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306.709.728.6
P613a Piedra Guillén, Nancy
Amor y desamor : el afecto y el poder en
las parejas de la Costa Rica urbana
contemporánea / Nancy Piedra Guillén. -1ª ed.-
San José, Costa Rica : Editorial Arlekín, 2017.
426 p.; 14 x 21 cm
ISBN: 978-9968-681-41-4
1. AMOR 2. RELACIONES DE PAREJA
3. PODER 4. COSTA RICA 5. FAMILIA
6. SOCIOLOGÍA I.Título
Editorial Arlekín
arlekin.editorial@gmail.com
Índice
AGRADECIMIENTOS 13
PRESENTACIÓN 15
INTRODUCCIÓN 19
CAPÍTULO 1
Las familias y los procesos de cambio,
los afectos y el poder 47
CAPÍTULO 2
Ser para si y ser para el otro: poder, amor y relaciones
de género en las parejas 65
CAPÍTULO 3
La complementariedad metodológica
en el estudio de las relaciones de poder en las parejas 103
CAPÍTULO 4
Dimensiones con mayor tendencia al cambio:
el afecto, el estilo de poder y el uso del tiempo libre 163
CAPÍTULO 5
Dimensiones medianamente sensibles al cambio:
vivencia de la sexualidad y formas de convivencia 221
CAPÍTULO 6
Dimensiones muy resistentes al cambio:
administración del dinero, trabajo doméstico
y cuidado y crianza de los hijos e hijas 263
CONCLUSIONES 365
BIBLIOGRAFÍA 385
Índice de cuadros
1 Nos referimos a la división sexual del trabajo cuando hablamos del tra-
bajo productivo y la discriminación de la que son objeto las mujeres por
su sexo. Por su parte, mencionamos el concepto de división de género del
trabajo o división genérica del trabajo cuando se habla del trabajo do-
méstico, puesto que lo determinante es el contenido cultural del trabajo
que se realiza en la unidad doméstica; no así, en el trabajo remunerado,
en donde el género es un factor explicativo, pero no es el fundamental. Se
establece de esta forma una diferencia entre la discriminación de sexo y
la desigualdad de género. “La discriminación de sexo se manifies a en el
hecho de que la hembras, ocupen posiciones sociales femeninas o mas-
culinas, están peor pagadas, consideradas, o tienen menor poder que los
machos en la misma posición de género que ellas” (Izquierdo, 1998: 52).
17
¡Gracias Nancy!
9. Gerardo (24) Ana (43) Sec. completa Sec. Incompleta Depend. Soda Administradora
10. Victoria (28) Carla (30) Licenciada Sec. Incompleta Jefa mercadeo Miscelánea
GRUPO 1. Seudónimo Estado Civil Años como N. de hijos Sector social Experiencias previas
pareja
Hombre Mujer Hombre Mujer
1. Celia Irma Unión libre 29 0 Medio prof. Noviazgos y Noviazgos
convivencias
2. Andés Lily Casados 8 3 de ella Medio Noviazgos 1 matrimonio
1 unión libre
3. Jorge Megui Casados 20 1 Medio prof. Noviazgos Noviazgos
4. Jesús Rina Casados 17 2 Medio Noviazgos Ninguna
5. Anabel Lorena Unión Libre 8 2 cada una Medio prof. Nov/matri/ Noviazgos
convivencia. Matrimonio
6. Mauricio Elda - 5 0 Medio prof. Noviazgos Noviazgos
7. Manuel Elda Casados 10 0 Medio Noviazgo, Noviazgos
unión libre
8. Walter Marta Casados 21 2 Medio Noviazgo Noviazgos
9. Gerardo Ana Unión Libre 3 4 (ella) 2 (él) Popular 2 uniones libre Noviazgos
10. Victoria Carla - 9 0 Medio Noviazgos Noviazgo y
convivencia
GRUPO 2. Seudónimo y edad Nivel educativo Trabajo Actual
12. Gilberto (37) Gabriel (32) Licenciado Universitario Incompleta Abogado y notario Gerente de recur-
sos humanos
13. Fabricio (36) Sabrina (28) Master Bachiller U. Prof. Universitario Manualidades
eventual
14. Lorenzo (37) Teresa (34) Sec. Incompleta Sec. Incompleta Operario en maquila Administración de
centro inf.
