Domingo de Adviento.


Todos: Hacen la Señal de la Cruz.
Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo, pecador me confieso a Dios todopoderoso, a la bienaventurada
siempre Virgen María, al bienaventurado san Miguel Arcángel, al
bienaventurado san Juan Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos
los santos, y a vosotros, hermanos, que pequé gravemente de pensamiento,
palabra y obra; por mi culpa, por mi culpa, por mi gravísima culpa.
Por eso, ruego a Santa María siempre Virgen, al bienaventurado san Miguel
Arcángel, al bienaventurado san Juan Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y
Pablo, a todos los santos, y a vosotros, hermanos, que roguéis por mí a Dios
nuestro Señor. Amén.
El Guía hace la lectura de Pedro 3:13-14:
Nosotros esperamos según la promesa de Dios cielos nuevos y tierra nueva, un
mundo en que reinará la justicia. Por eso, queridos hermanos, durante esta espera,
esfuércense para que Dios los halle sin mancha ni culpa, viviendo en paz».
Guía: Palabra de Dios.
Todos: Te alabamos Señor.
Guía: Señor Jesús, estamos cerca de vivir un gran acontecimiento: tu nacimiento
en medio de nosotros. Juan el Bautista anunció tu llegada pidiendo a los hombres
que se arrepintieran de corazón. Hoy, nosotros, arrepentidos, te pedimos perdón a
Ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Todos: Amén.
La persona designada enciende la segunda vela.
Guía: Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como
un símbolo, encendemos estas dos velas. El viejo tronco está rebrotando se
estremece porque Dios se ha sembrado en nuestra carne…
Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que
florezcas, para que nazcas y mantengas en nuestro corazón encendida la
esperanza. ¡Ven pronto, Señor! ¡Ven, Salvador!

El Guía hace la lectura de Lucas 3:1-6:


En el año quince del imperio de Tiberio César, siendo Poncio Pilato procurador
de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea; Filipo, su hermano, tetrarca de Iturea
y de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene; en el pontificado de Anás y
Caifás, fue dirigida la palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y
se fue por toda la región del Jordán proclamando un bautismo de conversión
para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del
profeta Isaías: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor,
enderezad sus sendas; todo barranco será rellenado, todo monte y colina será
rebajado, lo tortuoso se hará recto y las asperezas serán caminos llanos. Y todos
verán la salvación de Dios.
Guía: Palabra de Dios.
Todos: Te alabamos Señor.
Reflexión. (Breve pausa para meditar).
Todos: Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú traes la luz más clara,
la paz más profunda y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús!. ¡Ven, Señor
Jesús!
Para cantar: “Ven, Ven, Señor, no tardes”
Ven, ven Señor no tardes;
Ven, ven Señor que te esperamos:
Ven, ven Señor no tardes;
Ven pronto Señor.

El mundo muere de frío,


el alma perdió el calor;
los hombres no son hermanos,
el mundo no tiene amor.

Envuelto en sombría noche,


el mundo sin paz no ve,
buscando va una esperanza,
buscando, Señor, tu fe.

Al mundo le falta vida,


al mundo le falta luz,
al mundo le falta el cielo,
al mundo le faltas Tú.

Todos: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a


nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy
nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos
del mal.
Amén.
Conclusión
Guía: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvados. Amén.
Oración final – Todos: Querida Virgen María, Tú sabes que nuestro camino al
corazón está lleno de piedras, que no dejan que tu Hijo Jesús pueda venir a
nosotros. Te pedimos tu ayuda para sacar estos obstáculos del camino y permitir
que El pueda nacer en nosotros esta Navidad. Amén”.

Tercer Domingo de Adviento.


Todos: Hacen la Señal de la Cruz.
Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo, pecador me confieso a Dios todopoderoso, a la bienaventurada
siempre Virgen María, al bienaventurado san Miguel Arcángel, al
bienaventurado san Juan Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos
los santos, y a vosotros, hermanos, que pequé gravemente de pensamiento,
palabra y obra; por mi culpa, por mi culpa, por mi gravísima culpa.
Por eso, ruego a Santa María siempre Virgen, al bienaventurado san Miguel
Arcángel, al bienaventurado san Juan Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y
Pablo, a todos los santos, y a vosotros, hermanos, que roguéis por mí a Dios
nuestro Señor. Amén.
El Guía hace la lectura de Tesalonicenses 1:5,23:
”Que el propio Dios de la paz los santifique, llevándolos a la perfección.
Guárdense enteramente, sin mancha, en todo su espíritu, su alma y su cuerpo,
hasta la venida de Cristo Jesús, nuestro Señor”.
Guía: Palabra de Dios.
Todos: Te alabamos Señor.
Guía: Los hombres de hoy no verán en persona a Cristo en esta Navidad. Pero sí
verán a la Iglesia, nos verán a nosotros. ¿Habrá más luz, más amor, más
esperanza reflejada en nuestra vida para que puedan creer en El?
Señor Jesús, no dejes que la alegría de tu presencia se borre de nuestro corazón, a
pesar de los acontecimientos dolorosos que estamos viviendo en nuestra patria.
Que la razón de nuestra alegría sea siempre el sentirnos amados por Ti. Tú, que
vives y reinas por los siglos de los siglos.

