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Tristan Platt - Estado Boliviano y Ayllu Andino
Tristan Platt - Estado Boliviano y Ayllu Andino
estado boliviano
y
ayllu andino
T IE R R A Y T R I B U T O
EN EL N O R T E D E PO TO SI
In s t it u t o de E s t u d io s P eru a n o s
© IE P ediciones
Horacio U rteaga 6 94, Lima
Telfs. 3 2 -3 0 7 0 - 2 4 -4 8 5 6
Impreso en el Perú
1* edición, agosto 1982
Contenido
P r e s e n t a c ió n d e H eraclio Bonilla I
INTRODUCCIÓN 11
2. E l “a n t i g u o r é g i m e n ” t r i b u t a r i o ;
GOBIERNO INDIRECTO Y AUGE COMERCIAL,
1 8 2 5 -1 8 8 0 36
AGRARIA 73
5. E p il o g o ; L os ayllus fu en te a la seg u n d a
A n exo s :
B ib l io g r a f ía 193
Una de las instituciones esenciales de la sociedad rural
andina es la llamada “com unidad de indígenas”. Con
un pasado prehispánico, pero reestructurada por las au
toridades coloniales alrededor d e 1550 com o un m eca
nismo para facilitar la asignación de la fuerza de traba
jo a las principales unidades productivas, esta institución
atravesó por profundos cam bios durante todo el perío
do colonial. Las expresiones d e estos cam bios fueron
la intensificación de la diferenciación cam pesina, la al
teración de sus vinculaciones con el m ercado, la trans
form ación del p apel político de sus miem bros, el nue
vo contenido y significado de la cultura andina. L os
estudios antropológicos realizados en el área andina a
partir d e la década de 1940 perm iten detectar la pre
sencia de estas instituciones cum pliendo aún roles sig
nificativos, pese a que sus estructuras internas fueron
m odificadas com o consecuencia del incremento de la
mercantilización de sus economías.
En esta larga trayectoria histórica, constituye toda
vía un enigma la estructura y el funcionamiento de es
tas com unidades de indígenas en el siglo XIX. L a id eo
logía que animó la acción de los Libertadores era in
com patible con la persistencia d e instituciones que fr e
naran la líbre circulación de la tierra y que impidieran
la constitución d e una sociedad, de pequeños propieta
rios. De ahí que la legislación agraria de los primeros
años de la R epública apuntara directam ente a la can
celación de este tipo de com unidades. Ciertam ente que
no es menos cierto qu e decisiones de esta naturaleza
prepararon el camino, al romper la protección otorgada
por el estado colonial, para la expansión de los grandes
latifundios aledaños t¡ para la constitución de un m er
cado más o m enos libre de fuerza de trabajo. En lo
esencial es éste un proceso que adqu iere sus ribetes
más precisos en el último tercio d el siglo XIX. Es este
proceso el que fundam enta el juicio de algunos obser
vadores, quienes sostienen que la condición social del in
dio fue mucho peor en e l siglo XIX que durante el con
junto de la época colonial.
H acia 1920-1930, por otra parte, la profunda altera
ción de los fundam entos de la sociedad rural andina,
la pérdida de los recursos esenciales por parte d e las
comunidades, provocó un form idable estallido de la re
belión campesina. H abría en realidad que remontarse
hasta 1780 y Tupac Amaru para encontrar una hogue
ra cam pesina de tal magnitud. Este fue el escenario
social donde surgió lo mejor de la plástica, de la músi
ca, d e las artes, de la literatura indigenista. Carente de
una expresión política adecuada, los indios y sus luchas
pasaron a convertirse de sujetos de la historia en o b je
tos d e una d e las reflexiones más genuinas sobre su con
dición y posibilidades. Fue la misma fuerza de esta
movilización, conjuntamente con el m iedo que inspi
raran en las capas mestizas y blancas de los Andes, la
que obligó a que el Estado oligárquico se decidiera a
levantar una barrera de contención.
En la transform ación que lleva a que comunidades
creadas bajo el mismo patrón en el siglo XVI ter
minen siendo instituciones diferenciadas en el primer
tercio d el siglo XX, probablem en te el siglo XIX encie
rra las mayores causalidades. L a historia económ ica y
social de la región andina, todavía en un estado muy
incipiente, ha privilegiado con razón el estudio del re
nacimiento d e sus econom ías de exportación, proceso
que en general ocurre a partir de 1870. El desdén por
las décadas anteriores estaría basado en la creencia de
que fueron décadas con una econom ía estancada y con
un profundo inmovilismo social, cortada solamente por
los sucesivos “cuartelazos” de rústicos caudillos. Esta
im agen probablem en te tenga algún grado de certidum
bre en ciertos niveles, pero no elimina la posibilidad de
qu e existieran profundas transformaciones dentro de la
sociedad rural y, d e manera más precisa, en las comu
nidades andinas. E l hecho decisivo d e que, con una
econom ía estancada, los campesinos y sus recursos eran
lo único relevante justifica am pliam ente esta suposición.
Aún más, probablem en te este proceso contiene una
de las claves para entender más adecuadam ente el m e
canismo de disolución de una estructura colonial y el
montaje de un mecanismo regional y nacional mucho
más com patible con las nuevas dem andas del m ercado
y d el capital internacional al despuntar el siglo XX.
El libro d e Tristan Platt E st a d o B o l iv ia n o y A y l l t j
A n d in o es en este contexto un libro decisivo, pues mués-
tra las innovaciones introducidas por el siglo XIX en la
condición cam pesina y porque descubre los tensos m e
canismos de subordinación y rechazo establecidos en
tre el “Estado” boliviano y la base campesina.
H e r a c l io B o n il l a
Introducción
E s t e t r a b a j o se limita a presentar algunos elementos
para una futura historia republicana de los grandes ay-
llus de la región boliviana hoy conocida como el Norte
de Potosí. La elaboración de esta historia tropieza —co
mo toda empresa en sus comienzos— con grandes dificul
tades. Los pocos estudios existentes sobre la historia
boliviana del siglo XIX raras veces se ocupan de aque
lla “otra sociedad”, creada y reproducida por los indios
de los ayllus dentro del contexto mercantil y cristiano
de la formación colonial, vigente aún en 1825, cuando
un pequeño grupo criollo decidió lanzarse a la aventura
de un proyecto nacional altoperuano. Incluso cuando los
historiadores han optado por tomar en cuenta las llama
das “comunidades originarias de indios libres”, la au
sencia de un componente antropológico en el análisis
—debidamente arraigado en el trabajo de campo con
temporáneo y en la etnohistoria andina y colonial— lle
vó frecuentemente a errores de interpretación de la es
casa información documental a nuestra disposición.
La exposición siguiente no está a la altura de los
requerimientos citados. Constituye tan sólo un inten
to de “centrar” la discusión futura en torno al eje de
partida constituido por las relaciones ideales y mate
riales entre los ayllus y el Estado criollo durante el
siglo pasado. Si el presente trabajo tiene algo nove
doso que ofrecer es la extensión temporal considera
da. Limitándonos a este “hilo maestro”, hemos queri
do seguir las vicisitudes de la relación ayllu-Estado
en términos muy generales, desde un punto de partida
situado en la herencia andino-colonial y prolongado du
rante la época “proteccionista”, de las primeras déca
das de la República, hasta la crisis precipitada por las
políticas agrarias librecambistas después de la década
de 1870, al consolidarse la apertura del país hacia el
mercado mundial. Luego se sigue con el replanteo in
dígena de la relación “tradicional”, a principios del si
glo XX, y se termina con una breve consideración del
vacío jurídico surgido en las últimas décadas con pos
terioridad a la Revolución de 1952. Por el momento, se
ha omitido el lapso comprendido entre 1927 y 1952.