15. Armando (44) Rosemary (40) Sec. Incompleta Sec. Completa Carpintero Oficios domésticos
16. Pedro (35) Marilyn (33) Sec. Incompleta Sec. Completa Misceláneo “Ama de casa”
17. Camilo (46) Mercedes (42) Sec. Completa Sec. Completa Pensionado “Ama de casa”
18. Rodrigo (38) Marlen (38) Sec. Incompleta Sec. Incompleta Chofer Oifcios domésticos
19. Francisco (37) Cecilia (41) Licenciado Sec. Completa Contador público Cajera de
repostería
20. Jerónimo (36) Miriam (43) Sec. Incompleta Sec. Completa Operario industrial “Ama de casa”
GRUPO 2 . Seudónimo Estado Civil Años como pareja N. de hijos Sector social Experiencias previas
Hombre Mujer Hombre Mujer
11. Bernardo Luz María Casados 17 3 Popular Noviazgo Ninguna
12. Gilberto Gabriel 3 y medio 1 Medio prof. Noviazgos y 2 Noviazgos y 1
Unión libre convivencias convivencia
13. Fabricio Sabrina Casados 4 0 Medio Noviazgos Noviazgos
14. Lorenzo Teresa Casados 11 3 Popular Noviazgos Noviazgos
15. Armando Rosemary Casados 17 2 Popular Noviazgo, Noviazgos
unión libre
16. Pedro Marilyn Casados 14 3 Popular Noviazgos Noviazgos
17. Camilo Mercedes Casados 20 4 Popular Noviazgos Noviazgos
18. Rodrigo Marlen Casados 20 3 Popular Noviazgos Noviazgos
19. Francisco Cecilia Casados 15 3 Medio Noviazgos Noviazgos
20. Jerónimo Miriam Casados 12 1 de él Popular Noviazgos Noviazgos
45
Existe así una distribución del poder que alude a los recursos
materiales y simbólicos con que cuenta una persona, y a la po-
sición y la condición social de la misma. Asimismo, el género es
otro factor que incide en el ejercicio del poder. Al interactuar, la
relación de poder fluye entre las personas, bajo el entendido de
que en dicha relación hay asimetría, en tanto que, se cuenta con
diferencias con respecto a los recursos, historia familiar y condi-
ción socio económica, que influyen en dicha dinámica.
Por ello considerar la desigualdad histórica entre hombres
y mujeres es central, razón por la cual Emilce Dio Bleichmar se
cuestiona cómo hacen las mujeres para construir, desde una si-
tuación social absolutamente desventajosa, su “Yo ideal”, indis-
pensable para la interacción con los otros, así como en el proceso
de construcción identitario de las personas. Al respecto señala:
Las mujeres han sido consideradas los “otros”, con respecto a los
hombres, subordinando desde allí su posición. Desde la perspecti-
va de la presente investigación, toda relación entre los géneros está
mediada por relaciones de poder, ello no implica que no puedan
ser modificadas. Así lo sostiene la propuesta analítica del poder
que desarrolla Foucault en la que nos apoyamos. Sin embar-
go, hay que diferenciar entre un estado puro de “dominación”
(como por ejemplo la esclavitud) y la relación de poder que se
construye entre quien asume la actitud de dominar y quien es
dominado. La relación de poder es móvil y permite su modi-
ficación, es decir, puede entenderse como objeto de procesos
constantes de estructuración a partir de la movilización de es-
quemas específicos y de prácticas recurrentes. En tanto el sujeto
“dominado” tenga recursos que pueda emplear a su favor, que le
den un margen de acción, la relación no será de dominio total
(Foucault, 1999b).
La resistencia es fundamental para entender las relaciones
de poder entre los géneros: la resistencia permite la transforma-
ción. Desde el antagonismo de las relaciones de poder “y la in-
transitividad de la libertad, la producción de nuevas subjetivida-
des puede afirmar espacios de autonomía, prácticas de libertad,
no contra el poder, no fuera del poder, sino a través de él, en su
reversibilidad dinámica y reiterada” (Rodríguez, 1999: 195).
