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CAPÍTULO 1

EL MATERIALISMO HISTÓRICO

Como parte del Plan de Estudios 199S, el Curso


Socioeconomía General se imparte en el primer semestre del Área
Común y es obligatoria para todos los estudiantes de la Facultad
de Ciencias Económicas de la Universidad de San Carlos de
Guatemala. Socioeconomía General no es una disciplina
científica, sino que es el nombre de una materia que estudia las
principales corrientes del pensamiento social, como el positivismo,
estructural-funcionalismo y la sociología comprensiva, pero
enfatiza en el aprendizaje de la concepción materialista de la
historia también conocida como materialismo histórico, que es el
verdadero enfoque científico1 que nos permite interpretar el
movimiento histórico-natural de la sociedad en su totalidad
regido por las leyes más generales, con el propósito de que la
práctica sociopolítica transformadora del ser humano, como arte
de lo posible, se realice con el conocimiento de las condiciones
históricas determinadas, así como de las leyes y fuerzas sociales
aptas para emprender la construcción de una nueva forma de
sociedad superior factible de alcanzar.

En este proceso de transformación histórico-natural de la


sociedad, la praxis del sujeto llamado a desarrollar esta forma de
organización social de la materia, se debe orientar hacia la
negación, conservación y superación de la forma de organización
social e histórica imperante, que desde la segunda mitad del
pasado siglo XX ha evidenciado con suma nitidez la amenaza
para la misma supervivencia del ser humano, al provocar un
desplazamiento estructural y permanente de los trabajadores
asalariados de los procesos de acumulación de capital, al ser
despedidos, por la implementación de los progresos de la ciencia y
la tecnología en las actividades productivas, de servicios y
especulativas y, por otro lado, por el deterioro progresivo de las
condiciones ambientales, como consecuencia de las necesidades
ineludibles de competitividad de las empresas capitalistas, que su

Ciencia: Sistema de conocimientos en desarrollo acerca de la realidad objetiva


(naturaleza, sociedad y pensamiento), los cuales se obtienen mediante métodos
cognoscitivos y se expresan en principios, categorías y leyes científicas,
demostrándose su veracidad en la práctica social.
Capítulo I
El Materialismo Histórico como Ciencia
en búsqueda obsesiva de las máximas ganancias, contaminan y
destruyen el medio ambiente, ya que lo importante para estas
unidades económicas es la incesante sed de reproducción en
condiciones cada vez mayores, y los costos que representa el
cuidado del entorno natural las hace perder capacidad de éxito en
la competencia global.

Como todas las disciplinas científicas que estudian los


fenómenos naturales y los sociales, el materialismo histórico, tiene
su objeto preciso de estudio, y éste es. la sociedad en su totalidad,
que en su funcionamiento y desarrollo no responde a la acción de
fuerzas sobrenaturales, a la casualidad o a las condiciones
naturales, ni a seres extraterrestres, sino que está regida por leyes
sociohistóricas objetivas de carácter más general, que se imponen
inexorablemente mediante la actividad de los seres humanos en
condiciones históricamente determinadas y concretas.

La concepción materialista de la historia o materialismo


histórico entiende por sociedad la organización de los seres
humanos, que resulta de sus interacciones recíprocas
fundamentadas en la transformación de la naturaleza durante los
procesos de la producción de los bienes materiales, formando en
estas interacciones recíprocas un todo único e íntegro, en el que
los diversos fenómenos sociales se encuentran concatenados
entre sí y con el resto de la naturaleza, en tanto que las fuerzas
sociales que provocan su movimiento tienen diferente grado de
importancia. La base material de estas fuerzas sociales, así como
la interacción y determinación del movimiento de todos los
fenómenos sociales, es la forma o modo concreto en que se
producen los bienes materiales en razón de su racionalidad
concreta, históricamente determinada.

El objeto de estudio del materialismo histórico, por lo tanto,


no son los distintos aspectos particulares de la vida social, sino el
movimiento histórico de la sociedad en su totalidad regido por la
acción de leyes objetivas generales independientes de la
conciencia, voluntad, sentimientos, conocimientos, intereses y
actividad de los seres humanos. Las fuerzas motrices que mueven
a la sociedad resultan del desarrollo de sus contradicciones
inmanentes que conducen a la práctica social del sujeto de la
historia, producto de la toma de conciencia de estas antípodas. La
sociedad se desarrolla en el tiempo y en el espacio y tiene formas
históricas concretas.

2
F. Konstantinov y Otros

Por otro lado, la concepción materialista de la historia o


materialismo histórico, no es creación de un solo individuo, sino
que es una ciencia que surg10 como resultado de los
acontecimientos históricos y las necesidades concretas de
transformación de la sociedad desde finales del siglo XVII hasta la
primera mitad del siglo XIX, así como del nivel más desarrollado
de la cultura espiritual creada por grandes pensadores,
principalmente en los campos de la filosofía, economía política y
sociología hasta esos momentos históricos, pero que, como toda
ciencia, continúa desarrollándose sobre la base de las
investigaciones científicas de su objeto de estudio en constante
movimiento y transformación social.

EL MATERIALISMO HISTÓRICO COMO CIENCIA*

El materialismo histórico, como toda ciencia, tiene su


propio objeto especial de estudio; las leyes más generales del
funcionamiento y desarrollo de la sociedad en su conjunto. Debido
a ello ha adquirido una independencia relativa como teoría
sociológica general, como base histórico-científica del progreso
social, ya que es un sistema de conocimientos en desarrollo de la
sociedad en su totalidad, obtenidos mediante la aplicación de la
dialéctica materialista al estudio de este organismo social, del que
se explica su movimiento histórico en base a leyes objetivas más
generales, cuyo conocimiento se demuestra en la práctica social.

l. Surgimiento del materialismo histórico.

Como sabemos, el materialismo premarxista era


inconsecuente y limitado. No sabía aplicar los principios del
materialismo filosófico a la cognición de la vida social y de la
historia y sustentaba en este terreno concepciones idealistas.

En el desenvolvimiento del pensamiento científico


corresponde a Marx y Engels el grandioso mérito de haber
edificado el materialismo hasta su cima, es decir, de haberlo
extendido a la cognición de la sociedad. Gracias a ello, la
concepción materialista del mundo se hizo por vez primera
multilateral, consecuente y eficaz hasta el fin.

• F. Konstantinov y Otros, Materialismo Histórico.


3
Capítulo I
El Materialismo Histórico como Ciencia
El materialismo histórico pudo surgir únicamente a partir
de determinadas premisas sociales y teóricas. Su aparición fue
preparada por el desarrollo regular del pensamiento sociopolítico
y filosófico avanzado. Al mismo tiempo, la posibilidad de conocer
las leyes de la vida social estuvo determinada también por las
condiciones sociales.

Las premisas sociales que facilitaron el surgimiento del


materialismo histórico pueden resumirse, en líneas generales, en
lo siguiente: aceleramiento del desarrollo social, rápida sucesión
de los acontecimientos a partir de la revolución inglesa y, sobre
todo, de la revolución francesa burguesa de 1789-1794,
exacerbación extrema de las contradicciones y los choques de
clase y entrada de la clase obrera en la palestra de la historia.

Cuando la historia avanzaba con extremada lentitud, como


ocurrió en la época del feudalismo, resultaba dificil determinar las
leyes del desarrollo progresivo de la sociedad y comprender la
sucesión de unas formaciones sociales por otras. En aquellos
tiempos era fácil que arraigara la concepción metafísica.

Los tempestuosos acontecimientos de fines del siglo XVIII y


de la primera mitad del XIX mostraron que la sociedad no era en
modo alguno un firme monolito, sino más bien un original
organismo social vivo, sujeto a cambios y subordinado en su
existencia y desenvolvimiento a unas leyes objetivas,
independientes de la voluntad y la conciencia de los hombres.

A esa conclusión llegó, por ejemplo, Hegel en su filosofía de


la historia. Pese al idealismo y al misticismo, Hegel intentó
enfocar la historia universal desde el punto de vista de la
necesidad interna de su desarrollo. Expuso conjeturas geniales
acerca de las leyes más generales que rigen el desenvolvimiento
social y sobre la correlación de la libertad y la necesidad en la
vida de la sociedad, dejando para la posteridad la dialéctica, que
es la doctrina más completa y profunda del desarrollo de la
realidad objetiva en su forma más diversa.

El conocimiento de esas leyes objetivas a las que está


sujeto el movimiento de la sociedad, fue preparado asimismo por
las doctrinas de los economistas burgueses ingleses -William
Petty, Adam Smith y David Ricardo-, por sus concepciones del
trabajo como fuente de la riqueza y por su aportación a la teoría
del valor producto del trabajo. Los economistas ingleses, dijo
4
F. Konstantinov y Otros

Marx, proporcionaron la anatomía económica de las clases.


Aunque consideraban que las bases de existencia de las tres
grandes clases de la sociedad burguesa (los propietarios agrarios,
la burguesía y el proletariado) radicaban en las distintas fuentes
de distribución y no en el modo de producción, sus opiniones
representaron un importante paso adelante en el progreso del
pensamiento social.

En la preparación del materialismo histórico tuvo gran


importancia el descubrimiento del papel de la lucha de clases
como fuerza motriz de la revolución en la Edad Moderna. Este
descubrimiento fue hecho por Agustín Thierry, Francisco Mignet
y Francisco Guizot, historiadores franceses de la época de la
Restauración y, ya antes, por Henri de Saint-Simon, el gran
socialista utópico francés, que junto con otros pensadores de esta
escuela como Robert Owen y Charles Fourier, observaban que la
miseria de la población heredada de la sociedad feudal se
extendía y profundizaba, por lo que criticaban severamente la
sociedad capitalista y pensaban metafísicamente con una
sociedad mejor, porque el socialismo utópico "no podía señalar
una salida real. No sabía explicar la naturaleza de la esclavitud
asalariada bajo el capitalismo, ni descubrir las leyes de su
desarrollo, ni encontrar la fuerza social capaz de emprender la
creación de una nueva sociedad" 2 , ya que consideraban que se
podía convencer a la burguesía de la inmoralidad que significaba
la explotación de los trabajadores asalariados.

Los adeptos del materialismo premarxista hicieron también


cierto aporte a la preparación de la ciencia que trata de la
sociedad. En la explicación de los acontecimientos sociales e
históricos defendían, en general, un punto de vista idealista; no
obstante, algunos de ellos hicieron conjeturas geniales. Por
ejemplo, Helvecio, materialista francés del siglo XVIII, destacó la
importancia del medio ambiente y de las circunstancias en la
formación de la opinión social y de las costumbres de los hombres.
Las malas costumbres -dijo- son resultado de las malas
circunstancias. Y de ahí sacó la conclusión de que para cambiar
las malas costumbres era preciso modificar las circunstancias.
Pero no pudo explicar científicamente cómo hacerlo. A su parecer,
el cambio de las condiciones sociales debía ser fruto de una
legislación nueva, más perfecta, que sólo podría promulgar un

2 Vladimir Iich Lenin, LAS TRES FUENTES Y LAS TRES PARTES INTEGRANTES DEL
MARXISMO.
5
Capítulo I
El Materialismo Histórico como Ciencia
gobernante genial. En este terreno sustentaba posiciones
idealistas.

En el surgimiento del materialismo histórico ejercieron


asimismo cierta influencia los éxitos de las ciencias naturales. A
fines del siglo XVIII y en la primera mitad del siglo XIX se
intensificaron los esfuerzos por crear la sociología como una
ciencia social rigurosa del mismo tipo que las ciencias naturales:
la mecánica, la física, la química o la biología. Fueron intentos
erróneos, por cuanto se enfocaba la sociedad con un criterio
naturalista, sin tomar en consideración su especificidad como
organismo social que se atiene a leyes de desarrollo especiales,
propias sólo de él.

La obra de elaborar una teoría científica de la sociedad la


efectuaron, por vez primera, Carlos Marx y Federico Engels.
Ambos crearon el materialismo histórico, haciendo extensivos a la
concepción de la sociedad el materialismo filosófico y la
dialéctica, reelaborada con un criterio materialista y,
aplicándolos a la actividad práctica revolucionaria de la clase
obrera.

Lenin dijo al mostrar el irrompible nexo interno existente


entre el materialismo histórico y el materialismo filosófico
general: "Marx profundizó y desarrolló el materialismo filosófico,
lo llevó a su término e hizo extensivo su conocimiento de la
naturaleza al conocimiento de la sociedad humana. El
materialismo histórico de Marx es una conquista formidable del
pensamiento científico. Al caos y a la arbitrariedad, que hasta
entonces imperaban en las concepciones relativas a la historia y a
la política, sucedió una teoría científica asombrosamente
completa y armónica, que muestra cómo de un tipo de vida social
se desarrolla, en virtud del crecimiento de las fuerzas productivas,
otro más alto ... "3

Las leyes más generales descubiertas por el materialismo


dialéctico actúan en la sociedad, pero lo hacen en una forma
singular, específica. Por eso, para revelar las leyes que rigen el
desarrollo de la sociedad humana no basta con conocer los
principios generales del materialismo filosófico y las leyes de la

3 V. l. Lenin. Tres fuentes y tres partes integrantes del marxismo. {Obras Completas,
Sª. Ed. en ruso, t. 23, Pág. 44. En lo sucesivo, o.e., t .. , Pág.... ).
6
F. Konstantinov y Otros

dialéctica: hace falta, además, estudiar las formas especiales de


su acción.

únicamente en la sociedad, y además con una estructura


antagónica, la ley de la unidad y la lucha de los contrarios rige
como lucha de clases. iY qué gran variedad de formas, tipos y
tendencias tiene esta lucha en las distintas épocas históricas!

El método dialéctico aplicado a la sociedad y el método del


materialismo histórico son, en esencia, conceptos idénticos. El
método dialéctico se concreta al ser aplicado a la sociedad. Esto
significa que, como complemento a las categorías filosóficas
generales, se conciben otras puramente sociológicas: formación
socioeconómica, fuerzas productivas y relaciones de producción,
modo de producción, base y superestructura, clases sociales,
naciones, etc. En estas categorías se resumen las más importantes
leyes del ser social y del conocimiento sociohistórico, las leyes del
desarrollo de la sociedad humana.

Marx y Engels formularon los postulados fundamentales


del materialismo histórico en los años 40 del siglo XIX en obras
tan importantes como Manuscritos económico-filosóficos de 1844,
La Sagrada Familia, La ideología alemana y, especialmente, en
forma más madura, en Miseria de la Filosofía y en el Manifiesto
del Partido Comunista. Al principio, la nueva concepción de la
historia y del desenvolvimiento social no era más que una
hipótesis y un método, pero una hipótesis y un método que
crearon, por vez primera, la posibilidad de un enfoque
rigurosamente científico de la historia. Marx y Engels, como decía
Lenin, fueron los primeros que transformaron la sociología en una
ciencia, ya que dieron la posibilidad de comprobar la reiteración y
la justedad en el desarrollo de las relaciones sociales, sintetizar los
regímenes de distintos países en el concepto de formación
socioeconómica y descubrir lo general que los une y, a la vez, las
diferencias inherentes a dichos países en virtud de las condiciones
específicas de su evolución.

En los años SO del siglo XIX Marx emprendió un grandioso


estudio de una formación socioeconómica tan compleja como es el
capitalismo. En su obra El Capital mostró esta formación
socioeconómica en su surgimiento, movimiento y desarrollo;
descubrió cómo se desenvuelven dentro de ella las
contradicciones entre las fuerzas productivas y las relaciones de
producción y entre las clases sociales, y reveló cómo aparecen,
7
Capítulo I
El Materialismo Histórico como Ciencia
sobre la base de las relaciones de producción de bienes materiales,
la correspondiente superestructura política y determinadas ideas,
costumbres y relaciones en la vida cotidiana y en la familia. Con
la creación de El Capital, el materialismo histórico pasó a ser una
teoría sociológica científica argumentada.

Marx y Engels no aplicaron a su teoría el término de


"sociología" porque entonces lo usaban diversas doctrinas
positivistas idealistas, que no tenían nada en común con la
verdadera ciencia de la sociedad. Pero, en realidad, la doctrina
creada por ellos era y es la única teoría sociológica científica
digna de este nombre, pues sólo ella permite conocer las
auténticas leyes y fuerzas motrices del desarrollo de la sociedad.
"De la misma manera que Darwin ha puesto fin a la opinión de que
las especies de animales y plantas no están ligadas por nada, son
casuales, "creadas por Dios" e inmutables, y ha dado por primera
vez a la biología una base completamente científica al averiguar
la ley de la evolución de las especies y de la herencia; de esa
misma manera, Marx ha puesto fin a la concepción de la sociedad
como un agregado mecánico de individuos que admite toda clase
de cambios por voluntad de los jefes (o, lo que es lo mismo, por
voluntad de la sociedad y del gobierno), agregado que surge y
se modifica casualmente, y ha dado por vez primera a la
sociología una base científica al formular el concepto de la
formación socioeconómica como una sociedad concreta e
histórica, en cuya base se encuentra un conjunto de determinadas
relaciones de producción esenciales que constituyen su base
económica, al averiguar que el desarrollo de estas formaciones
constituye un proceso histórico-natural". 4

2. Objeto de estudio del materialismo histórico.

La sociedad humana es, por su esencia y estructura, la


forma más compleja de existencia de la materia. La sociedad es
una parte específica, cualitativamente original, de la naturaleza,
opuesta en cierto sentido a la naturaleza restante. Esta
concepción de la relación existente entre la sociedad y la
naturaleza distingue de manera radical al materialismo histórico
tanto del idealismo, que en la mayoría de los casos contrapone la

4 V.!. Lenin ¿Quiénes son los "amigos del pueblo" y cómo luchan contra los
socialdemócratas? {O.e., t.l. Pág. 1S9).
8
F. Konstantinov y Otros

sociedad y la naturaleza, como del materialismo metafísico, que


no ve la diferencia cualitativa existente entre ellas.

Juan Bautista Vico, pensador italiano del siglo XVIII, dijo


que la historia de la sociedad se diferencia de la historia de la
naturaleza en que la primera la hacen los hombres, y sólo los
hombres, en tanto que los fenómenos y procesos de la naturaleza
se producen por sí mismos, como resultado de la acción recíproca
de fuerzas ciegas, impersonales y espontáneas. El hecho de que
en la sociedad actúen seres humanos dotados de razón y
voluntad, que se señalan unos u otros objetivos y tareas y luchan
por realizarlos, ha sido en el pasado y, es con frecuencia en el
presente, la piedra de toque para los sociólogos e historiadores
que estudian la esencia y las causas cardinales, profundas, de los
procesos y fenómenos sociales. Algunos de ellos, al convertir en
absoluto la especificidad de los sucesos histórico-sociales,
contraponen metafísicamente las ciencias naturales, que estudian
los fenómenos y, procesos generales y reiterativos, a las ciencias
históricas, que, según ellos, tratan sólo de lo individual e
irrepetible. En el siglo XIX, los filósofos alemanes Enrique Rickert
y Guillermo Windelband, que representaban una de las escuelas
del neokantismo, opinaban que debían existir dos métodos
cognoscitivos diferentes e incluso contrarios: el llamado
nomotético o generalizador, que emplean las ciencias de la
naturaleza, y el ideográfico o individualizador (que trata
acontecimientos individuales e irrepetibles), utilizado por las
ciencias históricas.

Mas esta oposición metafísica de las ciencias de la


naturaleza a las ciencias de la sociedad es artificial y carece de
base. Ni en la historia de la sociedad ni en la naturaleza existen
dos fenómenos (por ejemplo, dos animales o dos hojas de un mismo
árbol) que sean absolutamente idénticos. De otra parte, en la
sociedad, en la historia, a la par con lo específico e individual
existe también lo general, que se manifiesta en la economía, en las
relaciones sociales, en la vida política y espiritual de distintos
países y pueblos que se hallan al mismo nivel de desarrollo
histórico. La separación de esto general es precisamente lo que
permite, descubrir las leyes de la vida social.

Puede parecer que, si los acontecimientos y procesos


sociales son resultado de la actividad de los propios hombres, en
virtud de ello, su cognición es un problema menos complicado que
el conocimiento de los fenómenos de la naturaleza. Además, la
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Capítulo I
El Materialismo Histórico como Ciencia
instauración del poder del hombre y de la sociedad sobre las
relaciones sociales es, aparentemente, una obra más fácil que
subordinar al hombre las grandiosas fuerzas de la naturaleza que
le son hostiles. Sin embargo, la historia de la humanidad y la
historia de la ciencia testimonian que semejante idea es
equivocada.

En la primera mitad del siglo XIX, las ciencias naturales


habían alcanzado ya un desarrollo considerable, en tanto que la
auténtica ciencia sobre la sociedad estaba solamente naciendo.
La humanidad, al conocer las leyes y las fuerzas de la naturaleza,
fue sometiéndolas paso a paso a su poder. Pero la cognición, el
descubrimiento y la revelación de la verdadera naturaleza de la
sociedad humana y de sus leyes resultó ser una obra más larga y
complicada. Todavía más compleja, difícil y larga fue la
asimilación de las leyes y los procesos sociales y su sometimiento
al poder de la sociedad. Estas tareas pudieron ser cumplidas
únicamente al crearse la ciencia que trata de la sociedad y al
aplicarla a la práctica de la transformación revolucionaria de la
vida social.

La sociedad humana, los fenómenos y procesos sociales son


estudiados por diferentes ciencias. La economía política estudia
las relaciones económicas o relaciones de producción, las leyes
que rigen el surgimiento y desarrollo de los modos de producción
de bienes materiales. Las ciencias jurídicas se ocupan en el
estudio de las leyes referentes a la aparición de las diversas
instituciones políticas y jurídicas, del Estado, del Derecho y de sus
funciones. La historia del arte y la estética estudian las leyes del
surgimiento y desarrollo de las artes, la relación del arte con la
realidad y los métodos de creación artística. La ética investiga en
el ámbito de las relaciones morales entre los individuos. Así pues,
aunque la sociedad humana es objeto de estudio de las ciencias
más diversas, cada una de las ramas del saber social enumeradas
trata sólo de uno u otro aspecto de la vida social, de este o aquel
tipo de relaciones o fenómenos sociales (económicos, políticos e
ideológicos).

El objeto del materialismo histórico no son los distintos


aspectos de la vida de la sociedad, sino las leyes universales y las
fuerzas motrices de su funcionamiento y desarrollo, la vida social
en su integridad, el nexo interno y las contradicciones de todos los
aspectos y relaciones. A diferencia de las ciencias sociales
especiales, el materialismo histórico estudia, ante todo y sobre
10
F. Konstantinov y Otros

todo, las leyes más generales del desarrollo de la sociedad, las


leyes del surgimiento y existencia de las formaciones
socioeconómicas en su totalidad y las fuerzas motrices de su
desen volvimien to.
Las leyes sociológicas universales, las leyes más generales
del desarrollo de la sociedad, conciernen a todas las épocas
históricas y se manifiestan de una manera singular específica,
dentro de cada formación socioeconómica en cada época
histórica. Por eso, para comprender correctamente el carácter y
la esencia de las leyes sociológicas universales hay que estudiar
asimismo su acción, su funcionamiento, en la forma específica en
que se manifiestan en las diversas épocas históricos y en los
distintas formaciones (por ejemplo, en el feudalismo o el
capitalismo). Por consiguiente, el concepto de "leyes sociológicas
universales" comprende también los nexos y relaciones internos
que caracterizan las leyes más generales de las formaciones
socioeconómicas históricamente determinadas.

El materialismo histórico se diferencia igualmente de la


historia como ciencia. Es misión de la ciencia histórica estudiar la
historia de los países y pueblos y los acontecimientos en su
sucesión cronológica. En ella, el curso de los acontecimientos no
debe ser expuesto en una forma abstracta, teórica general, sino en
una forma viva, histórico-concreta, tomando en consideración las
condiciones específicas de cada país, los actos de individuos
verdaderos y la influencia de las casualidades, que desempeñan
con frecuencia un magno papel en los sucesos históricos.

A diferencia de la historio como ciencia especial concreta,


el materialismo histórico es uno ciencia teórica general,
metodológica. No estudia este o aquel pueblo, este o aquel país
por separado, sino la sociedad humana en su totalidad, analizada
desde el punto de vista de las leyes más generales de su
desarrollo.

El materialismo histórico, igual que la filosofía marxista en


su conjunto, es la unidad de la teoría y del método. De una
solución materialista dialéctica al problema capital, gnoseológico,
de la ciencia social -la relación del ser social y la conciencia
social- y proporciona el conocimiento de las leyes más generales y
fuerzas motrices del desenvolvimiento de la sociedad. Por eso
precisamente es una teoría sociológica general científica. Y
también precisamente por eso, el materialismo histórico es un
11
Capítulo I
El Materialismo Histórico como Ciencia
método vivo de estudio de los fenómenos y procesos de la vida
social y, simultáneamente, un método de acción revolucionaria.
Sólo con su ayuda pueden el historiador, el economista, el jurista y
el crítico de arte orientarse en la compleja red de fenómenos de la
vida social. El materialismo histórico pone en manos de los
dirigentes políticos de la clase obrera, el hilo conductor que les
permite estudiar y comprender las situaciones históricas
concretas.

El materialismo histórico adquiere una importancia


metodológica especial en momentos de tempestuoso desarrollo
social, de rápidos cambios en el mundo y de virajes bruscos, en los
que es necesario un análisis singularmente riguroso y objetivo de
los acontecimientos, de la conducta de las clases y los partidos.

La economía política marxista y el materialismo histórico


son la base en que se asienta el conocimiento del paso a
formaciones sociales superiores, para lo cual se estudia la
estrategia y la táctica de la lucha de clase del proletariado, las
leyes y fuerzas motrices de la revolución social, del movimiento de
liberación nacional y del movimiento de transformación y
superación de la sociedad en su conjunto.

El materialismo histórico tiene también gran importancia


en el avance de las investigaciones sociales concretas. Al utilizar
en ellas los métodos matemáticos, los métodos de la encuesta, la
interviú, el sondeo, etc., hay que asentarse en la teoría sociológica
general del materialismo histórico y en su método.

A su vez, el materialismo histórico, como ciencia teórica


general de la sociedad, se apoya para su desarrollo en las
investigaciones sociales concretas (incluidas las sociológicas), en
el aprovechamiento a gran escala de los datos estadísticos y otros
datos empíricos concernientes a los diversos aspectos de la vida
social. Las investigaciones sociales concretas están llamadas a
descubrir y mostrar el mecanismo de la acción, del
funcionamiento de las leyes sociológicas en las más diversas
condiciones concretas.

Los clásicos del marxismo-leninismo han dado brillantes


ejemplos de aplicación del método sociológico general a las
investigaciones concretas de los procesos sociales. "La teoría,
amigo mío, es gris, pero el árbol de la vida es eternamente verde".
Estas palabras del Fausto, de Goethe, fueron citadas más de una
12
F. Konstantinov y Otros

vez por Lenin en la polémica con los marxistas que no captaban ni


veían lo nuevo e inesperado que nos brinda a menudo la vida en
impetuoso desarrollo. La vida, la práctica histórica universal, es
siempre más rica que la teoría social más avanzada. Importa
tener esto en cuenta especialmente en nuestra época,
tempestuosa y dinámica.

El materialismo histórico proporciona una orientación


científica objetiva en la marcha de los acontecimientos, hace
posible su cognición, su comprensión y la previsión científica,
permite ver las perspectivas y la orientación del desarrollo social
y sirve de base teórica de la acción revolucionaria.

3. Las leyes del desarrollo de la sociedad y su carácter objetivo.

Hace más de cien años, en el prólogo a la obra Crítica de la


economía política, Marx hizo una definición clásica de los
postulados y principios fundamentales del materialismo histórico.
Dijo: "En la producción social de su vida, los hombres contraen
determinadas relaciones necesarias e independientes de su
voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una
determinada fase de desarrollo de las fuerzas productivas
materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la
estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se
levanta la supraestructura jurídica y política y a la que
corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo
de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida
social. política y espiritual en general. No es la conciencia del
hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, es el ser
social lo que determina su conciencia. Al llegar a una
determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas
materiales de la sociedad entran en contradicción con las
relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la
expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dent ro
de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de
desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se
convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de
revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona,
más o menos rápidamente, toda la inmensa superestruct ura
erigida sobre ella. Cuando se estudian esas revoluciones, hay que
distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en las
condiciones económicas de producción y que pueden apreciarse
con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas
13
Capítulo I
El Materialismo Histórico como Ciencia
jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una
palabra, las formas ideológicas en que los hombres adquieren
conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo
modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa
de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de revolución por
su conciencia, sino que, por el contrario, hay que explicarse esta
conciencia por las contradicciones de la vida material, por el
conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las
relaciones de producción. Ninguna formación social desaparece
antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que
caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas
relaciones de producción antes de que las condiciones materiales
para su existencia hayan madurado en el seno de la propia
sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre
únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas
las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando
ya se dan, o, por lo menos, se están gestando, las condiciones
materiales para su realización". 8

Esta fórmula concisa, y rigurosamente científica, de los


postulados y principios fundamentales de la doctrina marxista
acerca de la sociedad muestra con todo relieve dos
importantísimas peculiaridades de dicha doctrina: primera, la
aplicación consecuente de la concepción materialista de la
historia como un proceso regular, condicionado, en última
instancia, por el progreso de los modos de producción; segunda, la
rigurosa historicidad, el enfoque de la sociedad como un ser en
constante desarrollo.

Hemos dicho más arriba que ya antes del materialismo


histórico, el pensamiento sociológico -bajo el influjo, en particular,
de los éxitos logrados entonces por las ciencias naturales- trató de
comprender la vida social, la historia de la sociedad, como un
proceso sujeto a leyes. Pero las leyes sociales eran identificadas,
en su mayor parte, con las leyes de los procesos mecánicos, físicos
o biológicos que tienen lugar en la naturaleza. De esa forma
quedaba de lado lo específico que caracteriza la vida social, la
cual es creada por los hombres, dotados de razón y voluntad.

A Marx y Engels les corresponde el gran mérito de haber


descubierto en la vida social, en la historia de la sociedad, no sólo
lo que acerca las leyes sociales a las leyes de la naturaleza, sino

s C. Marx y F. Engels. Obras, Ed. en ruso, t.13, Págs. 6-7.


14
F. Konstantinov y Otros

también lo que diferencia radicalmente una ley histórico-social de


una ley natural. Este hecho se manifiesta en la definición hecha
por ellos del desarrollo social como un proceso histórico-natural.

El proceso histórico-natural es tan regular, necesario y


objetivo como los procesos de la naturaleza; no depende de la
voluntad y la conciencia de los hombres, sino que, al contrario,
determina su voluntad y su conciencia. Al mismo tiempo, a
diferencia de los procesos de la naturaleza, el proceso histórico-
natural es resultado de la actividad de los propios hombres.

Ley social.

Toda ley expresa un nexo objetivo, necesario y estable,


reiterativo, esencial de relaciones entre fenómenos y procesos
sociales. Las leyes formuladas por el materialismo histórico y
otras ciencias sociales contienen estas características.

Hay leyes sociales que actúan en todas las etapas del


desarrollo de la sociedad. Entre ellas pueden mencionarse las
siguientes: papel determinante del ser social con respecto a la
conciencia social; papel determinante del modo de producción con
respecto a una u otra estructura de la sociedad; papel
determinante de las fuerzas productivas con respecto a las
relaciones económicas; papel determinante de la base económica
con respecto a la supraestructura jurídica y política; dependencia
de la naturaleza social del individuo respecto del conjunto de
relaciones sociales, etc. Estas leyes son denominadas leyes
sociológicas generales y rigen en todas las formaciones sociales.

Además de las leyes sociológicas generales, existen otras


inherentes sólo a algunas formaciones sociales. Son, en primer
término, la ley de la división de la sociedad en clases, peculiar
únicamente de determinadas formas concretas de sociedad; la ley
de la lucha de clases como fuerza motriz de la historia, propia
exclusivamente de las formaciones socioeconómicas basadas en
el antagonismo de las clases.

Algunos críticos del materialismo histórico dicen que la ley


es una relación que existe siempre y en todas partes. Según ellos,
si la ley de la lucha de clases no responde a esta exigencia, no es
una ley. Las leyes de la vida social tienen una existencia y una
vigencia menores que las leyes eternas de la naturaleza, lo cual
constituye en general una de sus peculiaridades. Al igual que la
15
Capítulo I
El Materialismo Histórico como Ciencia
ley de la lucha de clases, otras leyes sociales rigen únicamente
allá y cuando existen las correspondientes condiciones y
relaciones. No obstante, son leyes objetivas, reales, que expresan
los nexos esenciales internos y relativamente estables entre los
fenómenos y procesos sociales. Porque tampoco las leyes de la
biología terrestre actúan en el Sol. Y sin embargo, nadie duda que
son leyes objetivas, reales.

Ciertos economistas y sociólogos burgueses elevan las


leyes sociales (por ejemplo, las que rigen la existencia y el
desarrollo del capitalismo) al rango de eternas, naturales e
imperecederas; en todas las etapas del desarrollo de la sociedad
ven el capitalismo con su desigualdad de bienes, con sus
relaciones de dominación y subordinación.

Federico Engels criticó en los siguientes términos


semejantes opiniones sobre las leyes sociales y económicas "Para
nosotros, las llamadas "leyes económicas" no son leyes eternas de
la naturaleza, sino leyes históricas que aparecen y desaparecen. Y
el código de la economía política moderna, por cuanto los
economistas lo han confeccionado objetivamente correcto, es
para nosotros sólo un conjunto de leyes y condiciones en las que
únicamente puede existir la sociedad burguesa de nuestros días.
En una palabra, este código es expresión abstracta y resumen de
las condiciones de producción e intercambio de la sociedad
burguesa moderna. Por eso, para nosotros, ninguna de estas leyes,
por cuanto expresa relaciones puramente burguesas, no es más
antigua que la sociedad burguesa moderna. Las leyes que tienen
vigor, en grado mayor o menor, para toda la historia precedente
expresan únicamente relaciones que son comunes a toda sociedad
basada en la dominación de clase y en la explotación de clase". 6

La realidad es que cada ley actúa en condiciones


determinadas y los resultados de su acción dependen de esas
condiciones concretas, que cambian de una formación a otra, e
incluso dentro de cada formación, y de un país a otro.

De la misma manera que el capitalismo adquirió en los


distintos países ciertas peculiaridades, vinculadas al pasado
histórico del país en cuestión y al peso relativo, mayor o menor, de
los tipos precapitalistas de economía, la sociedad socialista,

6 F. Engels. Carta a F. A. Lange. 29 de marzo de 1865. {C. Marx y F. Engels. Obras, t. 31,
Pág. 393).
16
F. Konstantinov y Otros

sometiéndose en su desarrollo a las leyes generales, tiene en cada


país algunos rasgos y peculiaridades derivados, de su pasado
histórico, así como del nivel que han alcanzado en él las fuerzas
productivas y la cultura. Pero esas peculiaridades no afectan lo
principal, en tanto no pueden abolir las leyes generales que le son
inherentes. No hay leyes nacionales de desarrollo del capitalismo
o del socialismo, leyes peculiares de cada país. Las leyes de las
distintas formaciones generales, son a la vez leyes generales para
todos los países que integran la formación dada. Aquí, como en los
demás ámbitos, existe la unidad dialéctica de lo universal y lo
particular, de lo internacional y lo nacional. El desconocimiento y
la violación de esta unidad, la acentuación excesiva de lo
nacional en perjuicio de lo general, de lo internacional, puede
conducir a tendencias nacionalistas. En este terreno existe un
límite que el marxista-leninista, el internacionalista en la política
y dialéctico en la teoría, debe ver y comprender.

4. La actividad consciente de los hombres y su papel en la


historia. Libertad y necesidad.

Al considerar el desarrollo social como un proceso


histórico-natural, lno nos cerraremos el camino que lleva a
comprender correctamente el papel de la acción creadora, de la
activa labor revolucionaria y transformadora de los hombres?
lNo conducirá eso a rebajar la actividad y la iniciativa históricas
de las fuerzas sociales avanzadas, a empequeñecer el papel del
factor subjetivo? Los adeptos de la concepción idealista subjetiva
de la historia han acusado más de una vez a los marxistas de
fatalismo. En nuestros días, los revisionistas de derecha y de
"izquierda" combaten la doctrina científica de las leyes objetivas
del desarrollo social, de la necesidad histórica. Haciendo coro a los
sociólogos burgueses, los revisionistas afirman falsamente que
esta doctrina subestima la libre actividad de los hombres, humilla
al individuo y es antihumana. Para los críticos del marxismo, el
factor económico lo es todo, en tanto que las ideas, las diferentes
formas de conciencia social -la filosofía, la moral, la religión- no
son nada y no tienen la menor importancia desde el punto de vista
del materialismo histórico. Pero tales críticos confunden el
materialismo histórico con el materialismo vulgar, económico, a
pesar de que ambos se diferencian radicalmente.

El materialismo histórico no desconoce, ni mucho menos, la


importancia de la política, de la conciencia social y de los diversos
valores espirituales; por el contrario, reconoce su inmensa fuerza
17
Capítulo I
El Materialismo Histórico como Ciencia
en el desarrollo social. Las ideas y las políticas reaccionarias (por
ejemplo, la ideología racista y la política del fascismo)
desempeñan un papel negativo en extremo y pueden acarrear a
los pueblos, y les acarrean en realidad, las mayores calamidades.

En oposición a eso, las ideas avanzadas, revolucionarias-


filosóficas, sociales, económicas, políticas y morales, y la política
basada en ellas desempeñan un ingente papel, sobre todo cuando
alcanzan vasta difusión entre las masas, cuando sirven como
fuerza histórica movilizadora, organizadora y transformadora.

El materialismo histórico se ha formado y desarrollado en


lucha contra dos corrientes opuestas: primero, contra el
subjetivismo de los jóvenes hegelianos (y en Rusia, contra el
subjetivismo de los populistas y los machistas, así como contra el
voluntarismo de los trotskistas y de los comunistas "de
izquierda"); segundo, contra el providencialismo y el fatalismo,
que rebajan la importancia de la labor activa, consciente y
creadora de los hombres (contra el objetivismo burgués, el
"economismo", las teorías oportunistas de derecha de sistemas
diferentes, etc.).

Los críticos burgueses del materialismo histórico intentan


descubrir una contradicción entre la intensa actividad
transformadora de los partidos progresistas y su doctrina sobre la
necesidad histórica, en particular, sobre el perecimiento
inevitable del capitalismo. Esos críticos dicen: Si sabemos que el
eclipse de Luna es ineluctable y llegará de manera regular, a
nadie se le ocurrirá fundar un partido que coadyuve al eclipse
lunar; pero los marxistas enseñan que el capitalismo será
sustituido ineluctablemente por el socialismo y, al mismo tiempo,
crean partidos políticos para luchar contra el capitalismo y
afirmar el socialismo. Este argumento fue expuesto en su tiempo,
entre otros, por el neokantiano Rudolf Stammler.

Por supuesto, es estúpido e insensato crear partidos para


"organizar" eclipses de Luna o el advenimiento de la primavera y
del verano. En el movimiento de la Tierra alrededor del Sol y en el
movimiento de la Luna no participa la actividad humana. Antes
ya de que apareciera el hombre, la Tierra giraba alrededor del Sol,
y la Luna, alrededor de la Tierra. Pero la historia la hacen los
hombres y sólo los hombres. Las leyes del desarrollo social, a
diferencia de las de la naturaleza, son leyes de la actividad
humana y no existen fuera de esa actividad. Por eso, las
18
F. Konstantinov y Otros

revoluciones sociales se producen únicamente como resultado de


la lucha de las clases avanzadas sobre la base de utilizar y
realizar las leyes objetivas del desarrollo social, en particular, las
leyes de la lucha de clases. Cuanto más a fondo conozcamos en
todos sus aspectos las leyes del desarrollo social; cuanto mayor
sean el grado de conciencia, la cohesión, la unidad y la
organización de los trabajadores, tanto más victoriosa será la
lucha por formas superiores de organización social y con tanta
mayor rapidez avanzará. la historia.

De la misma manera que el conocimiento de las leyes y los


procesos de la naturaleza permite domeñar con el mayor éxito las
fuerzas espontáneas de la naturaleza, el conocimiento de las leyes
sociales y de las fuerzas motrices del desarrollo de la sociedad
permite a las clases avanzadas crear conscientemente la historia,
luchar por el progreso social. Cuando conocen las leyes objetivas
del desenvolvimiento social, las fuerzas avanzadas de la sociedad
no actúan a ciegas, de una manera espontánea, sino con
conocimiento de causa, con libertad.

Las leyes del desarrollo social se manifiestan con la mayor


frecuencia como tendencias. Se abren camino a través de
numerosos obstáculos, de gran cantidad de casualidades; a través
de la confrontación con tendencias opuestas, tras las que se
hallan fuerzas hostiles que es preciso paralizar y vencer para
asegurar el triunfo de las fuerzas y tendencias progresistas.

El choque de las diferentes tendencias hace que en cada


momento histórico no exista solamente una posibilidad. Por
ejemplo, el imperialismo lleva consigo en todo momento la
posibilidad de guerra, y en los países imperialistas hay siempre
fuerzas interesadas en desencadenar guerras. Pero a la par con
esta posibilidad, implícita en la naturaleza del imperialismo, hoy
existe también otra posibilidad real: la de asegurar la paz. Esta
posibilidad dimana del crecimiento de las fuerzas pacifistas, de la
organizac1on del movimiento progresista de los países
capitalistas, del movimiento de liberación nacional de los pueblos
y de las fuerzas adictas a la paz, que luchan contra el
imperialismo.

Así pues, la necesidad histórica no es idéntica a la


predeterminación. El conocimiento de las leyes de la necesidad
histórica, de las leyes objetivas del desarrollo social, lejos de
liberar a los hombres de toda actividad, requiere, por el contrario,
19
Capítulo I
El Materialismo Histórico como Ciencia
una intensa labor consciente para su realización. La doctrina del
materialismo histórico acerca del proceso histórico-natural no
rebaja el papel del individuo y de su actividad consciente, sino
que, a la inversa, muestra la importancia de esta actividad, de la
lucha de las fuerzas sociales avanzadas. El desconocimiento de
las leyes, el desprecio de las condiciones reales y de los medios de
lucha condenan a las masas trabajadoras y a su partido a la falta
de perspectivas y la pasividad o al aventurerismo y la derrota.

Así resuelve el materialismo histórico el viejo problema


filosófico y sociológico de la correlación de la libertad y la
necesidad, el problema de la libertad y la determinabilidad de la
voluntad.

"La libertad -dice Engels- no reside en la soñada


independencia de las leyes naturales, sino en el conocimiento de
estas leyes y en la posibilidad que lleva aparejada de hacerlas
actuar de un modo planificado para fines determinados. Y esto
rige no sólo con las leyes de la naturaleza exterior, sino también
con las que presiden la existencia corporal y espiritual del
hombre: dos clases de leyes que podremos separar a lo sumo en la
idea, pero no en la realidad. Por tanto, el libre albedrío no es otra
cosa, según eso, que la capacidad de decidir con conocimiento de
causa. Así pues, cuanto más libre sea el juicio de una persona con
respecto a un determinado problema, tanto más señalado será el
carácter de necesidad que determine el contenido de ese juicio; en
cambio, la inseguridad basada en la ignorancia, que elige, al
parecer, caprichosamente entre un cúmulo de posibilidades
distintas y contradictorias, demuestra precisamente de ese modo
su falta de libertad, demuestra que se halla dominada por el
objeto al que debiera dominar. La libertad consiste, pues, en el
dominio de nosotros mismos y de la naturaleza exterior, basado
en la conciencia de las necesidades naturales; es, por tanto,
forzosamente, un producto del desarrollo histórico" .7

Lo dicho por Engels sobre las leyes de la naturaleza puede


aplicarse plenamente a las leyes sociales, a la correlación de la
libertad y la necesidad en la vida social. Las leyes sociales,
mientras no son conocidas y los hombres actúan contra ellas, se
manifiestan como fuerzas espontáneas que les son hostiles. Pero
después de que estas leyes fueron conocidas y se descubriera su
naturaleza, las condiciones en que actúan y la dirección de esta

7 F. Engels. Anti-Dühring (C. Marx y F. Engels. Obras, t. 20, g.116).


20
F. Konstantinov y Otros

acción, los hombres tuvieron la posibilidad de dominarlas y


utilizarlas para someter cada día más a su voluntad las leyes
objetivas y, como consecuencia, alcanzar en grado creciente sus
propios objetivos.

La historia de la humanidad no ha seguido siempre, ni


mucho menos, una línea recta ascensional. Tendría un aspecto
muy místico si en ella hubiera solamente movimiento de avance.
Sin embargo, a pesar de los movimientos retrógrados, del zigzag y
de las catástrofes históricas (como las guerras, las invasiones de
los bárbaros, la decadencia y el desmoronamiento de Estados
poderosos) la historia humana ha avanzado regularmente en línea
ascensional, de una formación socioeconómica a otra, de lo
inferior a lo superior.

Y este desarrollo histórico no sigue una sola línea. Es


multiforme y tiene mucho de especifico, vinculado a las
peculiaridades y condiciones de desenvolvimiento de los distintos
pueblos. Pero precisamente por eso es tan grande la importancia
del materialismo histórico, que en el aparente caos y la diversidad
infinita ha descubierto las leyes, la regularidad y la repetición en
lo principal y más esencial que caracteriza la evolución de la
humanidad.

¿Existe algún sentido en la historia de la humanidad, en el


desarrollo de la sociedad? ¿o es un movimiento tan absurdo y
espontáneo como la corriente de los ríos, que arrastran todo lo que
encuentran en su camino? Está claro que no se puede admitir
ningún sentido introducido desde fuera en la historia, una especie
de predestinación divina, un plan programado con antelación o de
prescripciones sobrenaturales para los pueblos. Además, la
historia de la sociedad tiene en cada época un contenido concreto.
Los pueblos y las fuerzas sociales avanzadas, que hacen la
historia, abren camino a nuevas relaciones sociales avanzadas
(económicas, políticas y otras) y luchan por cumplir determinadas
tareas históricas. Los hombres pueden tomar conciencia de estas
tareas con plenitud mayor o menor, o al revés de cómo debe ser, a
veces en una forma falseada, fantástico-religiosa. En las épocas
históricas cruciales se produce un ascenso de la actividad
creadora consciente de las masas, de las clases avanzadas. Por lo
tanto, la historia de la humanidad no se hace sólo de una manera
espontánea, sino que en ella participa también la conciencia
social.

21
Capítulo I
El Materialismo Histórico como Ciencia
El contenido de nuestra época es la lucha entre las fuerzas
progresistas y las retrógradas; la lucha consciente de todas las
clases trabajadoras y grupos que son impactados negativamente
por los efectos de la aplicación de políticas neoliberales. Y este
movimiento se efectúa mediante la superación de dificultades de
distinto tipo, a través de profundas contradicciones y
antagonismos. Por eso no sigue una línea rect a. También aquí
tienen lugar zigzag y movimientos retrógrados. Pero, en su
conjunto, el proceso histórico contemporáneo tiende hacia la
superación del actual ordenamiento social y en eso reside su
profundísimo sentido.

22
CAPÍTULO 11

PECULIARIDADES Y DIFICULTADES DEL CONOCIMIENTO DE LA


SOCIEDAD*

El hombre, además de vivir y moverse dentro de la


sociedad, entra en conocimiento con ella del mismo modo que con
la naturaleza circudante. Conocer la sociedad no sólo significa
advertir el ambiente social por vía de los sentidos, sino
investigarla toda. La sociedad humana es una formación
compleja, nace de la interacción de los hombres y la naturaleza,
de los unos y los otros. La actividad y las relaciones del hombre
constituyen la realidad social de la que se parte para conocer la
sociedad.

La sociedad se desarrolla en el espacio, pues ya en los


tiempos prehistóricos el hombre poblaba la tierra y formaba
grupos más o menos aislados -tribus y gens- que en su evolución
han devenido en pueblos y constituido los Estados. La sociedad
existe también en el tiempo y tiene su historia de las distintas
comunidades, y sus interrelaciones componen la historia de la
humanidad o, dicho de otra forma, de la sociedad. El conocimiento
de ésta es el conocimiento de la historia humana en sus diversas
formas.

Sólo por la ciencia se puede dominar la esencia de la


actividad y las relaciones del hombre a escala de toda la sociedad,
conocer su historia. La noción científica de la sociedad, como toda
noción, comienza por los hechos y los acontecimientos descritos.
Sin embargo, los hechos sólo son materia prima que emplea la
ciencia, pero no son lo mismo que esta última. Ésta comienza allí
donde hay generalizaciones, donde se revelan leyes y surge una
teoría que ofrece una explicación correcta de los hechos. Aplicado
al conocimiento de la sociedad, esto significa que, al explicar la
actividad y las relaciones de los hombres, la teoría debe mostrar
por qué éstos hacen la historia precisamente de una manera y no
de otra. Ahora bien, les eso posible? El hombre puede elegir
diversos modos de proceder. A veces, él mismo no sabe explicar
por qué ha procedido precisamente así y no de otro modo. ¿cómo
discernir, pues, sus actos, y más tratándose de millones de seres

* V. Kelle y M. Kovalzon, El Materialismo Histórico, Editorial Progreso, Moscú, 1986.


Capítulo II
Peculiaridades y Dificultades del Conocimiento de la Sociedad
humanos? La explicación científica de la actividad de los
hombres en la historia es, en efecto, una tarea teórica
excepcionalmente difícil. Y, además, ¿puede hacerse? Ciertos
filosóficos, por ejemplo, los neokantianos, 1 responden
negativamente a esta pregunta, consideran que la ciencia puede
sólo explicar los fenómenos, y los procesos de la naturaleza,
mientras que el proceso histórico, la actividad del hombre en la
sociedad no tienen explicación cien tífica. «Las ciencias
naturales y las históricas -escribe, por ejemplo, el neokantiano
H. Rickert- deben hallarse siempre en oposición lógica por
principio. 2 Esta no es una observación fortuita, sino una posición
determinada. H. Rickert, W. Windelband y otros representantes de
la escuela de Baden deslindaban y oponían, unas a las otras, las
ciencias naturales y las sociales, por la razón de que, según ellos,
en la sociedad, a diferencia de la naturaleza, todos los fenómenos
son singulares y únicos, por lo cual, las ciencias de la naturaleza
pueden usar el método de la generalización, mientras que las
ciencias históricas, sólo el método de la singularización. Las
primeras tratan las leyes de la naturaleza, las conexiones
causales que les son inherentes (por eso se llaman nomotéticas, es
decir, generadoras de leyes), explican y prevén la marcha de los
procesos naturales, mientras que las segundas deben limitarse a
los acontecimientos aislados y únicos de la historia concreta. Los
neokantianos calificaban de ideográficas (descriptivas) las
ciencias sociales. Este punto de vista sigue hasta hoy influyendo
en dichas ciencias. Incluso en nuestros días, muchos miran con
escepticismo las posibilidades del conocimiento social. En
oposición a éstos, hay otros que se muestran asombrados y
molestos por semejante actitud ante las ciencias sociales, por la
incredulidad acerca de sus capacidades cognoscitivas y poder de
penetración. Pero no se trata de emociones. Hay que ahondar en
su esencia. En efecto, ¿acaso es justa la contraposición
neokantiana de la sociedad a la naturaleza, y del conocimiento
social a las ciencias naturales? Diríase que, por cuanto la sociedad
se distingue efectivamente de la naturaleza, la posición de los

Neokantismo: Corriente de la filosofía burguesa; surgió en la segunda mitad del


siglo XIX, y su propósito era desarrollar y reformar las ideas de la filosofía del
eminente pensador alemán M. Kant {1724-1804) y ponerlas a tono con las nuevas
necesidades sociales e ideológicas de la sociedad capitalista. El neokantismo
comprende varias tendencias y escuelas. En el presente trabajo examinamos una
de dichas escuelas -la de Baden (fines del siglo XIX y principios del XX)-, que
centraba su atención en los problemas de la metodología de la historia.
2 Heinrich Rickert. Die Crenzen der naturwissenschaftlichen Begriffsbildun. Eine
ligische Einleitung in die historischen Wissenschaften. Tübingen, 1921, S. 14S.

24
V. Kelle y M. Kovalzon

neokantianos posee cierto fundamento, tanto más por cuanto


reaccionan ante lo simple parificación de lo natural y lo social. Sin
embargo, no se puede olvidar que, en lo ciencia, no basto, ni
mucho menos, apelar a la percepción directo, en este caso a lo
desemejanza visual, de la sociedad y la naturaleza. Incluso lo
afirmación, ahora evidente poro todos, de que lo Tierra es
redonda, ha tropezado en tiempos con muchas barreros, ya que
contradecía la percepción directa. Por tanto, hasta la evidente
diferencia que hay entre la sociedad y la naturaleza no puede
reconocerse como argumento convincente del criterio
neokantiano. Así comenzaremos por poner en cloro el problema de
en qué consisten los peculiaridades del conocimiento de lo
sociedad y con qué dificultades específicos se tropiezo para ello.
En el curso de la exposición de nuestro tema veremos lo hecho por
la ciencia para superarlas.

Si resumiéramos las peculiaridades de la vida social, o


diferencia de lo naturaleza, y los dificultades de conocimiento de
lo sociedad que se desprende de ello, se reducirían o lo siguiente:

Primero, en lo naturaleza, todo lo que ocurre obedece o


causas naturales. Todo es producto de lo interacción de las
fuerzas ciegos de la naturaleza. Un rayo fulmino un árbol, el
viento propago la llamo, el bosque se reduce a cenizos, éstos, o su
vez, abonan el suelo ... y así sucesivamente. Entro en acción toda
uno cadena de conexiones y dependencias naturales que pueden
ser observados objetivamente, analizadas y explicados por lo
ciencia. Aquí no existen objetivos fijados de antemano ni
propósitos deliberados.

Muy otro coso es la sociedad humano. Todo lo que ocurre


en ello es resultado de lo actividad de los hombres, de su
interacción. Pero los hombres son seres conscientes, y todo lo que
hace cado uno pasa, de una manero u otra, por su cabeza. Los
hombres actúan movidos por pasiones, reflexiones o, en el peor de
los casos, por caprichos. Y si fuese así, parecería imposible
analizar lo sociedad apelando a las ciencias naturales, igual que
éstos hacen con lo naturaleza. En realidad, no se pueden tomar en
cuenta todas las opiniones y teorías, todos los deseos y
aspiraciones, todos los pasiones y caprichos, todo lo que mueve o
los hombres o actuar de uno u otro formo y condiciono
determinados efectos sociales. <<En los violentos convulsiones
que conmueven, o veces, los sociedades políticos -escribía el
famoso pensador francés Holboch- y que ocasionan el
25
Capítulo II
Peculiaridades y Dificultades del Conocimiento de la Sociedad
hundimiento de uno u otro imperio, no hay una sola acción, una
sola palabra, un solo pensamiento, una sola voluntad, una sola
pasión de quienes toman parte en la revolución, ya sea como
elementos activos, ya como víctimas de la misma ... , que no
produzcan infaliblemente los efectos debidos en consonancia con
el lugar que ocupan en ese torbellino moral. Esto parecería
evidente para toda inteligencia capaz de abarcar y de
comprender todas esas acciones y reacciones de los espíritus y de
los cuerpos de quienes coadyuvan a esta revolución>> 3 • No hay
duda de que Holbach se equivoca. Incluso en los que respecta a la
interacción de partículas de la materia, los físicos no pueden
prever, con absoluta exactitud, todos los efectos, por cuanto en
dicha interacción no sólo concurre la necesidad, sino también el
azar. Aplicada a la sociedad humana, la solución de tal problema
resulta imposible, tanto práctica como teóricamente, no sólo
porque en la sociedad, al igual que en la naturaleza, actúe el azar
y en cualquier proceso social existe, actúe y se entrelace una gran
diversidad de conexiones, relaciones, interacciones y factores,
sino también porque intervienen la conciencia, la voluntad, las
pasiones, etc. Todo esto presenta especiales exigencias al proceso
de conocimiento de la sociedad. Al tratar de conocer los
fenómenos sociales <<es preciso tener siempre en cuenta que
tanto en la realidad como en el pensamiento existe el sujeto
dado». 4 En eso reside la peculiaridad, y la dificultad específica de
las ciencias sociales, cuya superación sólo es posible si se resuelve
el problema de la correlación entre lo objetivo y lo subjetivo.

Segundo, en la naturaleza se observa por doquier la


repetición. Cada día, el sol se levanta en el Este y cada primavera
reverdecen los árboles; todos los cuerpos se dilatan con el calor y
cada ser nace, vive y perece. Y no es difícil observar la repetición
en los procesos y fenómenos naturales, aunque la repetición no
sea absoluta, idéntica en todos los detalles. Al investigarse la
repetición de los fenómenos en la naturaleza, bien sean naturales
o en el laboratorio, los hombres de ciencia logran, a la corta o a la
larga, descubrir las leyes a que dichos fenómenos obedecen. Y la
ley es, precisamente, lo común, lo requerido, lo esencial y lo
estable que se repite en los fenómenos.

3 Paul d'Holbach. Systéme de la nature ou de loix du monde physique et du monde


moral. Londres, 1774, p. S6.
4 C. Marx y F. Engels. Obras, ed. en ruso, t. 12, pág. 732.
26
V. Kelle y M. Kovalzon

Muy otra cosa ocurre en la sociedad humana. Los procesos


concretos y los acontecimientos históricos revisten aquí un
carácter muy individual y jamás se repiten en parte alguna.
Cualquier acontecimiento histórico, ya sean las guerras greco-
persas o las campañas de Alejandro Magno, ya la Gran Revolución
Burguesa de Francia o la Gran Revolución Socialista de Octubre,
la segunda guerra mundial o la desintegración del sistema
colonial del imperialismo, es siempre único en su género y no tiene
repetición absoluta. De ahí podría desprenderse la conclusión de
que no existen leyes que rijan el desarrollo de la sociedad, de que
no se la puede enfocar desde un criterio científico general de la
repetición y de que, por tanto, no puede haber ciencia de la
sociedad. Sin embargo, no se puede elevar al absoluto esta
singularidad, puesto que muchas cosas se repiten también en la
sociedad. El hombre nace, estudia, trabaja, forma un hogar y cría
hijos, se comunica con sus amigos, se plantea determinados
objetivos, y así sucesivamente. Todo ello muestra que, pese a la
colosal diversidad de las condiciones de vida, de costumbres, de
peculiaridades de la historia concreta de unas u otras zonas,
regiones, países, pueblos y Estados, el estudio detallado de la vida
de la sociedad permite indiscutiblemente advertir muchos más
elementos comunes que se repiten que lo que podría parecer a
primera vista. Por consiguiente, las perspectivas de la ciencia
social no son tan tristes y pesimistas. El quid de la cuestión reside
en la correlación entre lo común y lo singular aplicado a la
historia.

Prosigamos. La evolución de los sistemas estelares y el


movimiento en el micromundo, los procesos geológicos y el
desarrollo del reino vegetal y del reino animal, es decir, todas las
formas de movimiento y de desarrollo en la naturaleza poseen
estados relativamente, estables, susceptibles de ser delimitados,
comparados y mediados.

Muy distinto ocurre con la sociedad. ¿cómo abordar el


análisis de la misma? Unos dicen que la historia de la sociedad
humana es un torrente ininterrumpido. Miles de millones de seres
humanos viven y actúan, administran la economía y educan la
nueva generación, construyen ciudades y ponen en cultivo
nuevas tierras, estudian y practican el deporte, mantienen
relaciones de amistad los unos con los otros o se pelean y luchan,
y de todas estas acciones y actitudes forman la continua historia
del género humano. La muerte y el renacimiento renuevan
constantemente el mar humano, en el que todo se halla en
27
Capítulo II
Peculiaridades y Dificultades del Conocimiento de la Sociedad
constante proceso de cambio y, diríase, no se puede detener para
analizarlo, aunque sea en términos generales. Otros, al contrario,
afirman que no es continua la evolución en la historia. Cada
persona está ligada a una determinada cultura, la cual forma su
modo de pensar y actuar y no cambia a lo largo de siglos, e incluso
milenios. Empero, cada cultura es tan peculiar que no tiene
sentido compararlas y trazar una línea única de evolución. Se
atienen a estas concepciones ciertos etnólogos adeptos de la
llamada <<antropología cultural>> que se dedican al estudio de la
vida y la cultura, efectivamente muy estables, de los pueblos
primitivos.

Todo ello muestra que en la sociedad humana existe lo uno


y lo otro, o sea, tanto el constante proceso de cambios como los
estados estables, y que estos aspectos del proceso histórico se
reflejan de modo unilateral en los diversos sistemas de
concepciones. En virtud de ello ante la ciencia se plantea destacar
las formaciones sociales capaces de dividir la historia sin
deformarla, y hallar los elementos estables, que se repiten en el
torrente común de los acontecimientos históricos.
Finalmente, en el contenido mismo del conocimiento
concreto, científico-natural, no suele manifestarse claramente la
diferencia de los intereses sociales de clase, por lo cual, las
ciencias naturales, matemáticas, no revisten un marcado carácter
de clase. Cierto es que la historia conoce casos de crueldad, como
el del juicio tramado por la Inquisión contra Galileo, e incluso el
sacrificio de Jordano Bruno en la hoguera. Ahora bien, lo esencial
es que el significado práctico de sus descubrimientos no era del
dominio público, mientras que su contradicción con las creencias
religiosas imperantes no dejaba lugar a dudas.

Estos ejemplos históricos atestiguan que los intereses de


clase influyen en la interpretación filosófica de los datos que
ofrecen las ciencias naturales y en las conclusiones filosóficas que
se sacan de dichos descubrimientos.

En nuestra época, la religión es más cautelosa, y los


sacerdotes de la Iglesia sólo exigen que la ciencia deje a Dios lo
que <<es de Dios>>, es decir, que no critique las concepciones
religiosas.

Los mayúsculos adelantos de la física y la química, de la


matemática y la cibernética, de la biología y la medicina han
convertido las ciencias naturales en «benjamín» de cualquier
28
V. Kelle y M. Kovalzon

sociedad moderna, aunque, por supuesto, éstas se utilicen de


modo desigual y con distintos fines sociales en los diversos países.

Muy otro es el conocimiento de la sociedad. Por ejemplo, la


presencia de ricos y pobres en la sociedad dividida en clases
antagónicas, la existencia de explotadores y explotados, de
opresores y oprimidos, de clases dominantes y dominadas, da
lugar a distintas, e incluso contrarias, actitudes respecto al orden
de cosas reinante en ella, respecto a la modificación o a la
conservación de éste. A unos les conviene este orden de cosas,
están vitalmente interesados en mantenerlo y consolidarlo; otros
lo odian y quieren destruirlo. Los primeros ven en dicho orden un
bien, los segundos, un mal. Los intereses de los hombres influyen
directamente en la apreciación de los fenómenos de la vida social
y en las conclusiones que se sacan del análisis de dichos
fenómenos. Al no haber imparciabilidad respecto de los
fenómenos sociales, diríase imposible la objetividad en la
investigación de los mismos. Surge la pregunta: ¿pueden las
ciencias sociales poseer las virtudes de la verdad objetiva, las
virtudes propias de toda ciencia o sólo permiten clasificar los
hechos de la historia y apreciarlos desde el punto de vista de
algún ideal, del bien o del mal, de la justicia o de la hermosa
armonía? Por el momento vemos que los datos de las ciencias
naturales, digamos, los adelantos de la física o de la matemática
son reconocidos por todos y se utilizan (aunque, como es lógico, no
siempre del mismo modo y con iguales fines) en todos los países,
incluso en los de distinto régimen social, mientras que la filosofía,
la sociología, la historia, la Economía Política y otras
humanidades, apenas poseen tesis y enunciados aceptados en
todas partes. De ello se desprende la correlación entre el enfoque
de clase y la objetividad, entre partidismo y la verdad en las
ciencias sociales, de lo que hablaremos detalladamente más
adelante.

Por tanto, no cabe lugar a dudas, la sociedad, como objeto


de estudio, se distingue muy esencialmente de la naturaleza, y el
pensamiento teórico tropieza aquí con dificultades en verdad
colosales.

Esta es, en gran parte, la causa de la complejidad y la


duración del proceso del devenir y del desarrollo de las ciencias
sociales, aunque no siempre se ha tenido conciencia de las
dificultades, y el advertirlas ha sido ya, de por sí, un adelanto de
la ciencia.
29
Capítulo II
Peculiaridades y Dificultades del Conocimiento de la Sociedad

Durante varios milenios, la historia escrita ha registrado el


desarrollo del conocimiento de la sociedad y se han ido formando
las corrientes de acumulación de conocimientos sobre la misma,
los cuales han ofrecido la base para distinguir tres esferas
fundamentales de las ciencias sociales.

El primer paso de la ciencia consistió en recoger,


seleccionar y describir los hechos históricos dignos de la memoria
de los hombres. Así ha nacido la historia, que se ha ramificado
paulatinamente y se ha convertido en toda una esfera de ciencias
históricas.
Lo necesidad de lo dirección estatal, lo actividad práctica
del procedimiento judicial, lo actividad diplomática y militar, lo
enseñanza escolar y las artes, el desarrollo de la escritura y la
complicación de lo vida económica han engendrado
ineludiblemente la necesidad de conocimientos políticos, jurídicos,
pedagógicos, estéticos, lingüísticos, económicos, etc. Ha surgido un
grupo de ciencias que no estudian lo sociedad como un todo
íntegro, sino unos u otros aspectos de lo mismo, unos u otros
fenómenos peculiares o procesos de la vida social. Estos ciencias
suelen denominarse ciencias sociales particulares o concretas.

Finalmente, a lo por con el progreso de los conocimientos


históricos y con el estudio de unos y otros aspectos de la vida
social, se formulan concepciones que expresan un criterio de
conjunto acerca de la sociedad y su historia. Esto constituye un
eslabón imprescindible para el conocimiento de la sociedad,
puesto que ninguna ciencia social concreto enfoco la sociedad
como un todo único. Tal concepción de lo historio humana la
requieren todas los ciencias concretos, yo que les ofrece uno
posición de arranque y uno base teórico general. Por eso no es
casual que significados historiados, filósofos y sociólogos del
pasado procuraran tan afanosos abarcar con su pensamiento la
vida social como un todo íntegro y dar una respuesto a la cuestión
del carácter del conocimiento histórico, del sentido de la historia,
del destino y sentido de la vida humana y de los destinos de la
humanidad. El planteamiento de estos problemas reviste yo un
carácter filosófico, por cuanto es uno parte de lo concepción
general que se tiene del mundo y del lugar que en él ocupo el
hombre.

El carácter específico de la filosofía y lo que la distingue de


las ciencias naturales y sociales concretas consiste en que estudio
30
V. Kelle y M. Kovalzon

el mundo y la actitud del hombre hacia el mundo en sus rasgos


más generales y desde el ángulo de las leyes más generales de
éste. lQué es el mundo en que vivimos? lDe qué «principios>> ha
nacido toda esa diversidad de objetos y fenómenos que nos
rodea? La ha creado alguna fuerza superior, o existe por sí solo
desde siempre, ldesarrollándose por sus leyes propias no
inventadas ni impuestas por nadie? Todo eso son diversas
formulaciones del problema fundamental, sin cuya solución no se
puede llegar a una concepción integral del mundo. ¿Qué es lo
primario en el mundo: el principio material o el espiritual? Ese es
el problema básico de la filosofía. Todo el sinnúmero de escuelas,
corrientes y orientaciones filosóficas pueden dividirse en dos
líneas o partidos fundamentales: la línea del materialismo, que
reconoce como primario el principio material, y la línea del
idealismo, que reconoce como primario el principio espiritual,
ideal. A tono con la solución de este problema, cada corriente
traza su propia teoría el conocimiento del mundo. Los
materialistas afirman que las sensaciones e ideas del hombre, con
ayuda de las cuales se logra el conocimiento, son reflejo de la
materia, mientras que, para los idealistas, el conocimiento es,
cuando no una expresión de la esencia ideal (divina) del mundo,
una formación del saber por el propio hombre. La mundividencia
materialista orienta las ciencias hacia la comprensión del mundo
tal y como es y procura apoyarse en las ciencias concretas al
definir su idea general del mundo. En cambio, la concepción
idealista ofrece, en esencia, una noción tergiversada del mundo,
impone sus propios esquemas a las ciencias, lo cual entorpece el
progreso de éstas y frena el proceso del auténtico conocimiento.
Sin embargo, esto no significa, en absoluto, que los filósofos
idealistas no hayan dado nada de valor y fructífero al desarrollo
del conocimiento. Semejante planteamiento sería vulgar y
primitivo. Esta cuestión cabe enfocarla de modo histórico. El
progreso de los conocimientos filosóficos se ha producido, como se
sabe, sobre la base del materialismo y dentro del marco de la
mundividencia idealista, en el proceso de la lucha del uno con el
otro, del enfrentamiento de las opiniones. Además, no hay que
olvidar que el propio materialismo del pasado tenía un punto
esencial, muy vulnerable: era metafísico. Este materialismo no
supo comprender el mundo y la marcha del conocimiento del
mismo en proceso de desarrollo y de constante cambio. A la vez
que descubría correctamente la naturaleza material y el
contenido material de las nociones humanas, se valía de ellas
como de cosas inmóviles, inmutables y petrificadas de una vez y
para siempre. Los materialistas metafísicos estimaban que la
31
Capítulo II
Peculiaridades y Dificultades del Conocimiento de la Sociedad
conciencia humana era un reflejo pasivo de la materia y no
comprendían el papel activo de la misma. Y los idealistas, por
cuanto atribuían la diversidad del mundo circudante el papel
creador del espíritu y de la conciencia, se dedicaban precisamente
al estudio del aspecto activo de esta última. La doctrina más
completa del pensamiento, de la flexibilidad universal y la
movilidad de las ideas, es decir, la dialéctica de las ideas,
pertenece a Hegel, autor de la dialéctica como teoría de las leyes
del desarrollo del espíritu. Hegel advirtió genialmente la dialéctica
del mundo material real. La dialéctica materialista pertenece a
Marx y Engels, que superaron con ánimo crítico los aspectos
débiles de la filosofía hegeliana y elevaron el materialismo a un
nivel cualitativamente superior, haciéndolo dialéctico.
Precisamente por ser dialéctico ha podido el materialismo servir
de auténtica base teórico-filosófica a la investigación científica y
de arma eficaz en la lucha contra el idealismo.

El descubrimiento del materialismo dialéctico estuvo ligado


igualmente a la inclusión del hombre en la filosofía, del hombre
como ser social activo dedicado a transformar prácticamente el
mundo. El análisis de la práctica y, ante todo, de la actividad en la
esfera de la producción material, ha permitido unir la concepción
de la realidad, en tanto que existente objetivamente, con el
aspecto activo del pensamiento humano. La correcta comprensión
de la actividad práctica humana constituye el punto de partida
tanto de la teoría científica del conocimiento como de toda la
historia del conocimiento.
Esta breve excursión a la esfera de las principales
concepciones filosóficas nos ha sido necesaria para establecer
una mayor claridad en la exposición que sigue, ya que
recurriremos con frecuencia a dichas concepciones. Aquí no se
puede prescindir de la terminología filosófica ya que la filosofía
abarca las teorías sociales generales, que plantean problemas de
la sociedad en conjunto, mientras que las posiciones filosóficas de
partida de sus autores influyen en la esencia de las teorías
mismas y determinan el sentido en que se resuelven los problemas
planteados. Reviste también un carácter filosófico la teoría
marxista del desarrollo de la sociedad, es decir, el materialismo
histórico (la concepción materialista de la historia}.
Por tanto, la historia del conocimiento de la sociedad
comprende: primero, el desarrollo de las ciencias históricas;
segundo, el desarrollo de las ciencias concretas, y tercero,
32
V. Kelle y M. Kovalzon

numerosos intentos de crear concepciones generales, que


contienen una visión sintética de todo el proceso histórico
considerado en conjunto, elaboradas partiendo del planteamiento
y la solución del problema fundamental de la filosofía en lo que a
la sociedad se refiere. En nuestro caso nos interesa, precisamente
y ante todo, la tercera esfera fundamental de las ciencias sociales.

Como es sabido, existe una infinidad de teorías filosófico-


históricas, pero la verdad es una sola. Por consiguiente, surge la
pregunta: les posible crear una teoría general que corresponda a
la realidad? lNo sería mejor considerar cada teoría general como
expresión de las posiciones filosóficas subjetivas de su autor o
como expresión de un determinado estado de ánimo? lHa
madurado la humanidad para comprender el sentido oculto de su
ser social?

Trataremos de responder brevemente a esta pregunta.


Claro es que, si una u otra teoría social se limita a una
extrapolación de las concepciones filosóficas del pensador a la
sociedad, se puede decir, a priori, que no responde a la realidad
histórica. Ocurre más bien lo contrario, se suele adaptar la
realidad histórica al esquema trazado. Para establecer una teoría
social científica se deben tomar en cuenta todos los aspectos
específicos de la sociedad y su naturaleza. Dicha exigencia puede
expresarse, en otros términos: la teoría social general no debe
revestir un carácter simplemente filosófico, sino un carácter
filosófico-sociológico. Así se deja constancia de su pertenencia a
la filosofía, como también de su lugar en el sistema del
conocimiento social, y no sólo filosófico. El tercer eslabón el
sistema de las ciencias sociales del que hemos hablado es,
precisamente, la esfera del saber sociológico. El tránsito de las
concepciones puramente filosóficas de la sociedad a las filosófico-
sociológicas, observado ya en el siglo XIX, ha sido un gran
progreso en el desarrollo del conocimiento de la sociedad, de las
ciencias sociales. Ha significado la aproximación del pensamiento
humano a la comprensión del proceso histórico má.s adecuada,
basada en el análisis de los caracteres específicos y en los hechos
sociales.

Pero aquí se presenta el crítico y dice que semejante teoría


social, tan amplia que se sitúa por encima de toda realidad social,
es imposible ya por el solo hecho de que debe abarcar un colosal
número de datos, de que la sociedad no ha sido estudiada todavía
suficientemente en todos sus detalles para que se establezca una
33
Capítulo II
Peculiaridades y Dificultades del Conocimiento de la Sociedad
teoría general. Tales voces críticas suenan incluso en nuestra
época entre ciertos sociólogos burgueses. El problema merece
especial atención.

Por supuesto, toda teoría que menosprecie los hechos es


estéril. Pero ¿es posible que el gigantesco progreso de las ciencias
históricas y otras ciencias sociales no haya acumulado todavía
suficientes datos para crear una teoría general? ¿por qué, pues,
suenan semejantes voces? Para comprenderlo es preciso conocer
las fuentes del problema.

Al fijar la atención en la esterilidad de las formaciones


filosófico-históricas especulativas. Augusto Comte formuló a
mediados del siglo XIX la idea de la creación de la sociología como
ciencia de la sociedad, libre de toda relación con la filosofía y
basada en datos empíricos en igual medida que las ciencias
naturales. Sin embargo, el propio Comte no creó tal ciencia. Es
reconocida por todos la afirmación de que «Comte dio a la
sociología el nombre y el programa, que predicaba pero que no
cumplía» 8 • So pretexto de expulsar la filosofía de las ciencias
sociales, Comte no hacía más que imponerles su filosofía
positivista. Entre otros, han influido mucho en el sucesivo
desarrollo de esta última: Herber Spencer, Emilio Durkheim, Max
Weber y Vilfredo Pareto.

La sociología de Comte, Spencer y otros, desarrollada en


estrecho contacto con la filosofía positivista y opuesta a la teoría
del marxismo, suele denominarse <<tradicional>>. Sin embargo,
después se ha visto claro que no sólo la filosofía idealista de la
historia, criticada por Comte, sino la sociología teórica del mismo,
son fruto de las búsquedas especulativas y tienen poco valor
práctico. El deseo de crear una sociología, como ciencia de
significación práctica, ha llevado a los sociólogos
norteamericanos, entre los que eran particularmente fuertes los
ánimos pragmático-practicistas, a la creación de la sociología
empírica. Casi toda la primera mitad del siglo XX ha sido una
época de propagación de esta sociología, que se proclama
despreciativa de la teoría y se empeña en elaborar los métodos y
la técnica de las investigaciones sociales concretas, y también en
formular un conjunto especial de conceptos sociológicos, a saber:

s Howard Becker and Alvin Boskoff. Modern Sociological Theory in Continuity and
Change. N. Y., 19S7, p.17.

34
V. Kelle y M. Kovalzon

<<acción social>>, <<cambio social>>, <<grupo>>,


<<comunicac10n>>, <<conflicto>>, <<adaptación>>,
<<asimilación>>, <<conducta colectiva>>, etc., etc. Se produce un
auge impetuoso del número de investigaciones empíricas, surgen
oficinas, centros e institutos especiales de investigación, se
fundan cátedras y facultades de sociología. «Se eleva al absoluto
el empirismo, no entendido como base de los conocimientos, sino
como principio opuesto a la teoría. La sociología es proclamada
disciplina empírica, dedicada al estudio de la «conducta social»
de los hombres, y entre los sociólogos «no está ya en boga», el
ser fundador de escuelas de pensamientos>> 6 •

No obstante, ya en los años 40, unos sociólogos no


marxistas comenzaron a señalar y a criticar los defectos de la
sociología empírica, pese a ciertos éxitos prácticos limitados,
debidos a vastas investigaciones empíricas, pese al éxito de
determinados trabajos, como El campesino polaco en Europa y en
América de W. I. Thomas y F. Znaniecki, Introducción a la ciencia
de la sociología de R. E. Park y E. Watson, Middletown de los
esposos Lynd, así como los famosos Experimentos de Hotorne de
Mayo y los sondeos practicados en el ejército norteamericano
por el grupo de Stouffer. La razón de ello se debe tanto a la
extrema pobreza de los resultados prácticos de las
investigaciones empíricas como a la impotencia teórica de las
mismas. La propia lógica del desarrollo de las ciencias sociales ha
mostrado con toda elocuencia que tanto las construcciones
especulativas divorciadas de la realidad como el empirismo
rastrero, opuesto a la concepción teórica general de la sociedad,
no pueden dar vida a una verdadera ciencia de la sociedad. «Si
bien antes, la teoría social, no confirmada por observaciones
comprobadas, carecía de fundamento, la búsqueda de hechos que
no se guíe por la teoría carece de objetivo, y la acumulación de los
mismos, sin sintetización teórica, carece de sentido» 7 •

Por consiguiente, en la sociología burguesa se va perfilando


la exigencia precisa de unir la «investigación social» con la
<<ciencia social>>, lo cual significa que se reconoce
indirectamente que carece de todo fundamento real la
identificación de las investigaciones empíricas con la propia

6 Robert E. L. Faris. American Sociology. In: Twentieth Century Sociology, ed. By


Georges Gurvitch and Wilbert E. Moore, N.Y., 1945, p. 546.
7 Howard Becker and Alvin Boskoff. Modern Sociological Theory in Continuity and
Change. N.Y., 1957, p. 41.
35
Capítulo II
Peculiaridades y Dificultades del Conocimiento de la Sociedad
sociología como ciencia. Este imperativo se formula
explícitamente en el trabajo Social Theory and Social Structure
(1949) del sociólogo norteamericano Robert Merton.

«El estereotipo del teórico social -escribe Merton-, que


paira en las alturas del empíreo de las ideas puras no
contaminadas con los hechos mundanos, envejece con la misma
rapidez que el estereotipo del sociólogo investigador pertrechado
con un cuestionario y un lápiz a la caza de datos aislados y
carentes de sentido>>ª.

En la actualidad existen en la sociología burguesa varias


concepciones rivales, empeñadas en representar la teoría
sociológica. Además, los sociólogos occidentales proclaman que no
quieren volver a los esquemas puramente especulativos. Sin
embargo, la experiencia del desarrollo de las ciencias sociales no
ha sido estéril. Entre dichos sociológicos, muchos afirman ya que
la teoría sociológica debe descansar en datos empíricos. Pero,
precisamente aquí surge la contradicción fundamental. Las
necesidades internas de la ciencia exigen que se elabore una
teoría sociológica general, mientras que la aplicación limitada de
la sociología a la solución de problemas muy particulares
(encuestas para sondear la opinión pública, las relaciones en una
colectividad poco numerosa, etc.) no estimula, ni mucho menos,
semejante elaboración. Precisamente esta contradicción se
encubre con la palabrería de que en nuestra época no se dispone
todavía de suficientes datos para establecer una teoría
sociológica general y que, por el momento cabe circunscribirme a
síntesis más particulares, a la «teoría de rango mediano,
aplazando la creación de la teoría sociológica general hasta que
se hayan acumulado suficientes datos y se pueda hacer
generalizaciones más amplias. En Occidente se tienen muchas
esperanzas en que el problema lo solucionará la escuela
estructural-funcional de Talcot Parsons. Después de la segunda
guerra mundial, el funcionalismo ha adquirido en Occidente una
gran difusión y muchos lo consideran como «base del
pensamiento sociológico».

No obstante, la escuela estructural-funcional en sociología,


que enfoca los fenómenos sociales desde el ángulo de su lugar en
la estructura del organismo social integral y de la función del

8 R. Merton. Social Theory and Social Structure. N.Y., 19S7, p. 102.

36
V. Kelle y M. Kovalzon

mantenimiento de la estabilidad de dicho organismo, no pone al


descubierto ni las causas que unen los distintos elementos
estructurales de la sociedad ni las leyes y fuentes del desarrollo
de la misma. Por eso, el enfoque estructural-funcional puede, en el
mejor de los casos, servir de elemento integrante de la teoría
general, pero esta última no puede reducirse sólo a este enfoque.

Por tanto, ni Comte, considerado tradicionalmente como el


precursor de la sociología burguesa, ni sus posteriores discípulos
han logrado establecer una teoría sociológica general que pueda
tender el camino de la comprensión científica de la vida social. El
auténtico comienzo de la sociología científica arranca de
mediados del siglo XIX y va unido a los nombres de Carlos Marx y
Federico Engels.

A Carlos Marx precisamente le corresponde el mérito de


haber creado la teoría filosófico-sociológica -el materialismo
histórico-, con la que se sientan los cimientos del conocimiento
científico de la esencia del proceso histórico examinado en
conjunto y que ofrece, finalmente, la base teórica a toda la ciencia
de la sociedad. La experiencia del establecimiento de esta teoría
muestra que en el estudio de la sociedad se han acumulado ya
suficientes datos para levantar una teoría social general, aunque
no en una forma definitiva, por supuesto, ya que es un poco
probable que ninguna teoría adquiera nunca semejante forma,
sino como principios generales, y que, por ende, la humanidad ha
madurado para que se conozca a sí misma. La experiencia con
respecto a dicha teoría muestra que los teóricos burgueses si no
han podido establecer una teoría filosófico-sociológica no ha sido
por falta de hechos, de datos empíricos, sino por hallarse en poder
de su concepción clasista del mundo y por la estrechez de sus
intereses sociales.

Cualquier ciencia, incluida la social, sólo puede nacer y


desarrollarse cuando tiene terreno para ello, cuando hay
condiciones sociales concretas y cuando lo impone la necesidad
social. No puede nacer ni desarrollarse en cualquier lugar ni en
cualquier tiempo.

Cada época histórica ha ofrecido determinadas


posibilidades tanto para conocer la naturaleza como la sociedad.
Por ejemplo, antes del capitalismo, e incluso en los primeros brotes
de su devenir, la posibilidad de conocimiento científico de la
naturaleza por los hombres e incluso de sus propias relaciones
37
Capítulo II
Peculiaridades y Dificultades del Conocimiento de la Sociedad
sociales era muy limitada. Pero más tarde, con el progreso del
capitalismo, las condiciones materiales de la vida social
maduraron a tal punto que se hace prácticamente posible la
comprensión científica del proceso histórico en su conjunto.
¿cuáles son, pues, estas nuevas posibilidades?

Con el desarrollo del capitalismo desaparece el anterior


aislamiento entre los países y los pueblos. La gran mayoría se
incorpora al cauce común de dicho proceso: se forman las
naciones modernas y entre ellas se establecen vínculos de toda
índole. Así se hace patente que la historia de toda la humanidad
es una sola y que cada pueblo pasa por una serie de peldaños
obligatorios del movimiento histórico. Han surgido grandes
posibilidades para comparar la historia de los diversos pueblos,
destacar lo común existente en el orden económico y político de
los países, y hallar así la repetición objetiva en las relaciones
sociales. A este respecto, es oportuno recordar las palabras de
Engels acerca de que <<el materialismo moderno ve en la
historia el proceso de desarrollo de la humanidad y se plantea
descubrir las leyes que rigen dicho proceso». 9

El tránsito al capitalismo, que va ligado a violentos virajes


revolucionarios en todas las esferas de la vida, ha sacado a la
palestra histórica poderosas fuerzas sociales, en cuyos choques y
luchas se han ido resolviendo los problemas sociales candentes.
Esta lucha se distinguía por una peculiaridad esencial. Si bien en
la Edad Media, la lucha se libraba preferentemente bajo
banderas religiosas (cruzadas, herejías, Reforma, etc.), lo cual
dificultaba la comprensión de las verdaderas causas que la
movían, posteriormente, la lucha de los campesinos por la tierra
en las revoluciones burguesas, los choques entre los pudientes y
los desposeídos, entre los ricos y los pobres bajo el capitalismo,
ponían ya al desnudo la base económica de los conflictos sociales,
y eso, como es lógico, impulsaba a los hombres a buscar las causas
de los acontecimientos históricos en la economía de la sociedad.

El vasto desarrollo de la división social del trabajo y el


establecimiento de firmes conexiones entre las diversas ramas de
la producción (industria, agricultura, etc.) han permitido que se
pueda analizar el desarrollo de la producción material como tal,
independientemente de sus formas particulares.

9 C. Marx y F. Engels. Obras, ed. en ruso, t. 20, pág. 24.

38
V. Kelle y M. Kovalzon

Por consiguiente, el capitalismo, al dar un viraje a las


condiciones de vida de los hombres, ha creado las premisas
objetivas para que se penetre en la esencia del proceso histórico,
para que se conozcan las bases de este último.

Además de brindar esas nuevas posibilidades para conocer


la sociedad, el desarrollo del capitalismo ha engendrado la
necesidad social de establecer la ciencia de la sociedad.

Con el avance del capitalismo se vislumbran y se agravan


más y más sus contradicciones. La competencia y la anarquía de
la producción, las crisis periódicas, la opresión social y nacional y
otras contradicciones antagónicas del capitalismo han planteado
ante la sociedad la impostergable tarea de buscar y hallar las vías
y los medios por los que solucionen estas contradicciones. La
producción capitalista ha alcanzado un nivel tan alto de
desarrollo que se hacen necesarios el control y gobierno
conscientes de la misma a escala de toda la sociedad. Es éste un
problema que no conocían las épocas anteriores. Pero, bajo el
régimen capitalista, bajo la dominación de la propiedad privada
sobre los medios de producción no se puede efectuar semejante
control de modo consecuente. Para ello es preciso, en primer lugar,
erigir un régimen nuevo que se base en la propiedad social y, en
segundo lugar, se necesita de la ciencia. Del mismo modo que las
ciencias naturales han ayudado y ayudan a los hombres a utilizar
las poderosas fuerzas de la naturaleza, las ciencias sociales
pueden y deben ayudarles a dominar las demoníacas fuerzas del
desarrollo social. Por cuanto es en la sociedad donde nace la
necesidad vital de superar los antagonismos sociales, surge el
imperativo de disponer de una ciencia con la que se dominen
dichas contradicciones y las vías para superarla. Y el nuevo
régimen social es, en general, inconcebible si no está basado en la
ciencia social, como fundamento teórico de gobierno de todos los
procesos sociales, si la sociedad no los somete a un control
racional y consciente en beneficio del desarrollo y de la libertad
del hombre.

Por tanto, el desarrollo de la sociedad capitalista y la


agravación de sus contradicciones han posibilitado e impuesto
que surja la comprensión científica de la historia. La grandeza
genial de Marx y Engels está en que, echando por la borda las
viejas tradicionales concepciones idealistas, descubrieron las
leyes del desarrollo de la sociedad, cuya existencia negaban los
39
Capítulo II
Peculiaridades y Dificultades del Conocimiento de la Sociedad
subjetivistas. Al ofrecer la comprensión materialista científica de
la historia, estos dos pensadores resolvieron el problema
planteado por la época.

La experiencia del desarrollo del conocimiento social,


examinada aquí brevemente, y la síntesis de la misma desde las
posiciones de la concepción materialista de la historia nos
permiten ahora contestar a la pregunta hecha en el comienzo del
capítulo, a la cuestión de si cabe contraponer el conocimiento
social a las ciencias naturales, en que insistían los neokanteanos.
La sociedad se distingue efectivamente de la naturaleza,
pero no deja de ser una parte de ella. Entre la primera y la
segunda existen tanto diferencias corno elementos comunes. Ello
da fundamento objetivo para dos tipos de conclusiones erróneas:
para la parificación naturalista de la una con la otra (11. Spencer,
los social-darwinistas, etc.) y para el divorcio neokantiano entre
la una y la otra y, por tanto, para que se borren las diferencias
entre las ciencias naturales y las sociales («física social>>,
<<social-darwinismo>>, <<energetisrno>>, etc.), por una parte, y,
por otra, para su enfrentamiento absoluto. Es evidente que ambas
posiciones son unilaterales. El enfoque dialéctico materialista de
la vida social ha permitido mostrar que la sociedad en su
funcionamiento y desarrollo, al igual que la naturaleza, obedece a
la acción de leyes objetivas, y la ciencia social, por haber llegado
a dominar dichas leyes, es capaz tanto de describirlas como de
explicar el proceso histórico. De ahí que todas las ciencias, ante
todo la filosofía que estudia las leyes generales de todo desarrollo,
así como las ciencias que estudian los rasgos y las leyes generales
de las estructuras materiales (las ciencias matemáticas, la
cibernética, etc.), pueden aplicarse al estudio de los fenómenos de
la vida social.

A su vez, por cuanto la sociedad se distingue de la


naturaleza, no se pueden hacer extensivas a la vida social las
leyes y conclusiones específicas de los procesos naturales. La
sociedad obedece a la acción de sus leyes específicas, y
conocerlas corresponde sobre todo a las ciencias sociales.

Habría sido imposible que surgiera el materialismo


histórico sin la enorme labor crítica de superación del idealismo,
dominante en la ciencia social anterior, y sin conservar y
aprovechar desde un punto de vista crítico todo lo valioso que
había acumulado el desarrollo de la filosofía, la historia, la ciencia
económica y todo el pensamiento social considerado en conjunto.
40
V. Kelle y M. Kovalzon

A la par con ello, el materialismo histórico ha resuelto la antítesis


de la verdad y el interés.

Es preciso conocer el objeto para poder modificarlo. En su


actividad práctica, el hombre, además de transformar el objeto en
el que recae su trabajo, hace realidad sus metas, aspiraciones e
intereses. Por consiguiente, en la actividad de los hombres se
conjugan los conocimientos objetivos, sus necesidades y sus
intereses. Ahora bien, el modo de conjugarlos puede ser distinto,
por cuanto son distintos, e incluso opuestos, los propios intereses
de los hombres. En el conocimiento de la vida social, la diferencia
de los intereses, sobre todo la diferencia de clase, conduce a que a
cada punto de vista se le oponga otro contrario que da una
interpretación diferente a unos mismos hechos. Surge la pregunta:
¿cómo se puede lograr el auténtico conocimiento? ¿Quizá haya
que colocarse por encima de la sociedad, de las clases, y mirar
desde el margen la lucha entre los hombres, la colisión de sus
intereses y la ebullición de sus pasiones? Pero la experiencia
muestra que con eso no se logra nada en absoluto, que la posición
del hombre colocado por encima de la sociedad es mera ilusión.
Además, las razones teóricas nos dicen que es imposible e incluso
inútil toda investigación social que no se guía por intereses
sociales o de clase concretos, por determinadas normas de
valores1°. Y los conocimientos sociales mismos son necesarios, ante
todo, para servir a la actividad de los hombres. Por eso, el
problema de la autenticidad del conocimiento social se resuelve
sobre otra base: en la sociedad misma hay que hallar la clase
social, la fuerza social que no pueda actuar sin poseer
conocimientos objetivos de la realidad social, es decir, que esté
interesada en poseerlos. En este caso, entre el conocimiento y el
interés se establece cierta correspondencia, y el interés se expresa
en el afán de lograr el conocimiento auténtico. Pero si el
conocimiento y el interés entran en contradicción el uno con el
otro, en lugar de la ciencia nacen los mitos, las ilusiones y las

10 Valores son los fenómenos, objetos, ideas, etc., con los que el hombre tropieza en su
vida y actividades materiales y espirituales y que tienen para él determinada
significación, son cosas que satisfacen sus necesidades e intereses. Las normas de
valores son las que determinan la actitud positiva o negativa del hombre (como
también del grupo social, de la clase o de la sociedad) respecto a los fenómenos del
mundo objetivo y los resultados de la actividad material y espiritual del hombre.
Dichas normas sirven de determinados puntos de orientación en el proceso de
conocimiento, en la actividad creadora general y en la conducta social de los
hombres.

41
Capítulo II
Peculiaridades y Dificultades del Conocimiento de la Sociedad
ideas tergiversadas. El interés es una fuerza poderosa; y si,
digamos los axiomas o los teoremas geométricos contradijeran los
intereses de alguien, aparecerían inevitablemente hombres
empreñados en refutarlos.

El reconocimiento de la conexión entre la teoría social y los


intereses de uno y otro grupo social, de una u otra clase social se
denomina principio del partidismo o espíritu de partido. La ciencia
del materialismo histórico se liga abiertamente a los intereses de
la clase progresista, a la lucha por la liberación de los
trabajadores de toda explotación, al avance de la sociedad hacia
formas de organización social superiores. En ello consiste su
principio del partidismo o espíritu de partido. Pero dicha ciencia
conoce sólo un camino para coadyuvar realmente a la lucha de
las masas trabajadoras: el de reproducir objetivamente el cuadro
de la realidad, la correlación de fuerzas, las contradicciones
existentes y las tendencias del desarrollo. Aplicando esta ciencia
a la actividad práctica -y no se trata simplemente de la actividad
de un individuo u otro, sino de la lucha de masas, de clases y de
grupos sociales-, se puede lograr que los objetivos correspondan a
los resultados de la actividad. La estrecha e indestructible
unidad con la lucha de los trabajadores le imprime a la ciencia
social y a toda la filosofía dialéctica materialista un carácter
científico, revolucionario y crítico, con la vista puesta en el
porvenir. La ciencia social puede describir y explicar el pasado,
analizar el presente y prever el porvenir sólo en el caso de poder
descubrir la ley objetiva del desarrollo social. Claro que aquí no se
trata de prever acontecimientos concretos del futuro, sino sólo el
sentido general de los cambios sociales. Una vez descubierta la
huella de una ley científico-natural, el hombre no puede
modificarla ni abolirla, mucho menos por decreto, pero está en
condiciones de disminuir los dolores en el parto de lo nuevo. Y en
eso consiste el colosal papel de la ciencia social.

Ahora bien, si una y otra teoría social se liga de cualquier


modo con los intereses egoístas de clases o grupos sociales
privilegiados, que bregan por imponer su voluntad a la sociedad y
frenar el progreso social para mantener dichos privilegios,
relacionados con la procedencia, la riqueza y el poder, se coloca
inevitablemente en una posición que no le permite apreciar de
modo objetivo la realidad, es decir, emprende el camino de la
deformación de esta última. En ese caso, el «partidismo» se
opone al enfoque científico, levanta obstáculos en el camino del
conocimiento objetivo y conduce a que se creen mitos. En la carta
42
V. Kelle y M. Kovalzon

a Kugelmann (11 de julio de 1868), Carlos Marx expresó de la


siguiente manera la esencia del problema que nos ocupa: <<Una
vez se ha penetrado en la conexión de las cosas, se viene abajo
toda la fe teórica en la necesidad permanente del actual orden
de cosas, se viene abajo antes de que dicho estado de cosas se
desmorone prácticamente. Por tanto, las clases dominantes están
absolutamente interesadas en perpetuar esta insensata
confusión>> 11 •

Por otra parte, objetividad y objetivismo no son dos cosas


iguales. Si bien el primer término se emplea para caracterizar el
conocimiento científico, el segundo determina la posición del
teórico, a saber, la posición de «imparcialidad» en el
conocimiento de la vida social, la posición de observador
pretendidamente objetivo y desinteresado de los procesos
sociales. Lenin criticó acerbamente el objetivismo, considerándolo
como una forma encubierta y camuflada de expresión del
partidismo. A los ideólogos de la burguesía no les conviene
manifestar su partidismo y poner al descubierto la conexión de
sus estructuras teóricas con los intereses egoístas de la clase
dominante. En este caso, la postura del objetivismo -ya sea
consciente, ya inconsciente- resulta muy cómoda para ellos.

Por consiguiente, no es la posición indiferente y de


aparente imparcialidad del observador, sino la participación
activa en la vida contemporánea al lado de las fuerzas
progresistas la que tiende al hombre el camino de la comprensión
objetiva de los aspectos esenciales de los fenómenos y procesos
sociales. No es la renuncia al partidismo en la ciencia social, sino
la lucha por la unión de la objetividad científica con el partidismo
que le brinda a la ciencia la posibilidad de ser instrumento útil y
eficaz en el proceso de conocimiento y transformación de la
realidad social.

El lector se puede preguntar: ¿por qué los autores se


empeñan tanto en convencerle de que para la ciencia social se
necesita una posición y orientación determinadas, se requiere
ligazón con la práctica, etc.? ¿por qué, al tratarse de una teoría
social, es preciso decir y subrayar, además de exponer su
contenido, que es una teoría científica? Todos están de acuerdo en
que la ciencia no necesita propaganda. Por ejemplo, en los

11 C. Marx y F. Engels. Obras Escogidas en dos tomos, ed. en español, t. II, pág. 466,
Moscú, 1966.
43
Capítulo II
Peculiaridades y Dificultades del Conocimiento de la Sociedad
manuales de física no se insiste en demostrar que la física es una
ciencia; lo que se suele hacer es exponerla. En los trabajos de
mecánica cuántica no se dice que una solución sea la «única
científica». Nadie trata de indicar que la tabla de multiplicar es
exacta, se aprende de memoria y nada más. lPor qué, pues, hay
que esforzarse por demostrar la razón de las tesis y los enunciados
de las ciencias sociales? Hay que reconocer que estas preguntas
son legítimas. La respuesta se desprende al definirse el carácter
específico de la función de las ciencias sociales, sobre todo las que
guardan relación estrecha con la actividad sociopolítica de los
hombres. En las ciencias sociales se libra constantemente una
lucha de ideas, entran en pugna intereses, y el convencimiento
basado en el saber figura en ellas como factor de orden individual
y de gran valor social. La seguridad en la exactitud de las tesis y
conclusiones de las ciencias sociales determina la orientación
social del hombre. La influencia de una u otra teoría social
depende del número de sus adeptos, y para reunir bajo sus
banderas a más y más partidarios es preciso convencer y
demostrar la certeza de la ciencia, exponerla objetivamente,
comparándola con las otras concepciones. Es importante, aun sin
ser decisivo, para una u otra teoría saber a qué fines sirve, a qué
intereses está ligada y qué valores la orientan.

La teoría científica del desarrollo social da a todas estas


preguntas respuestas exactas y explícitas. Esta teoría presta sus
servicios a la construcción de una sociedad nueva, de una
sociedad superior, está ligada a los intereses de la clase obrera y
de todas las masas trabajadoras y explotadas y se guía por los
valores del humanismo, es decir, en última instancia, está ligada a
los intereses de todo el género humano. La esencia del hombre se
exterioriza en su actividad y su trabajo. La supresión de las
condiciones inhumanas de trabajo, la superac1on del
enajenamiento de la esencia humana y la emancipación del
trabajo son la finalidad humanista del marxismo.

44
CAPÍTULO 111

PREMISAS FILOSÓFICAS PARA LA INVESTIGACIÓN SOCIAL*

Hemos establecido que el conocimiento científico y


multilateral de la sociedad incluye necesariamente la teoría social
general. Sin embargo, se corre siempre el peligro de convertir esta
teoría en cierto esquema suprahistórica que se impone por la
fuerza a la realidad histórica concreta y lleva a construcciones
especulativas, a veces incluso lógicamente armoniosas y
atrayentes, pero muy ajenas a la marcha real de la historia.

Por eso, al exponer el materialismo histórico, queremos


recalcar desde el comienzo que es más bien una guía para el
estudio de la sociedad y que no es un modo de construcción de la
marcha de la historia, no es una llavecita mágica que nos libre de
la necesidad de estudiar los secretos de esta última. El
materialismo histórico no se plantea explicar la marcha concreta
de la historia en una u otra época, en uno u otro país. El
materialismo histórico estudia las leyes generales del desarrollo
de la sociedad y ofrece únicamente principios orientadores y
generales, no aplicables, por ejemplo, del mismo modo para
Inglaterra que para Francia o los Estados Unidos, para los países
capitalistas o los socialistas, los de industria desarrollada o los
que se hallan en desarrollo, puesto que son muy específicas las
condiciones concretas y toda la marcha de la historia de cada uno
de estos países o grupos de países.

El materialismo histórico es una parte orgánica de toda la


concepción del marxismo y está ligado inseparablemente a su
filosofía general. Pero los principios filosóficos se traducen en él al
idioma de la teoría social, sirviendo de base para toda
investigación social.
Fijamos la atención en estos principios filosóficos porque,
asentada precisamente sobre ellos, la teoría social general puede
servir de método científico para investigar la vida social.

El principio más importante que constituye la base de la


teoría científica de la sociedad, expresa su esencia y la distingue

• V. Kelle y M. Kovalzon, El Materialismo Histórico, Editorial Progreso, Moscú, 1986.


Capítulo III
Premisas Filosóficas para la Investigación Social
de las diversas concepciones sociofilosóficas de antes y de ahora,
es el principio materialista, la comprensión materialista de la vida
social.

El sentido del materialismo en la concepción de la historia


consiste en reconocer que la vida material de la sociedad y, ante
todo, el proceso social de la producción material no es
simplemente uno de tantos factores necesarios de la vida social,
sino la base material de la interacción de todos los fenómenos
sociales, que determina, en última instancia, la esfera espiritual,
lo mismo que todas las demás manifestaciones de la vida de la
sociedad.

La idea del materialismo en la historia ha suscitado


siempre diferentes actitudes hacia ella. Unos la consideran como
algo que se cae de su peso, para otros es algo primitivo y
absolutamente estéril en la ciencia; algunos estiman que esta idea
está presente en todas las teorías sociales, otros la rechazan en
absoluto. Lenin calibró con la mayor exactitud y acierto el
principio del materialismo en la historia, calificando de genial la
idea misma del materialismo en la sociología.

Al igual que la renuncia a las ingenuas <explicaciones>


mitológicas y religiosas de los fenómenos naturales y el paso a la
investigación de los mismos sirvieron de premisa lógica para las
ciencias naturales, la superación de los intentos de explicar la
historia a partir de la conciencia humana o sobrehumana y el
paso a las posiciones del materialismo son condiciones
indispensables y base de la comprensión científica objetiva de los
procesos que se producen en la sociedad. Pero, el materialismo
debe concretarse aquí y expresarse mediante un sistema de
conceptos que permita hacerlo realidad.

La elaboración de este sistema de conceptos es una gran


realización de la ciencia. Hasta en la mecánica, que estudia el
movimiento de partículas materiales, el movimiento de los
cuerpos en el espacio, es decir, el movimiento más sencillo y
elemental de cuantos el hombre conoce, con el que tiene que
tratar a diario, hubieron de pasar miles de años para que se
pudieran elaborar conceptos científicos del movimiento mecánico
y se descubrieran sus leyes. La mecánica clásica, establecida por
Galileo, Newton, Lagrange y otros grandes sabios, descansa en
conceptos tan conocidos como la velocidad, aceleración, masa,
inercia, fuerza, etc. Mediante las relaciones recíprocas entre estos
46
V. Kelle y M. Kovalzon

conceptos, la ciencia expresa las leyes de la naturaleza, cuyo


conocimiento permite utilizar las fuerzas naturales en la
actividad práctica del hombre. Ocurre lo mismo con los conceptos
del materialismo histórico, que se denominan categorías.

Categorías son los conceptos fundamentales de la ciencia


que reflejan los diversos aspectos esenciales del objeto que ésta
estudia. El objeto de la investigación de cualquier ciencia, y con
más razón la sociedad, constituye la unidad de distintos aspectos
y multiformes conexiones. Por eso es natural que no se pueda
reproducir en el pensamiento el objeto de la investigación en toda
la riqueza de aspectos y conexiones valiéndose de una sola noción
o de un solo concepto. Tan sólo un sistema de conceptos o
nociones, cada uno de los cuales brinda un conocimiento
unilateral o, como suele decirse, abstracto del objeto, permite
reproducir en el pensamiento la realidad concreta en toda su
diversidad, en proceso de movimiento y desarrollo. Las categorías
son fruto del análisis, del desmembramiento del objeto y sirven de
fases del conocimiento del mismo. No son creaciones arbitrarias
de la razón humana, sino el reflejo en la conciencia del hombre de
determinados aspectos, propiedades y conexiones del objeto que
se investiga.

La necesidad de elaborar categorías en el proceso histórico


del desarrollo del conocimiento viene precisamente condicionada
por el hecho de que no se puede dar una idea integral y concreta
del objeto investigado sin desmembrarlo y sin clasificar sus
distintos aspectos por categorías. Sin embargo, esto no es más que
un aspecto de la cuestión.
La necesidad de elaborar categorías la condiciona, además,
la importancia que tienen para el conocimiento de las leyes del
mundo objetivo. La misión del conocimiento no consiste en sólo
reproducir el objeto en el pensamiento, sino en descubrir sus leyes,
conexiones y relaciones esenciales. Pero la esencia del objeto sus
leyes no se hallan en la superficie de los fenómenos, están ocultas
y se encuentran fuera del alcance de los sentidos. Por eso es
preciso pasar de los fenómenos a la esencia, penetrar mediante la
teoría en la esencia del objeto y clasificar en las correspondientes
categorías el grado alcanzado en el conocimiento. Las leyes
objetivas expresan la relación entre esencias. Se reflejan en el
pensamiento corno leyes de la ciencia expresadas mediante la
relación de categorías. Por consiguiente, elaborar categorías es un
requerimiento lógico para definir las leyes de la ciencia.

47
Capítulo III
Premisas Filosóficas para la Investigación Social
El objeto del materialismo histórico debe reflejarse también
en las categorías científicas. En la sociedad, en tanto que objeto
material, existen y rigen también leyes objetivas. En este sentido,
dicho objeto no se diferencia en absoluto de los demás objetos
materiales. No obstante, la sociedad es un objeto de investigación
muy especial. Las categorías de las ciencias naturales, elaboradas
sobre la base de los fenómenos naturales, y los conceptos
filosóficos más generales no pueden reflejar y expresar el carácter
específico de la vida social. Por eso, en el proceso del conocimiento
de la vida social, el materialismo histórico elabora sus propias
categorías, recurriendo, con ese fin, a los adelantos de todas las
ciencias sociales.

El objeto de la investigación determina también la


composición de las categorías del materialismo histórico. Las
categorías fundamentales de éste son las que reflejan, bien los
aspectos esenciales de la vida social, comunes a todas las fases
del desarrollo histórico (ser social, conciencia social, modo de
producción, base, superestructura, etc.), bien la unidad interna y
la integridad de la sociedad en cada una de sus etapas (formación
socioeconómica, régimen de la comunidad primitiva, formación
esclavista, formación feudal, capitalismo, socialismo). Además, en
el materialismo histórico existen categorías que reflejan unos y
otros aspectos de la vida social propios sólo de algunas y no de
todas las formaciones, pero importantes para comprender el
desarrollo de éstas (clases, Estado, política, guerra, etc.).

La sociedad se presenta ante la visión mental del hombre


como una red de fenómenos, acontecimientos y procesos
concatenados. Lenin escribía: <Las categorías son peldaños de la
escala de conocimiento del mundo, son los nudos de la red que
ayudan a conocerla y a dominarla>. 1 Resultado del análisis de la
vida social y de la penetración de la esencia de ésta, las
categorías del materialismo histórico vienen a ser un determinado
balance del proceso de conocimiento. Al propio tiempo sirven de
puntos de apoyo en el avance del conocimiento partiendo de lo
conocido para descubrir la incógnita, de medio para asimilar la
diversidad real de la vida social y para dominar la compleja red
de fenómenos sociales. Dicho en pocas palabras, las categorías
son resultado y medio del proceso de conocimiento.

1 V. l. Lenin. Obras Completas, ed. En ruso, t. 29, pág. 85.


48
V. Kelle y M. Kovalzon

Finalmente, para bien las categorías del materialismo


histórico hay que considerar que este último, a diferencia de las
otras ciencias sociales, es una ciencia filosófica, metodológica, o
sea, una ciencia que no se limita a estudiar unos y otros aspectos
o procesos de la vida social sino la sociedad y la vida social como
proceso único, en interacción y conexión de todos sus aspectos y
es, por tanto, una teoría y un método general de conocimiento de
la sociedad. Por consiguiente, las categorías del materialismo
histórico tienen valor metodológico para conocer la vida social y
la actividad práctica de los hombres. Sin embargo, esto no quiere
decir que dichas categorías puedan servir de por sí corno base
para sacar conclusiones teóricas concretas y adoptar acuerdos
prácticos.

Las categorías y las leyes del materialismo histórico


expresadas con ayuda de aquéllas son el hilo que conduce a la
madeja de la realidad concreta en su conjunto y de ciertos
aspectos de la misma. Por eso, se pueden sacar conclusiones
teóricas correctas que sirvan de guía para la labor práctica, no a
partir de las categorías mismas, sino sólo del análisis de la
situación concreta, investigada por el método del materialismo
histórico, de sus categorías y leyes. A ello se debe, precisamente, el
que procuremos, en nuestra exposición del materialismo histórico,
caracterizar las categorías fundamentales de la ciencia partiendo
del punto de vista del contenido objetivo y del valor metodológico
que tienen para conocer y trasformar la vida social, para formular
y estudiar las leyes de la ciencias, para comprender la unidad y la
diversidad las conexiones internas y la integridad del proceso
histórico.

Las categorías fundamentales, con las que la idea general


del materialismo se traduce al idioma de la teoría social son los
conceptos de <ser social> y <conciencia social>. No cabe
identificarlas con los conceptos filosóficos generales <ser> y
<conciencia>. El ser social -la vida material de la sociedad- es una
categoría social específica. Al destacar el ser social desemejante
del ser natural en general, Marx enfoca la sociedad como objeto
cualitativamente especial que no puede reducirse al objeto físico,
biológico o espiritual. Aunque la sociedad existe en la naturaleza
y es inseparable de ella, aunque el hombre vivo es una unidad
biológica, ni las leyes del rn undo físico, ni las biológicas, de las que
la sociedad y el hombre no están libres, expresan el carácter
específico de la sociedad, por lo cual no pueden servir de

49
Capítulo III
Premisas Filosóficas para la Investigación Social
explicación de la misma. Para comprender el ser social, es preciso
conocer sus propias leyes.

En todos los fenómenos y procesos materiales existen y


rigen leyes objetivas específicas. El destacar el ser social como
base material de toda la vida social tiende el camino para
dominar las leyes del mismo, es decir, las leyes a que obedece la
historia. En ello se manifiesta igualmente la significación del
materialismo para el conocimiento del proceso social.

Sobre la base de lo vida material de la sociedad, a partir de


la diversidad de los relaciones sociales y de lo actividad de los
hombres, nace la conciencio social, o seo las distintas ideas,
concepciones, teorías, representaciones, sentidos sociales, etc.,
mediante la cual el hombre, los grupos y la sociedad entera
asimilan espiritualmente el mundo circundante, adquieren
conciencia de su propio ser y resuelven los problemas que se les
plantean. La conciencia es un elemento indispensable de la vida
social, ya que esta última es, en todas sus manifestaciones, fruto
de la actividad del hombre, ser consciente. Y el carácter, el nivel y
los tendencias del desarrollo de la conciencio social vienen
condicionados, o la postre, por el ser social, aunque la interacción
real entre ellos, como veremos más adelante, es muy compleja y
multiforme.

Así, en los conceptos del ser social y de la conciencia social


se resuelve el problema fundamental de toda teoría filosófico-
sociológica: el problema de qué principio -el material o espiritual-
es el primario, principal y determinante en la vida social. La
solución materialista del problema implica el reconocimiento de la
primacía del ser social respecto de la conciencio social; es la base
de la concepción materialista de la historia, y los categorías
mencionadas son de valor básico para todo el sistema de
conceptos del materialismo histórico.

Ahora bien, por importante que sea el principio


materialista del análisis de la vida social, su aplicación
consecuente no es posible sin poner en claro el problema de si el
objeto sometido a investigación es inmutable o se hallo en proceso
de desarrollo y en qué conceptos -inmóviles, absolutos o
variables, relativos y flexibles- hay que reflejarlo. En nuestro
dinámico siglo, cuando ante los ojos de una generación se operan
colosales cambios en la vida social, la respuesta a esta pregunta
aparece de por sí clara. Por supuesto, la sociedad se desarrolla, y
50
V. Kelle y M. Kovalzon

hay que reflejarlo en conceptos flexibles y variables. Sin embargo,


no sólo en el pasado, sino también en el presente, muchos
sociólogos, historiadores y políticos se valen de conceptos,
convicciones y expresiones estereotipadas, ya plasmadas y
gratas para cada uno de ellos, a fin de comprender los
acontecimientos que se producen en la sociedad. Ellos operan con
los conceptos de <sociedad>, <naturaleza humana>,
<personalidad>, <libertad>, etc., como términos impregnados
siempre de un mismo contenido; descubren el <capital>, la
<plusvalía> y otros fenómenos análogos ya en la antigüedad;
consideran las diversas sociedades, antiguas o modernas, desde el
punto de vista de su correspondencia a ideales abstractos;
moralizan en torno a lo que ocurre en la sociedad empleando
categorías suprahistóricas de la moral. Todo esto los incapacita
para comprender el auténtico carácter de los cambios operados en
la sociedad y emprender un estudio objetivo de los mismos. En
oposición a esta postura, la premisa filosófica de la investigación
efectivamente científica consiste en el reconocimiento de los
cambios objetivos que se operan en la sociedad, y de su evolución
progresiva, como también la elaboración de un método de manejo
de los conceptos científicos capaz de abarcar las alteraciones de
la sociedad en toda su profusión, en sus interconexiones
multiformes, en su pasado y su futuro, en sus tendencias y
contradicciones. Este modo de abordar la vida social y sus
categorías se llama dialéctico.

El enfoque dialéctico del conocimiento de todos los


fenómenos sociales, el estudio de la sociedad sirve de punto de
partida filosófico fundamental para la investigación social.
Impone el deber de estudiar la sociedad en proceso de desarrollo a
través de las contradicciones, el deber de explicar cómo se ha
dado uno u otro fenómeno social, por qué etapas ha pasado en su
evolución, a qué grado ha llegado en el presente y qué gérmenes
entraña para el porvenir. De este modo, la dialéctica se manifiesta
en las investigaciones sociales, ante todo en forma de enfoque
histórico de la sociedad, de los fenómenos sociales, lo que se llama
brevemente principio del historicismo.