Omisión que, sin afectar la coherencia de nuestro ar
gumento central, debe tenerse en cuenta en futuras in
vestigaciones.
Las desventajas de nuestro procedimiento son ob
vias: sólo podemos esperar detectar los contornos más
generales de la dinámica conflictiva de intereses, a
costa del minucioso engranaje de desconfianza, miedo,
obstinación, oportunismo, engaño y combatividad apa
sionada, que constituye la trama de la vida política nor-
potosina. Tampoco debe buscarse aquí un análisis de
la estructura interna del ayllu andino ni del Estado bo
liviano. Por el momento, debemos contentarnos con una
caracterización algo burda de los principales actores
sociales en el escenario regional. Caracterización que
se justifica en la medida que otorga coherencia a los
cambios en la estructura regional de poder que se ma
nifiestan en una perspectiva histórica larga. De ahí
nuestro énfasis en los ayllus y sus caciques, los peque-
ños productores mestizos, los terratenientes con sus
siervos, y el aparato estatal a través de sus represen
tantes regionales; grupos cuya composición interna sólo
se tendrá en cuenta cuando sea relevante para captar
sus interrelaciones más significativas.
Por su peso demográfico y por las superficies te
rritoriales bajo su control, los ayllus representan has
ta hoy el grupo social preponderante en el Norte de
Potosí. Lejos de restar importancia al sector minero,
cuya larga historia argentífera ha culminado en este
siglo con el nacimiento del gran complejo estañífero
de Llallagua-Uncía (Siglo X X ), esta afirmación sólo
busca rectificar un desequilibrio en las ideas corrien
tes sobre la región. Para establecer las bases de una
historia económica regional, debe reconocerse la im
portancia paralela de la antigua producción mercantil
de los ayllus, en especial de trigo, maíz y harina. Gran
parte de nuestro argumento girará en torno a la rui
na de este comercio de exportación bajo el efecto de
las políticas librecambistas en la segunda mitad del
siglo XIX. De ahí que la imagen “metalocéntrica” que
actualmente ofrece el Norte de Potosí deba conside
rarse como producto de las políticas gubernamenta
les favorables a la libertad de comercio y el aumento
consiguiente en las importaciones trigueras, y no —co
mo generalmente se supone— como resultado de una
agricultura atrasada y tradicional, siempre orientada
principalmente a la producción para la subsistencia.
La marginación de los ayllus regionales ha sido obra
del gobierno boliviano; no representa un estado origi
nario de pobreza premercantil.
La ruina del comercio triguero de los ayllus nor-
potosinos debe comprenderse como parte de la crisis
más generalizada de otras economías regionales, origi
nada en la derrota de las políticas proteccionistas por
ciertos sectores de la oligarquía minera y terrateniente
de Sucre y Potosí desde 1870. El Estado boliviano, al
borde de la bancarrota durante las primeras décadas de
la República, decidió sacrificar el mercado interno here
dado de la Colonia en aras de su propia supervivencia.
Sólo con los ingresos procedentes de las exportaciones
mineras, y la consiguiente apertura del país a las impor
taciones extranjeras, llegaría a sanearse el presupuesto
nacional. Los avatares de la economía regional deben
atribuirse, en gran medida, a esa causa inicial. Los ay-
llus norpotosinos, junto con otras regiones, fueron sacri
ficados para asegurar la superviviencia de la “nación”
(identificada con el Estado) y el predominio de las ca
pas criollas que manejaron el débil aparato estatal.
Supervivencia “nacional” a costa del país: sea cual
fuere la utilidad de semejante paradoja para explicar
la génesis de cierto tipo de sicología colectiva, el re
sultado fue el desplazamiento en las luchas estatales
del “enemigo interno”, representado por los indios, quie
nes con su tributo sustentaron durante los primeros
cincuenta años de vida republicana el presupuesto na
cional, por el “enemigo externo”, representado por los
intereses transnacionales que buscaron acaparar gran
parte de las utilidades mineras. Durante las primeras
décadas del siglo XX, las aspiraciones “nacionalistas”
de las capas criollo-mestizas se dirigirían, principal
mente, a derrumbar el “superestado minero” y bloquear
el escape de divisas, tratando de reorientarlas hacia el
erario nacional, dejando a su retaguardia rural la ta
rea pendiente respecto a la “indiada”.
En la década de 1870 los primeros gobiernos libre
cambistas todavía no estimaban necesario prescindir
totalmente del sector agrario. Más bien soñaban con
una transformación capitalista del campo, a través de
lo que ahora podemos reconocer como una primera re
forma agraria. A partir de la Ley de Exvinculación, de
1874, se propuso la extinción definitiva de los ayllus, la
privatización de la tenencia y la creación de un mer
cado de tierras que permitiera la formación de grandes
propiedades agrícolas. Al quedar marginados del mer
cado nacional, deberían eliminarse definitivamente esas
formas “primitivas” de organización social. Algunos
criollos de la época incluso comentaron con optimismo
la inminente extinción de la “raza”, debido a las epi
demias que azotaron las comunidades indígenas entre
1856 y la Guerra del Pacífico. Debe haber sorprendi
do la poderosa resistencia de los indios ante la prime
ra reforma agraria, que culminó con una movilización
general durante la Guerra Federal, a favor de las fuer
zas de Pando, y que en 1902 forzó el abandono definiti
vo de las operaciones exvinculatorias en el Norte de
Potosí.
Es a partir de entonces que puede detectarse los ini
cios de un lento proceso de reovdenamiento en la balan
za de fuerzas en el Norte de Pote-i. Para el Estado
oligárquico, el enfrentamiento de las últimas dos déca
das del siglo X IX se planteó entre las “fuerzas del pro
greso” —los criollos— y un grupo “semisalvaie” —los av-
llus que defendían tenazmente una forma “anacrónica”
de organización y propiedad. Los pequeños producto
res mestizos fueron marginados de la batalla: el Esta
do los consideraba simplemente como “usurpadores” de
tierras de los ayllus, concebidas a su vez como propie
dad pública. Amenazados con la venta de sus parcelas
en subasta pública, los mestizos no vacilaron en aliar
se con los ayllus en su lucha contra el Estado. Sin em
bargo, desde comienzos del siglo XX las operaciones
catastrales de tierras narticulares permitieron la exten-
í
* E n B o liv ia e l t é r m in o g e n e r a lm e n t e e m p le a d o e s ‘c o m u n a -
r io '.
para la preparación de este trabajo. Una primera ver
sión del mismo fue presentado en 1980 como un Infor
me a dicha institución. E l presente texto representa
una revisión del informe original, preparado en el mar
co de los Estudios Comparativos del Area Andina, pa
trocinados por el Instituto de Estudios Peruanos. La
edición de las partes correspondientes al Informe cuen
ta con la gentil autorización del Departamento de Coo
peración Técnica para el Desarrollo (D C T D ) de Na
ciones Unidas. Deseo también agradecer particular
mente a Christine Hünefeldt y Heraclio Bonilla por sus
comentarios críticos al texto inicial, y por el aliento
necesario para que me anime a publicarlo. Entre las per
sonas que han colaborado de una manera u otra en su
preparación quisiera mencionar a Xavier Albó, Raúl Cal
derón, Mario Chacón, Daniéle Démelas, Gunnar Mendo
za, Winston Moore, John V. Murra, María Elena Orihue-
la y Antonio Rojas, como también al equipo del IEP (L i
ma), del Grupo Avances (L a Paz) y del Programa Na
cional de Desarrollo Rural Integrado (L a Paz). Final
mente, quiero agradecer de manera muy especial al cura
ca de Macha (Aransaya), don Agustín Carvajal, y a sus
hijos Santiago y Gregorio, por la confianza depositada en
mí a través de los últimos diez años, y el acceso brin
dado al Archivo Cacical de los ayllus bajo su jurisdic
ción, tanto en la puna como en el valle del Norte de Po
tosí. Sin embargo, la responsabilidad por las opiniones
aquí vertidas y los errores de concepto o hecho deben
atribuirse exclusivamente al autor.
