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EL MATERIALISMO HISTÓRICO
Como parte del Plan de Estudios 1995, el Curso Socioeconomía General se
imparte en el primer semestre del Área Común y es obligatoria para todos los
estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de San
Carlos de Guatemala. Socioeconomía General no es una disciplina cien tífica, sino
que es el nombre de una materia que estudia las principales corrientes del
pensamiento social, como el positivismo, estructural - funcionalismo y la sociología
comprensiva, pero enfatiza en el aprendizaje de la concepción materialista de la
historia también conocida como materialismo histórico , que es el verdadero
enfoque científico 1 que nos permite interpretar el movimiento histórico - natural de
la sociedad en su totalidad regido por las leyes más generales, con el propósito de
que la práctica sociopolítica transformadora del ser humano, como arte de lo
posible , se realice con el conocimiento de las condiciones históricas
determinadas, así como de las leyes y fuerzas sociales aptas para emprender la
construcción de una nueva forma de sociedad superior factible de alcanzar.
1 Ciencia: Sistema de conocimientos en desarrollo acerca de la realidad objetiva
(naturaleza, sociedad y pensamiento), los cuales se obtienen mediante métodos
cognoscitivos y se expresan en principios, categorías y leyes científicas,
demostrándose su veracidad en la práctica social.
En este proceso de transformación histórico - natural de la sociedad, la praxis del
sujeto llamado a desarrollar esta forma de organización social de la materia , se
debe orientar hacia la negación, conservación y superación de la forma de
organización social e histórica imperante , que desde la segunda mitad del pasado
siglo XX ha evidenciado con suma nitidez la amenaza para la misma
supervivencia del ser humano , al provocar un desplaza miento estructural y
permanente de los trabajadores asalariados de los procesos de acumulación de
capital , al ser despedidos , por la implementación de los progresos de la ciencia y
la tecnología en las actividades productivas , de servicios y especulativas y , por
otro lado, por el deterioro progresivo de las condiciones ambientales, como
consecuencia de las necesidades ineludibles de competitividad de las empresas
capitalistas , que su en búsqueda obsesiva de las máxima s ganancia s ,
contaminan y destruyen el medio ambiente, ya que lo importante para estas
unidades económicas es la incesante sed de reproducción en condiciones cada
vez mayores, y los costos que representa el cuidado del entorno natural las hace
perder capacidad de éxito en la competencia global .
Como todas las disciplinas científicas que estudian los fenómenos naturales y los
sociales, el materialismo histórico, tiene su objeto preciso de estudio, y éste es. La
sociedad en su totalidad, que en su funcionamiento y desarrollo no responde a la
acción de fuerzas sobrenaturales, a la casualidad o a las condiciones naturales, ni
a seres extraterrestres, sino que está regida por leyes sociohistóricas objetivas de
carácter más general, que se imponen inexorablemente mediante la actividad de
los seres humanos en condiciones históricamente determinadas y concretas.
La concepción materialista de la historia o materialismo histórico entiende por
sociedad la organización de los seres humanos , que resulta de sus interacciones
recíprocas fundamentadas en la transformación de la naturaleza durante los
procesos de la producción de los bienes materiales, formando en estas
interacciones recíprocas un todo único e íntegro, en el que los diversos fenómenos
sociales se encuentran concatenados entre sí y con el resto de la naturaleza, en
tanto que las fuerzas sociales que provocan su movimiento tienen diferente grado
de importancia. La base material de estas fuerzas sociales, así como la interacción
y determinación del movimiento de todos los fenómenos sociales, es la forma o
modo concreto en que se producen los bienes materiales en razón de su
racionalidad concreta, históricamente determinada.
El objeto de estudio del materialismo histórico , por lo tanto, no son los distintos
aspectos particulares de la vida social, sino el movimiento histórico de la sociedad
en su totalidad regido por la acción de leyes objetivas generales independientes
de la conciencia, voluntad, sentimientos, conocimientos , intereses y actividad de
los seres humanos. Las fuerzas motrices que mueven a la sociedad resultan del
desarrollo de sus contradicciones inmanentes que conducen a la práctica social
del sujeto de la historia, producto de la toma de conciencia de estas antípodas. La
sociedad se desarrolla en el tiempo y en el espacio y tiene formas históricas
concretas.
Por otro lado, la concepción materialista de la historia o materialismo histórico, no
es creación de un solo individuo, sino que es una ciencia que surgió como
resultado de los acontecimientos históricos y las necesidades concretas de
transformación de la sociedad desde finales del siglo XVII hasta la primera mitad
del siglo XIX, así como del nivel más desarrollado de la cultura espiritual creada
por grandes pensadores , principalmente en los campos de la filosofía, economía
política y sociología hasta esos momentos históricos, pero que, como toda ciencia,
continúa desarrollándose sobre la base de las investigaciones científicas de su
objeto de estudio en constante movimiento y transformación social.
EL MATERIALISMO HISTÓRICO COMO CIENCIA
El materialismo histórico, como toda ciencia, tiene su propio objeto especial de
estudio; las leyes más generales del funcionamiento y desarrollo de la sociedad en
su conjunto. Debido a ello ha adquirido una independencia relativa como teoría
sociológica general, como base histórico - científica del progreso social, ya que es
un sistema de conocimientos en desarrollo de la sociedad en su totalidad,
obtenidos mediante la aplicación de la dialéctica materialista al estudio de este
organismo social, del que se explica su movimiento histórico en base a leyes
objetivas más generales, cuyo conocimiento se demuestra en la práctica social.
1. Surgimiento del materialismo histórico.
Como sabemos, el materialismo premarxista era inconsecuente y limitado. No
sabía aplicar los principios del materialismo filosófico a la cognición de la vida
social y de la historia y sustentaba en este terreno concepciones idealistas.
En el desenvolvimiento del pensamiento científico corresponde a Marx y Engels el
grandioso mérito de haber edificado el materialismo hasta su cima, es decir, de
haberlo extendido a la cognición de la sociedad. Gracias a ello, la concepción
materialista del mundo se hizo por vez primera multilateral, consecuente y eficaz
hasta el fin.
El materialismo histórico pudo surgir únicamente a partir de determinadas
premisas sociales y teóricas. Su aparición fue preparada por el desarrollo regular
del pensamiento sociopolítico y filosófico avanzado. Al mismo tiempo, la
posibilidad de conocer las leyes de la vida social estuvo determinada también por
las condiciones sociales.
Las premisas sociales que facilitaron el surgimiento del materialismo histórico
pueden resumirse, en líneas generales, en lo siguiente: aceleramiento del
desarrollo social, rápida sucesión de los acontecimientos a partir de la revolución
inglesa y, sobre todo, de la revolución francesa burguesa de 1789 - 1794,
exacerbación extrema de las contradicciones y los choques de clase y entrada de
la clase obrera en la palestra de la historia.
Cuando la historia avanza b a con extremada lentitud, como ocurrió en la época
del feudalismo, resultaba difícil determinar las leyes del des arrollo progresivo de
la sociedad y comprender la sucesión de unas formaciones sociales por otras. En
aquellos tiempos era fácil que arraigara la concepción metafísica.
Los tempestuosos acontecimientos de fines del siglo XVIII y de la primera mitad
del XIX mostraron que la sociedad no era en modo alguno un firme monolito, sino
más bien un original organismo social vivo, sujeto a cambios y subordinado en su
existencia y desenvolvimiento a unas leyes objetivas, independientes de la
voluntad y la conciencia de los hombres.
A esa conclusión llegó, por ejemplo, Hegel en su filosofía de la historia. Pese al
idealismo y al misticismo, Hegel intentó enfocar la historia universal desde el punto
de vista de la necesidad interna de su desarrollo. Expuso conjeturas geniales
acerca de las leyes más generales que rigen el desenvolvimiento social y sobre la
correlación de la libertad y la necesidad en la vida de la sociedad, dejando par a la
posteridad la dialéctica, que es la doctrina más completa y profunda del desarrollo
de la realidad objetiva en su forma más diversa.
El conocimiento de esas leyes objetivas a las que está sujeto el movimiento de la
sociedad, fue preparado asimismo por las doctrinas de los economistas burgueses
ingleses – William Petty, Adam Smith y David Ricardo - , por sus concepciones del
trabajo como fuente de la riqueza y por su aportación a la teoría del valor producto
del trabajo . Los economistas ingleses, dijo Marx, proporcionaron la anatomía
económica de las clases. Aunque consideraban que las bases de existencia de las
tres grandes clases de la sociedad burguesa (los propietarios agrarios, la
burguesía y el proletariado) radicaban en las distintas fuentes de distribución y no
en el modo de producción, sus opiniones representaron un importante paso
adelante en el progreso del pensamiento social.