Por cuanto la sociedad y sus componentes revisten en cada


época concreta una forma bien determinada, deben ser
rigurosamente determinados y estables los conceptos que lo
reflejan. Al propio tiempo, por cuanto la sociedad y toda la
realidad que tratemos de conocer se hallan en constante
evolución y modificación, deben modificarse los conceptos que los
51
Capítulo III
Premisas Filosóficas para la Investigación Social
reflejan y nuestros conocimientos acerca de ellas. La dialéctica
del conocimiento, el uso de conceptos sociales implica, por
consiguiente, el relativismo, es decir, reconoce el carácter relativo
y variable de los conceptos de la ciencia. Ahora bien, reducir la
dialéctica al relativismo sería error por principio, ya que en ella se
reconoce, como señala Lenin, el carácter relativo de los
conocimientos humanos <no en el sentido de la negación de la
verdad objetiva, sino en el sentido de la condicionalidad histórica
de los límites de la aproximación de nuestros conocimientos a esta
verdad>.2 Dicho con otras palabras, el conocimiento científico
entraña la verdad objetiva que no se expresa en el conocimiento
de golpe, entera y completamente, sino en verdades relativas e
incompletas. El desarrollo, el progreso del saber, consiste en que
arranca de las verdades relativas para llegar a la verdad
absoluta. Y el relativismo, reconociendo sólo el carácter relativo
de los conocimientos humanos, es decir, exagerando y elevando al
absoluto su variabilidad, y declarando que en el mundo todo es
sólo relativo, conduce, al fin y a la postre, al idealismo subjetivo, a
la negación de la verdad objetiva y del contenido objetivo no ya
sólo de unas y otras teorías científicas, sino de todo el
conocimiento humano. En la esfera del conocimiento histórico
conduce también a negar la posibilidad de alcanzar el
conocimiento objetivo y de apreciar objetivamente unos y otros
acontecimientos, a negar el conocimiento objetivo de la sociedad,
del contenido objetivo y estable de los conceptos utilizados por la
ciencia social, deben conjugarse dialécticamente la exactitud, la
precisión y la estabilidad con la flexibilidad, la variabilidad y la
relatividad.

No es dificil advertir que el principio del materialismo y el


principio dialéctico del historicismo en el estudio de la sociedad
ayudan a converger en un mismo objetivo: el conocimiento del
objeto que se investiga tal y como es de por sí. En eso reside la
unidad orgánica de los dos principios.

La sociedad es un sistema que existe y evoluciona


objetivamente. No obstante, esta definición de la sociedad no la
destaca como objeto específico del conocimiento; separándola de
la naturaleza, por cuanto en ambos casos se investigan las leyes a
que obedecen el funcionamiento y los cambios de sistemas
materiales.

2 V. l. Lenin. Obras Completas, ed. En ruso, t. 18, pág. 139.


52
V. Kelle y M. Kovalzon

Pero, como hemos dicho en el capítulo precedente, la


sociedad es un objeto que se distingue por principio de la
naturaleza, por cuanto contiene, además, el sujeto. Por eso, la
ciencia social debe investigar la sociedad no sólo como sistema de
relaciones sociales, y estudiar al hombre no sólo como una unidad
dentro de dicho sistema, como átomo del organismo social, sino
también corno sujeto de estas relaciones, como personalidad
activa y creadora, con su propio mundo espiritual, vida
emocional, amor y odio. La ciencia social que hace abstracción del
sujeto se vuelve indiferente respecto a los valores humanistas y
puede emplearse en perjuicio del hombre. Pero hay, además, otro
aspecto importante: la ciencia no se limita a reconocer la
necesidad de investigar los problemas humanos, debe también
elaborar el principio y los procedimientos de tal investigación. Y
aquí surge, ante todo, una pregunta: ¿puede la ciencia social, por
principio, hacer del hombre objeto de su investigación en tanto
que sujeto de la historia, la actividad de éste, su mundo espiritual
interno, sus sufrimientos y alegrías, sus aspiraciones y pasiones?
¿No será todo eso objeto sólo del arte y de la literatura? En efecto,
la ciencia social no se ocupa del mundo interno del hombre sólo
como tal, pero puede y debe estudiarlo en lo externo, ante todo en
los modos de proceder, en las acciones. Ahora bien, el principio de
la actividad reviste un carácter más amplio y filosófico. El hombre
no es un ser contemplativo sino activo. Precisamente a través de
la actividad es cómo el hombre social transforma el mundo y a sí
mismo. En la actividad se manifiestan y se materializan las
fuerzas de la esencia humana. Según expresión de Carlos Marx, la
propia historia es el devenir del hombre a través del trabajo
humano, es decir, a través de su propia actividad. Al margen de la
actividad no existe historia ni sociedad, ni el propio hombre. En
esencia, la vida social reviste un carácter práctico. Esta es la
razón por la que sólo se puede analizar al hombre como sujeto a
través de su actividad debe considerarse como una de las más
importantes premisas filosóficas para la investigación social.

En el marxismo, el principio de la actividad va ligado


orgánicamente al materialismo y la dialéctica. Tratase, en primer
lugar, de la interpretación dialéctico-materialista de la actividad
misma y, en segundo lugar, de que el principio de la actividad
permite superar el enfoque pasivo y contemplativo de la sociedad,
orienta la ciencia a investigar tanto el objeto como el sujeto de la
actividad y hace que la emplee como instrumento de
transformación de la realidad y de fomento de la actividad social
del sujeto.
53
Capítulo III
Premisas Filosóficas para la Investigación Social

La actividad no es una simple manifestación de la


diligencia espontánea del hombre, como estiman los pragmatistas,
sino la interacción material del hombre social con el mundo
material, incluidas tanto la naturaleza como la sociedad. En el
proceso de la actividad material, el hombre ejerce determinado
efecto en el objeto, lo modifica con arreglo a la finalidad
planteada. Por eso en la actividad se unen los objetivos, las
aspiraciones y los conocimientos del hombre con el mundo
material, es decir, se unen lo material y lo ideal. La actividad, la
práctica del hombre social es la encarnación de dicha unidad: el
objeto es transformado y modificado en consonancia con los fines
que se plantea el hombre, y los fines, las aspiraciones y los
conocimientos adquieren un carácter objetivo y material en la
actividad y sus resultados.

El principio de la actividad es, además, importante para la


investigación social porque permite determinar los límites y
comprender hasta qué punto es relativo contraponer en la
sociedad la materia y la conciencia, lo material y lo ideal. Esta
contraposición es indispensable por cuanto se plantea el problema
de definir qué es
primario en la sociedad y qué es secundario. Como hemos visto, no
es posible crear una teoría social científica sin resolver antes este
problema. Pero, fuera de los límites de su solución, contraponer lo
material y lo ideal es relativo, ya que ambos se encuentran en
unidad indestructible. Por eso, en la actividad, en la que se
encarna esta unidad, pierde todo sentido la contraposición
absoluta de la materia y la conciencia.

Al examinar el principio de la actividad, no se puede eludir,


como es claro, el problema de la relación entre la actividad y las
condiciones y leyes objetivas que rigen la historia de la sociedad.
La teoría social del marxismo comprende dos tesis, que diríase, son
incompatibles y que pareciera se contradicen lógicamente: la
primera dice que el proceso histórico es producto de la actividad
de los hombres, la segunda afirma que la vida y el desarrollo de la
sociedad obedecen a leyes objetivas independientes de la
voluntad, la conciencia y la activad de los hombres. El que los
hombres hagan la historia, el que su actividad posea un carácter
creador podría suscitar la idea de que los hombres pueden hacer
la historia de distintos modos, pueden hacerla avanzar en uno y
otro sentido. lAcaso era inevitable la victoria del fascismo en
Alemania? lAcaso no podía haber sido otra la marcha de los
54
V. Kelle y M. Kovalzon

acontecimientos? Por ejemplo, antes de la guerra, el fascismo no


pudo vencer en Francia, pese a que se intentó implantarlo. lAcaso
era inevitable la <revolución cultural> rnaoísta en China? Se sabe
que había en ese país fuerzas capaces de impedir la caída de
China en ese abismo de anarquía y arbitrariedad. Todo eso quiere
decir que, en cada caso concreto, la marcha de los
acontecimientos podía tanto haber sido ésa corno otra. Todo
dependía de los hombres, de sus concepciones, aspiraciones,
diligencia y fuerza. De reconocer natural y lógico el curso de estos
acontecimientos, la actividad de los hombres y su iniciativa se
reduciría a cero o, todo lo más, a algo insignificante. lAcaso el
reconocimiento de las leyes objetivas de la historia no descarta la
significación propia e independiente de la actividad? lAcaso es
incompatible el principio de la actividad con el reconocimiento de
que la marcha de la historia obedece a la acción de leyes
objetivas?

La historia de la ciencia social muestra que esta antinomia


ha ocupado las mentes de muchos pensadores, y éstos, por lo
común, solían elegir una de sus partes. Unos reconocían que la
marcha de la historia era fatalmente inevitable y que los hombres
tenían la falsa idea de que hacían lo que querían, mientras que, en
realidad, hacían lo que les imponía la implacable necesidad (o la
suerte, o las fuerzas supremas). Otros, al contrario, dando
prioridad a la actividad hacían caso omiso de toda ley de la
historia.

lDónde está, pues, la verdad? lSe descartan,


efectivamente, estas dos tesis la una a la otra o se las puede unir?
Resulta que no sólo se puede, sino que se debe unirlas. Ni la
concepción fatalista de la historia, que lo proclama todo
inevitable y convierte al hombre en un títere, ni la concepción
voluntarista y subjetivista ofrecen las necesarias bases para
conocer la realidad histórica. El fatalismo conduce siempre al
absurdo, ya que erige la casualidad en imperativo histórico. Y el
voluntarismo, para el que la marcha de la historia sólo es
producto de la creación libre de los hombres, de su voluntad libre
y de la libre fijación de las metas, tropieza también con muchos
problemas que no puede resolver. Por ejemplo, lqué explicación
tienen, partiendo del voluntarismo, el hecho capital de que los
resultados de la actividad en la historia sean a menudo
diametralmente opuestos a los objetivos planteado por los
hombres? El hombre procura el bien, pero, a veces, hace el mal.
Por algo se dice que de buenas intenciones está empedrado el
55
Capítulo III
Premisas Filosóficas para la Investigación Social
camino del infierno. La disparidad entre los objetivos planteados,
y los resultados de la actividad atestigua que en la historia
actúan fuerzas no controladas por los hombres, fuerzas que
determinan, en última instancia, los resultados concretos de la
actividad. Las leyes objetivas existen tanto en el medio exterior
que rodea la sociedad como dentro de la misma. Ahora bien, para
unir la actividad de los hombres a las leyes del desarrollo social,
sin privar de sentido creador la actividad, se requiere la
dialéctica, la cual permite superar el espíritu unilateral del modo
metafísico de pensar.

Cada nueva generación que se incorpora a la vida de la


sociedad encuentra condiciones sociales ya plasmadas y actúa
sobre la base de ellas, reproduciéndolas o modificándolas. Dichas
condiciones crean determinadas posibilidades para una u otra
actividad y de ellas dependen los medios materiales y espirituales
de dicha actividad. El nivel de desarrollo antes alcanzado entraña
cierta suma de problemas sociales de los que los hombres
adquieren conciencia y cuya solución se convierte en tarea suya.
Así se explica que no se pueda separar la actividad de las
condiciones objetivas en que se lleva a cabo. La presencia de
estas últimas no merma la importancia y la independencia de la
actividad del hombre, ni mucho menos. Muy al contrario, permite
comprender mejor esta actividad. La conexión de los tiempos
históricos prueba también la existencia de tendencias
predominantes en los cambios que se operan en la sociedad, es
decir, de las leyes que presiden la marcha de la historia y
expresan el aspecto esencial de la realidad histórica. El
planteamiento teórico general del problema de la conexión entre
las leyes sociales objetivas y la actividad de los hombres consiste
en lo siguiente. En primer lugar, la actividad de los hombres entra
en la cadena objetivamente necesaria de acontecimientos que
integran el proceso histórico. Los hombres producen lo
indispensable para vivir, perfeccionan los instrumentos de
trabajo, se esfuerzan por lograr los objetivos planteados, luchan
para mejorar las condiciones de su existencia, etc., con lo cual
crean su vida social, que corre ininterrumpidamente, cada hora y
cada minuto. Al margen de la actividad práctica de los hombres ni
siquiera cabe hablar de leyes del desarrollo social. Pero, la
dialéctica de la historia es tal que el hombre modifica las
circunstancias bajo el efecto de las propias circunstancias, que las
leyes del desarrollo social manifestándose sólo en la actividad
práctica de los hombres, determinan también el contenido y el
sentido de dicha actividad. La victoria del socialismo en todo el
56
V. Kelle y M. Kovalzon

mundo es inevitable. La determina la acción de las leyes del


desarrollo social en la época contemporánea. Sin embargo, esa
victoria sólo se puede lograr a través de una lucha abnegada de
las fuerzas sociales de vanguardia, que superan la resistencia de
la vieja sociedad, sólo a través de la actividad práctica de cientos
de millones de seres humanos.

En segundo lugar, las leyes no determinan más que la


dirección general del proceso histórico, mientras que la marcha
concreta de la historia, el <dibujo> detallado de dicho proceso, así
como las formas y el ritmo de desarrollo, los determinan causas
más concretas, comprendida la iniciativa creadora del hombre. La
sociedad se desarrolla con arreglo a leyes objetivas y la persona
se ve limitada en sus acciones por determinadas condiciones
materiales. Pero dentro del marco de la necesidad objetiva -que
es bastante extenso-, el hombre puede adoptar distintos acuerdos,
tener las más diversas iniciativas en consonancia con sus
intereses, con su idea de las condiciones objetivas, con las
circunstancias concretas de la actividad, etc. El que los actos
humanos estén determinados por unas y otras condiciones no
debe interpretarse como determinismo mecanicista, ya que la
persona no es una partícula mecánica, y sus actos no son
idénticos al movimiento de un cuerpo mecánico bajo el efecto de
un impulso exterior. Cada pueblo tiene su propia historia, aunque
en todos los países de igual régimen socioeconómico actúen leyes
similares. Por eso no se puede contraponer el reconocimiento de
las leyes objetivas del desarrollo social carácter creador de la
actividad humana en la sociedad. Esta actividad es la fuerza que
mueve el desarrollo de la sociedad y crea, en el sentido estricto de
la palabra, la historia en toda su diversidad concreta.

Por tanto, los hombres son los que hacen la historia, pero no
la hacen a su antojo, sino con arreglo a las condiciones objetivas y
las leyes sociales. Estas últimas existen, indiscutiblemente, pero
su acción no es fatal, ya que se manifiestan, a través de la
actividad, en el choque de las diversas fuerzas sociales, y no
prescriben, ni mucho menos, la marcha concreta de la historia.

Lenin subrayó con gran fuerza esta idea: <El marxismo se


diferencia de todas las demás teorías socialistas por la magnífica
unión de una completa serenidad científica en el análisis de la
situación objetiva de las cosas y de la marcha objetiva de la
evolución, con el reconocimiento más decidido de la importancia
de la energía revolucionaria, de la creación revolucionaria y de la
57
Capítulo III
Premisas Filosóficas para la Investigación Social
iniciativa revolucionaria de las masas, así como, naturalmente, de
los individuos, de los grupos, organizaciones y partidos que saben
hallar y establecer relaciones con tales o cuales clases>. 3

El enfoque sensato y sereno de la realidad se opone al


arbitrio aventurero de izquierda; el reconocimiento del papel de la
iniciativa creadora, de los propósitos nobles y de la energía
revolucionaria de las masas, se opone a la adaptación oportunista
a las condiciones con que se cuenta.

El enfoque dialéctico materialista de la historia es la unión


del realismo sensato con la visión revolucionaria y clara del
objetivo.

Este enfoque impone, por una parte, la necesidad de


desarrollar constantemente la teoría y de ponerla a tono con la
cambiante situación histórica y, por otra, la necesidad de sostener
una lucha intransigente contra los distintos enemigos del
materialismo histórico, que se valen de cada nuevo zigzag de la
historia, de cada dificultad del conocimiento, para atacar la teoría
científica del desarrollo social. Precisamente este enfoque de la
historia es inherente al movimiento global progresista que
pretende superar el actual ordenamiento social capitalista,
guiándose por el conocimiento que nos brinda la ciencia de la
sociedad y, además, haciendo todo lo posible por seguir
desarrollándola, ocupándose intensamente de los problemas
teóricos y del desarrollo creador de la teoría.

3 V. l. Lenin. Obras Completas, ed. En ruso, t. 16, pág. 23.


58
CAPÍTULO IV

SISTEMAS SOCIALES*

La formación socioeconómica como sistema social.

Visto que toda sociedad está compuesta de personas,


podría parecer lógico comenzar a estudiarla por la característica
de cada individuo aparte. Sin embargo, semejante procedimiento
no sería fructífero. No podemos decir nada que valga del
individuo fuera de su conexión con una u otra sociedad porque él
mismo es formado por esta sociedad. Además la sociedad no es
simple conjunto de individuos, sino un sistema complejo y
dinámico. Las personas nacen, viven, mueren, pero la sociedad, en
tanto que sistema, perdura.

¿cuál es, pues, el carácter de este sistema? ¿Qué rasgos


distintivos hay que tomar por base para destacar sus elementos?
La historia conoce distintas formaciones: étnicas, raciales y
regionales. Algunos estudios parten para analizar la vida social de
los rasgos peculiares de la cultura; como la occidental o la
oriental. Así también rasgos de la religión; sea esta cristiana,
pagana u otra, y así sucesivamente. Pero la sociedad no es un
sistema biológico o cultural, sino social.

Es por eso que se analiza la sociedad como sistema social;


tratando de poner en claro su estructura, las leyes de su
funcionamiento y su desarrollo.

No es dificil comprender que mientras se hable de sociedad


en general no es procedente el análisis científico y objetivo de la
historia, puesto que en ella, como se sabe, han existido y existen
realmente sociedades perfectamente concretas, como, por
ejemplo, el antiguo Imperio Romano esclavista, la Francia feudal
de Luis XIV, los Estados Unidos de América capitalistas, entre
otras. Para el conocimiento científico de la historia de estas
sociedades se necesita un concepto que, en medio de todo el
torrente de acontecimientos históricos, permita destacar lo que
distingue y separa el uno del otro. En caso contrario, la teoría no

• V. Kelle y M. Kovalzon, El Materialismo Histórico, Editorial Progreso, Moscú, 1986.


Capítulo IV
Sistemas Sociales
puede fijar su peculiaridad, es decir, no ayuda a dominar la
realidad.

Este concepto fundamental, elaborado por Carlos Marx


dentro del Materialismo Histórico; como un aporte a la Sociología
Científica y que permite definir a la sociedad históricamente
determinada como sistema social es la categoría de la formación
socioeconóm ica1•
La categoría de la formación social viene a ser algo así
como el resultado de la comprensión teórica de la historia
universal, considerada, por un lado, como un proceso, a través del
tiempo, de ascensión humana de la barbarie a la civilización
actual y, por otro lado, como conjunto de historias, desplegadas en
el espacio, de unos y otros países, pueblos, agrupaciones
regionales y Estados.

Cierto es que el concepto de <formación socioeconómica>


tampoco ofrece una idea concreta de la sociedad, pero permite
emprender su estudio científico. Valiéndose, por ejemplo, del
concepto <sociedad feudal> o <formación feudal>, la ciencia
destaca, en base a la sintetización de la historia, en su curso,
determinado período, como cierto estado de la sociedad distinto
del precedente (esclavista) y del siguiente (capitalista). Cada
formación socioeconómica es un sistema social,
cuantitativamente medible, cualitativamente determinado y
relativamente estable.

Sin embargo, no sólo Roma fue esclavista, también lo


fueron Atenas, Esparta y Cartago. No sólo Francia fue un país
feudal, también lo fueron Rusia, China o Alemania. No sólo EUA. Es
un país capitalista, también lo es Francia, Italia o el Japón. En el
concepto <formación> se destaca lo esencialmente común, lo que
es típico del régimen de los diversos países que se hallan a un
mismo nivel de desarrollo histórico, encubierto por las
peculiaridades singulares de su historia. El destacar estos
caracteres comunes y esenciales permite aplicar a la historia el
criterio científico general de la repetición y abordar el
conocimiento de las leyes que rigen en la fase concreta del
desarrollo histórico dentro del marco del sistema social concreto,

Pueden usarse como sinónimos de este concepto las expresiones formación


económica-social o simplemente formación social.
60
V. Kelle y M. Kovalzon

ya que la repetición es prueba de que en el objeto existen y


actúan regularidades.

Marx, en su trabajo básico, El Capital, analiza las leyes


económicas y sociales del funcionamiento y desarrollo de una
formación social: la capitalista. Por cuanto en el siglo XIX, cuando
se escribió este trabajo, el país capitalista más desarrollado era
Inglaterra, Marx ilustró las tesis teóricas de su libro con datos de
la vida socioeconómica de este país. No obstante, las tendencias
descubiertas por él en el desarrollo del capitalismo como sistema
socioeconómico son válidas no sólo ya para Inglaterra, sino para
cualquier país que se halla en la fase del capitalismo, puesto que
las leyes objetivas no corresponden concretamente a un solo país,
sino a toda la formación, es decir, a una determinada fase del
desarrollo histórico de la sociedad.

Precisamente a la diferencia entre las formaciones y sus


leyes se debe el que acontecimientos asombrosamente análogos,
pero ocurridos en distintas condiciones históricas, den resultados
absolutamente distintos. Veamos un ejemplo. Marx confrontó dos
procesos análogos: el que los campesinos de la Roma antigua se
vieran privados de tierra igual que en el período de la
acumulación originaria. En ambos casos se formó un contingente
humano expulsado de sus condiciones materiales de vida, es decir,
una gran cantidad de trabajadores libres privados de medios de
producción. Pero, mientras los expropiados romanos eran una
plebe ociosa, que vivía a cuenta de la sociedad, muchos de los
expropiados durante el período de la acumulación originaria se
convirtieron en proletarios industriales de la sociedad capitalista,
constituyendo el ejército de los trabajadores a cuenta de los
cuales se enriquece la clase dominante 2 •

Al aclarar el contenido y la significación del concepto de


formación social hay que tener presente que cada sociedad
concreta no es una aglomeración caótica de distintos fenómenos
sociales, sino un sistema integral, en el que todos los aspectos se
hallan en interacción, orgánica y reciprocamente ligados.

Muchos sociólogos e historiadores burgueses se atienen a la


llamada <teoría de los factores>, según la cual el proceso histórico
es fruto de la interacción de diversos <factores>, entre los que
figuran en igual importancia la economía y el papel del individuo,

2 Véase C. Marx y F. Engels. Obras, ed. en ruso, t.19, págs.119-121.


61
Capítulo IV
Sistemas Sociales
el Estado y las condiciones geográficas, las ideas o el crecimiento
demográfico entre otras. El defecto de la <teoría de los factores>
consiste en que no señala la base de la interacción de todos los
fenómenos sociales, en que considera a la sociedad como un
conjunto mecánico de tales fenómenos. El materialismo histórico
no niega, que en la historia existen distintos factores en constante
interacción. Pero, frente a la ecléctica3 <teoría de los factores>, el
marxismo 4 estima que la sociedad es en cada período concreto de
su desarrollo un <órgano social> íntegro y único, en el que los
diversos fenómenos sociales se hallan en conexión interna y en el
que las fuerzas en interacción no son todas iguales por su
importancia. El materialismo histórico destaca entre ellas el modo
de producción de los bienes materiales como base de la
interacción de todos los fenómenos sociales, como base material
de la formación socioeconómica.

Finalmente, el concepto de <formación socioeconómica>


define no sólo un sistema histórico concreto de relaciones, sino,
además, la actividad social de la humanidad, que reproducen o
modifican estas relaciones. El carácter de las aspiraciones y los
estímulos de la actividad, de las condiciones y los resultados de
ésta, viene determinado por circunstancias concretas, es decir, al
fin y a la postre, por el tipo de formación social. El campesino
feudal trata de conseguir tierra, de liberarse de los pagos en
especie y de las cargas por arrendamiento; el obrero asalariado
lucha por el aumento de sus salarios, y el trabajador de la
sociedad socialista se ocupa no sólo de sus intereses, sino de los
intereses generales de la construcción de la nueva sociedad. No se
puede comprender esta diferencia de aspiraciones, estímulos,
propósitos y acciones de las personas si no se las ve dentro del
marco de las determinadas formaciones históricas.

Por tanto, se define la formación socioeconómica como una


sociedad determinada, históricamente concreta, que constituye

Eclecticismo. (De ecléctico). m. Modo de juzgar u obrar que adopta una postura
intermedia, en vez de seguir soluciones extremas o bien definidas. 11 2. Escuela
filosófica que procura conciliar las doctrinas que parecen mejores o más
verosímiles, aunque procedan de diversos sistemas. Encarta® 2005.
4 Marxismo. m. Doctrina derivada de las teorías de los filósofos alemanes Friedrich
Engels y Karl Marx, consistente en interpretar el idealismo dialéctico de Hegel como
materialismo dialéctico, y que aspira a conseguir una sociedad sin clases. 2. Cada
uno de los movimientos políticos fundados en una interpretación más o menos
estricta de este sistema. Encarta® 2005.

62
V. Kelle y M. Kovalzon

un sistema de fenómenos y relaciones sociales en su unidad


orgánica e interacción, sobre la base de un modo concreto de
producción, un sistema que se desarrolla con arreglo a leyes
específicas.

El concepto de formación permite reducir el aparente caos


de la vida social a la historia de los organismos sociales que se
suceden de modo regular y objetivo: el régimen de la comunidad
primitiva, primera formación social en la historia, la formación
esclavista, la feudal y la capitalista, de la que la humanidad pasa
ahora a la formación social socialista. En el cuadro de la
comunidad primitiva fueron creadas las premisas para el progreso
de la civilización. Las formaciones esclavista, feudal y capitalista
tienen por base la propiedad privada y se distinguen por
contradicciones antagónicas 5 • El rasgo común de todas ellas
consiste en que se asientan en relaciones de dominación y
subordinación, y las contradicciones que las corroen suscitan
luchas de clases, guerras y revoluciones.

La formación socialista es la fase que niega, conserva y


supera a la capitalista y se basa en las relaciones de colaboración
y de igualdad social. En ella florece la personalidad, lo mismo que
la cultura material y espiritual del género humano.

La importancia del concepto de formación socioeconómica


reside en que permite proceder al estudio de la historia como
proceso único y objetivo del desarrollo de la humanidad. La
elaboración de este concepto ofrece cuatro posibilidades:
En primer lugar; separar un período de la historia de otro,
destacar en el pasado de la sociedad fases cualitativamente
específicas, cada una con sus propias leyes de avance, y
emprender el estudio científico del desarrollo de la humanidad;

En segundo lugar; revelar los caracteres comunes, que se


repiten y son propios de diversos países situados a un mismo nivel
de desarrollo social, como; las formas de propiedad, las relaciones
de producción, las formas de explotación, las clases
fundamentales, y emprender el estudio de las leyes de la vida
social;

s Antagonismo. (Del gr. ἀνταγωνισμός ). m. Contrariedad, rivalidad, oposición


sustancial o habitual, especialmente en doctrinas y opiniones. 11 ~ biológico. m.
Interacción entre organismos o sustancias que causa la pérdida de actividad de
uno de ellos, como la acción de los antibióticos frente a las bacterias. Encarta®
2005.
63
Capítulo IV
Sistemas Sociales

En tercer lugar; poner al descubierto la unidad y la


conexión dialéctica que existen entre los diversos fenómenos de la
vida social en cada período concreto y destacar la base material
de la interacción de todos los fenómenos sociales; y,

En cuarto lugar; ver en el desarrollo de la sociedad el


resultado de la actividad humana, por cuanto la categoría de
<formación> une esta actividad a las condiciones de una sociedad
históricamente concreta. El concepto de formación social es la
piedra angular de la comprensión materialista de la historia.

La existencia de diferencias sustanciales e incluso


cardinales entre los organismos sociales -las formaciones
sociales- no suprime el hecho de que todas ellas son fases del
desarrollo histórico de la humanidad y de que, a la par con las
diferencias, las formaciones poseen caracteres comunes y pasan
por procesos análogos. Por ejemplo, los procesos del progreso
industrial y de la revolución tecno-científica se producen en la
sociedad socialista y en la capitalista. Cae de su peso que se
operan en forma social cualitativamente distinta y dan lugar a
diferentes consecuencias sociales, pero, de por sí, contienen
ciertos elementos comunes: la migración de la población rural a
las ciudades, los procesos de urbanización, el aumento de la
intelectualidad tecnocientífica o el incremento del papel de la
ciencia.

Además, vista la desigualdad del desarrollo histórico, unos


mismos procesos se producen en épocas distintas en los diversos
países. Unos Estados salen adelante, otros se rezagan. Así se
explica que países que se hallan en distintas fases de
desarrollo y pertenecen a diferentes formaciones existan en
interacción e influyan los unos en los otros, lo cual ejerce
necesariamente cierto efecto en su progreso y sus destinos. Todo
eso prueba una vez más que el concepto de formación ofrece un
medio de estudio de la historia concreta, pero no puede sustituirla.

En el concepto de formación social, el enfoque en sistema se


aplica a toda la sociedad. Pero, ésta, en tanto que sistema social,
comprende una multitud de distintas formaciones, cada una de
las cuales puede considerarse también como un sistema. Esta es la
razón de que la sociedad (y la formación) conste de gran número
de subsistemas, cuyo análisis sistemático y detallado constituye
un problema muy complejo. Es natural que, al analizar la sociedad
64
V. Kelle y M. Kovalzon

como sistema social, se haga abstracción de elementos


particulares y se destaquen los elementos estructurales básicos,
principales y generales del mismo.

Por supuesto, para lograr el conocimiento completo y toral 6


del proceso histórico es preciso tomar en consideración todos los
fenómenos que influyan de alguna manera en él. Unos ejercen
una influencia mayor, otros menor. Por eso es lógico que la teoría
general, en su primera aproximación, se oriente a analizar los
fenómenos y aspectos principales y esenciales de la vida social;
los que constituyen la armazón del sistema social, de toda la
sociedad. El análisis estructural global permite elaborar los
princ1p10s metodológicos básicos para la investigación de
cualquier fenómeno y proceso social. Pero no cabe circunscribirse
a ello en la explicación concreta de los mismos. Es preciso tener en
cuenta lo más posible la diversidad de los factores, fuerzas,
causas y circunstancias que entran en juego. Esto permite
penetrar cada vez más hondo en la esencia de los acontecimientos
por los que pasa la sociedad y evitar que nuestros conocimientos
de la sociedad se transformen en algo absoluto, terminado e
invariable.

Las distintas formaciones poseen elementos estructurales


comunes, y también específicos.

Elementos estructurales comunes:

El modo de producción, base económica material de la formación


social.

Cualquiera que sea la organización de la sociedad humana,


cualquiera que sea el grado de desarrollo en que se encuentre, la
primera condición de su existencia es el recambio de materias con
el resto de la naturaleza para satisfacer sus necesidades de
víveres, ropa, vivienda y otras. Ahora bien, el ser humano no
encuentra ya hechos en la naturaleza todos los bienes materiales

6 Toral. Adj. Principal o que tiene más fuerza y vigor en cualquier concepto.
Fundamento toral. 11 2. Hond. Dicho de un problema: Muy importante. 11 3. m. Ingen.
Molde donde se da forma a las barras de cobre. 11 4. lngen. Barra formada en este
molde. □ V. arco~, cera~. Encarta® 2005.

65
Capítulo IV
Sistemas Sociales
que necesita y tiene que producirlos él mismo. Son escasos los
bienes que consumen los seres humanos y que toman
directamente de la naturaleza. Por tanto, la producción es
siempre y en todas las condiciones la base de la existencia de la
humanidad, es una necesidad eterna y natural. Empero, la
importancia de la producción en la vida de la sociedad no se
reduce a facilitarle los medios de subsistencia. El descubrimiento
científico de Marx y Engels consiste en la siguiente demostración:
"al producir bienes materiales, la sociedad produce y reproduce
todo el régimen de su vida y que en el proceso de producción el
productor se forma como ser social".

El modo de producción es <un determinado modo de la


actividad de los individuos, un determinado modo de manifestar
su vida, un determinado modo de vida de los mismos. Tal y como
los individuos manifiestan su vida así son>. Lo que son coincide,
por consiguiente, con su producción, tanto con lo que producen
como con el modo cómo producen. Lo que los individuos son,
depende por tanto, de las condiciones materiales de su
producción7 • Esta es la razón de que la estructura de toda
formación socioeconómica venga determinada por el modo de
producción de la vida social que le es propio.

En el proceso de trabajo, el ser humano modifica la materia


natural y la transforma en objeto para satisfacer sus necesidades.
A diferencia de los animales, los seres humanos satisfacen sus
necesidades produciendo casi todo lo que necesitan para vivir.
Precisamente esta circunstancia cambia cardinalmente la
relación entre los humanos y el resto de la naturaleza y los
distingue de todos los demás seres vivos.

Para todas las formas orgánicas, la naturaleza no es


simplemente una condición necesaria, sino una condición
determinante de su vida. El organismo sólo puede existir si se
halla en la interacción biológica con el ambiente. La evolución
biológica se expresa en la mutación de la estructura de los
organismos vivos adaptados a las nuevas condiciones del medio
ambiente.

Muy otro es el carácter del desarrollo de la sociedad


humana; merced a la producción, ésta se sobresale del mundo
animal; valiéndose de los medios de trabajo, no se adapta

7 C. Marx y Engels. Obras, ed. en ruso, t. 3, pág. 19.


66
V. Kelle y M. Kovalzon

pasivamente a las condiciones naturales del medio ambiente, sino


que influye activamente en ellas, las transforma en consonancia
con sus necesidades, crea la <segunda naturaleza -la social-> y,
sobre esta base, forma las condiciones socioeconómicas de su
existencia. Por eso, si bien la evolución del mundo animal lo
determinan las irregularidades biológicas, el desarrollo de la
sociedad humana viene condicionada por las regularidades
sociales, cuya base es el determinado modo de producción
concreto.

El modo de producción consta de dos aspectos


indisolublemente ligados de la producción -las fuerzas
productivas y las relaciones de producción-. Estos elementos
expresan dos series de relaciones entre los seres humanos:

La Primera, que expresa las relaciones de los humanos con


el resto de la naturaleza, llamadas relaciones técnicas de
producción; y, la Segunda, que expresa las relaciones económicas
que se dan entre los seres humanos; las cuales nacen de las
fuerzas productivas; se dan dependiendo de la forma de
propiedad que se tenga sobre los medios de producción y se
llaman relaciones sociales de producción.

Las fuerzas productivas expresan las relaciones de las


personas, de la sociedad, con el resto de la naturaleza y el nivel de
su desarrollo refleja el grado de dominación del hombre sobre la
naturaleza.

Examinada en la forma más abstracta, la producción es el


proceso de trabajo, es decir, la actividad material diligente,
consciente y racional de las personas con el fin de adaptar los
recursos naturales a la satisfacción de sus necesidades. Los
elementos comunes e indispensables del proceso de trabajo, sin los
cuales éste no puede tener lugar, son los objetos sobre los que
recae el trabajo, los medios de trabajo y el propio trabajo. Pero no
todos ellos desempeñan el mismo papel en el proceso de
producción. Los objetos sobre los que recae el trabajo constan de
todo lo que se somete a tratamiento en el proceso de producción,
lo que se somete a distintas modificaciones y se transforma, con
ayuda de los medios de trabajo, en producto necesario al hombre.
<El medio de trabajo es aquel objeto o conjunto de objetos que el
obrero interpone entre él y el objeto que trabaja y que le sirve

67
Capítulo IV
Sistemas Sociales
para encauzar su actividad sobre este objeto> 8 • La composición
de los medios de trabajo es muy diversa. Son los equipos
energéticos, los locales de producción, los depósitos, los medios de
transporte y de comunicación, etc. Pero el lugar rector entre ellos
corresponde a los instrumentos de producción, instrumentos de
trabajo, es decir, las máquinas y los mecanismos, que son los
portadores directos de la influencia del hombre en el objeto de
trabajo.

Los objetos y medios de trabajo son los elementos


materiales del proceso de trabajo. A diferencia de los primeros -
los objetos sobre los que recae el trabajo-, los medios de trabajo
desempeñan un papel muy importante en la producción. Sin
embargo, por significativo que sea su papel, sólo pueden utilizarse
en contacto con el trabajo vivo, con la actividad de los hombres.
En la producción, el papel decisivo corresponde al hombre.

La diferencia entre los medios y los objetos de trabajo es


relativa. Unas mismas cosas pueden cumplir distintas funciones
en la producción. Por ejemplo, la tierra, por cuanto la trabajan
con ayuda de aperos y máquinas, viene a ser un objeto sobre el
que recae el trabajo. Pero, esa misma tierra, por cuanto <produce>
las plantas necesarias al hombre y es portadora de la influencia
del hombre sobre estas plantas, viene a ser ya un medio de
trabajo, figura como fuerza productiva de la sociedad. Lo mismo
cabe decir del carbón, del petróleo, de los diversos materiales
sintéticos, de los animales domésticos, etc., que pueden figurar en
el proceso de producción, tanto en calidad de objetos sobre los que
recae el trabajo como en calidad de medios de trabajo.

Hasta no hace mucho, al caracterizar las fuerzas


productivas algunos autores equivocadamente incluían en ellas
sólo los medios de trabajo y la fuerza de trabajo, con lo cual se
destacaba que su papel era el más activo en el proceso de
producción comparado con el de los objetos del trabajo que
desempeñaban para ellos un papel pasivo. Pero junto con el
progreso científico-técnico y a la par con el perfeccionamiento de
los medios de trabajo y el desarrollo de la fuerza de trabajo se
operan importantes cambios cualitativos también en los objetos
de trabajo. Entre ellos cada vez tienen menor preeminencia los
elementos dados directamente por la naturaleza y, por el otro
lado, se van introduciendo ampliamente materiales que influyen

8 C. Marx y F. Engels. Obras, ed. en ruso, t. 23. pág. 190.


68
V. Kelle y M. Kovalzon

en forma decisiva en la productividad del trabajo, en el constante


avance de la producción. Las fibras sintéticas y los materiales
plásticos, la matera prima atómica en la energética, las aleaciones
de elevada resistencia térmica, los materiales necesarios para la
radioelectrónica, la microbiología y varias otras ramas de la
industria, los objetos de trabajo para construir naves cósmicas y
submarinos atómicos, etc., no son partícipes pasivos, sino
sumamente activos del proceso de producción que vehiculizan
una enorme carga de energía y de información. Y si se plantea el
interrogante de qué impulsa hoy el progreso científico-técnico, la
permanente elucidación y dominio por el hombre de los secretos
de la naturaleza, resulta claro que la respuesta debe ser la
siguiente: el perfeccionamiento de todos los elementos del proceso
de producción. Esto es lo que nos permite decir que las fuerzas
productivas de la sociedad incluyen todos los medios de
producción y la fuerza de trabajo.

Cierto es que puede decirse que los materiales empleados


por el hombre caracterizan también el nivel de desarrollo de las
fuerzas productivas. Y eso es así porque el progreso de la
producción va ligado a la inclusión en el de nuevos materiales, lo
cual permite utilizar en beneficio del hombre un mayor número de
propiedades de la naturaleza: los arqueólogos distinguen las
edades de piedra, de bronce y de hierro; el progreso de la técnica
contemporánea es inconcebible sin el empleo en vasta escala de
metales raros, que hasta hace poco apenas tenían aplicación, así
como diversos materiales sintéticos, etc. Sin embargo, es
importante subrayar que tanto la piedra como el bronce, el hierro,
los metales raros, los plásticos y otros materiales pueden servir de
medida del progreso de las fuerzas productivas y desempeñar un
papel activo.

Por tanto, el objeto sobre el que recae el trabajo es una


parte de la naturaleza, incorporada a la producción y sometida a
transformaciones. En él se fija la parte de las propiedades de la
naturaleza que el hombre está en condiciones de aprovechar en la
producción en un período concreto. Ahora bien, esta posibilidad
sólo se puede transformar en realidad cuando se dispone de los
correspondientes medios de trabajo.

En cada época histórica, las personas se valen de distintos


medios de trabajo en calidad de portadores de su influencia en la
naturaleza. En nuestra época se utilizan en la producción
diversas máquinas y mecanismos, equipos energéticos y medios
69
Capítulo IV
Sistemas Sociales
de transporte, instrumentos y diversos medios auxiliares de
trabajo indispensables, digamos, para almacenar los productos,
etc.

Entre todos los medios de trabajo utilizados en una u otra


época, Marx destaca los instrumentos de producción, que cumplen
la función directa de portador de la influencia del hombre en la
naturaleza y determinan de este modo la fuerza productiva de su
trabajo. Nos referimos a instrumentos que caracterizan el proceso
de producción social y son típicos de un nivel concreto de
desarrollo de la misma. Precisamente estos instrumentos que,
según Marx, constituyen el <... sistema óseo y muscular de la
producción ... >9 son los exponentes del nivel de desarrollo de la
producción y de la relación que existe entre la sociedad y
la naturaleza. <Lo que distingue las épocas económicas unas de
otras no es lo que se hace, sino el cómo se hace, con qué
instrumentos de trabajo se hace> 10 •

Sin embargo, al subrayar la significación decisiva de los


instrumentos básicos de producción como elementos de las
fuerzas productivas, no debemos elevar esta tesis al absoluto. En
las fases inferiores del desarrollo social, cuando el hombre
empleaba instrumentos primitivos y primitiva era la producción,
el progreso técnico se reducía casi enteramente a modificar dichos
instrumentos de trabajo. La esencia de la revolución industrial
iniciada en Inglaterra en el siglo XVIII era que se sustituía el
instrumento de trabajo manual por la máquina. La aparición de la
máquina de trabajo ex1g10, a su vez, que surgiera el
correspondiente motor. Fue inventada la máquina de vapor, que
introdujo cambios revolucionarios en los medios de transporte,
etc. Y la producción actual es ya muy compleja y diversificada. El
empleo de los instrumentos básicos de trabajo guarda relación
aquí con muchos otros eslabones de la producción: organización,
tecnología, base energética, etc. Y los puntos decisivos del
progreso técnico en unas u otras condiciones pueden hallarse en
los más distintos eslabones de la producción. Por ejemplo, la
producción en cadena no requiere obligatoriamente que se
modifique la maquinaria, pero es una gran ventaja para
aumentar la productividad del trabajo.

9 C. Marx y F. Engels. Obras, ed. en ruso, t. 23, pág. 191.


10 idem.
70
V. Kelle y M. Kovalzon

Los descubrimientos de la ciencia y de las vías de su


aplicación han dado en los últimos decenios un nuevo y poderoso
impulso al progreso de las fuerzas productivas. El empleo pacífico
de la energía atómica, los motores reactivos, los semiconductores
y los materiales sintéticos, el progreso de la radioelectrónica y las
computadoras, además de ser una revolución en los diversos
eslabones de la producción moderno, elevan las fuerzas
productivos a un nivel cualitativamente nuevo, crean los bases y
los premisas para la producción automatizado. Un papel
importante, si no decisivo, en el progreso de la automatización de
la producción -la dirección fundamental de la revolución tecno-
científica de nuestra época- pertenece a la cibernética y las
calculadoras electrónicas. Estas últimas ya no son máquinas de
trabajo, con ayuda de las cuales el hombre e jerce su efecto en los
objetos de trabajo. Ellas se encargan de una parte de las
funciones intelectuales de gobierno de los procesos de producción
y no son ya una <prolongación de la mono>, sino una
<prolongación del cerebro>.

Los medios de trabajo considerados corno fruto de lo


energía práctica de los personas, corno materialización de la
experiencia y los conocimientos acumulados, no son sólo índices
de los éxitos logrados por el hombre en la lucha contra la
naturaleza, sino la base determinante del progreso de la
producción y de toda lo sociedad. Además, para cada nueva
generación, los medios de trabajo que recibe corno herencia de las
generaciones precedentes sirven de punto de partida para un
mayor progreso, y esto constituye la base de la continuidad de la
historia.

Los hombres no forman la fuerza productiva de la sociedad


simplemente por poseer nervios, músculos, cerebro y
extremidades (ya que los animales también lo poseen), sino
porque crean instrumentos de producción y saben emplearlos. La
experiencia de producción y los hábitos de trabajo no son un don
de la naturaleza, sino producto de la vida social basado en la
actividad productivo material. Por consiguiente, el hombre, en
tonto que fuerza productiva, es un producto de la historia.

Por cuanto los objetos naturales sólo se convierten en


instrumentos de producción en manos del hombre y sólo éste los
pone en acción, los trabajadores son el elemento principal de las
fuerzas productivas.

71
Capítulo IV
Sistemas Sociales
Una máquina que no se utiliza en la producción sólo es
fuerza productiva en potencia; no es más que un montón de metal.
Sólo en manos del hombre, del trabajador, se convierte en fuerza
productiva real y efectiva. Sin embargo, los medios de trabajo y
los hombres sólo son fuerzas productivas de cualquier sociedad
independientemente de su forma concreta cuando se unen los
primeros y los segundos. En esta unidad, los medios de trabajo,
fuerza materializada del saber y producto de la actividad racional
del hombre -autor de la técnica-, determinan, a su vez, la relación
que el hombre guarda con la naturaleza y son expresión del grado
de desarrollo del hombre y de toda la sociedad. El hombre se
adapta a los medios de trabajo de que dispone la sociedad y los
modifica. Al perfeccionar y utilizar los medios de trabajo
colocados entre él y la naturaleza, el hombre se modifica a sí
mismo.

La experiencia y los hábitos de las personas dependen,


ante todo, de los instrumentos que emplean en el trabajo. Con el
progreso de la técnica aumentan las exigencias ante los
conocimientos y la experiencia del hombre. Una cosa es labrar la
tierra con arado de madera y muy otra es conducir un tractor.

El progreso de la producción maquinizada, ligado a la


aplicación de las ciencias que estudian la naturaleza, requiere que
el productor directo posea, además de experiencia puramente
empírica, conocimientos en la esfera de las ciencias que estudian
la naturaleza y de la técnica. El incremento de la importancia del
factor espiritual, del papel de la ciencia en la producción, como
efecto directo de la complicación de la técnica, constituye la
principal peculiaridad del progreso tecnocientífico y conduce a
una mayor ampliación de la composición de las fuerzas
productivas. Se vuelve más productivo el trabajo no ya sólo de los
obreros manuales, sino de los peritos, los ingenieros e incluso de
los colaboradores científicos, a cargo de los cuales corre el
entretenimiento tecnocientífico del proceso de producción. El
contenido del concepto de fuerzas productivas segmra
cambiando, sobre todo con motivo de la revolución tecnocientífica
moderna, que brinda perspectivas de automatizar la producción,
cuando el hombre, además de ser excluido del proceso directo de
producción, se ve hasta libre de las funciones de gobierno del
mismo, ya que corren a cargo de las máquinas; al hombre no le
quedan más que el control general, la supervisión, los trabajos de
reparación, etc. La unidad de los medios de trabajo y del hombre
se eleva aquí a un peldaño superior. En las condiciones creadas
72
V. Kelle y M. Kovalzon

por la revolución tecnocientífica moderna, todo el proceso de


producción reviste cada vez más el carácter de aplicación
tecnológica de la ciencia. En la medida del desarrollo de este
proceso, la ciencia se va convirtiendo en participante directo del
proceso de producción, en fuerza productiva social.

Al hablar de los elementos integrantes de las fuerzas


productivas, debernos hacer una advertencia más. Debido a que el
cúmulo de conocimientos científicos se acrecienta continuamente
y a que se acentúa su papel en el desarrollo social, es hoy
plenamente justo considerar a la ciencia como fuerza productiva
decisiva y directa. Sin embargo, no corresponde tornarla corno un
elemento aislado e independiente de las fuerzas productivas. Los
conocimientos científicos se reflejan y concretan en las
aceleradas modificaciones que se operan en los medios de
producción (tanto en ellos corno también en los objetos de
trabajo), se expresan en la elevada calificación de los hombres
que intervienen en la producción, en las nuevas y más eficaces
combinaciones de los diversos elementos del proceso productivo,
en el perfeccionamiento de la dirección de la producción, etc.
Dicho de otro modo, la ciencia interviene "en forma evidente y con
todo su peso" en las fuerzas productivas, pero no como un
elemento diferenciado de éstas, sino corno impulso permanente
del perfeccionamiento de los medios de producción y de la fuerza
de trabajo.

Por consiguiente, en base a lo expuesto se puede decir que


la producción es el proceso de la actividad laboral racional del
hombre en el cual éste, apoyándose en los medios de producción
existentes y en sus conocimientos, trasforma y adapta los objetos
de la naturaleza para satisfacer sus diversas necesidades.
También se puede definir la producción de otro modo: como
proceso de interacción del hombre y la naturaleza para
transformarla, darle una forma útil.

Pero las fuerzas productivas constituyen sólo un aspecto


de la producción. En la producción los hombres no actúan
solamente sobre la naturaleza, sino que también actúan unos
sobre otros. No pueden producir sin asociarse de un cierto modo
para actuar.

Las relaciones económicas de producción son otro aspecto


indispensable de la producción, tan importante corno las fuerzas
productivas. Ello es así porque los hombres no pueden producir sin
73
Capítulo IV
Sistemas Sociales
agruparse de cierta manera para una actividad conjunta y para
intercambiar su actividad.

Las relaciones de producción son relaciones objetivas,


materiales, independientes de la conciencia de los hombres. Se
plasman entre estos últimos en el proceso de obtención del
producto social y del sucesivo movimiento de éste a través del
cambio y la distribución, hasta que llega a la esfera del consumo
individual.

En cada sociedad concreta, las relaciones de producción


constituyen un complejo conjunto que incluye las relaciones entre
los hombres en el proceso directo de la producción, las diversas
formas de división social del trabajo y de intercambio de
actividad y las peculiares relaciones de distribución de los bienes
materiales. Toda la multitud de estas relaciones constituye una
manifestación de una forma históricamente determinada de
propiedad, por cuanto expresa las relaciones entre los hombres a
través de las relaciones que guardan respecto de los medios de
producción. La forma de propiedad caracteriza un determinado
modo de apropiación por los hombres de los medios y frutos de la
producción.

Si los medios de producción se hallan en manos de toda la


sociedad, los miembros de ésta guardan igual relación con
aquéllos, y entre éstos se establecen relaciones de colaboración y
ayuda mutua de miembros de una colectividad productiva única,
con la particularidad de que las formas de esta colaboración, lo
mismo que las formas de propiedad social, pueden ser distintas.
Por ejemplo, la propiedad social es conocida en la historia bajo la
forma de propiedad de la gens, de la tribu, de la comunidad, de un
grupo de trabajadores unidos en comuna o artel, de propiedad del
Estado y de propiedad de todo el pueblo.

Si los propietarios de los medios de producción son unos


particulares, si los medios básicos de producción se hallan en
manos de sólo una parte de la sociedad, mientras que la otra parte
está privada de ellos, la propiedad adquiere un carácter privado y
surgen inevitablemente en la sociedad relaciones de dominación y
subordinación. Las formas de estas relaciones pueden ser también
diversas y dependen del tipo de propiedad privada que domina en
la sociedad concreta. Precisamente las relaciones de propiedad
sobre los medios de producción determinan en cada caso concreto

74
V. Kelle y M. Kovalzon

la forma especial en que se unen el trabajador y los medios de


producción.

La historia conoce tres tipos fundamentales de propiedad


privada -la esclavista, la feudal y la capitalista- y las tres formas
fundamentales de explotación del hombre por el hombre que les
corresponden. Además, existe la propiedad privada de los
productores basada en el trabajo personal, pero dicha forma ha
estado siempre sometida a la dominación de las relaciones de
producción imperantes en la sociedad, sin haber sido jamás
dominante. Por ejemplo, en la economía capitalista, la pequeña
hacienda campesina, así como las empresas de los artesanos y
pequeños comerciantes constituyen un tipo aparte de economía y
se hallan bajo la constante influencia de las relaciones
capitalistas dominantes.

Así las formas fundamentales de propiedad -la social y la


privada- se manifiestan en la historia como dos formas
fundamentales de relaciones de producción entre los hombres: las
de colaboración y ayuda mutua o las de dominación y
subordinación.

Además de estas dos formas fundamentales de relaciones


de producción, en los períodos de hundimiento de una formación y
de surgimiento de otra nueva han aparecido relaciones
transitorias de producción. La peculiaridad de estas relaciones
consiste en que se distinguen por la unión, dentro del marco de un
mismo tipo de economía, de distintos tipos de relaciones
económicas. Por ejemplo, en el período de la desintegración del
régimen de la comunidad primitiva, dentro del marco de la familia
patriarcal (que agrupaba varias generaciones y líneas
colaterales) se conjugaban restos de relaciones de la comunidad
primitiva y gérmenes de las relaciones esclavistas; en el período
de la desintegración del régimen esclavista, en varios países
surgió el colonato, que conjugaba elementos de relaciones
esclavistas y de relaciones feudales; en el período del tránsito del
capitalismo al socialismo, en algunos tipos de economía se
conjugan relaciones socialistas con restos de relaciones de
propiedad privada, bajo una u otra forma y volumen (capitalismo
de Estado, formas cooperativas en el campo, etc.). Considerada en
conjunto, la economía del período de paso del capitalismo al
socialismo reviste también un carácter transitorio, con sus
múltiples tipos y relaciones específicas entre ellos, socialmente

75
Capítulo IV
Sistemas Sociales
heterogéneos, dentro del marco de la cual el tipo socialista va
desplazando a los demás.

Las diferencias entre las fuerzas productivas y las


relaciones de producción son diferencias existentes entre dos
aspectos de una producción única, que jamás existen el uno
separado del otro. Sólo en los razonamientos abstractos se puede
hablar de las fuerzas productivas sin mencionar las relaciones de
producción o viceversa. En realidad, son dos elementos
inseparables. Las fuerza productivas son el contenido de la
producción social, y las relaciones de producción son la forma
material necesaria de ésta. Las fuerzas de producción determinan
las relaciones de producción. Y estas últimas, correspondiendo a
aquéllas, vienen a ser la forma de su funcionamiento y desarrollo.
¿por qué, pues, es necesario que se correspondan? Las fuerzas
productivas caracterizan el tipo fundamental de actividad del
hombre, la actividad con fines de mantener su existencia. Es
natural que precisamente sobre la base de dicha actividad se
establezcan entre los hombres las relaciones que hacen posibles el
funcionamiento y el desarrollo de las fuerzas productivas. Los
hombres establecen determinadas relaciones para mantener su
existencia, y el modo de asegurar dicha existencia es
precisamente la producción, la modificación de la naturaleza con
ayuda de los medios de trabajo.

Por consiguiente, las relaciones de producción no dependen


de la voluntad de los hombres, sino del nivel de desarrollo y del
carácter de las fuerzas productivas y, en fin de cuentas, de los
medios de trabajo. <Los instrumentos de trabajo -escribe Marx-
no son solamente el barómetro indicador del desarrollo de la
fuerza de trabajo del hombre, sino también el exponente de las
condiciones sociales en que se trabaja> 11 •

A su vez, también el funcionamiento de las fuerzas


productivas, es decir, el proceso de trabajo, se halla bajo la
influencia activa de las relaciones de producción. Precisamente
las relaciones de producción les imprimen a aquéllas determinada
cualidad social, cuando la producción es, por ejemplo, esclavista,
feudal, capitalista o socialista.

La característica social de las fuerzas productivas, ya se


trate de los instrumentos de trabajo, ya de los hombres que ponen

11 C. Marx y F. Engels. Obras, ed. en ruso, t. 23, pág. 191.


76
V. Kelle y M. Kovalzon

en marcha los instrumentos, depende enteramente de las


relaciones de producción. La forma social en que funcionan los
instrumentos o medios de trabajo no depende de ellas como tales.
La máquina es una máquina. Sólo siendo propiedad del
capitalista, o sea, dándose determinadas condiciones sociales,
esta máquina se convierte en capital y se emplea como medio de
explotación.

El hombre, con su experiencia y hábitos de trabajo, es una


fuerza productiva. Pero, en unas condiciones es esclavo, en otras
es siervo, y en otras es obrero asalariado. De conformidad con la
ideología de los esclavistas, los hombres nacen esclavos o libres;
según la ideología de los señores feudales, la naturaleza hace a
unos aristócratas, y a otros, siervos; los ideólogos de la burguesía
predican que los capitalistas son hombres más inteligentes y
hábiles que los obreros.

El materialismo histórico refuta resueltamente esta


ideología reaccionaria. Los hombres no nacen ni esclavos, ni
siervos, ni obreros asalariados. Ya Rousseau exclamaba lleno de
amargura que el hombre nacía libre, pero por doquier llevaba
cadenas, que se las ponían las relaciones de la propiedad privada.
Los hombres pasan a ser esclavos y obreros asalariados en
determinadas relaciones de producción. Además, no están libres
para decidir si les conviene o no entrar en dichas relaciones, ni
pueden elegirlas. Se ven forzados a aceptar las relaciones de
producción que existen en cada sociedad concreta.

Por tanto, aunque las fuerzas productivas determinen las


relaciones de producción, la determinación social de cada modo de
producción concreto depende precisamente de las relaciones de
producción.

Las relaciones de producción en la sociedad están ligadas,


además, a otros fenómenos sociales. Por supuesto, la conexión de
muchos fenómenos con la producción es muy indirecta, pero
existe, y en su revelación consiste precisament e el monismo de la
teoría sociohistórica de Marx. Cualquier fenómeno social que
tomemos, ya sea el idioma, el arte, el Estado, la nación, la ciencia,
la moral, etc., no puede ser comprendido de por sí, sino sólo como
fenómeno engendrado por la sociedad y correspondiente a
determinadas necesidades de ésta. Por cuanto el modo de vida de
los hombres de una u otra sociedad depende del modo de
producción, todos los demás fenómenos de la vida de dicha
77
Capítulo IV
Sistemas Sociales
sociedad dependen, en última instancia, del modo de producción,
se desprenden de él y vienen condicionados por él.

La tesis que argumentamos ahora tiene una importancia


capital para toda la concepción del materialismo histórico. Por
algo los que no están de acuerdo con él se empeñan tanto en
abatirla con sus dardos críticos. Podríamos mencionar decenas y
centenares de trabajos <teóricos> que suplantan erróneamente
con el materialismo económico el materialismo histórico por
reconocer éste el papel determinante de la economía. lAcaso el
materialismo histórico afirma que todos los fenómenos y
acontecimientos sociales se desprenden directamente del modo de
producción y se deben exclusivamente a la economía? Existe una
infinidad de fenómenos y acontecimientos concretos en la
sociedad que tienen poco que ver con la economía. El carácter del
sistema social y la dirección de los cambios que éste experimenta
sólo en última instancia dependen de la producción material.

Algunos autores aseveran (como, por ejemplo, P. Sorokin)


que ya los antiguos escribían acerca de la influencia de la
economía y que Marx no ha dado nada nuevo en ese sentido. Pero
eso tampoco resiste la más leve crítica. Los antiguos conocían, por
ejemplo, el efecto del magnetismo y habían visto el rayo durante
las tormentas. Sin embargo, eso no quiere decir que conocieran la
teoría del electromagnetismo... Lo mismo ocurre en nuestro caso.
Marx fundó una teoría armoniosa, concediendo a la economía un
lugar determinado. Según dicha teoría, la unidad y la integridad
de todos los fenómenos sociales propios de cada formación
socioeconómica no se dan por azar, sino en virtud del papel
determinante de la producción en la vida y en el desarrollo de la
sociedad. El modo de producción es la base económica material de
cualquier formación social. El papel determinante del modo de
producción respecto a todos los demás fenómenos sociales es una
ley incondicional del desarrollo histórico.

Los conceptos principales que reflejan los elementos


estructurales comunes a todas las formaciones son también las
categoría <base> y la <superestructura>.

Base y superestructura.

La significación de estas categorías consiste, ante todo, en


que permiten concretar la solución del problema de la influencia
78
V. Kelle y M. Kovalzon

que el modo de producción ejerce en los demá.s aspectos de la vida


social, incluido el aspecto espiritual del proceso histórico.

El modo de producción determina los procesos social,


político y espiritual de la vida de la sociedad. Pero, al investigar
este problema, tropezamos con la realidad de que diversos
aspectos de la producción -las fuerzas productivas y las
relaciones de producción- desempeñan distinto papel al
determinarse las ideas, concepciones y relaciones típicas de cada
sociedad concreta. ¿En qué consiste, pues, su papel?

Las formaciones socioeconómicas son organismos sociales


que se distinguen el uno del otro no menos que los organismos
vegetales y animales. Estas diferencias, como hemos dicho ya, se
deben a la diferencia de sus modos de producción. Por cuanto el
aspecto determinante del modo de producción lo constituyen las
fuerzas productivas, las peculiaridades cualitativas de cada fase
del desarrollo social las determinan, en fin de cuentas, las fuerzas
productivas. Sin embargo, a veces, los hechos concretos de la vida
social parecen contradecir esta afirmación. Así, en los EE.UU., por
ejemplo, el nivel de las fuerzas productivas es, por el momento,
superior al de los países socialistas, pero en norteamérica rige el
capitalismo, lo que quiere decir que los EE.UU. se hallan en una
fase inferior de desarrollo social en comparación con el socialismo.
Por tanto, las diferencias de régimen social, de ideología de
organización política, etc., que se observan en los EE.UU., no
pueden explicarse, por lo que vemos, partiendo sólo del nivel de
desarrollo de las fuerzas productivas. Esto ofrece, naturalment e, a
los ideólogos burgueses una cómoda <prueba> de la falta de razón
del materialismo histórico. En cambio, los marxistas ven en ello
sólo una falta de coincidencia de la esencia de la ley con la forma
de su manifestación y la atribuyen a la acción de los eslabones
precedentes, del mismo modo que el físico, al observar la
ascensión de un globo aéreo, no rechaza la ley de la gravitación,
sino que estudia los factores intermedios que le dan precisamente
esta forma a la manifestación de la ley.

El papel determinante de las fuerzas productivas consiste


en que requieren que las relaciones de producción les
correspondan, e influyen a través de dichas relaciones, y no de
modo directo, en los demás aspectos de la vida social. Ahora bien,
por cuanto con el progreso de las fuerzas productivas no deviene
automáticamente el cambio de las relaciones de producción, en la
historia son posibles casos en que un país con fuerzas productivas
79
Capítulo IV
Sistemas Sociales
más desarrolladas se halle durante cierto tiempo a un nivel
inferior de desarrollo social, como ocurre con los EE.UU.

Aunque el desarrollo de las fuerzas productivas sea la base


de todo el proceso histórico, la fisonomía social concreta de todos
los fenómenos sociales que distinguen las formaciones sociales
depende precisamente de las relaciones de producción.
Precisamente como tales, dichas relaciones constituyen la base
económica de la sociedad.

La base económica es el conjunto de las relaciones de


producción, es decir, de las relaciones en la esfera de la
producción, del cambio y de la distribución. Sobre una base
concreta se forman las demás relaciones, ideas, concepciones y
aspiraciones de los hombres así como las instituciones políticas y
otras existentes en la sociedad, o sea, lo que expresa el concepto
de superestructura. Aunque en este concepto entren elementos
heterogéneos, todos poseen ciertos rasgos comunes y obedecen a
leyes comunes de desarrollo, lo cual permite considerarlos en
conjunto como determinado fenómeno social.

Los conceptos <base> y <superestructura> son correlativos


y están ligados inseparablemente a la categoría de la formación
social. La base, algo así como el esqueleto, la osamenta económica
de todo el organismo social, determina la peculiaridad cualitativa
de cada formación socioeconómica y distingue, de este modo, una
formación de la otra, mientras que la superestructura caracteriza
las peculiaridades de las esferas social y espiritual de cada
formación social concreta. Por eso, cuando se separan del
concepto de formación social, dichos conceptos pierden todo
sentido y mueren al igual que cualquier órgano separado del
organismo.

El conjunto de las relaciones de producción, que constituye


la base de cualquier formación social concreta debe entenderse
precisamente como conjunto de relaciones económicas nacidas
sobre la base de la forma de propiedad dominante de cada
sociedad concreta. Pero, en la realidad viva, en la historia de los
diversos países y pueblos, a la par con las relaciones de
producción dominantes en cada período concreto suelen existir
relaciones económicas residuales del viejo modo de producción o
gérmenes del futuro. Para definirlas suele emplearse el término o
concepto de tipo de economía o tipo económico. Empero, no se
puede considerar la base como conjunto de los tipos económicos
80
V. Kelle y M. Kovalzon

existentes en cada sociedad concreta, ya que tal concepción de la


base conduce a contradicciones. Por ejemplo, en la Francia del
siglo XVIII, a la par con las relaciones feudales dominantes, existía
ya el tipo de economía capitalista. Si partimos de que la base es el
conjunto de los tipos de economía, el régimen económico de
Francia en el período mencionado debería denominarse feudal-
burgués. Por eso, aunque al hacerse un análisis concreto de la
economía y la vida social de una u otra sociedad, tomemos, y
debamos tomar en consideración la existencia de diversos tipos
económicos y la interacción de los mismos, la propia posibilidad de
deslindar con toda exactitud una formación de otra requiere que
se destaquen precisamente las relaciones de producción
dominantes como base de la formación.

Al hacerse un análisis teórico, es preciso tomar el fenómeno


en su forma pura, hacer por cierto tiempo abstracción de todos los
aspectos y conexiones que ofusquen su auténtica esencia. Aunque
la formación capitalista jamás ha existido en forma <pura>, en
plena consonancia con su denominación, Marx, en El Capital,
investigó las leyes del desarrollo del capitalismo como tal,
haciendo abstracción, hasta cierto punto de todos los factores
secundarios y accesorios. Exactamente igual, al emprender el
análisis teórico de una formación social debemos tomar como base
suya precisamente las relaciones que determinan su esencia. Los
conceptos de <formación> y <base> son abstracciones, pero
abstracciones científicas que nos permiten investigar la historia
en toda su diversidad concreta, en todas sus conexiones e
interacciones.

Las relaciones de producción, que surgen a la vez que el


nuevo tipo de economía en las entrañas de la vieja sociedad, no
forman todavía la base de toda la sociedad. La transformación de
las nuevas relaciones de producción en la base de la formación
constituye el contenido económico de la revolución social, es un
salto que se produce en el desarrollo de la sociedad.

En el período de transición del capitalismo al socialismo se


da el hundimiento de la vieja formación socioeconómica y el
nacimiento de la nueva, la destrucción de la vieja base y la
constitución de la nueva. Por eso, no cabe considerar dicho
período como una formación especial. El período de transición se
distingue por la lucha del tipo económico socialista, germen de la
nueva base, que desempeña el papel rector, contra el tipo
económico capitalista. La victoria del socialismo significa que el
81
Capítulo IV
Sistemas Sociales
tipo de economía socialista se afianza como base de toda la
sociedad.

Del mismo modo que el esqueleto no es aún todo el


organismo, la base no constituye toda la formación social. El otro
componente importante de la estructura de la formación social es,
como hemos señalado ya, la superestructura, que recubre el
esqueleto con el sistema muscular sanguíneo.

La superestructura es el conjunto de relaciones ideológicas,


ideas e instituciones que surgen sobre una base económica
determinada. Está. ligada orgánicamente a ésta y ejerce una
influencia activa en ella.

La composición de la superestructura es muy compleja y


multiforme. Pertenecen a ella, ante todo, la ideología, que en las
sociedades divididas en clases reviste un carácter de clase. La
ideología sirve bien para afirmar, bien para destruir las relaciones
económicas existentes, así como para resolver los problemas
sociales que se plantean ante la sociedad y para establecer las
relaciones ideológicas de cada formación concreta. La parte
ideológica de la superestructura en las diversas formaciones
socioeconómicas no se distingue sólo por el contenido, sino,
ademá.s, por las formas que le son propias. Desde la división de la
sociedad en clases, esta parte de la superestructura viene a ser un
conjunto históricamente concreto de concepciones, teorías y
doctrinas políticas, jurídicas, religiosas, filosóficas, éticas y
estéticas.

A través de las formas ideológicas se adquiere conciencia


de los antagonismos sociales, se determinan las vías y los modos
de solución de éstos, se reflejan y chocan los intereses
contradictorios de las diversas clases. En las condiciones actuales,
el enfrentamiento de la ideología marxista-leninista con la
burguesa refleja el antagonismo efectivo entre el proletariado y la
burguesía, entre el mundo del socialismo y el mundo del
capitalismo.

En cada formación social dividida en clases ocupa la


posición dominante la ideología de la clase dominante. Dominando
en la esfera de la producción material, ésta se apodera de los
medios de cultivo espiritual. La Iglesia y la escuela, los medios de
comunicación, así como los instrumentos de propaganda y
formación ideológica, se hallan en manos de la clase dominante
82
V. Kelle y M. Kovalzon

y esto hace <que las ideas de quienes carecen de los medios


necesarios para producir espiritualmente se hallen sometidas, en
general, a la clase dominante> 12 •

En el curso del desarrollo histórico, al agravarse los


antagonismos sociales, surge la nueva ideología, que refleja los
intereses de las clases revolucionarias, se opone a la ideología
dominante y se va ganando más y más masas humanas a su lado.
Al dominar las masas, la nueva ideología se erige una fuerza
capaz de resolver los problemas candentes del desarrollo social.

Además de la ideología, entra en la superestructura toda la


suma de concepciones, ideas, sentimientos y ánimos corrientes, o
sea, la sicología social. La ideología y la sicología se interaccionan.
Así, la sicología de los trabajadores en la sociedad capitalista, su
conciencia corriente, por una parte, crea las condiciones propicias
para que se propague la ideología de su liberación y, por otra, está
de penetrada de muchos prejuicios, ilusiones y concepciones
burguesas, de las que se libera sólo en el curso de la lucha
revolucionaria de clase. Si bien la ideología de su liberación hacia
una forma de sociedad superior influye en el juicio de los
trabajadores, la burguesa se aprovecha de los prejuicios de éste.
Si bien a la ideología dominante de los opresores no se le opone
una ideología propia de las clases oprimidas, la primera se impone
a los trabajadores tanto espontáneamente -por las condiciones
del medio ambiente- como por el empeño de la clase dominante y
sus ideólogos, políticos, periodistas, etc. La ideología científica
marxista-leninista no puede vencer y afianzarse en la conciencia
de las masas trabajadoras sin sostener una lucha intransigente
contra la ideología burguesa.

En la vida práctica, los hombres establecen no sólo


relaciones de producción, sino, además, otras muchas relaciones
sociales. ¿cómo distinguir, pues, las relaciones que corresponden a
la base de las que integran la superestructura?

Las relaciones sociales son las multiformes conexiones que


se forman entre los hombres en el proceso de su actividad en las
distintas esferas de la vida social sobre la base de un modo de
producción históricamente determinado. Estas relaciones vienen
a ser un tipo especial de conexiones que forman en conjunto la
sociedad, en tanto que esencia social del hombre, y de este modo,

12 c. Marx y F. Engels. Obras, ed. en ruso, t. 3, pág. 46.


83
Capítulo IV
Sistemas Sociales
por una parte, caracterizan su diferencia cualitativa de los
animales, expresando, por otra parte, la imposibilidad de su
existencia individual aislada. El hombre existe y se desarrolla sólo
como ser social, es decir, sólo en la sociedad, dentro del sistema de
las multiformes relaciones sociales. Mientras tanto, cabe
distinguir las relaciones sociales de las que existen entre los
individuos, que revisten un carácter individual, aunque los
hombres las establecen como seres sociales. Por eso, en el sentido
estricto de la palabra, las relaciones sociales son las que existen
entre las diversas colectividades humanas, grupos sociales y
clases y dentro de ellas, son las relaciones que existen en el
Estado, entre los Estados, las naciones, etc.

Como subrayaba Lenin, la idea fundamental del


materialismo en la historia <consiste en que las relaciones sociales
se dividen en materiales e ideológicas. Las últimas no constituyen
más que la superestructura de las primeras, que se van formando
al margen de la voluntad y de la conciencia del hombre, como
(resultado) forma de las actividades del hombre dirigidas a
asegurar su existencia>13 Las relaciones ideológicas se
diferencian de las materiales, económicas, por ser secundaria,
derivadas, por surgir sólo pasando previamente por la conciencia
de los hombres. Esto quiere decir que, determinadas por las
relaciones materiales, dependiendo enteramente de ellas, las
relaciones ideológicas se constituyen en consonancia con
determinadas ideas que reflejan unas relaciones económicas
concretas. Las relaciones ideológicas surgen en toda formación
porque son indispensables para mantener, conservar y consolidar
la base económica. Estas relaciones son engendradas
necesariamente por la economía de las formaciones divididas en
clases, su carácter y contenido dependen enteramente de la base,
pero los hombres las establecen conscientemente. Por ejemplo, el
carácter ideológico de las relaciones políticas se manifiesta en
que, aun expresado el antagonismo económico de las clases en
una u otra formación, surgen al aparecer la conciencia de clase. El
desarrollo de la lucha política del proletariado contra la burguesía
es imposible sin un partido revolucionario, sin que se lleve la
teoría revolucionaria al movimiento obrero, o sea, sin el continuo
crecimiento de la conciencia política de las masas. Por tanto, las
relaciones ideológicas no son simplemente relaciones de ideas,
sino relaciones que responden a determinadas ideas. Dichas

13 V. l. Lenin. Obras Completas, ed. en ruso, t. 1, pág. 149.


84
V. Kelle y M. Kovalzon

relaciones constituyen uno de los elementos más necesarios de


toda formación social y son una parte de su superestructura.

En cada formación socioeconómica se constituyen, en


consonancia con la ideología de la sociedad y las formas de
aquélla, no sólo las relaciones ideológicas, sino, además, las
diversas instituciones y organizaciones: el Estado y los institutos
jurídicos, los partidos políticos, los sindicatos, la Iglesia y otras
organizaciones religiosas, las instituciones y organizaciones
culturales, educativas, científicas, etc.

En la sociedad dividida en clases, el principal instituto de la


superestructura, su eje, es el Estado, con ayuda del cual la clase
dominante en la economía se erige en clase dominante también en
la esfera de la superestructura.

<Las relaciones económicas de una sociedad dada -escribía


Engels- se manifiestan, en primer lugar, como intereses>14 •
En el devenir de estos intereses, en la lucha de clases se
forma la conciencia de los intereses generales de la clase propia y
de su oposición a los intereses de las clases enemigas, se adquiere
conciencia de la necesidad de crear instituciones y organizaciones
que expresen, defiendan y protejan los intereses de la clase dada.

Por consiguiente, aunque la creación de instituciones de la


superestructura dependa de la conciencia de los hombres y de las
ideas sociales, estas ideas no son fruto de meditaciones de
gabinete, y las instituciones no son resultado de acuerdo libre o
contrato social.

La superestructura de las formaciones antagónicas, con


todas sus ideas, relaciones e instituciones ideológicas es producto,
resultado e instrumento de la lucha de clases.
La peculiaridad de las instituciones pertenecientes a la
superestructura consiste en que no son sólo una fuerza ideológica,
sino también material. Así, el Estado posee instrumentos
materiales de poder: ejército, policía, tribunales, cárceles, etc., por
medio de los cuales puede cumplir sus funciones y someter la
sociedad a los intereses y la voluntad de la clase dominante. Las
distintas organizaciones, como, por ejemplo, los partidos políticos,
están aglutinadas por la unidad material de la organización, por

14 C. Marx y F. Engels. Obras Escogidas en dos tomos, t. I, pág. 610.


85
Capítulo IV
Sistemas Sociales
la comunidad de objetivos, por la disciplina, etc., merced a lo cual
pueden orientar las acciones de grandes masas y clases a la
solución de problemas planteados ante la sociedad. Lenin decía
que el proletariado no tenía más armas que la organización para
luchar por el poder, recalcando con eso la enorme importancia de
la organización corno fuerza material.

Las relaciones ideológicas, que se manifiestan en ciertas


acciones de los diversos grupos en la sociedad, y las instituciones
relacionadas con aquéllas forman una esfera especial de la vida
social: la esfera de la vida sociopolítica. El que los institutos de la
superestructura posean también un aspecto material les permite
ser portador de la influencia de determinadas ideas en la base, en
el modo de ser social y convierte las ideas en fuerza material. Sin
esta esfera de la vida social, las ideas se reducirían a simples
deseos y no podrían ejercer efecto en el desarrollo de la sociedad.
La necesidad de la superestructura viene condicionada por
los siguientes factores comunes de todas las formaciones: en
primer lugar, al establecer las necesarias relaciones materiales y
al someterse al efecto de las leyes objetivas, los hombres hacen
realidad, de una manera o de otra, las exigencias de estas leyes,
puesto que son seres dotados de conciencia y voluntad. Dicho en
otros términos, las necesidades y leyes objetivas del desarrollo
social, para ser cumplidas en la actividad de los hombres, deben
reflejarse de una manera o de otra en la conciencia de éstos,
deben pasar por su conciencia y adquirir en ella la forma de
móviles ideales de su actividad. Por eso nacen necesariamente,
sobre la base de las relaciones materiales la ideología y las
correspondientes relaciones e instituciones sociales que integran
la superestructura de cada formación concreta; en segundo lugar,
la solución de los problemas sociales que se plantean ante la
sociedad corre a cargo de grandes masas humanas. En la sociedad
dividida en clases la llevan a cabo clases y diversos grupos
sociales, y para unirlas y organizarlas se necesita también la
ideología e instituciones de todo género, es decir, la
superestructura.

La superestructura es un fenómeno que acompaña


necesariamente todas las formaciones sociales y, a la vez, es
específica de cada formación. La superestructura es una de las
fuerzas sociales en cuya interacción se produce el desarrollo de
las formaciones sociales y cuya influencia hay que tener presente
al investigar el proceso histórico.

86
V. Kelle y M. Kovalzon

Las superestructuras esclavista, feudal y burguesa eran


las dominantes en sus respectivas formaciones. Ahora bien, en la
superestructura de cada formación antagónica existen también
ideas, instituciones y organizaciones que reflejan la base desde
las posiciones de las clases oprimidas, sin ser parte integrante de
la superestructura dominante. Al contrario, esta última procura
aplastarlas o, al menos, restringir la esfera de su influencia. El
objetivo de estas ideas, instituciones y organizaciones no es
consolidar, sino destruir, cambiar cardinalmente la base de la
sociedad, son elementos negativos engendrados por el propio
desarrollo de la formación. Toda formación se desarrolla. Existen
en ella restos del pasado y gérmenes del porvenir tanto en la
economía como en la esfera de la superestructura. Estos gérmenes
del porvenir en la sociedad capitalista son las ideas del marxismo-
leninismo, los partidos progresistas y otras organizaciones
revolucionarias de la clase obrera no encuadradas en la
superestructura burguesa. Ese resto del pasado en la sociedad
socialista son la religión y la Iglesia, que no pertenecen a la
superestructura de esta forma de sociedad.

Otros elementos estructurales de la sociedad.

El modo de producción, la base y la superestructura son los


elementos estructurales más importantes de la formación social.
Caracterizan la base material, el esqueleto económico, lo mismo
que la fisonomía sociopolítica y espiritual de toda formación
social. Pero, además de éstos, existen otros elementos
estructurales de la sociedad que deben tenerse en cuenta al hacer
un análisis teórico general del sistema social.

A fin de orientarse en toda esta diversidad de elementos


estructurales hay que tener presente que, hablando en términos
generales, son posibles distintos aspectos de análisis de la
estructura de la sociedad. En primer lugar, se le puede considerar
como un sistema que funciona objetivamente y se halla en
proceso de continuo desarrollo. Así, la sociedad será un conjunto
de distintas esferas de la vida social o un conjunto de distintos
fenómenos sociales. En el primer caso, además de las esferas
fundamentales de la vida social -la esfera de la economía y la
vida sociopolítica y espiritual-, en la sociedad se designan las
esferas de la vida doméstica, las relaciones en la familia, el
descanso, el recreo, etc., en el segundo caso, cuando se considera
la sociedad como un organismo social y los distintos elementos
87
Capítulo IV
Sistemas Sociales
sociales figuran como elementos de un sistema, como órganos de
un organismo íntegro, se designan en ella tanto la producción, la
base y la superestructura como una inmensa diversidad de otros
fenómenos: la familia, la escuela, el idioma, las organizaciones
científicas, culturales, deportivas, etc.

En segundo lugar, se puede considerar la sociedad como


conjunto de personas que se hallan en determinadas relaciones e
interacciones. En este caso formarán la estructura de la sociedad
las comunidades humanas históricamente determinadas, que se
constituyen bajo el efecto determinante de la vida económica de
la sociedad, pero en consonancia con unas bases peculiares: sobre
la base del parentesco consanguíneo, de la comunidad territorial,
de las relaciones de propiedad, de la actividad profesional, de las
diferencias de raza, de sexo y edad, de la peculiaridad de los
intereses, de las creencias religiosas, etc. Por eso, al calificar de
básicas tales formaciones sociales como las clases, las
nacionalidades y las naciones, es preciso tener también en cuenta
otros grupos sociales y las relaciones entre ellos.

Sólo en la abstracción se pueden separar estos aspectos de


la estructura social. En la vida real se entrecruzan y no existen
aisladamente, del mismo modo que la sociedad no existe por
separado como sistema objetivo y como producto de la
interacción de los hombres.

Al objeto de definir las particularidades de cada elemento


de la estructura social, es preciso tener en cuenta:

I) los caracteres específicos del fenómeno social de que se


trata;
2) el carácter de la necesidad social que lo ha engendrado, sus
funciones sociales;
3) el lugar que el fenómeno ocupa en el sistema social y el
carácter de su conexión con la producción, la base, la
superestructura y otros elementos estructurales de la
formación.

Examinemos ahora algunos de estos elementos.

El modo de vida es la esfera del consumo individual de


bienes materiales y espirituales, es la esfera de la vida cotidiana
fuera del tiempo de trabajo. Al propio tiempo, es una esfera
88
V. Kelle y M. Kovalzon

peculiar de las relaciones humanas ligadas al proceso de consumo


y a los servicios prestados a este proceso.

Esta esfera es una parte especial de la vida social, vista la


necesidad que tiene cada persona de reponer sus fuerzas físicas y
espirituales gastadas en el proceso de la actividad laboral.
Aunque se trata de la esfera del consumo individual, los hombres
son consumidores como seres sociales, por cuya razón, en esta
esfera se plasman también diversas relaciones en la familia, entre
familias y entre vecinos, así como relaciones debidas al empleo
conjunto de bienes de uso y consumo, etc.

Los rasgos distintivos del modo de vida de cada sociedad


dependen del nivel de producción, de cultura y de otras
circunstancias. Ejerce en él no poco efecto la diferenciación de
clase. Muchos rasgos del modo de vida vienen condicionados por
las peculiaridades nacionales, las condiciones geográficas y las
tradiciones históricas. Influyen en el modo de vida las distintas
formas de conciencia social: la religión, el arte, la moral, etc. En la
vida cotidiana se forman distintos sistemas de valores, normas,
orientaciones y algunos rasgos de la sicología social. A su vez, la
esfera de la vida cotidiana, el modo de vida ejerce su influencia en
la producción y en otros aspectos de la vida social. En la
actualidad se observa una tendencia a aumentar la ocupación, de
los ciudadanos aptos para el trabajo, en la esfera de los servicios
y, al mismo tiempo, se ha establecido con exactitud que la
productividad del trabajo depende en gran medida de la
organización de la vida cotidiana, de la productividad del trabajo
de los que están ocupados en la esfera de los servicios.

En el proceso de desarrollo de la sociedad se crea todo un


sistema de distintas empresas especializadas para atender las
necesidades de la vida cotidiana, progresa la técnica y la
maquinaria para servicios a la población, aumenta el número de
personas ocupadas en la esfera de los servicios. En este sentido se
han perfilado con toda diafanidad dos tendencias opuestas. De un
lado, progresa la tendencia a la socialización del modo de vida
(centros de alimentación pública, establecimientos infantiles,
lavaderos y tintorerías industriales, etc.), basada en el empleo de
los adelantos de la técnica moderna para dichos servicios. De ot ro
lado, se registra la tendencia a la individualización del modo de
vida debida a que en esta esfera el hombre procura hacer patente
su individualidad, satisfacer sus inclinaciones, gustos y demandas
personales.
89
Capítulo IV
Sistemas Sociales

El socialismo procura desarrollar ambas tendencias y


hallar paulatinamente su conjunción óptima, para que cada
individuo, por una parte, se libere al máximo de los quehaceres
domésticos sobre la base de la utilización de las formas sociales de
consumo y, por otra, para que cada individuo tenga la posibilidad
de satisfacer sus necesidades, inclinaciones e intereses
individuales. Sobre esta base han de formarse en el porvenir
relaciones auténticamente de colaboración y ayuda mutua.

La familia. Este instituto existe en toda sociedad. Le sirven


de base las relaciones conyugales entre marido y mujer (no nos
referirnos aquí al matrimonio en grupos existente en la comunidad
primitiva). La constituye cualquier grupo de personas unidas por
relaciones matrimoniales (marido y mujer) y de parentesco
(padres, hijos, hermanos). Los caracteres constituyentes de la
familia que hacen que estas personas sean miembros de una
familia, son también la comunidad de casa y la subsiguiente
comunidad de vida cotidiana.

La principal causa del surgimiento y de la existencia de


este instituto es la necesidad de reproducir el género humano y de
criar a los hijos. En la sociedad humana, estas funciones revisten
un carácter social, por cuya razón las formas de familia y la
dirección de su desarrollo vienen determinadas con arreglo a la
ley general de desarrollo de los fenómenos sociales, a las
condiciones y las necesidades económicas. Así, por ejemplo, el
proceso del devenir de la propiedad privada estuvo ligado a la
necesidad de heredar los bienes. Por cuanto el hombre
desempeñaba el papel principal en la producción, la herencia se
transmitía por la línea paterna. Esto determinó el paso a la familia
monógama o polígama. En este último caso, la herencia se
transmitía también por línea paterna. En lo sucesivo, otros
factores sociohistóricos pasaron también a influir en el carácter
de las relaciones entre el hombre y la mujer, en las formas de
familia.

La naturaleza social de la familia se manifiesta en que,


nacida de la necesidad de reproducción del género humano, la
familia ha cumplido en la historia de la sociedad diversas
funciones. En la familia se efectúa el consumo conjunto y se
administra, con tal motivo, la hacienda doméstica. La propia
posibilidad de consumo conjunto presupone la existencia de
determinadas fuentes de ingresos, cuyas proporciones y modo de
90
V. Kelle y M. Kovalzon

obtención dependen del nivel de producción y de las relaciones de


producción reinantes en la sociedad. Bajo el dominio de la
propiedad privada, en las funciones de la familia de los grandes y
pequeños propietarios entre, ante todo, la acumulación y la
conservación de la riqueza y el paso de su herencia a los hijos.

Entre los campesinos y artesanos, la familia es una célula


de producción. Esta función de la familia adquiere particular
desarrollo sobre la base de la pequeña propiedad privada.

La familia se ocupa igualmente de la educación de los hijos,


de la transmisión de una generación a otra de la experiencia de la
vida, de los valores espirituales, de las normas morales, de las
ideas tradicionales, etc.

Estas definiciones generales y muy abstractas de la


esencia y las funciones sociales de la familia poseen determinada
importancia metodológica para el análisis del instituto de la
familia en las diversas condiciones históricas. Ahora bien, para
investigar concretamente la familia es preciso enfocarla en
estrecha ligazón e interdependencia con estas condiciones.

En la familia se reflejan, como en la gota de agua, las


relaciones sociales imperantes en la sociedad. Dejan su impronta
en el carácter de las relaciones en la familia las relaciones
económicas, jurídicas, morales y religiosas de cada sociedad
concreta. Y esta impronta es tan honda que, en realidad, cada
formación social posee su tipo propio de familia.

Al determinar el lugar de la familia en la estructura de la


sociedad, es preciso tener en cuenta que se trata de un instituto
social especial, dotado de su propia estructura compleja, en la que
entran relaciones biológicas, económicas, materiales y
espirituales.

En la familia se forma el hombre, como igualmente las


auténticas cualidades y relaciones humanas: el amor, la amistad,
la solicitud recíproca, la responsabilidad moral, etc. En la historia
de la literatura mundial, las páginas más brillantes e inmortales
están consagradas a la cruel colisión entre el devenir de los
sentimientos y las relaciones verdaderamente humanas, por una
parte y, por otra, la crueldad de las condiciones sociales de las
sociedades antagónicas, que les impedía manifestarse, los
estropeaban y afeaban.
91
Capítulo IV
Sistemas Sociales

El idioma es un elemento indispensable de la vida social.


Sin él no puede existir sociedad alguna.

El idioma le sirve a la sociedad como medio de relación,


como medio de intercambio de ideas. Con ayuda de la lengua -del
lenguaje sonoro y escrito- las ideas de los hombres adquieren una
envoltura idiomática material, se ligan a un determinado sistema
de señales y se hacen accesibles a los otros hombres. Marx y
Engels definían la lengua como <realidad directa del
pensamiento>, como <conciencia real que existe prácticamente
también para los otros hombres y que, por tanto, comienza a
existir también para mí mismo> 15 •

El idioma nació de la necesidad que tenían los hombres de


relacionarse en el proceso de producción. En él se acumulan la
experiencia humana y las realizaciones de la cultura. Por eso, la
lengua es un medio indispensable de incorporación de cada
individuo a las condiciones sociales de vida. La formación de la
conciencia individual se produce en la marcha y sobre la base del
dominio de la lengua. El trabajo y la lengua han hecho al hombre
y siguen siendo medios indispensables y permanentes de
socialización de cada individuo.

Por cuanto la lengua es tan antigua como la conciencia y se


halla en estrecha relación con ella, pertenece, como es lógico, a la
esfera espiritual de la vida social. Pero, por cuanto su existencia,
su desarrollo y sus peculiaridades no dependen de la base
económica, no puede clasificarse en la superestructura. La
significación de principio de esta idea consiste en que, como
hemos dicho ya, las categorías <base> y <superestructura> no
abarcan todos los fenómenos que influyen en la marcha del
desarrollo histórico. La sociedad es multiforme. El esclarecimiento
a fondo del carácter especifico de todos los fenómenos sociales, de
su interdependencia con los otros fenómenos de la vida social y el
tener en cuenta su papel en la vida y en el desarrollo de la
sociedad tienen enorme importancia teórica y práctica. Las
particularidades de cada fenómeno social determinan
precisamente nuestra actitud hacia él. Si no se tiene en cuenta el
carácter específico de los fenómenos sociales, se corre el peligro
de cometer inevitablemente graves errores tanto teóricos como
prácticos. Así, si se clasifica la lengua en la superestructura, surge

s
1 c. Marx y F. Engels. Obras, ed. en ruso, t. 3, pág. 29.
92
V. Kelle y M. Kovalzon

la necesidad de reivindicar la destrucción revolucionaria de la


lengua nacida y formada sobre la vieja base y de exigir la
creación de una lengua que esté a tono con la nueva base. Cae de
su peso que no es sólo incorrecto, sino imposible proceder así con
la lengua. Los hombres no pueden prescindir de la lengua como
medio de relación. A diferencia de la superestructura, la lengua no
la engendra sólo una base cualquiera, sino toda la marcha de la
historia a lo largo de un gran período. La lengua es una forma de
relación entre los hombres independientemente de la pertenencia
social de éstos. Esto no quiere decir que la lengua se halle
estancada y no se desarrolle; se desarrolla como todo en el mundo,
pero obedeciendo a leyes distintas de las que rigen en la base y la
superestructura. En la lengua se refleja directamente el progreso
de la producción, la ciencia, la cultura y la vida sociopolítica, o
sea, el cambio que se opera en todas las esferas de la vida social.
Se efectúa un proceso continuo de enriquecimiento de la lengua
con nuevas palabras y expresiones, como también el proceso de
extensión de palabras anticuadas. Cambian igualmente la
estructura gramatical y otros componentes de la lengua.

Las revoluciones sociales, al introducir cambios radicales


en la vida social, ejercen, naturalmente, un gran efecto en la
lengua, pero no hacen que una lengua sea sustituida con otra.

Así, al hacerse el balance del análisis de los elementos


estructurales de la sociedad, cabe subrayar una vez más que la
formación socioeconómica es un organismo muy complejo y
multifacético. Para comprender como es debido la marcha del
proceso histórico es preciso tener en cuenta todos los aspectos de
la vida social, todos los fenómenos sociales en interacción. La
categoría formación nos ayuda, precisamente, a dominar la
compleja red de los fenómenos sociales, cumple, precisamente, el
papel metodológico, porque ofrece la característica de la sociedad
integral, en toda la riqueza de sus manifestaciones. Si algunos
fenómenos no se incluyen en el contenido de esta categoría, no
serán tenidos en cuenta en el análisis de la sociedad concreta, lo
cual significa que no se logrará una idea justa de la sociedad
realmente existente.

Para conocer efectivamente el objeto es preciso abarcar y


estudiar todos sus aspectos, conexiones y relaciones. La dialéctica
exige que se enfoquen todos los aspectos del problema. Jamás lo
lograremos, es decir, jamás lograremos poner al descubierto
absolutamente todas las conexiones y relaciones del objeto y
93
Capítulo IV
Sistemas Sociales
fenómeno, pero ya la sola exigencia de estudiarlas nos advierte
contra los errores, contra la necrosis, contra la tendencia de
elevar al absoluto nuestras ideas actuales y relativas del objeto.

En la sociología moderna burguesa, los conceptos de


enfoque en sistema y estructural-funcional se utilizan también
mucho en el análisis de la estructura social. Pero, las ideas de la
sociología burguesa acerca de la estructura de la sociedad y de
las relaciones recíprocas entre los aspectos fundamentales de ésta
se diferencian por principio de la concepción marxista de este
problema.
Como hemos señalado ya, en la sociología burguesa, la más
propagada teoría de la estructura social es la teoría estructural-
funcional de T. Parsons y R. Merton. La idea básica de ésta
consiste en que la sociedad es un sistema integral, cada elemento
del cual cumple una función determinada en el mantenimiento del
equilibrio y la estabilidad del mismo.

Según Parsons, todo sistema social consta de hombres, en


tanto que individuos activos, que procuran lograr ciertos fines,
reaccionan ante los objetos y fenómenos del medio ambiente y
tienen conciencia de la situación y de sí mismos. Las acciones de
los individuos forman el sistema de su interacción y de sus
relaciones: el sistema social. <La sociedad es un tipo de sistema
social que contiene en sí todas las premisas esenciales para la
existencia como sistema automantenido> 16 • Según dicha teoría, los
factores integradores de todo sistema social son los valores. Las
normas y los valores usados en cada sistema social concreto le
ofrecen al hombre modelos o patrones de conducta a los que debe
seguir, asegurando el mantenimiento de la estabilidad del
sistema. El hombre participa con sus acciones en el
funcionamiento del sistema social, desempeña un papel
determinado por su situación (status). El hombre debe
desempeñar su papel en consonancia con lo que esperan los
prójimos, es decir, su conducta debe coadyuvar al funcionamiento
normal del sistema. Por eso, los componentes fundamentales del
sistema social en la teoría de Parsons son los valores, las normas,
los papeles, etc.

En el ejemplo de la teoría de Parsons se ve que las fecundas


ideas del enfoque en sistema y estructural-funcional se utilizan en
la sociología burguesa para la apología del capitalismo, con lo cual

16 Toward a General Theory of Action, N:Y:, 1962, p. 26.


94
V. Kelle y M. Kovalzon

se tergiversa la esencia misma de estas teorías. La cuestión es


que, tras las habladurías en torno a la estructura de la sociedad,
independientemente de sus formas concretas, se oculta, en
realidad, la sociedad burguesa concreta. Y los funcionalistas se
empeñan, precisamente, en elaborar la teoría de la <estabilidad>
de esta última. Cabe hacer constar que el carácter conservador
apologético de la teoría de T. Parsons es reconocido por todos. Ello
se manifiesta también en que considera la estructura de la
sociedad al margen del desarrollo, al margen de la dinámica; el
enfoque estructural no se conjuga con el genético, histórico. En
sus intentos de superar de alguna manera este defecto de la
teoría, R. Merton introduce el concepto de disfunción, es decir, de
acción que altera la estabilidad del sistema. No obstante, en
realidad, el carácter estático del funcionalismo no se supera
mediante la introducción de estos conceptos, ya que la conducta
disfuncional no se considera corno un factor de desarrollo ni corno
germen de lo futuro, sino corno un engendro del sistema que
aumenta su inestabilidad. La m1s10n del estudio de las
disfunciones consiste en determinar las vías de su superación, con
el fin de reforzar la unidad funcional y la estabilidad del sistema,
es decir, de mantener el capitalismo. Por consiguiente, la sociedad
es considerada aquí como un sistema en funcionamiento, y no en
proceso de desarrollo.

Es también defecto cardinal del funcionalismo de Parsons


el negarse a destacar, al proceder al análisis de la estructura
social, la base determinante de la vida social. Parsons <explica>
esta negativa afirmando que cada elemento de la vida social
puede ser <argumento> (variable independiente) y <función>
(variable dependiente). De ahí se desprende que, según los autores
de la teoría, en el sistema social no existen en absoluto causas
principales.

De este modo, los funcionalistas no rebasan el marco de la


constancia de la interacción superficial y no calan en la
profundidad para ver la base sobre la que se produce esta
interacción. Tras este positivismo se oculta, en realidad, el
idealismo, puesto que el sistema de la acción social, según
Parsons, se forma a base de motivos de acciones, de observancias
de muestras y modelos de conducta social, es decir, de valores y
normas. Por consiguiente, los funcionalistas, sin eludir el problema
fundamental de la filosofía, lo han resuelto dentro del marco del
idealismo subjetivo.

95
Capítulo IV
Sistemas Sociales
únicamente el enfoque materialista marxista de este
problema nos ofrece los principios indispensables para el análisis
científico de la estructura social de la sociedad.

96
CAPÍTULO V

LA LÓGICA OBJETIVA DE LA HISTORIA UNIVERSAL•

El análisis de la formación socioeconómica ha permitido


ver la estructura de ésta y la correlación de los elementos que la
integran. Este análisis preferentemente <estático> de la sociedad,
la disección de ésta y el estudio de cada uno de los fenómenos en
interacción, ofrece el indicio indispensable para pasar a la
siguiente etapa de la investigación. La sociedad no se halla
estática, está en constante proceso de desarrollo. P. Lafargue
refiere en sus recuerdos que Marx le expuso en cierta ocasión su
concepción del desarrollo histórico-social. <Fue como si hubiese
quitado una venda de mis ojos -dice-. Por vez primera me
percataba claramente de la lógica de la historia universal>1• Al
revelar las leyes del desarrollo de la producción material y al
mostrar que de ella dependen todos los aspectos restantes de la
vida social, el materialismo histórico da la posibilidad de calar
precisamente en la lógica objetiva del desarrollo. Pero, veamos
primero cómo influyen las condiciones materiales de la naturaleza
en el desarrollo de la sociedad, pues ésta, además de distinguirse
de la primera está orgánicamente ligada a ella.

La sociedad y la naturaleza.

La sociedad es una parte del mundo material, que obedece,


como hemos visto, a la acción de sus propias leyes internas. Sin
embargo, es inseparable de la naturaleza y se halla en constante
interacción con ella. Por eso, la ciencia social debe investigar esta
conexión. El materialismo histórico se interesa también en esta
cuestión más que nada por el aspecto metodológico.

La naturaleza es necesaria para la vida de los hombres,


para la existencia y el desarrollo de la sociedad. Las condiciones
naturales, en las que existe la sociedad humana, el espacio en que
se realiza la interacción directa entre ésta y la naturaleza es el
medio ambiente geográfico. La tierra, sus conexiones con el

V. Kelle y M. Kovalzon, El Materialismo Histórico, Editorial Progreso, Moscú, 1986.


P. Lafargue et W. Liebknecht. Souvenirs sur Marx. París, 1935, p. 11 (subrayado por
nosotros.-V.K. y M.K.).
Capítulo V
La Lógica Objetiva de la Historia Universal
Cosmos y, ante todo, como es lógico, con el Sol, la atmósfera, los
ríos, mares y océanos, las condiciones de clima y suelo, los
minerales útiles, todo ello, constituye las condiciones geográfico-
naturales en la que se ha desarrollado la sociedad humana, o,
según expresión de Hegel, constituye el <fundamento geográfico
de la historia universal.

La conexión entre la sociedad y la naturaleza se establece,


más que nada, a través de la producción. La riqueza de la
sociedad se crea mediante el trabajo, que transforma y adapta la
materia natural a las necesidades del hombre. De emplear
metáforas, se podría decir que el trabajo es el padre de la riqueza,
y la naturaleza, su madre. Las condiciones naturales en la Tierra
son la base natural de la producción y ejercen, por tanto, su
influencia en la dirección de los esfuerzos del hombre, en el
progreso de las fuerzas productivas, en la distribución de éstas, en
la división del trabajo, etc.

El medio ambiente geográfico influye igualmente en el


ritmo del desarrollo histórico de los pueblos. Las condiciones
geográficas favorables propician el progreso de la producción, las
desfavorables lo frenan. Cierto es que, con el avance de la
sociedad, el hombre puede hacer frente a las condiciones
desfavorables e imponerse a la naturaleza. Pero eso no significa
que se libere totalmente de la influencia de las condiciones
naturales. La interacción de la sociedad con la naturaleza reviste
un carácter dialéctico mucho más complejo. El ambiente
geográfico ofrece ciertas posibilidades para el fomento de la
producción, pero el utilizarlas depende de la sociedad misma.
Unas mismas condiciones pueden influir de distinta manera en el
progreso de la sociedad, según sea el nivel de su desarrollo. Marx
las clasifica, con arreglo al papel que desempeñan en el progreso
de la sociedad, en dos grandes categorías: 2

1) riquezas naturales en medios de vida: fertilidad del suelo,


plantas gramíneas, árboles frutales, caza, pesca, etc.;

2) riquezas naturales en medios de producción: metales,


carbón, madera, petróleo, etc., incluyéndose aquí los ríos
navegables, los saltos de agua, etc.

2 Véase C. Marx y F. Engels. Obras, ed. en ruso, t. 23, pág. S21


98
V. Kelle y M. Kovalzon

La primera categoría de riquezas naturales desempeña un


gran papel en las fases inferiores del desarrollo de la sociedad, y
la segunda, en las superiores. No es difícil comprender que el
empleo, digamos, de la hulla o del petróleo en la producción se
hace posible y necesario en una fase bastante avanzada. En las
fases más tempranas, la existencia o la ausencia de estas
materias habría carecido de importación social. En cambio, la
producción actual sería inconcebible sin esas materias, y no es
casual que la lucha por ellas constituya uno de los problemas
centrales de la política mundial.

Desde luego, la naturaleza influye en la vida del hombre, lo


cual se refleja en el carácter de su vivienda y las prendas que
viste, en el consumo de alimentos, etc., en ciertas peculiaridades
raciales y nacionales, y así sucesivamente. El estudio de esta
influencia puede tener valor práctico para el etnógrafo, el médico,
el arquitecto, etc. Pero, al determinar el carácter de la
organización de la sociedad y la dirección que ésta ha de tomar, es
difícil que la influencia directa de la naturaleza en el hombre
tenga importancia sustancial. Por eso, mueve a risa la declaración
del geógrafo norteamericano E. Hentington de que la Gran
Revolución de Octubre se debió a cierta disminución del frío en
Rusia.

En oposición a las teorías del <determinismo geográfico>, el


materialismo histórico estima que el medio geográfico no
determina, ni puede determinar, el desarrollo de la sociedad. En la
historia no hay correspondencia rigurosa entre el carácter del
ambiente natural y el que presenta el medio social. Pueden
hallarse en condiciones naturales más o menos iguales países con
regímenes sociales completamente distintos (por ejemplo, la
Turkmenia y el Irán, Carelia y Finlandia, etc.). Y a la inversa, en
distintas zonas geográficas se encuentran países con idéntico
régimen social, con un nivel aproximadamente igual de desarrollo
de las fuerzas productivas. Ello se debe a que los hombres no se
adaptan simplemente al medio ambiente, como ocurre en la
naturaleza viva, sino que lo modifican, superando la influencia,
muchas veces desfavorable, del ambiente natural.

La sociedad existe en determinadas condiciones naturales,


se desarrolla en constante interacción con ellas, pero con el
arreglo a sus propias leyes. La historia de la sociedad es una
prolongación de la historia de la naturaleza, es la elevación de la
naturaleza misma a un nuevo peldaño. <La propia historia es una
99
Capítulo V
La Lógica Objetiva de la Historia Universal
parte efectiva de la historia de la naturaleza, de la
transformación de la naturaleza por el hombre>. 3

Con el progreso de la sociedad el hombre influye más en la


naturaleza. El actual medio geográfico, hablando con rigor, no es
ya producto de la evolución puramente natural. Su fisonomía se
debe, en gran medida a la actividad transformadora del hombre,
que ha abierto canales, levantado disques, formando enormes
lagos artificiales. Bajo la influencia del hombre ha cambiado
mucho el mundo animal y vegetal, y no sólo porque haya talado
muchos bosques, desplazado e incluso exterminado muchas
especies de animales salvajes, sino porque ha obtenido numerosas
platas nuevas y especies de animales domésticos. Las actuales
plantas decorativas, los cereales, las legumbres y las frutas se
semejan muy poco a sus antepasados silvestres. Y este proceso de
modificación de las formas vegetales está lejos de haber
concluido. Partiendo de unas cuantas formas iniciales, los
hombres han obtenido alrededor de 400 razas de ganado de
cuerna, 1S0 razas de caballos, hasta 400 razas caninas, etc. El
progreso de la ciencia, el dominio de las leyes que presiden la
naturaleza orgánica abren nuevos caminos y brindan nuevas
posibilidades para la modificación rápida y consciente de los
organismos animales en beneficio de las necesidades del hombre.
Por consiguiente, la actividad del hombre introduce cambios
sensibles en la naturaleza, en los complejos geográficos que se
constituyen por doquier, es un factor de la formación del
ambiente geográfico. Verdad es que los hombres no pueden
todavía cambiar el clima (lo único que han conseguido es crear
determinados microclimas), los procesos geológicos, etc. Pero sus
posibilidades van en rápido ascenso 4 •

Comienzan a abrirse paso al Cosmos, ampliándose así la


esfera de su interacción con la naturaleza. Brinda gigantescas
perspectivas al hombre, para que influya en la naturaleza, el

C. Marx y F. Engels. De las obras tempranas, ed. en ruso, pág. 596.


4 La doctora Rosalie Bertell, reconocida mundialmente, confirma que los científicos
militares estadounidenses ... están utilizando los sistemas climáticos como un arma
potencial. Los métodos incluyen el aumento de la intensidad de las tormentas y la
desviación de ríos de vapor en la atmósfera del planeta con el objetivo de provocar
sequías o inundaciones. Ya en los años setenta, el ex asesor de Seguridad Nacional
Zbigniew Brzezinski había previsto en su libro "Between Two Ages" (entre dos eras)
que: "La tecnología pondrá a disposición, de los líderes de las principales naciones,
técnicas para llevar a cabo una guerra secreta, de la cual sólo habrá que evaluar a
un mínimo número de las fuerzas de seguridad... Las técnicas de modificación
pudieran emplearse para provocar largos periodos de sequía o de tormenta."
100
V. Kelle y M. Kovalzon

empleo práctico de la energía atómica, la creac1on de diversos


compuestos poliméricos con prioridades fijadas de antemano, el
progreso de la radioelectrónica, la clonación, etc. Con motivo de
los últimos adelantos de la ciencia y la técnica, se perfilan ante la
humanidad grandiosas posibilidades para transformar la
fisonomía de nuestro planeta.

Por otra parte, se van haciendo ya patentes los peligros


que entraña la influencia incontrolada del hombre en la
naturaleza.

No se la puede modificar irreflexivamente, pensando nada


más que en las necesidades del día y haciendo caso omiso de las
consecuencias futuras de nuestros actos. Por ejemplo, se sabe que
la tala total de los bosques hace que los ríos pierdan profundidad
y empeora las condiciones para la agricultura; la agrotecnia
incorrecta agota el suelo y provoca su erosión; la construcción de
empresas industriales sin dotación de instalaciones que limpien
los desechos da lugar a la contaminación de los ríos, al
perecimiento de los peces. La intervención miope en la marcha de
los procesos naturales destruye las conexiones existentes en la
naturaleza, altera su curso normal.

Al obtener medios cada vez más poderosos de influir en la


naturalaza el hombre debe aplicarlos con la mayor prudencia,
puesto que crece el peligro de los efectos negativos en ella. Es
particularmente funesta la contaminación de los ríos y mares, e
incluso del océano mundial, con desechos de la producción
industrial y los residuos de la energética atómica y la industria
química. Se plantea en toda su talla ante la humanidad el
problema de preservar el medio ambiente del hombre. Por cuanto
estos fenómenos adquieren un carácter más y más global, los
problemas que engendran pueden ser resultados sólo con los
esfuerzos mancomunados de todo el género humano.

<Nuestro país -dijo en el XXIV Congreso L. Brézhnev- se


declara presto a participar conjuntamente con otros Estados
interesados en la solución de problemas como la protección de la
naturaleza, la incorporación de los recursos energéticos y otros
recursos naturales a la vida económica, el desarrollo de los
transportes y las comunicaciones, la prevención y la liquidación

101
Capítulo V
La Lógica Objetiva de la Historia Universal
de las enfermedades más peligrosas y extendidas y la exploración
y la conquista del espacio cósmico y del océano mundial>. 8

Ante la humanidad se plantea un dilema: o bien prosigue la


contaminación del medio ambiente del hombre, lo cual le puede
acarrear inesperadas y trágicas consecuencias, o bien deben
hallarse las posibilidades y los medios para conjurar el peligro que
se cierne.

En ese mismo Congreso se prestó una atención especial al


problema de la protección de la naturaleza. Se hizo constar: <Al
tomar medidas para acelerar el progreso científico-técnico, es
preciso hacer todo lo posible para que se combine con una actitud
cuidadosa ante los recursos naturales y no sea fuente de una
peligrosa polución del aire y las aguas y de agotamiento de la
tierra. El partido es más exigente con los organismos económicos y
de planificación y con las organizaciones de proyectos, así como
con todos nuestros cuadros en lo tocante a la proyección y
construcción de nuevas empresas y al mejoramiento del trabajo
de las ya existentes desde el punto de vista de la protección de la
naturaleza. No sólo nosotros, sino también las generaciones
siguientes deben tener la posibilidad de gozar de todos los bienes
que brinda la hermosa naturaleza de nuestra Patria>. 6

En una futura forma de organización social superior,


cuando se haya eliminado definitivamente el peligro de guerra y
no se inviertan más recursos en armamentos, cuando
desaparezcan las barreras que levanta la propiedad privada
sobre los medios de producción, cuando no haya más división
entre países y pueblos, cuando la humanidad haya mancomunado
sus esfuerzos y recursos materiales para dominar la naturaleza,
los hombres podrán controlar el efecto que ejercen en los procesos
naturales a escala de todo el planeta y modificarlos en beneficio
de toda la sociedad.

No cabe ver en el progreso de la técnica cierto divorcio


entre la sociedad y la naturaleza. El hombre es la cúspide de todo
el desarrollo, pero pertenece por su esencia a la naturaleza. Su
fuerza y poderío aumentan en la medida en que aprende a
imponerse a aquélla, a utilizar sus leyes en la producción, es decir,
a entrar en una interacción más y más vasta con ella.

s L. Brézhnev. Informe del Comité Central del PCUS al XXIV de su Congreso, pág. S4.
6 ídem, pág. 103.
102
V. Kelle y M. Kovalzon

Otro factor natural del desarrollo de la sociedad es la


biología del hombre mismo. El nacimiento y la muerte, el
crecimiento y el envejecimiento del organismo humano, la
diferencia de sexos, todo ello son procesos y fenómenos de orden
biológico. Al propio tiempo, el dinamismo demográfico y la
diferencia de sexos y edades en cada sociedad adquieren carácter
social y engendran determinados problemas sociales. Por eso, la
reproducción de la población y otros fenómenos demográficos no
son sólo objeto de estudio de las ciencias biológicas y médicas,
sino de todo un conjunto de ciencias sociales (demografía,
sociología, derecho, ciencias económicas, etnografía, etc.).

¿Qué relación guardan, pues, el crecimiento demográfico y


el cambio de la densidad demográfica con el progreso de la
producción, qué papel desempeñan estos fenómenos en el avance
de la sociedad?

Desde el punto de vista del materialismo histórico, el


crecimiento demográfico, aunque influya en el avance de la
producción y la sociedad, no es una fuerza determinante del
desarrollo de una y otra. Si determinase el desarrollo social, a
mayor densidad demográfica habría una producción más elevada
y un régimen social más avanzado. En realidad no ocurre eso. Por
supuesto, la densidad de población no es una magnitud constante.
Las zonas habitadas por el hombre no están pobladas igualmente.
En las comarcas más densamente pobladas del globo terrestre,
que ocupan el 7% de la tierra firme, vive alrededor del 70% de
toda la población del planeta. Al propio tiempo, el 10% de la tierra
(desiertos, zonas circunpolares, etc.) apenas tienen población
humana. La densidad de población de la Tierra cambia con el
tiempo. Al comenzar nuestra era, la población del globo terrestre
era, aproximadamente, de 150 a 200 millones de almas; hacia el
año 1000, alrededor de 200 millones, y en la actualidad se
aproxima a 6.5 mil millones, siendo la densidad media de los
continentes habitados de 35 personas por kilómetro cuadrado.

Sin embargo, tanto en el pasado como en nuestra época, el


régimen social de uno u otro país nunca lo ha determinado la
densidad demográfica. La reproducción y el crecimiento numérico
de la población, al igual que el cambio de su densidad, no pueden
ser causa tampoco del paso de un régimen a otro, digamos del
feudalismo al capitalismo o del capitalismo al socialismo. Es más,
la una y el otro dependen ellos mismos de las condiciones sociales
103
Capítulo V
La Lógica Objetiva de la Historia Universal
de vida de los hombres: del estado de la producción, del nivel de
cultura, de las condiciones de vida ordinarias, de las tradiciones
nacionales y religiosas y de muchos otros factores. Por eso no
existe ninguna ley abstracta, al margen de la historia concreta, de
crecimiento de la población.

Marx estableció que en las condiciones de cada reg1men


social regía una ley específica de crecimiento de la población. En
la sociedad capitalista, en que la producción está supeditada a los
intereses de la ganancia, la racionalización del trabajo, la
mecanización y la automatización, al aumentar en medida colosal
la productividad del mismo, desplazan una parte de los obreros de
la producción y engendran el paro forzoso. El capitalismo origina
sin cesar una población obrera relativamente excedente, privada
de medios de subsistencia. Es ésta una ley que le es propia en lo
tocante al crecimiento de la población.

Muy otras son las leyes de crecimiento de la población que


rigen en la sociedad socialista, donde el progreso de la producción
se destina a los intereses del hombre, a satisfacer sus necesidades,
donde la población creciente se incorpora a la producción en
proceso de constante progreso, donde no se conocen las crisis y los
paros y donde mejoran paulatinamente las condiciones
materiales y espirituales de vida de las masas.

