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MODALIDADES DE EVALUACIÓN DE ACUERDO A

DIVERSOS CRITERIOS:

Evaluaciones que emplean criterios de actitud (Tyler)

La actitud del sujeto es el criterio básico para medir la eficacia de la


orientación. Los investigadores Patterson y Clark (1943), Hawkins y
Fialkin (1935), Anderson (1949), Gaudet, Carli y Dennegar (1950), Glazer
y England (1949), Barnette (1950) y J.R. Ward (1948) realizaron estudios
con el criterio de actitud a través de cuestionarios. En estos estudios
existe una notable consistencia en que un 80-90% de los clientes
informan de satisfacción completa o parcial del servicio. Entre las
muestras encontramos gran variedad: estudiantes universitarios,
desempleados, obreros y veteranos; el problema es que no se pudieron
conocer las actitudes de los que no contestaron la encuesta. Las
investigaciones de Mirk (Australia, 1931), Bloom (ex oficiales USAF,
1952),y Skyne (adolescentes que recibieron atención de una agencia
social, 1960) arrojaron resultados muy favorables a la orientación. La
unanimidad de estos resultados sugiere que no se necesitan más
resultados de clase general, sino que serían más útiles investigaciones
con comparaciones entre subgrupos como la que realizó Nelson (1956) con
universitarios y 2 poblaciones vocacionalmente maduras e inmaduras
respectivamente. De la población inmadura sólo un 59% se consideró
satisfecho, en comparación con un 83% de los vocacionalmente maduros.
Evaluaciones que emplean criterios de rendimiento escolar
(tyler)

En base a las investigaciones citadas por Tyler (pp. 299-304), se pueden


sacar algunas conclusiones: 1) la orientación no suele capacitar para el
éxito en la Universidad a estudiantes que se encuentran claramente por
debajo del nivel de los otros estudiantes con los que compiten; y si el
grupo experimental incluye todos los niveles de habilidad, los resultados
son ambiguos y difíciles de interpretar; 2) tanto la orientación de grupo
como la individual, que se extienden durante un período razonable,
ayuda a los estudiantes con capacidad adecuada a mejorar su realización
escolástica si eligen participar en ella; 3) se obtienen mejores resultados
con esta medida particular de criterio si la orientación se enfoca en el
rendimiento bajo, sus causas y lo que puede hacerse para corregirlo, que
si no se estructura de esta manera.

Evaluaciones que emplean criterios vocacionales (Tyler)

Los primeros estudios en esta área demostraron que los sujetos que
habían experimentado orientación tuvieron más éxito que quienes no lo
hicieron; así mismo demostraron que los sujetos que seguían los consejos
del orientador tenían más éxito que quienes no os seguían.
Investigaciones como las de Loriner (1944 con estudiantes universitarios)
y Patterson y Fotiu (1953 con veteranos) arrojaron que la mayoría de los
sujetos lograron una adaptación satisfactoria al campo recomendado.
Por su parte Kaess y Long (1954)en un estudio con estudiantes
universitarios de ingeniería y dos grupos, uno orientado y otro no, no
mostraron al final diferencias apreciables ni en nivel académico, ni en
satisfacción de trabajo.

En estos resultados pareciera existir una contradicción entre los


resultados favorables de los sujetos que siguieron las recomendaciones
del orientador y los basamentos teóricos expresaos en los capítulos 7 y 9,
en donde se concluye que ni los test ni los orientqdores predicen el éxito
ocupacional con exactitud alguna. Esto quizás se debe a que estamos
hablando de orientadores "activos" que muestran un interés positivo en
el futuro del asesorado, que hace sugerencias definidas y que contribuye
participativamente a las ideas de la persona. Esto pudiera ser una
explicación a esta paradoja.

Evaluaciones que emplean criterios


de cambio de personalidad (Tyler)

Al evaluar con estos criterios, estamos a medio camino entre la


orientación y la psicoterapia. Con respecto a las evaluaciones de la
psicoterapia Eysenck (1952 y 1965) indica que no existe diferencia
significativa en la cantidad promedio de progreso de las características
de la personalidad, aunque se valoren, entre los grupos que se sujetan a
la terapia y los grupos control.