En la preparación del materialismo histórico tuvo gran importancia el
descubrimiento del papel de la lucha de clases como fuerza motriz de la revolución
en la Edad Moderna. Este descubrimiento fue hecho por Agustín Thierry,
Francisco Mignet y Francisco Guizot, historiadores franceses de la época de la
Restauración y, ya antes, por Henri de Saint - Simon , el gran socialista utópico
francés, que junto con otros pensadores de esta escuela como Robert Owen y
Charles Fourier, observaban que la miseria de la población heredada de la
sociedad feudal se extendía y profundizaba, por lo que criticaban severamente la
sociedad capitalista y pensaban metafísicamente con una sociedad mejor, porque
el socialismo utópico “ no podía señalar una salida real. No sabía explicar la
naturaleza de la esclavitud asalariada bajo el capitalismo, ni descubrir las leyes de
su desarrollo, ni encontrar la fuerza social capaz de emprender la creación de una
nueva sociedad” 2, ya que consideraba n que se podía convencer a la burguesía
de la inmoralidad que significaba la explotación de los trabajadores asalariados.
2 Vladimir Iich Lenin, LAS TRES FUENTES Y LAS TRES PARTES
INTEGRANTES DEL MARXISMO.
Los adeptos del materialismo premarxista hicieron también cierto aporte a la
preparación de la ciencia que trata de la sociedad. En la explicación de los
acontecimientos sociales e históricos defendían, en general, un punto de vista
idealista; no obstante, algunos de ellos hicieron conjeturas geniales. Por ejemplo,
Helvecio, materialista francés del siglo XVIII, destacó la importancia del medio
ambiente y de las circunstancias en la formación de la opinión social y de las
costumbres de los hombres. Las malas costumbres - dijo - son resultado de las
malas circunstancias. Y de ahí sacó la conclusión de que para cambiar las malas
costumbres era preciso modificar las circunstancias. Pero no pudo explicar
científicamente cómo hacerlo. A su parecer, el cambio de las condiciones sociales
debía ser fruto de una legislación nueva, más perfecta, que sólo podría promulgar
un gobernante genial. En este terreno sustentaba posiciones idealistas.
En el surgimiento del materialismo histórico ejercieron asimismo cierta influencia
los éxitos de las ciencias naturales. A fines del siglo XVIII y en la primera mitad del
siglo XIX se intensificaron los esfuerzos por crear la sociología como una ciencia
social rigurosa del mismo tipo que las ciencias naturales: la mecánica, la física, la
química o la biología. Fueron intentos erróneos, por cuanto se enfocaba la
sociedad con un criterio naturalista, sin tomar en consideración su especificidad
como organismo social que se atiene a leyes de desarrollos especiales, propios
sólo de él.
La obra de elaborar una teoría científica de la sociedad la efectuaron, por vez
primera, Carlos Marx y Federico Engels. Ambos crearon el materialismo histórico,
haciendo extensivos a la concepción de la sociedad el materialismo filosófico y la
dialéctica, reelaborada con un criterio materialista y, aplicándolos a la actividad
práctica revolucionaria de la clase obrera.
Lenin dijo al mostrar el irrompible nexo interno existente entre el materialismo
histórico y el materialismo filosófico general: “Marx profundizó y desarrolló el
materialismo filosófico, lo llevó a su término e hizo extensivo su conocimiento de la
naturaleza al conocimiento de la sociedad humana. El materialismo histórico de
Marx es una conquista formidable del pensamiento científico. Al caos y a la
arbitrariedad, que hasta entonces imperaban en las concepciones relativas a la
historia y a la política, sucedió una teoría científica asombrosamente completa y
armónica, que muestra cómo de un tipo de vida social se desarrolla, en virtud del
crecimiento de las fuerzas productivas, otro más alto…”
Las leyes más generales descubiertas por el materialismo dialéctico actúan en la
sociedad, pero lo hacen en una forma singular, específica. Por eso, para revelar
las leyes que rigen el desarrollo de la sociedad humana no basta con conocer los
principios generales del materialismo filosófico y las leyes de la dialéctica: hace
falta, además, estudiar las formas especial es de su acción.
Únicamente en la sociedad, y además con una estructura antagónica, la ley de la
unidad y la lucha de los contrarios rigen como lucha de clases. ¡Y qué gran
variedad de formas, tipos y tendencias tiene esta lucha en las distintas épocas
históricas! El método dialéctico aplicado a la sociedad y el método del
materialismo histórico son, en esencia, conceptos idénticos. El método dialéctico
se concreta al ser aplicado a la sociedad. Esto significa que, como complemento a
las categorías filosóficas generales, se conciben otras puramente sociológicas:
formación socioeconómica, fuerzas productivas y relaciones de producción, modo
de producción, base y superestructura, clases sociales, naciones, etc. En estas
categorías se resumen las más importantes leyes del ser social y del conocimiento
sociohistórico, las leyes del desarrollo de la sociedad humana.
Marx y Engels formularon los postulados fundamentales del materialismo histórico
en los años 40 del siglo XIX en obras tan importantes como Manusc ritos
económico - filosóficos de 1844, La Sagrada Familia, La ideología alemana y,
especialmente, en forma más madura, en Miseria de la Filosofía y en el Manifiesto
del Partido Comunista. Al principio, la nueva concepción de la historia y del
desenvolvimiento social no era más que una hipótesis y un método, pero una
hipótesis y un método que crearon, por vez primera, la posibilidad de un enfoque
rigurosamente científico de la historia. Marx y Engels, como decía Lenin, fueron
los primeros que transformaron la sociología en una ciencia, ya que dieron la
posibilidad de comprobar la reiteración y la justedad en el desarrollo de las
relaciones sociales, sintetizar los regímenes de distintos países en el concepto de
formación socioeconómica y descubrir lo general que los une y, a la vez, las
diferencias inherentes a dichos países en virtud de las condiciones específicas de
su evolución.
En los años 50 del siglo XIX Marx emprendió un grandioso estudio de una
formación socioeconómica tan compleja como es el capitalismo. En su obra El
Capital mostró esta formación socioeconómica en su surgimiento, movimiento y
desarrollo; descubrió cómo se desenvuelven dentro de ella las contradicciones
entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción y entre las clases
sociales, y reveló cómo aparecen, sobre la base de las relaciones de producción
de bienes materiales, la correspondiente superestructura política y determinadas
ideas, costumbres y relaciones en la vida cotidiana y en la familia. Con la creación
de El Capital, el materialismo histórico pasó a ser una teoría sociológica científica
argumentada.
Marx y Engels no aplicaron a su teoría el término de “sociología” porque entonces
lo usaban diversas doctrinas positivistas idealistas, que no tenían nada en común
con la verdadera ciencia de la sociedad. Pero, en realidad, la doctrina creada por
ellos era y es la única teoría sociológica científica digna de este nombre, pues sólo
ella permite conocer las auténticas leyes y fuerzas motrices del desarrollo de la
sociedad. “De la misma manera que Darwin ha puesto fin a la opinión de que las
especies de animales y plantas no están ligadas por nada, son casuales, “creadas
por Dios” e inmutables, y ha dado por primera vez a la biología una base
completamente científica al averiguar la ley de la evolución de las especies y de la
herencia; de esa misma manera, Marx ha puesto fin a la concepción de la
sociedad como un agregado mecánico de individuos que admite toda clase de
cambios por voluntad de los j efes (o, lo que es lo mismo, por voluntad de la
sociedad y del gobierno), agregado que surge y se modifica casualmente, y ha
dado por vez primera a la sociología una base científica al formular el concepto de
la formación socioeconómica como una sociedad concreta e histórica, en cuya
base se encuentra un conjunto de determinadas relaciones de producción
esenciales que constituyen su base económica , al averiguar que el desarrollo de
estas formaciones constituye un proceso histórico - natural” .
2. Objeto de estudio del materialismo histórico.
La sociedad humana es, por su esencia y estructura, la forma más compleja de
existencia de la materia. La sociedad es una parte específica, cualitativamente
original, de la naturaleza, opuesta en cierto sentido a la naturaleza restante. Esta
concepción de la relación existente entre la sociedad y la naturaleza distingue de
manera radical al materialismo histórico tanto del idealismo, que en la mayoría de
los casos contrapone la sociedad y la naturaleza, como del materialismo
metafísico, que no ve la diferencia cualitativa existente entre ellas.