Foucault define el poder tomando en cuenta la resistencia
como un aspecto nodal del mismo. Al respecto indica que:
11 Varias son las críticas que se le han formulado a Foucault desde distintas
perspectivas. Unos lo critican por ser estructuralista en sus análisis, otros
por ser posmoderno y otras porque deja de lado a las mujeres. La crítica
feminista señala que la teoría de Foucault no sirve para explicar las rela-
ciones de poder de género por ser un trabajo que no se compromete con
el feminismo e ignora en muchos casos a las mujeres. A pesar de que habla
del cuerpo como un centro en el que el poder ejerce control y dominio,
no toma en cuenta que no todos los cuerpos son iguales y que, por tan-
to, los efectos del poder no son idénticos para todos los sujetos no todos
tienen capacidad de actuar y decidir, el biopoder controla todo. Desde
esta perspectiva no hay capacidad de resistir, así como la incapacidad que
tiene de percibir las injusticias (estos son algunos aspectos que feminis-
tas como Freser (1991), Deveaux (1994) y Piedra (2004) han formula-
do). Si se desea profundizar en el particular también pueden referirse a:
Ramazanoglu, 1993 y Mac Ney, 1992.
79
Así como lo han sido los cambios materiales que han per-
mitido a las mujeres reclamar la igualdad. En el nivel psi-
cológico, las dificultades masculinas con la intimidad son
–sobre todo- resultado de dos cosas: una visión cismática
de las mujeres que se debe a una reverencia inconsciente
hacia la madre y a una narrativa emocional ya caduca del
ego. En circunstancias sociales en las que las mujeres ya no
son cómplices del papel del falo, los elementos traumáticos
de la masculinidad se exponen más claramente a la vista
(Giddens, 1995: 122).
Recursos de poder
Cuadro 2
Esquema conceptual: la dualidad de la relación de poder
en las parejas
Relaciones de género y
poder en las parejas
Macrosociales Microsociales
Afectos
Historia de la persona
Poder
Recursos de poder
Simbólicos:
Materiales:
-Conciencia sobre derechos humanos
-Dinero (personal o familiar)
-Actitud pro derechos de las mujeres
-Herencia
-Participación política
-Trabajo extradoméstico
-Actitud crítica ante el sistema
-Educación y otros
- Actitud crítica ante relaciones desiguales entre
hombres y mujeres, otros
Educación
punto de vista se salen de la norma, pero ¿será que cada vez más
la diversidad tiene más presencia social?
Fue la metodología de las historias de vida directivas las
que aportaron datos indispensables para estudiar las relaciones
de género, construir el “tipo ideal de pareja democrática” y com-
prender los cursos de vida de las personas. Las entrevistas que
se realizaron estaban dirigidas para captar ciertas experiencias
o aspectos de la vida de las personas a profundidad y aunque la
información obtenida fue exhaustiva, en estricto sentido no se
trata de historias de vida. Más que analizar todos los ámbitos de
la vida cotidiana, se enfatizó en las experiencias que tienen las y
los integrantes de las parejas con el tema central de estudio. En
el proceso de análisis se puso especial atención a la trayectoria
y experiencias con respecto a las relaciones de pareja, así como
a situaciones relativas a la educación, el trabajo doméstico y ex-
tradoméstico y a la relación de pareja en sí. Para cada persona
entrevistada se hizo un “mapa del curso de vida”, en donde se
identificó la trayectoria con respecto a la educación, el trabajo
extradoméstico, el nacimiento de hijos e hijas y la identificación
en el tiempo de parejas significativas. En el mismo mapa se seña-
laron cambios, transiciones y puntos de inflexión en la historia
de cada quien. Los mapas del curso de vida, fue el instrumento
más utilizado para organizar la información de las personas en-
trevistadas. Sin embargo, la información de cada pareja fue ne-
cesaria y se utilizó en la construcción de dos matrices con infor-
mación socio demográfica. También se utilizó el instrumento de
medición del “tipo ideal de pareja democrática”, el instrumento
de los códigos, y la codificación de las entrevistas.