La reproducción de la población es un proceso espontáneo.


No obstante, la historia muestra que, en distintos períodos,
muchas sociedades y muchos Estados han intentado influir en
dicho proceso, regularlo en beneficio propio, influir en la
composición y el crecimiento numérico de la población de
territorios concretos. Un ejemplo de ello nos ofrece las medidas de
diversos Estados emprendidas con vistas a regular los procesos de
migración de la población: estímulos a la inmigración o la
emigración, contratación de mano de obra, etc. Sirve también de
medio de influencia en la dinámica del crecimiento de la población
el estímulo a la natalidad, la aplicación de medidas que aceleran
el ritmo de aumento de la misma.

Sin embargo, en muchos casos, ante la sociedad se plantea


el imperativo de restringir la natalidad. Por ejemplo, en ciertos
países que acaban de sacudirse la dependencia colonial y se
empeñan en mejorar las condiciones de vida del pueblo, el alto
índice de natalidad se convierte en factor negativo, ya que el
número creciente de habitantes consume el incremento de la
104
V. Kelle y M. Kovalzon

renta nacional, lo que es un impeditivo para elevar el nivel de


vida. Aquí, naturalmente, no se trata de superpoblación absoluta,
sino de una grave herencia del colonialismo, que ha frenado el
progreso económico de muchos países y los ha colocado ante el
problema de la superpoblación relativa. En este caso, las medidas
de restricción de la natalidad pueden ser una pequeña parte de
todo un conjunto de medidas enderezadas a asegurar la solución
de los problemas del desarrollo nacional. Ahora bien, la restricción
de la natalidad puede surtir aquí cierto efecto positivo sólo si va
conjugada a transformaciones económicas y sociales.

El sistema de medidas estatales llamadas a ejercer cierto


influjo en el proceso de la reproducción de la población constituye
la política demográfica, y el marxismo no niega, ni mucho menos,
la necesidad de semejante política. El progreso de la producción
socialista, cuyo objetivo es satisfacer las necesidades de la
sociedad, debe coordinarse en delante de modo planificado con el
crecimiento numérico de la población y las necesidades de ésta.
Reviste particular importancia el subrayarlo en la lucha contra la
ideología del maltusianismo y del neomaltusianismo.

La reaccionaria teoría maltusiana de la población surgió a


fines del siglo XVIII, pero todavía se propaga e influye en nuestros
tiempos. En su libro Ensayo sobre el principio de la población
(1797), Robert Malthus pretende demostrar que a todos los seres
vivos les es inherente el afán de reproducirse con más rapidez que
lo permiten los medios de subsistencia. Malthus afirma que, en la
sociedad humana, el crecimiento de la población se produce en
proporción geométrica, mientras que los medios de subsistencia
pueden aumentar, en el mejor de los casos, sólo en proporción
aritmética. En consecuencia, si se toma por unidad la población
del globo terrestre, ésta se duplica en 2S años, si la multiplicación
no tropieza con obstáculos. Dentro de dos siglos, la población se
hallará respecto de los medios de subsistencia en la proporción de
2S6: 9. Este <principio>, decía Malthus, rige <en todas las épocas y
en todas las condiciones posibles en que ha vivido o vive el
hombre> 7 • El crecimiento menos rápido de los medios de
subsistencia lo argumentaba, en particular, recurriendo a la <ley>
de la fertilidad decreciente del suelo. De ahí sacaba la conclusión
de que <la principal y más continua causa de la pobreza depende
poco, o nada, de la forma de gobierno o de la distribución desigual
de la propiedad: los ricos no están en condiciones de dar empleo y

7 Malthus. Ensayo sobre el principio de la población, ed. en ruso, 1968. t. I, pág. 472.
105
Capítulo V
La Lógica Objetiva de la Historia Universal
medios de subsistencia a los pobres; por eso los pobres, en virtud
de la naturaleza misma de las cosas, no tienen derecho a exigirlo a
aquéllos>.ª La persona que nace en una familia pobre es una
persona sobrante. <En el gran banquete de la vida no hay sitio
para ella. La naturaleza le exige que se retire, y no tarda en
ejecutar su sentencia>. 9 Al hablar de los objetivos de clase de su
teoría, Malthus es bastante sincero: la comprensión de su
<principio> debe hacer que los hombres soporten pacientemente
su dificil situación, y la pobreza no suscitará <tanto descontento e
irritación contra el gobierno y las clases superiores>. 10

Marx y Engels sometieron a demoledora crítica el libro de


Malthus, considerándolo <la proclamación más franca de la
guerra de la burguesía contra el proletariado típica de Malthus -
escribe Marx lleno de indignación e ira en otro trabajo-, la honda
bajeza de pensamiento, bajeza que no se puede permitir más que
un cura, que ve en la miseria humana un castigo por el pecado
original...> 11

El desarrollo de la sociedad mostró ya en el siglo XIX todo lo


insostenible que era la teoría de Malthus. Así, en el período de
1804 a 1914, al registrarse un promedio del ritmo de crecimiento de
la población del 0,864%, el promedio del ritmo de incremento de la
producción de trigo fue del 2,1%. Según datos del economista
germanooccidental F. Baade se pudo aumentar la producción de
grano hacia el año 2000 a 12-16 mil millones de toneladas, lo
que es suficiente para dar de comer a 30 mil millones de
personas12 , mientras que, según los pronósticos, a principios del
siglo XXI la población aproximada del globo terrestre será de 6-7
mil millones de habitantes. En la actualidad, la superficie total de
las tierras de labor constituye el 9% de toda la tierra firme, y se
puede cultivar, por lo menos, el 40% de la superficie. Eso quiere
decir que todavía estamos lejos de haber agotado las
posibilidades, sin hablar ya de las incalculables reservas que
brindan los océanos.

Así, en la práctica, el llamado <principio> de Malthus no ha


resistido la crítica científica pero el maltusianismo sigue teniendo
adeptos. Los maltusianos de hoy se esfuerzan por demostrar que

8 ídem.
9 ídem. Pág. 12.
10 ídem, t. II, pág. 341.
11 C. Marx y F. Engels. Obras, ed. en ruso, t. 26, parte II, pág. 122.
12 Véase F. Baade. La emulación hacia el año 2000, ed. en ruso, Moscú, 1962, pág. 65 .
106
V. Kelle y M. Kovalzon

la Tierra está superpoblada y que todo nuevo aumento de la


población supone un peligro catastrófico para la humanidad, ya
que, según ellos, las crisis, las revoluciones, las guerras y otras
conmociones sociales se deben precisamente a la superpoblación.

Los hombres tienen hambre porque son muchos, el pastel


no da para toda la familia; todo el mal proviene de la excesiva
multiplicación de seres humanos, y así sucesivamente. Tales
declaraciones abundan en las obras de los neomaltusianos. Los
maltusianos oponen a los ideales del socialismo y su principio -la
distribución según el trabajo-, la sombría perspectiva de una
humanidad sumida en los horrores de la superpoblación.

En realidad, incluso el actual nivel de desarrollo de las


fuerzas productivas y de la ciencia, con la actual superficie de
tierras de labor, pueden asegurar perfectamente medios de
subsistencia para toda la población del mundo, acabar con el
hambre en la Tierra y elevar en gran medida el rendimiento del
trabajo agrícola. El mayor problema reside en el atraso económico
de muchas zonas de nuestro planeta, en las relaciones sociales
que frenan el progreso de dichas zonas, en la pesada herencia del
colonialismo y en otros factores análogos.

La ciencia moderna prueba de modo convincente la razón


de K. Timiriázev al decir que si incluso la población de la Tierra
fuese tan numerosa que los hombres tuviesen que vivir en balsas,
habría suficientes medios de subsistencia para todos. Pero, al
criticar el maltusianismo, no se puede por menos de advertir que
en él la problemática real se refleja tergiversadamente. Estos
problemas reales son, al menos, dos. En primer lugar, trátase del
fomento de la producción agropecuaria para poder cubrir las
demandas de la cada vez más numerosa población y, en segundo
lugar de la regulación de la natalidad, en unos casos
disminuyéndola y, en otros, al revés. Estos problemas se plantean
efectivamente ante la sociedad y, en principio, tienen solución.
Para solucionar de forma general y eficaz el problema de la
población hay que superar los antagonismos sociales y unir los
esfuerzos racionales de todo el género humano.

Por tanto, si la naturaleza, el medio geográfico y la


población, condiciones necesarias e importantes de la vida social
que ejercen su efecto en el progreso de éste, no son pese a todo, la
fuerza determinante de la misma, ¿qué determina, pues, el
progreso de la sociedad, qué le imprime el carácter de proceso
107
Capítulo V
La Lógica Objetiva de la Historia Universal
objetivo e histórico-natural? Esta fuerza determinante del
desarrollo social es la producción.

Por cuanto la base de la vida y del desarrollo de la


sociedad es la producción, la tarea primordial de la ciencia social
consiste en analizar las leyes de su desarrollo y de su acción en la
historia de la sociedad. En la producción actúan tanto leyes
específicas de determinadas formaciones como leyes comunes a
todas ellas. Sin embargo, entre las leyes tiene particular
importancia la que trata de la correspondencia de las relaciones
de producción al carácter y nivel de desarrollo de las fuerzas
productivas. Esta es una ley sociológica general, que ha estado
vigente a lo largo de toda la historia de la humanidad, y el análisis
de dicha ley permite ver la honda esencia del proceso histórico.

Ley de la correspondencia de las relaciones de producción al


carácter y nivel de desarrollo de las fuerzas productivas.
Esta ley expresa la interdependencia existente entre las
fuerzas productivas y las relaciones de producción en el proceso
de desarrollo de todas las formaciones sociales. Las relaciones de
producción dependen de las fuerzas productivas, son
determinadas por éstas y, a su vez, influyen en su desarrollo. La
influencia de las relaciones de producción es de doble carácter: si
corresponden a las fuerzas productivas, propician el progreso de
éstas, si entran en contradicción con ellas, se convierten en un
freno para las mismas. De ahí la necesidad de que las relaciones
de producción correspondan al carácter y nivel de desarrollo de
las fuerzas productivas. Por consiguiente, esta ley de la
correspondencia muestra, de un lado, que las relaciones de
producción dependen del desarrollo de las fuerzas productivas y,
de otro, que éstas dependen de aquéllas. Ahora bien, en esta
interacción de los dos aspectos de la producción, cada cual
desempeña su propio papel, que no es el mismo. Como hemos visto,
lo determinante son las fuerzas productivas.

Por tanto, la ley de la correspondencia expresa la


dialéctica o la interacción de las fuerzas productivas y las
relaciones de producción sobre la base del progreso de las
primeras.

El proceso de la producción social implica la elaboración de


medios de trabajo y su empleo para la obtención de bienes de uso
108
V. Kelle y M. Kovalzon

y consumo. Por eso, la producción social se divide siempre en dos


grandes ramas: la producción de medios de producción (grupo A) y
la producción de bienes de uso y consumo (grupo B). Por supuesto,
en las distintas fases del desarrollo social, la diferenciación
recíproca de estas subdivisiones puede ser unas veces más, otras
menos acentuada. Pero, por el tiempo que los hombres invierten
en el proceso de trabajo, por la forma natural del producto y por
su papel, estos dos grandes grupos pueden calificarse siempre en
la producción social. Esta clasificación tiene importancia básica
para comprender el desarrollo de la producción social. Por cuanto
el crecimiento de la producción de bienes de uso y consumo sólo es
posible sobre la base del perfeccionamiento de la técnica y la
tecnología de la producción, la base más honda del progreso de la
producción social reside en el fomento de la primera subdivisión:
el grupo A. Al objeto de asegurar la continuidad de la producción y
la ampliación de la misma, en el grupo A deben reproducirse
constantemente los medios de trabajo empleados en la obtención
de artículos de uso y consumo, así como los empleados en la
producción de medios de producción. Debe igualmente crearse un
sobrante de medios de trabajo, con el fin de ampliar la producción
social. Por eso, una condición para ampliarla pronto es el fomento
preferente del grupo A. Ahora bien, la reproducción ampliada no
presupone el crecimiento simple de la cantidad de medios de
trabajo producidos, sino el perfeccionamiento de los existentes y
la creación de otros instrumentos y medios de trabajo más
productivos, de nuevas tecnologías, de mayores bases
energéticas, etc. y su empleo en todas las ramas de la economía
nacional, es decir, implica el progreso técnico. Este último es el eje
del progreso de la producción social.

El desarrollo de la producción, al igual que todo desarrollo,


comprende dos elementos: la continuidad y la aparición de
caracteres nuevos. Los nuevos medios de trabajo sólo pueden
crearse con ayuda de los existentes y sobre la base de la
utilización de las posibilidades que brinda el nivel de desarrollo de
la producción ya logrado. La continuidad, el mantenimiento de los
resultados positivos del desarrollo precedente es por eso elemento
y condición indispensable del progreso de las fuerzas productivas.

Es imposible concebir este progreso como una línea recta y


continua de movimiento progresivo, ya que posee un carácter más
complejo. Ante todo, el progreso de la técnica se opera de modo
diferente, sobre la base de instrumentos de producción de
diferente índole. El desarrollo de los instrumentos artesanos
109
Capítulo V
La Lógica Objetiva de la Historia Universal
sencillos se distingue cualitativamente del desarrollo de la
producción maquinizada, Marx fijó la atención en este aspecto del
problema y escribió que la base técnica de todos los modos de
producción precapitalistas había sido, por su naturaleza,
conservadora, mientras que la base técnica de la producción
capitalista era revolucionaria. 13 ¿Qué pasa, pues? El instrumento
sencillo de trabajo se distingue de la máquina porque lo maneja el
hombre, mientras que en el caso de la máquina este manejo
corre a cargo del mecanismo, y las operaciones que antes el
obrero ejecutaba con el instrumento las ejecuta ahora la
máquina. Cuando se crea por vía empírica un instrumento que
responde más a la operación concreta, éste adquiere una
tendencia al estancamiento. El empleo del hacha, el martillo, el
arado primitivo, etc. se prolonga milenios experimentando nada
más que cambios insignificantes y especialización. Por eso, el
progreso técnico sobre la base de estos instrumentos es
extremadamente lento, predominando la tendencia al
estancamiento, y la elevación de la productividad del trabajo se
logra principalmente a cuenta del virtuosismo del operario o de la
detallada división del trabajo en la obtención del producto.

Muy otra cosa es la base técnica de la gran industria. La


máquina transforma toda la producción industrial y
agropecuaria, el transporte, etc. La producción maquinizada es
inconcebible sin la vasta división social del trabajo y sin el
establecimiento de conexiones orgánicas entre las diversas ramas
de la producción. Todo gran perfeccionamiento en alguna rama de
la producción suscita la necesidad de idéntico perfeccionamiento
de las demás ramas ligadas a la primera, para que no se alteren
las proporciones y no surjan <puntos flacos>. Por ejemplo, la
creación de motores reactivos ha presentado nuevas exigencias a
las industrias metalúrgica y química y otras ramas que
suministran materiales para su producción. Además, aquí hay que
tener presente el que la producción maquinizada posee la
facultad de ampliarse rápidamente y en colosal medida, cosa que
no se observaba en los oficios artesanos.

Finalmente, el paso a la gran industria guarda relación con


la aplicación consciente tecnológica de las ciencias que estudian
la naturaleza, lo cual brinda posibilidades ilimitadas de
incorporación de nuevas fuerzas naturales, de las propiedades
recién descubiertas de las materias y de nuevas leyes de la

13 Véase C. Marx y F. Engels. Obras. ed. en ruso, t ... 23, págs. 437-438.
110
V. Kelle y M. Kovalzon

naturaleza al proceso de la producción y, por ende, ofrece un


sinfín de probabilidades para el progreso de las fuerzas
productivas. Base material de las ciencias naturales, la
producción maquinizada moderna recibe de éstas un poderoso
impulso para su continuo desarrollo. La física atómica, la física de
los transistores, la química de los compuestos macromoleculares,
la cibernética, etc. han engendrado en la actualidad la nueva
revolución tecnocientífica. La base técnica de la moderna
producción maquinizada puede experimentar transformaciones
revolucionarias a saltos. Por supuesto, la utilización y realización
de las posibilidades de la técnica moderna dependen en gran
medida de las condiciones sociales de las que hablaremos más
adelante.

Así, el progreso técnico es la base del desarrollo de las


fuerzas productivas. Pero este último no se limita a dicho
progreso, ya que comprende el perfeccionamiento de la
organización de la producción y el progreso del hombre, como
fuerza productiva, es decir, de su experiencia y sus hábitos de
trabajo, de su nivel cultural-técnico, etc.

La experiencia y los hábitos del hombre, al cambiar con el


progreso de la técnica, vienen a ser un elemento activo de las
fuerzas productivas. La técnica sin el hombre es una cosa muerta.
Es el hombre quien, además de utilizar la maquinaria, perfecciona
la técnica y la tecnología de la producción, inventa nuevos
instrumentos y racionaliza el trabajo. Por eso, siendo iguales las
demás condiciones, el desarrollo de la técnica y el
aprovechamiento de las posibilidades que entraña dependen de la
experiencia, de los hábitos, de los conocimientos, de la cultura y
de las aptitudes de los hombres.

Por tanto, el desarrollo de las fuerzas productivas


constituye un complejo proceso, en el que intervienen, influyendo
activamente los unos en los otros distintos elementos de las
mismas, aunque el hilo común del progreso de la producción social
venga determinado por el desarrollo y el perfeccionamiento, ante
todo, de los medios de trabajo, elemento decisivo de las fuerzas
productivas.

Estas últimas determinan las relaciones de producción


porque su carácter y nivel de desarrollo y, ante todo, de los
medios de instrumentos de producción, imponen la necesidad de
determinadas relaciones entre los hombres en el proceso de
111
Capítulo V
La Lógica Objetiva de la Historia Universal
trabajo. Esta dependencia se manifiesta como tendencia
observada claramente en toda la historia de la humanidad.

El gigantesco progreso de los instrumentos de trabajo,


comenzando por el hacha de piedra y el palo puntiagudo del
período en que nacía la sociedad y terminando con las
complejísimas máquinas modernas, con los mecanismos y los
equipos energéticos de nuestros días, puede apreciarse en el
sentido de la concepción materialista de la historia tanto en el
aspecto cuantitativo como cualitativo. Cuando decimos que unas
fuerzas productivas están más desarrolladas y otras menos, nos
referimos sólo a la característica cuantitativa, comparamos los
niveles de desarrollo. Pero, la característica cualitativa depende
del modo en que accionan los instrumentos de trabajo, de cómo se
utilizan. Examinadas desde el ángulo cualitativo, las fuerzas
productivas pueden revestir doble carácter: si los instrumentos
son accionados por el trabajo individual (por ejemplo, los
instrumentos artesanos) y le proporcionan al individuo la
producción de bienes materiales indispensables para su vida,
revisten un carácter privado, pero, si, para ser puestos en marcha,
requieren trabajo colectivo (por ejemplo, un sistema de
máquinas), las fuerzas productivas revisten carácter social.

Corresponden a ese doble carácter (social y privado) de las


fuerzas productivas las dos formas posibles y básicas de
relaciones de producción conocidas en la historia, de las que
hemos hablado ya: las relaciones de colaboración y ayuda mutua
de los hombres en el proceso de la producción, basadas en la
propiedad social sobre los medios de producción y las relaciones
de dominación y subordinación, basadas en la propiedad privada
sobre los mismos.

Cuando la humanidad apenas había abandonado el estado


animal, los hombres empleaban instrumentos de piedra, de
madera y de hueso. Y aunque éstos eran de uso personal, el
individuo que los empleaba no estaba en condiciones de producir
por sí solo los bienes materiales necesarios para su vida. Dichos
instrumentos ni siquiera daban pie a la producción individual. Los
hombres tenían que trabajar en común, apoyarse los unos en los
otros, dada la debilidad del individuo frente a la naturaleza. Por
tanto, la fuerza productiva básica era en ese caso la fuerza de la
colectividad. Precisamente sobre esta base se plasmaron las
relaciones colectivas de la comunidad primitiva.

112
V. Kelle y M. Kovalzon

Con el progreso de las fuerzas productivas dentro de la


comunidad primitiva, los hombres pasaron de los instrumentos de
piedra a los de bronce y, luego, a los de hierro. Estos últimos
elevaron a tal punto la productividad del trabajo que se hizo
posible la labor individual o a escala de una sola familia. Se
produjo un salto cualitativo en el progreso de las fuerzas
productivas: éstas adquirieron carácter privado. Este cambio tuvo
colosales consecuencias sociales. Corresponden al carácter
privado de las fuerzas productivas y se forman necesariamente
sobre su base las relaciones de producción de la propiedad
privada: esclavistas, feudales y capitalistas. Cada tipo superior de
las relaciones de producción de la propiedad privada se forma
sobre la base de un nivel superior de las fuerzas productivas de
carácter privado. El desarrollo y perfeccionamiento de los
instrumentos de trabajo de uso privado sirvió de preparación
cuantitativa del nuevo salto cualitativo: el paso de los
instrumentos artesanos a la producción maquinizada, que
imprimió un carácter social al propio proceso de trabajo. Claro es
que las máquinas primitivas (molinos de agua y de viento, etc.) se
empleaban ya desde hacía mucho tiempo: los de agua, desde la
antigüedad y los de viento, aproximadamente desde el sigo X. No
obstante, su papel era de orden secundario. Su empleo no
determinaba el carácter de la producción. únicamente el
capitalismo, surgido inicialmente sobre la base de los
instrumentos de trabajo de carácter privado, le imprime
paulatinamente al proceso de producción un carácter social. De
este modo, el capitalismo, y con él toda la propiedad privada,
pierden su sentido de ser, ya que al carácter social del proceso de
producción le corresponde la propiedad social sobre los medios de
producción. Al fomentar la gran industria moderna, el capitalismo
crea las premisas materiales y técnicas para la formación de la
propiedad social sobre los medios de producción.

Por tanto, la causa final y base del paso de las relaciones


de producción de la propiedad privada a la propiedad social sobre
los medios de producción es el cambio cualitativo del carácter de
las fuerzas productivas ligado al paso de los instrumentos
artesanos a la producción maquinizada.

En la actualidad está. realizándose un nuevo salto en el


desarrollo de la producción. Y el resultado será. que entre el
hombre y la naturaleza no se encontrarán simplemente máquinas
o sistemas de máquinas, sino procesos automáticos de producción.

113
Capítulo V
La Lógica Objetiva de la Historia Universal
La automatización inaugura una nueva era en el progreso técnico
de la maquinaria.

La mecanización múltiple y la automatización aglutinan,


para constituir un organismo de producción íntegro y único, no
sólo unas cuantas empresas sueltas, sino ramas e incluso zonas
económicas enteras y, en lo sucesivo, complejos económicos de
países o grupos de países, existiendo la perspectiva de agrupar
luego en un proceso único toda la economía del mundo. Una
expresión de dicha tendencia, visible ya en nuestra época, es la
creac1on de poderosos sistemas energéticos que abarcan
gigantescos territorios. La continua socialización de la producción
le da a ésta un aspecto cualitativo nuevo. Sobre esta base
material se hace posible, y necesario, objetivamente subordinar el
proceso de producción a los intereses y al control consciente de
toda la sociedad, de superar la división de los pueblos y los países
y de unirlos en el porvenir, constituyendo una asociación única de
trabajadores libres a escala de todo el planeta.

La aclaración del problema de los aspectos cuantitativo y


cualitativo del desarrollo de los instrumentos de producción y del
cambio de su carácter tiene importancia decisiva para la
definición de la base material y técnica de todas las formaciones
socioeconómicas y la comprensión del desarrollo de éstas como
partes del proceso histórico-natural.

Veamos ahora la influencia que las relaciones de


producción ejercen en las fuerzas productivas.

Hasta cierto tiempo, el desarrollo de las fuerzas


productivas no afecta a la esencia de las relaciones de producción
vigentes, por lo cual cada forma concreta de relaciones de
producción no cede su lugar a otra forma mientras ofrezca
suficiente campo para el progreso de las fuerzas productivas, del
mismo modo que un niño usa la ropa hasta que le quede corta y
estrecha.

Ahora bien, con la marcha del desarrollo, las nuevas


relaciones de producción envejecen paulatinamente y entran en
contradicción con las fuerzas productivas en proceso de
desarrollo y se convierten en una traba para éstas. Entonces las
sustituyen otras relaciones de producción llamadas a servir de
forma de desarrollo de las fuerzas productivas.

114
V. Kelle y M. Kovalzon

<Los hombres no renuncian nunca a lo que han


conquistado -escribe Marx en la conocida carta a Annenkov
fechada el 28 de diciembre de 1846-, pero esto no quiere decir que
no renuncien nunca a las formas sociales bajo las cuales han
adquirido determinadas fuerzas productivas. Todo lo contrario.
Para no verse privados del resultado adquirido, para no perder los
frutos de la civilización, los hombres se ven constreñidos, desde
el momento en que el tipo de su comercio no corresponde ya a las
fuerzas de producción adquiridas a modificar todas sus formas
sociales tradicionales> 14

Las relaciones de producción, dentro de cuyo marco se


desarrollan las fuerzas productivas, le comunican a éstas un
carácter concreto desde el punto de vista de la historia. Cada
modo de producción históricamente determinado posee sus leyes
económicas específicas, con arreglo a las cuales se realiza el
desarrollo de las fuerzas productivas en la época concreta.

Por cuanto cada forma de relaciones de producción


supedita ésta a un fin determinado, engendra entre los hombres,
entre las grandes masas, entre las clases, determinados estímulos
de actividad: unos en la sociedad capitalista y otros en la
socialista. En ello se manifiesta, primero y sobre todo, el carácter
activo de las relaciones de producción.

Estas relaciones, cuando son antagónicas, prueban que los


productores se han apartado completa o parcialmente de los
medios de producción y que ellos mismos se han convertido
también en simples medios de producción. El esclavista, el señor
feudal y el capitalista -clases dominantes de las respectivas
formaciones, propietarios de los medios de producción- supeditan
el desarrollo de la producción a sus propios intereses y demandas.
Así, por ejemplo, los capitalistas, portadores de las relaciones de
producción que les son propias, tienen la posibilidad de supeditar
la producción a sus intereses egoístas, a la ganancia.

Mientras la clase dominante contribuye al progreso de las


fuerzas productivas o, dicho en otros términos, mientras las
relaciones de producción, condición de dominio de aquélla,
corresponden a las fuerzas productivas, la existencia de dicha
clase tiene justificación histórica. Las relaciones de producción del
capitalismo, que sustituyeron las del feudalismo, eran un

14 C. Marx y F. Engels. Obras Escogidas en dos tomos, t. 11, pág. 447.


115
Capítulo V
La Lógica Objetiva de la Historia Universal
poderoso móvil de las fuerzas productivas y brindaron un vasto
campo a la actividad comercial y empresarial, a la iniciativa
privada, al afán de lucro, etc., sirvieron de estímulo a la economía
capitalista. Las relaciones de producción del capitalismo
respondían a la necesidad histórica y al progreso. Sin embargo,
esto no quiere decir que los móviles y la actividad de las clases
dominantes puedan servir de criterio del carácter auténticamente
progresivo de una u otra forma de relaciones de producción
basadas en la propiedad privada. Aquí lo que decide es la
situación del productor directo en el sistema de las relaciones de
producción concretas. Esta o aquella forma de relaciones de
producción antagónicas es progresiva mientras crea para las
masas ciertas ventajas, en comparación con su situación anterior,
mientras es un aliviador de la explotación y da ciertos estímulos
nuevos.

Al definir el desarrollo histórico de las fuerzas productivas,


hablamos del cambio tanto de los instrumentos de producción
como del propio hombre considerado fuerza productiva, pero al
hacer el análisis del carácter activo de las relaciones de
producción cabe enfocar desde un ángulo distinto la actividad en
la esfera de la producción directa. En efecto, ¿acaso se puede
abordar el problema del desarrollo de las fuerzas productivas al
margen de las condiciones sociales en las que se realiza, es decir,
sin tener en cuenta la situación de productor directo en el sistema
de las relaciones de producción concretas? Claro que no, puesto
que precisamente la situación de las masas trabajadoras y los
estímulos que se desprenden de ella para elevar la productividad
del trabajo revisten excepcional importancia para ver en qué
medida pueden las relaciones de producción cumplir en cada
etapa concreta el papel de móvil de las fuerzas productivas. Surge
la pregunta: < ¿cómo cabe entender la tesis del papel
entorpecedor de las viejas relaciones de producción, no frenarán
definitivamente el progreso de la producción>?

No se debe interpretar de modo mecanicista la tesis del


materialismo histórico del papel entorpecedor de las viejas
relaciones de producción, como si se tratara de un freno que
pudiese parar un tren. La producción, lejos de cesar
completamente, no se interrumpe en su desarrollo incluso cuando
rigen las viejas relaciones de producción. Así, por ejemplo, en los
países capitalistas dominan actualmente relaciones de
producción envejecidas, que se hallan en viva contradicción con
el carácter de las fuerzas productivas, pero ello no supone la
116
V. Kelle y M. Kovalzon

interrupción del desarrollo de la producción, sin hablar ya del cese


definitivo de la misma en estos países.

¿En qué consiste, pues, el papel entorpecedor de las viejas


relaciones de producción? Este se manifiesta, ante todo, en que las
mencionadas relaciones no permiten utilizar todas las
posibilidades del nivel de desarrollo de la producción alcanzado.
Marx señala el carácter limitado de la producción capitalista, al
escribir en El Capital que ésta tropieza <con límites al llegar a un
grado de expansión de la producción, que en otras condiciones
sería, por el contrario, absolutamente insuficiente. Se paraliza, no
donde lo exige la satisfacción de las necesidades, sino allí donde lo
impone la producción y realización de la ganacia15 • En ello, decía
Marx, se ve el carácter limitado de la producción capitalista.

El sabio inglés John Bernal, en su libro La ciencia y la


sociedad, señala que si los recursos de los EE.UU. y otros países
capitalistas se empleasen en beneficio de la sociedad, en unos diez
años, alrededor de mil millones de seres humanos
semihambrientos y oprimidos podrían alcanzar una vida digna y
sana. Pero, mientras en los EE.UU. y otros países capitalistas
domine la burguesía, la producción no estará supeditada a los
intereses de los pueblos, sino al afán de los monopolios por la
ganancia máxima. En virtud de ello, la contradicción entre las
relaciones de producción y el carácter de las fuerzas productivas
modernas no es una tesis teórica abstracta, sino un hecho muy
real y concreto.

El papel entorpecedor de las relaciones de producción


capitalistas se manifiesta en que las empresas trabajan por
debajo de su potencial, en el desarrollo unilateral y deforme de la
industria, mientras crece como la espuma la producción de medios
de exterminio, mientras miles de millones de dólares se gastan en
armamentos y las fuerzas productivas se convierten en fuerzas
destructivas.

Finalmente, el papel entorpecedor de las relaciones de


producción capitalistas se manifiesta en que, a la vez que
fomenta una monstruosa intensificación del trabajo, el
capitalismo agota a los hombres, engendra el ejército de parados
forzosos totales y parciales, ocasionando de este modo un
derroche de la principal fuerza productiva: el hombre.

15 C. Marx y F. Engels, Obras, ed. en ruso, t. 25, parte I, pág. 285


117
Capítulo V
La Lógica Objetiva de la Historia Universal

Por consiguiente, la transformación de las relaciones de


producción capitalistas en freno para las fuerzas productivas no
acarrea, como ya hemos dicho, el cese del desarrollo de las
mismas. Supone únicamente que, bajo el capitalismo, el avance de
la producción es en extremo desigual y unilateral. Las fuerzas
productivas se desarrollan a través de catástrofes y crisis. Los
descubrimientos de la ciencia y la técnica se ponen al servicio de
la guerra, del exterminio y de la lucha contra las fuerzas del
progreso.

Así, la ley de la correspondencia muestra también el


carácter activo de las relaciones de producción. Esto es posible
porque la forma de propiedad no es simplemente, de por sí, un
freno o un estímulo para la producción. Sólo los hombres la
fomentan o, al contrario, no se muestran interesados en su
progreso. Son ellos los que desarrollan o cambian el modo de
producción, que es la base de su historia. El mérito del
materialismo histórico consiste en haber dado una respuesta
científica, objetiva, a la pregunta de qué es lo que determina la
actividad de los hombres, de grandes masas, grupos y clases en
cada época determinada. Dicha actividad depende del lugar que
los hombres ocupan en la producción, así como de las relaciones
que guardan respecto de los resultados de la misma, es decir, de
las relaciones de producción, que se plasman independientemente
de la voluntad y la conciencia de los hombres, sino en función del
carácter, del estado y del nivel de desarrollo de las fuerzas
productivas. De este modo el carácter activo de las relaciones de
producción se manifiesta a través de la actuación de los hombres
y, por ende, la cuestión de qué es lo que mueve el progreso de las
fuerzas productivas, ante todo el de los instrumentos de
producción, se reduce a la pregunta de qué es lo que impulsa a los
hombres a desarrollar estos instrumentos. La respuesta nos la
ofrece el análisis de las relaciones económicas de producción que
en cada época concreta imponen las condiciones y los móviles de
la actuación de los hombres.

Las relaciones de producción del capitalismo colocan al


productor directo en una situación en que la elevación de la
productividad de su trabajo se logra mediante la explotación,
mediante sistemas extenuadores. Por consiguiente, la interacción
de hombres e instrumentos -elementos de las fuerzas productivas
como móvil del progreso- de la producción se manifiesta siempre

118
V. Kelle y M. Kovalzon

en forma de determinadas relaciones de producción, que hacen


patentes los motivos concretos de la actividad de los hombres.

La ley de la correspondencia de las relaciones de


producción al carácter y al nivel de desarrollo de las fuerzas
productivas no determina sólo el desarrollo del modo de
producción concreto, sino, además, la necesidad de que sea
sustituido por otro superior cuando las fuerzas productivas que
rebasan ya su marco entran en conflicto con las viejas relaciones
de producción. ¿cómo actúa, la ley de la correspondencia en el
período de transición de un modo de producción a otro?

El surgimiento de nuevas fuerzas productivas y las


correspondientes relaciones de producción tiene lugar en las
entrañas del viejo régimen. Como regla general, lo nuevo no puede
aparecer aislado de lo viejo, después de la desaparición de lo
viejo, sino sólo como producto obligado del desarrollo de lo viejo.
El desarrollo de la producción obedece también a esta ley. Para
vivir y tener la posibilidad de producir los medios necesarios, los
hombres deben aceptar como base de su actividad todo lo creado
antes. Al propio tiempo, cada nueva generación, bajo la influencia
de los estímulos nacidos de las relaciones de producción
concretas, introduce cambios en los instrumentos de trabajo,
perfecciona su experiencia y sus hábitos laborales o impulsa las
fuerzas productivas. Así se establecen paulatinamente otras
fuerzas productivas, que se transmiten a las nuevas generaciones.
En una determinada etapa del progreso de aquéllas nacen en las
entrañas de la vieja sociedad nuevas relaciones de producción,
que vienen a constituir cierto tipo de economía. Como resultado
entran en escena elementos del nuevo modo de producción. El
modo de producción esclavista nace en la comunidad primitiva y
como consecuencia del desarrollo de ésta. Lo mismo ocurre con el
modo de producción feudal, cuyos gérmenes brotan ya dentro del
régimen esclavista, así con el capitalismo, que comienza a
constituirse en las entrañas del feudalismo y de igual forma el
capitalismo desarrollado crea los gérmenes de la futura sociedad.

Así, ya dentro del viejo modo de producción comienza a


desenvolverse el nuevo tipo de economía. Las nuevas fuerzas
productivas, al madurar, entran en conflicto con las relaciones de
producción viejas, dominantes en la sociedad. El desenlace del
conflicto, es decir, la afirmación de las nuevas relaciones de
producción, es imposible sin la desaparición de las viejas, en

119
Capítulo V
La Lógica Objetiva de la Historia Universal
defensa de las cuales luchan la clase dominante y la
superestructura levantada por ella.

Por eso, al pasar de las viejas relaciones de producción a


las nuevas, se impone un salto cualitativo, la destrucción
revolucionaria de las formas económicas, sociales y políticas
caducas y osificadas, a fin de tender el camino en el que se
afianza el nuevo modo de producción.

Efectos sociales de la ley de la correspondencia.

El progreso de la sociedad es el desarrollo y la sucesión de


las formaciones socioeconómicas. Viene condicionado por el
avance de la producción. Precisamente esta última determina
tanto la estructura de cada formación social como el desarrollo de
la misma, el tránsito de una formación a otra, y traza la dirección
del proceso histórico, al que imprime unidad e integridad. En esto
consiste el papel determinante de la producción en el desarrollo
de toda la sociedad.

En la historia no existe objetivo interno fijado de


antemano. La marcha de ésta es un proceso natural, objetivo,
condicionado por causas concretas. No existen metas más que en
la actuación de los hombres, con la particularidad de que tanto los
objetivos de los hombres como las posibilidades de lograrlos
dependen de las condiciones materiales de cada época concreta.

Tampoco sería justo concebir el desarrollo objetivo y la


sucesión de las formaciones sociales como cierto esquema
filosófico-histórico impuesto a cada pueblo y a toda la historia. No
cabe duda de que la historia concreta es mucho más rica y
multiforme. Sin embargo, al igual que todos los ríos, por tortuoso
que sea su camino, corren siempre en una dirección determinada,
todos los pueblos por caprichosa que sea la senda de su desarrollo
histórico, obedecen a la lógica objetiva general del proceso
histórico, determinado por la acc10n de la ley de la
correspondencia. El régimen de la comunidad primitiva y todas
las formaciones antagónicas son fases lógicas y naturales del
desarrollo de la sociedad.

La historia de la sociedad, como se ha dicho ya, es la


prolongación de la historia de la naturaleza. La evolución del
mundo animal preparó las premisas biológicas para la aparición
120
V. Kelle y M. Kovalzon

del hombre. La sociedad humana nació cuando los antepasados


animales del hombre comenzaron a pasar a la confección y la
utilización de instrumentos de trabajo en su actividad y a
conseguir con ayuda de éstos los medios de subsistencia. La
evolución del trabajo, corno modo suprabiológico de interacción
con la naturaleza circundante, hizo aparecer la mano y el cerebro
humanos, puesto que precisamente la adaptación al cumplimiento
de actos laborales creó el organismo humano moderno. El trabajo
hizo también que surgiera un sistema cualitativamente nuevo de
conexiones entre los individuos: el sistema de las relaciones
sociales y de las regularidades sociales. En el proceso y sobre la
base del trabajo y de las relaciones entre los hombres se han
formado y desarrollado la lengua y el pensamiento, la sensibilidad
y la inteligencia humanas. Por consiguiente, todo lo que hace que
el hombre se alce sobre el mundo animal se debe, al fin y al cabo,
al trabajo. El trabajo ha creado al hombre social.

Con la aparición de la sociedad se forman también los


mecanismos suprabiológicos de transmisión hereditaria de la
experiencia social. La experiencia de la conducta humana, los
métodos de actividad práctica, los modos de pensar, etc. no se
heredan por vía biológica, sino que arraigan en la sociedad
expresada en la lengua y la cultura material y espiritual. Se
incorpora a ellos cada nueva generación humana. Este proceso se
denomina socialización del individuo y sirve de premisa y
condición para la actividad vital de este último como ser humano.
Por eso, la existencia y la evolución del hombre sólo es concebible
en la sociedad y mediante ella. Desde el comienzo, el hombre es un
ser social.

La aparición del hombre y de la sociedad es, a la vez, el


proceso del devenir de la formación social arcaica originaria: el
régimen de la comunidad primitiva.

La comunidad primitiva fue universal, y en ella se


advierte, de manera gráfica y sencilla, hasta qué punto el modo
de vida y todo el sistema de relaciones dependían del nivel de
producción. Los rudos instrumentos, corno hemos visto, excluían
la posibilidad de producción individual. La debilidad del individuo
frente a la naturaleza suscitaba la necesidad del trabajo
conjunto. Si querían sobrevivir, los hombres tenían que agruparse
en colectividades. Inicialmente eran la gens y la tribu, que
constituían, tanto una comunidad étnica, en la que las conexiones
se basaban en vínculos de parentesco, como célula de producción,
121
Capítulo V
La Lógica Objetiva de la Historia Universal
ya que los hombres se procuraban juntos los medios de
subsistencia, como forma de organización social y comunidad
lingüística. El bajo nivel de la producción influía en todo el modo
de vida y las relaciones de parentesco, ligadas a la reproducción
del género humano. Pero, a diferencia de la manada animal, que
surge bajo el efecto del instinto, expresión de necesidades
puramente biológicas, el factor principal de la formación de la
colectividad humana era la necesidad de trabajo en común. Este
modo de vida engendraba precisamente la correspondiente
conciencia social.

Las formas de conciencia nacidas ya en la sociedad


primitiva eran la moral, la religión y el arte. Estas formas no se
separaban entonces la una de la otra. Se fundían en un todo
único, algo así como un sistema de tradiciones dadas por la propia
naturaleza, de costumbres e ideas de la gens y la tribu, a las que
cada individuo se atenía en sus pensamientos y actos. La gens y la
tribu eran para el hombre el límite en todos los sentidos: eran la
frontera espacial, ya que sólo podía circular en el territorio propio;
eran la frontera económica, ya que su existencia dependía de la
colectividad, finalmente eran la frontera espiritual, ya que tenía
conciencia de sí mismo y se sabía no individuo, sino miembro de
la gens. La conciencia de la gens era, a la vez, la conciencia
propia de cada individuo, y le era ajeno a éste todo lo que
rebasara el marco de la gens o de la tribu.

Aunque el hombre vivía en la colectividad, la vida


presentaba rigurosas exigencias a cada individuo. Estas eran, al
propio tiempo, muy sencillas y muy complejas. Por una parte,
para confeccionar y utilizar los instrumentos primitivos no se
requerían grandes conocimientos y mucha habilidad; por otra, la
eficacia de la actividad del hombre dependía de sus cualidades
físicas (fuerza, agilidad, resistencia, etc.) y espirituales (voluntad,
tenacidad, entereza e inventiva), de los conocimientos que tenía
de la naturaleza circundante, etc. Precisamente, visto el nivel
primitivo de las fuerzas productivas, el hombre debía cada día y
cada hora defender su existencia en la lucha contra la hostil
naturaleza. Es muy fácil encender una cerilla, pero muy difícil
hacer fuego con el pedernal. Y cuánta destreza se necesita para
conseguir fuego friccionando dos pedazos de madera. Hubo que
pasar por una gran escuela para cazar animales a jabalina con
punta de piedra o con arcos y flechas.

122
V. Kelle y M. Kovalzon

Así, la actividad conjunta, dividiéndose el trabajo según el


sexo y la edad, la igualdad en la distribución, la rígida
reglamentación de la conducta, la absoluta subordinación del
individuo a las normas de las gens (el tabú), el preparar a la joven
generación para la cotidiana y dura lucha por la existencia, todo
eso distingue las relaciones sociales de ese período de la vida del
género humano, que duró muchos milenios.

Incluso dentro del marco de la comunidad primitiva


progresaban incesantemente, aunque muy lentas, las fuerzas
productivas. Todo esto se ha estudiado con bastante detalle en la
arqueología y la historia de la sociedad primitiva. Lo más general
era que se pasaba de los instrumentos de piedra a los metálicos
(bronce y hierro), en el progreso de los medios de alcanzar la meta
a distancia (primero la jabalina, luego la honda, el arco y las
flechas, en Australia el bumerang), en el tránsito de la recolección,
la pesca y la caza a la agricultura y la ganadería, es decir, a la
economía productiva.

Al elevarse la productividad del trabajo individual


comenzó a desarrollarse la producción individual de cada familia,
lo cual socavaba las bases de la distribución equitativa. El
progreso de la división del trabajo entre la agricultura y la
ganadería, entre la artesanía y la agricultura hizo más productivo
el trabajo humano, y eso tuvo colosales consecuencias sociales. Se
inició el cambio entre las tribus, lo que suponía una nueva forma
de conexiones económicas, surgió el plusproducto, es decir, lo que
sobraba después de satisfechas las necesidades perentorias, por
cuya razón apareció la posibilidad de acumularlo, de
redistribuirlo, de concentrar la riqueza en manos de una parte de
la sociedad. Esta riqueza podía ser y llegó a ser el propio hombre,
ya que la explotación de la mano de obra se hacía,
económicamente, cada vez más ventajosa. La agricult ura
requería la vida sedentaria, y al obtenerse considerables
cantidades de productos, les permitía a los hombres constituir
comunidades más extensas que la gens o la tribu.

Todas estas circunstancias motivaron el que se


desintegrara la colectividad primitiva y las relaciones de la
igualdad primitiva. Las nuevas fuerzas productivas entraron en
contradicción con las viejas relaciones de producción. Venía a
sustituirlas la sociedad dividida en clases, con su propiedad
privada y su explotación del hombre por el hombre.

123
Capítulo V
La Lógica Objetiva de la Historia Universal
La sociedad dividida en clases no se daba en todas partes,
ni mucho menos. Primeramente surgió en los fértiles valles del
Yang-tse-kiang y del Hoang-ho, del Nilo y del Ganges, del Tigrís y
del Eufrates. El suelo fértil y de fácil trabajo de estos valles rendía
cosechas relativamente buenas, incluso con los burdos aperos que
se empleaban. Precisamente aquí comenzó a desintegrarse la
comunidad primitiva y surgió la esclavitud generalizada, la forma
inicial, más feroz y brutal de explotación, que proporcionaba el
plusproducto al esclavista reduciendo al mínimo absoluto el
consumo del productor directo.

Incluso en ese período, la esclavitud no era en todas partes,


ni mucho menos, el tipo de economía fundamental que
caracterizaba a la sociedad. La historia conoce distintas formas
de esclavitud: la patriarcal, al descomponerse la comunidad
primitiva; la esclavitud de los negros en las plantaciones del Sur
de los EE.UU., al desarrollarse las relaciones capitalistas, etc. La
esclavitud ha existido hasta hace poco tiempo, bajo una forma u
otra, en distintos países de Asia y Africa.

La desintegración de la comunidad primitiva en la


antigüedad tuvo como consecuencia el que la explotación de
grandes masas de esclavos se erigió, en varios países, en la base
de la producción: surgió la sociedad esclavista. Ésta alcanzó su
prosperidad y formas clásicas en la zona del Mediterráneo (Grecia
y sus colonias, Cartago, Roma y el Imperio Romano). El trabajo de
los esclavos era la principal fuente de riqueza de los esclavistas.
Sobre la base de este trabajo se desarrollaron igualmente toda la
organización social y la vida cultural del mundo antiguo. El
progreso de las fuerzas productivas, la ampliación del cambio, la
dirección de los asuntos sociales, el fomento de la ciencia, las
artes, etc., cuando estaba relativamente poco desarrollada la
producción, tenían por base la gran división del trabajo: de una
parte la mayoría de los hombres, ocupada en sencillos trabajos
manuales, y de otra una minoría insignificante, libre de toda
obligación laboral y ocupada en otras funciones sociales;
contribuía a ello, igualmente, la división de la sociedad en clases,
en explotados y explotadores. A la par con las clases hace
aparición y se ensancha la lucha de clase de los esclavos contra
sus señores.

En base a las relaciones de producción esclavistas surge


también la correspondiente superestructura, llamada a consolidar
la explotación esclavista. La clase dominante necesitaba nuevas
124
V. Kelle y M. Kovalzon

formas y nuevos medios para preservar las relaciones de


dominación y subordinación y ejercer la dirección de la sociedad.
Estas funciones pasaron a ser incumbencia del Estado, surgido en
esta fase, y de sus instrumentos de poder: el ejército, la policía, el
aparato burocrático, el derecho como sistema de leyes
mantenidas y defendidas por el Estado, etc. Los amos recurren a
la fuerza para mantener su dominación, reprimen la resistencia de
los esclavos, inevitable por lo inhumano de la explotación.

A su vez al separarse el trabajo intelectual del manual


surgieron posibilidades de acumulación y desarrollo de
conocimientos teóricos. Aparecen elementos de ciencia, nace la
filosofía, se efectúan considerables cambios en la esfera de la
religión. Así, la división de la sociedad en clases suscita un viraje
radical en la superestructura y en toda la vida espiritual de la
sociedad.

Aunque el régimen esclavista supone cierto avance en el


progreso de la sociedad humana, en comparación con la
comunidad primitiva, deja un margen muy estrecho para el
avance de las fuerzas productivas. La economía esclavista
implica el despojo inhumano de la principal fuerza productiva de
la sociedad: el hombre.

Vista su baja productividad, el trabajo de los esclavos sólo


se compensaba económicamente cuando le resultaban baratos al
propietario. El que el esclavo no fuese considerado persona sino
instrumento de trabajo y estuviese privado de los más mínimos
derechos, se debía en particular a que al amo no le convenía en
absoluto que aquél tuviese familia, hijos, etc. Precisamente por
eso la reproducción natural no se extendió mucho como fuente de
esclavos. Les convenía más capturarlos por las guerras, el
sojuzgamiento y otros medios violentos. Para muchos Estados
esclavistas (Grecia, Roma, etc.), la guerra era la principal fuente
para obtener esclavos, razón de que constantemente
arremetieran con sus huestes, saquearan y arruinaran a los
pueblos vecinos, devastaran zonas enteras, llevándose al
cautiverio a los vencidos.

A medida que progresaban las fuerzas productivas, se


hacía más y más evidente la escasa eficacia económica de la
labor de los esclavos. Reducido a una situación insoportable, el
trabajador, además de carecer de todo estímulo, sentía profundo
odio por el trabajo. Surgió una gran contradicción, que dio lugar a
125
Capítulo V
La Lógica Objetiva de la Historia Universal
la descomposición interna de la sociedad esclavista. El trabajo, en
tanto que fuente de existencia de toda sociedad, se convertía en
algo indigno del hombre, en una maldición, en destino de esclavos.
Los hombres no podían existir sin el trabajo, pero sólo podían
hacerlo los esclavos. La salida de esta contradicción era destruir
las relaciones de producción esclavistas y las clases ligadas a
ellas, así como establecer nuevas relaciones que interesaran en
algo a los propios productores directos.

Grecia y Roma antiguas ofrecen el <modelo> de sociedad


esclavista clásica, por el que se suele formar juicio de todo el
período de la antigüedad. Pero eso no es correcto desde el punto
de vista histórico. En el antiguo Egipto, la antigua India y la
antigua China, el desarrollo tuvo formas distintas. En estos países,
la esclavitud no alcanzó tan vastas proporciones como en los
mencionados países de Europa. El sistema de las comunidades
rurales, relativamente cerradas, con restos de la colectividad
primitiva, los Estados despóticos centralizados, que, a la par con
las políticas, cumplían funciones económicas de construcción de
grandes sistemas de riego, de los que dependía la agricultura, así
como las castas, crearon un tipo peculiar de sociedad que Marx
calificó de modo de producción asiático. No cabe duda de que es
un tipo especial de organización social, muy estacionada y poco
susceptible de cambios y desarrollo, y que esto la distingue del
mundo del Mediterráneo, muy dinámico, tomando en
consideración las condiciones de la época. Esta formación
socioeconómica asiática o despótica tributaria, en todos los
lugares en que existió fue destruida por invasiones externas, por
lo que no se pudo observar su desarrollo y transformación por
causas internas.

Pasando por caminos y formas complejas y


contradictorias, la sociedad esclavista, al igual que otras formas
de organización social se transforman paulatinamente en
feudales. La base técnica de esta última no se distingue por
principio de la que poseía la anterior. Se emplean los mismos
instrumentos individuales, se practican la misma artesanía,
agricultura y ganadería, pero a un nivel superior. El feudalismo
abarca espacios más extensos. Pasan a esta formación, partiendo
directamente de la comunidad primitiva y soslayando la
formación esclavista, las tribus germanas y eslavas que habitan
en Europa Central y Oriental.

126
V. Kelle y M. Kovalzon

La formación feudal es ya un organismo social más


desarrollado que la esclavista. Su fisonomía caracteriza también
las relaciones de producción, basadas en la propiedad feudal
sobre la tierra, principal medio de producción, y en las diversas
formas, que se desprenden de ella, de dependencia personal de los
campesinos respecto del señor feudal. Una parte de la tierra de los
señores feudales se halla en usufructo de los campesinos. A
diferencia del esclavo, el campesino feudal tiene la posibilidad de
trabajar en su lote de tierra y se queda con un mínimo del
producto obtenido indispensable para la reproducción de la
fuerza de trabajo. Los campesinos, incluso los siervos, pueden, en
la mayoría de los casos, tener su familia. Por eso, la reproducción
de la mano de obra no está ligada necesariamente a las guerras y
no reviste un carácter tan rapaz como en la sociedad esclavista.
El esclavo era considerado corno un apero, pero el campesino y el
siervo de la sociedad feudal es considerado ya corno persona,
aunque de categoría inferior. No obstante, las formas de
explotación y opresión siguen siendo crueles y antihurnanas. Es
típico de la explotación feudal el vasto empleo de la coerción
extraeconórnica, ya que sólo de este modo se puede sacar
plusproducto al campesino propietario de un lote de tierra o al
siervo que la posee en usufructo. El campesino y el siervo
arrastran una vida muy difícil. La acechan constantemente la
miseria, el hambre y las enfermedades. Además, no tienen el
menor derecho político y su suerte depende enteramente del
capricho del señor feudal.

Sin embargo, habiendo creado en el productor directo


cierto interés material por el trabajo y mejores condiciones de
reproducción de la fuerza de trabajo, el feudalismo ofreció
mejores posibilidades de progreso de las fuerzas productivas que
las formaciones precedentes.

La estructura de clase de la sociedad feudal es bastante


compleja. Sus diferencias clasistas están encubiertas por la
división en estamentos. Desde el nacimiento, el hombre pertenece
a determinado estado o estamento: es noble, campesino o siervo,
mercader o artesano, etc. El paso de un estamento a otro es
extremadamente difícil. Dominan los estamentos privilegiados: la
nobleza y el alto clero.

En la esfera de la superestructura, la dominación


económica de la clase feudal se atavía con cierto ropaje político e
ideológico. Es típica del Estado feudal la monarquía absoluta; de
127
Capítulo V
La Lógica Objetiva de la Historia Universal
su ideología, la dominación indivisa de la religión. El Estado y la
Iglesia son los institutos más poderosos de esta sociedad y su
misión es salvaguardar la propiedad y los privilegios de la clase
dominante. El cruel yugo económico y la absoluta ausencia de
derechos suscitaban constantemente protestas por parte de los
campesinos. La historia del feudalismo está cuajada de luchas de
los campesinos por la emancipación. Las formas de lucha son
diversas: desde las evasiones de campesinos individuales
hasta insurrecciones armadas extendidas a grandes
comarcas. Sin embargo, la lucha de los campesinos solía ser
derrotada, ya que éstos estaban dispersos, carecían de
organización y de objetivos políticos claros y concretos.

El rasgo que más caracterizaba los movimientos masivos


medievales consistía en que, la mayoría de las veces, se
desplegaban bajo banderas religiosas. En ese período, como decía
Engels, los sentimientos de las masas se formaban a través de la
religión y para que una u otra idea llegase a las masas era preciso
que revistiese una forma religiosa. Sobre esta base surgió una
parte considerable de las guerras religiosas, herejías, movimientos
religiosos, etc.

El desarrollo del feudalismo era lento y gradual. Hubieron


de pasar muchos siglos hasta que el feudalismo pudo hacer
patentes sus ventajas frente al régimen esclavista. Con el
progreso del feudalismo comenzaron a animarse las ciudades, no
sólo como centros políticos y religiosos, sino como centros de la
artesanía y del comercio. Se perfeccionaron los oficios artesanos y
la técnica agrícola. Se profundizó la división social del trabajo, se
pusieron en cultivo muchas tierras nuevas.

De esta manera fueron preparándose lentamente las


premisas y condiciones materiales latentes para nuevas formas
sociales de vida. El análisis de la historia del feudalismo muestra
con toda diafanidad los móviles fundamentales de este proceso: la
división del trabajo, el comercio, el aumento de las relaciones
monetario-mercantiles, la aparición de nuevos mercados, las
crecientes demandas de la población, la producción de
armamentos, etc.

Sin embargo, la artesanía, que en el período del


florecimiento feudal logró un grado relativamente alto de
perfección, no podía satisfacer la creciente demanda, puesto que

128
V. Kelle y M. Kovalzon

eran extremadamente limitadas las posibilidades que brindaba


para el incremento de la producción.

Las demandas que presentaba el mercado daban vida a


una nueva fuerza productiva: la cooperación y la manufactura.

Ya la sencilla cooperación, es decir, la simple agrupación


de los hombres para dedicarse a una labor conjunta, elevaba
sensiblemente la productividad del trabajo, aunque en dicho
aumento le correspondió un papel especial a la manufactura. Esta
última, a diferencia del oficio artesano, lleva a la detallada
división del trabajo en la producción de cualquier artículo. Y,
aunque la base técnica de la manufactura sigue siendo el
instrumento artesano, la división del proceso de producción en
operaciones sencillas surte un incremento sensible de la
productividad del trabajo y, además, brinda las premisas para
sustituir las acciones del hombre con el movimiento de la
máquina. Así la manufactura prepara las condiciones para la
producción maquinizada.

Ahora bien, considerado en conjunto, el feudalismo frenaba


el progreso de la actividad empresarial, el librecambio y la
formación de mercados nacionales. La dependencia personal de
los campesinos impedía la formación del mercado de mano de
obra libre, tan necesaria a la industria. La forma feudal de
propiedad, con su sistema de privilegios estamentales. La
monarquía absoluta, etc. entró en contradicción con las demandas
que presentaba el desarrollo de las fuerzas productivas. Las
cuales exigían nuevas formas sociales y económicas, que abrieran
un amplio campo para su progreso. Esta contradicción fue la que
más forzó el feudalismo a ceder el lugar a la nueva formación
social, a la capitalista.

La génesis de la economía capitalista está descrita de modo


clásico en El Capital de Marx como proceso de acumulación
capitalista originaria. Su esencia consiste en la expropiación del
productor directo -el campesino y el artesano-, al que se han
quitado los medios de producción y su conversión en obrero
asalariado. El marxismo ha desenmascarado el mito de que,
inicialmente, las riquezas de los capitalistas tenían por base el
trabajo personal de éstos. En la realidad, se aplicaban todas las
medidas posibles para <apartar> a los trabajadores de los medios
de producción: se arruinaba y se subyugaba a los pequeños
productores de mercancías, se expulsaba a los campesinos de sus
129
Capítulo V
La Lógica Objetiva de la Historia Universal
tierras, se recurría a la coerción económica y la violencia directa.
Según expresión de Marx, el proceso de nacimiento del
capitalismo está inscrito en la historia con sangre y fuego. La
acumulación capitalista originaria tuvo como resultado la
concentración de los medios de producción, de las riquezas, en un
polo, en las manos de los capitalistas y, en el otro, la formación del
mercado de mano de obra libre, es decir, de hombres privados de
medios de producción y medios de subsistencia. La propiedad de
los capitalistas sobre los medios de producción y la ausencia de
propiedad sobre el trabajador son la base de las relaciones de
producción capitalistas.

En los países de Europa Occidental, el tránsito al


capitalismo se produjo por su propia cuenta sin presión exterior.
Los jalones principales del devenir del capitalismo fueron el
desarrollo de las ciudades comerciales italianas, los grandes
descubrimientos geográficos de los navegantes portugueses y
españoles, la colonización y saqueo de América, Asia y África, las
revoluciones burguesa e industrial en Inglaterra y la revolución
burguesa de Francia del siglo XVIII. En el siglo XIX se encauzaron
por ese camino Norteamérica, Rusia y el Japón.

La sustitución de las relaciones de producción feudales por


las capitalistas suscita la reorganización de la superestructura
con arreglo a la nueva base y da lugar a cambios en la fisonomía
de toda la sociedad.

En el fragor de las revoluciones burguesas se van


derrumbando las barreras estamentales feudales; la monarquía
absoluta cede lugar a la monarquía constitucional o a la república
parlamentaria.

La democracia burguesa proclama el princ1p10 del


individualismo, presentándolo como la aut éntica libertad del
individuo, proclama la igualdad de todos ante la ley. Pero esta
igualdad se queda sólo en el papel, ya que la sociedad tiene por
base la desigualdad económica de los hombres. La ideología
burguesa siembra ilusiones en torno a la verdadera esencia de las
relaciones capitalistas.

Así, con el afianzamiento del modo de producción


capitalista, se ponen a tono con él y con sus demandas todas las
demás esferas de la vida social. La formación social capitalista, al

130
V. Kelle y M. Kovalzon

igual que las leyes y tendencia de su desarrollo fueron estudiadas


meticulosamente por los fundadores del marxismo.

La fuente y la base del desarrollo del capitalismo es el


progreso de las nuevas fuerzas productivas, ligadas a la
producción maquinizada. El devenir de esta última y el ascenso de
las fuerzas productivas a un nuevo peldaño cualitativo
constituyen la misión que ha cumplido el capitalismo en la
historia.

La forma capitalista de propiedad hace que el móvil de la


producción sea el afán de los capitalistas de obtener plusvalía, de
la que éstos se apropian en forma de ganancia. El afán de lucro en
estas condiciones engendra inevitablemente la competencia entre
los capitalistas. El progreso de la técnica y la competencia
suscitan los procesos de concentración y de centralización del
capital. Surgen poderosas agrupaciones capitalistas: los
monopolios.

El capitalismo fomenta también la expansión exterior. Los


principales países capitalistas comienzan a apoderarse de tierras
ajenas, a establecer imperios coloniales, incorporando el mundo
entero al desarrollo capitalista. En las colonias, conserva, por lo
común, las viejas formas de vida y los viejos sistemas de
economía y convierte estos países en apéndices proveedores de
materias primas de las metrópolis y en mercados para los
artículos industriales. El capitalismo crea, por vez primera en la
historia, el sistema mundial de economía, el mercado mundial.
Aquí, la historia se vuelve universal en el pleno sentido de la
palabra, por cuanto se suprime el antiguo aislamiento de unas y
otras zonas o pueblos.

El capitalismo acelera intensamente el ritmo de desarrollo


económico y social. En un período histórico relativamente breve,
esta formación pasa por varias etapas de evolución: desde el
período de la acumulación, capitalista originaria, a través del
sistema de la libre iniciativa, hasta la época del capitalismo
monopolista. Pero, con el curso del desarrollo, se acumulan en el
capitalismo más y más elementos de su propia negación. El
capitalismo no es eterno, y el motivo esencial que lo hunde es,
precisamente, la contradicción que él mismo engendra entre el
carácter social del proceso de producción y la forma capitalista
privada de apropiación.

131
Capítulo V
La Lógica Objetiva de la Historia Universal
El capitalismo imprime al proceso de producción un
carácter social. Cualquier producto hecho en una fábrica
capitalista es fruto del trabajo conjunto de los hombres. Nadie
puede decir que ha sido el único en hacerlo. La vasta división del
trabajo, no sólo a escala de una u otra fábrica, sino entre ramas
enteras, vincula toda la economía nacional por miles de hilos
económicos para formar un sistema único y establece una
dependencia orgánica entre los distintos tipos de producción. A
este estado de las fuerzas productivas, ya no corresponde la
propiedad privada, sino la propiedad social sobre los medios de
producción; la propiedad privada deja de ser una forma de
desarrollo de las fuerzas productivas para convertirse en un
freno. La conservación de la propiedad capitalista entorpece el
progreso de las fuerzas productivas y de toda la sociedad y
agrava la lucha de clase de trabajadores y diversos grupos
sociales contra la burguesía, como expresión de la contradicción
fundamental del capitalismo.

Las contradicciones del capitalismo se acentúan al extremo


en la fase superior del desarrollo del mismo: en la época del
imperialismo, iniciada a fines del siglo XIX y principios del XX.
Dicha época ha sido estudiada a fondo en los trabajos de Lenin,
que prosigue el análisis del capitalismo dado por Marx. Lenin
demuestra que la sustitución de la libre competencia por el
monopolio, el paso del capitalismo premonopolista al monopolista
y el afianzamiento de la dominación de la oligarquía financiera
significan el surgimiento de una tendencia al estancamiento y a la
descomposición, son la expresión de la decadencia del
capitalismo. El imperialismo es su última fase, específicamente en
su forma de acumulación denominada globalización, que concluye
y remata la existencia de la formación social capitalista.
Mientras la propaganda burguesa ensalzaba y engrandecía las
realizaciones de la <civilización occidental>, el marxismo-
leninismo puso al descubierto el comienzo de la descomposición de
este sistema económico y social y estableció mediante un análisis
sereno y científico de sus contradicciones el carácter irreversible
de este proceso.

Todo el acontecer sucesivo de la historia mundial confirma


incontrovertible y palmariamente estas profundas conclusiones.
Con tal motivo no se puede por menos de advertir que la
burguesía ha adoptado en los últimos decenios distintas medidas
con el fin de consolidar algo sus tambaleantes posiciones.
Tratando de tener más en cuenta la naturaleza social de las
132
V. Kelle y M. Kovalzon

fuerzas productivas dentro del marco del capitalismo, procura


valerse con creciente frecuencia del Estado para controlar el
proceso de producción y consumo y evitar de ese modo los
cataclismos económicos que se ciernen constantemente. Sin
embargo, estos esfuerzos no pueden dar solución a las
contradicciones cardinales de capitalismo existentes entre el
trabajo y el capital, entre el puñado de monopolistas y las grandes
masas de trabajadores entre los países capitalistas
económicamente desarrollados y los atrasados. Las medidas de
regulación de la producción que emprende la burguesía no hacen
más que incrementar el carácter social de las fuerzas productivas
de la sociedad capitalista y la necesidad objetiva de tránsito al
sistema de relaciones económicas correspondientes a las fuerzas
productivas modernas. Y el agudizamiento de las contradicciones
del capitalismo da vida a nuevas fuerzas sociales que están
interesadas en dar solución a este problema de alcance histórico
universal.

Los monopolios utilizan ampliamente las realizaciones del


progreso científico-técnico para fortalecer sus posiciones, para
elevar la eficiencia de la producción y el ritmo de desarrollo de
ésta, para reforzar la explotación y la opresión de los
trabajadores. Sin embargo, la adaptación a las nuevas
condiciones no supone la estabilización del capitalismo como
sistema. La crisis general del capitalismo continúa ahondándose.

Así, el capitalismo remata un prolongado período de la


historia humana, el periodo de la sociedad antagónica. Del breve
análisis de este proceso, que acabamos de dar aquí, se desprende
que la dirección general del desarrollo de la sociedad humana
viene determinada por el progreso de las fuerzas productivas
dentro del marco de unas relaciones de producción concretas y
que el período de tránsito de una formación social a otra se
efectúa también con arreglo a una necesidad impuesta por la
historia natural. Pero esta necesidad se cumple sólo a través de la
actividad de los hombres. En el presente caso, todos los grandes
problemas sociales se resuelven en aguda lucha de clases sociales,
lucha que penetra todas las formaciones antagónicas. Cambian
las clases, cambia el carácter de las contradicciones, pero
permanece igual el tipo de desarrollo histórico, que se produce en
forma de colisiones y choques de intereses económicos y políticos
de distintos grupos sociales, en forma de lucha de clases. Desde las
primeras formaciones sociales antagónicas conocidas como
asiáticas y la más cruel y feroz de sojuzgamiento del hombre en la
133
Capítulo V
La Lógica Objetiva de la Historia Universal
sociedad esclavista, la historia ha seguido el camino de la
constante suavizac1on de las formas de explotación, de
sustitución de las formas extraeconómicas de coerción con formas
económicas, de desarrollo del interés material por los resultados
de la producción no sólo entre los propietarios de los medios de
producción, sino también entre los productores directos.

Las grandes realizaciones de esta época de la historia


humana han sido el gran progreso de la técnica, la ciencia y la
cultura, que colocan al hombre a una altura jamás vista y crean
las premisas para superar los antagonismos sociales y para el
tránsito de la humanidad a un nivel cualitativamente nuevo de
vida social, cuyo carácter debe distinguirse por la propiedad
social y la unidad de todos los miembros de la sociedad en su labor
conjunta en beneficio de todos.

Este anhelo de una sociedad superior en donde la ciencia se


encuentre al servicio de la humanidad se ve amenazado por el
peligro de destrucción de la civilización en una guerra mundial
termonuclear. Por eso, la lucha contra el imperialismo, contra el
colonialismo y el neocolonialismo, así como la lucha por la paz,
coincide hoy con la lucha contra la llama exterminadora que
supondría la guerra termonuclear.

Por eso, la nueva sociedad sólo puede nacer de la lucha de


clases. En esta lucha, la idea de la sociedad sin contradicciones
antagónicas es la estrella noble y luminosa que invita a ese
porvenir y hace ver sus perspectivas. iY nada puede manchar
este ideal!

Enrique Heine escribió:

"Wir wollen hier auf Erden schon


Das Himmelreich erríchten"
("Construiremos aquí, en la Tierra,
el reino celestial")
("Alemania")

Pero, ésta es una expresión poética. Una forma de sociedad


donde quepan todos no es el paraíso cristiano, no es una sociedad
de hombres incorpóreos, angelicalmente virtuosos. Es una
134
V. Kelle y M. Kovalzon

organización social de la humanidad que se plantea el desarrollo


integral del hombre mismo.

Así, la humanidad ha recorrido en su desarrollo un


complejo camino.

En la primera fase del proceso histórico -la formación de la


comunidad primitiva- surgió el hombre y se crearon las premisas
para su desarrollo social. En la comunidad primitiva, el hombre
dejó de depender exclusivamente de la naturaleza, abandonó su
estado natural y comenzó a vivir por su cuento.

El desarrollo de las formaciones antagónicas le ha


permitido al género humano alcanzar tal nivel en la ciencia y la
producción material que ahora está en condiciones de poner las
fuerzas de la naturaleza a su servicio.

La misión en la tercera etapa de la historia -la formación


socioeconómica sin contradicciones antagónicas- es hacer que el
hombre domine sus propias relaciones sociales y se desarrolle en
todos los aspectos sobre la base del más alto progreso de la
producción material y espiritual, del desarrollo de las relaciones
colectivistas de la colaboración y ayuda mutua, en donde la
humanidad saliendo de la prehistoria comience a forjar su
verdadera historia, la cual deja de ser esclava de la naturaleza y
de sus propias relaciones sociales, transitando del reino de la
necesidad al imperio del reino de la libertad, al pasar de formas
sociales inferiores a las superiores.

La superación de los antagonismos sociales en todos los


países permitirá a los hombres unirse y emplear todas sus fuerzas,
tesón y conocimientos en la solución de grandiosos problemas
para conocer y domeñar la naturaleza y lograr el desarrollo
universal del ser humano, problemas que sólo están al alcance y
son dignos del hombre libre en una sociedad libre. Tal es la lógica
de la historia universal.

135
CAPÍTULO VI

EL SUJETO DEL PROCESO HISTÓRICO*


(las masas, las clases, los partidos y las personalidades)

Al observar el camino histórico de la humanidad, al revelar


la lógica objetiva de la historia universal, distamos mucho de
afirmar que en su desarrollo todo se hace <de por sí>, al margen de
los hombres. No se trata más que de un determinado aspecto del
estudio del proceso sociohistórico, cuando el sistema social se
toma como formación social objetiva, cuando se examinan su
evolución, las transformaciones que se operan en ella y el tránsito
a otro sistema, a otro peldaño superior del acontecer histórico. En
ello se presupone la inclusión en el sistema social, como
componente necesario, el hombre, su actividad y su conciencia y
que sólo en esta actividad existe, funciona y se modifica dicho
sistema. Semejante método de análisis sociológico permite
comprender la marcha del desarrollo de la sociedad como proceso
histórico-natural y ver sus leyes. Marx, más que nada, se vale de
este método en El Capital, al investigar la evolución y las
tendencias históricas de la producción capitalista. Ahora bien, por
cuanto se destaca ese aspecto del análisis se impone examinar
otro círculo de problemas, relacionado ya con el análisis del sujeto
mismo de la actividad histórica, con el análisis de esta actividad.
Y ¿por qué han de interesarnos estos problemas, dado que
conocemos las leyes del acontecer histórico? Existen para ello
muchas razones. Primero observemos que este análisis sirve de
eslabón necesario en el sucesivo conocimiento de la historia. No
podemos pasar directamente de las leyes generales que explican
el proceso histórico concreto, soslayando el sujeto de la acción, ya
que así pondremos la historia al margen de la persona, o se
relegará a los hombres al papel de marionetas en el terreno
histórico. Pero, se sabe que el sujeto no es portador y promotor
pasivo de dicha necesidad. Abriéndose paso como tendencia
histórica a través de la actividad, la lucha y los choques de
personas, las leyes objetivas sociales no prescriben, ni mucho
menos, el acontecer concreto de la historia. Por eso, la
investigación del sujeto de la acción histórica, el estudio del
incitativo de los móviles, las metas de la actividad, las formas de
organización de los hombres, etc., en su conexión con las

• V. Kelle y M. Kovalzon, El Materialismo Histórico, Editorial Progreso, Moscú, 1986.


Capítulo VI
El Sujeto del Proceso Histórico
condiciones materiales y las leyes objetivas de la vida social,
constituye un elemento indispensable al estudiarla.

¿Quién es, pues, el sujeto del proceso histórico? A fin de


aclarar esta cuestión es preciso, primero, ver qué diferencia hay
entre lo subjetivo y lo objetivo en la vida social. Los conceptos de
lo subjetivo y lo objetivo son correlativos. El sujeto, como portador
del principio consciente, que se manifiesta en la actividad, se
distingue del objeto, en el que recae esta última, como también de
las condiciones en la que se realiza.

Este portador del principio consciente respecto de la


naturaleza exterior es toda la sociedad. Pero, por cuanto el objeto
de la acción es de índole social, ya no sirve esa interpretación tan
amplia. Por eso, sólo puede ser sujeto de la acción social el
individuo o el grupo social. En cualquiera de los casos, no se puede
por menos de contar con el individuo como sujeto de la acción.
Esta figura en todos los casos en que se trata de la sociedad o de
algún grupo social. Ahora bien, si se considera un individuo
concreto como sujeto de la acción social, debemos contraponerlo
al resto de la sociedad, a las masas. Como es lógico, surge la
pregunta: ¿en qué condiciones pueden ser socialmente
importantes las acciones del individuo, capaces de ejercer algún
efecto en la vida social? La experiencia histórica muestra que el
sumar las acciones de los individuos y su paso a acciones de
grandes masas, de grupos sociales, produce un efecto social
importante. Además, los hombres capaces de ejercer un efecto
sensible en la sociedad y su desarrollo eran, ya bien
personalidades que concentraban en sus manos un gran poder,
una gran fuerza material, ya bien hombres que lograban nuevos
resultados en la esfera de la ciencia, del arte, etc. El elevar estos
hechos al absoluto ha dado base a teorías según las cuales el
único principio creador subjetivo en la historia son las grandes
personalidades, que se destacan sobre la masa humana. Desde los
tiempos de Plutarco, esta concepción viene inculcándose, de muy
diferentes formas, en la conciencia social y ha contado siempre
con el apoyo y la aprobación de los potentados, como argumento
que les auxiliaba en su derecho a la dominación. En la época
moderna, siglo XIX, Carlyle ha llevado esta concepción a su fin
lógico, al absurdo, reduciendo la historia universal a las biografías
de las grandes personalidades.

La exaltación del papel de unas u otras personalidades en


la historia ha llevado a que se minimice el papel de las masas
138
V. Kelle y M. Kovalzon

populares. El materialismo histórico, cuya misión importante es


fomentar la conciencia científica de las masas, se ha pronunciado
desde sus orígenes del modo más enérgico contra esta concepción
y ha puesto al desnudo todo lo insostenibles que son y el daño
político que suponen. En la polémica con los jóvenes hegelianos,
para quienes el sujeto de la historia eran <los individuos de
pensamiento crítico> opuestos a la <masa inanimada>, Marx, sin
negar la importancia del individuo, demostró que la historia real
la hacen las masas humanas, y no unos y otros individuos. Los
períodos revolucionarios de la historia ponen de relieve con
particular fuerza el que las masas populares no sólo son el objeto,
sino también el sujeto de la acción histórica. únicamente la
inmovilidad, el atraso y la humillación, derivados de la
explotación, hacen de las masas, en ciertos períodos, objeto de la
historia. Pero cuando éstas se alzan a luchar por sus intereses,
ponen el sello de su actividad en toda la marcha de la historia. Por
eso, el problema del sujeto del proceso histórico no puede
resolverse de modo tan unilateral como lo hacen los adeptos de la
teoría del culto a la personalidad. El sujeto del proceso histórico
son, ante todo, las masas humanas, y sólo partiendo de la
actividad de las masas es como se puede comprender
debidamente también la actividad de unos y otros individuos.

La <masa> humana no es algo amorfo o indefinido. Está


dividida en distintos grupos sociales, comunidades y clases. Por
eso, a fin de orientarse bien en la apreciación de la actividad de
los hombres -las masas humanas en tanto que sujetos de la
historia- es preciso poner en claro la esencia y las causas de la
diferenciación social, como también sus efectos.

La concepción marxista de la diferenciación social se basa


en la teoría de las clases, que ofrece el método de revelación y
análisis de las diferencias esenciales entre los hombres de cada
sociedad concreta y es aplicable a toda la historia desde la
desintegración de la comunidad primitiva.

Sin definir las causas del surgimiento y el carácter de las


diferencias sociales entre las clases no se puede comprender los
intereses, las relaciones recíprocas, la lucha ni las concepciones de
grandes grupos humanos. Por eso, como señala Lenin, los
conceptos <sistema social> y <formación social> no resultan
bastante concretos sin el concepto de clase y sociedad de clases. 1

1 Véase Recopilación Leninista XI, ed. en ruso, pág. 383.


139
Capítulo VI
El Sujeto del Proceso Histórico

La teoría de las clases reviste particular importancia para


comprender el sujeto de la actividad histórica. En efecto, si la
historia es la de los hombres, si intervienen en ella millones y
miles de millones de seres humanos, cuyas aspiraciones y actos
chocan y se entrecruzan, es natural que surja la cuestión de cómo
puede uno orientarse en medio de este caos de acciones
individuales, cómo advertir en ellas acciones de importancia
social y cómo explicarlas. La significación de la teoría de las
clases consiste, precisamente, en que permite reducir las acciones
de unos u otros individuos a las de grandes grupos sociales y
clases, cuya interacción y lucha mueven el progreso de la
sociedad. 2

Esencia y causas de la diferenciación social división de la


sociedad en clases.

En la sociedad existen multitud de diferencias entre los


hombres: la nacionalidad, de situación social, de sexo, de edad, de
género de ocupación, de nivel de instrucción, de volumen de
ingresos, de situación profesional, etc. Todo eso da lugar a
graduaciones, al surgimiento de diversas comunidades y grupos
sociales. Sin embargo, las diferencias más importantes son las
sociales que entran en escena cuando los hombres se dividen en
clases sociales.

La diferenciación social en una u otra sociedad antagónica


ha sido siempre un hecho indudable para sus componentes. En la
sociedad esclavista existían barreras bien definidas entre los
libres y los esclavos, entre las diversas castas; en la sociedad
feudal, la situación de cualquier persona dependía de su estado o
estamento. Ahora bien, los hombres tenían ideas de estas
diferencias como de cosas establecidas por la propia naturaleza o
impuestas por las divinidades. Nacida de las entrañas del
feudalismo, la sociedad burguesa, al instaurar la igualdad formal
de los hombres ante la ley, no suprime las diferencias sociales, no
elimina las contradicciones de clase y la división de la sociedad en
clases, sino que establece nuevas clases, así como nuevas formas
de opresión y de lucha en el lugar de las viejas.

2 Para conocer la sociedad es preciso también pasar de lo social a lo individual (véase

cap.IX).
140
V. Kelle y M. Kovalzon

La existencia de las clases fue descubierta por los hombres


de ciencia burgueses ya antes de Marx. Así, los clásicos de la
economía política inglesa A. Smith y D. Ricardo consideraban que
en la sociedad existían tres clases -los burgueses, los propietarios
de tierras y los obreros- y que la diferencia entre ellas se debía a
las fuentes de ingresos. Los burgueses percibían ganancia; los
propietarios de tierras, renta; y, los obreros, salarios.

El análisis que hicieron Smith y Ricardo de la situación de


las clases en relación con la economía de la sociedad significó
indudablemente una realización considerable del pensamiento
social. Para ellos, la división de los hombres en clases y la
subsiguiente desigualdad social eran fenómenos absolutamente
legítimos y necesarios. No veían las contradicciones antagónicas
entre las clases, por cuya razón como era natural, no estaban en
condiciones de poner al descubierto la base de dicha
contradicción. Además, los economistas ingleses buscaban las
causas de la división en clases en la esfera de la distribución y
fueron los progenitores de la llamada <teoría de la distribución>
de las clases, muy en boga hoy.

Si bien los clásicos de la economía política inglesa fijaron la


atención en la existencia de las clases, los historiadores franceses
de la época de la restauración -Thierry, Guizot y Mignet-
procuraron investigar la historia, en particular la historia de la
revolución francesa, desde el ángulo de la lucha de clases. Estos
últimos estimaban que la marcha de la revolución francesa venía
determinada por la lucha de clases en torno a la propiedad sobre
la tierra. Pero, al dar la descripción histórica de la lucha de clases,
la proclamaron legítima sólo para el pasado; en cuanto a la lucha
de clase de los obreros contra la burguesía contemporánea, la
consideraban infundada, ilegítima e inadmisible.

Así, la existencia y la lucha de clases fueron descubiertas


ya antes de Marx. Los fundadores del marxismo aprovecharon las
realizaciones de la ciencia social en la investigación de las clases
de la sociedad y su lucha, pero no se pararon en ello.

La esencia de la teoría marxista de las clases y de la lucha


de clases, lo mismo que sus peculiaridades básicas las determinó
Marx en su conocida carta a Weydemeyer del S de marzo de 18S2:
<Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la
existencia de las clases sólo va unida a determinadas fases
históricas de desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases
141
Capítulo VI
El Sujeto del Proceso Histórico
conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que
esta misma dictadura no es de por sí más que el tránsito hacia la
abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases ... >3

Al deducir el surgimiento y la existencia de las clases de las


necesidades que presentaba la producción en desarrollo, Marx
dio, por vez primera, una definición materialista de las clases;
mostró que éstas no eran un fenómeno eterno, que habían surgido
como necesidad objetiva y habrían de desaparecer como un
imperativo y abordó el problema de las clases desde las posiciones
del historicismo, es decir, de modo dialéctico.

Para la teoría de las clases es importante establecer, ante


todo, el criterio científico de la división de la sociedad en clases y
definir correlativamente los caracteres esenciales de las
diferencias de clase. Estos caracteres vienen definidos en el
trabajo de Lenin Una gran iniciativa: <Las clases son grandes
grupos de hombres que se diferencian entre sí por el lugar que
ocupan en un sistema de producción social históricamente
determinado, por las relaciones en que se encuentran con respecto
a los medios de producción (relaciones que las leyes refrendan y
formulan en gran parte), por el papel que desempeñan en la
organización social del trabajo, y, consiguientemente, por el modo
y la porción en que perciben la parte de riqueza social de que
disponen. Las clases son grupos humanos, uno de los cuales puede
apropiarse del trabajo de otro por ocupar puestos diferentes en un
régimen determinado de economía social> 4 Analicemos más
detalladamente esta definición.

La sociedad puede ser de clases o sin clases. La primera


está dividida en varios grupos numerosos de hombres que tienen
sus intereses específicos, sus intereses de clase.

Las clases se distinguen por su lugar en el sistema de la


producción social: unas son dominantes, otras, oprimidas. Dicha
situación se debe a la distinta relación que guardan respecto de
los medios de producción. Este carácter es el más importante, ya
que muestra las diferencias de clases, el tipo de intereses y de
actividad de cada una, las relaciones de una clase con las otras.
La propiedad privada sobre los medios de producción es la base
económica de la división de la sociedad en clases, la base de la

3 C. Marx y F. Engels. Obras Escogidas en dos tomos, t. 11, pág. 4S6.


4 V. l. Lenin. Obras Escogidas en tres tomos, t. 3, pág. 232.
142
V. Kelle y M. Kovalzon

explotación de las clases trabajadoras por los propietarios de los


medios de producción, la base del antagonismo entre las clases. En
la sociedad en que todos guardan igual relación respecto de los
medios de producción no puede haber clases ni explotaciones del
hombre por el hombre.

De este modo, la teoría marxista-leninista de las clases


permite juzgar de los intereses y la actividad de grandes grupos
sociales partiendo de la situación objetiva de éstos en cada
sistema históricamente concreto de producción social.

La relación que se guarda respecto de los medios de


producción determina también el papel de la clase en la
organización social del trabajo. En la sociedad capitalista, la
burguesía es la que organiza la producción. Y los obreros no tienen
más remedio que someterse a la organización capitalista del
trabajo. Como hace constar Marx, los capitalistas no lo son porque
organizan la producción, sino al contrario, pueden ser dirigentes
de la producción precisamente porque son capitalistas,
propietarios de los medios básicos de producción 8 •

Con el desarrollo del capitalismo monopolista se incorporan


más y más especialistas para organizar la producción. Estos
ocupan cargos altamente remunerados de presidentes de
sociedades anónimas, de gerentes, de directores de empresas, etc.
El capital se vuelve más y más impersonal. El lugar del capitalista
propietario individual lo ocupan poderosas agrupaciones
monopolistas.

En las publicaciones burguesas, este fenómeno se presenta,


en primer lugar, como una transformación del capitalismo en algo
así como una <sociedad de gerentes>, en la que las posiciones
clave no las ocupan ya los propietarios, sino especialistas
técnicos. En segundo lugar, este fenómeno se interpreta como una
supresión de la explotación. El laborista Crosland escribe que
ahora, cuando la <propiedad activa> sobre los medios de
producción ha cedido lugar a la <posesión pasiva de acciones>, la
idea de que las relaciones de propiedad constituyen la base de la
dominación económica ya no es correcta.

El capitalismo moderno, efectivamente se distingue del que


había el siglo XIX. Pero, ni la sustitución del capitalista individual

s Véase C. Marx y F. Engels. Obras, ed. en ruso, t. 23, pág. 344.


143
Capítulo VI
El Sujeto del Proceso Histórico
por el <colectivo>, ni el que los propietarios hayan abandonado la
administración personal de la producción, ni siquiera el que una
parte de los medios de producción esté en manos del Estado
cambian la naturaleza del capitalismo si los medios de producción
revisten la forma de capital, si existe la apropiación de trabajo
ajeno, si la producción está subordinada a la ganancia capitalista.
Los <gerentes> cumplen la voluntad de los capitalistas, de los
propietarios, y la explotación, además de seguir en pie, se agrava.
La transferencia de las funciones de dirección a los <managers>
sólo muestra el creciente parasitismo de la clase burguesa y la
posibilidad de organizar la producción social sin los capitalistas.

La relación que se guarda respecto de los medios de


producción determina tanto el modo de obtención como las
proporciones de los ingresos de una u otra clase. Así, el burgués se
distingue del proletariado porque la forma de ingreso de aquél es
la ganancia, y de éste, el salario.

Los ideólogos burgueses ofrecen un cuadro idílico del


capitalismo moderno. Según ellos resulta que en los países
capitalistas desarrollados se van nivelando los ingresos y las
condiciones de vida: las rentas de ricos se reducen, y los ingresos
de pobres aumentan, se amplía la <clase media>, que absorbe en
sus filas las capas superiores e inferiores. De ahí se sacan
conclusiones de muy largo alcance: se habla de <desaparición> de
las diferencias entre las clases, de la superación de la lucha de
clases en la sociedad capitalista y, naturalmente, de que el
materialismo histórico es inaplicable al capitalismo moderno.

No obstante, este cuadro tergiversa enteramente la


realidad. Veamos, a título de ejemplo, los EE.UU., el país más rico
del actual mundo capitalista, donde la clase obrera, tras una
enconada lucha contra los capitalistas, ha logrado efectivamente
un nivel de salarios más alto que en los otros países capitalistas.
¿se observa en Estados Unidos de América una nivelación de los
ingresos? Si se observa, ¿por qué, pues, el Congreso
norteamericano sigue atareado con el <programa de lucha contra
la pobreza>, mientras el S% de las familias más ricas posee miles
de millones de dólares? ¿cómo se explica la aparición del
<campamento de los pobres> al lado del Capitolio? ¿por qué hasta
ahora millones de norteamericanos viven en tugurios, mientras
los capitalistas tienen en sus manos la parte fundamental de la
riqueza nacional? Todo eso no huele ni de lejos a nivelación. De
examinar todo el mundo capitalista en conjunto, la polarización
144
V. Kelle y M. Kovalzon

de la riqueza y la miseria será todavía más evidente. La


apropiación de trabajo ajeno es en él la principal fuente de
riqueza de las clases explotadoras.

Tales son los caracteres básicos de las clases. La teoría


sociológica científica de la división de la sociedad en clases se
vale de estos caracteres en conjunto y conexión orgánica; el sacar
uno de ellos y usarlo como criterio con significación propia en la
diferenciación de las clases sería apartarse de la ciencia.

Nacidas en la economía, las diferencias de clase penetran


todas las esferas de la vida social. La situación económica y los
intereses materiales de la clase forman sus intereses políticos, su
fisonomía sicológica y su ideología. Al propio tiempo, la fisonomía
de las clases la determinan también las condiciones históricas
concretas de su existencia, sus relaciones con las otras clases, etc.

¿cuáles son, pues, las causas del surgimiento de las clases,


por qué y cómo aparecen?

La posibilidad de aparición de las clases, como se infiere


del capítulo anterior, radica en el crecimiento de la productividad
del trabajo, que permite obtener plusproducto y hace ventajosa la
explotación del hombre.

La necesidad de su aparición radica en que la producción


ha alcanzado tal nivel de desarrollo que se hace imposible todo
progreso si no se procede intensamente a la división del trabajo.
Sin la división y la especialización del trabajo serían imposibles el
progreso de las fuerzas productivas, el aumento de la
productividad del trabajo y el avance de toda la sociedad. Por eso,
la división del trabajo viene a ser un importante factor de
progreso de la producción y de toda la sociedad.

El análisis correcto de los efectos de la división del trabajo


requiere que se distingan el aspecto técnico y el social de esta
cuestión.

En el sentido técnico, la división del trabajo da lugar a la


especialización de los diversos tipos de labor, a la aparición de
profesiones, a la formación de múltiples conexiones entre los
diversos tipos de producción, al intercambio de distintos tipos de
actividad; en el sentido social, eso da lugar a la aparición de la
propiedad privada, a las diferencias de estado de fortuna, a la
145
Capítulo VI
El Sujeto del Proceso Histórico
división de la sociedad en clases. Este problema se expone
detalladamente en varios trabajos de los fundadores del
marxismo-leninismo. En particular, en su obra Anti-Dühring,
Engels subraya que mientras el trabajo social rinde, en conjunto,
una producción que apenas supera los medios de existencia
necesarios para toda la sociedad, mientras el trabajo absorbe todo
o casi todo el tiempo de la enorme mayoría de los miembros de la
sociedad, ésta se divide inevitablemente en clases. Al lado de la
enorme mayoría de los hombres ocupados en trabajo productivo,
pero forzoso en la esfera de la producción material, se forma una
clase exenta del trabajo productivo directo y ocupada en asuntos
sociales, como es la administración, los asuntos del Estado, la
justicia, la ciencia, el arte, etc., y vive a cuenta de la apropiación
de trabajo ajeno. Por consiguiente, la base del surgimiento de las
clases es la ley de la división del trabajo. 6

Inicialmente, las clases se formaron por dos vías: mediante


la diferenciación interna de la comunidad primitiva y mediante la
esclavización de hombres de otras comunidades y tribus.

En el primer caso tratase de la clase dominante integrada


por las familias que ocupaban cargos públicos y se valían de éstos
para concentrar en sus manos riquezas cada vez mayores. Los
hombres elegidos para cumplir determinadas funciones sociales,
existiendo ya la división del trabajo y la propiedad privada,
comenzaron a usurpar dichos cargos, convirtiéndolos en vitalicios
y, luego, hereditarios. Los sirvientes de la sociedad se convirtieron
en señores de la misma.

En el segundo caso se subraya otro aspecto del proceso de


formación de las clases. El aumento de la producción en todas las
ramas -la ganadería, la agricultura y las artes domésticas- hizo
que la fuerza de trabajo fuera capaz de producir más de lo
indispensable para su propio sustento. Al mismo tiempo,
aumentaba la cantidad diaria de trabajo correspondiente a cada
miembro de la gens, de la comunidad doméstica o de la familia. Se
impuso la necesidad de emplear fuerza de trabajo suplementaria.
El vehículo que la suministraba era la guerra: se comenzó a
convertir los prisioneros en esclavos.

Así, la división social del trabajo, a la vez que aumentaba


el rendimiento del mismo y la riqueza, a la vez que ampliaba la

6 Véase C. Marx y F. Engels. Obras, ed. en ruso, t. 20, pág. 187.


146
V. Kelle y M. Kovalzon

esfera de la actividad productiva, habida cuenta de las


condiciones históricas de la época, consideradas en conjunto,
daba lugar necesariamente a la formación de las clases, de la
sociedad dividida en clases.

Muchos teóricos burgueses afirmaban que la fuente


originaria de la división de la sociedad en clases era la violencia.
En efecto, en el proceso de la formación de las clases, la violencia
(las guerras, la captura de esclavos, bienes, etc.) desempeñaba un
gran papel, aunque, de por sí, no podía engendrar las clases.
Mientras el hombre se valía del hacha de piedra, no hubo
violencia que pudiese engendrar plusproducto y, por consiguiente,
crear las condiciones para la explotación del hombre por el
hombre. La violencia no es causa, sino efecto. La aparición de las
clases fue preparada v condicionada por causas económicas.
La primera división de la sociedad en clases abiertamente
antagónicas, es la división de esclavos y esclavistas. Pero con eso
no se agota la cuestión del origen de las clases. El tránsito de la
sociedad esclavista a la feudal y, luego, de la feudal a capitalista
no significa la simple transformación de las clases surgidas antes
en clases de la nueva formación, digamos la transformación de los
esclavos en siervos de la gleba y de los esclavistas en señores
feudales. La sustitución de una formación social por otra va
ligada a un proceso extraordinariamente específico y complejo de
constitución de las clases de la nueva formación. En cada
formación nueva surgen clases nuevas.

En el presente, el progreso de la producción y de las fuerzas


productivas ha alcanzado tal nivel que se pone al orden del día la
supresión de las clases sociales. En los países socialistas, esta
tarea está cumpliéndose ya en la práctica.

Método de análisis de clase las etapas que integran la sociedad.


La división de la sociedad en clases se expresa y se
refrenda en todo el sistema de relaciones sociales y conduce a que
los antagonismos de clase penetren en una medida u otra todos
los fenómenos sociales. La relación que cada fenómeno de éstos
guarda con la división de la sociedad en clases y con los intereses
específicos de cada una de ellas se puede aclarar precisamente
con ayuda del método de análisis de clase. No obstante, al usar
este método, hay que evitar dos extremos: por una parte, el
147
Capítulo VI
El Sujeto del Proceso Histórico
objetívismo burgués, que trata de hacer caso omiso del propio
hecho de la división de la sociedad en clases, en virtud de lo cual
hacen aparición teorías que niegan y velan la naturaleza de clase
de los monopolios capitalistas, del Estado burgués, de los partidos
políticos, etc.; por otra parte, la aplicación dogmática vulgar y
primitiva del método de análisis de clase, sin tener en cuenta el
carácter específico de los diversos fenómenos sociales y
proclamando que todo -desde el Estado hasta las peluquerías,
desde la ideología hasta la moda - está penetrando en igual
medida de antagonismos de clase. En el primer caso, el marxismo
opone el análisis que pasa por alto la división de la sociedad en
clases el enfoque de clase, partidista; en el segundo, el marxismo
lucha contra el subjetivismo y el primitivismo, que tergiversan el
método de análisis de clase.

La aplicación científica del análisis de clase implica el


estudio del carácter específico de cada fenómeno social.

De fijarse en sus caracteres fundamentales, todos estos


fenómenos podrían dividirse, cuando menos, en tres grupos
básicos, en los que el carácter de clase se manifiesta de distinta
manera.

En primer lugar, es el grupo de fenómenos sociales, de clase


por su esencia, que surgen con las clases y sólo existen por cuanto
existen éstas. Pertenecen a este grupo, ante todo, el Estado y todo
el sistema de relaciones políticas. Por eso, la apreciación del
Estado desde las posiciones de clase es decisiva para comprender
su esencia y carácter de desarrollo.

En segundo lugar, es el grupo de fenómenos que sirven de


elementos estructurales de toda formación, pero adquieren
carácter de clase en las sociedades antagónicas. Esos fenómenos
son las relaciones de producción, la moral, la ideología, el arte, etc.
Al estudiarse este grupo de fenómenos mediante el análisis de
clase, hay que tener en cuenta tanto la naturaleza de clase de los
mismos corno el que la lucha de clases no lleva a la eliminación de
estos elementos estructurales corno tales, sino a la modificación
de su forma de manifestación en cada época histórica concreta.
Así, ninguna sociedad puede existir sin relaciones de producción o
sin moral. Por eso, la sustitución de la formación capitalista por la
socialista no implica la liquidación de las relaciones de producción
o la moral en general, sino la sustitución de unas relaciones de
producción, de una moral por otras.
148
V. Kelle y M. Kovalzon

En tercer lugar, se encuentra el grupo de fenómenos


sociales que consta de elementos estructurales que por su esencia
no son de clase, es decir, que no pueden cumplir sus funciones
sociales si adquieren carácter de clase, como, por ejemplo, la
lengua, la técnica, las ciencias acerca de la naturaleza, etc.
Empero hay que tener presente que están también sujetos a la
influencia de la división de la sociedad en clases y que estas
últimas tratan de utilizarlos en beneficio propio. La burguesía se
vale de la ciencia y la técnica para explotar a los trabajadores.
Esto ejerce cierta influencia en dichos fenómenos, en el carácter
de su desarrollo, pero no cambia, ni puede cambiar, su naturaleza,
su esencia.

Si no se toman en cuenta estas diferencias y otras más


sutiles entre los fenómenos sociales corre el peligro de tergiversar
el método marxista de análisis de clase, se puede envilecer el
mismo, trasformar el método de enfoque desde posiciones de clase
de los problemas de la cultura en medio de descrédito de toda la
cultura acumulada por la humanidad.

Prosigamos. Sin un enfoque de clase no se puede


comprender la actividad del hombre en la sociedad dividida en
clases, así como los multiformes móviles y deseos que guían al
hombre en sus actos. La teoría científica de las clases y de lucha
de clases permite poner al descubierto las profundas bases de
estos móviles y deseos y expresarlos en intereses materiales
perfectamente definibles de las clases. La esencia del método de
análisis de clase consiste a este respecto en utilizar distintas
ideas, móviles, palabras y acciones del hombre para revelar los
auténticos intereses de las clases enfrentadas. En este caso no se
toma en consideración la diversidad de las diferencias
individuales en los motivos de la acción de unos y otros hombres,
pero se pone al descubierto el aspecto esencial, de significación
social, de su actividad. Por ejemplo, un capitalista puede ser un
honesto padre de familia, querer a sus hijos, dedicarse a
coleccionar estuches y ser un filántropo, otro es mala persona,
insensible, indiferente respecto para con la familia, etc. Pero lo
principal es que los dos, en tanto que capitalistas, poseen
propiedad sobre los medios de producción, viven del business,
perciben ganancia y cumplen la función social de su clase. Por
eso, al caracterizar a los capitalistas, en tanto que representantes
de su clase, lo esencial no es la correlación de sus virtudes y
defectos personales, sino el tener claro que ellos personifican las
149
Capítulo VI
El Sujeto del Proceso Histórico
relaciones capitalistas. Estas relaciones e intereses de clase ponen
su impronta también en las cualidades personales de los que
pertenecen a las clases burguesas. Mucho se ha escrito sobre la
influencia deletérea de los intereses burgueses, de su
incompatibilidad con las relaciones auténticamente humanas. Sin
embargo, hay que tener en cuenta que la fisonomía del individuo
es siempre mucho más multifacética que la característica hecha
en base a su pertenencia u orientación social.

Así, al definir los intereses de las clases originadas por el


lugar que ocupan éstas en el sistema de producción
históricamente determinado, podemos reducir lo individual a lo
social y poner en claro qué es lo que busca cada clase en
consonancia con las condiciones de su vida, qué es lo que quiere, y
establecer la correlación entre lo objetivo y lo subjetivo en la
actividad de la clase.

El método de analizar partiendo de los principios de clase


comprende también el estudio de las clases que integran la
estructura de cada sociedad históricamente determinada. Al
analizar esta estructura de una sociedad o un país concreto, al
definir los intereses de cada clase social, obtenemos un cuadro
objetivo de la correlación de fuerzas en la sociedad, ponemos en
claro un aspecto esencial de las contradicciones, los choques y los
conflictos de la misma. El método de análisis de la estructura
social, elaborado por la teoría del materialismo histórico de las
clases sociales es una guía necesaria para estudiar la historia, un
medio seguro de orientación en las complejas condiciones de la
lucha de clases. Este método ha hallado una brillante aplicación
en los trabajos de Marx, Engels y Lenin. Sirve de guía a los
partidos de trabajadores de todo el mundo en la fijación de su
política en las más diversas y concretas condiciones de lucha.

La estructura de clase de cada sociedad constituye un


panorama bastante complejo. Para analizarla es preciso destacar,
en cada sociedad concreta sus clases fundamentales, cuyas
relaciones expresan la línea principal del desarrollo de la
sociedad. Además, hay que tener presente que suelen existir en
ella clases no fundamentales, debidas a la existencia de diversos
tipos de economía. Esta estructura de clase forma la base de toda
la estructura social, que consta, además, de diversos tipos de
economía. Por tanto, la estructura de clase comprende distintas
capas sociales que existen tanto dentro de la sociedad como
dentro de cada clase.
150
V. Kelle y M. Kovalzon

Veamos, a título de ejemplo, la estructura social de la


sociedad capitalista moderna. Sus clases fundamentales son la
burguesía y el proletariado. A través de la interacción de estas
dos clases se logra el funcionamiento de la producción capitalista.

El tipo de economía de la pequeña producción de


mercancías lo representan los artesanos, los pequeños
comerciantes y los campesinos. Estos últimos constituyen una
clase intermedia, no fundamental, de la sociedad capitalista y
existen casi en todos los países. El campesinado, al igual que el
artesanado, se halla en proceso de diferenciación, bajo la
influencia de las relaciones capitalistas, engrosando las filas de la
burguesía rural y del proletariado. En varios países existe la clase
de los grandes propietarios de tierras, que, además de las formas
capitalistas, emplean restos de formas feudales de explotación.

Además de los capitalistas, obreros y la pequeña


burguesía, en la sociedad capitalista existe una numerosa capa de
intelectuales y empleados, que no son propietarios de medios de
producción ni creadores de bienes materiales, por cuya razón no
ocupan lugar propio, independiente, en el sistema de producción.
Por eso cabe considerarlos como una capa social, y no una clase
social. Los empleados son trabajadores asalariados en la esfera de
trabajo social que no se dedica directamente a la producción:
están ocupados en los establecimientos públicos, en el aparato
administrativo de los monopolios, en el comercio, etc. Los
intelectuales son los ingenieros, los médicos, los maestros, los
trabajadores de la literatura, del arte, etc. Ocupan un campo
intermedio entre las clases, cumpliendo importantes funciones
ligadas a la actividad intelectual, atendiendo las necesidades de
la producción, la sociedad y la clase dominante.

Al aclarar más a fondo la estructura de clase de la sociedad


capitalista moderna es preciso fijarse en la dinámica y los
cambios que se dan en ella. Todas estas clases y capas sociales
son heterogéneas y poseen intereses distintos ya que están
compuestas de diferentes fracciones de clase. Es importante, por
ejemplo, la existencia de diferencias entre la burguesía media y la
gran burguesía monopolista supranacional en los países
capitalistas desarrollados. Esta última, la <elite en el poder> del
mundo capitalista procura mantener su fuerza económica y su
poderío político, siendo, por eso, la fundamental fuerza

151
Capítulo VI
El Sujeto del Proceso Histórico
reaccionaria de nuestra época, enemiga de la paz, de la
democracia y del progreso social.

La pequeña burguesía se divide en pequeña burguesía


urbana y campesinado, y este último, en campesinado medio,
pobre, etc.

La clase obrera consta de capas o fracciones de obreros


industriales y agrícolas, calificados y no calificados.

La intelectualidad suele estar integrada también por


distintas capas: burguesa, pequeñoburguesa y revolucionaria.

En la actualidad crece rápidamente el número y la


proporción de los ocupados en la esfera de servicios, e igualmente
de empleados, ingenieros y peritos en las empresas capitalistas,
las llamadas "capas medias", disminuyendo la proporción de
trabajadores ocupados directamente en la producción material.
En los países capitalistas se registra un proceso muy específico de
"superación de las diferencias" entre los obreros y una parte de los
empleados en lo tocante a las condiciones de trabajo y otros
índices, se produce la proletarización de los empleados, el
acercamiento de éstos a la clase obrera. Tornando en
consideración todo eso, algunos investigadores ven actualmente
en esa categoría de trabajadores uno de tantos destacamentos de
la clase obrera. En efecto, los pequeños empleados son lo mismo
que los obreros, con la única diferencia de que no usan cuellos
"azules", sino "blancos"; las funciones que cumplen, vista la misión
de atender las necesidades de la maquinaria moderna, se integran
cada vez más a la propia producción, de modo que los ingenieros y
peritos de las empresas se ocupan también en la producción. No
obstante, existen objeciones fundadas a semejante criterio. Sus
adversarios afirman con razón que entre los obreros y los
empleados persiste, pese a todo, una diferencia social. La clase
obrera crea la plusvalía, mientras que la labor de los empleados
está ligada a contabilizar el valor ya producido, al cambio, la
distribución y realización del mismo, etc. Por lo que se refiere a los
ingenieros y peritos ocupados directamente en la esfera de la
producción material, cumplen una función de supervisión, aunque
existan muchas cosas que los acercan a la clase obrera. Pero
independientemente de cómo se resuelva el problema, una cosa
está clara: efectivamente la composición de la clase obrera se va
ampliando. La integran tanto el proletariado industrial y los
obreros agrícolas corno ciertas otras capas afines de trabajadores.
152
V. Kelle y M. Kovalzon

Las lindes entre las clases y los grupos sociales son


relativas y móviles, las transiciones suelen ser graduales, apenas
perceptibles, pero las diferencias entre ellas existen
objetivamente siempre.

El análisis de la estructura social de la sociedad, de los


intereses de los distintos grupos sociales, de su peso en la
sociedad, del grado y carácter de su influencia en la vida social,
etc. se puede proseguir y concretar aplicado a unos u otros países
y grupos de países y tomar en consideración la influencia de las
peculiaridades nacionales en las clases y las relaciones entre
éstas, etc. De esta manera se obtiene un cuadro objetivo de la
distribución y correlación de las fuerzas en la sociedad, cuyo
conocimiento es necesario para explicar la marcha de los
acontecimientos históricos y para trazar la línea política a seguir
en unas u otras condiciones concretas.

En las publicaciones sociológicas burguesas se suele oponer


a los principios marxistas de análisis de clase de la estructura
social el método de estratificación, es decir, de división de la
sociedad en "estratos" con arreglo a unos y otros caracteres. Se
insiste en dichas publicaciones en que la misión del sociólogo
consiste en investigar la división de la sociedad en capas -la
estratificación social- y el movimiento de los hombres en la
estructura social (o en el espacio)-la movilidad social-.

Surge la pregunta: ¿a qué criterio obedece la división en


estratos o capas? Los sociólogos burgueses no son unánimes en la
respuesta. Cierto es que todos ellos niegan que la relación
respecto a los medios e producción sea el carácter decisivo de la
división de la sociedad en clases. Cuando plantean algún criterio
económico, no toman más que la esfera de la distribución (la
magnitud de los ingresos) o las condiciones materiales de vida
como la vivienda, es decir, los aspectos de la vida que dependen
de la producción, que no son básicos y que dependen ellos mismos
del nivel de desarrollo de la producción. Como ejemplo de ello
podríamos citar aquí la teoría de la <estratificación
multidimensional>; del sociólogo alemán M. Weber, con
pretensiones de universalidad, pero típico por su eclecticismo.
Según Weber, la esferas económica, social (<modo de vida>) y
política son <dimensiones> específicas, propias, de la vida social, y
la diferenciación social se puede examinar por partes en cada una
de dichas dimensiones. Así resultan varias <estratificaciones>: en
153
Capítulo VI
El Sujeto del Proceso Histórico
la dimensión económica, los hombres se dividen en clases; en la
social, se forma un sistema de <status>, y en la política surge la
división en partidos. Lo insostenible de esta teoría consiste en que
niega que las distintas esferas de la vida social dependen de la
economía y suplanta la concepción monista de la vida social con
la concepción ecléctica. Y eso es muy típico de la sociología
burguesa moderna. Por algo presenta el principio de la
<estratificación multidimensional> como un adelanto de la ciencia
social. Este principio ha dado lugar a toda una serie de teorías
nuevas que se distinguen tanto de la teoría de Weber corno la una
de la otra por el número de dimensiones y de caracteres básicos
de la estratificación.

Aquí no está fuera de lugar la pregunta de si no han


envejecido el método marxista de análisis de clase y la teoría
marxista de las clases y si no hay fundamento para afirmar que la
estratificación es un paso adelante en la investigación de la
estructura social. En primer lugar, de la teoría marxista de las
clases no se desprende en absoluto que reconozca sólo las
diferencias de clase y rechace todas las demás. Como hemos
señalado ya, son muy diversas las diferencias que existen entre
los hombres y, al definirlas, se puede, a la par con los caracteres
fundamentales de las clases, determinar los que sirven de base
para la formación de grupos sociales. Por eso, el principio mismo
de la estratificación, es decir, el de clasificar las distintas capas
con arreglo a diferentes caracteres, lejos de ser rechazado, es
empleado por el método marxista. Sin embargo, la finalidad de la
estratificación, en su interpretación antimarxista, es sustituir la
diferenciación social, de clase, con la multiplicidad de capas,
clasificadas a menudo con arreglo a caracteres casuales. Además,
con esa multiplicidad de capas se velan la división de la sociedad
en las clases fundamentales -la clase obrera y la burguesía- y el
antagonismo entre ellas, se confunde la división en clases con
otras graduaciones, secundarias y derivadas, entre los hombres,
lo cual conduce al subjetivismo en la investigación de la vida
social. Por eso, en el sentido científico, la concepción de la
estratificación simplemente no resiste la menor crítica, y en el
sentido ideológico hace las veces de portadora de los criterios
burgueses en el problema de la estructura social. Ese análisis
efectivamente científico sólo es posible con ayuda del método
marxista de análisis de clase, de la teoría del materialismo
histórico de las clases sociales.

154
V. Kelle y M. Kovalzon

La lucha de clases y su papel en la historia. Peculiaridades de la


lucha de clase del proletariado.

Toda clase social se porta de acuerdo con su situación en el


sistema de las relaciones de producción y los intereses que de ello
dimanan. El antagonismo entre los intereses de las clases
oprimidas y las clases opresoras las lleva inevitablemente al
enfrentamiento. Por eso, a la par con la división de la sociedad en
clases surge la lucha de clases. Engendrada por las relaciones de
la propiedad privada, la lucha de clases es para la clase
dominante y explotadora un medio de consolidar su dominación, y
para la oprimida y explotada, el único medio de emancipación. En
la lucha de clases existen siempre dos polos: el conservador,
reaccionario, de un lado, y el revolucionario, progresista, de otro.
Mientras las condiciones materiales para el afianzamiento del
nuevo régimen social no han madurado, las clases dominantes
consiguen mantener su posición en la lucha contra las clases
oprimidas.

Las fuerzas revolucionarias vencen cuando maduran las


correspondientes premisas materiales, cuando en las entrañas de
la sociedad madura el conflicto entre las nuevas fuerzas
productivas y las viejas relaciones de producción. En estas
condiciones, sólo la lucha revolucionaria de las fuerzas sociales
contra las clases empecinadas en las formas económicas caducas
es capaz de resolver el posible conflicto y tender el camino del
progreso a las fuerzas productivas. La lucha revolucionaria de
clase es el único medio con que se resuelven en las formaciones
antagónicas los problemas candentes del desarrollo social y se
asegura la victoria de lo nuevo sobre lo viejo. Por eso es la fuerza
motriz del desarrollo de las formaciones sociales antagónicas, es
la forma fundamental de desarrollo y solución de las
contradicciones sociales, es una ley objetiva del desarrollo de la
sociedad. Estas contradicciones se resuelven en la transformación
cualitativa de la sociedad, que destruye el viejo régimen y abre el
camino al desarrollo del nuevo modo de producción. La revolución
misma es el punto culminante del desarrollo de la lucha de clases.
Así, la lucha de las clases revolucionarias es la forma de actividad
social históricamente necesaria que permite rebasar el marco de
la caduca formación socioeconómica e impulsa, de este modo, el
progreso de la sociedad, la eleva a un peldaño nuevo y superior,
cuyas condiciones materiales han sido preparadas por el avance
de la producción.

155
Capítulo VI
El Sujeto del Proceso Histórico
La lucha de los campesinos y de las capas urbanas de
profesión diversa bajo la dirección de la burguesía ha permitido
acabar con el feudalismo y abierto el camino para el desarrollo
capitalista. Bajo el capitalismo se despliega y se agrava la lucha
del proletariado y diversos grupos sociales contra la burguesía.
Cabe observar también que la lucha de clases influye en el
desarrollo de la sociedad tanto durante el paso de una formación
a otra como en el avance de la producción, en el progreso social y
cultural de cada sociedad concreta.

El análisis científico de la lucha de clase de los grupos


progresistas, así como de las causas que la engendran, las
condiciones y las perspectivas de su desenvolvimiento viene a ser
un mérito histórico del materialismo histórico. El materialismo
histórico arranca en esta cuestión de la ley objetiva del desarrollo
de la historia, parte del hecho indiscutible de que las
contradicciones entre la burguesía y la diversidad de grupos
sociales progresistas que tienen la misión de superar la formación
social capitalista, son engendradas inevitablemente por la
forma de propiedad sobre los medios de producción, las relaciones
de producción capitalistas, por las relaciones de explotación del
trabajo asalariado y diversos grupos por el capital y de que, con
el desarrollo del capitalismo, estas contradicciones, además de no
borrarse, se agravan más y más.

Al propio tiempo, el capitalismo crea las condiciones


materiales que determinan la dirección y los resultados de la
lucha de clases. Al imprimir al proceso de producción un carácter
social, el capitalismo crea las premisas materiales para liquidar la
explotación y para que la propiedad privada sea sustituida con la
social, en plena correspondencia con el carácter de las fuerzas
productivas. La existencia de las clases sociales, necesarias en
ciertas etapas del desarrollo de la producción social, se convierte
en freno para el progreso histórico. En estas condiciones, los
grupos oprimidos de la sociedad pueden liberarse sólo acabando
con las relaciones de producción capitalistas, liberando a toda la
sociedad de la propiedad privada y la explotación y construyendo
la sociedad sin clases antagónicas. La solución de este problema
social es la misión magna e histórico-universal de la humanidad
organizada en clases y grupos sociales afectados por el proceso de
acumulación del capital.

