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Sidewinder | Abigail Roux

Sidewinder 02

Cruz y Corona
Por Abigail Roux
Sidewinder | Abigail Roux

Título Original: Cross & Crown ―Sidewinder 02


Traducción: Morfeo y Morodachi
Corrección: Dark Pervert
Portada y Formato: Rub
© 2017 Publicado por LLLE
Libro de distribución gratuita, sin fines comerciales y/o lucro.
Sidewinder | Abigail Roux

Sinopsis

Cuando Nick O'Flaherty llega a la escena de un doble asesinato y


descubre que tiene un testigo del crimen, piensa que es su día de suerte.
Pero en cuanto se da cuenta de que su testigo sufre de amnesia y no
recuerda su nombre, deseó haber seguido sus instintos y haberse tomado
unas vacaciones.
Entonces, su novio y ex compañero del equipo Recon, Kelly Abbott,
se une a él en Boston y se encuentra con las manos un poco demasiado
llenas, conforme el caso y su vida personal colisionan.
El testigo al que nombró "JD" está siendo seguido por Julian Cross,
un asesino a sueldo, retirado, de la CIA.
Para complicar más las cosas, JD se apega a Nick que se esfuerza por
no corresponderle, mientras busca la clave para descubrir su identidad.
Intentando determinar si JD es un amigo o enemigo al mismo
tiempo que investiga el crimen, descubre la pista de un misterio mucho
más antiguo.
Varios atentados en contra de sus vidas le obligan a recurrir a los
antiguos enemigos y nuevos aliados para resolver un crimen de hace
siglos, antes de que él y Kelly se añadan a los libros de historia.
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Deseo no tener contacto con cualquier barco que no navegue


rápido, por eso intento ir por el camino del peligro.
―John Paul Jones, 1778
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Capítulo 1

El detective Nick O'Flaherty se bajó del auto sin distintivos y


aprovechó la oportunidad para estirar la espalda mientras miraba
alrededor del caótico centro de la ciudad, la escena del crimen.
Los curiosos ya hacían fila en un sitio cercano al cruce de la estrecha
calle, a pesar de que el sol acababa de salir. Una ambulancia estaba
aparcada con sus luces apagadas, cerca de la tienda.
Los policías circulaban alrededor esperando que el forense
apareciera.
―¡Eh, Tommy! ―saludó Nick cuando uno de los agentes se le
acercó―. ¿Cómo están las niñas?
―Igual que siempre, detective, conduciendo el espectáculo. ¿Cómo
está tu primera semana después de las vacaciones con el trabajo de
oficina?
―Maravillosamente aburrido. ¿Qué tenemos? ―le preguntó.
―Se ve como un intento de robo fallido. Una vieja librería. Toda la
tienda quedó destruida. Dos muertos.
―¿Identificación? ―preguntó mientras sacaba un par de guantes
de látex del bolsillo de su chaqueta.
―Uno es el dueño de la tienda. Seguimos a la espera de la
identificación del otro. Pero hay otra cosa que tienes que ver.
El socio de Nick se les unió, rozando el hombro de Nick.
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―¿Algo más aparte de dos cadáveres?


El oficial asintió.
―Buenos días, detective Hagan. Sí, tenemos un testigo.
―Ale-jodido-luya ― murmuró Nick mientras lo seguía.
―No deis las gracias a vuestra estrella de la suerte, todavía.
Nick contuvo un gemido cuando Tommy les llevó hacia algunas
etiquetas de evidencias en medio de la calle.
―Este es el lugar donde lo encontraron ―dijo Tommy.
―¿En la calle? ―preguntó Nick.
―¿En el suelo? ―Añadió Hagan.
―Sí, señores. En principio pensé que era otro cuerpo.
―¿Dónde está? ―preguntó Nick.
―En el hospital.
Hagan dio un golpecito en el brazo de Nick.
―Es por eso que nos dieron un regalo. Por lo tanto, podrías ir y
hacerle preguntas sin arruinar la escena.
―Eh ―murmuró Nick.
―Eres la persona que donó la mitad de su hígado a su padre ―dijo
Hagan―. Tú coges la parte más fácil, voy a conseguir un café.
Gruñó cuando su robusto compañero se volvió hacia uno de los
camiones. Hagan y su amor con el café eran una pesadilla en su existencia.
Miró alrededor de la escena de nuevo.
La parte frontal de los escaparates estaban hechos añicos,
probablemente destruidos por los disparos. Dos cuerpos yacían en el
pavimento exterior. Los estantes de libros habían sido derribados, el
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interior era un lío de libros antiguos. Partículas de polvo flotaban en el


aire. De pie detrás de las barricadas había una masa de espectadores.
Suspiró profundamente y examinó la multitud. No vio a nadie que
quisiera ofrecerle información, sólo un montón de gente sin nada mejor
que hacer, mirando con la boca abierta en la salida del sol. Entonces sus
ojos se fijaron en alguien que le resultaba familiar. Alto, hombros anchos y
cabello oscuro. Llevaba gafas de sol y el cuello del abrigo levantado
ocultaba un poco su rostro.
Pero pensó que lo había reconocido. Se dirigió a las barreras.
―¿Garrett?
El hombre bajó la cabeza y desapareció entre la multitud. Se
arrastró un poco y paró. Zane Garrett no pasaría por alto su saludo,
obviamente, se había equivocado.
Cuando Hagan volvió con dos tazas de café humeante, se dirigieron
a su auto sin distintivos y él se deshizo del café en la calle antes de cerrar
la puerta e ir al hospital para comprobar a su testigo.
El café de Hagan y, aparentemente su paciencia junto a él, se
acercaban al poso, cuando finalmente encontraron la habitación donde su
testigo había sido trasladado después de sus exámenes de resonancia
magnética y tomografías computarizadas y cualquier otra cosa a la que el
pobre chico fue sometido.
Un oficial de policía vigilaba en la puerta y una enfermera estaba en
el cuarto verificando los signos vitales del hombre.
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Estaba sentado en el borde de la cama, una manta sobre los


hombros, la cabeza bajada. Tenía el cabello claro y ondulado, la barba
probablemente de un día sin afeitar.
Había un vendaje en su cuello que parecía extenderse hasta en el
cuero cabelludo. Llevaba unos vaqueros y una chaqueta de punto azul, y
su hombro estaba cubierto de sangre. Desde luego, no estaba vestido para
acrobacias a medianoche, como un ladrón, aunque su estado actual
indicaba algo más que una mala noche, no le parecía que pudiera ser un
adicto.
Deslizó un lado de su chaqueta para mostrar la placa antes de
acercarse al testigo.
―Buenos días señor ―dijo.
El hombre alzó la vista. Estaba abatido, con círculos bajo los ojos.
Pero, a pesar de todo era guapo, con los ojos de un azul
exasperantemente profundo. Parecía confundido, asustado y no podía
culparlo.
―Soy el detective O'Flaherty. Este es el detective Hagan. Usted fue
herido esta mañana, señor.
El hombre lo miró durante unos segundos, con los ojos vidriosos.
Parpadeó y enfocó su atención de nuevo en Nick.
Cuando habló, su acento no era local. Era muy lejano y Nick no lo
pudo identificar, excepto que sonaba como un poco del sur y algo
británico. Incluso esto podría ser una impresión falsa.
―Me dijeron que me llevé un tiro en la cabeza.
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Nick no consiguió pensar en nada que decir al respecto. Miró a la


enfermera para su confirmación.
―Le dio de refilón. Eso lo dejó inconsciente, pero no penetró en el
cráneo. Le dije que se quedara en la cama ―aclaró, forzando al testigo a
sentarse, cubriéndolo con una sábana.
Nick se quedó boquiabierto.
―Jesús.
El testigo se aclaró la garganta y jugó con la sabana, obviamente
incómodo.
―¿Cuál es su nombre, señor? ―le preguntó.
―No lo sé. ―Miró hacia Nick, su expresión sinceramente
angustiada.
Nick inhaló y se rascó la barbilla, no estaba seguro de sentirse
molesto o preocupado. O el hombre era excepcionalmente bueno en
simular, o tenía un caso grave de amnesia traumática.
―Todo bien. ¿Me puede decir lo que pasó esta mañana?
―No, lo siento. No me acuerdo. No lo sé.
―¿Qué sabe?
―Sé que me dieron un tiro en la cabeza.
―¿No recuerda nada?
El testigo hizo una mueca.
―No.
―¿No recuerda su nombre?
―No, detective. Lo siento mucho.
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Asintió y palmeó suavemente el hombro del hombre. Se volvió hacia


su compañero, que estaba cerca de la puerta arqueando las cejas y
moviendo la mandíbula hacia adelante y hacia atrás. Se disculpó y él y
Hagan fueron por el pasillo, inclinando las cabezas para hablar.
El oficial en la puerta les contó lo poco que sabía.
―No tenía ninguna identificación. Nada. Parece que quien le
disparó pensó que estaba muerto y lo dejó limpio.
Hagan resopló.
―Por lo tanto, ¿no sólo tenemos un testigo que no tiene idea de lo
que pasó, sino que tampoco tiene ni la menor idea de quién es? Apenas
pudo contener una risa de incredulidad―. Esto no es un testigo, es otro
puto crimen.
Miró por encima del hombro a través de la puerta, al hombre en la
cama del hospital.
―Sin identificación, sin memoria, con un disparo en la cabeza en
medio de un tiroteo fuera de una vieja librería que fue robada. ¡Qué
carajo!
―Esto no fue un robo ―comentó Hagan con un gruñido―. No
disparas a tres personas por un libro viejo, no me importa si se trata de la
Biblia Gutenberg.
Él asintió.
―¿Te das cuenta de que este tipo podría ser el tirador?
―¿Crees que está fingiendo?
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―O es un testigo muy afortunado de haber sobrevivido, un criminal


que realmente no recuerda nada o está fingiendo ―se encogió de
hombros.
―Tú eras parte de las operaciones especiales de la marina,
entrenado para mentir y toda esa mierda. ¿Puedes decir si está
mintiendo?
―Sí, pero si está fingiendo, es muy bueno en lo que hace porque
me siento inclinado a creerle.
Los dos se volvieron de nuevo hacia el testigo. Estaba otra vez
sentado en la cama con la cabeza bajada y los ojos cerrados. Sus manos
temblaban mientras agarraba la manta en el regazo. La enfermera lo había
dejado.
―¿Qué hacemos? ―pregunta Hagan.
El rostro de Nick como piedra. ¿Deberían tratar al hombre como
testigo o como sospechoso?
―De todos modos, si es un criminal o un testigo, necesita tener a
alguien cerca ―dijo finalmente.
Hagan palmeó su hombro. ―Genial. Vete a darle la noticia, voy a
tomar un café.
Observó cómo su compañero se arrastró hacia la estación de
enfermeras. Tomó una respiración profunda para controlarse.
No era su primer caso desde que había regresado de su cirugía, pero
era su primer caso después de su trabajo de oficina.
No había tratado con personas últimamente, no tanto como con el
papeleo.
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El testigo levantó la vista cuando se acercó y trató de enderezar los


hombros, pero se le cayeron de nuevo, probablemente por culpa de su
lesión y el agotamiento.
El corazón de Nick se compadeció de él y tuvo que luchar para
mantener su actitud profesional.
―Voy a dejar a este oficial con usted en el hospital hasta que le den
el alta. Mantendrá un ojo en usted. Luego se le llevará a la estación de
policía para hablar con nosotros un poco más. ¿Eso suena bien?
El hombre asintió, luego hizo una mueca y se llevó la mano hasta su
vendaje.
―¿Cree que estoy en peligro?
Nick se mordió el labio por un segundo.
―Es una posibilidad real, no voy a mentirle.
―También es una posibilidad que yo haya disparado estas personas,
¿verdad?
Nick lo miró, sorprendido de nuevo por la extraña mezcla de la
percepción y la vulnerabilidad en el hombre.
―Ésa es también una posibilidad, sí.
El testigo se pasó una mano temblorosa por el rostro.
Nick colocó la mano en su hombro en un intento de ofrecerle
confort.
El hombre extendió la mano y le agarró los dedos con fuerza, sin
levantar la vista, sin decir nada. Simplemente parecía necesitar el
contacto.
―Va a estar bien ―susurró―. Nosotros lo resolveremos.
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―Por lo tanto, tenemos a la hija del comerciante que viene para


tratar de identificar el cuerpo ―le explicó Hagan al regresar de la sala de
descanso con dos tazas de café.
Eran compañeros desde hacía casi tres años y todavía no podía
recordar a Nick no bebiendo café.
Le puso el vaso en frente, humeante y exhalando un olor
nauseabundo, demasiado fuerte.
―Tira esto fuera ―le pidió.
―Lo que sea. Hágase tu voluntad. ―Hagan se sentó y tiró los pies
encima de la mesa al lado opuesto de él. Se quedaron mirándose. Nick
miró la taza de café y luego a su compañero.
Hagan le dio una amplia sonrisa.
―¿Qué más tenemos que trabajar?
―Las huellas dactilares de la otra víctima se han enviado al sistema
y las del testigo con amnesia también. ―Levantó una fotografía de la
escena del crimen―. Además del hecho de que los delincuentes
aparentemente ojearon los estantes e hicieron un caos sangriento de
todo, las únicas cosas que parece que faltan estaban en esta vitrina. ―La
dejó sobre la mesa y se la deslizó a Hagan―. No pongas tu café cerca de
esto.
―Sí, mamá. –La cogió, tomando su café mientras estudiaba la
imagen de la vitrina. Las puertas de vidrio estaban intactas, la madera
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ilesa. Sea lo que sea que hubo dentro no había estado bajo llave―. Quiero
decir, ¿qué otra cosa se exhibe en una librería, además de libros?
Nick se encogió de hombros.
―He visto algunas donde tienen antigüedades en exposición. Por lo
general sirven como decoración, por lo tanto, nada que valga la pena un
asalto sangriento.
Hagan levantó una ceja por detrás del borde de su taza de café.
―Sí. Un asalto… Todo lo que tenemos aquí se parece a un trabajo
profesional. La alarma estaba desactivada, no hay señales de entrada
forzada y como el comerciante se desangró en la acera donde cayó, es
probable que no debiera haber estado allí y los ladrones literalmente
corrieron hacia él en su huida y entraron en pánico.
―Eso es un montón de suposiciones sobre lo poco que tenemos.
Nick se encogió de hombros.
Siempre tuvo un don para ver la escena del crimen de una manera
más profunda. Nunca negó que podría estar equivocado, pero por lo
general no lo estaba.
―Una cosa muy extraña en este caso, uno de los chicos muertos
tenía una bolsa con él. La encontraron cuando trasladaron el cuerpo y
contenía cuatro libros.
―¿De la tienda? ―preguntó Hagan.
―Sólo podemos suponer que sí, hasta que la hija aparezca para
identificarlos. También, todos los libros son viejos.
―¿Sólo viejos? ¿O antiguos?
Nick se rió antes de que pudiera detenerse.
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―Lo último, supongo. Tres de principios del siglo XIX, uno que data
de la época de la Guerra de la Revolución Americana. Probablemente
podemos asumir que estaban en esa vitrina junto con los objetos que se
llevaron, porque todo lo demás es papel sin importancia y no lo han
robado.
―Por lo tanto, tú eres dueño de una librería y tienes esta vitrina de
exposición de libros raros ―reflexionó Hagan.
―Uh... ¿eh?
―Los objetos expuestos ahí para la decoración estarían
relacionados con los libros, ¿verdad? ¿De alguna manera?
―En mi mundo sí, así sería. ―Nick estuvo de acuerdo.
Reflexionó sobre esto brevemente, después sacudió la cabeza y
llamó a uno de los agentes uniformados que trabajaban en las
inmediaciones.
―Hazme un favor, amigo, envía algunos investigadores a las casas
de empeño de la ciudad y negociantes, que estén atentos en busca de
artefactos que datan de 1750-1820. Podrían ser robados.
El oficial asintió y se fue.
Hagan frunció de nuevo el ceño a la imagen.
―¿La vitrina estaba limpia? ¿Por qué la limpiaron si llevaban los
guantes puestos?
―No lo hicieron. Mira esto. El mejor laboratorio del crimen puede
decirte esto, que el hijo de puta limpió el polvo de la estantería para
borrar las marcas de los objetos que estaban allí.
―Cubrir las pistas ¿o...?
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―Eso creo. Por lo menos para retrasarnos. Sin embargo, no debería


ser difícil de averiguar lo que había dentro ―indicó, sin dejar de mirar las
fotos de la escena del crimen. Con aire ausente cogió el vaso de la mesa
tomó un sorbo antes de recordar que era café. Volvió la cabeza y escupió
en el cubo de la basura, tosió y se ahogó mientras Hagan se reía de él.
―Hijo de puta ―murmuró. Tiró la taza de café en la basura y miró a
su compañero de nuevo.
―¡Detective O'Flaherty! ―El capitán Branson lo llamó desde la
puerta de su oficina.
―Se volvió en su silla y miró por encima del hombro. El capitán
asintió.
―¿Qué pasa, señor? ―preguntó mientras se acercaba.
―¿Sabes del testigo de la librería?
―¿Sí, señor?
―Está aquí. Debes estar presente.
―Por supuesto.
Branson le entregó un archivo etiquetado con John Doe.
―Nick negó con la cabeza; todo lo que contenía era el informe del
hospital. Se acercó a una de las salas de interrogatorios y saludó al oficial
en la puerta con una palmada en el hombro. Cuando entró en la
habitación, el hombre rubio lo miró a los ojos.
―Hola, detective.
―¿Cómo está? ―preguntó mientras se sentaba frente a él.
―Yo diría que he estado mejor, pero... Realmente no sé si eso es
cierto ―dijo el hombre con una sonrisa irónica.
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Nick resopló.
–Por lo menos todavía le queda su sentido del humor. Eso es algo.
Abrió el archivo de nuevo. Insignificante en el mejor de los casos.
Sin valor.
―¿Ellos decidieron llamarle John Doe?
―Sí, así es... Es un nombre, supongo.
―Sí y creo que esto se está volviendo obsoleto. Mire, todos a los
que he conocido como John Doe ya están muertos, así que ¿qué tal si le
llamamos JD? ¿Qué me dice?
Asintió y le dio una sonrisa cansada.
―Sí. Sí, si esto funciona.
Se quedó en silencio por un momento estudiando al hombre.
Parecía aún más extenuado que ayer, en la escena del crimen. Debajo de
todo esto, podía ver el miedo.
―¿Alguien le ofreció un café? ¿Algo de comer?
―Comí un panecillo. No tengo mucho apetito.
―Todo bien. ―Nick puso los codos sobre la mesa―. ¿Recuerda algo
nuevo? ¿Cualquier cosa?
―No, detective, lo siento mucho. Los médicos dijeron que tengo
amnesia causada por un trauma. Realmente no me pueden decir si es
física o mental. Asimismo, no pueden decir cuándo o si la memoria
volverá. Me dijeron que la amnesia varía de un caso a otro, así que... Todo
esto podría resolverse de un momento a otro, o la memoria podría volver
en fragmentos. O tal vez no volver. Nunca más.
―¡Vaya! Esto es difícil.
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JD rió con amargura. Se retorció los dedos y sacudió la cabeza.


Estaba teniendo un momento difícil en descifrarlo, algo en que por lo
general era muy bueno. El agotamiento de JD lo enmascaraba todo.
Le dio un minuto de silencio esperando a ver si el hombre
comenzaba a sentirse incómodo o hablar. Pero simplemente se quedó allí
sentado, mirándose las manos, de vez en cuando levantando la mirada
para encontrarse con sus ojos. Finalmente renunció a esta táctica. Golpeó
el archivo enfrente de él.
―Incluso si no recuerda nada, le trataremos como testigo y vamos a
ponerlo bajo protección. Balística nos informó de que había al menos dos
tiradores. Uno estaba de pie detrás de usted, cerca de su cabeza. ―Nick
se tocó la cabeza en el área donde estaba vendado.
―Mató al menos a una de estas dos víctimas.
―¿Sólo una?
―La otra bala no se recuperó aún. En breve sabremos más. Pero
hasta llegar al fondo de esto, tiene que estar seguro. Quienes hayan hecho
esto no saben que no puede identificarlos, cuando descubran que no
están todos muertos.
Asintió. Le miró con sus penetrantes ojos azules.
―No tiene que r con pies de plomo a mi alrededor, detective.
―¿Perdón?
―Sé que soy sospechoso. Está todo bien. Usted no tiene pelos en la
lengua.
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Nick lo miró a los ojos durante unos segundos, dejándole ver cómo
la sospecha a menudo parecía: un policía endurecido e inteligente, que lo
pondría tras las rejas si ha cometido el menor deslizamiento.
―Todo bien entonces. Eres un sospechoso. Nuestro único
sospechoso en este momento.
A pesar de su número de bravuconería, JD palideció.
Nick no pudo evitar sentir lástima por el chico. Sin saber quién era o
la clase de hombre que podía ser, tenía que sentirse aterrado. ¿Añadir a
esto el hecho de que se enfrentaba a una posible acusación de asesinato?
Tendría que ser asombroso.
Tomó su bloc de notas y un bolígrafo del bolsillo, los colocó sobre la
mesa y luego los deslizó hacia JD.
―Le voy a ofrecer un lugar seguro para esta noche. Mientras estoy
fuera, trate de escribir algo acerca de sí mismo que se acuerde.
JD frunció el ceño.
―¿Cómo qué? Ya le dije que no recuerdo nada.
Nick se encogió de hombros.
―Cualquier cosa. Cualquier cosa que pudo haber notado. Sus
sentimientos, sus pensamientos, tatuajes o cicatrices, su tamaño, si tiene
lentes de contacto o si está usando ropa interior. Cualquier cosa.
JD se rió y se acercó al bloc de notas mientras Nick lo observaba.
―Todo bien.
Nick sonrió y lo dejó allí, esperando que el ejercicio pudiera, al
menos, distraer la mente de JD de sus problemas, mientras él estaba
tratando de encontrar un lugar para que se quede esta noche.
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Tardó casi media hora en conseguir un hotel y un oficial de guardia


en la puerta. Hagan y él jugaron tres partidas de roshambo1para decidir
quién debía quedarse con él, y Nick ganó. Lo cual fue bueno, porque tenía
planes para este fin de semana.
Los dos individuos se administran el uno al otro golpes o patadas en
los testículos hasta que uno sucumbe al dolor y se da por vencido o cae al
suelo. El individuo que se mantiene en pie sale victorioso y gana el juego y
la posesión del objeto deseado.
Cuando regresó a la sala de entrevistas, el capitán Branson estaba
de pie junto a la ventana, observando a JD.
―Señor ―dijo Nick mientras se acercaba.
El capitán se volvió.
―Eres bueno con él, O'Flaherty. Eso es más de lo que habló en toda
la noche.
―Tiene miedo, señor. Cualquiera lo tendría.
―Quédate con él. Cuídale. Haz de policía bueno. Es la mayor
incógnita que tenemos ahora en este caso. Si se siente confortable será
más propenso a recordar algo. Y si está fingiendo, es más que probable
que tú lo descubras.
Nick se aclaró la garganta y asintió.
―¿Eso significa que quiere que me quede con él en una casa
segura? ―le preguntó, incapaz de ocultar el miedo en su voz.
Branson le sonrió y levantó una ceja.
―¿Tu novio no llega a la ciudad esta noche?
1
N de T: Un juego doloroso empleado para determinar quién se queda con el objeto deseado en una
disputa.
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―Sí señor.
―Ni siquiera yo sería tan cruel. Disfruta del fin de semana. Vamos a
dejar que Hagan haga de policía malo durante unos días. Después de eso,
O'Flaherty, acudirás a su rescate, ¿entendido?
―Por supuesto, señor.
Branson le dio una palmada en la espalda. Nick lo vio alejarse,
respirando aliviado y miró al policía en la puerta.
―¿Incluso sabes cómo jugar al policía bueno, detective? ―El
hombre esperó.
―No lo sé, nadie nunca me dejó hacerlo. ―Nick apoyó el hombro
contra la puerta y entró en la habitación. JD levantó la cabeza
rápidamente. Se había quedado dormido. Nick le sonrió suavemente.
―¿Ha hecho algún progreso?
―Creo que sí. ―Empujó el bloc de notas sobre la mesa.
―Escribí todo lo que recuerdo.
Nick cogió el bloc de notas y le dio la vuelta. JD había escrito con
fibrón2 sus impresiones en el bloc.
Resopló. Era un tipo de escritura difícil como el infierno de analizar.
El tipo de escritura que las personas que trabajan como black ops3 a
menudo tenían la costumbre de usar, el propio Nick ya había utilizado este
tipo de escritura.

2
3
N de T: Soldados de élite, que están autorizados a utilizar métodos poco ortodoxos y a
menudo ilegales en sus misiones. Ellos son los que hacen el trabajo sucio para el gobierno.
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―¿Siempre escribes así? ―preguntó.


―Creo. ¿Por qué?
Nick se encogió de hombros y se metió el cuaderno en el bolsillo.
―Memoria muscular. Podría ser interesante. Voy a examinarlo
pronto. Ahora te llevo a comer algo y luego a un hotel para que puedas
descansar un poco.
JD preguntó reflexivo.
―¿Usted me va a llevar?
―Sí, mi compañero tiene algunas cosas que organizar antes de que
pueda reunirse con nosotros allí. ¿Eso supone un problema?
―No. No, acabo de asumir que sería alguien... con un grado menor.
―Te llevaré allí y te dejaré instalado, pero el detective Hagan y un
oficial de policía uniformado se quedarán contigo esta noche ―le contestó
Nick mientras le conducía fuera de la habitación.
―¿Será este su caso, detective? Quiero decir... ¿será el único
detective asignado que va a trabajar en él?
―Así es, mi compañero y yo ―le contestó, se detuvo y se volvió
hacia él.
Tenían casi la misma altura, pero JD era más delgado y más
compacto. Dio un pequeño paso hacia atrás cuando Nick lo miró
fijamente, como si se sintiese intimidado.
Nick trató de darle una sonrisa tranquilizadora, pero se conocía
suficientemente bien como para saber que cuando sonreía rara vez
lograba tranquilizar a nadie.
―Voy a averiguarlo, hombre. Lo prometo.
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JD estaba sentado con las manos cruzadas sobre la mesa, tocando


con los dedos algo en la otra mano.
Nick tenía la sensación de que estaba acostumbrado a tener
siempre algo moviendo en sus manos. Un anillo, tal vez. Sin embargo, no
había ninguna marca, ningún callo mostrando que había tenido algo así
recientemente.
Los ojos de JD se desviaron a las fotos y recuerdos colocados en la
pared de ladrillo del pub mientras permanecía incómodo.
Nick trató de no mirarlo muy de cerca. Sabía que el escrutinio
dejaría nervioso a JD que ya tenía suficiente energía nerviosa para
alimentar un pequeño ejército.
Nick suponía que no podía culpar al chico, sin embargo. Apartó la
mirada, tratando de encontrar algo más en que centrarse durante un
tiempo.
Sus ojos siguieron a una camarera mientras caminaba, y su mirada
aterrizó de nuevo en JD una vez que ella se había ido. Éste había dejado de
moverse, sus ojos entrecerrados estaban rastrillando sobre las fotos y
recuerdos colocados en la placa de la pared de ladrillo a su lado. Las líneas
alrededor de su boca se habían relajado.
Nick se enderezó. JD tenía el aspecto de un hombre que podría
haber reconocido algo.
Nick miró hacia arriba la placa de reproducciones en la pared. Se
había sentado bajo ella muchas veces, mirándola distraídamente mientras
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esperaba su comida, leyendo las palabras cuando su compañero de cena


iba al cuarto de baño, mirándola con indiferencia mientras ordenaba la
última bebida que lo obligaría a llamar un taxi.
Era una placa común de madera falsa de aproximadamente sesenta
y un centímetros de alto y treinta de ancho, con un poster de un jugador
de béisbol sin nombre con equipamiento de rayas, algo que muchas
personas habían desfigurado a lo largo de los años porque esas rayas
parecían demasiado a los Yankees4 y aquí era Boston, hombre. También
estaba cubierto con pegatinas de Red Sox5 y grafitis.
Nick la miró con aire dudoso y luego se volvió a JD.
―¿Te acuerdas de algo?
JD seguía frunciendo el ceño. Sacudió la cabeza minuciosamente,
todavía examinando la placa.
―Yo sólo... Mirar eso me da la sensación de que es algo familiar.
―¿Lo has visto antes?
―No lo sé. Creo... Creo que tal vez odio a los Yankees ―respondió
JD encogiéndose de hombros.
Nick resopló y no pudo evitar sonreír mientras tomaba una copa.
―Supongo que eso no es nada espectacular, ¿eh?
―Bien. No va a ayudarte a destacar entre la multitud de todas
formas.
La diversión se desvaneció en los ojos de JD y volvió su atención a
sus manos, retorciendo los dedos juntos y moviéndose incómodamente
en la silla.
4
N de T: Equipo de béisbol de Nueva York.
5
N de T: Adhesivo Red Sox.
Sidewinder | Abigail Roux

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Nick lo observó con simpatía. No podía imaginar lo que pasaba por


su mente.
―¿Estás bien?
JD ya estaba sacudiendo la cabeza. Volvió la cabeza hacia la barra
mientras se recostaba en su asiento.
―Recuerdo que Greg Maddox es el mejor lanzador de todos los
tiempos en un partido y que Stan Musial tuvo 3.630 lanzamientos en su
carrera. Recuerdo que Darth Vader6 es un tipo malo y que los vampiros
son de repente luciérnagas que brillan.
»Recuerdo que me gusta la mezcla de espinacas y alcachofas, pero
no cuando se trata de tortillas.
»Sé que el tequila me pone enfermo y sólo el pensamiento de un
gusano en el fondo de una botella me hará querer vomitar.
»Sé que el tatuaje en tu antebrazo significa que eras un Marine
Recon y eso te convierte en un jodido Grado A, aunque intentes
esconderlo. Probablemente porque te gusta ir por debajo del radar para
que puedas tener la ventaja en una pelea. Pero no sé mi nombre. No sé de
dónde vengo, cuantos años tengo.
Bajó la cabeza. Sus ojos se empañaban, ya fuera por frustración,
tristeza o simplemente por agotamiento.
Nick se sorprendió por lo observador que era el hombre aún en
medio de esta terrible prueba y la realización le hizo sentirse inquieto.
Sólo una persona lo había leído intentando parecer menos peligroso
de lo que era y Ty Grady era el hombre más observador que Nick conocía.

6
N. de T.: Principal protagonista y villano de la serie Star Wars
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Luego había lo de los tatuajes. Nick tenía muchos tatuajes,


incluyendo la cruz celta que trazaba su columna vertebral desde la nuca
hasta la parte baja de su espalda; el águila, el globo y el ancla que
dominaban su hombro izquierdo. También tenía uno en cada antebrazo, y
aunque generalmente los escondía con camisas y trajes de vestir, cuando
se había sentado en el pub se había enrollado las mangas.
A la derecha tenía un diseño celta knotwork gauntlet7 que cubría su
antebrazo entero desde la muñeca hasta a un centímetro o así por debajo
de su codo. En el interior de su otro antebrazo tenía el símbolo Force
Recon Jack8, que generalmente se perdía entre tantos tatuajes más
llamativos que tenía.
Era un cráneo con equipo de respiración sumergible, con una
espada y un cuchillo cruzados detrás de él y alas planeando hacia fuera a
cada lado. El cráneo tenía trece agujeros de bala en él.
El diseño celta era mucho más impresionante, pero JD se había
centrado en el de Jack en particular, lo que tenía un significado especial.
Nick no había encontrado a mucha gente que realmente conociera
lo que un Recon Jack significaba, por lo que el hecho de que JD supiera de

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Sidewinder | Abigail Roux

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eso era un indicio de que podría estar asociado con las fuerzas armadas de
alguna manera. Estrechamente asociados.
―Ni siquiera puedo decirte si soy una buena persona o no
―comentó JD. Sus ojos traicionaron la frustración y el miedo que había
estado escondiendo tan bien hasta entonces―. Quiero decir, ¿qué estaba
haciendo allí en medio de la noche, en mi perfecto juicio, en una librería?
¡Podría ser una especie de criminal y ni siquiera saberlo! ¡Podría ser un
asesino a sangre fría, y tú estás sentado aquí comiendo tranquilamente
patatas fritas conmigo!
―Escúchame ―dijo Nick con dureza. Se inclinó hacia delante sobre
la mesa, viendo el tumulto de su propio pasado reflejado en los ojos de
JD―. Vamos a descubrir quién eres.
―No puedes prometer eso, detective.
―¡El infierno que no puedo! Y te diré una cosa más. He tratado con
mucha gente mala antes. Ninguno de ellos se torturaba preguntándose si
era una buena persona o no.
JD tragó saliva, pero las palabras parecían apaciguarlo. Se calmó, sus
hombros perdieron la tensión. Suspiró y le dedicó una débil sonrisa.
―Cuando lo pones así…
―Malditamente correcto ―dijo Nick.
JD sonrió suavemente.
―Eres muy optimista para un policía.
―¿Qué se supone que significa eso?
Sidewinder | Abigail Roux

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―Quiero decir, pensé que todos vosotros, típicos policías, erais


tipos melancólicos, estoicos, el tipo de “beber hasta ponerse ciegos para
ahogar toda la fealdad del mundo".
Nick soltó una carcajada.
―Debes estar refiriéndote a la serie “Miami Vice”.
JD simplemente sacudió la cabeza.
―Este feliz exterior esconde un secreto profundo y oscuro en tu
pasado, ¿no?
Nick sacudió la cabeza, divertido, cogiendo su bebida.
―Eres un alcohólico. Eres un bruto. Destruiste una ciudad inocente
mientras estabas en los infantes de marina. Eres un policía machista que le
gusta disparar una pistola con la culata de marfil calibre 22.
―Pero… Bebo con moderación al menos que me quiera
emborrachar, he apreciado bastante abiertamente una polla en los
últimos dos años, he destruido un montón de cosas en los marines, y mi
pistola es de calibre 38 con una tonalidad rosa perlada en la culata
―contestó Nick con una sonrisa maliciosa antes de tomar un sorbo de
agua.
JD se rió, con los ojos brillantes.
―No eres misterioso en absoluto. Deberías intentar la amnesia.
―Te dejaré esto a ti ―sugirió Nick con un gesto burlonamente
humilde.
JD puso los ojos en blanco.
Nick aprovechó la oportunidad para estudiarlo un momento.
Aparentaba mejor aspecto de lo esperado, pero esto no decía mucho.
Sidewinder | Abigail Roux

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Todavía tenía ojeras bajo los ojos y prominentes líneas de preocupación


alrededor de la boca y en la frente. Probablemente no era tan viejo como
se veía en este momento, tal vez más joven que Nick. Había pasado
mucho tiempo bajo el sol a juzgar por la diferencia entre su cabello rubio y
la barba creciendo más oscura. No tenía cicatrices visibles o tatuajes, nada
que pudiera identificarlo. Y sus extraños ojos azules eran verdaderamente
asombrosos.
―Entonces ―dijo JD en un suspiro―. ¿Un hotel con un policía de
guardia armado?
Nick lo miró pensativamente.
―Hasta que descifremos todo este embrollo, sí.
JD sonrió débilmente.
―Suena encantador. Supongo que no puedo contar con que esté
presente en todo momento, ¿eh?
―No hasta el lunes de la próxima semana, pero espero que
tendremos todo esto resuelto para entonces. Estarás a salvo. Voy a
averiguar quién eres. Lo prometo.
JD asintió, mordiéndose el labio.
―¿Siempre cumple sus promesas, detective?
Nick se quedó en silencio durante varios segundos tensos antes de
sonreír.
―Sí, lo hago.
―Entonces confió en usted.
―Perfecto.
Sidewinder | Abigail Roux

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Nick tomó su abrigo y se deslizó fuera de la cabina, haciéndole un


gesto para qué le siga.
―Y ahora tengo que llevarte a tu habitación, porque le prometí a
alguien que iría a buscarlo esta noche al aeropuerto.

El vuelo de Kelly Abbott de Colorado había tomado casi cuatro horas


más de lo que debería, incluyendo una larga escala en Charlotte, donde
había testado todos los aparatos electrónicos en la tienda Brookstone y
luego hizo un buen uso de la barra. Estaba cansado, un poco tambaleante,
y tenía un calambre en el cuello porque se había quedado dormido con la
cabeza contra la ventana en lugar de babear sobre el individuo sentado a
su lado en el avión.
Cuando llegó a las escaleras mecánicas que lo llevarían hasta la cinta
de equipaje y hasta su Logan9, se inclinó para escanear la multitud de
abajo en busca de Nick. Era junio en Massachusetts por lo que no era
como que la gente fuera impaciente y con prisa, pero el aeropuerto estaba
lleno como el infierno así que era difícil saber si Nick estaba allí abajo.
Esta mañana, antes de salir de su casa para el aeropuerto de
Denver, Nick le había advertido de que tal vez tuviese que enviar un auto
para recogerlo si su nuevo caso así lo requería. A Kelly no le importaba; de
hecho, él era la razón de que Nick hubiera vuelto a trabajar.
Nick había estado a punto de salir. Había trabajado como policía
durante casi todos los años de servicio como marine, pero cuando el
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N. de T.: Un apodo unisex pero generalmente de uso masculino, de origen escoses. Hombre de gran
carácter, que posee un magnetismo sexual fabuloso.
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Cuerpo le había convocado de nuevo para un último período del deber,


algo dentro de Nick se había roto. Había llegado a casa y declarado que
nunca más quería llevar un arma de fuego. Kelly le había dado un par de
semanas para que el aburrimiento haga su aparición antes de convencer a
Nick que estaba actuando precipitadamente.
Nick nunca actuaba precipitadamente; ese era el trabajo de Kelly.
Además, había sido aburrido como el infierno sin su placa, por lo que
había regresado al departamento para una prueba de funcionamiento. Los
primeros meses habían ido sin problemas.
Kelly estaba en la mitad de la escalera mecánica cuando lo vio y su
corazón dio un vuelco. Nick vestía de traje y corbata, con una gabardina
color canela que le hacía parecer como un detective privado de los años
50. Llevaba la tarjeta de identificación en el cinturón, y los ojos entrenados
de Kelly podían ver el contorno revelador de una pistola al cinto. Tenía su
teléfono fuera, frunciendo el ceño ante la pantalla.
Los pies de Kelly tropezaron con el final de la escalera mecánica
mientras lo miraba, casi cayéndose al suelo.
Se tambaleó hacia la zona de recogida de equipajes y Nick,
obviamente, vio el movimiento con el rabillo del ojo por lo que alzó la
vista rápidamente, vacilando en un movimiento por su arma.
Sin embargo, una sonrisa adornaba su hermoso rostro cuando vio a
Kelly y se dirigió hacia él, encontrándolo a mitad de camino y
envolviéndolo en un abrazo.
―¿Has tenido un buen viaje? ―preguntó, riendo suavemente.
―Cállate. Jesús, que bien te ves.
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Nick dio un beso en la mejilla, luego en los labios.


Sin embargo, no perdió tiempo con esto.
―Acabo de llegar, no tuve tiempo de cambiarme. Pareces exhausto,
bebé.
―Es exactamente como me siento. Larguémonos de aquí.
Nick le agarró la mano para detenerlo cuando se dirigió hacia la
puerta.
―¿No tienes una maleta?
Kelly miró a la multitud alrededor de las cintas transportadoras de
equipaje con los hombros caídos. Todo lo que quería hacer era conseguir a
Nick en algún lugar privado. Ahora.
―Oh sí.
Nick lo atrajo más cerca, deslizando las manos por debajo de la
chaqueta de Kelly y descansándolas en la parte baja de la espalda. Le besó
suavemente, con la bulliciosa multitud moviéndose alrededor. Kelly se dio
cuenta de que este podría ser su primer PDA oficial y a ninguno les
importaba.
Nick apoyó la sien contra Kelly y sonrió contra su cuello.
―Te extrañé.
―Yo también.
Pasó el brazo alrededor del cuello de Nick y dejó caer su equipaje de
mano al suelo para conseguir otro beso, pero Nick levantó la cabeza.
―¿Aquella es tu mochila? ¿Con todos los adhesivos en ella?
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Kelly gruñó y volvió a la cinta transportadora. Su mochila tenía


adhesivos de casi todos los destinos donde había viajado, por lo que era
difícil perderla.
―Sí. Puto aguafiestas.
Nick soltó una carcajada. Era un sonido que Kelly había echado
mucho de menos. Un escalofrío lo recorrió, haciendo que la cicatriz de la
herida de bala en su pecho palpitara. Se la frotó cuando Nick lo besó de
nuevo antes de dejarlo ir y en seguida se fue a recoger su maleta. El abrigo
le daba un aspecto aún más ancho en los hombros de lo que ya era. Kelly
parpadeó recordando de nuevo todas las muchas mañanas que había visto
a Nick al acecho a través de cualquier campamento, base o nave donde
habían estacionado o ancorado, ladrando órdenes.
Muchas veces se preguntaba cómo había pasado cinco años en
Recon sin molestar a su amigo. O había sido absolutamente ciego ante
esta atracción, o estaba reescribiendo los recuerdos en su cabeza justo a
causa de la maldita atracción.
Nick regresó, con la bolsa de Kelly tirada por encima del hombro y
una sonrisa en el rostro.
―¿Listo para ir a casa?
―¿Ni siquiera me vas a alimentar en primer lugar? ―bromeó
Kelly―. ¿Sólo me vas a llevar a tu barco y follarme?
―Eso es SOP10, sí. Vamos. ―Y condujo a Kelly fuera a la noche a
paso ligero.

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N. de T.: Jerga militar: Procedimiento operacional estándar.
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Su Range Rover estaba estacionado en una zona de carga justo al


lado del carril de taxi, y la seguridad del aeropuerto estaba de pie junto a
él, escribiendo una multa. Nick le entregó a Kelly su bolsa y le indicó que la
cargara en el auto.
Kelly le observó mientras deslizaba su abrigo y la chaqueta del traje
a un lado y golpeó su insignia en el cinto con un dedo largo.
El policía le hizo un gesto de asentimiento y se alejó, Kelly subió en
el lado del pasajero. Nick entró en el auto un momento después con una
sonrisa ladeada.
―Simplemente abusaste de tu autoridad ―comentó Kelly.
Nick asintió y arrancó el auto.
―Lo disfrutaste, ¿verdad?
Nick lo miró de reojo. ―Igual que tú.
―Muchísimo.
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Capítulo 2

El agua agitada lamia el casco del yate de Nick, un sonido rítmico y


profundo que Kelly podría sentirlo en el pecho mientras yacía despierto en
la cabina principal. Nick estaba enroscado junto a él, su respiración
irregular y el cuerpo tenso.
Estaba soñando y su inquietud hizo imposible que Kelly pudiera
dormir. Nick sacudió la cabeza y murmuró algo y cuando se movió sus
dedos rozaron el brazo de Kelly. Kelly se apartó estremeciéndose en
anticipación por la vigilia de Nick. La última vez que Nick había rodado
sobre él durante un sueño, se había despertado sobresaltado con Nick
presionándolo en el colchón y su mano alrededor de la garganta de Kelly
antes de que Kelly pudiera decir algo para calmarlo.
No es que a Kelly le importara, porque no sólo podía defenderse con
facilidad, sino también porque la forma de Nick de disculparse era muy
fantásticamente sudorosa y desnudo.
Eso había sido hace semanas en la cabaña de Kelly en Colorado, por
supuesto donde Nick no estaba tan familiarizado con su entorno. Nick
solía dormir fácilmente sobre todo en su barco y cuanto más tiempo
pasaba desde su último despliegue, menos problemas tenía. Pero en
noches de tormenta cuando las olas agitadas ondeaban el barco por
debajo de ellos, cuando un trueno caía por encima y los sonidos del mar se
infiltraban en el casco, Nick estaba inquieto y rápidamente atacaba
cuando se interrumpían sus pesadillas.
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Nick murmuró algo de nuevo en su sueño y Kelly finalmente se dio


por vencido en tratar de conseguir dormirse y empujó la manta. Se deslizó
fuera de la cama con cuidado para no despertar a Nick y se dirigió hacia el
salón de arriba.
Había fotografías esparcidas en las paredes allí y allá, baratijas
ocasionales alrededor, pero aparte de eso la decoración de la
embarcación era bastante escasa. Sin embargo, no era demasiado
espartano o vacío.
Kelly había pasado un montón de tiempo a bordo del yate desde
que Nick lo había comprado. Había pensado que nada a bordo le era
desconocido, pero cuando Nick le había mostrado un cajón debajo de la
cama lleno de juguetes sexuales, Kelly había sido a la vez sorprendido y
extremadamente encendido. Ahora como que se preguntaba qué más
cosas había logrado Nick esconder en espacios que Kelly no sabía que
estaban allí.
Las nubes ocultaban la luna en el cielo y sólo el horizonte de Boston
irradiaba luz. Kelly cerró las cortinas en contra de la luz y lanzó el yate en
una oscuridad casi completa. No le gustaba la presión de una gran ciudad
tan cerca de él.
Se dejó caer sobre el sofá en el salón, dejando que sus ojos se
acostumbraran a la oscuridad y mirando a su alrededor en los rincones y
estantes donde Nick almacenaba todas sus pertenencias personales.
Libros de tapa dura se amontonaban por todas partes, la mayoría de ellos
de historia, arqueología, tesoros y misterios perdidos. Sin embargo, ésto
siempre había sido cosa de Nick. Era uno de los únicos marines que Kelly
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había conocido que no tenía una sola suscripción a una revista de armas o
cuchillos colgados en sus paredes. Kelly no estaba seguro de donde Nick
mantenía sus medallas, porque seguro que no las tenía colgadas para
exhibirlas.
La mesa de café estaba cubierta de archivos que Nick había llevado
a casa del trabajo. Había tenido la intención de tomar unos días de
vacaciones, pero Kelly le había convencido de no hacerlo. Había utilizado
suficientes días de sus vacaciones del año pasado para casos de
emergencia; Kelly no quería que perdiera más por quedarse en casa.
Quería que se tomara unas verdaderas vacaciones este año.
Preferentemente en algún lugar cálido. Preferiblemente con él.
Durante la cena Nick había mencionado algunos detalles del caso en
el que estaba trabajando, un robo que salió mal y que había terminado en
homicidio. Luego se había disculpado por traer el trabajo a casa cuando
Kelly estaba allí para pasar tiempo con él y había empujado los archivos a
un lado apoyando la cabeza en el regazo de Kelly mientras veían una
película en Netflix.
Kelly sonrió suavemente con el recuerdo. Nick rápidamente se había
quedado dormido y Kelly había ignorado la película a favor de torcer los
dedos por el cabello rizado de Nick.
Ese recuerdo hizo que el barco en silencio se sintiese mucho más
solitario. Luchó contra la sensación que de repente comprimía sus
entrañas. Tenía dos semanas más aquí. No iba a empezar a sentirse
melancólico sobre su partida, Jesús.
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Se estiró para encender una lámpara al lado del sofá para que no
estuviese sentado en la oscuridad como una enredadera y luego
distraídamente ojeó las páginas de los archivos de Nick sobre la mesa.
¿Era ilegal si estaba mirando esta información? Se encogió de hombros y
examinó las notas escritas a mano de Nick. Amaba la manera de escribir
de Nick; impresión de bloque11, sin peculiaridades discernibles, sólo un
mínimo indicio de una inclinación zurda. Pero cuanto más rápido escribía o
más agitado, más se evidenciaba y más bonitos los garabatos resultaban.
Dejaba deslizar el bloqueo y tomaba una personalidad propia, una mezcla
de códigos y letras con curvas precisas y floridas. Eso decía mucho de la
personalidad de Nick, la parte oculta de él sólo unas pocas personas
llegaban a entrever.
Sin embargo, debe haber escrito las notas en taquigrafía o algún
tipo de código, porque todo se veía como un disparate. Kelly colocó la
libreta de vuelta donde la había encontrado y suspiró profundamente
mirando en busca del control remoto. Podría dormir con el televisor
encendido.
Encontró el mando encima de un libro al lado de la lámpara:
“Misterios del Oro y Rosa Cruz”.
Kelly frunció el ceño mirando el título. A Nick le gustaban los libros
de aventuras, sobre todo los que añadían un poco de misterio histórico a
la historia. Quizás Kelly podía leerlo para dormir y no correría el riesgo de
despertar a Nick con el sonido del televisor.

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N de T: Escritura en códigos que imposibilita cualquier tipo de identificación, inclusive sobre
la personalidad de la persona que escribe.
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Cuando abrió el libro, sin embargo, una hoja de papel se cayó. Kelly
revoloteó por ella antes de que pudiera caerse al suelo o desaparecer en
los cojines del sofá. Era el mismo tipo de papel como en el bloc de notas
Moleskine que Nick llevaba siempre con él. Obviamente la habían
arrancado y sobre ella había dos rejillas de líneas paralelas, como tableros
y dos X, todos ellos con símbolos en cada espacio vacío. Un código
masónico, un simple cifrado de sustitución que utiliza generalmente
puntos en lugar de símbolos. Kelly había enseñado a los niños en el
campamento en Colorado donde trabajó cómo hacer esto, tratando de
conseguir que se interesen en la lingüística.
Kelly pasó el pulgar por las páginas del bloc que se habían pegado
entre sí y en ellas se encontró con el mismo tipo de cifrado, esta vez con la
serie correcta de puntos y una anotación explicando cómo se había
utilizado. No es que Nick tuviera que descifrar un texto masónico; era el
único que le había enseñado a Kelly cómo hacerlo.
Kelly hojeó el resto del libro. No era una novela, después de todo,
sino un libro sobre las sociedades secretas, específicamente una llamada
los Rosacruces. Kelly nunca había oído hablar de ellos.
―¿Qué te traes entre manos, Nick?
Después de unos minutos de contemplación del sistema de cifrado,
que él no podía entender porque los símbolos eran ajenos a él, se le
ocurrió que esto podría tener que ver con el caso en cual Nick estaba
trabajando. Metió el papel en el libro y lo puso de vuelta donde lo había
encontrado.
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Un bostezo lo cogió por sorpresa, apagó la lámpara y se abrió paso


con cuidado hasta la cabina principal. Nick estaba quieto y en silencio, sus
pesadillas ya no le perturbaban. Fue un alivio deslizarse bajo las mantas
junto a él y casi inmediatamente se enrolló alrededor de Kelly.
La mano de Nick estaba caliente en el estómago desnudo de Kelly,
con los dedos cerrados en sus abdominales. Kelly colocó cuidadosamente
su mano sobre la de Nick, sus pestañas revolotearon y su nariz se contrajo
en el sueño. Cerró los ojos y se dio la vuelta en los brazos de Nick hasta
acurrucarse más cerca y los brazos de Nick lo envolvieron.
Nick se despertó con un jadeo.
―Soy yo, bebé ―susurró Kelly contra el pecho de Nick―. Soy Doc,
estás a salvo.
Nick apretó y tiró de él más cerca.
―Hey ―dijo, su voz profunda, incluso más gruesa con el sueño―.
¿Estás bien?
Kelly echó la cabeza hacia atrás para poder verle el rostro. Nick
todavía estaba medio dormido, con los ojos lavados de su verde habitual
en la oscuridad. Tenía el ceño fruncido. No era raro para él estar
preocupado cuando se despertaba con Kelly en sus brazos como ahora;
podía abrazarlo o podría estar asfixiándole inconscientemente.
Kelly le besó la barbilla, y luego se deslizó para que pudiera llegar a
los labios. Nick gimió en el beso.
―Estoy bien ―expresó Kelly.
―No podía dormir.
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Kelly rodó sobre su espalda, tirando de Nick con él. Éste se le


enroscaba alrededor de una manera que todavía le sorprendía, con la
cabeza apoyada en su pecho y lanzándole una pierna por encima de las
caderas. Nick era tan “alfa superior” como un hombre podía conseguir ser
pero cuando se trataba de cariño no tenía reparos en demostrarlo. Kelly le
pasó el brazo por el hombro y lo apretó con fuerza.
―El barco todavía te incomoda, ¿verdad? ―susurró Nick contra el
pecho de Kelly.
Kelly asintió mientras pasaba sus dedos por el cabello de Nick.
Cuando habían acabado sus contratos con las fuerzas armadas, Kelly se
había ido a casa a Colorado y se alojó allí en una cabaña que había
construido con sus propias manos y una muy dedicada excavadora. Creció
acostumbrado a los olores de pino, de nieve y de tierra, a los sonidos del
viento susurrando a través de las ramas y a los animales deslizándose por
la maleza vista desde sus ventanas abiertas.
Las olas rompiendo en el casco cerca de su cabeza le hacían
recordar un sonido del pasado con el cual no se imaginaba dormir de
nuevo. El ajetreo de Boston en la distancia era completamente extraño
para él. Todas las veces que había visitado a Nick antes había estado
siempre demasiado borracho al caer la noche para preocuparse por esto.
Metió la nariz en los rizos de Nick e inhaló profundamente. Nick olía
a mar, salado y fresco. Siempre tenía este olor, incluso en el medio del
desierto con el calor del sol golpeando en la espalda o subiendo las
montañas de arcilla congeladas de Afganistán. O tal vez el mar siempre
Sidewinder | Abigail Roux

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olía a Nick. Kelly tenía un tiempo difícil en descifrar qué era lo primero que
le venía a la mente.
―Podemos conseguir un hotel, si quieres ―ofreció Nick. Estaba
despertando, su voz cada vez más clara y fuerte, incluso mientras
descansaba la cabeza contra el pecho de Kelly―. Estarás aquí por dos
semanas más, no puedes quedarte sin dormir todo este tiempo.
Los labios de Kelly se torcieron en un suspiro.
―Prefiero estar aquí.
Nick apoyó la barbilla en el pecho de Kelly, rodó sobre su estómago
y lo miró. Kelly le acarició el cabello, y luego dejó que sus dedos vagaran
por la espalda, trazando los duros músculos bajo la piel desnuda. Nick se
estremeció cuando los dedos de Kelly se arrastraron sobre una de las
largas cicatrices en la espalda.
―Necesito acostumbrarme a esto de todos modos, ¿verdad?
―preguntó Kelly y la pregunta le provocó una oleada de mariposas en el
estómago. Él y Nick no había hablado mucho sobre el futuro. De hecho,
sólo habían llegado suficientemente lejos como para decirse el uno al otro
que estaban en esta relación a largo plazo, pero todavía no habían
elaborado los detalles. ¿A dónde irían?, ¿qué harían? ¿Iban a
comprometerse y mudarse a un lugar nuevo, uno de ellos dejaría su
trabajo, o tendrían que compartir el tiempo entre dos casas, tal como lo
estaban haciendo ahora? Ni siquiera habían empezado a pensar en nada
de eso.
Nick le había pedido a Kelly que se casara con él no hace mucho
tiempo, pero había sido recién salido de la cirugía para donar una parte de
Sidewinder | Abigail Roux

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su hígado a su padre moribundo y tan narcotizado que Kelly se preguntaba


si Nick recordaba todo lo que había sucedido ese día. Le habían dicho que
después de la cirugía los cirujanos se habían visto obligados a darle
ketamina, lo que explica que Nick había alucinado durante una semana
entera después de que había salido del hospital. Se había pasado la mayor
parte de ella divagando acerca de matar a un viejo colega suyo llamado
Liam Bell y diciéndole a Kelly que era hermoso.
Nunca había tocado este asunto antes de ser contratado, ni siquiera
entró en pánico al respecto. Eso fue lo que realmente lo incomodaba, en
realidad. Nick era notoriamente nervioso sobre el compromiso.
Probablemente desaparecería en una nube de humo soltando un "No" al
aire si Kelly le dijera que le había propuesto matrimonio mientras estaba
drogado.
Kelly no había sacado el tema de nuevo. Le bastaba saber que Nick
estaba pensando en una relación permanente bajo los efectos de Dilaudid
y la ketamina y eso fue suficiente para hacerle sentirse mareado, y que
estaba dispuesto a esperar hasta que Nick estuviera lo suficientemente
cómodo para proponérselo de nuevo. Esta vez bien sobrio. Pero, infiernos,
todavía estaban viviendo en dos estados diferentes, a miles de kilómetros
de distancia el uno del otro. Tenían problemas más grandes que las
propuestas olvidadas.
Nick le interrumpió las reflexiones, empujándose y apoyando el
codo en el colchón al lado de Kelly y poniéndole la mano sobre la cicatriz
de la bala en el pecho.
Sidewinder | Abigail Roux

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―Los dos sabemos que te volverías loco viviendo en un barco todo


el tiempo, Kels.
Kelly tragó saliva, los nervios inundándole. Nick realmente iba a
hablar de esto, acerca de ellos viviendo juntos.
―Y tú te volverías más loco todavía viviendo en una cabaña en el
bosque donde no podrías ver el mar o conocer gente nueva todos los días
―dijo con falsa alegría.
―Soy marine, bebé, nací para los barcos.
La sonrisa de Nick era genuina, pero melancólica en la mejor de las
hipótesis.
―Mentiroso. Necesitas los árboles y la hierba
―Entonces consígueme un árbol bonsái y voy a cultivar mi propia
hierba en la cubierta del barco.
―Tipo equivocado de hierba ―comentó Nick acercándose más y
darle un beso lento y provocador. Deslizó los dedos sobre la mejilla de
Kelly antes de agarrarle del cabello y apoyar su peso sobre él.
El deseo rasgó a través de Kelly como un reguero de pólvora.
Siempre lo hacía cuando Nick lo tocaba. Esta fue su primera relación con
otro hombre, pero la emoción y la aventura aún seguían allí. Estaba
seguro de que con Nick, nunca se desvanecerían.
―Creo que tenemos que hablar de eso, ¿eh? ―murmuró Nick entre
besos.
―Al menos que quieras seguir como estamos ―dijo Kelly.
―Una semana aquí, dos allí. Un mes de intervalo. Es una mierda,
nene.
Sidewinder | Abigail Roux

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Nick asintió fervientemente y se sumergió en otro beso.