Por tanto, cuando se realizó el análisis comparativo de
cada dimensión, el curso de vida de las personas quedó sub-
sumido, lo cual permitió hacer ciertas aseveraciones sobre las
parejas y las personas entrevistadas. Así pues, con el empleo de
la metodología del curso de vida y los “biogramas” se preten-
dió abarcar un mayor número de personas entrevistadas, que si
utilizábamos la historia de vida como metodología de trabajo,
105
Desarrollo individual de
la agencia humana
Historia y cultura
ubicación Relaciones sociales
espacio temporal
Intersección de la edad o
periodo en el tiempo
Fuente: Giele, Janet y Elder, Glen (1987) Methods of Life Course Research.
Qualitative and Quantitative Approaches, Londres, Sage Publications, pág. 11.
108
14 Con respecto a la edad, Giele y Elder (1986) consideran que esta es una
variable compleja y que deben considerarse algunos principios como los
111
remite a una pareja que forma parte de una familia nuclear tra-
dicional, la jefatura del hogar es ejercida por el hombre y éste es
quien tiene más poder de decisión en su unidad familiar (Jelin,
1984; Benería, 1992; Chafetz, 199; Wainerman, 2000, 2002, 2005
y 2007; Cea, 2007). Sin duda hay otras formas de estudiar el tema
propuesto. Más este fue el procedimiento elegido.
El tipo ideal en cuanto herramienta metodológica sirve
para realizar comparaciones entre acontecimientos concretos
y abstractos, que se pueden enumerar y medir. Lo que permite
utilizar técnicas de cuantificación basadas en información cua-
litativa. De esta forma, organizamos la información, la seleccio-
namos, la depuramos antes de realizar el análisis de caso. Lo que
se hizo en este trabajo fue partir de la información cualitativa
de las narraciones de las personas. Posteriormente se cuantificó
las características encontradas y, en otro momento se regresó al
análisis cualitativo. Medir el peso de cada indicador permitió
observar más fácilmente cuánto se han transformado las prác-
ticas rutinizadas, al contrastar cada pareja con respecto al tipo
ideal de pareja.
Para responder al interés expuesto se realizaron varios
pasos metodológicos que a continuación se enumeran y se desa-
rrollan en el subapartado que corresponde:
1. En un primer momento se construyó un tipo ideal de pareja
democrática. La definición de la misma fue el resultado de la
revisión bibliográfica de aspectos teóricos y empíricos.
2. Con base en la definición de la pareja ideal se procedió a re-
visar y delimitar las dimensiones de análisis, cada eje de aná-
lisis se seleccionó por la importancia en el estudio del poder y
las relaciones de pareja, a su vez, cada uno contó con su propia
conceptualización.
3. Posteriormente, se elaboró el instrumento que fue aplicado a
cada una de las parejas y fue construido con base en las dimen-
siones. A su vez, cada dimensión fue desagregada en categorías
de análisis que obedecen a aquellos aspectos de mayor interés,
lo que permitió identificar la práctica de las parejas, decidiendo
119
sin que los recursos que tenga de más una de las dos partes influ-
yan en la toma de decisiones, eso es democrático.
Cuadro 3
Dimensiones presentes en el tipo ideal de la pareja
democrática
Cuadro 4
Valores para evaluar cada cada dimensión y categoría
Cuadro 5
Puntajes y porcentajes obtenidos en cada pareja con
respecto a la relación de poder en las parejas, en orden
descendente
Fuente: Elaboración propia realizada con base en los resultados obtenidos del
instrumento de pareja ideal aplicado a las personas entrevistadas.
Cuadro 6
Grupos tipológicos: clasificación de las parejas de
acuerdo con los resultados del instrumento aplicado
Cuadro 7
Tendencia al cambio; porcentaje de parejas con un
puntaje superior a 70% en las dimensiones de análisis
hay que señalar que pese a los cambios macrosociales, los cam-
bios en la convivencia remiten a un proceso de tiempo histórico
marcado por tendencias de transformación social de larga data.
Siendo que las pautas a modificar son de tipo cultural profundo.