En su desarrollo histórico-natural, el capitalismo, sobre


todo las grandes empresas monopolistas transnacionales, oprimen
156
V. Kelle y M. Kovalzon

a la mayoría de la población, entre la que se encuentra el


proletariado, el campesinado, la pequeña burguesía de las
ciudades, a los intelectuales, ambientalistas, feministas y pueblos
enteros de los países dependientes y de los mismos países
capitalistas desarrollados. Por eso, los intereses de todos estos
grupos coinciden, son intereses vitales de todas las masas
trabajadoras, los intereses de la mayoría de la sociedad, y su
situación los hace objetivamente luchar por la superación de este
régimen histórico de producción, ya que es la lucha por la
supervivencia de la humanidad amenazada por la actividad de
las empresas capitalistas.

La sociedad capitalista moderna es escenario de agudas


luchas de clases, con sus peculiaridades en los distintos países.
Según las circunstancias, en unos casos la lucha adquiere formas
más agudas, en otros, más suaves, pero se libra por doquier debido
a la presión que el capital ejerce sobre el nivel de vida de los
trabajadores, al peligro de perder o de ver restringidas las
conquistas sociales, a la ofensiva de los monopolios sobre los
derechos y libertades democráticas, al rumbo agresivo y peligroso
de la política de los principales países capitalistas que fomentan
la carrera armamentista.

La lucha contra la dominación de las empresas


transnacionales monopolistas reviste un carácter democrático
general. Crecen en esa lucha la conciencia política de las masas, la
cohesión de éstas, haciéndose comprensible para ellas la
necesidad de la revolución social. La lucha por la democracia real,
funcional y participativa es una parte integrante de la lucha por
una sociedad superior que tenga al ser humano como el centro y
sujeto primordial del desarrollo.

En esta misión, la lucha de clases de las masas humanas


por su liberación y reproducción social debe pasar por la toma del
poder político en sus manos. El problema de poder es el problema
principal de la lucha de clases. Pero, visto que los intereses de las
clases y grupos sociales antagónicos son inconciliables, se hace
inevitable la resistencia de la burguesía ante la instauración del
nuevo régimen social, sin embargo, cada vez la mayor parte de la
humanidad toma conciencia de la necesidad de organizarse mejor
y consecuentemente transformar cualitativamente la sociedad
capitalista, por una forma de organización social superior,
progresista y humana como única forma de garantizar la vida del

157
Capítulo VI
El Sujeto del Proceso Histórico
ser humano. Tal es la concepción del materialismo histórico
acerca de la lucha de clases.

En pleno acuerdo con sus intereses de clase, la burguesía


procura reprimir el movimiento revolucionario y emplea con ese
fin, además del soborno y la violencia, los métodos de influencia
ideológica, para privar a las masas humanas progresistas de su
conciencia de clase e imponerle la ideología que le conviene a la
burguesía. Se hacen todos los esfuerzos posibles para que se
estimen perfectamente conciliables las contradicciones de clases
dentro del marco del régimen burgués y que, una vez que se libra,
la lucha no ha de llevar a la liquidación del capitalismo, sino a un
acuerdo entre las clases. Los políticos e ideológicos burgueses
oponen a la lucha de clases la <paz de clases>, la <colaboración de
las clases>, la <comunidad del trabajo y del capital>, etc. Pero,
estas palabras >pacíficas> ocultan la exigencia de que los
trabajadores se resignen a su situación oprimida, de que
renuncien voluntariamente a sus objetivos, de que se someta a la
ideología burguesa y se convierta en instrumento dócil de la
política burguesa.

Los sociólogos burgueses plantean como factor de progreso


el crecimiento de la "movilidad social", es decir, el paso de los
hombres de su estado-social a otro superior. Según dichos
sociólogos, cuantas más posibilidades de semejante paso ofrece la
sociedad tanto más resulta "libre" y progresiva. La propaganda
burguesa norteamericana, en absoluta consonancia con la teoría
de la "movilidad social", no se cansa de afirmar que cualquier
norteamericano, incluso cualquier limpiabotas, puede llegar a ser
millonario.

Sin embargo, en lo tocante a individuos o grupos, la


"movilidad social" no resuelve el problema de las clases, y por eso
no está en condiciones de resolver los problemas sociales del
capitalismo, ya que no suprime los antagonismos y las diferencias
de clase. Es que a nadie se le ocurnra pensar que todos los
trabajadores puedan llegar a ser capitalistas merced a la
"movilidad social".

Por consiguiente, en la interpretación de la lucha de clases


chocan dos concepciones opuestas: la marxista, que señala el
camino de liberación de la sociedad de toda explotación, y la
burguesa, que se plantea someter a los trabajadores a los
intereses de los capitalistas.
158
V. Kelle y M. Kovalzon

El antagonismo entre las clases se manifiesta en todas las


esferas de la vida social, pero en cada una a su manera. Las
formas fundamentales de lucha de clases son la económica, la
política y la ideológica, que sólo entrelazadas permiten lograr las
metas finales de la lucha. Veamos sus peculiaridades y
concatenación aplicadas a la lucha de clase del proletariado. La
lucha económica, es la lucha por las necesidades cotidianas de los
obreros, por el mejoramiento de las condiciones de trabajo, el
aumento de los salarios, etc. Tiene mucha importancia, ya que se
opone a la tendencia al pauperismo, contribuye a la formación de
la solidaridad de clase, etc. Sin embargo, no se puede por menos de
ver el carácter limitado de esta lucha, como lucha por fines
particulares, que no plantea la tarea general de liquidar el
capitalismo. En la lucha contra los <economistas>, Lenin mostró
que limitar la lucha del proletariado al marco económico
condenaba a los obreros a la esclavitud eterna. Por eso no se
puede ver en la lucha económica la única posible ni la principal.

La lucha política es la forma principal y decisiva de lucha


de clases. Marx planteó la conocida tesis de que toda lucha de
clase era lucha política. Esto significa que la lucha de los obreros
contra los capitalistas es una lucha de una clase contra otra en la
medida en que adquiere carácter político, o sea, comienza a
extenderse a la esfera de la política. Precisamente en la lucha
política salen a primer plano los intereses de clase generales de los
trabajadores, y no los de uno u otro grupo de obreros, de uno u
otro gremio.

En el curso de la lucha política se plantean distintas


reivindicaciones: mejoramiento de la legislación social, ampliación
y garantía de las libertades democráticas, protestas contra
diversas medidas reaccionarias de los gobiernos burgueses, etc.
Precisamente en el curso de la lucha política se plantea el
problema del poder. Y eso es comprensible: tan sólo en la lucha
política, tan sólo con medios políticos es cómo la clase trabajadora
puede arrancar el poder de las manos de la burguesía. Existiendo
una situación revolucionaria, este objetivo se plantea como tarea
práctica del día.

La tercera forma fundamental de lucha de clases -la


ideológica- obedece también a las necesidades de la lucha
política. Es la lucha por influir en las masas, para llevar a las
masas la conciencia socialista, por lo cual es inseparable de la
159
Capítulo VI
El Sujeto del Proceso Histórico
lucha política práctica, de las necesidades y demandas de esta
última. Su misión es criticar la ideología burguesa y las
tergiversaciones revisionistas y dogmáticas de la teoría del
materialismo histórico como única concepción científica del
funcionamiento y desarrollo de la sociedad.

El papel dirigente y orientador en la lucha de clase de las


masas trabajadoras pertenece a su partido político
revolucionario. Sin un partido que se guíe por una teoría científica
y esté estrechamente unido a las masas, no se puede sostener una
lucha victoriosa contra sus enemigos de clase. Como se sabe,
cuando el capitalismo se ha desarrollado al punto de convertirse
en imperialismo, cuando las contradicciones del capitalismo se
han agravado aún más, los viejos partidos socialdemócratas se
muestran incapaces de dirigir la lucha de liberación de los
pueblos. Triunfaron en ellos los oportunistas. Estos partidos han
degenerado en partidos de reformas sociales, en portadores de la
influencia burguesa en la clase obrera. Por eso las condiciones
históricas plantean la tarea práctica e impostergable de crear un
partido de nuevo tipo, un partido de la revolución social, capaz de
encabezar la lucha revolucionaria por forjar una sociedad en
donde quepan todos y prevalezcan los intereses de los creadores
de la riqueza social.

160
CAPÍTULO VII

EL MODO DE PRODUCCIÓN PRIMITIVO*

l. APARICIÓN DE LA SOCIEDAD HUMANA.

Según testimonia la ciencia moderna, la humanidad existe


desde hace cerca de un millón de años.

La mayor parte de este período corresponde a la época del


régimen de la comunidad primitiva.

Esta época se caracteriza por la separación del hombre del


reino animal y por la aparición de la sociedad humana. El hombre
pasa del estado zoológico, animal, al estado social. Comienza a
fabricar instrumentos de trabajo, que va perfeccionando
paulatinamente, aparecen las fuerzas productivas de la sociedad,
y entre los hombres se establecen relaciones de producción.

Un tiempo relativamente corto de la existencia de la


humanidad, los cinco o siete mil años últimos, forman el período de
la denominada historia escrita.

A su vez, la época del régimen de la comunidad primitiva,


tan lejana de nosotros, es de enorme importancia en la historia de
la humanidad. Precisamente entonces comenzó a surgir, a
estructurarse, la base de toda la evolución sucesiva de la vida
material del hombre.

Federico Engels escribía, refiriéndose a aquella época:


"Esta <antigüedad> futura va a ser de todos modos un período
histórico de grandísimo interés para todas las generaciones
futuras, porque constituye el fundamento de todo posterior y
superior desarrollo, porque tiene como punto de partida la
constitución del hombre a partir del reino animal, y como
contenido la superación de dificultades tales que nunca volverán
a presentarse a los futuros hombres asociados". 1

• Spiridonova, Atlas y Otros. Curso Superior de Economía Política, volumen l.


F. Engels, Anti-Dühring, Editorial Grijalbo, México, 1964, pág. 106.
Capítulo VIII
El Modo de Producción Primitivo
Los datos para el estudio del primer régimen económico-
social de la historia nos los proporcionan la arqueología, la
etnografía, la paleontología, la antropología y la lingüística.

En el desarrollo de la vida en la tierra, el principal


acontecimiento fue la aparición del hombre. Sus antecesores
inmediatamente fueron los monos antropoides que, en la lucha
por la existencia, y en la búsqueda de alimentos, pasaron de la
vida en los árboles de los bosques tropicales a la vida en el suelo.
Con ello se crearon posibilidades absolutamente nuevas para el
desarrollo del cerebro de aquellos simios, al comenzar a andar de
pie y al adquirir la cabeza una posición vertical.

Los fundadores del marxismo han demostrado el


importantísimo hecho de que las premisas biológicas para la
transición del hombre del estado animal al estado humano no
pudieron crearse por sí solas, sino gracias al trabajo.

"El trabajo es la fuente de toda riqueza, afirmaron los


economistas. Lo es, en efecto, a la par que la naturaleza,
encargada de suministrarle los materiales que él convierte en
riqueza. Pero, el trabajo es muchísimo más que eso. Es la condición
básica y fundamental de toda la vida humana. Y lo es en tal grado
que, hasta cierto punto, podemos decir que el trabajo ha creado al
propio hombre". 2

El trabajo nació mediante el empleo, cada vez más


frecuente, de instrumentos, y luego, mediante la fabricación de los
mismos. Por supuesto, en los primeros tiempos era una labor
semianimal, semirracional.

Poco a poco el trabajo del hombre fue adquiriendo un


carácter más racional, más ajustado a la finalidad propuesta.
Inicióse como una tarea colectiva, reuniendo y aglutinando en
grupos a los remotísimos precursores del hombre, y después a los
propios hombres, con vínculos tan sólidos y flexibles como no
conocen ni pueden conocer los animales, ni aun aquéllos que
llevan una existencia gregaria.

Empiezan a manifestarse los intereses sociales de los


hombres, sus relaciones de trabajo conjunto, derivadas de su

2 C. Marx y F. Engels, Obras escogidas, tomo 11, ed, eps., Moscú, 19S2, pág. 71.
162
Spiridonova, Atlas y Otros

participación conjunta en la producción. Surge la sociedad


humana.

"La diferencia esencial entre la sociedad humana y la


animal -escribía Engels- consiste en que los animales, en el mejor
de los casos, recogen, mientras que los hombres producen". 3

Con la producción de instrumentos de trabajo comienza la


historia de la humanidad, de sus luchas, de sus realizaciones y de
sus victorias.

Los primeros instrumentos de trabajo eran simples palos y


piedras de bordes afilados, recogidos por los hombres primitivos, o
sea objetos virtualmente ofrecidos por la propia naturaleza. En lo
sucesivo, el hombre primitivo pasa gradualmente a la elaboración
de los objetos naturales, comienza a fabricar instrumentos de una
forma perfectamente definida, mediante procedimientos
pensados de antemano, y estos instrumentos le sirven mucho
mejor que los pedruscos recogidos al azar.

Según demuestran las excavaciones arqueológicas, uno de


los primeros y más difundidos instrumentos que produjo el
hombre fue el hacha de piedra.

Durante el proceso de labor conjunta, el hombre fue


percibiendo con creciente intensidad la necesidad de la
comunicación con los demás. El trabajo despertó la conciencia del
hombre, la razón humana, y determinó la aparición del lenguaje.

El trabajo obligó a los hombres primitivos a intercambiar


señales sonoras. Y por muy rudimentarios que fuesen los sonidos
de la palabra humana primitiva, originados por la labor conjunta,
no dejaban de ser el medio de comunicación entre los hombres y,
por consiguiente, reflejaban un determinado contenido social.

"Los hombres en formación -decía Engels- llegaron a un


punto en que tuvieron necesidad de decirse algo los unos a los
otros". 4

Con el desarrollo y el perfeccionamiento del trabajo


humano, de la producción, se intensificó la necesidad de una

3 C. Marx y F. Engels, Cartas Escogidas, pág. 306.


4 C. Marx y F. Engels, Obras escogidas, tomo 11, pág. 74.
163
Capítulo VIII
El Modo de Producción Primitivo
mayor y más estrecha comunicac1on entre los hombres;
fortaleciéndose los vínculos sociales y se hizo indispensable el
enriquecimiento y el mejoramiento de la palabra humana.

Las condiciones materiales de la vida del hombre en el


primer grado del desarrollo social, estaban determinadas por el
bajo nivel de los instrumentos de trabajo, por la gran dependencia
de los hombres primitivos respecto de las fuerzas de la naturaleza.
Las zonas pobladas por los hombres primitivos eran bastante
limitadas.

Según datos de la ciencia, la zona geográfica en que


aparec10 y comenzó a desenvolverse el hombre puede
considerarse enclavada en los territorios de la Europa meridional,
del Asia meridional y de buena parte de África.

Los primeros aspectos fundamentales de las actividades


productivas de los hombres más remotos, o sea las primeras
formas de economía, consistían en la búsqueda conjunta de
alimentos, en la caza colectiva de grandes animales y en la pesca.
Poco a poco, la caza se eleva al rango de labor de primer orden,
mientras que en períodos anteriores, la búsqueda de alimentos
ocupaba un lugar más importante, a causa de lo rudimentario de
los instrumentos de caza.

El mayor progreso del hombre primitivo en la obra de


dominar las fuerzas de la naturaleza fue el descubrimiento de la
manera de hacer fu ego. Federico Engels señalaba la enorme
trascendencia de este descubrimiento, diciendo que "el fuego
producido por forzamiento dio por vez primera al hombre el
dominio sobre una fuerza natural, y le separó así definitivamente
del reino animal". 8

Con el descubrimiento del modo de obtener fuego se inició


la utilización de los enormes recursos energéticos de la Tierra por
el hombre.

La etapa inicial del régimen primitivo en el sentido social


fue la fase pregentilicia o período de existencia de la horda
primitiva.

s F. Engels, Anti-Dühring, Editorial Grijalbo, México, 1964, pág. 10S.


164
Spiridonova, Atlas y Otros

Esta, considerada como régimen pregentilicio, constituye la


forma embriónica, aún no desarrollada plenamente, de las
relaciones sociales de los hombres primitivos, la forma de
transición del estado zoológico al estado social, un sistema que
corresponde a un nivel bajísimo de desarrollo de las fuerzas
productivas.

Con el progreso de la producción material, dicha forma fue


adquiriendo un contenido nuevo, un contenido social, lo que dio
lugar, en última instancia, a la aparición de una forma nueva en
las relaciones sociales entre los hombres: al régimen gentilicio.

El paso de la horda primitiva a una colectividad de


producción estable, unida interiormente por sólidos vínculos
gentilicios (testimonio del progreso de la colaboración de los
hombres en el proceso del trabajo), fue producto del
perfeccionamiento de los instrumentos de trabajo, del incremento
de la producción.

2. RASGOS FUNDAMENTALES DE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS Y


DE LAS RELACIONES DE PRODUCCION. EL RÉGIMEN GENTILICIO.

Según expresión de Engels, la época del surgimiento de la


sociedad humana, de la existencia y del desarrollo de la horda
primitiva, del régimen pregentilicio, fue "la infancia del género
humano". A continuación, el hombre da un gran paso adelante,
entrando en la época de su virilidad. Los hombres realizan serios
adelantos en la fabricación y el perfeccionamiento de los
instrumentos de trabajo, en la organización de su labor. Para el
incremento de las fuerzas productivas de la sociedad primitiva
representó un momento crucial la fabricación de elementos
complejos de trabajo y de lucha. Aparecieron las puntas de flecha
de piedra, los dardos y flechas, los cepos y trampas para cazar
animales, los anzuelos y los arpones para la pesca. Se hacen
cuevas y chozas para vivir y se construyen depósitos para
guardar las reservas de alimentos: carne, pescado, tocino, etc. El
acontecimiento más notable de este período es la invención del
arco y la flecha.

"El arco, la cuerda y la flecha -señala F. Engels- forman ya


un instrumento muy complejo, cuya invención supone larga

165
Capítulo VIII
El Modo de Producción Primitivo
experiencia acumulada y facultades mentales desarrolladas, así
como el conocimiento simultáneo de otros muchos inventos". 6

Formas de economía de los hombres primitivos como, por


ejemplo, la búsqueda de alimentos, la caza y la pesca, que
surgieron ya en la época de la horda primitiva o del régimen
pregentilicio, alcanzan un nuevo desarrollo al perfeccionarse los
instrumentos de producción.

Posteriormente, y de modo paulatino, se verifica la


transición de la economía primitiva de los hombres, que hasta
entonces se dedicaban a la recogida de alimentos o a la caza, y
que se apropiaban los productos que la naturaleza les ofrecía
preparados, a la agricultura y a la ganadería. Con el cultivo de
plantas y con la cría y la formación de nuevas variedades de
animales domésticos, el hombre comienza a transformar la
naturaleza mediante el trabajo.

Acumulando experiencias y adquiriendo determinados


hábitos, los hombres primitivos pasan de la simple búsqueda de
alimentos a la agricultura, y de la caza a la ganadería. Aparecen
los primeros medios de locomoción: los caminos, los carros de
bueyes, la rueda, los trineos, los pontones, las barcas y la vela.
Comienza el riego artificial de la tierra.

El avance de las fuerzas productivas requirió y determinó


la aparición de una colectividad de trabajo más sólida y
permanente que la horda primitiva. Así podría garantizar la
continuidad de la dirección económica, la acumulación de
experiencia y de hábitos de trabajo y su transmisión a las
generaciones posteriores.

En consonancia con el incremento de la producción, la


antigua forma orgánica de la sociedad primitiva cedió el paso a
una organización más perfecta de la producción social: la
gentilicia. Apareció la gens o comunidad gentilicia. Varias gens
constituían una tribu. El vínculo gentilicio era, en aquella fase de
evolución de la sociedad, la forma más conveniente y sólida de
ligazón de los miembros de la colectividad, de su unificación en un
solo conjunto.

6 C. Marx y F. Engels, Obras escogidas, tomo 11, pág. 172.


166
Spiridonova, Atlas y Otros

Durante la primera etapa del régimen gentilicio, era la


mujer la que ocupaba el puesto rector en la vida de la comunidad,
fenómeno determinado por las peculiaridades de la vida material
de entonces.

La mujer era la encargada de reunir y preparar los


alimentos, dirigía la economía unificada, creaba y conservaba las
reservas sociales. En la mayoría de los casos, fue la mujer, la que
inicialmente abordó la agricultura y la ganadería en sus formas
primitivas y embrionarias. El trabajo de la mujer garantizaba a la
comunidad un suministro de medios de subsistencia más seguro y
constante que la caza, a la que de dedicaba el hombre con sus
rudimentarios instrumentos.

Por ello, la mujer estaba al frente de la comunidad


gentilicia, y el parentesco de los miembros de éste se establecía
por línea materna. Fue el matriarcado una época que marcó el
florecimiento de las relaciones comunales primitivas.
Posteriormente, en virtud del sucesivo desarrollo de las fuerzas
productivas, cuando el papel decisivo en la vida de la comunidad
pasó a la ganadería (pastoreo) y a un grado más alto de
agricultura (la labranza), que eran más propias del hombre, el
régimen matriarcal fue sustituido por el patriarcado. A partir de
entonces la función rectora en la comunidad gentilicia
corresponde al hombre, y el parentesco empieza a establecerse
por línea paterna.

El período del patriarcado fue el último de la existencia de


la sociedad primitiva.

En la sociedad primitiva aún no había un poder estatal,


pues la existencia de éste presupone la división de la sociedad en
clases. "En la sociedad primitiva... -decía Lenin- no vemos todavía
síntomas de la existencia del Estado. Observamos el
reinado de las costumbres, la autoridad, el respeto, el prestigio
de que gozaban los jefes de las tribus; vemos que a veces esta
autoridad se les reconocía a las mujeres ... , pero en ningún caso
vemos un tipo especial de hombres que se destaquen para dirigir
a los otros y que para dirigir mantengan sistemáticamente un
cierto aparato coercitivo, un aparato de violencia ... "7

7 V. l. Lenin, Obras, tomo 29, pág. 437.


167
Capítulo VIII
El Modo de Producción Primitivo
Dentro de las comunas gentilicias primitivas, matriarcales
o patriarcales, se crean determinadas relaciones económicas,
sociales, de producción, entre sus miembros.

Una de las peculiaridades de estas relaciones de


producción de la comunidad primitiva consiste en que las
relaciones entre el padre, la madre, los hijos, los hermanos y las
hermanas, todo el sistema de relaciones familiares, más o menos
amplio, impera en la vida de aquellos hombres.

La índole de las relaciones de producción de la sociedad


primitiva, como las de cualquier otra sociedad, está determinada
por el nivel de desarrollo de los instrumentos de producción y por
el carácter del trabajo del hombre. El trabajo de los hombres
primitivos, como cualquier otro tipo de trabajo, era una forma
específica de vinculación del hombre con la naturaleza, una forma
específica de la unidad e interacción de ambos.

El trabajo se convierte en un proceso de rápida progresión


solamente cuando irrumpe en la esfera de los instrumentos de
trabajo, es decir, cuando los medios de trabajo se convierten en su
objeto.

Cuando los hombres primitivos comenzaron a confeccionar


instrumentos de producción, su labor se convirtió en trabajo por
su propia esencia.

Entre los hombres primitivos, la primera forma de


organizac1on del trabajo fue la cooperac1on simple, que
representa la utilización simultánea de una cantidad de mano de
obra más o menos considerable para ejecutar faenas homogéneas.
La simple cooperación de los esfuerzos individuales creaba una
nueva fuerza productiva, mayor que la simple suma de las
unidades que la integraban. De tal modo, la fuerza de la
colectividad, lograda en virtud del trabajo mancomunado de los
hombres primitivos, pertrechados con instrumentos rudimentarios
desde nuestro punto de vista, constituye, en las condiciones del
régimen de la comunidad primitiva, la principal fuerza
productiva.

"Este tipo primitivo de producción colectiva o


cooperativa -escribía Marx- fue, sin ningún género de duda,

168
Spiridonova, Atlas y Otros

resultado de la debilidad del individuo asilado, y no de la


socialización de los medios de producción" .8

Bajo el régimen de la comunidad primitiva, el trabajo era


una necesidad vital del hombre, y se caracterizaba por ser común
a todos. Aún no existía la división del trabajo en necesario y
excedente. Pese a que, en comparación con la época del régimen
pregentilicio, el trabajo de los miembros de la comunidad, mejor
pertrechados técnicamente, se hace más productivo, aún no crea
un sobrante o exceso por encima de lo necesario para el consumo
de los miembros de la comunidad.

En consonancia con el carácter de las fuerzas productivas


de entonces, con el trabajo común, colectivo por su contenido y
por su forma, se crean las relaciones de producción colectivistas
de la sociedad primitiva: relaciones de propiedad, de intercambio
de actividades y de distribución.

Estas relaciones de producción, las primeras de la historia


humana, tienen como base la propiedad social de los medios de
producción.
Las relaciones de propiedad caracterizábanse por la
igualdad de los hombres primitivos, por su idéntica posición en el
proceso de la producción, en el sentido económico-social de la
palabra, por la posesión y el empleo comunes de los medios de
producción, que eran de propiedad común, colectiva.

Para el desarrollo de la producción en la comuna primitiva


revestía especial importancia la propiedad de la tierra. Esta era el
medio fundamental de producción, ya como lugar de caza para
determinada comunidad gentilicia, ya como terreno cultivado por
los agricultores, o como pastizal al servicio de los ganaderos.

Refiriéndose a la propiedad territorial entre las tribus y los


pueblos primitivos, Marx hacia hincapié en que aquélla era
colectiva.9

Así, pues, las relaciones de propiedad en la era primitiva se


caracterizaban por la igualdad de los miembros de la gens entre
ellos, de acuerdo con su idéntica posición respecto a las

8 C. Marx y F Engels, Obras, tomo 27, pág. 681.


9 C. Marx, Formas que precedieron a la producción capitalista, pág. 4, Gospolitizdat,
1940.
169
Capítulo VIII
El Modo de Producción Primitivo
condiciones de la producción; en la sociedad humana existía la
propiedad común, cuyo rasgo peculiar y específico era su carácter
limitado en virtud de dos causas fundamentales:

En primer lugar, las comunidades gentilicias y tribus


primitivas eran relativamente pequeñas, ya que no surgían como
resultado de la socialización de la producción, sino de la debilidad
de los individuos ante las fuerzas de la naturaleza.

Aquellas colectividades estaban recluidas en límites


estrechos. Extendíanse tan sólo a los individuos de parentesco
sanguíneo, cuya ampliación tenía topes determinados.

En segundo lugar, teniendo en cuenta que la densidad de la


población era relativamente pequeña, las comunidades gentilicias
primitivas, diseminadas en territorios extensos, apenas si se
rozaban las unas con las otras, permaneciendo aisladas en la
mayoría de los casos.

Como decía Lenin, en la sociedad primitiva el carácter


social de la producción abarcaba únicamente a los miembros de
una comunidad.

Al lado de la propiedad social, colectiva, aparece en la


comunidad gentilicia la propiedad individual de los miembros de
la misma sobre algunos instrumentos de producción que son, al
mismo tiempo, instrumentos de defensa contra las fieras, y sobre
objetos de uso diario como ropas, ornamentos, etc. La propiedad
individual de los miembros de la comunidad gentilicia primitiva
guardaba estrecha relación con la propiedad colectiva, comunal,
en la cual se basaba. Aún no existían las premisas para la
aparición de la propiedad privada.

De lo dicho se infiere que la base económica de la sociedad


primitiva era la propiedad social de sus miembros sobre los
medios de producción, propiedad que tenía límites específicos,
marcados por la extensión de cada comunidad. La posesión y el
empleo conjunto de los medios de producción y de los frutos de
ésta por los miembros de las comunidades primitivas determinaba
la ausencia de división clasista y de antagonismos sociales en la
sociedad primitiva, no sólo en su primera etapa, la pregentilicia,
según hemos consignado ya, sino incluso cuando las relaciones
comunales primitivas adquirieron mayor desarrollo.

170
Spiridonova, Atlas y Otros

En la comunidad gentilicia evoluciona y se estructura la


división del trabajo entre los hombres, que comenzó a insinuarse
ya en la horda primitiva. Y todo ello es fruto del incremento de las
fuerzas productivas.

Esta división de trabajo en el seno de la comunidad


gentilicia primitiva predetermina las relaciones de intercambio de
actividades entre sus componentes.

El bajo nivel de las fuerzas productivas, la insuficiente


perfección de los instrumentos de trabajo, la poca productividad
del mismo y la propiedad social, colectiva, de los medios de
producción y de los frutos de ésta, en su específica forma
comunal, determina el peculiar carácter igualitario de las
relaciones de distribución. Los productos del trabajo eran todavía
pocos y apenas bastaban para cubrir las necesidades más
elementales de los hombres primitivos. En aquella época no había
lugar a la desigualdad en la distribución de los productos, ya que
ello, en primer término, hubiera conducido a la muerte de parte de
la comunidad o de algunas personas, lo cual habría reducido la
vitalidad de la colectividad entera, y, en segundo lugar, no
hubiera sido admisible, puesto que los componentes de la
comunidad eran copropietarios, dueños comunes de los medios de
producción y de los productos del trabajo conjunto.

A medida que el hombre va apartándose del mundo animal,


elevándose sobre la naturaleza circundante y avanzando por el
camino de su desarrollo, crecen sus necesidades tanto cualitativa
como cuantitativamente, aunque este proceso fue muy lento.

El crecimiento paulatino de las necesidades crea nuevas


exigencias de cantidad y de calidad respecto a la producción
social, estimulando su desarrollo. En esto consiste la esencia y la
importancia de la ley general del crecimiento de las necesidades,
ley que comenzó a regir ya en la sociedad primitiva.

Para satisfacer las necesidades de los hombres, en


aumento paulatino, es imprescindible intensificar la producción
de bienes materiales, elevar el rendimiento del trabajo social.

El aumento de la productividad del trabajo constituye una


necesidad objetiva del desarrollo económico de la sociedad, una
ley general de dicho desarrollo. Surgió con la aparición de la

171
Capítulo VIII
El Modo de Producción Primitivo
sociedad humana, y su vigencia comenzó a hacerse patente por
primera vez en el régimen de la comunidad primitiva.
Es una notable peculiaridad de la economía de la
comunidad gentilicia primitiva el hecho de que sus miembros
consumían en conjunto, dentro de la comunidad y en forma
natural, todo lo obtenido mediante su trabajo social colectivo. Ello
habla del carácter natural, de consumo, de la economía bajo el
régimen de la comunidad primitiva.

El carácter natural de la economía es uno de los rasgos


específicos de la sociedad primitiva, una particularidad de su
existencia y de su evolución.

Entre las leyes económicas específicas privativas de esta


sociedad hemos de destacar, ante todo, la ley económica
fundamental que expresa el rasgo más acusado y esencial del
desarrollo económico de esta sociedad, e l fin objetivo y la
orientación de su dinámica.

La ley económico fundamental de lo sociedad primitiva, al


igual que las leyes de las sociedades siguientes, surgió y tuvo
vigencia sobre la base de determinadas condiciones económico-
políticas de la producción social. Las condiciones de la producción
primitiva, determinadas por el bajo nivel de las fuerzas
productivas, eran tales, que cada participante de la producción,
miembro de la comunidad gentilicia, no podía existir ni satisfacer
sus necesidades individualmente, de por sí, sino sólo gracias al
trabajo conjunto de lo colectividad entera, es decir, que el
individuo pudo subsistir, salir adelante en la lucha contra la
naturaleza y garantizar la vida de sus sucesores únicamente
como miembro de lo comunidad, como partícipe de la propiedad
colectivo comunal sobre los medios de producción.

La base económica material de la sociedad primitiva


determinaba el fin objetivo de la producción comunal primitiva,
que consistía en asegurar la existencia de cada individuo como
integrante de la comunidad y, por consiguiente, la existencia de la
comunidad en su conjunto.

Carlos Marx indicaba que, bajo el régimen de la comunidad


primitiva, el objeto del trabajo humano era "garantizar la
existencia de cada propietario (se refiere a cada partícipe de la

172
Spiridonova, Atlas y Otros

propiedad comunal colectiva.- Y.R.) y de su familia, así como de la


comunidad entera". 10

Partiendo de lo expuesto, podemos formular


aproximadamente la ley económica fundamental del modo de
producción comunal primitivo. Su esencia radica en la necesidad
objetiva y la posibilidad de asegurar la existencia de los hombres
primitivos como miembros de la comunidad gentilicia y también la
vitalidad de la misma mediante el trabajo conjunto de sus
miembros, basado en la propiedad común de los medios de
producción.

La distribución de los productos fabricados o conseguidos


se llevaba a cabo en condiciones de igualdad entre los miembros
de la comunidad primitiva.

En la sociedad primitiva se observa la ley económica


especifica del intercambio de actividades y de productos entre los
miembros de la comunidad, sobre la base del trabajo conjunto, de
la propiedad común y de la división del trabajo en el seno de la
comunidad. Esta división es una división natural, limitada al
marco de cada comunidad y concordante con las necesidades y
posibilidades de ella. La división intracomunal del trabajo, y el
intercambio de actividades basado en aquélla, determinaron la
existencia de ciertas proporciones en la distribución del trabajo en
la comunidad, proporciones establecidas de acuerdo con el nivel
de desarrollo de los instrumentos de trabajo, con la productividad
del mismo, con las necesidades de la colectividad, con la magnitud
de ésta y con las condiciones de vida. Las proporciones en
cuestión, surgidas en virtud de los factores mencionados, se
fueron modificando lentamente.

A menudo, la división del trabajo se hacía tradicional,


convirtiéndose en costumbre. A este respecto es ilustrativo el
ejemplo de la comunidad india, que Carlos Marx cita en El Capital:

"Aquellas antiquísimas y pequeñas comunidades indias,


por ejemplo, que en parte todavía subsisten, basándose en la
posesión colectiva del suelo, en una combinación directa de
agricultura y trabajo manual y en una división fija del trabajo,
que, al crear nuevas comunidades, servía de plano y de plan". 11

10 C. Marx, Las formas que procedieron a la producción capitalista, pág. S.


11 C. Marx, El Capital, ed. cit., tomo I, pág. 290.
173
Capítulo VIII
El Modo de Producción Primitivo

La ley de la población de la sociedad primitiva se


distinguía por algunos rasgos específicos. En opinión de muchos
investigadores, en la época de la horda primitiva, resultante de los
matrimonios precoces, de la escasez de alimentos y de la ausencia
de una higiene elemental. La transición al régimen gentilicio, con
el consiguiente incremento de las fuerzas productivas de la
sociedad, contribuyó a una más rápida reproducción del hombre,
a un mayor crecimiento de la población en comparación con la
época más primitiva. Diseminándose paulatinamente, la
humanidad rebasa los límites de las zonas de climas templados y
moderados; se verifica una cierta expansión, rebasando el hombre
las regiones anteriormente más pobladas.

La ley de la población de la sociedad primitiva pudiera


formularse aproximadamente así: incorporación al trabajo y
empleo en la producción de todos los miembros hábiles de la
comunidad, de toda la población con capacidad de trabajo, dentro
de las posibilidades que ofrecía el bajo nivel de las fuerzas
productivas, con un crecimiento lento de la población.

Bajo el régimen de la comunidad primitiva, la reproducción


llevábase a cabo dentro de cada comunidad gentilicia por
separado. Se reproducían los elementos vitales para la existencia
de los hombres primitivos; garantizábase la reproducción de los
individuos como miembros de la comunidad gentilicia y la de su
fuerza de trabajo, y también se reproducían las relaciones
económico-sociales entre los miembros de la comunidad. El
carácter natural de la economía comunal primitiva -los artículos
se producían y se consumían directamente en el seno de la
comunidad por los miembros de ésta- predeterminaba la relativa
lentitud del aumento de la producción. Por ello, la reproducción
comunal primitiva era eminentemente simple, es decir, constituía
una repetición de la labor de los miembros de la comunidad en la
escala anterior. Sin embargo, la producción no se hallaba
estancada: crecía en consonancia con el incremento gradual de
las necesidades de la sociedad. Este incremento no era sensible, o
visible, a lo largo de la existencia de una generación de hombres
primitivos, sino de muchas. No existía tampoco esa fuente
constante y sólida de engrandecimiento de la producción que
aparece después en la forma del trabajo excedente. Todo ello
testimonia que en la sociedad primitiva no había reproducción
ampliada como sistema, y sólo aparecía en casos esporádicos y,
además, en estado embrionario.
174
Spiridonova, Atlas y Otros

Esas son, en líneas generales, la esencia y las


peculiaridades del régimen económico de la sociedad primitiva y
las leyes de su desarrollo.

3. APARICIÓN DE LAS GRANDES DIVISIONES SOCIALES DEL


TRABAJO, DEL CAMBIO, DE LA PROPIEDAD PRIVADA Y DE LAS
CLASES. DESINTEGRACIÓN Y CAÍDA DEL RÉGIMEN COMUNAL
PRIMITIVO.

Hasta una época determinada, las relaciones de


producción de la sociedad primitiva estuvieron en concordancia
con el carácter de las fuerzas productivas. La aparición y el
perfeccionamiento de la producción de herramientas metálicas
desempeñaron un importante papel en el ult erior incremento de
las fuerzas productivas de la sociedad primitiva. A la edad de
piedra sucedió la de los metales. Al principio, el hombre empleaba
metales obtenidos en estado natural, pero éstos no consiguieron
desplazar la piedra como base de la técnica primitiva.

La auténtica era del metal puede contarse a partir del


momento en que comenzó a fundirse el mineral con la forja en
caliente.

Una nueva etapa en la historia de la utilización del metal


por el hombre se inicia cuando surge la fundición y la elaboración
del hierro. Gracias a sus cualidades, considerablemente mejores, y
en particular a su dureza, el hierro desplazó paulatinamente al
bronce y pasó a ser el material más difundido en la fabricación de
medios de producción.
El paso de la edad de piedra a la de los metales trajo
consigo un pujante auge de las fuerzas productivas de la
sociedad. El ejemplo de instrumentos de metal provocó una
profunda y peculiar revolución en la vida de la sociedad
primitiva, repercutiendo en todos los aspectos del trabajo del
hombre. Ante todo, esto se reflejó en la agricultura, donde
comenzó a aplicarse más y más el arado con reja de metal, que
apareció por aquella época. Con ello mejoró el laboreo de la tierra,
desarrollóse el sistema de rotación de cultivos, comenzaron a
usarse los abonos y se verificó la división de la tierra en zonas
para labranza, pastos y prados. La nueva técnica penetra en la
horticultura. Con la aparición del metal se perfecciona el azadón,
que adquiere, más o menos, la forma del que ahora se usa en el
175
Capítulo VIII
El Modo de Producción Primitivo
Asia central. Progresa la ganadería, particularmente en las
regiones más propicias por sus condiciones naturales. En dichas
zonas, algunas tribus se especializan en la ganadería, que se
convierte en principal rama económica, relegando a segundo
plano la agricultura. Aparecen dos caminos distintos del
desarrollo histórico de la economía que divergen en cierto modo.

Comienza la gradual separación de la ganadería, que pasa


a formar una rama económica independiente. Las tribus
ganaderas se apartan de las demás. Ahora unas tribus se dedican
principalmente a la agricultura y otras a la cría de ganado. El
trabajo empieza a diferenciarse y a especializarse más y más. Su
división entre los hombres rebasa los límites de una comunidad
primitiva, de una gens y de una tribu. Se constituye el sistema de
división social del trabajo, proceso en el que desempeñaron un
notable papel las condiciones naturales, sobre todo en los grados
iniciales del desarrollo de la humanidad.

Refiriéndose a la formación de tribus pastoras señalaba


Engels que "esta fue la primera gran división social del trabajo". 12

La primera gran división social del trabajo, que fue efecto y


manifestación del desarrollo de las fuerzas productivas, condujo,
a su vez, a un ulterior incremento de las fuerzas productivas de la
sociedad y al aumento de la productividad.

La perfección de los instrumentos de trabajo, fabricados


ya, en la mayoría de los casos, de metal, el incremento de la
labranza y de la ganadería elevaron el rendimiento de la labor de
los miembros de las comunidades, creando las premisas
materiales para el trabajo individual o por familias relativamente
poco numerosas.

El auge de la productividad del trabajo, cada vez más


especializado en virtud del desarrollo de su división social, da pie
a que en algunas ramas de la actividad productiva se cree una
cantidad de productos superior a la necesaria para satisfacer las
necesidades de los miembros de la comunidad. Se forman, poco a
poco, algunos excedentes de productos. La jornada de trabajo de
los miembros de la comunidad se divide ya en tiempo necesario y
tiempo excedente. Durante el tiempo necesario, los trabajadores
elaboran una cantidad de productos que bastan para cubrir las

12 c. Marx y F. Engels, Obras escogidas, tomo 11, pág. 287.


176
Spiridonova, Atlas y Otros

necesidades de la comunidad en general y de cada individuo en


particular. Durante el tiempo excedente de la jornada se crean
excedentes de productos por encima de los que necesitan la
comunidad y sus miembros. Así aparecen el trabajo excedente y el
producto excedente o plusproducto, fenómenos nuevos en la vida
económica de la sociedad.

La primera gran división social del trabajo y el surgimiento


del producto adicional determinan la aparición de un nuevo
fenómeno de la vida económica: el cambio.

Pese a su aislamiento y a su reclusión dentro del marco de


la economía natural, las comunidades gentilicias primitivas y las
tribus no estaban ya absolutamente aisladas las unas de las
otras. Aunque casual y esporádicamente, trababan relaciones
económicas que en un principio no eran todavía regulares o
duraderas.

Al verificarse la primera gran división social del trabajo y


al aparecer el producto excedente, se transforman las relaciones
económicas entre las tribus y comunidades gentilicias, relaciones
anteriormente accidentales y efímeras, para ir convirtiéndose en
vínculos regulares, cada vez más sólidos, que tienen como forma
el cambio de productos.

Aquellas tribus que se dedicaban, ante todo, a la cría de


ganado necesitaban productos de la agricultura; y, por el
contrario, a los agricultores les interesaban los de la ganadería.

Así surge la necesidad de intercambiar productos entre las


tribus pastoras y las que se dedicaban a la agricultura. Existe ya
la posibilidad material de realizar este intercambio, puesto que las
tribus pastoras disponen de excedentes de productos ganaderos:
reses, carne, lana, peles, derivados de la leche, y las agricultoras
poseen excedentes de cereales, de frutas y de otros productos de
la tierra.

El intercambio de productos entre las tribus agrícolas y


ganaderas adopta la forma de intercambio mercantil, es decir, de
compraventa.

Para que el intercambio de productos adquiriese una forma


mercantil tuvo que aparecer la producción mercantil; no bastaba
para ello la división social del trabajo. Esta podía existir incluso
177
Capítulo VIII
El Modo de Producción Primitivo
sin necesidad de intercambio mercantil. La aparición de las
relaciones de compraventa, de las relaciones mercantiles, es decir,
la aparición del intercambio precisamente en forma mercantil,
presupone que los productores de unos artículos que adquieren la
forma de mercancías son propietarios aislados, independientes los
unos de los otros. El aislamiento de los productores como
propietarios independientes no existía dentro de cada comunidad
gentilicia. Por esto, el intercambio de productos que realizaban los
miembros de la comunidad, al imperar allí la división natural del
trabajo, no adoptaba la forma de intercambio de mercancías.

El intercambio mercantil no surge en el interior de las


comunidades gentilicias, sino en sus límites, al entrar en contacto
recíproco diversas comunidades y tribus.

En este caso, las comunidades se contraponen entre sí


como propietarios distintos, independientes, de los medios de
producción y de sus frutos. Una vez alcanzando cierto nivel de
desarrollo, y convertido en un fenómeno más o menos regular, el
intercambio mercantil quebranta la economía natural de la
comunidad y penetra en el interior de ésta, transformándose en
un factor de singular trascendencia y en una de las formas de las
relaciones entre los hombres, entre los miembros de la comunidad.
Por consiguiente, la primera gran división social del trabajo
determinó la necesidad de un intercambio regular y estable de los
productos entre las diversas comunidades y tribus.

A medida que se intensifica la producción social, se


desarrollan, junto con la agricultura y la ganadería, otras
variedades de la actividad productiva del hombre. Entre las
comunidades y tribus ganaderas, y particularmente en las
agrícolas, que han pasado a la vida sedentaria, progresan las
industrias artesanas: la alfarería, la fundición, el arte textil. Y
como la fabricación de instrumentos de trabajo, cada vez más
complejos, y de armas diversas, que ya son metálicas en la
mayoría de los casos, requiere una labor más grande y más
experta, resulta imposible simultanear cualquiera de las
industrias artesanas con las faenas del campo o con el pastoreo.

En el seno de la comunidad surgen hombres especializados


en ciertos oficios. El trabajo de los artesanos queda separado del
de los agricultores o ganaderos, y la industria se convierte poco a
poco en una rama independiente, autónoma, dentro de las
actividades productivas del hombre. La separación entre la
178
Spiridonova, Atlas y Otros

industria y la agricultura representó la segunda gran división


social del trabajo, que trajo consigo una mayor ampliación de la
esfera del intercambio. Además de los productos agrícolas y
ganaderos, comienzan a intercambiarse, con mayor frecuencia
cada vez, los artículos de artesanía: hachas de piedra y de hierro,
arados con reja de metal, lanzas, espadas, escudos, vajilla, ropas,
etc. La separación entre la industria y la agricultura originó la
fabricación de artículos destinados directamente al intercambio,
la producción de mercancías, es decir, la producción mercantil. Ya
antes se fabricaban artículos para intercambiarlos, pero sólo
ahora, en virtud de la segunda gran división social del trabajo, se
coronó el proceso inicial de creación de una economía mercantil.

El crecimiento de las fuerzas productivas de la sociedad, el


aumento de la división social del trabajo y la expansión del
intercambio comercial derivado de ellas suscitaron profundas y
radicales modificaciones en el régimen económico de la sociedad
primitiva, dando lugar a la agudización de sus contradicciones y,
por último, a su desintegración y caída.

Habíanse agotado las posibilidades de la propiedad


colectiva, comunal, como base económica de la producción social.
El ulterior desarrollo había de asentarse en la producción
individual.

La creciente división del trabajo y la individualización de


la producción requerían una forma de relaciones que estimulase
el interés material de los individuos por perfeccionar los
instrumentos de trabajo y por aumentar la producción. Esta
nueva forma de relaciones de producción la constituyó la
propiedad privada.

El trabajo individual de personas o familias aisladas


presuponía la propiedad privada de los medios de producción. La
contradicción, inherente a aquel período de desarrollo social,
entre el carácter de las fuerzas productivas y las relaciones de
producción se manifestó en el contraste entre el nuevo carácter
de la producción, que iba individualizándose y las viejas
relaciones de propiedad, cuya característica era la propiedad
colectiva, comunal, de los medios de producción. Esta
contradicción se resuelve con el paso a la propiedad individual de
los medios de producción, con el paso de la producción colectiva,
basada en la propiedad comunal, a la producción particular, cuya
base es la propiedad privada.
179
Capítulo VIII
El Modo de Producción Primitivo

En la aparición y evolución de las relaciones de producción


privadas tuvo singular importancia el intercambio de mercancías.

Este intercambio, surgido inicialmente entre las


comunidades, sobre la base de la propiedad comunal, contribuye
al sucesivo desarrollo de la división del trabajo tanto social como
intracomunal y se convierte en factor decisivo de la
descomposición de la propiedad colectiva, dando paso a la
propiedad privada sobre los medios de producción.

En un principio, cuando e intercambio mercantil se


realizaba entre las gens y las tribus, los jefes de éstas intervenían
como sus representantes en las transacciones. Al cambiar lo que
era patrimonio de la comunidad, estos jefes comenzaron a
apropiarse paulatinamente una parte de la riqueza social,
tratando el patrimonio comunal como cosa propia. El derecho
virtual a disponer de los rebaños como si fuesen de su propiedad,
derecho adquirido por los jefes de gens y tribu en el proceso de las
operaciones de intercambio, pasa a ser generalmente reconocido.
En la mayoría de los casos, el primer objeto de la propiedad
privada es el ganado, por ser el objeto de intercambio más
corriente. Luego aparece la propiedad privada de diversos
instrumentos de trabajo, de los aperos y enseres y de otros medios
de producción.

Por esta época, en virtud del incremento de la producción y


del cambio de su carácter, dentro de las gran familia comunal -la
familia patriarcal- madura y comienza a destacarse
paulatinamente una célula social: la familia individual o familia
pequeña, compuesta del matrimonio y sus hijos. Estas familias
forman poco a poco su economía propia, convirtiéndose más y
más en unidades aisladas, primeramente, consumidoras y después
productoras.

Con posterioridad a los restantes medios de producción, la


tierra va pasando a ser propiedad privada de las pequeñas
familias individuales. La conversión del suelo en propiedad
privada fue decisiva para consolidar el predominio de la
propiedad privada en general, ya que la tierra era el principal
medio de producción.

Simultáneamente al intercambio y a la propiedad privada,


dentro de la comunidad primitiva surge la esclavitud, también
180
Spiridonova, Atlas y Otros

determinada por el aumento de la producción social. La división


de la jornada de trabajo del productor en tiempo necesario y
excedente y la aparición del trabajo y del producto excedentes
crearon las premisas para la explotación del hombre por el
hombre, tendente a obtener una mayor cantidad de productos.

La primera fuente de esclavos fueron las guerras


intertribales y la captura de prisioneros. Como el trabajo de cada
hombre por separado comenzaba a crear un excedente de
productos por encima de lo necesario para el consumo, era más
ventajoso no matar a los prisioneros, como solía hacerse antes,
sino obligarles a trabajar, reduciéndoles a la esclavitud.

Con el desarrollo del intercambio mercantil el trabajo de los


esclavos no se emplea ya tan sólo para satisfacer las necesidades
de los miembros de la comunidad, sino también para producir
mercancías.

Otra fuente de obtención de esclavos, aparecida como


posterioridad, fue la compraventa, es decir, el comercio de
esclavos.

La explotación del hombre por el hombre, representada por


el empleo del trabajo de los esclavos, tiene su origen en la época
del patriarcado. Sin embargo, la historia y la etnografía señalan
casos de utilización del trabajo esclavo, en la economía doméstica,
durante el período de florecimiento y de declive del matriarcado.

Aunque la esclavitud representaba un notable papel en la


economía de la familia patriarcal, todavía no era la base de un
sistema especial de producción. De ahí que Marx llamase
esclavitud patriarcal a la esclavitud de aquella época, para
diferenciarla de la que, posteriormente, se convirtió en la base de
un nuevo régimen de producción.

Libres y esclavos: así comienza la primera división


histórica de la sociedad en clases. En el seno del régimen comunal
primitivo en desintegración germina el futuro régimen clasista, se
crean las relaciones de opresión y de explotación.

La aparición del intercambio, de la propiedad privada y de


la esclavitud patriarcal trae consigo una mayor desigualdad
económica entre los miembros de las comunidades gentilicias
entre las diversas familias individuales, primeramente en el
181
Capítulo VIII
El Modo de Producción Primitivo
marco de la comunidad y después fuera de ella, entre las familias
individuales que han ido apartándose y convirtiéndose en
unidades autónomas.

Al encontrarse en distintas condiciones de existencia, las


familias individuales comienzan a diferenciarse más y más por su
grado de bienestar. La diferenciación económica de las familias,
que se produjo inicialmente en el interior de las comunidades
gentilicias, asesta al colectivismo y al igualitarismo primitivo un
segundo golpe contundente: el primero se lo había asestado la
propiedad privada.

La desigualdad social impone nuevas relaciones de


dependencia entre las familias y entre los miembros de las
comunidades, provocando la lucha entre los ricos y los pobres.

La agudización de las contradicciones internas en las gens


y las tribus, contradicciones provocadas por el surgimiento y el
desarrollo del intercambio, de la propiedad privada, de la
esclavitud y de la diferenciación económico-social de los
miembros de las comunidades, conduce a la desintegración y
desmoronamiento de la comunidad gentilicia, y a la constitución
de la comunidad rural, basada en la vecindad. Entre los pastores
aparece la comunidad trashumante.

Las relaciones de colectivismo primitivo son sustituidas por


las relaciones de dominación y dependencia. En consonancia con
las alteraciones que ha sufrido la vida económica se producen
cambios en la vida social. La democracia gentilicia es suplantada
por la "democracia militar", y luego, al incrementarse las
relaciones de clase, de sometimiento, de dependencia y
desigualdad social, la democracia militar es sustituida por el
Estado.

"Acababa de surgir una sociedad que, en virtud de las


condiciones económicas generales de su existencia -escribía
Engels-, había tenido que dividirse en hombres libre y en esclavos,
en explotadores ricos y en explotados pobres; una sociedad que no
sólo no podía conciliar estos antagonismos, sino que, por el
contrario, se veía obligada a elevarlos a sus límites extremos. Una
sociedad de este género no podía existir sino en medio de una
lucha abierta e incesante de estas clases entre sí o bajo el dominio
de un tercer poder que, puesto aparentemente por encima de las
clases en lucha, suprimiera sus conflictos abiertos y no permitiera
182
Spiridonova, Atlas y Otros

la lucha de clases más que en el terreno económico, bajo una


forma <legal>. El régimen gentilicio era ya algo caduco. Fue
destruido por la división del trabajo, que dividió la sociedad en
clases, y reemplazado por el Estado". 13

Vestigios de las relaciones comunales primitivas se


conservaron en una u otra forma o en uno u otro grado durante
largo tiempo después de la desaparición del régimen gentilicio. Por
ejemplo, en algunas zonas de Rusia subsistieron residuos de la
comunidad rural (territorial) hasta la Gran Revolución Socialista
de Octubre de 1917: los bosques, los prados, los pastizales
esteparios y, a veces, parte de las tierras de labranza, eran de
propiedad comunal.

Incluso hasta nuestros días han sobrevivido restos de las


relaciones tribales-gentilicias y patriarcales entre algunos
pueblos de Asia, África e Iberoamérica, que se hallan bajo el yugo
del imperialismo.

Los colonizadores conservan los vestigios de las relaciones


tribales-gentilicias, empleándolos para impedir, atizando los odios
tribales, la unificación de los pueblos esclavizados, que luchan por
su libertad.

Entre los pueblos que se liberaron del yugo del


imperialismo colonialista después de la segunda guerra mundial
también se han conservado hasta los últimos tiempos
considerables vestigios de las relaciones tribales-gentilicias, y su
eliminación es una necesidad vital para dichos pueblos, que hoy
han entrado en la senda de la vida independiente y del progreso.

13 C. Marx y F. Engels, Obras escogidas, ed. cit., tomo 11, pág. 296.
183
CAPÍTULO VIII

EL MODO DE PRODUCCIÓN ESCLAVISTA•

l. APARICIÓN DEL MODO DE PRODUCCIÓN ESCLAVISTA.

La esclavitud fue la primera forma de sociedad clasista,


nacida como resultado de la desintegración del régimen comunal
primitivo.

Fue el incremento de la producción de bienes materiales el


que motivó la transición de la sociedad primitiva a la esclavitud.
El modo esclavista de producción, aparecido en virtud de este
incremento, fue el segundo modo de producción de la historia
humana en general y el primero que implicaba la división de la
sociedad en clases y la existencia de la explotación de los
hombres, cuya forma era la esclavitud. La explotación del hombre
por el hombre representa un tipo de relaciones sociales en que los
poseedores de los medios de producción se apropian el fruto del
trabajo de otros hombres: los productores de los bienes materiales,
que no son dueños de los medios de producción.

La esclavitud, primera forma de explotación, representaba


un modo de obligar coercitivamente a trabajar a los productores,
a los esclavos; éstos eran propiedad de los dueños de los medios de
producción, o sea de los esclavistas, y eran utilizados en las
haciendas de éstos para obtener todo el producto posible.

En mayor o menor medida, la esclavitud imperó en todos


los países y entre todos los pueblos.

En aquel entonces, el paso del régimen comunal gentilicio a


la esclavitud representaba un avance extraordinario en el
desarrollo de la humanidad.

Pese a cierto progreso, al verse individualizada la


producción, la técnica de la producción social de aquella época
seguía siendo bastante primitiva, y por ello el trabajo individual
no era tan productivo como para satisfacer plenamente y sin

• Spiridonova, Atlas y Otros. Curso Superior de Economía Política, volumen l.


Capítulo VIII
El Modo de Producción Esclavista
interrupción las necesidades del desarrollo social, el sucesivo
avance de la producción.

En tales condiciones, el progreso social sólo era posible


eximiendo a una parte de la sociedad del trabajo físico y
satisfaciendo las crecientes necesidades de esta parte de la
sociedad a costa de la explotación del trabajo de los esclavos.

Refiriéndose a la necesidad histórica del tránsito al modo


de producción esclavista, decía Federico Engels: "La introducción
de la esclavitud fue en aquellas circunstancias un gran progreso.
Es, en efecto, un hecho que la humanidad ha empezado en la
animalidad, y que, por tanto, ha necesitado medios casi animales
y barbáricos para conseguir salir a flote de la barbarie". 1

El propio curso que siguió la producción social condujo


necesariamente a la formación de clases, a la aparición y
consolidación de un modo de producción nuevo, el esclavista, más
progresivo que el modo comunal primitivo precedente.

La aparición de la sociedad clasista marca uno de los


momentos cruciales de la evolución de la humanidad. A partir de
entonces, toda la historia del género humano, hasta la edificación
de la sociedad socialista, ha sido la historia de las clases, del
nacimiento y formación de unas, de la descomposición y
muerte de otras, la historia de una lucha de clases irreductible.

Según hemos observado, la esclavitud, engendrada en el


seno de la sociedad primitiva, tenía en sus primeros tiempos un
carácter patriarcal.

El rasgo distintivo de la esclavitud patriarcal consistía en


que el trabajo esclavo no representaba aún la base de la
producción social y tenía una importancia limitada y subsidiaria.

El incremento posterior de las fuerzas productivas, el


desarrollo de la división social del trabajo y la difusión de las
relaciones mercantiles, derivada de los fenómenos anteriores,
constituyeron factores decisivos, cuya acción condujo al paso de
la esclavitud patriarcal a la esclavitud completa, o clásica.

F. Engels, Anti-Dühring, Editorial Grijalbo, México, 1964, pág. 175.


186
Spiridonova, Atlas y Otros

Durante la época de la esclavitud patriarcal, los


instrumentos metálicos de trabajo se emplearon en escala cada
vez mayor.

En la agricultura, que siguió siendo la rama básica de la


producción social, perfeccionáronse los métodos de cultivo y la
cría de ganado, cuya productividad se acrecentó.

El ulterior desarrollo de la división social del trabajo trajo


un aumento del intercambio comercial. Y aunque la economía de
las familias patriarcales, que empleaban trabajo del esclavo, así
como la de las comunidades rurales y la de las tribus, continuaba
siendo una economía básicamente natural, el intercambio de
mercancías iba adquiriendo más y más difusión. El incremento de
las relaciones mercantiles de esa época se caracteriza por la
aparición de un nuevo e importantísimo factor de la vida
económica y social: el dinero. Entre diversos pueblos, el papel de
dinero lo representaban distintas mercancías: ganado, pieles,
pescado, sal, etcétera.

Por último, después de numerosas transformaciones y


cambios, pasaron a desempeñar la función de dinero unas
mercancías particularmente aptas, por sus cualidades naturales,
para esta función social. Nos referimos a los metales preciosos,
entre los que terminó imponiéndose el oro.

La aparición de la moneda metálica, e incluso su


acuñación, fueron resultado del progreso de las fuerzas
productivas y del intercambio comercial, del mejoramiento de la
extracción y de la elaboración de los metales, del
perfeccionamiento de las industrias.

La aparición del dinero impulsó el desarrollo de una rama


económica como el comercio. Surgió la necesidad de un
intermediario entre los productores de mercancías, que hasta
entonces intervenían en el intercambio como vendedores, y los
compradores. Y este papel intermediario comenzaron a
desempeñarlo hombres dedicados exclusivamente a ello: los
mercaderes.

La segregación de los mercaderes, aislados de la


producción y dedicados por completo a las transacciones de
intercambio, es decir, al comercio, constituyó la tercera gran
división social del trabajo.
187
Capítulo VIII
El Modo de Producción Esclavista

Como resultado del incremento de las industrias y del


cambio surgieron las ciudades que, poco a poco, se convirtieron en
centros artesanos y comerciales. En ellas creció con bastante
rapidez la riqueza material y se concentró una población
considerable.

Al extenderse más y más, las relaciones


monetario-comerciales contribuyeron altamente a la
desintegración del sistema de propiedad comunal y a la
consolidación de la propiedad privada. Esta se reafirma
definitivamente y se convierte en el fundamento económico del
modo esclavista de producción, que va constituyéndose, y en el
que la tierra, medio de producción principal, comienza a
transformarse en propiedad privada.

Poco a poco, siguiendo el camino de los instrumentos de


producción, del ganado y de los esclavos, la tierra se convierte en
mercancía, en objeto de compraventa y de transacciones
mercantilistas.

Con la evolución y el fortalecimiento de la propiedad


privada y de las relaciones monetario-mercantiles, con la
implantación de la propiedad privada sobre el ganado, los
instrumentos de producción y los esclavos, con el surgimiento de
la esclavitud por deudas y de la hipoteca, se verifica la
concentración de la riqueza en manos de la clase de los
esclavistas, relativamente poco numerosa y constituida en el
curso de dicho proceso.

El medio principal de apropiación y de concentración de la


riqueza y de la mano de obra de los esclavos fueron las guerras de
rapiña y saqueo, las cuales terminaron por convertirse en un
original negocio que proporcionaba pns10neros y valores
materiales. La apropiación y la concentración iniciales de los
elementos de producción por los esclavistas representaron una
premisa directa para el paso de la esclavitud patriarcal -o
doméstica, como se le llamaba también- a la esclavitud total o
clásica.

El contenido económico de este tránsito reside en que el


trabajo de los esclavos se convierte en base de la existencia de la
sociedad.

188
Spiridonova, Atlas y Otros

Al mismo tiempo se constituyeron definitivamente las dos


clases contrapuestas: la de los esclavos y la de los esclavistas. Los
últimos dejan de participar de manera directa en la producción. El
número de esclavos aumenta extraordinariamente, y su
explotación se hace mucho más implacable.

Al dividirse la sociedad en clases que, aunque


contrapuestas, colaboran en virtud de la división social del
trabajo y del desarrollo de la producción, comienzan a
establecerse entre las clases ciertas relaciones de tipo social.

Aparece la política como forma de relación entre las clases


de la sociedad; de manera implícita expresa los interese
económicos de las clases.

Aparece también el arma de la clase dominante y opresora


-la de los esclavistas- que le asegura su situación en la sociedad
como explotadora del trabajo ajeno: aparece el Estado esclavista.

El Estado esclavista era un sistema de órganos coercitivos,


llamados a salvaguardar los interese de los esclavistas, a
asegurar la inmunidad de la propiedad privada de los potentados
y a contribuir al desarrollo ulterior de la esclavitud.
Los Estados esclavistas más antiguos, conocidos como
modo de producción despótico tributario, se fundan a fines del
cuarto milenio y a comienzos del tercero de nuestra era en
Mesopotamia y Egipto, y luego en la India, en China y en otros
países. El régimen esclavista llega a su apogeo en la Antigua
Grecia y, posteriormente, en Roma.

Por lo que se refiere al actual territorio de la U.R.S.S., el más


antiguo de los Estados esclavistas fue el de Urartu (siglos IX-VI
a.n.e. del que formaba parte una considerable zona de la
Transcaucasia de nuestros días. Aproximadamente en los siglos
VIII-VI a.n.e., se fundó en el Asia central el Estado esclavista de
Jorezma.

En el siglo V a.n.e. se constituyó en la zona del estrecho de


Kerch el Reino del Bósforo, y después, en Crimea y en las estepas
de la Ucrania de hoy, colindantes con el Mar Negro, existió el
Reino de los Escitas, que, virtualmente, era también un Estado
esclavista, aunque las relaciones propias de la esclavitud no
adquiriesen en él un desarrollo pleno.

189
Capítulo VIII
El Modo de Producción Esclavista
Los Estados esclavista surgieron como regímenes
despóticos centralizados (los de Oriente) o como ciudades-Estados
(polis) de Grecia y de Roma, basados en la agricultura.

2. RASGOS FUNDAMENTALES DEL MODO DE PRODUCCIÓN


ESCLAVISTA.

En la sociedad esclavista, las ramas fundamentales de la


producción de bienes materiales eran la agricultura, la ganadería
y las industrias estrechamente vinculadas a la agricultura. Todos
estos tipos de producción, nacidos ya en el seno de la sociedad
primitiva, dieron un gran paso adelante al implantarse el régimen
esclavista.

Para que este desarrollo fuese posible hubieron de


perfeccionarse los instrumentos de trabajo en comparación con
los de la época precedente; tuvieron que aparecer nuevos
instrumentos, elevando el rendimiento del trabajo social y
acentuando el predominio del hombre sobre la naturaleza.

El paso de la sociedad primitiva a la esclavitud tuvo como


signo una importantísima conquista del hombre en la producción
de instrumentos de trabajo: se comenzó a extraer, elaborar y
utilizar los metales -primeramente el cobre y el bronce, y después
el hierro- como material para su fabricación. Los diversos y
numerosos instrumentos de trabajo empleados en la época de la
esclavitud hablan del considerable auge y perfeccionamiento de
la producción material respecto a la época precedente, la del
régimen primitivo.

La semejanza de los instrumentos de trabajo de la época


esclavista con los que utilizaban los hombres primitivos radica en
que los unos y los otros eran medios manuales, pero, a diferencia
de los de la época primitiva, los de la esclavitud eran de metal,
más perfectos, y, por consiguiente, más productivos.

La unificación del trabajo de los productores cautivos -los


esclavos-, determinada por los tipos de instrumentos de trabajo de
aquel tiempo, tenía la forma de cooperación simple. Emplear la
cooperación simple como forma de organización del trabajo
esclavo era no sólo necesario, sino también posible en virtud de la
existencia de grandes masas de esclavos sometidos
incondicionalmente a sus propietarios. Algunos investigadores
190
Spiridonova, Atlas y Otros

estiman que en el siglo V a.n.e. el número de esclavos en el Atica


llega a ciento cincuenta mil. Según datos de los estudios históricos,
los esclavos de la antigua Italia, en el período del florecimiento del
Estado esclavista de Roma, oscilaban entre los diez y los doce
millones.

Pese al considerable incremento de la producción artesana


y a su indiscutible progreso técnico, la rama principal de la
economía seguía siendo la agricultura. En ésta, corno en la
industria, se empleaba la cooperación simple del trabajo del
esclavo corno forma orgánica de la producción.

La aplicación del trabajo del esclavo en gran escala creó


premisas materiales para el desarrollo de algunas ciencias
naturales y humanísticas corno, por ejemplo, las matemáticas, la
física, la astronomía, la rnecamca, la medicina y la filosofía,
floreciendo, asimismo, la literatura, el teatro, la escultura y la
arquitectura.

El notable progreso logrado en todas las ramas de la


economía y la cultura era una prueba palmaria del incremento de
las fuerzas productivas en la sociedad de la época esclavista.

Este ascenso de las fuerzas productivas fue fruto no sólo de


la amplia utilización del trabajo de los esclavos, sino también de
la labor de los productores libres: campesinos y artesanos. Sin
embargo, en aquellos países donde el sistema esclavista alcanzó
mayor florecimiento fue precisamente el empleo de la mano de
obra de los esclavos el factor decisivo del auge de la producción.
Aunque el trabajo de los productores libres desempeñó cierto
papel, nunca pasó de ser secundario.

Queda, pues, sentado que en la época de la esclavitud el


trabajo de los productores tenía dos formas: la de los esclavos y la
de los pequeños propietarios libres (campesinos y artesanos) y que
era la mano de obra de los esclavos la que tenía la importancia
primordial en el progreso de la sociedad esclavista. El trabajo del
esclavo se dividía en necesario y excedente, ofreciendo las
condiciones materiales para su explotación.

En consonancia con el estado de las fuerzas productivas de


aquella época, se consolidaron las relaciones de producción
esclavistas que, en su forma más desarrollada, eran relaciones de
propiedad privada, relaciones de desigualdad, de opresión y de
191
Capítulo VIII
El Modo de Producción Esclavista
explotación basadas en el hecho de que todos los medios de
producción y los propios trabajadores -los esclavos- eran de
propiedad absoluta de los esclavistas, los cuales podían tratar a
sus esclavos como a un objeto cualquiera o a una bestia de carga,
con derecho a venderlos, comprarlos, explotarlos sin misericordia
y darles muerte.

Económicamente el régimen esclavista se basaba en la


violencia que representaba obligar físicamente a los esclavos a
realizar un trabajo forzado, y en la apropiación natural y directa
de los frutos de su labor por los esclavistas.

Entre los objetos más importantes de la propiedad


esclavista figuraba la tierra, medio de producción universal. En
determinadas etapas del modo esclavista de producción, y en
diversos países, la propiedad del suelo tenía formas distintas:
comunal, estatal, eclesiástica y privada. Las tierras de las
comunidades, del Estado y de los conventos eran en esencia
formas de propiedad conjunta o, a su modo, colectiva de los
esclavistas. La forma más generalizada de propiedad territorial
esclavista era la privada.

Además de la gran propiedad esclavista existía, bajo el


régimen de la esclavitud, la pequeña propiedad de los productores
libres: los campesinos. En el momento de instaurarse el modo de
producción esclavista, y en el primer período de su existencia, la
pequeña propiedad campesina desempeñaba un papel importante
en la producción social. También existía entonces la pequeña
propiedad de artesanos libres en las ciudades, que ocupaba un
lugar considerable en la producción social. Conforme va
abriéndose paso el sistema esclavista, la pequeña propiedad
campesina y artesana se reduce paulatinamente, pasando, en la
mayoría de los casos, a poder de los grandes propietarios, de los
esclavistas ricos.

Al referirnos a la propiedad territorial en la sociedad


esclavista, conviene señalar que ella, por ser una propiedad sobre
las condiciones naturales de producción, representa, como dijo
Marx, "simplemente un atributo de la propiedad de determinadas
personas sobre las personas de los productores directos ... "2

C. Marx, El Capital, ed. cit., tomo III, pág. S91.


192
Spiridonova, Atlas y Otros

Ello significa que la renta del suelo tenía entonces


importancia esencial sólo en el caso de que sus dueños fuesen
también propietarios de los productores, es decir, de los esclavos.

El hecho de que la propiedad de los medios de producción


constituyese un monopolio peculiar de los esclavistas, si no
contamos la pequeña propiedad de los productores libres
-campesinos y artesanos-, denota que la mayoría de los
productores, o sea los esclavos estaba desvinculada de los medios
de producción.

Mas para que el proceso de la producción no se


interrumpiese había que unir de una forma especial la mano de
obra de los esclavos con los medios de producción. El esclavo,
desvinculado de los medios de producción, era también objeto de
propiedad del esclavista. La esencia económica de esta relación
de propiedad consistía en que el esclavo, mediante la coacción
física abierta, era obligado a trabajar, y de este modo se le
vinculaba a los medios de producción, garantizando la
continuidad de ésta en la época de la esclavitud.

Las relaciones de propiedad y la situación de los esclavos y


de los esclavistas en el sistema de producción social derivado de
aquellas relaciones determinaban la índole del intercambio de
actividades en la sociedad esclavista.

Estas relaciones tenían ya un carácter clasista, cosa que no


ocurría en la sociedad primitiva, y se basaban en la explotación
esclavista.

La división de la sociedad en dos clases fundamentales -la


de los esclavos y la de los esclavistas- fue originada por el
desarrollo de la división social del trabajo. Si, en el caso a que nos
referimos, hablamos de la distribución y de la división del trabajo
entre los esclavos y los esclavistas, comprobaremos que eran
formas específicas de la división del trabajo social en trabajo
manual e intelectual.

Hacía el trabajo manual el esclavo, mientras que la labor


intelectual era privilegio de los señores, que vivían a costa del
producto excedente o plusproducto creado por el duro esfuerzo
físico de los esclavos.

193
Capítulo VIII
El Modo de Producción Esclavista
También las relaciones de distribución, derivadas de las
relaciones de propiedad, tenían en la sociedad esclavista un
carácter de clase, antagónico, y eran determinadas por la esencia
y las peculiaridades de aquel sistema.

Los esclavistas disponían a su antojo del plusproducto y


también, virtualmente, de una parte del producto necesario
creado por los esclavos que trabajaban en el sistema de
producción esclavista.

Además de satisfacer directamente las necesidades


personales de los señores, el producto excedente se destinaba a
cubrir necesidades sociales: mantenimiento del Estado, de sus
funciones y de las fuerzas armadas, fomento de la ciencia, de la
instrucción, de la medicina, de la cultura en general y de la propia
producción.

Lo que percibían los esclavos representaba el mm1mo


indispensable para existir y para mantener la fuerza de trabajo
de aquellos seres, que arrastraban una existencia de bestias de
carga o de instrumentos de trabajo parlantes. Pese a ser el
elemento decisivo en el proceso de la producción bajo el régimen
esclavista y a constituir la principal fuerza productiva de la
sociedad, carecían de todo derecho político o jurídico y estaban
equiparados a objetos, no a personas. En su mayor parte, no
tenían familia y, lejos de ser dueños de los medios de producción,
no lo eran ni de sus propios brazos. Se trataba al esclavo como a
un instrumento de producción semoviente.

En China, por ejemplo, existía durante la esclavitud el


término chu-mín, que significaba literalmente "bestia y esclavo". 3

El crecimiento de las necesidades de la sociedad y el


consiguiente progreso de la producción en sus formas sociales
esclavistas incrementaban la demanda de esclavos.

Según hemos indicado, la fuente principal de obtención de


esclavos eran las guerras, llevadas a cabo con el fin de tomar
prisioneros, saquear y someter territorios ajenos, apoderándose de
sus riquezas. Al adquirir un esclavo, el señor se interesaba ante
todo por su vigor físico, su capacidad de trabajo, su resistencia y
sus habilidades. De ello dependía su precio. Definiendo el rasgo

3 Véase Kuo Mo-yo. La época del régimen esclavista, Moscú, pág. 25.
194
Spiridonova, Atlas y Otros

más acusado de la producción esclavista, Marx hacía hincapié en


su carácter natural. Decía que, entre los antiguos, el máximo ideal
era una hacienda autárquica, donde la producción se destinase al
consumo interno.

Varios factores determinaban el carácter natural de la


producción esclavista. Primero, el nivel, insuficientemente alto, de
las fuerzas productivas de la sociedad y la división social del
trabajo, relativamente poco desarrollada; segundo, el predominio
de la agricultura sobre las restantes ramas económicas, aunque
éstas adquiriesen cierto desarrollo bajo la esclavitud; tercero, la
índole restringida y consumidora de cada una de las haciendas
esclavista, donde la mayoría de los productos en ella elaborados
no se destinaban a la venta, sino al consumo interior; y cuarto, la
coacción directa, abierta, extraeconómica, para obligar al
productor a trabajar y, en relación con ella, la apropiación de la
fuerza de trabajo, que no era mercancía. La compraventa de
esclavos representaba un modo de redistribuir la mano de obra,
adquirida por los señores reduciendo a la esclavitud a los
prisioneros de guerra.

Los esclavistas y sus ideólogos consideraban algo


perfectamente natural la guerra y la piratería como fuentes de
obtención de esclavos.

Una de las principales manifestaciones del carácter


consumidor de la economía esclavista consistía en que una buena
parte del plusproducto se destinaba a gastos improductivos:
edificación de suntuosos palacios para los gobernantes y para los
esclavistas ricos o de grandiosos templos para oficios religiosos,
organización de fiestas para celebrar los triunfos de los Estados
esclavistas y de sus caudillos, juegos y espectáculos diversos.

Proclamar el carácter natural de la producción esclavista


no significa, en modo alguno, que las haciendas permaneciesen
totalmente encerradas en sí mismas, que no se fabricasen
artículos para la venta o que no existiese el intercambio
comercial. La producción y la circulación mercantiles son, por su
esencia misma, contrapuestas al carácter natural de la
producción. El incremento de las fuerzas productivas de la
sociedad y el aumento de la división social del trabajo, con
predominio de la propiedad privada, conducen a que, pese a la
índole globalmente natural de la producción esclavista, adquieran

195
Capítulo VIII
El Modo de Producción Esclavista
cierto desarrollo la producción de mercancías y el intercambio
comercial.

En este sentido, fue de primordial importancia el desarrollo


de las industrias, que alcanzaron un nivel relativamente alto,
sobre todo en las ciudades de Grecia y Roma.

Paralelamente al incremento de la producción y del


comercio progresó la circulación monetaria. El dinero no es ya tan
sólo un equivalente general y un medio de circulación, sino un
medio de apropiación del fruto del trabajo ajeno. Es decir, en una
serie de casos, el dinero comienza a convertirse en capital. Las
formas históricamente primarias del capital radican en el
comercio y en la usura.

El capital comercial representaba unos recursos invertidos


en el comercio, los cuales reportaban determinada ganancia a sus
poseedores, que, aprovechándose de sus medios, actuaban de
intermediarios en las operaciones mercantiles. Comprando
y revendiendo los artículos, especulando con la diferencia y las
oscilaciones de los precios, y a veces engañando
fraudulentamente a compradores y vendedores, los mercaderes se
apropiaban parte del producto excedente creado por los esclavos
y del producto de los pequeños campesinos y artesanos.

El capital usurario ha estado siempre entroncado con el


comercial. Representa unos recursos que, empleados como
préstamos en dinero, o en medios de producción, o en artículos de
consumo, permiten también apropiarse parte del producto
excedente de los esclavos (si el préstamo ha sido hecho al señor) y
parte del producto de los campesinos y artesanos (si el préstamo
les ha sido concedido directamente a ellos). El procedimiento que
el usurero emplea para apoderarse de los frutos del trabajo ajeno
es la percepción de un alto interés usurario. Así, pues, bajo el
imperio del régimen esclavista se verifica un desarrollo de la
producción mercantil y de la circulación de mercancías, las cuales
germinaron en la época de la desintegración del régimen
primitivo, y aparecen las primeras formas de capital de la
historia: el capital comercial y el usurario.

Al estudiar las características esenciales de la producción


esclavista, las peculiaridades de la explotación bajo la esclavitud
y las fuentes de adquisición de esclavos, así como el desarrollo del
comercio y de la usura en aquella época, conviene tener en cuenta
196
Spiridonova, Atlas y Otros

la apanc1on de un nuevo e importante fenómeno de la vida


económica: las colonias. En un principio, éstas eran poblaciones
urbanas, industriales-comerciales, formadas por elementos
procedentes de diversos Estados esclavistas en territorios
conquistados o rec1en descubiertos como resultado de
expediciones bélico-mercantiles.

Como las colonias pasaron a ser fuentes permanentes de


adquisición de esclavos, su papel en la vida de la sociedad
esclavista fue extraordinariamente importante.

Las colonias de los Estados esclavistas de la Antigüedad


constituyen, en esencia, un peculiar prototipo de las colonias de
los Estados imperialistas de nuestros días que, pese a sus
pomposas declaraciones proclamándose partidarios y
defensores de la civilización y de la libertad de los pueblos,
resultan ser, en realidad, igual que lo eran los Estados esclavistas,
instrumento de una opresión cruel e implacable de los pueblos de
los países conquistados.

Por consiguiente, la esclavitud, que era la primera forma de


explotación, engendró formas de opresión y de sometimiento de
pueblos enteros como el colonialismo, definitivamente condenado
hoy por la historia.

Como ya dejamos sentado, el trabajo de los pequeños


productores libres, campesinos y artesanos, desempeñó un papel
relevante en la vida de la sociedad esclavista. Interesados directa
y materialmente en el fruto de su trabajo -por ser propietarios de
sus pequeñas haciendas-, los campesinos y los artesanos
perfeccionaban paulatinamente los útiles de labor, contribuyendo
así al incremento de la productividad del trabajo social; y es de
notar que los adelantos logrados por ellos en cuanto al
perfeccionamiento de los aperos y herramientas eran
frecuentemente empleados en sus haciendas por los grandes
esclavistas.

Los campesinos y los artesanos libres venían obligados a


pagar impuestos que recaudaba el Estado para mantener sus
organizaciones y sus fuerzas armadas: ejército y marina.
Precisamente eran los campesinos y artesanos libres, pequeños
productores dotados de derechos civiles, los que formaban el
grueso de las fuerzas militares, terrestres y marítimas, en el
Estado esclavista.
197
Capítulo VIII
El Modo de Producción Esclavista

Una importante peculiaridad de la época esclavista era la


original coexistencia de dos tipos de economía: las grandes
haciendas de los esclavistas ricos, que empleaban y explotaban
en amplia escala el trabajo de los esclavos, y las haciendas de los
pequeños propietarios, que eran al mismo tiempo productores.
Esta coexistencia resultaba contradictoria por cuanto, de una
parte, ambos tipos de economía estaban vinculados entre sí,
complementándose el uno al otro en todo el sistema de producción
social de entonces y, de otra parte, eran competidores en el
mercado. En la rivalidad entablada entre ellos, triunfaban
paulatinamente los grandes haciendas de los señores ricos, y ello,
a la postre, repercutía desfavorablemente en el estado de la
producción esclavista en su conjunto.

Del carácter natural de lo economía esclavista se derivaba


el importantísimo hecho de que lo reproducción de aquello época
fuese eminentemente simple.

El esclavista explotaba a los esclavos, en lo fundamental,


sin rebosar los límites de su propio consumo, y por mucho que
aumentasen a veces sus necesidades, en virtud de la índole
parasitaria del consumo, estas necesidades no eran ilimitadas.

Por el contrario, las necesidades de los productores


esclavos eran extremadamente bajas y o no aumentaban o si, en
ciertos casos, se observaba un aumento, éste era muy lento. Con
parecida lentitud se elevaban, en líneas generales, las
necesidades de los productores libres, campesinos y artesanos.

Por los motivos expuestos, la producción de bienes


materiales no mostraba uno tendencia permanente a crecer de
manera ininterrumpida y rápido.

No obstante, la producción de la sociedad esclavista no


permanecía estancada, como tampoco se estanca la de cualquiera
otra época histórica: progresaban las fuerzas productivas y las
relaciones de producción, aumentaba la población y se ampliaban
las necesidades de la gente. Este incremento no era notable o
sensible en mayor o menor grado durante la vida de una
generación, sino durante la vida de muchas.

A lo largo de toda la época esclavista se registra un


aumento de la producción, aunque no se trate de un aumento
198
Spiridonova, Atlas y Otros

constante; puede afirmares, pues, que, en determinados casos,


tuvo lugar, junto a la reproducción simple, una reproducción
ampliada; pero ésta, sin embargo, no constituyó un fenómeno
típico de la sociedad esclavista ni un proceso umco e
ininterrumpido. Aunque era preciso reproducir los medios de
producción, el papel primordial lo desempeñaba entonces la
reproducción de los productores directos, de los esclavos, de la
fuerza de trabajo. Ello era debido a que, teniendo en cuenta el
estancamiento de la técnica en la esclavitud, lo esencial para
ensanchar la escala de la reproducción -o sencillamente para
llevarla adelante- consistía en incorporar al trabajo un número de
esclavos cada vez mayor. Bajo el régimen esclavista, en el curso
del proceso ininterrumpido de la producción, se reproducen las
condiciones económicas de la esclavitud, pero no pueden ser
reproducidos los propios esclavos, por cuanto, en la escala de toda
la sociedad, los libres son convertidos en esclavos, no por
procedimientos económicos, sino mediante la coacción
extraeconómica, mediante la violencia descarada.

Los países en que existía el régimen esclavista ocupaban


dilatadísimos espacios, desde el Océano Atlántico al Pacífico. El
nivel de desarrollo de las relaciones esclavistas así como el grado
y las peculiaridades de la producción esclavista eran distintos en
diversos países. Pese a la diversidad de la vida económica y de las
vías de desarrollo de la producción de muchos países en la época
de la esclavitud, podemos distinguir dos tipos históricos
fundamentales de sociedades esclavistas: las orientales o, como se
las llama en ocasiones, las de la esclavitud temprana o
formaciones sociales despótico tributarias, y las grecorromanas, o
sociedades de la esclavitud posterior.

He aquí los rasgos característicos de esa forma de


sociedades orientales:

Predominaba en ella, especialmente en los primeros


tiempos, no la propiedad privada, sino la propiedad colectiva de
los esclavistas sobre la tierra y otros medios de producción, así
como sobre los productores -esclavos- en la forma de propiedad
comunal o estatal. La esclavitud no estaba desarrollada;
frecuentemente era de índole casi patriarcal; de ahí que las
relaciones de producción de esta sociedad puedan ser definidas
como semiesclavistas y semipatriarcales. Por su volumen, el
trabajo de los esclavos en la producción social no predominaba
todavía sobre el de los productores libres y, por otra parte, el
199
Capítulo VIII
El Modo de Producción Esclavista
número de esclavos era relativamente bajo. La principal célula de
producción en la agricultura, que, especialmente, en los primeros
tiempos, predominaba sobre las restantes ramas de la economía,
era la comunidad rural, en la que subsistían numerosos vestigios
de la época patriarcal. La economía estatal, eclesiástica,
comunal y esclavista de tipo privado tenía un carácter
acusadamente natural. Las relaciones mercantiles sólo
comenzaban a surgir, y progresaban lentamente; el comercio, en
la mayoría de los casos, era primitivo, predominando el trueque. El
avance de la producción social era lentísimo, casi inexistente.

En cambio, la sociedad esclavista grecorromana se


caracteriza por el hecho de que la propiedad privada sobre los
esclavos y los medios de producción, incluida la tierra,
predominaba sobre las formas de propiedad esclavista colectiva.
El predominio del trabajo de los esclavos sobre el de los
productores libres dentro del sistema de la producción social trajo
como consecuencia que el trabajo del esclavo pasase a ser la base
de la existencia de la sociedad. El carácter natural de la
producción esclavista alternaba con la existencia de relaciones
mercantiles bastante desarrolladas, de circulación monetaria y de
comercio. El ritmo de desarrollo de la producción social era más
intenso que en las sociedades esclavistas orientales.

Comparando las dos variedades históricas de la sociedad


esclavista, observamos que en el mundo de Grecia y Roma las
relaciones de esclavismo alcanzaron su mayor madurez y su
desarrollo más pleno.

Al igual que en cualquier sociedad clasista, el fin de la


producción esclavista concuerda con los intereses de la clase
dominante, que actúa de organizadora de la producción, ya que
los medios de producir le pertenecen a ella, como propietaria. "Los
intereses de las clases dominantes -consignaba Engels- se
convirtieron en el elemento propulsor de la producción, en cuanto
ésta no se limitaba a mantener bien que mal la mísera existencia
de los oprimidos".4

Al incrementarse la producción esclavista, que garantiza la


satisfacción de las necesidades de los señores, florecen el
parasitismo y el ocio de la clase dominante. Modifícanse las
necesidades de los esclavistas, que crecen cualitativa y

4 C. Marx y F. Engels, Obras escogidas, ed. cit, tomo II, pág. 82.
200
Spiridonova, Atlas y Otros

cuantitativamente. Ello provoca una mayor explotación de los


esclavos. La correlación entre el producto necesario y el
excedente constituía la cuota de explotación de los esclavos.
Debido al bajo nivel de productividad del trabajo esclavo, d icha
cuota no era elevada, como tampoco era muy considerable el
propio plusproducto, visto de modo absoluto. No obstante, las
riquezas de algunos Estados esclavistas y de sus gobernantes, las
de los templos y las de señores aislados alcanzaron proporciones
colosales. Tal situación se explica porque las riquezas de los
esclavistas eran creadas por grandes masas de esclavos y se
concentraban en manos de pocas personas. La magnitud
relativamente pequeña del producto excedente creado por cada
esclavo y el afán de obtener de la explotación el mayor fruto
posible movían a los esclavistas a apropiarse no sólo el producto
excedente, sino incluso parte del producto necesario, aplicando, a
tal efecto, los procedimientos más crueles de explotación y
empeorando las condiciones de existencia de los esclavos. Eran
tan brutales los métodos para extraer producto excedentes a los
esclavos, que generaciones enteras de éstos morían
prematuramente. Había un cierto límite para la explotación de
los esclavos: el temor de los señores a verse perjudicados por una
enfermedad o la muerte prematura de aquéllos. La vigilancia de
los cautivos por parte de los esclavistas era enorme.

El producto excedente creado por el trabajo esclavo tenía,


en lo fundamental, una forma natural, y sólo en casos
relativamente raros se convertía en mercancía.

Podríamos definir así la ley económica fundamental de la


sociedad esclavista: necesidad objetiva y posibilidad de crear
(mediante una presión abiertamente violenta y extraeconómica,
ejercida sobre los esclavos o productores directos para obligarles
a trabajar) un producto excedente, expresado principalmente en
forma natural y aprovechado por los esclavistas para satisfacer
sus necesidades.

La ley específica de la distribución en la sociedad


esclavista consiste en la distribución desigual de los bienes
materiales creados, cuya mayor parte -el producto excedente y,
virtualmente, cierta parte del producto necesario- va a parar a
poder del esclavista mediante la apropiación directa, y el resto,
después de una redistribución efectuada por los esclavistas, como
propietarios de los medios de producción, del fruto de ésta y de los
trabajadores, se destina a los esclavos para conservar su
201
Capítulo VIII
El Modo de Producción Esclavista
capacidad de trabajo. Los efectos de la ley de la distribución en la
sociedad esclavista consistían en que los señores se enriquecían,
mientras que el nivel de vida de los esclavos se reducía hasta un
mínimo tan extremo, que sus condiciones de existencia no eran ya
humanas, sino semianimales.

La ley de la población de la sociedad esclavista puede ser


formulada del siguiente modo: incorporación de la mayor parte
posible de la sociedad al trabajo forzoso para garantizar la
creación de un producto excedente que va a poder de los
esclavistas, mediante la extrema opresión de esa parte de la
sociedad; crecimiento relativamente lento de la población, debido
a la natalidad relativamente baja y a la gran mortalidad
provocada por las frecuentes guerras y por el trabajo excesivo de
una considerable parte de la población, reducida a la esclavitud.

Como en la sociedad esclavista, pese a la índole natural de


la producción en su conjunto, se habían desarrollado hasta cierto
punto las relaciones monetario-mercantiles, tenían vigor en ella
las leyes de la producción y de la circulación mercantiles, aunque
la esfera de su vigencia fuese restringida. Las leyes de la
producción mercantil y de la circulación de mercancías que
actuaban en la sociedad esclavista eran, ante todo, la ley del
valor y la de la competencia, que se manifestaban en las
relaciones entre los productores de mercancías y en los mercados
interiores y exteriores, y que tenían como consecuencia una cierta
diferenciación entre los productores de mercancías: la ruina de
una parte de los pequeños y la concentración de la riqueza en
manos de los grandes.

La sociedad esclavista se dividía en dos clases


fundamentales: esclavos y esclavistas. Exist ían, según hemos
visto ya, dos estamentos fundamentales: el de los esclavos y el de
los libres. Esta división fundamental, clasista y estamental de la
sociedad esclavista estaba refrendada en todos los Estados
antiguos por determinadas normas jurídicas: las leyes de
Hammurabi, rey de Babilonia, la legislación de Atenas, el derecho
romano, etc. De acuerdo con estas normas jurídicas, los esclavos
no eran considerados ciudadanos, ni siquiera se les tenía por
personas. Matar a un esclavo o someterlo a cualquier clase de
violencia no se consideraba delito en la sociedad esclavista.
Aparte de los esclavos y los señores existían los campesinos y
artesanos libres, así como los comerciantes, entre los que cabía

202
Spiridonova, Atlas y Otros

contar a los usureros. Existía, asimismo, un considerable sector


compuesto por sacerdotes.

Por los intereses de los señores velaba el Estado esclavista.


En la Edad Antigua distinguimos varios tipos de Estados, entre los
que citaremos el régimen despótico oriental con un poder ilimitado
en manos del monarca; las ciudades-estados (Grecia y Roma) con
formas de gobierno democráticas y aristocráticas, las cuales
podían tener su expresión ya en la monarquía, ya en la república,
siendo de notar que, en los Estados democráticos, la democracia
para la parte libre de la población se conjugaba con la total falta
de derechos de los esclavos. Las monarquías helénicas y el
Imperio Romano fueron tipos especiales de Estado.

Sin embargo, fuesen cuales fueren las formas que


adquiriesen los Estados esclavistas, en esencia eran un aparato de
violencia, de dominio clasista, el cual aseguraba los intereses de
los propietarios de esclavos tanto en el interior del país como en la
esfera de las relaciones con los países extranjeros.

La función capital de los Estados esclavistas consistía en


mantener a raya a los esclavos y la mayoría de la población
explotada apelando a la violencia armada y recurriendo a medios
como el ejército, la flota, los órganos punitivos y los tribunales.

Con la función anterior guardaba relación otra de las


funciones del Estado esclavista: la conquista de nuevos territorios,
la captura de prisioneros para reducirlos a la esclavitud, el saqueo
de diversos bienes materiales de otros pueblos y la defensa del
territorio y de las riquezas del Estado contra los ataques o
agresiones de otros Estados.

De lo dicho se deduce, por consiguiente, que el papel


económico de los Estados existentes durante la época de la
esclavitud consistía en garantizar la aproximación natural de la
fuerza de trabajo de los esclavos por sus propietarios y asegurar
la incorporación abiertamente coercitiva de los productores al
trabajo.

Esos eran los rasgos fundamentales del régimen económico


de la sociedad esclavista y las peculiaridades de su desarrollo
económico.

203
Capítulo VIII
El Modo de Producción Esclavista

3. DESINTEGRACIÓN Y CAÍDA DEL MODO DE PRODUCCIÓN


ESCLAVISTA.

El modo de producción esclavista imperó en la vida


económico-social de la humanidad a lo largo de un período de tres
mil o cuatro mil años. No obstante la lentitud del desarrollo de la
producción, la época esclavista fue un gran paso adelante en el
avance gradual de la sociedad. Ello demuestra que hasta un
determinado momento, las relaciones de producción estuvieron en
concordancia con las fuerzas productivas. Sin embargo, a medida
que progresa la sociedad, las relaciones de producción del régimen
esclavista van rezagándose de las fuerzas productivas y
convirtiéndose en una traba para ellas. Madura el conflicto entre
las relaciones de producción y el carácter de las fuerzas
productivas; se crean las premisas para una profunda revolución
económico-social, para reemplazar el modo de producción
esclavista por otro más progresivo.

En el nexo del productor esclavo con los medios de


producción, nexo de carácter forzoso, se encerraba una
irreductible contradicción interna del modo de producción
esclavista: de una parte, el productor esclavo se hallaba
totalmente desvinculado de los medios de producción y no era ni
siquiera propietario de su fuerza de trabajo, mientras que, de otro
lado, el esclavo, por ser, como los medios de producción, propiedad
del esclavista, se veía vinculado por la fuerza, mediante coacción
abierta, a los medios de producción. Esta contradicción interna del
vínculo del productor esclavo con los medios de producción
constituía el principal antagonismo de la producción esclavista y
se manifestaba en la índole contradictoria del trabajo durante la
época de la esclavitud.

La labor del hombre carecía de todo estímulo interno y de


todo interés del productor por el resultado de su esfuerzo; de ahí
que el trabajo se convirtiese, en la sociedad esclavista, en
patrimonio exclusivo de los esclavos, es decir, de las personas
obligadas a trabajar por la violencia.

La índole contradictoria del trabajo de los productores, que


en la sociedad esclavista desarrollada eran principalmente
204
Spiridonova, Atlas y Otros

esclavos, residía en que su labor, aun constituyendo el


fundamento de la existencia de aquella sociedad, carecía de todo
aliciente, de todo interés material, y se realizaba como una tarea
impuesta y obligada.

Como los esclavos no tenían interés por su trabajo, éste, por


separado, era poco productivo, aunque diese un producto
excedente.

Es característico de la sociedad esclavista el antagonismo


entre el productor esclavo y los instrumentos de producción, que
constituyen medios de explotación. También lo es el contraste de
la situación del esclavo en el proceso de la producción material y
en la vida social. El esclavo, que, con su esfuerzo, garantiza la
existencia de la sociedad y su avance, y que es la figura decisiva
del proceso de producción, no puede participar en la vida social,
ya que es considerado un objeto, un instrumento parlante, y está
privado de todo derecho.

Una de las principales manifestaciones de la contradicción


fundamental del modo de producción esclavista era el carácter
contradictorio de la cooperación simple del trabajo de los
esclavos, contradicción que se hizo notar con especial intensidad
cuando comenzó a decrecer la afluencia de esclavos a las
haciendas de los señores. El contraste entre el trabajo intelectual
y el manual, entre la ciudad y el campo, constituyó también una
de las formas en que se manifestaba la contradicción
fundamental del modo de producción esclavista.

Una peculiaridad de este reg1men consistía en la


coexistencia, contradictoria de por sí, de dos tipos de economía:
las grandes haciendas esclavistas, basadas en la explotación de
los esclavos, y las de los productores libres, campesinos y
artesanos. De una parte, ambos tipos de economía,
recíprocamente vinculados, se complementaban el uno al otro
dentro del sistema de toda la producción social, mientras que, de
otra parte, transcurría entre ellos una lucha por el predominio, por
sobrevivir en la competición trabada en el mercado comercial.
Para capturar nuevos esclavos, la sociedad debía mantener
guerras casi ininterrumpidas que, aunque proporcionaban
cautivos, quebrantaban los cimientos de la sociedad esclavista.
Mientras los campesinos combatían y capturaban esclavos para
los señores, lo cual robustecía las grandes haciendas, las
pequeñas economías campesinas iban arruinándose y cayendo
205
Capítulo VIII
El Modo de Producción Esclavista
bajo la férula de los esclavistas. Crease una especie de círculo
vicioso, del que la sociedad esclavista no podía salir. A aquella
sociedad le era también inherente la contradicción entre las
metrópolis y las colonias.

El desarrollo de la producción esclavista, la creciente


división social del trabajo y su especialización suscitaron, como
hemos consignado, la propagación de las relaciones monetario-
mercantiles. En conexión con esto surge una contradicción entre
el carácter natural de la producción esclavista mantenido en su
conjunto, y la mercantilización de los artículos. Las relaciones
monetario-mercantiles y los capitales comercial y usurario,
ligados a ella, sirven a la producción esclavista natural, pero al
mismo tiempo la descomponen, contribuyendo a su debilitamiento
y a su muerte.

Todas estas contradicciones económicas son


manifestaciones multiformes de la contradicción fundamental del
modo de producción esclavista.

De las contradicciones económicas nacieron los


antagonismos de clase en la sociedad esclavista. El principal de
todos se encerraba en la contradicción existente entre las dos
clases fundamentales de esta sociedad: los esclavos y los
esclavistas. En las relaciones de clase de la época de la esclavitud
ocupaba también un lugar relevante la contradicción entre los
grandes señores esclavistas y los pequeños productores libres: los
campesinos y los artesanos.

Bajo el imperio de la esclavitud, las fuerzas productivas de


la sociedad, aunque se desarrollaban con lentitud, no por ello
dejaron de crecer considerablemente, elevándose hasta un nivel
mucho más alto que el del régimen de la comunidad primitiva. Ello
repercutió tanto en la perfección de los útiles de trabajo como en
el mejoramiento de los hábitos productivos del hombre y en la
experiencia de éste. Fue de excepcional importancia para
perfeccionar los instrumentos de trabajo la creciente aplicación
del hierro, que, según dijo Engels, desempeñó en la historia un
papel revolucionario. En la esfera de la fundición y la elaboración
de metales se lograron en aquella época notables resultados. Es
sabido, por ejemplo, que se crearon mecanismos bastante
complejos, los cuales se empleaban en la guerra y en los
espectáculos.

206
Spiridonova, Atlas y Otros

Las relaciones de producción esclavistas van


correspondiendo cada vez menos al grado de desarrollo de las
fuerzas productivas de la sociedad y convirtiéndose en un freno
para el avance de la producción.

La crisis del sistema económico esclavista significaba que


el trabajo de los esclavos había dejado de ser rentable. La
esclavitud seguía siendo la base de la producción, pero las
posibilidades de reclutar nuevos esclavos y de emplearlos en el
trabajo comenzaban a disminuir. La fuerza de la organización
militar de Roma -la milicia, compuesta de campesinos y artesanos
libres- decae paulatinamente, sobre todo a causa de la ruina de
las economías de aquéllos. Ha quedado atrás la época de las
guerras de conquista grandiosas y triunfales. No obstante ciertos
éxitos temporales, militares y políticos, la Roma imperial pasa a la
defensiva respecto a las tribus "bárbaras" que rodean el Imperio
Romano y que se encuentran todavía en la fase de la sociedad
primitiva. La defensa tiene cada vez menos fortuna. En tales
circunstancias, el número de esclavos adquiridos en la guerra es
cada vez menor. Todo ello eleva el precio de los esclavos y
encarece el trabajo de los mismos. Las grandes haciendas,
asentadas sobre el empleo masivo del trabajo esclavo, pasan a ser
poco rentables. Así surge la tendencia a fraccionarlas,
convirtiéndolas en economías pequeñas, individuales, que
estimulen en cierto modo a los productores interesándoles en el
fruto de su labor. Una parte de los grandes propietarios
esclavistas comienza a dividir sus latifundios en pequeñas
fracciones (parcelas), arrendadas a colonos.

Ante todo, se convirtieron en colonos los campesinos libres,


que arrendaban la tierra mediante contrato y que, en un
principio, mantenían su libertad individual. Poco a poco, las
deudas de los colonos -antiguos campesinos libres- a los dueños
del terreno y los actos de violencia por parte de los últimos traen
como consecuencia que aquellos hombres, antaño libres, queden
virtualmente sujetos a la tierra.

Engels aludió a la sujeción de los colonos a la tierra y al


hecho de que fuese posible venderlos junto con su parcela. Los
colonos así vendidos no caían en la situación de esclavos en el
sentido integral de la palabra, pero tampoco se consideraban
absolutamente libres. Al mismo tiempo, una considerable cantidad
de antiguos esclavos pasa a la situación de colonos. Los
esclavistas, deseosos de encontrar un procedimiento para
207
Capítulo VIII
El Modo de Producción Esclavista
estimular el trabajo de los esclavos, comienzan a emancipar a los
más distinguidos, a fin de que el resto no se viese obligado a
trabajar tan sólo por el miedo al látigo del celador, sino también
por la esperanza de conseguir su libertad. Algunos de los libertos
transfórmanse después en colonos. Los señores asientan una
parte de los esclavos en parcelas a fin de que lleven adelante su
propia economía, otorgándoles el llamado peculio, es decir,
algunos bienes, la mayor parte de cuyos beneficios pasa a poder
del señor.

Poco a poco, la situación de los esclavos asentados por los


señores en parcelas para que lleven su propia economía
autónoma va asimilándose a la de los colonos, que antes eran
campesinos libres.

La crisis de la economía esclavista trajo consigo la de la


vida político-social. La agudización de las contradicciones
económicas originó un mayor encono de los antagonismos
clasistas y sociales, un recrudecimiento de la lucha de clases, que
alcanzó particular encarnizamiento entre los esclavos y los
esclavistas. Las formas de lucha contra los señores eran: la huida
de las haciendas, el sabotaje en el trabajo, la destrucción de los
instrumentos y del ganado de labor y la insurrección armada.
Entre los levantamientos más notables de los esclavos figuran:
dos grandes insurrecciones en la isla de Sicilia (137-132 y 104-100
a.n.e.); el levantamiento de Aristónico en el Asia Menor (133-129
a.n.e.), el de Saumac en el Bósforo (108-107 a.n.e.), el de los
esclavos campesinos pobres en Henan, Sichuan y Shandun (China,
22-13 a.n.e.) y otros. Aunque las insurrecciones de los esclavos
acababan siendo aplastadas, no por ello dejaron de tener enorme
importancia histórica, ya que conmovieron los pilares de la
esclavitud y coadyuvaron al tránsito de un nuevo régimen
económico-social más progresivo.

Era muy enconada la lucha entre los pequeños


propietarios, campesinos y artesanos libres, de una parte, y los
grandes propietarios esclavistas, de otra. Entre las más acusadas
manifestaciones de esta lucha podemos citar el movimiento de los
campesinos romanos encabezados por los hermanos Graco (133-
123 a.n.e.).

Durante los últimos siglos del Imperio Romano estallaron en


sus dominios grandiosas revueltas populares en las que tornaron
parte, luchando en conjunto contra los explotadores, esclavos,
208
Spiridonova, Atlas y Otros

colonos y campesinos y artesanos libres. Una de ellas fue la


insurrección de los bagaudas en las Galias, que se inició ya a fines
del siglo II de nuestra era y que adquirió su mayor virulencia en
los años 270-280, y otra, la de los campesinos y colonos de África
(260-290 de n.e.). Estos levantamientos populares solían coincidir
con pujantes invasiones armadas del Imperio Romano, lanzadas
por las tribus germanas, gálicas, eslavas y otras, que se
encontraban en la fase de la desintegración del régimen gentilicio;
todo ello terminó con la caída del Estado esclavista romano, con el
hundimiento de la esclavitud.

Refiriéndose a la situación creada en vísperas de la caída


de la esclavitud, decía F. Engels: "La esclavitud ya no producía
más de los que costaba, y por eso acabó por desaparecer. Pero al
morir dejó detrás de sí su aguijón venenoso bajo la forma de
proscripción del trabajo productivo por los hombres libres. Tal es
el callejón sin salida en el cual se encontraba el mundo romano: la
esclavitud era económicamente imposible, y el trabajo de los
libres estaba moralmente proscrito. La primera no podía ya y el
segundo no podía aún ser la forma básica de la producción social.
La única salida posible era una revolución radical". 5

En el año 476 de nuestra era, el Imperio Romano de


Occidente, que constituía parte del Estado esclavista de Roma,
fragmentado y reunificado en más de una ocasión, derrumbóse
definitivamente bajo las acometidas conjuntas de las
insurrecciones de los esclavos, de los colonos, de los campesinos y
de los artesanos en el interior, coincidentes con las incursiones de
las tribus bárbaras del exterior. Ello marcaba el desplome del
reg1men económico-social esclavista, la muerte del modo
esclavista de producción. Los Estados que se constituyeron en el
territorio del Imperio Romano de Occidente, así como el Imperio
Romano de Oriente (Bizancio), que existió todavía durante largo
tiempo, tenían como base económica las relaciones de tipo feudal.
El feudalismo, que vino a reemplazar a la esclavitud, estableció su
dominación no sólo en los países del antiguo territorio del
extinguido Imperio Romano, sino en muchos otros de Europa, de
Asia y de África.

Vestigios del régimen esclavista se conservaron en mayor o


menor grado, en diversos países, tanto en la época feudal como en
la capitalista. En más de una ocasión, bajo el capitalismo, ha

s C. Marx y F. Engesl, Obras escogidas, ed. esp., tomo II, pág. 280.
209
Capítulo VIII
El Modo de Producción Esclavista
resucitado de una manera o de otra la explotación esclavista. A
este respecto, es un ejemplo ilustrativo la esclavitud de las
plantaciones, que floreció en el siglo XIX en los Estados del sur de
Norteamérica, en varios países de Iberoamérica, de África y de
Asia, sometidos al yugo de los capitalistas extranjeros. Incluso
hasta nuestros días ha subsistido el comercio de esclavos, que sólo
en 1948 fue prohibido oficialmente por una resolución de la O.N.U.
Residuos de la esclavitud y de las relaciones patriarcales-
esclavistas existen hoy día en determinados países que aún
sufren el vasallaje colonial impuesto por las potencias
imperialistas.

Igual que los restantes modos de producción, el modo


esclavista ocupa en la historia un lugar destacado. El papel
histórico desempeñado por él consiste en que aseguró el paso de la
humanidad de su estado primitivo, semianimal, a la civilización.
Una vez agotadas sus posibilidades, el modo de producción
esclavista pereció y vino a sustituirlo un sistema de producción
más progresivo: el feudal.

En la sociología burguesa contemporánea está bastante


difundida la idea de que el modo esclavista de producción no
constituye una etapa determinada y natural en el desarrollo del
hombre; con ello se pone en tela de juicio la existencia de una ley
general y la inevitabilidad del cambio de una formación
económico-social por otra en virtud del incremento de la
producción. Algunos historiadores y economistas burgueses
modernizan la historia antigua, pretendiendo hallar similitud
entre la producción esclavista y la capitalista. Con ello tratan de
demostrar el carácter perpetuo del capitalismo. Otros científicos
burgueses se esfuerzan por negar la existencia de contradicciones
económicas y de clase en la sociedad esclavista, con el fin de velar
la fatalidad objetiva de la lucha de clases en las sociedades
explotadoras.

El materialismo histórico, refutando estas y otras tesis del


pensamiento burgués sobre el régimen esclavista ha revelado de
manera convincente, mediante el análisis de los hechos históricos,
la esencia del modo de producción esclavista, las contradicciones
económicas y de clase que le son inherentes y las peculiaridades
de la explotación esclavista, estudiando este sistema de
producción en su dinámica: su aparición, su desarrollo y su
muerte.

210
Spiridonova, Atlas y Otros

La sociología científica muestra la necesidad objetiva de la


existencia del modo esclavista de producción y el lugar que éste
ha ocupado en la historia.

211
CAPÍTULO IX

EL MODO DE PRODUCCIÓN FEUDAL•

l. APARICIÓN DEL MODO DE PRODUCCIÓN FEUDAL.

El modo de producción feudal constituyó una etapa bien


definida en el avance de la sociedad humana, y su aparición fue
un fenómeno histórico-natural del desarrollo económico-social.

Es propio del feudalismo un sistema específico de


explotación de los productores directos, personalmente
subordinados a los señores feudales, que tiene como cimiento el
predominio de la propiedad feudal sobre los medios de producción
y, ante todo, sobre la tierra. El modo de producción feudal vino a
reemplazar al esclavista. En aquellos países donde, a causa de las
peculiaridades de su evolución histórica, no se había constituido
aún el sistema de la esclavitud, el feudalismo sustituyó al régimen
de la comunidad primitiva.

Los distintos pueblos pasaron al feudalismo por diversos


caminos; sin embargo, pese a esta diversidad y a las específicas
condiciones del nacimiento de la sociedad feudal en distintos
países, las principales características económicas de este proceso
fueron idénticas en todas partes: primero, creación de la gran
propiedad territorial y, segundo, transformación de los
productores directos en siervos, dependientes de los señores
feudales.

La gran propiedad latifundista, cimiento económico del


régimen de producción feudal, se creó debido a que, al disgregarse
la comunidad rural o el régimen esclavista, las tierras comunales
y las propiedades campesinas que se habían desprendido de las
comunidades, así como los diversos tipos de propiedad territorial
del régimen esclavista (allí donde existía una esclavitud
desarrollada), pasaron a manos de la aristocracia seglar y
eclesiástica, que iba feudalizándose y a la cual pertenecían los
jefes de los Estados que se formaban, sus allegados, los
gobernadores civiles y jefes militares, algunos esclavistas y el

• Spiridonova, Atlas y Otros. Curso Superior de Economía Política, volumen l.


Capítulo IX
El Modo de Producción Feudal
alto clero. En determinados casos, las parcelas campesinas
pasaron a manos de labradores más pudientes que, en virtud de
una serie de motivos, se habían separado de las comunidades y
habían ampliado sus tierras a expensas de los vecinos arruinados.

Durante la época feudal, la forma más desarrollada y


perfecta de la propiedad de la tierra eran los llamados feudos, de
donde procede el nombre de feudalismo, que se da al régimen
económico-social basado en haciendas de este tipo.

La época en que impera el régimen de producción feudal


abarca un largo período. En Europa occidental, donde el
feudalismo asumió sus formas más clásicas, duró más de mil años.
A la época feudal suele dársele el nombre de Edad Media.

En Europa occidental podemos distinguir, sobre poco más o


menos, las siguientes etapas del sistema feudal: primero, la Alta
Edad Media (siglos V a X), que se caracteriza por la fundación de
la propiedad feudal y por la paulatina reducción a la servidumbre
de los campesinos de las comunidades libres y de los antiguos
esclavos y colonos; segundo, la Edad Media propiamente d icha
(siglos XI al XV), período de apogeo del feudalismo, y tercero, la
Baja Edad Media (fines del siglo XV a mediados del XVII), que es el
período de desintegración del feudalismo y de la gestación en su
seno de las nuevas relaciones capitalistas.

Por lo que respecta a Rusia, el feudalismo existió


aproximadamente desde el siglo IX hasta la segunda mitad del
XIX; en la Transcaucasia, desde el siglo IV hasta la segunda mitad
del XIX, y en el Asia central, desde los siglos VII u VIII hasta
comienzos del XX. En China, el modo feudal de producción se
estructuró durante el período de la dinastía de los Jan (año 206
a.n.e. hasta el 220 den.e.) y existió hasta comienzos del siglo XX.

Marx y Engels, que atribuían singular trascendencia a


factores políticos como las guerras de conquista de las tribus
germánicas y esclavas contra la Roma esclavista para la
implantación y triunfo del modo de producción feudal,
consideraron siempre que el feudalismo se basaba en el desarrollo
de las fuerzas productivas y de las necesidades materiales de la
sociedad.

"El carácter de la conquista -escribían Marx y Engels-


viene determinado por el objeto de la misma ... El feudalismo no
214
Spiridonova, Atlas y Otros

fue trasplantado de Alemania como una cosa hecha; su origen


arranca de la organización militar de los bárbaros durante la
propia conquista, y sólo después de la conquista, esta
organización, gracias al concurso de las fuerzas productivas
halladas en los países conquistados, se convirtió en feudalismo
auténtico". 1

Las tribus que poblaban la Europa oriental y septentrional,


es decir, las eslavas y algunas germánicas, pasaron al feudalismo
directamente del régimen comunal gentilicio, eludiendo la fase de
la esclavitud desarrollada. A causa de las peculiaridades de su
evolución histórica y de las condiciones específicas de la vida
material de la sociedad, eslavos y germanos desarrollaron sus
fuerzas productivas con posterioridad a las tribus mediterráneas
y orientales, hasta un grado que determinó el paso del régimen
gentilicio sin clases a un régimen clasista de propiedad privada.

Hacia los siglos VIII y IX, cuando entre las tribus de la


Europa oriental y septentrional comenzó la desintegración del
sistema gentilicio y nacieron elemento de un régimen clasista, la
esclavitud grecorromana desarrollada se había derrumbado en
Europa; no existían ya las relaciones esclavistas, reemplazadas
por las nuevas relaciones feudales. En tales circunstancias
históricas, el establecimiento de las formas desarrolladas de la
esclavitud hubiera sido para las tribus eslavas y germánicas un
fenómeno regresivo, desacorde con el avance general de la
historia, que ya había condenado el modo esclavista de
producción por tratarse de una etapa caduca de la vida
económica y material de la humanidad.