―Pero te conozco y me conoces ―logró decir Kelly a través de los
besos―. Vamos a trabajaren esto. Estoy bien con ello por ahora.
―Bueno, yo no lo estoy ―dijo Nick antes de un largo y tenso
silencio. Se dejó caer sobre la espalda con un resoplido―. Así que vamos a
averiguarlo.
―¿Ahora? ―Kelly prácticamente chilló―. Es medianoche.
―Los dos estamos despiertos.
Kelly hizo un gesto a sí mismo en énfasis.
―Despierto es la palabra adecuada, sí.
Nick se rió calentando la cabina con este sonido tan bueno, tapando
las olas golpeando en el casco.
Kelly resopló y se puso a horcajadas sobre él, colocando ambas
manos sobre el pecho de Nick y moviéndose sobre su ingle, sonriendo por
el hecho de que Nick estaba medio duro. Nick se movió debajo de él,
agarrando sus muslos. Kelly se inclinó a su izquierda para encender la
lámpara junto a la cama. Ambos hicieron una mueca apartando los ojos de
la luz tenue, pero Kelly finalmente fue capaz de encontrar los increíbles
ojos verdes de Nick. Nick lo estaba observando, indulgente y... derrotado.
―Te amo, ―soltó Kelly, sin saber por qué se sentía inclinado a
decírselo justo en ese momento.
―Sí, lo haces ―arrastró las palabras Nick, con una sonrisa amplia.
Su expresión se suavizó rápidamente―. Yo también te amo.
―¿Follar primero o hablar primero? ―preguntó Kelly.
Nick frunció los labios y el ceño, considerándolo.
Sidewinder | Abigail Roux

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―¿Y si optamos por lo primero y luego adormecimos y nos


olvidamos de hablar? Continuará siendo un problema por la mañana.
―Válido. ¿Pero y si terminamos enfadándonos al respecto? Vamos
a perder la joda.
―Siempre nos quedará la promesa de sexo violento y gratificante
después de una discusión.
Kelly le apuntaló con el dedo.
―Oh, sexo enojado.
Las cejas de Nick se elevaron más, luchando, obviamente, con una
sonrisa.
―Nunca hemos tenido de eso, tampoco. Podría ser divertido.
Kelly no pudo contener la risa por más tiempo. Pasó las manos
sobre el pecho de Nick.
―¿Debo empezar una pelea?
Nick elevó las manos, fijándolas en la cintura de Kelly.
―Todavía no ―murmuró, tirando de él para acercarle más.
Se sentó yendo al encuentro de Kelly que se inclinó sobre él, y le
envolvió con los brazos, besándolo. Cruzó las piernas para hacerlo más
confortable para Kelly que se estableció en su regazo.
―Pensé que votaste por la conversación antes de follar ―se quejó
Kelly.
Nick lo besó de nuevo, asintiendo. Sus manos se arrastraron por la
espalda de Kelly.
―Lo hice. Estamos hablando.
Sidewinder | Abigail Roux

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Kelly se río. Colocó las dos manos en los hombros de Nick y empezó
un deslizamiento de caderas, frotando la polla endurecida de Nick contra
la suya.
―No, no lo estamos.
―Perfecto, entonces cállate la boca ―gruñó Nick.
El siguiente beso fue devorador, como si quisiesen consumirse,
claramente la intención de silenciar a Kelly era ya un hábito cuando Nick
estaba tratando de seducirlo.
El agarre de Nick se tensó y antes de que Kelly se diera cuenta de lo
que estaba ocurriendo, éste le había envuelto y les hizo rodar, clavándole
en el colchón con la cabeza a los pies de la cama y las piernas envueltas
alrededor de la cintura de Nick.
―Está bien, eso fue divertido ―jadeó Kelly.
Nick le hizo callar con un beso y giró las caderas. Ya habían atendido
estas necesidades una vez esta noche; casi tan pronto como sus pies
habían golpeado la cubierta del yate, Nick tenía a Kelly presionado contra
el casco, besándolo hasta dejarlo tonto. Pero había sido casi un mes desde
que se habían visto el uno al otro, y Nick finalmente se había curado
completamente de su cirugía. Kelly no había esperado menos. De hecho,
estaría un poco molesto si Nick no le maltratara un par de veces al día
durante la primera semana de su visita.
El teléfono de Nick comenzó a sonar mientras se besaban, el sonido
amortiguado como si viniera desde el interior de algo. Nick se empujó
hacia arriba con una maldición de frustración.
―No voy a responder eso.
Sidewinder | Abigail Roux

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―¿No estás técnicamente de servicio? ―preguntó Kelly.


Nick murmuró algo ininteligible y rodó hacia la cabecera de la cama.
Tanteó debajo de la almohada y sacó el teléfono.
―¿Mantienes el teléfono debajo de la almohada? ―preguntó Kelly
con una sonrisa. Era la primera vez que compartían una cama mientras
que Nick estaba de servicio―. ¿Cómo se ajusta al lado de tu pistola, el
cuchillo y el lubricante?
―Shhh. O'Flaherty al teléfono ―gruñó Nick prácticamente cuando
respondió. Sus ojos se estrecharon y se dirigió hacia Kelly como si tuviera
la intención de continuar lo que habían comenzado, pero luego su
expresión cambió de depredador a estado de alerta, el rostro alarmado,
las cejas levantadas, deteniendo todo movimiento―. ¿Cuándo? ¿Qué
pasó? ¿Fuisteis atacados?
Kelly se incorporó, con el ceño fruncido. Esperaba que esto era
trabajo y no otra llamada de auxilio de uno de sus amigos. Los hombres de
su ex equipo Recon, Sidewinder, parecía tener un don para meterse en
problemas. Y no importaba cuál de ellos necesitaba ayuda o el tipo de
ayuda que necesitaba, Nick siempre era el primero al que cualquiera de
ellos llamaba.
―Voy a estar allí ―respondió Nick terminando la llamada y
arrojando el teléfono a un lado. Trepó fuera de la cama hasta el armario,
hablando por encima del hombro mientras se ponía una camisa―. Me
tengo que ir. ¿Te vienes conmigo?
―Por supuesto. ―Kelly empezó a vestirse, pero copió la sugestión
de Nick que ni siquiera se tomó el tiempo para vestirse correctamente.
Sidewinder | Abigail Roux

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Sólo se puso unos pantalones de chándal y deslizó los pies descalzos en un


par de sandalias de plástico mientras se dirigía hacia las escaleras. Kelly le
seguía todavía luchando para conseguir ponerse una camisa.
Nick rompió un número sin precedentes de leyes de tráfico en el
camino a donde quiera que iban, pero el pequeño, ligero señalizador
portátil que parpadeaba en su tablero parecía hacerlo legítimo. ¿Era legal?
Había estado en un auto con Nick mil veces, sin embargo ni siquiera una
vez se vio obligado a sujetarse a la manija cuando se movían a través del
tráfico o tomaban un giro brusco. Nick era posiblemente el mejor piloto
que Kelly había conocido. A veces parecía imprudente, pero Kelly confiaba
en él implícitamente. En el asiento del conductor de un auto, claro. La
única vez que Nick había pilotado un helicóptero era una historia
diferente. Su amigo Owen aún se negaba a montar en un helicóptero
después de ese viaje.
Cuando llegaron a un hotel anodino, no había ninguna prisa o
alboroto como había esperado Kelly. No había policías uniformados en las
calles, tampoco luces intermitentes, los huéspedes no entraban en pánico
en el vestíbulo casi vacío. Nada más que un sólo hombre de uniforme que
salía del ascensor. Nick levantó la insignia de una cadena alrededor del
cuello, pasándole.
―Él está conmigo, está limpio ―le dijo de paso, apuntando a Kelly.
Kelly saludó al hombre con una inclinación corta de cabeza, tratando de
no sentirse incómodo. Había estado en operaciones especiales en el
ejército y era extremadamente capaz, tanto en el campo como en
cualquier situación en Estados Unidos. Tenía la formación médica que
Sidewinder | Abigail Roux

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podía salvar una vida bajo el fuego enemigo o podría romper el cuello de
un hombre antes de que este supiera que estaba allí.
Pero no era un policía. No sabía nada acerca de la investigación o de
la ley. La única razón por la que estaba allí era porque acompañaba a su
novio. No le gustaba la sensación.
Nick se dirigió a la habitación 319, donde otro oficial estaba de
guardia, una silla de plástico cerca de él contra la pared. Nick mostró su
placa de nuevo, a pesar de que cada hombre que había pasado,
obviamente, lo conocía de vista. Cuando entraron en la habitación de
hotel, un hombre fornido con el cabello plateado estaba cerca de la puerta
del baño, moviendo la cabeza a Nick.
―¿Qué diablos pasó? ―preguntó Nick.
―Se asustó. No lo sé. No quiere hablar conmigo. Me imaginé que
has forjado una relación con él, podría responderte
Nick asintió, frunciendo el ceño ante la puerta del baño y mirando
por encima del hombro hacia Kelly.
―Uh, Kels, este es el detective Alan Hagan, mi compañero. Es un
inútil cuando se supone que tengo la noche libre
Kelly estrechó la mano del hombre, presentándose a sí mismo. No
ofreció su relación con Nick, sin embargo. Ese era el trabajo de Nick, y
francamente, Kelly no sabía lo sensible que este asunto era para él. Sabía
que Nick había salido como bi para básicamente todo el mundo en su vida
no mucho después de que había salido para Kelly. Cómo todo el mundo
había lidiado con esto, Nick nunca se lo había dicho.
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―¿Tú eres el novio? ―preguntó Hagan estrechando la mano de


Kelly―. ¿De quién habla todo el maldito tiempo?
Kelly enrojeció, aclarándose la garganta y sonriendo
incontrolablemente. Miró a Nick de nuevo. No estaba seguro de por qué
seguía siendo sorprendido por cuan abierto era Nick sobre su relación.
Sabía que Nick odiaba los secretos, odiaba tenerlos en especial. Debería
haber sabido que no lo ocultaría. No los escondería.
Nick tenía el oído en la puerta del baño. Llamó a la puerta con
suavidad.
―Hey, amigo, el detective O'Flaherty, ―llamó, manteniendo la voz
baja y suave―. ¿Estás bien ahí dentro?
La respuesta sonó amortiguada, pero por la forma que Hagan
levantó una ceja y ladeó la cabeza, era más respuesta de lo que él había
estado recibiendo.
―Ven más cerca de la puerta, no podemos oírte ―explicó Nick.
Esperó, conteniendo la respiración. Hubo un golpe contra la puerta
y se alejó un poco como esperando a que el hombre estuviera abriendo.
―Lo siento ―dijo la voz desde el otro lado―. Lo siento, me asusté.
Yo sólo...
Nick apoyó el hombro en el marco de la puerta.
―Hey, está bien. Tienes todo el derecho a estar volviéndote loco,
todos sabemos eso. Si te sientes más seguro ahí, sigue adelante y quédate
ahí, ¿de acuerdo? Eso es todo lo que queremos, que te sientas seguro en
este momento.
Sidewinder | Abigail Roux

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Nick hizo una pausa, y sus ojos se encontraron con Kelly. Sonrió
suavemente y le hizo un guiño. Kelly se mordió los labios para no sonreír
en un momento tan inadecuado. Había visto a Nick hablar con docenas de
jóvenes marines asustados y en pánico. Podía ser calmante, cuando se
decidía a serlo.
―Ahora, me gustaría saber que te asustó, sin embargo ―continuó
Nick―. ¿Te gustaría decírmelo?
―¿Tiene hijos, detective? ―El hombre en el baño preguntó.
Nick frunció el ceño en confusión.
―No.
―Me imaginé que podría tener niños pequeños o algo. En este
momento me está hablando a mí como a uno.
Los ojos de Nick se estrecharon, miró a la puerta con un ceño
fruncido, insultado.
―¡Muy bien! Entonces, ¿por qué no consigues tu culo fuera del
baño y hablamos como adultos?
Hagan inhaló profundamente y el guardia de la puerta se tensó. El
hombre en el baño estaba en silencio. Kelly hizo una mueca cuando
parecía que la táctica de Nick había fracasado, pero luego se oyó una risa
suave a través de la puerta.
La cerradura clicó y la puerta se abrió un poco. Kelly medio que
esperaba una especie de hombre un poco calvo de aspecto neurótico con
gafas o algo así, pero el hombre que se asomó era de tal vez de un metro y
ochenta y tres centímetros de altura, sólo tres o cinco centímetros más
bajo que Nick. Era delgado y en forma, bronceado y saludable, con un
Sidewinder | Abigail Roux

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cabello rubio despeinado que obviamente había sido blanqueado por el


tiempo en el sol. Sus ojos eran de un azul que parecía Photoshop. Joder,
era exactamente el tipo de Nick.
Nick todavía estaba apoyado contra la jamba de la puerta, con una
ceja levantada en el hombre.
―Touché, detective ―dijo el rubio.
Nick asintió, cruzando los brazos con aire de suficiencia.
El hombre miró hacia Hagan.
―Lo siento.
―Hey, lo entiendo. No has herido mis sentimientos de ningún
modo.
Los ojos del chico aterrizaron en Kelly, y este trató de ofrecer una
sonrisa reconfortante a pesar de que todavía no tenía idea de lo que
estaba pasando.
―JD, esta es mi pareja, Kelly Abbott ―dijo Nick agitando la mano en
su dirección.
―Kels, este es nuestro testigo que no sabe quién es.
―¿En serio? ―susurró Kelly.
―Pensé... Pensé que el detective Hagan era su pareja ―dijo JD,
frunciendo el ceño y mirando entre ellos.
―Compañero ―dijo Nick con suavidad, señalando a Hagan.
Luego indicó con el dedo a Kelly.
―Novio. ¿Quieres sentarte y decirme lo que pasó?
JD se aclaró la garganta y asintió, mirando de nuevo a Kelly y Hagan
con un rubor subiendo a sus mejillas.
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―Chicos, nos dais un minuto, ¿verdad? ―dijo Nick cuando JD se


dirigió a la cama en la habitación del hotel.
Nick se detuvo y tomó el brazo de Kelly, dándole un rápido beso en
la mejilla. ―Lo siento mucho, esto va a llevar sólo un par de minutos.
―Está bien. ―El corazón de Kelly seguía vibrando con el hecho de
que Nick lo había reclamado tan fácilmente frente a todos y cada uno de
ellos y por el brillo posesivo en sus ojos. Se habría sentado en el pasillo
esperando toda la noche sólo para ver ese brillo en los ojos de Nick de
nuevo.
Salió de la habitación con Hagan, mirando hacia atrás para ver a JD
sentado en el extremo de una de las camas y Nick apoyándose en la
cómoda frente a él para que pudieran hablar. Se veía muy profesional en
ello, obviando si descartabas los pantalones de chándal que estaban
empapados en la parte inferior y las chanclas de plástico que llevaba
puestas.
La puerta se cerró y Kelly se quedó con los dos policías en el pasillo.
Metió las manos en los bolsillos y rebotó arriba sobre los dedos de los
pies.
―¡Por lo tanto! ―dijo alegremente―. Esto es divertido.
―Este tío es un puto caso perdido ―gruñó Hagan―. Podría estar
aquí un rato. ¿Quieres un café?
Kelly negó con la cabeza y apoyó la espalda contra la pared. Se
deslizó hacia abajo para sentarse, apoyando los brazos sobre las rodillas. Si
había una cosa de operaciones especiales que sabían cómo hacer, era
dormir sentado.
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Nick siguió cruzando los brazos y luego se obligó a parar, apoyando


las manos en su regazo. No quería desprender un lenguaje corporal de
que estaba irritado, impaciente o intolerante. Era difícil, sin embargo,
cuando debería haber dormido unas pocas horas más y que había sido
interrumpido durante lo que se supone que sería todo un fin de semana a
solas con Kelly.
―¿Qué pasó?
―He tenido un sueño ―dijo JD con un encogimiento de hombros
impotente―. Me desperté en estado de pánico, corrí al baño, y me senté
en la bañera hasta que pude respirar.
Nick asintió, su expresión cuidadosamente neutral.
―¿Recuerdas el sueño?
JD negó con la cabeza, haciendo una mueca. Se retorcía las manos,
meciéndose un poco.
―Me siento estúpido. Lo siento mucho. Siento que le llamaran aquí.
―Hey. ―Nick se inclinó más cerca, bajando la voz―. La gente no
está hecha para este tipo de estrés, ¿de acuerdo? Cada uno lo maneja
como puede, no hay vergüenza en ello.
JD bufó y se rió con tristeza.
―¿Alguna vez ha despertado en una bañera, detective?
Nick abrió la boca y luego la cerró rápidamente, mirando por
encima de la cabeza de JD cuando la memoria cruzó por su mente.
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―Sí. Pero estaba con resaca y... no sólo. Mi punto, sin embargo, es
que despertar y salir en busca de seguridad no es nada de lo que
avergonzarse. Me despierto en pánico todo el tiempo. Traté de matar a mi
novio con el mando a distancia de la televisión una vez, por lo que... Se lo
que estás sintiendo. No hay vergüenza en el miedo.
JD tomó una bocanada de aire inestable y se pasó una mano por el
rostro.
―¿Todavía no puedes recordar nada?
―Creo que soñé con la librería. Yo estaba allí. ―JD negó con la
cabeza―. Pero eso ya lo sabíamos, ¿eh? Todo lo que recuerdo es algo
acerca de un libro, no sé
Nick cogió su cuaderno Moleskin, tomando notas. Asintió para JD
que continuara hablando mientras escribía.
―Creo... Me sentía como si no estuviera en el lugar correcto,
¿sabe? Como si supiese que no debía estar allí. No podía alejarme sin
embargo.
Nick hizo un asterisco y escribió la posibilidad de que JD se había
visto obligado a acompañar a alguien durante el robo. Miró hacia arriba
para encontrar a JD balanceándose más rápido. Era un hábito con el cual
estaba familiarizado, y por lo general significaba que era hora de cambiar
de tema.
―Bueno. Te diré qué, amigo, ¿por qué no tratas de conseguir algo
de descanso esta noche? El lunes por la mañana espero tener algunas
fotos para mostrarte; vamos a ver si ellas despiertan algún recuerdo.
JD asintió.
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―También tengo a alguien investigando tus huellas digitales y


revisando los informes de personas desaparecidas. Por la mañana, los
resultados deberían estar listos.
JD se tensó, mirando hacia arriba para encontrar los ojos de Nick.
―¿Qué pasa?
―¿Y si vienen y te dicen que soy una persona horrible?
Una punzada de compasión tocó un poco demasiado cerca de casa.
Esta cosa era luchar con su humanidad. Debe haber sido una tortura
hacerlo sin el beneficio de las acciones pasadas o incluso pensamientos
del pasado para respaldar sus conclusiones.
―No me puedo imaginar que esto pasara ―ofreció gentilmente. Se
inclinó hacia delante y le dio unas palmaditas en la rodilla a JD―. Trata de
descansar un poco, ¿de acuerdo? Voy a llamar de vuelta a Hagan y...
―No se puede quedar, ¿verdad? ―soltó JD. Cuando Nick le levantó
una ceja, palideció, mirando sorprendido de que había hablado en
absoluto―. Quiero decir... él es agradable y todo, pero usted es la única
persona con la cual me he sentido cómodo. Yo...
Nick tuvo que luchar duro para no gemir. Siempre se las arreglaba
para recoger a los animales abandonados de alguna manera.
Negó con la cabeza, sintiéndose culpable por ignorar una solicitud
tan sincera porque quería ir a casa y follar a su novio.
―Lo siento, no podemos simplemente cambiar las cosas sin
informar de ello y dar una razón de peso para hacerlo.
JD bajó la cabeza, mirando abatido. Asintió, a pesar de esto, y tomó
una respiración profunda. ―Bien.
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―¿Estarás bien por esta noche?


JD asintió de nuevo, con más confianza en este momento.
―Estoy bien.
Nick se sentó con él durante unos minutos más, haciéndole saber
que no estaba más que a una llamada de distancia, que estaría de vuelta
en el caso el lunes y que no había nada de qué preocuparse, siempre y
cuando se quedara con Hagan o uno de los agentes asignados a su puerta.
―Perdónenme que le haya molestado tan tarde. Dígale a su novio
también que lo siento; esto debe ser extraño para él
―Nos conocimos en Recon ―dijo Nick.
―Está acostumbrado a lo extraño.
Se puso de pie y le dio en el hombro una última palmada antes de
dirigirse a la puerta. Cuando entró en la sala, Hagan estaba apoyado
contra la pared, con la cabeza hacia atrás y la boca abierta mientras
roncaba. Kelly se había quedado dormido encogido directamente contra la
pared junto a la puerta.
Nick resopló y echó un vistazo al agente de uniforme, que estaba
sentado en su silla con una taza de café y miraba a Nick con una sonrisa.
―¿Vosotros sois la caballería?
Hagan se estremeció y resopló, sacudiendo la cabeza mientras se
despertaba.
―Estoy despierto.
Nick se rió y asintió, dando un paso a un lado para que Hagan
pudiera volver a la habitación.
―Le dije que me llamarías si surgía algo.
Sidewinder | Abigail Roux

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―Lo tienes, hermano. Lidias con esta mierda mejor que yo ―dijo
Hagan, y luego tropezó hacia su cama y se dejó caer en ella.
Kelly todavía estaba sentado con la espalda contra la pared,
parpadeando adormilado hacia Nick.
―Puedes quedarte dormido en menos de cinco minutos sentado en
el vestíbulo de un hotel, pero no puedes dormir en mi cama suave y
agradable en mi barco.
Kelly pasó la lengua por los labios y extendió la mano para que Nick
lo ayudara a ponerse de pie.
―Tal vez deberíamos dormir en la cubierta, de nuevo ―dijo
mientras se dirigían a los ascensores―. Dormí como un bebé una vez, con
Ty, encima de una boya.
Nick resopló y apretó el botón del ascensor.
―Vamos a buscar un hotel.

―Entonces, dime sobre este caso. ¿El testigo tiene amnesia?


―preguntó Kelly en el auto en el camino de regreso al puerto de Boston.
Había intentado todo el tiempo que pudo mantenerse fuera de esto, pero
era demasiado curioso.
―Sí, recibió una bala en la parte posterior de la cabeza. Los médicos
dijeron que es un daño físico o un choque de algún tipo.
―Algo así como cuando fui chutado en la cabeza por esa cabra.
Nick soltó una carcajada.
―Sí, un poco como eso.
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Kelly lo miró, admirando su perfil. Todavía se lo debía eso a Nick.


Habían estado en una misión cuando se habían puesto a cubierto en un
barranco que pasó a ser el albergue de varias cabras, entre ellas un macho
cabrío territorial que había tomado un tiro certero en la cabeza de Kelly.
Se había despertado cuando era transportado de vuelta al campamento, y
Nick le había convencido de que era un vendedor de biblias de Oklahoma
recién llegado trayendo el ganado al mercado y que consiguió como pago
una pezuña en la cabeza. Kelly lo creyó durante dos horas completas antes
de regresarle la memoria. Todavía tenía problemas mirando cabras sin
destellos de culpabilidad completamente injustificada.
―Idiota ―murmuró Kelly.
Nick casi se rió antes de que llegara a controlarse. Se aclaró la
garganta.
―De todas formas. No sabemos si tiene alguna información sólida o
no, ni siquiera sabemos quién es.
―¿Podría ser uno de los ladrones? Fue noqueado en el lugar y sólo
sacó algo de su culo cuando se despertó, ¿en lugar de ir a la cárcel?
―Es una posibilidad real, sí. Esa es la otra razón por lo que lo
tenemos bajo protección.
―Oh. Inteligente.
―De hecho, ―Nick arrastró las palabras, lanzándole una sonrisa
maliciosa antes de dirigir sus ojos de nuevo a la carretera―. No creo
haberte visto en modo detective alguna vez. Es algo un tanto... sexy.
Nick se limitó a sonreír. Kelly lo observó, ponderando el silencio que
cayó entre ellos. No era incómodo. Nunca lo había sido, no desde el
Sidewinder | Abigail Roux

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primer momento en que se conocieron. A veces podría ser intenso, sin


embargo, especialmente durante los meses después de que Nick había
regresado de su experiencia de prisionero de guerra en Afganistán.
Este silencio era algo diferente. Era fácil y ligero, carente de
expectativas. A Kelly le gustó. Pero podía percibir que Nick tenía más en su
mente que las próximas semanas con él.
―Oye nene, ¿quieres que me vaya a casa hasta que tengas este
caso resuelto? ―preguntó Kelly―. No quiero estar en el camino.
Nick lo miró, sus ojos se abrieron alarmados.
―No. No, no estás en el camino. Nunca dije eso.
―Sé que nunca lo has dicho, pero también sé cómo funciona tu
cerebro. No vas a dejar de darle vueltas al misterio, pero cada vez que
pienses en ello creerás que debes pasar tiempo conmigo en vez de eso y
vas a sentirte culpable por causa del trabajo.
―No es verdad.
―Eres el peor mentiroso de mierda en la historia de la mentira de
los mentirosos.
Nick se rió en voz baja, alcanzándolo sobre la consola, y agarrándole
de la mano.
―Está bien, probablemente tengas razón. Pero no quiero que te
vayas. ¿Por favor?
―Bueno. Así que dime más sobre el caso. ¿Puedes?
―Técnicamente, no. Pero infiernos, te he dicho cosas de mierda de
seguridad nacional que no deberías saber, entonces, que demonios.
Sidewinder | Abigail Roux

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Kelly se apuntó a sí mismo, trazando un círculo en el aire alrededor


de su rostro.
―Este hermoso rostro aquí. Como un cachorro. ¿Esto parece el
rostro de un espía?
Nick lo miró de reojo.
―Sí.
―Lo justo. Pero dímelo de todos modos
―El robo fue en una librería y anticuario.
―¿Anticuario? Eso envuelve cierta especialidad, no sólo libros de
bolsillo usados, ¿verdad?
―Correcto. Libros raros, cosas caras.
Nick tuvo que soltar la mano de Kelly para poner el intermitente y
girar, cosa que al parecer molestó al auto de detrás de ellos, ya que les
tocó la bocina al pasar. Nick lo ignoró.
―La tienda fue revuelta de arriba abajo como si estuvieran
buscando algo. El sistema de seguridad habría sido fácil de pasar por alto
para un ladrón rudimentario, pero salieron sin dejar rastro.
―¿Así que crees que era un equipo profesional?
―Probablemente.
Había más bocinazos detrás de Nick y este miró en el espejo
retrovisor. Murmuró en voz baja,
―¿Qué están haciendo estos hijos de puta?
Kelly miró detrás de ellos.
Sidewinder | Abigail Roux

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―¿No es así como los Massholes12 conducen un auto?


Nick encendió la luz de la policía en el tablero. El tocar de la bocina
se detuvo y el auto infractor ralentizó abriendo más espacio entre ellos y
el Range Rover de Nick.
Kelly se dio la vuelta en su asiento.
―Estoy disfrutando mucho el viaje del poder que viene de
acompañar a un jodido policía.
―Eso es lo que todos dicen. De todas formas. Volviendo al asunto
de la librería de libros raros. Se llevaron cuatro libros y dos objetos de una
vitrina, todos ellos posiblemente vinculados a la Guerra Revolucionaria.
―¿Qué objetos?
―No lo sabemos todavía.
―¿Por qué no?
―Debido a que no somos psíquicos, amigo.
―¿Qué pasa con el dueño de la tienda? ―preguntó Kelly.
―Muerto. Asesinado en la acera en frente de la tienda junto con
uno de los ladrones. Los informes dicen que hubo disparos, los testigos
están diciendo que de cinco a una docena. No hemos recuperado todas las
balas o los cartuchos todavía, pero hubo al menos cuatro. Uno de los
cuales rozó a JD.
―Dios. ¿Quién mataría por un puñado de libros antiguos?
―Ni idea.

12
N de T: Para los residentes de Massachusetts es un título alcanzado por conducir demasiado rápido,
sin ninguna educación, adelantando indebido y tener poca paciencia con los otros conductores. Para los
de fuera es un término despectivo sobre la gente de Massachusetts que conduce como idiota.
Sidewinder | Abigail Roux

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Nick bajó la ventanilla y deslizó la llave de seguridad en el panel de


control del puerto deportivo.
―¿Cuáles son tus teorías bizarras o tienes miedo de decirle a tu
pareja porque se reiría de ti?
Nick sonrió con malicia mientras entraba en el aparcamiento del
puerto.
―¿Quieres saber mis teorías bizarras?
―Dime.
―¿Estás seguro?
―Quiero que sea muy raro, cariño, vamos. ―Kelly le ofreció una
mirada atrevida y descarada.
Nick resopló. Estacionó el auto en el parque, en seguida lo apagó y
se echó hacia atrás, con las manos en el volante.
―Viajeros intergalácticos en el tiempo, amantes del té que intentan
ayudar a los británicos a ganar la Guerra Revolucionaria. Historiadores
cabreados en una tentativa de liberar a los artefactos de sus jaulas. O
cazadores de tesoros intentando encontrar la desaparecida biblioteca de
los Caballeros Templarios.
Kelly se rió y apoyó la cabeza contra el frío cristal de la ventana,
señalándolo con un dedo burlón.
―¿De dónde sacas toda esta mierda?
Nick le dio un golpe en el pecho. Kelly le tomó de la mano y se negó
a dejarlo ir.
―¿Puedo hacer de abogado del diablo para tus teorías?
―No ―gruñó Nick.
Sidewinder | Abigail Roux

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Consiguió soltar la mano del agarre de Kelly y se estiró hacia él con


la otra mano, arrastrándolo a través de la consola. Kelly comenzó a
protestar, pero Nick le besó casi brutalmente, con los dedos apretados en
su cabello y la otra mano agarrándole la camisa.
―¿Qué ha pasado? ―Jadeó Kelly.
Nick tenía el hábito de excitarse en los momentos más extraños y
por las cosas más aleatorias. Kelly nunca sabía cuándo Nick le iba a atacar.
Eso provocaba cosas muy interesantes.
―Habíamos empezado algo y estaba pensando que nos gustaría
terminarlo ―refunfuñó Nick, todavía tirando de Kelly a través de la
consola.
El tono profundo de su voz golpeó a Kelly en el intestino.
―¿No en el barco?
―No voy a ser capaz de caminar hasta allí, bebé.
Kelly se deslizó el resto del camino en la consola y fue a parar en el
regazo de Nick. Su codo golpeó la bocina mientras se besaban, y el Range
Rover se quedó allí gritando acerca de lo que sus ocupantes estaban
haciendo hasta que Nick reclinó el asiento. Se recostó tomando a Kelly con
él y éste lo montó a horcajadas y empezó a reírse de nuevo.
―Estás jodidamente loco ―jadeó. Acarició con la mano la mejilla de
Nick para aligerar el golpe de las palabras.
―¿Qué demonios te hizo volver a este clima?
Nick le cogió del cuello, agarrándolo con fuerza y tirando de él hacia
abajo en otro beso exigente. Mantuvo la mano en la parte posterior de la
Sidewinder | Abigail Roux

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cabeza de Kelly, negándose a dejarle sentarse, negándose a dejarle que


rompa la presión de sus cuerpos.
―Sólo tú. El brillo de la luna en tu sonrisa.
―Muy romántico, pero ¿estás seguro de que esto no es sólo a causa
de la historia nerdgasm13 que estabas contando en este momento?
Nick sonrió contra sus labios.
―Guerra de la Independencia y probablemente te has puesto muy
duro desde que escuchaste esas palabras.
―Entonces, ayúdame con eso.
―Hice eso más temprano.
―Entonces, joder, hazlo de nuevo.
Kelly se movió en su regazo hasta que su polla endurecida empezó a
frotarse contra la de Nick a través de los pantalones que ambos llevaban.
Nick gimió y separó las piernas más hasta que fue capaz de sostener el pie
descalzo sobre el tablero al lado del volante. Levantó sus caderas,
empujando su pene contra Kelly, y ambos gemían entre besos.
―La metralla en tu muslo, tu rodilla mala. ¿Cómo estás tan flexible
todavía?
―Motivación ―dijo Nick, con todavía más que suficiente aliento
para provocar otra sacudida a través del cuerpo de Kelly. Amaba cuando
Nick se excitaba tanto que no podía esperar para buscar una cama. O
privacidad. Dios, le encantaba.

13
N de T: Un sentimiento de gran emoción en un empollón o friki, una sobrecarga sensorial, un clímax
en el interior del cerebro cuando reconocen informaciones específicas sobre un tema que no todo el
mundo realmente conoce. Como por ejemplo cuando oyen hablar de un nuevo descubrimiento
científico, un video juego oculto, etc.
Sidewinder | Abigail Roux

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Se agachó para besar a Nick de nuevo, profundizando en su boca,


lamiendo sus dientes, y, finalmente, chupando la punta de la lengua con
las manos de Nick agarrándole y apretándole cerca. El beso siguió y siguió,
y la mano de Nick encontró su camino en sus pantalones de chándal para
agarrarle el culo. Clavó las uñas en Kelly que nunca había experimentado
este tipo de posesividad antes de empezar esta relación con Nick, pero
ahora parecía que Nick quería reclamarlo, siempre.
Hubo un fuerte golpeteo en la ventana de la derecha junto a la
cabeza de Kelly. Ambos se sorprendieron, pero cuando Kelly trató de
levantarse, de reaccionar, Nick lo inmovilizó justo donde estaba, atrapado
contra el volante, sin romper el beso.
―¡Hey, no pueden hacer eso aquí! ―gritó el intruso.
Nick buscó entre sus pechos y encontró su placa, y la pegó contra el
cristal, manteniéndola visible allí
―Lo siento, detective ―dijo el guardia de seguridad
desconcertado―. No le había reconocido.
Nick rió mientras dejaba caer la placa para reanudar su dominio
sobre el cabello de Kelly.
―Eso fue jodidamente caliente, hombre.
―Tú sí que eres caliente ―gruñó Nick. Levantó las caderas, su polla
dura deslizándose sobre Kelly, la cabeza que sobresalía arriba y abajo en la
parte interior del muslo de éste.
Tiró del culo de Kelly para acercársele más, listo para recomenzar
como si nunca hubieran sido interrumpidos.
Kelly gimió y bajó la cabeza, apretando los dientes.
Sidewinder | Abigail Roux

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―¡Nick!
Nick simplemente persiguió la boca de Kelly con la suya, besándolo
con fuerza, tirándole del cabello, el beso consumiéndoles a los dos. Las
caderas de Kelly comenzaron a moverse de nuevo por su propia voluntad.
Nick lo celebró como si Kelly pudiera tratar de alejarse de él.
―Vamos a llegar al barco ―dijo Kelly apretando los dientes―. Te
quiero dentro de mí.
―Jodidamente tarde, no pares de moverte. ―Nick se quedó sin
aliento contra los labios de Kelly. Tomó una respiración profunda mientras
se retorcía debajo.
Kelly gruñó su nombre de nuevo cuando se dio cuenta de que Nick
estaba a punto de correrse. El agarre de Nick se endureció.
―Kels ―susurró casi con reverencia. La forma en que lo miraba, el
amor y la devoción absoluta en sus ojos, era algo que Kelly veía cada vez
que se tocaban, cada vez que hacían el amor. Nunca había visto a Nick
mirando a cualquier persona o cualquier otra cosa de esta misma manera.
Kelly se acarició contra su rostro y luego le mordisqueó el cuello
cuando cedió a su propio orgasmo, apretando los dientes en la piel de
Nick para no gritar por misericordia. Nick gritó por él, sin embargo.
―Te amo. ―El jadeo entrecortado en el oído de Kelly envió
escalofríos por todo su cuerpo.
Kelly le dio un beso, ya que ambos bajaron de la altura post-
orgasmo.
―También te amo ―susurró.
―Incluso si empiezas a cazar bibliotecarios intergalácticos.
Sidewinder | Abigail Roux

70

Nick puso los ojos en blanco, valientemente luchando por no


sonreír. Dio un empujón a la puerta y Kelly se arrastró fuera del Range
Rover.
―Son historiadores intergalácticos. Maldita sea, hijo, aprende las
cosas correctamente.

La ducha del camarote principal no era lo que se podría llamar


amplia, pero Nick todavía le había convencido a unírsele en ella. No
podían moverse sin tocarse entre sí, lo que estaba muy bien para Nick.
En realidad habían compartido una gran cantidad de duchas antes
de estar envueltos en una relación romántica. A veces, en los lugares que
fueron enviados con Sidewinder, el agua era escasa y otras veces iban
escasos de tiempo y en estos casos el compartir era práctico. Nick había
trabajado duro para no hacer de esos momentos nada ni remotamente
sexual, no importaba que fuera un su compañero de equipo o un extraño
al azar con quien le tocaba compartir. Siempre había sido más duro con
Kelly porque el hombre no tenía sentido del espacio personal y ningún
indicio de autoconciencia. Pero ahora Nick estaba completamente libre
para colocar sus manos por el cuerpo de Kelly, para presionarlo contra el
azulejo y besarle el cuello, para robarle el agua porque era unos
centímetros más alto.
Está bien, esto último lo había hecho siempre.
Cuando ambos quedaron limpios, se arrastraron a la cama. El sol iba
a salir pronto. Tendría que volver a trabajar en veinticuatro horas. Hasta
Sidewinder | Abigail Roux

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entonces, sin embargo, él y Kelly podrían abrazarse juntos bajo las


sábanas y cerrarse al mundo.
Estaba casi dormido, acurrucado en su lado con Kelly envuelto
alrededor de él desde atrás. No importaba cómo se acostaban; Kelly
siempre terminaba asumiendo el papel de cuchara grande.
―¿Qué tipo de libros eran?
Nick se sorprendió volviendo a la plena conciencia, inhalando
ruidosamente y haciendo parpadear el sueño a distancia.
―¿Qué?
―Lo siento, pensé que todavía estabas despierto.
―¿Qué te indicó eso? ¿Los ronquidos?
―Cállate. ¿Qué libros eran?
―Uh. .. ―Nick rodó sobre su espalda y se frotó el rostro―. Uno era
un relato de primera mano de las batallas de Lexington y Concord. Un
diario. Realmente raro. Otro era algo acerca de la Realeza Inglesa. El
último era un libro de mapas.
―Dijiste que había cuatro. ¿Cuál era el último?
―Yo... no tengo idea. ¿Por qué?
―Bueno, si cogieron los libros, obviamente son importantes.
No era exactamente un nuevo concepto para Nick, pero había
estado más concentrando en los objetos perdidos y suponiendo que eran
valiosos. No necesariamente importantes. Se empujó hacia arriba sobre
los codos y miró a Kelly a través de la oscuridad.
―Explícate.
―Está bien, va con tu teoría de los cazadores de tesoros.
Sidewinder | Abigail Roux

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―Kels, estaba bromeando sobre eso. ¿Viajeros Intergalácticos en el


tiempo? Venga ya.
―Lo sé, pero escucha. Fueron detrás de los libros, hombre. Tu tipo
medio muerto en la calle puede vender libros raros en el mercado negro, y
las casas de empeño no se complican con cosas así. ¿A dónde irías para
obtener dinero por un libro raro?
―Una librería anticuario.
―Correcto, y vas simplemente y los robas. Entonces, si no estás
intentando ganar dinero de tu robo, ¿para qué quieres estos libros?
―¿Joder a los ladrones? ―murmuró Nick. Se frotó los ojos de
nuevo―. Golpes en la puerta. Insomnio. Técnicas especiales de
interrogatorio. Silenciar a su compañero de cama en medio de la noche.
―Todo totalmente válido. Pero estoy hablando de información. Los
libros son fuentes de información.
Nick continuó frotando la palma de la mano contra su ojo, pensando
en eso. Finalmente alzó la vista, ver las estrellas brevemente antes de
enfocarse de nuevo en la rostro de Kelly.
―¿Estás diciendo que no estaban detrás de cosas para vender, pero
estaban buscando algo en particular?
Kelly se encogió de hombros.
―Tiene tanto sentido como robar en una tienda de libros, hombre.
―¿De todos modos, cómo sabes qué libros fueron robados?
―Los recuperamos en la escena. ―Nick se sentó, mirando al espejo
del armario al otro lado del camarote―. Huh.
Sidewinder | Abigail Roux

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Kelly llevó la mano sobre la espalda desnuda de Nick, trazando las


líneas de su tatuaje y haciéndole estremecerse.
―¿Qué?
―Vi a alguien por la mañana; me había olvidado de él. Pensé que
era Garrett, incluso lo llamé. Pero…
―¿Pensaste que viste a Zane? ¿Tengo que estar preocupado por
esta pequeña pasión zombi que los dos compartís?
Nick resopló, demasiado cansado para ofrecerle una verdadera
sonrisa.
―Sí, me estoy tirando al novio de Ty a escondidas, Kels. Lo siento.
―Estoy bien con eso ―dijo Kelly con un encogimiento de hombros.
Sus dedos continuaron trazando las líneas de la espalda de Nick.
―Entonces, ¿quién fue el que viste?
―¿Recuerdas que te conté sobre Ty y Zane y la CIA persiguiéndoles
hace unos años? ¿Ty en la carretera llamándome e implorándome para
recogerles en Filadelfia?
―Sí, disparaste a los agentes de la CIA y luego te arrestaron para
darles a Ty y Zane tiempo para escapar. Por eso hay agujeros en tu barco.
―Todavía flota. De todos modos, el tío al que estaban tratando de
mantener a salvo se llamaba Julian Cross. Era un operador tratando de
hacer un descanso de la Compañía.
―¿Sí?
―Se parecía un poco a Garrett. Tal vez fue él al que vi.
Kelly rió suavemente, sus dedos suaves sobre la piel de Nick.
Sidewinder | Abigail Roux

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―¿Era bueno? ¿Dice “hola” con un anillo decodificador super-


secreto?
―Hablo en serio.
―Tu siempre estás serio ―comentó Kelly, arrastrando las palabras.
Se incorporó, las sabanas enrolladas en sus caderas―. ¿Piensas que este
tipo, Cross, está detrás del robo?
―Mi primer instinto me dice que no. Realmente parecía como si
estuviera tratando de parar cuando estaba en la carrera con Ty y Zane.
Tenía a su novio con él, un tipo de conejo asustado.
―Wow, eso es... tan dulce.
Nick se rió francamente.
―Bueno, lo era. Y Cross era todo un asesino profesional. No hacía
trabajos como éste.
Kelly apoyó la barbilla en el hombro de Nick, con el rostro tan cerca
que Nick ni siquiera podía girar la cabeza para mirarlo a los ojos. En su
lugar, se miraron en el espejo. Eso hizo a Nick sonreír y él trató de
ocultarlo presionando los labios con fuerza.
―Entonces, ¿por qué lo mencionas? ―preguntó Kelly antes de
darle un beso en la piel desnuda.
Nick se estremeció y cerró los ojos.
―Cross estaba allí cuando debería estar en la clandestinidad. Podría
saber algo. Podrían estar involucrados.
―¿Cómo lo vas a encontrar? ―Kelly lo besó de nuevo, moviéndose
a lo largo de su brazo.
Nick gruñó.
Sidewinder | Abigail Roux

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―No lo sé. Voy a hacer una llamada a Ty después, a ver si tiene


algún consejo. En realidad... Voy a llamar a Garrett; Cross y Ty no se
llevaban muy bien.
―Sorpresa ―canturreó Kelly y besó la parte posterior del hombro
de Nick una última vez y luego se dejó caer sobre el colchón―. Está bien,
siento haberte despertado. Ven aquí y mantenme caliente.
Nick volvió a acostarse, deslizando su cuerpo contra Kelly y
finalmente se colocó con la cabeza sobre su hombro. Los dedos de Kelly le
acariciaban el cabello, tratando de calmarle para dormir. Pero la mente de
Nick zumbaba ahora. Le besó en el pecho, tarareando.
―Quieres ir en este momento y empezar a trabajar en esto,
¿verdad? ―preguntó Kelly, inexpresivo.
Nick levantó la cabeza.
―Algo así. ¿Te importa?
Kelly rió y negó.
―Mi culpa por despertar al perro dormido. Adelante.
Nick le dio un beso rápido y se levantó de la cama para vestirse.
―Llámame cuando te despiertes, iré a buscarte.
―¿Por qué?
―Voy a ver si puedo conseguir que el capitán te contrate como
consultor en el caso ―dijo mientras se ponía los pantalones y cerraba la
cremallera.
―¿Qué? ¿Por qué?
Nick sonrió maliciosamente y se arrastró en la cama, su cinturón
aún en la mano. Le besó profundamente.
Sidewinder | Abigail Roux

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―Porque voy corriendo con tu teoría sobre cazadores de tesoros y


te necesito para apoyarme.
―¿Qué? ―Kelly sonaba sin aliento y un poco en pánico. Nick se
dirigió a las escaleras, abrochándose la camisa de vestir a su paso―. ¡Esta
no es mi teoría, es tu teoría!
―¡No, de acuerdo con el informe que voy a enviar! ―gritó Nick.
―¡No te atrevas a colocar mi nombre al lado de un bibliotecario de
los Caballeros Templarios viajando en el tiempo, cabrón!
Nick se rió deslizando los pies en sus zapatos y se dirigió a la puerta.
Sidewinder | Abigail Roux

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Capítulo 3

―¿Qué haces aquí un sábado? ¿Hace cuánto tiempo estás aquí?


―preguntó Hagan, colocando su abrigo en la silla del escritorio.
Nick levantó la vista de los archivos que estaba estudiando.
―Oh, Dios mío ―comentó Hagan cuando vio el rostro de Nick―. Te
ves como un gato salvaje en un callejón. ¿Qué has hecho?
―He encontrado una caja de bebidas energéticas en la sala de
descanso ―respondió Nick, sus palabras cortas y precisas―. Creo que
tengo algo en este caso, hombre.
―¿Es contagioso? Porque prefiero no hacer... esto ―dijo Hagan
agitando su mano hacia Nick.
―No. Bien, entonces, tenemos los libros detrás de los cuales fueron
a la tienda, ¿verdad? Pero ¿por qué quieren unos libros que no pueden
esperar vender? Descontando el escenario muy poco probable de que
tenían un comprador para esos libros raros específicos, lo que también
podría ser, yo creo…
―Nada.
―Quiero decir que podrían ser sólo unos hombres representando a
alguien con dinero, pero aun así, tenían que ser los mismos libros que
buscaban, estos libros en concreto.
―Amigo, ¿puedes sentir tu propia lengua?
Sidewinder | Abigail Roux

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Nick cogió el libro que había estado examinando y lo levantó para


que Hagan lo pudiese ver.
―Mira. Éste tiene un mapa completo de Boston de 1819 hecho por
un topógrafo y una copia de una reproducción anterior, de 1779.
Hagan levantó una ceja.
―¿Qué pasó en 1819?
―Nada. No lo sé. Pero eso es lo que los cuatro tienen en común.
―¿1819?
―No. Son todos informes de la época de Boston en los años
posteriores a la Revolución.
―¡Viva la revolución! Así que... ¿un equipo de ladrones altamente
capacitados irrumpe en una librería rara, roba cuatro libros y dos objetos
aún desconocidos, luego matan a un hombre y todo porque están
planeando un atraco en Boston de la época de la Guerra Revolucionaria?
Nick miró a su compañero, observándolo.
―¿Dónde darán el siguiente golpe para conseguir las piezas de la
máquina del tiempo? Debemos poner algunos policías uniformados para
vigilar esta mierda.
Nick lo miró durante varios segundos y luego sus ojos se movieron
sobre las manos de Hagan.
―¿Dónde está mi café?
―Oh, mierda no.
Hagan tiró las dos tazas de café en el bote de basura, negando con
la cabeza.
―No hay más cafeína para ti.
Sidewinder | Abigail Roux

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Nick se quedó mirándolos, pensando seriamente en ir y rescatar


uno de ellos de la basura, cuando el capitán Branson llegó a sus
escritorios. Tanto Nick como Hagan lo miraban con expectación. Se
levantó sobre ellos con las manos detrás de su espalda. Nick estaba
bastante seguro de que él y Hagan no habían hecho nada para atraer la ira
de su capitán, pero nunca se sabía.
Branson frunció los labios, miró a la papelera y luego a Nick.
―Corrígeme si lo estoy interpretando mal, detective O'Flaherty,
pero ¿estaba a punto de ir tras esa taza de café en el contenedor de
basura?
Los ojos de Nick se lanzaron a la papelera, luego de vuelta a su
capitán.
―Sí señor.
Branson asintió sabiamente.
―¿Cuánto tiempo llevas aquí?
―No estoy seguro, señor.
Hagan se aclaró la garganta.
―Por favor, no le pida que explique su teoría actual.
Nick apretó los labios con fuerza, consciente de sí mismo lo
suficiente como para saber cuándo no hablar. Evitó los ojos de Branson
por dos segundos enteros antes de ceder, sin embargo.
―Tengo un consultor que me gustaría traer al caso.
―¿Por qué?
―Caza del tesoro.
Sidewinder | Abigail Roux

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Branson frunció el ceño, dio a Hagan una última mirada ladeada y


luego inclinó la cabeza hacia Nick.
―Bien. Asegúrate de que firme las renuncias a sus derechos.
Nick y Hagan lo observaron alejarse hacia su oficina con una
humeante taza de café en la mano.
―¿Qué ha pasado? ―preguntó Hagan finalmente.
Nick sacudió la cabeza, todavía con el ceño fruncido a su capitán.
Luego se volvió Hagan y se enderezó.
―¿Dónde está el testigo?
―Lo dejé en la sala de descanso con un policía de guardia.
―¿Cómo se comportó anoche?
―Después de que salieras, estuvo bien. Tienes el toque de Midas,
amigo.
Hagan llegó a su escritorio como si estuviera agarrando una taza.
Pareció confundido por un momento antes de darse cuenta de que
también había tirado su propio café en la papelera. Tanto uno como el
otro se inclinaron sobre el borde de la mesa con los ojos en el bote de
basura.

―No voy a contarlo si tú no lo haces ―ofreció Nick.


Hagan dio un sólo movimiento de asentimiento, luego se levantó y
tosió haciendo gala de fijación de su corbata y sonrió alrededor de la sala
de la brigada cuando Nick sacó los vasos de la basura.
Sidewinder | Abigail Roux

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Kelly tuvo que obtener indicaciones de cómo llegar a la mesa de


Nick, era como si intentara encontrar su camino a través de un laberinto
de conejo mientras navegaba por el departamento. Cuando por fin vio a
alguien que reconoció, el compañero de Nick, Hagan, Kelly podría haber
abrazado el hombre.
―Oye, Doc, ¿Cómo que te pillaron? ―preguntó Hagan tan pronto
como vio a Kelly.
―Uhh... no podéis quejaros con la situación actual.
Hagan rió.
―Lo siento, O te llama siempre Doc. No recuerdo tu nombre real
―admitió. Hizo un gesto hacia la mesa frente a él.
―Toma asiento. ¿Quieres un café?
―No, estoy bien, gracias.
Kelly se acomodó en la silla, la silla de Nick, mirando desconfiado a
Hagan. De hecho, Hagan le recordaba mucho a Nick, tan inexpresivo que
nunca se sabía cuándo estaba bromeando.
Hagan estaba tecleando alternativamente en su ordenador y
leyendo un bloc de notas en su escritorio, probablemente rellenando un
informe o transfiriendo las notas. Kelly echó un vistazo a la habitación.
Había más escritorios divididos como éste, en diversos grados de
organización. El escritorio de Nick, en comparación con los otros, estaba
muy limpio. La verdad, estaba casi vacío. Había un gran block de garabatos
en el centro con notas y bocetos en él. No era el típico escritorio normal,
con una grapadora, una taza de bolis y un ordenador. Nick había vuelto al
trabajo hacía varios meses, pero la mayor parte de ese tiempo lo había
Sidewinder | Abigail Roux

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gastado haciendo trabajo de escritorio. Kelly podía imaginarlo aquí


sentado, aburrido hasta las lágrimas, organizando todo una y otra vez.
Una sola fotografía adornaba la mesa de trabajo, en un simple
marco negro. Kelly la cogió, dejando un dedo correr a través de los rostros
de sus hermanos de armas. Era una foto de los seis hombres de
Sidewinder, todos ellos diez años más jóvenes, todos ellos sonriendo a la
cámara, vestidos con sus uniformes de combate. Habían tomado una
imagen antes de cada misión, por si acaso alguien no regresara. Esta había
sido su última misión antes de que la unidad fuese desactivada.
Nick estaba de pie en medio de la fila de atrás, con una sonrisa en
su rostro pintada de grasa. Ty tenía su brazo alrededor del cuello de Nick y
Nick estaba descansando el codo sobre el hombro de Kelly. Los otros tres
miembros del equipo, Owen Johns, Elias Sánchez, y el Cajún que ellos
llamaban Digger, estaban arrodillados delante de ellos.
Kelly miró el escritorio de nuevo. No había imágenes de la familia.
Ninguna de las hermanas de Nick a quien Kelly sabía que él quería mucho.
Ninguna de cualquiera de sus compañeros de trabajo aquí en Boston,
pasado o presente. Sólo Sidewinder.
El pecho de Kelly pulsó apretado y se frotó la cicatriz cerca de su
corazón. Volvió a colocar el marco con cuidado.
Cuando levantó la vista, Hagan lo estaba observando.
―Vosotros, chicos, debisteis haber sido algo muy especial.
―Éramos.
Una mano le palmeó en el hombro y saltó en el asiento. Era difícil a
veces resistir el impulso de defenderse cuando algo le sorprendía, incluso
Sidewinder | Abigail Roux

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una década después de su último combate. Por supuesto, casi morir


mientras estaban de vacaciones en Nueva Orleans un año antes, luego
otra vez de vacaciones en Escocia varios meses atrás, había reforzado el
instinto un poco.
Nick se inclinó y le dio un beso en la mejilla. Kelly volvió la cabeza y
atrapó un verdadero beso antes de enderezarse. Se sorprendió por la
exhibición pública, pero entonces se esforzó en recordar que Nick había
estado fuera por un par de años.
―¿Llegaste bien? ―le preguntó Nick que se sentó en el borde de la
mesa, sonriéndole.
―Sí, sin problema. ¿Por qué te ves como un gato que acaba de
comerse al canario?
Éste se inclinó sobre la mesa y abrió una carpeta de cartón. Golpeó
el papel y le entregó una pluma.
―Enhorabuena, eres nuestro nuevo consultor especial.
Kelly gruñó.
―¿Estás hablando en serio?
―Tienes que prometer a la ciudad que no la vas a demandar si
mueres.
―¿Cómo podría demandar si muriese?
―Un asistente legal ―dijo Hagan sin levantar la vista de su
ordenador.
Nick soltó una carcajada. Puso los ojos en blanco y cogió la pluma de
su mano, firmando el formulario de consentimiento antes de que
cualquiera de ellos pudiera hacer otra broma.
Sidewinder | Abigail Roux

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―¿En que se supone que soy especialista? ―preguntó Kelly.