T r is t a n P la tt
Sucre, 1981
1
Los antecedentes del debate republicano
“ C h a y a n t a o C h a r c a s , e s e l ú lt im o p a r t id o d e lo s d e
e s te g o b ie r n o I n t e n d e n c ia . . . T ie n e 2 0 c u ra to s e n la
p u n a y v a lle s , c o n la b e lla p r o p o r c ió n d e q u e s u s
n a t u r a le s n o t ie n e n q u e s a lir e n n in g ú n t ie m p o d e l
p a r t id o p a r a s u s s ie m b r a s y r e c o jo d e g r a n o s , p o r
q u e p o s e y e n d o t ie r r a s e n u n o s y o tro s t e m p e r a m e n
to s d e s u p r o v in c ia , e n e lla s c o s e c h a n c u a n t o n e
c e s it a n . P o r e s to s o n lo s in d io s m á s a c o m o d a d o s
d e to d o s lo s p a r t id o s , lo s q u e c o n m á s f a c ilid a d
c o n t r ib u y e n e l t r ib u t o , y e n t r e lo s q u e s e e n c u e n
t r a n a lg u n o s n o ra ro s d e m á s c iv iliz a c ió n q u e e n
o tr o s ” .
J u a n d e l P in o M a n r iq u e ( 1 7 8 7 )
1 . E n u n e s t u d io p io n e r o , E r w in P . G r ie s h a b e r h a lla m a d o
la a t e n c ió n s o b re la e s c a la d e l m e r c a n t ilis m o c lia v a n t e ñ o , o fr e
c ie n d o im p o r t a n t e s lu c e s s o b re la t r a y e c t o r ia e c o n ó m ic a d e la
r e g ió n h o y lla m a d a N o r t e d e P o t o s í ( G r ie s h a b e r 1 9 7 7 ) , y c it a n d o
e l In f o r m e d e l G o b e r n a d o r d e C h a y a n t a d e 1 8 2 5 .
2 . E n c o la b o r a c ió n c o n T h ie r r y S a ig n e s e s ta m o s p r e p a r a n d o
u n a c o le c c ió n d o c u m e n t a l c o n e n s a y o s in t e r p r e t a t iv o s q u e p r o m e
te a c la r a r , e n a lg u n a m e d id a , la e s t r u c t u r a s o c io e c o n ó m ic a d e la
a n t ig u a c o n f e d e r a c ió n , q u e d o m in ó t o d a la v e r t ie n t e o r ie n t a l d e l
M a c iz o B o liv ia n o ( M e n d o z a 1 9 5 7 [ 1 9 3 5 ] ) e n t re S a c a c a y C h ic h a s ,
c o lin d a n d o h a c ia e l o e s te c o n la c o n f e d e r a c ió n a lt ip lá n ic a d e lo s
Q u illa c a s y lo s A s a n a q u e s .
3 . L a a f ir m a c ió n es a p r o x im a d a : p o r lo m e n o s lo s c o c a le s d e
lo s C h a r k a y K a r a k a r a , u b ic a d o s e n la s Y u n g a s d e S a n t a C r u z
( T ir a q u e ) , fu e r o n s e p a r a d o s t e m p r a n a m e n t e d e l c o n t r o l d e lo s c u
ra c a s d e la p u n a n o r p o t o s in a .
bras y recojo de granos, porque poseyendo tie
rras en unos y otros temperamentos de su pro
vincia en ellas cosechan cuanto necesitan”.4
t a h o y , lo s p u e b lo s m u lt i-é t n ic o s s ig u e n d iv id ié n d o s e e n b a r r io s c o
r r e s p o n d ie n t e s a c a d a a y llu , e s p e c ia lm e n t e d u r a n t e la s p e le a s
r it u a le s (tinku) q u e s e c e le b r a n d u r a n t e d e t e r m in a d a s f ie s t a s .
6 . V e r lo s c o m e n t a r io s d e l C u r a d e S a n M a r c o s d e M ir a f lo r e s
e n 1 7 9 7 c it a d o p á r r a f o s m á s a b a jo . P a r a e l u s o a c t u a l d e l c o n
c e p t o , v e r H a r r is 1 9 7 8 a .
ejemplo, Murra 1977; Rivera 1978a). E l modelo se in
serta, como una estructura productiva específica de los
ayllus, dentro del vasto circuito mercantil generado por
Potosí, y el resto del sector extractivo, en cuanto pro
ductor de moneda-circulante y mercado principal para
bienes de consumo e insumos para la producción mine
ra (Assadourian 1982). Es importante contrastar esta
estructura productiva con la que se desarrolló en las
zonas de haciendas. En Cochabamba, por ejemplo, el
otro gran centro altoperuano de producción de cerea
les, la expansión de la producción señorial se encontró
en conflicto con el sector de subsistencia de los vana-
j
conas, determinando que durante la larga crisis del si
glo X V III la producción se entregara a arrendatarios
aislados, con el retiro consecuente del hacendado de las
actividades de producción y comercialización (Larson
1978, 1980). Es posible que el florecimiento del comer
cio triguero de Chayanta, a fines del siglo X V III y du
rante la primera mitad del XIX, guardara relación con
el repliegue cochabambino frente a un mercado en con
tracción. En este caso el “modelo cacical” de produc
ción mercantil puede haber tenido ventajas relativas
en épocas de baja demanda. Pero todavía no sabemos
cuándo se inició la exportación regional de Chayanta,
aunque ya en 1628 Vázquez de Espinosa había comen
tado la importancia de la producción regional de trigo
y maíz (Vázquez de Espinosa 1948[ 1628] ).
Como recaudador del tributo y “enterador” de los
mitayos, el curaca colonial tuvo que asumir el papel
de intermediario entre los ayllus y el Estado español.
Frente a sus ayllus, el curaca se presentaba como el
encargado del Estado de confirmar a cada unidad do
méstica en la posesión de sus tierras, y de asegurar la
cancelación del tributo (a veces a través de la comer
cialización de los excedentes producidos en las tierras
“de la comunidad”) y las demás obligaciones exigidas
por el Estado colonizador. A través del curaca, el rey
de España podía presentarse ante los indios como el
sucesor legítimo del Inca: ambas jefaturas reclama
ban un derecho eminente sobre todas las tierras culti
vadas, y Wachtel (1973) ha mostrado cómo las estruc
turas ideológicas precolombinas fueron reacomodadas
dentro del aparato colonial de dominación. Es así co
mo los curacas pudieron mantener su acceso a las pres
taciones laborales, que por tradición se les otorgaba en
su condición de “señor natural” de los ayllus bajo su
jurisdicción. Su capacidad de movilizar la fuerza de
trabajo indígena, mediante los tradicionales mecanis
mos de la reciprocidad andina, debe considerarse como
la base de su éxito como mercader dentro de la econo
mía colonial —en determinadas coyunturas y regiones
que todavía no han sido definidas con precisión—, un
éxito que (como Silvia Rivera ha propuesto) podía ser
vir para proteger a sus ayllus del peso desintegrador
de las exacciones coloniales. Existen algunos indicios
de esta práctica en Chayanta durante el siglo X V II.7
Y es- en este contexto que debe comprenderse la poca
evidencia existente sobre la suerte del “modelo caci
cal” durante las Guerras de la Independencia.