Entre los pueblos de Europa oriental y septentrional, la


comunidad resultó ser, por sus vínculos gentilicios, más fuerte y,
por consiguiente, más duradera que en Europa occidental, lo cual
no pudo por menos de frenar allí el proceso de feudalización. El
incremento de la gran producción agrícola sobre una base feudal
chocaba con el obstáculo que oponían las condiciones naturales.
Sin embargo, pese a lo peculiar de las circunstancias, también allí
se formó la propiedad feudal de la tierra. Entre los eslavos, fueron,
ante todo, los jefes de las comunidades rurales y los reyezuelos de
las tribus quienes, apoderándose de grandes extensiones de
terreno, se convirtieron en señores feudales.

C. Marx y F. Engels, Obras, tomo 3, pág. 74.


215
Capítulo IX
El Modo de Producción Feudal
Posteriormente, durante el período de constitución del
Estado ruso centralizado, en los siglos XV y XVI, los grandes
príncipes y los zares comenzaron a repartir las tierras, incluidos
los campesinos que las poblaban, entre sus allegados y palaciegos,
los cuales, en compensación, habían de prestar el servicio militar.
La propiedad feudal en Rusia adquirió dos formas fundamentales:
la vótchina, o heredad patrimonial, y la pomestie, o hacienda
otorgada por merced real. Poco a poco, ambas van fundiéndose
hasta constituir una propiedad feudal única, semejante, en
esencia, al feudo de Europa occidental. Paralelamente a la
creación de la propiedad feudal, los campesinos van siendo
reducidos a la servidumbre, pese a su tenaz resistencia. En
comparación con Europa occidental, el proceso fue aquí mucho
más prolongado. Correspondió un importante papel al Estado
absolutista centralizado. Solamente en la segunda mitad del siglo
XVI, un decreto zarista prohibió a los siervos pasar de la
propiedad de un terrateniente a la de otro, con lo cual se consumó
su reducción a la servidumbre.

La consolidación del feudalismo en los países que pasaron


directamente a él desde el régimen gentilicio recibe, a veces, la
denominación de "variante eslava de la génesis del sistema
feudal", mientras que a la génesis del feudalismo en los países
europeos occidentales, que integraban el Imperio Romano hasta el
derrumbamiento de la esclavitud, se le da el nombre de "variante
romano-germana".

No sólo Rusia pasó directamente del régimen gentilicio al


feudal: el mismo fenómeno se verificó en Polonia, Bohemia, Servia,
Hungría, Estonia, Letonia, Lituania, parte de Alemania, los países
escandinavos, Inglaterra, Irlanda y Escocia.

Concurrieron, asimismo, circunstancias específicas en el


establecimiento del régimen de producción feudal en Oriente
(India, China, Babilonia y otros países), donde el paso al
feudalismo fue originado por la evolución de la esclavitud
oriental. Fueron características de estos países la decisiva
importancia de los sistemas de riego, la gran consistencia de la
comunidad y el predominio de la propiedad territorial de los jefes
de Estado, de los reyes déspotas. Igual que en el régimen de la
esclavitud, el Estado era despótico. Precisamente este tipo de
Estado desempeñó en Oriente el papel principal para vencer la
resistencia de la comunidad rural contra la reducción de los
productores directos de la servidumbre.
216
Spiridonova, Atlas y Otros

Por lo que se refiere a los pueblos nómadas de Asia (turcos,


mongoles, árabes, persas, kazajos y otros), que no atravesaron la
fase correspondiente al régimen esclavista de producción, la
aparición del feudalismo tuvo peculiaridades especialmente
características.

2. RASGOS FUNDAMENTALES DEL MODO DE PRODUCCION


FEUDAL.

El modo de producción feudal, como cualquiera otro modo


de producción, representaba una peculiar unidad de las fuerzas
productivas con las relaciones de producción de la sociedad, muy
características para cierta época de la historia de la humanidad, y
apareció como la forma específica de resolver las contradicciones
que se habían acumulado en el seno de las sociedades
precedentes.

Dentro de la sociedad feudal, las fuerzas productivas se


caracterizaban por la supremacía de la agricultura sobre la
industria y, en relación con esto, del campo sobre la ciudad,
fenómeno que perduró hasta el fin de la época feudal, aunque, en
el período de la Baja Edad Medía, las industrias, y las ciudades
con ellas, adquirieron incremento considerable.

Consolidado el régimen feudal, progresaron todas las


ramas de la agricultura. Perfeccionáronse los instrumentos de
producción y los métodos de cultivo de la tierra. El mejoramiento
de los aperos ejerció influencia decisiva en el avance de las
labores agrícolas. Una de las principales manifestaciones de este
perfeccionamiento fue la mejor técnica de la fundición y de la
elaboración de hierro, que trajo consigo la difusión de diversos
tipos de arados y de otros instrumentos de metal. Por entonces se
inventó el molino de viento y se perfeccionó el de agua, así como
la prensa para la uva y algunos otros dispositivos y mecanismos.

En virtud del progreso de los instrumentos de labor, la


economía agrícola se eleva a un nivel superior bajo el feudalismo.
Va imponiéndose poco a poco la rotación trienal de cultivos,
aparecen nuevas ramas de la horticultura y de la fruticultura, la
pradización, la viticultura, la vinicultura y la oleicultura. Se
registra un notable auge de la ganadería, particularmente de la

217
Capítulo IX
El Modo de Producción Feudal
cría caballar, circunstancia esta última vinculada a las
actividades militares de los señores feudales.

Tras el desarrollo y la intensificación de la agricultura,


empiezan a renacer y a crecer paulatinamente las industrias,
totalmente sofocadas durante el período de declive y muerte del
régimen esclavista. Al unísono con la agricultura, perfecciónanse
los instrumentos de trabajo de los artesanos, mejoran los
procedimientos de elaboración de la materia prima y se acelera el
proceso de especialización de los oficios, cuyo incremento
conduce, en determinada etapa de la sociedad feudal, a una
nueva separación entre las industrias y la agricultura, que ya se
había producido en la época del establecimiento del régimen
esclavista.

La separación de las industrias artesanas de la agricultura


representó uno de los momentos cruciales en el desarrollo de las
fuerzas productivas durante la época feudal y en la división
social del trabajo, lo cual tuvo su exponente más expresivo en la
creación de las ciudades feudales, en la separación de la ciudad y
el campo.

Al carácter y al nivel de las fuerzas productivas de la


sociedad feudal correspondían las relaciones feudales de
producción, es decir, un régimen económico de la sociedad
perfectamente determinado. La base de las relaciones feudales de
producción, como la de cualesquiera otras, radicaba en la
propiedad de los medios de producción. Las relaciones de
propiedad constituían el rasgo principal y determinante de la
producción. Como lo que caracteriza al feudalismo es el
predominio de la agricultura sobre la industria, la propiedad del
medio fundamental de producción -la tierra- adquiría excepcional
trascendencia para la vida económica de la sociedad. Marx
subrayaba la importancia de la propiedad del suelo bajo el
feudalismo y decia que "la propiedad territorial era el auténtico
cimiento de la sociedad feudal del Medievo". 2

Un elemento característico del régimen feudal era el


monopolio de los grandes propietarios sobre la tierra; así los
productores directos, o sea los siervos, carecían de toda propiedad
territorial.

2 C. Marx y F. Engels, Obras, tomo 3, parte primera, pág. 253.


218
Spiridonova, Atlas y Otros

De por sí, la propiedad feudal, privada por su contenido


económico-social, no era, sin embargo, una propiedad
incondicionalmente privada. Por el contrario, le era inherente una
condición muy bien definida: cada señor feudal recibía la tierra de
manos de otro señor siempre y cuando adquiriese determinados
compromisos; se comprometía a servirle, a participar en sus
campañas bélicas y, a veces, a ayudarle con su consejo y con sus
medios pecuniarios si llegaba el caso. En virtud de esta
peculiaridad de la propiedad de las tierras feudales, se creaba
una especie de escala de dependencia de unos señores respecto de
otros. De ahí el sistema jerárquico, signo característico del
régimen feudal, sancionado jurídicamente, en particular en lo que
se refiere al feudalismo europeo.

El fraccionamiento político de los Estados feudales tiene su


origen en la desmembración de la propiedad feudal en los países
europeos. En Oriente, y sobre todo durante el período primero del
feudalismo, e incluso durante la época de madurez de este
régimen, las peculiaridades específicas de la vida material de la
sociedad hicieron que la propiedad feudal no siguiese, en la
mayoría de los casos, el camino de la división de la tierra entre
señores feudales aislados, sino el de la observación y el
mantenimiento de la propiedad feudal estatal sobre la tierra y los
canales, depósitos de agua e instalaciones de riego. Esta es la
razón de que en Oriente no se observase el fraccionamiento
político, sino la centralización de los Estados feudales,
particularmente en el primer período del feudalismo.

La mayor parte de la tierra, propiedad de los señores, se


componía de numerosas parcelas que los propietarios otorgaban
en usufructo perpetuo a los siervos de la gleba, lo que permitía a
éstos mantener su economía en las pequeñas haciendas
individuales. Por consiguiente, durante la época feudal, el
productor no es dueño de la tierra, sino un usuario, que se limita a
cultivarla. Conviene tener presente que los señores feudales eran
propietarios no sólo de la tierra, sino de los restantes medios de
producción.

Paralelamente a la propiedad feudal, existía la individual


de los productores directos, campesinos y artesanos, sobre los
medios de producción. Cada campesino disponía, en propiedad
privada, de pequeños aperos o incluso de instrumentos de trabajo
artesano, de ganado, aves de corral, simientes, forraje, vivienda,
locales de explotación, enseres, etc.
219
Capítulo IX
El Modo de Producción Feudal

También los artesanos de las ciudades poseían una


propiedad privada consistente en instrumentos de trabajo,
reservas de materia prima para la fabricación de diversos
artículos, según la profesión, de una casa y de locales de trabajo.

Algunos medios de producción indispensables eran de


propiedad comunal: los pastizales, las carreteras, los pozos, etc.

El usufructo de la tierra por los siervos de la gleba


representaba una forma específica de vincular los productores
directos a los medios fundamentales de producción, a la tierra; y
su propiedad individual sobre los aperos de labranza, el ganado y
los locales constituía la forma de unir a los productores con los
restantes medios de producción.

Era característico del régimen feudal la combinación de la


propiedad feudal de la tierra y de algunos otros medios de
producción con la propiedad individual de los productores
directos, campesinos y artesanos.

El monopolio de los señores feudales sobre la tierra, medio


fundamental de producción, determina la dependencia económica
del campesino respecto del señor feudal, es decir, tiene lugar una
coacción económica especial.

Sin embargo, el hecho de que los campesinos poseyeran


economías individuales y disfrutaran de cierta independencia en
cuanto a la producción se refiere, hacía que la sola coacción
económica o la dependencia económica no bastara para que se
llevase a efecto el proceso de producción en e l feudalismo. La
coacción y la dependencia económicas iban acompañadas de una
presión violenta, descarada, no económica, para obligar a los
labriegos a trabajar en los terrenos de los propietarios feudales.
Lenin indicaba al respecto: "Si el terrateniente no hubiera
dispuesto de autoridad directa sobre la persona del campesino, no
habría podido obligar a trabajar para sí a un hombre dotado de
tierra y dueño de su economía. Era necesaria, por consiguiente, la
<coacción extraeconómica>, como dice Marx cuando caracteriza
este régimen económico... Las formas y el grado de coacción
pueden ser los más diversos, comenzando por el derecho de

220
Spiridonova, Atlas y Otros

servidumbre y terminando por la desigualdad estamental del


campesino." 3

La dependencia económica territorial de los campesinos


respecto de los señores feudales, dueños de la tierra, unida a la
coacción extraeconómica, constituía el sistema de dependencia
feudal de los campesinos.

Si ahora nos imaginamos las relaciones sociales imperantes


bajo el modo feudal de producción, es decir, en el seno de la clase
de los propietarios feudales de la tierra, relaciones caracterizadas
como una escala jerárquica, y el sistema de dependencia de los
productores directos (campesinos y artesanos) respecto de los
señores feudales, podemos definirlas, en su conjunto, como
relaciones de dependencia personal. "Aquí, el hombre
independiente ha desaparecido; todo el mundo vive sojuzgado:
siervos y señores de la gleba, vasallos y señores feudales, seglares
y eclesiásticos. La sujeción personal caracteriza, en esta época, así
las condiciones sociales de la producción material como las
relaciones de vida cimentadas por ella". 4

La dependencia personal que impera en el feudalismo no


representa otra cosa que relaciones directas de dominio y
subordinación. La dependencia personal de los siervos respecto
de los señores, su sometimiento y su obligación de permanecer
atados a la tierra -propiedad de los señores- significaban que
bajo el feudalismo existía, en esencia, peculiares relaciones de
propiedad incompleta de los señores feudales sobre los siervos de
la gleba.

El trabajo excedente de los campesinos, que cultivaban la


hacienda del señor, o el plusproducto creado en la propiedad de
aquél y aprovechado por el señor valiéndose de las relaciones de
dependencia personal, forman la llamada renta feudal del suelo.
La renta del suelo expresa una relación social entre los hombres y
una relación entre ellos y la tierra como objeto de propiedad.

La renta feudal del suelo, forma económica de realización


de la propiedad feudal sobre la tierra, representaba un conjunto
de tributos que los siervos pagaban al terrateniente. Los tributos y
los impuestos absorbían el trabajo excedente del siervo que, por

3 V. l. Leinin, Obras, tomo 3, pág. 1S9.


4 C. Marx, El Capital, ed. cit., tomo I, pág. 42.
221
Capítulo IX
El Modo de Producción Feudal
depender del señor feudal, se veía obligado a entregarle todo el
fruto de su labor por encima del mínimo necesario para su
existencia, para la existencia de su familia y para la reproducción
de la economía. Durante el período de auge del feudalismo, la
renta del suelo tenía tres aspectos fundamentales: la prestación
personal (llamada en Rusia bárschina), la renta en especie y la
renta en dinero. En Europa, durante los primeros tiempos del
régimen feudal, estaba difundida la prestación personal, aunque
ya entonces comenzó a aplicarse la renta en especie y, en algunos
casos, la renta en dinero. Durante el período del apogeo del
feudalismo no predominaba ya la prestación personal en muchos
países europeos, sino la renta en especie, y luego la renta en
dinero.

Cuando impera la prestación personal, el campesino


trabaja, con sus propios aperos (el arado, los animales de labor,
etc.), tres días por semana, o aún más, en la hacienda del señor, y
el resto lo dedica al cultivo de su propia economía.

Con la prestación personal, el trabajo necesario y el trabajo


excedente del siervo estaban perfectamente delimitados en
tiempo y espacio. Las esferas a que abarcaba la prestación eran
amplísimas. Los siervos araban y sembraban, recogían la cosecha,
apacentaban el ganado, hacían de carpinteros, talaban bosques o
acarreaban con sus bestias productos agrícolas y materiales de
construcción para el señor.

En la mayoría de los casos, al siervo le quedaba poquísimo


tiempo para cultivar su parcela. El gran escritor y revolucionario
ruso A. N. Radíschev mostró en toda su terrible desnudez el estado
de opresión de los siervos en las páginas de su famoso libro Viaje
de San Petersburgo a Moscú. Como el labriego tenía que dedicar
tanto tiempo a trabajar en la hacienda del señor, consagraba a la
suya las noches y los domingos. Sólo cuando cultivaba su tierra
tenía interés en elevar el rendimiento. Por el contrario, durante la
prestación personal, o sea cuando trabajaba para el terrateniente,
el siervo carecía de estímulo. Con tal motivo, los señores feudales
tenían vigilantes, que obligaban a los siervos a laborar sin
descanso.

La prestación personal es la forma más simple y más


primitiva de las rentas. Según Marx, los días de prestación a la
semana se establecían con precisión y se mantenían como
magnitud permanente, sancionada por el derecho
222
Spiridonova, Atlas y Otros

consuetudinario o por la ley escrita. "En cambio, la productividad


de los restantes días de la semana, de que puede disponer por sí
mismo el productor directo, constituye una magnitud variable,
que se desarrollará necesariamente en el transcurso de su
experiencia" .5 Con ello Marx indica la posibilidad y hasta la vía de
desarrollo de las fuerzas productivas bajo el régimen de la
prestación personal.

También Lenin dedicó gran atención a las formas de la


renta feudal, y en particular a la prestación personal.
Refiriéndose a la bárschina, consignaba Lenin que, con este
sistema, toda la tierra se divide en señorial y sierva, el producto
va a manos del terrateniente, y el trabajo excedente se separa
espacialmente del necesario. Lenin citó los siguientes factores y
condiciones del sistema de predominio de bárschina: a)
preponderancia de la economía natural; b} el productor directo
está dotado de tierra, mientras que bajo el capitalismo estará
separado de ella; e) dependencia personal del siervo respecto del
terrateniente, y g) estado rutinario de la técnica.

A lo largo del ulterior desarrollo de la sociedad feudal, la


prestación personal va siendo sustituida por la renta en especie,
por el tributo natural. Con este sistema de renta, el siervo de la
gleba viene obligado a suministrar regularmente al señor una
determinada cantidad de trigo, de ganado, de aves y de otros
artículos agrícolas. La renta en especie solía combinarse con
ciertos vestigios de la prestación personal, es decir, con el trabajo
del siervo en la finca del terrateniente.

Con el sistema de la renta en especie el siervo empleaba su


trabajo, tanto el necesario como el excedente, a su libre albedrío.
El trabajo necesario y el excedente no se distinguía ya de manera
tan palpable como con el sistema de la prestación personal. Ahora
el siervo era más independiente, lo que creaba cierto estímulo
para el incremento de la productividad del trabajo. El
establecimiento de la renta en especie guardaba relación con el
aumento de las necesidades de la sociedad y con el crecimiento de
la productividad del trabajo social.

Según indicaba Marx, la renta en especie sigue implicando


un carácter natural de la economía, es decir, presupone que lo
necesario para la vida se produce, totalmente o en su mayor

s C. Marx, El Capital, ed. cit., tomo III, pág. 73S.


223
Capítulo IX
El Modo de Producción Feudal
parte, dentro de la propia hacienda, compensándose y
reproduciéndose directamente con el producto global de aquélla.
Esta renta lleva aparejada, además, la unión de la industria
doméstica aldeana con la agricultura.

Con la renta en especie, el productor dispone de mucho más


espacio para su iniciativa, para obtener más productos de los que
él mismo necesita y de los que debe entregar al señor como
tributo. Aquí aparecen y se desarrollan las posibilidades de una
diferenciación económica, es decir, de la desintegración de los
siervos. Dentro del régimen feudal, la renta en especie es la que
tuvo más preponderancia y adquirió mayor desarrollo.

En la siguiente fase del feudalismo, cuando, en virtud del


auge de la producción adquirieron mucho mayor difusión las
relaciones mercantiles-monetarias, verificase el tránsito
paulatino a la tercera forma de renta feudal, a la renta en dinero,
la cual tiene la forma de tributo monetario. "Aquí, el productor
directo paga a su terrateniente (ya se trate del Estado o de un
particular), en vez del producto, su precio correspondiente. No
basta, pues, con que quede un remanente de producto, en su
forma natural; es necesario que abandone esta forma natural
para adoptar forma de dinero. Aunque el productor directo sigue
produciendo por sí mismo, al igual que antes, la mayor parte por lo
menos de sus medios de subsistencia, ahora una parte de su
producto tiene que convertirse en mercancía y producirse como
tal. Cambia, por tanto, en mayor o menor medida, el carácter de
todo el régimen de producción. Este pierde su independencia; ya
no se halla desligado de la trabazón social". 6

En virtud del aumento de la productividad suscitado por el


afianzamiento del nuevo régimen feudal, comenzaron a cobrar
nueva vida las ciudades supervivientes de la época anterior.
Aparecen otras nuevas, sobre todo en las arterias acuáticas o en
las carreteras frecuentadas por las caravanas. Así surgieron, por
ejemplo, Kíev, Pskov, Nóvgorod, Vladímir y otras. También se
crearon poblados de artesanos en torno a los castillos feudales y a
los monasterios; otras ciudades se formaron al ensancharse las
aldeas grandes.

Poco a poco, con el aumento de la productividad del


trabajo artesano, éste pasa a ser cada vez más rentable.

6 C. Marx, El Capital, ed. cit., tomo III, pág. 738.


224
Spiridonova, Atlas y Otros

Perfecciónase el arte de los menestrales, y los terratenientes


feudales comienzan a comprar con creciente frecuencia en la
ciudad artículos de artesanía, ya que los que producen los siervos,
que trabajan dentro de las haciendas, no satisfacen las
necesidades de la aristocracia feudal.

Los ciudadanos pagaban a los dueños de la tierra en que se


hallaba la ciudad una serie de tributos, una renta en especie o en
dinero, y acataban su autoridad y la de sus tribunales.
Paulatinamente, las villas o ciudades fueron robusteciéndose en
el sentido económico y, por consiguiente, también en el político.
Apoyándose en la creciente fuerza de las ciudades, sus habitantes
entraban en lucha contra los señores feudales de cuya autoridad
dependían, lucha que en diversos países adquiría, de acuerdo con
las condiciones históricas de la evolución de los mismos, formas
diversas, desde acciones armadas hasta el rescate, por dinero, de
fueros y privilegios.

En unos casos por la fuerza, y en otros mediante rescate,


las ciudades iban consiguiendo su independencia, su derecho a
administrarse, a crear sus propios tribunales, a acuñar moneda y
a recaudar impuestos. Principalmente, la población de las
ciudades se componía de artesanos y comerciantes. En muchas de
ellas hallaban asilo aquellos siervos que huían de las haciendas
de los terratenientes. Por aquel entonces se decía: "El aire de la
ciudad hace libre al hombre".

El aumento de la competencia entre los artesanos, la


rivalidad de éstos con los siervos fugitivos que acudían a las
ciudades y la necesidad de reforzar la lucha contra la explotación
y las arbitrariedades de los señores, obligó a los artesanos a
agruparse en los llamados gremios, corporaciones especiales
integradas por los artesanos de la misma especialidad y de las que
sólo podían ser miembros de pleno derecho los maestros. El
maestro disponía de un pequeño taller donde trabajaban oficiales
y aprendices, en número reducido.

Las corporaciones gremiales velaban celosamente por que


se respetase la exclusiva de sus miembros para practicar un oficio
determinado y reglamentaban el proceso de producción:
establecían la duración de la jornada, el número de oficiales y de
aprendices que había de tener cada maestro, la calidad de las
materias primas y de los productos manufacturados, así como los
precios a que debían venderse, y a veces compraban y distribuían
225
Capítulo IX
El Modo de Producción Feudal
en conjunto las materias primas. Tan estricta reglamentación
tendía a que ninguno de los maestros pudiera destacarse de los
restantes miembros de la corporación y elevarse sobre ellos. Los
gremios eran, asimismo, sociedades de ayuda mutua, y también
agrupaciones religiosas y políticas de los artesanos. Estaban
gobernados por síndicos, elegidos, y poseían sus estatutos.

Los gremios surgieron en Italia y en Bizancio en los siglos IX


y X, y posteriormente, en los restantes países europeos, incluida
Rusia. En los países orientales surgieron antes que en Europa.

Las corporaciones gremiales eran una forma feudal de


organización de las industrias con el sistema jerárquico propio de
aquel régimen, y en los primeros tiempos desempeñaron un papel,
positivo, contribuyendo a la consolidación y al incremento de la
industria urbana. La división del trabajo entre los distintos
gremios de las ciudades avanzó de manera bastante considerable,
pero, en esencia, no existió dentro del taller. Sobre la base del
crecimiento de la división del trabajo progresaron la producción
mercantil y el comercio.

Cuando la producción mercantil crece, aunque lentamente,


y cuando los mercados van ensanchándose, los gremios empiezan
a convertirse en un freno para las fuerzas productivas de la
ciudad. La rigurosa reglamentación del trabajo impuesta por las
corporaciones gremiales traba la iniciativa de los productores y el
desarrollo de la técnica. A fin de restringir la competencia en el
seno de los gremios, estos últimos comienzan a oponer toda clase
de obstáculos a los oficiales y aprendices que desean convertirse
en maestros.

Uno de los efectos de la sucesiva división del trabajo fue la


separación entre la producción y la circulación dentro de las
ciudades, la aparición del comerciante. Ello fue de singular
trascendencia para acelerar el ascenso económico de las ciudades
y de la sociedad en su conjunto. Con la expansión del comercio, las
villas entablan vínculos cada vez más estrechos entre sí, y así
desaparece la limitación local. En consonancia con la estructura
feudal de la propiedad de la tierra y con la organización gremial,
corporativa, de las industrias urbanas, se crea una organización
determinada en la esfera del comercio llamada corporación. Las
corporaciones comerciales, es decir, las agrupaciones de
comerciantes, cuyo fin era el de combatir la competencia de los
comerciantes de fuera, reglamentar las pesas y las medidas y
226
Spiridonova, Atlas y Otros

defender los intereses de los comerciantes frente a los señores


feudales, existieron, casi por doquier, en la época del feudalismo.

Su existencia en los países de Oriente se conoce desde el


siglo IX y X, y en Rusia desde el siglo XII. Durante la época en que
se consolidó el predominio del feudalismo, el volumen del comercio
internacional de la Antigüedad fue considerablemente rebasado.

Durante los siglos IX y X alcanza particular desarrollo el


comercio entre los países de Oriente y Europa, con activa
intervención del Estado ruso de Kiev. Las ciudades de Nóvgorod,
Pskov y Moscú mantenían animado tráfico comercial con los
países de Asia y de Europa occidental en los siglos XIII y XIV.

A la expansión del comercio internacional y a la


penetración de los traficantes europeos en los mercados del
Mediterráneo oriental contribuyeron poderosamente las cruzadas
emprendidas por los Estados feudales de Europa y por la Iglesia
católica del siglo XI al XIII. En las cruzadas participaron de
manera muy activa las ciudades-estados comerciales italianas de
Génova y Venecia.

En el norte de la Europa occidental se constituyó en el siglo


XIV una poderosa alianza comercial de varias ciudades: la Hansa
alemana, que a lo largo de los dos siglos siguientes agrupó a los
comerciantes de cerca de ochenta ciudades de diversos países
europeos, entre las que figuraban Hamburgo, Bremen, Lübeck,
Amberes, Estocolmo, Bergen, Nóvgorov, Londres y otras.

Convertidas en centros de la industria y del comercio, las


ciudades progresan con mucha mayor rapidez que el campo; el
desarrollo de las fuerzas productivas es mucho más rápido, y las
ciudades constituyen el motor de la producción mercantil. Según
comprobamos anteriormente, la hacienda feudal, que englobaba
la economía del señor y la del campesino, era relativamente
independiente respecto de las condiciones circundantes y
constituía un organismo productor-consumidor más o menos
autónomo. A ello se debió el carácter natural de la producción
agrícola durante la época de auge del feudalismo. También era de
índole natural la economía de los artesanos de las ciudades
feudales.

El incremento de la producción y el desarrollo de la división


social del trabajo, que se observó ante todo en las ciudades, y
227
Capítulo IX
El Modo de Producción Feudal
luego en el campo, ongmaron el aumento de la producción
mercantil y de la circulación de mercancías, así como la difusión
de las relaciones monetario-mercantiles en la sociedad feudal. La
existencia y el funcionamiento del capital comercial y del capital
usurario en el apogeo del feudalismo guardan relación con el
desarrollo creciente de las relaciones monetario-mercantiles.

Al hablar de la producción y de la circulación mercantil y


de las relaciones monetario-mercantiles en la sociedad feudal,
siempre hemos de tener en cuenta que, a pesar de cierto auge
experimentado por la producción mercantil bajo el feudalismo, a
éste le era inherente, en líneas generales, el carácter natural de la
producción. La producción mercantil desempeñó en la época
feudal un papel secundario respecto de la producción natural, que
era la predominante.

La producción feudal tendía a obligar a los productores


directos, los siervos de la gleba, a proporcionar, mediante el
trabajo forzoso, un producto excedente destinado a satisfacer las
necesidades de los señores, que se lo apropiaban en la forma de la
renta feudal. El contenido material de este producto adicional
consistía en ser un valor de uso, es decir, un objeto capaz de
satisfacer, gracias a su determinada forma natural, las
necesidades correspondientes de los señores feudales.

Aproximadamente, podríamos definir del siguiente modo la


ley económica fundamental del feudalismo: necesidad objetiva y
posibilidad de elaborar, mediante el trabajo forzoso de los
productores directos, dependientes de los señores feudales, un
producto excedente que los señores se apropian en la forma de
renta del suelo.

La producción feudal, como cualquier otra producción, se


verificaba de manera ininterrumpida y, por consiguiente, tenía
lugar un proceso de reproducción. Lo característico del feudalismo
era la reproducción simple, aunque, en ciertos casos, tuviera
lugar, en grado mayor o menor, una reproducción ampliada.

La existencia de una producción mercantil más o menos


desarrollada hizo que en la sociedad feudal actuasen las leyes del
valor y de la competencia. La primera de las dos se manifestaba,
sobre todo, como la ley de la diferenciación de los pequeños
productores, especialmente en las condiciones del predominio de

228
Spiridonova, Atlas y Otros

la renta en dinero, es decir, en la época de la desintegración del


feudalismo.

La esencia de las relaciones feudales de producción se


reflejaba en la estructura de clase de la sociedad. El feudalismo se
dividía, ante todo, en dos clases fundamentales: la de los señores
feudales y la de los siervos de la gleba. La primera, detentadora
de la tierra, medio esencial de producción, imponía su dominio. Sin
embargo, la clase dominante no constituía un todo homogéneo.

La estructura jerárquica de la propiedad territorial en el


feudalismo determinaba también la jerarquía social. Como ya
hemos visto al tratar de la propiedad feudal sobre la tierra, los
señores feudales de menor grado pagaban tributo a los más
poderosos, les ayudaban en la guerra y, al mismo tiempo,
disfrutaban de su protección. El protector se llamaba señor, y el
protegido, vasallo. El señor, a su vez, podía ser vasallo de otro
magnate más poderoso. Y esta correlación era la que formaba la
jerarquía.

Organizados como clase dominante, los terratenientes


feudales detentaban todo el poder político y constituían la
nobleza o estamento más privilegiado de la sociedad. El segundo
estamento lo constituía el clero, que también ocupaba una
situación privilegiada y poseía dilatadas extensiones de tierra. Al
pie de la "escalera jerárquica feudal" se hallaban los siervos,
dependientes de los señores y explotados sin misericordia por
ellos, formando un estamento privado de todo derecho político.
Los señores podían venderlos o cambiarlos, someterlos a castigos
corporales, etc.

También en las ciudades se observaba una diferenciación


social. La mayor parte de la población se componía de artesanos y
comerciantes. Sin embargo, estas clases no estaban
definitivamente plasmadas ni eran homogéneas. Entre los
artesanos cabía distinguir a los maestros, los oficiales, los
aprendices y los peones, entre los cuales existían diferencias. En
las ciudades emancipadas de la tutela feudal ocupaban la
posición dominante los mercaderes ricos, los usureros y los
grandes propietarios de inmuebles, élite dirigente, denominada
patriciado urbano, al que se incorporaban los maestros gremiales
enriquecidos que, en su mayoría habían estado al frente de la
dirección del gremio. Los maestros ordinarios, los oficiales, los
aprendices, los jornaleros y los mercaderes arruinados integraban
229
Capítulo IX
El Modo de Producción Feudal
la plebe urbana. Entre distintos grupos sociales de la población de
las aldeas y de las ciudades tenía lugar una encarnizada lucha de
clases que a veces llegaba a la colisión armada.

La economía feudal, y la lucha de clases suscitada por el


incremento de aquélla, determinaba el carácter de la
supraestructura política de la sociedad feudal. Entre las
instituciones políticas que integraban la supraestructura de la
base económica del feudalismo desempeñaba el papel más
relevante el Estado feudal. Este, cuya función máxima consistía
en crear y defender el sistema de explotación feudal, reduciendo a
la obediencia a los productores directos, explotados por los
señores feudales, adquirió formas diversas. En el período del
establecimiento del feudalismo se fundan grandes monarquías
(ejemplo, el imperio de Carlomagno), donde los señores feudales,
atentos a instituir y consolidar su dominación, se aglutinan en
torno al jefe del Estado.

Una vez que se consolidó el sistema feudal, estas


monarquías se fraccionaron en numerosos Estados más pequeños,
independientes y semidependientes, hecho que marcaba el
comienzo del desmembramiento feudal, el cual correspondió en
muchos países al período del feudalismo desarrollado.
Posteriormente, en virtud del sucesivo progreso económico, del
aumento de la división del trabajo social, de la difusión de las
relaciones monetario-mercantiles y de la ampliación del mercado,
se llega a circunstancias en las que desaparece el aislamiento de
los feudos y surge la tendencia a suprimir el fraccionamiento
político y a constituir Estados centralizados.

A la constitución de los Estados feudales centralizados


contribuyeron en alto grado la agudización de la lucha de clases y
la necesidad de defenderse de los enemigos del exterior. Se crean
Estados nacionales con instituciones estamentales
representativas (en Inglaterra, el Parlamento; en Francia, los
Estados Generales, etc.), o bien Estados multinacionales, como es
el caso de Rusia. Pese a la diversidad de formas del Estado feudal,
su e sencia clasista fue la misma en todas partes.

"Hemos visto diferentes formas de Estado -decía V. l.


Lenin-; hemos visto aquí monarquía y república, aunque esta
última bastan menos acusada; pero los terratenientes feudales
han sido siempre la única clase dominante. Los siervos han estado

230
Spiridonova, Atlas y Otros

absolutamente excluidos de todo cuanto se asemeje a derechos


políticos". 7

3. NACIMIENTO DEL CAPITALISMO EN EL SENO DEL


FEUDALISMO. HUNDIMIENTO DEL MODO DE PRODUCCIC>N
FEUDAL.

El modo de producción feudal aseguró el incremento de las


fuerzas productivas de la sociedad y un considerable paso
adelante en la historia humana. La producción de bienes
materiales ascendió, aunque lentamente, a un nivel superior al de
las sociedades anteriores, acrecentándose, asimismo, la
productividad del trabajo social.

El incremento de las fuerzas productivas de la sociedad


feudal repercutió en todas las ramas de la economía, tanto urbana
como rural. Los principales factores que contribuyeron a ello
fueron el perfeccionamiento de los medios de producción y el
aumento de la división del trabajo. Ejercieron gran influencia en
el desarrollo de las fuerzas productivas los adelantos logrados al
comienzo de la baja Edad Media, es decir, en los siglos XV-XVII, en
lo tocante a la técnica, a la minería, a la siderurgia, a la
metalurgia, a la producción de energía y a otras ramas de la
producción.

Entre estos progresos cabe citar las bombas hidráulicas, los


ascensores de minas, los hornos de fundición, las máquinas-
herramientas simples para la elaboración del metal, el
perfeccionamiento del molino de viento y de la rueda hidráulica,
la invención de la rueca y de la imprenta, los progresos de las
construcciones navales, etc.

Conforme avanza la técnica, las relaciones de producción


del régimen feudal comienzan a rezagarse de las fuerzas
productivas y a convertirse en una traba para ellas. Entran en
conflicto las fuerzas productivas y las relaciones de producción,
se crean las premisas para una profunda revolución económico-
social, para reemplazar el modo feudal de producción por otro más
progresivo.

7 V. l. Lenin, Obras, tomo 29, pág. 444.


231
Capítulo IX
El Modo de Producción Feudal
El carácter de las fuerzas productivas correspondientes al
período de predominio del sistema feudal era de tal índole que sólo
sobre la base del feudalismo podía llevarse a cabo un desarrollo
ulterior de la vida económico-social. El feudalismo creó, de una
parte, un determinado interés de los productores hacia el trabajo,
gracias a un procedimiento específico de ligar al productor directo
con los medios de producción: conferirles la propiedad de cierta
parte de los medios de producción (los instrumentos de trabajo) y
el usufructo de la parcela adjudicada; y de otra, gracias a la
dependencia personal de los productores respecto de los señores
feudales, creó un sistema de trabajo adicional forzoso, cuyos
resultados se destinaban a satisfacer las necesidades de los
señores y a cubrir los gastos públicos.

El procedimiento de unión del productor directo con los


medios de producción bajo el feudalismo era doble y
contradictorio. De un lado, los productores directos estaban
unidos económicamente a cierta parte de los medios de
producción que les pertenecían y gracias a los cuales poseían una
economía privada. De otro, no eran dueños del principal medio de
producción, de la tierra, sino sólo sus usufructuarios. Su unión con
la tierra era en cierto modo coercitiva (económica y
extraeconómicamente), ya que, por cultivar un terreno recibido en
usufructo, y existir gracias a él, se veían forzosamente atados a la
tierra, propiedad de los señores feudales y, por consiguiente,
dependían personalmente de ellos o eran una propiedad parcial
de ellos.

Por tal motivo, el trabajo de los productores directos,


campesinos y artesanos, era contradictorio; ello restringía las
posibilidades de incremento de la producción bajo el feudalismo.
Uno de los resultados del carácter contradictorio de la vinculación
de los productores directos con los medios de producción en la
sociedad feudal y, en su virtud, del carácter contradictorio del
trabajo de los productores directos, resultó ser el antagonismo
entre la propiedad de los señores feudales y la de los campesinos
y artesanos que, a su vez, dio origen al antagonismo entre las
haciendas señoriales y las de los campesinos.

Al feudalismo le eran inherentes las contradicciones entre


la ciudad y el campo, entre el trabajo manual y el intelectual.

Revistió singular importancia la contradicción entre la


índole natural de la producción feudal y su mercantilización, fruto
232
Spiridonova, Atlas y Otros

del desarrollo de la división del trabajo y del aumento de la


producción.

Estas contradicciones económicas trajeron consigo los


irreductibles antagonismos de la sociedad feudal, el mayor de los
cuales radicaba en la lucha entre las dos clases fundamentales de
aquella sociedad: los señores feudales y los productores directos,
siervos de la gleba, que vivían en condiciones de subordinación
personal de los señores.

En la sociedad feudal constituyó un fenómeno importante


la contradicción -que iba ahondándose a medida que se
desarrollaba la producción- entre los señores feudales,
sostenedores de la producción natural, de una parte, y los
comerciantes y usureros, que formaron poco a poco, dentro de las
ciudades, la clase burguesa-comercial-usuraria y que eran los
defensores de la mercantilización del sistema productivo. Dentro
de las ciudades feudales se gestó la contradicción entre la plebe y
el patriciado, es decir, entre el proletariado naciente,
representado por los maestros, oficiales y aprendices modestos, y
la camarilla de ricachos.

El avance de las fuerzas productivas de la sociedad


requería nuevas relaciones de producción. Estas fueron las
relaciones capitalistas, que implicaban otro procedimiento de
vinculación del productor a los medios de producción, otras
formas de organización del trabajo.

En la economía de la aldea feudal, y particularmente en la


de la ciudad de los siglos XV y XVI, habían penetrado ya bastante
profundamente el sistema monetario-mercantil, fenómeno
derivado del considerable desarrollo de la división social del
trabajo, del creciente intercambio comercial entre la ciudad y el
campo y de la ampliación de las relaciones mercantiles.

En la divisoria de los siglos XV y XVI, la forma


predominante de la renta feudal era ya la renta en dinero. El
siervo, todavía sujeto personalmente al señor feudal y, en virtud
de ello, obligado a pagarle determinadas sumas de dinero, estaba
íntimamente unido al mercado para vender los productos de su
trabajo. Esta circunstancia ensanchaba más y más la escala del
sistema monetario-mercantil y la influencia del mercado,
suscitando una elevación del rendimiento de la labor del siervo. El
aislamiento natural de la economía rural fue desapareciendo
233
Capítulo IX
El Modo de Producción Feudal
paulatinamente. El labriego se convertía en productor de
mercancías. Aceleróse el proceso de mercantilización de la
producción en las ciudades, donde los artesanos, todavía antes
que los campesinos, en líneas generales, iban transformándose en
productores de mercancías, ya que la división del trabajo y la
especialización del mismo era aquí más rápida que en el campo.
En cuanto a la mercantilización de los productos y a la conversión
de los productores en productores de mercancías, la ciudad iba
por delante de la aldea y era la fuerza motriz de este proceso.

La producción mercantil, que existía en los primeros


tiempos bajo el feudalismo y que apareció antes en la ciudad que
en el campo, era, por su carácter, una producción mercantil
simple. La producción mercantil simple de los campesinos y
artesanos se basaba en la propiedad privada de aquéllos y en su
trabajo personal, y constituyó el punto de partida de la
producción mercantil capitalista. La producción capitalista fue
surgiendo, en el seno del feudalismo, en la forma de talleres,
basados, primeramente, en la amplia utilización del trabajo
asalariado de los operarios, mucho más productivo que el anterior.
Esta utilización se llevaba a cabo, en mayor o menor escala, en la
forma de la cooperación capitalista simple. Posteriormente,
basándose en esta cooperación y en su desarrollo, aparecen las
manufacturas, grandes talleres basados ya no sólo en la unión,
sino en la división del trabajo de los obreros allí ocupados.

La cooperación capitalista simple y la manufactura


elevaron el rendimiento de la mano de obra e impulsaron la
producción social. Los talleres basados en la cooperación simple
del trabajo asalariado, y también las manufacturas, fueron los
gérmenes de la gran producción capitalista. Aparecieron en
Europa en los siglos XIV y XV, y, ante todo, en las ciudades-
repúblicas de Italia.

El llamado proceso de acumulación originaria constituyó el


punto de partida del capitalismo industrial, es decir, del
establecimiento del modo de producción capitalista. Dicho proceso
representa la prehistoria del capitalismo, pues precedió al proceso
de acumulación que se verificó luego, sobre una base capitalista
ya.

La consolidación del modo de producción capitalista


presupone la aparición previa de dos premisas fundamentales: a)
la existencia de una masa de indigentes, libres en el sentido
234
Spiridonova, Atlas y Otros

personal, pero, al mismo tiempo, carentes de medios de producción


y de subsistencia y, por consiguiente, obligados a contratarse
como obreros en las empresas capitalistas; b} la acumulación de
los medios pecuniarios indispensables para fundar grandes
empresas capitalistas.

En la creación de estas premisas radicaba la esencia de la


acumulación originaria.

Analizando este tipo de acumulación, Marx, en el capítulo


XXIV del tomo I de El Capital, reveló su esencia y criticó los
razonamientos de algunos historiadores y economistas burgueses,
que describen en un tono idealista la historia del nacimiento del
capitalismo asegurando que la acumulación de riquezas verificóse
ya en la remota Antigüedad en virtud de "la laboriosidad y el
ahorro" de unas personas y de "la pereza y el despilfarro" de otras.
En realidad, el capitalismo surgió como una sociedad que acarrea
nueva opresión, nuevas crueldades, amarguras y sufrimientos.

Los hechos históricos evidencian que la acumulación


originaria del capital fue acompañada de violencias directas y
descaradas.

Hablando de la acumulación originaria del capital, decía


Marx: "El régimen del capital presupone el divorcio entre los
obreros y la propiedad sobre las condiciones de realización de su
trabajo ... Por tanto, el proceso que engendra el capitalismo sólo
puede ser uno: el proceso de disociación entre el obrero y la
propiedad sobre las condiciones de su trabajo, proceso que de una
parte convierte en capital los medios sociales de vida y de
producción, mientras de otra parte convierte a los productores
directos en obreros asalariados. La llamada acumulación
originaria no es, pues, más que el proceso histórico de disociación
entre el productor y los medios de producción". 8

Un ejemplo clásico de cómo transcurrió la acumulación


ongmaria del capital fueron los acontecimientos que se
sucedieron durante los siglos XVI y XVII en Inglaterra, donde la
producción capitalista adquirió un desarrollo considerable antes
que en cualquier otro país.

8 C. Marx, El Capital, ed. cit., tomo I, pág. 608.


235
Capítulo IX
El Modo de Producción Feudal
En su afán de aprovechar las tierras mediante su
transformación parcial en pastizales para las ovejas cuando la
creciente industria manufacturera incrementó la demanda de
lana, la nobleza aburguesada expulsa violentamente de estas
tierras a los campesinos, que, privados de toda posibilidad de
mantener una economía independiente, se ven en la necesidad de
contratarse en las empresas capitalistas. Paralelamente se
verifica el proceso de formación del capitalismo agrícola,
representado por los granjeros.

La expropiación de los productores agrarios constituye el


fundamento de todo el proceso de acumulación inicial del capital.
"El recuerdo de esta cruzada de expropiación -escribió Marx- ha
quedado inscrito en los anales de la historia con trazos indelebles
de sangre y fuego". 9

Los campesinos arruinados y desposeídos formaron una


enorme masa de indigentes que, en busca de trabajo y de medios
de subsistencia, invadió los caminos y ciudades de Inglaterra. De
tal modo, se crearon las premisas para que los capitalistas
dispusieran de mano de obra barata.

El siguiente momento del proceso de la acumulación


originaria del capital fue la creación de una nueva disciplina de
trabajo para los productores, que los subordinaba a la nueva
esclavitud capitalista. Los poderes públicos, que apoyaban el
saqueo de los campesinos, dictaron leyes especiales sobre el
denominado "deslindamiento de tierras" y, ayudando a los
capitalistas a implantar la nueva disciplina en el trabajo,
pusieron en práctica una "legislación sangrienta" contra los
"vagabundos" e "indocumentados", obligándoles a presentarse a
trabajar en las empresas capitalistas. Es de señalar que no sólo los
campesinos expulsados de sus tierras o arruinados se convirtieron
en obreros asalariados; el mismo camino siguieron los artesanos
que, incapaces de resistir la competencia con la gran industria en
desarrollo, terminaron arruinándose.

En la creación de reservas de mano de obra hemos de ver


un solo aspecto del proceso de la acumulación originaria del
capital. El segundo aspecto fue la concentración, en manos de
unas cuantas personas, de sumas cuantiosas para organizar
empresas capitalistas basadas en el empleo de trabajo asalariado.

9 C. Marx, El Capital, ed. cit., tomo I, págs. 608-609.


236
Spiridonova, Atlas y Otros

Muy a menudo, las riquezas amasadas por los mercaderes


y los usureros sirvieron de base para fundar numerosas empresas
capitalistas. Pero había también otros métodos de acumulación de
riquezas, más específicos de aquella época. Entre ellos debemos
citar el saqueo colonial de los pueblos, el comercio colonial,
incluida la trata de esclavos; las guerras comerciales; el sistema
de empréstitos; los impuestos, y la política proteccionista del
Estado.

Un proceso análogo de ruina violenta de los campesinos y


de los artesanos y de acumulación de medios monetarios tuvo
lugar en muchos otros países, aunque no se desenvolvieron de
manera tan tormentosa y adquiriesen formas un tanto distintas;
pero, en el fondo, el proceso fue idéntico en todos los países que
pasaron del feudalismo al capitalismo.

En Rusia, donde esta transición se efectuó después que en


muchos países de Europa, el proceso de disociación violenta de los
productores de los medios de producción se llevó a cabo con
especial intensidad a raíz de la abolición del derecho de
servidumbre. La reforma de 1861 constituyó un saqueo masivo de
los campesinos. Como resultado de tal reforma, los terratenientes
se apoderaron de dos terceras partes de la tierra, siendo de notar
que se quedaron con las más útiles para la labranza. V. I. Lenin
definió en estas palabras la índole de la reforma agraria de 1861:
"Es la primera violencia masiva sobre los campesinos en beneficio
del capitalismo naciente en la agricultura. Es la primera "limpieza
de tierras" de los terratenientes para el capitalismo". 10

Las premisas para el desarrollo del capitalismo se crearon


mediante el saqueo y la ruina de una gran masa de pequeños
productores, mediante la guerra entre países por la
preponderancia y el dominio y mediante la cruel esclavización de
los pueblos coloniales.

Según consignamos más arriba, el poder estatal represento


un gran papel en el aceleramiento del proceso de la acumulación
inicial del capital. Para la época en que germinaron las relaciones
capitalistas en el seno del feudalismo, se habían constituido ya en
numerosos países Estados nacionales -y en algunos casos
multinacionales- cuya mayor parte adoptó la forma de monarquía

10 V. l. Lenin, Obras, tomo 13, pág. 2S0.


237
Capítulo IX
El Modo de Producción Feudal
absoluta. Ello marcaba la supresión del fraccionamiento feudal, lo
que contribuyó al crecimiento de las relaciones capitalistas.

A causa de la paulatina emancipación de los siervos, de su


expropiac10n posterior, de la conversión de los antiguos
campesinos y de los artesanos arruinados en obreros asalariados
y de la concentración de los recursos monetarios fundamentales
en manos de la burguesía naciente, debilitáronse las posiciones
económicas del feudalismo tanto en la ciudad como en el campo.
Las relaciones de producción de tipo feudal acabaron por
desintegrarse y desaparecer. Sin embargo, ningún régimen
económico-social ha dejado de existir automáticamente, de por sí.
Tampoco lo hizo el feudalismo: su derrumbamiento fue fruto de la
lucha de clases en el seno de la sociedad feudal, coronada por las
revoluciones políticas burguesas.

Era particularmente aguda la lucha de clases entre los


campesinos y los señores feudales. Son famosas algunas
insurrecciones campesinas como la del siglo XIV en Inglaterra,
dirigida por Wat Tyler; la de las "vendas amarillas", que estalló en
China en el mismo siglo; la de los campesinos franceses
("Jacquerie") también en el siglo XIV; las guerras husitas en
Bohemia, en el siglo XV; las insurrecciones campesinas de Rusia,
dirigidas por Iván Bolótnikov y Stepán Razin en el siglo XVII, la
que tuvo por jefe a Emilián Pugachev en el siglo XVIII, y otras.

Pese a su falta de organización, las luchas campesinas


conmovieron los pilares del régimen feudal, preparando y
acelerando su caída.

Los campesinos y artesanos antifeudales integraban el


grueso de las fuerzas de las revoluciones burguesas, pero los
frutos de éstas beneficiaron a la burguesía, que se apoderó del
poder público. Las primeras revoluciones burguesas fueron la de
los Países Bajos (siglo XVI) y la de Inglaterra (siglo XVII). La
revolución francesa iniciada en 1789 fue de excepcional
trascendencia para el derrocamiento del feudalismo y la
consolidación del poder de la burguesía en Europa. Posteriormente
tuvieron lugar revoluciones burguesas en muchos otros países,
entre ellos en Rusia: las de 1905 y la de febrero de 1917.

Es de señalar que las revoluciones burguesas del siglo XX


eran de tipo democrático-burgués a causa de la intervención
activa del proletariado, convertido en dirigente de la lucha por la
238
Spiridonova, Atlas y Otros

emancipación de los trabajadores, y que el ulterior desarrollo de


dichas revoluciones preparaba el terreno para el paso a la
revolución socialista.

Las revoluciones burguesas consumaron el


derrumbamiento del régimen económico-social del feudalismo. En
virtud de la ley de la concordancia entre las relaciones de
producción y las fuerzas productivas, el viejo y caduco modo de
producción feudal vino a ser reemplazado por otro nuevo, más
progresivo, por el capitalista, que, en nuestros días, va cediendo el
paso paulatinamente a otro de producción más progresivo: el
socialismo.

No obstante haber transcurrido varios siglos desde que se


derrumbó en muchos países el feudalismo, sus reminiscencias
subsisten en una serie de países capitalistas. La preponderancia
de la propiedad privada sobre los medios de producción y el
carácter explotador del sistema capitalista, que vino a suceder al
feudalismo, crean las premisas para que bajo el capitalismo se
conserven vestigios de las formas económico-sociales de la
sociedad feudal. Sólo el triunfo de la revolución socialista acaba
por completo con todos los residuos feudales, sin excepción.

Hasta hoy día han sobrevivido restos feudales en países


capitalistas europeos como Italia, España y Portugal. Son muy
considerables los vestigios del feudalismo en la economía y en la
vida social de algunos países de lberoamérica, de Asia y de África,
incluidos países que ya se han liberado de la dependencia colonial
o que aún se encuentran bajo el yugo colonialista del
imperialismo. Los residuos de las formas económicas feudales
desempeñan en la vida de estos países un papel reaccionario,
obstaculizando la lucha de los pueblos por su libertad y por el
renacimiento nacional. De ahí que el problema de la supresión de
los residuos feudales en la economía y en la política sea hoy uno
de los más importantes para muchos pueblos, siendo de notar que
la lucha contra los vestigios del feudalismo se combina en algunos
países con la lucha de liberación nacional.

Para garantizar el desarrollo social es indispensable la.


eliminación de los restos del colonialismo, la extirpación radical
del dominio del imperialismo, la. expulsión de los monopolios
extranjeros, la creación de una industria nacional, la supresión de
los usos y vestigios feudales, la puesta en práctica de reformas
agrarias radicales con la participación de todos los campesinos y
239
Capítulo IX
El Modo de Producción Feudal
en interés de los mismos, la realización de una política exterior
independiente y pacífica, la democratización de la vida social y el
fortalecimiento de la independencia política... Los pilares del
feudalismo sólo pueden caer bajo la acometida del movimiento
democrático. únicamente las profundas reformas agrarias y el
amplio movimiento campesino pueden barrer los restos del
medievo, que traban el desarrollo de las fuerzas productivas.

La Economía Política del modo de producción feudal fue


creada por C. Marx, F. Engels y V. Lenin en lucha contra los
ideólogos de la burguesía, que trataban de presentar el
feudalismo en un aspecto deformado. Los marxistas critican la
noción idealista de los historiadores y economistas burgueses
acerca del feudalismo, noción que niega la lucha de clases en el
período medieval, ignora el papel de las masas populares como
fuerza decisiva del desarrollo social y sobreestima la importancia
de ciertos personajes históricos; también propaga una idea
errónea del Estado feudal como órgano situado por encima de la
sociedad y encargado de mantener "la paz social", cosa contraria
a los hechos históricos. Los marxistas impugnan, asimismo, la
modernización de la historia, las tentativas de algunos científicos
burgueses de encontrar en la época del medievo "un capitalismo
agrario" a fin de mostrar, de tal modo, el carácter perpetuo del
régimen capitalista.

La Economía política marxista considera el feudalismo


como un eslabón histórico natural en el desenvolvimiento de la
producción social, y al mismo tiempo revela la esencia, los rasgos
fundamentales, las peculiaridades y las contradicciones
económicas y clasistas del sistema feudal, poniendo de manifiesto
las causas de su nacimiento y de su muerte.

240
CAPÍTULO X

LA LLAMADA ACUMULACIÓN ORIGINARIA.

l. El secreto de la acumulación originaria.

Hemos visto cómo se convierte el dinero en capital, cómo


sale de éste la plusvalía y de la plusvalía más capital. Sin
embargo, la acumulación de capital presupone la plusvalía; la
plusvalía, la producción capitalista, y ésta, la existencia en manos
de los productores de mercancías de grandes masas de capital y
fuerza de trabajo. Todo este proceso parece moverse dentro de un
círculo vicioso, del que sólo podemos salir dando por supuesto una
acumulación «originaria» anterior a la acumulación capitalista
(«previous accumulation», la denomina Adam Smith), una
acumulación que no es fruto del régimen capitalista de
producción, sino punto de partida de él.

Esta acumulación originaria viene a desempeñar en la


Economía política más o menos el mismo papel que desempeña en
la teología el pecado original. Adán mordió la manzana y con ello
el pecado se extendió a toda la humanidad. Los orígenes de la
primitiva acumulación pretenden explicarse relatándolos como
una anécdota del pasado. En tiempos muy remotos -se nos dice-,
había, de una parte, una élite trabajadora, inteligente y sobre
todo ahorrativa, y de la otra, un tropel de descamisados,
haraganes, que derrochaban cuanto tenían y aún más. Es cierto
que la leyenda del pecado original teológico nos dice cómo el
hombre fue condenado a ganar el pan con el sudor de su rostro;
pero la historia del pecado original económico nos revela por qué
hay gente que no necesita sudar para comer. No importa. Así se
explica que mientras los primeros acumulaban riqueza, los
segundos acabaron por no tener ya nada que vender más que su
pelleja. De este pecado original arranca la pobreza de la gran
masa que todavía hoy, a pesar de lo mucho que trabaja, no tiene
nada que vender más que a sí misma y la riqueza de los pocos,
riqueza que no cesa de crecer, aunque ya haga muchísimo tiempo
que sus propietarios han dejado de trabajar. Estas niñerías
insustanciales son las que al señor Thiers, por ejemplo, sirven
todavía, con el empaque y la seriedad de un hombre de Estado a

* Carlos Marx. El Capital, Tomo l.


Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
los franceses, en otro tiempo tan ingeniosos, en defensa de la
propriété [propiedad]. Pero tan pronto como se plantea el
problema de la propiedad, se convierte en un deber sacrosanto
abrazar el punto de vista de la cartilla infantil, como el único que
cuadra a todas las edades y a todos los grados de desarrollo.
Sabido es que en la historia real desempeñan un gran papel la
conquista, el esclavizamiento, el robo y el asesinato, la violencia,
en una palabra. Pero en la dulce Economía política ha reinado
siempre el idilio. Las únicas fuentes de riqueza han sido desde el
primer momento el derecho y el «trabajo», exceptuando siempre,
naturalmente, «el año en curso». En la realidad, los métodos de la
acumulación originaria fueron cualquier cosa menos idílicos.

Ni el dinero ni la mercancía son de por sí capital, como no lo


son tampoco los medios de producción ni los artículos de consumo.
Hay que convertirlos en capital. Y para ello han de concurrir una
serie de circunstancias concretas, que pueden resumirse así: han
de enfrentarse y entrar en contacto dos clases muy diversas de
poseedores de mercancías; de una parte, los propietarios de dinero,
medios de producción y artículos de consumo deseosos de
explotar la suma de valor de su propiedad mediante la compra de
fuerza ajena de trabajo; de otra parte, los obreros libres,
vendedores de su propia fuerza de trabajo y, por tanto, de su
trabajo. Obreros libres en el doble sentido de que no figuran
directamente entre los medios de producción, como los esclavos,
los siervos, etc., ni cuentan tampoco con medios de producción de
su propiedad como el labrador que trabaja su propia tierra, etc.;
libres y desheredados. Con esta polarización del mercado de
mercancías se dan las condiciones fundamentales de la
producción capitalista. Las relaciones capitalistas presuponen el
divorcio entre los obreros y la propiedad de las condiciones de
realización del trabajo. Cuando ya se mueve por sus propios pies,
la producción capitalista no sólo mantiene este divorcio, sino que
lo reproduce en una escala cada vez mayor. Por tanto, el proceso
que engendra el capitalismo sólo puede ser uno: el proceso de
disociación entre el obrero y la propiedad de las condiciones de su
trabajo, proceso que, de una parte, convierte en capital los medios
sociales de vida y de producción, mientras que, de otra parte,
convierte a los productores directos en obreros asalariados. La
llamada acumulación originaria no es, pues, más que el proceso
histórico de disociación entre el productor y los medios de
producción. Se la llama «originaria» porque forma la prehistoria
del capital y del modo capitalista de producción.

242
Carlos Marx

La estructura económica de la sociedad capitalista brotó de


la estructura económica de la sociedad feudal. Al disolverse ésta,
salieron a la superficie los elementos necesarios para la formación
de aquélla.

El productor directo, el obrero, no pudo disponer de su


persona hasta que no dejó de vivir encadenado a la gleba y de ser
siervo dependiente de otra persona. Además, para poder
convertirse en vendedor libre de fuerza de trabajo, que acude con
su mercancía adondequiera que encuentre mercado, hubo de
sacudir también el yugo de los gremios, sustraerse a las
ordenanzas sobre aprendices y oficiales y a todos los estatutos
que embarazaban el trabajo. Por eso, en uno de sus aspectos, el
movimiento histórico que convierte a los productores en obreros
asalariados representa la liberación de la servidumbre y la
coacción gremial, y este aspecto es el único que existe para
nuestros historiadores burgueses. Pero, si enfocamos el otro
aspecto, vemos que estos trabajadores recién emancipados sólo
pueden convertirse en vendedores de sí mismos, una vez que se
vean despojados de todos sus medios de producción y de todas las
garantías de vida que las viejas instituciones feudales les
aseguraban. Y esta expropiación queda inscrita en los anales de
la historia con trazos indelebles de sangre y fuego.

A su vez, los capitalistas industriales, est os potentados de


hoy, tuvieron que desalojar, para llegar a este puesto, no sólo a los
maestros de los gremios artesanos, sino también a los señores
feudales, en cuyas manos se concentraban las fuentes de la
riqueza. Desde este punto de vista, su ascensión es el fruto de una
lucha victoriosa contra el poder feudal y sus indignantes
privilegios, contra los gremios y las trabas que estos ponían al
libre desarrollo de la producción y a la libre explotación del
hombre por el hombre. Pero los caballeros de la industria sólo
consiguieron desplazar por completo a los caballeros de la espada
explotando sucesos en que no tenían la menor parte de culpa.
Subieron y triunfaron por procedimientos no menos viles que los
que en su tiempo empleó el liberto romano para convertirse en
señor de su patrono.

El proceso de donde salieron el obrero asalariado y el


capitalista, tuvo como punto de partida la esclavización del
obrero. Este desarrollo consistía en el cambio de la forma de
esclavización: la explotación feudal se convirtió en explotación
capitalista. Para comprender la marcha de este proceso, no hace
243
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
falta remontarse muy atrás. Aunque los primeros indicios de
producción capitalista se presentan ya, esporádicamente, en
algunas ciudades del Mediterráneo durante los siglos XIV y XV, la
era capitalista sólo data, en realidad, del siglo XVI. Allí donde
surge el capitalismo hace ya mucho tiempo que se ha abolido la
servidumbre y que el punto de esplendor de la Edad Media, la
existencia de ciudades soberanas, ha declinado y palidecido.

En la historia de la acumulación originaria hacen época


todas las transformaciones que sirven de punto de apoyo a la
naciente clase capitalista, y sobre todo los momentos en que
grandes masas de hombres son despojadas repentina y
violentamente de sus medios de subsistencia y lanzadas al
mercado de trabajo como proletarios libres y desheredados. Sirve
de base a todo este proceso la expropiación que priva de su tierra
al productor rural, al campesino. Su historia presenta una
modalidad diversa en cada país, y en cada uno de ellos recorre las
diferentes fases en distinta gradación y en épocas históricas
diversas. Reviste su forma clásica sólo en Inglaterra, país que aquí
tomamos, por tanto, como modelo. 1

2. Como fue expropiada del suelo la población rural.

En Inglaterra, la servidumbre había desaparecido ya, de


hecho, en los últimos años del siglo XIV. En esta época, y más
todavía en el transcurso del siglo XV, la inmensa mayoría de la
población3 se componía de campesinos libres, dueños de la tierra

En Italia, donde primero se desarrolla la producción capitalista, es también donde


antes se descomponen las relaciones de servidumbre. El siervo italiano se
emancipa antes de haber podido adquirir por prescripción ningún derecho sobre el
suelo. Por eso, su emancipación le convierte directamente en proletario libre y
desheredado, que además se encuentra ya con el nuevo señor hecho y derecho en
la mayoría de las ciudades, procedentes del tiempo de los romanos. Al producirse,
desde fines del siglo XV2 , la revolución del mercado mundial que arranca la
supremacía comercial al Norte de Italia, se produjo un movimiento en sentido
inverso. Los obreros de las ciudades se vieron empujados en masa hacia el campo,
donde imprimieron a la pequeña agricultura allí dominante, explotada según los
métodos de la horticultura, un impulso jamás conocido.
Aquí se entiende por revolución en el mercado mundial la brusca decadencia desde
fines del siglo XV del papel comercial de Génova, Venecia y otras ciudades del
Norte de Italia debida a los grandes descubrimientos geográficos de la época: el
descubrimiento de Cuba, Haití, las islas Bahamas, el continente norteamericano, la
vía marítima de la India pasando por el extremo meridional de Africa y, finalmente,
el continente sudamericano- 104.
«Los pequeños propietarios que trabajaban la tierra de su propiedad con su propio
esfuerzo y que gozaban de un humilde bienestar ... formaban por aquel entonces
una parte mucho más importante de la nación que hoy ... Nada menos que 160.000
244
Carlos Marx

que trabajaban, cualquiera que fuese la etiqueta feudal bajo la


que ocultasen su propiedad. En las grandes fincas señoriales, el
bailiff [gerente de finca], antes siervo, había sido desplazado por
el arrendatario libre. Los jornaleros agrícolas eran, en parte,
campesinos que aprovechaban su tiempo libre para trabajar a
sueldo de los grandes terratenientes y, en parte, una clase
especial relativa y absolutamente poco numerosa de verdaderos
asalariados. Más también éstos eran, de hecho, a la par que
jornaleros, labradores independientes, puesto que, además del
salario, se les daba casa y labranza con una cabida de 4 y más
acres. Además, tenían derecho a compartir con los verdaderos
labradores el aprovechamiento de los terrenos comunales en los
que pastaban sus ganados y que, al mismo tiempo, les
suministraban la madera, la leña, la turba, etc. 4 La producción
feudal se caracteriza, en todos los países de Europa, por la división
del suelo entre el mayor número posible de tributarios. El poder
del señor feudal, como el de todo soberano, no descansaba
solamente en la longitud de su rollo de rentas, sino en el número
de sus súbditos, que, a su vez, dependía de la cifra de campesinos
independientes 5 • Por eso, aunque después de la conquista
normandaª el suelo inglés se dividió en unas pocas baronías
gigantescas, entre las que había algunas que abarcaban por sí

propietarios, cifra que, con sus familias, debía constituir más de 1/7 de la población
total, vivían del cultivo de sus pequeñas parcelas freehold» (freehold quiere decir
propiedad plenamente libre). «La renta media de estos pequeños propietarios ... se
calcula en unas 60 ó 70 libras esterlinas. Se calculaba que el número de personas
que trabajaban tierras de su propiedad era mayor que el de los que llevaban en
arriendo tierras de otros». [Macaulay. History of England («Historia de Inglaterra»),
10th ed. London, 1854, v. I, pp. 333, 334]. Todavía en el último tercio del siglo XVII
vivían de la agricultura los 4/5 de la masa del pueblo inglés (ob. cit., p. 413). Cito a
Macaulay porque, como falsificador sistemático de la historia que es, procura
«castrar» en lo posible esta clase de hechos.
4 No debe olvidarse jamás que el mismo siervo no sólo era propietario, aunque sujeto
a tributo, de la parcela de tierra asignada a su casa, sino además copropietario de
los terrenos comunales. «Allí» (en Silesia), «el campesino vive sujeto a
servidumbre». No obstante, estos siervos poseen tierras comunes. «Hasta hoy, no
ha sido posible convencer a los silesianos de la conveniencia de dividir los terrenos
comunales; en cambio, en las Nuevas Marcas no hay apenas un solo pueblo en que
no se haya efectuado con el mayor de los éxitos esta división» [Mirabeau. De la
Monarchie Prussienne («De la monarquía prusiana»), Londres, 1788, t. II, pp. 125 y
126].
El Japón, con su organización puramente feudal de la propiedad inmueble y su
régimen desarrollado de pequeña agricultura, nos brinda una imagen mucho más
fiel de la Edad Media europea que todos nuestros libros de historia, dictados en su
mayoría por prejuicios burgueses. Es demasiado cómodo ser «liberal» a costa de la
Edad Media.
Trátase de la conquista de Inglaterra por el duque de Normandia, Guillermo el
Conquistador, en 1066, lo cual contribuyó a la afirmación del feudalismo en
Inglaterra- 105.
245
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
solas hasta 900 lorazgos anglosajones antiguos, estaba salpicado
de pequeñas explotaciones campesinas, interrumpidas sólo de vez
en cuando por grandes fincas señoriales. Estas condiciones,
combinadas con el esplendor de las ciudades característico del
siglo XV, permitían que se desarrollase aquella riqueza nacional
que el canciller Fortescue describe con tanta elocuencia en su
Laudibus Legum Angliae («La superioridad de las leyes inglesas»),
pero cerraban el paso a la riqueza capitalista.

El preludio de la transformación que había de echar los


cimientos para el régimen de producción capitalista, coincide con
el último tercio del siglo XV y los primeros decenios del XVI. El
licenciamiento de las huestes feudales -que, como dice
acertadamente Sir James Steuart, «llenaban inútilmente en todas
partes casas y patios» 7 - lanzó al mercado de trabajo a una masa
de proletarios libres y desheredados. El poder real, producto
también del desarrollo burgués, en su deseo de conquistar la
soberanía absoluta aceleró violentamente la disolución de estas
huestes feudales, pero no fue ésa, ni mucho menos, la única causa
que la produjo. Los grandes señores feudales, levantándose
tenazmente contra la monarquía y el parlamento, crearon un
proletariado incomparablemente mayor, al arrojar violentamente
a los campesinos de las tierras que cultivaban y sobre las que
tenían los mismos títulos jurídicos feudales que ellos, y al
usurparles sus bienes comunales. El florecimiento de las
manufacturas laneras de Frondes y la consiguiente alza de los
precios de la lana, fue lo que sirvió de acicate directo para
esto en Inglaterra. La antigua aristocracia había sido
devorada por las guerras feudales, la nueva era ya una hija de
sus tiempos, de unos tiempos en los que el dinero es la potencia de
las potencias. Por eso enarboló como bandera la transformación
de las tierras de labor en terrenos de pastos para ovejas. En su
Description of England. Prefixed to Holinshed's Chronicles
(«Descripción de Inglaterra. Antepuesta a las Crónicas
Holinshed» ), Harrison describe cómo la expropiación de los
pequeños agricultores arruina al país. «What care our great
incroachers!» («iQué se les da de esto a nuestros grandes
usurpadores!») Las casas de los campesinos y los cottages (chozas)
de los obreros fueron violentamente arrasados o entregados a la
ruina.

7 J. Steuart. An Inquiry into the Principies of Political Oeconomy («Investigación de


los principios de la Economía política»), Vol.!, Dublin, 1770, p. S2.- 106.
246
Carlos Marx

«Consultando los v1e1os inventarios de las fincas


señoriales» -dice Harrison-, «vemos que han desaparecido
innumerables casas y pequeñas haciendas de campesinos; que el
campo sostiene a mucha menos gente; que muchas ciudades se
han arruinado, aunque hayan florecido algo otras nuevas ...
También podríamos decir algo de las ciudades y los pueblos
destruidos para convertirlos en pastos para ovejas y en los que
sólo quedan en pie las casas de los señores».

Aunque exageradas siempre, las lamentaciones de estas


viejas crónicas describen con toda exactitud la impresión que
producía en los hombres de la época la revolución que se estaba
operando en las condiciones de producción. Comparando las obras
de Tomás Moro con las del canciller Fortescue es como mejor se ve
el abismo que separa al siglo XV del XVI. Como observa
acertadamente Thornton, la clase obrera inglesa se precipitó
directamente, sin transición, de la edad de oro a la edad de hierro.

La legislación se echó a temblar ante la transformación que


se estaba operando. No había llegado todavía a ese apogeo de la
civilización en que la «Wealth of the Nation» [ «la riqueza
nacional»], es decir, la creación de capital y la despiadada
explotación y depauperación de la masa del pueblo, se considera
como la última Thule8 de toda sabiduría política. En su historia de
Enrique VII, dice Bacon:

«Por aquella época» (1489), «fueron haciéndose más


frecuentes las quejas contra la transformación de las tierras de
labranza en terrenos de pastos (pastos de ganado lanar, etc.),
fáciles de atender con unos cuantos pastores; los arrendamientos
temporales de por vida y por años» (de los que vivían una gran
parte de los yeomen 9 ) «fueron convertidos en fincas dominicales.
Esto trajo la decadencia del pueblo y, con ella, la decadencia de
ciudades, iglesias, diezmos ... En aquella época, la sabiduría del rey
y del parlamento para curar el mal fue verdaderamente
maravillosa ... Dictaron medidas contra esta usurpación, que
estaba despoblando los terrenos comunales (depopulating
inclosures), y contra el régimen despoblador de los pastos
(depopulating pasturage), que seguía las huellas de aquélla».

8 Literalmente significa: la Tule extrema; frase, empleada en el sentido de «último


extremo». (Tule es un país insular situado, según opinión de los antiguos, en el
extremo septentrional de Europa.) (N. de la Edit.).
9 Pequeños campesinos libres en la Inglaterra feudal. (N. de la Edit.).
247
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria

Un decreto de Enrique VII, dictado en 1489, c. 19, prohibió la


destrucción de todas las casas de labradores que tuviesen
asignados más de 20 acres de tierra. Enrique VIII (el acto del año
2S de su reinado) confirma la misma ley. En este decreto se dice,
entre otras cosas, que «se acumulan en pocas manos muchas
tierras arrendadas y grandes rebaños de ganado, principalmente
de ovejas, lo que hace que las rentas de la tierra suban mucho y la
labranza (tillage) decaiga extraordinariamente, que sean
derruidas iglesias y casas, quedando asombrosas masas de pueblo
incapacitadas para ganarse su vida y mantener a sus familias».

En vista de esto, la ley ordena que se restauren las granjas


arruinadas, establece la proporción que debe guardarse entre las
tierras de labranza y los terrenos de pastos, etc. Una ley de 1S33 se
queja de que haya propietarios que poseen hasta 24.000 cabezas
de ganado lanar y limita el número de éstas a 2.000 10 • Ni las
quejas del pueblo, ni la legislación prohibitiva, que comienza con
Enrique VII y dura ciento cincuenta años, consiguieron
absolutamente nada contra el movimiento de expropiación de los
pequeños arrendatarios y campesinos. Bacon nos revela, sin
saberlo, el secreto de este fracaso.

«El decreto de Enrique VII» -dice en sus Essays, civil and


moral («Ensayos de lo civil y lo moral.), sect. 29- «encerraba un
sentido profundo y maravilloso, puesto que creaba explotaciones
agrícolas y casas de labranza de una determinada dimensión
normal, es decir, les garantizaba una proporción de tierra que les
permitía traer al mundo súbditos suficientemente ricos y sin
posición servil, poniendo el arado en manos de propietarios y no
de gentes a sueldo» («to keep the plough in the hand of the owners
and not hirelings» ).11

10 Tomás Moro habla en su Utopía, de un país singular en que «las ovejas devoran a
los hombres». Utopía, trad. de Robinson ed. Arber, London, 1869, p. 41.
11 Bacon explica la relación que existe entre una clase campesina libre y acomodada
y una buena infantería. «Para mantener el poder y las costumbres del Reino era de
una importancia asombrosa que los arriendos guardasen las proporciones debidas
para poner a los hombres sanos y capaces a salvo de la miseria y fijar una gran
parte de las tierras del Reino en posesión de la yeomanry, es decir, de gentes de
posición intermedia entre la de los nobles y los caseros (cottagers) y mozos de
labranza ... Pues los más competentes en materia guerrera opinan unánimemente ...
que la fuerza primordial de un ejército reside en la infantería o pueblo de a pie. Y
para disponer de una buena infantería, hay que contar con gente que no se haya
criado en la servidumbre ni en la miseria, sino en la libertad y con cierta holgura.
Por eso, cuando en un Estado tienen importancia primordial la aristocracia y los
señores distinguidos, siendo los campesinos y labradores simples gentes de trabajo
248
Carlos Marx

Precisamente lo contrario de lo que exigía, para instalarse,


el sistema capitalista: la sujeción servil de la masa del pueblo, la
transformación de éste en un tropel de gentes a sueldo y de sus
medios de trabajo en capital. Durante este período de transición,
la legislación procuró también mantener el límite de 4 acres de
tierra para los cottages del jornalero del campo, prohibiéndole
meter en su casa gentes a sueldo. Todavía en 1627, reinando
Carlos I, fue condenado un Roger Crocker de Fontmill por haber
construido en el manar (finca) de Fontmill un cottage sin asignarle
como anejo permanente 4 acres de tierra; en 1638, reinando aún
Carlos I, se nombró una comisión real encargada de imponer la
ejecución de las antiguas leyes, principalmente la que exigía los 4
acres de tierra como mínimo; todavía Cromwell prohíbe la
construcción de casas en 4 millas a la redonda de Londres sin
dotarlas de 4 acres de tierra. Más tarde, en la primera mitad del
siglo XVIII, se formulan todavía quejas cuando el cottage de un
jornalero del campo no tiene asignados, por lo menos, de 1 a 2
acres. Hoy día, el bracero del campo se da por satisfecho con tal
de tener una casa con huerto o de poder arrendar dos varas de
tierra a regular distancia.

«Terratenientes y arrendatarios» -dice el Dr. Hunter-


«se dan la mano en este punto. Pocos acres de tierra bastarían
para que el jornalero del campo disfrutase de demasiada
independencia» 12 •

La Reforma 13 , con su séquito de colosales depredaciones de


los bienes de la Iglesia, vino a dar, en el siglo XVI, un nuevo y

o mozos de labranza, incluso caseros, es decir, mendigos alojados, ese Estado podrá
tener una buena caballería, pero jamás tendrá una infantería resistente ... Así lo
vemos en Francia y en Italia y en algunas otras comarcas extranjeras, donde en
realidad no hay más que nobles y campesinos míseros ... hasta tal punto, que se ven
obligados a emplear como batallones de infantería bandas de suizos a sueldo y
otros elementos por el estilo, y así se explica que estas naciones tengan mucho
pueblo y pocos soldados». [The Reign of Henry VII, etc. Verbatim Reprint from
Kennet's England («El reinado de Enrique VII, etc. Reproducido literalmente de
Inglaterra de Kennet»), ed.1719, London, 1870, p. 308].
12 Dr. Hunter, Public Health, Seventh Report, 1864, («La salud pública. Informe 7,
1864»). London, p. 134. «La cantidad de tierra que se asignaba» (en las antiguas
leyes) «se consideraría hoy excesiva para los obreros y más bien apropiada para
convertirlos en pequeños colonos (farmers)» [George Roberts. The Social History of
the People of the Southern Counties of England in Past Centuries («Historia social
de la población de los condados meridionales de Inglaterra en los siglos pasados»),
London, 18S6, pp. 184, 18S].
13 La Reforma, amplio movimiento social contra la Iglesia católica, se extendió en el
siglo XVI a Alemania, Suiza, Inglaterra, Francia, etc. La consecuencia religiosa de la
249
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
espantoso impulso al proceso violento de expropiación de la masa
del pueblo. Al producirse la Reforma, la Iglesia católica era
propietaria feudal de una gran parte del suelo inglés. La
persecuc10n contra los conventos, etc., transformó a sus
moradores en proletariado. Muchos de los bienes de la Iglesia
fueron regalados a unos cuantos rapaces protegidos del rey o
vendidos por un precio irrisorio a especuladores rurales y a
personas residentes en la ciudad, quienes, reuniendo sus
explotaciones, arrojaron de ellas en masa a los antiguos
arrendatarios, que las venían cultivando de padres a hijos. El
derecho de los labradores empobrecidos a percibir una parte de
los diezmos de la Iglesia, derecho garantizado por la ley, había
sido ya tácitamente confiscado 14• Pauper ubique jacet15,
exclama la reina Isabel, después de recorrer Inglaterra. Por fin,
en el año 43 de su reinado, el Gobierno no tuvo más remedio que
dar estado oficial al pauperismo, creando el impuesto de pobreza.

«Los autores de esta ley no se atrevieron a proclamar sus


razones y, rompiendo con la tradición de siempre, la promulgaron
sin ningún preámbulo» (exposición de motivos). 16

Por la ley promulgada al año 16 del reinado de Carlos I, 4,


este impuesto fue declarado perpetuo, y sólo a partir de 1834
cobró una forma nueva y más rigurosa17 • Pero estas

Reforma en los países en que ésta triunfó consistió en la formación de varias


iglesias llamadas protestantes (en Inglaterra, Escocia, los Países Bajos, una parte
de Alemania y los países escandinavos).-109.
14 «El derecho de los pobres a participar de los diezmos eclesiásticos se halla
reconocido en la letra de todas las leyes» [Tuckett. A History of the Past and
Present State of Labouring Population («Historia de la situación de la población
trabajadora en el pasado y en el presente»), v. II, pp. 804, 80S].
15 «Pauper ubique jacet>> (los pobres son desheredados en todas partes), palabras de
Los Fastos de Ovidio, libro primero, verso 218.- 109.
16 William Cobbett. A History of the Protestant Reformation («Historia de la Reforma
protestante»),§. 471.
17 El «espíritu» protestante se revela, entre otras cosas, en lo siguiente. En el Sur de
Inglaterra se juntaron a cuchichear diversos terratenientes y colonos ricos y
decidieron presentar a la reina diez preguntas acerca de la exacta interpretación
de la ley de los pobres, preguntas que hicieron dictaminar por un jurista famoso de
la época, Sergeant Snigge (nombrado más tarde juez, bajo Jacobo !). «Pregunta
novena: Algunos colonos ricos de la parroquia han cavilado un ingenioso plan cuya
ejecución podría evitar todas las complicaciones a que pueda dar lugar la
aplicación de la ley. Se trata de construir en la parroquia una cárcel, negando el
derecho al socorro a todos los pobres que no accedan a recluirse en ella. Al mismo
tiempo, se notificará a los vecinos que si quieren alquilar pobres de esta parroquia
envíen en un determinado día su oferta, bajo sobre cerrado, indicando el precio
último a que los tomarían. Los autores de este plan dan por supuesto que en los
condados vecinos hay personas que no quieren trabajar y que no disponen de
250
Carlos Marx

consecuencias inmediatas de la Reforma no fueron las más


persistentes. El patrimonio eclesiástico era el baluarte religioso
detrás del cual se atrincheraba el régimen antiguo de propiedad
territorial. Al derrumbarse aquél, éste tampoco podía mantenerse
en pie. 18

Todavía en los últimos decenios del siglo XVII, la yeomanry,


clase de campesinos independientes, era más numerosa que la
clase de los arrendatarios. La yeomanry había sido el puntal más
firme de Cromwell, y el propio Macaulay confiesa que estos
labradores ofrecían un contraste muy ventajoso con aquellos
hidalgüelos borrachos y sus lacayos, los curas rurales, cuya
misión consistía en casar las «mozas predilectas». Todavía no se
había despojado a los jornaleros del campo de su derecho de
copropiedad sobre los bienes comunales. Alrededor de 1750,

fortuna ni de crédito para arrendar una finca o comprar un barco, para poder, por
tanto, vivir sin trabajar («so as to live without labour»). Estas personas podrían
sentirse tentadas a hacer a la parroquia ofertas ventajosísimas. Si alguno que otro
pobre se enfermase o muriese bajo la tutela de quien le contratase, la culpa sería
de éste, pues la parroquia habría cumplido ya con su deber para con el pobre en
cuestión. Tememos, sin embargo, que la vigente ley no permita ninguna medida de
precaución (prudential measure) de esta clase; pero hacemos constar que los demás
freeholders (campesinos libres) de este condado y de los inmediatos se unirán a
nosotros para impulsar a sus diputados en la Cámara de los Comunes a que
propongan una ley que autorice la reclusión y los trabajos forzados de los pobres,
de modo que nadie que se niegue a ser recluido tenga derecho a solicitar socorro.
Confiamos en que esto hará que las personas que se encuentren en mala situación
se abstenga de reclamar ayuda» («will prevent persons in distress from wanting
relief») [R. Blakey. The History of Political Literature from the Earliest Times
(«Historia de la literatura política desde los tiempos más antiguos»), London, 1855,
v. II, pp. 84 and 85]. En Escocia, la servidumbre fue abolida varios siglos más tarde
que en Inglaterra. Todavía en 1698, declaraba en el parlamento escocés Fletcher,
de Saltoun: «Se calcula que el número de mendigos que circulan por Escocia no
baja de 200.000. El único remedio que yo, republicano por principio, puedo
proponer es restaurar el antiguo régimen de la servidumbre de la gleba y convertir
en esclavos a cuantos sean incapaces de ganarse el pan». Así lo refiere también
Eden, en The State of the Poor («La situación de los pobres»), v. 1, ch. I, pp. 60, 61.
«La libertad de los campesinos engendra el pauperismo. Las manufacturas y el
comercio son los verdaderos progenitores de los pobres de nuestra nación». Eden,
como aquel escocés «republicano por principio», sólo se olvida de una cosa: de que
no es precisamente la abolición de la servidumbre de la gleba, sino la abolición de
la propiedad del campesino sobre la tierra que trabaja la que le convierte en
proletario o depauperado. A las leyes de los pobres de Inglaterra corresponde en
Francia, donde la expropiación se llevó a cabo de otro modo, la Ordenanza de
Moulins (1566) y el Edicto de 1656.
18 El señor Rogers, aunque profesor, por aquel entonces, de Economía política en la
Universidad de Oxford, la cuna de la ortodoxia protestante, subraya en su prólogo
a la History of Agriculture {«Historia de la agricultura») la pauperización de la
masa del pueblo originada por la Reforma.
251
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
desapareció la yeomanry19 y en los últimos decenios del siglo XVIII
se borraron hasta los últimos vestigios de propiedad comunal de
los agricultores. Aquí, prescindimos de los factores puramente
económicos que intervinieron en la revolución de la agricultura y
nos limitamos a indagar los factores de violencia que la
impulsaron.

Bajo la restauración de los Estuardos 20 , los terratenientes


impusieron legalmente una usurpación que en todo el continente
se había llevado también a cabo sin necesidad de los trámites de
la ley. Esta usurpación consistió en abolir el régimen feudal del
suelo, es decir, en transferir sus deberes tributarios al Estado,
«indemnizando» a éste por medio de impuestos sobre los
campesinos y el resto de las masas del pueblo, reivindicando la
moderna propiedad privada sobre fincas en las que sólo asistían a
los terratenientes títulos feudales y, finalmente, dictando aquellas
leyes de residencia (laws of settlement) que, mutatis mutandis,
[con cambios correspondientes] ejercieron sobre los labradores
ingleses la misma influencia que el edicto del tártaro Borís
Godunov sobre los campesinos rusos 21 •

La «glorious Revolution» (Revolución gloriosa) 22 entregó e]


poder, al ocuparlo Guillermo III de Orang23 , a los terratenientes y

19 A letter to Sir T. C. Bunbury, Brt.: On the High Price of Provisions. By a Suffolk


Gentleman («Una carta a Sir T. C. Bunbury. Acerca de los altos precios de los
víveres»), !pswich, 179S, p. 4. Hasta el más fanático defensor del régimen de
arrendamientos, el autor de la Inquiry into the Connection between the Present
Price of Provisions and the Size of Farms etc. («Investigación de la conexión entre
el presente precio de los víveres y las dimensiones de las granjas»), London, 1773, p.
139. dice: «Lo que más vivamente lamento es la desaparición de nuestra yeomanry,
aquella pléyade de hombres que eran los que en realidad mantenían en alto la
independencia de esta nación, y deploro que sus tierras están ahora en manos de
lores monopolizadores, arrendadas a pequeños colonos, en condiciones tales que
viven poco mejor que vasallos, teniendo que someterse a una intimación en todas
las coyunturas críticas».
20 La restauración de los Estuardos es el período del segundo reinado de la dinastía de
los Estuardos en Inglaterra (1660-1689), derrocados por la revolución burguesa
inglesa del siglo XVII.- 111.
21 Por lo visto, se trata del decreto sobre los campesinos fugitivos promulgado en 1S97,
durante el reinado de Fiódor Ivánovich, cuando el auténtico gobernante de Rusia
era Borís Godunov. De acuerdo con ese decreto, los campesinos que habían huido
del yugo insoportable de los terratenientes se perseguían durante cinco años para
ser devueltos por la fuerza a sus amos- 111.
22 Se dio el nombre de «Revolución gloriosa» en la historiografía burguesa inglesa al
golpe de Estado de 1688, con el que se derrocó la dinastía de los Estuardos y se
instauró (1689) la monarquía constitucional de Guillermo de Orange, régimen de
compromiso entre la aristocracia propietaria de tierras y la gran burguesía-111.
23 De la moral privada de este héroe burgués da fe, entre otras cosas, lo siguiente:
«Las grandes asignaciones de tierras hechas en Irlanda a favor de Lady Orkney en
252
Carlos Marx

capitalistas-acaparadores. Estos elementos consagraron la nueva


era, entregándose en una escala gigantesca al saqueo de los
terrenos de dominio público, que hasta entonces sólo se había
practicado en proporciones muy modestas. Estos terrenos fueron
regalados, vendidos a precios irrisorios o simplemente
anexionados a otros de propiedad privada, sin encubrir la
usurpación bajo forma alguna 24 • Y todo esto se llevó a cabo sin
molestarse en cubrir ni la más mínima apariencia legal. Estos
bienes del dominio público, apropiados de modo tan fraudulento,
en unión de los bienes de que se despojó a la Iglesia -los que no le
habían sido usurpados ya por la revolución republicana-, son la
base de esos dominios principescos que hoy posee la oligarquía
inglesa28 • Los capitalistas burgueses favorecieron esta operación,
entre otras cosas, para convertir el suelo en un artículo
puramente comercial, extender la zona de las grandes
explotaciones agrícolas, hacer que aumentase la afluencia a la
ciudad de proletarios libres y desheredados del campo, etc.
Además, la nueva aristocracia de la tierra era la aliada natural de
la nueva bancocracia, de la alta finanza, que acababa de dejar el
cascarón, y de los grandes manufactureros, atrincherados por
aquel entonces detrás del proteccionismo aduanero. La burguesía
inglesa obró en defensa de sus intereses con el mismo acierto con
que la de Suecia, siguiendo el camino contrario y haciéndose
fuerte en su baluarte económico, el campesinado, apoyó a los
reyes desde 1604 y más tarde bajo Carlos X y Carlos XI y les
ayudó a rescatar por la fuerza los bienes de la Corona de manos
de la oligarquía.

169S son una prueba pública de la afección del rey y de la influencia de la lady ...
Los preciosos servicios de Lady Orkney han consistido, al parecer, en... foeda
labiorum ministerio [sucios servicios del amor]». [Tomado de la Sloane Manuscript
Collection, que se conserva en el Museo Británico, núm. 4.224. El manuscrito lleva
por título: The Character and Behaviour of King William, Sunderland etc. as
represented in Original Letters to the Duke of Shrewsbury from Somers, Halifax,
Oxford, Secretary Vemon etc. («El carácter y la conducta del rey Guillermo,
Sunderland, etc. representado en las cartas originales enviadas al duque de
Shrewsbury por Somers, Halifax, Oxford, secretario Vernon, etc.»). Es un
manuscrito en el que abundan datos curiosos.]
24 «La enajenación ilegal de los bienes de la corona, vendiéndolos o regalándolos,
forma un capítulo escandaloso en la historia de Inglaterra ... una estafa gigantesca
contra la nación (gigantic fraud on the nation)» (F. W. Newman. Lectures on
Política! Economy. London, 18S1, pp. 129, 130). [El que quiera saber cómo hicieron su
fortuna los terratenientes ingleses de hoy día, podrá informarse detalladamente
consultando Evans. N. H. Our old Nobility. By Noblesse Oblige («Nuestra vieja
nobleza, pero la nobleza obliga»), London, 1879.- F. E.]
25 Léase, por ejemplo, el panfleto de E. Burke, sobre la casa ducal de Bedford, cuyo
vástago es Lord John Russel, «the tomtit of liberalism» («el chochín del
liberalismo»).
253
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria

Los bienes comunales -completamente distintos de los


bienes de dominio público, a que acabamos de referirnos- eran
una institución de viejo origen germánico, que se mantenía en
vigor bajo el manto del feudalismo. Hemos visto que la usurpación
violenta de estos bienes, acompañada casi siempre por la
transformación de las tierras de labor en pastos, comienza a fines
del siglo XV y prosigue a lo largo del siglo XVI. Sin embargo, en
aquellos tiempos este proceso revestía la forma de una serie de
actos individuales de violencia, contra los que la legislación luchó
infructuosamente durante ISO años. El progreso aportado por el
siglo XVIII consiste en que ahora la propia ley se convierte en
vehículo de esta depredación de los bienes del pueblo, aunque los
grandes arrendatarios sigan empleando también, de paso, sus
pequeños métodos personales e independientes 26 • La forma
parlamentaria que reviste este despojo es la de los Bills for
Inclosures of Commons (leyes sobre el cercado de terrenos
comunales); dicho en otros términos, decretos por medio de los
cuales los terratenientes se regalan a sí mismos en propiedad
privada las tierras del pueblo, decretos de expropiación del pueblo.
Sir F. M. Eden se contradice a sí mismo en el astuto alegato
curialesco en que procura explicar la propiedad comunal como
propiedad privada de los grandes terratenientes que recogen la
herencia de los señores feudales, al reclamar una «ley general del
Parlamento sobre el derecho a cercar los terrenos comunales»,
reconociendo con ello, que la transformación de estos bienes en
propiedad privada no puede prosperar sin un golpe de Estado
parlamentario, a la par que pide a la legislación una
«indemnización, para los pobres expropiados 27 •

Al paso que los yeomen independientes eran sustituidos por


los tenants-at-will -pequeños colonos con contrato por un año, es
decir, una chusma servil sometida al capricho de los
terratenientes-, el despojo de los bienes del dominio público, y
sobre todo la depredación sistemática de los terrenos comunales,
ayudaron a incrementar esas grandes posesiones que se conocian

26 «Los arrendatarios prohíben a los cottagers (caseros) mantener a ninguna otra


criatura viviente, so pretexto de que, si criasen ganado o aves, robarían alimento
del granero para cebarlas. Además, dicen: mantened a los cottagers en la pobreza,
y serán más trabajadores. Pero la verdadera realidad es que de este modo los
arrendatarios usurpan el derecho íntegro sobre los terrenos comunales» [A Political
Inquiry into to the Consequences of Enclosing Waste Lands («Investigación política
sobre las consecuencias del cercado de los baldíos»), London, 178S, p. 7S].
27 Eden. The Sta te of the Poor, Preface («La situación de los pobres») (p. XVII, XIX).
254
Carlos Marx

en el siglo XVIII con los nombres de haciendas capitales 28 o


haciendas de comerciantes 29 , y que dejaron a la población
campesina «disponible» como proletariado al servicio de la
industria.

Sin embargo, el siglo XVIII todavía no alcanza a


comprender, en la medida en que había de comprenderlo el XIX, la
identidad entre la riqueza nacional y la pobreza del pueblo. Por
eso en los libros de Economía de esta época se produce una
violentísimo polémica en torno a la «inclosure of commons»).
Entresaco unos cuantos pasajes de los materiales copiosísimos
que tengo a la vista, para poner de relieve de un modo más vivo la
situación.

«En muchas parroquias de Hertfordshire» -escribe una


pluma indignada- «24 haciendas, cada una de las cuales
contaba, por término medio, de SO a 150 acres de extensión, se han
fundido para formar sólo 3» 30 • «En Northamptonshire y
Lincolnshire se ha impuesto la norma de cercar los terrenos
comunales, y la mayoría de los lorazgos creados de este modo se
han convertido en pastizales; a consecuencia de ello, hay muchos
lorazgos que antes labraban 1.500 acres y que hoy no labran ni
SO ... Las ruinas de las viejas casas, cuadras y graneros», son los
únicos vestigios de los antiguos moradores. «En algunos sitios,
cien casas y familias han quedado reducidas ... a 8 ó 10 ... En la
mayoría de las parroquias, donde sólo se han comenzado a cercar
los terrenos comunales desde hace quince o veinte años, los
propietarios de tierra son en la actualidad poquísimos, en
comparación con las cifras existentes cuando el suelo se cultivaba
en régimen abierto. Es bastante frecuente encontrarse con
lorazgos enteros recientemente cercados que antes se distribuían
entre 20 ó 30 colonos y otros tantos pequeños labradores y
tributarios, que hoy están usurpados por 4 ó S ganaderos ricos.
Todos aquellos labradores fueron desalojados de sus tierras, en

28 Capital-farms [«Two Letters on the Flour Trade and the Dearness of Corn». By a
Person in Business». («Dos cartas sobre el comercio en harina y los altos precios de
los cereales». Por un hombre de negocios), London, 1767, pp.19, 20].
29 Merchant-farms [An Enquiry into the Causes of the Present High Price of Provisions
(«Investigación sobre las causas de los presentes altos precios de los víveres»),
London, 1767, p. 111, note]. Esta obra excelente, publicada como anónima, tenía por
autor al Rev. Nathaniel Forster.
30 Thomas Wright. A short address to the Public on the Monopoly of large farms.
(«Breve alocución al público sobre el monopolio de las grandes granjas»), 1779, pp.
2, 3.
255
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
unión de sus familias y de muchas otras a las que daban trabajo y
sustento» 31•

Los terrenos anexionados por el terrateniente colindante,


bajo pretexto de cercarlos, no eran siempre tierras yermas, sino
también, con frecuencia, tierras cultivadas mediante un tributo al
municipio, o comunalmente.

«Me refiero aquí al cercado de terrenos abiertos y de


tierras ya cultivadas. Hasta los autores que defienden las
inclosures reconocen que estos cercados refuerzan el monopolio
de las grandes granjas, hacen subir el precio de las subsistencias y
fomentan la despoblación ... También al cercar los terrenos yermos,
como ahora se hace, se despoja a los pobres de una parte de sus
medios de sustento, incrementando haciendas que son ya de suyo
harto grandes» 32 • «Si la tierra» -dice el Dr. Price- «cae en poder
de un puñado de grandes colonos, los pequeños arrendatarios (en
otro sitio los llama «una muchedumbre de pequeños propietarios
y colonos que se mantienen a sí mismos y a sus familias con el
producto de la tierra trabajada por ellos, con las ovejas, las aves,
los cerdos, etc., que mandan a pastar a los terrenas comunales, no
necesitando apenas, por tanto, comprar víveres para su
consumo») «se verán convertidos en hombres obligados a
trabajar para otros si quieren comer y tendrán que ir al mercado
para proveerse de cuanto necesiten... Tal vez se trabaje más,
porque la coacción será también mayor... Crecerán las ciudades y
manufacturas, pues se verá empujada a ellas más gente en busca
de trabajo. He aquí el camino hacia el que lógicamente se orienta
la concentración de la propiedad territorial y por el que, desde
hace muchos años, se viene marchando ya efectivamente en este
reino» 33 •

Y resume los efectos generales de las inclosures en estos


términos:

31 Rev. Addington. Inquiry into the Reasons for and against Inclosing Open Fields
(«Investigación de las razones en pro y en contra del cercado de terrenos»), London,
1779 pp. 37-43 pass.
32 Dr. R. Price. Observations on Reversionary Payments {«Observaciones sobre los
pagos reversibles»), 6 ed. By W. Morgan, London, 1803, v. II, p. 155. Léase a Forster,
Addington, Kent, Price y James Anderson y compárese luego con la pobre
charlatanería de sicofante de Mac Culloch, en su catálogo titulado The Literature
of Political Economy («La literatura sobre Economía política»), London, 1845.
33 Dr. R. Price. Observations, etc., v. II, p.147.
256
Carlos Marx

«En general, la situación de las clases humildes del pueblo


ha empeorado en casi todos los sentidos; los pequeños propietarios
de tierras y colonos se han visto reducidos al nivel de jornaleros y
asalariados, a la par que se les hace cada vez más difícil ganarse
la vida en esta situación34 ».

En efecto, la usurpación de las tierras comunales y la


revolución agrícola que la acompañaba empeoraron hasta tal
punto la situación de los obreros agrícolas que, según el propio
Eden, entre 176S y 1780, su salario comenzó a descender por
debajo del nivel mínimo, haciéndose necesario completarlo con el
socorro oficial de pobreza. Su jornal, dice Eden, «alcanzaba a
duras penas a cubrir sus necesidades más perentorias».

Oigamos ahora un instante a un defensor de las inclosures


y adversario del Dr. Price.

«No es lógico inferir que exista despoblación porque ya no


se vea a la gente derrochar su trabajo en campo abierto ... Si al
convertir a los pequeños labradores en personas obligadas a
trabajar para otros, se moviliza más trabajo, es ésta una ventaja
que la nación» (entre la que no figuran, naturalmente, los que
sufren la transformación apuntada), «tiene que ver con buenos
ojos ... El producto será mayor si su trabajo combinado se emplea

34 Dr. R. Price. Observations, etc., p. 1S9. Esto hace recordar lo ocurrido en la antigua
Roma: «Los ricos se habían adueñado de la mayor parte de los terrenos comunes.
Confiándose a las circunstancias, en la seguridad de que estas tierras no habían ya
de arrebatarles, compraron a los pobres las parcelas situadas en las inmediaciones
de sus propiedades, unas veces contando con su voluntad y otras veces
arrebatándoselas por la fuerza, de modo que pasaron a cultivar extensísimas
fincas y no campos divididos. Para labrarlos y desarrollar en ellos la ganadería,
tenían que acudir a los servicios de los esclavos, pues los hombres libres eran
arrebatados del trabajo para dedicarlos a la guerra. Además, la posesión de
esclavos les producía grandes ganancias, pues éstos, libres del servicio militar,
podían procrear y multiplicarse a sus anchas. De este modo, los poderosos fueron
apoderándose de toda la riqueza y todo el país era un hervidero de esclavos. En
cambio los itálicos diezmados por la pobreza, los tributos y el servicio militar eran
cada vez menos. Además, en las épocas de paz, se veían condenados a una total
pasividad, pues, las tierras estaban en manos de los ricos y éstos empleaban en la
agricultura a esclavos y no a hombres libres» (Apiano. Las guerras civiles en Roma,
1, 7). Este pasaje se refiere a la época anterior a la Ley Licinia 38 • El servicio militar
que tanto aceleró la ruina de la plebe romana, fue también el medio principal de
que se valió Carlomagno para fomentar, como plantas en estufa, la transformación
de los campesinos alemanes libres en siervos y vasallos.
38 Alusión a la ley agraria de los tribunos de la plebe de Roma Licinio y Sextio
adoptada en el año 367 a. de n. e., que prohibía a los ciudadanos romanos poseer
más de S00 yugadas (alrededor de 12S hectáreas) de tierra pertenecientes al
Estado.- 11S.
257
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
en una sola hacienda, así se creará un sobrante para las
manufacturas haciendo de este modo que las manufacturas, una
de las minas de oro de nuestra nación aumenten en proporción a
la cantidad de trigo producido» 36 •

Sir F. M. Eden, matizado además de tory y de «filántropo»,


nos ofrece, por cierto, un ejemplo de la impasibilidad estoica con
que los economistas contemplan las violaciones más descaradas
del «sacrosanto derecho de propiedad» y la violencia más brutal
contra la persona, cuando esto es necesario para echar los
cimientos del régimen capitalista de producción. Toda la serie de
despojos brutales, horrores y vejaciones que lleva aparejados la
expropiación violenta del pueblo desde el último tercio del siglo
XV hasta fines del siglo XVIII, sólo le inspira a nuestro autor esta
«confortable» reflexión final: «Era necesario restablecer la
proporción debida (due) entre la tierra de labor y la destinada al
ganado. Todavía durante todo el siglo XIV y la mayor parte del
XV, por cada acre dedicado a ganadería había dos, tres y hasta
cuatro dedicados a labranza. A mediados del siglo XVI, la
proporción era ya de dos acres de ganadería por dos de labranza y
más tarde de dos a uno, hasta que por último se consiguió
establecer la proporción debida de tres acres de pastizales por
cada acre de labranza».

En el siglo XIX se pierde, como es lógico, hasta el recuerdo


de la conexión existente entre el agricultor y los bienes comunales.
Para no hablar de los tiempos posteriores, bastará decir que la
población rural no obtuvo ni un céntimo de indemnizaciones por
los 3.S11.770 acres de tierras comunales que entre los años de 1801
y 1831 le fueron arrebatados y ofrecidos como regalo a los
terratenientes por el parlamento de terratenientes.

Finalmente, el último gran proceso de expropiación de los


agricultores es el llamado Clearing of Estates («limpieza de
fincas», que en realidad consistía en barrer de ellas a los hombres).

36 [J. Arbuthnot.] An Inquiry into the Connection between the Present Price of
Provisions etc. («Investigación de la conexión entre el presente precio de los
víveres y las dimensiones de las granjas»), pp. 124, 129. En términos parecidos,
aunque con tendencia opuesta dice otro autor: «Los obreros son arrojados de sus
cottages y se ven obligados a buscar trabajo en la ciudad, pero, gracias a esto, se
obtiene un remanente mayor y se incrementa el capital» [(R. B. Seeley.) The Perils
of the Nation («Los peligros de la nación»), 2 ed. London.1843, p. XIV].

258
Carlos Marx

Todos los métodos ingleses que hemos venido estudiando


culminan en esta «limpieza». Como veíamos al describir en la
sección anterior la situación moderna, ahora que ya no había
labradores independientes que barrer, las «limpias» llegan a
barrer los mismos cottages, no dejando a los braceros del campo
sitio siquiera para alojarse en las tierras que trabajan. Sin
embargo, para saber lo que significa esto del «clearing of esta tes»
en el sentido estricto de la palabra, tenemos que trasladarnos a la
tierra de promisión de la literatura novelesca moderna: las
montañas de Escocia. Es aquí donde este proceso a que nos
referimos se distingue por su carácter sistemático, por la
magnitud de la escala en que se opera de golpe (en Irlanda hubo
terratenientes que consiguieron barrer varias aldeas a la vez; en
la alta Escocia se trata de extensiones de la magnitud de los
ducados alemanes), y finalmente, por la forma especial de la
propiedad inmueble usurpada.

Los celtas de alta Escocia estaban divididos en clanes, y


cada clan era propietario de los terrenos por él colonizados. El
representante del clan, su jefe o «caudillo», no era más que un
simple propietario titular de estos terrenos, del mismo modo que la
reina de Inglaterra lo era del suelo de toda la nación. Cuando el
Gobierno inglés hubo conseguido sofocar las guerras internas de
estos «caudillos» y sus constantes irrupciones en las llanuras de
la baja Escocia, los jefes de los clanes no abandonaron, ni mucho
menos, su antiguo oficio de bandoleros; se limitaron a cambiarlo
de forma. Por sí y ante sí, transformaron su derecho titular de
propiedad en un derecho de propiedad privada, y como las gentes
de los clanes opusieran resistencia, decidieron desalojarlas por la
fuerza de sus posesiones.

«Con el mismo derecho» -dice el profesor Newman-


«podría un rey de Inglaterra atreverse a arrojar a sus súbditos al
mar» 37 •

En las obras de Sir James Steuart 38 y James Anderson 40


podemos seguir las primeras fases de esta revolución que en

37 «A king of England might as well claim to drive ali his subjects into the sea». [F. W.
Newman. Lectures on Political Economy {«Conferencias sobre Economía política»),
London, 18S1, p. 132].
38 Steuart dice: «La renta de estas comarcas» (aplica equivocadamente la categoría
económica de «renta» al tributo abonado por los taksmen 39 al jefe del clan) «es
insignificante, comparada con su extensión, pero, respecto al número de personas
que sostiene una hacienda, puede tal vez asegurarse que un pedazo de tierra en la
259
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
Escocia comienza después de la última intentona del
pretendiente 41 • En el siglo XVIII, a los gaeles 42 lanzados de sus
tierras se les prohibía al mismo tiempo emigrar del país, para así
empujarlos por la fuerza a Glasgow y a otros centros fabriles de la
región 43 • Como ejemplo del método de expropiación predominante
en el siglo XIX44 , bastará citar las «limpias» llevadas a cabo por

montaña de Escocia mantiene a diez veces más personas que un terreno del mismo
valor en las provincias más ricas». (James Steuart. An lnquiry into the Principies of
Política! Oeconomy («Investigación de los principios de Economía política»), London,
1767, v.!, ch. XVI, p. 104].
39 Bajo el régimen de los clanes de Escocia se denominaban taskmen los decanos
subordinados directamente al jefe del clan, al laird («gran hombre»). El laird
dejaba al cuidado de los taskmen el tak («la tierra»), que era propiedad de todo el
clan, y como reconocimiento del poder del laird se le pagaba a éste cierto tributo.
Los taksmen, a su vez, distribuían las tierras entre sus vasallos. Con la
desintegración del sistema de los clanes, el laird se convierte en landlord
(terrateniente), y los taksmen se transforman, en realidad, en farmers capitalistas.
Al mismo tiempo, el anterior tributo cede lugar a la renta del suelo. -117.
40 James Anderson. Observations on the means of exciting a spirit of National
Industry etc. («Observaciones acerca de los medios de fomentar el espíritu de
industria nacional»), Edinburgh, 1777.
41 Trátase de la insurrección de los partidarios de los Estuardos en 1745-1746, que
exigían el trono británico para Carlos Eduardo, el llamado «joven pretendiente». La
insurrección reflejaba, a la vez, la protesta de las masas populares de Escocia y de
Inglaterra contra la explotación terrateniente y la expulsión masiva de los
campesinos de sus tierras. Después del aplastamiento de la insurrección por las
tropas regulares de Inglaterra, comenzó a desintegrarse intensamente el sistema de
clanes en la parte montañosa de Escocia, y la expulsión de los campesinos de sus
tierras adquirió un carácter todavía más enérgico. - 118.
42 Los gaeles constituyen la población aborigen de las comarcas montañosas del
Norte y del Oeste de Escocia, son descendientes de los antiguos celtas. - 118.
43 En 1860, se exportó al Canadá, con falsas promesas, a los campesinos
violentamente expropiados de sus tierras. Algunos huyeron a la montaña y a las
islas más próximas. Perseguidos por la policía, le hicieron frente y lograron escapar.
44 «En la montaña» -dice en 1814 Buchanan, el comentador de A. Smith-, «se echa
por tierra diariamente el antiguo régimen de propiedad ... El terrateniente, sin
preocuparse para nada de los que llevan la tierra en arriendo hereditaria» (otra
categoría mal aplicada), «la ofrece al mejor postor y si éste quiere mejorarla
(improve), introduce inmediatamente un nuevo sistema de cultivo. La tierra, antes
sembrada de pequeños labradores, estaba poblada en proporción a lo que producía;
bajo el nuevo sistema de cultivos mejorados y mayores rentas, se procura obtener
la mayor cantidad posible de fruto con el menor coste, para lo cual se eliminan los
brazos inútiles... Los expulsados del campo natal buscan su sustento en las
ciudades fabriles etc.» (David Buchanan. Observations on etc. A. Smith's Wealth of
Nations («Observaciones sobre Riqueza de las Naciones de A. Smith»), Edinburgh,
1814, v. IV, p. 144]. «Los aristócratas escoceses han expropiado a multitud de
familias, como se arrancan las malas hierbas, han tratado a aldeas enteras y a su
población como los indios tratan, en su venganza, a las guaridas de las bestias
salvajes. Se vende a un hombre por una piel de oveja, por una pierna de cordero o
por menos aún ... Cuando la invasión de las provincias del Norte de China, se
propuso en el Consejo de los Mongoles exterminar a los habitantes y convertir sus
tierras en pastos. Estas orientaciones son las que hoy siguen en su propio país y
contra sus propios paisanos, muchos terratenientes de alta Escocia» (George Ensor.
260
Carlos Marx

la duquesa de Sutherland. Esta señora, muy instruida en las


cuestiones de Economía política decidió, apenas hubo ceñido la
corona de duquesa, aplicar a sus posesiones un tratamiento
radical económico, convirtiendo todo su condado -cuyos
habitantes, mermados por una serie de procesos anteriores
semejantes a éste, habían ido quedando ya reducidos a 1S.000-
en pastos para ovejas. Desde 1814 hasta 1820 se desplegó una
campaña sistemática de expulsión y exterminio para quitar de en
medio a estos 1S.000 habitantes, que formarían,
aproximadamente, unas 3.000 familias. Todas sus aldeas fueron
destruidas y arrasadas, sus campos convertidos todos en terreno
de pastos. Las tropas británicas, enviadas por el Gobierno para
ejecutar las órdenes de la duquesa, hicieron fuego contra los
habitantes, expulsados de sus tierras. Una anciana pereció
abrasada entre las llamas de su choza, por negarse a abandonarla.
Así consiguió la señora duquesa apropiarse de 794.000 acres de
tierra, pertenecientes al clan desde tiempos inmemoriales.

A los naturales del país desahuciados les asignó en la orilla


del mar unos 6.000 acres, a razón de dos por familia. Hasta la
fecha, esos 6.000 acres habían permanecido yermos, sin producir
ninguna renta a sus propietarios. Llevada de su altruismo, la
duquesa se dignó arrendar estos eriales por una renta media de 2
chelines y 6 peniques cada acre a aquellos mismos miembros del
clan que habían vertido su sangre por su familia desde hacía
siglos. Todos los terrenos robados al clan fueron divididos en 29
grandes granjas destinadas a la cría de lanares, atendida cada
una de ella por una sola familia; los pastores eran, en su mayoría,
braceros de arrendatarios ingleses. En 182S, los 1S.000 gaeles
habían sido sustituidos ya por 131.000 ovejas. Los aborígenes
arrojados a la orilla del mar procuraban, entretanto, mantenerse
de la pesca; se convirtieron en anfibios y vivían, según dice un
escritor inglés de la época, mitad en tierra y mitad en el mar, sin
vivir entre todo ello más que a medias 45 •

An Inquiry conserning the Population of Nations («Investigación acerca de la


población de las naciones»), London, 1818, pp. 215, 216].
4 s Cuando la actual duquesa de Sutherland recibió en Londres, con gran pompa, a Mrs.
Beecher-Stowe, la autora de Uncle Tom's Cabin («La cabaña del tío Tom»), para
hacer gala de sus simpatías hacia los esclavos negros de la República
Norteamericana, cosa que, al igual que sus hermanas de aristocracia, se abstuvo
prudentemente de hacer durante la guerra civi1 46 en que todos los corazones
ingleses «nobles» latían por los esclavistas, expuse yo en la New-York Tribune la
situación de los esclavos de Sutherland47 (algunos pasajes de este artículo fueron
recogidos por Carey, en su obra The Slave Trade («El comercio de esclavos»),
Philadelphia, 1853, pp. 202, 203). Mi artículo fue reproducido por un periódico
261
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
Pero los bravos gaeles habían de pagar todavía más cara
aquella idolatría romántica de montañeses por los «caudillos» de
los clanes. El olor del pescado les dio en la nariz a los señores.
Estos, barruntando algo de provecho en aquellas playas, las
arrendaron a las grandes pescaderías de Londres, y los gaeles
fueron arrojados de sus casas por segunda vez 48 •

Finalmente, una parte de los pastos fue convertida en cotos


de caza. Como es sabido, en Inglaterra no existen verdaderos
bosques. La caza que corre por los parques de los aristócratas es,
en realidad, ganado doméstico, gordo como los aldermen
[concejales] de Londres. Por eso, Escocia es, para los ingleses, el
último asilo de la «noble pasión» de la caza.