Juan Bautista Vico, pensador italiano del siglo XVIII, dijo que la historia de la
sociedad se diferencia de la historia de la naturaleza en que la primera la hacen
los hombres, y sólo los hombres, en tanto que los fenómenos y procesos de la
naturaleza se producen por sí mismos, como resultado de la acción recíproca de
fuerzas ciegas, impersonales y espontáneas. El hecho de que en la sociedad
actúen seres humanos dotados de razón y voluntad, que se señalan unos u otros
objetivos y tareas y luchan por realizarlos, ha sido en el pasado y, es con
frecuencia en el presente, la piedra de toque para los sociólogos e historiadores
que estudian la esencia y las causas cardinales, profundas, de los procesos y
fenómenos sociales. Algunos de ellos, al convertir en absoluto la especificidad de
los sucesos histórico - sociales, contraponen metafísicamente las ciencias
naturales, que estudian los fenómenos y, procesos generales y reiterativos, a las
ciencias históricas, que, según ellos, tratan sólo de lo individual e irrepetible. En el
siglo XIX, los filósofos alemanes Enrique Rickert y Guillermo Windelband, que
representaban una de las escuelas del neokantismo, opinaban que debían existir
dos métodos cognoscitivos diferentes e incluso contrarios: el llamado nomotético o
generalizador, que emplean las ciencias de la naturaleza, y el ideográfico o
individualizador (que trata acontecimientos individuales e irrepetibles), utilizado por
las ciencias históricas.
Mas esta oposición metafísica de las ciencias de la naturaleza a las ciencias de la
sociedad es artificial y carece de base. Ni en la historia de la sociedad ni en la
naturaleza existen dos fenómenos (por ejemplo, dos animales o dos hojas de un
mismo árbol) que sean absolutamente idénticos. De otra parte, en la sociedad, en
la historia, a la par con lo específico e individual existe también lo general, que se
manifiesta en la economía, en las relaciones sociales, en la vida política y
espiritual de distintos países y pueblos que se hallan al mismo nivel de desarrollo
histórico. La separación de esto general es precisamente lo que permite, descubrir
las leyes de la vida social.
Puede parecer que, si los acontecimientos y procesos sociales son resultado de la
actividad de los propios hombres, en virtud de ello, su cognición es un problema
menos complicado que el conocimiento de los fenómenos de la naturaleza.
Además, la instauración del poder del hombre y de la sociedad sobre las
relaciones sociales es, aparentemente, una obra más fácil que subordinar al
hombre las grandiosas fuerzas de la naturaleza que le son hostiles. Sin embargo,
la historia de la humanidad y la historia de la ciencia testimonian que semejante
idea es equivocada.
En la primera mitad del siglo XIX, las ciencias naturales habían alcanzado ya un
desarrollo considerable, en tanto que la auténtica ciencia sobre la sociedad estaba
solamente naciendo. La humanidad, al conocer las leyes y las fuerzas de la
naturaleza, fue sometiéndolas paso a paso a su poder. Pero la cognición, el
descubrimiento y la revelación de la verdadera naturaleza de la sociedad humana
y de sus leyes resultó ser una obra más larga y complicada. Todavía más
compleja, difícil y larga fue la asimilación de las leyes y los procesos sociales y su
sometimiento al poder de la sociedad. Estas tareas pudieron ser cumplidas
únicamente al crearse la ciencia que trata de la sociedad y al aplicarla a la práctica
de la transformación revolucionaria de la vida social.
La sociedad humana, los fenómenos y procesos sociales son estudiados por
diferentes ciencias. La economía política estudia las relaciones económicas o
relaciones de producción, las leyes que rigen el surgimiento y desarrollo de los
modos de producción de bienes materiales. Las ciencias jurídicas se ocupan en el
estudio de las leyes referentes a la aparición de las diversas instituciones políticas
y jurídicas, del Estado, del Derecho y de sus funciones. La historia del arte y la
estética estudian las leyes del surgimiento y desarrollo de las artes, la relación del
arte con la realidad y los métodos de creación artística. La ética investiga en el
ámbito de las relaciones morales entre los individuos. Así pues, aunque la
sociedad humana es objeto de estudio de las ciencias más diversas, cada una de
las ramas del saber social enumeradas trata sólo de uno u otro aspecto de la vida
social, de este o aquel tipo de relaciones o fenómenos sociales (económicos,
políticos e ideológicos).
El objeto del materialismo histórico no son los distintos aspectos de la vida de la
sociedad, sino las leyes universales y las fuerzas motrices de su funcionamiento y
desarrollo, la vida social en su integridad, el nexo interno y las contradicciones de
todos los aspectos y relaciones. A diferencia de las ciencias sociales especiales, el
materialismo histórico estudia, ante todo y sobre todo, las leyes más generales del
desarrollo de la sociedad, las leyes del surgimiento y existencia de las formaciones
socioeconómicas en su totalidad y las fuerzas motrices de su desenvolvimiento.
Las leyes sociológicas universales, las leyes más generales del desarrollo de la
sociedad, conciernen a todas las épocas históricas y se manifiestan de una
manera singular específica, dentro de cada formación socioeconómica en cada
época histórica. Por eso, para comprender correctamente el carácter y la esencia
de las leyes sociológicas universales hay que estudiar asimismo su acción, su
funcionamiento, en la forma específica en que se manifiestan en las diversas
épocas históricas y en las distintas formaciones (por ejemplo, en el feudalismo o el
capitalismo). Por consiguiente, el concepto de “leyes sociológicas universales”
comprende también los nexos y relaciones internos que caracterizan las leyes más
generales de las formaciones socioeconómicas históricamente determinadas.
El materialismo histórico se diferencia igualmente de la historia como ciencia. Es
misión de la ciencia histórica estudiar la historia de los países y pueblos y los
acontecimientos en su sucesión cronológica. En ella, el curso de los
acontecimientos no debe ser expuesto en una forma abstracta, teórica general,
sino en una forma vi v a, histórico - concreta, tomando en consideración las
condiciones específicas de cada país, los actos de individuos verdaderos y la
influencia de las casualidades, que desempeñan con frecuencia un magno papel
en los sucesos históricos.
A diferencia de la historia como ciencia especial concreta, el materialismo histórico
es una ciencia teórica general, metodológica. No estudia este o aquel pueblo, este
o aquel país por separado, sino la sociedad humana en su totalidad, analizada
desde el punto de vista de las leyes más generales de su desarrollo.
El materialismo histórico, igual que la filosofía marxista en su conjunto, es la
unidad de la teoría y del método. De una solución materialista dialéctica al
problema capital, gnoseológico, de la ciencia social - la relación del ser social y la
conciencia social - y proporciona el conocimiento de las leyes más generales y
fuerzas motrices del desenvolvimiento de la sociedad. Por eso precisamente es
una teoría sociológica general científica. Y también precisamente por eso, el
materialismo histórico es un método vivo de estudio de los fenómenos y procesos
de la vida social y, simultáneamente, un método de acción revolucionaria. Sólo con
su ayuda pueden el historiador, el economista, el jurista y el crítico de arte
orientarse en la compleja red de fenómenos de la vida social. El materialismo
histórico pone en manos de los dirigentes políticos de la clase obrera, el hilo
conductor que les permite estudiar y comprender las situaciones históricas
concretas.
El materialismo histórico adquiere una importancia metodológica especial en
momentos de tempestuoso desarrollo social, de rápidos cambios en el mundo y de
virajes bruscos, en los que es necesario un análisis singularmente riguroso y
objetivo de los acontecimientos, de la conducta de las clases y los partidos.
La economía política marxista y el materialismo histórico son la base en que se
asienta el conocimiento del paso a formaciones sociales superiores, para lo cual
se estudia la estrategia y la táctica de la lucha de clase del proletariado, las leyes y
fuerzas motrices de la revolución social, del movimiento de liberación nacional y
del movimiento de transformación y superación de la sociedad en su conjunto.
El materialismo histórico tiene también gran importancia en el avance de las
investigaciones sociales concretas. Al utilizar en ellas los métodos matemáticos,
los métodos de la encuesta, la interviú, el sondeo, etc., hay que asentarse en la
teoría sociológica general del materialismo histórico y en su método.