La creciente diferenciación entre curacas e indios
comunes, representada nítidamente en Chayanta por el
caso del cacique-hacendado de Moscarí, don Florencio
Lupa, fue acentuada por el fortalecimiento de una capa
mestiza probablemente procedente de las capas indíge
nas más pujantes, cuyos miembros desde la primera
mitad del siglo X V III ocuparon algunos cargos impor
tantes dentro de los ayllus, iniciando así la expulsión
de los indios de sus antiguas reducciones. Es en este
proceso que debe buscarse los orígenes del núcleo
m estizo d e los pueblos hoy conocido como los “vecinos”
o “mozos”. En 1731 los indios del repartimento de Ma
( U n iv e r s id a d M a y o r d e S a n A n d r é s ) . A g r a d e z c o e s ta r e f e r e n c ia a
R e n é A r z e . C o m p á r e s e la d is c u s ió n d e la “ N u e v a M it a '’ e n
B ü c h le r 1 9 7 7 , A r z e 1 9 7 8 .
1 0 . V e r p a r t ic u la r m e n t e lo s e s ta tu t o s d e la s c o f r a d ía s d e S a n
M a r c o s d e M ir a f lo r e s , r e s u m id o s p o r e l d o c t o r G e r ó n im o d e C a r
1 1 . Ibid.
lió definitivamente en 1812) sino para ensanchar la
prosperidad indígena a través de una ampliación del
comercio triguero, y probablemente maicero, cuya es
cala en 1825 llamó la atención del Gobernador de la
provincia. Será de gran importancia la investigación de
las posibles estrategias cacicales correspondientes a
los otros ayllus del Norte de Potosí.
Las consecuencias institucionales del “control ver
tical” de los indios de Chayanta de las tierras de puna
y valle habían producido perplejidad entre los admi
nistradores blancos desde las visitas toledanas del si
glo XVI. En 1797 el cura de San Marcos de Miraflores,
deseoso de emprender la reconstrucción de una capilla
en un anexo alejado de la Doctrina, obra que requería
la colaboración de los indios “locales”, se encuentra la
mentando “la poca espiriencia que tube de trabajar se
mejantes obras con yndios de aillos que tienen doble
domicilio en puna y valle”:
“los de este anexo lejos de hacer la menor demos
tración de regocijo. . . concurrían casi forsados
con una lentitud y tibieza los unos cerca del me
dio día y otros a tiempo de la chicha o comida, y
esto por un día y dos o tres cuando mas, y lue
go se retiraban o fingían viaje a la puna”.
1 5 . A r c h iv o H is t ó r ic o d e P o t o s í, Prefectura Departamental N Q
1 1 8 0 , A ñ o 1 8 6 6 , n o . 5 4 -5 .
El "antiguo régim en ” tribu tario :
gobierno indirecto y auge com ercial,
1825-1880
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pre que los Yndigenas hayan satisfecho alguna
cantidad al referido Casique, recoja Ud. [y] obli
gúeles a que vuelban a pagar de nuebo. . . Ud.
queda autorizado para todo lo que pueda ocu
rrir. . ,”20
2 3 . D o c u m e n t o p e r t e n e c ie n t e a l A r c h iv o C a c ic a l d e l c u r a c a
d e M a c h a ( A r a n s a y a ) .
2 4 . Ib id .
no es sumamente importante, pues muestra el princi
pio de los repetidos intentos republicanos de descono
cer el ayllu muid-cantonal, sometiéndolo a una frag
mentación administrativa que sigue amenazando las ba
ses multíecológicas de producción que sustentaron el
florecimiento comercial de Chayanta durante el siglo
X I X .25
Un examen del cuadro 1 muestra un hecho sobresa
liente: mientras que algunos ayllus (M acha y Pukwa-
ta, por ejemplo) ocupan tierras en la puna, chawpiranci
(región intermedia: “cabeza de valle”) y valle, consti
tuyendo dos franjas verticales continuas que bajan des
de las alturas hasta la zona cálida, otros ayllus sólo
ocupan tierras en los cantones correspondientes a los
dos polos climáticos y, por lo tanto, no disfrutan de un
control sobre un territorio unificado. Para estos ay
llus la “comunidad” propiamente dicha abarca dos áreas
geográficas discontinuas.
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multicantonal de ocho ayllus norpotosinos en 1843
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* Las cifras se refieren únicamente a los contribuyentes.
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Fuente:
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alternativas para organizar el espacio y la población en
el Norte de Potosí.
Los ayllus que aparecen en el cuadro 1 estaban com
puestos por un gran número de ayllus subsidiarios, con
una jerarquía interna que variaba de un ayllu a otro
(Platt 1978c, Harris 1978b). Macha, Pukwata, Murumu-
ru, Sakaka y algunos ayllus de menor importancia se
dividían en dos parcialidades llamadas Aransaya y
Urinsaya, y cada parcialidad se subdividía en un nú
mero variable de ayllus menores. Cada ayllu menor es
taba constituido por otros ayllus más pequeños, llama
dos cabildos, que representaban las unidades impositi
vas mínimas por encima de la unidad doméstica. Aho
ra bien, las tierras de valle correspondientes a un ay
llu grande se repartieron entre los distintos cabildos
y sus miembros. En cada nivel de segmentación se
produjo una duplicación de los ayllus entre los dos po
los climáticos de la provincia de Chayanta. Dentro de
los cabildos, las unidades domésticas de la puna se
agrupaban en estancias, que generalmente representa
ban las casas correspondientes a los descendientes de
un antepasado común, mientras en el valle las casas se
construían aisladamente en la parte central de los mai
zales familiares. Este esquema general, que sufre mo
dificaciones en cada caso concreto, sigue constituyen
do la base del ayllu norpotosíno de nuestros días.
2 9 . V e r , p a r a la t r a n s ic ió n h a c ia e l s is t e m a p a t r ilin e a l im p u e s
to p o r lo s e s p a ñ o le s , R iv e r a y P la t t 1 9 7 8 .
contribución tributaria menor, en relación con el me
nor tamaño del predio asignado. . . sus derechos eran,
además, menos estables, y en caso de conflicto con los
originarios sobre linderos territoriales, podía aducir
se contra ellos su condición de allegados, con el fin de
debilitar su posición jurídica”.
“Una tercera manera de acceder a la tierra, también
reconocida por las mesas revisitadoras, fue aún más
precaria: los llamados kantu runas (quechua; witu jaqi
en aymará), no disponían de ningún derecho propio a
la tierra que cultivaban, más allá que el usufructo que
les concedían los titulares de ella, sean estos origina
rios o agregados. En recompensa por el favor mostra
do por estos titulares, al permitirles cultivar en los
márgenes de sus posesiones, los kantu runas (literal
mente hombres del margen), debían cancelar algunos
pocos servicios a favor de los titulares, y ofrecer algu
nas prestaciones laborales al Cura local en representa
ción de la comunidad de su residencia. Desde 1874 se
ofreció eximir a los forasteros sin tierras de toda con
tribución indígenal”.