Todos: Amén.
La persona designada enciende la tercera vela.
Guía: En las tinieblas se encendió una luz, en el desierto clamó una voz. Se
anuncia la buena noticia: el Señor va a llegar. Preparad sus caminos, porque ya se
acerca. Adornad vuestra alma como una novia se engalana el día de su boda. Ya
llega el mensajero. Juan Bautista no es la luz, sino el que nos anuncia la luz.
Cuando encendemos estas tres velas cada uno de nosotros quiere ser antorcha
tuya para que brilles, llama para que calientes. ¡Ven, Señor, a salvarnos,
envuélvenos en tu luz, caliéntanos en tu amor.
El Guía hace la lectura de Lucas 3:10-18:
«La gente le preguntaba: «Pues ¿qué debemos hacer?». Y él les respondía: «El
que tenga dos túnicas, que las reparta con el que no tiene; el que tenga para
comer, que haga lo mismo.». Vinieron también publicanos a bautizarse, y le
dijeron: «Maestro, ¿qué debemos hacer?». El les dijo: «No exijáis más de lo que
os está fijado.» Preguntáronle también unos soldados:
«Y nosotros ¿qué debemos hacer?» El les dijo: «No hagáis extorsión a nadie, no
hagáis denuncias falsas, y contentaos con vuestra soldada.» Como el pueblo
estaba a la espera, andaban todos pensando en sus corazones acerca de Juan, si
no sería él el Cristo; respondió Juan a todos, diciendo: «Yo os bautizo con agua;
pero viene el que es más fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de
sus sandalias. El os bautizará en Espíritu Santo y fuego. En su mano tiene el
bieldo para limpiar su era y recoger el trigo en su granero; pero la paja la
quemará con fuego que no se apaga.» Y, con otras muchas exhortaciones,
anunciaba al pueblo la Buena Nueva.
Guía: Palabra de Dios.
Todos: Te alabamos Señor.
Reflexión. (Breve pausa para meditar).
Todos: Queremos estar despiertos y vigilantes, porque tú traes la luz más clara,
la paz más profunda y la alegría más verdadera. ¡Ven, Señor Jesús!. ¡Ven, Señor
Jesús!
Para cantar: “Ven, Ven, Señor, no tardes”
Ven, ven Señor no tardes;
Ven, ven Señor que te esperamos:
Ven, ven Señor no tardes;
Ven pronto Señor.

El mundo muere de frío,


el alma perdió el calor;
los hombres no son hermanos,
el mundo no tiene amor.

Envuelto en sombría noche,


el mundo sin paz no ve,
buscando va una esperanza,
buscando, Señor, tu fe.

Al mundo le falta vida,


al mundo le falta luz,
al mundo le falta el cielo,
al mundo le faltas Tú.