―En caza de tesoros ―contestó Nick, sin dejar de sonreír
ampliamente.
―Estás loco. Seriamente. ¿Te revisaron cuando te dejaron salir del
Cuerpo de marines esta vez?
―No.
Nick le acarició con una mano en la cabeza mientras se deslizaba
fuera de su escritorio.
―Ven conmigo.
―¿Estás... colocado? ―murmuró Kelly mientras le seguía.
―Pude haber consumido un poco demasiada cafeína esta mañana,
pero todo está equilibrado.
―¿Estás seguro de eso, amigo?
Nick se rió e hizo pasar a Kelly en lo que parecía ser una sala de
descanso. El hombre de la noche anterior, JD, estaba sentado en uno de
los sofás. Se puso de pie cuando entraron, arrastrando los pies con
nerviosismo.
Kelly se acercó a darle la mano.
―¿Cómo te sientes?
―Estoy bien gracias.
―Aún sin memoria, sin embargo ―añadió Nick.
Tenía la mano en la parte baja de la espalda de Kelly, deslizando sus
dedos debajo del cinturón. Kelly estaba casi seguro de que no se daba
cuenta de que lo estaba haciendo.
Sidewinder | Abigail Roux

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―Vamos a trabajar para ver si descubrimos algo nuevo. Esperaba


que te sentaras con nosotros.
Kelly tomó un asiento al lado de Nick. Sabía lo que Nick quería que
hiciera, sin tener que preguntar: estaba usando a Kelly como un detector
de mentiras, sin dejar que JD percibiese que lo estaban probando.
Nick dejó caer una carpeta encima de la mesa de sala de descanso y
le indicó a JD que se sentara con ellos.
―Está bien, voy a mostrarte algunas fotos, simplemente míralas y
luego déjalas. No digas nada, sólo déjalas boca abajo, ¿de acuerdo?
JD asintió, mirando entre ellos con inquietud.
Nick abrió la carpeta y tomó la foto superior. La sostuvo durante
unos segundos, y luego la puso al lado de la pila. Pasó por varias más, y
Kelly se centró en los ojos de JD. Siempre que creía ver un atisbo de
reconocimiento o una reacción de cualquier tipo, tocaba el muslo de Nick
por debajo de la mesa y Nick ponía esta foto de lado.
Cuando pasaron toda la pila, Nick las separó, tomando sólo las fotos
que había dejado a un lado.
―Está bien ―dijo, aun sonriendo cálidamente.
―Esta vez si consigues ver algo, háznoslo saber. ¿Vale?
―Está bien.
Nick levantó las primeras fotos. Kelly no podía verlas, pero mientras
observaba el rostro de JD pudo ver al hombre luchando por recordar.
Había descubierto lo que estaban haciendo, sabía que las fotos de esta
segunda ronda eran de alguna manera más importantes que las primeras.
El corazón de Kelly se compadeció de él. Se veía tan perdido y frustrado.
Sidewinder | Abigail Roux

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En la quinta foto, JD tendió la mano.


―¡Para! ―exigió con urgencia.
Nick se congeló, sosteniendo la foto como JD contempló.
―Vi esto antes ―susurró JD. Arrancó la foto de los dedos de Nick y
frunció el ceño―. Esto se siente familiar para mí. Sé que lo he visto antes.
¿Qué es esto?
Nick miró hacia Kelly, y de repente pareció sombrío. Descansó los
codos sobre la mesa y frunció el ceño.
―Es uno de los elementos que fueron robados de la librería.
Tenemos las identificaciones hace una hora.
JD irguió la cabeza con los ojos muy abiertos.
―Es un broche usado por un soldado de la Guerra Revolucionaria
durante la batalla de Bunker Hill. La hija del dueño dijo que había estado
en su familia durante más de doscientos años.
La boca de JD trabajó silenciosamente mirando la foto y de nuevo a
Nick.
―Entonces, ya que la reconozco... ¿significa que la robé?
Kelly miró a Nick, conteniendo la respiración cuando sus miradas se
encontraron. Nick parecía verdaderamente arrepentido. Bromeaba acerca
de ser el policía malo y como todo el mundo aquí lo consideraba un dolor
en el culo, pero Kelly lo conocía mejor. Nick tenía el corazón más puro que
cualquier otra persona que había conocido jamás.
―Lo único que significa es que has visto esto antes ―aseguró Nick.
―Podrías haber sido un cliente regular en la tienda. Podrías haber
visto esta foto en alguna parte, digamos... una compañía de seguros o un
Sidewinder | Abigail Roux

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museo. Lo único que demuestra es que no estabas allí por casualidad.


Estás conectado a este robo de alguna manera, eso es todo lo que
podemos decir con certeza.
JD tomó una respiración profunda y temblorosa.
―Muy bien.
Nick tocó la pila de fotos, las enderezó y las dejó sobre la mesa
cuando se levantó.
―Volveremos en seguida. ¿Necesitas algo? ¿Comida, bebida?
JD negó con un movimiento abatido.
Salieron y lo dejaron allí sentado. Kelly notó un policía de guardia
cerca de la puerta y Nick le dio una inclinación de cabeza al pasar. Ya sea
que JD lo supiera o no, se le mantenía prisionero.
―Le envolviste en una cortina de humo, ¿verdad? ―comentó Kelly
en voz baja―. Es tu principal sospechoso, ¿verdad?
―Prácticamente ―admitió Nick.
―Parece malditamente culpable.
―Eso es una mierda. ¿Cometer un delito y ni siquiera recordar por
qué lo hizo?
―Como aquella vez, con la maría.
Ambos se estremecieron con la memoria compartida. Nick se sentó
en su escritorio y se viró en la silla para mirar hacia atrás a la sala de
descanso.
―Hombre ―dijo Hagan.
Sidewinder | Abigail Roux

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―Sé que en tu mente es un cachorro en una caja de cartón con un


cartel “llévame a casa” alrededor del cuello, pero ni tú puedes luchar
contra las evidencias reunidas aquí.
―¿Las huellas dactilares todavía no están? ―preguntó Nick,
sonando frustrado.
―Sí. John Doe vivo, no salió ninguna identificación. Pero John Doe
muerto tenía antecedentes previos.
Hagan giró la pantalla del ordenador para que Nick y Kelly pudieran
verlo.
―Darragh O’Doyle ―leyó Nick en voz baja.
―Parece fácil. ¿Es eso real? ―preguntó Kelly
―No es de la zona ―completó Hagan.
―¿Irlandés nacional? ―preguntó Nick. Hagan asintió.
―¿Alguna asociación conocida?
―Ninguna que sepamos. Le cogieron el año pasado pero nunca se
unió a ningún grupo. Hizo seis meses, salió por buen comportamiento y el
último registro de él era que se había vuelto a Irlanda.
―Bueno, está de vuelta ahora. Así que tenemos una conexión
irlandesa.
Nick se echó hacia atrás en la silla, haciendo un sonido de clic con
los dientes y lengua mientras miraba a la pantalla.
―Vamos a ampliar la búsqueda de huellas dactilares a los bancos de
datos internacionales, a ver si tenemos más éxito.
Kelly se aclaró la garganta esperando hasta que Hagan se levantó y
se fue antes de inclinarse hacia Nick.
Sidewinder | Abigail Roux

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―Julian Cross es irlandés, ¿verdad?


Nick asintió y sacó el teléfono de su bolsillo trasero.
―Tenemos que hablar con él. ―Apretó el botón del altavoz y puso
su teléfono en el escritorio entre ellos.
―Agente especial Garrett, al habla.
―Bien, no somos presumidos, ―bromeó Kelly.
Nick sacudió la cabeza.
―Hey, Garrett, soy O'Flaherty. Y Doc, obviamente.
―Oh Dios, ¿ahora qué pasa? ¿Estás en la cárcel? ¿Mantenido rehén
por la IRA? ¿Atrapado en una barrera de coral en el Caribe?
―Wow ―dijo Kelly―. Eso está fuera de lugar.
Zane se rió.
―Creía que siendo novio de Ty me da algunos privilegios extra para
el uso del sarcasmo.
―¡Hey! ―gritó Nick―. ¿Será que vine corriendo cuando necesitaste
ayuda? ¿Será que me empujé por el borde de un precipicio para salvar tu
culo ingrato? ¿Será que mi barco todavía tiene agujeros de bala en él?
―Todavía flota ―respondió Zane con una sonrisa obvia en la voz.
Nick gruñó.
―No hemos sabido de vosotros dos en un tiempo, ¿qué está
pasando? ―dijo Zane con la voz casual. Kelly se había familiarizado
suficiente con Zane para saber que éste, sin embargo, estaba tomando
mucho cuidado con sus palabras―. Necesitáis venir a vernos en Baltimore.
Kelly le miró de soslayo para ver cómo reaccionaba a la invitación,
pero Nick tenía el rostro inexpresivo.
Sidewinder | Abigail Roux

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―Lo siento, nene, no es una visita social. Necesito saber cómo


ponerme en contacto con Julian Cross.
―Cross. ¿Por qué?
Nick hizo otro sonido de clic, negándose a responder.
―No importa, no pregunté ―dijo Zane rápidamente―. No sé cómo
ponerme en contacto con él. Asumo que sólo aparece cuando huele
sangre.
―¿Qué hay de Grady? ¿Crees que él lo sabría?
―Por supuesto que no. Ty escupe uñas cuando se menciona el
nombre de Cross. Dice que Cross robó sus gatitos.
―Es lo que imaginé ―comentó Nick con un suspiro―. Por eso te he
llamado.
―¿Nada más? ―preguntó directamente Zane.
Kelly se puso tenso y no podía dejar de mirar hacia la foto
enmarcada de su equipo, el brazo de Ty alrededor de sus hombros, los dos
sonriendo. El estado fracturado de la amistad de Nick y Ty era un tema
que sólo un hombre muy valiente tocaría. Zane tenía bolas de latón para
hacerlo.
Kelly se aclaró la garganta y se inclinó hacia el teléfono.
―Pensamos que con tus contactos con el FBI serías la mejor fuente.
Desde que Ty y todo... ahora es el comodín.
―Claro ―dijo Zane irónicamente.
―¿Tienes una pista sobre Cross, o no? ―inquirió Nick, sus palabras
más recortadas ahora.
Sidewinder | Abigail Roux

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―No. ¿Quieres que ponga algunas antenas? ¿O coloque a Ty en


acción? Por favor, Dios, déjame instigar a Ty sobre esto, necesita algo más
que hacer aparte de la remodelación de ese maldito edificio.
―No. Joder, no. No quiero que Cross sepa que le estoy buscando.
―Si lo estás buscando, él ya lo sabe.
―Correcto. Gracias Garrett. Hablaremos más tarde. ―Nick terminó
la llamada y cerró el puño en su escritorio―. ¡Maldición!
―¿Eso quiere decir que Cross es un callejón sin salida? ―preguntó
Kelly suavemente.
―Por ahora. Siguiente hilo. ―Nick palmeó las fotos con las
evidencias de los libros que habían sido recuperados en la escena―.
Seguimos tus libros.
―¿Mis libros? No. No, no los relacionarás conmigo cuando vosotros
fracaséis. ―Nick sonrió. Kelly resopló―. Estás disfrutando esto
demasiado.
―Vamos allá, muy bien, a la caza del tesoro ―bromeó Nick.
―Esperas que haya una búsqueda del tesoro, o vas a parecer
estúpido.
―Tu eres el consultor especial.
―Tu eres el detective que llamó al consultor especial.
Nick miró por encima del hombro de Kelly, luego se levantó y le
robó un beso rápido.
―Venga. Vamos a conseguir algo de comer antes de que vuelva
Hagan y tenga que comprarle también su comida.
Sidewinder | Abigail Roux

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Ni siquiera llegaron a las escaleras antes de que Hagan les atrapara


tratando de escaparse.
―Joder no, quiero la oportunidad de interrogar al novio, maldita
sea ―les gritó Hagan. Cogió rápido su abrigo de la silla, haciéndola girarse
en su eje y golpear en el escritorio.
Se detuvieron a esperarle. Nick se reía en voz baja.
―Me gusta tu compañero ―dijo Kelly en voz baja.
―Sí, sin embargo, mejor que no lo sepa.
Kelly asintió, pero los ojos de Nick se habían descarriado a la sala de
descanso, donde el agente uniformado todavía estaba de guardia. Frunció
el ceño pensando en JD sentado allí sólo, su mente girando sobre todas las
cosas que no podía recordar. Sabía que Nick estaba pensando lo mismo.
―Hey ―murmuró―. ¿Habría algún problema si llevamos al testigo
con nosotros? Tal vez un nuevo entorno puede ayudarle a recordar más
rápido.
Nick se mordió el labio inferior, con el ceño fruncido, los ojos
persistentes en la puerta de la sala de descanso. Tomó una respiración
profunda y luego suspiró antes de dirigirse allí.
Hagan estaba luchando con su abrigo cuando se unió a Kelly.
―¿Va a llevar al perdido a almorzar?
―¿Esperabas menos de él? ―preguntó Kelly con cariño.
Hagan gruñó,
Deberías ver al último callejero que me convenció acoger y
mantener. Un pequeño cachorro que encontró en un colector de aguas
pluviales, medio muerto de hambre y en el medio de la noche. Todos los
Sidewinder | Abigail Roux

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refugios locales se habían cerrado así que tuvimos que llevarlo a pasar la
noche. El bastardo me dijo que no podía tenerlo en su barco porque se
caería por la borda y se ahogaría. ¡El puto cachorro era demasiado débil
para caminar y me convenció de que se golpearía la cabeza si lo dejara
fuera, en el barco!
Kelly no pudo detener la sonrisa.
Hagan parecía casi tímido.
―Todavía tengo ése maldito callejero. Pesa cuarenta y cinco kilos. El
mejor amigo que he tenido nunca.
Kelly se rió.
―Bueno, él tampoco puede mantener este perdido. ¿Tienes espacio
para un amnésico con gran estructura ósea?
―No, si se mea en la alfombra como el último ―se quejó Hagan
mientras se dirigía a los ascensores.

Se sentaron en una cabina de un pub local situado cerca de la


comisaría que, obviamente, atendía a los policías. De hecho, después de
mirar un tiempo suficientemente largo alrededor, a los cuadros en las
paredes, encontró a Nick allá arriba. Levantó la mirada hacia la foto,
sonriendo. La mayoría de las fotos eran formales, uniformes de gala y
medallas, con hombres y mujeres con rostro de piedra mirando a la
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cámara como si pudieran hacer que estalle en llamas. Le recordaban a las


fotos militares que habían tomado.
Nick no sonreía exactamente en las fotos, pero no mantenía un
rostro serio tampoco. La mirada que daba por lo general era más como un
desafío, con una media sonrisa que básicamente decía “ven a mí,
hermano” y un brillo que decía que Nick disfrutaría de la lucha. Tenía la
misma expresión en su retrato de la policía que estaba colgado en lo alto
de una de las paredes, y Kelly no podía apartar los ojos de ese rostro.
―Por lo tanto ―comentó JD finalmente, aclarándose la garganta y
mirando a su alrededor, incómodo―. ¿Es esto como una última comida o
algo así?
―Eres un terrible fatalista para un tipo que vivió después de un
disparo en la cabeza ―observó Hagan.
―Tal vez si lo recordara estaría más propenso a ver el lado positivo
―se quejó JD.
―Inocente hasta que se demuestre lo contrario, amigo. ―La voz de
Nick era baja y envió un escalofrío por la columna vertebral de Kelly―.
Mira, no hemos tenido ningún éxito pero hemos eliminado algunas cosas,
y francamente, eso es tan bueno como se podría esperar.
―Correcto. ―Hagan señaló con el tenedor a Nick.
―Cruzamos tus datos con todas las bases de datos del sistema y no
conseguimos nada.
―Eso... suena impresionante ―comentó JD, voz monótona y
sarcástica.
―Significa que no tienes un registro ―ofreció Nick.
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―Significa que soy un criminal inteligente y nunca he sido atrapado.


Tienes razón, es una buena noticia.
Kelly tosió para disimular una sonrisa.
Nick frunció los labios, entrecerrando los ojos.
―También significa que no eres militar y que nunca has trabajado
en ámbito gubernamental o municipal. No eres parte de ningún sistema
de educación y así sucesivamente. Estas reglas descartan todo con lo que
tendrías conexión.
JD asintió y bajó la mirada hacia sus manos, girándolas para pasar
los dedos sobre sus huellas. Sus uñas todavía estaban manchadas de la
tinta de cuando le habían tomado sus impresiones digitales.
Nick lo estaba observando también, frunciendo el ceño cuanto más
lo miraba. Cogió el puño de su camisa, desabrochándose y enrolló la
manga. Le mostró a JD el interior de su brazo y golpeó el tatuaje con el
dedo.
―¿Sabes qué es esto?
JD asintió.
―Te lo dije ayer, lo reconocí. Es la Recon Jack.
Nick miró a Kelly, una ceja levantada. Éste no pudo camuflar su
fisionomía lo suficientemente rápido como para ocultar la sorpresa. Nick
miró a su alrededor, en el pub. Era temprano para el almuerzo, así que no
había mucha gente allí. Empezó a desabrocharse la camisa.
―Amigo ―dijo Hagan la boca llena de comida―. Ese es tu otro
trabajo. Tienes que dejar de confundirlos. Estoy cansado de sospechosos
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que rellenan tus pantalones con billetes de un dólar durante el


interrogatorio.
Nick empujó la manga a un lado y apartó la manga de su camiseta
para revelar un hombro y bíceps bien definidos. Kelly se apartó de él para
tener una mejor vista y Nick le dio una mirada sucia por el rabillo del ojo.
―Sí, estoy obsesionado contigo. Y ¿qué? ―preguntó Kelly.
Todos se rieron de él y Hagan silbó y señaló con el tenedor en la
marca de mordedura que Nick tenía expuesta en el cuello.
―Buen Dios ―dijo―. ¿Llamáis a esto sexo o es más como luchar
entre vosotros?
Nick puso los ojos en blanco. Golpeó el tatuaje de gran tamaño en el
hombro. Le cubría todo el hombro desde el centro de la clavícula, su
bíceps y toda la parte frontal y posterior del brazo. Era una obra de arte,
pura y simple, siguiendo las líneas definidas de los músculos de Nick.
―¿Sabes qué es esto?
―Águila, globo y ancla, ―respondió inmediatamente JD―. Marines.
Las cejas de Hagan se dispararon más alto, pero permaneció en
silencio.
Nick comenzó a abotonarse la camisa de nuevo e hizo un gesto con
la barbilla hacia Kelly.
―Muéstrale el tuyo.

Kelly asintió. Uno en el brazo era parcialmente visible bajo la manga


de su camiseta, por lo que sólo empujó la manga hacia arriba y se volvió
hacia JD para que pudiera darle una mirada. Era un ancla simple pero con
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dos cobras que la rodeaban y alas en la parte superior para formar un


caduceo14. La palabra NAVY estaba escrita en un rollo de papel en la parte
inferior.
JD lo estudió por un momento y luego miró entre ellos.
―Bueno, es un tatuaje de los Seals, eso es obvio. No lo reconozco,
pero sé que quiere decir que eras un miembro del equipo. Probablemente
un SARC, ya que sirvieron juntos y él es un marine.
―Maldita sea, sabe más acerca de esta mierda que yo ―comentó
Hagan.
Kelly se quedó mirándoles. No estaba seguro de lo que esto
significaba ya que no tenía el cuadro completo, pero Nick se veía
preocupado. No lo culpaba. Este hombre no tenía registro como militar,
pero sabía lo que significaba el Recon Jack de Nick y que era un símbolo
muy especializado. La gente podía reconocerlo como militar, pero lo que
en realidad significaba, no.
JD lo sabía. Personas que conocían militares pero no eran militares
eran por lo general mercenarios.
―¿Qué? ―demandó JD, comenzando a inquietarse de nuevo―.
¿Esto es malo? Veo la expresión de vuestros rostros; esto es malo.

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Nick se pasó los dedos por el labio inferior, no respondiendo. Kelly


lo observó, preguntándose si había llegado a la misma conclusión que él y
si sería honesto con su sospechoso cuando le respondiera.
―Está bien ―comentó Nick finalmente.
―Es obvio que has estado expuesto a alguna cultura militar en
algún momento porque tu conocimiento es superior a la media.
―Entonces... ¿qué, soy una especie de mercenario? Al igual que
Blackwater15, o... ―JD se interrumpió, mirando el tablero de la mesa―.
¿Cómo sé ese nombre? ¿Cómo sé lo que es eso?
―Oye, ayer me estabas diciendo que sabías todo tipo de cosas,
vampiros brillantes y todo ―dijo Nick, deslizando su voz de nuevo en ese
tono miel relajante que utilizaba tan a menudo―. Blackwater es una
compañía bien conocida, no es raro que lo sepas. Sólo mantén la calma al
respecto. Esto es algo que cualquier novato militar sabría, ¿de acuerdo?
Hagan le dio JD una palmada en el hombro y una sonrisa casi
tranquilizadora.
―Descubriremos toda esta mierda. Mi niño aquí es como un perro
con un hueso; te tenemos.
Kelly se quedó quieto. Sin embargo, le gustaría saber si las palabras
de Hagan fueron una advertencia para JD, para que prestara atención
cuando su memoria empezaría a volver.
Te tenemos.

15
N. de T.: La Academia (antigua Blackwater) es una empresa de mercenarios con sede en Mayock
―Carolina del Norte, Estados Unidos. Formada por varios tipos de paramilitares, ex integrantes de los
Seals y otras llamadas fuerzas de elite.
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Capítulo 4
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Nick se abrió camino a la salida del pub, sosteniendo la puerta para


los demás y dar a la calle una mirada superficial por costumbre. Por el
rabillo del ojo un movimiento le llamó la atención, y de pie al otro lado de
la calle estaba Julian Cross. Los observaba, con la cabeza inclinada y las
manos en los bolsillos.
Nick dejó que la puerta se le cayera de la mano, y la cerró en el
rostro de Kelly. Escuchó el impacto y las palabrotas que lo acompañaron,
pero dio un paso hacia la calle de todos modos.
―¡Hey! ―gritó.
Cross se limitó a mover la cabeza, luego se volvió y se mezcló con la
multitud a la hora del almuerzo. Un vidrio se rompió detrás de Nick
acompañado por estallidos de disparos. Se lanzó a por un auto cercano,
mirando hacia atrás a por los otros. Todavía estaban en el interior del
restaurante. Kelly les había puesto a salvo tan pronto como percibió que
Nick había visto algo.
Nick sacó su pistola y se agazapó detrás del auto, intentando
descubrir de dónde vinieron los disparos. ¿Era Cross? Nadie era tan rápido
y los disparos venían desde un lugar totalmente diferente. Si el tirador le
hubiese apuntado, le habría dado. En vez de esto, los disparos
pulverizaron la puerta del pub arruinando la entrada, llenando de agujeros
la pared de ladrillo.
―¡Doc! ―gritó Nick por encima del estruendo. No podía ver a
ninguno de ellos y rezó para que consiguieran protegerse.
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Tan rápidamente como había empezado, se terminó. Un silencio


sobrenatural cayó sobre la calle normalmente bulliciosa. Nick esperó un
par de respiraciones antes de mirar por encima del auto. Lo único que vio
eran las personas aplastadas en las aceras, cubriendo sus cabezas. Nadie
se movía. Nadie estaba tratando de ocultar un arma.
Sonó vidrio roto detrás de él y Nick vio a Kelly agachado detrás del
marco de la puerta, su mirada barriendo la calle.
―¿Estás bien? ―le preguntó Kelly.
Nick asintió. Le hizo un gesto para que se retirara de nuevo al
restaurante y Kelly retrocedió inmediatamente en el oscuro interior. Nick
se asomó por encima del auto de nuevo. Las personas estaban levantando
con cuidado la cabeza, llorando, mirando a su alrededor como animales
asustados en un terremoto.
Entonces un hombre se levantó con calma en pie, se sacudió el
abrigo negro y empezó a caminar por la acera como si nada hubiera
sucedido.
Nick se puso de pie.
―¡Cross!
Julian no dudó ni miró hacia atrás. Rompió en un sprint. Nick se
lanzó de un salto y salió en su persecución.

Kelly se empujó lejos de la puerta, en la acera, tan pronto como Nick


salió corriendo. Se llevó una mano a la cabeza maldiciendo por lo bajo,
con los ojos recorriendo los techos de los edificios y las personas que
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estaban empezando a levantarse lentamente. No vio ninguna amenaza.


Quien había abierto fuego contra ellos se había retirado por ahora.
―¿Habrá localizado al tirador? ―gritó Hagan mientras corría para
reunirse con Kelly. Se puso de puntillas para avistar a Nick y al hombre que
éste estaba persiguiendo.
Podían ver a los dos hombres esquivando los transeúntes, virando
hacia la carretera cuando la persecución los llevó hacia la intersección
enorme que Kelly estaba bastante seguro que delimitaba con el extenso
parque central, Boston Common.
―Lo está alcanzando ―dijo JD. Se les había unido sin que se dieran
cuenta.
Kelly miró a su alrededor, luego puso una mano sobre el hombro de
JD.
―Es necesario volver a entrar, vamos.
Varios policías habían estado comiendo en el pub, tanto en como
fuera de servicio, y empezaron a movilizarse para ayudar a contener la
escena. Hagan estaba en la puerta, llamando para informar sobre el
incidente y solicitando apoyo para su compañero que estaba en la
búsqueda de un sospechoso.
Kelly finalmente cedió y se subió encima del auto arruinado que
Nick había usado como cubierta. Se estiró para ver por la calle estrecha,
intentando ver a cualquiera de los dos. Finalmente vio a Nick caminando
hacia atrás por la acera, sólo.
―Oh, debe estar muy cabreado ―se quejó Hagan tan pronto como
Kelly le transmitió la información.
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Nick se acercó echando humo.


―¿Qué ha pasado? ―exigió Kelly.
―¡Lo he perdido! ―espetó Nick.
―¿Era el tirador? ―preguntó Hagan.
―No lo creo.
―Entonces, ¿por qué ir tras él? ―preguntó Hagan.
Nick suspiró y encogió los hombros.
―¿Sabes los agujeros en mi barco?
―Sí, pero todavía flota.
―Correcto. Ese es el chico. Cross. Lo he visto dos veces, una vez en
la escena del crimen y otra justo ahora. Está tramando algo.
Hagan dejó caer sus brazos dramáticamente.
―¿Por qué la CIA robaría una librería en Boston?
―Están... ¿Están diciendo que yo podría ser de la CIA? ―preguntó
JD con incredulidad.
―No ―dijeron Nick y Hagan al mismo tiempo.
―Pensé que Cross había salido del juego ―dijo Kelly.
―¿Por qué volvería a esto?
Nick sacudió la cabeza y la bajó un poco, como un toro que se
prepara para atacar, mandíbula tensa y fosas nasales contraídas. Kelly se
puso alerta, como si fuera a necesitar hablar con Nick para calmarlo o
cosas así. Rara vez lo necesitaba, ya que el autocontrol de Nick era casi
legendario. Pero cuando lo perdía... Tuvo que agarrarlo por la espalda un
par de veces para evitar que hiciera daño a alguien.
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―Cross no era el único al acecho de nuestro testigo, así que vamos


a preocuparnos por él más tarde y conseguir un lugar seguro para JD
―dijo Nick finalmente con los dientes apretados.
―¿Este lugar tiene una puerta trasera? ―preguntó Kelly.
Hagan indicó que le siguieran y Nick se quitó la chaqueta y la puso
sobre los hombros de JD, junto con una gorra de Red Sox que robó del
perchero al pasar por allí.
―Ojos en el suelo ―le murmuró cerca del oído.
JD se enfundó la gorra, bajó la mirada y encogió los hombros en el
abrigo de Nick cuando entraron en el estrecho callejón trasero del pub.
Hagan y él se quedaron atrás en el callejón, Nick se detuvo y se puso al
lado de Kelly.
―Si las palabras “Quiero que vuelvas a casa hasta que sea seguro”
salen de tu boca, te voy a romper una de tus costillas ―dijo Kelly antes de
que Nick pudiera hablar.
Nick finalmente apartó la vista de JD alejándose y se reunió a Kelly
con una pequeña sonrisa.
―Me conoces mejor que eso.
Se inclinó y tomó su arma de repuesto de una funda en el tobillo y la
presionó en las manos de Kelly.
―Sin embargo, quiero que vuelvas al Findler16 y nos consigas dos
armas de repuesto. ¿Sabes dónde las guardo?

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N. de T.: Así bautizó Nick su barco.
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―En cada rincón que puedo encontrar ―le contestó comprobando


automáticamente la pistola, a pesar de que sabía que Nick ya la tenía
cargada y lista.
―Perfecto. Munición en un cajón de la cocina. Si te van a disparar,
también has de ser capaz de devolver los disparos.
Kelly asintió en silencio.
―¿Cuál es el plan? ¿Con el testigo, quiero decir?
―Vamos a tener que colocarlo en una nueva casa segura. Asegúrate
de que no nos están siguiendo. Sabían que estábamos en el recinto;
tenemos que asumir que el hotel está quemado. ―Mordiéndose el
interior de la mejilla, sus ojos se centraron en algo por encima del hombro
de Kelly―. Estoy pensando en esconderlo en el Fiddler.
Kelly se quedó con los ojos muy abiertos.
―¿Vas a ocultar un testigo en su barco?
―El puerto cuenta con seguridad, los dos estaríamos allí; estará
Hagan también. Podemos sacarlo del puerto cada noche y se convertiría
en muy difícil llegar a él.
―Nick.
Éste lo miró de nuevo a los ojos, los suyos duros como el jade. El
color impresionante casi que hizo a Kelly tartamudear.
Tomó una respiración profunda.
―Mira, sé que tienes una debilidad por este tipo, pero tienes que
recordar que podría no ser quien dice que es.
―¿Debilidad?
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―Por favor ―dijo Kelly con risa débil―. Si no tuviéramos una cosa
juntos, estarías sobre él.
Nick abrió la boca para protestar, pero la cerró con un chasquido de
dientes.
―Probablemente tienes razón ―admitió. Una sonrisa maliciosa se
apoderó de él, se aproximó y enganchó el dedo en el cinturón de Kelly―.
Pero nosotros somos una cosa.
Kelly le permitió un breve beso, lo justo para congraciarse de nuevo
con Kelly, entonces juguetonamente le empujó y se volvió para ir detrás
de Hagan y JD.
―¡Haciéndolo en los callejones! ―le gritó Hagan a Nick.
―Los viejos hábitos cuestan morir, ¿verdad, amigo?
―¡Cállate!

―¿Quieres que duerma en un barco? ―preguntó Hagan.


―Recuerdas que me mareo, ¿verdad?
―Cuando me des una idea mejor, estaré abierto ―desafió Nick.
Sabía que su plan no era perfecto y no se sostendría por mucho tiempo,
pero hasta que tuvieran una casa segura en la cual pudieran tener plena
confianza, prefería mantener a JD cerca.
JD se sentó en la silla de plástico duro al lado de sus escritorios,
frunciendo el ceño mientras escuchaba.
―Me pregunto si me mareo ―reflexionó―. Creo que lo vamos a
averiguar.
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Nick lo miró, y luego a su compañero.


―¿Por qué un hombre con amnesia que le han disparado dos veces
en dos días se queja menos que tú?
Hagan gruñó y se levantó, tirando de la corbata por encima del
hombro en una rabieta. Tomó su taza de café vacía para ir en busca de
una recarga.
Nick se echó hacia atrás, entrelazando los dedos detrás de la cabeza
y cerrando los ojos con un suspiro.
―¿Detective? ―susurró JD. Esperó hasta que Nick había abierto los
ojos de nuevo para continuar―. Cuando empezó el tiroteo de hoy recordé
algo.
Nick se inclinó hacia delante.
―¿Sí? ¿Qué recordaste?
―Un rostro. Parecía... sólo pasó por mi mente. Creo que podría ser
el hombre que me disparó antes.
―¿Puedes describirlo?
―Sí, de cabello oscuro, ojos azules…
―No a mí, a un artista. Un momento.
Nick cogió el teléfono.
―Soy el detective O'Flaherty, Robo / Homicidios. Necesito un artista
aquí para trabajar con mi testigo.
La mujer confirmó y él colgó, girando su silla para poder estar frente
a JD.
―Muy bien. Hasta ahora tengo pequeños hilos en este caso, y me
parece que no puedo atarlos juntos. Necesito tu ayuda.
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El miedo se instaló en los ojos de JD de tal manera que Nick se sintió


casi culpable. Había estado mimando al hombre queriendo que se sintiera
seguro, pero alguien había tratado de poner una segunda bala en él hoy.
Era el momento de quitarse los guantes.
Sin embargo, la mandíbula de JD se endureció, y asintió.
―Todo lo que necesites de mí.
―De acuerdo. Voy a enumerarte tres sujetos y tienes que decirme
lo primero que te venga a la cabeza lo que tienen que ver entre sí.
JD frunció el ceño, pero asintió de todos modos.
Nick levantó la mano y fue contando.
―Revolución Americana. Irlanda. Bienes robados.
JD abrió la boca como si fuera a responder, pero volvió a cerrarla,
mirando sobre el hombro de Nick con el ceño fruncido. Abrió la boca de
nuevo, inclinándose hacia adelante, luego se sentó y frunció el ceño
todavía más.
―El oro de la nómina Continental.
―¿Qué?
―Sí. Sí. ¡La nómina Continental! Hubo un teniente británico durante
la guerra. La leyenda dice que él y sus hombres han interceptado una
entrega de oro de la nómina del Ejército Continental en alguna parte. Se
fueron con un carro lleno de lingotes de oro que estaba al lado de una
taberna.
Nick se pasó un dedo por una ceja, tratando de no parecer
escéptico, o peor, irritado. Aun así, estaba escribiendo todo esto.
―Muy bien. Sigue.
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―Eso es... eso es todo lo que sé. El oro nunca se recuperó.


Nick lo miró durante unos segundos, Hagan volvió y se dejó caer en
su asiento, mirándolos en silencio.
―Está bien ―dijo Nick pacientemente―. ¿Qué tiene que ver el
robo de una nómina del Ejército Continental con Irlanda?
―Se reveló más tarde que el teniente era un partidario de Irlanda.
Estuvo implicado en la rebelión irlandesa de 1798.
―¿De qué estamos hablando ahora? ―preguntó Hagan.
Nick suspiró pesadamente.
―Le pedí que me diera una conexión entre todos nuestros hilos.
Objetos de La Guerra Revolucionaria, bandidos irlandeses y un robo de
mierda.
Hagan coloca su taza de café recién hecho cerca del codo de Nick.
Señaló a JD.
―¿No puedes recordar tu propio nombre, pero puedes recitar
hechos acerca de la rebelión irlandesa del jodido siglo diecisiete o los años
que fueran?
JD se encogió de hombros, un poco perturbado.
―Al menos puedo recordar que no le gusta el café ―dijo, indicando
con el dedo a Nick.
―¡Ja! ―Ladró Nick.
―Fuego amigo ―dijo Hagan. Puso un acento irlandés falso―: Jesús,
María y José.
Nick encendió su ordenador.
―Vamos simplemente a Google a buscar a esta perra.
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Unos momentos después lo habían llevado a una página de


búsqueda para el nombre del teniente británico. Casi cada resultado era
sobre el tesoro perdido de la Guerra Revolucionaria. Hizo clic en el
primero.
JD también movió la silla para que pudiera ver la pantalla. Era una
página de chat para buscadores de tesoros aficionados, cada uno
ofreciendo teorías sobre donde el oro estaba, historias sobre una
expedición que ha ido en busca del oro en alguna parte, y ocasionalmente
alguna persona diciéndoles que todos eran estúpidos.
―¿Ven? ―dijo JD. Señaló a uno de los mensajes―. Aquí mismo, en
Boston.
Nick lo miró de soslayo, estudiando su perfil mientras la atención de
JD estaba en otra parte. Era difícil de olvidar las muchas advertencias que
habían aparecido hasta ahora acerca de la autenticidad de JD, incluyendo
la de Kelly, pero Nick no se había sentido como si estuviera siendo
engañado esta vez. El hombre le parecía genuino.
Kelly se aclaró la garganta mientras se acercaba a la mesa. Nick
levantó la mirada hacia él, todavía con el ceño fruncido, pensativo.
―¿Todo bien? ―preguntó Kelly con cuidado.
―¿Sabes nuestra teoría de cazadores de tesoros? ―preguntó Nick,
estremeciéndose ante esta broma en particular. Kelly asintió―. Podríamos
no estar tan lejos de la realidad.
―¿De qué estás hablando? ―Kelly estiró el cuello para ver el
ordenador. Nick observó sus ojos cambiantes a medida que se movían
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sobre la pantalla, escaneando los mensajes―. ¿El robo de la nómina del


Ejercito Continental?
―Fueron pagados en lingotes y monedas de oro ―proporcionó JD.
―Es decir, si se ocultó en algún lugar y se dejó allí, tiene un valor de
millones a día de hoy ―conjeturó Kelly―. Sí, muy bien, por esto vale la
pena matar de nuevo.
―Antes de todos me lancen a lo Indiana O'Flaherty ―comentó
Hagan arrastrando las palabras―, ¿qué tiene que ver este tesoro perdido
con nuestro caso?
Nick respiró para responder, pero se dio cuenta de que no sabía que
decir exactamente. Todos miraron hacia JD.
―Yo... yo no he dicho que tuviera nada que ver con el robo ―JD les
recordó, sus ojos azules ampliándose.
―Me diste tres cosas para asociar y yo las asocié.
Kelly se sentó en el borde del escritorio de Nick, se giró a un lado
por lo que todavía podía ver a Hagan y la pantalla del ordenador.
―¿Cuál era el otro objeto robado del lugar? Uno fue el broche,
¿qué era el otro?
Nick le tocó la rodilla para que se apartara un poco, abrió el cajón
del escritorio debajo de él y alcanzó un archivo. Lo colocó sobre la mesa y
lo abrió para encontrar las fotos.
―Era un paquete de cartas.
―Un paquete de cartas ―repitió Kelly.
―¿Qué demonios?
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―Sí, el broche lo comprendo, tenía un par de piedras preciosas en


él ―dijo Hagan―. Pero las cartas son... pergaminos. Atados con una
cuerda. Sin valor alguno.
―El valor de las palabras se mide por aquellos que las leen ―dijo
JD. Se detuvo en seco, con el ceño muy fruncido―. ¿Es un citado? ¿Qué es
eso? ¿Yo lo cree?
Nick casi se rió de él. En cambio, se mordió el labio para mantener
un rostro serio y levantó la foto de los objetos robados que la hija del
dueño de la librería les había proporcionado. Kelly la tomó, mirándola en
silencio.
―¿Son de la época de la Guerra de Independencia? ―preguntó
finalmente. Nick asintió―. ¿Sabemos lo que significan?
―La hija dijo que su padre los había transcrito, porque la letra era
difícil de descifrar. Está tratando de encontrar el archivo, dijo que lo
enviará por correo electrónico cuando lo encuentre. ¿Por qué, qué estás
pensando?
―Es decir, si vamos con la teoría de que estas personas están
buscando el tesoro perdido de la nómina, esto tiene sentido ―comentó
Kelly dando un golpecito en la foto―. Estos son relatos de la época. Has
dicho que uno de los libros que robaron era el diario de un soldado,
¿verdad?
―Sí, que estuvo en las batallas de Lexington y Concord, y más tarde
en Bunker Hill.
―¿Concord? ―preguntó JD―. Después de su derrota, varias
columnas británicas se rompieron y se dispersaron por el campo en
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cuanto se retiraban a lo largo de Battle Road hacia Boston. Uno de ellos


fácilmente podría haber interceptado la entrega del oro de la nómina.
―¿Por qué esconderlo en vez de huir con él? ―preguntó Hagan.
―¿Y desertar del ejército imperial británico? ―JD sacudió la cabeza,
sonriendo ampliamente―. Bien podría meterse un cuchillo en el ojo,
viviría más tiempo. La teoría es que lo escondieron en alguna parte, con la
intención de volver por el cuándo ganaran la guerra.
―Sólo que no ganaron la guerra ―dijo Nick.
JD chasqueó la lengua. Parecía satisfecho de sí mismo por primera
vez desde que lo había conocido, pero la expresión se desvaneció
rápidamente. Miró hacia abajo a sus manos, retorciendo los dedos.
―¿Estás bien, amigo? ―le preguntó Kelly.
JD les dio un débil intento de sonrisa.
―Sé más de esto que de mí mismo.
―Sabes mucho más acerca de esto que la mayoría, ―estuvo de
acuerdo Kelly―. Al menos puedes recordarlo; es una buena señal.
Nick levantó la cabeza cuando una idea lo golpeó.
―¿Los profesores universitarios tienen sus huellas dactilares en sus
historiales? ―preguntó a Hagan.
Hagan frunció los labios.
―No que yo sepa. Algunas universidades están empezando ahora,
pero sólo para los nuevos empleados.
―Las universidades están de vacaciones, ¿verdad? ¿Y si es un
profesor en una universidad local? Si vivía sólo, nadie podría saber que ha
desaparecido hasta que las aulas comiencen.
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―El reporte de personas desaparecidas no se ha archivado todavía


―dijo Hagan con un movimiento de cabeza.
―Envía su foto a cada institución en un radio de ochenta
kilómetros. A ver si podemos tener algún éxito.
―Considéralo hecho ―explicó Hagan, y saltó fuera de la silla.
―Profesor universitario, ¿eh? ―dijo JD tranquilamente―. No un
ladrón de tesoros internacional. Estás siendo muy optimista, detective.
―Eso es lo que amamos de él ―dijo Kelly, y cuando Nick levantó la
cabeza los ojos de Kelly estaban en él, una suave sonrisa adornando sus
labios. Nick le apretó la rodilla, manteniendo su mano allí.
―¿Cuál es el próximo paso? ―preguntó JD.
Si se sentía incómodo con Nick y Kelly y sus pequeñas muestras de
afecto, no lo demostró.
―Después de trabajar con el dibujante, vamos a un lugar seguro. El
Fiddler´s Green debe hacer el truco, sólo tenemos que convencer al
capitán que firme la autorización.
JD frunció el ceño, mordiéndose los labios en lugar de decir nada.
―¿Qué?
―Yo sólo... Si estas personas están intentando matarme, la única
manera de que realmente esté seguro sería atrapándolos. Debemos tratar
de encontrar el tesoro que tanto persiguen.
Nick se rió y se rascó la barbilla.
―Encontrar el tesoro.
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―¿Verdad? ―preguntó con impaciencia JD―. Encontramos el


tesoro, los encontramos a ellos, y ya no tendría que agacharme más en los
callejones.
―Te entiendo, realmente lo hago ―ofreció Nick―. Pero soy policía,
hombre, no un buscador de tesoros. Te dije que te mantendría a salvo,
que descubriría quien eres y eso es lo que pretendo hacer.
JD se recostó en su silla de plástico moviendo la cabeza,
desanimado. Unos momentos más tarde llegó la artista dibujante y se
retiraron juntos en una sala vacía de interrogatorio para que pudieran
trabajar.
Kelly se deslizó en la silla golpeando su rodilla contra el muslo de
Nick mientras se inclinaba.
―¿Por qué te hiciste el bobo con él? ―le preguntó en voz baja.
―¿De qué estás hablando?
―La batalla de Bunker Hill, Lexington y Concord. Un tesoro
desapareció aquí, debajo de su nariz, en Boston. Mírame a los ojos y dime
que no sabías nada de nada de eso, maldito empollón de historia.
Nick frunció los labios y suspiró pesadamente.
―Sabía que lamentaría joder con alguien que me conoce desde
hace más de una década.
Kelly se rió bajito, esperando una respuesta.
―Quería que nos diera información ―explicó Nick.
―Quería ver si sería correcto, por ejemplo, si omitía algo
importante. O mentía.
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Kelly permaneció en silencio, mirándolo y éste deslizó la mano


sobre su rodilla.
―Te estás muriendo de ganas de indagar en esa historia del tesoro,
¿verdad?
Nick asintió fervientemente, ni siquiera tratando de negarlo.
Kelly se rió, echando la cabeza hacia atrás. Se dejó deslizar aún más
en la silla y su rodilla se deslizó a lo largo de los muslos de Nick que se
aclaró la garganta y miró a su alrededor, moviéndose incómodo.
―Entonces, ¿cuál es nuestro verdadero próximo movimiento?
―Julian Cross. ―Nick se inclinó hacia delante, su mano apretando la
rodilla de Kelly―. Está ahí fuera por alguna razón, mostrándose; sólo
tenemos que atraerlo. ¿Cómo te sientes acerca de encender un poco la
mecha?
Kelly se humedeció los labios, luego sonrió lentamente.
―Suena muy divertido, casi como cuando me inclinas sobre una de
aquellas mesas en la sala de interrogatorio.
Nick gimió y empujó la silla hacia atrás para que ya no estuvieran en
contacto.
―No me tientes, joder, ¿de acuerdo? Esas habitaciones tienen
vídeos de vigilancia.
―¿De verdad? ¿Estarían grabando?
Nick tenía que levantarse y alejarse de Kelly que se reía alegremente
en su escritorio.
―Me estás matando, Kels ―dijo por encima del hombro―. ¡Me
matas!
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Kelly se fue antes de que Hagan volviera, antes de que el dibujante


acabara con JD. Salió de la parte delantera del edificio, tomándose su
tiempo mientras caminaba hacia el parking donde estaba estacionado el
Range Rover de Nick. Se quitó la chaqueta de cuero negro y la arrojó en el
auto, y en seguida rebuscó en el asiento trasero por la chaqueta de lona
verde de Nick en su lugar. Le quedaba grande en el pecho, pero no
demasiado. Dio a sus hombros una sacudida y se la envolvió más apretada
alrededor mientras serpenteaba fuera de la zona de aparcamiento. Vagó
por las callejuelas pintorescas de Boston disfrutando de la arquitectura y
los escaparates hasta que estuvo cerca de la estación de nuevo. Se apoyó
contra la pared de un edificio, de pie cerca de una columna y observó.
Le habían puesto a JD otra vez el abrigo de Nick, cubriendo su
cabello rubio lanudo con la gorra de Red Sox robada y caminaban con él
por el callejón detrás de la estación de policía hacia el Range Rover.
Nick caminaba junto a él, su mano suelta en el codo de JD.
Kelly se conocía lo suficiente para saber que era un poco celoso de
la química que Nick y JD parecían tener. Pero también conocía a Nick
suficientemente bien como para saber que no necesitaba preocuparse.
Recordó lo que se suponía que debía hacer y echó un vistazo
alrededor de la zona, observando las sombras, vigilando los lugares
estrechos. Nick tenía que llevar a JD a un lugar abierto, donde una valla
sobresalía cerca de un gran contenedor azul y les obligaría a virar hacia la
entrada de una calle lateral, que era el lugar a donde se dirigía Kelly.
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Iba casi atrasado. Tan pronto como Nick y JD se acercaban al


callejón, Nick empujó JD a un lado y sacó su arma, obviamente, por algo
que vio apareciendo en su visión periférica.
Kelly se movió con la velocidad del rayo, golpeando al hombre
grande desde un lado y envolviéndolo mientras caían. Se giró con él y
luego se soltó enviándolo en una caída descontrolada barriéndole los pies.
Antes de que Julian Cross pudiera enderezarse, estaba sobre él de nuevo.
Le dio una patada en el pecho y Julian bloqueó el golpe, pero no fue lo
suficientemente rápido como para bloquear el siguiente cuando Kelly le
propinó una patada en el lateral de la cabeza y lo envió tambaleándose al
suelo.
Julian estaba en sus manos y rodillas, empujándose para ponerse de
pie, pero Kelly se fue de nuevo a por él. Era al menos diez centímetros más
alto que él, pero a Kelly no le importaba. El tamaño nunca lo había
incomodado antes. Apuntó alto esta vez, lanzó un par de golpes alrededor
de las costillas y los riñones, perdiendo alguno que Julian bloqueó.
Entonces fue a matar, saltando sobre él con una patada en el pecho que
debía dejarlo plano. Sin embargo, éste levantó las dos manos,
capturándole el pie. Kelly siguió con el impulso, pateando el suelo y
usando el dominio de Julian en él para hacer palanca. Le pegó una patada
debajo de la barbilla mientras giraba hacia atrás y aterrizó en cuclillas a
varios metros de su oponente.
Respiraba con dificultad, el cuerpo tenso con la expectativa de que
Julian se levantara de nuevo. Oyó los pasos de Nick detrás de él y se puso
de pie lentamente. Nick le dio una palmada en el hombro y ambos se
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detuvieron sobre Julian, que tumbado de espaldas se sostenía el rostro


con las dos manos, maldiciendo con acento irlandés.
―Eso es mucho más divertido de ver cuando no soy yo al que se lo
estás haciendo ―le dijo Nick con voz cálida, con orgullo y, posiblemente,
un poco de lujuria.
Kelly le sonrió.
Nick agarró a Julian por el codo y lo levantó del suelo, le colocó los
brazos detrás y lo empujó contra la pared del edificio más cercano. Le dio
palmaditas hacia abajo desde la cabeza a los pies, teniendo especial
cuidado alrededor de las muñecas. Kelly terminó juntando un montón de
armas y otros complementos... Entonces Nick le puso un par de esposas le
susurró al oído:
―Bienvenido a Boston.
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Capítulo 5

Kelly estaba sentado en el asiento trasero con Julian, mirándolo


como un halcón. Nick los podía ver en el espejo retrovisor mientras guiaba
el auto hacia el puerto deportivo. Cualquier otra tentativa y le habrían
llevado de vuelta al interior de la comisaría, pero Nick había tratado con
Julian Cross antes. No era el tipo con quien desfilaras por el departamento
de policía sin esperar problemas y, probablemente, la CIA lo acompañaba
de cerca.
―Pensé que eras una especie de consejero de campamento Julian
―dijo finalmente―. Trabajar con niños problemáticos y todo eso.
Kelly apretó los labios.
―Sí. Se llama Campamento AssKicker17. Te voy a dar un distintivo
“lo intenté” la próxima vez que te vea venir.
Julian resopló y, de hecho, sonrió antes de encontrarse con los ojos
de Nick en el espejo.
―Las esposas no son realmente necesarias, detective.
―No me hagas reír ―dijo Nick.
―Tienes suerte de que no estás en una celda. ¿Por qué estás en
Boston? ¿Quién es tu blanco?
―No tengo un blanco. Estoy retirado, ¿no te lo dijo Grady?

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N del T: Patada en el culo. Expresión sarcástica para provocar a Julian.
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―Ver para creer, cariño. Te he visto no en uno, sino en otras dos


escenas del crimen en los últimos dos días. Así que voy a preguntar una
vez más: ¿Por qué estás en Boston?
Julian suspiró, y sus ojos se clavaron en JD.
―Prefiero hablar en privado, si estuviera bien para ti.
―Está bien ―gruñó Nick.
Se detuvieron en el aparcamiento del puerto deportivo y Nick pasó
su tarjeta de seguridad para abrir las puertas. Podía sentir la tensión
envolviéndolos a todos en el auto, incluido él. Eran días como este cuando
casi que deseaba levantar el ancla de su yate y simplemente navegar hacia
el Atlántico cuando llegaba a casa.
Se sorprendió viendo que varios de sus vecinos los observaban
mientras conducía a Julian, todavía esposado, hacia su barco amarrado. El
Findller´s Green era el mayor barco en el puerto deportivo situado al final
del último muelle. Tenían que pasar por delante básicamente de cualquier
otro barco anclado allí. Sin embargo, no le importaba. Siempre que
cualquiera de estos hijos de puta tenía un problema, llegaba corriendo al
detective O'Flaherty para solucionarlo. Podrían muy bien lidiar con
algunos delincuentes internacionales peligrosos que conducían esposados
cada par de años.
Abordaron el yate y Nick empujó a Julian hacia uno de los sofás en
el salón.
―¿Puedes hablar aquí?
Julian asintió.
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―Todavía se lo debo por su ayuda anterior, detective. Tengo la


intención de mantener esto de manera civilizada.
―¿Atacándonos en un callejón es civilizado? ―preguntó Kelly.
―Creo que yo fui la persona atacada ―corrigió Julian―. Se dará
cuenta de que no hice ningún movimiento hacia usted. Estaba esperando
que el detective estuviera lejos de su compañero para acercarme a él.
Nick lo miró fijamente durante varios segundos, y luego le entregó a
Kelly las llaves de las esposas.
―Suéltalo. Vuelvo en seguida.
Kelly asintió en silencio, y Julian se levantó para darle acceso a las
esposas. Nick le hizo un gesto a JD para que lo siguiera hacia la cubierta
inferior. Ambos tenían que agacharse para bajar los escalones. Era como
una segunda naturaleza para Nick pero JD se golpeó la cabeza y maldijo en
voz baja, frotándose el punto mientras seguían hasta la cabina VIP.
Nick hizo un gesto hacia la cama y el baño.
―Siéntete como en casa, ¿de acuerdo? Pero permanece aquí hasta
que uno de nosotros llegue a buscarte.
―Trato hecho ―dijo JD con un gesto nervioso―. ¿Es él el que trata
de matarme? ¿Seguro que está bien dejarlo ir?
―No ―respondió Nick―. Y no, no está. Pero vamos a confiar en él
hasta que me demuestre que estoy equivocado.
JD lo miró a los ojos y era obvio por la expresión de su rostro que
captó el significado de Nick.
―Igual que está confiando en mí. ¿Correcto?
―Exactamente ―dijo Nick―. Quédate aquí.
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Salió, cerrando la puerta detrás de él y se dirigió de nuevo hacia


arriba para unirse a Julian y a Kelly en el salón. Estaba sentados uno frente
al otro, ambos sin parpadear, ambos sonriendo ligeramente.
Nick se colocó las manos en las caderas y tomó una respiración
profunda para conseguir el control de su temperamento.
―Está bien ―dijo finalmente―. Julian Cross, este es Kelly Abbott.
Te pateó el culo una vez y lo hará de nuevo.
―Otra vez. No estaba luchando ahí atrás ―recordó Julian. Miró a
Kelly de arriba abajo―. A pesar de que parece bastante formidable para
su estatura.
―No importa ―dijo Nick, sabiendo que nada de lo que Julian
pudiera decir conseguiría irritar a Kelly. Se sentó en la silla junto a Kelly y
apoyó ambos codos en las rodillas, esperando a que Julian comenzara a
hablar.
―¿Saben a quién tienen en la cabina de abajo? ―preguntó
finalmente Julian.
―No. ¿Tú sí?
―No. Desafortunadamente.
La decepción disparó duro antes de que Nick la pudiera controlar.
Había estado depositando mucha esperanza en que Julian fuera capaz de
arrojar alguna luz sobre esto.
―Está bien ―dijo con los dientes apretados―. Entonces, ¿qué
sabes?
Julian chasqueó la lengua.
―Sé lo que ellos buscan.
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Nick y Kelly esperaban, mirándole cuando les sonrió.