Ello sin desmerecer los esfuerzos y las buenas intenciones que
muchas de las parejas se plantean y seguramente intentan.
El resultado de los indicadores respalda empíricamente
una de las formulaciones hipotéticas que han orientado el tra-
bajo, a saber: la existencia de procesos de cambio a pesar de que
los mismos sean lentos o no se evidencien en todos los casos y
en todas las dimensiones analizadas.
Estos datos indican que, a pesar de las transformaciones
macrosociales que se han mencionado anteriormente, en la vida
íntima las circunstancias muestran modificaciones más lentas.
Generar y consolidar procesos que modifiquen las relaciones de
género tiene sus dificultades.
Así que, con la información obtenida se establece diferen-
cias, y se clasifica las dimensiones en tres grupos. En el primer
grupo ubicamos las dimensiones más sensibles al cambio: el afecto
en la relación de la pareja, las formas de ejercicio del poder y el
uso del tiempo. En un segundo grupo ubicamos las dimensiones
que son medianamente resistentes al cambio, con un porcentaje
del 35% de las parejas analizadas (o sea siete parejas de las 20),
donde se ubica a las formas de convivencia y a la sexualidad. En
un tercer grupo de dimensiones están las que obtuvieron como
resultado un 30% o menos de parejas que superan el 70% de
puntuación. Razón por la cual se identifica como las dimensio-
nes muy resistentes al cambio. Ellas son: administración del dine-
ro y los recursos de la pareja, la participación en el cuidado de
los y las hijas y, finalmente, la distribución del trabajo doméstico.
A continuación se presenta el cuadro 8 que resume el resultado
obtenido y posteriormente se caracteriza cado uno de los grupos
tipológicos identificados.
149
Cuadro 8
Número y porcentaje de parejas con más de un 70% en
las dimensiones de análisis.
*No todas las dimensiones son aplicables de la misma manera para todas las
parejas, de ahí que en los dos últimos casos del cuadro el número de parejas
no sea 20.
150
Diplomado
Universitario
Anabel Pensionada y consultora Si
Maestría
Recursos materiales y simbólicos que inciden en
N.5 Medio-alto Si
Universitario
Lorena Pensionada y consultora Si
Maestría
Pareja Personas Nivel Trabajo Experiencia Sector Discurso de cambio
educativo remunerado * organizativa socioeconómico
Universitario Ejecutiva de banco
Elda Si
Maestría estatal
N.6 Medio Si
Universitario Consultor para
Mauricio Si
Licenciatura ONG´s
Emma Secundaria completa Recepcionista Si
N.7 Medio Si
Universitario
Manuel Profesor universitario Si
Licenciatura
Universitario Dirección ejecutiva
Marta No
Mestría en Inst. Autónoma
N.8 Medio-alto Si
Universitario
Walter Profesor universitario No
Licenciatura
Secundaria Administradora en
Ana Si
incompleta ONG
N. 9 Medio-bajo Si
Trabajador informal
Gerardo Secundaria completa Si
peq. empresa familiar
Universitaria Jefa en mercadeo.
Victoria No
Licenciatura Empresa privada
N.10 Medio Si
Secundaria
Carla Miscelánea No
incompleta
Pareja Personas Nivel Trabajo Experiencia Sector Discurso
educativo remunerado* organizativa socioeconómico de cambio
de la entrevista.
“Ama de casa”. Trabaja
Miriam Secundaria completa No
temporalmente
N.20 Bajo Si
Secundaria
Jerónimo Operario Industrial No
incompleta
161
Cuadro 10
Porcentaje que cada pareja obtuvo en la dimensión:
formas de ejercicio del poder
Sentimientos positivos
Satisfacción:
Amor:
…y ¿qué piensas sobre qué es lo que ha permitido que se man-
tenga la relación entre ustedes?
Comprensión y solidaridad:
Respeto, tolerancia:
Sentimientos negativos
Decepción:
Desánimo o agobio:
“Yo considero (ríe) que tal vez no vamos a estar mucho tiem-
po juntos. Yo he luchado mucho ya, y he perdonado mucho y
he aguantado mucho y para mi mis hijos valen muchísimo,
muchísimo porque yo he sido una persona que fui muy mal-
tratada por mis padres, y tuve que trabajar mucho para salir
adelante, yo no quiero que ellos pasen por eso.” (Miriam, tipo
4).