“En principio, los forasteros y agregados disponían
de una superficie menor que los originarios, y el actual
curaca octogenario de Macha (Aransaya) me ha infor
mado que solamente los originarios tenían acceso a tie
rras en los dos polos ecológicos ( puna vallentin)”.
Esta observación debe llevarse más lejos: sería más
correcto decir que cada ayllu mínimo o cabildo se cons
tituyó a partir de un número limitado de “tierras de ori
gen” y otras “tierras sobrantes”, además de los pastiza
les para el uso colectivo de sus miembros. La calidad
de “originario” no correspondía estrictamente a un in
dio por sus características genealógicas, sino simple
mente por ocupar uno de los “terrenos de origen” del ay
llu. Este terreno estaba formado por un gran número
de parcelas, cultivadas o en descanso, distribuidas a tra-
ves de una gama de mícroclimas hasta abarcar tierras
lejanas en la zona cálida del valle.
Ahora bien, en un sistema de producción basado pre
dominantemente en la mano de obra familiar, el área del
“terreno de origen” bajo cultivo efectivo, o al menos in
corporado a los ciclos de rotación, dependería del nú
mero de productores —que generalmente significaría el
número de hijos en edad productiva— a disposición de
cada familia campesina. Además, un “terreno de origen”
tendría que fraccionarse cuando los hijos se independi
zaban económicamente y establecían sus propias unida
des domésticas de producción. Así, un solo “terreno de
origen” podría cultivarse parcialmente por una familia
pequeña, o llegar alternativamente a sustentar a varias
familias, según el ciclo de desarrollo doméstico y según
el número de descendientes del “originario” empadrona
do en aquel terreno (Platt 1982).
De acuerdo con la información recogida en Macha,
un “terreno de origen” fraccionado entre dos hijos se
convertiría en un número igual de “terrenos agrega
dos”. En estos casos los “agregados” no tendrían necesa
riamente un origen foráneo, sino que serían simple
mente los campesinos que ocupaban una fracción de un
“terreno de origen”, aun si su padre había sido “origina
rio”. Igualmente, un “forastero sin tierras”, o kanturli
na, no era necesariamente un allegado a la comunidad:
los nietos del “originario” podían establecerse en los
“márgenes” del terreno (de allí la palabra kanturuna)
y ofrecer ayuda ocasional al único tributario del grupo
familiar extendido, o a su padre “agregado”, siempre
que se hubiese producido la división formal del predio
originario. Esta situación ocurriría cuando la fuerza
de trabajo de las familias “agregadas” aún no alcanzaba
a incorporar al cultivo toda la superficie del predio
“originario”. Pero la muerte del padre “agregado” pro
duciría un cambio en el status tributario del kanturn-
na, convirtiéndose en “agregado” al asumir el cqntrol
de la parte que le correspondía dentro del predio de su
padre (Platt 1982).
La situación descrita no excluye la posibilidad de
adscribir a “agregados” o “forasteros” de origen forá
neo, en los márgenes de los “terrenos de origen”, o en
las “tierras sobrantes”. La rápida repoblación de la
provincia de Chayanta después de la epidemia de 1856
sólo pudo lograrse debido a la asimilación de una masi
va población inmigrante, cuyos orígenes sería muy im
portante investigar. Lo que queremos destacar es que
las categorías tributarias se establecían más por el ta
maño de la tierra ocupada (aunque no necesariamente
cultivada), que por las características genealógicas de
la población. Sobre todo, es importante reconocer la im
portancia de los cambios de categoría según el balance
hombre-tierra en cada localidad específica.
Los expedientes de las mesas revisitadoras mues
tran varios casos de estas recategorizaciones. Ya en la
revisita de 1816 encontramos anotaciones marginales
que señalan el traspaso de “originarios” y “agregados”
a la categoría inversa. Estos traspasos se encuentran,
en primer lugar, entre los contribuyentes de un solo
ayllu, sin implicar un cambio de residencia, y posible
mente deban atribuirse a las consecuencias del ciclo de
desarrollo doméstico que acabamos de señalar. Tam
bién ocurren traspasos entre ayllus subsidiarios de un
gran ayllu. Así, un “agregado” de Sullcata se convir
tió en “originario” de Collana, dentro del gran ayllu
Kharacha. Finalmente, se dan casos cuando un “agrega
do” de Kharacha se transforma en “originario” de otro
gran ayllu, el de Aymaya. En este caso se trata de
acuerdos entre los curacas y jilancos de diferentes ay
llus, ratificados por la mesa revisitadora, para lograr
una redistribución de la población tributaria de acuer
do con la tierra disponible en cada ayllu.
Se encuentra más ejemplos en los expedientes de la
Revisita de 1863. En un momento, el contador fiscal re
clamó por la ausencia de un terreno de origen en los pa
drones elaborados por el apoderado fiscal. El apodera
do contestó que:
“El [terreno] conocido con los nombres de Opari
y Yampara se ha dividido para dos agregados del
mismo aillo, la primera mitad ha tomado Petro-
na Chivari i la segunda Jiliana Fernández. Las
tierras de Quichiquichi se ha dividido también
para los agregados Mariano Puma i Juan Gonza-
les. No hai falta de tierras sino aumento de con
tribución pues; que en lugar de once originarios
i veintinueve agregados que tenía este aillo, hoi
consta de nueve originarios i treinta i tres agre
gados”. 30
3 0 . R e v is it a d e C h a y a n t a , 1 8 6 3 . R e v is it a s N 9 2 1 5 , A N B , S u c r e .
3 1 . Ibid.
Es discutible si muchos agregados del ayllu realmente
carecían de tierras. Lo más probable es que se trate
de una ficción legal para evadir las obligaciones tribu
tarías, que presentaría la ocupación de una fracción de
un “terreno de origen” como carencia de tierras. Otra
interpretación parece sugerir la pérdida del “terreno
agregado” por derrumbes, tal como se comprueba en los
expedientes correspondientes a la Revisita de 1877. Pe
ro debe reconocerse la incapacidad de la mesa para de
terminar la existencia de algunos terrenos:
“Los terrenos de Alzuri i Machacamarca de agre
gados i pertenecientes a los finados Hilarión Ala-
vi i Manuel Tola no han sido destinados [a otros]
por no haberse podido esclarecer su existencia,
porque los indios ocultan la verdad cuando se
trata de tierras, sin que se haya encontrado me
dios eficaces para evitar ese fraude”. 32
Nuevamente:
. .hay muchos agregados especialmente en este
cantón cuyos terrenos no están señalados en el
libro de la matrícula pasada, ya porque los ocul
tan, ya porque verdaderamente no los poseen”. 33
3 2 . R e v is it a d e C h a y a n t a , 1 8 6 3 . R e v is it a s N " 2 1 5 , A N B , S u c re .
3 3 . Ibid.
“El originario Mariano Robles justificó ante la
mesa que no existe el terreno Vilani-pampa. .. [y]
se resignó a pasar a la clase de forasteros sin
tierras.. 34
3 4 . R e v is it a d e C h a y a n t a , 1 8 6 3 . R e v is it a N 9 2 1 5 , A N B , S u c r e .