A su vez, el materialismo histórico, como ciencia teórica general de la sociedad, se
apoya para su desarrollo en las investigaciones sociales concretas (incluidas las
sociológicas), en el aprovechamiento a gran escala de los datos estadísticos y
otros datos empíricos concernientes a los diversos aspectos de la vida social. Las
investigaciones sociales concretas están llamadas a descubrir y mostrar el
mecanismo de la acción, del funcionamiento de las leyes sociológicas en las más
diversas condiciones concretas.
Los clásicos del marxismo - leninismo han dado brillantes ejemplos de aplicación
del método sociológico general a las investigaciones concretas de los procesos
sociales. “La teoría, amigo mío, es gris, pero el árbol de la vida es eternamente
verde”. Estas palabras del Fausto, de Goethe, fueron citadas más de una vez por
Lenin en la polémica con los marxistas que no captaban ni veían lo nuevo e
inesperado que nos brinda a menudo la vida en impetuoso desarrollo. La vida, la
práctica histórica universal, es siempre más rica que la teoría social más
avanzada. Importa tener esto en cuenta especialmente en nuestra época,
tempestuosa y dinámica.
El materialismo histórico proporciona una orientación científica objetiva en la
marcha de los acontecimientos, hace posible su cognición, su comprensión y la
previsión científica, permite ver las perspectivas y la orientación del desarrollo
social y sirve de base teórica de la acción revolucionaria.
3. Las leyes del desarrollo de la sociedad y su carácter objetivo.
Hace más de cien años, en el prólogo a la obra Crítica de la economía política,
Marx hizo una definición clásica de los postulados y principios fundamentales del
materialismo histórico. Dijo: “En la producción social de su vida, los hombres
contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad,
relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo
de las fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de
producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la
que se levanta la supra estructura jurídica y política y a la que corresponden
determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida
material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No
es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, es el
ser social lo que determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de
desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en
contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que
la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales
se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas,
estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una época de
revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más o menos
rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella. Cuando se
estudian esas revoluciones, hay que distinguir siempre entre los cambios
materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que pueden
apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas,
políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra, las formas ideológicas
en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo.
Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él piensa de
sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de revolución por su conciencia,
sino que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por las
contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas
productivas sociales y las relaciones de producción. Ninguna formación social
desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben
dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción
antes de que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el
seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre
únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas,
vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuando ya se da n, o, por lo
menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización”.
Esta fórmula concisa, y rigurosamente científica, de los postulados y principios
fundamentales de la doctrina marxista acerca de la sociedad muestra con todo
relieve dos importantísimas peculiaridades de dicha doctrina: primera, la aplicación
consecuente de la concepción materialista de la historia como un proceso regular,
condicionado, en última instancia, por el progreso de los modos de producción;
segunda, la rigurosa historicidad, el enfoque de la sociedad como un ser en
constante desarrollo.
Hemos dicho más arriba que ya antes del materialismo histórico , el pensamiento
sociológico - bajo el influjo, en particular, de los éxitos logrados entonces por las
ciencias naturales - trató de comprender la vida social, la historia de la sociedad,
como un proceso sujeto a leyes. Pero las leyes sociales eran identificadas, en su
mayor parte, con las leyes de los procesos mecánicos, físicos o biológicos que
tienen lugar en la naturaleza. De esa forma que daba de lado lo específico que
caracteriza la vida social, la cual es creada por los hombres, dotados de razón y
voluntad.
A Marx y Engels les corresponde el gran mérito de haber descubierto en la vida
social, en la historia de la sociedad, no sólo lo que acerca las leyes sociales a las
leyes de la naturaleza, sino también lo que diferencia radicalmente una ley
histórico - social de una ley natural. Este hecho se manifiesta en la definición
hecha por ellos del desarrollo social como un proceso histórico - natural.
El proceso histórico - natural es tan regular, necesario y objetivo como los
procesos de la naturaleza; no depende de la voluntad y la conciencia de los
hombres, sino que, al contrario, determina su voluntad y su conciencia. Al mismo
tiempo, a diferencia de los procesos de la naturaleza, el proceso histórico - natural
es resultado de la actividad de los propios hombres. Ley social.
Toda ley expresa un nexo objetivo, necesario y estable, reiterativo, esencial de
relaciones entre fenómenos y procesos sociales. Las leyes formuladas por el
materialismo histórico y otras ciencias sociales contienen estas características.
Hay leyes sociales que actúan en todas las etapas del desarrollo de la sociedad.
Entre ellas pueden mencionarse las siguientes: papel determinante del ser social
con respecto a la conciencia social; papel determinante del modo de producción
con respecto a una u otra estructura de la sociedad; papel determinante de las
fuerzas productivas con respecto a las relaciones económicas; papel determinante
de la base económica con respecto a la supraestructura jurídica y política;
dependencia de la naturaleza social del individuo respecto del conjunto de
relaciones sociales, etc. Estas leyes son denominadas leyes sociológicas
generales y rigen en todas las formaciones sociales.
Además de las leyes sociológicas generales, existen otras inherentes sólo a
algunas formaciones sociales. Son, en primer término, la ley de la división de la
sociedad en clases, peculiar únicamente de determinadas formas concretas de
sociedad; la ley de la lucha de clases como fuerza motriz de la historia, propia
exclusivamente de las formaciones socioeconómicas basadas en el antagonismo
de las clases.
Algunos críticos del materialismo histórico dicen que la ley es una relación que
existe siempre y en todas partes. Según ellos, si la ley de la lucha de clases no
responde a esta exigencia, no es una ley. Las leyes de la vida social tienen una
existencia y una vigencia menores que las leyes eternas de la naturaleza, lo cual
constituye en general una de sus peculiaridades. Al igual que la ley de la lucha de
clases, otras leyes sociales rigen únicamente allá y cuando existen las
correspondientes condiciones y relaciones. No obstante, son leyes objetivas,
reales, que expresan los nexos esenciales internos y relativamente estables entre
los fenómenos y procesos sociales. Porque tampoco las leyes de la biología
terrestre actúan en el Sol. Y sin embargo, nadie duda que son leyes objetivas,
reales.
Ciertos economistas y sociólogos burgueses elevan las leyes sociales (por
ejemplo, las que rigen la existencia y el desarrollo del capitalismo) al rango de
eternas, naturales e imperecederas; en todas las etapas del desarrollo de la
sociedad ven el capitalismo con su desigualdad de bienes, con sus relaciones de
dominación y subordinación.
Federico Engels criticó en los siguientes términos semejantes opiniones sobre las
leyes sociales y económicas “Para nosotros, las llamadas “leyes económicas” no
son leyes eternas de la naturaleza, sino leyes históricas que aparecen y
desaparecen. Y el código de la economía política moderna, por cuanto los
economistas lo han confeccionado objetivamente correcto, es para nosotros sólo
un conjunto de leyes y condiciones en las que únicamente puede existir la
sociedad burguesa de nuestros días. En una palabra, este código es expresión
abstracta y resumen de las condiciones de producción e intercambio de la
sociedad burguesa moderna. Por eso, para nosotros, ninguna de estas leyes, por
cuanto expresa relaciones puramente burguesas, no es más antigua que la
sociedad burguesa moderna. Las leyes que tienen vigor, en grado mayor o menor,
para toda la historia precedente expresan únicamente relaciones que son
comunes a toda sociedad basada en la dominación de clase y en la explotación de
clase”.
La realidad es que cada ley actúa en condiciones determinadas y los resultados
de su acción dependen de esas condiciones concretas, que cambian de una
formación a otra, e incluso dentro de cada formación, y de un país a otro.
De la misma manera que el capitalismo adquirió en los distintos países ciertas
peculiaridades, vinculadas al pasado histórico del país en cuestión y al peso
relativo, mayor o menor, de los tipos precapitalistas de economía, la sociedad
socialista, sometiéndose en su desarrollo a las leyes generales, tiene en cada país
algunos rasgos y peculiaridades derivados, de su pasado histórico, así como del
nivel que han alcanzado en él las fuerzas productivas y la cultura. Pero esas
peculiaridades no afectan lo principal, en tanto no pueden abolir las leyes
generales que le son inherentes. No hay leyes nacionales de desarrollo del
capitalismo o del socialismo, leyes peculiares de cada país. Las leyes de las
distintas formaciones generales, son a la vez leyes generales para todos los
países que integran la formación dada. Aquí, como en los demás ámbitos, existe
la unidad dialéctica de lo universal y lo particular, de lo internacional y lo nacional.