―Bueno, ¿qué estás esperando, hombre, música dramática? ―Kelly
finalmente le soltó―. ¿Qué diablos es lo que buscan?
Julian parecía un poco molesto que no hubieran apreciado la
teatralidad. Se echó hacia atrás y se apartó la chaqueta, enseñando el
interior y sacando una hoja de papel doblada antes de que Nick pudiera
impedirlo. La desdobló con cuidado, luego se volvió para que pudieran ver
el objeto fotocopiado.
―Las joyas de la corona de Irlanda.
―¿Las joyas de la Corona de Irlanda? ―repitió Kelly―. ¿Es eso real?
No parece real.
Nick bajó la cabeza, frotándose el rostro con las dos manos.
―Las joyas de la Corona de Irlanda desaparecieron al inicio de 1900.
¿Por qué están robando documentos de la Guerra de Independencia, si
eso es lo que buscan?
―Espera, ¿es esto real? ―preguntó Kelly de nuevo.
Nick asintió.
―Eran piezas realizadas por la Orden de San Patrick en mil
setecientos y... algo. No me acuerdo. Que desaparecieron en 1908.
Después de que fueran robadas, los periódicos comenzaron a llamarlas las
Joyas de la Corona irlandesa.
―¡Jesús! ―Kelly se quedó con la boca abierta―. ¿Existe alguna
parte oscura de historia que no conozcas? ¡En serio!
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―En realidad, fue en 1907 ―corrigió Julian―. Pero yo tuve que


buscar la información, por lo que estoy impresionado con su
conocimiento, detective.
Nick chasqueó los dedos en el aire.
―Ve a la parte importante.
―La orden fue creada en 1783. Se dará cuenta de la proximidad con
el final de la Revolución de su país.
Nick cerró los ojos y asintió con impaciencia. Todavía estaba
esperando que algo de esto se conectara a cualquier cosa que hubieran
encontrado hasta entonces.
―Las joyas, sin embargo, no fueron hechas hasta 1831 para sustituir
a las originales, bastante simples, utilizadas por la orden.
―Qué tal si saltas hasta el final, ¿eh? ―preguntó Nick.
Julian le miró por un momento, luego sacudió la cabeza y asintió.
―Todo bien. Existe la teoría de que la nómina supuestamente
robada al Ejercito Continental al inicio de la Revolución Americana en
realidad no era una nómina en absoluto, sino más bien un pequeño tesoro
de objetos masónicos, incluyendo una cruz de oro.
―Masones ―dijo Nick, apretando los dientes―. ¿Quieres
empujarnos hacia los masones?
―No.
―Espera, ¿qué tiene que ver esta cruz con las joyas de la familia
irlandesa? ―preguntó Kelly.
―Joyas de la Corona ―gruñó Nick.
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―Si me dejaras terminar antes de empezar a torcerte las bragas,


todo sería más fácil.
Nick levantó las dos manos y se sentó con un resoplido, haciendo un
gesto para Julian continuara.
―Los masones eran en realidad una rama de una sociedad mucho
más antigua llamada los Rosacruces ―continuó Julian. Nick sintió los ojos
de Kelly sobre él y le devolvió a su amante una mirada interrogante. Julian
siguió, ajeno a su comunicación silenciosa―. Ellos inspiraron la Orden
Masónica de la Cruz de Oro y Rosa. Es parte de los Ritos escoceses,
material extremadamente reservado. Muchos creen que hubo una cruz
dorada y rosada real, creada por los Rosacruces en la primera parte del
siglo XVII y confeccionada por manos masónicas.
―¿Y la gente cree que esta cruz era parte del tesoro Continental?
―preguntó Nick.
―Algunos, sí.
―¿Qué tiene de importante esta cruz? ―preguntó Kelly―.
¿Además de ser muy vieja?
―Era bastante grande, se supone que ha sido envuelta en cientos
de capas de láminas de oro y con incrustaciones de diamantes de color
rosa, raros. Literalmente, valor incalculable.
Nick se encontró asintiendo. Podía entender incluso como el rumor
de un tesoro puede inspirar a un cierto tipo de individuo.
―Muy bien, entiendo. Pero, ¿qué tiene eso que ver con las joyas de
la Corona de Irlanda? ¿Por qué van detrás de estas joyas en lugar de esta
cruz?
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―La pieza principal de la colección irlandesa era la Estrella del


Diamante del Gran Maestro ―explicó Julian. Colocó el papel a la vista de
todos y apuntó a una de las piezas―. Diez centímetros cuadrados de
diamante blanco puro, con una cruz de rubí y un trébol verde esmeralda
enfrente. Por si misma vale millones en el mercado de hoy, pero nada
comparado con el valor de la Cruz de Oro Rosada, si es que existe.
―Correcto. Pero las joyas de la Corona irlandesa fueron robadas
hace cien años, y el tesoro Continental y esta Cruz Rosa desaparecieron
hace más de cien años antes de esto. Así que vuelvo a decir, ¿dónde está
la conexión? ―preguntó Nick.
Julian tocó la foto de las joyas de la Corona irlandesa.
―Este es un mapa.
―¿El broche? ―preguntó Kelly.
―La Estrella. Técnicamente.
―Sí, bueno digo “estrella” y queda todo confuso.
Julian se burló.
―¿Estás tratando de decir que no estás confundido ya?
―¿Este es un mapa del tesoro Continental desaparecido?
―preguntó Nick, tocando la imagen granulada.
―Quiero decir, ¿estamos hablando de la Osa Mayor o estamos
hablando de joyas? ―preguntó Kelly―. Es un puto broche.
―Todo su equipo Recon debe ser insoportable ―le murmuró Julian
a Nick.
Nick se limitó a asentir.
―Está bien, por lo que la cosa de la estrella es un mapa.
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―¡El mapa de las estrellas! ―dijo Kelly, sonriendo a Nick


ampliamente―. Estabas en lo correcto, bibliotecario interestelar.
―Qué demonios... No ―gruñó Julian―. No interestelar... ¿qué? No.
Cualquier cosa que quieras llamar a esta pieza de joyería, la gente piensa
que puede conducir al tesoro Continental, y con ella, a la Cruz de oro
rosada.
―Eso está muy bien, pero la estrella se ha ido también ―señaló
Nick.
―No del todo ―respondió Julian―. De acuerdo con los cálculos,
está aquí. En Boston.
―¿Qué cálculos? ―preguntó Nick.
―No lo sé, sólo me estoy alimentando con la información que
puedo encontrar para poder buscarlo yo mismo.
―¿Por?
―No lo sé ―gruñó Julian.
―¿Así que vas a la caza de este tesoro para otra persona?
―Sí.
―¿Por qué?
Julian se limitó a mirarle fijamente con los ojos negros que no
indicaban nada. Tenía la mandíbula apretada. Nick no lo conocía lo
suficientemente bien como para leerlo.
―Muy bien, estás retirado, necesitas una paga extra, lo que sea
―dijo Kelly con un movimiento de mano―. ¿Quién te contrató?
―Continúo diciéndolo, no lo sé. Si lo supiera, estarían muertos.
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―Estas son personas dispuestas a localizar y negociar con un ex-


agente de la CIA y matar por un rumor sobre un tesoro. Voy a necesitar
algo más que un “no lo sé” de ti ―espetó Nick.
―¡Es todo lo que tengo! ―gritó prácticamente Julian.
―Bien, bien. ¿Dónde está la estrella? ―preguntó Kelly.
―No lo sé. Los registros que nos llevaron aquí se han perdido o
robado. Es por eso que estaba siguiendo a los hombres en la librería. Tenía
la esperanza de que hubieran encontrado alguna información que yo aún
no había encontrado. Y cuando oí que alguien había sido testigo del robo
fue cuando me decidí contactar contigo.
―La próxima vez, a lo mejor dices hola... ―resopló Nic―. Tal vez un
mensaje de texto agradable. Te voy a dar mi número.
―Voy a recordarlo, detective ―dijo Julian entre dientes. Abrió las
manos palmas arriba como si estuviera tratando de mantenerles a todos
en calma―. Te estoy diciendo todo lo que tengo. Estoy aquí, en tu ciudad,
pidiendo tu ayuda.
Nick entrecerró los ojos.
Julian inhaló tembloroso.
―Implorando. Estoy implorando por esto.
Eso trajo a Nick de vuelta al presente, la siguiente pregunta olvidada
mientras miraba a los ojos negros de Julian.
―¿Por qué coño estarías haciendo todo esto? ―le preguntó Kelly
de nuevo.
Bajó la mirada, luchando con su respuesta.
―Digamos sólo que no tenía ninguna opción en este asunto.
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Un súbito temor se apoderó de Nick y se inclinó más cerca.


―¿Cameron?
Julian no se movió.
―¿Quién es Cameron? ―preguntó Kelly.
―Mi... ―Julian sacudió la cabeza, frunciendo los labios.
―Su novio, ―contestó Nick―. Civil. Muy civil.
―Él no es... ―Julian casi se atragantó con las palabras que no podía
sacar.
―Mierda ―susurró Kelly.
Julian tomó una respiración profunda y levantó la cabeza.
―No fuimos lo suficientemente cuidadosos con nuestra ubicación.
Cameron hizo... hizo una llamada telefónica que... En fin. Si no encuentro
este maldito tesoro antes de que alguien más lo haga, lo matarán.

Nick se ofreció a cocinar para todos, pero ellos insistieron en pedir a


domicilio para que no tuviera que molestarse con ello. Kelly quería
decirles a Julian y JD que cocinar a veces aliviaba los nervios de Nick, pero
mantuvo la boca cerrada.
Hagan se les unió al mismo tiempo que llegó la comida y Nick se
pasó cinco minutos quejándose de cómo Hagan tenía un radar en toda la
ciudad para conseguir comida gratis, pero no podía recordar llevarle
maldito Gatorade en lugar de café por la mañana.
Se sentaron en el puente a comer comida tailandesa y viendo la
puesta de sol, poniendo al corriente a JD y Hagan mientras comían. Kelly
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se mantuvo lo suficientemente cerca de Nick para mantener el contacto


con disimulo. Podía sentirle pensando y la paz mental de éste a menudo
se alimentaba del contacto. De vez en cuando Nick le buscaría la mano y
se limitaba a apretar, a continuación, volvía a comer.
―Masones, tesoro revolucionario, realeza irlandesa ―dijo Hagan
con la boca llena de comida―. Creo que todo esto es una locura.
―Apuesto que, si tuviéramos un psiquiatra aquí, diría que tienes
razón ―dijo Nick. Se estiró, lanzando su brazo sobre el respaldo del
asiento del banco detrás de Kelly. Kelly dejó su plato en la mesa y se
inclinó hacia él, apoyando los pies en un taburete de al lado.
―Entonces, dejadme ver si tengo las líneas de tiempo correcto,
―dijo JD mirando hacia abajo a su comida, empujándola alrededor del
plato. No había comido mucho―. Los Rosacruces aparecen en Alemania
en 1600. Son... esotéricos, por decir algo. Se concentran en el aprendizaje,
los secretos de la naturaleza y la curación. Pero ganan suficiente fuerza
como para inspirar a los masones doscientos años más tarde, que se
convierten en una organización mucho más prevaleciente. Basada más en
la riqueza y el poder.
―Hasta el momento te estoy siguiendo ―comentó Hagan.
―Los masones se extienden por el mar hasta las Américas,
construyen un país y acumulan un tesoro ―continuó JD, haciendo una
mueca―. ¿Y luego, por alguna mierda estúpida lo pierden, se lo lleva un
teniente británico y ellos se encogen de hombros y gritan “¡Oh, no!”?
―Todos hemos oído las teorías sobre cómo los masones inspiraron
a los antepasados estadounidenses ―explica Nick, siguiendo el
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cronograma―. No importa si son verdaderas o no... eh. ―Se encogió de


hombros, gesticulando con la mano en el aire―. Pero hay suficientes
conexiones probadas para hacerme creer en un tesoro colonial de origen
masónico. Compro eso. Pero, ¿por qué en nombre de Dios iban a
amontonar todo ese tesoro en un carro, y luego descartarlo en medio de
una guerra?
―Tenían que tener un propósito para ello ―reflexionó Julian―. Un
escondite. Infiernos, tal vez realmente querían usarlo para pagar a los
soldados
Nick se encogió de hombros.
―Tal vez era un pago por algo más ―sugirió Kelly―. Algo más,
aparte de los soldados.
Nick frunció los labios, tarareando pensativo.
―Estaban buscando la ayuda de los franceses. Podrían haber estado
llevando el tesoro como aceite para engrasar las ruedas de un tratado.
Kelly puso una mano en el muslo de Nick y la dejó reposar allí.
―Está bien. Así que llevan el tesoro y los soldados británicos lo
ocultan con la intención de volver a buscarlo. Pero si las leyendas son
ciertas, nunca vuelven. Unos años más tarde, el Rey -quien sea de
cuantos- crea esta Orden de San Patrick en Irlanda. ―Kelly se detuvo,
levantando la mano―. Veréis, aquí es donde me pierdo. ¿Dónde está la
conexión entre el tesoro colonial, la derrota de los británicos e Irlanda?
―¿Irlanda es parte de Gran Bretaña? ―Intentó Hagan.
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―El teniente que escondió el tesoro era irlandés, ―les recordó


JD―. Era un miembro de la Orden de San Patrick y luchó en la rebelión
irlandesa de 1798. Oh, Dios, eso es tan oscuro.
Nick arrugó la nariz.
―Vamos… a hacer algunas suposiciones por el bien de nuestra
discusión, aquí. El hombre se va a casa a Irlanda, se convierte en un
caballero, y se da cuenta que no tiene que lidiar de nuevo con la travesía
marítima para llegar a esa mierda que dejó atrás. Sin embargo, querría
dejar una pista. Querría que la gente supiera lo que escondió lejos de los
americanos, ¿verdad? De alguna manera quiere que alguien sepa dónde
encontrarlo. Dejando pistas.
―Tal vez por eso ocurrió este robo ―ofreció Julian. Apenas había
comido nada de su cena.
Kelly no podía imaginar lo que el hombre estaba sufriendo,
sabiendo que el amor de su vida estaba en manos de hombres crueles y
todavía intentando descubrir un misterio de siglos de antigüedad.
Nick se encogió de hombros.
―Tiene tanto sentido como cualquier otra cosa.
Julian asintió, distraído.
―¿Sabes lo que no tiene sentido para mí? ―continuó Nick, su voz
todavía casual pero su cuerpo tensándose contra Kelly―. Por qué te han
envuelto en esta mierda.
Julian puso sus cubiertos abajo con cuidado y se encontró con los
ojos de Nick.
Nick ladeó la cabeza.
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―Hey, amigo, no necesitas prepararte para una lucha cada vez que
hago una pregunta. Lo entiendo, ¿de acuerdo? Y te dije que te ayudaría.
No te estoy atacando, ¿de acuerdo? Sólo tratando de entenderlo.
Julian les echó un vistazo a todos y luego se encontró con los ojos de
Nick una vez más y asintió.
―No estás sólo en esto ―le aseguró Nick.
Kelly se encontró acercándose más a Nick a medida que su voz fluía
más suave y éste le apretó cerca, probablemente ni siquiera consciente de
lo que estaba haciendo.
―No confío en nadie ―dijo Julian finalmente―. Entiéndeme, no es
personal.
―Suficientemente justo. Tu cubierta era como un comerciante de
antigüedades, ¿verdad?
―Eso es correcto.
―La Alemania nazi era notoria por las excavaciones arqueológicas
en busca de reliquias religiosas. ¿Tienes algo en tus habilidades ocultas
que te coloca evidente para un trabajo como este? ¿Caza... mitos? ¿CIA?
¿IRA?
―Estoy seguro, debido a un contacto muy próximo dentro de la
compañía que la CIA no tiene nada que ver con esto, tampoco ninguno de
los otros tantos que me he cruzado. Es... es un asunto privado. Eso es todo
lo que puedo descubrir sin ponerme en una posición incómoda.
Nick sonrió, riendo en silencio.
―Eso no fue lo que pregunté.
Julian resopló.
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―Muy bien. Fui instruido en el arte de liberar las obras de arte de


sus jaulas.
―Eras un ladrón de arte ―resumió Kelly.
―Brevemente. Y muy malo, podría añadir. Fue una de las pocas
cosas que me atraparon haciendo. Debe haber un registro... en alguna
parte.
―Lo que me preocupa es que no es por tus habilidades de robar
arte que llamó la atención de alguien ―dijo Kelly―. Creo que su objetivo
es tu habilidad de matar..., más o menos.
―Hábilmente dicho ―dijo Julian con un atisbo de sonrisa.
―Bueno, alguien tenía los contactos y la información para atraparte
y para entregarte estas conexiones que has estado siguiendo ―dijo
Hagan. Todavía tenía la boca medio llena y se apresuraba a la vez que
masticaba―. ¿Qué clase de persona privada tiene esos recursos?
Nick y Kelly compartieron una mirada y Kelly levantó una ceja.
―¿Qué hay de Johns? Está de vuelta con la compañía de seguridad
podría colocar algunas antenas.
―Vale la pena una llamada ―dijo Nick con una breve inclinación de
cabeza―. Lo haré después de la cena.
―Sabes ―dijo Hagan―. Si están siguiendo las pistas o cazando para
ellos mismos como lo hicieron en la librería, habrán dejado algún rastro.
―¿Qué quieres decir? ―preguntó Nick.
―Si están buscando documentos contemporáneos que indiquen
dónde está este tesoro, este no es su primer robo. No empiezas en un
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castillo de Dublín en Irlanda y vas a una librería en Boston sin una pequeña
pista acerca de a dónde ir, ¿sabes lo que quiero decir?
―Ahí es donde vamos a empezar mañana ―declaró Nick, señalando
a su compañero.
―Iniciar una búsqueda en Dublín ―sugirió Julian.
―Ah, y tengo el retrato robot que JD proporcionó al dibujante
―dijo Hagan y se levantó palmándose los bolsillos y extrayendo un trozo
de papel doblado. Se lo entregó a Nick.
Nick lo desdobló y lo alisó. Kelly sintió como el cuerpo de Nick se
tensó tan pronto como vio el dibujo.
―¿Qué? ―susurró Kelly.
―Esto podría complicar las cosas un poco. ―Nick se volvió hacia
JD―. ¿Estás seguro de que este hombre te disparó?
―No, no. Es sólo que... lo recordé cuándo empezaron los disparos.
No tengo ni idea de quién es.
Nick asintió, los ojos en el dibujo de nuevo.
―Yo sé quién es.
Hubo un estallido general de preguntas, pero la boca de Nick se
contrajo en una línea sombría. Encontró los ojos de Julian cuando giró el
dibujo.
―Es Cam.
Julian palideció y le arrancó el papel de la mano. Se puso de pie,
mirándolo fijamente durante varios latidos antes de volverse hacia JD, con
los ojos negros en llamas.
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―¡Espera, espera! ―gritó Kelly, tanto él cómo Nick saltaron para


interceptarle antes de que pudiera empezar una pelea.
Nick envolvió a Julian y lo arrastró hacia el borde del puente, con los
brazos alrededor de los hombros masivos de éste, con los pies descalzos
cavando para luchar contra el peso de sus embistes. Julian podría haber
sido uno de los pocos hombres que a los ojos de Kelly hacía que Nick se
viera pequeño. Kelly se colocó en frente de JD, que observaba con los ojos
muy abiertos y confusión escrita en cada línea de su rostro.
―¡Él ha visto a Cam! ―gritó Julian mientras luchaba contra el
dominio de Nick―. ¡Ha estado con él, seguro que sabe más de lo que dice!
Nick finalmente le dio la vuelta frente al mar y le estaba hablando
en voz baja e imperativa. Sus brazos pasaron de ser restrictivos a
reconfortantes, y su voz se hizo lo suficientemente fuerte para que
pudiesen distinguir sus palabras.
―Juro por Dios, Cross, lo encontraremos. Te ayudaré a encontrarlo.
Pero tienes que mantener la calma para mí, tienes que mantener la
cabeza fría.
―Yo... yo… no lo entiendo. ¿Qué he hecho? ―preguntó JD
desesperadamente.
―Describiste el rostro de su novio ―explicó Kelly―. Que fue
secuestrado por las personas que están en busca de este tesoro. Lo que
significa... estás mucho más involucrado de lo que esperábamos.
―Oh Jesús ―jadeó JD. Puso una mano sobre el hombro de Kelly,
intentando pasar más allá de él para acercarse a Julian y Nick. Kelly no lo
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dejó―. No... no sé qué decir. No lo recuerdo. ¡Realmente lo siento, pero


no me acuerdo!
Julian estaba negando con la cabeza, sus nudillos blancos mientras
agarraba la barandilla. Nick todavía le estaba murmurando, un brazo sobre
su hombro.
Julian finalmente levantó la cabeza y respiró hondo.
―Por supuesto, ―logró decir. Se dio la vuelta y Nick se alejó con
cuidado de él, dándole espacio―. Pido disculpas por mi arrebato. Con
vuestro permiso, me voy a la cama.
―Cross ―dijo Nick antes de que Julian pudiera descender por la
escalera. Julian se detuvo―. Voy a cazarles como si Cameron fuera mío. Lo
prometo.
Julian bloqueó los ojos en Nick con una expresión indescifrable.
Descendió los escalones sin decir nada más, dejándoles a todos en un
silencio incómodo.
El sol se había puesto, el parpadeo de varias linternas de citronela y
el suave resplandor de las bombillas pintorescas color café que Nick
siempre encadenaba a lo largo del puente en el verano, era la luz única
que quedaba.
Era increíblemente romántico, flotando en el puerto, con la ciudad
de Boston brillando a lo lejos. Kelly sólo deseaba que estuvieran solos en
lugar de compartir el yate con otros tres hombres, apaciguando peleas,
buscando tesoros y toda esta mierda. Infierno, bien podrían haber
llamado a los Sidewinder y dormido como perros amontonados encima de
una boya como acostumbraban hacer.
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JD parecía estar tratando de recuperar el aliento cuando Julian


desapareció por las escaleras y cerró la escotilla detrás de él.
―Oh Dios ―susurró―. ¿Es posible que yo sea el único que...?
Nick se arrastró de nuevo hacia su asiento y se dejó caer.
―Es mejor no seguir con esto ahora mismo.
JD tenía una mano sobre su boca, y se veía positivamente enfermo.
Finalmente se aclaró la garganta y le preguntó:
―¿Cómo podéis soportarlo? ¿Cómo no pensar en esto?
―Tengo algunos Valium ―ofreció Nick.
Kelly hizo una mueca.
―Mala idea, muy mal con la cosa de la amnesia. Nop.
―Creo que necesito... intentar dormir ―prácticamente jadeó JD
con voz ronca―. Buenas noches.
Kelly le dejó pasar y los tres le murmuraron buenas noches. Luego
se unió a Nick en el asiento y se apoyó en su brazo, suspirando
profundamente.
―Que jodido desastre ―dijo en voz baja. Nick asintió a su lado. Los
dos volvieron la atención en Hagan, quien se estiró en el sillón delante de
ellos, terminando su cerveza y sonriendo maliciosamente.
―Como estamos de acogedores ―dijo arrastrando las palabras.
Kelly resopló. Nick se frotó los ojos con los dedos.
―Os podéis ir. No puedo soportar más tanta tensión sexual
―bromeó Hagan. Golpeó el refrigerador junto a él―. Estaré de guardia el
primer turno.
Nick se levantó y tiró también de Kelly.
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―Tú lo pediste ―le gruñó a Hagan.


―Sé un buen vecino, O'Flaherty ―comentó Hagan cuando bajaban
por las escaleras―. ¡Camufla los gritos!

Nick se sentó y contempló el archivo delante de él. Había intentado


ir a la cama, pero después de sólo unos minutos Kelly le había dicho que
salga porque no dejaba de dar vueltas. Así que se dirigió de nuevo al salón
y se concentró en sus notas. Le había prometido a JD que iba a averiguar
quién era, le había prometido a Julian que iba a encontrar a Cameron, y
ambas promesas le perseguían. Le temblaban los dedos mientras hojeaba
sus papeles y apretó los dientes.
La mayor parte del tiempo conseguía mantener el temblor de las
manos bajo control, pero cuando volvía significaba que estaba demasiado
cerca del límite. Estaba revisando todos los pequeños detalles que había
logrado cosechar en los últimos dos días, tratando de unirlos, tratando de
darles sentido. Parecía que cuanto más intentaba forzar su cerebro a
trabajar, menos conseguía llegar a algo y más frustrado estaba.
Su teléfono comenzó a sonar, una melodía de violín estridente que
pertenecía a una sola persona en sus contactos. Definitivamente, el único
que le llamaría a estas horas de la noche. Miró el teléfono con la imagen
de Ty Grady en la pantalla. Dejó que entrará el buzón de voz aunque la
canción rallaba en su mente, ya que siempre había alcanzado a responder
antes de que acabara. Todavía no le había perdonado por los dos últimos
desastres en que se vio involucrado y por todas las mentiras que su amigo
Sidewinder | Abigail Roux

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le había dicho y, francamente, últimamente no tenía muchas ganas de


hablar con el hombre. Sin embargo, casi inmediatamente se sintió
culpable por no responder y cogió el teléfono para comprobar el mensaje.
Era corto y directo al punto, todo Ty.
―Hola, irlandés. No he sabido nada de ti desde hace tiempo. Estoy
empezando a preocuparme, así que llámame.
Nick sacudió la cabeza y apretó el botón para volver a llamar.
Mantenía el contacto con sus chicos Recon, por lo general enviaba al
menos un texto o algo casi todos los días. Pero no podía recordar la última
vez que se había sentido con ánimo para enviarle a Ty algún mensaje. La
sensación de haber perdido algo precioso le provoco un dolor en el pecho,
pero fue templado con tanta rabia que decidió no lidiar con esto en
absoluto.
―Será mejor que estés ocupado con algo espectacular ―dijo Ty a
modo de saludo.
Nick resopló antes de que pudiera contenerse. Activó el altavoz del
teléfono y lo dejó sobre la mesa.
―Lo estoy, en realidad. Doc está en la ciudad.
―Oh. Aprovecho para retirar el espectacular, entonces. Grandioso.
―dijo Ty con un tono casi quejumbroso―. ¿Qué habéis estado haciendo?
Zane dijo que le has llamado hoy.
―Así es, necesitaba algo de información.
―Sé cosas también, irlandés. ¿No podrías haberme llamado? ¿Decir
un puto hola o algo así?
Sidewinder | Abigail Roux

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―Lo siento, Ty, estoy trabajando en un caso. Estoy un poco


desconectado. No he tenido mucho tiempo para una charla amistosa.
Ty se aclaró la garganta, sin palabras reconociendo la indirecta.
Antes, Nick siempre había tenido tiempo para él.
―Lo suficientemente justo. ¿Qué tipo de caso?
―Ninguna basura para que te preocupes, pero lo suficientemente
extraño para mí.
―¿Quieres contarme algo sobre esto?
―Es tarde, Ty.
―Tengo tiempo.
Nick se quedó mirando el teléfono, deseando de todo corazón que
hablar con su amigo más antiguo y más querido no fuera tan difícil.
Respiró hondo y asintió. Le contó sobre JD, sobre encontrarle en la
escena del crimen y su pérdida de memoria. Le habló de intentar descifrar
los fragmentos de información que había recopilado y verificar si JD era
amigo o enemigo. No mencionó a Julian en absoluto. Julian le había
pedido que lo mantuviera en secreto, y Nick no era nada si no podía
cumplir con su palabra. Finalmente, le contó sobre las sospechas de que
su caso se relacionaba con un tesoro perdido. Ty se animó con esto.
―Tesoro suena divertido ―dijo con un tono esperanzador. Desde
que había renunciado a su trabajo en el FBI, sentía que se iba a volver
loco. Probablemente le encantaría que Nick le pidiese que se fuera a
Boston a la caza de un tesoro perdido.
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Nick se quedó mirando el teléfono, intentando encontrar la


voluntad de invitarlo, tratando de encontrar el deseo genuino de querer a
Ty aquí para ayudarlos.
―Sí ―dijo finalmente, con la voz un poco ahogada―. Podrías
pensar esto, pero no lo es. No cuando mi único testigo es un puto John
Doe.
Ty se quedó en silencio, ponderando.
―Debes conseguir un psiquiatra para interrogarlo ―sugirió
finalmente, su voz perdiendo un poco de fluidez―. Intentar hacerlo
tropezar por si está fingiendo.
―Sí, mañana tiene una cita con uno. El hombre al que voy, le pedí
que viniera porque confío en su juicio.
―¿Has estado viendo a un psiquiatra? ―preguntó Ty.
―Mis manos no tiemblan tanto como antes. Vale la pena una hora
a la semana ―dijo Nick, la voz más fría.
Ty se quedó en silencio durante un largo y tenso momento.
―Eso está bien ―comentó finalmente en un apuro, sonando como
si estuviera intentando ponerse al día con la conversación―. Eso está
bien, muy bien. Por lo tanto, tu tipo con amnesia, ¿cuál es tu opinión
sobre él?
―Creo que no está fingiendo. Quiero decir, ¿tú podrías lograr eso,
veinticuatro horas todos los días y nunca resbalarte?
―Nunca lo intenté ―dijo Ty con toda la seriedad―. ¿Y no tienes
nada sobre él? ¿Al menos es local? ¿Tiene un acento?
―Sí, sobre eso. Nunca oí ese acento antes.
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―¿De verdad?
―Es como... Sureño, con una floritura.
―¿Qué? ―Ty se estaba riendo, pero Nick no encontró en su
frustración motivo para la diversión.
―Lo digo en serio. Es como el tuyo, pero diferente. Como si fuese
de Inglaterra y colocase los dos acentos juntos. Yo…
―¿Puedes imitarlo?
―¡No! Lo he intentado y mi lengua no hace ese sonido con una R.
―¡Tu lengua no puede hacer ningún tipo de R!
―Lo que tú digas, hillbilly18.
―Bueno, si quieres, me envías una grabación mañana o déjame
hablar con él. Tal vez pueda bombear mi contacto del FBI para obtener
más información.
―Jesús, Ty, ya hemos hablado sobre Garrett y chistes sexuales.
Ty rió.
―Lo digo en serio. Si yo no lo reconozco, quizás Zane pueda
conseguirlo con el personal de lingüística en la Oficina. Me deben algunos
favores.
―¿Puedes escucharlo ahora?
―¿Qué, como en este momento? ¿Tienes una grabación de él
contigo, ahora?
―No, pero lo tengo a él.

18
N de T: es un término peyorativo usado en Estados Unidos para definir a los habitantes de ciertas
áreas remotas, rurales o montañosas. En particular, el término se usa para describir a los residentes de
los Apalaches, cordillera montañosa situada paralela a la Costa Este de los Estados Unidos, actualmente
una de las zonas más deprimidas del país.
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Ty se quedó en silencio durante unas cuantas respiraciones. Cuando


habló de nuevo, toda provocación fue dejada de lado.
―¿Tienes a un sospechoso contigo, en tu barco?
―Podría ser un sospechoso, hay una diferencia.
―¡Puede y sospechoso son sinónimos, irlandés! ¡Quieren decir lo
mismo!
―Ty…
―¡El “podría” va implícito con el “sospechoso”!
―También es un testigo y, posiblemente, podría ser él mismo una
víctima ―dijo Nick con calma, intentando desviar lo que reconoció que
sería un muy impresionante sermón Grady―. No lo sabemos. Alguien le
tiroteó hoy. Justo delante de un bar de policías, Ty. Tuvimos que cambiarle
de la casa de seguridad, y mi barco es el lugar más seguro en toda la puta
ciudad. Si es un testigo que necesita protección, o es un criminal que
necesita…
―Estar en la cárcel.
―Cállate. Estamos intentando que recupere la memoria, lo que
requiere un entorno propicio para ello. No estar sentado en alguna celda,
sólo, pensando que es un mal tipo. Sólo tiene que recordar.
―Está bien, así que cuando se acuerde de que mata personas…
―Ty, tuve esta conversación con mis superiores hoy; cállate y se
útil.
―Muy bien. Ve a buscarle, voy a hablar con él.
―Vuelvo enseguida. ―Nick se levantó y se dirigió a las escaleras. Se
detuvo en seco y su mano se dirigió inmediatamente a la pistola en la
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funda de la cadera cuando se encontró a JD de pie en el hueco de la


escalera, sólo sus ojos mostrándose por encima de la barandilla. Nick
había sido tan atrapado en su conversación, que había permitido que JD le
sorprendiera. Joder.
―Yo... yo no podía dormir y me dio una sensación de claustrofobia,
―explicó JD tan rápido como pudo―. Hagan me dijo antes que estaría
vigilando el piso de arriba, y que estaría bien si... te oí hablar así que vine a
ver quién estaba contigo, pero no lo hice... No quería entrometerme.
―Parecía que intentaba no mirar el arma que Nick todavía sostenía, pero
de todos modos sus ojos se desviaron a la cadera de Nick.
Nick exhaló un largo y lento suspiro y asintió, soltando su arma.
―Está bien. La próxima vez dame un poco más de ruido, ¿eh? Ven
conmigo.
JD anduvo los últimos escalones con rostro de preocupación. Nick
sabía que el hombre debe haber oído la última parte de su conversación
con Ty, pero no había nada que ya no le hubiesen dicho o incluso se dijera
a sí mismo.
―Este es mi amigo Ty; del que Kelly y yo estábamos hablando antes
―le dijo, señalando el teléfono apoyado en la mesa.
―Es bueno con la lingüística, piensa que tal vez nos puede ayudar
con tu acento.
―¿Qué acento? ―preguntó JD con el ceño fruncido.
Nick se río y le colocó una mano en el hombro, sabiendo que el
contacto lo calmaría.
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―JD, ¿verdad? ―La voz de Ty era baja en el altavoz y los dos se


sentaron e inclinaron la cabeza en esa dirección.
Ty le pidió a JD que repitiese algunas frases para él, terminando con
“Los Red Sox de Boston lamieron el suelo y el bateador designado era un
impostor.”
JD estaba riéndose cuando lo dijo, y miró a Nick con rostro de
disculpa cuando terminó.
―Está bien ―dijo Ty sonando satisfecho de sí mismo―. Creo que
tengo lo que necesitaba.
Nick cogió el teléfono y desconectó el altavoz.
―Tengo unas cuantas cosas para hablar de nuevo con él.
JD asintió, levantándose para dirigirse hacia abajo sin decir una
palabra.
Nick lo observó hasta que desapareció cabizbajo y levantó el
teléfono al oído.
―¿Entonces?
―Eso es Tidewater.
―¿Qué?
―Su acento. Es Tidewater.
―Eso es Virginia, ¿verdad?
―Sí, pero cerca de la costa. Tal vez hacia el oeste hasta Richmond,
pero no por mucho.
―Ese es un campo muy estrecho para localizarlo. Gracias, amigo,
esto es sólido.
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Ty canturreaba en el teléfono.
―¿Lo suficiente para reacercarnos?
―No empieces con esa mierda, Ty, no en este momento ―gruñó
Nick.
―¿Si no es ahora, entonces cuándo?
―Me tengo que ir ―dijo Nick y apartó el teléfono, pero la voz de Ty
lo detuvo.
―Hey, ¿Nick?
Nick respiró hondo y cerró los ojos, volviendo a poner el teléfono a
la oreja de nuevo.
―¿Qué?
―Sólo... ten cuidado, ¿de acuerdo?
Nick asintió, poniendo los ojos en blanco.
―Entendido.
Nick colgó el teléfono antes de que Ty pudiera decir nada más.
Estaba cansado de lidiar con este dolor de cabeza esta noche. Deslizó el
teléfono en el bolsillo y miró hacia las escaleras con el ceño fruncido. JD
obviamente tuvo que venir aquí por algo, y Nick no estaba comprando el
“necesitaba aire” como excusa. Miró por encima de la barandilla en la
cubierta inferior de su barco. Sabía que Julian estaba en una de las literas,
con Hagan manteniendo un ojo en las cosas allí hasta que fuera la hora de
que Nick le sustituyera.
Se dirigió escaleras abajo escuchando con atención, esperando que
JD hubiera vuelto a la cabina VIP a dormir. Bajó despacio y cuando llegó a
la parte inferior de la escalera casi rodó sobre JD.
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―¡Lo siento! ―susurró mientras agarraba el brazo del hombre para


sostenerlo―. ¿Qué estás haciendo? ¿Estás bien?
JD asintió.
―Sí, yo... sólo estaba mirando sus fotos.
Nick echó un vistazo a los marcos que se alineaban en la pared.
―¿Cuánto tiempo fuiste un marine?
―Diez años ―respondió Nick. JD estaba mirando las imágenes, sus
ojos agudos en ellas, estudiándolas. Nick conocía cada foto en la pared,
pero rara vez desaceleraba para mirarlas. La mayoría eran de él en
uniforme, y casi cada una tenía a Ty Grady en ella. Habían sido amigos
durante tanto tiempo que era casi imposible encontrar una foto de Nick
sin él. Kelly estaba en muchas de ellas también, él y Nick siempre habían
gravitado hacia el otro. Nick se preguntaba a menudo si hubieran sido
completamente ciegos a la atracción en todos esos años, o si la conexión
que compartían iba más allá del romance o atracción.
Nick se quedó mirando el rostro sonriente de Kelly por un largo
tiempo antes de volver su atención a JD, preguntándose en su repentino
interés.
―¿Estás... recordando algo? ¿Piensas que estabas en el servicio de
alguna manera? Podríamos revisar tus datos una vez más, ampliar la
búsqueda.
Un rubor se deslizó sobre el rostro de JD.
―No. ¿Yo? Dios no. Es decir, viste mi reacción cuando empezaron
los disparos.
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―Bueno, esconder la cabeza y protegerse es una decisión


inteligente, así que no hay juicio de mi parte.
Ambos rieron, aunque incómodos, Nick se pasó una mano por la
barbilla mientras examinaba las fotos de nuevo.
―Tu acento es Tidewater. Significa que gastaste al menos la mayor
parte de tu juventud en Virginia, cerca de la costa. Esa área es el centro de
la base naval. Estas imágenes pueden ser que te atraen porque eras un
mocoso de la costa.
JD negó con la cabeza. Vaciló por un momento, luego lo miró y le
dio una sonrisa avergonzada.
―Te estaba mirando a ti.
Las cejas de Nick saltaron y sonrió con malicia.
―Bueno, todos éramos jóvenes y apuestos en aquel entonces.
Nick echó un vistazo a la serie de fotos, sintiendo todavía los ojos de
JD en él. Encontró su mirada con una creciente sensación de temor.
―Yo te prefiero ahora ―susurró JD.
Nick no tenía idea de qué decir. No podía apartarse del otro
hombre. Se sentía atraído por él, por el misterio, por la angustia, por esos
ojos azules hipnóticos. Así como un cachorro, atraído por el peligro.
―Lo siento ―dijo Nick uniformemente mientras bajaba la cabeza―.
Pero esta es una muy mala idea.
―Sí, tienes razón, lo siento, totalmente inapropiado ―dijo JD
apresuradamente. Se tapó la boca con la mano y dio un paso hacia el
camarote VIP, mirando a lo lejos y luego otra vez a Nick.
Se quedaron mirándose durante un largo momento.
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―Él es increíblemente afortunado, detective ―susurró finalmente.


―Yo también ―dijo Nick con suavidad.
JD le dio una pequeña sonrisa antes de retirarse a su camarote. Nick
se quedó en la puerta por un largo momento, después maldijo en voz baja
y se dio la vuelta.

Kelly se sentó en el salón, viendo a Nick moviéndose alrededor de la


parte exterior del barco, en la oscuridad. Estaban llegando informes de
vientos huracanados y probablemente no quería despertar en un barco
hundiéndose, sobre todo porque había varias zonas que estaban todavía
acribilladas de balas.
Kelly tenía el libro de Nick en su regazo, leyéndolo a la luz que venía
de debajo de los armarios de la cocina.
Cuando Julian había mencionado a los Rosacruces, Nick ni siquiera
había vacilado, aunque obviamente había sentido los ojos de Kelly sobre
él. ¿Qué demonios estaba haciendo? Kelly odiaba sentirse fuera de onda y
odiaba aún más la sensación de sospecha de su novio.
Ojeó las páginas hasta que llegó a una marcada por el trozo de
papel que había encontrado la otra noche, el único con el código
masónico en él.
Todavía lo tenía en la mano cuando Nick entró en el salón y cerró las
puertas y ventanas. Kelly lo observó en silencio, esperando a que se diera
cuenta de su presencia. Nick terminó con la última cerradura y se giró,
tomando un sorbo de agua de un vaso de plástico Red Sox medio
Sidewinder | Abigail Roux

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descolorido de tantos lavados. Paró en seco cuando se encontró a Kelly


sentado en el sofá de dos plazas.
―Hey ―susurró―. ¿Qué estás haciendo, estás bien?
―No podía dormir ―admitió Kelly.
―Entonces, somos dos.
Nick rodeó la mesa de café y se tiró al lado de Kelly en el sofá. Le
entregó su agua, Kelly tomó un sorbo antes de devolvérsela.
―¿Está leyendo en la oscuridad? ―preguntó Nick con una risa
silenciosa.
Kelly levantó el libro.
―¿Por qué estás invistiendo en esto tanto, tan de cerca?
Nick frunció el ceño, las sombras marcando las líneas en su rostro.
―¿De qué estás hablando? ¿Qué es eso? ―preguntó, inclinando el
libro hacia la luz, intentando leer el título.
―Es un libro sobre sociedades secretas. ―Kelly se inclinó sobre
Nick, giró la lámpara y le dejó el libro en el regazo―. Sabías de lo que
Cross estaba hablando antes. ¿Qué piensas hacer?
Nick cogió el libro, mirando el papel en la mano de Kelly.
―Nada ―dijo en tono herido.
―Nick…
―Kels. El departamento nos coloca en un campamento de verano
cada año ―explicó lanzándole una mirada herida―. Hice trabajo de
oficina durante semanas hasta que fui autorizado por los médicos para
volver, así que me dediqué a esto. Estoy haciendo una búsqueda del
Sidewinder | Abigail Roux

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tesoro para ellos. Me estaba quedando sin ideas, por lo que estaba
intentando pensar en nuevas pistas.
Kelly señaló el código.
―¿Esta es una pista para un niño?
―Sí. Tengo el libro, porque el ejemplar que tienen de ese símbolo
es muy adornado ―dijo Nick. Pasó la página y golpeó el dibujo en el
libro―. Lo seguí y entonces añadí símbolos de otras pistas en la búsqueda
de tesoros. Parecen jeroglíficos para nosotros, pero los niños sabrán lo
que significan los símbolos en el momento en que se encuentren con uno.
Kelly se mordió el labio inferior, intentando no sonreír. En cambio,
asintió. Por supuesto que Nick no estaba haciendo nada nefasto. Estaba
haciendo un juego para los niños. Los niños a los que decía no ser
aficionado. Kelly finalmente resopló.
―¿Qué pensabas que estaba haciendo? ―preguntó a Nick con una
sonrisa burlona.
Kelly negó con la cabeza, avergonzado de haber sacado el tema.
―Ni siquiera lo sé muy bien. Lo siento.
Nick dejó el vaso sobre la mesa y luego se echó hacia atrás,
hundiéndose en el sofá suave. Puso los pies encima de la mesa y levantó el
brazo para que Kelly se apoyase en él. Kelly lo hizo con gusto,
descansando sus pies a su lado y la cabeza en su hombro. Se cubrieron con
la manta que mantenían en el sofá. Nick lo apretó cerca y luego enterró su
nariz en el cabello de Kelly.
―Prometo que la próxima vez que esté haciendo algo malo, vas a
ser mi socio en el crimen ―susurró.
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Kelly resopló.
―Es triste lo cierto que es, amigo.
Se quedaron así durante mucho tiempo, con el brazo de Nick
envuelto alrededor de Kelly y la cabeza de éste en su pecho.
―Lo siento por esto ―dijo Nick finalmente.
―¿Por qué?
―Este caso. Está arruinando nuestro tiempo juntos. Debería
haberme tomado unos días de vacaciones.
Kelly se giró para que pudiera verle. Apoyó la barbilla en el pecho de
Nick, mirándole.
―Creo que necesitábamos esto ―admitió Kelly.
―¿Qué?
―Creo que estamos fundamentados en asesinatos y caos. ―Kelly se
empujó hacia arriba, con las piernas cruzadas en frente―. Nunca nos
hemos encontrado en tiempos de paz.
―Claro que lo hicimos ―sostuvo Nick intentando incorporarse,
pero Kelly le puso una mano en el pecho y lo empujó hacia abajo. Por
alguna razón, era más fácil hablar con Nick cuando él estaba descansando,
vistiendo un par de pantalones de pijama de los Red Sox y poco más.
―No, no lo hicimos, ―contrarrestó Kelly―. Incluso después de
haber sido dado de alta, cada vez que nos reunimos, nos metimos en
problemas. O los problemas nos buscaban. Está en nuestra naturaleza,
nene. Y entonces sucedió lo de Nueva Orleans. Me tomó recibir una bala
en el pecho y casi morir para darme cuenta de que me sentía atraído por
Sidewinder | Abigail Roux

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ti. Yo sólo... Creo que nuestros cimientos se construyeron sobre la pólvora


y tengo miedo que van a...
―Kels ―susurró Nick―. Jesucristo, ¿estás rompiendo conmigo en
este momento? Porque esa es la sensación que tengo.
Kelly sonrió suavemente.
―¿Es lo que quieres?
―¡Joder, no! ―Nick se sentó de nuevo y esta vez Kelly no lo detuvo.
―Juro por Dios, pronto vamos a ir a algún lugar donde no sea
posible recibir ningún disparo. Vacaciones… en la población Amish... o algo
así. Te voy a demostrar que no lo necesitamos.
Kelly se rió y negó con la cabeza. Nick le agarró la parte posterior del
cuello, tirándole más cerca de su rostro.
―Si nuestros cimientos se construyeron sobre la pólvora, que así
sea. Son cimientos igual de fuertes.
Luego sus dedos se aflojaron y arrastró el pulgar sobre el pómulo de
Kelly, dejando la parte dorsal de los dedos a la deriva a lo largo de la
mandíbula y después arrastrando las puntas hacia abajo por el cuello.
―Te amo ―susurró Nick―. No tiene nada que ver con las
circunstancias, o nuestra historia, o qué tan cerca de la muerte hemos
estado, llegamos aquí juntos. Te amaría en cualquiera encarnación tuya.
Kelly no había esperado una declaración tan sincera de su amante,
que por lo general tiraba por el camino del humor cuando necesitaba decir
cosas así. Le resultaba difícil de tragar, y no podía apartar los ojos de Nick.
El cerebro del Kelly ya trabajaba en una respuesta, la expresión de
Nick se convirtió en más suave y más divertida. Finalmente pasó el pulgar
Sidewinder | Abigail Roux

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por el labio inferior de Kelly y tiró de él hacia abajo como si estuviera


respondiendo en su lugar.
―También te amo ―dijo en una pobre imitación de la voz de Kelly.
Ambos se echaron a reír pero se calmaron rápidamente para no
despertar a los demás. Kelly se lamio los labios y extendió la mano hacia
Nick, tirando de él en un beso.
―Estás jodidamente loco ―murmuró.
Nick asintió, terminó con los brazos alrededor de la cintura de Kelly
y lo arrastró más cerca. Se echó hacia atrás de nuevo, estirándose en el
sofá. Kelly se le colocó encima, besándolo por todo lo que valía la pena.
Sin embargo, tuvo la presencia de espíritu de recordar que no había
terminado de hacer su punto todavía. Estaba despierto cuando Nick y JD
habían estado hablando fuera de la puerta de la cabina. Había oído toda la
conversación. Se irguió hacia arriba, con el ceño fruncido.
―¿Qué? ―preguntó Nick con la voz llena de temor―. ¿En serio vas
a intentar romper conmigo dos veces en cinco minutos?
Kelly se rió y negó con la cabeza.
―Sólo quiero... quiero que sepas que si quieres probar alguna otra
cosa…
―¡Kelly! ―Nick se sentó de nuevo agarrándole fuerte, a pesar de
que Kelly intentaba empujarlo hacia abajo. Tenía su brazo alrededor de la
cintura de Kelly y lo giró a la parte trasera del sofá, aplastándolo contra los
cojines. Kelly no intentó luchar contra ello, muy pronto Nick lo tenía
debajo de él. Tenía el rostro ensombrecido pero Kelly aún podía verle el
ceño fruncido, casi desesperado―. No estoy aquí contigo porque no tengo
Sidewinder | Abigail Roux

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otras opciones. ¿Entiendes? Esto no es algo que estoy tomando a la ligera,


no es un paseo por el parque para mí.
Kelly se humedeció los labios, tratando de tragar. Tenía la boca
demasiado seca.
―Doc. No hay “algo más” para mí. No hay una segunda opción. Eres
tú. Sólo tú.
Nick se apoyaba en el codo para que pudiera deslizarle un dedo por
la mejilla. Acercó sus rostros todavía más. Kelly levantó la cabeza y le dio
un beso, casi exploratorio, experimental y suave. Nick se lo devolvió con la
misma atención tierna, sosteniéndole la barbilla entre el pulgar y el índice.
―Está bien ―susurró Kelly después de unos largos momentos
besándose―. Muy bien. Así que vamos a bajar y puedes demostrármelo.
Nick tarareó con satisfacción.
―Lo que tú quieras.
Tuvieron la presencia de espíritu de bajar las escotillas y despertar a
Hagan para el último turno antes de dirigirse a su camarote, y también
estuvieron muy tranquilos hasta que llegaron allí. Apenas. Nick le presionó
contra la pared abrazándolo firmemente con un brazo, sus labios
encontrándose una y otra vez mientras cerraba la puerta con un
chasquido tranquilo.
Kelly envolvió los brazos alrededor de su cuello y levantó una pierna
para engancharla en la cadera de Nick. Todavía estaba explorando todos
los caminos novedosos del sexo con un hombre. Amaba algunas cosas, no
aceptaba otras. Pero una cosa de cual nunca se cansaba, era la diferencia
de tamaño entre él y Nick. Le encantaba el hecho de que tenía que
Sidewinder | Abigail Roux

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levantarse de puntillas para llegar a darle un beso, que los músculos de


Nick eran más voluminosos que los suyos. Disfrutaba especialmente de
que Nick pudiera sostenerle y lo hacía con gran frecuencia durante el
juego previo. Una vez Nick le folló de esa manera, sujetándole contra una
pared y entró en él una y otra vez hasta que quiso más y más rápido y le
arrojó en un sofá cercano.
Ni que decir tiene que Kelly había aprendido las pequeñas señales
que le hacían responder y abusaba de ello un infierno.
Nick le agarró de la parte posterior del muslo en cuanto levantó la
pierna, luego se inclinó y lo levantó arriba, deslizándole de espaldas contra
la pared y sosteniéndole allí con su propio peso. Kelly le envolvió ambas
piernas alrededor, todavía besándolo.
Podía sentirle creciendo cada vez más duro en su fino pantalón de
pijama, sentía la tensión de Nick en cada músculo mientras trabajaba para
soportar su peso.
―Bebé ―dijo Kelly casi sin aliento―. ¿Qué tengo que hacer para
conseguir que me folles así?
Nick se rio oscuramente.
―Tendría que estar demasiado colocado para hacer esto, ―maldita
sea, admitió, luego le mordisqueó los labios y lo besó con avidez. Colocó
los labios en el oído de Kelly y susurró―: Ven a montarme.
Kelly gimió.
―¡Sí, sargento!
Nick soltó el agarre y le dejó deslizarse hasta el suelo. Tan pronto
como sus pies estaban en el suelo, Kelly metió las manos debajo de la
Sidewinder | Abigail Roux

159

camisa de Nick. Probablemente le había visto sin camisa mil veces antes,
pero esto nunca dejó de ser su parte favorita de conseguirle desnudo. El
juego de músculos en hombros y espalda, la forma en que la tinta oscura
de sus tatuajes contrastaba con su piel. Era jodidamente glorioso.
Nick se sacó la camisa y la lanzó a un lado, retrocediendo hacia la
cama con una sonrisa. Sabía lo que esto le hacía a Kelly, pero no tenía
ningún miedo en devolverle el favor y mostrarle cuan encendido estaba.
Se bajó los pantalones más allá de su pene duro, dejándolos cuando
llegaron a los muslos.
―Maldita sea ―dijo Kelly entre dientes, y tiró de su camisa por la
cabeza. Empujó sus pantalones de chándal hacia abajo y los pateó hacia
un lado.
Nick le estaba mirando de arriba abajo con ojos depredadores,
lamiéndose los labios. Kelly le dio un codazo para empujarle a la cama,
luego se le subió encima y le sujetó las manos.
Nick sonrió maliciosamente, levantando las caderas para que la
cabeza de su polla rozara las bolas de Kelly.
Kelly negó con la cabeza.
―Vas a tener que trabajar más duro para eso.
Cuando Nick sonrió, Kelly podía ver que se estaba mordiendo la
lengua.
―¿Estás seguro de eso? ―preguntó astutamente―. La última vez
que me montaste, te corriste con tanta fuerza que me salpicaste hasta
que me lo lamí de los labios.
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160

Kelly gimió y bajó la cabeza. Era cierto, maldita sea. Soltó las manos
de Nick y alcanzó bajo las almohadas donde habían estado escondiendo su
lubricante. El cajón quedaba demasiado lejos cuando llegaban a la etapa
en que lo necesitaban.
Cuando iba hacia el lubricante, Nick le agarró de las caderas,
manteniéndolo en el lugar. Le lamio la punta del pene y sus dedos cavaron
en su culo.
―Oh Dios, cariño ―gruñó Kelly, bajando la cabeza y jadeando
mientras todo su cuerpo pulsaba con necesidad.
Nick le tiró de las caderas, incitándole a gatear sólo un poco más
cerca de la cabecera. Le pasó la lengua por las bolas, luego fue más abajo,
lamiéndole el culo. Kelly casi gritó. Se llevó el puño a la boca y lo mordió
para no hacer ningún ruido. Nick le lamió de nuevo todo el camino hasta
sus bolas y se llevó una a la boca.
Arqueó la espalda descendiendo hasta agarrar un puñado del
cabello de Nick. Sus muslos empezaban a arder, pero maldita sea si iba a
preocuparse por esto cuando Nick estaba a punto de hacerle lo que
pensaba que le haría.
Las manos de Nick le apretaron el culo tirando de sus mejillas
abiertas antes de que su lengua estuviera allí de nuevo, lamiendo y
masajeando los músculos que intentaban luchar cuando Kelly se tensó.
―Jesucristo, haces ejercicios de lengua cuando yo no estoy cerca,
¿verdad? ―preguntó Kelly, la última palabra saliéndole con un gemido
cuando la lengua de Nick empujó más allá de esos músculos y se adentró
en él.
Sidewinder | Abigail Roux