35. Ibicl.
hasta el momento de ser vendidas por el Subpre-
fecto de aquella provincia”. 36
3 6 . R e v is it a d e C h a v a n t a , 1 8 6 3 . R e v is it a s N " 2 1 5 , A N B , S u c re .
37. Ibid.
Es tal vez significativo que, mientras en 1863 nin
gún forastero aparece convertido en agregado, en 1877
esta forma de conversión parece ser la más común. Co
mo sugerimos más adelante, esta tendencia puede ex
plicarse a partir de la recuperación de los niveles de
mográficos anteriores a la epidemia de 1856. En los ex
pedientes de la Revisita de 1877 vemos claramente có
mo el forastero podía empezar habilitando tierras no
reclamadas o “sobrantes”. En el caso de Martín Espa
dero, del ayllu menor Alapicha del gran ayllu Macha
(cantón Chayrapata), sus terrenos
“. . .antes fueron yermos o poromas que no perte
necían a ningún individuo”. 38
3 8 . R e v is it a d e C h a y a n t a , 1 8 6 3 . R e v is it a s N 9 2 1 5 , A N B , S u c r e .
3 9 . R e v is it a d e C h a y a n t a , 1 8 7 7 . R e v is it a s , A N B , S u c r e .
rrespondieqte a los “agregados”. Lo qué el Segunda con
sidera una-“obligación” es para Martín Espadero un fa
vor concecftder^a-^earnbio de cancelar- el ntrevo trfbuto.
Es fácil reconstruir la secuencia de los acontecimien
tos. Evidentemente la condición de “forastero” no ofre
cía garantía alguna para asegurar la tenencia. Martín
Espadero se acerca a su “Segunda”, quien ofrece res
paldar su reclamo en la próxima Revisita, pero le acon
seja que anticipe el traspaso modificando sus presta
ciones al Estado. Una primera condición consiste en el
alza del tributo al nivel de los 7 pesos anuales exigidos
a los “agregados”. Cumplido este requisito, el curaca
ordena formalmente al nuevo agregado que cumpla con
sus servicios al Estado en el Tambo de Ocurí (proba
blemente Qulqapujyu). Lo importante —y volveremos
en detalle a las actitudes subyacentes en el capítulo
3— es que para Martín Espadero los servicios ofreci
dos al Estado lo comprometen a reconocer el status
tributario correspondiente. Así presenta formalmente
su solicitud:
“Martin Espadero, viudo de la clase de forasteros
del Aillo Alapicha. .. espongo que. .. deseando ro
bustecer el derecho de propiedad he servido 6
meses en el Tambo de Ocurí, siendo así que es
te serbicio pertenece únicamente a los agrega
dos y no a los forasteros. . . pido que se me pa
se a la clase de los agregados en mi mismo Ai
llo. . . cumplo con mi deber, pues no hago más
que aumentar mi contribución cuando antes pa
gaba veinte reales, poseyendo siempre el mismo
Terreno: el fin que me propongo es dar aumento
al Erario Nacional i nada m as.. . ”. 40
Anónimo, folleto ( 1 8 7 1 )
Finalmente,
“.. .con el propósito de interesar a la raza indíge
na en la defensa nacional, y poder contar con su
coadyuvación, que no carece de importancia, se
suspendieron las operaciones de la Revisita por
Circular de Octubre 20 de 1883”. 54
64. Ibid.
65. Ceferino Vacaflor, In fo rm e del Su bp refecto d e Chaijanta. . .
p. 12.
i
i
\
Entre tanto:
. .me concreto al trabajo de oficina, desde que
mi antecesor había formado un considerable nú
mero de procesos con un curso muy lento. . . ”. 68
8 3 . V er nota 61.
los debates europeos sobre la economía política, teñi
dos por el evolucionismo social de la época (Démelas
1981) y la realidad andina de los ayllus norpotosinos.
Empezaremos analizando las proposiciones de Narciso de
la Riva acerca del “problema indígena”, que buscaban
justificar la política liberal del gobierno en términos del
beneficio social que supuestamente significaría para los
indios.
Para el Revisitador, “la bondad de la Ley (de Ex
vinculación) es innegable”: aunque, las tierras “estatales”
se encuentran “secuestradas” por los ayllus, el Estado
—mediante “la más elevada filantropía”— ha concedido
al indio un derecho enf'téutico perfecto, y ahora ha dis
puesto la Revisita para que pueda convertirse en pro
pietario pleno, abriéndose de esta manera al “cambio,
que es el instrumento más poderoso en el desarrollo
del trabajo”. “La parte esencial.. . de la ley consiste en
la exvinculación de las tierras de orijen, con el fin de
disolver esos grupos de individuos rezagados” (los ay
llus). Esta ley es:
. .un instrumento esencialmente móvil, que se
mejante al mar produzca flujos y reflujos, con
cuyo poder el aboríjena salga de las grutas don
de habita, . se interpole con las masas ilustradas
del país, y despiérte a la vida del progreso”.
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La contribución indígena del departamento de Potosí como
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porcentaje del presupuesto total del departamento
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1917 1 7 9 .6 5 8 34 3 3 .9 3 8 6 -- 1 3 5 .6 5 6 26 5 2 6 .0 5 2 100
1918
1 3 5 .6 5 6 20 6 6 8 .3 7 7 100
1919 1 8 0 .1 2 1 27
16
__ ___ 1 3 5 .6 5 6 12 1 .1 3 2 .1 4 9 100
1920 1 8 0 .5 9 3
1 8 0 .6 7 3 .15
__ __ 1.35.655 12 1 .1 6 7 .7 4 5 100
1921
1 3 5 .6 5 6 16 8 6 2 .6 5 4 100
1922 1 8 0 .6 7 3 21
22
__ __ 1 3 5 .6 5 6 16 8 2 3 .6 2 7 100
1923 1 8 0 .6 7 3
1 3 5 .6 5 6 6 2 .2 1 3 .6 6 2 100
1924 1 8 0 .6 7 3 8
15
______ _ __ __ 1 3 5 .6 5 6 11 1 .2 0 6 .4 5 6 100
1925 1 8 0 .6 7 3
1926 1 8 0 .6 7 3 11 _____ 1 3 5 .6 5 6 8 1 .6 1 2 .0 6 0 100
1927
1928 1 8 0 .6 7 3 16 — .— — .— — .— 1 3 5 .6 5 6 12 1 .1 0 1 .8 8 0 100
1929
2 8 .1 9 4 4 7 3 2 .7 6 1 100
1930 1 3 7 .0 3 0 19
F u e n te : P r e s u p u e s to G e n e ra l d e la N a c ió n , 1879 1930. B N B , S u c r e .
N O TA : L o s d ie z m o s y la s p r im ic ia s se r e m a t a r o n en la s p r o v in c ia s , d e a c u e r d o c o n la ley d e 20 de
e n e ro d e 1900. Su v a lo r r e a l v a r ia b a d e a c u e r d o c o n " l a c a lif ic a c ió n d e la J u n t a d e A lm o n e d a s, en
v is ta de la o f e r ta y la d e m a n d a ” . E n 1912 se e s p e c if ic a q u e los c o r r e s p o n d ie n te s a la s ti e r r a s
de o r ig e n e s tu v ie ro n a c a r g o de lo s c u r a c a s . E l r e c a r g o d t ! 10% s o b r e la c o n tr ib u c ió n c o r r e s p o n
d ie n te '1a c a d a s e m e s tr e , r e p r e s e n t a u n a e t a p a de tr a n s ic i ó n h a c ia el r e e m p la z o de lo s d iezm o s
y p r im ic ia s p o r el c a t a s t r o .
teriormente controladas por los ayllus. El punto de par
tida se nos ofrece con los resultados de la primera co
misión catastral, que en 1881 entregó los dos libros co
rrespondientes a las tierras privatizadas de las provin
cias de Chayanta y Charcas. Pese a que estos libros no
sirvieron para implantar el impuesto predial, quedando
como “medidas estadísticas y preparatorias”, para nues
tros fines representan un cuerpo de información de gran
interés.