El desconocimiento y la violación de esta unidad, la acentuación excesiva de lo
nacional en perjuicio de lo general, de lo internacional, puede conducir a
tendencias nacionalistas. En este terreno existe un límite que el marxista -
leninista, el internacionalista en la política y dialéctico en la teoría, debe ver y
comprender.
4. La actividad consciente de los hombres y su papel en la historia. Libertad
y necesidad.
Al considerar el desarrollo social como un proceso histórico - natural, ¿no nos
cerraremos el camino que lleva a comprender correctamente el papel de la acción
creadora, de la activa labor revolucionaria y transformadora de los hombres? ¿No
conducirá eso a rebajar la actividad y la iniciativa históricas de las fuerzas sociales
avanzadas, a empequeñecer el papel del factor subjetivo? Los adeptos de la
concepción idealista subjetiva de la historia han acusado más de una vez a los
marxistas de fatalismo. En nuestros días, los revisionistas de derecha y de
“izquierda” combaten la doctrina científica de las leyes objetivas del desarrollo
social, de la necesidad histórica. Haciendo coro a los sociólogos burgueses, los
revisionistas afirman falsamente que esta doctrina subestima la libre actividad de
los hombres, humilla al individuo y es antihumana. Para los críticos del marxismo,
el factor económico lo es todo, en tanto que las ideas, las diferentes formas de
conciencia social - la filosofía, la moral, la religión - no son nada y no tienen la
menor importancia desde el punto de vista del materialismo histórico. Pero tales
críticos confunden el materialismo histórico con el materialismo vulgar, económico,
a pesar de que ambos se diferencian radicalmente.
El materialismo histórico no desconoce, ni mucho menos, la importancia de la
política, de la conciencia social y de los diversos valores espirituales; por el
contrario, reconoce su inmensa fuerza en el desarrollo social. Las ideas y las
políticas reaccionarias (por ejemplo, la ideología racista y la política del fascismo)
desempeñan un papel negativo en extremo y pueden acarrear a los pueblos, y les
acarrean en realidad, las mayores calamidades.
En oposición a eso, las ideas avanzadas, revolucionarias - filosóficas, sociales,
económicas, políticas y morales, y la política basada en ellas desempeñan un
ingente papel, sobre todo cuando alcanzan vasta difusión entre las masas, cuando
sirven como fuerza histórica movilizador a, organizadora y transformadora.
El materialismo histórico se ha formado y desarrollado en lucha contra dos
corrientes opuestas: primero, contra el subjetivismo de los jóvenes hegelianos (y
en Rusia, contra el subjetivismo de los populistas y los machistas, así como contra
el voluntarismo de los trotskistas y de los comunistas “de izquierda”); segundo,
contra el providencialismo y el fatalismo, que rebajan la importancia de la labor
activa, consciente y creadora de los hombres (contra el objetivismo burgués, el
“economismo”, las teorías oportunistas de derecha de sistemas diferentes, etc.).
Los críticos burgueses del materialismo histórico intentan descubrir una
contradicción entre la intensa actividad transformadora de los partidos progresistas
y su doctrina sobre la necesidad histórica, en particular, sobre el perecimiento
inevitable del capitalismo. Esos críticos dicen: Si sabemos que el eclipse de Luna
es ineluctable y llegará de manera regular, a nadie se le ocurrirá fundar un partido
que coadyuve al eclipse lunar; pero los marxistas enseñan que el capitalismo será
sustituido ineluctablemente por el socialismo y, al mismo tiempo, crean partidos
políticos para luchar contra el capitalismo y afirmar el socialismo . Este argumento
fue expuesto en su tiempo, entre otros, por el neokantiano Rudolf Stammler.
Por supuesto, es estúpido e insensato crear partidos para “organizar” eclipses de
Luna o el advenimiento de la primavera y del verano. En el movimiento de la Tierra
alrededor del Sol y en el movimiento de la Luna no participa la actividad humana.
Antes ya de que apareciera el hombre, la Tierra giraba alrededor del Sol, y la
Luna, alrededor de la Tierra. Pero la historia la hacen los hombres y sólo los
hombres. Las leyes del desarrollo social, a diferencia de las de la naturaleza, son
leyes de la actividad humana y no existen fuera de esa actividad. Por eso, las
revoluciones sociales se producen únicamente como resultado de la lucha de las
clases avanzadas sobre la base de utilizar y realizar las leyes objetivas del
desarrollo social, en particular, las leyes de la lucha de clases. Cuanto más a
fondo conozcamos en todos sus aspectos las leyes del desarrollo social; cuanto
mayor sean el grado de conciencia, la cohesión, la unidad y la organización de los
trabajadores, tanto más victoriosa será la lucha por formas superiores de
organización social y con tanta mayor rapidez avanzará la historia.
De la misma manera que el conocimiento de las leyes y los procesos de la
naturaleza permite domeñar con el mayor éxito las fuerzas espontáneas de la
naturaleza, el conocimiento de las leyes sociales y de las fuerzas motrices del
desarrollo de la sociedad permite a las clases avanzadas crear conscientemente la
historia, luchar por el progreso social. Cuando conocen las leyes objetivas del
desenvolvimiento social, las fuerzas avanzadas de la sociedad no actúan a ciegas,
de una manera espontánea, sino con conocimiento de causa, con libertad.
Las leyes del desarrollo social se manifiestan con la mayor frecuencia como
tendencias. Se abren camino a través de numerosos obstáculos, de gran cantidad
de casualidades; a través de la confrontación con tendencias opuestas, tras las
que se hallan fuerzas hostiles que es preciso paralizar y vencer para asegurar el
triunfo de las fuerzas y tendencias progresistas.
El choque de las diferentes tendencias hace que en cada momento histórico no
exista solamente una posibilidad. Por ejemplo, el imperialismo lleva consigo en
todo momento la posibilidad de guerra, y en los países imperialistas hay siempre
fuerzas interesadas en desencadenar guerras. Pero a la par con esta posibilidad,
implícita en la naturaleza del imperialismo, hoy existe también otra posibilidad real:
la de asegurar la paz. Esta posibilidad dimana del crecimiento de las fuerzas
pacifistas, de la organización del movimiento progresista de los países capitalistas,
del movimiento de liberación nacional de los pueblos y de las fuerzas adictas a la
paz, que luchan contra el imperialismo.
Así pues, la necesidad histórica no es idéntica a la predeterminación. El
conocimiento de las leyes de la necesidad histórica, de las leyes objetivas del
desarrollo social, lejos de liberar a los hombres de toda actividad, requiere, por el
contrario, una intensa labor consciente para su realización. La doctrina del
materialismo histórico acerca del proceso histórico - natural no rebaja el papel del
individuo y de su actividad consciente, sino que, a la inversa, muestra la
importancia de esta actividad, de la lucha de las fuerzas sociales avanzadas. El
desconocimiento de las leyes, el desprecio de las condiciones reales y de los
medios de lucha condenan a las masas trabajadoras y a su partido a la falta de
perspectivas y la pasividad o al aventurerismo y la derrota.
Así resuelve el materialismo histórico el viejo problema filosófico y sociológico de
la correlación de la libertad y la necesidad, el problema de la liberta d y la
determinabilidad de la voluntad.
“La libertad - dice Engels - no reside en la soñada independencia de las leyes
naturales, sino en el conocimiento de estas leyes y en la posibilidad que lleva
aparejada de hacerlas actuar de un modo planificado para fines determinados. Y
esto rige no sólo con las leyes de la naturaleza exterior, sino también con las que
presiden la existencia corporal y espiritual del hombre: dos clases de leyes que
podremos separar a lo sumo en la idea, pero no en la realidad. Por tanto, el libre
albedrío no es otra cosa, según eso, que la capacidad de decidir con conocimiento
de causa. Así pues, cuanto más libre sea el juicio de una persona con respecto a
un determinado problema, tanto más señalado será el carácter de necesidad que
determine el contenido de ese juicio; en cambio, la inseguridad basada en la
ignorancia, que elige, al parecer, caprichosamente entre un cúmulo de
posibilidades distintas y contradictorias, demuestra precisamente de ese modo su
falta de libertad, demuestra que se halla dominada por el objeto al que debiera
dominar. La libertad consiste, pues, en el dominio de nosotros mismos y de la
naturaleza exterior, basado en la conciencia de las necesidades naturales; es, por
tanto, forzosamente, un producto del desarrollo histórico”.