Todos: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a


nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy
nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos
del mal.
Amén.
Conclusión
Guía: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvados. Amén.
Guía: Padre, en nuestra familia crecemos y aprendemos a ser mejores, te
pedimos hoy que nos ayudes a ser una familia cristiana y ser un buen ejemplo
para los que nos rodean, Te pedimos fuerzas para mejorar o cambiar lo que sea
necesario de nosotros para que nuestra familia sea mejor cada día. Amén.
Oración final – Todos: Querida Madre de Dios, que viviste con alegría los
nueve meses de tu Adviento llevando al Niño Dios en tu seno, ayúdanos con tu
oración para que no se borre nunca de nuestro corazón la alegría que nos trae
Jesús. Amén.
Cuarto Domingo de Adviento.
Todos: Hacen la Señal de la Cruz.
Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo, pecador me confieso a Dios todopoderoso, a la bienaventurada
siempre Virgen María, al bienaventurado san Miguel Arcángel, al
bienaventurado san Juan Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos
los santos, y a vosotros, hermanos, que pequé gravemente de pensamiento,
palabra y obra; por mi culpa, por mi culpa, por mi gravísima culpa.
Por eso, ruego a Santa María siempre Virgen, al bienaventurado san Miguel
Arcángel, al bienaventurado san Juan Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y
Pablo, a todos los santos, y a vosotros, hermanos, que roguéis por mí a Dios
nuestro Señor. Amén.
El Guía hace la lectura de Romanos 13,13-14:
Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas y
borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestíos
del Señor Jesucristo.
Guía: Palabra de Dios
Todos: Te alabamos Señor.
Guía: Padre, que nos has dado una familia en la cuál te hemos conocido y
amado, ayúdanos a vivir teniéndote siempre presente en nuestras vidas. Te
pedimos que en esta Navidad nos regales el quedarte con nosotros en nuestros
corazones y sentir que vives en nuestro hogar, en nuestras familias.
Todos: Amén.
La persona designada enciende las cuatro velas.
Guía: “Al encender estas cuatro velas, en el último domingo de Adviento,
pensamos en ella, la Virgen, tu madre y nuestra madre. Nadie te esperó con más
ansia, con más ternura, con más amor. Nadie te recibió con más alegría. Te
sembraste en ella como el grano de trigo se siembra en el surco. En sus brazos
encontraste la cuna más hermosa. También nosotros queremos prepararnos así:
en la fe, en el amor y en el trabajo de cada día. ¡Ven pronto, Señor. Ven a
salvarnos!”
El Guía hace la lectura de Lucas 2:6-7:
Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del
alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito,le envolvió en pañales y le
acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento. Palabra de Dios.
Todos: Te alabamos Señor.
Reflexión. (Breve pausa para meditar).
Todos: La Virgen y San José, con su fe, esperanza y caridad salen victoriosos en
la prueba. No hay rechazo, ni frío, ni oscuridad ni incomodidad que les pueda
separar del amor de Cristo que nace. Ellos son los benditos de Dios que le
reciben. Dios no encuentra lugar mejor que aquel pesebre, porque allí estaba el
amor inmaculado que lo recibe.
Nos unimos a La Virgen y San José con un sincero deseo de renunciar a todo lo
que impide que Jesús nazca en nuestro corazón.

Para cantar: «El camino que lleva a Belén».


Por el camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió.
Los pastorcillos quieren ver a su Rey,
le traen regalos en su humilde zurrón.
Ropo pom pom, ropo pom pom.

Ha nacido en un portal de Belén


el Niño Dios.
Yo quisiera traer a tus pies
algún presente que te alabe Señor
más Tú ya sabes que soy pobre también,
y no poseo más que un viejo tambor,
ropo pom, pom, ropo pom, pom.

Todos: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a


nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy
nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos
del mal.
Amén.
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres
entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María,
Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte.
Amén.
Conclusión
Guía: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvados. Amén.
Guía: Derrama Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel,
hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su
cruz a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.
Oración final – Todos: Querida Madre de Dios, te pedimos que nos hagas sentir
aquella misma alegría y gozo que sentiste al dar la vida humana a Jesús. Nuestra
familia quiere llevar esta felicidad a todas las personas que más sufren. Amén.

Noche Buena.
 

Todos: Hacen la Señal de la Cruz.


Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo, pecador me confieso a Dios todopoderoso, a la bienaventurada
siempre Virgen María, al bienaventurado san Miguel Arcángel, al
bienaventurado san Juan Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos
los santos, y a vosotros, hermanos, que pequé gravemente de pensamiento,
palabra y obra; por mi culpa, por mi culpa, por mi gravísima culpa.
Por eso, ruego a Santa María siempre Virgen, al bienaventurado san Miguel
Arcángel, al bienaventurado san Juan Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y
Pablo, a todos los santos, y a vosotros, hermanos, que roguéis por mí a Dios
nuestro Señor. Amén.
Guía: Concede, Señor todopoderoso, que hoy brille para nosotros y todas las
familias del mundo, la luz de tu Palabra.
Todos: Amén.
La persona designada enciende las cuatro velas y una vela blanca.
El Guía hace la lectura de Lucas 2:6-7:
Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del
alumbramiento, y dio a luz a su hijo primogénito,le envolvió en pañales y le
acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento.
Guía: Palabra de Dios.
Todos: Te alabamos Señor.
Reflexión. (Breve pausa para meditar).
Guía: La Virgen y San José, con su fe, esperanza y caridad salen victoriosos en
la prueba. No hay rechazo, ni frío, ni oscuridad ni incomodidad que les pueda
separar del amor de Cristo que nace. Ellos son los benditos de Dios que le
reciben. Dios no encuentra lugar mejor que aquel pesebre, porque allí estaba el
amor inmaculado que lo recibe.
Nos unimos a La Virgen y San José con un sincero deseo de renunciar a todo lo
que impide que Jesús nazca en nuestro corazón.