Muchas veces suele suponerse que la mayor medida
de fuerza contra las comunidades indígenas durante el
siglo X IX fue la dispuesta por el Presidente Mariano
Melgarejo mediante la venta de los terrenos de comu
nidad, decretada el 20 de marzo de 1866. Esta supo
sición es errónea. Si examinamos el cuadro 5 por ejem
plo, vemos que, fuera de los departamentos de La Paz
y Mejillones, las sumas de la venta forzada de tierras
comunales fueron muy limitadas. Las tierras vendidas
en el departamento de Potosí estaban constituidas por
las llamadas “tierras sobrantes”, o sea tierras que, no
obstante su ubicación dentro de los linderos de un ayllu,
no tenían poseedor efectivo. Estas ventas representaren
solamente el 2% del total de las operaciones realizadas
a nivel nacional.92 Además, dentro del total departa
mental, las tierras correspondientes a la provincia de
Chayanta representaban el 12.5%, es decir 0.25% del to
tal nacional. Después de la caída de Melgarejo, como
ha señalado Grieshaber (1977), las reivindicaciones de
las tierras comunales confirmadas por el Presidente Mo
rales generalmente tuvieron éxito. En conclusión, pue
de sostenerse que a principios del período de la políti-
Comu
Tierras so nidades y Valores
Departamento Provincias brantes fracciones totales
CHUQUISACA 82 12 58,096.10
LA PAZ — 109 156,436.45
M EJILLONES — 216 430,262.80
Chayanta 11 1 2,010.60
Porco 6 _ 10,988.30
POTOSI
Sud-Chichas 3 ---- 2,403.65
Cercado 3 717
(Total) 23 1 16,119.55
COCHABAMBA 27 15 55,449.95
ORURO — 3 4,840
TARATA 2 4 6,742.76
BEN I 25 — 459.20
CUADRO 6
1. PROVINCIA CHAYANTA
Valor
calculado
como por
centaje del
V alor total valor
Cantón calculado Renta anual Im puesto catas trado
Aymaya 0
Chayala — .— — .— — .— 0
Chayanta 8.580 1.212.40 97.39 1
Chayrapata 9.068.40 922.60 83.44 1
Guaycoma 98.112 7.980.72 638.44 15
Macha 113.316.20 10.267.88 820.80 17
Maragua 61.274 4.305.80 343.50 9
Moromoro 86.896.80 5.189 415.11 13
Ocurí 86.808 0.775.56 381.49 13
Panacachi — .— — ,— — .— 0
Pitantora 185.089 10.583.30 834.12 28
Pocoata 18.944.25 3.543.45 281.28 3
Surumi 0
CUADRO 7
Aymaya
Chayala
Chayanta 1 2 1 — — —
Chayrapata 5 4 — — — —
Guaycom a 3 6 1 1 — 2
Macha 171 3 2 1 — 2
Maragua 35 10 3 1 — —
Moromoro 7 14 3 2 — —
Ocurí 8 11 3 3 — —
Panacachi — — — — — —
Pitantora 29 17 6 4 1 1
Pocoata 146 2 1 — — —
Surumi
TOTALES 405 69 20 12 1 5
Acasio 85 11 1 1
Arapampa 50
Carasi y
Torotoro 12 19 5 2 2 —
Micani 21 4 — — — —
Moscarí 178 36 6 — — —
Sacacaca 186 36 3 — — —
San Marcos 6 1 — — — —
Chayanta . 3 3
Macha — 1 1
Moromoro (Ravelo)
y Tomuvo 15 69 84
Panacachi — 1 1
Pitantora y Ocurí 2 4 6
Surumi 1 1 2
Uncia — 9 9
No identificado 1 5 6
TOTAL 19 93 112
Acasio 3 66 69
Carasi y Torotoro 6 29 35
Moscarí 4 15 19
Sacaca y Caripuyo 1 23 24
San Marcos — 1 1
San Pedro 38 150 188
Toracarí 1 8 9
No — identificado 11 21 32
s o b r e la s u b le v a c ió n e n el N o r t e e le Potosí lo está p r e p a r a n d o
A b r a h a r n ¡ .u p a .
de proseguir con la reforma por “iniciativa privada”.
De ahí la elección de Julio Berdeja, propietario de Gua
dalupe, como víctima, sacrificado de forma que recuer
da el enfrentamiento entre los indios de Macha, Po-
coata y Condo, por un lado, y la Comisión enviada en
1S85 por Narciso de la Riva para cobrar el precio de
los nuevos títulos de la Revisita. Ciertas partes del ca
dáver fueron consumidas por los alzados, y el resto en
terrado como ofrenda a un cerro poderoso de la ve
cindad.111 La comunicación mágico-religiosa con el
espíritu de este cerro podría ofrecer luces insospecha
das sobre la ideología del movimiento de 1927.
Los pocos datos actualmente disponibles sugieren una
modificación muy importante en la trama de las alian
zas regionales, a partir de la Guerra Federal, contra el
Estado oligárquico de los “patriarcas de la plata” (M i
tre 1981). Si bien entre 1882 y la Guerra Federal el
enemigo principal de los ayllus fue el Estado, represen
tado por las autoridades fiscales, pudiéndose contar con
los pequeños propietarios mestizos en una lucha contra
un opresor común, en 1927 el blanco del resentimiento
indígena se desplazó hacia los terratenientes y peque
ños propiefarios mestizos, sus aliados de antaño, quie
nes ahora hacían causa común con los hacendados en
favor de la extensión de la propiedad privada a costa
de los ayllus. Los recaudadores criollos habían sido re
emplazados, desde principios del siglo, por los nuevos
“curacas recaudadores”, quienes lograron centralizar gran
parte del poder fiscal en sus propias manos como par
te del replanteo cauteloso del antiguo “pacto de reci
procidad”. Por otra parte, el avance del catastro en el
norte potosino tuvo un significado político desproporcio
1 1 1 . E n t r e v is t a c o n G u m e r c in d a B e r d e ja d e E s p a d a , e n G u a
d a lu p e ( p r o v in c ia C h a y a n t a ) , d u r a n t e a b r il d e 1 9 7 8 . G u m e r c in d a
B e r d e ja e s d e s c e n d ie n t e d ir e c t a d e l h a c e n d a d o v ic t im a d o ; e l c e
rr o b e n e f ic ia d o c o n lo s re s to s d e d o n J u lio f u e C ó n d o r N a s a d e l
c a n t ó n v e c in o d e A n t o r a .
nado en relación a sus limitados logros territoriales.
Los pequeños productores de los pueblos podían ahora
consolidar sus títulos dentro del régimen privado me
diante el pago del impuesto predial. Esta modificación
del status jurídico de los mestizos produjo una ruptura
en la alianza de ayllus y mestizos, alianza que había
encauzado la resistencia a la Revisita exvinculatoria.