Lo dicho por Engels sobre las leyes de la naturaleza puede aplicarse plenamente
a las leyes sociales, a la correlación de la libertad y la necesidad en la vida social.
Las leyes sociales, mientras no son conocidas y los hombres actúan contra ellas,
se manifiestan como fuerzas espontáneas que les son hostiles. Pero después de
que estas leyes fueron conocidas y se descubriera su naturaleza, las condiciones
en que actúan y la dirección de esta acción, los hombres tuvieron la posibilidad de
dominarlas y utilizarlas para someter cada día más a su voluntad las leyes
objetivas y, como consecuencia, alcanzar en grado creciente sus propios
objetivos.
La historia de la humanidad no ha seguido siempre, ni mucho menos, una línea
recta ascensional. Tendría un aspecto muy místico si en ella hubiera solamente
movimiento de avance. Sin embargo, a pesar de los movimientos retrógrados, del
zigzag y de las catástrofes históricas (como las guerras, las invasiones de los
bárbaros, la decadencia y el desmoronamiento de Estados poderosos) la historia
humana ha avanzado regularmente en línea ascensional, de una formación
socioeconómica a otra, de lo inferior a lo superior.
Y este desarrollo histórico no sigue una sola línea. Es multiforme y tiene mucho de
específico, vinculado a las peculiaridades y condiciones de desenvolvimiento de
los distintos pueblos. Pero precisamente por eso es tan grande la importancia del
materialismo histórico, que en el aparente caos y la diversidad infinita ha
descubierto las leyes, la regularidad y la repetición en lo principal y más esencial
que caracteriza la evolución de la humanidad.
¿Existe algún sentido en la historia de la humanidad, en el desarrollo de la
sociedad? ¿O es un movimiento tan absurdo y espontáneo como la corriente de
los ríos, que arrastran todo lo que encuentran en su camino? Está claro que no se
puede admitir ningún sentido introducido desde fuera en la historia, una especie
de predestinación divina, un plan programado con antelación o de prescripciones
sobrenaturales para los pueblos. Además, la historia de la sociedad tiene en cada
época un contenido concreto. Los pueblos y las fuerzas sociales avanzadas, que
hacen la historia, abren camino a nuevas relaciones sociales avanzadas
(económicas, políticas y otras) y luchan por cumplir determinadas tareas
históricas. Los hombres pueden tomar conciencia de estas tareas con plenitud
mayor o menor, o al revés de cómo debe ser, a veces en una forma falseada,
fantástico - religiosa. En las épocas históricas cruciales se produce un ascenso de
la actividad creadora consciente de las masas, de las clases avanzadas. Por lo
tanto, la historia de la humanidad no se hace sólo de una manera espontánea,
sino que en ella participa también la conciencia social.
El contenido de nuestra época es la lucha entre las fuerzas progresistas y las
retrógradas; la lucha consciente de todas las clases trabajadoras y grupos que son
impactados negativamente por los efectos de la aplicación de políticas
neoliberales. Y este movimiento se efectúa mediante la superación de dificultades
de distinto tipo, a través de profundas contradicciones y antagonismos. Por eso no
sigue una línea recta. También aquí tienen lugar zigzag y movimientos
retrógrados. Pero, en su conjunto, el proceso histórico contemporáneo tiende
hacia la superación del actual ordenamiento social y en eso reside su
profundísimo sentido.
CAPÍTULO II
PECULIARIDADES Y DIFICULTADES DEL CONOCIMIENTO DE LA SOCIEDAD
CAPÍTULO III
La sociedad se presenta ante la visión mental del hombre como una red de
fenómenos, acontecimientos y procesos concatenados. Lenin escribía: <Las
categorías son peldaños de la escala de conocimiento del mundo, son los nudos
de la red que ayudan a conocerla y a dominarla>.1 Resultado del análisis de la
vida social y de la penetración de la esencia de ésta, las categorías del
materialismo histórico vienen a ser un determinado balance del proceso de
conocimiento. Al propio tiempo sirven de puntos de apoyo en el avance del
conocimiento partiendo de lo conocido para descubrir la incógnita, de medio para
asimilar la diversidad real de la vida social y para dominar la compleja red de
fenómenos sociales. Dicho en pocas palabras, las categorías son resultado y
medio del proceso de conocimiento.
Finalmente, para bien las categorías del materialismo histórico hay que
considerar que este último, a diferencia de las otras ciencias sociales, es una
ciencia filosófica, metodológica, o sea, una ciencia que no se limita a estudiar
unos y otros aspectos o procesos de la vida social sino la sociedad y la vida
social como proceso único, en interacción y conexión de todos sus aspectos y es,
por tanto, una teoría y un método general de conocimiento de la sociedad. Por
consiguiente, las categorías del materialismo histórico tienen valor metodológico
para conocer la vida social y la actividad práctica de los hombres. Sin embargo,
esto no quiere decir que dichas categorías puedan servir de por sí como base
para sacar conclusiones teóricas concretas y adoptar acuerdos prácticos.
Las categorías y las leyes del materialismo histórico expresadas con ayuda de
aquéllas son el hilo que conduce a la madeja de la realidad concreta en su
conjunto y de ciertos aspectos de la misma. Por eso, se pueden sacar
conclusiones teóricas correctas que sirvan de guía para la labor práctica, no a
partir de las categorías mismas, sino sólo del análisis de la situación concreta,
investigada por el método del materialismo histórico, de sus categorías y leyes. A
ello se debe, precisamente, el que procuremos, en nuestra exposición del
materialismo histórico, caracterizar las categorías fundamentales de la ciencia
partiendo del punto de vista del contenido objetivo y del valor metodológico que
tienen para conocer y trasformar la vida social, para formular y estudiar las leyes
de las ciencias, para comprender la unidad y la diversidad las conexiones
internas y la integridad del proceso histórico.
Las categorías fundamentales, con las que la idea general del materialismo se
traduce al idioma de la teoría social son los conceptos de <ser social> y
<conciencia social>. No cabe identificarlas con los conceptos filosóficos
generales <ser> y <conciencia>. El ser social -la vida material de la sociedad- es
una categoría social específica. Al destacar el ser social desemejante del ser
natural en general, Marx enfoca la sociedad como objeto cualitativamente
especial que no puede reducirse al objeto físico, biológico o espiritual. Aunque la
sociedad existe en la naturaleza y es inseparable de ella, aunque el hombre vivo
es una unidad biológica, ni las leyes del mundo físico, ni las biológicas, de las que
la sociedad y el hombre no están libres, expresan el carácter específico de la
sociedad, por lo cual no pueden servir de
Ahora bien, por importante que sea el principio materialista del análisis de la vida
social, su aplicación consecuente no es posible sin poner en claro el problema de
si el objeto sometido a investigación es inmutable o se halla en proceso de
desarrollo y en qué conceptos -inmóviles, absolutos o variables, relativos y
flexibles- hay que reflejarlo. En nuestro dinámico siglo, cuando ante los ojos de
una generación se operan colosales cambios en la vida social, la respuesta a
esta pregunta aparece de por sí clara. Por supuesto, la sociedad se desarrolla, y
hay que reflejarlo en conceptos flexibles y variables. Sin embargo, no sólo en el
pasado, sino también en el presente, muchos sociólogos, historiadores y políticos
se valen de conceptos, convicciones y expresiones estereotipadas, ya plasmadas
y gratas para cada uno de ellos, a fin de comprender los acontecimientos que se
producen en la sociedad. Ellos operan con los conceptos de
<sociedad>, <naturaleza humana>, < personalidad>, <libertad>, etc.,
como términos impregnados siempre de un mismo contenido; descubren
el <capital>, la < plusvalía> y otros fenómenos análogos ya en la antigüedad;
consideran las diversas sociedades, antiguas o modernas, desde el punto de
vista de su correspondencia a ideales abstractos; moralizan en torno a lo que
ocurre en la sociedad empleando categorías suprahistóricas de la moral. Todo
esto los incapacita para comprender el auténtico carácter de los cambios
operados en la sociedad y emprender un estudio objetivo de los mismos. En
oposición a esta postura, la premisa filosófica de la investigación efectivamente
científica consiste en el reconocimiento de los cambios objetivos que se operan
en la sociedad, y de su evolución progresiva, como también la elaboración de un
método de manejo de los conceptos científicos capaz de abarcar las alteraciones
de la sociedad en toda su profusión, en sus interconexiones multiformes, en su
pasado y su futuro, en sus tendencias y contradicciones. Este modo de abordar la
vida social y sus categorías se llama dialéctico.