Inconformidad:
Ensimismamiento:
Carencia afectiva:
Miedo, inseguridad:
Intimidación:
“Una vez discutimos por un sillón … “es que usted anda bus-
cando”, me volvió a decir, usted anda buscando … buscar es
que se va a ir, pero ese día, me dio a entender que se iba a ir,
sino como que, usted anda buscando un solo pescozón, ver-
dad, y estaba aquí mi vecina, y yo me sentí como tan apoyada
por ella, aunque ella no se metió ni nada, que yo le dije, que si
él me tocaba, para eso estaba la policía, y que si él me tocaba,
yo le echaba la policía, pero él no me lo dijo de boca, pero con
los gestos, me lo dio a entender, y yo siempre me he quedado
callada, siempre, para evitar, pero me sentí apoyada por la
vecina.” (Marilyn, tipo 4).
temores (tres casos del tipo 2). En los demás prevalece la re-
sistencia a mostrar sus temores, necesidades y afecto hacia su
pareja. Desde nuestro punto de vista los hombres que empiezan
a romper con los temores relacionados a la intimidad con su pa-
reja, se oponen a los estereotipos y prototipos de lo que es ser un
hombre en la sociedad actual. Ellos dan la posibilidad a las pa-
rejas de un mayor acercamiento y realización mutua, lo que les
permiten hablar de sus temores y angustias (en esta situación se
encuentran Jesús, Mauricio y Manuel, todos integrantes del tipo
2). En cambio, Walter y Gerardo (ambos del tipo 3) ocultan a su
pareja los sentimientos de fracaso, tristeza e inseguridad que les
provoca su situación laboral, aunque ello no les impide expresar
los sentimientos de cariño, empatía y felicidad que les provoca
la relación. Este cambio que notamos en algunos hombres, nos
indica que hay patrones que se empiezan a modificar o bien no
responden al prototipo social, en este sentido la investigación
permite problematizar algunas afirmaciones teóricas sobre el
tema en particular.
Los sentimientos negativos refuerzan la relación asimé-
trica en las parejas y de esa manera, la inseguridad se convierte
en un factor que facilita y mantiene el predominio del hombre
e impide el cambio. En varios de los testimonios que reflejan
emociones y sentimientos negativos detectamos dicha actitud,
idea que se refuerza con la percepción que tuvo la investigado-
ra al observar que muchas veces las personas bajaban la voz y
cambiaban su actitud corporal al hablar de estos temas. Con su
expresión se refuerza la idea de que es un asunto delicado y que
debe de expresarse y manejarse con cuidado, para que la otra
persona no lo escuche, con independencia de que la persona es-
tuviera cerca o en la casa en ese momento.
Las emociones y los sentimientos están estrechamente
vinculados a aspectos culturales, es decir, las emociones son a
su vez sostén de las normas, las creencias y los valores sociales,
pero hay diferencias entre las normas y los valores. Elster (2001)
señala que emociones como el miedo, el temor, la angustia, son
184
las que sostienen las normas que a su vez mantienen las varia-
ciones de la conducta, mientras que los valores no se apoyan en
las emociones. Esto significa que normas sociales como las que
sostienen la relación de desigualdad entre hombres y mujeres
tienen sustento en algunas emociones (que devienen por lo ge-
neral como experiencias no conscientes) y en los sentimientos
(que devienen como tales porque somos conscientes de lo que
sentimos). Así que generar sentimientos positivos hacia la per-
sona amada, que impliquen una reconceptualización de normas
sociales basadas en la conveniencia de una relación simétrica, es
algo constructivo y necesario para generar el cambio.