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Nick tarareó en respuesta y lamió de nuevo su camino hasta sus


bolas. Sus dientes rasparon la piel suave y un pequeño gemido escapó de
los labios de Kelly antes de que pudiera detenerse.
Roció una generosa cantidad de lubricante en la palma de su mano,
luego llegó a ciegas detrás de él. Agarró la polla dura de Nick y apretó,
recubriéndola con lubricante. Nick se quejó en voz alta, pero esta vez
tenía la boca llena de las bolas de Kelly que casi se vino en ese mismo
momento. Su polla estaba goteando mientras su cuerpo se retorcía,
intentando alcanzar a Nick y al mismo tiempo darle acceso a la lengua.
Nick le lamió el culo de nuevo, luego arrastró la lengua todo el camino
hasta el eje del pene.
Le chupó entre sus labios, lamiendo el pre-semen de la cabeza antes
de liberarlo.
Tan pronto como estuvo libre apoyó su culo en Nick, besándolo
mientras se frotaba por toda su polla lisa.
La mano de Nick se le enredó en el cabello y empujó las caderas
hacia Kelly con un gemido.
―Vamos ―instó, con la voz igual de tensa que su cuerpo debajo de
Kelly.
Kelly sonrió y se sentó, frotándose el culo contra la cabeza del pene
de Nick.
―¿Te gusta esto?
―Kels ―prácticamente imploró Nick. Alzó las caderas y la cabeza de
su verga se deslizó con facilidad a lo largo de culo de Kelly. Kelly empujó
hacia atrás, dejándole que estuviera a punto de entrar incluso sin
Sidewinder | Abigail Roux

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necesidad de guiarlo. Éste abrió la boca y clavó los dedos en los músculos
del culo de Kelly―. Joder, cariño.
Kelly lo besó de nuevo, lamiendo su lengua, chupando, mordiendo.
Nick gimió en su boca y empujó las caderas de nuevo cuando Kelly no
soltó la lengua. Esta vez entró y ambos se quejaron desenfrenadamente.
La cabeza de su polla empujó en Kelly, abriéndole. Avanzó y la fricción fue
suficiente para que ambos gritaran por más. Kelly se dejó caer duro y Nick
empujó profundamente dentro de él.
Ninguno de los dos podía gritar, ya que todavía estaban luchando
para ver quién podía mantener la lengua de Nick. Kelly lo besó una vez
más y se sentó, moviendo las caderas cuando Nick apretó fuerte sus bolas.
―Joder, ahora recuerdo por qué esto es tan divertido ―gimió Kelly
cuando dejó caer la cabeza hacia atrás. Las manos de Nick estaban por
todas partes, deslizándose hasta sus costillas, alisándose sobre el pecho,
tirando de él por los hombros hacia abajo mientras intentaba empujar
más profundamente en él.
Kelly comenzó un vaivén lento y rítmico de sus caderas, los dos se
retorcían de placer. Nick llevó las rodillas hacia arriba, empujando hacia
los movimientos de Kelly. Ésto dio una dimensión más a la fricción que a
los dos los colocaba en llamas. Kelly le pasó las uñas por el pecho.
―No te detengas ―ordenó sin aliento.
Nick se mordió el labio y asintió.
―¡Joder! ―dijo entre dientes. Le agarró las caderas, muy
apretado―. Joder, sabía que no seríamos capaces de hacer esto en
silencio.
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―Que se joda el silencio ―gruñó Kelly. Luchó contra el dominio de


Nick, moviendo las caderas de alguna manera. Nick gruñó, succionando
aire por entre los dientes cerrados mientras iniciaba de nuevo sus lentas
estocadas.
No había nada para encubrir el sonido de su vida amorosa. No había
nada de ruido fuera, nada de mar enfurecido, tampoco música o sonidos
lejanos de la ciudad. Eran sólo Nick y Kelly, los jadeos y gruñidos que cada
uno de ellos hacía, a medida que se acercaban cada vez más al orgasmo.
No había manera de que los otros no los escuchasen si estuvieran
despiertos. Kelly no le importaba. De hecho, casi lo vio como una
oportunidad para marcar su territorio.
Nick arrastro las uñas por las costillas de Kelly, aferrándose a él con
desesperación, buscando un apoyo a ciegas.
―¿Te corres? ―preguntó Kelly, apenas capaz de pronunciar las
palabras, luchando con su propio orgasmo.
―Kelly, ―Nick se quedó sin aliento. El nombre sonaba como una
maldición en sus labios. Contrajo las caderas, casi empujando a Kelly fuera
de la cama. Kelly le puso una mano en el centro del pecho donde podía
sentir el latido salvaje de su corazón mientras se acercaba. Apretó todos
los músculos que aún podía controlar y Nick gritó, una súplica ronca y
desesperada del nombre de Kelly.
―Eso es, bebe ―siseó Kelly.
Nick tenía los ojos cerrados, la cabeza echada hacia atrás. Apretó los
dientes para no gritar de nuevo. ¡Dios, estaba tan jodidamente hermoso
cuando follaban! Kelly le podía sentir cada músculo trabajado en su
Sidewinder | Abigail Roux

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poderoso cuerpo, la posesividad en sus manos, veía el amor y el placer en


sus ojos cuando le miraba, podía sentir su todavía pulsante polla dentro
de él. Se agarró con la mano libre, y todo lo que le tomó fueron unos
cuantos golpes antes de encontrar su propia liberación.
Se arrodilló sobre Nick con la cabeza colgando por largos minutos,
cada uno de ellos tratando de recuperar el aliento, cada uno de ellos
reanudando lentamente sus movimientos suaves y toques en cuanto sus
cuerpos se calmaban. Kelly finalmente logró moverse y se levantó de
encima de Nick desplomándose a su lado en la cama.
Nick no se movió más que para descansar la mano en su muslo y
darle un suave apretón. Kelly le miro de perfil en la luz mortecina. Le puso
una mano sobre el corazón, sintiendo las pulsaciones suavizándose.
―Perdóname por cuestionar esto ―dijo, dándole un golpecito en el
pecho.
Nick abrió un ojo, luego giró la cabeza para mirarle a los ojos.
―No hay problema en cuestionar, Kels. Pero te prometo que nunca
te voy a dar una razón para esto.
Kelly lo besó suavemente, luego rodó sobre su espalda de nuevo.
―¿Quién enciende la luz y trae la toalla? ―preguntó después de
unos segundos―. Yo no me atrevo, tengo esperma goteando de mi culo y
es tu culpa.
―Sí, lo es ―dijo Nick, pareciendo bastante satisfecho consigo
mismo.
―Estoy seguro de que tú debes ir y conseguir la toalla.
Sidewinder | Abigail Roux

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―Piedra, papel, tijera ―dijo Nick, y levantó el puño al aire,


esperando.
Kelly preparó el puño y contaron. Lanzó tijeras y Nick se rio entre
dientes porque él había lanzado piedra. Golpeó con el puño en los dedos
de Kelly.
―Perfecto.
Kelly gruñó, levantándose de la cama.
―Cabrón.
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Capítulo 6

―Entonces, ―Hagan arrastró las palabras dándole a Nick una


mirada de complicidad tan pronto como apareció para desayunar. Tenía el
cabello revuelto y todavía llevaba la camiseta y los pantalones vaqueros
de la noche anterior.
Nick lo miró, sacudiendo la cabeza mientras empezaba a prepararse
el desayuno. Sabía que Hagan le haría pasar por un infierno.
―¿Dónde está tu chico? ―preguntó Hagan, deslizándose en la
banqueta en el otro lado de la mesa de la cocina para que pudiera verle
cocinando.
―Aún en la cama. ―Nick le miró unos breves instantes―. Está bien,
sigue adelante.
―No he oído nada ―afirmó Hagan y cogió el plato de comida que
estaba listo―. ¿Cuán lejos has llegado?
―No demasiado. Tengo una búsqueda direccionada en los robos
donde se llevaron papeles o documentos históricos. Sin embargo, se
investiga en todo el mundo, por lo que podría tomar un tiempo.
―Ya es algo consistente. ¿Qué vamos a hacer con tu asesino?
Nick se encogió de hombros, mirando hacia la escalera.
―Ayudarle, supongo. Eso es lo que le prometí que haría.
―¿Alguna vez haces una promesa y luego piensas, ehhhh?
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Nick se rio, giró un panqueque en el aire y luego lo dejó caer de


nuevo en la sartén.
―¿Tienes algún café?
―No tomo café. Sólo tengo té.
Hagan se encogió de hombros, arrugando la nariz.
―Esta ciudad fue fundada con el concepto de tirar el té en el
puerto.
―Eso es... no, nada de esto. No es verdad.
Se escuchó un golpe desde abajo. Unos momentos después, Kelly
asomó la cabeza por encima de la barandilla y olfateó el aire como un
perro.
―¿Huele a tocino?
―Y a huevos y tortitas. Vamos ―le animó Nick, mirando de nuevo
hacia Hagan―. Cita con el psiquiatra a las nueve. ¿Puedes manejar esto, o
tenemos que conseguir el apoyo de un par de policías?
―Tengo todo bajo control ―dijo Hagan mientras intentaba tragar
un bocado de huevos―. Maldita sea, chico, esto es muy bueno. No sabía
que podías cocinar.
Kelly se deslizó por detrás de Nick y agarró un plato. Mantuvo la
mano en la parte baja de la espalda de Nick, ostentosamente para que
éste no se pudiera dar la vuelta hacia él en la pequeña cocina. Cuando se
movió de nuevo, sin embargo, su mano se quedó allí y le dio una sonrisa
ladeada antes de arrastrarle los dedos por la cadera y al fin alejarse.
Nick se estremeció violentamente. Estaba tan concentrado en Kelly
que se quemó en el fogón cuando extendió la mano hacia la sartén.
Sidewinder | Abigail Roux

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Todavía estaba maldiciendo y chupando la punta de su dedo, cuando


alcanzaba su planta de aloe, tanto JD como Julian se les unieron.
―Tranquilo, detective ―comentó Julian. Su voz era tan divertida
como Nick la recordaba de su primera reunión.
Rompió una punta de una de las hojas de aloe y la frotó sobre su
dedo, echando una mirada en la dirección de Julian.
―Tuve una idea anoche ―le dijo.
―¿En serio? No consigo imaginarme cuanto tuviste tiempo ―le
provocó Julian.
Nick entrecerró los ojos, pero no era el tipo de avergonzarse mucho
de nada.
―Si esa estrella se encuentra en Boston, conozco a alguien que
podría ser capaz de ayudarnos a encontrarla.
Julian se animó con esto. Miró hacia los otros, que todos estaban
mirando a Nick con los ojos muy abiertos.
―¿Y quién podría ser?
―Bueno, son bienes robados. Incluso en 1908, había muchas
personas donde podrías llevar la mercancía robada y mantenerla en
secreto durante tanto tiempo.
―Esta es una muy mala idea ―espetó Hagan.
Nick se encogió de hombros.
―Estoy abierto a otras mejores.
―Lo siento, ¿de que estáis hablando? ―preguntó JD.
Kelly se aclaró la garganta, frotándose la mano por el puente de la
nariz. Tenía los ojos cerrados.
Sidewinder | Abigail Roux

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―La mafia irlandesa ―supuso―. Está hablando de pedir favores a


la mafia irlandesa.
JD se quedó boquiabierto mirando a Kelly y luego se giró hacia Nick
con los ojos grandes, incrédulos.
―Esto suena como una muy mala idea.
―No vas allí sin refuerzos ―declaró Hagan―. Ni lo pienses.
―Ya tengo refuerzos ―dijo Nick con un movimiento de la cabeza
hacia Julian y Kelly.
Hagan se frotó la palma de la mano sobre la boca, apoyando su
codo en el mostrador. Pillo el tenedor que salió volando pero ni siquiera
trató de atraparlo.
―De compañero a compañero, ¿cuán seguro puedes estar haciendo
esto?
Nick encogió los hombros y sonrió con malicia.
―Tan seguro como estábamos en el almuerzo de ayer.

Kelly no podía dejar de andar de un lado a otro mientras Nick estaba


hablando por teléfono. Les había dicho que tenía que hacer una llamada,
después salió a la cubierta y cerró la puerta detrás de él. No podían oír lo
que decía, no sabían con quién estaba hablando, y Kelly ni siquiera podía
verle para intentar leerle los labios.
Kelly conocía lo suficiente sobre el pasado de Nick para saber que
este era un riesgo extremadamente estúpido para asumirlo. Cualquier
Sidewinder | Abigail Roux

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interacción que tuviese con la mafia irlandesa aquí en Boston le dejaba


demasiado expuesto después de la historia que tenía con ellos.
Habían estado bebiendo una noche en Jacksonville durante su
permanencia en Camp Lejeune, jugando al billar y lanzando dardos,
charlando y desahogándose, cuando Nick había dejado escapar por qué se
había unido a los marines.
―Era eso o continuar corriendo en los trabajos para la mafia
irlandesa ―le había dicho con una sonrisa marca O'Flaherty antes de
beberse su cerveza y luego irse para acorralar a un marine en una partida
de billar.
Sin embargo, Kelly siempre había sentido que había más en esta
historia.
Hagan había enumerado unos argumentos más débiles antes de
acompañar a JD al psicólogo para su entrevista. Sin embargo, podría darle
a Nick una alternativa viable. Sin el mapa que indicara donde está
escondido el broche de estrellas, no había manera de que Julian
encontrara el tesoro. Y sin ninguna idea sobre el paradero de los
asaltantes JD todavía estaba en peligro también, así como Cameron.
Nick volvió al salón, con aspecto sombrío.
―¿Qué está pasando? ―exigió Kelly.
―Tenemos una reunión esta noche.
―Eso fue rápido ―dijo Julian―. Jesús, ¿qué tipo de conexión tienes
con ellos?
―Una cuestión personal ―gruñó Nick. Su tono dejó claro que no
deberían preguntar más.
Sidewinder | Abigail Roux

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―¿Dónde nos encontraremos? ―preguntó Kelly.


―Hotel Liberty, a las seis de la tarde. Se supone que debemos
reservar dos habitaciones y también reservar un lugar para cenar.
―Hotel Liberty. ¿No es el lugar donde querías llevarme? ¿La antigua
cárcel que se convirtió en un hotel?
Nick asintió.
―Parece que tendremos la oportunidad de verlo, después de todo.
Pasó por delante de Julian y Kelly dirigiéndose abajo por las
escaleras, sin otra palabra
―Perfecto ―dijo Kelly.
Julian dio un paso más cerca, bajando la voz.
―¿Hay una pieza de información que falta aquí y que necesito
saber?
Kelly respiró profundo y vaciló, los ojos como dardos entre Julian y
el hueco de la escalera.
―Entiendo tu lealtad hacia él pero no estoy acostumbrado a
trabajar a ciegas ―dijo Julian, con voz suave y persuasiva.
―Nick creció aquí ―dijo Kelly en voz baja―. Durante el tiempo en
que los adolescentes o bien se iban lejos, o se iniciaban. ¿Entiendes?
Julian asintió brevemente.
―Nick eligió a los Marines, a los diecisiete años, para evitar la mafia.
―Eso es todo lo que sé.
Julian asintió de nuevo, luego sonrió con tristeza.
Sidewinder | Abigail Roux

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―Más bien como elegir la RAF19 para evitar el IRA20.


El teléfono en el bolsillo de sus vaqueros comenzó a vibrar y lo
agarró rápido.
―Cross al habla.
Kelly estaba lo suficientemente cerca como para oír el murmullo de
la voz en el teléfono, pero no podía entender lo que estaba diciendo.
―Quiero hablar con él ―exigió Cross―. Quiero saber que está vivo
antes de darle cualquier cosa.
Kelly articuló la palabra:
―¿Los secuestradores?
Julian asintió.
Kelly se precipitó por las escaleras, deslizándose por la barandilla
con las manos y los pies, como le habían enseñado hace veinte años
cuando se había unido a la Armada.
―¡Nick! ―Silbó entre dientes.
Nick sacó la cabeza del cuarto de baño. La mitad de su rostro estaba
cubierta de crema de afeitar y no llevaba camisa, sólo sus pantalones
vaqueros y una toalla apoyada en su hombro. Sostenía la navaja en la
mano como un arma.
―Los secuestradores han llamado al teléfono de Julian.
Nick tiró la navaja sobre el hombro y empujó detrás de Kelly por las
escaleras. Se dirigió a la banqueta en la cabina del piloto y arrancó uno de

19
N de T: Fuerza Aérea Real (inglés: Royal Air Force) es la Fuerza Aérea Independiente más antigua del
mundo. Fue creada el 01 de abril de 1918, durante la 1ª Guerra Mundial, por la mezcla del Cuerpo Real
de Vuelo (Royal Flying Corps) y del Servicio Aeronaval Real (Royal Naval Air Service).
20
N de T: Ejército Republicano Irlandés.
Sidewinder | Abigail Roux

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los cojines, luego rebuscó en el interior. Kelly ni siquiera sabía que esos
bancos eran huecos.
Nick salió con un artilugio que se parecía a uno de los teléfonos
móviles originales que venían en bolsas. Lo dejó caer sobre la mesa y lo
abrió. Dentro había una gran variedad de dispositivos de escucha y GPS. Le
hizo a Julian un gesto para que se acercara, y como éste hablaba por
teléfono con su novio secuestrado, Nick enchufó el dispositivo en su
teléfono. Tuvieron que contorsionarse para hacerlo y Julian terminó con
crema de afeitar sobre todo el hombro.
Julian le dio a Nick una de las más sucias miradas que Kelly había
visto nunca en un hombre, pero Nick se encogió de hombros y volvió la
atención al dispositivo de seguimiento. Giró el dedo en el aire, sin palabras
diciéndole a Julian que alargara la conversación. Entonces le entregó la
toalla casi con timidez.
Julian se limpió el hombro, todavía ceñudo.
Nick llevó a Kelly a un lado, dejando caer su voz a un susurro casi
inaudible.
―¿Qué es lo que quieren?
―Él sólo exigió hablar con su novio antes de que les diera cualquier
información.
―Quieren una actualización sobre su progreso. Significa que están
poniéndose nerviosos. Mierda.
―Van a matar a este chico si él no encuentra el tesoro ―dijo Kelly.
Nick estaba observando a Julian por encima del hombro de Kelly. Su
mandíbula saltó cuando apretó los dientes.
Sidewinder | Abigail Roux

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―Que Dios los ayude si lo hacen.


Kelly miró hacia atrás. Los ojos de Julian eran duros como piedras y
sus hombros estaban rígidos. Era evidente que estaba de nuevo en el
teléfono con los secuestradores. Kelly tomó el codo de Nick y tiró de él
hacia el salón, luego salieron a la cubierta y cerraron la puerta.
―¿Vas a ser capaz de manejar esta reunión esta noche? Porque él
está involucrado como el infierno y yo no he estado en un tiroteo en más
de un año.
Nick le deslizó la mano por el brazo y su expresión se suavizó.
―Siempre te escogería a ti aún oxidado antes que a cualquier otro
para cubrirme las espaldas.
Kelly intentó no sonreír, pero no pudo evitarlo. Pasó el dedo por la
crema de afeitar secándose en la mejilla de Nick.
―No deberías haberte afeitado, me gustas desaliñado. Me gusta
así.
Nick sonrió y luego frunció los labios mientras asentía.
―Recordaré eso. Pero esta noche, tenemos que vestirnos de punta
en blanco. ¿Trajiste un traje?
―Sí, tengo uno. ¿Por qué?
―Debido a que el hombre que vamos a ver no hablará a unos
desaliñados policías en tejanos y chaquetas de cuero.
Un revoltijo de nervios atravesó el estómago de Kelly, aunque no
estaba seguro de por qué. Se habían enfrentado a hombres peligrosos
antes. Algo sobre la tensión de Nick estaba sangrando en él.
Sidewinder | Abigail Roux

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―Pero bueno ―comentó Nick, asumiendo la máscara brillante que


siempre había usado en los Marines. Sonrió, y de alguna manera forzó que
el calor llegara a sus ojos. Kelly siempre se preguntó cómo demonios lo
hacía―. Por lo menos vamos a tener esta noche romántica que estábamos
planeando, ¿verdad?
Kelly resopló.
―Maravilloso.
La puerta del salón se abrió y salió Julian, todavía quejándose por la
crema de afeitar en su camisa.
―¡Por el amor de Cristo, sólo es una camiseta de algodón! ―señaló
Nick―. ¡Dejaré que cojas prestada una de las mías!
Julian le gruño.
―¿Qué dijeron? ―preguntó Kelly.
―Cameron está todavía seguro. Juró que resultó ileso, y tiendo a
confiar en él, aunque era obvio que alguien estaba siguiendo de cerca sus
palabras. Las escogió con mucho cuidado. Querían saber dónde estaba, y
qué progresos había hecho. Les dije que me había visto obligado a obtener
asistencia. Tengo la clara sensación de que ya lo sabían.
―¿Piensas que te están siguiendo? ―preguntó Nick.
―Si así fuera, lo sabría.
―De alguna manera, tienen antenas ―insistió Nick.
―Tal vez se enteraron del robo ―sugirió Kelly―. Sabían que era o
Julian o algún otro equipo.
―Tal vez ―susurró Julian.
―¿Qué papel juegas en esto? ―le preguntó Nick.
Sidewinder | Abigail Roux

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―¿En qué?
―El robo. Los asesinatos ―dijo Nick con voz dura―. ¿En cuál de
ellos actúas?
―No, detective. Sólo estaba siguiéndoos. Y lo hacía desde una
distancia considerable. Nunca vi nada, aparte de la furgoneta que
conducíais. Llegué allí y la escena ya estaba como la encontraste.
―¿Les estabas siguiendo? ―gritó Nick―. ¿Por qué no lo dijiste
antes? ¿De dónde vienen? ¿Tienen la base en algún lugar en Boston?
Julian permaneció irritantemente tranquilo delante del estallido de
Nick. Kelly estaba impresionado.
―Llegaron desde el aeropuerto. Les seguí el rastro. No estoy
ocultando información, detective. Quiero detenerlos tanto como tú lo
haces. Más que tú, sería capaz de apostar.
Nick le apuntó amenazadoramente con el dedo. Sin embargo, se
calmó rápidamente reconociendo la lógica de la explicación de Julian.
―Voy a acabar de afeitarme ―dijo entre dientes cuando salió.
Julian lo vio alejarse, luego se volvió hacia Kelly con un suspiro.
―Parece tenso.
Kelly concordó.
―Me pareció tan equilibrado antes, cuando lo conocí. Relajado.
Bien ajustado. Ya no es así.
Kelly apretó los labios en una fina línea, asintiendo.
―¿Dijiste que estuvo en el ejército?
―En pocas palabras, sí.
Sidewinder | Abigail Roux

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―El equipo fue llamado de nuevo el año pasado. Cualquiera que sea
el trabajo que tuvieron que hacer, les jodió un poco.
―¿Por qué? ―preguntó Julian. Su preocupación parecía genuina.
El estómago de Kelly se agitó y desvió la mirada por el barco para
ver si Nick estaba cerca.
―Nunca lo dirá.
Se excusó antes de que Julian pudiera hacerle más preguntas. Casi
colisionó con Nick que regresaba a la cubierta.
Nick ya había terminado de vestirse. Había renunciado al traje, en su
lugar permaneció con los pantalones vaqueros que había estado usando y
se puso una camisa negra, lisa. Tenía sobre el brazo su chaqueta favorita
de cuero y la placa en una cadena alrededor del cuello. También llevaba
un arnés con un arma en cada lado, en lugar de la que generalmente
mantenía en su cadera.
―¿Qué estás haciendo? ―preguntó Kelly.
―Voy a trabajar. Levantó su teléfono. ―El rastreador no consiguió
su ubicación, la llamada no fue lo suficientemente larga.
Julian suspiró temblorosamente y asintió.
―Sin embargo, nos dio una región ―añadió Nick.
―¿En serio? ―Saltó Julian―. ¿Dónde lo están reteniendo?
Nick endureció la expresión y lo miró a los ojos.
―Están en Boston.
Julian se tomó unos momentos para mantener la paciencia y
obtener los nervios bajo control; Kelly en realidad podía ver las emociones
pasando por su rostro.
Sidewinder | Abigail Roux

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―Supongo que tiene sentido. Sabían que Boston iba a estar en


juego, al final. Se quedó allí un momento, Nick y Kelly permanecieron en
silencio, dejándole que trabajara en esto―. Disculpadme ―finalmente
susurró y pasó por delante de ellos al salir del salón.
―Lo está manejando tan bien ―dijo Kelly―. Si te hubieran retenido
atado en alguna parte y yo descubrieses que estabas en la misma ciudad,
estaría arrancando todas las cosas de en medio.
Nick tarareó y asintió mientras observaba a Julian desapareciendo
por las escaleras.
Kelly estudió su perfil un momento antes de exigir su atención
golpeándolo con el codo.
―Oye. ¿Qué pasa?
―Algo... ―Nick sacudió la cabeza y le miró de nuevo a los ojos con
una sonrisa débil. Deslizó su teléfono en el bolsillo de atrás, luego atrajo a
Kelly más cerca para darle un beso―. Te quedas con Cross, ¿vale? A ver si
los dos juntos podéis lograr algunos avances con este tesoro de mierda.
―Tu eres el brillante en historia, cariño, no estoy seguro de que
sepa por dónde empezar.
Nick asintió como si comprendiera que estaba básicamente
pidiéndole a Kelly que se sentara en sus manos todo el día. Se veía
molesto consigo mismo.
―Mira lo que puedes conseguir de todos modos. ¿Por favor? No
dejes a Cross fuera de tu vista.
―¿No confías en él?
―No.
Sidewinder | Abigail Roux

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―Entendido.
Nick le dio otro beso, demorando más que unos momentos y en
seguida se dirigió por el muelle hacia el estacionamiento situado más allá.
Julian se unió a Kelly poco después, llevando una camisa que había robado
del armario de Nick. Se quedaron juntos en la cubierta, mirando a Nick
alejándose.
―¿Te gustaría aprovechar una excursión de campo sin supervisión?
―preguntó Julian después de unos momentos.
―Si digo que no, ¿te vas a escabullir a la primera ocasión que pare
para echar una meada?
―Sí.
Kelly asintió abatido.
―Permíteme ponerme unos zapatos.

Nick dejó su Range Rover para Kelly y Julian, a sabiendas de que tan
pronto como él estuviera fuera de la vista, los dos hombres estarían fuera.
Confiaba en Kelly para cuidar de sí mismo, sabía que no necesitaba que le
sostuviera la mano. Y, infiernos, tal vez consiguiesen alguna cosa.
Dejó una nota en el parabrisas para Kelly, luego se fue al depósito
de almacenamiento donde guardaba su moto. De todos modos, le gustaba
montar en moto cuando estaba corriendo por las calles. Era más fácil
encontrar aparcamiento, incluso con las placas de policía.
Se dirigió primero a la estación, para averiguar sobre las peticiones
que había lanzado sobre la identidad de JD. Había entrado un informe
Sidewinder | Abigail Roux

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referente a los otros robos que andaban buscando. Nick se sentó a leerlo y
luego se dio cuenta que había un mensaje de la Universidad de Boston en
su escritorio. Uno de los profesores había respondido a sus preguntas,
diciendo que reconoció a JD.
Nick arrojó los archivos de robo a un lado y cogió el teléfono en su
lugar. Cuando llamó al número que le habían dejado, respondió una
mujer.
―Soy el detective Nicholas O'Flaherty, estoy buscando al profesor
Kris Singleton.
―Soy Kris ―le dijo la mujer.
Nick había estado esperando a un hombre, pero se encogió de
hombros. Le gustaba su voz; era suave y un poco ronca.
―Profesora, ¿tiene un momento para hablar conmigo en lo que
respecta a las fotos que mis oficiales circulaban ayer?
―¡Oh! Sí, por supuesto, detective. ¿Qué le puedo decir?
―¿Usted reconoció el hombre de la foto? ―preguntó Nick.
―Sí.
―¿Es un profesor de la Universidad de Boston? ¿Un empleado?
―Oh no, no. Es un escritor.
Nick frunció el ceño y saltó a por su bloc de notas.
―¿Escritor?
―Enseño uno de sus libros para un curso. Lo reconocí por la foto en
la contraportada. Mis alumnos me preguntan cada año si conseguiría
convencerle de que acuda para dar algunas charlas.
Sidewinder | Abigail Roux

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Nick sonrió. Podía ver por qué los estudiantes universitarios


querrían sentarse frente a JD y mirarle por una hora.
―Muy bien. Por supuesto, ¿qué es exactamente lo que enseña?
¿Literatura de algún tipo?
―Arqueología y antropología. Me temo que no le he contado toda
la verdad, detective; lo reconocí por un libro que escribió, pero la escritura
no es su profesión. Verá, enseño un curso sobre la cultura pop, y
discutimos sobre las diferencias entre realidad y ficción en el campo de la
arqueología.
―Ya veo.
―¿Expectativa del trabajo frente a las realidades?
―Correcto, diciéndoles que no son Indiana Jones ―dijo Nick.
―Exactamente. Pero intento no desviar el curso, por lo que les
ofrezco lecturas de arqueólogos y otros científicos que... francamente son
más como aventureros. Hiram Bingham III, Roy Chapman Andrews, Lonnie
Thompson y Ellen Mosley-Thompson, y Mark Moffett, para nombrar unos
pocos.
―Muy bien. Científicos que también son una especie de fantasiosos
exploradores metomentodos, entiendo.
―Estoy impresionada, detective, que sepas esos nombres. Son los
pedazos más oscuros de la historia.
―Reconocí a los dos primeros ―admitió Nick.
Ella se rio.
―Lo suficientemente justo. Su desconocido es probablemente uno
de esos. Sus libros están llenos de... búsquedas de tesoros y tiroteos.
Sidewinder | Abigail Roux

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Entretenida lectura, pero no es la forma en que funcionan las cosas.


Realmente no.
El estómago de Nick revoloteo con esta nueva pieza de información.
―¿Cuál es su nombre?
―Hunt. Casey Hunt.

Kelly podía ver el aparcamiento de en frente del yate, así que sabía
que Nick había dejado el Range Rover. Sin embargo, después de rebuscar
en todos los cajones de la casa, no pudo encontrar un juego de llaves.
―Podemos llamar un taxi o hacemos un puente directamente al
motor ―dijo finalmente Julian cuando perdió del todo la paciencia.
Saltó del barco directamente al muelle sin darle a Kelly la
oportunidad de discutir, que tuvo que correr para alcanzarlo.
―Sabes, es como que pierdes algo sin el largo abrigo negro. Un
poco de aire de misterio se ha ido ―le dijo Kelly mientras se dirigían al
aparcamiento.
Julian miró con un gruñido ofendido los pantalones de color caqui y
la camiseta prestada de Nick. Kelly se encogió de hombros.
―Es verdad.
Kelly desaceleró cuando llegaron al auto y vio una nota blanca bajo
el limpiaparabrisas, aleteando en la brisa. La arrancó y desdobló.
Las llaves están encima de la rueda. Por favor, no hagáis un puente
directo.
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Julian leyó sobre el hombro de Kelly.


―Te conoce bien ―comentó antes de ir hacia la puerta del
pasajero.
Kelly sonrió y se arrodilló para buscar las llaves. Por supuesto que
Nick lo conocía bien. Eso era parte de la atracción.
―¿Adónde vamos? ―preguntó tan pronto como arrancó el motor
del Range Rover.
―A la librería. ―Julian levantó la placa de Nick, la que le prendía en
su cinturón cuando llevaba un traje―. Quiero echar un vistazo alrededor.
Kelly silbó y negó con la cabeza, poniendo el auto en marcha.
―Te vas a meter en grandes problemas ―canturreó.
―Todo estará bien. No lo sabrá si no le dices nada.
―Cero posibilidades.
―Sólo necesito pillar su acento.
Kelly pasó la mayor parte del trayecto criticando la pobre imitación
de Julian por el acento de Nick. Había oído algunos acentos de Boston que
eran malditamente irreconocibles. Otros, como el de Nick, eran más
suaves o habían desaparecido por estar fuera de casa durante tanto
tiempo. El de Nick resaltaba más cuando estaba borracho o despotricaba
sobre algo, por lo general sobre béisbol. También todo lo que requería la
expresión “hijos de puta”, evidenciaba su acento.
Algunas veces Kelly intentaba sacarlo de quicio sólo para escuchar el
acento original, pero por lo general Nick era imperturbable. Tenía que
recurrir al grito “¡Vamos, Yankees!” para conseguir realmente que Nick
reaccionara.
Sidewinder | Abigail Roux

184

―Es posible que funcione presentando la insignia ―le aconsejó


Kelly después del último intento de Julian―. Sólo... no hables mucho. Y no
utilices el nombre de Nick; todos le conocen por aquí, y sin duda no
puedes pasar por un pelirrojo de dos metros de altura.
Cuando llegaron a la librería, Kelly estacionó en la calle confiando en
que las placas de policía en el vehículo de Nick evitarían que fuera
remolcado. La acera todavía estaba llena de trozos de vidrio a pesar de
que la mayor parte habían sido barridos y acumulados en una pila. Las
ventanas rotas fueron tapadas con madera contrachapada. La cinta
amarilla de la policía sellaba la puerta, con una etiqueta roja adjunta cerca
del pomo que advertía sobre quien intentara romper la cadena de
custodia. Se suponía que debían firmar en la pequeña etiqueta.
―¿Puedes imitar su firma? ―preguntó Julian―. No hay nadie aquí
para ver que no es la suya.
Kelly firmó a regañadientes el nombre de Nick en el comprobante
rojo.
―Tú te estás llevando toda la culpa de esto ―dijo―. Y le voy a decir
que le robaste la placa.
―Entendido.
Julian sacó un cuchillo de algún lugar dentro de su chaqueta y cortó
la cinta a lo largo del borde. Sin embargo, cuando intentó abrir la puerta,
la encontró cerrada. Sacó una ganzúa de otro bolsillo y se arrodilló para
trabajar en esto.
―¿Cuántos bolsillos tienes en esta cosa? ―preguntó Kelly.
Julian se rio sombríamente.
Sidewinder | Abigail Roux

185

―No tienes ni idea.


La puerta se abrió, guardó sus herramientas y entró.
Estaba oscuro y polvoriento, el olor a papel viejo y cuero era
abrumador. Kelly se dirigió al auto y rebuscó en la parte posterior para
una linterna. Encontró una Maglite pesada, junto con otros materiales que
les podrían ser útiles en los próximos días si esto llevaba a una búsqueda
del tesoro como esperaba. Se reunió con Julian y encendió la linterna.
Apuntó sobre el desastre que quedaba de la tienda.
―Jesús. ¿Por qué la destruyeron así?
―Sospecho que en realidad no encontraron lo que buscaban y esto
es de rabia o desesperación. Tal vez incluso una pelea. En este punto, con
poco o ningún éxito, las ratas pueden haberse irritado uno con otro. Julian
anduvo con cuidado hacia la vitrina de exposición, que parecía haberse
llevado la mayor parte del ataque.
―¿Cuántos fueron?
―De dos a cinco. No estoy seguro del número exacto ―respondió
Julian, pero se distrajo con algo―. Trae la antorcha aquí.
―Antorcha, ―se hizo eco Kelly―. Oh, echo de menos el inglés.
―No soy inglés, soy irlandés.
―Lo mismo ―bromeó Kelly. Pasó por encima de una pila de libros
dispersos y apuntó con la linterna en la vitrina.
Julian colocó la palma de la mano sobre lo que parecía una huella en
el polvo. Luego extendió la mano en el aire, curvando los dedos en un
puño mientras lo hacía, cerniéndolo sobre otro esbozo sugerido de una
Sidewinder | Abigail Roux

186

impresión. La acción parecía imitar perfectamente lo que alguien le había


hecho a la vitrina.
―¿La limpiaron? ―preguntó Kelly.
―No estoy seguro. Esto podría ser un agarre para cualquier cosa
expuesta aquí. Esta vitrina es extremadamente antigua, mira. ―Dio unos
golpecitos con los nudillos en la esquina―. Nogal oscuro con patas
cabriolé y juntas encajadas con cola de milano. Creo que ésta en sí es una
pieza de época colonial.
―¿Eso es importante?
Julian tocó la madera como si estuviera buscando algo, pero se
encogió de hombros.
―No estoy seguro. Es posible que hiciera parte de una colección de
artículos, todos de la misma época. No lo sé. ―Se enderezó con un suspiro
y una mirada alrededor de la tienda―. Sin embargo, el que destruyó el
resto de esta tienda dejó este mueble intacto. Apuesto a que sabían que
era antiguo y no se atrevieron a destruirlo.
―Asesinos con respeto por la historia. Eh… Me pregunto lo qué les
trajo hasta aquí ―comentó Kelly comenzando a explorar los pasillos
estrechos y polvorientos―. ¿Cuán lejos quieren que vayas con todo esto?
―Muy lejos. Demasiado lejos.

Nick se sentó en su escritorio, encorvado sobre archivos, notas y


varios libros que había mandado a uno de los pasantes de verano que le
Sidewinder | Abigail Roux

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buscara en una librería cercana. No se dio cuenta que ya no estaba sólo


hasta que alguien le dio un golpecito en el hombro.
―¿Conseguiste avanzar en algo? ―le preguntó Hagan.
―Uh... ―Nick le lanzó una mirada a JD, que estaba al lado de
Hagan, estirando el cuello para ver los libros en el escritorio de Nick―. Sí.
Sí, avancé.
Hagan se dejó caer en su silla y chutó sus botas sobre el escritorio.
―¿Qué tienes?
Nick miró de nuevo hacia JD e hizo un gesto para que se sentara.
Después de unos segundos de intentar decidir cuál es la mejor
forma de hablar, simplemente dijo:
―Descubrimos quien eres.
Los ojos de JD se agrandaron y se inclinó hacia delante, una sonrisa
jugando en sus labios.
―¿Estás hablando en serio?
Nick asintió.
―No te ves feliz ―dijo JD, con el miedo arrastrándose en su voz―.
Oh Dios, soy una persona horrible, ¿verdad?
Nick cogió uno de los libros que había enviado a buscar.
―En realidad, pareces un personaje bastante interesante ―dijo, y
lo puso delante de JD.
JD observó el libro, entonces miró a Nick por debajo del entrecejo
fruncido.
―No lo entiendo.
Sidewinder | Abigail Roux

188

Nick recogió de nuevo el libro y le dio la vuelta. En la contraportada


había una foto de JD vistiendo gafas de aviador y una chaqueta de lona de
estilo militar, de pie en una montaña con el Machu Picchu en el fondo.
―¡Ese soy yo! ―JD cogió el libro, señalando la foto y luego darle la
vuelta para ver el título―. ¿Soy un arqueólogo?
―La profesora con la que hablé probablemente no estaría de
acuerdo. Ella básicamente dijo que eres un rufián.
JD se echó a reír, y luego se tapó la boca y asintió.
―Puedo lidiar con ser un rufián. Oh, Dios mío.
Nick levantó la cabeza a tiempo para ver a Kelly y Julian entrando en
la sala de la brigada. Levantó la mano y asintió al sargento de guardia que
trató de detenerlos.
―Casey Hunt. ―JD dejó el libro hacia abajo suavemente, sus dedos
descansando sobre la cubierta―. No me suena familiar.
―¿Qué está pasando? ―preguntó Kelly mientras se acercaban.
―Tenemos una identificación de él ―respondió Nick.
―¿Sí? Nick podía ver la duda en los ojos de Kelly. Obviamente sabía
que las posibilidades de que JD fuera un buen tipo eran escasas―. Eso es
bueno, ¿verdad?
Nick no respondió. En su lugar, dio golpecitos con los nudillos contra
la mesa.
―Al parecer... soy mucho más valiente de lo que me siento
―comentó JD mientras hojeaba el libro. Parecía un poco abatido, a pesar
de que acababan de hacer un gran avance.
―¿Estás bien? ―preguntó Nick.
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189

―Sí. Sólo esperaba que descubrir mi nombre sería... como ver la luz
o algo así, ¿sabes? Hacerme recordar. Ni siquiera se siente correcto, sin
embargo. Infiernos, JD se siente más como mi nombre que Casey.
Kelly se sentó en el borde de la mesa, mirando a Nick de nuevo.
―Se necesitan tres días para desarrollar un nuevo hábito. Te hemos
estado llamando JD durante tres días, así que...
―Sí, supongo ―murmuró JD―. ¿Podéis continuar llamándome así?
Sólo por un tiempo, quiero decir.
―Lo que quieras ―dijo Nick en voz baja.
Señaló hacia Julian y Kelly.
―¿Puedo hablar con los dos por un minuto?
Siguieron juntos, sin dudar, en dirección a una de las salas de
interrogatorio. Julian miró con inquietud alrededor en cuanto la puerta se
cerró detrás de ellos.
―¿Has estado alguna vez en una de estas? ―le preguntó Nick con
diversión. Se apoyó en la pared y cruzó los brazos por costumbre. Siempre
fue su primera posición cuando interrogaba a un sospechoso.
Julian puso los ojos en blanco, pero se negó a sentarse en la mesa.
―¿Qué estáis haciendo aquí? ―les preguntó Nick.
―Hemos encontrado algo ―respondió Julian.
Nick arqueó las cejas.
―¿En la librería?
Kelly daba pequeñas patadas a las patas de la mesa bien ancladas al
suelo, pero se detuvo en seco.
―¿Cómo sabes que fuimos a la librería?
Sidewinder | Abigail Roux

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―Es la única pista que tenía, y ninguno de vosotros me parecéis el


tipo que buscaría mierda en Internet o en un libro. ¿Conseguisteis algo?
―En realidad, no, ―admitió Julian―. Sin embargo, mirando por
encima en la escena, sentí como si se les escapó algo. Fueron a por la
primera vitrina donde pensaban que encontrarían lo que buscaban;
entonces, cuando vieron que no estaba allí, saquearon el lugar.
Nick asintió.
―Los analistas de la escena del crimen regresaron con todos los
detalles. Dijeron que el dueño de la tienda sorprendió a un hombre que
salía de la tienda. El hombre abrió fuego, matando al propietario. Y a
juzgar por la trayectoria, el mismo hombre le disparó a JD. Significa que JD
se alejaba de la librería, hacia la calle. Los otros estaban en la calle,
probablemente esperando en su furgoneta. Abrieron fuego contra su
propio compañero después de que éste disparó al propietario, dejándole
tirado allí y dieron a los dos por muertos. Dejaron los libros que el hombre
cogió. Tan pronto como hubo derramamiento de sangre, huyeron. Fracaso
completo de la misión.
―Este es el primer asesinato que ocurre ―señaló Julian―. Tal vez
lo mataron en el calor del momento. O tal vez se volvió contra ellos.
Nick se encogió de hombros.
―Espera un minuto, si los primeros disparos pasaron por JD, eso
significa que él estaba de pie entre la tienda y la camioneta ―señaló
Kelly―. ¿Qué estaba haciendo allí? ¿Por qué le iban a dejar que se
acercara tanto en vez de desviarlo? ¿Y por qué estabas tan cabreado
cuando acabaste de descubrir su identidad, que está mal?
Sidewinder | Abigail Roux

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Nick suspiró pesadamente.


―Es un cazador de tesoros profesional. Tiene un título de la
Universidad de Columbia, trabaja en un museo en Nueva York. Tiene una
reputación de entrar en zonas peligrosas y salir indemne con cosas
brillantes locales. También ha sido acusado de venta de artículos en el
mercado negro, pero no hay ninguna prueba.
―Oh ―dijo Kelly, desanimado.
―Y tienes razón. No deberían haberlo dejado estar entre ellos y la
tienda ―continuó Nick―. No, al menos que fuera uno de los suyos, para
empezar.
―Eso es una vergüenza ―dijo Julian―. Estaba empezando a
gustarme. A pesar de su retrato de Cameron
―Lo que yo quiero saber ―dijo acaloradamente Nick―, es que si
sólo había un hombre dentro y su mierda estaba todavía en su bolsa
cuando salió de allí, ¿quién coño tiene ahora estos artefactos
desaparecidos?
Kelly y Julian se quedaron en silencio, con el ceño fruncido. Nick
había estado preguntándose lo mismo durante toda la mañana. Los
ladrones no habían salido con nada, la evidencia así lo sugería. Pero
todavía había dos cosas que faltaban. Entonces, ¿dónde demonios
estaban? ¿Y por qué no se encontraron donde se suponía que debían
estar?
―Bueno ―dijo Julian finalmente, tomando una respiración
profunda―. Supongo que hay que ir a hacer esta pregunta a tu amnésico.
Sidewinder | Abigail Roux

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―¿Qué está mal? ―preguntó JD en cuanto los vio.


Kelly estaba cerca, pisándole los talones a Nick, intentando
calmarlo, tratando de evitar que explotara. Siempre había sido su trabajo
y era muy bueno en eso, en las raras ocasiones en las que tenía que
hacerlo. Nick rara vez siquiera llegaba a punto de perder los nervios, pero
cuando sucedía en serio, era impresionante. Y asustador, para cualquier
persona que no lo conocía. Kelly se puso delante de él y le puso ambas
manos en el pecho.
―Respira y piensa, O, ―ordenó.
Nick bajó la cabeza y sus ojos brillaron cuando le encaró.
―Estoy calmado. Déjame hacer mi trabajo.
Kelly sabía cuándo había perdido; se hizo a un lado y levantó las
manos. Nick cogió su chaqueta del respaldo de la silla, tirándola hacia
arriba con fuerza. La chaqueta se enganchó en las ruedas y cayó al suelo y
la silla se derrumbó sobre ella, arrastrándola. Hagan y JD se pusieron en
estado de alarma.
―¿Qué pasó? ―exigió Hagan.
―Ordena un auto de paisano, vamos a dar un paseo ―dijo Nick.
Cogió a JD por el codo y lo condujo hacia la puerta.
Kelly se apresuró a corregir la silla que Nick había dejado tirada, se
encogió de hombros en respuesta a la mirada inquisitiva de Hagan y corrió
después tras su amante. Los alcanzó en el hueco de la escalera.
―¿Qué está pasando, que ha pasado? ―preguntó JD.
Sidewinder | Abigail Roux

193

―Nuevas evidencias ―gruñó Nick―. Necesitamos que nos guíes en


algo.
JD tenía todavía la mirada amplia y confusa, pero era lo
suficientemente inteligente como para permanecer en silencio. Incluso
Kelly mantuvo la boca cerrada hasta que llegaron al estacionamiento.
―Nick, ―finalmente exigió, y le agarró del codo. Se giró hasta que
se quedaron frente a frente, tratando de hacer que Nick le mirara a los
ojos y se diera cuenta de que estaba fuera de control. No quería detener
esta crisis porque era de la opinión de que JD, si fingía, necesitaba ver qué
se estaba jugando. Pero tampoco quería quedarse atrás―. ¿A dónde
vamos y qué es lo que quieres que hagamos?
Los ojos de Nick se precipitaron sobre Kelly y luego Julian, que los
acompañaba silenciosamente.
―Vosotros dos nos seguís en mi auto.
Kelly asintió y le dejó ir.
Hagan levantó las llaves del sedán sin distintivos de policía que
había requisado y Kelly se hizo a un lado y observó como Nick introducía a
JD en el asiento trasero y cerraba de golpe la puerta.
Julian chasqueó la lengua, luego caminó hacia el Range Rover. Pero
Kelly se quedó clavado en el suelo durante unos cuantos segundos. Nick
odiaba que le mintieran, despreciaba esto con más pasión que cualquier
otra cosa, incluso más que a los New York Yankees. Dios ayudara a JD si
intentaba jugar con Nick en una mentira. Dios les ayude a todos.
Sidewinder | Abigail Roux

194

Una vez en la carretera, Kelly tuvo dificultades para mantenerse


cerca de Hagan hasta que Julian casualmente encendió la luz del panel de
comandos. Se miraron, ambos tratando de no sonreír y fallando.
―Podría acostumbrarme a esto ―arrastró las palabras Julian.
―Claro que sí.
Cuando llegaron a la tienda de libros, Nick ya estaba fuera del auto y
de pie en medio de la calle. Habían aparcado su vehículo con las luces
destellando en el estrecho carril para bloquear el tráfico y Nick le indicó a
Kelly dónde aparcar el Range Rover.
Kelly maniobró, mirando a su alrededor con inquietud. Se concentró
en recordarse que Nick era un policía de verdad en un caso real y todo lo
que hacía era con la autoridad competente. Al menos esperaba que así
fuera.
Salió del Range Rover, con la mano en la pistola de debajo de su
chaqueta por costumbre. Rara vez llevaba ya un arma en la cadera, pero
se estaba acostumbrando a la sensación de tenerla de nuevo allí.
Nick se dirigió hacia ellos y señaló una marca de tiza en el suelo.
―Tirador aquí ―le dijo a Kelly―. Quédate ahí. Los agujeros de bala
en el edificio colocan al tirador de esta manera. No te muevas.
―Muy bien ―murmuró Kelly.
Hagan y JD se les unieron cuando Nick estaba posicionando a Kelly.
―Ha quedado un poco mandón, ahí, O ―observó Hagan―. Será un
maldito milagro si alguna vez volvieras a follar.
Sidewinder | Abigail Roux

195

Nick no respondió al intento de burla. Le hizo a JD una seña con dos


dedos, anduvo la mitad del camino hacia la calle y apuntó a otra marca en
el suelo.
―Párate aquí. Enfrenta el auto.
JD asintió, de pie donde le habían dicho. Mantuvo la mirada fija en
Nick con sus grandes ojos azules, como un cachorro siendo regañado.
Hagan y Kelly compartieron una mirada de preocupación.
―Este es el sargento en acción ―dijo Kelly calmadamente―. Estoy
acostumbrado a eso.
Hagan le miró de arriba abajo, entrecerrando los ojos.
―Vienes como una manguera de fuego cuando se te da una orden,
¿verdad?
―Sólo si me lo pide él ―respondió con una sonrisa Kelly.
Hagan puso los ojos en blanco. Nick lo llamó desde donde estaba
parado en la acera frente a la puerta de la tienda, y Hagan se acercó a
unírsele. Estaban lo suficientemente lejos de Kelly que tenía que
esforzarse para oír lo que decían. Nick le estaba diciendo que era el
propietario que había sido disparado entrando en la tienda. A
continuación, Julian atendió la petición de Nick de quedarse en el umbral,
donde al ladrón le habían disparado y había caído muerto en el umbral.
Cuando todos estuvieron de pie donde la evidencia indicaba que
deberían haber estado, Nick anduvo por la escena, estudiándolos con el
ceño fruncido firmemente en su rostro.
―¿Cómo sabes dónde estaba la furgoneta? ―lo llamó Kelly.
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196

―El vidrio de la ventana ―respondió Nick mientras rodeaba a JD―.


