El pensamiento humano siempre ha sido un gran torbellino que envuelve de tal manera a

las personas que, sin darse cuenta los consume catastróficamente. Esto ha sido así desde
siempre, pero se ha hecho sentir aún más con el correr de los años. La literatura ha sido un
arma de doble filo en este sentido, ya que por un lado ha sido un medio de liberación de
ideas y por el otro un esclavizante de muchas otras.

Más allá de ser una expresión estilizada, para dar rienda suelta a la creatividad artística, ha
sido un agente de cambio en todos los ámbitos de la sociedad y, ello ha causado cantidad de
contradicciones entre los seres humanos que, ya ni ellos mismos saben a donde se dirigen.
Particularmente, traigo como ejemplo dos grandes corrientes literarias, el realismo grotesco
y el futurismo, ambos, son como especie de alfa y omega, es decir, uno es el comienzo y el
otro, lo final, a donde siempre llegaremos. Me explico, a través del realismo grotesco
vivimos el día a día de forma exagerada y con gran carga dramática y, por parte del
futurismo vemos la fuerza imponente de una sociedad mecanizada, impulsada a ejercer
libertad de palabras y rupturas de antiguas formas de expresión.

Ambas corrientes se desarrollaron en Europa, pero han tenido un gran impacto a nivel
mundial, rompiendo barreras de toda índole gracias a su capacidad de autopromoción y su
radicalidad. Para entender mejor la cuestión, indaguemos en la historia. El futurismo fue un
movimiento de vanguardia italiano que se dio a conocer el 20 de febrero de 1909, a través
del cual se pretendía expresar los valores y experiencias de la era de la máquina (velocidad,
energía y fuerza), revolucionando las técnicas y el lenguaje de la literatura y las artes. Por
ello, asumió como nombre el término futurismo, que significa 'movimiento orientado hacia
el futuro'. Nace como un movimiento literario, pero un año después de la publicación del
manifiesto, el futurismo se cuela entre los artistas italianos, que, imitando a su fundador, se
expresan en la publicación de varios manifiestos. A saber: Manifiesto de los pintores
futuristas (1910); Manifiesto de la escultura futurista  (1912); Manifiesto El arte entre los
ruidos, dedicado a la música (1912), y Manifiesto de la arquitectura futurista (1914). La
fuerza, el movimiento, la violencia y la agresividad eran los valores principales del
futurismo y lo más importante era representarlos en sus obras. En ese sentido, se puede
decir que el tema de las obras no tenía gran importancia siempre y cuando estos valores se
vieran reflejados. En relación con estos valores, se puede definir el futurismo
como simbolista, en el sentido de que utilizaba la imagen de una “mano dura” para
representar la fuerza o la agresividad.

Por su parte, el realismo grotesco permitió que los autores se valieran de su contexto o
entorno para escribir sus historias; predominaron los lugares e incluso los personajes de la
vida real para plasmarlos en el papel, además de enfatizarse en la fealdad de los personajes,
tanto física como psicológicamente y, en escenarios pobres, dándose la exageración de
dichas características.

Como hemos podido notar, cada uno de estos movimientos se enfocan en el pensamiento y
en la actuación humana. En Venezuela, cabe destacar, estamos afrontando un gran conflicto
de pensamiento, viviendo una realidad grotesca que, esta acabando con paradigmas y
sistemas establecidos, destacando la violencia en general y el atropello mediante el abuso
de poder, ahogándonos en la pobreza y la miseria. El problema no es la libertad de palabra
que existe hoy día, sino el uso que se le da a la misma, porque cuando usamos la libertad de
palabra para denigrar y lastimar estamos cayendo en lo grotesco, al contrario, debemos ser
mejores portadores de la misma y que sirva para construir e instruir valores
transformadores.

Podemos ser realistas a la hora de plasmar realidades que nos aquejan a todos por igual,
podemos ser futuristas en cuanto a la correcta aplicación del tiempo, que lo que hagamos
hoy repercuta positivamente en el futuro, sobre todo con la fuerza joven que son capaces de
dar más de lo que se cree.