Ambas partes pueden contribuir a generar emociones,
sentimientos y normas que inducen a relaciones democráticas,
lo que deviene de una construcción individual que va permean-
do también lo social. Pero lo inverso también es totalmente
viable y factible. Una sociedad que genere por distintos medios
mensajes que promueven cambios en las normas, valores, creen-
cias, conductas y conceptos “machistas” genera el desarrollo de
sentimientos que propician la equidad, igualdad y respeto entre
los géneros: “la relación entre las emociones y las normas so-
ciales es, de hecho, un camino de doble sentido. Las emociones
regulan las normas sociales, pero también pueden ser el objeti-
vo de dichas normas” (Elster, 2001: 102). Dicho esto, es clara la
importancia que personas que tienen pareja puedan transmitir
sentimientos de satisfacción. Actitud que contradice la creencia
social de que con el “matrimonio” o la vida en pareja la libertad
de las personas involucradas se ve coartada o bien, que es el “fin
de la buena vida”.
Al tener sentimientos y vivencias positivas se generan
nuevas prácticas basadas en el deseo de crear relaciones cons-
tructivas y agradables para ambos. No se trata de estar en fun-
ción uno del otro, sino en prácticas sustentadas en la igualdad.
Así que la reflexividad es un factor de peso en dichos procesos
de carácter social e individual. Pero, y el poder ¿cómo se mani-
fiesta en las parejas? A continuación se tratará en detalle, tal y
185
17 Los ítems que formaron parte de la dimensión ejercicio del poder fueron
los siguientes: 1. Ambos deciden sobre los ingresos y bienes materiales
de la pareja en igualdad de condiciones sin importar quién gana más o el
origen de los mismos, 2. Ambos deciden acerca de los bienes inmuebles,
terrenos, casas, etc. adquiridos durante la relación de pareja en igualdad
de condiciones sin importar el origen, 3. Los bienes adquiridos en rela-
ciones anteriores o bien de carácter hereditario son compartidos y am-
bos toman decisiones en igual de condiciones, 4. Ambos deciden sobre
el lugar de residencia considerando las necesidades particulares de cada
quien, 5. Ambos deciden sobre los gastos cotidianos y manejan el presu-
puesto familiar para teles fines, 6. Ambos deciden y toman acuerdos que
se respetan acerca del tipo de educación que desean inculcar en sus hijos.
7 Ambos deciden y toman acuerdos que se respetan acerca de la institu-
ción educativa de sus hijos/as, 8. Ambos deciden y toman acuerdos que se
respetan sobre las actividades extra curriculares de sus hijos/as.
188
“Si quizá sí, quizá un poco digamos, y ahí si yo creo que in-
fluye mucho digamos la diferencia de edad, porque a veces él
es muy inexperto digamos en, en las cuestiones, en las tomas
de decisiones con respecto al negocio y eso, entonces yo digo,
bueno esto se hace así y se hace así verdad (ríe) generalmente,
este, diay no, él termina por darme la razón verdad y me dice:
“...bueno hagámoslo de esta forma verdad […] él considera
que yo soy una persona con mucho más experiencia, que vi-
sualizo quizás mejor las cosas que él, yo lo he sentido de esa
forma verdad, entonces siempre termina plegándose a, a mis
sugerencias, o a veces por ejemplo, cuando él me dice: “...mira
196
Ello indica que para ambos sexos, cuando el sujeto pide algo
en forma áspera, violenta y brusca, también puede pedirlo
en forma superficial, confusa, rebuscada, sumisa, callada y
sometida. Por otra parte, una pareja con un estilo autori-
tario no tiende a ser cariñosa, afectuosa, dulce, calmada y
amable (Rivera y Díaz, 2002: 177).
Cierre reflexivo
generar auto placer; para ser para sí, para habitarlo, sentirlo y ser
habitadas por él. En pocas palabras, los estereotipos reafirman
la visión de que en el ámbito de la sexualidad las mujeres existen
para estar al servicio de los hombres. Una vez más, el común
denominador de la identidad femenina, en diversos ámbitos de
la existencia, sigue siendo una actitud altruista frente a la vida.
Persiste todavía la idea de que ellas deben reprimir sus deseos y
necesidades en función del bienestar y desarrollo de otros.