Tenía sangre de JD en él. La bala le rozó y rebotó en la camioneta. ―Dio
un paso atrás, mirando primero a Kelly y luego a Julian. Hagan estaba a un
lado, fuera de la línea de fuego. Pero Julian y Kelly quedaron directamente
uno frente al otro y JD formó una línea de fuego entre los dos.
Nick colocó las manos en las caderas, rondando de un lado a otro,
mordiéndose el labio.
―¡Joder! ―gruñó finalmente.
Julian levantó la mano como si estuviera sosteniendo una pistola, y
Kelly hizo lo mismo, disparando un proyectil imaginario en él.
―No hay manera de saber quién disparó primero ―observó
Hagan―. Pero si me preguntas, esto se parece a un asesinato. El que
estaba de pie donde ahora está Doc, disparó a su propio hombre a sangre
fría.
Nick tenía una mano sobre su boca, aún dando vueltas alrededor de
JD, estudiándole, sus pies, la forma en que era posicionado frente al resto
de ellos.
―Me estás poniendo muy nervioso en este momento ―le dijo
finalmente JD.
Nick se detuvo frente a él. Esperó un segundo, detrás de ellos Julian
levantó la mano otra vez como si les apuntara con un arma.
―Date la vuelta ―le ordenó Nick.
Cuando lo hizo, se encogió al ver que Julian le tenía en el objetivo.
Dio un paso atrás y chocó contra Nick, que no cedió ni un centímetro de
Sidewinder | Abigail Roux

197

terreno; le mantuvo en el lugar, impidiéndole entrar en pánico o


desespero.
Kelly abandonó su posición y corrió hacia ellos.
―¡Hey! Esta mierda está fuera de lugar, hombre. No está bien
―gritó. Se movió para liberar a JD de las manos de Nick, pero la mirada
atónita de terror en el rostro de JD lo detuvo―. ¿Estás bien?
―Recuerdo... Me recuerdo corriendo. ―JD trago, con la respiración
inestable y superficial―. Yo estaba corriendo lejos de la tienda. Lejos de
él.
―¿De él? ―preguntó Nick, señalando a Julian.
―¡No era yo! ―Exclamó Julian con voz aburrida.
―No, del hombre que recibió un disparo. Salí corriendo de la
tienda. Yo estaba allí. ―Se llevó ambas manos a la cabeza y cerró los
ojos―. Oh Dios. Realmente estaba allí.
Cuando Nick finalmente se encontró con los ojos de Kelly, parecía
cansado y casi enfermo. Kelly se dio cuenta que toda la escena en la que
había parecido todo duro y en pleno acceso de rabia, sólo había hecho
parte de un show montado para JD, con la esperanza de desencadenar
algo. Había funcionado. Había sido brutal y quizás un poco inmoral, pero
había funcionado.
―Lo siento ―ofreció Nick. Le dio a JD un apretón en el hombro y
luego le soltó―. Vamos para adentro. A ver si cualquier cosa hace que la
campana suene de nuevo.
JD asintió y se dirigió desanimado hacia la tienda.
Kelly se puso delante de Nick, mirándole brevemente.
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―O le crees, o no ―susurró―. Si lo haces, no le puedes tirar mierda


como esta. Ya pasó por suficiente trauma y él confía en ti. Sólo en ti.
Tienes que vivir de acuerdo con esto, cariño.
Nick negó, apretando la mandíbula.
―Si tiene que odiarme para mantenerlo a salvo, puedo vivir con
eso.
Kelly se quedó allí de pie, ponderando todo esto cuando Nick lo
evitaba y seguía detrás de los otros, en la tienda. Sin embargo, esto era un
importante vicio de Nick, ¿verdad? Que prefería tener a alguien odiándolo
en vez de dejarle salir lastimado.
Dos de las cuatro hermanas de Nick se resentían con él y su relación
distante con sus padres porque no tenían ni idea de que había sido el
único que se interpuso entre ellas y una infancia marcada por las palizas
de un padre violento. Y para la repulsa eterna de Kelly, Nick se negó a
contarles la verdad. Prefería que le odiaran y continuaran en su pequeña
burbuja segura en vez de dejarlas conocer la realidad.
Kelly demoró un tiempo para mantener su temperamento bajo
control antes de que pudiera unirse a los demás en la tienda. Se reunieron
alrededor de la vitrina de exposición, escrutándola, como si de alguna
manera les pudiera proporcionar donuts.
―Les estoy diciendo que esto es auténtico, tiene un panel ―habló
JD.
―¿Qué está pasando? ―preguntó Kelly. El vidrio crujía bajo sus pies
mientras se les acercaba.
Sidewinder | Abigail Roux

199

―Tenía razón sobre esta vitrina ―contestó Julian―. Es de la época


colonial.
―Las piezas de esta época, de este estilo, a menudo tenían cajones
o paneles ocultos, lugares en los cuales los documentos podrían ser
escondidos de las autoridades ―completó JD.
―¿Por qué? ―preguntó Kelly.
―¿La Ley del Sello21, tal vez? Cada pedazo de papel que los colonos
poseían, debía tener este sello. Era muy costoso.
Nick resopló burlonamente.
―Ellos no ocultaban sus trabajos debido a la Ley de Sellos. Los
escondieron porque estaban planeando una rebelión. La Ley del Sello fue
uno de los actos intolerables; era una serie de basuras proferidas por la
Corona, creando una grieta que originó esta atmósfera de secretos y
paranoia. La profesora tenía razón, eres un rufián.
―¡Cállate! ―reclamó JD―. Ves demasiado History Channel.
―Lo siento mucho, ¿La Ley del Sello? ¿De qué coño estamos
hablando? ―exigió Kelly.
Hagan dio un empujón con la bota a la parte inferior de la vitrina.
―El rufián cree que algo podría estar oculto en la vitrina.
―Sólo tenemos que encontrarlo... ―dijo JD, y extendió los dedos
para tocar.
Nick le agarró por la muñeca, haciendo un sonido silbante.
―Escena del crimen ―gruñó, y extrajo un par de guantes de látex
del bolsillo.
21
N de T: La Ley del Sello fue aprobada por el Parlamento Inglés en 1765, estableciendo que todos los
documentos en circulación en la colonia americana deberían tener el sello proveniente de la metrópoli.
Sidewinder | Abigail Roux

200

―Lo siento ―dijo JD, colocándoselos. Pasó los dedos con cuidado
sobre la madera―. Está en muy buenas condiciones. No puedo ver marcas
evidentes.
Julian suspiró profundamente y empujó su cadera contra la vitrina,
haciéndola vibrar hacia abajo en sus patas.
―¡Cuidado! ―gritó JD, y Nick y Hagan se estremecieron tanteando
sus armas.
El panel decorativo en el extremo derecho de la vitrina se sacudió,
soltó y cayó. Julian lo atrapó hábilmente, como si acabara de sacarlo del
aire. Levantó la vista hacia ellos, sonriendo.
―Vendo antigüedades ―ironizó.
Tanto JD como Nick lo miraron, pero Kelly se movió hacia adelante y
miró en el compartimiento oculto.
―¿Qué hay ahí? ―preguntó Nick.
Kelly levantó una ceja.
―Adivinad.
―¿Qué hacen estas cosas ahí? ―preguntó Hagan―. ¿Cómo
llegaron allí? A menos que el dueño supiera que iba a ser robado, ¿qué
coño?
―Yo las coloqué ahí ―dijo JD, la comprensión iluminándole. Asintió
con entusiasmo y puso su mano sobre la vitrina, donde el contorno se
mantuvo en el polvo. Lo barrió cuando agarró los dos elementos, y su
movimiento siguió la estela de polvo a la perfección.
Sidewinder | Abigail Roux

201

―Esta es la única cosa que tiene sentido. Les estaba saboteando. Es


por eso que corrí. Tiene que ser eso. ―Les miró a todos, con la esperanza
renovada en sus ojos y su media sonrisa.
―Es posible ―le dijo Hagan a Nick―. Él viene aquí bajo coacción, le
dicen que encuentre estas mierdas, pero es capaz de ocultarlos y afirmar
que no están aquí. Otro hombre comienza a destrozar todo, JD se
desespera como cualquier hombre en su sano juicio y sale corriendo, el
tipo muerto sale del lugar disparando a JD. Entonces comienza la matanza.
Nick asintió, con los ojos fuera de foco. Entonces una idea debe
haberlo golpeado; el color desapareció de su rostro.
―Es por esto que vinieron detrás de ti una vez más, en el pub. No
saben que escondiste estas cosas porque caíste en la calle y tuvieron que
salir antes de que pudieran comprobar tu cuerpo. Piensan que todavía las
tienes.
―¿Entonces, por qué matarlo? ―preguntó Kelly―. ¿Por qué no
intentar agarrarlo y obtener los artículos de nuevo?
―Así que no llegué allí primero ―dijo JD, sus ojos en Nick. Éste
asintió con gravedad, con los ojos como dardos entre JD y Kelly.
―Nosotros tenemos que llegar allí primero ―dijo Julian.
Kelly se enderezó, moviendo los hombros adelante y atrás y
aplaudiendo como para sacudirles a todos. De repente, un pesado silencio
se instaló.
―¡Muy bien, vamos a centrarnos! Tenemos hasta nuestra reunión
de esta noche para mirar por encima de estas cartas y descubrir algo de
esta mierda, así que vamos a trabajar con eso, perras.
Sidewinder | Abigail Roux

202

Nick se rio entre dientes, pero levantó el dedo antes de que Kelly
pudiera alcanzar los papeles de dentro de la caja.
―Escena del crimen.
Kelly se quedó de hombros caídos y puso los ojos en blanco. Nick
sacó su teléfono para llamar a los técnicos.
―¿Usa su placa de identificación para tener sexo en un automóvil
estacionado, pero no me deja tocar un pedazo de evidencia del Tesoro
Nacional? ―murmuró mientras se alejaba Kelly.
―¿En el estacionamiento? ―preguntó Julian, siguiéndole afuera.
―Es más divertido cuando está fuera de servicio.
Sidewinder | Abigail Roux

203

Capítulo 7

El plan de Kelly para pasar el resto del día revisando el paquete de


cartas que habían encontrado en la vitrina fracasó espectacularmente,
porque Nick aparentemente tenía mierda que hacer que no implicaba
tratar de descifrar la caligrafía de la época colonial y se negó a ayudar.
También se negó a permitir que Kelly lo hiciera, por lo que Kelly se
quedó sin nada que hacer, excepto ver a Nick llenar el papeleo. Estaba tan
aburrido que pudo haber llorado.
Nick asignó las cartas a Julian y Hagan en su lugar, junto con el
diario contemporáneo que había sido recuperado en la escena. Nick y
Kelly estaban sentados en el escritorio de Nick cuando Nick terminó el
informe sobre su visita a la escena del crimen, y Kelly seguía mirando a su
amante.
Nick finalmente miró hacia arriba, parpadeando hacia Kelly cuando
se encontró con sus ojos.
Nick bajó la pluma y miró alrededor de la sala del escuadrón. Hizo
un gesto a Kelly para que se acercara, y se puso de pie, dirigiéndose hacia
la escalera. Una vez en privado, Nick pasó sus dedos por la mejilla de Kelly
con una sonrisa suave. ―Estás cabreado conmigo.
―Irritado, sí.
La sonrisa de Nick era suave, casi divertida. ―¿Qué hice?
Sidewinder | Abigail Roux

204

―Estás siendo un poco más arrogante de lo que estoy


acostumbrado a verte, me estás molestando.
―Lo siento ―ofreció Nick. Sonaba sincero―. Las cartas son
importantes, tienes razón. Pero quiero a Cross fuera de las calles, ¿me
sigues? Si está peinando las cartas, no va a disparar en mi ciudad en busca
de Cameron.
―Sí, tiene sentido. ―Kelly reconoció a regañadientes―. ¿Y qué hay
de mí? ¿Por qué estoy sentado y viendo que haces papeleo?
Nick entrecerró los ojos. ―Una, porque fuiste tú y no yo quien cortó
la cinta en la escena y necesitaba que me dieras los detalles.
Kelly se sonrojó y se rascó la nariz. ―Oh, sí.
―Dos… Necesito que vengas a algún lado conmigo.
―¿Para qué?
―Tenemos que comprarle a JD un traje que le consiga pasar la
seguridad para la reunión de esta noche. Y no tengo ganas de vivir a través
de una escena de Pretty Woman hoy, por lo que te quiero conmigo.
Kelly se rió antes de poder detenerse.
―Espera, ¿Hagan y Cross hurgarán en misterios históricos, y
nosotros vamos de compras?
Nick asintió, aunque parecía completamente disgustado consigo
mismo. Kelly agarró el rostro de Nick y lo besó.
―¿Te amo, lo sabes?
―Lo sé. Sé que soy afortunado ―retumbó Nick.
Kelly lo besó de nuevo.
―¿Esto cuenta como una pelea?
Sidewinder | Abigail Roux

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Nick tarareó profundamente.


―Lo hace si quieres acumular sexo de reconciliación para la
próxima vez.
―Entonces lo contaremos como una pelea.
Nick lo besó otra vez, sosteniéndolo más apretado.
―¿Puedo conseguir un traje nuevo también? ―preguntó Kelly
contra sus labios.
Nick lo mordió.
―Siempre que yo pueda escogerlo.
La tarea no les tomó mucho tiempo. El traje que terminaron de
conseguir para JD no estaba perfectamente adaptado o nada, pero estaba
lo suficientemente cerca como para pasar la inspección bastante crítica de
Nick. También le consiguió a JD algunos artículos más de ropa, porque le
había pedido prestados los vaqueros de Nick y las camisas de Kelly, y
ninguno le quedaba particularmente bien. JD se mantenía prometiendo
recompensarlo, pero Nick se encogía de hombros de la manera que sólo
Nick podía.
JD ciertamente parecía más cómodo dejando la tienda con ropa que
le quedaba bien.
Nick dejó a Kelly y JD en el puerto y les dijo que se engalanaran
como si estuvieran recibiendo la oportunidad de caminar por la esquina
de la calle más lujosa, y luego se fueron. Se suponía que debían tomar un
taxi para reunirse con Nick y Julian en el hotel esa noche.
Pocas horas después, Kelly y JD salían de un taxi y contemplaban el
extraño edificio que era el Hotel Liberty. Estaba hecho de ladrillo y tenía la
Sidewinder | Abigail Roux

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forma de cruz de una antigua prisión, que Kelly sabía que lo había sido una
vez. Una enorme ventana decorativa adornaba la entrada principal, y un
sonriente portero los saludó mientras les sostenía la puerta. Kelly estiró el
cuello para admirar el impresionante vestíbulo.
―Jesús, esto es genial ―señaló JD. Estaba haciendo lo mismo que
Kelly, y probablemente parecían pollos bajo la lluvia, mirando las
maravillas por encima de ellos. El ladrillo estaba expuesto, así como los
restos de las barras de las celdas. Las pasarelas suspendidas todavía
rodeaban el vestíbulo, donde grandes arañas de hierro exhibían
destellantes luces en lo alto.
Kelly sonrió. Por supuesto que Nick amaba este lugar. Tenía todo
por lo que Nick estaba atraído: una historia oscura, una historia de
regeneración y retribución, un ambiente lujoso y alcohol. Se quedó sin
aliento cuando vio la escalera mecánica que los llevaba al vestíbulo
principal y se dio cuenta de que el hombre que estaba allí observándolo
era su novio.
Nick llevaba un elegante traje de tres piezas con una delgada
corbata de seda verde y un pañuelo a juego en el bolsillo de la solapa.
Probablemente había sido adaptado, porque le sentaba perfectamente.
Kelly nunca lo había visto en él antes, pero maldición. Nick miraba a Kelly
con una pequeña sonrisa, una mano en un bolsillo.
Kelly silbó cuando se acercó a él. ―No te ves elegante.
Nick caminó hacia él y lo besó en la esquina de la boca, justo donde
sabía que enviaría escalofríos a través del cuerpo de Kelly.
―No es tan malo ―susurró al oído de Kelly.
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Kelly tardó unos segundos en darse cuenta de que Julian estaba con
Nick, y que él y JD estaban esperando a que dejaran de flirtear el tiempo
suficiente para seguir adelante con las cosas. Los dos parecían un poco
divertidos, sin embargo.
―Perdón ―ofreció Kelly.
Nick resopló.
―Yo no.
Aunque Nick estaba tratando de mantener una sonrisa fácil en su
rostro, Kelly podía sentir la tensión en el cuerpo de Nick. Se estaba
poniendo nervioso otra vez. Supuso que cualquier persona que se
reuniera con un famoso jefe de la mafia tendría tensión, pero
especialmente alguien como Nick, quien tenía vínculos infantiles con la
organización y un trabajo que era inherentemente opuesto a todo lo que
la mafia representaba.
Era un caballero blanco, adentrándose en las sombras.
―Vamos, él está arriba esperándonos ―dijo Nick.
Un hombre los esperaba en el vestíbulo cuando llegaron a la cima
de la escalera mecánica. Era atractivo, con cabellos oscuros y ojos amables
que parecían estar en contradicción con su trabajo. Estaba vestido con un
traje gris suave, su corbata azul cielo era la única anomalía. Nick frenó
cuando lo vio y se detuvo unos metros delante de él.
Se pararon uno frente al otro, silenciosos, sus expresiones severas.
Kelly miró inquieto a Julian y JD. Esto iba a ir tan mal. Podía sentirlo, iban a
destruir este hermoso vestíbulo del hotel en un tiroteo.
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El hombre dio un paso adelante y Nick se movió para encontrarse


con él. En lugar de violencia, sin embargo, se abrazaron. El desconocido
dio una palmada en la espalda de Nick y le sostuvo un puñado de cabello
mientras Nick lo abrazaba. Se separaron y los dos hombres sonreían,
aunque Kelly reconoció el brillo melancólico en los ojos de Nick. Esta era
una agridulce reunión, en el mejor de los casos.
―Maldición, te ves bien, Nicky ―comentó el hombre, rozó los
hombros de Nick, sonriendo.
―Ya nadie me llama así. ―Nick se volvió y agitó una mano a Kelly,
manteniendo su otra mano en el hombro del hombre―. Mikey, este es
Kelly Abbott.
―¿El novio? ―preguntó Mikey con una ceja arqueada.
Kelly no sabía cómo responder a eso. Sabía lo suficiente sobre la
mafia y la cultura de pandillas para saber que tener un "novio" por lo
general le conseguía a un hombre que lo matase. Mikey se adelantó para
estrecharle la mano, sin embargo.
―Hace unos cuantos años que al detective O'Flaherty le gustaba
jugar para el otro equipo ―explicó Mikey sonriendo de lado a Nick―. Lo
primero que hizo Paddy fue establecer la ley. Nadie lo toca o a su sabor
del mes.
―¿Es eso correcto? ―El tono de Nick hizo que Kelly sintiera un
escalofrío.
Mikey asintió, todavía sonriendo a Kelly.
―Esto es más que sólo un gusto, sin embargo, ¿eh?
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Nick se encontró con los ojos de Kelly, su expresión en guardia y un


poco acojonada. Obviamente no se había dado cuenta que la mafia se
había mantenido tan cerca de él, o que Kelly podría haber estado en algún
tipo de peligro en primer lugar.
―¿Estos dos necesitan la reunión? ―preguntó Mikey con una
inclinación de cabeza hacia Julian y JD.
―Algo así ―dijo Nick. Los presentó, pero ahora parecía un poco en
fuera de su juego. Kelly también lo estaba. Se quedó quieto, confiando en
Nick para llevarlos a la refriega.
Mikey los escoltó por el vestíbulo, hacia un pasillo que marcaba el
salón de baile y los ascensores a las habitaciones del hotel. Se
amontonaron en el ascensor, con Mikey apoyando la espalda contra la
pared. Podría haber saludado a Nick con calidez, pero el hombre no estaba
bajando la guardia con ellos.
Subieron al segundo piso, que consistía en una galería privada que
alguna vez había sido la pasarela flotante de la prisión. Cuando salieron,
Mikey tomó a Nick por el brazo y lo detuvo.
―¿Sabes lo que haces aquí, Nicky? ¿El detective de la policía de
Boston pidiendo favores a Paddy? Oh, hijo.
Nick le dio un breve asentimiento.
―No tengo otras opciones. Un amigo mío está en problemas.
―¿Problemas de vida o muerte?
―Son los únicos.
Una pizca de tristeza pasó por los oscuros ojos de Mikey y asintió
lentamente. Pasó junto a ellos, llevándolos por delante de la anfitriona
Sidewinder | Abigail Roux

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hacia un punto en medio de la pasarela flotante, donde había sillas y sofás


en una sala aislada.
Dos grandes hombres se pararon en su camino, ambos vestidos
impecablemente con trajes a medida. Se negaron a dejar pasar al grupo.
―Parece que la organización hermana en Boston está mucho mejor
vestida que las de Nueva York ―comentó Julian. Sonaba como si lo
aprobara.
Un hombre sentado en un sofá detrás de los guardaespaldas se
puso de pie y los saludó con una sonrisa torcida. Algo sobre él golpeó a
Kelly en lo profundo de su tripa, como si le fuera familiar.
―Te ves como un matón, te tratan como un matón ―les dijo el
hombre. Se quitó la corbata y levantó una copa―. Nicholas, ¿te unes a mí
un momento?
Nick dio un paso adelante y levantó las manos para que Mikey
pudiera registrarlo. Entonces los guardaespaldas le dejaron pasar, dejando
a Kelly y los otros incapaces de llegar a él si algo salía mal. Kelly cambió de
un pie al otro, sin gustarle la forma en que ésto se sentía.
El hombre al que llamaban Paddy le entregó a Nick una copa de
champán.
―Para celebrar tu regreso seguro de la guerra.
Nick vaciló brevemente antes de tocar la punta de su vaso de cristal
con la de Paddy y tomar un sorbo. Kelly estaba fascinado y confundido por
el ritual. Parecía casi como si Paddy estuviera burlándose de Nick por
haber venido a pedirle ayuda, forzándolo a asociarse con el elemento muy
criminal contra el que había jurado proteger a la ciudad.
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Nick puso su vaso sobre la mesa después de un pequeño sorbo, y


Paddy hizo lo mismo.
―Bien entonces. ¿Llevamos esto arriba?
Los guardaespaldas hicieron retroceder a los cuatro contra la
barandilla mientras su jefe pasaba. Cayeron a un paso detrás de Paddy,
Kelly y los otros lo siguieron, con Mikey cerrando la retaguardia. Se les
ordenó que esperaran el próximo ascensor, y luego se fueron sin escolta al
vestíbulo.
―¿Qué diablos? ―preguntó Kelly en cuanto estuvieron solos―.
¿Por qué no simplemente nos reunimos con ellos en la habitación?
Nick se aclaró la garganta, pareciendo un poco enfermo.
―Un vestíbulo lleno de gente acaba de ver a un detective de la
policía de Boston tomando una copa con un jefe de la mafia. ¿Viste al
turista con la cámara en el suelo encima de nosotros?
Kelly sacudió la cabeza.
―Mayor seguridad ―comentó Julian―. Un indicio de corrupción y
podría poner a la policía de rodillas. Me gusta.
Nick le frunció el ceño a Julian.
―Trata de no recordarme que no eres una buena persona, ¿de
acuerdo?
―Haré todo lo posible.
―Estoy tan nervioso. ―Anunció JD―. Podría vomitar en este traje.
Kelly sacudió la cabeza.
―Tú vomitas, yo vomito. Nadie quiere eso en un ascensor.
JD se echó a reír.
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―Estará bien ―explicó Nick―. Sólo mantén la boca cerrada a


menos que te hagan una pregunta directa. No intentes jugar con ellos,
sólo contesta con honestidad.
Kelly se paró junto a Nick, mirando su perfil, esperando hasta que se
cansara de sentir los ojos de Kelly sobre él para que lo mirara. La
mandíbula de Nick saltó y tragó pesadamente, pero nunca se volvió, nunca
se encontró con los ojos de Kelly.
―¿Qué te va a hacer esto, nene? ―le preguntó finalmente Kelly―.
¿Qué significa deberle un favor a Paddy?
Nick se lamió los labios, un hábito nervioso del que casi había roto a
lo largo de los años, pero que había regresado con toda su fuerza cuando
había vuelto a casa la última vez.
―Estará bien.
―O'Flaherty ―dijo suavemente Julian―. Entiendo lo que estás
haciendo. Puedo asegurarte, la próxima vez que llames contestaré. Sin
importar la razón.
Nick miró por encima del hombro, pero nunca a Julian. Volvió sus
ojos a las puertas del ascensor.
―Espero que lo digas en serio.
El ascensor se abrió antes de que pudieran decir más. El rostro de
Nick podría haber sido cortado del mármol cuando Kelly finalmente lo vio.
Kelly siempre se había preguntado acerca de los cuentos que Nick
había relatado en las que escasamente escapabas de las garras de la
mafia, si Nick simplemente había sido un joven exagerando sobre un
Sidewinder | Abigail Roux

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pasado difícil porque le daba ese aire de autoridad entre los otros marines
o si había sido serio.
La mirada en sus ojos ahora, completo temor y resignación apenas
cubiertos por acerada determinación, le dijo a Kelly que no había estado
exagerando todos esos años atrás.
Nick iría a los confines de la tierra, tallaría pequeñas piezas de su
alma, para cumplir una promesa. Kelly podía verlo tallando en este
momento, preparando otra pieza para tirar al fuego.
―Hey ―susurró Kelly―. Lo que sea que te cueste, estoy aquí para
pagarlo contigo. ¿De acuerdo?
Los ojos verdes de Nick brillaban en las luces del ascensor. Se inclinó
más cerca y besó a Kelly, su mano suave sobre la mejilla de Kelly, sus
dedos arrastrándose por el cuello de Kelly cuando se apartó.
El ascensor se detuvo bruscamente, y Mikey estaba allí
esperándolos cuando las puertas se abrieron. Había visto el último pedazo
de su beso, y frunció los labios y el ceño.
―Tengo que decirte, Nicky, estoy bien con eso y todo, pero sigue
siendo raro. Quieres mantener tu rostro bonito, es posible que quieras
mantener tus manos dentro hasta llegar a las salidas.
Nick soltó una carcajada y siguieron a Mikey por el pasillo. Mikey se
volvió hacia Kelly y le dio unas palmaditas en el brazo.
―Este tipo me enseñó a besar cuando éramos niños ―susurró―.
Landed Mary Katherine McDowell en esa lección.
Kelly se echó a reír a pesar de los nervios que lo atravesaban.
―¿Cómo va ese trabajo?
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―Te lo enseñaré más tarde. ―Prometió Nick con una sonrisa casi
juguetona.
―Hey Nicky, ¿eso me hace gay indirectamente? ―preguntó Mikey.
―Sí, Mikey. ―Nick respondió sin expresión―. Lo hace.
―Mierda. ―Llegaron a la habitación y Mikey giró su espalda a la
puerta. Se encontró con los ojos de Nick, su expresión seria―. Sabes que
estás con él ahora ―dijo suavemente―. Todavía hay tiempo de regresar.
Nick no respondió, simplemente devolvió la mirada de Mikey.
Mikey suspiró pesadamente.
―Si no te hubieras ido, estarías en esa habitación ahora mismo, y
yo revisaría a tus visitantes. ¿Lo sabes bien?
Kelly apenas pudo contener la conmoción, o sus preguntas. Miró
entre los dos hombres, con los ojos muy abiertos. ¿Cómo diablos Nick
habría terminado en esa posición cuando su amigo de la infancia seguía
siendo básicamente un guardaespaldas?
Nick asintió bruscamente.
―Por eso tuve que irme.
Mikey asintió secamente, ojos melancólicos y ceño fruncido. Luego
se sacudió el oscuro humor y dio al resto de ellos una sonrisa que parecía
un poco falsa. Señaló a Nick.
―El tipo más legal que he conocido.
Devastación pura brilló en los ojos de Nick cuando Mikey habló.
Kelly quería acercarse a él, para consolarlo de alguna manera. Pero no
creía que pudiera hacerlo mejor para Nick.
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Mikey dio unos golpecitos en cada uno de ellos, siendo bastante


minucioso al respecto, y luego llamó a la puerta de la suite. Fue abierta
por uno de los guardaespaldas de antes, que les permitió entrar en la
suite.
Kelly no pudo evitar fisgonear. Podía ver cada vez más por qué Nick
había querido traerlo aquí para un pequeño romance. Indicios del ladrillo
de la estructura de la cárcel original se mostraban a lo largo de la pared
exterior, pero la mayoría de la pared consistía en una enorme ventana
decorativa, como la que los había recibido en la entrada principal.
La habitación había sido reorganizada, con más asientos para
acomodar a todos. Paddy estaba sentado cerca de la ventana, fumando un
cigarro. Hizo un gesto para que se unieran a él.
Uno de los guardaespaldas los detuvo, sin embargo, parándose
delante de Nick cuando avanzó. Nick no retrocedió, sólo miró al hombre
más alto, con la mandíbula apretada. Kelly maldijo internamente y se
deslizó un poco para estar delante de JD si las cosas iban hacia el sur.
―Tengo que revisarte una vez más. ―El guardaespaldas le dijo a
Nick. Había algo en su voz, sin embargo, una burla quizás. Disfrute. Kelly
tuvo la sensación de que la actitud de Mikey en lo que respecta a la
orientación sexual de Nick era quizás lo anormal en esta organización.
Mantener las manos dentro del viaje, de hecho.
―Se amable con eso ―le advirtió Paddy y sonó divertido.
El guardaespaldas resopló, luego agarró el brazo de Nick y lo giró,
empujándolo contra la pared. Nick golpeó fuerte, golpeando su rostro y
pecho. El hombre separó los pies de Nick, luego apretó la mano contra la
Sidewinder | Abigail Roux

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nuca de Nick y empujó la mejilla de Nick en el yeso de nuevo. Kelly se


sacudió para moverse, pero la mano de Julian en su codo lo detuvo. Si
comenzaban una pelea aquí, todos saldrían del hotel en bolsas de forense.
El rostro de Nick fue girado lejos de ellos, así que Kelly no podía ver
sus ojos, no podía medir su expresión. Kelly apretó los dientes,
preparándose para ver a este hombre manejar a su amante e incapaz de
hacer algo al respecto.
―Registrando el traje, ¿eh? ―dijo Nick y su voz era engañosamente
tranquila.
El guardaespaldas se echó a reír. Tan pronto como dio un paso atrás
y le dio suficiente espacio a Nick, Nick impacto fuertemente su codo en la
sien del hombre, luego le dio una patada y un puntapié, cogió la pistolera
debajo de la chaqueta del hombre y sacó el arma mientras retrocedía de
la patada. Todo fue vertiginosamente rápido, incluso para Kelly, que había
visto el movimiento muchas veces antes.
Con unos rápidos movimientos de sus dedos, Nick había sacado la
corredera fuera de la Glock y había dejado caer la revista en el suelo. Pisó
la revista, luego dejó caer la pistola y lanzó la corredera hacia Mikey, quien
la cogió con una sonrisa tan amplia como un gato de dibujos animados.
El guardaespaldas volvió a ponerse de pie, mirando a Nick y
flexionando los hombros. Tenía la nariz ensangrentada.
Paddy cacareó alegremente.
―Te dije que fueras amable con eso. Ahora consigue la mierda en
esa puerta, los dos. ―Agregó, agitando la mano a los guardaespaldas―.
Jodidos bastardos inútiles.
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Ellos de mala gana tomaron sus puestos en la puerta, pero no antes


de que el ensangrentado señalara a Nick y murmurara una amenaza en
voz baja. Nick lo observó, volviéndose hacia Paddy una vez que estaba
entre JD y el guardaespaldas.
Paddy se levantó y se acercó, abriendo los brazos para un abrazo,
que Nick correspondió rígido. El jefe de la mafia lo atrajo hacia él como si
estuviera abrazando a un hijo, sin embargo, dándole palmaditas en la
espalda y luego en su cabeza como un orgulloso padre antes de llevarlo a
los sofás.
―Ha pasado un tiempo, Nicky.
―Ya nadie lo llama así, jefe ―le informó Mikey con una descarada
sonrisa.
Paddy le dio a Nick un golpe cariñoso en la mejilla y luego se sentó.
Hizo un gesto para que todos tomaran asientos. Kelly estaba confundido
otra vez. Nick había estado tan tenso, tan preocupado, pero esto era una
recepción más cálida de la que Nick recibió en su propia casa cuando la
visitó.
Paddy apoyó una pierna sobre su otra rodilla y se reclinó, con los
brazos apoyados en la parte de atrás del sofá. Examinó a los cuatro. Julian
había permanecido de pie, con los brazos cruzados. Mikey estaba a su
lado, con las manos en los bolsillos, pareciendo calmado. JD y Kelly
flanquearon a Nick en el sofá. Esperaron silenciosamente mientras Paddy
los miraba.
―Así que ―dijo finalmente―. Necesitas mi ayuda otra vez.
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―No estaría aquí si no lo hiciera ―explicó Nick, sus palabras


cubiertas de hielo.
Paddy se echó a reír. Señaló a Nick mientras miraba a Kelly.
―Tan jodidamente testarudo. ¿Te ha contado esta historia?
Kelly negó con la cabeza, luego recordó la advertencia de Nick sobre
ser respetuoso.
―No señor.
Paddy gruñó,
―La primera vez que vi a estos dos idiotas, tenían dieciséis,
caminando por la calle después de la práctica de béisbol. Ese tenía un ojo
morado. ―Señaló a Nick nuevamente―. Se parecía tanto a mi hijo, Patrick
Jr. Lo perdí por un maldito conductor borracho el año anterior. Vi a Nicky y
pensé que era un fantasma. Dejé mi auto, le llamé, le pregunté cómo
había conseguido ese ojo negro. Y este jodido chico, me miró
directamente a los ojos. ¿Sabes cuánta gente me mira directamente a los
ojos, incluso en aquel entonces?
Kelly se encogió de hombros incómodo.
―Nadie jodidamente. ―Miró a Nick casi con tristeza―. No se
necesitaba ser un jodido genio para averiguar que su viejo hombre lo
estaba golpeando, así que le pregunté, un chico grande como tú, ¿por qué
no lo golpeas? Vuelve a mirarme a los ojos y me dice: “Porque tengo gente
más importante que yo en casa para cuidar, Paddy”. Él jodidamente sabía
quién era yo. No tenía miedo de mí.
Kelly miró a Nick con el corazón dolorido.
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―Con un padre como el suyo, ¿por qué debería tener miedo de


alguien? ―preguntó suavemente.
―Tienes malditamente razón ―dijo Paddy―. Malditamente
correcto. Le dije que lo ayudaría. Protegería a sus hermanas si me
protegía. Él era bueno en su palabra y yo era bueno en la mía. Incluso lo
llevé al aeropuerto y pagué por su maldito billete para ir a Parris Island
cuando fue el momento. Tenía orgullo en mi corazón por este muchacho
justo como si fuera mi propio hijo.
Kelly abrió mucho los ojos. Nunca había oído nada de esto. Nick
estaba apesadumbrado, sin embargo, no reaccionando en absoluto a la
información revelada, ni a las palabras casi amables que el notorio
criminal estaba diciendo sobre él.
―Volvió a casa y fue a trabajar para el otro tipo ―explicó Paddy con
un suspiro―. Siempre fue el buen huevo, sin importar lo duro que traté de
hervirlo. Así que vienes a mí pidiendo ayuda, te la doy. Sin hacer
preguntas.
Nick tragó saliva.
―¿Mikey te ha dicho lo que estamos buscando?
―Lo hizo. ―Paddy le dio un asentimiento a Mikey.
A Kelly no le gustaba el hecho de que Mikey estuviera moviéndose
detrás de él, pero estaba tratando de no estar tenso o parecer nervioso.
Tenía que confiar en Julian para que les cuidara la espalda, lo cual era un
poco difícil de hacer.
―¿Tienes una pista para nosotros? ―preguntó Nick, impaciente.
―Mejor.
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Mikey colocó una maleta reforzada en la mesa entre ellos, Paddy se


inclinó para poner un código, luego abrió la tapa. La giró para mostrarles
el contenido con una floritura.
En el acolchado interior de fieltro negro estaba una pieza brillante
de joyería. Alrededor de diez centímetros de ancho, con esmalte azul
brillante que estaba cubierto de diamantes, esmeraldas y rubíes. Kelly lo
reconoció como el broche estrella de la foto de Julian.
―Jesucristo ―exclamó Julian.
Nick bajó la cabeza, frotándose las manos sobre el rostro. Se le
había mostrado cosas robadas y era impotente para hacer algo al
respecto. Tenía que estar matando su sentido del deber. Kelly puso su
mano en la rodilla de Nick.
―Una réplica, por supuesto, del robado y contrabandeado en
Boston hace un siglo ―explicó Paddy, descaradamente―. Lo mantengo
para… honrar nuestras raíces irlandesas.
―Claro ―gruñó Nick. Se sentó hacia delante, mirando pero sin
tocar.
―¿Qué es exactamente lo que necesitas de esto? ―preguntó
Mikey.
Nick le dirigió una mirada cautelosa.
―Se supone que apunta a una ubicación.
―¿Cómo un mapa del tesoro? ―preguntó Mikey.
Nick asintió.
JD se deslizó del sofá a sus rodillas, sus dedos agarrando la mesa.
Sidewinder | Abigail Roux

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―¿Puedo tocarlo? ―preguntó. Era lo primero que había dicho


desde el elevador. Obviamente había olvidado que estaba asustado.
Paddy se limitó a reír. Le hizo un gesto con la mano para que JD
siguiera adelante.
Se amontonaron alrededor, frunciendo el ceño ante la pieza de
valor incalculable como si fuera un cubo de Rubik en lugar de un tesoro
desaparecido hace más de cien años. Las esmeraldas eran increíblemente
verdes y formaban un trébol en el centro del campo de diamantes. Los
brillantes rubíes rojos formaban una X detrás. Pero no había nada más.
Sólo gemas preciosas. Sin mensaje, sin señal. Nada apuntando en modo
alguno a un lugar o pista.
―No lo entiendo ―dijo Julian. Estaba apoyado en el respaldo del
sofá, respirando en sus cuellos―. Dijeron que estaría allí.
Nick se masajeó el puente de la nariz.
―¿Es posible que estas personas querían que localizaras esto en
lugar de algo más? ―preguntó.
―Buena suerte, si es así ―dijo Julian con un saludo hacia Paddy.
―¿Por qué pensaron que estaría aquí? ―preguntó Kelly.
―El hombre responsable del diseño era un descendiente del
soldado que escondió los bienes robados ―explicó Julian―. Hubo varias
cuentas, cuentas privadas, que las pistas de su paradero se pasaron a lo
largo.
JD apartó su atención de la estrella para girarla a Paddy.
―¿Tienes una lupa?
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222

Paddy frotó su dedo por la punta de la nariz, asintiendo. Hizo un


gesto para que uno de los hombres de la puerta la trajera.
Nick seguía con la cabeza baja, con los pulgares en las sienes.
―Esta búsqueda del tesoro es tan inútil como la que enviamos a
esos niños cada verano.
Kelly palmeó su rodilla, tratando de ofrecer algún tipo de
comodidad. Nick acababa de vender su alma para echar un vistazo a esta
cosa, todo por nada. La memoria de las notas de Nick para esa búsqueda
del tesoro pasó por la mente de Kelly. Entonces lo golpeó.
―¡Oh, Dios mío, es un cifrado pigpen22! ―exclamó.
Nick levantó la cabeza, parpadeando rápidamente hacia Kelly y
mirando a la estrella en la mano de JD.
―Mira ―dijo Kelly, estirándose para tomarla de JD. Trazó con el
dedo los rubíes, luego señaló cada punta del trébol para que pudieran
preverlo. Formó una pieza perfecta a un cifrado pigpen, con las formas del
trébol creando el mensaje.
―Hijo de puta ―respiró hondo Nick.
―¿Qué significa? ―preguntó Julian.
―El cifrado pigpen usualmente son puntos, pero esto son formas
―le dijo Nick―. Tres círculos y un arco. Sé que se supone que los arcos
representan el poder, la monarquía, la masculinidad… A veces la clase
guerrera. Pero esta va más allá, no tengo ni idea de lo que eso significa. Y
los círculos, no lo sé.

22
N. T. El cifrado francmasón es un cifrado por sustitución simple que cambia las letras por símbolos
basándose en un diagrama. Sin embargo, el uso de símbolos no impide el criptoanálisis, y el
criptoanálisis es idéntico al de otros métodos de cifrado por substitución simple.
Sidewinder | Abigail Roux

223

―¿Dijiste que fueron robadas más piezas cuando ésta lo fue?


―preguntó Kelly―. Apuesto a que forman un cifrado completo.
Nick asintió hacia Paddy.
―¿Alguna idea?
―Las otras piezas, no puedo ayudarte ―le dijo Paddy―. Puedes
imaginar que robar las Joyas de la Corona irlandesa trajo suficiente
atención; mantenerlas juntas como una colección habría sido…
―Estúpido. ―Proporcionó Nick.
Paddy les devolvió la sonrisa torcida y de nuevo Kelly se sintió
incómodo.
―Donde terminaron las otras piezas, no lo sé. Podrías hablar con
nuestros… Hermanos en Nueva York. Chicago. Pero ni siquiera yo puedo
conseguir a un policía atravesando sus puertas para una búsqueda del
tesoro, muchacho.
La mandíbula de Nick se tensó y asintió.
―Tal vez hay más grabado en las piedras ―comentó JD. Señaló la
lupa de joyería que Nosebleed les trajo. Todos estuvieron en silencio
mientras JD examinaba las piedras por las marcas. Después de unos
minutos, suspiró y colocó el broche estrella y la lupa en el cojín―. Nada.
―¿Dónde nos deja eso? ―preguntó Julian.
―Con una muy costosa… Copia. ―respondió Nick, la voz se volvió
suave con la derrota. Tenía los ojos fijos en los de Paddy.
―Bueno ―dijo Paddy y juntó las manos―. Parece que nuestra
reunión ha llegado a su fin. Se puso en pie y todos se levantaron con él. Le
tendió una mano a Nick, la sacudió cordialmente, y un momento después
Sidewinder | Abigail Roux

224

tiró de Nick en otro abrazo. Para un infame jefe de la mafia, seguro que sí
parecía encariñado con la policía.
Esta vez, Nick devolvió el abrazo un poco más sinceramente.
―Gracias ―dijo Nick, casi inaudible.
Paddy golpeó la mejilla de Nick con la punta de los dedos.
―No seas un extraño, muchacho.
―No aguantes la respiración, viejo.
Paddy soltó una carcajada.
―¿Esto nos deja parejos?
―Tengo uno más ―le dijo Nick―. Márcalo en tu maldito libro para
que tus hijos lo sepan.
Paddy seguía riendo cuando la puerta se cerró detrás de ellos.
―¿Uno más? ―le preguntó Mikey a Nick mientras los conducía al
ascensor. Nick estaba en silencio, pero Kelly deseaba que Mikey lo
presionara por detalles para que Kelly no tuviera que hacerlo más tarde.
Mikey lo detuvo a mitad del pasillo, de pie frente a él con la mano en el
pecho de Nick―. ¿Me estás diciendo que Paddy te debe un sólido? ¿Te
debía dos sólidos?
Una lenta y torcida sonrisa se extendió por el rostro de Nick. Fue su
única respuesta.
―Jesús jodido Cristo, hijo de puta ―exclamó Mikey
afectuosamente, y se apartó para que pudieran entrar al elevador. Kelly
golpeó el botón. Mikey tiró de Nick en un abrazo, apretándolo
fuertemente―. Ten cuidado ahí fuera, ¿eh? Dejaste Boston para salvar tu
puta vida y luego pasas todos los putos días tratando de morir.
Sidewinder | Abigail Roux

225

―Cuida tu puta boca. ―Nick le dio unas palmaditas en la parte


posterior de la cabeza, y luego se soltaron―. Si te metes en problemas, ya
sabes a quién llamar.
―Todos menos tú.
―Eso es correcto ―dijo Nick y entró en el ascensor con los demás.
Mikey se quedó allí sonriendo, con las manos en los bolsillos del traje
cuando las puertas se cerraron.

―¿Cómo sangrientos infiernos adquiriste no uno, sino dos favores


de la mafia irlandesa? ―exigió Julian en el camino hacia abajo.
Nick permaneció en silencio. Uno, disfrutaba frustrando a Julian. Y
dos, adquirías favores de la mafia irlandesa manteniendo la maldita boca
cerrada sobre cómo lo hiciste.
Llegaron a la planta baja y Nick condujo el camino hacia Alibi, el
restaurante situado en medio de los restos de las celdas de la cárcel en la
planta baja. Al igual que en el vestíbulo, las paredes eran de ladrillo y las
barras de hierro estaban todavía fijadas en las ventanas y puertas donde
las celdas habían estado una vez. La habitación estaba llena de pequeñas
vainas de cómodas sillas y sofás de dos plazas, y las mesas eran lo
suficientemente grandes para poner algunos vasos y un plato de
aperitivos.
Se instalaron en un rincón, donde las luces se alejaban de ellos y
nadie miraba hacia ellos.
―Esto es gracioso ―dijo JD en cuanto se sentó―. Alibi.
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Todos lo miraron fijamente.


―No puedes decirme que esto no es gracioso. No me importa.
―Insistió―. Ironía.
Nick finalmente se rió entre dientes.
―Mentí ―exclamó JD, y aunque mantuvo su voz en un susurro, era
obvio que había estado desesperado por decir las palabras.
Nick levantó la vista de su menú, con los ojos fijos en JD antes de
que pudiera hablar de nuevo. JD se encontró con su mirada y se
estremeció. Era lo suficientemente astuto para ver la desconfianza en la
expresión de Nick. Parecía herido, pero continuó.
―La estrella ―dijo rápidamente―. Tenía algo en ella.
―¿Qué quieres decir? ―preguntó Kelly.
―Los diamantes dentro del trébol, había símbolos grabados en
ellos.
Nick se sentó, una mezcla de alivio e irritación fluyendo a través de
él.
―No querías que ellos lo supieran.
―No, pensé que contra menos gente sabiendo sobre esto, mejor.
Especialmente gente que roba tesoros inestimables y los acumula en
maletas.
―Suficientemente justo ―se aclaró la garganta Nick―. Hazme un
favor y nunca pongas en Google tu nombre real, ¿de acuerdo?
―¿Qué? ¿Por qué?
―No hay razón. ―Nick levantó la mano para una camarera―.
Necesito una jodida bebida.
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Cuando llegó la primera ronda, JD tomó una de las servilletas de


debajo de su vaso, dibujó la cruz y el trébol en ella. Dentro de cada hoja
del trébol, escribió los símbolos que había visto.
Kelly tenía el teléfono fuera, frunciendo el ceño ante la pantalla.
Nick se inclinó hacia él. Estaban compartiendo un sofá de dos
plazas, por lo que se acercó más, deslizando su mano entre los muslos de
Kelly para que se viera como si fueran meramente tortolitos en una cita en
lugar de un grupo de hombres que acababa de conocer al criminal más
notorio en Boston y estaban ahora aquí bebiendo para que Paddy y sus
muchachos pudieran deslizarse fuera por la parte trasera del hotel sin ser
vistos.
―¿Qué estás haciendo?
―Mirando lo que significan los círculos.
Nick apretó con más fuerza, apretando el muslo y acercándolo más.
Le dijo al oído,
―No hay principio. Sin fin. ―Kelly intentó girar la cabeza, pero Nick
le dio un golpe en la mejilla con su nariz, negándose a dejarlo moverse por
el momento. Cerró los ojos y apoyó la frente contra la sien de Kelly―. Al
igual que un anillo de bodas. Representa la eternidad.
Kelly finalmente se apartó y se giró para encontrarse con los ojos de
Nick. Nick no podía decir de qué color tenía los ojos esta noche en la luz
baja del restaurante. Pensó que podrían ser grises.
Nick lo besó antes de que Kelly pudiera hablar.
―Te amo ―susurró. Sus palabras salieron casi desesperadas y no
estaba del todo seguro de por qué. Kelly acababa de ver una parte de él
Sidewinder | Abigail Roux

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que había esperado que nadie volviera a ver. No sabía lo que Kelly haría
con eso.
―¿Vosotros dos tenéis que ir a vuestra habitación? ―preguntó
Julian con un largo y sufrido suspiro.
―Pronto ―respondió Kelly, su voz ronca y grave. Nick le dio un
movimiento de cabeza apenas perceptible y ambos se enderezaron. Kelly
se aclaró la garganta―. Esto dice que los círculos pueden representar
cualquier cosa, desde la eternidad a la fidelidad a la reunión del espíritu y
la materia.
―¿Espíritu y materia? ―repitió Julian―. ¿Por qué?
―La línea sólida que rodea la parte interior que está hecha de nada.
―resumió Kelly cuando leyó lo que había encontrado en su teléfono. Hizo
clic fuera y lo guardó.
―¿El arco lateral? ―preguntó JD.
―Es probable que sólo un arco ―supuso Nick―. Tenían que
trabajar dentro de los límites de su tarea, que consiste en hacer que se
vea como un trébol. En lugar de una línea recta, sin embargo, optaron por
la curva para hacerla un arco. ¿Con qué números terminamos?
JD le entregó la servilleta. Había dibujado la estrella, con los círculos
representando cada gema. Había sombreados las piezas que eran de color
rojo o verde, y copió la escritura en los diamantes. No eran números
después de todo, sino más símbolos.
―¿Estás seguro de que esto es correcto? ―preguntó Nick.
JD asintió, pareciendo un poco perturbado de que Nick pudiera
poner en duda su memoria.
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―En serio, ¿me estás dando una cara de perro por dudar de la
memoria de alguien que no puede recordar su propio nombre?
JD trató de mantener su ceño, pero finalmente resopló y le dio a
Nick una sonrisa tímida.
―Es correcto. Lo prometo.
―Esto no es una cifrado de pigpen ―comentó Nick―. No hay
suficientes cartas.
―¿Cuántas están representadas? ―preguntó Julian.
―Sólo ocho. Tú tienes los cuatro símbolos en la cruz que están
representados por las esmeraldas, entonces él tiene cuatro más aquí
dentro de los diamantes.
―Así que ocho símbolos. Sin punto de referencia en cuanto a lo que
significan ―concluyó Kelly―. Estupendo.
Nick todavía estaba sacudiendo la cabeza, examinando la servilleta.
Estaba completamente perdido.
―Yo… No sé qué hacer con esto. No sé a dónde vamos desde aquí
con esto.
―Espera ―dijo Julian con un movimiento de su mano―. No estás
rindiéndote, ¿verdad? Esta es información que los otros no tienen,
información que no conseguirán a menos que tengan la intención de ir a la
sangrienta mafia por ella. No muchas personas tienen las piedras para
hacer lo que acabas de hacer. Finalmente estamos un paso por delante. Y
nosotros lo tenemos a él ahora; ellos no.
JD asentía con las palabras de Julian.
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―No recuerdo ninguna de las cosas importantes, pero seguro como


el infierno que recuerdo estas cosas ―les dijo JD―. Podemos hacer esto.
Podemos llegar por delante de ellos.
Nick entrecerró los ojos e inclinó la cabeza en JD.
―Estás muy ansioso por llegar a este tesoro.
JD suspiró pesadamente.
―¿Todavía sospechas de mí? ¿De mis motivos? Eso está bien,
detective, porque yo también. No recuerdo por qué estaba allí con gente
que roban y matan. No sé por qué escondí esas cosas de la gente con la
que se suponía que trabajaba. Tal vez yo era un rehén como su novio. Tal
vez estaba allí por mi propia voluntad y decidí engañarlos sobre algo que
encontré. No lo sé. Pero sabes qué, Nick, sé que hay al menos una persona
por ahí que sabe las respuestas a estas preguntas. Y esa persona está
buscando este mismo tesoro. Ese es a quien quiero encontrar, eso es por
lo que estoy ansioso. Si quieres arrestarme y ponerme en una celda, sigue
adelante y hazlo, pero una cosa que sé malditamente segura es que soy tu
mejor disparo en esto, y no importa cuál era mi motivación para estar ahí,
estoy aquí ahora para vosotros tres. Porque son las únicas personas en el
mundo que conozco lo suficientemente bien como para preocuparse en
este momento.
Nick y los demás lo miraron, sorprendidos por su arrebato. Fue el
primer indicio de calor real que Nick había visto de él.
JD se levantó y enderezó su traje, cerrando los ojos.
―¿Estoy bajo arresto, o puedo ir a la habitación y dormir un poco
ahora?
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Nick estaba desgarrado entre el respeto al hombre por enfrentarlo y


estar molesto consigo mismo por no ocultar mejor sus sospechas. Asintió,
y JD se dio la vuelta sin decir nada más.
Julian se bebió lo que quedaba de su bebida y se levantó.
―Voy a tratar de calmarlo. Mantenerlo vigilado. Buenas noches.
―Agregó con un guiño a los dos.
Nick se inclinó hacia delante y sostuvo su cabeza entre las manos,
gimiendo suavemente. Los dedos de Kelly eran inseguros en su espalda en
un principio. Luego colocó su palma en la columna vertebral de Nick y la
dejó allí.
―Tus instintos están diciéndote que confíes en él. Estará aquí por la
mañana.
―Sólo personas que él conoce lo suficientemente bien como para
preocuparse. Jesucristo, sólo apuñálame en el corazón ya.
Kelly rió.
―Sonó un poco como tú. Toda santurrona lógica y descaro. Vamos
a ir a la cama, ¿eh?
Nick le devolvió la mirada y Kelly le dio una exagerada mirada
lasciva.
―Sabes que, mierda ―gruñó Nick. Levantó la mano a la camarera,
pidiendo otra ronda de bebidas.
―¿Qué estás haciendo? Pensé que íbamos a la cama.
―No, no lo haremos. Estoy bebiendo con mi novio en uno de mis
lugares favoritos en la ciudad. ―Nick se sentó y deslizó su mano sobre el
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muslo de Kelly de nuevo. Apretó y jaló a Kelly más cerca, deslizándolo


sobre el cuero del sofá.
Kelly rió y corrió sus dientes sobre su labio inferior.
―¿Eso hace de esto una cita?
―Sería nuestra primera real si lo es.
―Primera cita que incluye un tesoro robado y mafia. Qué
romántico. Y apropiado. ―Kelly se acercó, sonriendo. Besó a Nick antes de
que Nick pudiera llegar a las respuestas inteligentes. La mano de Kelly
encontró su camino en el bolsillo del pantalón del traje a medida de Nick.
―No ―advirtió Nick. Sabía que saltaría sobre la oportunidad de dar
rienda suelta a su frustración, y no quería ser expulsado de este bar por
indecencia.
Kelly sonrió contra el beso.
―¿Por qué, detective? No te importa hacerme correrme en mis
pantalones de chándal en el auto.
―Tú no pagas mil dólares por tus pantalones de chándal ―dijo Nick
dijo entre dientes mientras los dedos de Kelly rozaban contra su muslo―.
Podría contratar a una puta de clase alta más barata de lo que podría
reemplazar a este traje.
―¿Estás ofreciendo pagarme? ―preguntó Kelly, con los ojos
brillantes.
Nick gruñó en la parte posterior de su garganta y sacó la mano de
Kelly de su bolsillo.
―No, pero voy a follarte hasta el olvido tan pronto como lleguemos
a la habitación.
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―¿Oh si?
―Sí, sólo mantén tus manos fuera de mis pantalones.
Kelly rió. El sonido era como un bálsamo sobre los deshilachados
nervios de Nick. Apretó el muslo de Kelly con más fuerza, manteniendo
sus dedos entre las rodillas de Kelly mientras bebían y hablaban durante la
siguiente hora. Nick habría dado cualquier cosa por haberse marchado tan
pronto como los labios de Kelly tocaron los suyos, por llevarlo arriba y
simplemente tomarlo tantas veces como pudieran manejarlo.
Pero estaban aquí por una razón. Tenía que ser visto esta noche.
―¿Cómo se gana un favor de la mafia? ―preguntó Kelly después de
su séptima u octava bebida.
Nick casi escupió su alcohol por toda la mesa. Tuvo que luchar por
tragar, y bajó su bebida antes de derramarla. Se acercó más a Kelly, su voz
llena de grava.
―Mantienes la puta boca cerrada en público, así es como se hace.
Kelly parpadeó, luego asintió obediente. Miró a los ojos de Nick
durante unos cuantos segundos, y luego una sonrisa se extendió por sus
labios.
―Eso realmente me hizo temblar. ¿Puedes hacerlo de nuevo?
Los labios de Nick se torcieron.
―No, en serio, fue lo más caliente que te he visto hacer. ¿Me
amenazas cuando me estés jodiendo más tarde? O mejor aún, ¿podrías
follarme justo aquí?
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Nick se rió, y se puso de pie para enderezar su traje. Cogió el vaso y


terminó su bebida, luego tendió su mano hacia abajo para Kelly. Kelly
vaciló cuando Nick lo sacó del sofá.
―Oh, esto va a ser divertido ―siseó Nick en su oído cuando lo guió
entre las sillas y la mesa.
Kelly caminó lo suficiente lento para que Nick se presionara en él
por detrás.
―No voy a llegar a la habitación.
―No estás tan borracho.
―No, pero estoy cachondo. Este lugar es oscuro, apuesto a que
nadie lo nota.
Nick lo empujó por delante, guiándolo fuera del bar. Tomó cada
gramo de fuerza de voluntad de Nick evitar tirar de Kelly cerca y molerse
contra él en la escalera mecánica. Kelly, obviamente, no daba una mierda
por el decoro, porque entró en el espacio de Nick y tiró de su cinturón.
―Contrólate ―dijo Nick entre dientes, tratando de mantener la
calma. El vestíbulo entero podía ver a la gente en la escalera mecánica. No
quería darle a nadie un espectáculo. En realidad, lo hizo. Pero no lo harían.
―¿Dónde está la diversión en eso? ―Desafió Kelly. Sacó la lengua
entre los dientes, con una sonrisa, luego saltó fuera de la escalera
mecánica cuando llegaron a la cima, tirando de Nick por su cinturón.
Nick finalmente desenroscó los dedos de Kelly fuera del cinturón y
sostuvo la mano de Kelly en su lugar.
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―Me gusta esto ―dijo Kelly, caminaban por el vestíbulo, sus dedos
entrelazados―. Tomando tu mano. Caminando. Tú en ese traje,
Jesucristo.
Nick lo acercó, levantando su mano para besarla.
―Recordaré eso.
Llegaron al ascensor sin incidentes y sin indecencia pública, pero tan
pronto como las puertas del ascensor se cerraron, Kelly agarró a Nick y lo
empujó contra la pared. Su mano trabajó en el cinturón de Nick y los
botones de su chaleco, y le dio una patada a los pies de Nick para
separarlos y poder deslizarse a sí mismo entre los muslos de Nick y
presionar sus ingles juntas.
Nick agarró las caderas de Kelly, sosteniéndolo para que no se
cayera de culo cuando sus zapatos se deslizaron contra el suelo de
mármol. Kelly lo besó desordenadamente, sus torpes movimientos
suficientes para encender a Nick aún más. Amaba jodidamente cuando
Kelly se ponía así. Rudo, desordenado y ruidoso.
Gruñó una advertencia de que iba a moverlos, y Kelly gimió en
respuesta, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de Nick. Nick los
hizo girar, presionando a Kelly contra la serie de botones.
Kelly agarró dos puñados de cabello de Nick y dio un tirón.
―Mierda ―siseó Nick. Frotó su endurecido pene contra Kelly―.
¿No podrías haber esperado cinco putos minutos más para iniciar esto?
―Lo siento ―jadeó Kelly―. Lo hago, pero no podía jodidamente
evitarlo. Fuiste todo puto mal genio maligno conmigo con la mafia
irlandesa. Entonces estabas hablando de comienzos, finales, eternidad,
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anillos y ese puto tono de voz tuyo que usas cuando te pones todo duro y
bebido. ¡Dios! ¡Esto es culpa tuya!
El ascensor sonó, y Nick golpeó su palma contra el botón de parada
de emergencia. Las luces parpadearon y el ascensor se sacudió en un alto.
Se presionó más cerca.
Kelly parpadeó hacia las luces de emergencia.
―Realmente vas a follarme en el ascensor, ¿verdad?
―No ―gruñó Nick. A pesar de que quería hacerlo. Joder―. No hay
suficiente lubricante para ir medio tan duro en ti como quiero. Voy a
llevarte de regreso a nuestra habitación. Voy a doblarte sobre el final de
nuestra maldita cama, y te llenaré tanto de mí que gritarás con acento de
Boston. Te haré olvidar todo lo que has visto y oído esta noche.
Kelly se lamió los labios lentamente.
―¿Prometido?
Nick cerró los ojos, tomando una respiración profunda antes de
golpear el botón de nuevo. Las puertas se abrieron, y Nick escoltó fuera a
Kelly con una mano en su espalda baja. Afortunadamente no había nadie
allí para ver sus trajes desaliñados o rostros ruborizados. Había tenido su
cuota de momentos de exhibicionismo y la mayoría había valido la pena.
No quería eso con Kelly, sin embargo. Quería a Kelly para él sólo.
―Eres como un maldito caballero blanco cuando comienzas a
beber. ―Kelly se dejó caer contra la pared al lado de su puerta, enclavado
en la esquina de la parte que sobresalía alrededor de las puertas―. Tu
tolerancia al alcohol es un asco para ti, pero es impresionante para mí.
Nick lo bloqueó y se inclinó para besar su cuello.
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―Sólo significa que tengo la oportunidad de aprovecharme de ti.