A continuación entonamos algún alegre villancico, y mientras cantamos, nos


pasamos al Niño Jesús de mano en mano y nos disponemos a agregarlo en el
pesebre.
Para cantar: «El camino que lleva a Belén».
Por el camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió.
Los pastorcillos quieren ver a su Rey,
le traen regalos en su humilde zurrón.
Ropo pom pom, ropo pom pom.

Ha nacido en un portal de Belén


el Niño Dios.
Yo quisiera traer a tus pies
algún presente que te alabe Señor
más Tú ya sabes que soy pobre también,
y no poseo más que un viejo tambor,
ropo pom, pom, ropo pom, pom.

Cuando el Niño Jesús es puesto en el pesebre, todos nos ponemos de rodillas


y en un acto de profunda devoción y respeto, meditamos las palabras que el
guía dirá a continuación:
Guía: “No temáis, porque he aquí, os traigo buenas nuevas de gran gozo que
serán para todo el pueblo; porque os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un
Salvador, que es Cristo el Señor. Y esto os servirá de señal: hallaréis a un niño
envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Y de repente apareció con el ángel
una multitud de los ejércitos celestiales, alabando a Dios y diciendo: Gloria a
Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes EL se
complace…”
Lector 1: Querido Padre, Dios del cielo y de la tierra, en esta noche santa te
queremos dar gracias por tanto amor. Gracias por nuestra familia y por nuestro
hogar. Gracias por las personas que trabajan con nosotros.
Bendícenos en este día tan especial en el que esperamos el nacimiento de tu Hijo.
Ayúdanos a preparar nuestros corazones para recibir al Niño Jesús con amor, con
alegría y esperanza. Estamos aquí reunidos para adorarlo y darle gracias por venir
a nuestro mundo a llenar nuestras vidas.

Hoy al contemplar el pesebre recordamos especialmente a las familias que no


tienen techo, alimento y comodidad. Te pedimos por ellas para que la Virgen y
San José les ayuden a encontrar un cálido hogar.

Lector 2: Padre bueno, te pedimos que el Niño Jesús nazca también en nuestros
corazones para que podamos regalarle a otros el amor que Tu nos muestras día a
día. Ayúdanos a reflejar con nuestra vida tu abundante misericordia. Que junto
con tus Ángeles y Arcángeles vivamos siempre alabándote y glorificándote.
Lector 3: Santísima Virgen María, gracias por aceptar ser la Madre de Jesús y
Madre nuestra, gracias por tu amor y protección. Sabemos que día a día
intercedes por nosotros y por nuestras intenciones, gracias Madre.
Querido San José, gracias por ser padre y protector del Niño Jesús, te pedimos
que ruegues a Dios por nosotros para que seamos una familia unida en el amor y
podamos ser ejemplo de paz y reconciliación para los demás.
Amén.

Todos: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a


nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy
nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos
del mal.
Amén.
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres
entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María,
Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra
muerte.
Amén.

Conclusión
Guía: Derrama Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel,
hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su
cruz a la gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.
Oración final – Todos: Hoy la Virgen da a luz al Trascendente. Y la tierra
ofrece una cueva al inaccesible. Los ángeles y los pastores le alaban. Los magos
caminan con la estrella; porque ha nacido por nosotros, niño pequeñito, el Dios
de antes de los siglos. Amén

Bendición de la corona de Adviento.

En algunas parroquias o colegios aún se hace la bendición de las


Coronas de Adviento. Si no se puede asistir a estas celebraciones, se puede hacer
la bendición en familia con la siguiente oración que ya se ha incluido en el
Primer Domingo:

Oración para bendecir la Corona de Adviento en casa


Señor Dios, bendice con tu poder nuestra corona de Adviento para que, al
encenderla, despierte en nosotros el deseo de esperar la venida de Cristo
practicando las buenas obras, y para que así, cuando Él llegue, seamos admitidos
al Reino de los Cielos.

Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.


Todos: Amén.
La bendición de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre esta Corona y
sobre todos los que con ella queremos preparar la venida de Jesús.

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