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Es el tiempo en que
los cristianos nos preparamos para la venida de Jesucristo. El tiempo de adviento abarca
cuatro semanas antes de Navidad.
Su forma circular, nos recuerda la eternidad de Nuestro Señor, pues Él quien no tiene
principio ni fin. Él es ETERNO.
Por su significado, es una muy importante costumbre que nos prepara, no sólo vivir
estas fechas con un mejor espíritu -«espíritu navideño como dirían muchos»- sino
también, a VIVIR mejor la navidad y a darle su verdadero significado, que no es otro que
el del inicio de nuestra redención.
Tristemente y muy a pesar nuestro, con el pasar del tiempo, esta hermosa costumbre
ha ido desapareciendo de muchos hogares católicos.
Recordemos pues, que la Guirnalda de Adviento, es el primer anuncio que tenemos de
la llegada de nuestro Señor Jesucristo en la Navidad.
A continuación, la manera de practicarla. Invita a todos los miembros de tu familia y
amigos (sobre todo si en sus casas no practican esta hermosa forma de prepararnos
para la Navidad) a que sean parte de la corona y que dejen sus propias peticiones
personales.
Todos: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro
pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Amén.
Conclusión
Guía: Ven, Señor, haz resplandecer tu rostro sobre nosotros.
Todos: Y seremos salvados. Amén.
Oración final – Todos: Querida Virgen María, Tú sabes que nuestro camino al corazón
está lleno de piedras, que no dejan que tu Hijo Jesús pueda venir a nosotros. Te pedimos
tu ayuda para sacar estos obstáculos del camino y permitir que El pueda nacer en
nosotros esta Navidad. Amén”.
Noche Buena.
Todos: Hacen la Señal de la Cruz.
Guía: Reconozcamos ante Dios que somos pecadores.
Todos: Yo, pecador me confieso a Dios todopoderoso, a la bienaventurada siempre
Virgen María, al bienaventurado san Miguel Arcángel, al bienaventurado san Juan
Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los santos, y a vosotros,
hermanos, que pequé gravemente de pensamiento, palabra y obra; por mi culpa, por mi
culpa, por mi gravísima culpa.
Por eso, ruego a Santa María siempre Virgen, al bienaventurado san Miguel Arcángel,
al bienaventurado san Juan Bautista, a los santos Apóstoles Pedro y Pablo, a todos los
santos, y a vosotros, hermanos, que roguéis por mí a Dios nuestro Señor. Amén.
Guía: Concede, Señor todopoderoso, que hoy brille para nosotros y todas las familias
del mundo, la luz de tu Palabra.
Todos: Amén.
La persona designada enciende las cuatro velas y una vela blanca.
El Guía hace la lectura de Lucas 2:6-7:
Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento,
y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre,
porque no tenían sitio en el alojamiento.
Guía: Palabra de Dios.
Todos: Te alabamos Señor.
Reflexión. (Breve pausa para meditar).
Guía: La Virgen y San José, con su fe, esperanza y caridad salen victoriosos en la
prueba. No hay rechazo, ni frío, ni oscuridad ni incomodidad que les pueda separar del
amor de Cristo que nace. Ellos son los benditos de Dios que le reciben. Dios no
encuentra lugar mejor que aquel pesebre, porque allí estaba el amor inmaculado que lo
recibe.
Nos unimos a La Virgen y San José con un sincero deseo de renunciar a todo lo que
impide que Jesús nazca en nuestro corazón.
A continuación, entonamos algún alegre villancico, y mientras cantamos, nos
pasamos al Niño Jesús de mano en mano y nos disponemos a agregarlo en el
pesebre.
Para cantar: «El camino que lleva a Belén».
Por el camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió.
Los pastorcillos quieren ver a su Rey,
le traen regalos en su humilde zurrón.
Ropo pom pom, ropo pom pom.
Ha nacido en un portal de Belén
el Niño Dios.
Yo quisiera traer a tus pies
algún presente que te alabe Señor
más Tú ya sabes que soy pobre también,
y no poseo más que un viejo tambor,
ropo pom, pom, ropo pom, pom.
Cuando el Niño Jesús es puesto en el pesebre, todos nos ponemos de rodillas y
en un acto de profunda devoción y respeto, meditamos las palabras que el guía
dirá a continuación:
Guía: “No temáis, porque he aquí, os traigo buenas nuevas de gran gozo que serán
para todo el pueblo; porque os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que
es Cristo el Señor. Y esto os servirá de señal: hallaréis a un niño envuelto en pañales y
acostado en un pesebre. Y de repente apareció con el ángel una multitud de los ejércitos
celestiales, alabando a Dios y diciendo: Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz
entre los hombres en quienes EL se complace…”
Lector 1: Querido Padre, Dios del cielo y de la tierra, en esta noche santa te queremos
dar gracias por tanto amor. Gracias por nuestra familia y por nuestro hogar. Gracias por
las personas que trabajan con nosotros.
Bendícenos en este día tan especial en el que esperamos el nacimiento de tu Hijo.
Ayúdanos a preparar nuestros corazones para recibir al Niño Jesús con amor, con
alegría y esperanza. Estamos aquí reunidos para adorarlo y darle gracias por venir a
nuestro mundo a llenar nuestras vidas.
Hoy al contemplar el pesebre recordamos especialmente a las familias que no tienen
techo, alimento y comodidad. Te pedimos por ellas para que la Virgen y San José les
ayuden a encontrar un cálido hogar.
Lector 2: Padre bueno, te pedimos que el Niño Jesús nazca también en nuestros
corazones para que podamos regalarles a otros el amor que Tu nos muestras día a día.
Ayúdanos a reflejar con nuestra vida tu abundante misericordia. Que junto con tus
Ángeles y Arcángeles vivamos siempre alabándote y glorificándote.
Lector 3: Santísima Virgen María, gracias por aceptar ser la Madre de Jesús y Madre
nuestra, gracias por tu amor y protección. Sabemos que día a día intercedes por
nosotros y por nuestras intenciones, gracias Madre.
Querido San José, gracias por ser padre y protector del Niño Jesús, te pedimos que
ruegues a Dios por nosotros para que seamos una familia unida en el amor y podamos
ser ejemplo de paz y reconciliación para los demás.
Amén.
Todos: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro
pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los
que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Amén.
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre
todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.
Amén.
Conclusión
Guía: Derrama Señor, tu gracia sobre nosotros, que, por el anuncio del ángel, hemos
conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la
gloria de la resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.
Oración final – Todos: Hoy la Virgen da a luz al Trascendente. Y la tierra ofrece una
cueva al inaccesible. Los ángeles y los pastores le alaban. Los magos caminan con la
estrella; porque ha nacido por nosotros, niño pequeñito, el Dios de antes de los siglos.
Amén