―Me encanta cuando haces eso.
―Sé que lo hace ―ronroneó Nick contra la oreja de Kelly. Kelly se
estremeció todo, y Nick lo mantuvo apretado para que pudiera sentirlo.
Kelly apoyó la cabeza contra la pared, con torpes dedos trabajando
en el cinturón de Nick.
―Anillos de eternidad y varoniles soldados. Te irlandés realmente
sabe cómo seducir a un hombre.
Nick tarareó contra el cuello de Kelly mientras besaba y
mordisqueaba. Todo su cuerpo vibraba con bourbon y electricidad. Las
manos de Kelly sobre él pateándolo a toda marcha.
Las palabras de Kelly finalmente se hundieron a través de la bruma,
sin embargo, y Nick levantó la cabeza.
Kelly extendió las manos sobre el estómago de Nick, compactando
sus dedos en el chaleco de Nick mientras trabajaba los botones sueltos.
―¿Qué? ¿Qué pasa? Si no tienes la llave de la habitación voy a
matarte. O darte una descuidada mamada en un pasillo, lo que sea. ―Dio
a la camisa de vestir de Nick un tirón, y los botones salieron volando.
―Hijo de puta ―dijo Nick entre dientes cuando Kelly rió
ruidosamente. Nick luchó más allá de la atracción de las manos de Kelly
sobre él y le preguntó―: ¿Qué has dicho antes?
―Dije que si no abres la puerta y me follas, caeré de rodillas aquí en
el pasillo. ―Para enfatizar su punto, tiró de la cremallera de los
pantalones de Nick y extrajo el botón libre―. En realidad me gusta ese
plan, llave o no.
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La imagen rasgó a través de Nick, casi barrió su mente despejando


cualquier otro pensamiento. Incluso se estiró para agarrar el cabello de
Kelly, apretando el puño en la preparación de aferrarse mientras embestía
en la boca de Kelly después. Pero sacudió la cabeza, luchando contra la
sensación persistente de que le faltaba algo.
―Antes de eso ―dijo, y su voz era ronca―. ¿Qué dijiste?
―¿Uh, sobre irlandeses? ―preguntó Kelly―. ¿Caballeros blancos?
¿Círculos, arcos, eternidad y guerreros? No lo sé, hablé mucho esta noche,
no debes dejar que lo haga cuando estoy borracho.
Nick agarró el rostro de Kelly con las dos manos.
―Eternidad. El asunto de reunión espiritual. Arcos. Guerreros. ―Se
miraron el uno al otro durante unos segundos, y luego Nick hizo un sonido
como un animal dolorido cuando se alejó de Kelly y se golpeó en la
frente―. ¡Dios! ¿Por qué mierda no pude darme cuenta de eso una hora
después? ―gritó.
―¿Qué, descubriste qué?
―Es un cementerio ―siseó Nick―. La estrella nos señala un
cementerio.
Nick se subió la cremallera de los pantalones y se alejó, dirigiéndose
hacia la habitación de Julian y la de JD.
―Hey ―gritó Kelly detrás de él―. ¡Esto significa que no conseguiré
ser follado, porque no me gusta este nuevo plan en absoluto!
Nick se detuvo en medio de la sala y se giró. Kelly estaba de pie
delante de su puerta, su cabello despeinado, su traje torcido, obviamente,
su polla obviamente dura, sus manos fuera como si no pudiera creer que
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Nick sólo se había alejado. Pero seguía sonriendo. Kelly siempre estaba
sonriendo.
Nick miró hacia la puerta de la habitación de los otros hombres,
luego de vuelta a Kelly. Kelly merecía algo mejor que ser abandonado por
un juego de pistas. Cuando se trataba a fin de cuentas, si Nick tenía que
tomar una decisión, siempre elegiría a Kelly.
―A la mierda, eso puede esperar hasta mañana.
Sacó la llave de su bolsillo y se dirigió de nuevo a su amante. La
sonrisa de Kelly se amplió y empezó a desabrochar su propia camisa con
anticipación. Nick lo agarró por la cintura, besándolo, y luego levantándolo
sobre los dedos del pie para profundizar el beso. Las manos de Kelly
fueron una vez más a su cabello.
―¿Estás tratando de barrer sobre mis pies? ―preguntó Kelly, un
poco sin aliento.
Nick sonrió.
―No. Pero voy a tomarte la palabra sobre esa descuidada mamada
que ofreciste.
Kelly rió cuando Nick lo arrastró dentro.
―¿Quién dice que el romance está muerto?
Nick atacó a su ropa, dejando caer el costoso material aquí y allá.
Ambos torpemente patearon fuera sus zapatos, y Kelly ni siquiera estaba
fuera de sus calzoncillos antes de que Nick lo arrojara sobre la cama. Kelly
se estiró, empujando hacia abajo sus calzoncillos cuando se acercó más a
la mitad de la cama extra grande. A pesar de que había visto el cuerpo
duro de Kelly mil veces antes, todavía casi tropezó con sus propios pies
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cuando sus ojos recorrieron el ornamentado tatuaje de un revólver de seis


tiros abarcando desde la unión del muslo de Kelly hasta sus costillas
inferiores y resaltando el músculo debajo.
Nick tiró su última pieza de ropa lejos y se situó al lado de la cama,
admirando a su amante. Kelly tenía ese revólver desde que Nick lo había
conocido, y Nick siempre lo había amado y no sabía del todo por qué.
―Pensé que iba a ponerme de rodillas y dejarte follar mi boca como
una puta barata ―arrastró las palabras Kelly―. Es decir, ya que no puedes
permitirte un acompañante de alto costo con tus pantalones. ―Había un
brillo en sus ojos. Sabía exactamente lo que provocaba en Nick cuando
empezaba a hablar de esa manera. Cuando ponía ese apretado cuerpo
para que Nick lo contemplara.
―Lo harías, pero los planes cambiaron ―gruñó Nick. Hurgó en su
bolsa de viaje y sacó dos cosas, mostrándoselas a Kelly para que eligiera
cuál vendría primero: un tubo de lubricante, o la pequeña cámara de tapa
roja que mantenían para… ocasiones especiales.
―Cámara ―jadeó Kelly―. Oh Dios, sí. La cámara.
Nick se arrastró sobre la cama, envolviendo las caderas de Kelly en
sus brazos y acercándolo más. Le entregó la cámara, Kelly se apresuró a
encenderla para poder tomar el primer toque de la lengua de Nick a su
polla.
Diez minutos más tarde, Nick estaba en su espalda, Kelly a horcajas
sobre su pecho y follando su boca mientras filmaba. No era fácil; estaba
demasiado borracho para eso. Pero cuanto más rudo era con Nick, cuanto
más jalaba del cabello de Nick, cuanto más profundo embestía incluso
Sidewinder | Abigail Roux

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después de que Nick casi se atragantó con él, cuanto más molía los labios
de Nick, más encendido Nick se volvía.
Kelly se arqueó sobre él, apretando los dientes y gritando el nombre
de Nick. Volvió a gritar y se encontró con los ojos de Nick, el puño cerrado
en su cabello.
―Si me corrí por todo tu rostro, tomarás mi culo, ¿verdad?
Nick clavó los dedos en las caderas de Kelly, asintiendo.
Kelly giró la cámara de vídeo para enfocarlo a él, y le dio una sonrisa
maliciosa.
―No suele ser recomendable, pero esto va a valer la pena.
Sidewinder | Abigail Roux

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Capítulo 8

Kelly gimió cuando la luz atravesó sus párpados. Hundió el rostro en


el colchón, hundiéndose bajo la almohada.
Alguien tiró la almohada hacia arriba y le dio un golpecito en el
hombro.
―¡No! ―se quejó Kelly―. Mierda, colega.
―Vístete, nene, son casi las seis.
Kelly se sentó demasiado rápido y su cabeza le dio vueltas. Su
estómago se revolvió brevemente, pero se puso bajo control. Se
sorprendió al descubrir no sólo a Nick en la habitación, sentado en el
borde de la cama, sino también a Julian y JD merodeando cerca de la
puerta.
―Jesús, ¿cuánto tiempo dormí?
―¿Qué le pasó a tu cuello? ―Soltó JD.
Kelly se tocó con cuidado el cuello.
―Algo sobre… agarrarse a la cabecera. No puedo recordar. Jesús,
¿qué había en esas bebidas?
Nick rió oscuramente. Jaló una bota y se levantó para estampar su
pie contra el suelo. Luego se sentó de nuevo y la ató.
―¿Cómo se te ocurrió el cementerio? ―le preguntó Julian a Nick.
―Llamadlo inspiración divina.
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―Sí, estoy apostando a que Dios fue invocado mucho anoche ―dijo
JD en voz baja.
―Shhh ―rogó Kelly. Se llevó una mano a la cabeza―. ¿Qué
estamos haciendo, por qué estamos levantados? Oh por Dios del Cielo.
―Hay dos cementerios principales que tenemos que mirar ―explicó
Nick―. Si empezamos temprano, no tendremos que separarnos para
cubrir el suelo.
―Creo que hemos demostrado que trabajamos mejor como una
mente colmena de lo que lo hacemos en solitario ―añadió JD.
―Ciertamente. ―Nick estuvo de acuerdo con descaro.
Kelly estaba gimiendo cuando rodó fuera de la cama. Tuvo que
levantar la cabeza para asegurarse que permanecía unida.
―Déjame bañarme y vomitar ―murmuró. Se tambaleó hacia el
baño, ni siquiera consciente de estar con el culo al aire. Especialmente
extraño, ya que estaba bastante seguro de que había una marca de
mordida en su culo. Si no querían verlo post-follado, sin embargo, no
deberían haber estado en su habitación a las seis de la mañana.
Julian simplemente puso los ojos en blanco cuando Kelly pasaba,
pero JD hizo todo lo posible para no mirar. Kelly le dio una palmada en el
hombro, luego deslizó la puerta del baño para cerrarla y sin demora
vomitó todo lo que había bebido la noche anterior.
―Encantador. ―Escuchó el comentario de Julian después de unos
segundos de ahogarse con la cabeza en el inodoro.
Iba a ser un largo día.
Sidewinder | Abigail Roux

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En vez de amontonarse en el Range Rover y conducir al cementerio,


Nick sugirió caminar. Era un día glorioso, lleno de sol, canto de pájaros y
una brisa fresca y agradable.
Kelly tuvo que detenerse ocasionalmente, aparentemente para
asegurarse de no vomitar de nuevo, Nick hizo su mejor esfuerzo por no
reírse de la miseria de su amante. Recordaba claramente tratar de
desalentar las dos últimas rondas. Deslizó su brazo alrededor de los
hombros de Kelly, dándole palmaditas en la misma forma que había hecho
unos cientos de veces antes, cuando estaban sufriendo a través de una
mañana después.
El hecho de que habían comenzado a follar después de casi quince
años de conocerse no había cambiado muchos de sus hábitos.
―Te odio ―se quejó Kelly.
―Pobre Boo Boo.
―Odio tu alta tolerancia ―se quejó Kelly―. Odio no poder ganarte
bebiendo o dejarte inconsciente con drogas normales debido a que tu
estúpido cuerpo es inmune a los productos químicos. Odio que cuando lo
intento termino en una zanja en México.
―Allí, allí. ―Nick arrulló.
―Te odio tanto. ―La mano de Kelly en su bolsillo trasero mientras
caminaban contaba una historia diferente, sin embargo.
Se dirigieron a Boston Commons, que era un agradable paseo fácil
desde Liberty, ahí Nick explicó que la ciudad había creado una línea de
Sidewinder | Abigail Roux

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ladrillo rojo a través de la vieja cuidad que conducía a los turistas a lo largo
del Freedom Trail. Era un paseo agradable que llevaba a la gente de lugar
histórico a lugar histórico, todos relacionados con la Revolución
Americana. Recogieron el rastro rojo y lo siguieron hacia el Granary
Burying Ground.
El sol de la mañana aún no se elevaba sobre los edificios a su
alrededor, lanzando al cementerio una lúgubre neblina. Nick abrió el
camino a través de la puerta, mirando a su alrededor en las torcidas
lápidas con sus tallas macabras. Era un extraño pequeño lote. Incluyendo
tumbas de los héroes revolucionarios, entre ellos Sam Adams y Paul
Revere. En el centro había un enorme monumento dedicado a la familia
de Ben Franklin. Los edificios que habían surgido alrededor del viejo
cementerio estaban tan cerca de los límites que sus paredes de ladrillo
incorporaban lápidas en ellas. Muchas de las lápidas que una vez habían
estado aquí habían sido eliminadas y se usaban como aceras, y allí se
estimaba que cientos de cuerpos aún permanecían bajo tierra, sin marcar
y perdidos para la historia.
Lo que quedaba era una mezcla de veneración del pasado y
compromiso hacia el futuro. Nick siempre se había sentido un poco
incómodo cuando había visitado este lugar.
―Las lápidas son… irreverentes, por decir lo menos ―comentó JD.
Estaba de rodillas frente a una. Muchas de ellas tenían cráneos sonriendo
maliciosamente, con alas detrás de ellos. Nick había visto algunos con
esqueletos bailando, brincando alrededor como si la muerte los
persiguiera.
Sidewinder | Abigail Roux

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―¿Y? ―preguntó Julian―. ¿Ahora qué? ¿Se supone que el tesoro


está enterrado aquí?
―No podría ser ―respondió JD―. No, si las historias que rodean su
robo son ciertas.
―Hay otro marcador aquí en alguna parte ―añadió Nick.
―¿Estás jodidamente diciéndome que llegamos aquí antes que el
puto sol por otra pista de donde está este tesoro, y no el tesoro?
―preguntó Kelly. Tenía los aviadores de Nick a pesar de la falta de luz.
―Tiene sentido; si él estaba dejando pistas detrás para que alguien
siga este tesoro, lo habría hecho en accesorios permanentes. O bien, cosas
que se habrían considerado permanentes entonces. Cementerios, iglesias,
edificios de importancia en los que tenía que confiar en que no serían
derribados.
―Por lo tanto, crees que estamos buscando una lápida ―comentó
Julian.
Nick asintió.
―La fecha de la muerte sería 1775.
―¿Por qué? ―preguntó Julian.
―Una pista tallada en una lápida habría sido dejada tan pronto
como pudiera ser encargada, cuando aún tenían acceso a la ciudad
―explicó Nick―. Tenía que ser ese año porque la evacuaron poco
después.
―¿Qué más? ―preguntó Julian.
Nick se encogió de hombros y buscó en el bolsillo de sus vaqueros la
servilleta de JD que había dejado sobre la mesa la noche anterior.
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―Ninguna pista. Ahí es donde los diamantes de JD entran.


JD tomó una respiración profunda para no perder el equilibrio y dio
un paso más cerca para tomar la servilleta. Nick le tocó el brazo con
suavidad.
―Lo siento ―ofreció Nick.
JD sostuvo la mirada durante unos segundos, luego asintió y le dio
una sonrisa débil.
―Traté de ponerme en tus zapatos la noche anterior, cuando fui a
la cama. Lo entiendo. Yo no confiaría en mí tampoco.
Nick ladeó la cabeza, levantando ambas cejas con sorpresa.
―Confío en ti. Lo siento por hacer que se sienta como si no lo
hiciera. Y te hice una promesa. Tengo la intención de mantenerla.
Hagámoslo.
JD cuadró los hombros.
―Correcto.
Kelly se quejó en la distancia. Nick miró a su alrededor por él y lo
encontró sentado en los escalones que conducían a la acera, con la cabeza
apoyada contra una valla de hierro. Tenía bastante resaca, pero el último
cementerio histórico en el que Kelly había estado casi lo había matado.
Nick no pudo evitar el escalofrío que corrió por su columna vertebral con
el recuerdo.
―Hey, bebé ¿estás bien?
―¡Te odio! ―respondió Kelly.
―Bien… bueno, mantente vigilando por nosotros, entonces ―dijo
Nick, su voz temblando de risa.
Sidewinder | Abigail Roux

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Se dio la vuelta, y Julian se puso junto a él. El hombre estaba


realmente sonriendo.
―Una noche, Detective, tú y yo sentados, tomando una bebida sólo
para poder decir que sobreviví.
Nick se rió.
―Es una cita.
Ellos se separaron, cada uno vagando por las torcidas calles del
cementerio, examinando cada lápida por cualquier tipo de pista. No
sabían lo que estaban buscando, sin embargo, y era un gran cementerio.
Nick no dejaba de mirar atrás a las escaleras, donde JD ahora estaba
sentado junto a Kelly, con la cabeza inclinada sobre la servilleta. Kelly
todavía estaba apoyado en la puerta de hierro.
―¿Y si es una rejilla? ―gritó JD.
―Oh, Dios mío. ―gruñó Kelly. Se cubrió la oreja en la que JD
acababa de gritar―. Amigo.
―Lo siento. ―JD ofreció con una mueca de dolor.
―Una rejilla ―repitió Nick, acercándose a ellos.
JD asintió y se levantó.
―Si giras esta punta, con la X formando una rejilla en forma de cruz
en su lugar, entonces los símbolos comienzan a tener un poco de sentido.
Mira.
Nick se situó en el hombro de JD, sus ojos yendo de la servilleta al
cementerio. JD tenía razón. Uno de los símbolos que se veía como un
símbolo menor ahora parecía representar el monumento al obelisco de la
familia de Franklin en el centro del cementerio. Otra, que Nick había
Sidewinder | Abigail Roux

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asumido era una marca de infinito, parecía representar una tumba


abovedada cerca del borde de la tierra.
―Agradable ―comentó con una palmada en la espalda de JD.
JD estaba sonriendo, pareciendo satisfecho de sí mismo.
―Es un mapa de fiar. Es decir, tenemos que tener en cuenta que lo
dibujé a mano de memoria, por lo que podría ser dudoso en localizaciones
exactas. Pero aun así.
―¿Qué estamos buscando, entonces? ―preguntó Kelly. Todavía
sonaba miserable, pero estaba de pie y fisgoneando sobre el hombro de
JD.
―¿Hay una X en ello? ―preguntó Julian, su voz mezclada con
sarcasmo―. Una X haría esto fácil.
―No. Pero hay una cruz ―le dijo JD.
―Es un cementerio ―gruñó Julian―. Hay cruces en todas partes.
―El tesoro que él enterró era una cruz. ―Nick señaló―. ¿Qué
mejor que marcarlo con ello?
―¿Estás pensando que el tesoro está enterrado aquí? ―preguntó
Kelly de nuevo―. Porque no tengo puestas mis botas profanadoras de
tumbas.
―No, esto es sólo otra pista. El tesoro tendría que estar al noroeste,
en algún lugar a lo largo de Battle Road. ―Supuso Nick.
Julian se detuvo en seco.
―¿Cómo sabes eso? ¿Y por qué mierda estamos aquí en vez de allí?
―El vagón fue interceptado en el camino de Concord y Lexington.
―le dijo Nick―. Tenía que ser escondido antes de llegar al puesto de
Sidewinder | Abigail Roux

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control en Boston. Mira, en ese tiempo, Boston era una península; había
sólo una manera de entrar por tierra. Las tropas británicas ocuparon la
ciudad, pero las tropas coloniales controlaban el campo. Tenían un
acuerdo de caballeros para permitir el paso hacia y desde la ciudad,
siempre que el viajero estuviera desarmado. Un vagón robado lleno de
oro siendo conducido como el infierno por soldados británicos no iba a
estar haciendo el corte. Habrían tenido que esconderlo entre Lexington y
aquí.
Julian frunció el ceño.
―Suficientemente justo.
JD estaba mirando a Nick, sus ojos azules ilegibles.
―¿Qué? ―preguntó Nick.
―Sabes un infierno de mucho más de esto de lo que dejas ver.
La única respuesta de Nick fue un pesaroso encogimiento de
hombros.
―¿Dónde está la cruz en la maldita servilleta? Vamos a conseguir
esta mierda de nuevo ―murmuró Kelly.
JD la sostuvo en alto, posicionando los dos puntos de referencia
principales apropiadamente. Nick señaló la cruz en la servilleta, y todos se
volvieron hacia el lugar en el cementerio indicado.
Julian miró hacia la acera cuando Nick y los demás se movieron
hacia adelante.
―Voy a mantener la fortaleza. ―Ofreció―. No soy muy bueno en
estas cosas de todos modos.
Sidewinder | Abigail Roux

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Nick se detuvo y se volvió hacia él. Julian inclinó la cabeza casi


imperceptiblemente, y los ojos de Nick se desviaron hacia el perímetro. Un
taxi de la ciudad estacionado en el otro lado de la calle, fuera de la vista a
menos que estuvieras cerca de la puerta del cementerio para ver más allá
de los edificios a ambos lados.
Nick asintió. Julian había recogido la cola antes de que Nick lo
hiciera. Eso era un poco espeluznante, pero Nick trató de encogerse de
hombros y confiar en el hombre para cuidar sus seis mientras se dirigía a
la sección indicada del cementerio.
JD y Kelly estaban vagando alrededor de las tumbas, flexionándose
de vez en cuando para examinar una lápida o limpiar las palabras para
leerlas mejor.
―Creo que tengo algo ―dijo en voz baja Kelly. Nick se puso detrás
de donde él estaba arrodillado. Las tallas en el marcador casi habían sido
oscurecidas por cientos de años de erosión, lo cual era extraño, ya que la
mayoría de ellas se habían mantenido razonablemente bien. Pero la fecha
seguía siendo claramente visible. No había ninguna fecha de nacimiento,
sólo la fecha de la muerte: 19 de Abril 1775.
―Eso es raro ―susurró JD.
―Ese es el día de las batallas de Lexington y Concord ―les dijo Nick.
―¿Podría ser un soldado que murió allí? ―preguntó Kelly.
―No es un cuerpo ―dijo JD―. El marcador fue colocado aquí como
una pista de la ubicación del botín robado.
―Explicaría por qué no hay fecha de nacimiento, y por qué la talla
no es tan profunda: Fue hecha con prisa o a escondidas ―añadió Nick―.
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Esto debió haber sido la única forma en que los soldados podían decir lo
que habían hecho, dejando un monumento al robo, un mapa señalando el
camino.
Kelly sacó su teléfono del bolsillo y luego tomó una fotografía de la
lápida.
―¿Qué estás haciendo? ―preguntó Nick.
―Siendo impresionante, ¿y tú? ―dijo Kelly arrastrando las palabras.
Abrió el disparo que apenas había tomado en su aplicación de fotos y
empezó a jugar con el contraste, añadiendo sombras, iluminando los
trozos más ligeros. Pronto tuvo una representación de lo que el marcador
probablemente leía. Se puso de pie y se lo mostró a Nick.
Nick sonrió y asintió.
―Siendo impresionante en verdad.
―¿Qué es lo que dice? ―preguntó JD y ellos se amontonaron
alrededor del teléfono.
―Russell B. Norte ―leyó Kelly―. ¿Es importante?
―No para mí ―admitió Nick.
―Norte ―dijo JD con un movimiento de su mano―. Y las Batallas
de Lexington y Concord. El viejo North Bridge. Fue donde se realizó el
primer disparo de la guerra.
―¿Cómo habría retrocedido allí para dejar algo? ―argumentó Nick.
―Obviamente, se quedó atascado en Boston el tiempo suficiente
para encargar el grabado en una jodida lápida. Eso habría sido ¿qué, al
menos una semana? ¿Unos pocos días? Tiempo para camuflarse fuera de
Boston, mientras se estaba llevando a cabo. Un sólo hombre viajando
Sidewinder | Abigail Roux

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fuera de la ciudad sin armas habría tenido el paso libre, tú mismo lo


dijiste. Tal vez el tesoro estaba oculto allí.
Kelly y Nick se miraron, y Kelly asintió.
―Suena bien para mí.
―Bien. Vamos a ponernos en circulación.
Se reunieron con Julian cuando merodeaba cerca de la entrada.
―¿Encontrasteis algo?
―Creemos que sí. ¿Cómo están nuestros amigos? ―preguntó Nick.
Cuidadosamente se colocó a sí mismo entre el taxi y JD, por si acaso.
Julian gruñó.
―Curioso.
―¿Debemos detenerlos? ―preguntó Kelly.
Nick miró al taxi durante unos momentos. Quería que sus
seguidores supieran que habían sido descubiertos.
―No ―murmuró finalmente―. Los perderemos en Battle Road. Si
pueden mantener el ritmo, son bienvenidos a venir por nosotros.

Kelly había requisado un juego de repuesto de gafas de sol de Nick


en el auto y estaba tomando una taza del café más fuerte que había sido
capaz de comprar en el camino de regreso al hotel. Estaba desplomado en
el asiento delantero, tratando de no ver pasar el paisaje.
Se sentía un millón de veces mejor que cuando se había despertado,
pero prefería estar en la cama en el bote de Nick, que estar acurrucado
aquí ahora mismo.
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―¿Estás bien? ―le preguntó Nick. Había dejado de sonar divertido,


y su voz estaba atada con más preocupación cada vez que le preguntaba.
―Sí, estoy bien ―protestó Kelly―. No me mires. Deja de mirarme.
―Perdona mi ignorancia de esta guerra en particular, pero ¿cuál es
la importancia de este puente que vamos a ver? ―preguntó Julian.
―El North Bridge fue parte de la batalla de Concord ―contestó
Nick―. Cuatrocientos milicianos y milicias coloniales contra poco menos
de cien británicos regulares. Fue la primera batalla de la guerra, la
campana de apertura que les dijo a los británicos que los estadounidenses
iban a poner real resistencia.
―Ya veo ―dijo Julian.
Nick le pasó el teléfono a Kelly.
―Llama a Hagan por mí, ¿quieres? Le dije que podríamos tener que
salir de la red anoche, pero llamará a la caballería si no me reporto.
Kelly empujó los aviadores de Nick por su nariz y pasó por los
últimos números marcados de Nick. Hizo una pausa cuando vio que Nick
había llamado a Ty Grady hace varias noches. Miró a Nick con sorpresa.
Nick no había hablado con Ty de nada que no tuviera que ver con el
trabajo desde que regresaron de Escocia.
―¿Has hablado con Ty? ―preguntó Kelly.
Nick lo miró, luego otra vez antes de volver su atención a la
carretera.
―Sí, llamó para comprobarnos. Lo llamé de vuelta, él fijó el acento
de JD para nosotros. ¿Por qué?
Kelly se encogió de hombros.
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―Si los dos estáis hablando de nuevo, él sería un buen punto para
llamar por esta mierda, ¿sabes?
―¿Estamos hablando de Tyler? ―preguntó Julian, inclinándose
adelante para poner su rostro entre los dos desde el asiento trasero―. Por
favor, llámalo, he extrañado ser esposado a todas las superficies posibles
cada vez que hablo.
Nick lo miró por el espejo retrovisor, sonriendo ligeramente. Luego
golpeó la rodilla de Kelly y sacudió la cabeza.
―Tenemos esto. Llama a Hagan.
―Bien. ―Kelly encontró el número de Hagan y marcó, luego le pasó
el teléfono a Nick. Él lo observó, sin embargo, su resaca olvidada. Ty y Nick
se conocían desde que tenían diecisiete años. Pensar que su amistad
estaba desmoronándose, o peor, llegando a su fin, hizo a Kelly
inmensamente triste. Era como perder a un miembro de la familia.
―Hagan. Sí, lo siento, debí haberme reportado anoche. Lo sé.
―Nick miró a Kelly y puso los ojos en blanco―. Nos distrajimos. En fin,
escucha, estamos de camino a Concord.
Kelly volvió su atención al paisaje que pasaba cuando Nick informó a
Hagan. Se removió alrededor tratando de ponerse cómodo. No estaba
seguro de lo que Nick le había hecho anoche, pero esperaba que lo hiciera
de nuevo cuando Kelly pudiera recordar los detalles de cómo había
conseguido ponerse tan jodidamente dolorido. Probablemente fue
divertido.
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Estaban a unos treinta minutos en auto al puente, y Kelly se


sorprendió cuando llegaron para encontrar un centro de visitantes, un
montón de turistas y monumentos de piedra conmemorando la batalla.
―¿Es un parque nacional? ―preguntó Kelly cuándo se unió a Nick
en el parachoques del Range Rover. Había esperado un pequeño
aparcamiento junto a un arroyo con un puente sobre él. Pero había
monumentos, senderos, centros de visitantes y tours de autobús
estacionados. Ni siquiera podía ver el río y mucho menos el puente.
Nick se apoyó en ella y cruzó los brazos.
―Y es el primer domingo de verano.
Julian estaba caminando, mirando a la multitud como si estuvieran
llenos de asesinos ocultos disparándole. Kelly se habría divertido por ello,
pero tuvo que reconocer que en realidad podría ser cierto.
―¿Cuál es nuestro plan? ―les preguntó JD.
Nick frunció los labios, su expresión casi escondida detrás de sus
gafas de sol. Bajó la cabeza. Kelly miró de él a JD con una mueca de dolor,
luego miró a Julian, quien simplemente se encogió de hombros.
―¿Tenemos un plan? ―preguntó JD, sonando un poco más agitado.
―Tú eres el cazador de tesoros ―le dijo Nick.
―Mira, no soy un perro de caza que con una orden señalará, ¿de
acuerdo? No recuerdo ninguno de mis malditos entrenamientos.
―Hagamos una reconstrucción del puente ―sugirió Kelly―. Si talló
un mensaje en él, tiene que estar en algún lugar accesible, pero lo
suficientemente oculto para pasar desapercibido todos estos años. No
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puede haber demasiados lugares como ese en un puente en medio de


todos estos turistas.
―Nos separaremos a lo largo de los caminos escénicos ―aceptó
Nick―. Rodeemos desde cada lado. Kels, tú y Cross id alrededor del
extremo norte, JD y yo tomaremos el sur. Nos vemos en la cabeza del
puente.
―Correcto. ―Kelly palmeó el hombro de Julian y se fueron juntos
mientras Nick y JD iban hacia el otro lado.
―¿Puedo hacerte una pregunta personal? ―preguntó Julian casi
tan pronto como estaban fuera del alcance de los demás.
―Supongo que sí.
―¿Te molesta que te ordene como lo hace?
Kelly levantó la cabeza.
―No ―respondió―. Si estuviéramos haciendo el desayuno o en
camino a ver una película, estaría preguntando opiniones a diestro y
siniestro. Esto es una situación táctica, sin embargo, y está volviendo a su
entrenamiento. Si no lo hubiera hecho, estaría preocupado por él.
Julian arqueó una ceja mientras caminaban por el camino
pavimentado.
Kelly se encogió de hombros.
―La gente ve a Nick en todo tipo de formas. ―Sonrió
cariñosamente―. Es mucho más de lo que ves en la superficie, sin
embargo.
―Si tú lo dices. ―Julian volvió su atención a la multitud mientras
caminaban por el camino, tratando de mezclarse con los turistas.
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Kelly dejó brevemente a su mente vagar a Nick antes de hacer lo


mismo. No le importaba si era el único que veía a través de las capas de
Nick. Conocía al hombre que sostendría la mano de un enemigo
agonizante, que permitiría que un niño atara un trozo de hilo alrededor de
su muñeca para que tuviera suerte y todavía lo usaría cinco años más
tarde, que pondría la cabeza en el regazo de Kelly y suspiraría como si
acabara de quitarse un enorme peso de sus hombros. Era el hombre que
nunca, nunca haría una promesa a menos que tratara de mantenerla o
sangrar al intentarlo.
―Ahí está el puente ―dijo Julian, sacando a Kelly de su
ensimismamiento.
Delante de ellos había un gran monumento de piedra, elevándose
sobre la ribera del río. Un camino de hormigón lo conducía hacia un
arqueado puente de madera.
―Es de madera ―dijo Kelly.
Julian y él compartieron una inquietante mirada.
―Hay puentes cubiertos en la zona que tienen más de doscientos
años, ¿verdad? ―preguntó Julian―. Podría haber sobrevivido, siendo un
hito importante.
―Supongo…
Pasaron junto al monumento hasta que Nick y JD aparecieron. JD
hablaba animadamente, y Nick tenía la cabeza abajo mientras caminaba.
Kelly pudo darse cuenta de que estaba consciente de su entorno por la
tensión en sus hombros, pero también parecía irritado.
―¿Qué pasa? ―preguntó Kelly tan pronto como se acercaron.
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Nick sólo apartó la vista y negó con la cabeza.


―El puente es una reproducción ―les dijo JD―. Ha sido
reconstruido tres veces desde la Batalla de Concord.
Kelly se pasó la mano por la boca.
―Bueno, mierda.
―Tal vez no estaba en el puente mismo; tal vez fue tallado en algún
lugar cerca ―intentó Julian―. La orilla de este río está llena de grandes
rocas.
―Sí. ―JD asintió, los ojos brillantes―. Se lo estaba diciendo a Nick,
pasamos un cartel de algo llamado Egg Rock, al parecer es un gran
negocio. La ciudad incluso talló un monumento. No puede ser el único.
―¿Qué se supone que debemos hacer, inspeccionar cada roca en la
orilla del río? ―se rompió Nick.
―Podemos probar el área alrededor del puente, por lo menos.
―Julian sonó casi desesperado. Dio un paso hacia Nick, levantando una
mano―. Venimos hasta aquí.
Nick se encontró brevemente con los ojos de Kelly. Parecía al final
de su ingenio con esto. Kelly sabía que era frustrante para Nick fallar,
especialmente cuando las vidas colgaban de la balanza. Pero no era su
novio quien estaba prisionero y Julian estaba pidiendo nada más que un
poco más de paciencia. Así que se dirigieron hacia el puente cuando un
viento fuerte arrancó sus chaquetas y arrugó el cabello de Kelly.
Nick entró en el puente de madera y miró por encima del borde. Era
hecho enteramente de madera, pero los extremos fueron construidos en
paredes de roca. La primavera había traído mucha lluvia y el río estaba
Sidewinder | Abigail Roux

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hinchado con ella. Para ver las caras de las piedras tendrían que mojarse.
Hizo un gesto a Julian.
―Vosotros dos revisad el otro extremo.
Julian y JD se dirigieron al otro lado del puente, sus pasos resonaron
en los tablones. Era un día tranquilo, lleno de los sonidos de pájaros
gorjeando, de grupos de turistas charlando, y del chapoteo del agua
fluyendo debajo de ellos. Kelly estaba disfrutando de esto.
―¿Quién va al agua? ―preguntó Nick a Kelly.
Kelly levantó el puño. Nick lo imitó, y contaron. Kelly tiró papel,
luego se echó a reír y cubrió el puño de Nick con su mano. Siempre la roca.
―Lo que me hace preguntarme por qué tiras tijeras la mitad del
tiempo.
Kelly sonrió maliciosamente.
―Depende del castigo. A veces me gusta perder.
Nick entrecerró los ojos.
―La próxima vez que tome días de vacaciones, no estaremos
usando pantalones.
―Hecho.
―Ayúdame aquí ―se quejó Nick mientras se quitaba el abrigo de
cuero. Kelly lo tomó y lo arrojó sobre la barandilla.
Nick giró alrededor del extremo del puente y avanzó por la
empinada orilla. El suelo estaba blando y sobresaturado; las botas de Nick
hicieron profundos surcos en el barro, se agachó para agarrar las tablas de
madera del puente. Kelly se tendió y deslizó el brazo bajo la barandilla,
Sidewinder | Abigail Roux

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con la mano colgada para que Nick pudiera agarrarla si empezaba a


deslizarse más.
Nick se aferró al puente mientras examinaba la pared de rocas.
Cada par de minutos se inclinaba y limpiaba la suciedad o sacaba musgo
de una de las rocas, sus movimientos se volvían cada vez más frustrados
mientras más buscaba. Finalmente estuvo lo suficientemente bajo para
que el agua le lamiera las botas.
―¿Ves algo? ―preguntó Kelly después de unos instantes.
Nick lo miró, sus ojos brillantes. Dio un sólo movimiento de cabeza
en respuesta. Kelly oyó pasos en el puente, luego los sintió en su pecho. Se
giró para ver a JD y Julian caminando hacia ellos. JD estaba mojado hasta
el pecho.
―Puedes ver los pilares originales ―le dijo JD a Nick―. Tienes que
mojarte, detective.
―No me pagan lo suficiente para esto ―susurró Nick. Agarró la
mano de Kelly y se deslizó más abajo como si estuviera surfeando una ola.
Luego estuvo en el agua. Se movió bajo el puente, sus dedos soltaron las
manos de Kelly y finalmente se movió fuera de la vista de Kelly.
JD y Julian se inclinaron sobre la barandilla, tratando de verlo. Kelly
se quedó dónde estaba, sin embargo, su mano todavía colgando. Nick se
estaba moviendo río arriba, así que si perdía el equilibrio y el agua lo
llevaba, al menos podría tratar de agarrar la mano de Kelly mientras
pasaba.
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―Malditos idiotas ―gritó Nick después de varios minutos más de


búsqueda silenciosa―. ¿Quién escribe un maldito mensaje en un puente
de madera?
―Oh muchacho ―murmuró Kelly. Se puso de rodillas y se dirigió al
extremo del puente, saliendo a las rocas para poder ver dónde estaba
Nick. Estaba de pie en el agua a la altura de la cintura, una mano
agarrando el pilar del puente y la otra sobre una roca delante de él.
―¡A mitad de una maldita guerra, donde los puentes se estaban
literalmente quemando! ―maldijo Nick.
Kelly le hizo señas con los dedos.
―Sal del agua, colega.
―¡Él tenía que saber que la madera no se quedaría alrededor!
―gritó Nick―. Jodido idiota.
―Allí, allí ―dijo Kelly.
―Esta mierda había desaparecido cuando pusieron ese mensaje en
los diamantes ―dijo Nick―. ¿Cuál era el punto? ¡Es un jodido callejón sin
salida!
―Bebé, vamos, sal del agua. ―Kelly lo intentó de nuevo.
―Tenemos un problema ―dijo Julian.
Kelly miró hacia él, luego siguió la dirección de la mirada de Julian.
Una pareja deambulaba hacia ellos. La mujer tenía una fregona de cabello
castaño ondulado, casi del mismo color que el de Nick, y era bastante
sorprendente. Pómulos altos, labios llenos que se curvaban en una
sonrisa. Kelly la miró de arriba abajo por costumbre. El hombre era
considerablemente menos atractivo, con un borde duro en los ojos y una
Sidewinder | Abigail Roux

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cicatriz que pasaba de una de sus pesadas cejas a su barbilla bastante


cuadrada. Definitivamente no parecía que encaran como una pareja.
Julian se colocó delante de JD.
Kelly observó su acercamiento, la pistola en su cinturón se sentía
más pesada cuando se acercaron. Le dio a Nick un rápido vistazo sobre su
hombro, pero Nick se había ido. El agua fluía pacíficamente por el lugar
donde había estado. Kelly se levantó, asegurándose de que su chaqueta
cubriera su arma. No tenía tiempo de volver a subir al puente, pero al
menos de esta manera estaban ofreciendo dos blancos separados.
―Buenas tardes, señores ―dijo el hombre con un genial acento
irlandés.
―Hola, Doctor Hunt. ―Añadió la mujer con una sonrisa amable―.
Escuché que tienes unos pocos días difíciles.
JD dio un pequeño paso hacia los lados para poder verlos por
encima del hombro de Julian. Era lo bastante inteligente como para
quedarse detrás de Julian.
―¿Dónde está el detective? ―preguntó la mujer.
Kelly y Julian compartieron una mirada, luego Kelly miró por encima
del hombro hacia el agua.
―Oh ―arrulló la mujer―. Espero que pueda nadar. Mi nombre es
Alex Kincade. Y entiendo que todos buscamos lo mismo.
―De alguna manera lo dudo ―desafió Kelly.
―Duda todo lo que quieras, es cierto. El Dorado y la Cruz Rosada.
Son un pequeño grupo ingenioso; nos gustaría combinar fuerzas.
Kelly sonrió cuando vio movimiento detrás de la pareja.
Sidewinder | Abigail Roux

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―Buena suerte con eso.


―Manos arriba ―dijo Nick mientras se acercaba, con la pistola
afuera. Estaba goteando de la cabeza a los pies, con el cabello rizado
pegado a la cabeza―. De rodillas, los dos. Están bajo arresto.

Nick sólo tenía un par de esposas consigo. Molestó a Julian hasta


que el hombre puso los ojos en blanco y sacó un puñado de bridas blancas
de uno de los bolsillos de su chaqueta.
―¿Dónde guardas todo eso? ―preguntó Kelly.
―Doc, ayúdame ―gruñó Nick. Ató las manos de la mujer detrás de
su espalda y apretó la brida―. Tienes derecho a guardar silencio ―dijo
contra su oído―. Profesora Singleton.
―Espera, ¿la conoces? ―exclamó Kelly. Tenía al hombre sujeto y de
rodillas. Ambos sospechosos permanecían callados.
―Ella es con quien hablé por teléfono. Me dijo quién era JD.
―JD ―dijo, su voz como miel suave. Era incluso mejor en persona
de lo que lo había sido al teléfono―. Como John Doe. Eso es lindo.
―Enseñas arqueología de la cultura pop, ¿eh? Buena cobertura.
―Lo intento ―dijo encogiéndose de hombros.
JD se dirigió hacia ella, Nick estiró una mano para evitar que se
acercara lo suficiente para que ella lo lastimara.
―¿Cómo sabes quién soy? ―preguntó JD.
―¿De verdad no recuerdas nada? ―preguntó.
Sidewinder | Abigail Roux

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―Responde la pregunta ―exigió Nick. Pinchó en la espalda de ella


con fuerza.
Alex se aclaró la garganta.
―Si vas a cortejarme, detective, me gustan las rosas. Las rojas.
―¿Cómo sabes quién soy?
―Fuimos colegas, Casey ―dijo Alex con una pizca de dolor en su
tono―. Encontramos obras de arte perdidas y las liberamos de sus
prisiones.
―Wow ―dijo Kelly―. Ese es el más fantástico “Robo cosas” que he
escuchado.
Nick murmuró su acuerdo.
La mujer se echó a reír.
―Imagino que crees que es en la misma línea que la del Sr. Cross,
“Me ocupo de antigüedades” en referencia al asesinato a sangre fría.
Julian la miró con ojos desencajados.
―¿Me conoces?
―Sé de ti. Me advirtieron que estarías aquí.
Nick reconoció los signos de que Julian se curvaba para atacar, pero
no había manera de que pudiera llegar a él a tiempo para evitar que
ocurriera. Envolvió un brazo alrededor de Alex y la giró, en cambio,
poniéndose entre ella y Julian. Kelly interceptó a Julian mientras se
lanzaba contra ellos, envolviéndolo y tratando de convencerlo de que se
mantuviera en calma.
―¡Ellos lo tienen! ―gruñó Julian. Kelly tenía las manos llenas
tratando de contenerlo.
Sidewinder | Abigail Roux

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JD se alejó de ellos, una pizca de un animal salvaje en sus ojos, que


se lanzaban de Julian a Nick y de vuelta.
―¡Son ellos, se lo llevaron! ―exclamó Julian.
Estaban atrayendo demasiada atención de la multitud de turistas.
Nick metió su camisa empapada debajo de la insignia en su cinturón para
que fuera visible.
―Nosotros no nos llevamos a nadie ―insistió Alex. Ella miró por
encima del hombro, y Nick se giró un poco para poder mirar a Julian. Kelly
lo tenía sujeto con una llave de cabeza, pero estaba tratando de no
lastimarlo así que ambos estaban luchando―. Buen Señor ―dijo Alex en
voz baja―. Tienes una correa para él, ¿verdad?
Nick apretó la brida y Alex se estremeció.
―¿Cuál fue tu juego final aquí, eh? ―le preguntó―. ¿Nos seguiste
esperando que te lleváramos al tesoro?
―Bastante, sí. Cuando las pistas te llevaron aquí, sin embargo, me
di cuenta que estabas tan atascado como nosotros. Este no es el lugar
correcto.
Nick frunció el ceño y volvió a mirar a los demás. El esbirro irlandés
de Alex estaba de pie tranquilamente a un lado, con las manos atadas a la
espalda, observando. No había intentado hacer una huida. Julian estaba
de rodillas, con la cabeza colgando, el pecho elevándose. Kelly de pie
sobre él, con una mano en la espalda, murmurando palabras para
calmarlo.
Nick se pasó la muñeca sobre la frente para evitar que el agua
goteara en sus ojos. Tan pronto como había escuchado a Julian dar su
Sidewinder | Abigail Roux

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advertencia en el puente, se había hundido por debajo de las ondas y dejó


que la corriente lo llevara río abajo, luego se dobló hacia atrás para
quedar detrás de su compañía inesperada.
―Bien ―dijo casi para sí―. Bien. Sostenlo. ―Julian lo miró furioso.
Nick se volvió a Alex de nuevo, haciéndola tropezar cuando la obligó
a mirar a los demás.
―Cuéntanos la historia, Profesora ―gruñó―. Desde el principio.
Alex se aclaró la garganta.
―Parecen una multitud de CliffsNotes.
Kelly se levantó y sacudió los hombros. Ayudó a Julian a ponerse de
pie. JD se acercó.
―Bien, empecemos con lo básico. ¿Sabéis quiénes eran los
Rosacruces?
―La sociedad secreta precursora de los masones ―gruñó Kelly.
―Eran esotéricos, centraron sus esfuerzos en la naturaleza,
curación y química ―agregó Nick.
―Impresionante. Se rumorea que han hecho avances increíbles,
incluso ganando dominio en la alquimia y, lo más famoso, la creación de la
piedra filosofal.
―¿Cómo Harry Potter? ―preguntó Kelly.
―No ―dijo Alex con voz fría―. No como Harry Potter.
―Llega al punto un poco más rápido ―instó Nick.
―El punto es, esos son mitos y leyendas, pero la realidad detrás de
ellos es verdad. Los Rosacruces hicieron avances valiosos con sus
ecuaciones y fórmulas. Podrían curar enfermedades en la Edad Media que
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sólo podríamos esperar para luchar contra las actuales. Incluso hay
fuentes contemporáneas que implican que fueron capaces de curar el
cáncer.
―¿Los Rosacruces tenían una cura para el cáncer? ―preguntó JD.
Había alcanzado su verdadera altura cuando Alex habló, una expresión de
reconocimiento se alzó en su rostro. Se estremeció y se golpeó la frente―.
Escribieron las fórmulas sobre pergaminos de oro para evitar que fueran
destruidos.
―Exactamente ―comentó Alex―. Después de todo, no has perdido
todo ese conocimiento.
―¿Pergaminos de oro? ―repitió Nick.
―Cuando los masones subieron al poder, trataron de proteger ese
conocimiento. Estaban en guerra con la Iglesia Católica, que estaba en
medio de una toma de poder. El Papa decretó que todo lo que los
Rosacruces habían descubierto era magia, del diablo, toda esa basura. Los
florecientes poderes masónicos no podían arriesgarse a que la Iglesia
consiguiera los pergaminos y los derritiera. Todo ese conocimiento,
perdido…
―Lo entiendo ―dijo Kelly de repente―. La cruz está hecha de capas
de oro. Está envuelta en los pergaminos, ¿no?
―Sí. ―Alex era solemne―. Sabían que la Iglesia nunca profanaría
una cruz. Los pergaminos estarían seguros hasta… Bueno, supongo que
hasta que las mentes más iluminadas puedan descubrirlas.
―¿Mentes iluminadas como la tuya? ―preguntó Nick.
Alex puso los ojos en blanco.
Sidewinder | Abigail Roux

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―No pretendas que buscas ese tesoro por razones altruistas. Por
favor. El Dr. Hunt y yo fuimos contratados por Alco Pharmaceuticals. Se
supone que debemos encontrar las fórmulas antiguas.
Julian se burló de ella.
―¿Una compañía farmacéutica contrató a cazadores de tesoros?
―El cáncer es un gran negocio ―dijo Alex con tristeza.
Nick le soltó el brazo.
―¿Por qué pretendiste ser una profesora en el Boston College para
darme una identificación? ¿Por qué no sólo venir y reclamar a JD?
Alex encontró los ojos de JD.
―Porque se escapó de nosotros. Una noche nos dimos cuenta de
que el sendero nos llevaba a Massachusetts, y terminamos con una botella
de vino en celebración. A la mañana siguiente, se había ido. Pensé que
estaba buscando el tesoro para una compañía rival, así que tuve que
seguirlo en silencio.
JD se encontró con los ojos de Nick. Estaba respirando con
dificultad, la comprensión barriendo por su rostro.
―¡Oh, Dios mío! ―susurró.
―JD…
―Entonces todo es cierto ―dijo JD―. ¡Soy un chico malo! ¡Soy un
asesino y un ladrón y…! ¡Y tal vez un secuestrador! ¡Y traicioné a personas
que se suponía eran mis amigos y colegas! ¡Tú incluso dijiste que
confiabas en mí! ¡Jesús! ―Se pasó las dos manos por el cabello y se dio la
vuelta para dar un paso lejos.
Sidewinder | Abigail Roux

270

―¿Cómo se volvió asesino y ladrón por lo que acabo de decir?


―preguntó Alex a Nick.
―Es una larga historia.
―¿Quieres desatarnos ahora?
Nick se quitó el cuchillo del cinturón y cortó la brida. Kelly siguió su
ejemplo y soltó al hombre, cuyo nombre terminó siendo Colin.
Alex se frotó las muñecas y miró a Julian.
―El hombre que nos contrató nos dijo que también estarías allí.
Dijo que eras peligroso y estabas motivado. Por eso llevamos a Colin a
todas partes.
Colin asintió en silencio.
―No sabíamos que alguien había sido secuestrado ―dijo Alex―.
¿Quién es?
―Mi esposo ―dijo Julian con los dientes apretados―. Me dijeron
que les diera la ubicación de la cruz y no le harían daño.
―¿Tu esposo? ―espetó Nick. Julian asintió―. Enhorabuena. ―Nick
ofreció débilmente.
―¿No has encontrado la cruz? ―preguntó Alex.
―No la he buscado. He estado buscándolos a ellos. ¿Quiénes son?
Los ojos de Alex se abrieron enormes.
―No lo sé. Nos dijeron que las compañías rivales estaban tras la
cruz y tendríamos que movernos rápido.
Kelly dio un paso adelante, cerca de Nick, y bajó la voz cuando
habló:
Sidewinder | Abigail Roux

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―¿Así que tenemos tres partidos en juego aquí? ¿El grupo de Alex,
el grupo de JD y Julian?
―Eso es lo que me llevo de todo esto ―respondió Nick. Llegó a su
cinturón, sacando las esposas de su funda―. Una cosa que sí sé…
Kelly asintió.
―La evidencia dice que tienes que arrestarlo, ¿eh?
Nick suspiró. JD se volvió y detuvo su paso cuando vio a Nick
observándolo. La mirada en sus ojos era una de resignación y de traición.
―¿Realmente me vas a arrestar ahora?
Nick levantó las esposas y se acercó a él.
―Da la vuelta ―dijo suavemente.
JD bajó la cabeza y dio la espalda a Nick, con los hombros caídos.
Nick tomó una muñeca en su mano, pero antes de que pudiera ponerle las
esposas, JD sacudió el codo. Apuntó un golpe en el costado de Nick y las
rodillas de Nick cedieron. JD giró y sacó el arma de Nick de su funda
mientras Nick caía al suelo, sus manos temblaban. Él retrocedió, el arma
apuntando de una persona a la siguiente.
―Lo siento ―le dijo a Nick―. Siento haberte hecho daño. Pero no
puedo dejar que me arrestes, todavía no. Tengo que encontrarlos y
averiguar la verdad primero.
Nick apoyó una mano en el sendero de hormigón, jadeando y
haciendo una mueca de dolor mientras sus ojos ardientes rastreaban a JD,
que aún se mantenía alejado de todos.
Los ojos de JD se arremolinaron alrededor de las hordas de turistas,
y luego señaló el arma al aire, apuntándolo en la dirección general del río.
Sidewinder | Abigail Roux

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La ráfaga del disparo resonó en las colinas y los monumentos de piedra y


creó un pánico instantáneo: grupos de turistas gritaban y se dispersaban,
familias con niños aplanados al suelo, los kayakistas en el río se zambullían
de sus kayaks en el agua por seguridad.
JD se encontró con los ojos de Nick una última vez mientras se
alejaba.
―¡Lo siento! ¡Me entregaré después, lo prometo! ―gritó, y luego
se lanzó contra la multitud.
Sidewinder | Abigail Roux

273

Capítulo 9

Kelly holgazaneaba cerca de la oficina del guardabosque,


escuchando mientras Nick le daba un informe a alguien en el teléfono. Por
el tono de su voz, no estaba disfrutando la conversación. Cuando terminó,
salió de la oficina y le dedicó a todo el mundo una sombría sonrisa.
―¿Cómo te fue? ―preguntó Julian.
Nick rió amargamente.
―Bien. Llevé a un sospechoso a un lugar público mientras se
suponía que estaba de guardia, perdí el control de mi arma de fuego
departamental y luego permití que el sospechoso se fugara con ella en
medio de una multitud. Ah, y disparara. Al parecer, golpeó un ganso río
abajo.
Todos lo miraron, con los ojos muy abiertos y esperando que
continuara.
―Digamos que no salió muy bien.
―¿Te han dejado de lado? ―preguntó Kelly.
―No. Me han dado cuarenta y ocho horas para arreglarlo.
Alex se había mantenido a distancia, pero se acercaba más.
―Sabes que la única manera de encontrar a donde irá él es
encontrar el tesoro, ¿verdad?
Nick entrecerró los ojos.
―Gracias por ser al menos transparente en tus motivos.
Sidewinder | Abigail Roux

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Alex se encogió de hombros.