«En la montaña» -dice Somers en 1848- «se han


extendido considerablemente los cotos de caza 49 • A un lado de
Gaick tenemos el nuevo coto de caza de Glenfeshie y al otro lado
el nuevo coto de caza de Ardverikie. En la misma dirección,
tenemos el Block Mount, un erial inmenso, recién crecido. De Este
a Oeste, desde las inmediaciones de Aberdeen hasta las rocas de
Oban, se extiende ahora una línea ininterrumpida de cotos de
caza, mientras que en otras regiones de la alta Escocia se alzan los
cotos de caza nuevos de Loch Archaig, Glengarry, Glenmoriston,
etc. Al convertirse sus tierras en terrenos de pastos para ovejas ... ,
los gaeles se vieron empujados a las comarcas estériles. Ahora la
caza comienza a sustituir a las ovejas, empujando a aquéllos a
una miseria todavía más espantosa ... Los montes de caza no

escocés, y provocó una enérgica polémica entre este periódico y los sicofantes de
los Sutherland.
46 La guerra civil de Norteamérica {1861-1865) se libró entre los Estados industriales
del Norte y los sublevados Estados esclavistas del Sur. La clase obrera se Inglaterra
se opuso a la política de la burguesía nacional, que apoyaba a los plantadores
esclavistas, e impidió con su acción la intervención de Inglaterra en esa contienda.
- 119.
47 Marx se refiere al artículo: Las elecciones. Complicaciones financieras. La duquesa
de Sutherland y la esclavitud, publicado en el periódico New York Daily Tribune
del 9 de febrero de 1853.
48 Datos interesantes sobre este asunto del pescado se encuentran en David Urquhart.
Véase Portfolio, New Series («Carpeta, nueva serie»). Nassau W. Senior, en su obra
póstuma citada más arriba, llama al «procedimiento seguido en Sutherlandshire
una de las «limpias» (clearings) más beneficiosas de que guarda recuerdo el
hombre» [Journals, Conversations and Essays relating to Ireland («Revistas,
conversaciones y ensayos acerca de Irlanda»), London, 1868].
49 Los deer forests [cotos de caza, literalmente, «bosques de ciervos»] de Escocia no
tienen ni un solo árbol. Se retiran las ovejas, se da suelta a los ciervos por las
montañas peladas, y a este coto se le da el nombre de deer forest. De modo que aquí
ini siquiera se plantan árboles!
262
Carlos Marx

pueden convivir con la gente. Uno de los dos tiene que batirse en
retirada y abandonar el campo. Si en los próximos veinticinco
años los cotos de caza siguen creciendo en las mismas
proporciones que en el último cuarto de siglo, no quedará ni un
solo gael en su tierra natal. Este movimiento que se ha
desarrollado entre los propietarios de las comarcas monstruosas
se debe, en parte, a la moda, a la manía aristocrática, a la afición
a la caza, etc., pero hay también muchos que explotan esto con la
mira puesta exclusivamente en la ganancia, pues es indudable
que, muchas veces, un pedazo de montaña convertido en coto de
caza es bastante más rentable que empleado como terreno de
pastos ... El aficionado que busca un coto de caza no pone a su
deseo más límite que la anchura de su bolsa ... Sobre la montaña
escocesa han llovido penalidades no menos crueles que las
impuestas a Inglaterra por la política de los reyes normandos. A la
caza se la deja correr en libertad, sin tasarle el terreno: en cambio,
a las personas se las acosa y se las mete en fajas de tierras cada
vez más estrechas... Al pueblo le fueron arrebatadas unas
libertades tras otras... Y la opresión crece diariamente. Los
propietarios siguen la norma de diezmar y exterminar a la gente
como un principio fijo, como una necesidad agrícola, lo mismo que
se talan los árboles y la maleza en las espesuras de América y
Australia, y esta operación sigue su marcha tranquila y
comercial» 50

so Robert Somers. Letters from the Highlands; or, the Famine of 1817 («Cartas de alta
Escocia; o el hambre de 1847»), London, 1848, pp. 12-28 passim. Estas cartas se
publicaron primeramente en el Times. Los economistas ingleses, naturalmente,
explican la epidemia de hambre desatada entre los gaeles en 1847 por su ...
superpoblación. Desde luego, no puede negarse que los hombres «pesaban» sobre
sus víveres. El Clearing of Estates o «asentamientos de campesinos», como lo
llaman en Alemania, se hizo sentir de un modo especial, en este país, después de la
guerra de los Treinta años 81 , y todavía en 1790 provocó en el electorado de Sajonia
insurrecciones campesinas. Este método imperaba principalmente en el Este de
Alemania. En la mayoría de las provincias de Prusia, fue Federico II el primero que
garantizó a los campesinos el derecho de propiedad. Después de la conquista de
Silesia, obligó a los terratenientes a restaurar las chozas, los graneros, etc., y a
dotar a las posesiones campesinas de ganado y aperos de labranza. Necesitaba
soldados para su ejército y contribuyentes para su erario. Por lo demás, si
queremos saber cuán agradable era la vida que llevaba el campesino bajo el caos
financiero de Federico II y su mezcolanza gubernativa de despotismo, burocracia y
feudalismo, no tenemos más que fijarnos en el pasaje siguiente de su admirador
Mirabeau: «El lino representa, pues, una de las mayores riquezas del campesino del
Norte de Alemania. Sin embargo, para desdicha del género humano, en vez de ser
un camino de bienestar, no es más que un alivio contra la miseria. Los impuestos
directos, las prestaciones personales y toda clase de contribuciones arruinan al
campesino alemán, que, por si esto fuera poco, tiene que pagar además impuestos
indirectos por todo lo que compra ... Y, para que su ruina sea completa, no puede
vender sus productos donde y como quiera, ni es libre tampoco para comprar donde
263
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria

le vendan más barato. Todas estas causas contribuyen a arruinarle


insensiblemente, y a no ser por los hilados no podría pagar los impuestos directos a
su vencimiento; los hilados le brindan una fuente auxiliar de ingresos,
permitiéndole emplear útilmente a su mujer y a sus hijos, a sus criadas y criados y
a él mismo. Pero, a pesar de esta fuente auxiliar de ingresos, iqué penosa vida la
suya! Durante el verano trabaja como un forzado, labrando la tierra y recogiendo
la cosecha; se acuesta a las nueve y se levanta a las dos, para poder dar cima a su
trabajo; en invierno parece que debiera reponer sus fuerzas con un descanso
mayor, pero si vende la cosecha para pagar los impuestos, le faltará el pan y la
simiente. Para tapar este agujero no tiene más que un camino: hilar ... e hilar sin
sosiego ni descanso. He aquí, cómo en invierno el campesino tiene que acostarse a
las doce o la una y levantarse a las cinco o las seis, o acostarse a las nueve para
levantarse a las dos, y así toda su vida, fuera de los domingos ... Este exceso de vela
y trabajo agota al campesino, y así se explica que en el campo hombres y mujeres
envejezcan mucho antes que en la ciudad» [Mirabeau. De la Monarchie Prusienne
(«De la monarquía prusiana»), t. III, p. 212 ss.]
Adición a la 2ª ed. En Abril de 1866, a los dieciocho años de publicarse la obra antes
citada de Robert Somers, el profesor Leone Levi dio en la Society of Arts82 una
conferencia sobre la transformación de los terrenos de pastos en cotos de caza, en
la que describe los progresos de la devastación en las montañas de Escocia. En esta
conferencia se dice, entre otras cosas: «La despoblación y la transformación de las
tierras de labor en simples terrenos de pastos brindaban el más cómodo de los
medios para percibir ingresos sin hacer desembolsos ... Convertir los terrenos de
pastos en deer forests, se hizo práctica habitual en la montaña. Las ovejas tienen
que ceder el puesto a los animales de caza, como antes los hombres habían tenido
que dejar el sitio a las ovejas ... Se puede ir andando desde las posesiones del conde
Dalhousie, en Forfarshire, hasta John o'Groats sin dejar de pisar en monte. En
muchos» (de estos montes) «se han aclimatado el zorro, el gato salvaje, la marta, la
garduña, la comadreja y la liebre de los Alpes, en cambio, el conejo, la ardilla y la
rata han penetrado en ellos hace muy poco. Extensiones inmensas de tierra, que en
la estadística de Escocia figuran como pastos de excepcional fertilidad y amplitud,
vegetan hoy privados de todo cultivo y de toda mejora, dedicados pura y
exclusivamente a satisfacer el capricho de la caza de unas cuantas personas
durante unos pocos días en todo el año».
El Economist8 3 londinense del 2 de junio de 1866 dice: «Un periódico escocés
publicaba la semana pasada, entre otras novedades, la siguiente: «Uno de los
mejores pastos de Sutherlandshire, por el que hace poco, al caducar el contrato de
arriendo vigente, se ofrecieron 1.200 libras esterlinas de renta anual, iva a
transformarse en deer forest!» Vuelven a manifestarse los institutos feudales ...
como en aquellos tiempos en que los conquistadores normandos ... arrasaron 36
aldeas para levantar sobre sus ruinas el New Forest [«Nuevo bosque»]... Dos
millones de acres, entre los cuales se contaban algunas de las comarcas más
feraces de Escocia, han sido íntegramente devastadas. La hierba natural de Glen
Tilt tenía fama de ser una de las más nutritivas del condado de Perth; el deer forest
de Ben Aulder había sido el mejor terreno de pastos del vasto distrito de Badenoch;
una parte del Black Mount forest (Bosque de la Montaña Negra] era el pasto más
excelente de Escocia para ovejas de hocico negro. Nos formaremos una idea de las
proporciones que han tomado los terrenos devastados para entregarlos al capricho
de la caza, señalando que estos terrenos ocupan una extensión mayor que todo el
condado de Perth. Para calcular la pérdida de fuentes de producción que esta
devastación brutal supone para el país, diremos que el suelo ocupado hoy por el
forest de Ben Aulder podría alimentar a 15.000 ovejas, y que este terreno sólo
representa 1/30 de toda la extensión cubierta en Escocia por los cotos de caza.
Todos estos vedados de caza son absolutamente improductivos ... lo mismo hubiera
264
Carlos Marx

La depredación de los bienes de la Iglesia, la enajenación


fraudulenta de las tierras del dominio público, el saqueo de los
terrenos comunales, la metamorfosis, llevada a cabo por la
usurpación y el terrorismo más inhumano de la propiedad feudal
y del patrimonio del clan en la moderna propiedad privada: he ahí
otros tantos métodos idílicos de acumulación originaria. Con estos
métodos se abrió paso a la agricultura capitalista, se incorporó el
capital a la tierra y se crearon los contingentes de proletarios
libres y privados de medios de vida que necesitaba la industria de
las ciudades.

3. Legislación sangrienta contra los expropiados, a partir de fines


del siglo XV. Leyes reduciendo el salario.

Los contingentes expulsados de sus tierras al disolverse las


huestes feudales y ser expropiados a empellones y por la fuerza
formaban un proletariado libre y privado de medios de existencia,
que no podía ser absorbido por las manufacturas con la misma
rapidez con que aparecía en el mundo. Por otra parte, estos seres
que de repente se veían lanzados fuera de su órbita
acostumbrada de vida, no podían adaptarse con la misma
celeridad a la disciplina de su nuevo estado. Y así, una masa de
ellos fue convirtiéndose en mendigos, salteadores y vagabundos;
algunos por inclinación, pero los más, obligados por las
circunstancias. De aquí que a fines del siglo XV y durante todo el
siglo XVI se dictase en toda Europa Occidental una legislación
sangrienta persiguiendo el vagabundaje. De este modo, los padres
de la clase obrera moderna empezaron viéndose castigados por
algo de que ellos mismos eran víctimas, por verse reducidos a
vagabundos y mendigos. La legislación los trataba como a
delincuentes «voluntarios», como si dependiese de su buena

dado hundirlos en las profundidades del Mar del Norte. La fuerte mano de la ley
debiera dar al traste con estos páramos o desiertos improvisados».
st La guerra de los Treinta años (1618-1648) fue una contienda europea provocada por
la lucha entre protestantes y católicos. Alemania fue el teatro principal de las
operaciones. Saqueada y devastada, fue también objeto de pretensiones
anexionistas de los participantes de la guerra. - 120.
82 La Sociedad de las Artes {«Society of Arts»), sociedad filantrópica ilustrativa
burguesa, fue fundada en 17S4, en Londres. El mencionado informe fue leído por
John Chalmers Morton, hijo de John Morton. - 121.
83 The Economist («El Economista»), revista semanal inglesa sobre problemas de
economía y política, órgano de la gran burguesía industrial, se publica en Londres
desde 1843.- 121.
265
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
voluntad el continuar trabajando en las viejas condiciones, ya
abolidas.

En Inglaterra, esta legislación comenzó bajo el reinado de


Enrique VIL

Enrique VIII, 1S30: Los mendigos v1e1os e incapacitados


para el trabajo deberán proveerse de licencia para mendigar.
Para los vagabundos capaces de trabajar, por el contrario, azotes
y reclusión. Se les atará a la parte trasera de un carro y se les
azotará hasta que la sangre mane de su cuerpo, devolviéndolos
luego, bajo juramento, a su pueblo natal o al sitio en que hayan
residido durante los últimos tres años, para que «se pongan a
trabajar» (to put himself to labour). iQué ironía tan cruel! El acto
del año 27 del reinado de Enrique VIII reitera el estatuto anterior,
pero con nuevas adiciones, que lo hacen todavía más riguroso. En
caso de reincidencia de vagabundaje, deberá azotarse de nuevo
al culpable y cortarle media oreja; a la tercera vez que se le coja,
se le ahorcará como criminal peligroso y enemigo de la sociedad.

Eduardo VI: Un estatuto dictado en el primer año de su


reinado, en 1S47, ordena que si alguien se niega a trabajar se le
asigne como esclavo a la persona que le denuncie como holgazán.
El dueño deberá alimentar a su esclavo con pan y agua, bodrio y
los desperdicios de carne que crea conveniente. Tiene derecho a
obligarle a que realice cualquier trabajo, por muy repelente que
sea, azotándole y encadenándole, si fuera necesario. Si el esclavo
desaparece durante dos semanas, se le condenará a esclavitud de
por vida, marcándole a fuego con una S [S-Slave, esclavo, en
inglés] en la frente o en un carrillo; si huye por tercera vez, se le
ahorcará como reo de alta traición. Su dueño puede venderlo,
legarlo a sus herederos o cederlo como esclavo, exactamente igual
que el ganado o cualquier objeto mueble. Los esclavos que se
confabulen contra sus dueños serán también ahorcados. Los
jueces de paz seguirán las huellas a los pícaros, tan pronto se les
informe. Si se averigua que un vagabundo lleva tres días seguidos
haraganeando, se le expedirá a su pueblo natal con una V
marcada a fuego en el pecho, y le sacarán con cadenas a la calle a
trabajar en la construcción de carreteras o empleándole en otros
servicios. El vagabundo que indique un falso pueblo de
nacimiento será castigado a quedarse en él toda la vida como
esclavo, sea de los vecinos o de la corporación, y se le marcará a
fuego con una S. Todo el mundo tiene derecho a quitarle al
vagabundo sus hijos y tenerlos bajo su custodia como aprendices:
266
Carlos Marx

los hijos hasta los veinticuatro años, las hijas hasta los veinte. Si
se escapan, serán entregados como esclavos, hasta dicha edad, a
sus maestros, quienes podrán azotarlos, cargarlos de cadenas, etc.,
a su libre albedrío. El maestro puede poner a su esclavo un anillo
de hierro en el cuello, el brazo o la pierna, para identificarlo mejor
y tenerlo más a mano54 . En la última parte de este estatuto se
establece que ciertos pobres podrán ser obligados a trabajar para
el lugar o el individuo que les dé de comer y-beber y les busque
trabajo. Esta clase de esclavos parroquiales subsiste en Inglaterra
hasta bien entrado el siglo XIX, bajo el nombre de roundsmen
(rondadores).

Isabel, 1S72: Los mendigos sin licencia y mayores de catorce


años serán azotados sin misericordia y marcados con hierro
candente en la oreja izquierda, caso de que nadie quiera tomarlos
durante dos años a su servicio. En caso de reincidencia, siempre
que sean mayores de dieciocho años y nadie quiera tomarlos por
dos años a su servicio, serán ahorcados. Al incidir por tercera vez,
se les ahorcará irremisiblemente como reos de alta traición. Otros
estatutos semejantes: el del año 18 del reinado de Isabel, c. 13, y la
ley de 1S9755 •

s4 El autor del Essay on Trade etc. («Ensayo sobre el comercio, etc.»), (1770), escribe:
«Bajo el reinado de Eduardo VI, los ingleses parecen haberse preocupado
seriamente de fomentar las manufacturas y dar trabajo a los pobres. Así lo indica
un notable estatuto, en el que se ordena que todos los vagabundos sean marcados
con hierro candente», etc. (o.e., p. S).
ss Dice Tomás Moro, en su Utopía: «Y así ocurre que un glotón, ansioso e insaciable,
verdadera peste de la comarca, puede juntar miles de acres de tierra y cercarlos
con una empalizada o un vallado, o mortificar de tal modo, a fuerza de violencias e
injusticias, a sus poseedores, que éstos se vean obligados a vendérselo todo. De un
modo o de otro, doble o quiebre, no tienen más remedio que abandonar el campo,
ipobres almas cándidas y míseras! Hombres, mujeres, maridos, esposas, huérfanos,
viudas, madres llorosas con sus niños de pecho en brazos, pues la agricultura
reclama muchas manos de obra. Allá van, digo, arrastrándose lejos de los lugares
familiares y acostumbrados, sin encontrar reposo en parte alguna; la venta de todo
su ajuar, aunque su valor no sea grande, algo habría dado en otras circunstancias;
pero, lanzados de pronto al arroyo, ¿qué han de hacer sino malbaratarlo todo? Y
después que han vagado hasta comer el último céntimo, ¿qué remedio sino robar
para luego ser colgados, ivive Dios!, con todas las de la ley, o echarse a pedir
limosna? Mas también en este caso van a dar con sus huesos a la cárcel, como
vagabundos, por andar por esos mundos de Dios rondando sin trabajar, ellos, a
quienes nadie da trabajo, por mucho que se esfuercen en buscarlo». «Bajo el
reinado de Enrique VIII fueron ahorcados 72.000 ladrones grandes y pequeños»
[Holinshed. Description of England («Descripción de Inglaterra»), v. 1, p. 1861, pobres
fugitivos de éstos, de quienes Tomás Moro dice que se veían obligados a robar para
comer. En tiempos de Isabel, «los vagabundos eran ahorcados en fila; apenas
pasaba un año sin que muriesen en la horca en uno u otro lugar 300 ó 400» [Strype.
Annals of the Reformation and Establishment of Religion, and other Various
Occurences in the Church of England during Queen Elisabeth's Happy Reign
267
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
Jacobo I: Todo el que no tenga empleo fijo y se dedique a
mendigar es declarado vagabundo. Los jueces de paz de las Petty
Sessions56 quedan autorizados a mandar a azotarlos en público y
a recluirlos en la cárcel, a la primera vez que se les sorprenda, por
seis meses, a la segunda, por dos años. Durante su permanencia en
la cárcel, podrán ser azotados tantas veces y en tanta cantidad
como los jueces de paz crean conveniente... Los vagabundos
peligrosos e incorregibles deberán ser marcados a fuego con una R
en el hombro izquierdo y sujetos a trabajos forzados; y si se les
sorprende nuevamente mendigando, serán ahorcados sin
misericordia. Estos preceptos, que conservan su fuerza legal hasta
los primeros años del siglo XVIII, sólo fueron derogados por el
reglamento del año 12 del reinado de Ana, c. 23.

Leyes parecidas a éstas se dictaron también en Francia, en


cuya capital se había establecido, a mediados del siglo XVII, un
verdadero reino de vagabundos (royaume des truands). Todavía
en los primeros años del reinado de Luis XVI (Ordenanza del 13 de
julio de 1777), disponía la ley que se mandase a galeras a todas las
personas de dieciséis a sesenta años que, gozando de salud,
careciesen de medios de vida y no ejerciesen ninguna profesión.
Normas semejantes se contenían en el estatuto dado por Carlos V,
en octubre de 1537, para los Países Bajos, en el primer edicto de los
Estados y ciudades de Holanda (19 de marzo de 1614), en el bando
de las Provincias Unidas (25 de junio de 1649), etc.

Véase, pues, cómo después de ser violentamente


expropiados y expulsados de sus tierras y convertidos en
vagabundos, se encajaba a los antiguos campesinos, mediante
leyes grotescamente terroristas a fuerza de palos, de marcas a
fuego y de tormentos, en la disciplina que exigía el sistema del
trabajo asalariado.

(«Anales de la Reforma y de la instauración de la religión, así como de otros


acontecimientos en la Iglesia de Inglaterra durante el feliz reinado de Isabel»), 2 ed.,
172S, v. II]. Según el mismo Strype, en Somersetshire fueron ejecutadas, en un solo
año, 40 personas, 3S marcadas con hierro candente, 37 apaleadas y 183
«facinerosos incorregibles» puestos en libertad. Sin embargo, añade el autor, «con
ser grande, esta cifra de personas acusadas no incluye 1/S de los delitos castigables,
gracias a la negligencia de los jueces de paz y a la necia misericordia del pueblo». Y
agrega: «Los demás condados de Inglaterra no salían mejor parados que
Somersetshire; muchos, todavía peor».
86 Petty Sessions (pequeñas sesiones), reuniones de los tribunales de paz de
Inglaterra, encargados de examinar los asuntos de pequeña importancia,
observándose un proceso simplificado.- 12S.
268
Carlos Marx

No basta con que las condiciones de trabajo cristalicen en


uno de los polos como capital y en el polo contrario como hombres
que no tienen nada que vender más que su fuerza de trabajo. Ni
basta tampoco con obligar a éstos a venderse voluntariamente.
En el transcurso de la producción capitalista, se va formando una
clase obrera que, a fuerza de educación, de tradición, de
costumbre, se somete a las exigencias de este régimen de
producción como a las más lógicas leyes naturales. La
organizac1on del proceso capitalista de producción ya
desarrollado vence todas las resistencias; la creación constante
de una superpoblación relativa mantiene la ley de la oferta y la
demanda de trabajo y, por ello, el salario a tono con las
necesidades de crecimiento del capital, y la presión sorda de las
condiciones económicas sella el poder de mando del capitalista
sobre el obrero. Todavía se emplea, de vez en cuando, la violencia
directa, extraeconómica; pero sólo en casos excepcionales. Dent ro
de la marcha natural de las cosas, ya puede dejarse al obrero a
merced de las «leyes naturales de la producción», es decir, puesto
en dependencia del capital, dependencia que las propias
condiciones de producción engendran, garantizan y perpetúan.
Durante la génesis histórica de la producción capitalista, no
ocurre aún así. La burguesía, que va ascendiendo, necesita y
emplea todavía el poder del Estado para «regular» los salarios, es
decir, para sujetarlos dentro de los límites que benefician a la
extracción de plusvalía, y para alargar la jornada de trabajo y
mantener al mismo obrero en el grado normal de dependencia. Es
éste un factor esencial de la llamada acumulación originaria.

La clase de los obreros asalariados, que surgió en la


segunda mitad del siglo XIV, sólo representaba por aquel entonces
y durante el siglo siguiente una parte muy pequeña de la
población y tenía bien cubierta la espalda por la economía de los
campesinos independientes, de una parte, y, de otra, por la
organización gremial de las ciudades. Tanto en la ciudad como en
el campo, había una cierta afinidad social entre patronos y
obreros. La supeditación del trabajo al capital era sólo formal; es
decir, el modo de producción no presentaba aún un carácter
específicamente capitalista. El elemento variable del capital
predominaba considerablemente sobre el constante. Por eso, la
demanda de trabajo asalariado crecía rápidamente con cada
acumulación de capital mientras la oferta sólo le seguía
lentamente. Por aquel entonces, todavía se invertía en el fondo de
consumo del obrero una gran parte del producto nacional, que

269
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
más tarde había de convertirse en fondo de acumulación de
capital.

En Inglaterra, la legislación sobre el trabajo asalariado,


encaminada desde el primer momento a la explotación del obrero
y enemiga de él desde el primer instante hasta el último 57 ,
comienza con el Statute of Labourers [Estatuto de obreros] de
Eduardo III, en 1349. A él corresponde, en Francia la Ordenanza de
13S0, dictada en nombre del rey Juan. La legislación inglesa y
francesa siguen rumbos paralelos y tienen idéntico contenido. En
la parte en que los estatutos obreros procuran imponer la
prolongación de la jornada de trabajo no hemos de volver sobre
ellos, pues este punto ha sido tratado ya (parte S del capítulo 8).

El Statute of Labourers se dictó ante las apremiantes


quejas de la Cámara de los Comunes.

«Antes» -dice candorosamente un tory- «los pobres


exigían unos jornales tan altos, que ponían en trance de ruina la
industria y la riqueza. Hoy, sus salarios son tan bajos, que ponen
también en trance de ruina la industria y la riqueza, pero de otro
modo y tal vez más amenazadoramente que antes» 60 •

En este estatuto se establece una tarifa legal de salarios


para el campo y la ciudad, por piezas y por días. Los obreros del
campo deberán contratarse por años, los de la ciudad «en el
mercado libre». Se prohíbe, bajo penas de cárcel, abonar jornales
superiores a los señalados por el estatuto, pero el delito de percibir
tales salarios ilegales se castiga con mayor dureza que el delito de
abonarlos. Siguiendo esta norma, en las sec. 18 y 19 del Estatuto de
aprendices dictado por la reina Isabel se castiga con diez días de
cárcel al que abone jornales excesivos; en cambio, al que los cobre
se le castiga con veintiuno. Un estatuto de 1360 aumenta las

87 «Siempre que la ley intenta zanjar las diferencias existentes entre los patronos
(masters) y sus obreros, lo hace siguiendo los consejos de los patronos», dice A.
Smith88 . «El espíritu de las leyes es la propiedad», escribe Linguet 89 •
ss A. Smith. An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations
(«Investigación acerca de la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones»).
Vol. !, Edinburgh, 1814, p. 237.- 126.
89 [Linguet, N.] Théorie des loix civiles, ou Príncipes fondamentaux de la société
(«Teoría de las leyes civiles, o Principios fundamentales de la sociedad»). T. l.
Londres, 1767, p. 236.- 126.
60 J. B. Bytes. Sophisms of Free Trade. By a Barrister {«Sofismas sobre el
librecambismo». Por un abogado), London, 18S0, p. 206. Y añade, maliciosamente:
«Nosotros hemos estado siempre dispuestos, cuanto de ayudar al patrono se
trataba. ¿No se podrá ahora hacer algo por el obrero?»
270
Carlos Marx

penas y autoriza incluso al patrono para imponer, mediante


castigos corporales, el trabajo por el salario tarifado. Todas las
combinaciones, contratos, juramentos, etc., con que se obligan
entre sí los albañiles y los carpinteros son declarados nulos.
Desde el siglo XIV hasta 182S, el año de la abolición de las leyes
anticoalicionistas 61 , las coaliciones obreras son consideradas como
un grave crimen. Cuál era el espíritu que inspiraba el estatuto
obrero de 1349 y sus hermanos menores se ve claramente con sólo
advertir que en él se fijaba por imperio del Estado un salario
máximo; lo que no se prescribía ni por asomo era un salario
mínimo.

Durante el siglo XVI, empeoró considerablemente, como se


sabe, la situación de los obreros. El salario en dinero subió, pero no
proporcionalmente a la depreciación del dinero y a la
correspondiente subida de los precios de las mercancías. En
realidad, pues, los jornales bajaron. A pesar de ello, seguían en
vigor las leyes encaminadas a hacerlos bajar, con la conminación
de cortar la oreja y marcar con el hierro candente a aquellos «que
nadie quisiera tomar a su servicio». El Estatuto de aprendices del
año S del reinado de Isabel, c. 3, autorizaba a los jueces de paz a
fijar determinados salarios y modificarlos, según las épocas del
año y los precios de las mercancías. Jacobo I hizo extensiva esta
norma a los tejedores, los hilanderos y toda suerte de categorías
obreras62 , y Jorge II extendió las leyes contra las coaliciones
obreras a todas las manufacturas.

61 Las leyes anticoalicionistas, que prohibían la creación y la actividad de cualquier


organización obrera, fueron promulgadas por el parlamento inglés en los años 1799
y 1800. En 1824, el parlamento las derogó, confirmando la derogación una vez más
en 182S. Sin embargo, incluso después de eso se limitó mucho la actividad de las
uniones obreras. Hasta la simple propaganda en favor de la adhesión de los obreros
a las uniones y de la participación en las huelgas se consideraba «coerción» y
«violencia» y se punía como delito de derecho común. - 127.
62 De una cláusula del estatuto del segundo año del reinado de Jacobo !, c. 6, se infiere
que ciertos fabricantes de paños se arrogaban el derecho a imponer oficialmente la
tarifa de jornales en sus propios talleres, como jueces de paz. En Alemania,
abundaban los estatutos encaminados a mantener bajos los jornales, sobre todo
después de la guerra de los Treinta años. «En las comarcas deshabitadas, los
terratenientes padecían mucho de la penuria de criados y obreros. A todos los
vecinos del pueblo les estaba prohibido alquilar habitaciones a hombros y mujeres
solteros, y todos estos huéspedes debían ser puestos en conocimiento de la
autoridad y encarcelados, caso de que no accedieran a entrar a servir de criados,
aun cuando viviesen de otra ocupación, trabajando para los campesinos por un
jornal o tratando incluso con dinero y en granos» [Kaiserliche Privilegien und
Sanctionen für Schlesien («Privilegios y sanciones imperiales para Silesia», !, 12S].
«Durante todo un siglo escuchamos en los decretos de los regentes amargas quejas
acerca de esa chusma maligna y altanera que no quiere someterse a las duras
condiciones del trabajo ni conformarse con el salario legal; a los terratenientes se
271
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria

Dentro del período propiamente manufacturero, el régimen


capitalista de producción sentiase ya lo suficientemente fuerte
para que la reglamentación legal de los salarios fuese tan
impracticable como superflua, pero se conservaban, por si acaso,
las armas del antiguo arsenal. Todavía el reglamento publicado el
año 8 del reinado de Jorge II prohíbe que los oficiales de sastre de
Londres y sus alrededores cobren más de 2 chelines y 7 peniques y
medio de jornal, salvo en casos de duelo público; el reglamento del
año 13 del reinado de Jorge III, c. 68, encomienda a los jueces de
paz la reglamentación del salario de los tejedores en seda; todavía
en 1796, fueron necesarios dos fallos de los tribunales superiores
para decidir si las órdenes de los jueces de paz sobre salarios
regían también para los obreros no agrícolas; en 1799, una ley del
parlamento confirma que el salario de los obreros mineros de
Escocia se halla reglamentado por un estatuto de la reina Isabel y
dos leyes escocesas de 1661 y 1671. Un episodio inaudito, producido
en la Cámara de los Comunes de Inglaterra, vino a demostrar
hasta qué punto habían cambiado las cosas. Aquí, donde durante
más de 400 años se habían estado fabricando leyes sobre la tasa
máxima que en modo alguno podía rebasar el salario pagado a un
obrero, se levantó en 1796 un diputado, Whitbread, para proponer
un salario mínimo para los jornaleros del campo. Pitt se opuso a la
propuesta, aunque reconociendo que «la situación de los pobres
era cruel». Por fin, en 1813 fueron derogadas las leyes sobre
reglamentación de salarios. Estas leyes eran una ridícula
anomalía, desde el momento en que el capitalista regía la fábrica
con sus leyes privadas, haciéndose necesario completar el salario
del bracero del campo con el tributo de pobreza para llegar al
mínimo indispensable. Las normas de los Estatutos obreros sobre
los contratos entre el patrono y sus jornaleros, sobre los plazos de
aviso, etc., las que sólo permiten demandar por lo civil contra el
patrono que falta a sus deberes contractuales, permitiendo, en
cambio, procesar por lo criminal al obrero que no cumple los suyos,
siguen en pleno vigor hasta la fecha.

les prohíbe abonar más de lo que la autoridad del país señala en una tasa. Y, sin
embargo, las condiciones del servicio son, después de la guerra, mejores todavía de
lo que habían de ser cien años más tarde; en 1652, los criados, en Silesia, comían
aún carne dos veces por semana, mientras que ya dentro de nuestro siglo había
distritos silesianos en que sólo se comía carne tres veces al año. Los jornales
después de la guerra eran también más elevados que habían de serlo en los siglos
siguientes» [G. Freytag. Neue Bilder aus dem Leben des deutschen Volkes {«Nuevos
cuadros de la vida del pueblo alemán»), Leipzig, 1862, S. 35, 36].

272
Carlos Marx

Las crueles leyes contra las coaliciones hubieron de


derogarse en 182S, ante la actitud amenazadora del proletariado.
No obstante, sólo fueron derogadas parcialmente. Hasta 18S9 no
desaparecieron algunos hermosos vestigios de los antiguos
estatutos. Finalmente, la ley votada por el parlamento el 29 de
junio de 1871 prometió borrar las últimas huellas de esta
legislación de clase, mediante el reconocimiento legal de las
tradeuniones. Pero otra ley parlamentaria de la misma fecha (An
act to amend the criminal law relating to violence, threats and
molestation) («Acto para enmendar la criminal ley acerca de la
violencia, las amenazas y las vejaciones») restablece, en realidad,
el antiguo estado de derecho bajo una forma nueva. Mediante
este escamoteo parlamentario, los recursos de que pueden valerse
los obreros en caso de huelga o lockout (huelga de los fabricantes
coaligados, para cerrar sus fábricas), se sustraen al derecho
común y se someten a una legislación penal de excepción, que los
propios fabricantes son los encargados de interpretar, en su
función de jueces de paz. Dos años antes, la misma Cámara de los
Comunes y el mismo señor Gladstone, con su proverbial honradez,
habían presentado un proyecto de ley aboliendo todas las leyes
penales de excepción contra la clase obrera. Pero no se le dejó
pasar de la segunda lectura, y se fue dando largas al asunto,
hasta que, por fin, el «gran partido liberal», fortalecido por la
alianza con los tories 63 , tuvo la valentía necesaria para votar
contra el mismo proletariado que le había encaramado en el poder.
No contento con esta traición, el «gran partido liberal» permitió
que los jueces ingleses, que tanto se desviven en el servicio a las
clases gobernantes, desenterrasen las leyes ya prescritas sobre
las «conspiraciones» 64 y las aplicasen a las coaliciones obreras.
Como se ve, el parlamento inglés renunció a las leyes contra las
huelgas y las tradeuniones de mala gana y presionado por las
masas, después de haber desempeñado él durante cinco siglos,
con el egoísmo más desvergonzado, el papel de una tradeunion
permanente de los capitalistas contra los obreros.

63 El partido de los tories, partido político inglés fundado a fines del año 70 y
comienzos de los 80 del siglo XVII, expresaba los intereses de la aristocracia
terrateniente y el alto clero. A mediados del siglo XIX, sobre la base del partido de
los tories, fue fundado el Partido Conservador, que, a veces, también se llama
«tory». - 129.
64 Las leyes contra las «conspiraciones» rigieron en Inglaterra ya en la Edad Media.
En virtud de las mismas se perseguían las organizaciones y la lucha de clase de los
obreros, tanto antes de su adopción (véase la nota 79), como después de su
abolición. - 129.
273
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
En los mismos comienzos de la tormenta revolucionaria, la
burguesía francesa se atrevió a arrebatar de nuevo a los obreros
el derecho de asociación que acababan de conquistar. Por decreto
del 14 de junio de 1791, declaró todas las coaliciones obreras como
un «atentado contra la libertad y la Declaración de los Derechos
del Hombre», sancionable con una multa de S00 libras y privación
de la ciudadanía activa durante un año 65 • Esta ley, que, poniendo
a contribución el poder policiaco del Estado, procura encauzar
dentro de los límites que al capital le plazcan la lucha de
concurrencia entablada entre el capital y el trabajo, sobrevivió a
todas las revoluciones y cambios de dinastía. Ni el mismo régimen
del terror66 se atrevió a tocarla. No se la borró del Código penal
hasta hace muy poco. Nada más elocuente que el pretexto que se
dio, al votar la ley para justificar este golpe de Estado burgués.
«Aunque es de desear -dice el ponente de la ley, Le Chapelier-
que los salarios suban por encima de su nivel actual, para que
quienes los perciben puedan sustraerse a esa dependencia
absoluta que supone la carencia de los medios de vida más
elementales, y que es casi la esclavitud», a los obreros se les niega
el derecho a ponerse de acuerdo sobre sus intereses, a actuar
conjuntamente y, por tanto, a vencer esa «dependencia absoluta,
que es casi la esclavitud», porque con ello herirían «la libertad
de sus cidevant maftres [anteriores dueños] y actuales
patronos» (ila libertad de mantener a los obreros en la esclavitud!),
y porque el coaligarse contra el despotismo de los antiguos
maestros de las corporaciones equivaldría -iadivínese!- a
restaurar las corporaciones abolidas por la Constitución
francesa 6 7 •

4. Génesis del arrendatario capitalista.

65 El artículo I de esta ley dice así: «Como una de las bases de la Constitución francesa
es la abolición de toda clase de asociaciones de ciudadanos del mismo estado y
profesión, se prohíbe restaurarlas con cualquier pretexto o bajo cualquier forma».
El artículo IV declara que si «ciudadanos de la misma profesión, industria u oficio
se confabulan y se ponen de acuerdo para rehusar conjuntamente el ejercicio de su
industria o trabajo o no prestarse a ejercerlo más que por un determinado precio,
estos acuerdos y confabulaciones... serán considerados como contrarios a la
Constitución y como atentatorios a la libertad y a los Derechos del Hombre, etc.»; es
decir, como delitos contra el Estado, lo mismo que en los antiguos Estatutos obreros
[Révolutions de Paris («Revoluciones de París»), París, 1791, t. III, p. 523].
66 Tratase del Gobierno de la dictadura jacobina de Francia entre junio de 1793 y
junio de 1794.- 130.
67 Buchez et Roux. Histoire Parlementaire («Historia parlamentaria») t. X, pp. 193-195,
passim.
274
Carlos Marx

Después de exponer el proceso de violenta creación de los


proletarios libres y desheredados, el régimen sanguinario con que
se les convirtió en obreros asalariados, las sucias altas medidas
estatales que, aumentando el grado de explotación del trabajo
elevaban, con medios policíacos, la acumulación del capital,
cumple preguntar: ¿cómo surgieron los primeros capitalistas?
Pues la expropiación de la población campesina sólo crea
directamente grandes propietarios de tierra. En cuanto a la
génesis del arrendatario, puede, digámoslo así, tocarse con la
mano, pues constituye un proceso lento, que se arrastra a lo largo
de muchos siglos. Los propios siervos, y con ellos los pequeños
propietarios libres no tenían todos, ni mucho menos, la misma
situación patrimonial, siendo por tanto emancipados en
condicionas económicas muy distintas.

En Inglaterra, la primera forma bajo la que se presenta el


arrendatario es la del bailifftambién siervo. Su posición se parece
mucho a la del villicus [capataz de esclavos] de la antigua Roma,
aunque con un radio de acción más reducido. Durante la segunda
mitad del siglo XIV es sustituido por un colono o arrendatario, al
que el señor de la tierra provee de simiente, ganado y aperos de
labranza. Su situación no difiere gran cosa de la del simple
campesino. La única diferencia es que explota más trabajo
asalariado. Pronto se convierte en métayer [aparcero], en
semiarrendatario. Este pone una parte del capital agrícola y el
propietario la otra. Los frutos se reparten según la proporción
fijada en el contrato. En Inglaterra, esta forma no tarda en
desaparecer, para ceder el puesto a la del verdadero arrendatario,
que explota su propio capital empleando obreros asalariados y
abonando al terrateniente como renta, en dinero o en especie, una
parte del plusproducto.

Durante el siglo XV, mientras el campesino independiente y


el obrero agrícola, que, además de trabajar a jornal para otro,
cultiva su propia tierra, se enriquecen con su trabajo, las
condiciones de vida del arrendatario y su campo de producción no
salen de la mediocridad. La revolución agrícola del último tercio
del siglo XV, que dura casi todo el siglo XVI (aunque exceptuando
los últimos decenios), enriquece al arrendatario con la misma
celeridad con que empobrece a la población rural 68 • La usurpación

68 «Arrendatarios» -dice Harrison, en su Description of England («Descripción de


Inglaterra»)-, «a quienes antes resultaba gravoso pagar 4 libras esterlinas de
renta, pagan hoy 40, SO y hasta 100 libras, y aún creen que han hecho un mal
275
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
de los pastos comunales, etc., le permite aumentar
considerablemente casi sin gastos su contingente de ganado, al
paso que éste le suministra abono más abundante para cultivar la
tierra.

En el siglo XVI viene a añadirse a éstos un factor decisivo.


Los contratos de arrendamiento eran entonces contratos a largo
plazo, abundando los de noventa y nueve años. La constante
depreciación de los metales preciosos, y por tanto del dinero, fue
para los arrendatarios una lluvia de oro. Hizo -aun prescindiendo
de todas las circunstancias ya expuestas- que descendiesen los
salarios. Una parte de éstos pasó a incrementar las ganancias del
arrendatario. El alza incesante de los precios del trigo, de la lana,
de la carne, en una palabra, de todos los productos agrícolas, vino
a hinchar, sin intervención suya, el capital en dinero del
arrendatario, mientras que la renta de la tierra, que él tenía que
abonar, se contraía en su antiguo valor en dinero 69 • De este modo,
se enriquecía a un tiempo mismo a costa de los jornaleros y del
propietario de la tierra. Nada tiene, pues, de extraño que, a fines
del siglo XVI, Inglaterra contase con una clase de «arrendatarios

negocio si al expirar su contrato de arriendo no han puesto aparte seis o siete años
de renta».
69 Sobre los efectos que tuvo la depreciación del dinero en el siglo XVI para las
diversas clases de la sociedad versa A Compendious or Briefe Examination of
Certayne Ordinary Complaints, of Divers of our Countrymen in these our Dayes. By
W. S., Gentleman («Compendio o breve examen de ciertas quejas corrientes de
diversos compatriotas nuestros en los días de hoy»), London, 1581. La forma
dialogada de esta obra hizo que durante mucho tiempo se le atribuyese a
Shakespeare, bajo cuyo nombre se reeditó todavía en 1751. Su autor es William
Stafford. En uno de los pasajes de la obra, el caballero (knight) razona así:
Caballero: «Vos, mi vecino, el labriego, y vos, señor tendero, y vos, maestro
calderero, y como vos los demás artesanos, todos os defendéis a maravilla. Porque
a medida que todas las cosas encarecen, subís los precios de vuestras mercancías y
actividades, cuando las revendáis. Pero nosotros no tenemos nada que vender para
poder subir su precio y compensar así la carestía de las cosas que nos vemos
obligados a comprar». En otro pasaje, el Caballero pregunta al Doctor: «Os ruego
me digáis qué grupos de gente son esos a que os referís. Y, ante todo, ¿cuáles, en
vuestra opinión, no experimentarán con esto ninguna pérdida?» -Doctor. «Me
refiero a todos los que viven de comprar y vender, pues si compran caro, venden
caro también». -Caballero: «¿cuál es el segundo grupo que, según vos, sale
ganancioso?» -Doctor. «Muy sencillo, el de todos aquellos que llevan en arriendo
tierras o granjas para su cultivo pagando la renta antigua, pues si pagan según la
norma antigua, venden según la nueva; es decir, que pagan por su tierra muy poco
y venden caro lo que sacan de ella ... » -Caballero: «¿y cuál es, a vuestro juicio, el
grupo que sale perdiendo más de lo que éstos ganan?» -Doctor. «El de todos los
nobles, caballeros (noblemen, gentlemen) y demás personas que viven de una renta
fija o de un estipendio, que no trabajan (cultivan) ellos mismos sus tierras o no se
dedican a comprar y vender».
276
Carlos Marx

capitalistas» ricos, para lo que se acostumbraba en aquellos


tiempos 7°.

S. La influencia inversa de la revolución agrícola sobre la


industria. Formación del mercado interior para el capital
industrial.

La expropiación y el desahucio de la población campesina,


realizados por ráfagas y constantemente renovados, hacía afluir
a la industria de las ciudades, como hemos visto, masas cada vez
más numerosas de proletarios desligados en absoluto del régimen
gremial, sabia circunstancia que hace creer al viejo A. Anderson 71
(autor que no debe confundirse con James Anderson), en su
Historia del Comercio, en una intervención directa de la
providencia. Hemos de detenernos unos instantes a analizar este

70 En Francia, el régisseur, el encargado de administrar y cobrar los tributos


adeudados al señor feudal durante la temprana Edad Media, se convierte pronto en
un homme d'affaires (hombre de negocios) que, a fuerza de chantajes, estafas y
otros recursos por el estilo, va trepando hasta escalar el rango de capitalista. A
veces, estos régisseurs eran también aristócratas. Un ejemplo: «Entrega esta
cuenta el señor Jacques de Thoraisse, noble preboste de Besan<;:on, al señor que en
Dijon lleva las cuentas del señor Duque y Conde de Borgoña sobre las rentas
adeudadas a dicho señorío desde el 2S día de diciembre de 13S9 hasta el 28 de
diciembre de 1360» [Alexis Monteil. Traité des Matériaux Manuscrits, etc.
(«Tratado de materiales manuscritos»), v. I, pp. 234, 23S]. Aquí vemos ya como en
todas las esferas de la vida social es el intermediario quien se embolsa la mayor
parte del botín. En la esfera económica, por ejemplo, son los financieros, los
bolsistas, los comerciantes, los tenderos, los que se quedan con la mejor parte; en el
derecho civil se queda con la cosecha de ambas partes el abogado; en la política, el
diputado es más que sus electores, el ministro más que el soberano, en el mundo de
la religión, Dios es relegado a segundo plano por los «intermediarios» y éstos, a su
vez, por los curas, mediadores imprescindibles entre el «buen pastor» y sus ovejas.
En Francia, lo mismo que en Inglaterra, los grandes dominios feudales estaban
divididos en un sinnúmero de pequeñas explotaciones, pero en condiciones
incomparablemente más perjudiciales para la población campesina. En el
transcurso del siglo XIV surgieron las granjas, fermes o terriers. Su número iba
incesantemente en aumento, y llegó a rebasar el de 100.000. Abonaban al señor
una renta, en dinero o en especie, que oscilaba entre la 12 o la S parte de los frutos.
Los terriers eran feudos, subfeudos (fiefs, arriere-fiefs), etc., según el valor y
extensión de los dominios algunos de los cuales sólo medían unas cuantas arpents.
Todos los propietarios de estos terriers poseían, en mayor o menor grado,
jurisdicción propia sobre sus moradores; había cuatro grados de jurisdicción. Fácil
es imaginarse cuánta sería la opresión del pueblo campesino bajo este sinnúmero
de pequeños tiranos. Monteil dice que por aquel entonces funcionaban en Francia
160.000 tribunales de justicia, donde hoy bastan 4.000 (incluyendo los jueces de
paz).
71 A. Anderson. An Historical and Chronological Deduction of the Origin of Commerce,
from the Earliest Accounts to the present Time («Ensayo histórico y cronológico del
comercio desde los primeros datos hasta el presente»). La primera edición salió en
Londres en 1764.- 133.
277
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
elemento de la acumulación ongmaria. Al enrarecimiento de la
población rural independiente que trabaja sus propias tierras no
sólo corresponde una condensación del proletariado industrial,
como al enrarecimiento de la materia del universo en unos sitios,
corresponde, según Geoffroy Saint-Hilaire 72 , su condensación en
otros.

A pesar de haber disminuido el número de brazos que la


cultivaban, la tierra seguía dando el mismo producto o aún más,
pues la revolución operada en el régimen de la propiedad
inmueble lleva aparejados métodos perfeccionados de cultivo,
mayor cooperación, concentración de los medios de producción,
etc., y los jornaleros del campo no sólo son explotados más
intensamente 73 , sino que, además, va reduciéndose en
proporciones cada vez mayores el campo de producción en que
trabajan para ellos mismos. Con la parte de la población rural que
queda disponible quedan también disponibles, por tanto, sus
antiguos medios de subsistencia, que ahora se convierten en
elemento material del capital variable. Ahora, el campesino
lanzado al arroyo, si quiere vivir, tiene que comprar el valor de
sus medios de vida a su nuevo señor, el capitalista industrial, en
forma de salario. Y lo que ocurre con los medios de vida, ocurre
también con las primeras materias agrícolas, de producción local,
suministradas a la industria. Estas se convierten en elemento del
capital constante.

Supongamos, por ejemplo, que una parte de los campesinos


de Westfalia, que en tiempos de Federico II hilaban todos lino, fue
expropiada violentamente y arrojada de sus tierras, mientras los
restantes se convertían en jornaleros de los grandes arrendatarios.
Simultáneamente, surgen grandes fábricas de hilados de lino y de
tejidos, en las que entran a trabajar por un jornal los brazas que
han quedado «disponibles». El lino sigue siendo el mismo de antes.
No ha cambiado en él ni una sola fibra, y sin embargo, en su
cuerpo se alberga ahora una alma social nueva, pues este lino
forma ahora parte del capital constante del dueño de la
manufactura. Antes, se distribuía entre un sinnúmero de
pequeños productores, que lo cultivaban por sí mismos y lo
hilaban en pequeñas cantidades, con sus familias; ahora, se

72 En sus Notions de Philosophi Naturelle («Nocoones de filosofía natural»), París,


1838.
73 Punto este en el que insiste Sir James Steuart74 •
74 J. Steuart. An Inquiry into the Principies of Political Oeconomy («Investigación de
los principios de la Economía política»). Vol.!, Dublin, 1770, First book, Ch. XVl.-134.
278
Carlos Marx

concentra en manos de un solo capitalista, que hace que otros


hilen y tejan para él. Antes, el trabajo suplementario que se
rendía en el taller de hilado se traducía en un ingreso
suplementario para innumerables familias campesinas, o también,
bajo Federico II, en impuestos pour le roí de Prusse75• Ahora, se
traduce en ganancia para un puñado de capitalistas. Los husos y
los telares, que antes se distribuían por toda la comarca, se
aglomeran ahora, con los obreros y la materia prima, en unos
cuantos cuarteles del trabajo. Y de medios de vida independiente
para hilanderos y tejedores, los husos, los telares y la materia
prima se convierten en medios para someterlos al mando de otro 76
y para arrancarles trabajo no retribuido. Ni en las grandes
manufacturas ni en las grandes granjas hay algún signo exterior
que indique que en ellas se reúnen muchos pequeños hogares de
producción y que deben su origen a la expropiación de muchos
pequeños productores independientes. Sin embargo, el ojo
imparcial no se deja engañar tan fácilmente. En tiempo de
Mirabeau, el terrible revolucionario, las grandes manufacturas se
llamaban todavía manufactures réunies, talleres reunidos, como
decimos de las tierras cuando se juntan.

«Sólo se ven» -dice Mirabeau- «esas grandes


manufacturas, en las que trabajan cientos de hombres bajo las
órdenes de un director y que se denominan generalmente
manufacturas reunidas (manufactures réunies). En cambio,
aquellas en las que trabajan diseminados, cada cual por su cuenta,
gran número de obreros, pasan casi inadvertidas. Se las relega a
último término. Y esto es un error muy grande, pues son éstas las
que forman la parte realmente más importante de la riqueza
nacional... La fábrica reunida (fabrique réunie) enriquecerá
fabulosamente a uno o dos empresarios pero los obreros que en
ella trabajan no son más que jornaleros mejor o peor pagados, que
en nada participan del bienestar del fabricante. En cambio, en las
fábricas separadas (fabriques séparées) nadie se enriquece, pero
gozan de bienestar multitud de obreros ... El número de los obreros
activos y económicos crecerá, porque éstos ven en la vida
ordenada y en el trabajo un medio de mejorar notablemente su
situación, en vez de obtener una pequeña mejora de jornal, que

75 Literalmente, «para el rey de Prusia», en el sentido figurado, «cobrados por nada».


(N. de la Edit.).
76 «Os concederé» -dice el capitalista- «el honor de servirme, a condición de que
me indemnicéis, entregándome lo poco que os queda, el sacrificio que hago al
mandar sobre vosotros» [J. J. Rousseau. Discours sur l'Économie Politique
(«Discursos sobre la Economía política»)].
279
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
jamás decidirá del porvenir y que, a lo sumo, permite al obrero
vivir un poco mejor, pero siempre al día. Las manufacturas
separadas e individuales, combinadas casi siempre con un poco de
labranza, son las únicas libres» 77 •

La expropiación y el desahucio de una parte de la


población rural, no sólo deja a los obreros, sus medios de vida y
sus materiales de trabajo disponibles para que el capital
industrial los utilice, sino que además crea el mercado interior.

En efecto, el movimiento que convierte a los pequeños


labradores en obreros asalariados y a sus medios de vida y de
trabajo en elementos materiales del capital, crea para éste,
paralelamente, su mercado interior. Antes, la familia campesina
producía y elaboraba los medios de vida y las materias primas,
que luego eran consumidas, en su mayor parte, por ella misma.
Pues bien, estas materias primas y estos medios de vida se
convierten ahora en mercancías, vendidas por los grandes
arrendatarios, que encuentran su mercado en las manufacturas.
El hilo, el lienzo, los artículos bastos de lana, objetos todos de cuya
materia prima disponía cualquier familia campesina y que ella
hilaba y tejía para su uso, se convierten ahora en artículos
manufacturados, que tienen su mercado precisamente en los
distritos rurales. La numerosa clientela diseminada y controlada
hasta aquí por una muchedumbre de pequeños productores que
trabajaban por cuenta propia se concentra ahora en un gran
mercado atendido por el capital industrial78 • De este modo, a la
par con la expropiación de los antiguos labradores independientes
y su divorcio de los medios de producción, avanza la destrucción
de las industrias rurales secundarias, el proceso de diferenciación
de la industria y la agricultura. Sólo la destrucción de la industria

77 Mirabeau. De la Monarchie Prusienne («De la monarquía prusiana») v. III, pp. 20-


109, pássim. El que Mirabeau considere también a los talleres diseminados como
más rentables y productivos que los «reunidos», no viendo en estos más que
plantas de estufa sostenidas artificialmente con la ayuda del Estado, se debe a la
situación en que entonces se encontraba una gran parte de las manufacturas del
continente.
78 «Veinte libras de lana convertidas insensiblemente en vestidos para el uso de un
año de una familia obrera, elaboradas por ella misma en el tiempo que otros
trabajos le dejan libre, no son para causar asombro. Pero llevad la lana al mercado,
enviadla a la fábrica, luego al corredor, en seguida al comerciante, y tendréis
grandes operaciones comerciales y un capital nominal invertido en una cuantía
que representa veinte veces su valor ... Así se explota a la clase trabajadora, para
mantener en pie una población fabril depauperada, una clase parasitaria de
tenderos y un sistema ficticio de comercio, de dinero y de finanzas» (David
Urquhart. Familiar Words («Palabras amistosas»), p.120].
280
Carlos Marx

doméstica rural puede dar al mercado interior de un país las


proporciones y la firmeza que necesita el régimen capitalista de
producción.

Sin embargo, el período propiamente manufacturero no


aporta, en realidad, transformación radical alguna. Recuérdese
que la manufactura sólo invade la producción nacional de un
modo fragmentario y siempre sobre el vasto panorama del
artesanado urbano y de la industria secundaria doméstico-rural.
Aunque elimine a ésta bajo ciertas formas, en determinadas
ramas industriales y en algunos puntos, vuelve a ponerla en pie
en otros en que ya estaba destruida, pues necesita de ella para
transformar la materia prima hasta cierto grado de elaboración.
La manufactura hace brotar, por tanto, una nueva clase de
pequeños campesinos, que sólo se dedican a la agricultura como
empleo secundario, explotando como oficio preferente un trabajo
industrial para vender su producto a la manufactura, ya sea
directamente o por mediación de un comerciante. He aquí una de
las causas, aunque no la fundamental, de un fenómeno que al
principio desorienta a quien estudia la historia de Inglaterra.
Desde el último tercio del siglo XV, se escuchan en ella quejas
constantes, interrumpidas sólo a intervalos, sobre los progresos
del capitalismo en la agricultura y la destrucción progresiva de la
clase campesina. Por otra parte, esta clase campesina reaparece
constantemente, aunque en número más reducido y en situación
cada vez peor79 • La razón principal de esto está en que en
Inglaterra tan pronto predomina la producción de trigo como la
ganadería, según los períodos, y con el tipo de producción oscila el
volumen de la producción campesina. Sólo la gran industria
aporta, con la maquinaria, la base constante de la agricultura
capitalista, expropia radicalmente a la inmensa mayoría de la
población del campo y remata el divorcio entre la agricultura y la
industria doméstico-rural, cuyas raíces -la industria de hilados y
tejidos- arrancaªº· Sólo ella conquista, por tanto, para el capital
industrial el mercado interior íntegro 81 •

79 Con la única excepción de la época de Cromwell. Mientras duró la república, la


masa del pueblo inglés salió, en todas sus capas, de la degradación en que se había
hundido bajo los Tudor.
ªº Tuckett sabe que la gran industria lanera brota de la verdadera manufactura y de
la destrucción de la manufactura rural o casera, con la introducción de la
maquinaria [Tuckett. A History etc. («Historia, etc.»), v. !., p. 144]. «El arado y el
yugo fueron invención de los dioses y ocupación de héroes: ¿acaso la lanzadera, el
huso y el telar tienen un origen menos noble? Si separáis la rueca y el arado, el
huso y el yugo, obtenéis fábricas y asilos, créditos y pánicos, dos naciones
enemigas, la agrícola y la comercial» (David Urquhart. Familiar Words («Palabras
281
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
6. Génesis del capitalista industrial.

La génesis del capitalista industrial 82 no se desarrolla de un


modo tan lento y paulatino como la del arrendatario. Es indudable
que ciertos pequeños maestros artesanos, y todavía más ciertos
pequeños artesanos independientes, e incluso obreros asalariados,
se convirtieron en pequeños capitalistas, y luego, mediante la
explotación del trabajo asalariado en una escala cada vez mayor
y la acumulación consiguiente, en capitalistas sans phrase [sin
reservas]. En el período de infancia de producción capitalista,
ocurría no pocas veces lo que en los años de infancia de las
ciudades medievales, en que el problema de saber cuál de los
siervos huidos llegaría a ser el amo y cuál el criado se dirimía las
más de las veces por el orden de fechas en que se escapaban. Sin
embargo, la lentitud de este método no respondía en modo alguno
a las exigencias comerciales del nuevo mercado mundial, creado
por los grandes descubrimientos de fines del siglo XV. La Edad
Media había legado dos formas distintas de capital, que
alcanzaron su sazón en las más diversas formaciones
socioeconómicas y que antes de llegar la era del modo de
producción capitalista eran consideradas capital quand méme
[por antonomasia]: capital usurario y capital comercial.

amistosas»), p. 122]. Pero he aquí que viene Carey y acusa a Inglaterra,


seguramente con razón, de querer convertir a todos los demás países en simples
pueblos de agricultores, reservándose ella el papel de fabricante. Y afirma que de
este modo se arruinó Turquía, pues «a los poseedores y cultivadores de la tierra no
les consentía jamás» (Inglaterra) «fortalecerse mediante la alianza natural entre el
arado y el telar, entre el martillo y la grada» [The Slave Trade («El comercio de
esclavos»), p. 12S]. Según él, el propio Urquhart fue uno de los principales
responsables de la ruina de Turquía, donde, en interés de Inglaterra, propagó el
librecambio. Lo mejor del caso es que Carey -que, dicho sea de paso, es un gran
lacayo de los rusos-, pretende impedir por medio del proteccionismo ese proceso
de diferenciación que el proteccionismo no hace más que acelerar.
81 Los economistas filantrópicos ingleses, como Mili, Rogers, Goldwin, Smith, Fawcett,
etc., y los fabricantes liberales, como John Bright y compañía, preguntan a los
aristócratas rurales ingleses, como Dios preguntaba a Caín por su hermano Abe!:
¿Qué se ha hecho de nuestros miles de propietarios libres (freeholders)? Pero, ¿de
dónde habéis salido vosotros? De la aniquilación de esos freeholders. ¿por qué no
preguntáis qué se ha hecho de los tejedores, los hilanderos y los artesanos
independientes?
82 La palabra «industrial» se emplea aquí por oposición a «agrícola». En el sentido de
una categoría económica, el arrendatario es tan capitalista industrial como el
fabricante.

282
Carlos Marx

«En la actualidad, toda la riqueza de la sociedad se


concentra primeramente en manos del capitalista... Este paga la
renta al terrateniente, el salario al obrero, los impuestos y el
diezmo al recaudador de contribuciones, quedándose para sí con
una parte grande, que en realidad es la parte mayor y que
además tiende a crecer diariamente, del producto anual del
trabajo. Ahora el capitalista puede ser considerado como el que se
apropia de primera mano toda la riqueza social, aunque ninguna
ley le ha transferido este derecho de apropiación ... Este cambio de
propiedad debe su origen al cobro de intereses por el capital... y es
harto curioso que los legisladores de toda Europa hayan querido
evitar esto con leyes contra la usura... El poder del capitalista
sobre la riqueza toda del país es una completa revolución en el
derecho de propiedad y ¿qué ley o qué serie de leyes la originó?» 83

El autor debería saber que las revoluciones no se hacen con


leyes.

El régimen feudal, en el campo, y, en la ciudad, el régimen


gremial impedían al capital-dinero, formado en la usura y en el
comercio, convertirse en capital industrial 84 • Estas barreras
desaparecieron con el licenciamiento de las huestes feudales y
con la expropiación y desahucio parciales de la población
campesina. Las nuevas manufacturas habían sido construidas en
los puertos marítimos de exportación o en lugares del campo
alejados del control de las ciudades antiguas y de su régimen
gremial. De aquí la lucha rabiosa entablada en Inglaterra entre los
corporate towns [ciudades con régimen corporativo gremial] y los
nuevos viveros industriales.

El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de


América, el exterminio, la esclavización y el sepultamiento en las
minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el
saqueo de las Indias Orientales, la conversión del continente
africano en cazadero de esclavos negros: tales son los hechos que
señalan los albores de la era de producción capitalista. Estos
procesos idílicos representan otros tantos factores fundamentales
en el movimiento de la acumulación originaria. Tras ellos, pisando

83 The Natural and Artificial Right of Property Contrasted («El derecho natural y el
artificial de propiedad contrastados»), London, 1832, pp. 98, 99. El autor de esta
obra anónima es Th. Hodgskin.
84 Todavía en 1794, los pequeños fabricantes de paños de Leeds enviaron una
diputación al parlamento solicitando una ley que prohibiese a todos los
comerciantes convertirse en fabricantes (Dr. Aikin. Description, etc.).
283
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
sus huellas, viene la guerra comercial de las naciones europeas,
con el planeta entero por escenario. Rompe el fuego con el
alzamiento de los Países Bajos, que se sacuden el yugo de la
dominación española85 , cobra proporciones gigantescas en
Inglaterra con la guerra antijacobina86 , sigue ventilándose en
China en las guerras del opio 87 , etc.

Las diversas etapas de la acumulación originaria tienen su


centro, en un orden cronológico más o menos preciso, en España,
Portugal, Holanda, Francia e Inglaterra. Es aquí, en Inglaterra,
donde a fines del siglo XVII se resumen y sintetizan
sistemáticamente en el sistema colonial, el sistema de la deuda
pública, el moderno sistema tributario y el sistema proteccionista.
En parte, estos métodos se basan, como ocurre con el sistema
colonial, en la más burda de las violencias. Pero todos ellos se
valen del poder del Estado, de la fuerza concentrada y organizada
de la sociedad, para acelerar a pasos agigantados el proceso de
transformación del modo feudal de producción en el modo
capitalista y acortar las transiciones. La violencia es la
comadrona de toda sociedad vieja que lleva en sus entrañas otra
nueva. Es ella misma una potencia económica.

Del sistema colonial cristiano dice un hombre, que hace del


cristianismo su profesión, W. Howitt:

«Los actos de barbarie y de desalmada crueldad cometidos


por las razas que se llaman cristianas en todas las partes del
mundo y contra todos los pueblos del orbe que pudieron subyugar,
no encuentran precedente en ninguna época de la historia

88 Los Países Bajos (el territorio de las actuales Bélgica y Holanda) se separaron de
España después de la revolución burguesa de 1S66-1609; en la revolución se
conjugaban la lucha de la burguesía y las masas populares contra el feudalismo
con la guerra de liberación nacional contra la dominación española. En 1609, tras
varias derrotas, España se vio forzada a reconocer la independencia de la
república burguesa de Holanda. El territorio de la actual Bélgica permaneció en
manos de España hasta 1714.-139.
86 Tratase de las guerras de Inglaterra contra Francia en el período de la revolución
burguesa francesa de fines del siglo XVIII. Durante estas contiendas, el Gobierno
inglés estableció en su país un brutal régimen de terror contra las masas
trabajadoras. En particular, en dicho período fueron aplastadas varias
sublevaciones populares y se adoptaron leyes que prohibían las uniones obreras. -
139.
87 Las guerras del opio eran guerras de conquista contra China que sostuvo Inglaterra
sola en los años de 1839 a 1842 y en compañía de Francia en los años de 18S6-18S8 y
1860. Sirvieron de pretexto para la primera guerra las medidas de las autoridades
chinas para combatir el comercio de contrabando de opio organizado por los
ingleses. - 139.
284
Carlos Marx

universal ni en ninguna raza, por salvaje e inculta, por


despiadada y cínica que ella sea» 88 •

La historia del régimen colonial holandés -y téngase en


cuenta que Holanda era la nación capitalista modelo del siglo
XVII- «hace desfilar ante nosotros un cuadro insuperable de
traiciones, cohechos, asesinatos e infamias» 89 • Nada más
elocuente que el sistema de robo de hombres aplicado en la isla de
Célebes, para obtener esclavos con destino a Java. Los ladrones de
hombres eran amaestrados convenientemente. Los agentes
principales de este trato eran el ladrón, el intérprete y el vendedor;
los príncipes nativos, los vendedores principales. Los muchachos
robados eran escondidos en las prisiones secretas de Célebes,
hasta que estuviesen ya maduros para ser embarcados con un
cargamento de esclavos. En un informe oficial leemos:

«Esta ciudad de Makassar, por ejemplo, está llena de


prisiones secretas, a cual más espantosa, abarrotadas de infelices,
víctimas de la codicia y la tiranía, cargados de cadenas,
arrancados violentamente a sus familias».

Para apoderarse de Maloca, los holandeses sobornaron al


gobernador portugués. Este les abrió las puertas de la ciudad en
1641. Los invasores corrieron en seguida a su palacio y le
asesinaron, para de este modo poder «renunciar» al pago de la
suma convenida por el servicio, que eran 21.87S libras esterlinas.
A todas partes les seguía la devastación y la despoblación.
Banjuwangi, provincia de Java, que en 17S0 contaba con más de
80.000 habitantes, quedó reducida en 1811 a 8.000. He aquí cómo
se las gasta el doux commerce [comercio inocente].

Como es sabido, la Compañía inglesa de las Indias


Orientales 90 obtuvo, además del poder político en estas Indias,

88 William Howitt. Colonization and Christianity. A Popular History of the Treatment


of the Natiles by the Europeans in ali their Colonies («Colonización y cristiandad.
Historia popular de cómo los europeos tratan a los nativos en todas sus colonias»),
London, 1838, p. 9. Acerca del trato dado a los esclavos, puede verse una buena
compilación en Charles Comte. Traité de Legislation («Tratado de legislación»), 3
éd., Bruxelles, 1837. Conviene estudiar en detalle estos asuntos, para ver en qué es
capaz de convertirse el burgués y en qué convierte a sus obreros allí donde le dejan
moldear el mundo libremente a su imagen y semejanza.
89 Thomas Stamford Raffles, late Lieut. Governor of Java. The History of Java
(«Historia de Java»), London, 1817 [v. II, pp. CXC-CXCI, apéndice].
90 La Compañía de las Indias Orientales era una compañía inglesa de comercio (1600-
18S8), instrumento de la política saqueadora colonial de Gran Bretaña en la India,
China y otros países de Asia. Durante mucho tiempo poseía el monopolio del
285
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
el monopolio del comercio de té y del comercio chino en general,
así como el del transporte de mercancías de Europa a China y
viceversa. Pero del monopolio de la navegación costera de la India
y entre las islas, y del comercio interior de la India, se apropiaron
los altos funcionarios de la Compañía. Los monopolios de la sal, del
opio, del bétel y otras mercancías eran filones inagotables de
riqueza. Los mismos funcionarios fijaban los precios a su antojo y
esquilmaban como les daba la gana al infeliz indio. El gobernador
general de las Indias llevaba participación en este comercio
privado. Sus favoritos obtenían contratos en condiciones que les
permitían, mejor que los alquimistas, hacer oro de la nada. En un
solo día brotaban como los hongos grandes fortunas, y la
acumulación originaria avanzaba viento en popa sin desembolsar
ni un chelín. En las actas judiciales del Warren Hastings abundan
ejemplos de esto. He aquí uno. Un tal Sullivan obtiene un contrato
de opio cuando se dispone a trasladarse -en función de
servicio- a una región de la India muy alejada de los distritos
opieros. Sullivan vende su contrato por 40.000 libras esterlinas a
un tal Binn que lo revende el mismo día por 60.000, y el último
comprador y ejecutor del contrato declara que obtuvo todavía
una ganancia fabulosa. Según una lista sometida al parlamento,
la Compañía y sus funcionarios se hicieron regalar por los indios,
desde 17S7 hasta 1766, i6 millones de libras esterlinas! Entre 1769 y
1770, los ingleses fabricaron allí una epidemia de hambre,
acaparando todo el arroz y negándose a venderlo si no les
pagaban precios fabulosos 91 •

En las plantaciones destinadas exclusivamente al comercio


de exportación, como en las Indias Occidentales, y en los países
ricos y densamente poblados, entregados al pillaje y a la matanza,
como México y las Indias Orientales, era, naturalmente, donde el
trato dado a los indígenas revestía las formas más crueles. Pero
tampoco en las verdaderas colonias se desmentía el carácter
cristiano de la acumulación ongmaria. Aquellos hombres,
virtuosos intachables del protestantismo, los puritanos de la
Nueva Inglaterra, otorgaron en 1703, por acuerdo de su Assembly
[Asamblea Legislativa], un premio de 40 libras esterlinas por cada

comercio con la India, le pertenecían igualmente las principales funciones de


gobierno en ese último país. La insurrección de liberación nacional de 1857-1859 en
la India obligó a Gran Bretaña a cambiar las formas de dominación colonial y a
liquidar la Compañía de las Indias Orientales. - 140.
91 En el año 1866 murieron de hambre en una sola provincia, en Orissa, más de un
millón de indios. Y todavía se procuraba enriquecer al erario con los precios a que
se les vendían víveres a los hambrientos.
286
Carlos Marx

escalpo de indio y por cada piel roja apresado; en 1720, el premio


era de 100 libras por escalpo; en 1744, después de declarar en
rebeldía a una tribu de Massachusetts-Bay, los premios eran los
siguientes: por los escalpos de varón, desde doce años para arriba,
100 libras esterlinas de nuevo cuño; por cada hombre apresado,
lOS libras; por cada mujer y cada niño, SS libras; ipor cada escalpo
de mujer o niño, SO libras! Algunos decenios más tarde, el sistema
colonial inglés había de vengarse en los descendientes rebeldes de
los devotos piligrim fathers [padres peregrinos], que cayeron
tomahawkeados bajo la dirección y a sueldo de Inglaterra. El
parlamento británico declaró que la caza de hombres y el escalpar
eran «recursos que Dios y la naturaleza habían puesto en sus
manos».

Bajo el sistema colonial, prosperaban como planta de


estufa el comercio y la navegación. Las «Sociedades Monopolios»
(Lutero) eran poderosas palancas de concentración de capitales.
Las colonias brindaban a las nuevas manufacturas, que brotaban
por todas partes, mercado para sus productos y una acumulación
de capital intensificada gracias al régimen de monopolio. El botín
conquistado fuera de Europa mediante el saqueo descarado, la
esclavización y la matanza refluían a la metrópoli para
convertirse aquí en capital. Holanda, primer país en que se
desarrolló plenamente el sistema colonial, había llegado ya en
1648 al apogeo de su grandeza mercantil. Se hallaba «en posesión
casi exclusiva del comercio de las Indias Orientales y del tráfico
entre el Suroeste y el Nordeste de Europa. Sus pesquerías, su
marina y sus manufacturas sobrepujaban a las de todos los
demás países. Los capitales de esta república superaban tal vez a
los del resto de Europa junto» 92 •

Gülich, autor de estas líneas, se olvida de añadir que la


masa del pueblo holandés se hallaba ya en 1648 más agotada por
el trabajo, más empobrecida y más brutalmente oprimida que la
del resto de Europa junto.

Hoy, la supremacía industrial lleva consigo la supremacía


comercial. En el verdadero período manufacturero sucedía lo
contrario: era la supremacía comercial la que daba el predominio

92 Marx cita el trabajo de Gülich Geschichtliche Dartsellung des Handels, der Gewerbe
und des Ackerbaus der bedeutendsten handeltreibenden Staaten unsrer Zeit
(«Descripción histórica del comercio, la industria y la agricultura de los principales
Estados comerciales de nuestra época»). Bd. I, Jena, 1830, S. 371.- 142.
287
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
en el campo de la industria. De aquí el papel predominante que en
aquellos tiempos desempeñaba el sistema colonial. Era el «dios
extranjero» que venía a entronizarse en el altar junto a los viejos
ídolos de Europa y que un buen día los echaría a todos a rodar de
un empellón. Este dios proclamaba la acumulación de plusvalía
como el fin último y único de la humanidad.

El sistema del crédito público, es decir, de la deuda del


Estado, cuyos orígenes descubríamos ya en Génova y en Venecia
en la Edad Media, se adueñó de toda Europa durante el período
manufacturero. El sistema colonial, con su comercio marítimo y
sus guerras comerciales, le sirvió de acicate. Por eso fue Holanda
el primer país en que arraigó. La deuda pública, o sea, la
enajenación del Estado -absoluto, constitucional o republicano-,
imprime su sello a la era capitalista. La única parte de la llamada
riqueza nacional que entra real y verdaderamente en posesión
colectiva de los pueblos modernos es ... la deuda pública93 • Por eso
es perfectamente consecuente esa teoría moderna, según la cual
un pueblo es tanto más rico cuanto más se carga de deudas. El
crédito público se convierte en credo del capitalista. Y al surgir las
deudas del Estado, el pecado contra el Espíritu Santo, para el que
no hay remisión, cede el puesto al perjurio contra la deuda pública.

La deuda pública se convierte en una de las palancas más


potentes de la acumulación originaria. Es como una varita mágica
que infunde virtud procreadora al dinero improductivo y lo
convierte en capital sin exponerlo a los riesgos ni al esfuerzo que
siempre lleva consigo la inversión industrial e incluso la usuraria.
En realidad, los acreedores del Estado no entregan nada, pues la
suma prestada se convierte en títulos de la deuda pública,
fácilmente negociables, que siguen desempeñando en sus manos
el mismísimo papel del dinero. Pero aún prescindiendo de la clase
de rentistas ociosos que así se crea y de la riqueza improvisada
que va a parar al regazo de los financieros que actúan de
mediadores entre el Gobierno y el país -así como de la riqueza
regalada a los arrendadores de impuestos, comerciantes y
fabricantes particulares, a cuyos bolsillos afluye una buena parte
de los empréstitos del Estado, como un capital llovido del cielo-,
la deuda pública ha venido a dar impulso a las sociedades

93 William Cobbett observa que en Inglaterra todos los establecimientos públicos se


denominan «reales». En justa compensación, tenemos la deuda «nacional»
(national debt).

288
Carlos Marx

anónimas, al tráfico de efectos negociables de todo género, al agio;


en una palabra, a la lotería de la bolsa y a la moderna
bancocracia.

Desde el momento mismo de nacer, los grandes bancos,


adornados con títulos nacionales, no fueron nunca más que
sociedades de especuladores privados que cooperaban con los
gobiernos y que, gracias a los privilegios que éstos les otorgaban,
estaban en condiciones de adelantarles dinero. Por eso, la
acumulación de la deuda pública no tiene barómetro más infalible
que el alza progresiva de las acciones de estos bancos, cuyo pleno
desarrollo data de la fundación del Banco de Inglaterra (en 1694).
Este último comenzó prestando su dinero al Gobierno a un 8 por
100 de interés; al mismo tiempo, quedaba autorizado por el
parlamento para acuñar dinero del mismo capital, volviendo a
prestarlo al público en forma de billetes de banco. Con estos
billetes podía descontar letras, abrir créditos sobre mercancías y
comprar metales preciosos. No transcurrió mucho tiempo antes de
que este mismo dinero fiduciario fabricado por él le sirviese de
moneda para saldar los empréstitos hechos al Estado y para
pagar los intereses de la deuda pública por cuenta de éste. No
contento con dar con una mano para recibir con la otra más de lo
que daba, seguía siendo, a pesar de lo que se embolsaba, acreedor
perpetuo de la nación hasta el último céntimo entregado. Poco a
poco, fue convirtiéndose en depositario insustituible de los tesoros
metálicos del país y en centro de gravitación de todo el crédito
comercial. Por los años en que Inglaterra dejaba de quemar brujas,
comenzaba a colgar falsificadores de billetes de banco. Las obras
de aquellos años, por ejemplo, las de Bolingbroke 94 muestran qué
impresión producía a las gentes de la época la súbita aparición de
este monstruo de bancócratas, financieros, rentistas, corredores,
agentes y lobos de bolsa.

Con la deuda pública surgió un sistema internacional de


crédito, detrás del que se esconde con frecuencia, en tal o cual
pueblo, una de las fuentes de la acumulación originaria. Así, por
ejemplo, las infamias del sistema de rapiña seguido en Venecia
constituyen una de esas bases ocultas de la riqueza capitalista de
Holanda, a quien la Venecia decadente prestaba grandes sumas
de dinero. Otro tanto acontece entre Holanda e Inglaterra. Ya a

94 «Si los tártaros invadiesen hoy Europa, resultaría difícil hacerles comprender lo
que es entre nosotros un financiero» [Montesquieu. Esprit des loix («Espíritu de las
leyes»), t. IV, p. 33, éd. Londres.1769].
289
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
comienzos del siglo XVIII, las manufacturas holandesas se habían
quedado muy atrás y Holanda había perdido la supremacía
comercial e industrial. Por eso, desde 1701 hasta 1776, uno de sus
negocios principales consiste en prestar capitales gigantescos,
sobre todo a su poderoso competidor: a Inglaterra. Es lo mismo que
hoy ocurre entre Inglaterra y los Estados Unidos. Muchos de los
capitales que hoy comparecen en Norteamérica sin cédula de
origen son sangre infantil recién capitalizada en Inglaterra.

Como la deuda pública tiene que ser respaldada por los


ingresos del Estado, que han de cubrir los intereses y demás pagos
anuales, el sistema de los empréstitos públicos tenía que ser
forzosamente el complemento del moderno sistema tributario. Los
empréstitos permiten a los gobiernos hacer frente a gastos
extraordinarios sin que el contribuyente se dé cuenta de momento,
pero provocan, a la larga, un recargo en los tributos. A su vez, el
recargo de impuestos que trae consigo la acumulación de las
deudas contraídas sucesivamente obliga al Gobierno a emitir
nuevos empréstitos, en cuanto se presentan nuevos gastos
extraordinarios. El sistema fiscal moderno, que gira todo él en
torno a los impuestos sobre los artículos de primera necesidad (y
por tanto a su encarecimiento) lleva en sí mismo, como se ve, el
resorte propulsor de su progresión automática. El excesivo
gravamen impositivo no es un episodio pasajero, sino más bien un
principio. Por eso en Holanda, primer país en que se puso en
práctica este sistema, el gran patriota De Witt lo ensalza en sus
Máximas95 como el mejor sistema imaginable para hacer al
obrero sumiso, frugal, aplicado y ... agobiado de trabajo. Pero,
aquí no nos interesan tanto los efectos aniquiladores de este
sistema en cuanto a la situación de los obreros asalariados como
la expropiación violenta que supone para el campesino, el
artesano, en una palabra, para todos los sectores de la pequeña
clase media. Acerca de esto no hay discrepancia, ni siquiera entre
los economistas burgueses. Y a reforzar la eficacia expropiadora
de este mecanismo, por si aún fuese poca, contribuye el sistema
proteccionista, que es una de las piezas que lo integran.

98 Por lo visto, Marx se refiere aquí a la edición inglesa del libro Aanwysing der
heilsame politike Gronden en Maximen van de Republike van Holland en West-
Friesland («Indicación de los más importantes principios y máximas de la
República de Holanda y de Frisia Occidental»), atribuido a Jan de Witt y publicado
por vez primera en Leyden en 1622. Como se ha establecido, a excepción de dos
capítulos escritos por Jan de Witt, el autor del libro era Pieter von der Hore (Pieter
de la Court), economista y empresario holandés. - 144.
290
Carlos Marx

La parte tan considerable que toca a la deuda pública y al


sistema fiscal correspondiente en la capitalización de la riqueza y
en la expropiación de las masas, ha hecho que multitud de autores,
como Cobbett, Doubleday y otros, busquen aquí, sin razón, la
causa principal de la miseria de los pueblos modernos.

El sistema proteccionista fue un medio artificial para


fabricar fabricantes, expropiar a los obreros independientes,
capitalizar los medios de producción y de vida de la nación y
abreviar violentamente el tránsito del modo antiguo al modo
moderno de producción. Los Estados europeos se disputaron la
patente de este invento y, una vez puestos al servicio de los
acumuladores de plusvalía, abrumaron a su propio pueblo y a los
extraños, para conseguir aquella finalidad, con la carga indirecta
de los aranceles protectores, con el fardo directo de las primas de
exportación, etc. En los países secundarios dependientes vecinos
se exterminó violentamente toda la industria, como hizo por
ejemplo Inglaterra con las manufacturas laneras en Irlanda. En el
continente europeo, vino a simplificar notablemente este proceso
el precedente de Colbert. Aquí, una parte del capital originario de
los industriales sale directamente del erario público.

«¿Para qué» -exclama Mirabeau- «ir a buscar tan lejos


la causa del esplendor manufacturero de Sajonia antes de la
guerra de los Siete años? 96 i180 millones de deuda pública!» 97 •

El sistema colonial, la deuda pública, la montaña de


impuestos, el proteccionismo, las guerras comerciales, etc., todos
estos vástagos del verdadero período manufacturero se
desarrollaron en proporciones gigantescas durante los años de
infancia de la gran industria ... El nacimiento de esta industria es
festejado con la gran cruzada heródica del rapto de niños. Las
fábricas reclutan su personal, como la Marina real, por medio de
la prensa. Sir F. M. Eden, al que tanto enorgullecen las atrocidades
de la campaña librada desde el último tercio del siglo XV hasta su
época, fines del siglo XVIII, para expropiar de sus tierras a la

96 La guerra de los Siete años {1756-1763) estalló en Europa debido a las veleidades
expansionistas de las potencias absolutistas feudales y la rivalidad colonial de
Francia e Inglaterra. Como resultado de la conflagración, Francia tuvo que ceder a
Inglaterra sus mayores colonias (el Canadá, las posesiones en las Indias Orientales,
etc.); Prusia, Austria y Sajonia conservaron sus fronteras anteriores a la guerra. -
145.
97 Mirabeau. De la Monarchie Prusienne («De la monarquía prusiana»), t. VI, p.101.

291
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
población del campo, que tanto se complace en ensalzar este
proceso histórico como un proceso «necesario» para abrir paso a
la agricultura capitalista e «instaurar la proporción justa entre la
tierra de labor y la destinada al ganado», no acredita la misma
perspicacia económica cuando se trata de reconocer la necesidad
del robo de niños y de la esclavitud infantil para abrir paso a la
transformación de la manufactura en industria fabril e instaurar
la proporción justa entre el capital y la fuerza de trabajo.

«Merece tal vez la pena» -dice este autor- «que el


público se pare a pensar si una manufactura cualquiera que, para
poder trabajar prósperamente, necesita saquear cotteges y asilos
buscando los niños pobres para luego, haciendo desfilar a un
tropel tras otro, martirizarlos y robarles el descanso durante la
mayor parte de la noche; una manufactura que, además, mezcla y
revuelve a montones de personas de ambos sexos, de diversas
edades e inclinaciones, en tal mezcolanza que el contagio del
ejemplo tiene forzosamente que conducir a la depravación y al
libertinaje; si esta manufactura, decimos, puede enriquecer en
algo la suma del bienestar nacional e individual». 98 «En
Derbyshire, Nottinghamshire y sobre todo en Lancashire» -dice
Fielden- «la maquinaria recién inventada fue empleada en
grandes fábricas, construidas junto a ríos capaces de mover la
rueda hidráulica. En estos centros, lejos de las ciudades, se
necesitaron de pronto miles de brazos. Lancashire, sobre todo, que
hasta entonces había sido relativamente poco poblado e
improductivo, atrajo hacia sí una enorme población. Se
requisaban principalmente las manos de dedos finos y ligeros.
Inmediatamente se impuso la costumbre de traer aprendices(!) de
los diferentes asilos parroquiales de Londres, Birmingham y otros
sitios. Así fueron expedidos al Norte miles y miles de criaturitas
impotentes, desde los siete hasta los trece o los catorce años. Los
patronos» (es decir, los ladrones de niños) «solían vestir y dar de
comer a sus víctimas, alojándolos en las «casas de aprendices»
cerca de la fábrica. Se nombraban vigilantes encargados de
fiscalizar el trabajo de los muchachos. Estos capataces de
esclavos estaban interesados en que los aprendices se matasen
trabajando, pues su sueldo era proporcional a la cantidad de
producto que a los niños se les arrancaba. El efecto lógico de esto
era una crueldad espantosa ... En muchos distritos fabriles, sobre
todo en Lancashire, estas criaturas inocentes y desgraciadas,

98 Eden. The State ofthe Poor(«La situación de los pobres»), t. 11, cap. I p. 421.

292
Carlos Marx

consignadas al fabricante, eran sometidas a las más horribles


torturas. Se las mataba trabajando.... se las azotaba, se las
cargaba de cadenas y se las atormentaba con los más escogidos
refinamientos de crueldad; en muchas fábricas, andaban muertos
de hambre y se les hacía trabajar a latigazos ... En algunos casos,
se les impulsaba hasta al suicidio... Aquellos hermosos y
románticos valles de Derbyshire, Nottinghamshire y Lancashire,
ocultos a las miradas de la publicidad, se convirtieron en páramos
infernales de tortura, y no pocas veces de matanza... Las
ganancias de los fabricantes eran enormes. Pero, ello no hacía
más que afilar sus dientes de ogro. Se implantó la práctica del
trabajo nocturno, es decir, que después de tullir trabajando
durante todo el día a un grupo de obreros, se aprovechaba la
noche para baldar a otro; el grupo de día caía rendido sobre las
camas calientes todavía de los cuerpos del grupo de noche, y
viceversa. En Lancashire, hay un dicho popular, según el cual las
camas no se enfrían nunca» 99 •

Con los progresos de la producción capitalista durante el


período manufacturero, la opinión pública de Europa perdió los
últimos vestigios de pudor y de conciencia que aún le quedaban.
Los diversos países se jactaban cínicamente de todas las infamias
que podían servir de medios de acumulación de capital. Basta leer,
por ejemplo, los ingenuos Anales del Comercio, del filisteo A.

99
John Fielden. The Curse of the Factory System («La maldición del sistema fabril»),
pp. 5, 6. Sobre las infamias cometidas en sus orígenes por el sistema fabril, v.
Doctor Aikin. Description of the Country from 30 to 40 miles round Manchester
(«Descripción del campo a 30-40 millas en torno de Manchester»), p. 219, y
Gisborne. Inquiry into the Duties of Men («Investigación de los deberes de los
hombres»), 1795, v. 11. Como la máquina de vapor retiró a las fábricas de la orilla
de los ríos, trayéndolas del campo al centro de la ciudad, el elaborador de
plusvalía, siempre dispuesto a «sacrificarse», no necesitaba ya que le expidiesen
los esclavos a la fuerza de las casas de labor, pues tenía el material infantil más a
mano. Cuando Sir. R. Pee! (padre del «ministro de la plausibilidad») presentó en
1815 su ley de protección de la infancia, F. Horner (lumen [prohombre] del Bullion-
Comité e íntimo amigo de Ricardo) declaró, en la Cámara de los Comunes: «Es
público y notorio que, al subastarse los efectos de un industrial quebrado, se sacó
a pública subasta y se adjudicó una banda, si se le permite esta expresión, de
niños fabriles, como parte integrante de su propiedad. Hace dos años (en 1813) se
planteó ante el King's Bench («Tribunal Superior de Justicia») un caso
repugnante de éstos. Se trataba de un cierto número de muchachos que una
parroquia de Londres había cedido a un fabricante, el cual, a su vez, los traspasó
a otro. Por fin, algunas personas caritativas los encontraron, en completa
inanición (absolute famine)». Pero, a conocimiento suyo, como vocal de la
Comisión parlamentaria de investigación, había llegado otro caso más
repugnante todavía. «Hace no muchos años, una parroquia de Londres y un
fabricante de Lancashire habían hecho un contrato, en que se estipulaba que el
segundo aceptaría, por cada veinte niños sanos, uno idiota».
293
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
Anderson 100 • En ellos se proclama a los cuatro vientos, como un
triunfo de la sabiduría política de Inglaterra, que, en la paz de
Utrecht, este país arrancó a los españoles, por el tratado de
asiento 101 , el privilegio de poder explotar también entre África y la
América española la trata de negros, que hasta entonces sólo
podía explotar entre África y las Indias Occidentales inglesas.
Inglaterra obtuvo el privilegio de suministrar a la América
española, hasta 1743, 4.800 negros al año. Este comercio servía, a
la vez, de pabellón oficial para cubrir el contrabando británico.
Liverpool se engrandeció gracias al comercio de esclavos. Este
comercio era su método de acumulación originaria. Y hasta hoy, la
«respetable sociedad» de Liverpool sigue siendo el Píndaro de la
trata de esclavos que -véase la citada obra del Dr. Aikin,
publicada en 1795-, «exalta hasta la pasión el espíritu comercial
y emprendedor, produce famosos navegantes y arroja enormes
beneficios». En 1730, Liverpool dedicaba 15 barcos al comercio de
esclavos; en 1751 eran ya 53; en 1760, 74; en 1770, 96, y en 1792, 132.

A la par que implantaba en Inglaterra la esclavitud infantil,


la industria algodonera servía de acicate para convertir la
economía esclavista más o menos patriarcal de los Estados Unidos
en un sistema comercial de explotación. En general, la esclavitud
encubierta de los obreros asalariados en Europa ex1g1a, como
pedestal, la esclavitud sans phrase [sin reservas] en el Nuevo
Mundo 102 •

Tantae molis erat103 el dar suelta a las «leyes naturales y


eternas» del modo de producción capitalista, el consumar el
proceso de divorcio entre los obreros y las condiciones de trabajo,
el transformar, en uno de los polos, los medios sociales de

100 A. Anderson. An Historical and Chronological Deduction of the Origin of


Commerce, from the Earliest Accounts to the present Time («Ensayo histórico y
cronológico del comercio desde los primeros datos hasta el presente»). La primera
edición salió en Londres en 1764.- 147.
101
Alusión al Tratado de Utrecht, concluido por Francia y España, de una parte y, de
otra, por los miembros de la coalición antifrancesa {Inglaterra, Holanda, Portugal,
Prusia y los Habsburgos de Austria) en 1713, con el que se puso fin a la guerra de
sucesión de España (comenzada en 1701). Según el tratado, pasaron a pertenecer
a Inglaterra varias colonias francesas y españolas en las Indias Occidentales y
Norteamérica, así como Gibraltar. -147.
102 En 1790, en las Indias Occidentales inglesas había 10 esclavos por cada hombre
libre; en las Indias francesas, 14; en las holandesas, 23 [Henry Brougham. An
Inquiry into the Colonial Policy of the European Powers («Investigación de la
política colonial de las potencias europeas»), Edinburgh, 1803, v. II., p. 74].
103 «Tantae molis erat» (costó tantos trabajos), expresión del poema de Virgilio,
Eneida, libro primero, verso 33.- 147.
294
Carlos Marx

producción y de vida en capital, y en el polo contrario la masa del


pueblo en obreros asalariados, en «pobres trabajadores» libres,
este producto artificial de la historia moderna 104 • Si el dinero,
según Augier105 , «nace con manchas naturales de sangre en un
carrillo», el capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por
todos los poros, desde los pies hasta la cabeza106 •

7. Tendencia histórica de la acumulación capitalista.

¿A qué se reduce la acumulación originaria del capital, es


decir, su génesis histórica? En tanto que no es la transformación
directa del esclavo y del siervo de la gleba en obrero asalariado, o
sea, un simple cambio de forma, la acumulación originaria
significa solamente la expropiación del productor directo, o lo que

104 La expreswn «labouring poor>> [pobre que trabaja] aparece en las leyes
inglesas desde el mismo instante en que adquiere notoriedad la clase de los
obreros asalariados. Los «labouring poor» se distinguen, de una parte de los «idle
poor» [pobre ocioso], de los mendigos, etc., y, de otra parte de los obreros que
todavía no han sido completamente desplumados, ya que se hallan en propiedad
de sus medios de trabajo. De la ley, la expresión de «labouring poor» pasó a la
Economía política, desde Culpeper, J. Child, etc., hasta A. Smith y Eden. Júzguese,
pues, de la bonne foi [buena fe] del «execrable political cantmonger» [execrable
fariseo político] Edmund Burke, cuando dice que el término de «labouring poor»
no es más que «execrable política! cant» [execrable hipocresía política]. Este
sicofante, que, a sueldo de la oligarquía inglesa, se hizo pasar por romántico
frente a la revolución francesa exactamente lo mismo que antes, al estallar los
disturbios de Norteamérica, se había hecho pasar a sueldo de las colonias
norteamericanas por liberal frente a la oligarquía inglesa, no era más que un
burgués ordinario. «Las leyes del comercio son leyes de la naturaleza y por
consiguiente leyes de Dios» [E. Burke. Thoughts and Details on Scarcity
(«Reflexiones y detalles de la escasez»), ed. London, 1800, pp. 31, 32]. iNada tiene,
pues, de extraño que él, fiel a las leyes de Dios y de la naturaleza, se vendiese
siempre al mejor postor! En las obras del rev. Tucker -Tucker era cura y tory,
pero fuera de esto, una persona decente y un buen economista- encontramos
una magnífica caracterización de este Edmundo Burke, durante su época liberal.
Dada la infame versatilidad que hoy impera y que profesa el más devoto de los
cultos a «las leyes del comercio», no hay más remedio que sacar a la vergüenza
pública a todos los Burkes, los cuales sólo se distinguen de sus imitadores por una
cosa: el talento.
!OS
Marie Augier. Du Crédit Public («Del crédito público»).
106
«El capital» (dice el Quarterly Reviewer) «huye de los tumultos y las riñas y es
tímido por naturaleza. Esto es verdad, pero no toda la verdad. El capital tiene
horror a la ausencia de ganancias o a la ganancia demasiado pequeña, como la
naturaleza al vacío. Conforme aumenta la ganancia, el capital se envalentona.
Asegúresele un 10 por 100 y acudirá a donde sea; un 20 por 100, y se sentirá ya
animado; con un SO por 100, positivamente temerario; al 100 por 100, es capaz de
saltar por encima de todas las leyes humanas; el 300 por 100, y no hay crimen a
que no se arriesgue, aunque arrostre el patíbulo. Si el tumulto y las riñas suponen
ganancia, allí estará el capital encizañándolas. Prueba: el contrabando y el
comercio de esclavos». (T. J. Dunning. Trade-Unions, etc., pp. 35, 36).

295
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
es lo mismo, la destrucción de la propiedad privada basada en el
trabajo propio.

La propiedad privada, por oposición a la social, colectiva,


sólo existe allí, donde los medios de trabajo y las condiciones
externas de éste pertenecen a particulares. Pero el carácter de la
propiedad privada es muy distinto, según que estos particulares
sean los trabajadores o los que no trabajan. Las infinitas
modalidades que a primera vista presenta la propiedad privada
no hacen más que reflejar los estados intermedios situados entre
esos dos extremos.

La propiedad privada del trabajador sobre sus medios de


producción es la base de la pequeña producción y ésta es una
condición necesaria para el desarrollo de la producción social y de
la libre individualidad del propio trabajador. Cierto es que este
modo de producción existe también bajo la esclavitud, bajo la
servidumbre de la gleba y en otras relaciones de dependencia.
Pero sólo florece, sólo despliega todas sus energías, sólo conquista
la forma clásica adecuada allí donde el trabajador es propietario
privado y libre de las condiciones de trabajo manejadas por él
mismo, el campesino dueño de la tierra que trabaja, el artesano
dueño del instrumento que maneja como virtuoso.

Este modo de producción supone el fraccionamiento de la


tierra y de los demás medios de producción. Excluye la
concentración de éstos y excluye también la cooperación, la
división del trabajo dentro de los mismos procesos de producción,
el dominio y la regulación social de la naturaleza, el libre
desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad. Sólo es
compatible con unos límites estrechos y primitivos de la
producción y de la sociedad. Querer eternizarlo, equivaldría, como
acertadamente dice Pecqueur, a «decretar la mediocridad
general» 107 • Pero, al llegar a un cierto grado de progreso, él mismo
crea los medios materiales para su destrucción. A partir de este
momento, en el seno de la sociedad se agitan fuerzas y pasiones
que se sienten aherrojadas por él. Hácese necesario destruirlo, y
es destruido. Su destrucción, la transformación de los medios de
producción individuales y desperdigados en medios socialmente
concentrados de producción, y por tanto de la propiedad

107 C. Pecqueur. Théorie nouvelle d'économie socia/e et politiques, ou Études sur


l'organisation des sociétés («Nueva teoría de la economía social y política, o
Estudios sobre la organización de las sociedades»), París, 1842, p. 43S.- 149.
296
Carlos Marx

minúscula de muchos en propiedad gigantesca de unos pocos; la


expropiación de la gran masa del pueblo, privándola de la tierra y
de los medios de vida e instrumentos de trabajo, esta horrible y
penosa expropiación de la masa del pueblo forma la prehistoria
del capital. Abarca toda una serie de métodos violentos, entre los
cuales sólo hemos pasado revista aquí a los que han hecho época
como métodos de acumulación originaria del capital. La
expropiación de los productores directos se lleva a cabo con el
más despiadado vandalismo y bajo el acicate de las pasiones más
infames, ruines, mezquinas y odiosas. La propiedad privada fruto
del propio esfuerzo y basada, por decirlo así, en la compenetración
del obrero individual e independiente con sus condiciones de
trabajo, es desplazada por la propiedad privada capitalista, que
se basa en la explotación de la fuerza de trabajo ajena, aunque
formalmente libre 108 •

Una vez que este proceso de transformación ha corroído


suficientemente, en profundidad y extensión, la sociedad antigua,
una vez que los productores se han convertido en proletarios y sus
condiciones de trabajo en capital, una vez que el modo capitalista
de producción se mueve ya por sus propios medios, el rumbo
ulterior de la socialización del trabajo y de la transformación de la
tierra y demás medios de producción en medios de producción
explotados socialmente, es decir, sociales, y por tanto, la marcha
ulterior de la expropiación de los propietarios privados, cobra una
forma nueva. Ahora ya no es el trabajador que gobierna su
economía el que debe ser expropiado, sino el capitalista que
explota a numerosos obreros.

Esta expropiación se lleva a cabo por el juego de leyes


inmanentes de la propia producción capitalista, por la
centralización de los capitales. Un capitalista devora a muchos
otros. Paralelamente a esta centralización o expropiación de una
multitud de capitalistas por unos pocos, se desarrolla cada vez en
mayor escala la forma cooperativa del proceso del trabajo, se
desarrolla la aplicación tecnológica consciente de la ciencia, la
metódica explotación de la tierra, la transformación de los medios
de trabajo en medios de trabajo que sólo pueden ser utilizados en
común, y la economía de todos los medios de producción, por ser

108
«Hemos entrado en un régimen social totalmente nuevo ... tendemos a separar
todo tipo de propiedad de todo tipo de trabajo» [Sismondi. Nouveaux Príncipes de
l'Économie Politique («Nuevos principios de la Economía política,), t. 11, París, 1827,
p.434].
297
Capítulo X
La Llamada Acumulación Originaria
utilizados como medios de producción del trabajo combinado, del
trabajo social, el enlazamiento de todos los pueblos por la red del
mercado mundial y, como consecuencia de esto, el carácter
internacional del régimen capitalista. A la par con la disminución
constante del número de magnates del capital, que usurpan y
monopolizan todas las ventajas de este proceso de transformación,
aumenta la masa de la miseria, de la opresión, de la esclavitud, de
la degradación y de la explotación; pero aumenta también la
indignación de la clase obrera, que constantemente crece en
número, se instruye, unifica y organiza por el propio mecanismo
del proceso capitalista de producción. El monopolio del capital se
convierte en traba del modo de producción que ha florecido junto
con él y bajo su amparo. La centralización de los medios de
producción y la socialización del trabajo llegan a tal punto que se
hacen incompatibles con su envoltura capitalista. Esta se rompe.
Le llega la hora a la propiedad privada capitalista. Los
expropiadores son expropiados.

El modo capitalista de apropiación que brota del modo


capitalista de producción, y, por tanto, la propiedad privada
capitalista, es la primera negación de la propiedad privada
individual basada en el trabajo propio. Pero la producción
capitalista engendra, con la fuerza inexorable de un proceso de la
naturaleza, su propia negación. Es la negación de la negación.
Esta no restaura la propiedad privada, sino la propiedad
individual, basada en los progresos de la era capitalista: en la
cooperación y en la posesión colectiva de la tierra y de los medios
de producción creados por el propio trabajo.

La transformación de la propiedad privada dispersa,


basada en el trabajo personal del individuo, en propiedad privada
capitalista es, naturalmente, un proceso muchísimo más lento,
más difícil y más penoso de lo que será la transformación de la
propiedad privada capitalista, que de hecho se basa ya en un
proceso social de producción, en propiedad social. Allí, se trataba
de la expropiación de la masa del pueblo por unos cuantos
usurpadores; aquí, de la expropiac1on de unos cuantos
usurpadores por la masa del pueblo 109 •

109 «El progreso de la industria, del que la burguesía, incapaz de oponérsele, es


agente involuntario, sustituye el aislamiento de los obreros, resultante de la
competencia, por su unión revolucionaria mediante la asociación. Así, el
desarrollo de la gran industria socava bajo los pies de la burguesía las bases
sobre que ésta produce y se apropia lo producido. La burguesía produce, ante
todo, sus propios sepultureros. Su hundimiento y la victoria del proletariado son
298
Carlos Marx

igualmente inevitables... De todas las clases que hoy se enfrentan con la


burguesía, sólo el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria. Las
demás clases van degenerando y desaparecen con el desarrollo de la gran
industria; el proletariado, en cambio, es su producto más peculiar. Los estamentos
medios -el pequeño industrial, el pequeño comerciante, el artesano, el
campesino-, todos ellos luchan contra la burguesía para salvar de la ruina su
existencia como tales estamentos medios. No son, pues, revolucionarios, sino
conservadores. Más todavía, son reaccionarios, ya que pretenden volver atrás la
rueda de la Historia» (C. Marx y F. Engels. Manifiesto del Partido Comunista.
Londres, 1848, págs. 9, 11) [véase la presente edición, t.1, págs.122, 120].

299
CAPÍTULO XI

EL IMPERIALISMO, FASE SUPERIOR DEL CAPITALISMO*

l. RASGOS ECONÓMICOS FUNDAMENTALES DEL IMPERIALISMO

La fase monopolista del capitalismo -el imperialismo- tiene


por origen el régimen de producción capitalista. El imperialismo no
constituye un sistema económico-social nuevo, sino la fase más
alta -la última- del capitalismo.

Es a Lenin a quien corresponde el mayor mérito en el


análisis del imperialismo. Basándose en las obras de Marx y
Engels, amplió la doctrina económica marxista aplicada a las
nuevas condiciones reinantes a comienzos del siglo XX. En sus
trabajos El imperialismo, fase superior del capitalismo, El
imperialismo y la escisión del socialismo, La consigna de los
Estados Unidos de Europa, El programa militar de la revolución
proletaria, El socialismo y la guerra y algunos otros,
correspondientes al período de la primera guerra mundial, Lenin
sintetizó y sometió a un análisis marxista una inmensa cantidad
de hechos y datos que caracterizaban la nueva fase, la fase
superior, del desarrollo del capitalismo, reveló la esencia
económica del imperialismo, mostró los efectos de la ley
económica fundamental del capitalismo en las circunstancias del
imperialismo, definió el lugar histórico del aquél, sometió a una
crítica contundente las "teorías" burguesas y oportunistas sobre el
imperialismo, amplió la teoría de la revolución socialista y colocó
los cimientos de la teoría de la crisis general del capitalismo.

El fenómeno económico fundamental del paso del


capitalismo premonopolista al imperialismo es la sustitución de la
competencia libre por el dominio de los monopolios, por cuya
razón podemos definir el imperialismo como la fase monopolista
del capitalismo. Pero tal definición resultaría incompleta, aunque
subraya lo esencial del concepto del imperialismo.

La definición leninista completa de la esencia económica


del imperialismo contiene cinco rasgos principales:

* Spiridonova, Atlas y Otros. Curso Superior de Economía Política, volumen I.


Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
"l) Concentración de la producción y del capital, hasta un
grado tan alto, que ha creado los monopolios, los cuales
desempeñan el papel decisivo en la vida económica; 2) fusión del
capital bancario con el industrial y creación, a base de ello, del
«capital financiero», de la oligarquía financiera; 3) exportación
de capital -a diferencia de la exportación de mercancías-, que
adquiere trascendental significación; 4) constitución de
asociaciones monopolistas internacionales de los capitalistas, que
se reparten el mundo, y S) consumación del reparto territorial del
mundo por las mayores potencias capitalistas." 1

El paso al imperialismo se verificó en el último tercio del


siglo XIX y representó la culminación del desarrollo precedente
del capitalismo.

Una serie de grandes descubrimientos científicos y de


adelantos técnicos en la siderurgia, en la fabricación de
maquinaria, en las industrias qmm1cas y electrotécnicas
marcaron la segunda mitad del siglo XIX. Comenzó la producción
industrial de energía eléctrica y se alcanzaron progresos
considerables en los transportes y las comunicaciones.

Todo ello dio lugar a un rápido incremento de la producción


industrial, cuyo volumen se triplicó durante el último tercio del
siglo XIX, al aumento de la composición orgánica del capital en las
ramas industriales básicas y a modificaciones en la estructura de
estas ramas.

Si anteriormente el papel decisivo en la producción


capitalista lo desempeñaban las ramas de la industria ligera,
ahora pasa a primer plano la industria pesada: surgen poderosas
empresas dotadas de una técnica de tipo superior, con una alta
composición orgánica del capital.

El vigoroso desarrollo de las fueras productivas durante


este período acentúa la concentración de la producción y del
capital. Contribuyó extraordinariamente a acelerar estos procesos
la crisis económica de superproducción de 1873, a partir de la cual
m1c1ose la formación de monopolios capitalistas y la
transformación del capitalismo de libre competencia en
imperialismo. A comienzos del siglo XX, el imperialismo se había
constituido ya definitivamente.

1 V.!. Lenin, Obras, tomo 22, pág. 253.


302
Spiridonova, Atlas y Otros

Examinemos, ante todo, la esencia económica de la nueva


fase del capitalismo.

l. LA CONCENTRACIÓN DE LA PRODUCCIÓN Y LOS MONOPOLIOS.

Lenin formuló los rasgos económicos del imperialismo en


sus relaciones de interdependencia, concediendo el lugar más
destacado al primer rasgo económico del imperialismo: la
concentración de la producción y el dominio de los monopolios.
Esto constituye la esencia económica del imperialismo y
determina toda la vida económica y política de la sociedad
burguesa durante este período.

Surgen los monopolios como resultado natural de la


concentración de la producción y del capital, que se desarrolla
aceleradamente sobre la base de la libre competencia. Fue Marx
quien descubrió la ley de la concentración y centralización del
capital, demostrando cómo la libre competencia de la época del
capitalismo industrial conducía al desplazamiento de las
pequeñas empresas por las grandes, fenómeno que originaba la
concentración de la producción en empresas cada vez mayores.

Los índices fundamentales de la concentración de la


producción pueden considerarse los siguientes:

l. Número de grandes empresas dentro del total de empresas del


país. 2
2. Número de obreros ocupados en las grandes empresas
en proporción al número total de obreros ocupados en
la industria de un país.
3. Parte que corresponde a las grandes empresas en el
total de la producción industrial.
4. Parte del potencial de producción concentrada en las
grandes empresas respecto al potencial total del país.

La concentración de la producción está íntimamente


vinculada a la concentración y centralización del capital.

Concentración -o acumulación- del capital significa


aumento de la magnitud de un capital individual mediante la

2 Lenin consideraba grandes empresas las que ocupaban de SO obreros en adelante.


303
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
incorporación a él de una parte de la plusvalía obtenida en una
empresa dada.

Centralización del capital significa aumento del mismo


mediante la incorporación de muchos capitales pequeños en uno
solo, más grande.

Observación separadamente, la concentración y la


centralización del capital parecen procesos opuestos, ya que la
primera va acompañada del fraccionamiento del capital y de la
mutua separación de muchos capitales individuales (a causa de la
partición de bienes en las familias capitalistas), mientras que la
segunda constituye su atracción recíproca. En realidad, la
concentración y la centralización del capital no representan
fenómenos separados de la economía capitalista, sino un proceso
dialéctico único. Sin la concentración del capital no es posible su
centralización, y, a la vez, la centralización del capital se
convierte en poderoso elemento de la acumulación, puesto que,
por constituir un proceso incomparablemente más rápido, va
acompañada de un aumento acelerado de la masa y de la cuota
de plusvalía.

En su obra El imperialismo, fase superior del capitalismo, V.


l. Lenin no examina separadamente la concentración y la
centralización del capital. Por concentración entiende él la
reunión del capital y de los activos en manos de grandes
compañías, proceso que se verifica tanto a consecuencia de la
acumulación del capital como en virtud de la centralización del
mismo.

Los principales caminos que sigue la centralización del


capital son la competencia, el crédito y la fundación de sociedades
anónimas. Bajo el imperialismo desempeñan un importante papel
en la centralización acelerada del capital las crisis y las guerras,
así como el desarrollo del capitalismo monopolista de Estado.

Al verificarse el paso al imperialismo, el proceso de


concentración de la producción y del capital se acentúa,
alcanzando tal grado de desarrollo hacia comienzos del siglo XX,
que engendra los monopolios.

Lenin aduce los ejemplos de Alemania y de los Estados


Unidos para mostrar el alto nivel de concentración de la
producción en este período.
304
Spiridonova, Atlas y Otros

En Alemania, las grandes empresas industriales,


comerciales y de transportes, con más de SO obreros (el 0.9% de
todas las empresas) agrupaban el 39.4% de los obreros ocupados
y más de las tres cuartas partes de la energía eléctrica y de vapor.

De 1904 a 1909, en los Estados Unidos, el número de


grandes empresas con una producción superior al millón de
dólares llegó casi a duplicarse, pasando de 1,900 a 3,060. Su
proporción respecto a la totalidad de las empresas creció de 0.9%
a 1.1%; el número de obreros ocupados en ellas pasó desde el
2S.6% hasta el 30.5% del total de obreros. Estas empresas daban
el 38% (1904) y el 43.8% (1909) de toda la producción industrial.

En 19S8, las grandes empresas estadounidenses con más de


1,000 obreros cada una constituían el 0.8% de todos los
establecimientos industriales, ocupaban el 33.6% del total de
obreros y proporcionaban el 39.6% de la producción industrial
neta. A fines de 1958, los monopolios gigantes, con activos de más
de 100 millones de dólares cada uno, representaban el 0.08% de
todas las asociaciones monopolistas del país; en sus manos se
concentraba el S9.1% de los activos y el 64% del valor del
mecanismo productivo.
En la República Federal de Alemania, el S1.4% de los
obreros ocupados en 19S9 trabajaban en grandes empresas que
constituían menos del 3% de los establecimientos industriales del
país.

En Inglaterra, la proporción del personal de las grandes


empresas respecto al total de los establecimientos industriales
pasó del 3.1% en 193S al S.2% en 1961, y de las de los obreros
ocupados en dichas empresas creció, respectivamente, del 2S.4 al
SO% del total.

Analizando el proceso de concentración de la producción,


Lenin prestó especial interés a la llamada "combinación", forma
peculiar de la concentración.

La combinación representa la unión en la misma empresa


de diversas ramas industriales que se complementan
mutuamente, y a veces la unión de todo el proceso de producción
en su conjunto, desde la obtención de las materias primas hasta la
terminación del producto. En tales empresas, la producción de un

305
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
taller sirve de materia prima o de materia semifabricada para
otro taller.

La combinación disminuye los gastos de producción y de


venta de las mercancías, abre el camino a los adelantos técnicos,
permite aprovechar los residuos, etc., todo lo cual contribuye a
elevar la cuota de ganancia en las empresas combinadas y
fortalece las posiciones de éstas en la competencia.

Un modelo de combinación gigantesca es el complejo


industrial Hary, que forma parte del trust del acero de
Norteamérica y que comprende todo el ciclo siderúrgico en su
conjunto, inclusive minas de hierro y de carbón, enormes altos
hornos, talleres de fundición, trenes de laminación, instalaciones
de coque, etc.

Ya antes de la primera guerra mundial, el mayor complejo


industrial de Alemania eran las factorías Krupp; junto a las
empresas siderúrgicas, poseía fábricas de maquinaria y de
armamento.
El notable incremento experimentado por la química
durante la primera guerra mundial y en los años subsiguientes
suscita la tendencia a combinar la siderurgia con la química. Al
mismo tiempo, se crean factorías químicas propiamente dichas,
que alcanzan proporciones gigantescas y abarcan numerosas
ramas de la química. De ejemplo pueden servir empresas
fundadas en los años veinte de nuestro siglo: la l. G.
Farbenindustrie en Alemania, el trust Du Pont de Nemours en los
Estados Unidos de América, el trust Químico Inglés y otros.
Adquieren gran difusión las factorías energometalúrgicas y
energoquímicas, y se constituyen empresas combinadas en una
serie de ramas de la industria ligera.

Como caso destacable entre estas últimas cabe citar el


consorcio Unilever, que actualmente se ha convertido en un
importantísimo monopolio internacional: domina la producción
mundial y el comercio de jabón, margarina, glicerina, aceite de
coco, numerosos cosméticos, vitaminas, etc., y es una compañía
de tipo multilateral. que posee plantaciones propias de cocoteros
en los trópicos, buques de carga, el puerto de Sunlight, que es el
mayor de los puertos privados del mundo, una flota de
remolcadores y de balleneros, plantaciones de té, granjas
lecheras, pesquerías y tiendas de comestibles.

306
Spiridonova, Atlas y Otros

¿por qué la concentración de la producción, al llegar a un


alto grado de desarrollo, crea el monopolio? ¿por qué el dominio de
los monopolios sustituye a la libre competencia a fines del siglo
XIX y comienzos del XX en los principales países capitalistas?