L a transformación consiguiente en el equilibrio re
gional de poder desencadenó un lento proceso de arrin-
conamiento de los ayllus norpotosinos, pese a su supe
rioridad demográfica y las grandes extensiones territo
riales que todavía se encontraban bajo el régimen del
ayllu. Los aspectos tributarios del ayllu se mantendrían
intactos, como también su régimen agrario y organiza
ción. Sin embargo, la iniciativa política empezaba a
pasar a manos de los mestizos. Sólo la fuerza convul
siva del rechazo indígena contra la ruina económica y
el acorralamiento político llegaría a invertir este pro
ceso en ciertas circunstancias claves. E l “Congreso In-
digenal” del gobierno de Villarroel, por ejemplo, o la
masiva movilización en busca de un “Estado popular”
entre 1947 y 1953.
Epílogo: Los ayllus fre n te a la
segunda refo rm a agraria de 1953
Por ejemplo:
“Las comunidades indígenas son propietarias pri
vadas de las tierras que poseen en conjunto. Las
asignaciones familiares hechas en las revisitas o
las reconocidas por la costumbre, dentro de esta
Comunidad, constituyen la propiedad privada fa
miliar”. (Tit. II, Cap. X I, Art. 57).
GRAFICO 1
La tram a de parentesco en el pleito Fiqui-Salazar
1 1 7 . A r c h i v o d e l c u r a r a d o M a c h a ( A r a n s a v a ) . A g r a d e c e n '.-...
a don A gcstín C a r v a j a l e l o e n n i s o d e c o n s u lt a r e s t e A r c h i v o .
1 1 8 . Ibid.
Comando Cantonal del MNR de Macha.119 Obviamente,
el nuevo sindicalismo movimientista necesitaba mante
ner contacto con los campesinos de base mediante el re
clutamiento de algunas autoridades indígenas, aunque
éstas pronto estarían subordinadas a las Centrales de los
pueblos mestizos.
El MNR al ampliar el electorado otorgando el vo
to a los campesinos, no tardó en montar el aparato sin
dical necesario para asegurarse que los nuevos ciudada
nos votaran ‘‘correctamente”. En la región de Macha,
como generalmente en el Norte de Potosí, este aparato
fue manejado por los mestizos de los pueblos,120 y uti
lizado para ensanchar su control político sobre los in
dios de las estancias y ayllus circundantes. Al evaluar
la prepotencia mestiza frente a los ayllus, es necesa
rio reconocer que el factor subyacente fue el miedo a
que la “indiada” volviera a amenazar vidas y propie
dades de los habitantes de los pueblos. Por lo tanto
quedó descartada la posibilidad de buscar los elemen
tos necesarios para establecer una “democracia popular”
entre las autoridades tradicionales de los ayllus y, las
de las Centrales y Subcentrales, establecidas en las ca
pitales provircíales y cantonales. Esto se debió a que
no se tomó en cuenta la falta de correspondencia en
tre la jerarquía de los ayllus ( con jurisdicción “verti
cal” entre puna y valle) y la estructura administrativa
nacional.
Los dirigentes mestizos buscaron subordinar a los in
dios a la política nacional del MNR y de otros gobier
nos posteriores. También buscaron la inscripción de to
dos los campesinos en el Partido. Así, en 1961 el Se
cretario General del cantón de Macha, Hugo Reinaga,
'{
i
timiento, y prosigue al cerro de Santiago y se endereza a
Cambalachi, Chambicota, hasta el rio de Irpuma, a dar a la
angostura del Rosario donde se acaba el mojón, del cerro
de Paichicho, que hace lindero con la doctrina de Macha
y Pocoata, entra el repartimiento y prosigue por la loma a
Hiscachiri a la apacheta, donde hay sepulturas de indios
gentiles que es camino real para el Valle y se va por la
loma hasta dar a donde una cruz, enderesando por la lo
ma hasta un mojón, siguiendo por la laguna seca de San
ta Barbara, por donde se va el deslinde, se entra por Cha-
cacoro a la encañada, donde se juntan dos rios que for
man el mojón, y prosigue rio arriba hasta la capilla de San
Roque que es el mojón y sube por arriba, hasta Cutucutu-
ni y se va por media ladera de Turuquiri y sale al cerro al
to, a donde está una cruz, que acaba la mojonera de am
bas parcialidades de Aransaya y Urinsaya, sigue el repar
timiento de la loma y se endereza bajando hasta una cruz
que acaba de los antiguos que es el mojón, siguiendo por
el camino real, hasta dar al cerro de Pichiquiza, donde
endereza, que es el mojón, y pasa a una pampichuela lla
mado Tarantaran, va yendo por la encañada, sube cues
ta arriba y sale a los altos de Leoque, entra a Nacna Coro
y endereza, bajando a Torcapuri, a donde da a la peña y
Condornaza, que es el mojón, y prosigue rio abajo hasta
la punta del agua, detras de la loma por una quebrada
corta, al rio donde se juntan dos arroyos que baja de
Chayta y Llanquiri donde hace el mojón, cuyo nombre es
Crucero y prosigue abajo, hasta dar al rio grande, donde
hay un cerrillo monstruoso llamado Chuicoro que es el mo
jón Lindero de los ayllos de Majacoyana y Condata.
Señor:
El Señor Prefecto y Comandante General del Departa
mento de Chuquisaca, me ha dirijido, por el último correo,
la adjunta nota oficial, transcribiéndome la Resolución Su
prem a de 22 de setiembre último, relativa a que los indije-
nas de las parcialidades de Soicoco y Colquebamba se so
metan a las imposiciones del Correjidor de Poroma, e in
citándome a que dicte las órdenes conducentes al cumpli
miento de dicha Suprema Resolución.
Señor Ministro
L. Navarro C.areaga.
1 . ARCHIVO S CO N SU LTA D O S Y F U E N T E S
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—Sección Intendencia Justicia, año 1795.
c. Biblioteca Parroquial de San Pedro de Buena Vista, Pro
vincia de Charcas , Departamento de Potosí.
—Libro de la F áb rica de esta Santa Iglesia de San M ar
cos de Miraflores que corre desde el día siete de sep
tiembre del año de 177 9 .
d. Archivo Histórico de Potosí.
—Prefecturas D epartam entales. N " 4 0 ( 1 8 8 1 ) , N* 5 6
( 1 8 8 1 ) , N* 2 7 1 3 ( 1 8 9 7 ) , N1-' 3 0 2 8 ( 1 9 0 1 ) , N° 3029
(1 9 0 2 ), N0 3095 (1 9 0 3 ).
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gistro de propiedades, años 1 8 8 9 -1 9 1 8 .
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—Memorias de Gobierno, 1 9 2 7 -1 9 2 8 .
—Presupuesto General de la N ación, años 1 8 7 9 -1 9 3 0 .
—Memorias del Ministerio de H acienda, años 187 0 , 1880,
188 2 , 188 4 , 1886, 188 7 , 1 8 8 8 , 188 9 , 189 1 , 189 2 , 1894,
189 6 , 1898.
—Informes Subprefecturales (le C hayanta, años 188 5 , 188 9 ,
189 0 , 1 8 9 1 , 189 8 .
—Prefecturas de Potosí. Memorias e Inform es, años 189 5 ,
1902, 1 9 0 6 , 1 9 0 9 , 1 9 1 0 , 1 9 1 3 , 1 9 1 4 , 1 9 2 2 -3 , 1 9 2 5 -6 .
g. Archioo Cacical del curaca de Macha (Aransaija)
—D ocum entos varios.
Ir. Archivo de ¡a Reforma Agraria.
—Exyredientes varios.
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