¿Dónde está, pues, la verdad? ¿se descartan, efectivamente, estas dos tesis la
una a la otra o se las puede unir? Resulta que no sólo se puede, sino que se
debe unirlas. Ni la concepción fatalista de la historia, que lo proclama todo
inevitable y convierte al hombre en un títere, ni la concepción voluntarista y
subjetivista ofrecen las necesarias bases para conocer la realidad histórica. El
fatalismo conduce siempre al absurdo, ya que erige la casualidad en imperativo
histórico. Y el voluntarismo, para el que la marcha de la historia sólo es producto
de la creación libre de los hombres, de su voluntad libre y de la libre fijación de
las metas, tropieza también con muchos problemas que no puede resolver. Por
ejemplo, ¿qué explicación tienen, partiendo del voluntarismo, el hecho capital de
que los resultados de la actividad en la historia sean a menudo diametralmente
opuestos a los objetivos planteado por los hombres? El hombre procura el bien,
pero, a veces, hace el mal. Por algo se dice que de buenas intenciones está
empedrado el camino del infierno.
La disparidad entre los objetivos planteados, y los resultados de la actividad
atestigua que en la historia actúan fuerzas no controladas por los hombres,
fuerzas que determinan, en última instancia, los resultados concretos de la
actividad. Las leyes objetivas existen tanto en el medio exterior que rodea la
sociedad como dentro de la misma. Ahora bien, para unir la actividad de los
hombres a las leyes del desarrollo social, sin privar de sentido creador la
actividad, se requiere la dialéctica, la cual permite superar el espíritu unilateral del
modo metafísico de pensar.
En segundo lugar, las leyes no determinan más que la dirección general del
proceso histórico, mientras que la marcha concreta de la historia, el <dibujo>
detallado de dicho proceso, así como las formas y el ritmo de desarrollo, los
determinan causas más concretas, comprendida la iniciativa creadora del
hombre. La sociedad se desarrolla con arreglo a leyes objetivas y la persona se
ve limitada en sus acciones por determinadas condiciones materiales. Pero
dentro del marco de la necesidad objetiva -que es bastante extenso-, el hombre
puede adoptar distintos acuerdos, tener las más diversas iniciativas en
consonancia con sus intereses, con su idea de las condiciones objetivas, con las
circunstancias concretas de la actividad, etc. El que los actos humanos estén
determinados por unas y otras condiciones no debe interpretarse como
determinismo mecanicista, ya que la persona no es una partícula mecánica, y sus
actos no son idénticos al movimiento de un cuerpo mecánico bajo el efecto de un
impulso exterior. Cada pueblo tiene su propia historia, aunque en todos los países
de igual régimen socioeconómico actúen leyes similares. Por eso no se puede
contraponer el reconocimiento de las leyes objetivas del desarrollo social carácter
creador de la actividad humana en la sociedad. Esta actividad es la fuerza que
mueve el desarrollo de la sociedad y crea, en el sentido estricto de la palabra, la
historia en toda su diversidad concreta.
Por tanto, los hombres son los que hacen la historia, pero no la hacen a su
antojo, sino con arreglo a las condiciones objetivas y las leyes sociales. Estas
últimas existen, indiscutiblemente, pero su acción no es fatal, ya que se
manifiestan, a través de la actividad, en el choque de las diversas fuerzas
sociales, y no prescriben, ni mucho menos, la marcha concreta de la historia.
Lenin subrayó con gran fuerza esta idea: <El marxismo se diferencia de todas las
demás teorías socialistas por la magnífica unión de una completa serenidad
científica en el análisis de la situación objetiva de las cosas y de la marcha
objetiva de la evolución, con el reconocimiento más decidido de la importancia de
la energía revolucionaria, de la creación revolucionaria y de la iniciativa
revolucionaria de las masas, así como, naturalmente, de los individuos, de los
grupos, organizaciones y partidos que saben hallar y establecer relaciones con
tales o cuales clases>.3
CAPÍTULO IV
SISTEMAS SOCIALES
La formación socioeconómica como sistema social.
Visto que toda sociedad está compuesta de personas, podría parecer lógico
comenzar a estudiarla por la característica de cada individuo aparte. Sin
embargo, semejante procedimiento no sería fructífero. No podemos decir nada
que valga del individuo fuera de su conexión con una u otra sociedad porque él
mismo es formado por esta sociedad. Además, la sociedad no es simple conjunto
de individuos, sino un sistema complejo y dinámico. Las personas nacen, viven,
mueren, pero la sociedad, en tanto que sistema, perdura.
¿cuál es, pues, el carácter de este sistema? ¿Qué rasgos distintivos hay que
tomar por base para destacar sus elementos? La historia conoce distintas
formaciones: étnicas, raciales y regionales. Algunos estudios parten para analizar
la vida social de los rasgos peculiares de la cultura; como la occidental o la
oriental. Así también rasgos de la religión; sea esta cristiana, pagana u otra, y así
sucesivamente. Pero la sociedad no es un sistema biológico o cultural, sino
social.
Este concepto fundamental, elaborado por Carlos Marx dentro del Materialismo
Histórico; como un aporte a la Sociología Científica y que permite definir a la
sociedad históricamente determinada como sistema social es la categoría de la
En segundo lugar; revelar los caracteres comunes, que se repiten y son propios
de diversos países situados a un mismo nivel de desarrollo social, como; las
formas de propiedad, las relaciones de producción, las formas de explotación, las
clases fundamentales, y emprender el estudio de las leyes de la vida social;
Por supuesto, para lograr el conocimiento completo y total6 del proceso histórico
es preciso tomar en consideración todos los fenómenos que influyan de alguna
manera en él. Unos ejercen una influencia mayor, otro menor. Por eso es lógico
que la teoría general, en su primera aproximación, se oriente a analizar los
fenómenos y aspectos principales y esenciales de la vida social; los que
constituyen la armazón del sistema social, de toda la sociedad. El análisis
estructural global permite elaborar los principios metodológicos básicos para la
investigación de cualquier fenómeno y proceso social. Pero no cabe
circunscribirse a ello en la explicación concreta de los mismos. Es preciso tener
en cuenta lo más posible la diversidad de los factores, fuerzas, causas y
circunstancias que entran en juego. Esto permite penetrar cada vez más hondo
en la esencia de los acontecimientos por los que pasa la sociedad y evitar que
nuestros conocimientos de la sociedad se transformen en algo absoluto,
terminado e invariable.
La diferencia entre los medios y los objetos de trabajo es relativa. Unas mismas
cosas pueden cumplir distintas funciones en la producción. Por ejemplo, la tierra,
por cuanto la trabajan con ayuda de aperos y máquinas, viene a ser un objeto
sobre el que recae el trabajo. Pero, esa misma tierra, por cuanto <produce> las
plantas necesarias al hombre y es portadora de la influencia del hombre sobre
estas plantas, viene a ser ya un medio de trabajo, figura como fuerza productiva
de la sociedad. Lo mismo cabe decir del carbón, del petróleo, de los diversos
materiales sintéticos, de los animales domésticos, etc., que pueden figurar en el
proceso de producción, tanto en calidad de objetos sobre los que recae el trabajo
como en calidad de medios de trabajo.
Cierto es que puede decirse que los materiales empleados por el hombre
caracterizan también el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. Y eso es
así porque el progreso de la producción va ligado a la inclusión en el de nuevos
materiales, lo cual permite utilizar en beneficio del hombre un mayor número de
propiedades de la naturaleza: los arqueólogos distinguen las edades de piedra,
de bronce y de hierro; el progreso de la técnica contemporánea es inconcebible
sin el empleo en vasta escala de metales raros, que hasta hace poco apenas
tenían aplicación, así como diversos materiales sintéticos, etc. Sin embargo, es
importante subrayar que tanto la piedra como el bronce, el hierro, los metales
raros, los plásticos y otros materiales pueden servir de medida del progreso de
las fuerzas productivas y desempeñar un papel activo.
Por tanto, el objeto sobre el que recae el trabajo es una parte de la naturaleza,
incorporada a la producción y sometida a transformaciones. En él se fija la parte
de las propiedades de la naturaleza que el hombre está en condiciones de
aprovechar en la producción en un período concreto. Ahora bien, esta posibilidad
sólo se puede transformar en realidad cuando se dispone de los
correspondientes medios de trabajo.