Volsky y otros (1965) en su estudio acerca del cambio de


personalidad, encontraron que todas las diferencias eran no
significativas, con la excepción de una medida de capacidad para resolver
problemas; además, la medida estaba en la dirección contraria. Otra
reacción a este problema ha sido la hipótesis de que los diferentes sujetos
cambian de maneras diferentes, por lo cual, al medirlos en los mismos
rasgos, sean o no pertinentes, conducen a resultados fortuitos.

Existe un criterio particular del que regularmente se han obtenido


resultados positivos en la efectividad de la orientación durante años. Los
sujetos orientados muestran una congruencia creciente entre su yo ideal
y su yo real, según se manifiesta por la forma en que eligen auto
descripciones mediante el procedimiento del tipo Q. Rogers y Dymond
(1954), Erwing (1954), Rosenman (1955), Cartwright (1957-1961) y
Matulef y otros (1964), encontraron resultados que mostraron este tipo
de congruencia. Lo que además este tipo den investigaciones pareciera
indicar es que la orientación breve, enfocada al conocimiento del yo y a
las elecciones, tal vez ayude al estudiante universitario, relativamente
normal, en su desarrollo hacia la integración de la personalidad, tanto
como lo haría la terapia prolongada.

En la década de los 60 se estudió lo siguiente: ¿Tiende el sujeto a


parecerse más al orientador como resultado del encuentro?,
encontrándose resultados positivos y negativos. Parsons y Pepinsky
(1966) trabajando con delincuentes juveniles que recibieron tratamiento
por 20 semanas, encontraron que los casos más provechosos en
comparación con los menos provechosos, convergían con sus terapeutas
en las calificaciones de diversos test de personalidad. Farson (1961) al
estudiar a 18 sujetos de 6 centros encontró que los mismos no cambiaron
para parecerse a sus terapeutas. En vista de estos resultados opuestos,
es necesario hacer más investigaciones para identificar los factores
incluidos en el hecho de que los sujetos muestren o no las actitudes y
direcciones de personalidad de sus orientadores.

Evaluaciones con criterios multivariados


(Investigaciones multivariadas)

Es cuando se usan varios criterios o tratamientos diferentes en la


orientación. Williamson y Bordin (1940) en la Universidad de Minnesota,
compararon un grupo de 405 universitarios orientados con un grupo
control igualado con ellos en clase, edad, sexo, tamaño, tipo de escuela
superior, rango percentil de escuela superior, calificaciones del test de
aptitud universitaria y calificación del test de inglés. Se hicieron
valoraciones del "progreso hacia la adaptación" encontrándose
diferencias significativas a favor del grupo orientado en lo que a nivel
académico se refiere. La única duda que este estudio dejó se refería a las
posibles diferencias motivacionales entre los casos orientados y los no
orientados. En otro informa (1941b) los autores tratan de relacionar la
adaptación valorada de todo el grupo de 693 estudientes con diversos
factores depositados en el registro de casos. Aproximadamente el 83% de
los estudiantes universitaros de Arte y el 86% de los estudiantes
universitarios generales (un grupo de menor capacidad), fueron
clasificados como satisfactoriamente adaptados. Esto parecería
demostrar que la orientación era igualmente efectiva con los estudiantes
de menor y mayor capacidad. El grado de cooperación con el orientador
se relacionaba de una manera importante con la adaptación. Hubo una
proporción más alta de adaptación entre quienes habían venido con
problemas vocacionales con respecto a los que tenían problemas de
carácter personal.

25 años después D.P.Campbell (1965 a y b) localizó a la mayor


parte de estos sujetos (90%), encontrando que hubo diversas variables en
las que el grupo orientado difería de forma importante de los controles.
Estos eran por lo menos ligeramente superiores en todas ls medidas de
éxito académico, calificaciones, graduación universitaria, honores,
trabajo graduado y participación en las actividades escolares. En los
varones orientados las valoraciones de éxito en la vida fueron igualmente
superiores. Otro dato interesante es que los sujetos orientados poseían
una autovaloración de ser más ansiosos y preocupados que los controles y
que expresaron más deseos de consultar un psiquiatra o psicólogo,
mientras que los controles expresaban querer consultar a un ministro
religioso o a un médico. Esto quizás haga notar una diferencia
motivacional original entre los grupos tan cuidadosamente igualados en
las demás variables.

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