―¿Qué dices, detective? ¿Quieres trabajar en esto?
―No ―gruñó Nick. Se dirigió hacia la puerta, y Kelly cayó a su lado.
Llegaron a la puerta y Kelly miró hacia atrás para encontrar que
Julian no se había movido. Tiró de la camisa húmeda de Nick y Nick
también se dio la vuelta.
―¿Estás saltando de la nave? ―preguntó Kelly a Julian.
Julian sonrió suavemente.
―Tengo que encontrar a Cameron.
―Buena suerte ―le dijo Nick―. Tienes mi número si lo necesitas.
―Y tú tendrás el mío.
Nick se volvió y salió de la oficina sin decir nada más.
Kelly le dio a Julian un pequeño saludo antes de seguir a su amante.
―¿Vamos tras el tesoro? ―preguntó Kelly mientras Nick se dirigía
hacia su Range Rover.
―No ―contestó Nick con los dientes apretados―. Vamos a buscar
a mi fugitivo.
Abrió la parte trasera del SUV y buscó una bolsa de lona que
guardaba allí. Kelly se apoyó en el auto mientras Nick sacaba una nueva
ropa y empezaba a cambiarse, justo allí, en medio del estacionamiento.
Kelly frunció los labios, mirando cuando Nick se quitó la camisa.
―Estás mirando como un pervertido ―le dijo sin mirarlo Nick.
―Así como todos los demás en el estacionamiento ―replicó
Kelly―. Debes ponerte los bóxers secos también. Ya sabes. Para tu salud.
Nick miró alrededor del estacionamiento, luego miró a Kelly.
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―Vamos, irlandés. Hiciste todo bien, aquí. Estabas siendo cuidadoso


y él aun así te quemó. No hay manera de verlo venir.
―Tal vez. No tengo que agacharme y disfrutar de haber jugado, sin
embargo.
Una vez que Nick se puso ropa seca, subieron al Range Rover, pero
Nick no encendió el auto.
―¿Estás bien? ―le preguntó Kelly.
―Sólo… Si esto era un callejón sin salida, ¿cuál era el punto? La
placa que vimos en el camino decía que el puente original había sido
desmantelado en 1793. ¿Por qué diablos creas una pista en 1831 que
conduce a algo que sabías que se había ido?
Kelly asintió, apoyando la cabeza en el asiento.
―¿Tal vez teníamos la pista equivocada? ―Los ojos verdes de Nick
brillaron―. Quizá no nos haya llevado hasta aquí. Quiero decir, ¿por qué
debería hacerlo? El tesoro fue robado en una taberna entre aquí y Boston.
Los británicos se retiraban a Boston. No habrían vuelto aquí con el tesoro;
estaría escondido entre el robo original y la ciudad. Así que ¿por qué
poner una pista que te lleva más allá del tesoro? Era un largo camino a
caballo, ¿por qué todo el desperdicio de kilometraje?
Nick asintió mientras Kelly hablaba, con los ojos desenfocados.
―¿Cuál era el nombre entero en la lápida? ―preguntó Kelly.
―Russell ―respondió Nick―. Russell B. North.
―Tomamos North como la pista, pero ¿y si es sólo la dirección en la
que se suponía que debíamos dirigirnos? ¿O nada en absoluto? ―Meditó
Kelly―. ¿Es importante el nombre Russell? ¿Es una ciudad o algo así?
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Nick suspiró pesadamente y sacudió la cabeza.


―No lo sé. Saca tu teléfono, busca. Voy a llamar a Hagan, ver si ha
encontrado algo en esas cartas.
Kelly hizo algunas búsquedas en su teléfono, tratando de combinar
las palabras Russell y Guerra Revolucionaria con Lexington y Concord.
Obtuvo resultados de varios soldados e historiadores, pero un resultado
apareció una y otra vez.
―Creo que tengo algo ―le dijo a Nick.
Nick tenía el teléfono en la oreja, pero levantó ambas cejas a Kelly.
Puso el teléfono en el altavoz y lo bajó a su regazo. Aparentemente estaba
en espera.
―¿La casa de Jason Russell? ―preguntó Kelly―. Esto dice que fue la
parte más sangrienta de las batallas de Lexington y Concord.
―¿Dónde está?
―Estaba en un pueblo llamado Menotomy. ¿Dónde está eso?
―Así es como la ciudad de Arlington solía llamarse ―explicó Nick
mientras metía las llaves en la ignición―. No está lejos de aquí.
Nick se retiró del estacionamiento, deslizándose las gafas de sol.
Kelly le sonrió, levantando los pies en el salpicadero.
―Sé que siempre solía burlarme de ti y de Owen por ser nerds de la
historia, pero tengo que decir que es algo que me enciende ahora mismo.
Nick lo miró y el sol brilló en sus aviadores.
Kelly asintió, todavía sonriendo ampliamente.
―¿La forma en que simplemente sacas hechos de tu cabeza como si
fuera magia? Es caliente.
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Nick rió entre dientes y volvió su atención hacia el camino.


―¿O'Flaherty? ―la voz de Hagan salió del teléfono en el regazo de
Nick. Nick lo cogió y lo sostuvo contra el volante.
―Hey, ¿qué tienes para mí?
―¿Qué quieres decir? ―preguntó Hagan.
―Las cartas que se supone debías leer. ¿Encontraste algo?
―Hermano, te llevaste las cartas contigo.
Nick miró abajo bruscamente, luego a Kelly.
―No tomamos nada ―le dijo Nick a Hagan.
―Tu amigo Cross entró antes de que te fueras, me dijo que querías
que él y JD revisaran las cartas la noche anterior por una pista. Dijo que
habías decidido que atraparían más de lo que yo podría.
―¡Mierda! ―gritó Nick.
―¿Conseguí ser burlado por un asesino de la CIA? ―preguntó con
desaliento Hagan.
―¡Mierda, mierda, mierda! Es por eso que Cross nos abandonó, y
por eso no estaba interesado en encontrar nada en el puente. Ya tiene la
ubicación correcta.
Kelly se inclinó hacia delante y encendió los intermitentes.
―Será mejor que lleguemos primero, ¿eh?
Nick encendió el motor y el Range Rover rugió a la vida cuando le
dio a Hagan su destino. Kelly se acomodó para disfrutar del paseo.
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Nick no estaba intentando ocultar el Range Rover. Era un automóvil


distintivo, sobre todo porque todo el mundo y su hermano lo habían visto
conducirlo. Quería que los otros jugadores en esto supieran que estaba
allí, que él y Kelly no eran los estúpidos soldados de infantería que
pensaban.
Así que lo estacionó justo en la calle frente a la oscura señal blanca
que denotaba la casa de Jason Russell.
―Lugar de la lucha más sangrienta entre los Milicianos y los Casacas
rojas el primer día de la Revolución Americana ―afirmó.
Kelly le dirigió una mirada interrogante y luego bajó del auto. Entre
ellos sólo tenían dos armas, y cada uno llevaba un cuchillo. Nick tenía la
sensación de que su placa no iba a serles de mucha ayuda cuando todo
esto se viniera abajo.
―¿Cuál es nuestro juego? ―preguntó Kelly.
Nick chasqueó la lengua.
―JD y sus cómplices esposados. Ayudar a Cross a recuperar a
Cameron y luego patear su puto culo. Y la ubicación de cualquier posible
tesoro en las manos de las autoridades pertinentes.
―¿Quiénes son las autoridades pertinentes en este caso?
―No lo sé. Yo no ―comentó Nick, y comenzaron a cruzar el césped
exuberante hacia la gran casa amarilla.
―¿Qué sabes acerca de este sitio? ―preguntó Kelly.
―Nada, ¿por qué?
Kelly dio un doble paso mientras caminaban.
―¿Nada? ¿En serio? Pensé que lo sabías todo.
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―Lo único que sé es que este es el camino que los británicos


tomaron cuando se retiraban a Boston. Obviamente algo importante
sucedió y ahora es un museo.
―Sabelotodo.
Nick se acercó a la puerta y trató el mango. Estaba bloqueado. La
señal indicaba que el lugar estaba abierto desde mediados de abril a
octubre.
―Tal vez significa a mediados de finales de abril ―comentó Kelly.
Nick utilizó su insignia para llamar a la ventana. Podían oír a alguien
moviéndose en el interior, y, finalmente, una mujer con un sombrero
blanco y un traje de la época revolucionaria llegó animada hasta la puerta.
―Lo siento, queridos, estamos cerrados durante el día ―dijo a
través de la ventana.
Nick sostuvo en alto la insignia para que la viera a través del cristal.
―Sólo necesitaremos un minuto ―le dijo.
Ella tomó una respiración profunda y miró furtivamente por encima
del hombro.
―Si volviera mañana ―dijo, con la voz temblorosa.
Nick ladeó la cabeza, mirando detrás de ella en la antigua casa. Las
escaleras todavía lucían agujeros de bala de los combates hace más de
doscientos años, y todo había sido restaurado a su estado original. Como
la mayoría de las casas construidas en Massachusetts durante los primeros
días, el frente daba al sur. La luz de la tarde se filtraba por las ventanas
occidentales, y Nick pudo ver una sombra proyectada sobre las tablas del
suelo delante de la escalera.
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Le dio a la mujer una inclinación de cabeza y una sonrisa.


―Mañana, entonces ―dijo amablemente―. Gracias, señora. ―Se
apartó de la puerta y tiró de Kelly con él.
―Alguien tenía un arma en ella ―susurró Kelly.
Nick tarareó y señaló hacia el auto, deslizándole a Kelly su arma,
mientras que sus espaldas daban a la casa.
―Quiero que vayas a la parte de atrás, consigue entrar en la casa
silenciosamente.
―Lo tengo.
Kelly se dirigió a la esquina de la casa, desapareciendo en cuestión
de segundos. Nick sacó su teléfono y marcó a Hagan. Todavía estaba
sonando cuando la puerta se abrió detrás de él. Se volvió, sosteniendo el
teléfono lejos de su oreja.
Un hombre de pie con la mujer del sombrero, su brazo alrededor de
su cuello y un cuchillo en la mejilla.
―Baje el móvil ―ordenó. El suyo era otro acento irlandés―. Entra.
Nick dejó caer su teléfono al suelo sin finalizar la llamada y puso sus
manos detrás de la cabeza, caminando hacia la puerta obedientemente.
―¿Eres un policía? ―escupió el hombre―. Hijo de puta. ―Cerró la
puerta detrás de Nick, y empujó a la mujer en él, obligando a ambos a
través de una puerta―. ¡Entrad allí!
Nick la agarró y le pasó un brazo alrededor de los hombros.
―¿Estás bien? ―preguntó mientras se movían a la otra habitación.
Ella asintió bruscamente. Nick le acercó una silla y se sentó, luego él
se volvió y se puso delante de ella. Sólo entonces consiguió una buena
Sidewinder | Abigail Roux

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mirada a los otros jugadores en la sala. Había un hombre mayor con un


arma de fuego y un tercero encorvado contra la pared cerca de la
chimenea. Le tomó un momento a Nick reconocerlo. Cameron Jacobs.
―¿Cam? ―le espetó―. ¿Estás bien?
―¿Detective O'Flaherty? ―Cameron hizo amago de ponerse de pie,
pero parpadeó lejos de uno de sus captores cuando el hombre hizo un
movimiento hacia él. Tenía algunos moretones alrededor del rostro y los
brazos, y su labio estaba roto y sangriento. Obviamente había sido
mantenido bajo control a través de medios físicos.
―¡Hey! ―gritó Nick―. Tócalo de nuevo y te las verás conmigo.
―¿Quieres algo duro, hijo de puta? ¡Vamos! ―El hombre desafió.
Su acento sonaba como el hogar de Nick. Casi lo hizo reír. Un matón
Sureño de Boston con una pistola viniendo a él como si fuese a durar un
minuto en una mano a mano con Nick.
―¡Siéntate de una puta vez! ―gritó el otro secuestrador a Nick.
Nick se mantuvo de pie, mirando a los ojos del hombre, sin retroceder. El
tipo se acercó, poniendo el cañón de su arma contra la mejilla de Nick―.
Dije que sentaras el culo.
Nick ladeó la cabeza, los labios temblando.
―Hazme hacerlo.
Antes de que el hombre pudiera reaccionar, Kelly silbó detrás de él.
Cuando se dio la vuelta, Nick agarró la pistola, alcanzando un punto de
presión en el brazo del hombre que podría incapacitar inmediatamente
sus dedos. Kelly lo golpeó con un puñetazo que lo lanzó de nuevo en Nick,
y Nick lo recogió y lo golpeó en la espalda. El suelo tembló debajo de él,
Sidewinder | Abigail Roux

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artefactos alrededor de la habitación se sacudieron. Nick pateó el tacón de


su bota en la cabeza del hombre para ponerlo abajo. La conservadora del
museo gritó, cubriéndose el rostro con su sombrero.
Nick giró su arma robada al otro hombre, pero él había agarrado a
Cameron y lo estaba usando como escudo.
―Oh, hijo ―dio Nick arrastrando las palabras―. Ese no fue tu
movimiento más inteligente.
Una sombra oscura pasó en la esquina de la visión de Nick.
―Es posible que desees dejar que se vaya ―advirtió Nick.
―¡Jódete! ¡Baja tus armas o él consigue una en el cráneo!
La puerta se abrió detrás de Nick, Kelly se volvió a cubrir a sus
nuevos invitados cuando Nick mantuvo su arma en el niño sureño.
―Parece que estamos teniendo una fiesta. ―Eran los tonos
melosos de Alex―. ¿Estamos invitados? ―Se movió alrededor de la
esquina, una pistola apuntando a Nick.
―Suelta el arma ―ordenó Kelly.
―Tú primero. Las damas no podemos ser demasiado cuidadosas en
estos días.
―¡Todos vosotros soltad las armas! ―gritó el chico Sureño.
―Cam, mantén la calma ―gritó Nick a través de la habitación.
Había demasiadas armas en juego ahora. Nick se movió lo suficiente para
poner la suya en el hombro de Kelly, ambos mirando en direcciones
opuestas en medio de las dos fuerzas.
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―¿Cameron? ―dijo Julian. Salió a la luz. Nick no podía verlo, pero


podía decir dónde estaba por sus pesados pasos sobre las viejas tablas del
suelo. Kelly se sentía tenso contra él.
―¡Julian! ―gritó Cameron. Se tensó, pero el arma en su mejilla se
hundió más.
―¡No te muevas! ―gritó el Sureño.
El hombre en el suelo gimió, y Nick se giró, preparándose para
entregar otra patada en la sien del hombre.
―No ―dijo una nueva voz con urgencia―. Él tiene la información
que necesitamos.
La cabeza de Nick se sacudió hacía arriba. JD estaba de pie detrás
del Sureño, obviamente, habiéndose colado de la cocina. Tenía la pistola
de Nick en su mano, pero no estaba apuntando a algún lugar. Todavía.
―JD ―dijo Nick en advertencia.
―Hunt ―gritó Alex.
Kelly canturreó en voz baja, y el sonido vibró a través de todo el
cuerpo de Nick. Se presionó más cerca, su primer instinto cuando estaban
cercados.
―Hay demasiadas personas aquí.
―Que todo el mundo mantenga la calma ―dijo Nick en voz alta y
clara―. Todos podemos salir de aquí con lo que queremos. Nadie tiene
que salir lastimado.
―Si él mantiene esa pistola apuntando a mi esposo, alguien de
hecho será lastimado ―gruñó Julian.
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―Dile que baje su arma ―gritó Sureño, moviendo la cabeza hacia


Nick―. ¡O le vuelo la cabeza!
Nick sintió a Julian moverse, y Kelly se tensó a su lado, pero no
podía desviar su atención fuera de Alex y su arma. Nick miró hacia atrás a
tiempo de ver a Julian con el cañón de la pistola dirigida a Kelly.
Sonó arrepentido, pero serio.
―Tira el arma, O'Flaherty.
El hombre en el suelo gimió de nuevo y levantó la cabeza,
sacudiéndose el estupor. Rodó sobre su estómago y comenzó a arrastrarse
hacia su compatriota. Se llevó la mano al cinturón, donde un arma de
apoyo probablemente estaba oculta. Nick transfirió su objetivo al hombre.
―¡Alto!
En rápida sucesión, Sureño giró la pistola de la cabeza de Cameron a
Nick, y JD levantó su arma y la puso en la nuca de Sureño.
―¡No! ―ordenó JD.
Nadie se movió.
―¿Todos tienen un arma ahora? ―dijo Alex―. ¿Esto es lo que
hacen los chicos para divertirse?
Nick gruñó, temeroso de moverse con tantas nerviosas e inexpertas
personalidades involucradas. Por no hablar de Julian, quien sin duda
volaría el cerebro de un aliado para salvar a su marido.
―Bien ―dijo lentamente Nick―. Que nadie se mueva, hablemos de
esto, ¿eh? En pocas palabras, Cross está aquí por Cameron y el resto está
aquí por el tesoro. Creo que podemos acomodar a todos.
―¿Por qué estás aquí, poli? ―preguntó el hombre en el suelo.
Sidewinder | Abigail Roux

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―Me dijeron que tenían rosquillas ―contestó Nick a través de sus


dientes.
―¿Tesoro? ―preguntó la mujer con el sombrero. Ella estaba casi
gritando―. ¿De qué estás hablando?
―La nómina Continental ―le dijo Nick―. ¿Qué sabes al respecto?
―De acuerdo ―dijo ella, pasándose una mano por el rostro―.
¡Estás en la ciudad equivocada! ¡La nómina Continental fue robada de
Buckman Tavern en Lexington!
―Habría sido traído por este camino ―dijo JD, hablando a toda la
sala―. Recuerdo por qué tuvimos que entrar en esa librería. Recordé
todo, Nick.
Nick lo miró brevemente, temeroso de apartar los ojos de los
secuestradores en el suelo durante mucho tiempo.
―Me secuestraron de mi habitación de hotel ―continuó JD―. Alex,
lo siento, no os abandoné chicos. Entraron dos hombres con armas y
dijeron que estaba muerto si no iba con ellos.
Si Alex respondió, lo hizo en silencio, porque Nick no escuchó nada
detrás de él. Los ojos azules de JD suplicantes en Nick.
―No soy una mala persona, Nick. Lo juro. Lo recuerdo. Por favor.
Nick trató de no examinar la sensación melancólica instalándose en
su pecho.
―Te creo ―susurró finalmente―. Cuéntanos lo que pasó.
―Había tres de ellos ―contó JD cuándo enterró la pistola en la
cabeza de Sureño―. Dos chicos irlandeses y éste. Tenían a Cam con ellos,
lo habían atado. Me mantuve prometiéndole que iba a tratar de sacarnos
Sidewinder | Abigail Roux

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de allí y él siguió diciendo que su marido nos encontraría, que era una
especie de espía.
Cameron cerró los ojos, tragando saliva.
―Tenían a Julian tras las Joyas de la Corona, así que me pusieron a
estudiar los escritos contemporáneos, tratando de determinar cuándo y
dónde el vagón del tesoro había sido visto. Yo sabía lo de las cartas en la
librería, ya que las había solicitado para leerlas hace un par de meses.
Tenía las copias digitales, pero necesitaba ver los originales. Tanto en ese
período de tiempo se hizo en secreto, los originales podrían haber tenido
mensajes ocultos en ellas. Es por eso que fuimos a la tienda, por eso es
que las robaron. Escondí las cartas de ellos tanto como pude hasta que
alguien descubriera que necesitábamos ayuda o pudiéramos huir.
Nick no podía apartar los ojos de JD mientras hablaba. Su voz era
temblorosa, sus ojos sinceros. Todos los huesos en el cuerpo de Nick le
decían que JD estaba diciendo la verdad.
―¿Cómo descubriste que estaba aquí? ―preguntó Kelly sin darse la
vuelta.
―Cuando empecé a recordar cosas, recordé una entrada en el
diario sobre este lugar. Cómo un vagón fue visto siendo vigilado por los
casacas rojas. Fue el último avistamiento. Y luego el nombre en la lápida,
Russell. Tan pronto como lo recordé todo, supe que tenía que estar aquí.
―Hicimos lo mismo ―ofreció Julian―. Tan pronto como le dije a
ella lo que sabía, nos dirigió aquí.
Nick gruñó suavemente,
―Sí, tenemos que hablar sobre el robo de evidencias.
Sidewinder | Abigail Roux

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―Prefiero hablar sobre la pistola en mi cabeza ―dijo Kelly


irónicamente.
―¿Dónde está? ―El hombre en el suelo preguntó―. Vamos a
dejarlo ir sin hacerle daño si nos lo dices.
Julian gruñó.
―¿Cómo llegaste tú hasta aquí? ―le preguntó JD.
―Yo los llamé ―contestó Julian.
―Genial, ¿así que nadie sabe realmente donde estamos buscando?
―preguntó Kelly.
―¡No hay tesoro aquí! ―exclamó la conservadora―. ¡Este museo
conmemora una batalla!
―¿Qué pasó aquí? ―le preguntó Nick―. ¿Cuál es la historia? Danos
el recorrido.
―¿Es… en serio?
Nick asintió, todavía sin apartar la vista del hombre en el suelo.
La mujer echó un vistazo a todo el hardware que se ejecutaba, a
todas las personas llenando una pequeña casa que debe haber visto tanta
violencia en su historia, si los agujeros de bala en las paredes todavía eran
una indicación. Ella respiró hondo.
―Después de su derrota en Lexington y Concord, las casacas rojas
se retiraron a Boston. A lo largo de Batlle Road hubo muchas escaramuzas,
y las fuerzas en retirada fueron ordenadas limpiar cualquier casa que
encontraran para evitar ataques de francotiradores. Jason Russell, el
hombre que vivió aquí, evacuó a su familia, pero luego regresó a su casa.
Cerca de allí, a lo largo de la pared de piedra que probablemente lo vieron
Sidewinder | Abigail Roux

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cuando entró, los milicianos habían tendido una emboscada. Se


concentraron en el cuerpo principal de las casacas rojas llegando, pero
fueron desbordados y se retiraron a esta casa.
Tomó una respiración profunda, estremeciéndose. Evidentemente
dar la charla era para ayudarla a calmarse un poco. La mente de Nick
zumbaba, tratando de encajar el rompecabezas mientras se les daban más
piezas.
―Jason Russell era un hombre mayor y llegó a su casa justo cuando
los milicianos se retiraban. Fue abatido a tiros en las afueras de su puerta
y luego apuñalado por bayonetas once veces. Los soldados británicos
masacraron a todos los demás en la casa, a excepción de ocho milicianos
que fueron capaces de levantar barricadas en el sótano. Cuando la viuda
de Jason Russell regresó a su casa, encontró a su marido y al resto de los
muertos, sumando doce hombres en total, dispuestos en filas en la cocina.
Se dice que ella afirmaba que la sangre en el suelo de la cocina se elevaba
hasta sus tobillos. Jason Russell y los soldados continentales muertos
fueron enterrados en una fosa común, sin ataúdes y sin servicios. Tomó
más de setenta años para un monumento que se erigió sobre la tumba.
Ella se quedó en silencio, tragando saliva repetidas veces,
parpadeando rápidamente mientras luchaba contra las lágrimas.
―¿Eso es todo? ―preguntó el irlandés en el suelo.
―Eso lo… es. Sí. No hay ningún tesoro.
―¿Qué pasa con el sótano? ―sugirió Alex.
―Estamos en busca de tesoros de casacas rojas; en el sótano se
atrincheraron los milicianos ―respondió JD.
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Nick bajó lentamente su arma, con los ojos desenfocados.


―¿Nick? ―susurró Kelly.
Nick no respondió.
―¿Irlandés?
Nick hizo una mueca y bajó la cabeza. ―Mierda ―susurró.
Kelly bajó su arma también mirando a los ojos de Nick con un temor
naciente.
―Sabes dónde está el tesoro, ¿cierto?
―Sé dónde está el tesoro ―confirmó Nick. Miró a la mujer en tono
de disculpa―. ¿Puedes decirnos exactamente lo grande que es este
monumento?
―¿Sobre la tumba?
Nick asintió. Alguien en la sala maldijo entre dientes.
―Es… es bastante grande. Es un obelisco de granito. ¿Tal vez tres
metros y medio de altura?
Nick asintió, bajando la pistola aún más.
―Eso es todo ―dijo.
―¿Ellos enterraron el tesoro con milicianos? ―preguntó JD―.
Sabían que la tumba no sería profanada por colonos, por lo que el tesoro
se quedaría oculto. Y cuando se perdió la guerra, remontándose a la nueva
y brillante América y excavar héroes nacionales no era una opción para
cualquier persona no grata como una casaca roja irlandesa.
Nick miró de soslayo a Kelly. Kelly bajó lentamente su arma, su
cuerpo relajándose contra el de Nick. Alex había guardado su arma
Sidewinder | Abigail Roux

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también y parecía desanimada. Parecía estar realmente en ello para


encontrar piezas perdidas de la historia, no sólo con fines de lucro.
Julian había transferido su objetivo de vuelta a Sureño, que seguía
sosteniendo a Cameron y apuntando con su arma a Nick.
―Eso es todo ―dijo en voz baja Nick―. Juego terminado. Es hora
de abandonar el arma.
―Que te jodan, no hemos llegado tan cerca para dejar que un
pedazo de puta roca se interponga en el camino. Volveremos esta noche
con un gato. Golpear sobre esa perra, desenterrar nuestro tesoro, y
conseguir nuestro pago.
Kelly miró por encima del hombro, con el ceño fruncido. No se
atrevió a dar la vuelta, sin embargo, no cuando sabía que todavía había
una pistola apuntando a Nick.
―Nos vamos y nos estamos llevando a esta mierda con nosotros
como un seguro ―gruñó Sureño con un golpe en la mejilla de Cameron.
―Sobre mi cadáver ―gruñó Julian―. No. Hazlo sobre tu cadáver.
Nick sintió el estado de ánimo cambiar en la habitación casi al
instante. Era un instinto afinado a lo largo de muchos años de tiroteos y
negociaciones, la capacidad de saber cuándo una situación acababa de
volverse desesperada.
El hombre en el suelo fue a su cinturón, donde una pistola de hecho
había sido escondida debajo de la camisa. Nick empujó con el hombro a
Kelly, enviando a ambos al suelo. Sureño les disparó, sosteniendo a
Cameron frente a él como un escudo humano. Cameron golpeó su codo
Sidewinder | Abigail Roux

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en la barbilla de Sureño, y Sureño se tambaleó hacia atrás, cayendo en JD


cuando el arma se disparó de nuevo.
Nick se sentó y disparó un sólo tiro, tomando al irlandés a través del
dorso de la mano mientras trataba de apretar el gatillo. Su arma salió
volando y él gritó, sosteniendo su mano ensangrentada contra su pecho.
Julian también disparó, pero no estaba apuntando a mutilar. Sureño
tomó la bala entre los ojos mientras estaba tratando de trepar a sus pies.
Su cuerpo hizo un ruido sordo cuando golpeó las tablas del suelo.
Y justo así, todo había terminado. Nick se puso lentamente en pie, el
arma todavía en su mano. Alex se había puesto a cubierta en las escaleras,
y tan pronto como levantó la cabeza, Nick le hizo un gesto para que saliera
de la casa. Ella se lanzó hacia delante, no hacia la puerta, pero por la
conservadora del museo con su sombrero en la mano. Alex la ayudó a
levantarse y la llevó hacia la puerta, corriendo tras ella y protegiendo el
cuerpo de la mujer con el suyo.
Julian sacó algo de su bolsillo y lo arrojó al centro de la habitación.
Nick se quedó mirándolo, no registrando lo que era.
―¡Flashbang! ―gritó Kelly, agarró a Nick y tiró de él hacia abajo.
Ambos se taparon los oídos y apretaron los ojos con fuerza cuando el flash
de la granada se disparó.
El sonido agudo en los oídos de Nick era uno que conocía muy bien,
e incluso con los ojos cerrados y el rostro enterrado en el pecho de Kelly,
el flash había causado estrellas detrás de sus ojos. Se incorporó aturdido,
tratando de sacudirse las telarañas.
Julian y Cameron habían desaparecido.
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―Hijo de puta ―murmuró Nick. Un gemido desde el otro lado de la


habitación le llamó la atención, y Nick se puso de pie. Se inclinó sobre
Kelly primero, acariciando su mejilla―. ¿Bien?
―Odio esas cosas ―gritó Kelly. Se puso un dedo en la oreja y lo
agitó.
Nick asintió, enderezándose. Tropezó a través del humo en el cuarto
y encontró a JD sobre su espalda, sangre fluyendo libremente de una
herida en su torso. Nick lo miró durante unos segundos, su mente
sacudiéndose para ponerse al día.
―¡Medico del ejercito arriba! ―gritó finalmente gritó, su voz tan
ronca que los maltratados oídos de Kelly no lo escucharon―. ¡Doc!
¡Hombre caído!
Kelly buscó su camino, cayendo de rodillas al lado de JD. Nick se
palpó los bolsillos en busca de su teléfono antes de recordar que lo había
dejado caer fuera antes que todo el tiroteo comenzara. Cuando volvió a
mirar hacia abajo a su lado, se dio cuenta que había sangre extendiéndose
por su camisa. Se sacó la chaqueta, confundido acerca de dónde venía.
Cuando se sacó la camisa, encontró la herida.
―Ve, llama a una ambulancia, irlandés ―le dijo Kelly. Estaba
trabajando en JD, tratando de detener la sangre.
―Kels ―susurró Nick.
―¡Ve, llama! ―gritó Kelly sin levantar la vista.
Nick asintió. Cuando se dio la vuelta para ir por su teléfono, sin
embargo, un hombre estaba de pie allí, arma en mano, insignia fuera. Nick
se detuvo en seco, parpadeando ante él.
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―¡Hijo de puta, Nick! ―gritó Hagan.


Nick hizo una mueca, y su cabeza latió. Dio un paso atrás, su pie
golpeó algo en el suelo, y se dejó caer. La mano de Kelly buscó por él, sus
dedos finalmente enredándose a través de los de Nick cuando Nick se
recostó y puso una mano sobre sus ojos para bloquear toda la
luminosidad.
―¡Te dispararon! ―le gritó Kelly.
―No es malo ―murmuró Nick―. No es malo.
―Quédate conmigo, colega. ―Podía oír a Kelly diciendo―. No
vayas.
Nick giró la cabeza. Kelly estaba sentado entre JD y Nick. Estaba
sosteniendo su camisa en la herida de JD con una mano y presionando la
palma de Nick a su propia herida con la otra. Nick gritó.
―No vayas, ¿de acuerdo? ―le susurró Kelly, aplicando más presión
a la herida.
―Nunca ―logró decir Nick―. Te amo.
Kelly se inclinó y lo besó suavemente. El calor de sus labios era
doloroso en los de Nick.
―¿Está bien? ―le preguntó Nick, su cabeza rodando en la dirección
de JD.
―Estará bien si le conseguimos una ambulancia pronto. ―Nick
cerró los ojos. El dolor de la presión contra su herida había desaparecido.
Todo había desaparecido, excepto la mano de Kelly sobre la suya.
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―Entonces serás tú, colega ―añadió Kelly, su voz estaba muy lejos,
haciendo eco en los recovecos de los recuerdos de Nick―. Estarás bien.
No te vayas.
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295

Capítulo 10

Kelly se paró a un lado, con las manos metidas en los bolsillos para
no tener la tentación de saltar y ayudar. La bala que había golpeado a Nick
había perforado limpio a través del músculo sobre sus costillas, justo por
encima de otro roce de bala que había recibido recientemente, y junto
con la enorme incisión en forma de Y de su cirugía reciente, el torso de
Nick iba a ser más cicatriz que piel después de esto. Conociendo a Nick,
convertiría esas cicatrices en una especie de tatuaje con el tiempo.
La herida no era probablemente demasiado seria, pero la pérdida
de sangre significaba que lo estaban cargando en una camilla y prepararlo
para ponerlo en una de las ambulancias estacionadas.
A JD no le había ido tan bien. El secuestrador con el acento de
Boston le había disparado cuando habían luchado, y mientras la bala había
ido todo el camino a través, había recortado algunas piezas vitales en su
salida. Lo habían cargado en una ambulancia y trasladado con una escolta
policial antes que Kelly y Nick siquiera hubieran salido del edificio.
Alex Kincade, que realmente era quien había dicho que era esta vez,
estaba cooperando con todo el interrogatorio al que había sido sometida.
Había sido legalmente contratada para encontrar el paradero del tesoro.
Kelly sintió una especie de lástima por el hecho de que estaba fuera de un
trabajo ahora. Su colega, Colin, había aparecido cinco minutos después de
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que había desaparecido con una bandeja de cafés. Evidentemente no


habían estado esperando problemas.
Hagan estaba asando al secuestrador irlandés en la parte de atrás
de su auto sin distintivos. Kelly pensó que Hagan estaba diciéndole al
hombre que sólo enviaría a alguien a la casa para encontrar los dedos que
Nick le había volado si hablaba, pero Kelly estaba tratando de no escuchar
ya que estaba bastante seguro de que no era legal.
Julian Cross y Cameron Jacobs estaban en el viento. Kelly tenía la
sensación de que no vería a ninguno de los dos de nuevo.
Muy pronto, a Nick se lo estaban llevando a la ambulancia, y Kelly
corrió a tomar su mano mientras saltaban la acera.
Nick sacudió la cabeza, obviamente sabiendo que Kelly estaba
tratando de llegar a algo agradable y alegre para distraerlo.
―Cuando estábamos en Nueva Orleans y tomé esa bala ―dijo Kelly,
como si estuviera empezando un cuento para dormir―. Todo lo que
recuerdo es a ti inclinándote sobre mí y preguntándome qué hacer.
Nick resopló y apretó con fuerza los ojos. La camilla apretándolo e
hizo una mueca.
―Ese fue Digger, Kels.
―¿Lo fue? ―Kelly rio―. Todo lo que recuerdo es a ti. Y lo único que
se me ocurrió decirte fue no vayas. No me dejes. Eso es todo lo que podía
decir.
Nick abrió los ojos, encontrándose con los de Kelly cuando el agarre
de los dedos de Kelly resultó casi doloroso.
―Nunca dijiste eso, Doc.
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Kelly parpadeó.
―¿No lo hice?
―No podías decir nada. Lo intentaste.
Kelly esperó un segundo, con el ceño fruncido.
―Siempre pensé que lo dije porque… me sostuviste todo el tiempo.
―Miró hacia arriba mientras se acercaban a la ambulancia. Cuando volvió
a mirar hacia abajo, los ojos de Nick estaban sobre él, esa misma herida e
indulgente mirada a la que Kelly se había acostumbrado a lo largo del año
pasado. Su mano se apretó en Nick―. Creo que lo dije. Nunca me soltaste.
―No pude ―jadeó Nick. Kelly no sabía si tenía dolor o si el recuerdo
de la experiencia cercana a la muerte de Kelly en Nueva Orleans le fue
abrumador―. No podía soltarte, Kels.
Kelly luchó por tragar, moviendo la cabeza y aguantando las ganas
de llorar. Apretó la mano de Nick con más fuerza.
―Tampoco yo. ―Tenía que hacerlo, sin embargo, para que los
técnicos de emergencias médicas cargaran a Nick en la ambulancia. Kelly
los siguió al hospital en el Range Rover, su mente corriendo y girando
sobre los acontecimientos del día. ¿Realmente habían rastreado un tesoro
de siglos de antigüedad? ¿Era posible que la nómina Continental fuera
más que simplemente barras de oro, era realmente un tesoro masónico
desaparecido? Su mente daba vueltas con las posibilidades, pero todo lo
que realmente quería era llegar a Nick. Tendría que ir sobre las
implicaciones de los últimos días más tarde, cuando supiera que Nick
estaba bien.
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Cuando finalmente encontró a Nick en el hospital, ya estaba


sentado y quejándose porque habían cortado su camisa.
―Tenía un agujero de bala en ella ―argumentó la enfermera.
―¡Era un rasguño! ―se quejó Nick.
Ella puso los ojos en blanco mientras salía de la habitación,
asintiendo a Kelly cuando ella pasó.
―Te estás quedando sin ropa de repuesto, cariño ―dijo Kelly con
una sonrisa de alivio. Si Nick podía quejarse de su ropa, estaba haciéndolo
muy bien, a pesar de su llamado “rasguño” en realidad le atravesaba de
medio a medio. Tenían una vía intravenosa en él, probablemente con
medicamentos para el dolor allí, y le estaban dando una transfusión por la
sangre que había perdido.
―Quiero irme a casa ―se quejó Nick.
Kelly entró en la habitación, asintiendo para aplacarlo.
―Pronto. Consigue un poco más de sangre en ti primero, ¿eh?
Nick no dijo nada. Se estiró cuando Kelly se acercó, agarró un
puñado de su cabello y tiró de él en un implacable beso. Dejó a Kelly
jadeando cuando sus labios se separaron, y Nick cerró los ojos, suspirando
como si hubiera estado conteniendo la respiración hasta que pudo
conseguir a Kelly en sus manos.
Kelly lo tomó por los hombros y lo obligó a recostarse.
―Cuanto más rápido consigas terminar con esto, más rápido nos
vamos a casa. Prometido.
Nick asintió, sus ojos quedándose cerrados.
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Kelly se sentó en el borde de la cama, leyendo las etiquetas de los


medicamentos, tratando de ser simplemente un amante preocupado en
lugar de un preocupado RECON por una vez. Se inclinó sobre Nick y
presionó su frente en la de Nick, cerrando los ojos. No supo cuánto tiempo
permanecieron de esa manera, pero cuando un médico entró para
comprobar los puntos de sutura y los signos vitales de Nick, era de noche.
A pesar de las recomendaciones del médico, Nick exigió que se le
permitiera volver a casa, alegando que Kelly era perfectamente capaz de
mantener un ojo en él durante la noche. No tuvieron más remedio que
dejarle salir bajo su responsabilidad y Kelly conocía a Nick demasiado bien
para argumentar en contra de ello.
Kelly le ayudó a ponerse en pie, y Nick lo abrazó, presionando su
rostro contra la mejilla de Kelly.
―Llévame a casa ―susurró.
Kelly asintió bruscamente. Envolvió su brazo alrededor de la cintura
de Nick, dejándole descansar un poco de peso sobre él mientras lo
ayudaba a sentarse en la silla de ruedas.
Una vez que Nick estuvo en el asiento del pasajero del Range Rover,
Kelly saltó detrás del volante. Nick estuvo en silencio durante el viaje a
casa, manteniendo los ojos cerrados cuando Kelly tuvo problemas con el
GPS. Finalmente consiguió que trabajara y se dirigió hacia la ruta a casa,
mirando a Nick con preocupación.
―Hey ―dijo. Se estiró sobre la consola y tocó el muslo de Nick―.
Deberías estar orgulloso de ti mismo. Hoy encontraste un desaparecido
tesoro de doscientos años.
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Nick se rió en voz baja, el sonido enviando un escalofrío por la


espina dorsal de Kelly. Abrió los ojos y suspiró.
―No, no lo hice.
―¿De qué estás hablando? ―Kelly quitó los ojos de la carretera el
tiempo suficiente para mirar a Nick―. ¿Estabas fingiendo?
―Sí. ―Nick cerró los ojos y suspiró de nuevo―. Ni idea de donde
está el tesoro. Sé dónde no está, sin embargo.
―¿Dónde?
―No bajo ese monumento. Las casacas rojas no cavan tumbas;
nunca dejaron de enterrar a los muertos rebeldes. No está ahí.
Kelly se le quedó mirando durante tanto tiempo que casi se salió de
la carretera.
―Huh.
―¿Qué?
―Me atrapaste. No sabía aún que podías mentir en algo y
engañarme. ―Nick estaba mirándolo de nuevo―. ¿Qué?
―Te amo.
Kelly sonrió de lado, mordiéndose los labios y asintiendo.
―Sí, lo haces.
Permanecieron en silencio durante la mayor parte del viaje a casa.
Nick en realidad dormitó por un rato, hasta que llegaron a la parte más
antigua de la ciudad donde las calles eran más pequeñas y confusas y Kelly
casi los mató por no darse cuenta de que una señal de giro de Boston era
sólo un claxon en lugar de una luz intermitente.
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Dio un suspiro de alivio cuando los llevó al puerto deportivo en una


sola pieza.
―A partir de ahora, conduces tú.
Nick asintió. Estaba agarrando el mango por encima de su cabeza
con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos.
―De acuerdo.
Kelly lo ayudó a salir del auto. Fue un largo paseo por los muelles
hasta el Fiddler’s Green y Kelly podría haber besado el barco cuando por
fin lo vio. Nick se quitó la bata de hospital y los vaqueros antes de que
incluso hubieran cerrado las puertas del salón detrás de ellos.
―Ducha. Cama ―refunfuñó Nick.
Desapareció por las escaleras, y Kelly siguió el rastro a lo largo de su
camino, recogiendo las cosas que había descartado. Una insignia aquí, una
pistola allí. Estaba en su camino cuando notó una tarjeta en el mostrador
de la cocina que sin duda no había estado allí cuando él y JD habían dejado
el barco el día anterior.
La recogió, frunciendo el ceño ante la precisa escritura.
―Detective O'Flaherty y Doc Abbott.
―¿Qué mierda? ―Kelly miró alrededor del yate por costumbre. No
sentía nada fuera de lugar, no tenía esa sensación de que alguien estaba
con él o que estaba siendo vigilado. El sobre no estaba sellado, por lo que
Kelly sacó la tarjeta y ladeó la cabeza ante ella. Era una simple hoja de
papelería de color blanco cremoso y las únicas cosas escritas eran un
número de teléfono internacional y la letra J.
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―¿Qué estás haciendo? ―preguntó Nick. Había asomado la cabeza


por encima de la barandilla y le frunció el ceño a Kelly.
Kelly levantó la carta.
―Él no estaba bromeando. Nos dejó una tarjeta de “salir de la
cárcel libre”.
Nick miró la tarjeta con el número de Julian en ella, y luego asintió.
―Guarda esa mierda para la próxima vez que Grady nos llame
―comentó arrastrando las palabras―. Ven a ayudarme a la ducha.
Kelly dejó la carta sobre la mesa, junto con la insignia y el arma de
Nick, y lo siguió, desnudándose a medida que avanzaba.
Dos horas más tarde, estaban acurrucados en la cama, la cabeza de
Nick descansando en el pecho de Kelly y su brazo alrededor de él mientras
roncaba. Kelly miró al techo, con el ceño fruncido. Se habían duchado y
Kelly había comprobado los puntos de Nick. Nick incluso había tomado
algunos de los analgésicos que el hospital le había dado, lo que significaba
que pensaba que todo había terminado.
Nada se sentía terminado.
El teléfono de Nick sonó desde debajo de la almohada, donde al
parecer lo metía todo el tiempo. Hizo vibrar la almohada. Como eso no lo
enviaba directamente hacia un flashback cada vez que sonaba, Kelly no lo
sabía.
Nick se despertó con un jadeo y buscó el teléfono, respondiendo
incluso antes de que tuviera los ojos abiertos.
―O'Flaherty.
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Kelly estaba tan cerca del rostro de Nick que podía oír la voz en el
otro extremo.
―JD salió de la cirugía, está despierto y está recordando más y más
―estaba diciendo Hagan―. Sólo hablará contigo, sin embargo.
―Bien ―dijo Nick en un suspiro―. Estaré ahí.
Colgó y se miraron el uno al otro durante unos segundos, ambos en
silencio, ambos con el ceño fruncido.
―Tengo que ir ―murmuró finalmente Nick―. Tomar su
declaración, envolver esto.
Kelly asintió, sin saber por qué esta simple llamada telefónica, fuera
de todo lo que había sucedido en los últimos días, era lo primero que le
molestaba de verdad. Trató de no mostrarlo, pero Nick podía leerlo como
un libro. Había sido capaz desde el día en que se conocieron.
Nick tragó saliva.
―Siempre va a ser así ―dijo lentamente―. Siempre será otro caso.
Otra llamada.
―Lo sé. Pero amas todo lo relacionado con tu trabajo.
Nick se mordió el labio y bajó los ojos. Su dedo trazó la cicatriz
rosada en el pecho de Kelly, donde una bala destinada a la cabeza de Nick
se había detenido justo debajo del corazón de Kelly en su lugar.
―No va a funcionar ―dijo Nick finalmente con un suspiro.
El aire dejó el pulmón de Kelly tan rápido que tuvo que jadear para
recuperarse. Su cuerpo se estremeció, y un escalofrío le recorrió el cuerpo
antes de que pudiera manejar una triste sonrisa. Pasó sus dedos a través
del cabello de Nick.
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304

―¿Estás rompiendo conmigo, bebé? Porque así es como se siente.


Nick rápidamente miró a sus ojos.
―Estoy renunciando ―declaró―. Voy a terminar este caso, luego
entregar mi renuncia.
Kelly contuvo el aliento, con el corazón latiendo su alivio como
código Morse. No estaba seguro de si quería animar a Nick a hacerlo esta
vez, o hablar con él de nuevo. Entonces, la sensación melancólica de esa
llamada telefónica se instaló en su pecho, la misma sensación que siempre
había sufrido el día en que había dicho adiós a Nick al irse, la misma
sensación hueca de algo faltante cuando había visto a Nick escoltar a una
mujer fuera de un bar, el mismo dolor con el que despertaba cuando
estaba en la cama sólo en Colorado y sabía que Nick estaba a muchos
kilómetros de distancia, en Boston. La misma sensación que se había
precipitado a través de su cuerpo cuando había pensado que Nick podría
escoger su placa sobre Kelly.
No quería sentir eso cada vez que Nick recibía una llamada y tenía
que dejarlo atrás.
Asintió, todo su cuerpo pesado con la decisión. Había hablado con
Nick sobre renunciar antes porque sabía que Nick quería su trabajo, y
había estado curioso por ver si funcionaría, si ellos funcionarían, con sus
vidas continuando en el camino que habían estado. Lo habían intentado, y
no funcionó. Era la decisión correcta esta vez, Kelly podría estar tranquilo
sabiendo que Nick lo había escogido por encima de su vida anterior y no
tendría remordimientos.
Nick lo besó.
Sidewinder | Abigail Roux

305

―Ven conmigo.
Kelly sonrió.
―Voy a estar oyendo eso un montón los próximos cincuenta años,
¿verdad?
―Puedo garantizarlo.

Nick tomó el volante para su viaje al hospital. Confiaba en Kelly con


su vida en la mayoría de las situaciones, pero conducir en Boston
aparentemente no era una de esas situaciones porque preferiría follar un
rinoceronte que hacerlo de nuevo. Incluso drogado, iba a llevarlos al
hospital más seguros de lo que Kelly lo haría.
―Entonces, tengo una idea. ―Anunció en el camino Kelly―. ¿Estás
en una especie de humor Idea Abbott?
―Bien, estoy drogado, así que sí, dispara.
Kelly rió.
―Emma.
―Emma… ¿Grady? ¿Emma, la prima de Ty?
―Sí. ―Asintió Kelly―. Nos ofreció a ambos un trabajo con su
equipo, y por lo que sé la oferta sigue en pie.
―Estamos hablando de Emma Grady ―dijo Nick de nuevo―. ¿Y de
aventuras, búsqueda de tesoros, búsqueda de monstruos, que confían en
tripulaciones de locas?
―Sí.
―¿Bien?
Sidewinder | Abigail Roux

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―Necesitan un médico, historiador y líder del equipo. Y si no me


equivoco, somos un médico y un jefe de equipo. Además, eres un
grandioso jodido historiador si se me permite decirlo. Y lo digo.
―Kels, no estoy tan seguro de esa mierda ―comentó Nick―.
Quiero decir… ―Miró a Kelly, que estaba sentado en el asiento del
pasajero observándolo. Sonriendo. Él siempre estaba sonriendo. Nick se
detuvo en una luz roja y se quedó en Kelly, pensando en esa sonrisa.
―Dijimos antes que no sabíamos qué hacer. ¿Colorado o Boston?
¿Cabina o barco? ―preguntó Kelly. Se encogió de hombros―. ¿Por qué
elegir, sin embargo? Si vas a renunciar, yo también puedo.
―Kels, amas ese campo. Esos niños ―argumentó Nick. Kelly había
quedado huérfano a los doce años, y si bien su experiencia en el sistema
de crianza había sido buena, todavía había dedicado su vida post-militar a
ayudar a chicos problemáticos, a menudo niños huérfanos o de la calle
que habían elegido el campamento sobre la cárcel juvenil y aprender
habilidades para la vida. Le había dado a Kelly un propósito en un
momento en que todos los miembros de Sidewinder habían estado a la
deriva y apáticos.
―Todavía puedo ser voluntario aquí y allá. Tendremos tiempo libre,
tiempo para… Nicko, podemos establecernos cuando estemos muertos,
bebé ―dijo Kelly finalmente―. Me divertí mucho esta semana. Por
primera vez en muchos años, esto era jodidamente divertido. Quiero
hacer cosas como ésta contigo, quiero…
―Bien ―susurró Nick.
―¿Qué?
Sidewinder | Abigail Roux

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―De acuerdo ―dijo Nick, su voz más fuerte―. La llamaremos


cuando lleguemos a casa.
―¿De verdad?
Nick sonrió.
La sonrisa de Kelly creció hasta convertirse en una fuerte y radiante
sonrisa. Se inclinó sobre la consola y agarró la mano de Nick, besando su
palma.
―Gracias.
Nick trató de reprimir un suspiro indulgente, pero no pudo. Estaba
tan jodido. Le daría a Kelly cualquier cosa y todo.
Los dos estaban todavía sonriendo como idiotas cuando llegaron al
hospital. Nick tenía sus facciones en una máscara más profesional cuando
preguntaron el número de la habitación de JD y montaron en el ascensor.
Cuando encontraron la habitación, Hagan estaba allí, así como Alex.
Estaba sentada junto a la cama de JD, llenándolo con los detalles que él
aún no tenía. Ambos levantaron la vista cuando Nick y Kelly entraron.
―Hola ―saludó JD con una sonrisa tentativa.
―¿Cómo te sientes? ―le preguntó Nick. Se acercó más, dando a
Alex un movimiento de cabeza a modo de saludo.
―Estoy bien. ―JD se deslizó un poco en la cama, haciendo una
mueca y sosteniéndose el costado―. Alex dice que esta no es la primera
vez que me han disparado, así que… Hey, no es gran cosa, ¿verdad?
Nick sonrió y dio unas palmaditas en el brazo de JD, incapaz de
reprimir las ganas de seguir tratando de consolar al hombre. Notó una pila
Sidewinder | Abigail Roux

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de libros sobre la mesa al lado de la cama de JD. Eran todas sus aventuras,
contadas por él.
―Su historia toda revisada, O ―ofreció Hagan―. Fue sacado de su
habitación de hotel en Nueva York por un grupo que había sido
contratado por una empresa llamada Sanco Farmacéuticos.
Aparentemente, no es raro que estas grandes empresas tomen rutas
inusuales para curaciones milagrosas. Primera vez que una de ellas
termina en secuestro y asesinato, sin embargo.
―Compañías farmacéuticas siguiendo pergaminos medievales
―reflexionó Kelly―. Seguro Por qué no.
―Lamento haberte pateado en la cicatriz del trasplante ―ofreció
JD, mirando a Nick con lo que sólo podría describirse como esperanza.
Nick ladeó la cabeza, con el ceño fruncido.
―¿Cómo sabías que estaba ahí?
―La vi la noche en que estuve hablando con tu amigo al teléfono.
―Genial. Gracias ―refunfuñó Nick. Pero no pudo evitar sonreír. JD -
o Casey Hunt, supuso que iba a tener que empezar a pensar en él así- era
un hombre interesante. Inteligente, agudo, capaz y observador. Había
manejado el trauma al que había sido sometido mejor que la mayoría. A
pesar de todo lo que había sucedido, a Nick le gusta el tipo.
―Por lo tanto, ¿estás sin trabajo ahora? ―preguntó Kelly.
―No, al parecer, trabajo en un museo como un especialista de
adquisiciones errantes ―explicó JD con una risa―. Alex estaba
contándome acerca de algunas de mis aventuras más sórdidas. Parece que
soy una gran cosa. Debes leer mis libros. Sé que voy a tener que hacerlo.
Sidewinder | Abigail Roux

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Nick y Kelly rieron. Kelly hizo un gesto con la mano a Alex.


―¿Que pasa contigo? ¿Eres una aventurera de mala muerte
también?
―No ―dijo con una sonrisa melancólica―. Ya no es así, por lo
menos. Estoy sin trabajo. Trabajé a tiempo completo para Alco, cazando
nuevas vías de investigación. Después de todo esto, ellos no quieren el
escrutinio del por qué tienen un arqueólogo en el personal.
―Lo siento ―ofreció Kelly.
Nick le fruncía el ceño a Alex, sin embargo. Ella había mostrado sus
verdaderos colores durante el enfrentamiento en la casa de Jason Russell,
protegiendo a la guía del museo con su cuerpo mientras ponía a la mujer a
salvo. Había mostrado a Nick algo, algo que le gustó. Acarició a Kelly en el
brazo, y cuando Kelly se giró, Nick sacudió la cabeza hacia Alex. Parecía
abrirse paso en Kelly también. Sus ojos de color extraño brillaron, y sonrió
a Alex.
―¿Te gustaría tomar una taza de café? ―le preguntó―. Tengo una
propuesta para ti.
Alex le dio un cauteloso vistazo, pero después de examinar las
sonrisas en sus rostros, estuvo de acuerdo y siguió a Kelly fuera de la
habitación.
―¿Qué fue eso? ―preguntó JD.
―Kels tiene una cosa por los pelirrojos ―bromeó Nick―. Vamos a
presentar estos informes por la mañana, trabajaremos para comenzar a
conseguir limpiar tu nombre, ¿de acuerdo? Tendrás que responder por
Sidewinder | Abigail Roux

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algunas cosas, incluyendo la agresión a un agente de la ley y descargar un


arma de fuego en un área pública.
―Lo supuse.
―Dado que soy el oficial al que agrediste, podemos manejar eso.
Los parques nacionales son territorio federal, sin embargo.
JD palideció, pero asintió.
―Voy a… tomaré el castigo. Lo hice, me lo merezco.
―Tengo un compañero que me debe algunos favores en la Agencia
―dijo Nick―. Veré lo que puedo hacer por ti.
―Sí. Gracias, Nick.
Hagan se aclaró la garganta con fuerza, cambiando su peso de un
pie a otro.
JD rio.
―Y a ti, Alan. Gracias.
Nick le dio a Hagan un melancólico vistazo. Tendría que decirle a su
compañero que estaba renunciando esta vez para siempre. No iba a ser un
descanso por salud mental como la última vez. No iba a haber cualquier
regreso una vez que presentara su renuncia, una vez que renunciara a su
placa. Su estómago se revolvió ante la idea. Dios, ¿estaba realmente
dispuesto a hacer esto? Lo puso a un lado para preocuparse más tarde,
para hablar con Kelly sobre ello aún más y se volvió a JD.
―Sé lo que hiciste ―dijo JD con una sonrisa.
―¿Ah, sí? ―preguntó Nick―. ¿Qué es eso?
―No hay tesoro bajo ese monumento. No en una fosa cavada por
milicianos.
Sidewinder | Abigail Roux

311

Nick se rió.
―Creo que todavía tienes mucho trabajo por hacer entonces si
quieres encontrar una Dorada y Rosada Cruz. ¿Eh?
―Supongo que sí. Podrías haberme sólo puesto en una celda,
dejarme pudrir allí ―comento JD rápidamente―. No tenías que creerme.
Pero lo hiciste. Me llevaste contigo. Confiaste en mí. Me salvaste la vida.
No puede agradecerte lo suficiente.
―Bueno, puedes intentarlo ―comentó Hagan. Todos se rieron―.
En el siguiente libro que escribas.
―Trataré de recordar eso. ―JD se tocó la sien y sonrió.
―Y hey, cuando consigas salir de aquí puedes llevarnos a cenar.
―Ofreció Nick―. Las bebidas tú.
―Eso es lo menos que puedo hacer. ―JD estuvo de acuerdo. Estaba
sonriendo, aunque había un deje de tristeza en ello―. Y… Nick. Si tú y Doc
no funcionáis… ―Sonrió casi tímidamente, señalándose a sí mismo―. Mis
libros dicen que soy increíble en la cama.
Nick se rio. Palmeó el brazo de JD de nuevo.
―Yo no contendría la respiración por eso si fuera tú. Me iré antes
que Kelly haga algo que lamentaré.
Nick se despidió de JD, le dijo a Hagan que lo vería por la mañana, y
luego se fue a buscar a su rebelde novio. Kelly probablemente ya había
reclutado a Alex, llamado a Emma, contratado el viaje a Siberia, y
comprado por teléfono el equipo para frío extremo.
Sidewinder | Abigail Roux

312

Nick sonrió ante la idea, pero la sonrisa se convirtió rápidamente en


un ceño preocupado y apresuró el paso. La probabilidad de que Kelly
estaba ya a través de la mitad de esas medidas era extremadamente alta.
Bueno, de cualquier manera, Nick sabía que iba a estar abordo de
ese viaje.

FIN

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