Entre todos los medios de trabajo utilizados en una u otra época, Marx destaca
los instrumentos de producción, que cumplen la función directa de portador de la
influencia del hombre en la naturaleza y determinan de este modo la fuerza
productiva de su trabajo. Nos referimos a instrumentos que caracterizan el
proceso de producción social y son típicos de un nivel concreto de desarrollo de
la misma. Precisamente estos instrumentos que, según Marx, constituyen el <...
9
sistema óseo y muscular de la producción ...> son los exponentes del nivel de
desarrollo de la producción y de la relación que existe entre la sociedad y la
naturaleza. <Lo que distingue las épocas económicas unas de otras no es lo que
se hace, sino el cómo se hace, con qué instrumentos de trabajo se hace> 10 •
Las diferencias entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción son
diferencias existentes entre dos aspectos de una producción única, que jamás
existen el uno separado del otro. Sólo en los razonamientos abstractos se puede
hablar de las fuerzas productivas sin mencionar las relaciones de producción o
viceversa. En realidad, son dos elementos inseparables. Las fuerzas productivas
son el contenido de la producción social, y las relaciones de producción son la
forma material necesaria de ésta. Las fuerzas de producción determinan las
relaciones de producción. Y estas últimas, correspondiendo a aquéllas, vienen a
ser la forma de su funcionamiento y desarrollo. ¿por qué, pues, es necesario que
se correspondan? Las fuerzas productivas caracterizan el tipo fundamental de
actividad del hombre, la actividad con fines de mantener su existencia. Es natural
que precisamente sobre la base de dicha actividad se establezcan entre los
hombres las relaciones que hacen posibles el funcionamiento y el desarrollo de
las fuerzas productivas. Los hombres establecen determinadas relaciones para
mantener su existencia, y el modo de asegurar dicha existencia es precisamente
la producción, la modificación de la naturaleza con ayuda de los medios de
trabajo.
La tesis que argumentamos ahora tiene una importancia capital para toda la
concepción del materialismo histórico. Por algo los que no están de acuerdo con
él se empeñan tanto en abatirla con sus dardos críticos. Podríamos mencionar
decenas y centenares de trabajos <teóricos> que suplantan erróneamente con el
materialismo económico el materialismo histórico por reconocer éste el papel
determinante de la economía. ¿Acaso el materialismo histórico afirma que todos
los fenómenos y acontecimientos sociales se desprenden directamente del modo
de producción y se deben exclusivamente a la economía? Existe una infinidad de
fenómenos y acontecimientos concretos en la sociedad que tienen poco que ver
con la economía. El carácter del sistema social y la dirección de los cambios que
éste experimenta sólo en última instancia dependen de la producción material.
Algunos autores aseveran (como, por ejemplo, P. Sorokin) que ya los antiguos
escribían acerca de la influencia de la economía y que Marx no ha dado nada
nuevo en ese sentido. Pero eso tampoco resiste la más leve crítica. Los antiguos
conocían, por ejemplo, el efecto del magnetismo y habían visto el rayo durante
las tormentas. Sin embargo, eso no quiere decir que conocieran la teoría del
electromagnetismo... Lo mismo ocurre en nuestro caso. Marx fundó una teoría
armoniosa, concediendo a la economía un lugar determinado. Según dicha
teoría, la unidad y la integridad de todos los fenómenos sociales propios de cada
formación socioeconómica no se dan por azar, sino en virtud del papel
determinante de la producción en la vida y en el desarrollo de la sociedad. El
modo de producción es la base económica material de cualquier formación
social. El papel determinante del modo de producción respecto a todos los
demás fenómenos sociales es una ley incondicional del desarrollo histórico.
Base y superestructura.
Las relaciones de producción, que surgen a la vez que el nuevo tipo de economía
en las entrañas de la vieja sociedad, no forman todavía la base de toda la
sociedad. La transformación de las nuevas relaciones de producción en la base
de la formación constituye el contenido económico de la revolución social, es un
salto que se produce en el desarrollo de la sociedad.
Las relaciones sociales son las multiformes conexiones que se forman entre los
hombres en el proceso de su actividad en las distintas esferas de la vida social
sobre la base de un modo de producción históricamente determinado. Estas
relaciones vienen a ser un tipo especial de conexiones que forman en conjunto la
sociedad, en tanto que esencia social del hombre, y de este modo, por una parte,
caracterizan su diferencia cualitativa de los animales, expresando, por otra parte,
la imposibilidad de su existencia individual aislada. El hombre existe y se
desarrolla sólo como ser social, es decir, sólo en la sociedad, dentro del sistema
de las multiformes relaciones sociales. Mientras tanto, cabe distinguir las
relaciones sociales de las que existen entre los individuos, que revisten un
carácter individual, aunque los hombres las establecen como seres sociales. Por
eso, en el sentido estricto de la palabra, las relaciones sociales son las que
existen entre las diversas colectividades humanas, grupos sociales y clases y
dentro de ellas, son las relaciones que existen en el Estado, entre los Estados,
las naciones, etc.
Esta esfera es una parte especial de la vida social, vista la necesidad que tiene
cada persona de reponer sus fuerzas físicas y espirituales gastadas en el
proceso de la actividad laboral. Aunque se trata de la esfera del consumo
individual, los hombres son consumidores como seres sociales, por cuya razón,
en esta esfera se plasman también diversas relaciones en la familia, entre
familias y entre vecinos, así como relaciones debidas al empleo conjunto de
bienes de uso y consumo, etc.
Los rasgos distintivos del modo de vida de cada sociedad dependen del nivel de
producción, de cultura y de otras circunstancias. Ejerce en él no poco efecto la
diferenciación de clase. Muchos rasgos del modo de vida vienen condicionados
por las peculiaridades nacionales, las condiciones geográficas y las tradiciones
históricas. Influyen en el modo de vida las distintas formas de conciencia social:
la religión, el arte, la moral, etc. En la vida cotidiana se forman distintos sistemas
de valores, normas, orientaciones y algunos rasgos de la sicología social. A su
vez, la esfera de la vida cotidiana, el modo de vida ejerce su influencia en la
producción y en otros aspectos de la vida social. En la actualidad se observa una
tendencia a aumentar la ocupación, de los ciudadanos aptos para el trabajo, en
la esfera de los servicios y, al mismo tiempo, se ha establecido con exactitud que
la productividad del trabajo depende en gran medida de la organización de la
vida cotidiana, de la productividad del trabajo de los que están ocupados en la
esfera de los servicios.
La familia. Este instituto existe en toda sociedad. Le sirven de base las relaciones
conyugales entre marido y mujer (no nos referimos aquí al matrimonio en grupos
existente en la comunidad primitiva). La constituye cualquier grupo de personas
unidas por relaciones matrimoniales (marido y mujer) y de parentesco (padres,
hijos, hermanos). Los caracteres constituyentes de la familia que hacen que
estas personas sean miembros de una familia, son también la comunidad de
casa y la subsiguiente comunidad de vida cotidiana.
Según Parsons, todo sistema social consta de hombres, en tanto que individuos
activos, que procuran lograr ciertos fines, reaccionan ante los objetos y
fenómenos del medio ambiente y tienen conciencia de la situación y de sí
mismos. Las acciones de los individuos forman el sistema de su interacción y de
sus relaciones: el sistema social. <La sociedad es un tipo de sistema social que
contiene en sí todas las premisas esenciales para la existencia como sistema
[6]
automantenido> • Según dicha teoría, los factores integradores de todo
sistema social son los valores. Las normas y los valores usados en cada sistema
social concreto le ofrecen al hombre modelos o patrones de conducta a los que
debe seguir, asegurando el mantenimiento de la estabilidad del sistema. El
hombre participa con sus acciones en el funcionamiento del sistema social,
desempeña un papel determinado por su situación (status). El hombre debe
desempeñar su papel en consonancia con lo que esperan los prójimos, es decir,
su conducta debe coadyuvar al funcionamiento normal del sistema. Por eso, los
componentes fundamentales del sistema social en la teoría de Parsons son los
valores, las normas, los papeles, etc.
[1] Marxismo. m. Doctrina derivada de las teorías de los filósofos alemanes Friedrich Engels y Karl Marx,
consistente en interpretar el idealismo dialéctico de Hegel como materialismo dialéctico, y que aspira a
conseguir una sociedad sin clases. 2. Cada uno de los movimientos políticos fundados en una
interpretación más o menos estricta de este sistema. Encarta® 2005.