En su libro El imperialismo, fase superior del capitalismo,


Lenin descubre la razón de que la competencia se convierta en
monopolio y demuestra lo objetivo de su nacimiento. "La
concentración, al llegar a un cierto grado de desarrollo, conduce
por sí misma, pudiéramos decir, hasta las propias puertas del
monopolio. Unas cuantas decenas de empresas gigantescas
pueden ponerse de acuerdo fácilmente entre sí, y por otra parte
las dificultades de la competencia, la tendencia al monopolio, es
engendrada precisamente por el gran volumen de las empresas." 3

Por consiguiente, si antes había cientos e incluso miles de


pequeñas empresas en tal o cual rama, la concentración de la
producción hace que ahora queden, en algunas ramas, un
pequeño número de grandes empresas que detentan la aplastante
masa de la producción. Ello facilita la posibilidad de una
componenda entre ellas, la fundación de las alianzas
monopolistas de los capitalistas. La necesidad de los monopolios la
deduce Lenin de las "dificultades de la competencia" entre las
empresas gigantes, competencia que puede resultar muy larga,
agotadora y cara, mientras que la fusión en monopolio hace
posible ganancias elevadísimas: ganancias monopolistas.

Al principio, la monopolización abarca la industria pesada


más concentrada; posteriormente el proceso penetra en la
industria ligera, se extiende a los transportes, al comercio, a los
bancos, a las compañías de seguros y a la agricultura.
Actualmente, en los países capitalistas, los monopolios
predominan tanto en la esfera de la producción material como en
la esfera no material, es decir, en toda la economía de esos países.

El ex dirigente de la Unión Soviética, Nikita Jrushov afirmó


que:

" Casi una tercera parte de la producción capitalista


mundial se halla en manos de tan sólo 200 grandes monopolios. Al
modo de pulpos gigantescos, los monopolios han prendido en sus

3 V. l. Lenin, Obras, tomo 22, pág. 185.


307
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
tentáculos países y continentes enteros, chupando la savia vital a
los pueblos."

En las principales ramas de la industria de los Estados


Unidos de América, cinco o seis de las más grandes asociaciones
monopolistas llevan el timón.

En la siderurgia norteamericana, los mayores monopolios


son la United States Steel Corporation, que ocupa 260,000
obreros, y la Bethlehem Steel Corporation, con un total de 1S0,100
obreros.

El 96% de la producción de automóviles se halla


concentrado en manos de los "tres grandes": la General Motors
(899,200 obreros), la Ford (178,100 obreros) y la Chrysler (143,900
obreros).

En la industria petrolera de los Estados Unidos imperan


seis corporaciones, la mayor de las cuales es la Standard Oil
Company (Nueva York), que empela en sus empresas a lSS,S00
obreros.

El control de la industria química pertenece a Du Pont de


Nemours (89,400 obreros).

Puede considerarse que el mayor monopolio de Inglaterra


es el trust denominado Imperial Chemical Industries, que ocupa a
114,000 personas y cuyos activos se elevan a la enorme suma de
437,900,000 libras esterlinas. Esta empresa tiene monopolizada
en grado casi completo la producción de cerca de 4,000 artículos:
explosivos, productos químicos, plásticos, abonos, colorantes
sintéticos, etc. Cerca del 90% de la fundición de acero en
Inglaterra pertenece a nueve importantísimas compamas
asociadas en un pujante monopolio: la Federación Británica del
Hierro y del Acero.

El consorcio Unilever predomina en la industria británica


del jabón y de la margarina. La mayor parte de sus ganancias a lo
largo de varios decenios ha sido el fruto de la explotación de los
pueblos de las colonias y países dependientes. Este monopolio
tiene en todo el mundo unas 600 compañías subsidiarias, y sus
activos se elevan a 246,100.000 libras esterlinas.

308
Spiridonova, Atlas y Otros

En la fabricación de maquinaria, la compama más


poderosa es la Vickers, con activos equivalentes a 96,900.00
libras. La Imperial Chemical Industries y la Vickers desempeñan
un relevante papel en la producción de armamentos de Inglaterra.

Durante la posguerra, en la República Federal de Alemania


ha sido totalmente restablecida la potencia del capital
monopolista. En las empresas del consorcio Siemens, de la
industria electrotécnica, tenían ocupación el 1° de enero de 1961
alrededor de 209,000 obreros.

En la fabricación de maquinaria se ha restablecido la casa


Krupp (111,000 obreros}, que es también un importantísimo
consorcio de la industria de los armamentos.

El primer puesto en la siderurgia pertenece a la compañía


Mannesman, con 82,S00 trabajadores. Cuatro firmas sucesoras
del trust químico I. G. Farbenindustrie explotan en sus empresas
más obreros que explotaba todo el trust antes de la guerra.

¿Qué representan, pues, los monopolios?

Los monopolios reúnen bajo su dominio una buena parte de


la producción y de la venta de una o de varias ramas de la
industria; cada monopolio pertenece a un gran capitalista o a una
asociación de capitalistas, y permite limitar la producción y
establecer precios altos, precios de monopolio.

Las alianzas monopolistas actúan en diversas formas. Las


más simples (rings, corners o convenciones} representan acuerdos
temporales sobre los precios o sobre la distribución de ganancias
comunes (pools) y son poco sólidas y de muy poca duración.

Las formas principales de las alianzas monopolistas son los


carteles, los sindicatos, los trusts y los consorcios.

El cartel es una asociación capitalista basada en un


acuerdo sobre distribución de mercados, precios únicos, reparto de
materias primas, condiciones de contratación de mano de obra,
unidad de cálculo de ganancias, limitación de la producción y
establecimiento de una cuota, para cada uno de los integrantes
del cartel, en la producción y la venta. Los llamados acuerdos
sobre patentes constituyen una importante variedad de los
carteles. Habitualmente, los convenios de cartel se conciertan con
309
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
arreglo a una o a dos condiciones; por eso se les distingue como
carteles de establecimientos de precios únicos, etc. La infracción
de las cláusulas del convenio acarrea una multa cuyo importe
ingresa en la caja común.
Es peculiaridad característica de todos los carteles, sea
cual fuere su perfil, la conservación de la autonomía productiva,
comercial y jurídica de todos sus componentes.

La fluctuante correlación de fuerzas entre los capitalistas


que componen el cartel, ocasionada por su desigual desarrollo,
hace poco sólidas estas alianzas. Por regla general, duran de cinco
a diez años, y a veces se desintegran antes de lo que estipula el
convenio.

Su mayor desarrollo ha correspondido a Alemania. Fueron


fruto de la contracción existente entre la gran industria, en rápido
incremento, dotada de material moderno y fundada en cuantiosos
capitales, particularmente en la contribución obtenida después de
la guerra franco-prusiana, de una parte, y la gran limitación del
mercado, de otra. El camino prusiano de evolución del capitalismo
en la agricultura limitó el mercado interno, y el monopolio colonial
de Inglaterra, de Francia y de otros países dificultó la lucha de los
capitalistas alemanes por conquistarlos mercados exteriores, todo
lo cual les incitó a organizarse en carteles, cuyo número creció
rápidamente en Alemania: de 70 que existían en 1887, pasaron a
ser 300 en 1900 y más de 2,000 (2,200 exactamente) en víspera de
la segunda guerra mundial.

El grado inmediatamente superior en las alianzas


monopolistas lo representa el sindicato, muy similar al cartel.

El sindicato constituye una alianza de capitalistas en la


que la venta de la producción de todos sus participantes, así como
la compra de materia prima, se verifica a través de oficinas
comunes, lo que permite vender más caro y comprar más barato.
Por consiguiente, los participantes en los sindicatos, a diferencia
de los carteles, pierden su autonomía comercial.

También esta forma de monopolio es, al igual que el cartel,


característica de Alemania, pero en la Rusia zarista llegó a
alcanzar gran difusión. Los sindicatos Prodúgol, Prodámet y
Prodvagón, los sindicatos de los fabricantes textiles, azucareros,
etc., llegaron a desempeñar un importante papel. En las

310
Spiridonova, Atlas y Otros

asociaciones monopolista de Rusia solía dominar el capital


extranjero.

Una forma superior del monopolio con respecto al sindicato


es el trust.

El trust es una alianza de capitalistas cuyos componentes


pierden por completo su independencia productiva, comercial y
jurídica, convirtiéndose en socios poseedores de acciones según el
valor de sus empresas.

El trust es encabezado, bien por una compañía


especialmente constituida (la llamada holding company), o por
una de las mayores empresas que forman parte de él. La dirección
regula la producción, determina las condiciones de venta y los
precios, decide la distribución de beneficios, etc.

Esta forma de monopolio existe en todos los países, pero ha


alcanzado su mayor extensión en los Estados Unidos de América,
país al que se ha dado el nombre de "patria de los trusts", a causa
de su desarrollo peculiar. El impetuoso auge industrial
norteamericano en vísperas del siglo XX, la concentración de la
industria en pocas manos y la producción masiva en empresas
equipadas con los adelantos modernos prepararon el camino para
la fundación de los monopolios. Al mismo tiempo, la existencia de
grandes extensiones de tierras libres hasta fines del siglo XIX
atraía la mano de obra hacia la agricultura, lo que contribuyó al
alza de los salarios de los obreros industriales. Los salarios altos y
los abundantes ingresos de los granjeros garantizaban la
extensión del mercado interior. En tales condiciones, la forma más
eficaz de monopolio resultó ser el trust. El trust facilita el
incremento de la producción, el perfeccionamiento de la técnica y
el desarrollo de la especialización y de la cooperación. Estas
posibilidades sólo podían ser utilizadas con un amplio mercado
interior.

En 1879 se fundó la Estándar Oil, primer trust petrolero del


mundo. También fueron creados como trusts los monopolios
siderúrgicos estadounidenses United States Steel Corporation,
Bethlehem Steel Corporation y el trust de la industria química Du
Pont de Nemours.

Dentro de las alianzas monopolistas, los consorcios forman


un grupo especial.
311
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo

El consorcio constituye un complejo de empresas


heterogéneas -de monopolios enteros a veces-, tanto en la esfera
de la producción como en la del comercio, los bancos, las
compañías de seguros y de transportes que se encuentran bajo el
control de un grupo financiero. Por consiguiente, las empresas
integrantes de un consorcio conservan su independencia
productora, comercial y jurídica, pero se hallan ligadas entre sí
por una interdependencia financiera.

El consorcio, forma superior de asociación monopolista,


crea las premisas para establecer el dominio de los más grandes
capitalistas e la vida económica y política de un país.

Por primera vez, esta forma de agrupación monopolista


apareció en el Japón. Durante el período comprendido entre las
dos guerras mundiales, y especialmente después de la segunda, se
observa un rápido incremento de los consorcios en la mayoría de
los países capitalistas. Es un fenómeno suscitado por la
creciente concentración de capitales y también por el deseo de los
capitalistas de prevenirse contra la ruina invirtiendo recursos en
diversas ramas de la economía.

Sea cual fuere la forma que adopte una asociac1on


monopolista, su propósito es siempre uno: obtener ganancias de
monopolio. En ello encuentra su expresión la ley económica
fundamental del capitalismo en su fase imperialista.

Cuando Lenin definió el imperialismo como una fase


especial de la evolución del capitalismo se basó, ante todo, en sus
rasgos económicos. La sustitución de la libre competencia por el
dominio de los monopolios expresa cambios esenciales,
cualitativos, en la base, en las relaciones de producción del
capitalismo llegado a su fase superior. El tipo de relaciones de
producción sigue siendo el mismo, el capitalista privado, y, por
tanto, las leyes económicas específicas del capitalismo se
mantienen en vigor, funcionando en todas las etapas de este
régimen social. Sin embargo, los cambios verificados en las
relaciones de producción bajo el imperialismo hacen que se
observen peculiaridades en las leyes económicas del capitalismo
y, particularmente, en la acción de su ley económica fundamental.

La ley económica fundamental del capitalismo -la de la


plusvalía- se mantiene en vigor bajo el imperialismo, pero la
312
Spiridonova, Atlas y Otros

forma de su manifestación cambia, y la ley se desarrolla. Si en la


época del capitalismo industrial la ley fundamental del
capitalismo se manifestaba en la ley de la ganancia media, el
dominio de los monopolios bajo el imperialismo crea la base
económica para obtener altas ganancias monopolistas.

La ganancia monopolista -ganancia de la época del


imperialismo- se diferencia desde el punto de vista cuantitativo y
cualitativo de la ganancia media del período del capitalismo
industrial. Cuantitativamente es bastante más alta que el
beneficio medio y que la plusvalía excedente obtenida por
determinados capitalistas. La diferencia cuantitativa de la
ganancia monopolista consiste en que expresa las relaciones de
producción de la época del capitalismo monopolista. Esta alta
ganancia corresponde, ante todo, a un sistema de explotación por
la burguesía de la clase obrera y de los pequeños productores,
tanto de su país corno de otros, y en primer término de las colonias
y países dependientes; expresa también la lucha de los
monopolistas contra la burguesía media de su país y la burguesía
de las colonias y de los países dependientes por una mayor
participación en las ganancias.

Por consiguiente, la alta ganancia monopolista expresa la


explotación capitalista en las circunstancias creadas por el
dominio de los monopolios.

¿cuál es la fuente de la ganancia monopolista y cuál es el


modo de extraerla? La base y el origen de la ganancia
monopolista, como la de toda ganancia capitalista, residen en la
plusvalía, creada por el trabajo excedente del obrero tanto en las
empresas monopolizadas como en las no monopolizadas. Los
monopolistas consiguen acentuar la explotación de la clase obrera
y aumentar con ello la masa y la cuota de plusvalía mediante una
intensificación del trabajo nunca vista, basada en la nueva
técnica y en los métodos más refinados de organización del
trabajo y de retribución del mismo. La declaración de la
Conferencia de Representantes de los Partidos Obreros, celebrada
en Moscú en noviembre de 1960, dedicó especial atención a estos
procesos, indicando: "Con nuevas formas, y ante todo mediante la
intensificación del trabajo, el capital monopolista ha reforzado
inconmensurablemente la explotación de la clase obrera. La

313
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
automatización y la «racionalización» bajo el capitalismo
acarrean a los trabajadores nuevas calamidades." 4

En las empresas de los monopolios químicos de Inglaterra


se han creado secciones especiales de "métodos de trabajo", de
"estudio de los movimientos del obrero" y de "cálculo del tiempo"
con toda una plantilla de capataces y cronometradores que se
dedican al estudio sistemático de los métodos de trabajo, de los
movimientos del trabajador y del tiempo empleado para producir
una pieza; todo ello para lograr la mayor intensidad de las faenas.

Otra de las fuentes que reportan a los monopolistas un


aumento de sus ingresos es la redistribución de la plusvalía
producida en escala nacional, a favor de los magnates del capital
y en detrimento de los capitalistas de las ramas y empresas no
monopolizadas, el nivel de cuyas ganancias desciende. Esta
redistribución se lleva a cabo mediante los precios de monopolio y
también merced a la ayuda del presupuesto nacional. Sin lugar a
dudas, la mayor parte de las ganancias obtenidas por los
monopolistas se compone de la plusvalía creada por los obreros en
las empresas de los monopolios, y la parte menor proviene de la
redistribución de la plusvalía entre los propios capitalistas.

La explotación del obrero en el trabajo se complementa por


su explotación en la esfera de la circulación: los monopolistas se
apropian no sólo la plusvalía, sino parte del valor de la fuerza de
trabajo.
En la órbita de la producción, el obrero trata con el
capitalista dos veces: al vender su fuerza de trabajo como
mercancía y al adquirir, como comprador, los medios de vida
necesarios en el mercado comercial. En el primer caso, la
existencia de un paro masivo, el aumento de los impuestos
directos y la conjuración de los capitalistas para imponer sus
condiciones a la compra de mano de obra permiten rebajar el
salario nominal del obrero; en el segundo, tiene lugar una
disminución del salario real en virtud del aumento de los precios
monopolistas para los artículos de consumo, de los impuestos
indirectos y de la inflación.

Una importante fuente de ganancia de tipo monopolista es


también el trabajo excedente y parte del trabajo necesario de los

4 Documentos de la Conferencia de Representantes de los Partidos de Obreros,


Gospolitizdat, Moscú, 1960, págs. 10-11.
314
Spiridonova, Atlas y Otros

pequeños productores -campesinos y artesanos- del país,


ganancia que se obtiene poniendo en juego el mecanismo del
intercambio no equivalencia! con ayuda de los precios de
monopolio, del crédito hipotecario y de los impuestos.

Vemos, pues, que las fuentes de las altas ganancias de los


monopolios son: la plusvalía y parte del valor de la fuerza de
trabajo aplicada por los obreros en las empresas del monopolio;
parte de la plusvalía y del trabajo necesario de los obreros de las
empresas no monopolizadas; el trabajo excedente y parte del
trabajo necesario de los campesinos y artesanos del propio país, y,
por último, parte del valor creado por el trabajo de los obreros y
campesinos de las colonias y países dependientes. 8

Uno de los medios fundamentales de obtención de


ganancias extraordinarias son los precios de monopolio. También
desempeña un importante papel en este sentido la utilización del
mecanismo del Estado burgués para enriquecer a los
monopolistas, particularmente al militarizar la economía o al
ponerla en pie de guerra durante los períodos de contiendas
imperialistas.

¿En qué consiste la peculiaridad de la formación de los


precios bajo el imperialismo?

Para la época del capitalismo industrial era característico


el precio de producción, compuesto del precio de coste más la
ganancia media; para el imperialismo, lo característico es el precio
de monopolio que contiene el precio de coste más un alto beneficio
monopolista. El precio de monopolio sobrepasa el precio de
producción y el valor de las mercancías. La ganancia monopolista,
como parte del precio de monopolio, se realiza a través de éste.
Por consiguiente, el precio de monopolio constituye un
importantísimo medio de asegurar una ganancia extraordinaria,
monopolista.

El monopolio, que abarca una parte considerable de la


producción de una mercancía determinada, consigue establecer
elevadísimos precios monopolistas limitando artificialmente la
fabricación de dicho artículo, o manteniéndolo en los depósitos e
incluso, en algunos casos, destruyendo parte de la mercancía. Al

s De las fuentes de superganancia colonial y de su obtención hablaremos en el


apartado "El sistema colonial del imperialismo".
315
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
mismo tiempo, los monopolios imponen a los pequeños
productores de materias primas o comestibles precios
extraordinariamente reducidos, por debajo del valor y del precio
de la producción, e incluso, a veces, del coste de producción de las
mercancias que los pequeños productores venden.

Son asimismo compañeros inseparables del imperialismo el


proteccionismo aduanero y el dumping. De una parte, los
monopolios consiguen que se establezcan altos aranceles para
preservar el mercado interior de la competencia extranjera; y, de
otra, para apoderarse de mercados exteriores, venden en ellos
mercancías a precios irrisorios.

Es otro rasgo característico del imperialismo la agudización


de la competencia tanto en el interior de una misma rama como
entre las diversas ramas. Los elevados beneficios monopolistas en
cualquier rama atraen necesariamente a ella nuevos capitales,
por más que se oponga el monopolio dominante en la rama en
cuestión. Sin embargo, bajo el imperialismo, la transferencia de
capitales halla serias dificultades a causa del predominio de los
monopolios, lo que da lugar a una gran desigualdad en la
obtención de ganancias. Junto a los precios elevadísimos
imperantes en las ramas de producción monopolizadas, es
frecuente que las mercancias producidas en las ramas no
monopolizadas se vendan por debajo de los precios de producción.
El papel de estos precios en la balanza general es bastante
considerable.

Según hemos expuesto, el sistema de precios de la época


del imperialismo abarca: altos precios monopolistas y bajos
precios monopolistas, precios proteccionistas y de dumping y
precios de producción, también llamados precios "libres", para las
mercancías de las ramas no monopolizadas.

¿Es que los conceptos de la ley del valor son rebatidos por
la aparición del precio de monopolio?

Marx decía que el precio de monopolio no puede destruir


unos límites que han sido establecidos por el valor de las
mercancías: el conjunto del valor y de la plusvalía producida en la
economía capitalista mundial permanece inalterable, aunque
cambie substancialmente la distribución del valor. En efecto, los
términos fundamentales de la ley del valor -igualdad de la suma
de los precios de las mercancías y de la suma de sus valores-
316
Spiridonova, Atlas y Otros

siguen en vigor en toda la escala de la economía capitalista


mundial. Lo que ganan los grandes monopolios lo pierden los
trabajadores, la clase obrera y los pequeños productores de las
metrópolis, de las colonias y los países dependientes, y también
aquella parte de la burguesía que no forma parte de los
monopolios.

La reafirmación del abrumador yugo de los monopolios


sobre la sociedad entera provoca una exacerbación extrema de
las contradicciones del capitalismo, unificando a los trabajadores
de los países capitalistas y a los pueblos de las colonias y los
países dependientes en la lucha conjunta contra el imperialismo.

La dominación de los monopolios bajo el imperialismo y su


papel preponderante en la vida económica de un país no
significan en modo alguno que toda la economía se encuentre en
sus manos. Según hemos observado, el imperialismo no constituye
una nueva sociedad económica, sino, simplemente, una
supraestructura del capitalismo, la fase suprema de su desarrollo.

Junto a los monopolios se mantienen en todos los países


capitalistas formas económicas no sólo premonopolistas, sino
incluso precapitalistas. La mayor parte de la población de los
países capitalistas está constituida por campesinos, y subsisten
los artesanos. A causa de las diferencias de la concentración de la
producción y del capital, el proceso de constitución de monopolios
transcurre de manera en extremo desigual. Al lado de la gran
industria pesada, muy mediatizada por los monopolios, existen en
las ramas del segundo sector, y también en la agricultura,
numerosas empresas pertenecientes a capitalistas aislados, a
"empresarios libres" que mantienen entre sí una encarnizada
competencia.

Es decir, que bajo el imperialismo subsiste la libre


competencia, propia de la época precedente.

Todo ello pone de relieve la completa inconsistencia de la


teoría del "imperialismo puro", sostenida por Bujarin. V. l. Lenin
señalaba que nunca existió, ni existe en ninguna parte, ni puede
existir un "imperialismo puro" sin su base fundamental, que es el
capitalismo. Es un rasgo característico del imperialismo la
coexistencia de los monopolios con el intercambio, el mercado y la
competencia. La dominación y el enriquecimiento de los
monopolios tienen como garantía, precisamente, la existencia de
317
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
empresarios libres y de pequeña producción que constituyen para
los monopolios un material de explotación. También la
competencia garantía la dominación de los monopolios. Los
monopolistas realizan a través de la competencia sus ventajas en
el terreno de la explotación de la mano de obra, del
establecimiento de precios de monopolio y de la apropiación de la
mayor parte de la plusvalía creada en la sociedad. Marx consignó
ya en Miseria de la filosofía que los monopolios pueden sostenerse
tan sólo gracias a que mantienen una lucha de competencia
permanente.

Así, pues, los monopolios de la época imperialista no


acaban con la competencia, y en este período subsisten las formas
esenciales de la competencia de la época del capitalismo
industrial, la competencia entre ramas diversas y en el interior de
cada rama, pero el contenido de las mismas cambia de manera
radical.

La competencia dentro de cada rama, en la época del


imperialismo, se manifiesta, ante todo, como una lucha dentro de
los monopolios, entre sus componentes, por obtener una mayor
parte en la producción, la venta y las ganancias, como una pugna
por las partes que permiten monopolizar el progreso técnico y
convertir las plusvalía excedente en un fenómeno más o menos
constante, por apoderarse de los puestos directivos y del control
de los monopolios.

Bajo el imperialismo, en cada rama de la producción social


existen, a la vez que los monopolios, capitales no monopolizados y,
por consiguiente, existe la competencia de los monopolios con las
empresas no monopolizadas, con las que los ingleses llaman
outsiders. Las cuantiosas ganancias de los monopolios sirven de
señuelo que atrae a esa rama nuevos capitales, muy importantes
a veces, a los cuales no siempre les conviene incorporarse al
monopolio ya existente, pues como "libres" pueden disfrutar de
ciertas ventajas frente a los insiders, o capitalistas participantes
en el monopolio. Como no están obligados a atenerse a una cuota
de producción, pueden arrebatar el mercado al monopolio
produciendo artículos de mejor calidad o reduciendo algo los
precios.

La competencia de los capitalistas libres merma las


ganancias de los monopolios, suscitando en ellos el afán de ahogar
a sus competidores sea como sea. En la mayoría de los casos, los
318
Spiridonova, Atlas y Otros

"libres" perecen, incapaces de resistir los ataques de las


organizaciones monopolistas, pero a veces logran subsistir. Esto
acontece cuando los capitales libres son suficientemente grandes
o cuando en la rama en cuestión hay varios outsiders que pueden
unificarse y fundar otro monopolio con vistas a la competencia.

Surge la tercera forma de la competencia en el interior de


la misma rama: la competencia entre los monopolios, bastante
difundida actualmente, ya que en ninguna rama de la economía
de los países capitalistas existe un solo monopolio que impere
totalmente. Son rarísimos los casos de plena monopolización de
una rama por una compañía. Es notorio que, antes de la segunda
guerra mundial, en la industria del aluminio de los Estados Unidos
ejercía un control absoluto la Aluminium Company of America
(ALCOA). El aumento colosal de la demanda de aluminio
provocado por la militarización de la economía durante la época
de la posguerra y el incremento de los beneficios de la Aluminium
Company dieron lugar a una gran afluencia de capitales a esta
rama. Con ello se puso fin a la dominación tradicional de un solo
monopolio en la industria del aluminio de los Estados Unidos.
Surgieron nuevas empresas competidoras. En 19S2 sólo quedaba
en poder de la ALCOA el Sl,S por 100 de la potencia de fundición de
dicho metal; el resto se hallaba ya en manos de nuevas
compañías: el 28,4 por 100 lo poseía la Reynolds Metals, y el 21,1
por 100 era propiedad de la Kaiser Aluminium and Chemical
Corporation.

Habitualmente, tres o cuatro grandes monopolios


comparten el dominio de una u otra rama de la economía
nacional. En la industria del automóvil de los Estados Unidos, por
ejemplo, la competencia principal está entablada entre tres
grandes asociaciones monopolistas: la General Motors, la Ford y la
Chrysler. La relación de fuerzas entre ellas fluctúa según los
resultados de la competencia. De ello pueden darnos idea los
datos que transcribimos a continuación:

COMPETENCIA EN LA INDUSTRIA AUTOMOVILÍSTICA DE LOS


ESTADOS UNIDOS

Porcentaje de la
producción de
Compañía
automóviles
1946 1
19S6
General Motors ........................ 37,8 1
S2,8
319
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
Ford ....................................... 22,0 28,8
Chrysler ................................. 2S,7 1S,0
Empresas no 14,S 3,4
monopolizadas .........................
Total .......................... 100 100

La competencia entre diversas ramas de la economía


imperialista se entabla ante todo como una pugna entre los
monopolios y los outsiders productores, de una parte, y los
monopolios consumidores. Es la denominada competencia
vertical: los capitalistas de las industrias de extracción y de
transformación sostienen una lucha entre sí. Los monopolios
consumidores limitan la tendencia de los monopolios productores
a subir los precios y para ello se valen de la organización
combinada de su propia producción de materias primas y de
mercancías semifabricadas, del empleo de sucedáneos y de la
reducción temporal de la demanda. A su vez, los monopolios
productores fundan empresas de transformación de las materias
primas.

En la época imperialista adquiere gran extensión la


competencia entre ramas vecinas de la industria: la competencia
horizontal. El aumento de la anarquía de la producción y la
agudización del problema del mercado incita a los monopolios a
diversificar los productos elaborados, a irrumpir en otras ramas
de la industria.

Este proceso se acelera singularmente después de la


segunda guerra mundial. Tiene lugar un entrelazamiento de las
industrias del automóvil y de aviación, del automóvil y de la
maquinaria agrícola, de la de aviación y de la electricidad, de la
industria química y de la siderurgia, de la industria textil y de la
refinación del petróleo, etc.

Por ejemplo, la diversificación de la Imperial Chemical


Industries se expresa en la penetración de este trust británico en
la producción de metales no férricos (níquel, aluminio, cobre),
necesarios en primer término para las industrias electrotécnicas y
aeronáuticas, así como para la producción de municiones. La
Imperial Chemical Industries tiene relaciones con los monopolios
de la siderurgia (producción de aceros de alta calidad), suministra
cemento a la construcción y penetra, especialmente durante los
últimos años, en la industria textil. Junto con la compañía
320
Spiridonova, Atlas y Otros

Curtolds, controla la firma filial British Nylon Spinners, que


monopoliza la producción de nylon. Valiéndose de un invento,
produce otro tipo de fibra sintética, el tyrelene, y en colaboración
con el consorcio Unilever fabrica el ardil y otros productos.

La penetración de la Imperial Chemical Industries en la


industria atómica se expresa en el suministro de materiales y de
maquinaria para las factorías y centrales eléctricas movidas por
energía nuclear, así como de muchos productos químicos
necesarios para obtener uranio metálico, torio y otros materiales.
En los últimos años se ha desarrollado mucho la producción de
isótopos radiactivos, empleados en la medicina, en la industria y
en la agricultura.

Al mismo tiempo, los monopolios de otras ramas, llevados


del afán de aumentar sus ganancias, tienden a participar en la
fabricación de productos químicos, objeto de la mayor demanda.
El consorcio Vickers, por ejemplo, ha iniciado la producción de
materias explosivas.

Se observa una mutua penetración de las industrias


petrolera y química. El incremento de la producción de
combustible sintético extraído de la hulla por los trusts químicos
inquieta a las compañías petroleras. Por otra parte, un serio
competidor de los monopolios químicos empieza a surgir en las
empresas del petróleo, que emplean los productos secundarios de
la nafta para fabricar productos químicos.

Una de las formas de la competencia entre diversas ramas


de la economía bajo el imperialismo es la que se entabla entre los
monopolios que producen artículos intercambiables, es decir, la
llamada competencia de los sustitutivos: por ejemplo, el cobre y el
aluminio, los metales férricos y el plástico, el caucho natural y el
sintético, el petróleo mineral y el artificial. Compiten entre sí
monopolios de diversos tipos de transporte: compañías aéreas,
automovilísticas, ferroviarias y navieras. En la esfera de lo no
material, se desenvuelve una intensa lucha entre los monopolistas
de la radio, la televisión, el cine, el teatro, los periódicos, etc.

Por último, uno de los más importantes aspectos de la


competencia entre diversas ramas es la lucha de los monopolios
del segundo sector por la venta de las mercancías, por apoderarse
de la mayor parte del presupuesto del consumidor. Con motivo de
la creciente depauperización de los trabajadores bajo el
321
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
imperialismo y de la construcción relativa del mercado interior,
esta pugna adquiere un carácter muy enconado. Su arma
principal, la publicidad, cara y onerosa, tiene por complemento la
venta a plazos, funesta para el consumidor.

Cambian, asimismo, los métodos de competencia. Junto a


los procedimientos puramente económicos de lucha contra el rival
(privación de materia prima, de transporte o de crédito, conquista
de los mercados o de la mano de obra, juego de precios, etc.), los
monopolios recurren a la propagación de falsos rumores acerca de
los competidores, al soborno e incluso a la violencia directa, al
empleo de la dinamita contra los rivales. Para combatirlos, los
grandes monopolios se valen en gran escala de la máquina
estatal. A causa de todo ello, la competencia bajo el imperialismo
se convierte en un arma que los monopolistas utilizan para
aplastar a todo aquel que no se somete a su yugo y a su
arbitrariedad.

Con el dominio de los monopolios en esta fase superior, se


agudizan extraordinariamente todas las contradicciones del
capitalismo.

Se ahonda la contradicción principal de este reg1men.


Durante la época imperialista tiene lugar un gigantesco desarrollo
de la socialización del trabajo: se socializa el proceso de aplicación
de los inventos y adelantos técnicos y se verifica un cálculo
aproximado de las fuentes de materias primas y de la capacidad
de los mercados. Según dice Lenin, el capitalismo, en su fase
superior, "conduce a la más multilateral socialización de la
producción, arrastrando, por así decirlo, a los capitalistas,
contrariamente a su voluntad y a su conciencia, a un nuevo orden
social, a un orden transitorio entre la plena libertad de
competencia y la plena socialización". 6 No obstante, estas nuevas
fuerzas productivas siguen cubiertas por la vieja envoltura de la
propiedad privada, y el número de magnates del capital, que
monopolizan todas las riquezas de la sociedad, disminuye más y
más.

Crece la anarquía de la producción. La desigualdad del


proceso de monopolización acentúa la desproporción existente
dentro de la producción social, aproxima las crisis económicas
de superproducción y les da un carácter todavía más destructivo.

6 V. l. Lenin, Obras, tomo 22, pág. 193.


322
Spiridonova, Atlas y Otros

En la misma dirección actúa también el empeoramiento de la


situación de las masas laboriosas, ahogadas por los monopolios.

Los grandes monopolios llevan su ofensiva no sólo contra


los intereses de la clase obrera: se acelera el empobrecimiento de
las amplias masas de campesinos y artesanos, empeora la
situación de la mayoría de los empleados e intelectuales y
aumentan las dificultades que sufre la burguesía pequeña y
media. A consecuencia de todo ello, en la etapa contemporánea se
agrava la contradicción entre un puñado de monopolistas y todos
los sectores del pueblo. Existe, pues, la posibilidad real de que se
unan las fuerzas antimonopolistas sin excepción.

Las estrechas relaciones de los monopolios con los bancos


contribuyen de manera considerable a asegurarles su dominación
en la vida política y económica de los países.

2. EL CAPITAL FINANCIERO Y LA OLIGARQUÍA FINANCIERA.

El proceso de concentración del capital y de la producción


en la industria lleva aparejada inevitablemente la concentración
de la banca. Las grandes empresas industriales solicitan créditos
de tal magnitud que sólo pueden ser otorgados por bancos muy
poderosos. Por otra parte, con el aumento de la producción crecen
los recursos de las empresas capitalistas, que sólo pueden ser
depositados en bancos de primer orden, ya que los capitalistas
tienden a garantizar a su dinero la mayor seguridad y el mejor
empleo.

Es en curso de la lucha de competencia, una parte de los


bancos se arruina o es absorbida por las entidades bancarias más
fuertes, y otras, aunque conservan su autonomía formal, se
transforman virtualmente en simples sucursales de los bancos de
primera magnitud. Disminuye el número de bancos, pero, a la vez,
aumenta su volumen y se incrementan sus operaciones. Entre
miles de bancos independientes destaca un pequeño grupo
formado por los más potentes. Se crean asociaciones bancarias
monopolistas, basadas en el mutuo acuerdo: los consorcios o
sindicatos bancarios, que conciertan la realización de importantes
operaciones financieras y la colaboración entre ellos. Como
consecuencia de la fusión de los bancos y del sometimiento de los
unos a los otros por diferentes medios de control financiero, se
constituyen los trusts bancarios.

323
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
En cada país capitalista sobresale un reducido grupo de
bancos que concentran en sus arcas la masa fundamental de
imposiciones y que realizan la mayoría de las operaciones
financieras. Antes de la primera guerra mundial, nueve grandes
bancos berlineses disponían de cerca del 83 por 100 de todo el
capital bancario de Alemania. Poco antes de la segunda guerra
mundial eran ya sólo cuatro los bancos que predominaban en el
país. En Inglaterra destaca un grupo de once bancos. Llevan entre
ellos la voz cantante los llamados "cinco grandes" londinenses,
que controlan el 80 por 100 de los depósitos bancarios. En los
Estados Unidos ocupan la posición predominante veinte bancos,
entre los cuales los "seis grandes" de Wall Street tienen bajo su
control buena parte de las operaciones financieras del país.

La concentración de la banca y la fundación de monopolios


constituidos por bancos traen consigo una modificación de su
papel en la economía de los países capitalistas. A lo largo del
desarrollo del capitalismo, la misión primaria y fundamental de
los bancos fue la de intermediarios para los pagos entre
capitalistas. Además, recogían el dinero ocioso de manos de sus
poseedores y lo ponían a disposición de los comerciantes e
industriales. Al convertirse los bancos en grandes monopolios, que
concentran sumas fabulosas de dinero, establecen relaciones
totalmente distintas con la industria, asumiendo un nuevo papel
en la vida económica de la sociedad capitalista. Los grandes
bancos, al disponer de enormes capitales, pasaron de las
operaciones a corto plazo, como el descuento de letras y los
préstamos mercantiles, a los créditos a largo plazo. Ello trae como
consecuencia que el banco, al otorgar un préstamo considerable a
largo plazo, se ligue más estrechamente a la empresa industrial, se
inmiscuya en los asuntos de ésta e influya en su situación a fin de
asegurarse el reintegro del préstamo concedido más los intereses
correspondientes. La insolvencia de una empresa industrial
implica fuertes riesgos para el banco, y a veces la quiebra del
mismo. Los bancos, manejando todas las operaciones de las
empresas industriales que se sirven de ellos, pueden conocer
perfectamente la situación de dichas empresas; ampliando o
disminuyendo el crédito, el banco puede influir en la marcha de
una empresa industrial.

Las empresas y los bancos modernos están organizados


principalmente como sociedades anommas, las cuales se
constituyen muy a menudo con intervención de los bancos. El
banco toma a su cargo la venta de las acciones, con derecho de
324
Spiridonova, Atlas y Otros

fundador, o se queda con un determinado paquete de acciones y


obligaciones a cambio del empréstito concedido y, de tal modo, se
convierte en accionista de la nueva empresa.

Con su dinero disponible, los bancos adquieren acciones de


las compañías industriales, lo cual les facilita el acceso a los
consejos de administración y a los organismos directivos de las
sociedades anónimas. Y, a la inversa, los magnates de los
monopolios industriales adquieren acciones de los bancos, y
pasan a formar parte de los consejos de administración y de los
organismos directores de aquéllos.

El entrelazamiento del capital bancario con el industrial se


manifiesta, igualmente, en la unificación de la gerencia de los
bancos y de los monopolios industriales. Unas mismas personas
encabezan grandes monopolios que abarcan bancos, industrias,
comercio y otros sectores de la economía capitalista. Los
banqueros se infiltran hasta ocupar puestos de directores de
corporaciones industriales, y representantes de éstas son a
menudo directores de los consejos de administración de los más
importantes bancos.

Verificase la fusión, el entrelazamiento del capital


monopolista bancario con el capital monopolista industrial. Como
resultado de ello se crea una nueva forma de capital, el capital
financiero, representado por los recursos unidos de los monopolios
bancarios e industriales. Refiriéndose a la naturaleza del capital
financiero, Lenin hacia hincapié en los principales elementos
siguientes:

"Concentración de la producción; monopolios derivados de


ella; fusión o entrelazamiento de los bancos con la industria: he
ahí la historia del surgimiento del capital financiero y el contenido
de este concepto". 7

El capital financiero pasa a ser la forma predominante en


la época del capitalismo monopolista.

El capital financiero puede formarse, bien mediante el


sometimiento del capital industrial al bancario, bien mediante la
penetración del primero en el segundo. En los Estados Unidos, el
ejemplo más ilustrativo de penetración del capital industrial en el

7 V. l. Lenin, Obras, tomo 22, pág. 214.


325
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
bancario es el de los Rockefeller. A comienzos de la década del
sesenta del siglo XIX, John Rockefeller fundó una pequeña
compañía petrolera; posteriormente, en 1882, se apoderó del
paquete de control de varias empresas del mismo ramo y fundó el
trust conocido con el nombre de Standard Oil, y después sometió a
su dominio uno de los mayores bancos norteamericanos: el Chase
National Bank.

Como ejemplo de sometimiento del capital industrial al


bancario citaremos el caso del grupo financiero de Mellen. La base
de este capital fue el Mellen National Bank and Trust. En los años
veinte había sometido ya a numerosos bancos y desde el puesto
número veintiuno que ocupaba en la escala bancaria de los
Estados Unidos se elevó hasta el decimoprimero. En las ramas
industriales, la dominación del grupo Mellon abarca el aluminio y
el petróleo.

Los multimillonarios poseedores de monopolios industriales


y bancarios constituyen la oligarquía financiera: dominio de unos
cuantos magnates que disponen de la economía y determinan la
política de los países capitalista. La preponderancia de la
oligarquía financiera se extiende al terreno de la política y somete
a su control el mecanismo estatal, sea cual fuere el régimen
imperante, convirtiéndolo en una dictadura de la oligarquía
financiera. La política interior y exterior de los países burgueses
viene determinada por los intereses particulares de los grandes
monopolios.

"En la actualidad -escribía el periodista americano


Landberg en su libro Sesenta familias de América- gobierna y
dirige a los Estados Unidos una jerarquía de sesenta familias
ricas, las cuales constituyen el centro neurálgico de la oligarquía
industrial que impera sobre los Estados Unidos y que opera con
una forma de gobierno democrático de jure, a espaldas del cual,
desde la época de la guerra civil, se ha ido formando poco a poco
un gobierno de facto absolutista y plutocrático. Este gobierno de
facto es el gobierno virtual de los Estados Unidos, un gobierno no
oficial, invisible y oculto en las tinieblas. Es el gobierno del dinero
en la democracia del dólar".

En la obra de someter a su control los organismos


gubernamentales, representan un papel especialísimo las
asociaciones monopolistas: la Asociación Nacional de la Industria
de los Estados Unidos, la Cámara de Comercio, la Asociación
326
Spiridonova, Atlas y Otros

Americana de Compañías Ferroviarias, y otras. La más influyente


es la Asociación Nacional de la Industria, fundada en 1896, cuyo
estatuto estipula la realización -por intermedio del gobierno- de
un programa de agresión exterior, de expansión del comercio y del
crédito exteriores de los Estados Unidos, de defensa de los
intereses de los monopolios en su lucha contra el movimiento
obrero y de propaganda acorde con los intereses de los
monopolios. Figuran al frente de la Asociación un presidente, un
grupo de vicepresidentes y un consejo de directores. Pero el papel
principal pertenece al Comité Consultivo Especial, integrado por
representantes de las doce corporaciones más fuertes. En sus
reuniones privadas, este Comité confecciona directrices para el
gobierno en lo concerniente a la política interior y exterior de los
Estados Unidos. Corno ejemplo ilustrativo citaremos la carta
confidencial del magnate Nelson Rockefeller, dirigida en enero de
19S6 al presidente Eisenhower. En ella se enunciaba el programa
de política exterior a aplicar por el gobierno estadounidense,
programa que reflejaba las intenciones agresivas de los
monopolios americanos.

En el actual mundo capitalista, es en los Estados Unidos


donde la omnipotencia y el yugo de la oligarquía financiera han
adquirido mayor envergadura. La oligarquía financiera
representa el 1 por 100 de la población del país y posee el 60 por
100 de todas sus riquezas. La prensa americana da al grupo de
magnates del capital el nombre de "club de los multimillonarios",
integrado por sesenta y seis corporaciones, entre las que destacan
los ocho grupos monopolistas más importantes de los Estados
Unidos.

Hasta estos últimos tiempos, el grupo Margan ha venido


detentando el primer puesto dentro de la oligarquía financiera
norteamericana. El núcleo de dicho grupo radica en la empresa
bancaria John Pierpont Margan and Company. Dentro de la
industria, el grupo Margan controla las mayores compañías de
una serie de importantísimas ramas: en la fundición de acero, la
United States Steel Corporatión; en la electrotécnica, la General
Electric; en la radio, la Radio Corporation; en el cobre, la Kennecot
Copper y la Dodge, y en el petróleo, la Continental Oíl y cientos de
empresas más pequeñas.

El grupo Rockefeller domina la industria petrolera no sólo


en los Estados Unidos, sino en todo el mundo capitalista. Su centro
radica en la familia de John Rockefeller. Actualmente, la
327
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
administración real del grupo se halla concentrada en manos de
seis hombres, cinco de los cuales son hermanaos, pertenecientes a
la tercera generación de los Rockefeller, y el sexto su tío,
Winthrop Aldrich. Los Rockefeller controlan uno de los bancos
más poderosos de Wall Street -el Chase Manhattan- y una serie
de gigantescos monopolios petroleros: la Estándar Oil of New
Jersey, la Estándar Oil of California, la Standard Oil of Indiana y
muchas otras.

El grupo Du Pont abarca importantísimos trusts de las


industrias químicas, de guerra, automovilística y del caucho: en la
industria química, el potentísimo consorcio Du Pont de Neumors;
en la del automóvil, el mayor trust de los Estados Unidos y del
mundo capitalista, la General Motors; en la del caucho, la United
States Rubber, y en la de guerra, la empresa Du Pont de Nemours,
estrechamente vinculada a la producción de bombas atómicas y
de hidrógeno.

El grupo Mellan controla el importantísimo trust del


aluminio ALCOA; en la industria petrolera, la Half Oil, que ocupa el
séptimo lugar en el mundo capitalista; dirige también varias
compañías de las industrias siderúrgica, hullera y del cobre. El
grupo está encabezado por el Mellan National Bank and Trust
Company.

El grupo constituido en torno al First National City Bank


neoyorquino controla el gran trust del cobre Anaconda; el
monopolio Boeing Airplane, en la industria aeronáutica; una serie
de grandes empresas de transportes y una tupida red de bancos
en el extranjero.

Los grupos de Cleveland y de Chicago han sometido a su


control numerosas empresas industriales, bancarias y de
transportes en el Medio Oeste de los Estados Unidos.

En los últimos tiempos, el grupo Gianini se ha incorporado a


las principales asociaciones financieras. Se apoya en el Bank of
America y controla empresas industriales, financieras y de
servicios públicos de California.

Las formas de la dominación económica de la oligarquía


financiera son variadas. Lenin señalaba que uno de los
instrumentos principales para garantizar el imperio de un grupo
insignificante de oligarcas sobre una masa de capitales ajenos era
328
Spiridonova, Atlas y Otros

el llamado "sistema de participación", basado en el manejo de las


acciones para la gradual supeditación de unas compañías a otras.
Hay una sociedad anónima matriz ("madre"), cuyo paquete de
control se encuentra en manos de un magnate financiero o de un
grupo de magnates. A su vez, esta empresa puede poseer los
paquetes de control de otras sociedades anónimas filiales ("jijas"),
y así sucesivamente. De tal modo, se establece una dependencia
financiera gradual que permite a un puñado de magnates del
capital, situados en la cima de esta pirámide, disponer de recursos
colosales, muy superiores a los suyos propios. El grupo Rockefeller
controla activos que superan en 17 veces los bienes de la familia.

Pero el "sistema de participación" no sólo contribuye a la


extensión gigantesca del poder de los monopolistas; permite,
además, perpetrar impunemente toda clase de maniobras turbias,
pues los administradores de la sociedad "madre" no responden
formal y legalmente de la sociedad "hija", la cual se considera
"independiente". En las publicaciones americanas se encuentra a
menudo el término "ordeño" de la compañía filial. Este "ordeño" se
lleva a cabo por los procedimientos más variados: se obliga a la
compañía filial a para altos dividendos en detrimento suyo, se le
imponen transacciones desventajosas, tanto con la compañía
principal corno con otras filiales, se la obliga a incluir en su alto
personal a representantes de la compama "madre" con
emolumentos extraordinarios, etc. Huelga decir que este "ordeño"
de la compañía filial incrementa las ganancias de los magnates
financieros encumbrados en la cima de la pirámide.

Habitualmente, el "sistema de participación" aplica en gran


escala la diferenciación de las acciones en ordinarias y
preferentes, en acciones con voto y sin voto, lo cual posibilita más
aún la dominación de los magnates financieros sobre una enorme
cantidad de empresas industriales, comerciales, del transporte y
bancarias. La Compañía de Gas y Electricidad de los Estados
Unidos, por ejemplo, emitió acciones preferentes de un dólar con
derecho a un voto y acciones ordinarias de SO dólares, también
con un voto. Detentando las acciones preferentes, el grupo de
capitalistas consiguió, con un solo millón de dólares, someter a su
dominación una compañía con un capital superior a los mil
millones. En el trust de la General Electric, controlado por el grupo
Margan, el banco de este nombre sólo posee el 1,03 por 100 de las
acciones ordinarias. En una corporación de la envergadura de la
United States Steel, el grupo Margan dispone solamente del 0,04
por 100 del capital, pero, no obstante, la controla totalmente. A su
329
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
vez, la United States Steel Corporation tiene en la actualidad 12
grandes compañías filiales y controla 11 firmas siderúrgicas
formalmente autónomas.

La forma económica del domino del capital financiero es el


sistema de posesión de la minoría de las acciones, sistema
consistente en que los accionistas más poderosos recaban de los
más modestos el derecho a representarlos en las votaciones, y así
se apoderan del control de las sociedades anónimas.

Valiéndose del sistema multirepresentativo, los principales


grupos financieros pueden lograr en numerosos casos el control de
las compañías incluso sin invertir en ellas capital alguno.

Existe también el sistema de comités representativos, que


llevan a las votaciones la representación de la mayoría de los
accionistas de una sociedad y que, por este procedimiento,
imperan en ella. El economista americano Víctor Perlo, en su libro
El imperio de los magnates financieros, indica que funcionan en
los Estados Unidos ocho grandes bancos que dirigen las
propiedades por el sistema representativo.

Antes de la segunda guerra mundial, y sobre todo después


de ella, adquirieron difusión los trusts de inversiones que
adquieren acciones de diversas compañías y venden las suyas
propias a accionistas modestos, abonándoles el dividendo medio
repartido por muchas compañías. La mayor empresa de este
género existente en los Estados Unidos de América, el
Massachusetts Investors Trust, junto con otros cinco trusts de
inversiones, que forman un solo grupo, posee abundantes
paquetes de acciones de muchas grandes corporaciones
industriales.

El capital financiero conoce también el sistema de posesión


predominante de las acciones. Es el que aplican las familias Ford
y Mellen en los Estados Unidos y la familia Krupp en Alemania, las
cuales mantienen en su poder el grueso de las acciones de las
compañías controladas por ellas.

Las formas de dominación de la oligarquía financiera no se


limitan al sistema de participación o de manejo de capitales
ajenos. "El capital financiero -señalaba Lenin-, concentrado en
pocas manos y dotado de un monopolio virtual, percibe ganancias
enormes, y siempre crecientes, por derechos de fundación, por
330
Spiridonova, Atlas y Otros

emisión de valores, por empréstitos de la deuda pública, etc.,


consolidando el dominio de oligarquía financiera e imponiendo a
toda la población un tributo para los monopolios".ª

Un importante manantial de beneficios para la oligarquía


financiera es el presupuesto público, con cargo al cual se otorgan
enormes préstamos y subsidios a los grandes monopolistas y se
abona a los monopolios el importe de ventajosos pedidos del
Estado. En torno a las finanzas estatales se traba una empeñada
lucha entre los tiburones de las finanzas.

Como fuente adicional de enriquecimiento de la oligarquía


financiera tienen particular importancia los empréstitos de la
deuda pública y la especulación bursátil con los títulos del Estado.
El pago de los intereses de la deuda pública figura entre los gastos
que no pueden ser limitados ni por el poder ejecutivo ni por el
legislativo. En tales condiciones, es para los monopolistas un
negocio lucrativo y seguro colocar su dinero disponible en
obligaciones del Estado, cuyos intereses se abonan con las
contribuciones e impuestos recaudados en la población. El
economista americano anteriormente aludido indica que los
intereses de la deuda pública -más de 7,000 millones de dólares
anuales -equivale a una sexta parte de todas las ganancias de las
corporaciones.

Pero no sólo los enormes intereses de los empréstitos se


vierten en las arcas de los magnates del capital; los más grandes
bancos perciben además importantes sumas en concepto de
"comisiones".

La creación del capital financiero representa un nuevo


desarrollo del capitalismo monopolista. Es propio del capitalismo
establecer una separación entre la propiedad del capital y su
aplicación a la producción, entre el capital-dinero y el capital
productivo. Bajo el imperialismo, el dominio del capital financiero
ahonda y amplía la separación entre el capital-dinero y el capital
productivo. La socialización de la producción, junto con el
monstruoso yugo del capital y la ilimitada prepotencia de un
puñado de magnates de las finanzas, que se apoderan del fruto
del gigantesco progreso de las fuerzas productivas, constituye
una de las peculiaridades esenciales del imperialismo.

8 V. l. Lenin, Obras, tomo 22, pág. 220.

331
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo

3. LA EXPORTACIÓN DE CAPITAL.

Lo característico del viejo capitalismo, en el que predomina


la libre competencia, era la exportación de mercancías. Lo
característico del capitalismo nuevo, en el que predominan los
monopolios, es la exportación del capital.

La exportación del capital constituye uno de los piolares


económicos del imperialismo, un instrumento para el reparto del
mundo entre las alianzas monopolistas, el medio principal de la
expansión imperialista y de la transformación del capitalismo en
"un sistema universal de opresión colonial y de estrangulamiento
financiero de la inmensa mayoría de la población de la tierra por
un puñado de países adelantados." 9

Fue Marx quien mostró la lógica de la exportación de


capitales, señalándola como una consecuencia de las condiciones
internas del desarrollo del régimen de producción capitalista.
Analizando, en el tercer tomo de El Capital, la cuestión del
llamado "excedente de capital" que se forma en el proceso de
concentración del capital por efecto de la tendencia a la
disminución de la cuota de ganancia, Marx subrayó que si el
capital se enviaba al extranjero no era porque no pudiese, de
manera absoluta, encontrar aplicación en el interior del país, sino
porque en el extranjero podía ser utilizado con una cuota de
ganancia mayor.

El paso al imperialismo crea nuevas causas para la


formación de un excedente de capital, que convierte la
exportación de capitales en una necesidad objetiva para los
capitalistas.

En la época del predominio de los monopolios se acentúa la


desigualdad del desarrollo de las empresas, de los sectores de la
industria y de los países. Se eleva verticalmente la diferencia
entre la composición orgánica del capital y las cuotas de ganancia
en los países desarrollados del mundo capitalista y los atrasos. El
rápido incremento del sistema de créditos contribuye al aumento
del "excedente del capital" en los países más ricos, donde su
acumulación alcanza un alto nivel. En la misma dirección actúa el

9 Ibídem, Pág. 179.

332
Spiridonova, Atlas y Otros

impetuoso auge de las sociedades anónimas: mediante la emisión


y venta de las acciones, el dinero ocioso se convierte en capital,
ansioso de aplicación lucrativa.

El dominio de los monopolios es la causa principal de la


creación de un "capital excedente" bajo el imperialismo. De una
parte, el yugo de los monopolios acrecienta el empobrecimiento de
los trabajadores y provoca la contracción relativa del mercado
interior, lo que dificulta el empleo de nuevos capitales. De otra, al
implantar su dominación en algunas ramas, los monopolios
obstaculizan la penetración en ellas de capitales "ajenos"
(nuevos), temerosos de que se agudice la competencia y
desciendan sus ganancias.

A causa de todos estos fenómenos, se forma en la época


imperialista una masa enorme de "capital excedente". Sin
embargo, Lenin subraya, como lo hizo Marx en su tiempo, la
relatividad de este exceso de capital bajo el imperialismo. En
cualquier país capitalista existen enormes necesidades de
recursos para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores,
ponen fin al atraso de la agricultura y fomentan la ciencia y la
cultura. Pero el capitalismo no sería capitalismo si emplease estos
recursos para tales fines. "Mientras el capitalismo sea capitalismo
-indica Lenin-, el exceso de capital no se destinará a elevar el
nivel de vida de las masas de un país dado ya que esto acarrearía
una disminución del lucro de los capitalistas, sino a incrementar
las ganancias mediante la exportación de capital al extranjero, a
los países atrasados. En estos países, la ganancia suele ser grande,
pues hay pocos capitales, el precio de la tierra es relativamente
módico, los salarios bajos y las materias primas baratas." 10

Por consiguiente, la necesidad de exportar capitales


obedece a que en unos pocos países el capitalismo está
"demasiado maduro" y al capital le falta espacio para su
aplicación "lucrativa".

Después de la segunda guerra mundial se formó en Estados


Unidos de América un "capital excedente" de gran volumen, como
resultado de las ingentes ganancias obtenidas con los pedidos
militares, mediante la más intensa explotación de la clase obrera,
el saqueo de los países dependientes y subdesarrollados y otros
procedimientos. Los monopolistas americanos, en su carrera en

10 V. l. Lenin, Obras, tomo 22, pág. 229.


333
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
pos de las ganancias, incrementaron aceleradamente la
exportación de capital. Datos oficiales estadounidenses dicen que
las inversiones norteamericanas en el extranjero se elevaban en
1946 a 18,700 millones de dólares, mientras que en 19S8 habían
alcanzado ya la cifra de S9,1S0 millones. Los datos a que nos
referimos se basan en el valor nominal de las inversiones. La
prensa de los círculos de negocios de los Est ados Unidos afirma
que su valor real es mucho mayor.

En su obra El imperialismo, fase superior del capitalismo,


Lenin no sólo examinó las circunstancias y los hechos que hacen
de la exportación de capitales una necesidad objetiva para el
imperialismo, sino que demostró que a partir de la transición del
capitalismo a su fase monopolista se incrementaron
inconmensurablemente las posibilidades de exportar capital.
Estas posibilidades radican en que, a principios del siglo XX, la
mayoría de los países atrasados se había incorporado al tráfico
mercantil mundial, estaban ya construidas o en construcción las
principales líneas férreas y carreteras, y se había desarrollado el
transporte marítimo hasta tal punto que garantizaba las premisas
elementales para el incremento de la producción. Todo ello
brindaba a los "capitales excedentes" un acceso a las fuentes de
materias primas de los países subdesarrollados, y la exportación
de capitales pasó a ser un rasgo específico del imperialismo.

La exportación de capitales se ha convertido en un pilar de


la vida económica del mundo capitalista contemporáneo. Sin
embargo, lo dicho no significa que la exportación de mercancías
carezca de importancia bajo el imperialismo. Por el contrario, éste
fortalece todos los factores que hacen necesario el mercado
exterior bajo el capitalismo, a saber: un amplio desarrollo de la
producción y de la circulación mercantil, que rebasan los límites
de un Estado, la anarquía de la producción y la desigualdad de su
desarrollo.

Durante la época imperialista, la lucha por los mercados ha


adquirido singular encono. De 1900 a 19SS, la exportación de
mercancías en el mundo capitalista casi se ha triplicado. La
exportación de capitales y de mercancías se entrelazan
íntimamente bajo el imperialismo, pero es la exportación de
capitales la que desempeña el papel determinante. La exportación
de capitales a los países atrasados contribuye al aumento de la
exportación de mercancías a esos mismos países. La concesión de
un empréstito a un país estipula habitualmente que una parte de
334
Spiridonova, Atlas y Otros

dicho empréstito se invierta en adquirir mercancías en el país


acreedor. Ya en sus tiempos señaló Lenin que la compra de
armamento solía ser condición habitual para conceder un
empréstito. En nuestros días, esto es sobremanera frecuente. El
plan Marshall fue ampliamente utilizado para militarizar a los
países de Europa occidental.

La exportación de capital reviste dos formas esenciales: la


de capital de préstamo (empréstitos privados y gubernamentales,
créditos, etc.) y de capital productivo o inversiones directas:
creación de empresas industriales y comerciales, construcción de
ferrocarriles, canales, etc.

La exportación de capitales es una de las principales


fuentes de ganancias para los monopolios de las potencias
imperialistas. A medida que crece la exportación de capitales
aumentan los beneficios procedentes de las inversiones
extranjeras en forma de dividendos, intereses y cuotas de
amortización de empréstitos. La suma total de capitales invertidos
en el extranjero por todos los países en 1914 equivalía
aproximadamente de 33 a 38,000 millones de dólares, y en 1938
ascendía ya a SS-60 mil millones. Si calculamos los intereses de
estas sumas al modesto tipo de un 5%, los países exportadores
obtuvieron una ganancia de 1,S00 a 2,000 millones de dólares en
1914, y en vísperas de la segunda guerra mundial, de tres mil a
cuatro mil millones.

Crecieron más aún los beneficios obtenidos por los


capitales exportados después de la segunda guerra mundial,
particularmente los de los monopolios de los Estados Unidos. A
juicio del economista americano Perlo, las ganancias totales del
capital monopolista norteamericano en sus inversiones
extranjeras alcanzan actualmente a unos 11,000 millones de
dólares anua.les. Los monopolios exportadores de capital se
enriquecen con mayor rapidez, puesto que las ganancias
procedentes de las inversiones extranjeras crecen con ritmo más
acelerado que las que se obtienen en el interior del país. Si las
ganancias del capital dentro de los Estados Unidos oscilaban en
19S3-195S entre el 10 y el 12 por 100, y en Inglaterra entre el 8 y el 9
por 100, en las minas de oro de Ghana y en las de uranio del Congo
alcanzaron al 100 por 100, y las de la compañía cuprífera Rocana,
en Rhodesia, al 1,400 por 100.

335
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
Por regla general, los beneficiarios de ganancias tan
enormes son los más grandes monopolios. Lo confirma de manera
convincente el ejemplo de los Estados Unidos de América, que son
los mayores exportadores del mundo capitalista. La exportación
de capital de Norteamérica está concentrada en manos de los
monopolios más poderosos. De un total aproximado de 660,000
corporaciones existentes en aquel país, sólo unas 2,S00, o sea
menos de S%, participan en la exportación de capitales. Según
estadísticas oficiales, 62 corporaciones gigantes, que constituyen
únicamente el 0,01% del total, poseen el 71% de las inversiones. De
donde se desprende con toda evidencia que el grado de
concentración de las exportaciones de capital supera al grado de
concentración del capital y de la producción en el interior del país.
Los más grandes monopolios recogen el mayor fruto de la
exportación del capital. Ellos son los beneficiarios de las máximas
ganancias monopolistas y los animadores de la expansión
económica de los Estados Unidos.

Lenin hizo, en su libro El imperialismo, fase superior del


capitalismo, un análisis de las consecuencias de la exportación del
capital tanto en los países exportadores como en los países a
donde se exporta.

La exportación de capitales incrementa la riqueza de los


monopolios de los países exportadores y consolida sus posiciones
en los mercados. Al mismo tiempo, puede conducir, en última
instancia, a un cierto estancamiento del desarrollo industrial en
los mismos países. La exportación de capital, como fact or
amortiguante del desarrollo de las fuerzas productivas de un país
exportador de capital, se manifiesta en el hecho de que la
burguesía, interesada en lograr ganancias mayores, envía al
extranjero la mayor parte del capital acumulado, invirtiendo la
parte menor en la economía de su país. Se forman Estados
rentistas, que viven a expensas de los intereses del capital
exportado. Tales países se rezagan de los otros Estados
capitalistas y son desplazados de los mercados. El actual retraso
de Francia e Inglaterra respecto de los Estados Unidos se debe, en
cierta medida, a la exportación de capitales. La Gran Bretaña, que
a fines del siglo XIX y comienzos del XX era el país técnicamente
más adelantado, se fue quedando a la zaga de los Estados Unidos
de América porque durante este período la inmensa mayoría de
los nuevos capitales era invertida en las colonias. Francia
exportaba capital, principalmente en forma de préstamos, a
diversos países de Europa, entre ellos a Rusia. Con tal motivo
336
Spiridonova, Atlas y Otros

Lenin dio el nombre de usurario al imperialismo francés, a


diferencia del inglés, cuya característica era la de ser un
imperialismo colonial.

Al analizar la exportación de capital, vuelve a reafirmarse


el carácter contradictorio de la dinámica del capital en general. La
exportación de capitales ejerce una doble influencia también en
aquellos países a donde se exporta. De una parte, contribuye a
acelerar la evolución del capitalismo en los países
económicamente subdesarrollados. Amplíanse las relaciones
mercantiles y aumenta el empleo de trabajo asalariado. Por
consiguiente, la exportación de capitales contribuye
objetivamente al nacimiento y al desarrollo de un capitalismo
nuevo, nacional, en las colonias y países dependientes,
capitalismo que entra en competencia con los viejos países
capitalistas, agudizando y complicando la lucha por los mercados.
El incremento de la industria en las colonias y países
dependientes trae consigo la aparición de un proletariado
nacional, de una intelectualidad nativa, suscitando el despertar
de la conciencia de los pueblos oprimidos y fortaleciendo el
movimiento nacional de liberación. Por otra parte, la exportación
de capital sirve de instrumento de esclavización de los países
atrasados, provoca el desarrollo unilateral de la economía de
éstos y los transforma en apéndices de las grandes potencias
imperialistas, dedicados al suministro de artículos agrícolas y
materias primas.

La exportación de las colosales ganancias obtenidas por


empresas imperialistas, reduce considerablemente los recursos de
los países débiles para fomentar su economía nacional. Las
ganancias de 24 compañías extranjeras en Malaya durante el año
de 1960 sobrepasaron con mucho todas las asignaciones para el
desarrollo de la industria previstas en el segundo plan quinquenal
de la Federación Malaya (1961-196S).

Después de la primera guerra mundial, y especialmente


después de la segunda, el capital extranjero es exportado
aceleradamente no sólo a los países subdesarrollados, sino a
naciones donde el capitalismo ha adquirido un desarrollo mediano
e incluso alto. En estos países, los capitales extranjeros se colocan
preferentemente en las industrias de la transformación y en las
empresas de servicios públicos: centrales eléctricas, transportes,
etc. El objetivo que persiguen los monopolios al exportar capital a
otros países es el de apoderarse de su mercado interior. Como la
337
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
agudización de la competencia lleva aparejado el proteccionismo
aduanero y otras restricciones del comercio exterior, los
monopolios capitalistas, deseosos de conquistar los mercados de
otros países, montan en ellos sociedades filiales, con lo cual eluden
las barreras arancelarias. A veces, estas sociedades trabajan con
productos semifabricados que el monopolio elabora en el país de
donde se exporta el capital. Las compañías petroleras americanas
refinan de un tercio a la mitad del petróleo que se consume en
Inglaterra, Francia e Italia por intervalo de sus filiales en estos
países. Los datos de la dirección de las inversiones de los Estados
Unidos de América a comienzos de 1959 muestran un considerable
incremento de la exportación de capital a Inglaterra y a otros
países de Europa occidental.

Todos los países imperialistas exportan capital. La lucha


por la esfera de inversiones de capitales constituye uno de los
objetivos fundamentales de la rivalidad entre ellos.

Antes de la primera guerra mundial los principales países


exportadores de capital eran Inglaterra, Francia y Alemania. Sus
inversiones en el extranjero se acercaban a los 200.000 millones
de francos. Hasta entonces, los Estados Unidos de América no
desempeñaban un papel de importancia como exportadores de
capital, pues sólo tenían invertidos 10,000 millones de francos.
Después de la primera guerra, Inglaterra y Francia disminuyeron
sus exportaciones de capital, y Alemania, vencida en la contienda,
casi las interrumpió. En cambio, los Estados Unidos de América
avanzaron con celeridad, y en 1929 sus exportaciones de capital al
extranjero casi equivalían a las de Inglaterra. De resultas de la
segunda conflagración, los Estados Unidos pasaron a ocupar el
primer puesto: en 1955, sus inversiones en el extranjero eran
superiores a las de todos los demás países tomados en conjunto.
Aparecieron algunos exportadores nuevos: Canadá, Argentina,
Suecia. Y en los últimos años se les han incorporado Alemania
occidental y Japón. La deuda de Inglaterra a la India, a Egipto, al
Brasil y a otros países, derivada de la segunda guerra mundial,
asestó un duro golpe a su prestigio como acreedor internacional.

A partir de la segunda guerra mundial, las condiciones de


exportación de capitales empeoraron para los Estados
imperialistas. Se redujo la esfera de inversión. Del sistema
mundial capitalista se desprendieron Polonia, Bulgaria,
Checoslovaquia y algunas otras naciones de Europa, así como
China y varios países de Asia. En todos ellos cesó por completo la
338
Spiridonova, Atlas y Otros

dominación de los capitalistas extranjeros. En varios países, hasta


entonces coloniales y dependientes, que han obtenido su
independencia política (la India, Birmania, la República Árabe
Unida, Indonesia, etc.) el dominio imperialista tropieza con
algunas dificultades. Estos últimos Estados no han conseguido, por
el momento, emanciparse totalmente de la tutela imperialista, y
en ellos se observan dos tendencias contrapuestas en lo
concerniente a la importación de capital extranjero. La primera
consiste en atraerlo para hacer frente a la escasez de capitales
propios, de material y de experiencia para cumplir las tareas que
dichos países se han fijado; la segunda tiende a restringir las
actividades del capital extranjero y a nacionalizar determinadas
empresas imperialistas.

Es característica, a este respecto, la disposición del


gobierno de Indonesia, de enero de 19S6. Estipulase en ella que los
capitales extranjeros pueden ser invertidos en todas las ramas de
la industria, con excepción de:

l. Los serv1c1os públicos: ferrocarriles, medios de


comunicación, transporte marítimo nacional y líneas aéreas.
2. Las instalaciones de riegos.
3. Las industrias de defensa.
4. Las empresas productoras de energía atómica o las que la
utilicen.
S. Las industrias artesanas.

Las inversiones extranjeras no pueden rebasar el 49 por


100 del capital de ninguna empresa, y el control de las mismas ha
de estar en manos de la nación.

Hay países en que se nacionalizan las riquezas naturales y


algunas inversiones extranjeras.

Los países capitalistas van perdiendo su antiguo monopolio


del suministro de maquinaria y de concesión de créditos a los
países subdesarrollados.

El auge del movimiento de liberación nacional en las


colonias y países subdesarrollados hace que los imperialistas
teman por sus inversiones. Teniendo en cuenta el cambio que se
ha operado en las condiciones para la exportación de capitales
después de la segunda guerra mundial, los monopolistas
pretenden hacer recaer sobre el Estado los peligros que encierra la
339
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
exportación del capital: le prestan su dinero disponible y obtienen
del gobierno un interés fijo a cuenta de los ingresos del
presupuesto nacional; el Estado exporta el capital en nombre
propio, y todo el riesgo de una posible pérdida de los capitales
invertidos pende sobre el presupuesto de la nación.

La exportación estatal de capitales en forma de créditos y


subsidios persigue la ampliación de los mercados de venta en
otros países, el aumento de la esfera de inversión de capitales
privados, la conquista de nuevas fuentes de materia prima, el
aplazamiento de las crisis económicas, la defensa del sistema
capitalista y del régimen colonial, la creación de bloques militares
agresivos, la concertación de pactos dirigidos contra los países del
socialismo y la división de la clase obrera. Todos estos propósitos
van enmascarados tras una sedicente "ayuda".

El capital monopolista americano aprovecha en gran


escala los créditos y subsidios del Estado a otros países. El
gobierno de los Estados Unidos de América asigna anualmente
miles de millones de dólares para financiar la expansión
económica exterior de los monopolios norteamericanos,
reduciendo las ya de por sí exiguas asignaciones presupuestarias
para construcción de viviendas, instrucción pública y sanidad.
Los gastos del presupuesto federal destinados a empréstitos y
subsidios a países extranjeros durante los primeros onces años de
posguerra se elevaron a más de S4,000 millones de dólares,
mientras que durante el mismo período sólo se destinaron 4,700
millones de dólares a instrucción pública y sanidad. La "ayuda"
más cuantiosa de los Estados Unidos al exterior en forma de
créditos corresponde a los primeros años de posguerra (194S-1948).
Posteriormente, los créditos cedieron el paso a los "donativos" o
subsidios "no reembolsables", condicionados a exigencias
políticas, económicas y militares de largo alcance. Los subsidios en
cuestión resultan harto caros a los países que los reciben. Son
utilizados para justificar una intromisión directa en sus asuntos
internos. Casi todos los recursos obtenidos han de ser destinados a
pagar mercancías y servicios suministrados por Norteamérica.
Los países agraciados con los "donativos" han de garantizar la
libertad de acción del capital privado extranjero; además, se les
obliga a incorporarse a los bloques imperialistas y se les imponen
cuantiosos gastos de tipo bélico.
Una expresión acabada de la expansión económica de los
monopolios americanos fue el Plan Marshall. En el aspecto
económico, el plan otorgaba a los países de Europa occidental
340
Spiridonova, Atlas y Otros

créditos y subsidios en dólares a cambio de la renuncia parcial a


la independencia económica y del establecimiento de un control
de los monopolios estadounidenses sobre la política económica de
los países en cuestión. En el aspecto militar, el plan estipulaba la
concesión de créditos y subsidios en dólares a aquellos países
para convertirlos en baluartes estratégicos y en bases
industriales y militares de los Estados Unidos de América. En el
aspecto político, el plan concedía empréstitos y subsidios a cambio
de una seria merma de la soberanía y de la independencia
nacionales, a cambio de la supeditación al capital monopolista
norteamericano. Italia obtuvo un empréstito de los Estados Unidos
de América tan sólo después de haber sido reorganizado el
gobierno al gusto de Norteamérica. Y Francia lo consiguió cuando
hubo desplazado a los comunistas del gobierno.

La aprobación, en 19S1, de la ley de defensa conjunta dio a


los empréstitos y subsidios norteamericanos un carácter
desembozadamente militar. Durante los años de 19S4 a 19S6, la
"ayuda" militar de los Estados Unidos a los demás países fue diez
veces superior a la del período 1948-1950, mientras que la "ayuda"
económica y técnica se redujo en tres veces durante los mismos
períodos. En los países imperialistas, y particularmente en
Norteamérica, se habla mucho de la necesidad de ayudar a los
países débiles y se hacen públicos los programas más variados de
"ayuda" económica y técnica. En los años de 19S0 a 1989, las
inversiones privadas directas de los Estados Unidos en los países
subdesarrollados experimentaron un alza de 4,S00 millones de
dólares, y los ingresos que los monopolios estadounidenses
obtuvieron en dicho países ascendieron a 12,800 millones. Las
naciones atrasadas reciben los subsidios y los empréstitos tan sólo
si aceptan los compromisos que les imponen los monopolios. En
1956, el Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo, bajo
control norteamericano, se negó a financiar la construcción de la
presa de Asuán, en Egipto, pretextando la "insegura situación
financiera" del país y las relaciones comerciales con los países del
campo socialista.

La expansión económica del imperialismo americano choca


con los intereses de otras potencias imperialistas, lo que acentúa
las contradicciones entre ellos. Las principales contradicciones de
hoy día entre los imperialistas son las que existen entre los
monopolios norteamericanos y británicos. Los monopolios ingleses
tratan de mantener a toda costa sus tambaleantes posiciones,
mientras que el imperialismo yanqui, enriquecido durante la
341
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
segunda guerra mundial, pretende desplazar a sus rivales ingleses
de las esferas de inversiones de capitales que aquéllos ocupan.
Valiéndose del debilitamiento económico, financiero, militar y
político de la Gran Bretaña, los Estados Unidos han reforzado su
penetración en mercados tradicionalmente ingleses: el Oriente
Cercano y Medio, las colonias británicas y los países asiáticos y
africanos.

Uno de los nudos de contradicciones entre los Estados


Unidos de América e Inglaterra se encuentra en la extensa zona
del Cercano y Medio Oriente. Hasta el estallido de la última
guerra, eran los monopolios ingleses los dueños de las posiciones
clave. Después del conflicto bélico, el imperialismo
norteamericano recrudeció la lucha por conquistar el dominio de
esta región y desencadenó la "guerra del petróleo" contra los
monopolios británicos, perdiendo Inglaterra muchas posiciones y
aumentando la influencia americana.

Por lo que concierne a Asia, los Estados Unidos de América


han incrementado la exportación de capitales a Malaya, a
Indonesia, a Pakistán, a Nueva Zelanda, a Australia, a Ceilán y al
Japón. Norteamérica, deseosa de debilitar a Inglaterra, recurre a
la "ayuda" financiera a estos países, enredando su economía en
una "cadena de oro". El total de inversiones extranjeras en el
Pakistán arroja la suma de 7S0 millones de rupias, cuya mayor
parte pertenece a los países de la zona de la libra esterlina. En
19S3, el Pakistán recibió de los Estados Unidos de América
1S0,300,000 rupias, y de Inglaterra, 97.700.000. Además, los
Estados Unidos prestaron al Pakistán en 19SS una "ayuda" militar
cifrada en más de 70 millones de rupias. El mismo año se firmó un
acuerdo garantizando las inversiones privadas de capital
americano en el Pakistán. Las compañías Ford, Chrysler y
General Motors, cubriéndose con la etiqueta de sociedades
mixtas pakistano-americanas, montan filiales y secciones en
todas las grandes ciudades pakistaníes. Los monopolios ingleses
constituyen también sociedades mixtas. En la compañía Pakistán
Petroleum ejerce la dirección la compañía británica Burma Oil.
Inglaterra sigue detentando el control de la agricultura, la
industria y el comercio exterior del Pakistán, pero la amenaza a
sus posiciones crece sin cesar.

Entre los principales objetivos de la expansión del capital


financiero de los Estados Unidos ocupa un puesto principalísimo el
más "americanizado" de los dominios británicos: el Canadá.
342
Spiridonova, Atlas y Otros

La parte correspondiente al capital norteamericano en el


total de las inversiones extranjeras en el Canadá se ha elevado
desde el 60,2% en 1939 hasta el 77,2% en 19S4, mientras que la del
capital inglés descendió desde el 3S,8 hasta el 17,2%. Bajo el
control de los monopolios de los Estados Unidos de América se
encuentra el 43% de la industria de la transformación y el SS% de
la industria minera canadiense. Los yacimientos petrolíferos del
país han caído en poder de Rockefeller, y los de mineral de uranio
en manos de Margan. El capital monopolista británico procura
conservar sus posiciones, fuertemente cuarteadas, en la economía
canadiense. últimamente, Inglaterra ha incrementado de manera
considerable sus inversiones en el Canadá. Pero, como indican los
periódicos de este país, "los capitales ingleses han acudido
demasiado tarde para ocupar el puesto predominante... "

También las posiciones africanas de los monopolios


ingleses sufren la ofensiva del dólar americano. Las inversiones
privadas de los Estados Unidos de América en África se han
triplicado en los últimos cinco años. Los monopolistas yanquis han
elegido como centro de su expansión la Rhodesia del Norte y la
Rhodesia del Sur, ricas en yacimientos de cobre, de uranio, de
carbón, de hierro y de oro. El capital norteamericano penetra,
asimismo, en la República de África del Sur, en cuyas industrias
auríferas han invertido cuantiosos recursos la banca Margan.

Los Estados Unidos de América tratan de aprovechar el


quebranto de las posiciones de Inglaterra y de Francia en esta
región para apoderarse de sus inextinguibles riquezas. Una
misión especial de la Cámara de Representantes inspeccionó la
economía de África y llegó a la conclusión de que los Estados
Unidos de América "no pueden permitirse pasar de largo ante su
potencial económico". Un conocido periodista norteamericano, J.
Gunther, ha escrito en un libro titulado En África: "Se ha perdido
la mayor parte de Asia. Queda África. Pero África está abierta de
par en par y casi totalmente indefensa: es la mayor presa del
globo terráqueo..."

Contrariamente a los pronósticos y a las esperanzas de los


imperialistas, la ola del movimiento de liberación nacional que
pasó por Asia llegó a África. Los Estados independientes africanos
como el Sudán, Marruecos, Túnez, la República Árabe Unida,
Ghana, Etiopía, Libia, Liberia y otros reúnen ya más de una
tercera parte de toda la población de África.
343
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo

A la vista del creciente movimiento nacional e liberación,


los Estados Unidos de América recurren a la táctica de "flirtear"
con los países africanos; valiéndose de la difícil situación
económica de éstos, Norteamérica intenta imponerles su "ayuda"
económica. Sin embargo, los pueblos de África comprenden
perfectamente lo que se oculta tras semejant es "ayuda" y se
manifiestan con igual energía contra el dominio anglo-francés y
contra su sustitución por el americano.

últimamente, los antagonismos entre los países


imperialistas se agudizan a causa de que Alemania occidental y el
Japón comienzan a operar en el mercado mundial de capitales
como rivales serios. El capital financiero germano-occidental se
abre camino en medio de enconada competencia con los
monopolios ingleses, americanos y franceses.

Refiriéndose a la exportación de capitales como uno de los


rasgos fundamentales del imperialismo, Lenin señaló que unos
cuantos países imperialistas, los más ricos, se repartían el mundo
en el sentido figurado de la palabra. Pero el capital financiero -
indicaba Lenin- ha conducido el reparto virtual del mundo.

4. EL REPARTO ECONÓMICO DEL MUNDO ENTRE LAS ALIANZAS


DE CAPITALISTAS. LOS MONOPOLIOS INTERNACIONALES

La intensa penetración de los monopolios en la vida


económica del país bajo el imperialismo les garantiza su pleno
dominio en el mercado nacional. Pero el volumen de la producción
de las asociaciones monopolistas rebasa paulatinamente los
límites del mercado interno.

Entáblase una lucha de los monopolios de diversos países


por los mercados del interior. Al llegar a un determinado nivel de
concentración de la producción y del capital, la fabricación de
ciertos artículos en escala mundial queda en manos de unas
cuantas alianzas monopolistas. La competencia entre ellas
adquiere formas particularmente agudas y destructivas. En tales
condiciones surge la tendencia al reparto económico del mundo, a
la conclusión de acuerdos internacionales que consoliden su
predominio monopolista.

344
Spiridonova, Atlas y Otros

Lenin consideraba la formación de monopolios


internacionales como un grado nuevo, más alto, de concentración
de la producción y del capital, y les dijo el nombre de
supermonopolios. Las primeras asociaciones monopolistas
internacionales comienzan a formarse en los años del sesenta al
ochenta del siglo XIX, en las ramas industriales muy
concentradas. Lenin estudió las mayores alianzas monopolistas de
diversos países a principios del siglo XX. En la industria
electrotécnica, a causa del rápido progreso de la técnica y del
gigantesco aumento de la concentración del capital, surgieron las
más grandes alianzas monopolistas: la Sociedad Federal de
Electricidad (Alemania) y la Compañía General de Electricidad
(Estados Unidos). En 1907 ambas concertaron un acurdo sobre el
reparto del mercado mundial, correspondiendo a la compañía
norteamericana los Estados Unidos de América y el Canadá,
mientras que la alemana quedaba asentada en los mercados de
Alemania, Austria, Rusia, Holanda, Dinamarca, Suiza, Turquía y
los países balcánicos.

La enconada competencia de los dos gigantes del petróleo,


la Standard Oíl, de Rockefeller, y el consorcio anglo-holandés
Royas Dutch-Shell, dio como resultado el reparto del mercado
mundial del petróleo entre ambos monopolios.

Lenin señaló, asimismo, entre los primeros monopolios de


tipo internacional, las alianzas del transporte marítimo, el cartel
ferroviario, el sindicato del cinc y la asociación de fabricantes de
explosivos. Hacia el comienzo de la primera guerra mundial, el
número de carteles internacionales se elevaba a 114 contra 40 que
existían en 1897.

Después de la primera guerra mundial, ya en el período de


la crisis general del capitalismo, se observa un reparto económico
del mundo más intenso todavía entre las alianzas monopolistas de
diversos países. Es entonces cuando se constituyen los mayores
monopolios internacionales en las principales ramas de la
industria, acentuándose su papel reaccionario y agresivo en la
economía y en la política de los países capitalistas.

Entre las alianzas internacionales más fuertes y


reaccionarias, con múltiples ramificaciones y vínculos, ocupan
uno de los primeros puestos los carteles internacionales de la
industria química. Durante la década del veinte del siglo XX
sobresalen en escala mundial unos cuantos monopolios: Du Pont
345
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
de Nemours en los Estados Unidos, Imperial Chemical Industries
en Inglaterra y Farbenindustrie en Alemania. Estos consorcios
gigantescos conciertan varios acuerdos que les garantizan el
dominio de la producción y la venta de diversos productos
químicos en el mundo entero.

En 1926, las alianzas monopolistas de la industria


metalúrgica de Alemania, Francia, el Sarre, Bélgica y Luxemburgo
acordaron fundar el cartel internacional del acero, que
determinaba el volumen de la fundición de acero y la cuota
correspondiente a cada país. En esta alianza, el papel
preponderante correspondía a los industriales alemanes, que
producían el 43.5% de todo el acero del cartel. Posteriormente
fueron incorporados a éste algunos otros países de Europa; en
1935 se le adhirió Inglaterra. La competencia de este grupo con la
industria del acero de los Estados Unidos terminó en 1938 al
concluirse un acuerdo entre el cartel del acero y la asociación
exportadora de los monopolios siderúrgicos norteamericanos,
formándose, así, un cartel internacional que controla el mercado
mundial del acero.

Entre la primera y la segunda guerras mundiales se


constituyen poderosas asociaciones internacionales monopolistas
que abarcaron a casi todos los metales no férricos, a la producción
de tuberías, de alambre y de artículos de la industria ligera.

Los monopolios internacionales controlan en grado


creciente la producción agrícola: el trigo, el maíz, la carne, la
mantequilla, el café, el cacao, etc. Se intensifica más aún, en este
período, la actividad de los monopolios internacionales
anteriormente fundados: el cartel del raíl, las asociaciones de las
industrias petroleras y electrotécnica, etc. A comienzos de la
segunda guerra mundial {1939) existían cerca de 350 monopolios
de tipo internacional.

¿Qué importancia tienen estas asociaciones monopolistas


de diversos países? ¿cuál es su papel en la economía y en la
política del imperialismo?

El principal objetivo de los carteles internacionales es el de


asegurar a sus integrantes ganancias monopolistas explotando a
la población de todo el mundo capitalista, y ante todo a la de las
colonias y países dependientes. La consecución de este propósito
se lleva a cabo fijando altos precios en acuerdos internacionales,
346
Spiridonova, Atlas y Otros

regulando la producción y la venta de tal o cual mercancía


mediante el establecimiento de las cuotas correspondientes para
cada integrante de la asociación, repartiéndose los mercados
internacionales y concertando acuerdos de intercambio y
utilización conjunta de las patentes.

Acerca de la influencia de los carteles sobre los precios nos


da una idea del acuerdo concertado poco antes de la segunda
guerra mundial entre la General Electric americana y la sociedad
anónima alemana Friederich Krupp sobre utilización conjunta de
las patentes de producción de carburo de volframio. En virtud del
acuerdo, el precio de dicho producto se elevó en los Estados
Unidos de América de SO a 4S3 dólares la libra (siendo el costo de
producción 8 dólares por libra). El convenio en cuestión redujo ex
profeso el empleo del carburo de volframio -valioso material para
los instrumentos cortantes de elaboración de metales- en los
Estados Unidos de América. Y sólo en 1942, después de intervenir
los tribunales, el precio de este artículo fue establecido entre 27 y
4S dólares la libra.

Un acuerdo internacional de los monopolios químicos de


Alemania, Inglaterra y los Estados Unidos de América subió el
precio del metilo-metacrilato (plástico que se emplea en la
prótesis dental) hasta 4S dólares la libra, mientras que este
producto se vendía a 8S céntimos la libra para su empleo en la
industria aeronáutica.

A causa del alto precio impuesto por el cartel internacional


del petróleo existente en la actualidad, el petróleo del próximo
Oriente, cuyo costo de producción es tan sólo de S00 francos de
tonelada, se vende en Francia a S,000.

El acuerdo del consorcio Imperial Chemical Industries con


la l. G. Farbeindustrie sobre reparto del mercado de colorantes en
Europa, concertado en 1932, permitió duplicar los precios en
Inglaterra con relación al nivel de anteguerra, mientras que el
índice general de los precios de estos productos al por mayor sólo
se elevó en el 2%. Este acuerdo, además de garantizar enormes
beneficios a sus firmantes, constituyó una de las causas del
brusco descenso de la producción y la exportación de la industria
textil inglesa, consumidora de colorantes.

347
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
La creación de los monopolios internacionales trajo como
consecuencia un alza de los precios de los medicamentos, de las
lámparas eléctricas de diversos tipos, etc.

Para mantener los precios altos, se recurre a limitar la


producción. El cartel internacional del acero imponía multas a
aquellos de sus miembros que rebasaban su cuota de producción
y, por el contrario, abonaba gratificaciones a las firmas que no
utilizaban totalmente sus cuotas.

Cuando, en 1930, el trust inglés de la qu1m1ca realizó


amplias investigaciones científicas de los pigmentos de titanio y
decidió fomentar su producción, hubo de enfrentarse con la
resistencia del más viejo productor, la National Lead Company
americana. Esta firma, en su pugna con el rival inglés, logró que se
constituyese una compañía mixta, la Brithish Tit an Products, en
la que participaba la National Lead Company, con el 49% de las
acciones en conjunto con tres firmas inglesas a las cuales
pertenecía el S1%. El acuerdo estipulaba el reparto de los
mercados y la limitación de la producción. Posteriormente se
constituyó un cartel internacional de pigmentos de titanio, que
dificultó el rápido desarrollo de la producción de este valioso
artículo, cuyas aplicaciones abaracan las industrias del esmalte y
de los colorantes, la del caucho, la de los plásticos, la de la piel y
otras. Integraban el cartel todas las grandes empresas químicas
del mundo: la Imperial Chemical Industries inglesa, la l. G.
Farbenindustrie alemana, la Du Pont de Nemours estadounidense,
el consorcio italiano Montecatini y el japonés Kokusán Koguio
Kabushiki, y otros. Gracias al reparto de los mercados entre los
monopolios asignados a cada compañía, y mediante los acuerdos
sobre patentes y sobre limitación de la producción, los monopolios
consiguieron elevar los precios del titanio hasta una alt ura
astronómica. El cartel trata de comprar todas las patentes que
guardan relación con esta rama, ofreciendo grandes
compensaciones a aquellas firmas que podían competir con él en
la producción de titanio.

Resultados idénticos tuvo la creac1on, en 1924, de la


asociación internacional de productores de álcali, de la que
formaban parte la Imperial Chemical Industries, la l. G.
Farbenindustrie, las compañías americanas Alcassa y Caltex y la
firma belga Solvay. El acuerdo estipulaba un reparto de
mercados: la Imperial Chemical, la Farbenindustrie y la Solvay
reunciaron a exportar a los Estados Unidos de América; la
348
Spiridonova, Atlas y Otros

Farbenindustrie se hizo cargo de los mercados de Alemania y de


los países escandinavos, y la Imperial Chemical, de los del Imperio
Británico, excepto el Canadá. La distribución de los mercados
trajo consigo un descenso de la producción y el establecimiento de
precios monopolistas para los álcalis, lo que, a su vez, frenó
durante largo tiempo el incremento de varias ramas de la
industria: la farmacéutica, la del caucho sintético, la del vidrio, la
electrolítica, etc.

El rápido descenso de los precios de la industria de nitratos


en 1929-1930 indujo a los monopolios ingleses a concertar, en julio
de 1930, un acuerdo con los productores chilenos y europeos.
Establecióse un reparto de los mercados mundiales, la
disminución de la producción y la estabilización de los precios.
Como resultado de este acuerdo, Inglaterra redujo su producción
de abonos nitrogenados en el SO% tan sólo en el curso de un año.

A causa del reparto de los mercados mundiales, el


consumidor se ve obligado, en algunos casos, a conformarse con
mercancías de calidad inferior. Por ejemplo, desde 1926 hasta
1932, según un convenio concertado entre la Nobel Industries y la
firma Du Pont de Nemours, el mercado europeo de pólvora sin
humo le fue asignado a Nobel, aunque el producto de Du Pont era
más barato y de mejor calidad.

Otra forma de monopolio internacional, bastante


difundida, son los acuerdos sobre patentes. Los monopolios tratan
de apoderarse del control absoluto de las patentes de una
determinada rama de la industria, ya que su posesión les permite
batir a los rivales y contribuye a un enriquecimiento rápido. Y
como, en escala mundial, algunos monopolios pueden poseer
patentes que se complementan recíprocamente, surge la
tendencia a unificarlas y a concertar acuerdos internacionales en
este plano.

El capitalismo propugna la nueva técnica tan sólo cuando


ésta promete incrementar las ganancias. Una ilustración evidente
la tenemos en la política monopolista de patentes. El intercambio
de éstas y de información técnica contribuye a perfeccionar la
producción y a disminuir sus gastos, incrementando, por
consiguiente, las ganancias de los monopolios. Pero es frecuente
que una gran firma, deseosa de utilizar al máximo la costosa
maquinaria de que dispone, quiera conservar los procedimientos
de producción de un artículo que, aunque má.s atrasados, están ya
349
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
en funcionamiento. La aparición, en la misma rama, de una
empresa rival con métodos más adelantados y maquinaria más
moderna puede poner en peligro las cuantiosas ganancias de
monopolio. Para evitarlo, la gran empresa interesada trata de
asegurarse el control absoluto de todas las patentes de su rama,
tras de lo cual muchas de estas patentes pasan a dormir el sueño
de los justos. El cartel europeo del nitrógeno, salvaguardando sus
intereses, negó durante varios años a las empresas americanas la
licencia para construir una fábrica de amoníaco.

Las asociaciones monopolistas de un país no pueden


mantener las patentes inactivas durante mucho tiempo, ya que
esto las debilitaría ante los monopolios de otros países. Pero los
acuerdos internacionales sobre patentes, concertados por los
monopolistas, pueden dificultar seriamente el progreso técnico y
científico.

Interesados en conservar sus cuantiosos beneficios, los


monopolios encargan a hombres de ciencia que averigüen el modo
de empeorar la calidad de la producción. En el Congreso de las
Trades-Union Británicas celebrado en Blackpool en 1944 se dieron
a conocer hechos demostrativos de que los carteles
internacionales de la industria qmm1ca estimulaban el
empeoramiento de los plásticos mediante la mezcla de sustancias
tóxicas, arsénico y plomo, para impedir que estos materiales poco
costosos fuesen empleados por los odontólogos y los cirujanos.

Caracterizando el imperialismo, V. l. Lenin demostró que la


dominación de los monopolios engendra fatalmente la tendencia
al estancamiento y la putrefacción y que, en determinadas
condiciones, esta tendencia termina por imponerse.

Todos estos datos, relativos a las actividades de los


monopolios internacionales, abonan sin lugar a dudas la
afirmación de Lenin. Los carteles internacionales, llevados de sus
fines egoístas, suelen ejercer una influencia retardatario en el
desarrollo de las fuerzas productivas: reducen la producción,
limitan el comercio internacional, obstaculizan el fomento de la
ciencia y la aplicación de la técnica moderna en la industria,
empeoran deliberadamente la calidad de la producción y apoyan
a las empresas atrasadas.

Son las alianzas monopolistas internacionales las fuerzas


siniestras que impulsan a los gobiernos de los países capitalistas a
350
Spiridonova, Atlas y Otros

preparar y desencadenar sangrientas guerras imperialistas y


coloniales. Ya durante la primera guerra mundial, Lenin subrayó
que los imperialistas se enriquecían con la matanza, señalando
que el capital, entrelazado internacionalmente, hacía magníficos
negocios con el armamento y con las guerras.

Mientras los lacayos de los monopolistas hablaban de


"patriotismo" y de "defensa de la patria", sus amos se lucraban
con los padecimientos de los pueblos, e incluso con la muerte de
los soldados de su propio país. Durante la primera conflagración
mundial, en virtud de un acurdo monopolista internacional, el
consorcio alemán Krupp percibía del trust británico
Vickers determinada suma por cada proyectil lanzado contra los
soldados alemanes. En la guerra contra Turquía, los soldados
ingleses morían bajo la metralla de los cañones ingleses vendidos
a los turcos por el mismo trust Vickers.

Las asociaciones internacionales de los grandes monopolios


de Inglaterra, Francia y los Estados Unidos de América
desempeñaron un papel principalísimo en el restablecimiento del
potencial bélico-industrial de Alemania y en la subida de los nazis
al poder después de la primera guerra mundial. Por consiguiente,
la invasión de Francia por las hordas hitlerianas y los bárbaros
bombardeos de las ciudades inglesas fueron preparados con
intervención directa de los monopolios franceses e ingleses.
Muchos monopolios de Inglaterra, de Francia y de los Estados
Unidos de América continuaron manteniendo relaciones con los
consorcios alemanes durante la segunda guerra mundial. Lo único
que cambió ligeramente fue la forma de estas relaciones: los
vínculos con los representantes de las firmas de las potencias del
Eje se mantenían a través de países neutrales.

En esta contienda se descubrió que los carteles


internacionales trataban de restringir la producción de
importantes materiales estratégicos en los Estados Unidos de
América e Inglaterra, y hubo casos en que se transmitió a las
firmas alemanas información técnica sobre nuevos
descubrimientos en la industria de guerra. En 1942, el Ministerio
de Justicia de los Estados Unidos de América comprobó la
existencia de 162 acuerdos entre corporaciones americanas de las
industrias química y del petróleo con el consorcio alemán l. G.
Farbenindustrie, a los que estaban adheridas también firmas
inglesas, francesas y japonesas. Los acuerdos en cuestión

351
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
estipulaban una limitación de la producción de caucho sintético,
alcohol, titanio y otros artículos en los Estados Unidos de América.

En la posguerra, los círculos gobernantes de Inglaterra y de


los Estados Unidos de América se han dedicado a restaurar los
monopolios bélico-industriales de Alemania occidental, a la que se
esfuerzan por arrastrar a las alianzas y bloques agresivos.

Los monopolistas angloamericanos de la industria química


han pugnado tesoneramente por restablecer la l. G.
Farbenindustrie como foco de agresión en Europa, como alidada
en el saqueo de los pueblos europeos. Las actividades posbélicas
de los monopolios angloyanquis han traído como resultado que
actualmente las sociedades "sucesoras" de la l. G. Farbenindustrie
en Alemania occidental sobrepasen, tanto en número de obreros
como en volumen de producción, el nivel alcanzado por este
consorcio antes de la guerra.

Está restableciéndose el poder decisivo de las v1eJas


asociaciones monopolistas en otras ramas de la industria pesada,
que constituyen la base económica de la remilitarización de
Alemania occidental: la siderúrgica, la hullera, la producción de
energía, la fabricación de maquinaria, etc.

La alianza militar de los imperialistas angloamericanos y


franceses con sus socios de Alemania occidental toma cuerpo en
los tratados de París, que convierten a Alemania occidental en
integrante de la Unión Europea Occidental y del pacto del
Atlántico del Norte.

Existe actualmente una alianza internacional secreta de


los monopolios de las industrias bélicas, en la que participan los
mayores monopolios productores de armas en todas las grandes
potencias imperialistas. En dicha alianza ocupa el puesto rector la
corporación americana de Rockefeller. La alianza secreta de los
monopolios bélicos opera con arreglo a un completo sistema de
acuerdos entre las organizaciones monopolistas y los
Departamentos de Guerra de los gobiernos burgueses. Los
acuerdos en cuestión abarcan tanto la confección de un programa
general de armamento como el reparto de la producción, de los
pedidos y de las materias primas entre distintos países y trusts, la
fijación de los precios, etc.

352
Spiridonova, Atlas y Otros

Después de la segunda guerra mundial resucitaron muchos


de los monopolios que se habían desmoronado. La Asociación
Electrotécnica Internacional -sucesora del cartel electrotécnico
de anteguerra- consta de 17 firmas inglesas y 23 sociedades de
otros países de Europa occidental. Las empresas electrotécnicas
británicas están ligadas por acuerdos de cartel con los monopolios
americanos productores de maquinaria eléctrica. El cartel
internacional del acero, restaurado en 19S3, controla la mayor
parte de la exportación de acero de Europa occidental. Entre los
grandes monopolios internacionales de posguerra figura el cartel
de lámparas eléctricas y el de la seda artificial.

Han sido restablecidos también, y en algunos casos


creados, carteles internaciones en el terreno de las materias
primas. En su mayoría se trata de acuerdos
intergubernamentales, cosa que refleja la acentuación de las
tendencias monopolistas-estatales en la economía del capitalismo
moderno. Cartel del tipo indicado son el acuerdo internacional de
trigo, el del azúcar, el del estaño, la Unión Europea del Carbón y
del Acero y otros similares.

Lo peculiar de los monopolios internacionales fundados en


el período de posguerra es el aumento de la fuerza y la influencia
del imperialismo americano dentro de ellos. La creación de la
Unión Europea del Carbón y del Acero, resultado del Plan
Schuman, contribuye a realizar los planes económicos, políticos y
estratégicos de los Estados Unidos en Europa. Se trata de una
asociación monopolista internacional de las industrias siderúrgica
y hullera de seis países europeos: Francia, Italia, la República
Federal Alemana, Bélgica, Holanda y Luxemburgo, y su particular
rasgo distintivo es que no ha sido concertada entre capitalistas
privados, sino directamente por los gobiernos de dichos países.
Su principal objetivo es el de reforzar la subordinación
económica y política de Europa occidental al imperialismo
norteamericano. Concediendo el papel rector en la Unión Europea
del Carbón y del Acero a los monopolistas de Alemania occidental,
los Estados Unidos de América tendían a acelerar el renacimiento
de las fuerzas armadas alemanas como núcleo principal del
ejército europeo de la OTAN y utilizar esta asociación para
incrementar la competencia con los monopolios siderúrgicos de
Inglaterra.

En los últimos años, las tentativas de robustecer el bloque


militar imperialista de las potencias occidentales han tenido su
353
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
expresión en la creac1on de la llamada Pequeña Europa o
Comunidad Económica Europea, cuya base económica es el
Mercado Común. El pacto de fundación de la Comunidad
Económica Europea, o Mercado Común, se concluyó en Roma el 2S
de marzo de 19S7, firmándolo seis países europeos: la República
Federal Alemana, Francia, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo.

Esta conjura de las potencias occidentales va dirigida


contra las fuerzas de la paz y de la democracia, contra los
intereses vitales del movimiento obrero y de la lucha de liberación
nacional en las colonias y países dependientes, sin que por ello
quedasen en el olvido los intereses de algunas esferas
imperialistas que tienden a extender su influencia a costa de sus
rivales.

La Comunidad Económica Europea estipula la liquidación


paulatina de las tarifas aduaneras y de las restricciones
cuantitativas en el comercio entre los firmantes del Tratado, así
como el establecimiento de tarifas aduaneras únicas, y elevadas,
para los restantes países. Según las condiciones del pacto, se
implantaba la libertad de circulación de capitales y de
desplazamiento de la mano de obra dentro del Mercado Común de
los seis países. Se preveía, asimismo, la explotación conjunta de
las posesiones coloniales francesas, belgas y holandesas.

La prensa burguesa, echando las campanas al vuelo con


motivo de la creación del Mercado Común, afirmaba que le pacto
de referencia conduciría al florecimiento de la economía, a la
solución del problema del paro, a la rebaja de los precios de los
artículos de consumo y a la elevación del nivel de vida de los
países participantes en él.

En la práctica, el proyecto del Mercado Común significaba


conceder libertad al capital alemán, como más fuerte, para
irrumpir en la economía de los demás países, arruinar las
pequeñas empresas a causa de la competencia de los monopolios,
rebajar los salarios e incrementar la desocupación.

El Mercado Común representa una amenaza de


sometimiento de Francia y de otros países de Europa occidental a
la hegemonía económica de los monopolistas alemanes. Todo ello
no puede por menos de suscitar profundas contradicciones ent re
los imperialistas signatarios del acuerdo, una lucha intestina por
la dominación en el mercado europeo. La fundación de la
354
Spiridonova, Atlas y Otros

Comunidad Económica Europea ha agudizado las contradicciones


entre sus integrantes e Inglaterra. Inglaterra rehusó incorporarse
al Mercado Común para no quebrantar el sistema de preferencias
aduaneras de los países de la Comunidad Británica, sistema que
hasta hoy día reviste sumo interés para la Gran Bretaña, pues es
sabido que cerca del 4S por 100 del comercio exterior inglés
corresponde a los países de la Comunidad Británica.

Como contrapeso al Mercado Común, Inglaterra logró, en la


conferencia celebrada en Estocolmo en junio de 19S9, que se
aprobase el plan de creación de la Unión Europea de Libre
Comercio, a la que se incorporaron siete países: Inglaterra, Suecia,
Dinamarca, Noruega, Austria, Suiza y Portugal.

En esta batalla de las dos agrupaciones rivales, Inglaterra


fue virtualmente vencida y obligada a plantear el problema de su
incorporación a la Comunidad Económica Europea.

Es asimismo inevitable la agudización de las


contradicciones americano-germanas. Está. claro que el
imperialismo alemán occidental, cada día má.s vigoroso, no se
resignará largo tiempo a ocupar un puesto secundario en los
asuntos europeos y tratará de emanciparse de la "tutela" del
capital americano, obteniendo su libertad de acción.

Un análisis del pacto creando el Mercado Común evidencia


que las componendas internacionales de los monopolistas son
incapaces de resolver las contradicciones del imperialismo. Con la
concertación del acuerdo, lo único que cambian son los métodos
de lucha, que se desplazan al interior de la alianza formada.
Cualquier pacto o cualquier reparto del mundo se lleva a cabo
"según el capital" y "según la fuerza" de que se dispone. Y el
cambio de la correlación de fuerzas entre los firmantes del
acuerdo, en virtud del desarrollo desigual del capitalismo, acarrea
indefectiblemente una agravación del antagonismo entre ellos,
haciendo inconsistentes las alianzas internacionales de los
monopolistas, quebrantándolas y suscitando agudos conflictos y
guerras de las potencias imperialistas entre sí.

Uno de los ejemplos más instructivos en este sentido es la


enconada y larga lucha por el petróleo entre los imperialistas de
diversos países. En los últimos años, la pugna de los monopolios
por los yacimientos petrolíferos se ha encarnizado visiblemente, lo
cual se explica, en parte, por el hecho de que el petróleo comienza
355
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
a ocupar un puesto cada vez más prominente en los recursos de
combustible y de energía de los distintos países.

Las contradicciones entre los monopolios del petróleo de los


Estados Unidos de América y de Inglaterra, países integrantes del
cartel internacional del petróleo, se han hecho más profundas,
alcanzando particular encono en el Cercano y Medio Oriente. Allí
están concentrados riquísimos yacimientos de petróleo -el 89% de
las reservas de todo el mundo capitalista- y, además, el petróleo d
esta zona resulta mucho más barato que el que se extrae en otros
países. Un solo pozo del Irán, de la Arabia Saudí o del Kuwait
proporciona tanta nafta como 400 ó 800 pozos en los Estados
Unidos. La inversión del capital por cada tonelada de petróleo
extraído desde 1949 hasta 1988 en los Estados Unidos equivalía a
12.3 dólares, y en el Medio Oriente, a l.lB dólares. Según datos de
origen americano, la cuota de ganancia en la industria petrolífera
arroja las siguientes cifras: en los Estados Unidos de América, el
20%; en Venezuela, el 38, y en los países del Oriente árabe, el
100%.

Gracias al cambio de la correlación de fuerzas ent re


Inglaterra y los Estados Unidos de América después de la guerra,
pudieron los monopolistas norteamericanos desplazar al capital
inglés en esta región.

De 1937 a 19SS, la extracción de petróleo por Inglaterra en


el Cercano y Medio Oriente descendió del 76.8% al 31 %, mientras
que la de los Estados Unidos de América subió del 13,1 al 87,1%. Los
monopolistas norteamericanos dominan absolutamente la
industria petrolífera de la Arabia Saudí, de Bahrein y de la zona
neutral y controlan la mitad de la extracción en el Kuwait y cerca
del 24% en el Irak y en Katara.

Ha pasado también a poder de los imperialistas


norteamericanos buena parte de las riquezas petrolíferas del Irán,
controladas anteriormente en su totalidad por el capital inglés.

Inglaterra, aunque sus posiciones hayan sido muy


quebrantadas, sigue resistiendo obstinadamente. En el nuevo
consorcio internacional creado para controlar el petróleo iraní a
raíz del derrocamiento del gobierno de Mussadeq, la participación
del capital británico y anglo-holandés asciende al S4%, la del
americano al 40%, y la del francés al 6%. Por otra parte,
Inglaterra, en virtud de un acuerdo oneroso para el Irán, debe
356
Spiridonova, Atlas y Otros

percibir, en concepto de compensación 2S millones de libras


esterlinas y otros 214 millones que han de abonarle sus socios por
los activos de la Compañía Petrolífera Anglo-Iranesa que les han
sido transferidos.

A lo largo de los últimos años viene observándose que,


además de los monopolios ingleses, norteamericanos, franceses y
holandeses, se incorporan a la lucha en que se disputan los
recursos petrolíferos del Oriente Árabe, los monopolios de
Alemania occidental, de Italia y del Japón, los cuales despliegan
singular actividad.

También en otras zonas del mundo, ricas en yacimientos


petrolíferos, han cambiado la correlación de fuerzas entre los
monopolios ingleses y norteamericanos. En 1938, la Gran Bretaña
poseía el control del SS% de toda la extracción de nafta del
mundo capitalista. Para 19Sl, su participación había disminuido
hasta el 30%, mientras que la de los Estados Unidos de América
creció en los mismos años desde el 3S hasta el SS%.

A partir del momento en que fueron descubiertos


importantes yacimientos de petróleo en la región del Sahara,
países como Argelia, Túnez, Libia y Marruecos han venido
también a transformarse en campo de una encarnizada
competencia que libran entre sí los monopolios petrolíferos de los
Estados Unidos de América, Inglaterra y Francia.

Si examinamos las alianzas monopolistas internacionales


actualmente en funcionamiento, nos convenceremos una vez más
de cuán acertada era la tesis leninista en la que se afirmaba la
imposibilidad de que las mencionadas asociaciones pudieran
servir de instrumento para resolver pacíficamente las
contradicciones y los conflictos de todo orden que surgen entre los
grupos imperialistas.

Los monopolios internacionales son incapaces de eliminar


la competencia, como también lo son las asociaciones de
capitalistas en el interior de cada país. Lenin subrayaba que
"precisamente la unión de dos «principios» contrapuestos entre
sí -la competencia y el monopolio- es lo sustancial en el
imperialismo, y precisamente esta unión es la que prepara su
bancarrota, es decir, la revolución socialista".11

11 V. l. Lenin, Obras, tomo 24, pág. 427.


357
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo

S. CULMINACIÓN DEL REPARTO TERRITORIAL DEL MUNDO


ENTRE LAS PRINCIPIALES POTENCIAS CAPITALISTAS Y
LUCHA POR UN NUEVO REPARTO. EL SISTEMA COLONIAL
DEL IMPERIALISMO.

El reparto económico del mundo por las alianzas


monopolistas guarda estrecha relación con el reparto territorial
del mismo entre las principales potencias capitalistas. La
inversión por los monopolios de capital en otros países -
construcción de fábricas y ferrocarriles, extracción de materias
primas y conquista de mercados- genera en ellos el ansia de
convertirlos en colonias, lo que ofrece plena garantía para los
capitales invertidos y asegura el éxito en la lucha contra los
rivales.

El siglo XIX es el de las más grandes conquistas coloniales


de la historia. El afán de ganar colonias se acentúa
particularmente entre los capitalistas en el último cuarto del siglo
XIX. En esa época se da cima al reparto violento de las tierras de
África, de Asia y de Polinesia. Se extiende en enorme proporción el
Imperio Británico. Entre 1870 y 1902, Inglaterra se apodera de un
territorio de 4.474.000 millas cuadradas y una población de 88
millones de personas en África y Asia.

Francia ocupa Madagascar, Tonkín, Túnez y el Senegal. A


fines del siglo XIX, su imperio colonial abarcaba 3.700.000 millas
cuadradas con una población de 37 millones de habitantes. La
superficie de las colonias belgas, la mayor de las cuales era el
Congo, alcanzaba a 900.000 millas cuadradas y tenía una
población de 30 millones.

Los últimos en emprender anexiones territoriales fueron los


países del joven capitalismo: Alemania y los Estados Unidos de
América. En la década del ochenta del siglo XIX, Alemania ocupó
colonias en el Africa occidental y sudoriental y en las islas del
Océano Pacífico. En los últimos quince años del mismo siglo se
apoderó de territorios equivalentes a un millón de millas
cuadradas en los que habitaban 14,700,000 personas.

Durante el siglo XIX, los ímpetus colonizadores de los


Estados Unidos de América se circunscribían al continente
americano. Mediante guerras de agresión, se apoderó de cerca de
la mitad del territorio de México. Con vistas a someter los países
358
Spiridonova, Atlas y Otros

de Iberoarnérica, los Estados Unidos de América sostuvieron más


de cien guerras de conquista.

A fines de siglo, sintiéndose ya suficientemente fuertes, los


Estados Unidos de América iniciaron anexiones coloniales en otras
partes del mundo. Aprovechándose de la indignación de Filipinas
y de Cuba contra la dominación española, y con el pretexto de
"ayudar" a los pueblos de estos países, Norteamérica arrebató a
España el archipiélago filipino, trató de imponer a Cuba un
protectorado y ocupó las islas de Guam, Puerto Rico y Hawai, así
corno el istmo de Panamá.

A poco que se estudie la historia de la política colonizadora


de los Estados Unidos de América quedará al descubierto el mito
de su anticolonialisrno, creado por la historiografía burguesa. La
ampliación del territorio estadounidense fue fruto de incesantes
guerras sangrientas contra la población autóctona -los indios-,
sometida al aniquilamiento físico. Como resultado de la
colonización del territorio norteamericano, en 1900 no quedaban
más de 235,000 indios de un millón que había originariamente.

No menos despiadada fue la actuación del cuerpo


expedicionario americano en la conquista de Filipinas, cuyo
pueblo resistió heroicamente el empuje de los colonizadores
durante dos años. No era fortuita el ansia de los Estados Unidos de
América por ocupar las islas Filipinas. Su posesión abría al capital
americano el camino hacia las riquezas de China y de los países
del Asia sudoriental.

A comienzos del siglo XX, la división del mundo estaba


consumada, lo cual agravó la lucha por las colonias. Bajo los
efectos de la ley del desigual desarrollo económico y político del
capitalismo, se entabló una pugna por dividir un mundo ya
dividido, y esta pugna condujo a las guerras imperialistas.

Después de la segunda guerra mundial el principal


aspirante a repartir el mundo es el imperialismo norteamericano.
So pretexto de "ayudar" a otros países capitalistas, los Estados
Unidos de América los sometieron económica, política y
militarmente. A ello tendía el "Plan Marshall" y a ello tienden el
"sistema de seguridad conjunta", la Comunidad Defensiva
Europea, el Mercado Común, el Euratorn, la doctrina Dulles-
Eisenhower, etc.

359
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
Los Estados Unidos de América actúan hoy como gendarme
colonial del mundo entero. Valiéndose de todos los medios -desde
la penetración económica hasta la organización de revueltas,
complots y asesinatos- tratan de arrojar de los países recién
liberados, para reemplazarlas, a las viejas potencias coloniales.

En la época del imperialismo termina de formarse el


sistema capitalista en el mundo entero, un sistema de explotación,
de sojuzgamiento y de vasallaje de la inmensa mayoría de la
población del globo por el capital financiero de unos cuantos
países imperialistas.

La tendencia al acercamiento económico de algunos países,


deseosos de superar su aislamiento, se convierte bajo el
capitalismo en esclavización y saqueo de los países atrasados por
el capital monopolista. Al pasar al imperialismo, el mundo
capitalista se escindió en dos partes: un reducido grupo de
potencias imperialistas, cuyo capital financiero explota a la
mayoría de la población de la tierra, y un grupo de colonias y
naciones dependientes cuyos pueblos sufren el yugo imperialista
y combaten contra él.

El sistema colonial del imperialismo representa una parte


de la economía capitalista mundial, que abarca colonias y países
dependientes supeditados económica y políticamente a las
potencias imperialistas. Su constitución terminó a comienzos del
siglo XX, al consumarse el reparto territorial del mundo. En el
período de su "florecimiento", el sistema colonial del imperialismo
ocupaba el 66,7% del territorio del globo y el S6,1% de su
población.

Ya en las sociedades precapitalistas hallamos precedentes


de anexiones coloniales. Grecia y Roma poseían colonias
extensísimas que les servían de mercados y de fuentes de
materias primas. En la época de la acumulación originaria del
capital, el pillaje colonial era uno de los principales métodos de
enriquecimiento de los capitalistas y de formación de grandes
capitales. La conquista de los mercados coloniales y la creación de
una base de materias en las colonias desempeñaron un destacado
papel en el rápido incremento de la industria, primeramente en
Inglaterra y luego en otros países capitalistas durante el período
del capitalismo premonopolista.

360
Spiridonova, Atlas y Otros

Bajo el imperialismo, el papel y el significado de las


colonias se diferencian esencialmente no sólo de los sistemas
económico-sociales precedentes, sino incluso del período del
capitalismo premonopolista. La acción de la ley económica
fundamental del capitalismo durante la época imperialista
convierte la explotación de las colonias en una de las fuentes
principales de ganancias monopolista. Los profundos cambios
cualitativos operados en la economía de los países capitalistas en
tiempos del imperialismo y la agudización de todas las
contradicciones del capitalismo en este período asignan un nuevo
papel a las colonias como esfera de inversión de capitales,
mercados, fuentes de materias primas y plazas estratégicas
militares de las más grandes potencias capitalistas.

Ante todo, la exportación de capitales de los países


imperialistas va a los territorios coloniales y dependientes, que
representan el terreno más favorable y seguro. La dominación
económica y política de la oligarquía financiera de las metrópolis
sobre las colonias garantiza la inmunidad de los capitales
invertidos y la posibilidad de eliminar la competencia extranjera.
Las inversiones en las colonias proporcionan muy altos beneficios
a causa del bajo precio de la tierra, las materias primas y la mano
de obra. Todo ello origina la implantación del dominio del capital
extranjero en las ramas decisivas de la economía de los países
coloniales y dependientes.

Mediante la exportación de capitales, los Estados Unidos


de América se aseguran el predominio en la economía nacional de
una serie de países de la América Central y del Sur.

En manos de los monopolios americanos se encuentran las


enormes riquezas petrolíferas de Venezuela, en cuya rama hay
invertidos 1,S00 millones de dólares. Los consorcios americanos
United States Steel Corporation y Bethlehem Steel Corporation se
han apoderado de las reservas venezolanas de mineral de hierro.
Los monopolios norteamericanos tienen invertidos cuantiosos
capitales en las industrias mineras de Chile, Perú, Colombia y
otros países iberoamericanos.

A lo largo de varios decenios, las naciones del Asia


sudorienta! fueron una esfera casi monopolista de inversión de
capital inglés, el cual controlaba las ramas fundamentales de la
economía de la India, de Ceilán, de Malaya, etc. Después de la
segunda guerra mundial acrecentóse la exportación de capital
361
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
americano a Asia, dando lugar a una brusca agudización de las
contradicciones angloamericanas.

Empeñados en su lucha por el petróleo del Cercano Oriente,


los monopolios americanos, anglo-holandeses y franceses
incrementan sus exportaciones de capital a esta zona. Durante los
últimos tiempos, las inversiones anuales en cada uno de estos
países alcanzan un promedio de 200 millones de dólares.

Inglaterra, valiéndose de la exportación de capitales,


continúa explotando a los países de la libra esterlina. La
exportación de capital privado inglés a dichos países para
inversiones a largo plazo ascendió en 1959 a la suma de 160
millones de libras.

Después de la segunda guerra mundial, y a causa de haber


sido liberados del yugo colonial la mayoría de los países asiáticos,
adquirió mayores proporciones la afluencia de capitales en África.
Las inversiones extranjeras en este continente durante los años
de posguerra se elevan a cerca de 10.000 millones de dólares, más
de la mitad de los cuales corresponden a Inglaterra. El
imperialismo americano va convirtiéndose en un rival serio de
Inglaterra y Francia en lo que respecta a las exportaciones de
capital a África. Más de 200 compañías estadounidenses operan
actualmente en los países africanos. El total de inversiones
privadas y estatales norteamericanas en Áfricas no llegaba a 100
millones de dólares antes de la segunda guerra, y en 1960
ascendía ya a más de 2.000 millones, o sea que creció en veinte
veces respecto al nivel de anteguerra. En 19S9, las inversiones
privadas de los Estados Unidos de América en el Congo superaban
a todas las inversiones de capital belga en aquel país. Así se
explica que sea precisamente el imperialismo americano el que
está a la cabeza de los colonizadores que combaten al pueblo.

¿Qué dirección siguen las inversiones norteamericanas en


África?

El principal sector económico en el que se invierte capital


estadounidense es la industria petrolera. En 19S8 se habían
colocado en ella 276 millones de dólares (más de una tercera parte
de las inversiones norteamericanas en aquel país). El segundo
sector donde se sitúan las inversiones de capital norteamericano
es la industria minera, a la que correspondía, en el mismo año de
19S8, cerca del 30% de las inversiones. A partir de la década del
362
Spiridonova, Atlas y Otros

SO comienza a acelerarse la exportación de capitales de Alemania


occidental. Entre 19S2 y 19S9, de un total de inversiones directas
de la República Federal Alemana en el extranjero equivalente a
2.2S2 millones de marcos, 147., 700,000 se destinaron a África,
23,500,000 a los países de Asia y 638,900,000 a Iberoamerica.

Los datos expuestos muestran que el hecho de que una


serie de antiguas colonias haya logrado la independencia política
como resultado del derrumbamiento del sistema colonialista no
elimina inmediatamente su explotación por las potencias
imperialistas, las cuales emplean, a este efecto, la exportación de
capitales. Los neocolonialistas aspiran a conservar y multiplicar
su presa apoyándose en una supuesta ayuda a los países
subdesarrollados.

Una de las formas contemporáneas de explotación de estas


naciones es el colonialismo colectivo, basado en diversos tipos de
"fondos" internacionales administrados por el Banco Internacional
de Reconstrucción y Desarrollo, que funciona bajo la égida de los
Estados Unidos y en el que también desempeñan un papel
relevante los imperialistas de la Alemania de Bonn. Los
empréstitos otorgados por estas entidades a los países que han
emprendido el desarrollo de su economía nacional alcanzaron, a
mediados de 1961, cerca de S,000 millones de dólares.

El ejemplo del Pakistán demuestra lo que vale esta "ayuda"


a los países subdesarrollados. En la Conferencia de divisas,
celebrada en Washington a fines de septiembre de 1960, el
ministro de Finanzas del Pakistán se quejó de que la suma total de
los intereses abonados por empréstitos extranjeros en los últimos
cinco años rebasaba el total de todos los empréstitos recibidos por
el país.

Uno de los objetivos de la creación del Mercado Común fue


el de facilitar el acceso de los capitales de Alemania occidental a
las colonias y países de África que dependían de Francia y de
Bélgica. Los gobiernos de los países del Mercado Común
constituyeron un fondo de inversiones para los territorios
ultramarinos. En 1961, los haberes del fondo ascendían a 581
millones de dólares, 200 millones de los cuales correspondían a la
Alemania Federal. La mayor preocupación de los países inversores
es la de crear "condiciones de rentabilidad" para las inversiones
privadas. No se toman en consideración los intereses de los países
subdesarrollados. De 200 proyectos de planes de desarrollo
363
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
económico nacional presentados al Mercado Común para el
financiamiento de las naciones jóvenes, la mitad fue rechazada
por no corresponder al interés de los monopolios organizadores del
fondo.

La utilización de las inversiones de capital en los países


subdesarrollados se orienta según la ley económica fundamental
del capitalismo: el interés de los imperialistas por obtener
ganancias de monopolio. Es este propósito el que determina no
sólo la elección de la rama donde ha de invertirse el capital, sino
todo el desarrollo de la economía de las colonias y países
dependientes.

La división internacional del trabajo en las circunstancias


creadas por el imperialismo adquiere formas monstruosas. Los
países industrialmente adelantados convierten a la mayoría de
las naciones coloniales y dependientes en apéndices agrarios y
productores de materias primas, valiéndose para ello de la
exportación de capital.

Las inversiones en las colonias y países dependientes se


sitúan, en primer término, en aquellas ramas de la economía que
sirven para abastecer de materias primas y de alimentos a las
metrópolis: la minería, las plantaciones de artículos agrícolas
exportables y algunas ramas de la industria de la transformación
que efectúan la elaboración primaria de las materias primas
(fábricas de manteca y de azúcar, refinerías de algodón, fábricas
de tabaco, etc.).

Para exportar las materias primas y los comestibles se


construyen ferrocarriles, carreteras, puertos y aeródromos,
consumiendo en ello buena parte de los capitales exportados de
las metrópolis. También se invierten cuantiosos recursos en la
órbita de la circulación -comercio y bancos- y en compañías de
seguros.

En su afán de mantener aherrojada la economía de los


países subdesarrollados, las potencias imperialistas impiden que
se desarrolle en ellos la industria pesada: siderurgia, fabricación
de maquinaria, refinería de petróleo, etc. Los países atrasados son
incapaces de emprender de por sí un gran fomento industrial, que
requeriría capitales enormes, porque una buena parte de la
plusvalía creada en ellos es usurpada por los países exportadores
de capital. El capital extranjero, valiéndose de sus privilegios,
364
Spiridonova, Atlas y Otros

ahora toda tentativa de crear una industria nacional y priva a los


países subdesarrollados de crédito y de maquinaria industrial. En
la conferencia de la Sociedad de Desarrollo Industrial celebrada
en Chile en julio de 19S6 se hizo constar que la dominación del
capital extranjero en la economía del país ponía en peligro de
crisis la industria nacional. El presidente de la sociedad, Domingo
Arteaga, señaló en su informe que las dificultades de la industria
nacional tenían su origen en la prohibición de importar
maquinaria y equipo necesario para renovar los medios de
producción en una serie de ramas de la industria, en la limitación
de los créditos y en la competencia de las empresas extranjeras,
que gozaban de grandes privilegios.

La "ayuda" americana a Corea del Sur está ahogando su


economía nacional: disminuye la producción de tejidos y la
extracción de hulla, pero al mismo tiempo aumenta la importación
de dichos artículos, a precios más altos, de los Estados Unidos.

El ejemplo de África testimonia cómo las potencias


imperialistas retrasan el desarrollo de las fuerzas productivas.
Este enorme continente, cuya población rebasa el 11% de la de
todo el mundo capitalista, sólo proporciona poco más del uno por
ciento de la producción industrial de todos los países capitalistas.

A la vez que frenan el progreso de la gran industria en los


países subdesarrollados, los monopolistas quebrantan en ellos la
industria pequeña y artesana. La agricultura, ocupación de la
mayoría de los habitantes de estos países, languidece sin cesar. Se
incrementa únicamente la producción de artículos agrícolas,
exportables, mientras que la producción de comestibles per capita
disminuye en la mayoría de los países, y en algunos de ellos existe
verdadera escasez.

Desde 19S0 hasta 19S6 el coste de la vida en Uruguay subió


en el 80%; el área sembrada de trigo disminuyó, tan sólo en 19S6,
el 17%; el ganado vacuno se redujo de 23,400,000 cabezas en 19S1
a 22,900,000 en 19S6, y el ganado lanar, de 8,100,000 cabezas a
7,300,000, respectivamente. En Corea del Sur, la cosecha anual de
arroz ha decrecido durante los últimos cinco años en tres millones
de sacos en comparación con el nivel de anteguerra. A lo largo de
siglos y siglos no se ha verificado en África el menor cambio en los
métodos de cultivo de la tierra. El apero fundamental de que se
valen los campesinos es el arado de reja de madera. En los mejores

365
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
años, los labriegos del África septentrional han cosechado de
cinco a siete quintales de cereales por hectárea.

Pese a que muchos países subdesarrollados poseen todas


las premisas necesarias para un desarrollo multilateral, su
economía se ha especializado en un solo sentido, convirtiéndolos
en países monocultores, que producen uno o dos tipos de artículos
destinados a la exportación.

Venezuela, por ejemplo, se ha "especializado" en la


extracción de petróleo; Chile, en el cobre y el salitre; Bolivia, en el
estaño y el volframio; Brasil, El Salvador y Guatemala, en la
producción de café; Honduras y Ecuador, en la de bananas y café;
el Senegal y Gambia, en la de cacahuates; Malaya, en la de
caucho y estaño; Tailandia, en la de arroz; el Pakistán, en la de
yute y algodón; Nigeria, en la de estaño y dátiles, y Uganda, en la
de algodón y café.

Tan estricta especialización de la economía de las naciones


subdesarrolladas las coloca a merced de las fluctuaciones
ocasionales de los precios de sus productos en los mercados
mundiales, haciendo inestable su situación económica y
empeorando las condiciones de vida de sus pueblos, ya de por sí
deplorables. Tenemos un ejemplo convincente en Venezuela. Los
monopolistas americanos, a la vez explotan los recursos
petrolíferos del país, destruyen deliberadamente otras ramas de
la economía, tratando, con ello, de asegurar mercado para sus
productos. La agricultura venezolana, que a comienzos del siglo
estaba lo bastante avanzada para garantizar a la población los
alimentos indispensables, se cuenta ahora en plena decadencia.
Numerosas ramas de la industria de la transformación están
desequilibradas. El resultado de todo ello es que mientras la
población no ha hecho más que duplicarse en los últimos cuarenta
años, las importaciones de Venezuela procedentes de los Estados
Unidos se han incrementado en veintinueve veces.

En la propaganda burguesa se hace resaltar con especial


ahinco la "misión civilizadora" de los imperialistas en las colonias.
El ministro de Colonias belga, en un libro titulado La política
colonial de Bélgica, asegura que "colonizar" significa "llevar la
civilización a pueblos atrasados, que estuvieron siglos y siglos
viviendo en la barbarie". Los colonizadores y sus acólitos, los
economistas burgueses, proclaman la "responsabilidad" de los
países imperialistas por el desarrollo de las colonias, las cuales
366
Spiridonova, Atlas y Otros

"necesitan dirección" y "todavía no están maduras" para la


independencia.

Durante los últimos años, los círculos gobernantes de los


Estados Unidos de América se declaran a sí mismos "tutores de las
colonias". Una comisión de la Cámara de Representantes que, a
fines de 19SS, inspeccionó los países de África, señalaba en su
informe "la responsabilidad de los Estados Unidos por el desarrollo
de África" y la necesidad de explicar a los pueblos africanos que el
imperialismo yanqui se preocupa del bienestar de aquéllos.
También en su informe sobre la política de los Estados Unidos de
América en África, confeccionado por la Universidad del Noroeste
para el Senado norteamericano en 19S9, se hablaba de que los
Estados Unidos no intervenían para nada en la explotación de los
pueblos de África y se propugnaba "la defensa" de los países
africanos frente a la "amenaza del comunismo".

De la "ayuda" de los Estados Unidos de América a África


nos da idea el hecho siguiente: los monopolios americanos
obtuvieron allí, desde 1946 hasta 19S9, ganancias equivalentes a
cerca de 1,500 millones de dólares. Con tales recursos, los
africanos hubieran podido construir ISO grandes centrales
eléctricas de 100,000 kilovatios cada una. Todo lo que el gobierno
de Eisenhower pensaba invertir en el programa de desarrollo de
los países africanos era tres veces y media menos que las
ganancias obtenidas en 1959, en África, por una sola compañía
americana: la Anglo-Amercian Oil.

En un memorándum hecho público por un grupo de


personalidades políticas norteamericanas sobre la política de los
Estados Unidos en el Cercano y Medio Oriente, memorándum que
fue enviado al Presidente de Norteamérica en 1954, se decía que,
gracias a los subsidios financieros, a la dirección técnica y a las
inversiones privadas de Occidente, se habían logrado "grandes
éxitos" en el progreso de la economía de los países árabes.

Sin embargo, en el mismo memorándum, los políticos


yanquis se ven obligados a confesar que la "ayuda" de Occidente,
lejos de mejorar la situación de los habitantes de aquellos países,
la había hecho más insoportable aún. Por sus riquezas naturales
-abundancia de tierras fértiles y de minerales- el Cercano Oriente
ocupa uno de los primeros puestos en el mundo. Pero decenios de
dominio imperialista lo han convertido en una zona de hambre y
miseria, de analfabetismo general y de alta mortalidad.
367
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo

En el ejemplo de la India tenemos un testimonio


contundente de la funesta influencia de los colonizadores en la
economía de los países conquistados. Un país de cultura milenaria
y de incontables recursos naturales, un país, que, en tiempos, no
iba a la zaga de Europa en lo tocante a industria y comercio, se ha
quedado atrás, en el sentido económico, a causa de su
esclavización por Inglaterra a lo largo de más de doscientos años.

Comentando la triste situación de los labriegos indios en la


época de la dominación inglesa, el escritor progresista hindú
Kushar Goshal. en un libro titulado El pueblo en las colonias, dice
que, con el régimen colonial, los campesinos "vivían en horribles
condiciones de alojamiento, se vestían de harapos, sufrían
hambre crónica y, en número de cinco a seis millones, morían
anualmente, víctimas de epidemias cuya propagación hubiera
sido fácil de evitar en otras condiciones".

En los países atrasados, el capitalismo se desarrolla con


una influencia considerable de los monopolios extranjeros que
exportan allí sus capitales, y en virtud de esta circunstancia tiene
una serie de rasgos específicos.

Los monopolios extranjeros frenan el desarrollo del capital


indígena y tienden a consolidar el atraso y la debilidad de los
países en cuestión a fin de invalidarlos para una resistencia seria
a los conquistadores extranjeros, haciendo más fácil y más
lucrativo su saqueo. El capital nacional de los países
subdesarrollados y dependientes no siempre puede resistir la
competencia de un adversario tan poderoso como los monopolios
extranjeros. La burguesía nacional. débil económica y
políticamente, no suele tener fuerza suficiente para contrarrestar
la expansión imperialista. Su sector más reaccionario busca
frecuentemente la componenda con el capital extranjero,
otorgándole importantes privilegios en todas las ramas de la
economía nacional.

No otra cosa que traición a los intereses del país fue la


dominación en China de la camarilla mercenaria de Chang Kai-
shek. Un puñado de grandes burgueses, militares y terratenientes,
apoderándose del gobierno, supeditó el desarrollo económico de la
nación a los intereses del imperialismo norteamericano. Así surgió
el capital comprador-burocrático en China, una forma peculiar de
capital estatal-monopolista, subordinado a los monopolios
368
Spiridonova, Atlas y Otros

extranjeros. El imperialismo, para someter a cruel explotación a


los pueblos de los países subdesarrollados, es capaz de
confabularse con los elementos más tenebrosos y reaccionarios de
los mismos.

Los países subdesarrollados constituyen una importante


fuente de materias primas para las potencias imperialistas. El
incremento de la producción industrial bajo el imperialismo, el
rápido desarrollo de la industria pesada y la carrera de
armamentos originan un brusco aumento de la demanda de
materias primas. Surge la necesidad, cada día más apremiante, de
nuevos tipos de primeras materias y de combustible. Si
anteriormente, en la primera mitad del siglo XIX, el tipo esencial
de materia prima colonial era el algodón -ya que por aquella
época era la industria textil la que experimentaba un rápido
auge-, a fines del siglo pasado y comienzos del presente, con
motivo del paso al imperialismo, aumenta de manera colosal la
demanda de materias primas para la industria pesada. La
siderurgia requiere mineral de hierro y carbón, y la industria
automovilística, caucho. Inventados el automóvil, el avión, el
tractor, el motor de combustión interna, apareció la necesidad de
productos derivados del petróleo. El consumo mundial de caucho,
por ejemplo, subió de l0S.000 toneladas en 1913 a 700.000
toneladas en 1926, lo que equivale a un incremento de casi siete
veces en trece años.

La parte preponderante de algunos tipos de materias


primas tan importantes como el petróleo, el caucho, los metales
raros y no férricos, el mineral de uranio, el cacao, el café, el
algodón y el té, proceden de los países subdesarrollados.

Para garantizar su éxito en la competencia y para


mantener e incrementar sus superganancias, los imperialistas
necesitan el monopolio de las fuentes de materias primas,
monopolio que sólo puede ser asegurado poseyendo colonias. De
ahí que, con el desarrollo del capitalismo, se incrementará la lucha
de las potencias imperialistas por conquistar territorios coloniales.
Lenin hacía resaltar que al capital financiero le interesan no sólo
las fuentes de materias primas descubiertas ya, sino las que lo son
en potencia. Por tal razón, "el capital financiero procura
conquistar la mayor cantidad posible de territorio, sea cual fuere,
donde fuere y como fuere, con vistas a posibles fuentes de
materias primas, por miedo a retrasarse en la lucha loca por los

369
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
últimos trozos del mundo no repartido aún y por la redistribución
de los pedazos ya repartidos". 12

Después de la segunda guerra mundial, la mayor parte de


los recursos de materias primas de los países subdesarrollados es
propiedad (o está explotada en concesión) de las tres principales
potencias capitalistas: los Estados Unidos de América, Inglaterra y
Francia. Los monopolios ingleses y norteamericanos controlan el
9S% de las reserva de petróleo del mundo capitalista. La
participación de los capitales de los Estados Unidos de América,
Inglaterra y Francia en el control de las reservas del mundo
capitalista equivale: en el mineral de hierro, al 90.7%; en el
volframio, al 90,2; en el plomo, al 93,4; en el cinc, al 88,9; en el
vanadio y el molibdeno, al 100, y en el cobre y las bauxitas, a más
del 80%.
A partir de la segunda guerra mundial ha crecido la
importancia de África como proveedora de materia prima mineral
y agrícola. Los imperialistas extraen de África el 98.4% de la
producción de diamantes de todo el mundo capitalista, el 71 por
100 de la de cobalto, el 6S% de la de oro, el 42% de la de fosforitas
y el 38% de la de cromo.

Como proveedor de materias primas, el Congo reporta a los


imperialistas beneficios ingentes. En 19S9, el mundo capitalista
recibió de allí el 7S% de los diamantes industriales, el S3% del
cobalto, el 9% del cobre y del estaño y el S por 100 del cinc. El
Congo proporciona a los países capitalistas el 90% del radio y es el
principal proveedor de germanio. En 195S le correspondía casi la
mitad de la extracción de uranio del mundo capitalista. Según un
contrato americano-belga, firmado en 195S por un plazo de diez
años, se concedió a los Estados Unidos de América el derecho a
adquirir durante los dos primeros años el 90% del mineral de
uranio extraído en el Congo y el 7S% en los años de 19S8 a 1960.

En su calidad de proveedor de uranio para las armas


nucleares, de cobalto para los cohetes, de germanio para las
máquinas electrónicas y de otros minerales importantes, el Congo
representa para los imperialistas un importantísimo manantial de
materia prima estratégica. El grupo Rockefeller está
particularmente interesado por las riquezas naturales de la
provincia de Katanga (uranio y cobre), y ello explica la tentativa
de los colonizadores de separarla "voluntariamente" de su país.

12 V. l. Lenin, Obras, tomo 22, pág. 249.


370
Spiridonova, Atlas y Otros

Para los monopolios estadounidenses, el Congo es fuente de


ganancias enormes. La compañía belga Unión Minera, controlada
por el capital americano, y en la que hay invertidos 26.000
millones de dólares, obtuvo en 1986, en sus concesiones de
Katanga, una ganancia neta de 36,000 millones de dólares.
Bélgica retiraba anualmente del Congo más de 1,000 millones de
dólares de ganancia.

Ya en el período premonopolista del capitalismo, las


colonias desempeñaban un importante papel como mercado para
los artículos industriales de los países capitalistas desarrollados.
Pero en el período del imperialismo, la significación de las colonias
y de los países dependientes como mercado de las potencias
imperialistas aumenta de manera notable a causa de la
agravación del problema de los mercados en la época del
imperialismo. La posibilidad de vender su producción en los
mercados coloniales, libres de competencia extranjera, adquiere
una trascendencia singular para los monopolios.

Los imperialistas, empeñados en mantener las colonias


como apéndices de la economía de sus propios países, exportan a
ellas, principalmente, artículos de consumo, y sólo en cantidad
muy exigua -únicamente la necesaria para ampliar la extracción
y la elaboración primaria de las materias coloniales- maquinaria
industrial.

En 1983, Inglaterra exportó a las colonias artículos textiles


por valor de 200 millones de libras esterlinas, mientras que la
exportación de maquinaria textil sólo llegó a 15 millones.

Una vez establecida su dominación en los mercados


coloniales, los monopolistas pueden elevar los precios
artificialmente e incluso vender en las colonias los géneros peores,
que no encuentran comprador en otros mercados.

La base del comercio de los monopolios de los países


capitalistas desarrollados con las colonias y naciones
dependientes reside en el cambio no equivalencia!. Refiriéndose a
las relaciones comerciales internaciones entre los países
capitalistas de alto desarrollo y los países atrasados, Marx decía
en El Capital:

371
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
"El país favorecido obtiene en el intercambio una cantidad
mayor de trabajo que la que entrega, aunque la diferencia, el
superávit, se lo embolse una determinada clase, como ocurre con
el intercambio entre capital y trabajo en general". 13

La aplicación de precios de monopolio en la época del


imperialismo acentúa más aún la no equivalencia de este
intercambio. Los monopolios fijan precios muy bajos a las
materias primas y a los productos alimenticios que adquieren en
los países subdesarrollados, y precios muy altos a sus propias
mercancías. La "tijera" de precios de los artículos importados de
los países débiles y los de los exportados a ellos va abriéndose
más y más. Según cálculos de expertos de la Organización de las
Naciones Unidas, en vísperas de la segunda guerra mundial los
países atrasados podían comprar, con la recaudación de una
misma cantidad de materias primas exportadas, el 40% menos
que a fines del siglo XIX.

Después de la guerra, la diferencia entre los precios de los


artículos importados y exportados por las colonias y países
dependientes continúa aumentando. En la actualidad, Malaya e
Indonesia perciben por cada tonelada de caucho 2,5 veces menos
arroz y 2 veces menos tejidos norteamericanos que antes de la
guerra.

Características análogas se observan en el comercio de los


Estados Unidos de América con Iberoamérica. De 1954 a 1956, los
precios de los artículos exportados de Norteamérica a Colombia
aumentaron en 10,3 puntos y los importados de Colombia cayeron
en 51,9 puntos. Brasil da por 1.000 millones de dólares el mismo
café que antes daba por 2.000 millones.
Sigue prevaleciendo en gran escala el intercambio no
equivalencial entre los monopolios ingleses y las colonias. La gran
empresa colonial United África Company -filial del consorcio
Unilever- vende sus artículos en las colonias africanas con un
suplemento del 100 al 500 por ciento sobre los precios mundiales y
compra la producción local a precios bajísimos, precios
monopolistas, que oscilan entre el 30 y el 40 por 100 de los precios
mundiales. En conjunto, las pérdidas de los países
subdesarrollados a causa de la creciente diferencia de precios
alcanzan al 40 ó al 45 por 100 del valor de su comercio exterior.

13 C. Marx, El Capital, ed. cit., tomo III, pág. 238.


372
Spiridonova, Atlas y Otros

Cálculos efectuados por el economista soviético Santalov


muestran que 70 países económicamente débiles perdieron, a
causa de la venta de sus artículos a precios promedio superior a
los 12,000 millones de dólares entre 1948 y 19S2, es decir, un
promedio superior a los 12,000 millones de dólares anuales. El
profesor sueco Murdahl considera que con esta suma bastaría
para cubrir las necesidades mínimas de inversiones de capital en
los países atrasados.

El cambio oneroso produce ganancias colosales a los


monopolistas coloniales. De 194S a 19S2, los monopolios ingleses
que operan en el África occidental y en Uganda "ganaron" 133
millones de libras esterlinas por la reventa en el mercado mundial
de cacao, aceite de palma y otros productos agrícolas adquiridos a
precios ínfimos en aquellos países; la reventa de estaño y caucho
de Malaya proporcionó a los monopolios ingleses más de 1,000
millones de dólares entre 1946 y 19S1.

El comercio exterior de los imperialistas con los países


proveedores de materias primas constituye un auténtico pillaje.
Los monopolios venden a los jóvenes Estados nacionales muchas
más mercancías de las que les compran. En 19S9, Alemania
occidental exportó al Pakistán mercancías por un valor de 176
millones de marcos e importó por 24 millones; la exportación y la
importación con el Brasil fueron de S42 y 296 millones,
respetivamente; con Venezuela, 472 y 100; con el Irán, SOS y llB, y
la exportación de la República Federal Alemana y la India superó,
por término medio, en diez veces el valor de las exportaciones de
la India a Alemania occidental, en virtud de lo cual la India quedó
debiendo a Bonn 2.SOO millones de marcos.

El aumento de las deudas de los países subdesarrollados les


obliga a solicitar créditos en condiciones desventajosas. Los
monopolios se aprovechan de estas circunstancias para dictar
una orientación política a los países interesados, encauzando el
desarrollo de su economía en la dirección conveniente para el
imperialismo.

Durante la época imperialista, las colonias y los países


dependientes adquieren enorme importancia militar y
estratégica.
Terminando ya el reparto territorial del mundo, y
empeñada la lucha por su redistribución, los imperialistas tratan
373
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
de ocupar territorios, independientemente de su importancia
económica, para utilizarlos como bases militares en el futuro.

Las colonias suministran a las metrópolis los tipos más


importantes de materias primas estratégicas y son, a la vez,
fuentes de "carne de cañón". Es, asimismo, trascendental el valor
militar y financiero de las colonias. En ellas es colocada una parte
considerable de los empréstitos de guerra. Las reservas de divisas
de las colonias son utilizadas en tiempo de guerra para aliviar la
situación financiera de las metrópolis.

En la lucha entablada durante la posguerra por la


dominación del mundo, el imperialismo norteamericano trata de
desplazar de sus posesiones a las viejas potencias colonialistas y
de someter a su control los países subdesarrollados y formalmente
independientes a fin de valerse de los como plazas de armas
estratégicas contra los países pacíficos. Se concede especial
atención al continente africano. Los generales americanos sueñan
con transformar África en una gigantesca base de proyectiles
dirigidos, en un baluarte de la guerra atómica. Los Estados Unidos
de América disponen de varias bases militares en África del Norte,
donde construyen aeródromos y reacondicionan los puertos:
África es utilizada también como fuente de valiosas materias
primas estratégicas para los Estados Unidos de América y otros
países de la OTAN.

La ley económica fundamental del capitalismo en la época


del imperialismo considera la explotación de los pueblos de las
colonias como uno de los medios más poderosos para garantizar la
aplicación de altos precios de monopolio y obtener beneficios
gigantescos. Es enorme el tributo que pagan las colonias y los
países subdesarrollados a las potencias imperialistas. Tan sólo en
19S9, los Estados Unidos de América consiguieron, con la
explotación de los pueblos de Iberoamérica, una ganancia de 92S
millones de dólares, mientras que la exportación de capital
americano nuevo a largo plazo a estos países fue igual a 7S0
millones.

La cuota media de ganancia de los monopolios americanos


en África es superior a la de cualquier otra parte del mundo. Los
monopolios yanquis meten en sus arcas anualmente, como
término medio, cerca de 400 millones de dólares procedentes de
África. En 19S9, el monopolio belga en el Congo -la Unión Minera-,
controlado por los americanos, extrajo de cada obrero africano un
374
Spiridonova, Atlas y Otros

provecho equivalente a 2,363 dólares, lo que sobrepasa en ocho


veces el salario de un minero congoleño. La cuota de ganancia de
las inversiones directas de los Estados Unidos en las colonias
pertenecientes a los países de Europa occidental desde 1947 hasta
19S4 fue igual al 33% anual, mientras que las inversiones de
capital en la propia Norteamérica sólo produjeron del 11,4 al 13,6
por 100. Por consiguiente, el capital americano invertido en dichas
colonias se amortizó totalmente en tres años.

lCuál es la fuente de la superganancia colonial?

Uno de los má.s abundantes manantiales que enriquecen a


los monopolios en las colonias y en los países dependientes es la
despiadada explotación de los obreros.

La región de Katanga, en el Congo, posee tales riquezas


naturales que los científicos le han dado el nombre de "milagro
geológico". Los ingresos obtenidos por Bélgica en 19SS exportando
del Congo materias primas estratégicas alcanzaron a más de la
mitad de todas las ganancias de los capitalistas belgas en el
interior del país. Nada tiene, pues, de extraño que los
colonizadores cometan cualquier vileza con tal de mantener allí
sus posiciones, que tan pingües ganancias les proporcionan.

La cuota de plusvalía, que refleja el grado de explotación


de los obreros por los capitalistas, es sumamente alta en las
colonias y países dependientes. Los monopolios se esfuerzan por
elevarla más aún prolongando hasta lo imposible la jornada de
trabajo, intensificando éste y reduciendo los salarios hasta un
nivel de miseria, muy lejano del valor de la fuerza de trabajo.

En el Camerún, la jornada de los africanos ocupados en las


plantaciones llega hasta veinte horas diarias. Un obrero de las
minas de cobre de Chile gana cinco veces menos que el mismo
trabajador en los Estados Unidos de América; el salario de los
africanos en Rhodesia del Norte es veintinueve veces inferior al
de los europeos que ejecutan el mismo trabajo, y el de los obreros
de las plantaciones es todavía menor. Pero incluso de esta mísera
retribución el obrero se ve obligado a pagar una cuota al
contratista y los réditos a los usureros que le hacen préstamos.
Por tanto, la explotación del obrero colonial en la esfera de la
producción se complementa a través del comercio y de un sistema
de crédito que refuerza su explotación como consumidor.

375
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
Es peculiaridad de las relaciones sociales en las colonias el
entrelazamiento de la explotación capitalista con la feudal, de la
coacción económica con la violencia directa y con el pillaje más
descarado.

Los obreros de las colonias ocupados en las plantaciones


-empresas agrícolas capitalistas que producen determinado tipo
de artículos alimenticios o de materia prima destinados o la
exportación- son, en esencia, semiesclavos.

Hay bastantes países subdesarrollados donde aún impera


el sistema de contratación de obreros por largo tiempo. La
infracción del contrato por los trabajadores acarrea crueles
castigos. En plantaciones y minas se ha venido aplicando de
manera descarado el trabajo forzado. En los colonias inglesas de
Áfrico, lo ley permitía aplicarlo noventa días al año, y en los
posesiones portuguesas, hasta trescientos días. Miles y miles de
africanos han sido violentamente trasladados desde sus aldeas a
campos de concentración situados en las inmediaciones de las
empresas industriales. Poco antes de alcanzar su independencia
la Guinea francesa, hubo en ella casos en que se movilizó
forzosamente a los habitantes de los aldeas para llevaros o
trabajar sin retribución alguno.

Los monopolios están interesados en enriquecerse con la


explotación de la mano de obro de las colonias, muy barata,
reduciendo hasta el mínimo indispensable los desembolsos
destinados a capital constante. Dondequiera que es posible, se
empela en las colonias el trabajo manual. Es muy frecuente que
en las plantaciones trabajen familias completas, siendo la
retribución de las mujeres y de los niños muy inferior a la de los
adultos aunque realicen la misma labro; y muy a menudo no
cobran absolutamente nada, pues se considera que lo que hacen
es prestar ayuda al cabezo de familia.

Entre las fuentes de obtención de superganancias por los


monopolios en las colonias, debemos citar la apropiación del
producto excedente -y en buena parte del producto necesario- de
los pequeños productores, artesanos y campesinos.

El grueso de las fincas rurales en las colonias y en los


países dependientes pertenece a los monopolios extranjeros o a
los terratenientes y usureros nativos. Los campesinos poseen
únicamente uno porte mísera de los tierras de peor calidad. En los
376
Spiridonova, Atlas y Otros

países del Cercano y Medio Oriente, el 90-95 por 100 de la


población rural dispone sólo del 20 al 30 por 100 de la tierra
cultivable. El resto pertenece a los grandes latifundistas. En
varios países de Iberoamérica, los campesinos sin tierra
constituyen del 70 al 100 de la población rural. Los nativos de la
Unión Sudafricana, que son cerca del 80 por 100 de los habitantes
de aquella República, han sido segregados a las "aldeas
indígenas", situadas en zonas poco fértiles y difíciles de poblar.
Las aldeas en cuestión ocupan únicamente el 8 por 100 de todo el
terreno laborable. Desprovistos de tierras propias, los campesinos
las arriendan a los terratenientes o a las compañías extranjeras
en condiciones leoninas.

En las naciones subdesarrolladas se aplica en gran escala


el subarriendo y también la aparcería y la prestación personal. El
labriego se ve obligado a entregar al latifundista del SO al 80 por
100 de la cosecha. La esclavitud impuesta por el terrateniente es
agravada por la que imponen los usureros. En Iberoamérica está
muy difundido el llamado peonaje, una especie de servidumbre
hereditaria determinada por deudas. A causa de la imposibilidad
de un desarrollo normal de la industria en las colonias, los
campesinos que se quedan sin tierra no pueden obtener trabajo y
termina por convertirse en mendigos muy a menudo.

También los pequeños propietarios del campo padecen el


yugo de los usureros y de los intermediarios, así como el de las
altas contribuciones recaudadas por la administración local en
beneficio de los imperialistas extranjeros.

Por consiguiente, el producto excedente - y hasta. una parte


del producto necesario- de los campesinos se les extrae en forma
de renta., de intereses usurarios, de ganancia comercial y de
impuestos. La alianza. de los monopolistas extranjeros con los
grandes capitalistas y señores feudales indígenas se basa en la
explotación de los pueblos de las colonias.

El robo de las riquezas naturales de los países


subdesarrollados y su cruel explotación por los monopolios
provocan el hambre y una miseria aterra.dora.. La escasa
alimentación y el trabajo agotador, el hacinamiento en míseras
viviendas y la falta de asistencia médica traen consigo graves
enfermedades y epidemias, determinando una alta mortalidad. En
Nigeria hay un médico por cada 133,000 habitantes. El promedio
de vida de la población colonial va descendiendo a causa de
377
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
enfermedades de tipo social como la tuberculosis y otras. En las
colonias africanas, el promedio de vida es de treinta y tres años.
La mortalidad infantil en las posesiones africanas de Inglaterra se
eleva al 600 ó al 700 por mil, mientras que en Inglaterra sólo
mueren de 69 a 69 niños por cada mil. De cada cuatro niños
nacidos en África, uno muere antes de cumplir el año.
Los imperialistas frenan artificialmente el avance político
y cultural de las colonias. Los pueblos coloniales padecen un
analfabetismo casi total. Los analfabetos constituyen en África
del 80 al 86 por 100 de la población, y en ciertos territorios llegan
al 90%. Antes de independizarse la India, el 88% de la población
no sabía leer, y en Indochina e Indonesia este porcentaje alcanza
al 96%. De 26 millones de niños de edad escolar que había en
Africa en 1969, no podían estudiar 17 millones. En la colonia
portuguesa de Angola, en 1960 solamente el 2% de los niños
africanos iban a la escuela.

La población de las colonias ha estado siempre privada de


todo derecho político, y en muchas colonias no existía siquiera
administración local.

La política de discriminación racial arrebata a los pueblos


coloniales los más elementales derechos humanos: los nativos no
pueden ejercer trabajos calificados, ni percibir por la misma labor
el mismo salario que los "blancos", ni participar en huelgas ni
afiliarse a los sindicatos, y en muchos casos carecen hasta del
derecho a desplazarse por el país.

Es natural que el reforzamiento de la explotación y el


aumento de la miseria indignen a las masas trabajadoras de las
colonias y países dependientes. Los pueblos de las colonias han
comprendido que sólo mediante una lucha tenaz contra el
imperialismo podrán sacudirse el yugo colonial.

11. LUGAR HISTORICO DEL IMPERIALISMO

Un detenido estudio de los nuevos fenómenos económicos y


políticos de la vida de la sociedad burguesa a comienzos del siglo
XX llevó a Lenin a la conclusión de que el imperialismo no
constituía un régimen social distinto del capitalismo. Lejos de ello,
es una continuación y un desarrollo del sistema de producción
capitalista. Las relaciones económicas propias de este sistema
subsisten bajo el imperialismo: propiedad privada capitalista de
los medios de producción, explotación del trabajo asalariado por
378
Spiridonova, Atlas y Otros

el capital, predominio de la forma mercantil de la producción,


espontaneidad del desarrollo económico, etc. En virtud de ello,
continúan en vigor todas las leyes económicas del capitalismo.
Pero, sin embargo, su acción trae consecuencias mucho más
destructivas y adquiere peculiaridades características, ya que se
verifica un cambio esencial en el propio sistema de las relaciones
de producción capitalistas: la libre competencia va siendo
reemplazada por la dominación omnímoda de los monopolios.

La aparición, en el sistema capitalista, de rasgos


cualitativamente nuevos, originados por el incremento de las
fuerzas productivas y por la ulterior socialización de la
producción, hace que el imperialismo asuma el carácter de una
etapa específica, peculiar del desarrollo de la sociedad capitalista,
en la que "algunas propiedades fundamentales del capitalismo
han comenzado a convertirse en su antítesis, y en toda la línea se
han formado y manifestado los rasgos de la época de transición
del capitalismo a un régimen económico-social más alto". 14

Ante todo, lo peculiar y distintivo del imperialismo en


relación con el capitalismo premonopolista se expresa en sus
signos económicos, aunque no se limite a ellos, pues también
ofrece una definición exacta del lugar histórico del imperialismo,
es decir, de su posición respecto al período capitalista en general y
a la revolución social del proletariado.

En líneas generales, el lugar histórico del capitalismo, como


sistema social-económico único, había sido ya definido por Carlos
Marx en El Capital. Marx hizo un profundo y detenido análisis de
las relaciones de producción de la sociedad burguesa y demostró
científicamente su limitación histórica, así como la inevitabilidad
del derrocamiento revolucionario del capitalismo y de su
sustitución por un régimen social más elevado.

Lenin desarrolló y puntualizó este vaticinio científico de


Marx sobre la tendencia esencial de la evolución del capitalismo,
adaptándolo a las nuevas circunstancias históricas. Con el
análisis del imperialismo en general y de su lugar histórico en
particular, Lenin reveló las nuevas condiciones económicas y
políticas de la lucha de la clase obrera por el socialismo,
determinando la estrategia y la táctica en la revolución venidera.

14 V. l. Lenin, Obras, tomo 22, pág. 2S2.


379
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
La definición que Lenin hizo del lugar histórico del
imperialismo descubre una triple peculiaridad del capitalismo
contemporáneo, consistente en que el imperialismo es: en primer
término, capitalismo monopolista; en segundo, capitalismo
parasitario o en putrefacción, y en tercero, capitalismo
moribundo.

En esta definición, el lugar histórico del imperialismo ha


sido expuesto con exhaustiva plenitud. Respecto del capitalismo
en general, el imperialismo se nos presenta como capitalismo
monopolista, parasitario y putrefacto, es decir, como una parte
inalienable de un sistema capitalista único, como la fase superior
y postrera de su desarrollo. Y respecto del socialismo, el
imperialismo aparece como capitalismo moribundo, como el
umbral de la revolución proletaria.

l. EL IMPERIALISMO, CAPITALISMO MONOPOLISTA.

El rasgo más distintivo, la esencia misma del imperialismo,


se encierra en la transformación de la libre competencia en su
antítesis, el monopolio, y en la implantación del dominio de los
monopolios en toda la vida económica y política de la sociedad
burguesa. En algunos signos económicos del imperialismo es
donde Lenin descubre, precisamente, las d iversas formas de
manifestación de su esencia: el imperio omnímodo de los
monopolios.

El lugar histórico del imperialismo en la evolución gradual


de la sociedad humana se manifiesta ya en su definición como
capitalismo monopolista. El dominio omnímodo de los monopolios
agrava extraordinariamente las contradicciones internas y
externas del régimen de producción capitalista, y la agudización
de las mismas constituye, a su vez, el resorte interno que
convierte al imperialismo en una época transitoria de la plena
libertad de competencia a la socialización completa, es decir, al
socialismo.

La dominación de los monopolios agudiza hasta el extremo


la contradicción fundamental del capitalismo: la contradicción
entre el carácter social de la producción y la forma capitalista
privada de la apropiación.

Al crearse los monopolios se aceleró extraordinariamente


la concentración y la centralización de la industria y del capital.
380
Spiridonova, Atlas y Otros

Unos cuantos monopolios reúnen una multitud de trabajadores,


agrupan enormes empresas y controlan a la masa fundamental de
obreros instruidos y de elementos científicos y técnicos.
Actualmente, en los Estados Unidos de América, la producción de
las principales ramas de la industria, en un volumen que va desde
el 60 hasta el 100 por 100, es controlada por un número
insignificante de monopolios. El alto grado de concentración de la
industria y el control de los monopolios son también corrientes en
muchos otros países capitalistas.

Sobre la base de una producción concentrada, se verifica


también un rá.pido proceso de concentración y de centralización
del crédito capitalista. Los grandes monopolios bancarios
disponen de la aplastante mayoría del capital-dinero de la
sociedad.

Por consiguiente, el capitalismo, al llegar a su fase


imperialista, conduce a la mayor y má.s multilateral socialización
de la producción, aunque dicho proceso socializador transcurre de
manera contradictoria, ya que los medios de producción -y, por
tanto, los frutos del trabajo social- siguen siendo de propiedad
capitalista privada. Esta contradicción va acentuándose a
medida que la producción se hace más social y, por el contrario, la
apropiación se concentra más y más en manos de un puñado cada
vez menos numeroso de magnates del capital, adquiriendo un
carácter más particular todavía.

La creciente discordancia entre la índole de la producción y


la forma de la propiedad, entre las fuerzas productivas de la
sociedad y las relaciones de producción capitalistas, halla su
expresión en la agudización de las numerosas contradicciones del
capitalismo y en la aparición de nuevos antagonismos, propios de
la época imperialista. Manifiéstase con creciente virulencia la
contradicción entre el trabajo y el capital, ya que la explotación
de la clase obrera y de los otros sectores de trabajadores adquiere
mayores proporciones, condenando a millones de seres al paro
crónico y a un empobrecimiento cada vez mayor. Se acentúa el
antagonismo entre la producción y el consumo, por cuanto el
incremento de las fuerzas productivas bajo el imperialismo se
combina con el monstruoso yugo de los monopolios sobre el grueso
de la población. Se agrava la contradicción entre la organización
despótica del proceso del trabajo en las empresas y la anarquía
imperante en toda la producción social, puesto que los monopolios,

381
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
lejos de eliminar la competencia y el caos propios de la economía
capitalista en su conjunto, los acentúan.

El proceso de socialización de la producción y el yugo de los


monopolios se refuerzan de manera insólita al establecerse el
capitalismo monopolista de Estado.

El capitalismo monopolista de Estado representa la


unificación de las fuerzas de los monopolios y del Estado en un
solo mecanismo destinado a enriquecer a los monopolistas, a
reprimir el movimiento obrero y las y las luchas de liberación
nacional, a defender el régimen capitalista y a desencadenar
guerras de agresión. Como resultado de la fusión de estas dos
fuerzas se alcanza la máxima socialización de la producción
material a que puede llegarse bajo el capitalismo.

El capitalismo monopolista de Estado no constituye una


nueva fase del régimen capitalista de producción; no es una fase
diferente del imperialismo. Tanto por su contenido clasista como
por el sistema de propiedad predominante, no es sino una forma
determinada de la existencia y la evolución del capitalismo
monopolista, una etapa en que el Estado interviene activamente
en el proceso de la producción, de la circulación y de la
distribución capitalistas para preservar los intereses de los
monopolios.

Las causas económicas objetivas del surgimiento del


capitalismo monopolista de Estado fueron la concentración de la
producción y la centralización del capital sobre la base del
imperio de los monopolios, la extrema agudización de todas las
contradicciones del imperialismo en su fase imperialista. Las
guerras mundiales y las crisis económicas, el militarismo y las
conmociones políticas han acelerado la transformación del
capitalismo monopolista en capitalismo monopolista de Estado.

El contenido económico del capitalismo monopolista de


Estado se manifiesta, principalmente, en tres fenómenos que a
menudo se entrelazan:

l. En interés del capital monopolista, el Estado burgués somete a


su control ciertas empresas, bancos o incluso ramas
industriales completas; a este sistema pertenecen las
sociedades anónimas mixtas con participación conjunta de
capital del Estado y de empresas particulares.
382
Spiridonova, Atlas y Otros

2. El Estado burgués, para salvaguardar los mismos intereses,


aplica determinados métodos de regulación y control de la
economía.

3. Los pedidos del Estado aseguran a los monopolios un vasto y


lucrativo mercado.

En las actuales condiciones de decadencia progresiva y de


desintegración del sistema mundial del capitalismo, las empresas
estatales-monopolistas van militarizándose más y más, pues los
monopolios consideran la monopolización uno de los principales
instrumentos de influencia del Estado sobre la economía y una de
las mejores armas para defender el régimen capitalista.

Uno de los procedimientos más eficaces de los monopolios


para controlar el mecanismo gubernamental es el
entrelazamiento con los órganos legislativos y ejecutivos de los
países burgueses. Este entrelazamiento se lleva a cabo tanto
incorporando a la dirección de los monopolios a antiguos
funcionarios y miembros del Gobierno como colocando en los
puestos clave del Estado a testaferros de los monopolios o incluso
a directivos de aquéllos. De los altos cargos del Gobierno de los
Estados Unidos cerca del 40% están ocupados por capitalistas
propiamente dichos. El Presidente Kennedy y su hermano Robert -
secretario de Justicia- eran grandes monopolistas, cuya fortuna
personal se evaluaba entre los 300 y los 400 millones de dólares,
al igual que los Presidentes Busch y otros. También mantienen
vínculos muy estrechos con la oligarquía financiera los elementos
gobernantes de Alemania occidental. El canciller federal Konrad
Adenauer fue director del mayor de los bancos alemanes: el
Deutsche Bank,k. asimismo, uno de los mayores accionistas de las
compañías de construcciones aeronáuticas Fokke-Wulf, Junkers y
Messerschmitt, así como de la compañía automovilística Deímler-
Benz A. G., y miembro de los consejos de dirección de los
consorcios Deutsche Lufthansa, Ruhrgas A. G. y otros.

Es de todo punto evidente que las actividades de los


representantes del capital financiero en el mecanismo
gubernamental tienden a defender los intereses económicos y
políticos de los monopolios. Los procedimientos a que se recurre
para acrecentar las ganancias monopolistas mediante la
ingerencia de los órganos estatales en la vida económica son muy

383
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
variados, y el grado de predominio de uno de otro procedimiento
es distinto en diferentes países y en diversas épocas.

Entre los métodos de saqueo de la hacienda pública por los


monopolios está muy difundido el sistema de pedidos del Estado,
principalmente el de encargos de armamentos y de pertrechos
para las fuerzas armadas. En tales casos, los precios los
establecen los monopolios mismos, ya que los contratos no se
adjudican por concurso, sino mediante transacciones
confidenciales entre los grandes monopolios y los organismos
gubernamentales "competentes", en los cuales gozan de influencia
decisiva los agentes de los monopolios En una de sus alocuciones
de año nuevo, el ex presidente de los Estados Unidos Dwight
Eisenhower confesó que "los modernos tipos de armamentos
resultan extraordinariamente caros". "Algunos tipos de
bombarderos -declaró- los pagamos a peso de oro".

Otra forma de enriquecimiento de la oligarquía financiera


a costa del Estado es la llamada "iniciativa estatal", es decir, la
construcción de empresas por el gobierno, a cargo del erario
público, principalmente con fines militares, o la nacionalización
burguesa, consistente en convertir ciertas empresas e incluso
rama enteras de la industria y del transporte, y también bancos,
en propiedad del Estado mediante una generosa indemnización a
sus poseedores. Por regla general, las empresas estatales se
fundan en aquellas ramas donde hay gran riesgo y se requieren
cuantiosas inversiones a realizar de una vez. Son objeto frecuente
de nacionalización las empresas poco rentables o técnicamente
atrasadas. En este caso, los recursos del Estado se destinan a
"elevar y consolidar los ingresos de los millonarios de una rama de
la industria que se halla al borde de la bancarrota".18

La formación de un sector nacionalizado en la economía de


varios países capitalistas de Europa durante la posguerra reportó
al capital monopolista privado grandes beneficios. La
nacionalización parcial se verificó mediante una compensación
plena a los propietarios de las empresas no rentables. En
Inglaterra, a raíz de la nacionalización llevada a cabo por el
gobierno laborista de Attlee, los antiguos dueños percibieron una
indemnización que se aproximaba a 2,S00 millones de libras
esterlinas. Después de nacionalizadas las empresas, sus antiguos
propietarios permanecieron al frente de ellas como directores y

18 V. l. Lenin, Obras, tomo 22, pág. 205.


384
Spiridonova, Atlas y Otros

gerentes, recibiendo del Estado gigantescos sueldos y primas. En


Austria, la compensación por las empresas nacionalizadas superó
en 3,6 veces su antiguo capital en acciones.

Con la compra y el reequipamiento por el Estado de las


ramas auxiliares más atrasadas de la economía, a los monopolios
privados se les ofreció también la posibilidad de adquirir la
producción y los servicios de aquellas ramas a precios muy bajos,
a veces inferiores a su costo. En Francia, los monopolios disfrutan
de tarifas privilegiadas para el transporte de sus mercancías por
los ferrocarriles nacionalizados y también de precios de privilegio
por la energía que les suministran las centrales eléctricas
nacionalizadas.

Según vemos, las grandes compensaciones y los subsidios


indirectos concedidos mediante la rebaja de los precios son
medios fundamentales con cuyo concurso el capital privado
monopolista aumenta su rentabilidad y su capacidad de
competencia a través de la nacionalización burguesa.

No obstante, los monopolios capitalistas, aunque se


benefician extraordinariamente con esa forma peculiar de
capitalismo monopolista de Estado que es la "iniciativa estatal",
se muestran muy cautelosos en lo que concierne a la ampliación
de las funciones económicas de los gobiernos. Temen una
nacionalización amplia por cuanto ésta podría constituir una
prueba concluyente de la total inutilidad de la propia clase
burguesa en la vida económica y política de la sociedad. De ahí
que tiendan a convertir de nuevo en entidades privadas la mayor
parte posible de las empresas construidas a cargo del erario
público y también las nacionalizadas, para lo cual aprovechan
cualquier ocasión propicia.

La idea de volver a transformar las empresas estatales en


privadas, es decir, de su transferencia -frecuentemente por un
precio irrisorio- a capitales particulares es propagada por los
monopolios con la consigna demagógica de combatir la excesiva
concentración de la propiedad y de "democratizar" el capital.
Mediante la desnacionalización de las empresas estatales, los
monopolios pretenden también suprimir las conquistas sociales de
los trabajadores, que suelen ser mayores en el sector público que
en el particular, y de este modo desplegar una nueva ofensiva
contra la clase obrera.

385
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
Durante los últimos años, la transferencia de propiedades
públicas a monopolios privados se ha generalizado en todos los
países capitalistas desarrollados. En el período que media entre
19S1 y 19S9, el gobierno conservador de Inglaterra desnacionalizó
la siderurgia y el transporte automóvil. Ya antes, el gobierno
laborista había devuelto al capital privado las fábricas
nacionales de armamentos. En Alemania occidental, el gobierno
de Adenauer, pretextando la necesidad de "diseminar la
propiedad", malvendió a los monopolistas más de 30 empresas.

El proceso de devolución de las empresas estatales al


capital privado va desarrollándose ampliamente en los Estados
Unidos de América. Según es notorio, durante la segunda guerra
mundial se efectuaron grandes construcciones industriales por el
Estado. Ello respondía a los intereses de los monopolios, ya que
éstos, recelosos de arriesgar sus propios capitales, preferían
lucrarse ejecutando los pedidos estatales relacionados con la
edificación y el equipamiento de estas empresas, pues además,
obtuvieron el derecho a explotarlas durante todo el período de la
guerra.

Terminando ésta, la situación cambió, y los monopolios


ex1g1eron que se les transfiriesen, en propiedad plena, las
empresas públicas. Los representantes del capital financiero en el
mecanismo gubernamental garantizaron la ejecución de aquella
demanda: en 19SS, el Congreso aprobó la transferencia de 24
fábricas nacionales de caucho sintético, por valor de más de 700
millones de dólares, a los más grandes monopolios del caucho y
del petróleo, cobrándoles por ellas tan sólo la cantidad de 310
millones.

En el enriquecimiento de la oligarquía financiera


representan un papel esencial el control del Estado y la regulación
por éste de la actividad económica en determinadas esferas. Esta
forma de capitalismo monopolista de Estado se ha difundido
particularmente en los Estados Unidos de Améric. Los principales
monopolios, situando sus representantes e los numerosos
"comités" y "consejos" gubernamentales, "regulan" la vida
económica del país en interés de su propio enriquecimiento. Esta
regulación se lleva a cabo por los monopolios mediante el empleo
de las palancas económicas estatales que tienen a su disposición:
el subsidio directo, el crédito, el tipo de descuento, los aranceles, la
circulación, el tipo de cambio, es decir, toda la política
presupuestaria y tributaria.
386
Spiridonova, Atlas y Otros

El capitalismo monopolista de Estado va penetrando má.s y


más en la órbita de la producción agrícola y de la circulación.
Entre las medidas para regular la agricultura figuran: la
limitación del á.rea de cultivo, el mantenimiento de los precios
agrícolas a un alto nivel, la concesión de préstamos, la compra de
los excedentes y la exportación masiva de productos agrícolas al
extranjero. Naturalmente, todas las ventajas derivadas de
semejante regulación de la producción, la renta y el crédito
benefician a los monopolios y a los grandes propietarios de
terrenos. En cambio, el campesino humilde y mediano se ve
condenado a un proceso torturador de ruina y de expropiación.

últimamente se observa un importante incremento del


capitalismo monopolista de Estado en la espera de la exportación
de capitales. La ayuda de los gobiernos es aprovechada para
crear condiciones de mayor garantía y rentabilidad de las
inversiones privadas monopolistas en el extranjero. Esta ayuda se
expresa en el aumento de las inversiones públicas, que asumen un
carácter militar-policíaco; en las garantías gubernamentales a los
propietarios privados de los capitales invertidos contra cualquier
perjuicio derivado de una posible expropiación, de una guerra y
de una modificación del tipo de cambio, así como de la
implantación de un tipo especial de tributaciones.

De lo dicho se desprende que el capitalismo monopolista de


Estado se manifiesta en múltiples formas. Pero, no obstante la
variedad de éstas, el propósito es el mismo: consolidar el poderío
de los monopolios, aumentar sus ganancias con la explotación de
la clase obrera y de otros sectores trabajadores, redistribuir una
parte de la plusvalía a favor de los monopolios más potentes, a
costa de las empresas capitalista autónomas y estatales, y elevar
al grado de expoliación de los pueblos de los países
económicamente atrasados.

El capitalismo monopolista de Estado es profundamente


contradictorio en sus propios cimientos. Fruto de las agudísimas
contradicciones del capitalismo en su fase imperialista, no
resuelve dichas contradicciones, sino que, por el contrario,
contribuye a ampliarlas. Ante todo, esto se refiere a la
contradicción fundamental del capitalismo. De una parte, el
sistema de medidas fiscales en la espera de la economía ha hecho
que la socialización de la producción dé un gran paso adelante. De
otra parte, la unión de las fuerzas del capital y del Estado en un
387
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
solo mecanismo ha consolidado la propiedad privada monopolista
y reforzado el yudo de los monopolios, ha acentuado la
competencia, dándole nuevas formas, y ha agravado el caos
general y la inconsistencia del sistema capitalista.

En las condiciones creadas por el capitalismo monopolista


de Estado, la oligarquía financiera se aprovecha de la máquina
gubernamental para contribuir activamente a la concentración y
centralización del capital. El Estado, por medio de medidas
especiales, obliga a los empresarios independientes a someterse a
las asociaciones monopolistas, y en tiempo de guerra lleva a cabo
la concentración forzosa de la producción.

La creación de la propiedad monopolista de Estado y de


una dirección centralizada para sectores enteros de la economía
representa un nuevo avance en la socialización de la producción,
llevándola hasta el límite posible bajo el capitalismo. Con ello
culmina el proceso histórico de la creación de las premisas
materiales indispensables para sustituir revolucionariamente el
capitalismo por una forma de sociedad superior.

Una vez analizado el lugar histórico del imperialismo, V. I.


Lenin estableció que el paso del capitalismo premonopolista al
imperialismo y de la monopolización a la estatización había
aproximado extraordinariamente la humanidad al socialismo.
Según su definición, el capitalismo monopolista de Estado
representa "una completísima preparac10n material del
socialismo, es el umbral de éste, es aquel peldaño de la escalera de
la historia que no conoce ya ningún otro peldaño intermedio entre
él y el peldaño llamado socialismo". 16

Sin embargo, la ingerencia del Estado en la vida económica


no trae como consecuencia única la creación de las premisas
materiales para el paso al socialismo, sino que, simultáneamente,
produce una mayor agravación de los antagonismos sociales en el
régimen burgués. Al imponerse el capitalismo monopolista de
Estado, los supermonopolios encuentran oportunidad de emplear
nuevos recursos para oprimir y esclavizar a la clase obrera:
aprovechan, en su interés egoísta, numerosos procedimientos
para influir en la situación económica de los trabajadores como,
por ejemplo, el sistema de impuestos, la inflación, la política de
precios, el sistema de seguros sociales, la legislación laboral, etc.

16 V. l. Lenin, Obras, tomo 2S, pág. 333.


388
Spiridonova, Atlas y Otros

Los monopolios se valen del sistema tributario como un


instrumento adicional para explotar a los trabajadores. Todas las
medidas económicas de los Estados burgueses se financian con
cargo al presupuesto, cuyo capítulo de ingresos lo componen en su
gran mayoría los impuestos, y el mayor contribuyente son las
masas trabajadoras.

Los datos referentes al aumento de los impuestos en los


Estados Unidos de América y en otros países capitalistas dan fe de
la pesada carga que representan en este sentido el incremento del
capitalismo monopolista de Estado y la militarización de la
economía. En seis años de la administración del Presidente
Truman se recaudaron en concepto de impuestos 277,000
millones de dólares, mientras que los 31 presidentes que le
precedieron sólo recaudaron, en 1S6 años, 2S6,000 millones. El
gobierno siguiente, el de Eisenhower, recaudó en ocho años, entre
19S3 y 1960, impuestos por valor de más de S,SS0,000 millones de
dólares.

Junto con la clase obrera, las amplias masas del


campesinado, los empleados y los intelectuales, la pequeña e
incluso una parte de la media burguesía urbana soportan todo el
peso del creciente yugo de los monopolios, agravado por diversas
medidas de tipo estatal en el terreno de la producción, de la
circulación y de la distribución.

Por lo expuesto vemos que el capitalismo monopolista de


Estado agudiza intensamente todo el complejo de antagonismos
sociales en la actual sociedad burguesa. No sólo no modifica la
situación de las clases fundamentales dentro del sistema de la
producción social, sino que ahonda el abismo existente entre el
trabajo y el capital, entre la mayoría de la nación y los
monopolios.

El contradictorio desarrollo del capitalismo monopolista de


Estado da como resultado final que, en lugar de fortalecer la
sociedad burguesa y prolongar su existencia, sus podridos
baluartes se resquebrajan más y más. Después de preparar las
premisas materiales para el socialismo y de reforzar el frente de
trabajadores con el movimiento democrático general de las masas
contra la tiránica omnipotencia de la oligarquía financiera y
monopolista, el capitalismo monopolista de Estado aproxima la
hora de la muerte del régimen capitalista.
389
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo

2. EL IMPERIALISMO, CAPITALISMO PARASITARIO O EN


PUTREFACCIÓN.

En la fase monopolista de su desarrollo, el capitalismo


actúa como la fuerza más reaccionaria frente a los avances de la
sociedad humana. El imperialismo es un capitalismo en tal estado
que, después de cumplida su misión progresiva, ha entrado en una
decadencia general y se desarrolla en línea descendente.

La decadencia y el carácter regresivo del imperialismo se


manifiestan en la tendencia al aumento de la inestabilidad y la
putrefacción de la economía capitalista, tendencia implícita en la
propia esencia del capitalismo caduco, en el propio monopolio.

Estos procesos se expresan en los Estados Unidos de


América con más fuerza que en ningún otro país, y no es de
extrañar: como la evolución económica de Norteamérica fue,
durante largo tiempo, más rápida que la de las restantes
potencias y los Estados Unidos de América se convirtieron en el
país más desarrollado del mundo capitalista, el conflicto entre las
fuerzas productivas -sumamente avanzadas- aparece con mucho
más relieve precisamente en el imperialismo norteamericano.

La putrefacción del imperialismo se revela en las formas


más distintas. El amortiguamiento artificial del progreso de las
fuerzas productivas tiene como primera expresión el freno del
progreso técnico por los monopolios. Estos, valiéndose de su
situación dominante, pueden obtener superganancias por medios
distintos a los empleados por los capitalistas individuales de la
época premonopolista. En tiempos de la libre competencia, cada
capitalista, lanzado tras la superganancia, tendía a limitar los
gastos de producción mejorando el equipo y perfeccionando los
procesos tecnológicos, lo cual contribuía al avance espontáneo de
la técnica de la producción social. En la época del imperialismo,
este motivo impulsor del progreso técnico queda eliminado en
cierto modo, puesto que los monopolios perciben enormes
superganancias principalmente mediante la implantación de
precios de monopolio y no mediante la rebaja de los costos de
producción a base de perfeccionamiento técnicos. Es más, los
monopolios combaten a menudo la nueva técnica, pues temen a
aquellos descubrimientos e invenciones que pudieran quebrantar
sus posiciones monopolistas o depreciar los enormes capitales
invertidos anteriormente en industrias más viejas, pero ya en
390
Spiridonova, Atlas y Otros

funcionamiento. Para impedir la aparición de competidores con


material más adelantado y con mejores métodos de producción,
los monopolios procuran adquirir el pleno control de todas las
nuevas patentes de su rama, y en muchos casos impiden durante
largo tiempo su aplicación.

A cada paso se encuentran ejemplos de cómo los


monopolios dificultan el progreso técnico. La importancia
corporación norteamericana General Motors utiliza tan sólo el uno
por ciento de las patentes de que dispone.

Es en el terreno de la física nuclear donde se revela con


mayor evidencia la incapacidad del capitalismo contemporáneo
para utilizar los novísimos adelantos científicos en interés del
género humano. La aplicación de la energía nuclear en gran
escala y con fines pacíficos encuentra enormes obstáculos en
los monopolios capitalistas que dominan la industria energética y
del combustible y también en aquellos monopolios que están
interesados en la "guerra fría" y en la carrera de armamentos. A
causa de los esfuerzos de estos elementos reaccionarios, el mayor
de los descubrimientos científicos de la humanidad ha sido puesto
al servicio del militarismo y dirigido contra la propia humanidad.

Sin embargo, del hecho evidente de que los monopolios


frenan el progreso técnico no debemos deducir que con el
imperialismo cesa el desarrollo de las fuerzas productivas. La
"teoría" del estancamiento de las fuerzas productivas en el
capitalismo contemporáneo, es decir, la idea de la total
interrupción de su desarrollo, es contraria a las afirmaciones del
materialismo histórico. Lenin señaló reiteradas veces que la
tendencia a la putrefacción no descarta un rápido desarrollo de la
técnica en ciertos sectores de la industria y en algunos países, por
cuanto los monopolios son incapaces de eliminar la competencia.
No obstante, al admitir la posibilidad de un progreso
técnico bajo el imperialismo, conviene hacer constar dos
peculiaridades:

l. Este proceso se verifica de manera muy desigual en los


diversos sectores; la técnica progresa, principalmente, en
la industria de guerra.

2. La producción capitalista desarrolla la técnica solamente


de un modo que acentúa la explotación e incrementa el

391
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
paro, con lo cual agudiza las contradicciones de clase y
otros antagonismos propios del régimen capitalista.

El empleo de la nueva técnica por el capitalismo provoca


antagonismos particularmente enconados en la época actual, en
que la automatización de la industria se convierte en la tendencia
fundamental del progreso técnico junto a la energía atómica y a
la electrónica. La automatización que el capitalismo aplica en
mayor o menor escala durante la última fase de su desarrollo se
transforma en un medio de depauperación masiva de los
trabajadores: lleva aparejada una enorme desocupación crónica,
y es de notar que a los obreros y empleados mayores de cuarenta
años, al ser despedidos de una empresa, les resulta ya difícil, si no
imposible, encontrar trabajo en otro sitio. Por tanto, la
automatización capitalista libera a los obreros y empleados no
tanto de un trabajo agotador cuanto de todo trabajo. Un país
como los Estados Unidos de América, que es la potencia capitalista
más desarrollada de nuestro tiempo, es, a la vez, donde el paro
obrero tiene un carácter más crónico. En 19S6, según la estadística
oficial, había en Norteamérica 2,800,000 desocupados completos.
La "racionalización" del trabajo emprendida por los monopolios
después de la crisis de 19S7-19S8 hizo que el número de parados se
elevase hasta 3,800,000 en 19S9, hasta 3,900,000 en 1960 y hasta
4,800,000 en 1961. La automatización capitalista no ha hecho más
que empezar, y millones de obreros han sido ya excluidos del
proceso de producción.

La utilización de la nueva técnica para enriquecer a la


burguesía monopolista profundiza también otras contradicciones
existentes en el proceso de la reproducción capitalista. En virtud
de la acentuada vigencia de la ley general de la acumulación
capitalista, con el crecimiento simultáneo de las posibilidades de
producción, aumenta la discordancia entre el volumen de aquélla
y el de la demanda solvente. La creciente masa de producción
debe ser absorbida por una masa decreciente de obreros ocupados
y de otros sectores laboriosos de la población. De ahí que las
dificultades de realización de las mercancías, siempre existentes
en la sociedad capitalista, hayan asumido en la actualidad tan
graves proporciones. Los intentos de los monopolios de solucionar
el conflicto entre la producción y el consumo a cuenta del
mercado exterior están condenados al fracaso, ya que la
competencia en los mercados exteriores ha crecido notablemente
al restringirse la esfera de la explotación imperialista. En la
práctica, la militarización de la economía, a la que recurren los
392
Spiridonova, Atlas y Otros

países imperialistas, no constituye un medio para resolver las


contradicciones del proceso de reproducción, sino que contribuye
a profundizarlas.

Pese a todas las medidas estatales y monopolistas, los


Estados Unidos de América -el país de economía más deformada
por la militarización- ha sufrido ya, en dieciséis años de
posguerra, cuatro crisis de superproducción: la de 1948-1949, la de
19S3-19S4, la de 19S7-19S8 y la de 1960-1961 y la 197S que fue más
aguda, a tal grado, que hizo indispensable una nueva forma de
acumulación de capital basada en la ampliación de mercados
libres de obstó.culos a la circulación de mercancías y capitales. Es
de notar que los períodos que medían entre las crisis son cada vez
menos duraderos y estables, que el porcentaje de obreros sin
trabajo y el insuficiente empleo de los medios de producción
después de cada crisis aumentan sistemáticamente, y que otros
índices fundamentales señalan un mayor trastorno de la
economía norteamericana.

Junto a las frecuentes crisis industriales, los Estados Unidos


de América han presentado una gran crisis de divisas y una
prolongada y profunda crisis agraria. El gobierno trata, sin éxito
alguno, de suavizar los golpes de la crisis en el campo mediantes
diversos programas de conservación de tierras labrantías y de
compra de los "excedentes" agrícolas a los granjeros. Según un
informe del Ministerio de Agricultura norteamericano, durante el
período que va de 19S6 a 1960 fueron puestas en barbecho once
millones y medio de hectáreas de trigo, maíz y otros cultivos. Las
reservas de la Corporación de Crédito Comercial, encargada de
comprar a los granjeros los "excedentes" de su producción, van
aumentando de año en año, y su valor alcanzó a 9,200,000
dólares en 1960. La sola custodia de tan enormes reservas cuesta
diariamente millón y medio de dólares. La acumulación de
cuantiosas reservas alimenticias en los depósitos del Estado
mientras que -como dijo el propio Presidente Kennedy- 17 millones
de americanos se acuestan con hambre, representa un acta de
acusación contra el régimen capitalista y un hecho increíble
desde el punto de vista de la razón humana.

La inactividad parcial de los medios de producción y el


amortiguamiento del ritmo del desarrollo económico son
consecuencias de las contradicciones internas de la economía
capitalista y signos de su inestabilidad y putrefacción. Según
datos facilitados por la Comisión económica unida del Congreso de
393
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
los Estados Unidos de América, durante los últimos sesenta años el
producto nacional bruto aumentó anualmente el 3,2%, mientras
que de 19S3 al 1960 sólo aumentó el 2,3%. Calculado este
incremento por habitante, la cifra era menos aún: 0,6% al año. En
comparación con el acelerado ritmo de desarrollo de la floreciente
economía de los países del socialismo histórico, el capitalismo
avanzó a paso de tortuga.

Los hechos aducidos demuestran que el desarrollo


antagónico de las fuerzas productivas bajo la influencia de un
progreso técnico-científico puesto plenamente al servicio de los
intereses de los monopolios, provoca un aumento de todas las
contradicciones de la reproducción capitalista. La nueva técnica
no haya lugar en el estrecho marco de las relaciones de
producción del capitalismo. Al ser aplicada contribuye al sucesivo
incremento de las fuerzas productivas, pero trae consigo
consecuencias económicas y sociales que quebrantan las
relaciones de propiedad capitalistas.

La decadencia del capitalismo monopolista está


íntimamente vinculada al gigantesco crecimiento del parasitismo.
En el imperialismo, el papel principal lo desempeña el capital
financiero; aumenta con celeridad la emisión de valores, pero al
acumularse en un país acciones y obligaciones se acrecienta
extraordinariamente el número de capitalistas-rentistas que
viven en la holganza, de los ingresos procedentes de sus valores.
Los rentistas norteamericanos obtuvieron en 1913 ingresos
equivalentes a 1,800 millones de dólares; en 1938 habían
ascendido ya a 6,1000,000, y en 1960, la suma de dividendos e
intereses abonados alcanzó ya a 40,800 millones de dólares.

Todavía mayor es el aumento del parasitismo en el


régimen capitalista a base de la exportación de capitales, la cual,
unida al dominio monopolista de las colonias y de las esferas de
influencia, pone un sello parasitario a países enteros. Ya no son
personas o grupos, sino países los que ocupan una posición de
rentistas, percibiendo sistemáticamente enormes intereses y
dividendos por los capitales invertidos en el extranjero. Lenin dio
a la exportación de capital el nombre de "parasitismo elevado al
cuadrado". La inversión de capitales en el extranjero lleva
aparejado un aumento colosal de los ingresos parasitarios de la
burguesía monopolista, obtenidos mediante la explotación de los
pueblos de los países económicamente atrasados, provoca un
amortiguamiento del desarrollo industrial en los países
394
Spiridonova, Atlas y Otros

exportadores de capital y crea las premisas económicas para el


florecimiento del oportunismo en el movimiento obrero.

La exportación de capital y los intereses que ello


proporciona crecen sin cesar. El papel de máximo explotador
internacional corresponde actualmente a los Estados Unidos de
América, cuyas inversiones de capitales en el extranjero rebasan
la suma de las inversiones de los restantes países capitalistas
tomados en conjunto. En algunos casos, el tributo que los países
deudores se ven obligados a pagar por las inversiones extranjeras
llega a superar la suma de las propias inversiones. Entre 1946 y
19S9, por cada dólar invertido en todos los países
subdesarrollados, los Estados Unidos extrajeron una ganancia de
dos dólares y medio.

La constante afluencia de beneficios fabulosos procedentes


de los empréstitos y de las inversiones directas, unida a las
enormes ganancias que proporciona el intercambio no
equivalencia!, convierte a los países exportadores de capitales en
parásitos que viven sobre el cuerpo de una masa de millones de
seres de las naciones económicamente atrasadas, y constituye un
testimonio evidente de la degeneración parasitaria del
capitalismo en la época del imperialismo. "El Estado rentista -dijo
Lenin- es el Estado del capitalismo parasitario, en
putrefacción ... ".17

Por otra parte, el parasitismo del capitalismo monopolista


se expresa en la estructura de la ocupación: disminuye
relativamente el número de personas ocupadas en la producción
material y aumenta el de las que no producen nuevos valores.

El aumento de los gastos improductivos se explica, en


parte, por la elevación de la productividad del trabajo, basada en
el progreso de la técnica de la producción social, pero
principalmente se debe a que, en la época del imperialismo, se
abulta inmoderadamente la esfera de la circulación -el comercio
y los bancos-, se crea un frondosísimo mecanismo estatal de
violencia y de gobierno, y crece el número de las personas
ocupadas en el servicio privado de las clases parasitarias. En 1910,
en los Estados Unidos, las ramas improductivas ocupaban el 2S%
de la población activa, mientras que en 1960 ocupaban ya el SO%.

17 V. l. Lenin, Obras, tomo 22, pág. 26S.

395
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
Solamente los empleados en los organismos de la administración
federal, estatal y municipal han pasado de 3,700,000 en 1937 a
8,S00,000 en 1960.

En las actuales circunstancias, la expresión más acabada


de la caducidad del capitalismo nos la ofrece el incremento de la
militarización de la economía de las potencias imperialistas, que
provoca un despilfarro desorbitado de fuerzas productivas.

La militarización de la economía determina que los


adelantos de la ciencia de la técnica no sean utilizados para crear
valores materiales o para mejorar las condiciones de vida y de
trabajo del hombre, sino para fabricar medios de destrucción y de
aniquilamiento en masa.
Lenin demostró que el crecimiento del militarismo era
originado por la propia esencia del imperialismo, por la
dominación de los monopolios, señalando que el imperialismo,
"debido a sus principales propiedades económicas, se distingue
por su ínfimo pacifismo y por su poco amor a la libertad, así como
por el máximo y omnímodo desarrollo del militarismo". 18 La
oligarquía financiera, siempre temerosa de la revolución
socialista, se vale de la militarización para prolongar
artificialmente su dominio, para aplastar los movimientos
económicos y políticos de las masas oprimidas y explotadas.

Por otra parte, en la época del capitalismo monopolista se


agudiza la lucha entre los grupos financieros y los Estados
imperialistas por los mercados, las fuentes de materias primas y
las esferas de inversión de capitales, lo que conduce a conflictos y
choques armados. Lenin decía: "El imperialismo es una lucha
encarnizada de las grandes potencias por el reparto y la
redistribución del mundo; ha de conducir por ello,
inevitablemente, a una militarización más acentuada ... "19

En la actualidad, la creciente militarización de los países


imperialistas va dirigida principalmente contra el campo del
socialismo y contra el movimiento nacional de liberación. Los
desmanes del militarismo obedecen no sólo a motivos políticos,
sino también económicos. La carrera de armamentos constituye
uno de los mejores medios de enriquecimiento de los monopolios;

18 V. l. Lenin, Obras, tomo 28, pág. 219.


19 Ibídem, tomo 23, pág. 87.
396
Spiridonova, Atlas y Otros

de ahí que éstos vean en ella la panacea contra todos los males:
las crisis, la desocupación, etc.

Al igual que el capitalismo monopolista de Estado, la


militarización está llena de contradicciones internas: absorbe
masas ingentes de valores materiales, distrae buena parte del
mecanismo productivo de la industria capitalista en la
fabricación de armamento, provoca el descenso del peso
específico de los sectores industriales ocupados en fabricar
artículos de consumo y medios de producción; y como resultado de
todo ello, acentúa la desigualdad del desarrollo de los diversos
sectores de la economía capitalista, y las fuerzas productivas
adquieren un carácter unilateral.

La manutención y el entretenimiento de grandes ejércitos


llevan implícitos un consumo ingente de trabajo humano. Cerca
de 20 millones de hombres se hallan directamente encuadrados en
las fuerzas armadas de todos los países, y aproximadamente el
20% de la mano de obra se dedica directa o indirectamente a
abastecerlos y servirlos, produciendo objetos innecesarios para el
pueblo.

La preparac1on de nuevas guerras de rapiña absorbe


buena parte de los presupuestos de las naciones imperialistas,
acarrea un enorme crecimiento de los impuestos y contribuye al
desarrollo de las diversas formas de estancamiento del sistema
monetario y de crédito: inflación crónica, depreciación de las
divisas, presupuestos deficitarios, aumento de la deuda pública,
etc.

Una prueba de la escala de la militarización de la economía


en los países capitalistas son los presupuestos militares. En 1900,
los gastos militares directos de los Estados Unidos de América
equivalieron a 191 millones de dólares; en 1937-1938, a 1,030
millones, y en 1961-62, a S1,000 millones de dólares, o sea dos
terceras partes del capítulo de gastos del presupuesto.

El rápido aumento de las asignaciones militares en tiempo


de paz no constituye peculiaridad exclusiva del imperialismo
norteamericano. La organización, bajo la égida de los Estados
Unidos -que cumplen la función de gendarme del mundo-, de
alianzas y bloques político-militares de diversos tipos obliga a
muchos países capitalistas a realizar cuantiosos dispendios
improductivos. Los gastos militares directos de los países
397
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
integrantes de la OTAN, que es la mayor de las agrupaciones
militares, durante el período de 1949 a 1961 ascendieron a la
astronómica cifra de 700,000 millones de dólares, suma de gastos
improductivos que sobrepasa en cuatro veces la renta nacional
anual de todos los países europeos que integran el bloque
noratlá.ntico.

El enorme aumento de la fabricación de armamentos, que


envejecen rápidamente y que en lo sucesivo no vuelven a
intervenir en la producción de bienes materiales, representa un
gasto neto de la sociedad capitalista. Ello equivale a que la
nación, como dijo Marx, "tire al agua una parte de su capital".

Todavía mayores son los recursos que devoran las guerras


imperialistas: es destruido un sinfín de valores materiales
anteriormente acumulados y se causa gran perjuicio a la
economía y a la cultura de muchos países. Las guerras requieren
enormes desembolsos. Los gastos en las guerras y en su
preparación durante la primera mitad del siglo XX, desde 1900
hasta 1953, alcanzaron una cifra verdaderamente astronómica:
más de cuatro trillones de dólares. Según datos recopilados por el
pacifista americano Davies, los recursos dilapidados durante la
segunda guerra mundial hubieran bastado para que todas las
familias del globo terrestre se construyeran una casa de cinco
habitaciones y para edificar en cada ciudad de más de S,000
habitantes una clínica, asegurando su entretenimiento en el
transcurso de diez años.

El capitalismo, generador de guerras, provoca el


aniquilamiento masivo de la principal fuerza productiva de la
sociedad: el propio hombre. En la primera conflagración mundial
fueron muertos diez millones y heridos más de veinte millones de
hombres. La segunda guerra mundial, a la que fueron arrastrados
S6 países, se llevó casi SO millones de vidas humanas, no contando
las decenas de millones de heridos e inválidos.

Las guerras imperialistas y la militarización constituyen un


factor que frena el avance de las fuerzas productivas y que
incluso las destruye. Al reconocer que no hay otro camino para
desarrollar su economía que la carrera armamentista, el
imperialismo certifica la toral bancarrota de su sistema social. Sin
embargo, cuanto más dinero se destina a la producción de guerra,
tanto menos consistente es la economía del capitalismo y tanto
más agudas sus contradicciones. La principal contradicción del
398
Spiridonova, Atlas y Otros

capitalismo contemporáneo se manifiesta en el hecho de que el


trabajo del hombre es utilizado más y más para crear medios de
destrucción. Un reg1men social que engendra tales
contradicciones se desacredita y se mata a sí mismo. La
conversión del militarismo en un elemento orgánico de la
economía y de la política es una prueba patente de que la
existencia del capitalismo ha entrado en conflicto insoluble con
los intereses vitales y con la seguridad de todo el género humano.

No sólo en la esfera económica se da a conocer la


putrefacción del capitalismo monopolistas; manifiéstase también
en el terreno de la supraestructura ideológica y política.

En un análisis de las tendencias fundamentales dentro del


movimiento obrero, Lenin dedicó especial atención a aquella
forma de corrupción y parasitismo que se expresa en el soborno
por la burguesía de una capa privilegiada de la clase obrera. Tal
soborno es posible económicamente gracias a las altas ganancias
de los monopolistas. La burguesía destina una parte ínfima de sus
colosales ingresos a comprar a los obreros más calificados,
aislándoles de los sufrimientos y del ambiente revolucionario de
la masa proletaria y creando en el seno de los trabajadores la
denominada "aristocracia obrera".

Con la ayuda activa de la burguesía, la aristocracia obrera


se apodera de los puestos dirigentes en una serie de sindicatos y
constituye la élite traidora de los partidos socialdemócratas. En
connivencia con ciertos sectores de la pequeña burguesía y de la
intelectualidad pequeñoburguesa, la aristocracia obrera
representa la base social del oportunismo, o conformismo, dentro
del movimiento obrero. Estos trabajadores aburguesados son,
como dijo Lenin, auténticos agentes de la burguesía en el
movimiento obrero, lacayos obreros de la clase capitalista.

Aunque la aristocracia obrera, la burocracia sindical y


política, sobornada por la burguesía, representa solamente una
minoría insignificante de la población, disfruta, no obstante, de
cierta influencia entre las masas, y por ello constituye un serio
peligro para el movimiento obrero. Los oportunistas, al escindir las
filas de los trabajadores, frenan el desarrollo de la lucha de clases,
impiden que los obreros unifiquen sus esfuerzos y, con ello,
debilitan el empuje de los trabajadores que tienden a derrocar el
capitalismo. Precisamente a la actividad escisionista de los
sindicatos reaccionarios y de los socialdemócratas de derecha se
399
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
debe que en numerosos países la burguesía siga manteniéndose
en el poder.

Lenin puso en claro que el oportunismo dentro del


movimiento obrero no es un fenómeno fortuito y que su
nacimiento guarda estrecha relación con la propia esencia del
imperialismo, con la dominación de los monopolios. Sin embargo,
reconocer la lógica objetiva de la existencia del oportunismo no
implica la necesidad de renunciar a combatirlo. Liberar a los
trabajadores de la influencia de los oportunistas y establecer la
unidad del movimiento obrero y sindical fue siempre una tarea
del proletariado revolucionario, y sigue siéndolo.

Al cumplimiento de esta misión contribuye una serie de


circunstancias determinadas por las leyes del desarrollo del
imperialismo. Actualmente, bajo la influencia del progreso técnico,
la composición del proletariado industrial se ha modificado un
tanto. La aplicación del sistema de cadena, de operaciones
consecutivas y de má.quinas semiautomáticas ha hecho que el
proletariado fabril sea más homogéneo en lo tocante a
calificación. En buena parte se compone ahora de obreros
instruidos en una sola operación sencilla, bien en la cadena, bien
en la línea de producción escalonada. Ha disminuido con ello el
número de obreros calificados y el de peones. El lugar que antes
ocupara un sector bastante amplio de obreros calificados ha sido
ocupado por un sector nuevo, relativamente poco numeroso, de
mecá.nicos y reparadores y también por obreros técnicos
altamente calificados que dirigen las líneas de producción
escalonadas o las grandes má.quinas complejas.

Junto con el descenso del peso de la mano de obra


calificada de las diversas categorías de operarios. La situación del
grueso de los llamados "obreros instruidos" -integrantes del
sistema de cadena u operadores de má.quinas automá.ticas- va
aproximándose más y más al nivel de vida de los obreros no
calificados. La desaparición de las diferencias en lo tocante a
especialidad, retribución del trabajo y grado de ocupación ha
ocasionado una tendencia a la restricción de la base social del
oportunismo entre el proletario industrial.
La caída del sistema colonial del imperialismo tiene
crecientes repercusiones en el movimiento obrero. Las
posibilidades de obtener superganancias coloniales en los jóvenes
países soberanos irán reduciéndose a medida que crezca la
industria nacional y se acentúe la competencia del capital
400
Spiridonova, Atlas y Otros

indígena, así como también en virtud de las limitaciones


impuestas en aquellos países a las propiedades extranjeras, de la
nacionalización de las mismas, de la eliminación del carácter
monocultor de la economía y del aumento de las relaciones de
todo género con todos los países. Por consiguiente, también irá
reduciéndose más y más una de las principales fuentes de soborno
de la aristocracia obrera en los países imperialistas.

Por último, otro de los factores que tienden a reducir el


sector de la aristocracia obrera es la insistente lucha económica
del proletariado. El hecho de que ciertas categorías de obreros
disfruten altos salarios no constituye hoy día una prueba
indiscutible de que hayan sido sobornados por la burguesía. Muy
a menudo, los que perciben mejores salarios son los obreros más
firmes, más organizados y más revolucionarios, que arrancan
concesiones a la burguesía a través de tenaces combates de clase.
Es evidente que estos grupos de trabajadores no pueden ser
catalogados entre la aristocracia obrera.

La reducción de la base social del oportunismo en el seno


del proletariado industrial incita a la burguesía imperialista a
acudir en demanda de ayuda a la burocracia obrera, bastante
numerosa en los sindicatos, las cooperativas, en los
ayuntamientos, etc., y también a cierto sector de proletarios "de
cuello duro", es decir, a los empleados, cuyo número va
acrecentándose en la sociedad capitalista. La burocracia obrera y
la parte privilegiada de los empleados van reemplazando a la
aristocracia obrera en su cometido de soporte social de la
burguesía monopolista.

Pese a los reiterados esfuerzos de los imperialistas por


ahondar la división en las filas de la clase obrera, los efectos de la
ideología oportunista sobre la conciencia de las masas
trabajadoras disminuyen constantemente, tanto a causa de las
leyes objetivas del desarrollo de la historia como de la actividad
de los partidos comunistas, encaminada a lograr la unidad de los
movimientos obrero y sindical.

El triunfo de las ideas del marxismo revolucionario sobre el


oportunismo de nuestra época se debe, en gran parte, al curso y a
los resultados de la competición de los dos sistemas sociales
opuestos: el socialismo y el capitalismo. Los grandiosos éxitos de
la Unión Soviética en el terreno económico, científico y técnico y
en el incremento del bienestar del pueblo, así como los excelentes
401
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
resultados obtenidos por otros países socialistas, demuestran de
manera convincente la enorme fuerza vital de la doctrina
marxista-leninista.

Lenin hacía notar que la supraestructura política del


capitalismo monopolista era el viraje de la democracia hacia la
reacción política: "A la libre competencia le corresponde la
democracia. Al monopolio le corresponde la reacción política". 2 º

El principal elemento de la superestructura política del


imperialismo lo constituye el Estado burgués contemporáneo. Los
representantes de la oligarquía financiera se valen de todo su
poderío para conquistar los órganos legislativos y ejecutivos del
Estado, por cuanto el sometimiento y la utilización del Poder
público por los monopolios garantizan la suerte del capitalismo.
Los monopolios, en su afán de conservar artificialmente el caduco
sistema de producción capitalista, acentúan de modo
extraordinario las funciones punitivas del Estado: ponen en juego
todo el aparato de violencia contra el movimiento obrero, para
sofocar el movimiento nacional de liberación y llevar a cabo su
política de expansión en el exterior.

La tendencia de los monopolios a un despotismo ilimitado, a


la más tenebrosa reacción en todos los sectores de la vida
económica, política e ideológica, halla su expresión más plena en
el fascismo. "El fascismo en el Poder es la dictadura terrorista
abierta de los elementos más reaccionarios, más chovinistas y
más imperialistas del capital financiero". 21
En la segunda guerra mundial, los principales focos del
fascismo y de la agresión, situados en Alemania, en Italia y en el
Japón, fueron destruidos. Pero actualmente se observa en el
mundo capitalista una resurrección de las fuerzas y de las
tendencias fascistas.

Resulta evidente que, en las circunstancias actuales, la


aspiración de la burguesía monopolista a implantar regímenes
reaccionarios no puede encarnar en la descarada restauración del
fascismo, ya que el nacional-socialismo alemán, el fascismo
italiano y otros regímenes análogos se desacreditaron totalmente
y su recuerdo está muy reciente en la memoria de los pueblos. Por
esta razón, el capital financiero pretende encuadrar la

20 V. I. Lenin, Obras, tomo 23, pág. 31.


21 Programa del Partido Comunista de la Unión Soviética, pág. S3.
402
Spiridonova, Atlas y Otros

dictadura reaccionaria dentro de un marco "legal", manteniendo


las apariencias de un régimen democrático y parlamentario,
aunque destruyendo su esencia.

En primer término, la oligarquía financiera dirige sus tiros


contra las instituciones representativas electivas, y trata de
privar al Parlamento de su principal derecho, que es el de legislar.

Simultáneamente, los partidos gobernantes despliegan una


ofensiva en toda regla contra el sufragio universal, procurando
establecer sistemas antipopulares a fin de impedir la
representación proporcional, que permite a los trabajadores tener
en el Parlamento una representación adecuada. Valiéndose de
sistemas electorales "corregidos" y de reformas constitucionales
artificiosas, la reacción desplaza a los elementos izquierdistas de
los Parlamentos y de otros órganos electivos.

Aunque conservando las apariencias de democracia y


parlamentarismo, la burguesía monopolista hace cada vez más
difícil que la clase obrera y las masas populares utilicen la
democracia para garantizar la lucha activa por sus intereses. Este
menguado parlamentarismo se nos muestra en toda su desnudez
en la República Federal Alemana, donde, desde finales de la
década de los años cincuenta del siglo XX, se recrudeció la ola de
terror policíaco y de persecuciones judiciales de los ciudadanos y
organizaciones progresistas.

Terminada la segunda guerra mundial, la ofensiva


reaccionaria alcanzó proporciones insólitas en los Estados Unidos
de América. Esto halló su expresión en una serie de leyes
antiobreras aprobadas por el Congreso norteamericano, en la
política de agresión y de ataques contra los obreros e
intelectuales de tendencia progresiva, en la prepotencia de los
militaristas y de los consorcios de las industrias bélicas, en la
prolongada usurpación del poder político directamente por los
propietarios más acaudalados, en el desenfreno del oscurantismo
racista y en la proliferación de las organizaciones
ultrarreaccionarias, fascistas y semifascistas.

El reforzamiento de las tendencias fascistas dentro de los


Estados Unidos de América está orgánicamente vinculado a su
política exterior agresiva. El curso de los
acontecimientos internacionales en los últimos años ha aportado
multitud de pruebas de que "el imperialismo americano es el
403
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
principal baluarte de la reacción mundial y el gendarme
internacional, enemigo de los pueblos del mundo entero". 22

Si la burguesía gobernante de cualquier país se siente


incapaz de hacer frente a las fuerzas de la democracia y del
progreso, cada vez más vigorosas, busca y encuentra apoyo en los
imperialistas de los Estados Unidos de América. Precisamente
ellos constituyen la principal fuerza de choque del
neocolonialismo contemporáneo, son los organizadores de los
levantamientos reaccionarios y de las acciones colectivas de las
potencias imperialistas en los países poco desarrollados. Los más
notables acontecimientos políticos de 1961 -la intervención
armada contra Cuba, la tentativa de sublevación fascista en
Argelia, el movimiento de las fueras reaccionarias en Laos, etc.-
guardan relación directa con las actividades subversivas de la
Dirección Central de Espionaje de los Estados Unidos de América,
tras la cual se mueven los grandes monopolios estadounidenses.

El afán que muestran los círculos monopolistas por


suprimir las libertades democrático-burguesas en los países
imperialistas y por implantar dictaduras militares en las naciones
que acaban de obtener su independencia, representa una prueba
irrefutable de que la burguesía no está ya en condiciones de
seguir detentando el Poder con los antiguos métodos
"democráticos" parlamentarios ni de enfrentarse con el creciente
movimiento nacional de liberación. Ello pone al desnudo la
profundidad de la crisis en que se debate la actual sociedad
capitalista.

Sin embargo, la negación de la democracia por el


imperialismo choca con la resistencia, cada día más tenaz de los
trabajadores y de los más amplios sectores sociales. La dialéctica
del desarrollo de la sociedad es tal, que el imperialismo,
provocando, de una parte, un viraje hacia la reacción política en
toda la línea, fortalece, de otra parte, las ansias democráticas de
las masas populares. "El imperialismo -escribía Lenin- no detiene
el desarrollo del capitalismo ni el incremento de las tendencias
democráticas en la masa de la población, sino que agudiza el
antagonismo entre estos afanes democráticos y las tendencias
antidemocráticas de los trusts." 23

22 Documentos programáticos de la lucha por la paz, la democracia y el socialismo,


página 43. Gospolitizdat, Moscú, 1961.
23 V. l. Lenin, Obras, tomo 23, págs. 38-39.
404
Spiridonova, Atlas y Otros

Por tal razón, el establecimiento de la dictadura fascista no


es algo fatalmente inevitable. La umon de las fuerzas
democráticas, y en primer término la unidad de acción de los
trabajadores, son el instrumento más seguro de la lucha contra el
fascismo. La acción decidida, organizada y masiva de las fuerzas
progresistas mancomunadas puede atajar el camino a la amenaza
fascista. Cuando, siguiendo el camino de Alemania, los fascistas
franceses realizaron, en 1934, una tentativa desesperada de
tomar el Poder, recibieron una respuesta contundente de las
fuerzas unificadas de sindicatos obreros y otras organizaciones
progresistas, viéndose obligados a retroceder. En los últimos años,
gracias a la unidad de acción de las masas laboriosas y de todos
los sectores democráticos, fue aplastado un conato de
levantamiento reaccionario en Indonesia, y los trabajadores de
Francia, aglutinados, dieron al traste con el intento de imponer al
país un régimen fascista, emprendido por los militaristas y
ultrareaccionarios.
III. EL IMPERIALISMO, CAPITALISMO MORIBUNDO.

La anterior característica del imperialismo como


capitalismo monopolista, parasitario o en putrefacción, y el
análisis de su esencia económica y política nos llevan a la
conclusión de que el imperialismo es el capitalismo moribundo.
Pero esto no significa que el capitalismo, por mucho que haya
madurado para ello, puede morir automáticamente, sin una
intervención de las masas humanas, que puede "transformarse",
en una sociedad justa por vía evolutiva. La burguesía nunca
renunciará voluntariamente a su dominación. De ahí que, al
definir al imperialismo como capitalismo agonizante, Lenin lo
caracterizase también como umbral o vísperas de la revolución
social. Quiere decirse que el capitalismo monopolista representa
una época en que se han formado todas las premisas objetivas y
subjetivas para la revolución proletaria, y el derrocamiento de la
burguesía ha pasado a ser un problema práctico inmediato.

El extraordinario grado de desarrollo del capitalismo


mundial en general; la sustitución del al competencia libre por el
capitalismo monopolista de Estado; la preparación, por los bancos
y por las alianzas capitalistas, del aparato de regulación social del
proceso de producción y de la distribución de los productos; la
mayor carestía de la vida derivada del incremento de los
monopolios capitalistas, el yugo de los sindicatos monopolistas
sobre la clase obrera, la esclavización de la misma por el
405
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
Estado imperialista, la gigantesca dificultad de la lucha
económica y política del proletariado y los horrores, las
calamidades y la ruina que engendra la guerra imperialista, todo
ello ha hecho inevitable la bancarrota del capitalismo y el paso a
un tipo superior de economía social.

La necesidad de la transición del capitalismo a una nueva


forma de sociedad superior tiene su origen, por consiguiente, en la
creac1on de las premisas materiales, encarnadas en la
socialización de la producción y del aparato regulador de la
misma y de la distribución. También está vinculada a la extrema
agudización de todas las contradicciones sociales suscitadas por
el predominio omnímodo de los monopolios.

La inevitabilidad de la caída del capitalismo monopolista


constituye una ley histórica objetiva. Las causas económicas que
la determinan residen en la abierta discordancia de las relaciones
de producción con el carácter de las fuerzas productivas, el
violento conflicto entre ellas.

Son expresión concreta de este conflicto todas las formas


de putrefacción del capitalismo contemporáneo, las cuales
demuestran que el capitalismo, en su fase imperialista, ha
caducado económicamente, que su supresión ha pasado a ser una
necesidad vital no sólo para el ulterior avance de las fuerzas
productivas de la sociedad, sino incluso para salvar las fuerzas
productivas ya creadas. Pese a esta necesidad económica, el
capitalismo continúa existiendo en numerosos países, y la
exigencia de la ley de la concordancia entre las relaciones de
producción y el carácter de las fuerzas productivas sigue sin
cumplirse en dichos países por la resistencia que oponen las
fuerzas reaccionarias de la sociedad capitalista.

El conflicto entre las fuerzas productivas y la estrechez de


las relaciones de producción capitalistas se revela en las
contradicciones fundamentales del imperialismo: las
contradicciones entre el trabajo y el capital, entre un puñado de
naciones "civilizadas" dominantes y cientos de millones de
trabajadores de las colonias y de los países dependientes, y entre
las propias potencias imperialista, que pugnan por una
redistribución del mundo.

La dominación del capital financiero y el acentuado


entrelazamiento de los monopolios con el Poder público agravan
406
Spiridonova, Atlas y Otros

hasta el extremo el antagonismo entre las clases fundamentales


de la sociedad capitalista: el proletariado y la burguesía. Los
monopolios, provocando un extraordinario aumento de la carestía
de la vida, de los impuestos y del paro, y elevando la explotación
de la clase obrera mediante la "racionalización" capitalista del
trabajo y la colosal intensificación del mismo, plantean
prácticamente ante los obreros la tarea de emancipares, de una
vez y para siempre, de todas las formas de sojuzgamiento y de
explotación del hombre por el hombre.

En las circunstancias de hoy día, la lucha de clases es cada


vez más activa y tenaz. Esta lucha, con sus múltiples y variadas
formas, representa la esencia, la base del desarrollo social del
mundo capitalista. Los economistas burgueses y los líderes
reformistas de la socialdemocracia pretenden refutar, declarar
anticuado el materialismo histórico cuando afirma la inevitable
agudización de las contradicciones y de la lucha de clases a
medida que el capitalismo progresa. Afirman, sin base alguna, que
la sociedad capitalista se ha modificado radicalmente y que la
lucha de clases ha sido reemplazada por "la paz y la armonía de
clases", por "la colaboración entre las clases".

Pero como la práctica es el criterio de verdad, de rebatir


estos infundios de los defensores de la burguesía se ha encargado
la propia realidad. La forma suprema de la lucha de clases en
escala internacional tiene lugar tanto en la esfera de la economía,
de la ciencia y de la técnica como en la de la política y la
ideología. Lo peculiar de esta lucha es que se lleva a cabo por
medios pacíficos, sin empleo de las armas. Otra expresión del
crecimiento de la lucha de clases en la palestra internacional es el
movimiento nacional de liberación, enorme por sus proporciones,
ya que, bajo el dominio de los monopolios, cualquier movimiento
emancipador de los pueblos oprimidos está objetivamente dirigido
contra el imperialismo.

Los oportunistas de nuestros días aseguran, por otra parte,


que, si bien en los países atrasados se observan todavía brotes de
la lucha de clases, hace tiempo que dejó de existir en los países
capitalistas adelantados; traen a colación el ejemplo de los
Estados Unidos de América, donde, según ellos, los obreros no
intervienen en la "guerra de clases".

También estas argucias han sido desmentidas por la


realidad. Pese a la rígida legislación antiobrera en vigor, el
407
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
gobierno americano no consigue evitar la propagación del
movimiento huelguístico y de otras formas de lucha de clases. Por
el contrario, la fuerza y las proporciones de la lucha huelguística
del proletariado son ahora mucho más imponentes que antes de la
segunda guerra mundial. En el primer decenio de posguerra, desde
1946 hasta 19SS, el número de huelgas en Norteamérica casi
duplicó el del decenio de preguerra -de 1931 a 1940-, y el número
de huelguistas fue superior en 2,8 veces, llegando casi a triplicarse
la pérdida de días-hombre a causa de las huelgas.

Durante el quinquenio siguiente, de 1956 a 1960, un


poderoso auge de la lucha huelguística recorrió todo el mundo
capitalista, abarcando, además de los Estados Unidos, a
Inglaterra, Francia, el Japón, la República Federal Alemana, los
países de América Latina, etc. El número total de huelguistas en el
mundo capitalista durante 19S6 se elevó a 13,900,000; en 1958
ascendió ya a 22,400,000; en 19S9, a 40,700,000, y en 1960, a
53,600,000. Por consiguiente, en el año últimamente citado
tomaron parte en las huelgas casi cuatro veces más trabajadores
que en 1956.

Las huelgas de la posguerra se distinguen por su amplitud,


su organización, su firmeza y su tesón. Muchos países capitalistas
jamás conocieron paros tan importantes corno los que tuvieron
lugar en los últimos años. Y lo importante no es sólo el aumento
cuantitativo de las huelgas, sino el cambio del propio carácter de
las reivindicaciones presentadas por los trabajadores. En la
actual etapa del movimiento de los obreros, éstos ligan cada vez
más estrechamente la lucha por sus intereses inmediatos -
aumento de sueldo, disminución de la jornada, etc. - con la lucha
por el cese de la carrera de armamentos, por el desarme general,
por la intensificación del comercio, por la consolidación de la
democracia y contra el creciente peligro del fascismo, por la paz y
la amistad entre los pueblos. Quiere decirse que la lucha
económica de los trabajadores va ahora más estrechamente
vinculada a la lucha política. Si en 19S8, en las huelgas políticas
que tuvieron lugar en el mundo capitalista, participó
aproximadamente el 43% de todos los huelguistas de dicho año,
en 1959 la proporción había subido ya el 56% y en 1960 al 77 por
100.

Es un rasgo característico de las luchas de clases de los


últimos años la creciente participación de las masas populares y
la vigorosa unidad de la clase obrera con los restantes
408
Spiridonova, Atlas y Otros

destacamentos de trabajadores. El ansia de unidad de acción que


se observa, entre diversos grupos sociales no es casual, ya que,
junto con la clase obrera, sufren el pesado yugo de los monopolios
millones de campesinos, de artesanos, de empelados y de
intelectuales. Como resultado de todo ello, además de la
contradicción fundamental de la sociedad burguesa -entre el
trabajo y el capital- se agrava más y más el antagonismo entre un
puñado de monopolios y todos los sectores del pueblo.

El segundo grupo importantísimo de contradicciones del


período de la dominación del capital financiero lo componen los
antagonismos entre las potencias imperialistas y los pueblos de
las colonias y países dependientes.

La inclusión violenta de los países económicamente


atrasados en el sistema capitalista mundial a causa del reparto
económico y territorial del mundo entre las "grandes" potencias
ha convertido a aquellos países en objeto de una explotación
implacable.

La política rapaz de las alianzas monopolistas y el


entrelazamiento del yugo imperialista con los vestigios feudales
frenan el desarrollo de las fuerzas productivas en las colonias y en
los países dependientes, condenándolos a un prolongado
estancamiento.

Por otra parte, el dominio del imperialismo en las colonias


genera la tendencia opuesta: la de liberar las fuerzas productivas
de la explotación colonial que las retrotrae. También da vida a
nuevas fuerzas sociales como el proletariado y la burguesía
nacional, llamados a realizar esta tendencia progresiva. La
exportación de capitales, base económica de la expansión
colonial, acelera el desarrollo del sistema de producción
capitalista en los países económicamente atrasados.
Constitúyense en las colonias el proletariado y la burguesía
nacionales; crece la conciencia nacional y de clase; se agita la ola
del movimiento revolucionario. La lucha de liberación de los
pueblos oprimidos debilita las posiciones del capitalismo mundial,
convirtiendo los países coloniales de reserva del imperialismo en
aliados de la revolución social.

En las circunstancias de hoy día, las contradicciones entre


las metrópolis y las colonias han asumido un carácter
cualitativamente nuevo, que se expresa en el hundimiento del
409
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
sistema colonial del imperialismo, cuya caída es tan rá.pida que,
virtualmente, el sistema político del colonialismo casi ha dejado
de existir. En dieciséis años después de culminada la segunda
guerra mundial, sobre las ruinas de los imperios coloniales
surgieron más de 40 nuevos Estados soberanos. Los años sesenta
de nuestro siglo pasarán a la historia como los años del
derrumbamiento total del sistema colonial del imperialismo.

La aparición en la palestra de un nutrido grupo de países


que han conseguido su libertad nacional ha suscitado nuevas
contradicciones: los contradicciones entre dichos países y las
potencias imperialistas. La política exterior de neutralidad y de no
participación de los nuevos países independientes en bloques
militares, su afán de conseguir cuanto antes lo independencia
económico -mediante lo nacionalización de las propiedades
extranjeros, la adopción de diversas medidos restrictivas respecto
de las inversiones de capital extranjero, la reforma agraria, la
industrialización, el incremento del sector público dentro de la
economía y la ampliación de los vínculos económicos, políticos y
culturales con países anti-imperialistas- todo ello va
objetivamente dirigido contra el capitalismo en su fase superior y
mina el poderío de éste.

Las potencias imperialistas, en sus intentos de resolver


estas contradicciones e imponer a los países recién liberados el
v1e10 orden colonial, apelan a todos los medios, incluso a las
armas. Pero, sin embargo, los colonizadores son incapaces de
volver atrás la rueda de la historia; todas sus tentativas de
perpetuar la dependencia colonial dentro de la nueva correlación
de fuerzas del mundo, en uno época en que lo liberación de los
pueblos se está. convirtiendo en la fuerzo predominante del
progreso social y actúa como garantía de la independencia de los
países y pueblos económicamente débiles, están condenadas al
fracaso.

Finalmente, el tercer grupo de contradicciones que


convierten el imperialismo en capitalismo moribundo es el de las
contradicciones entre diversos grupos financieros y las potencias
imperialistas que actúan o sus espaldas.

Decía Lenin que en las relaciones entre los capitales


monopolista de diversos países "existen dos tendencias: una que

410
Spiridonova, Atlas y Otros

hace inevitable la unión de todos los imperialistas; otra que


enfrenta a los imperialistas entre sí..." 24

La comunidad de intereses de los países imperialistas tiene


su origen en el afán del capital monopolista por conservar y
fortalecer el sistema capitalista mundial en su conjunto. Pero los
intereses de la burguesía monopolista de los diversos países
chocan y divergen cuando están en disputa las ventajas de
explotar a los pueblos del mundo capitalista, el dominio del
mercado capitalista mundial.

La colisión de los intereses de las potencias imperialistas en


la etapa actual es muy variada y aguda. Jamás en la historia del
imperialismo necesitaron las alianzas monopolistas el mercado
exterior y las esferas de influencia de capital tan imperiosamente
como en la actualidad. Esto se explica porque, en primer lugar, se
ha reducido bastante la esfera de la explotación capitalista al
constituirse el sistema mundial del socialismo y acrecentarse su
poderío; en segundo lugar, porque el derrumbamiento del sistema
colonial y la destrucción -que comienza- de la estructura colonial
de la economía de los países liberados limitan la posibilidad para
la explotación por los monopolios de los antiguos mercados
coloniales, las fuentes de materias primas y las esferas de
inversiones; y en tercer lugar, porque el progreso técnico y la
carrera de armamentos han provocado en los países capitalistas
una agravación de las contradicciones entre la capacidad de
producción y el poder adquisitivo de los trabajadores, planteando
ante los monopolios la necesidad de resolver las dificultades a
costa de sus rivales. El encono del antagonismo entre las
potencias imperialistas ha crecido también a causa de la mayor
desigualdad que se observa en el desarrollo del capitalismo
después de la segunda guerra mundial.

En la actualidad, las principales contradicciones


interimperialistas siguen siendo los numerosos conflictos
económicos y políticos existentes entre los Estados Unidos de
América e Inglaterra. Los monopolios americanos mantienen una
ofensiva cerrada contra las posiciones económicas y estratégicas
fundamentales de la Gran Bretaña, tratando de situarse en las
vías de comunicación del imperio, de suprimir el sistema de
preferencias aduaneras y de asolar la zona de la libra esterlina. El
capital estadounidense ha desplazado considerablemente a los

24 V. l. Lenin, Obras, tomo 27, pág. 333.


411
Capítulo XI
El Imperialismo, fase superior del capitalismo
monopolios británicos en el Cercano y Medio Oriente, en África, en
varios países del Imperio británico e incluso en el propio mercado
interior de Inglaterra. El imperialismo inglés ofrece obstinada
resistencia a la expansión norteamericana y pone en práctica
múltiples medios para consolidar sus posiciones en los viejos
mercados y arrebatar a los Estados Unidos las nuevas fuentes de
materias primas.

Existen, as1m1smo, profundas contradicciones entre


Francia y los Estados Unidos de América. Aprovechándose de la
denominada "ayuda" y de los créditos, los monopolios americanos
atacan las posiciones del imperialismo francés en numerosos
puntos. Expresiones concretas de esta ofensiva son la casi total
eliminación de la influencia francesa en el Vietnam del Sur, la
acentuada penetración americana en Túnez, Argelia y Marruecos,
el desdén por los intereses de Francia en el Cercano, Medio y
Extremo Oriente, etc. A su vez, los monopolistas franceses están
forzando en los últimos años su penetración en "esferas de
influencia" norteamericanas como son los países de Iberoamérica,
y pretenden resucitar la antigua grandeza de Francia para
oponerla a las potencias anglosajonas.

El rápido restablecimiento de los rivales alemán y japonés


constituye también un factor que agrava las contradicciones
imperialistas. El alto ritmo de producción industrial logrado
durante los años sesenta del siglo XX en estos países ha dado pie a
un incremento de la exportación de mercancías y de capitales
germano-occidentales y japoneses a mercados tradicionalmente
norteamericanos o británicos. La República Federal Alemana ha
desplazado ya a Inglaterra, en muchos capítulos importantísimos,
del segundo al tercer lugar en el mundo capitalista. Las múltiples
contradicciones entre los imperialismos alemán e inglés forman el
nudo principal de antagonismos interimperialistas en Europa
occidental.

Han alcanzado gran profundidad las contradicciones entre


los países integrantes de diversos bloques y agrupaciones
político-militares. En el seno de la OTAN, instrumento principal de
la política agresiva norteamericana, no cesan las discordias y los
conflictos entre sus miembros.

Contradicciones no menos profundas encierran en su seno


las agrupaciones económicas internacionales de los países de
Europa occidental: el Mercado Común, constituido por seis países
412
Spiridonova, Atlas y Otros

bajo la égida de la República Federal Alemana, y la Asociación


Europea de Libre Comercio, fundada por Inglaterra para
contrarrestar el Mercado Común. La índole imperialista de las
tales agrupaciones -verdaderos monopolios internacionales-
hace inevitable tanto la lucha encarnizada en el seno de las
mismas como la discriminación contra los restantes países
capitalistas que no forman parte de ellas. Por eso, las
organizaciones internacionales estatal-monopolistas, fundadas
con vistas a la <<unificación>> o el alivio del problema del
mercado, representan, en la práctica, nuevas formas de
redistribución del mercado capitalista mundial y se convierten en
focos de agudas fricciones y de conflictos.

Por tanto, la agravac10n de las contradicciones


fundamentales del capitalismo monopolista convierte al
imperialismo en capitalismo moribundo. La política de los círculos
gobernantes de las potencias imperialistas, orientadas por los
intereses egoístas de la oligarquía financiera, choca cada vez más
con los intereses vitales de las amplias masas populares en los
propios países imperialistas, encona el conflicto entre las colonias
y las metrópolis, entre los jóvenes Estados nacionales y las viejas
potencias colonialistas y contribuye al aumento de los
antagonismos dentro del campo imperialista. Con ello, la
burguesía monopolista crea condiciones que la debilitan y la
aíslan, es decir, contribuye a formar una amplia base social para
incrementar el movimiento antiimperialista y para consolidar
aquellas fuerzas que socavan los cimientos del imperialismo hasta
provocar su caída.

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