Considerando esto, interesa analizar cuatro aspectos que,
a nuestro juicio, son estratégicos en este estudio sobre la sexua-
lidad y la vivencia de cada cual con su pareja, a saber: cómo y
quién decide cuál método de planificación se va a utilizar en tan-
to que éste es un aspecto central en la vivencia de la sexualidad
de las parejas heterosexuales; grado de satisfacción con respecto
a sus prácticas sexuales –frecuencia, necesidades, deseos y tipo
de prácticas sexuales- y toma de iniciativa para la relación sexual
y valoración general de su sexualidad.
Respecto a la satisfacción con que las personas valoran
sus relaciones sexuales, las respuestas son diversas. Siete de las
20 parejas, reportan un alto grado de satisfacción en los encuen-
tros sexuales. Ello refiere a la valoración general que hace la pa-
reja acerca de sus relaciones sexuales y la forma en que se toman
las decisiones en este campo. Del análisis realizado parece deri-
varse un peso importante de las vivencias sexuales con respecto
a lo emocional: a mayor empatía emocional, mayor armonía y
satisfacción entre las partes en cuanto a sus prácticas sexuales.
Es decir, la construcción social simbólica que tiende a relacionar
sexualidad con emoción y/o con afecto es un factor que se visua-
liza en el 50% de las personas entrevistadas. De la misma forma,
aparece también la idea, de parte de algunas de las mujeres que
a veces ellas sienten la responsabilidad de tener que cumplir con
su pareja, a pesar de no sentir verdadero deseo.
Veamos primero quiénes son las siete parejas que obtu-
vieron más de un 70% en esta dimensión (o sea que tienden a in-
corporar prácticas más democráticas) y a qué grupo pertenecen.
226
Cuadro 11
Porcentaje que cada pareja obtuvo en la dimensión:
sexualidad
Los relatos anteriores, al igual que los narrados por las otras
cinco parejas que tienen una actitud de cambio con respecto a
su sexualidad, hablan de procesos personales en los cuales es
necesario distanciarse de esquemas sociales para poder disfru-
tar de la sexualidad desde una actitud crítica y activa. Se rompe
con estereotipos sociales, por ejemplo las mujeres tienen mayor
iniciativa y una posición propia y constructiva con respecto a
lo que desean, lo que les da placer. Sobreponiéndose a la forma
en que han sido socializadas, a partir de discursos maniqueos y
binarios. Como dice Ana “las malas mujeres de la calle” son las
que realizan ciertas prácticas muy gustadas por los varones pero
prohibidas con pareja. Actitudes guiadas por parámetros insti-
tucionales, basada en lo que Foucault (1992) llamó “un conjun-
to orgánico institucional”. Determinado por la órgano-discipli-
na de la institución, así como el conjunto de prácticas biológicas
y estatales que se desempeña como órgano bio-regulador. 19
19 Ambos elementos los concibe como parte del biopoder que se fundamen-
ta en dos fases de adaptación de los mecanismos de poder, dirigidos a
la vigilancia y el adiestramiento. La disciplina que se realizaba entre los
230
Formas de convivencia
Cuadro 12
Porcentaje que cada pareja obtuvo en la dimensión:
formas de convivencia
Cuadro 13
Situaciones que generan conflictos, con mayor
frecuencia, en las parejas
Por trabajo,
Por ideología,
Por dinero,
Por carácter,
Cuadro 14
Reacciones de hombres y mujeres ante
los confictos o diferencias en la pareja
Las mujeres que forman parte de las parejas con prácticas más
democráticas señalaron que el diálogo era la opción para plan-
tear las diferencias y tratar de llegar a acuerdos. En todo caso,
se plantean negociar una salida conjunta asumiendo que no ne-
cesariamente era lo que cada quien deseaba, evitando de esta
forma llegar a la confrontación. Son conscientes de que las si-
tuaciones que viven pueden implicarles malestares, pueden re-
sentirse. Pero una vez que cada cual da sus argumentos, estos se
logran asimilar;
Se podría pensar que en los casos de las parejas que tienen dos
ingresos porque ambos cuentan con trabajo remunerado, la
igualdad en el uso y la administración del dinero debería ser
igualitaria; pero vemos que no es así. La otra situación, la de las
parejas en donde es la mujer la que ingresa más, podría producir
una situación en la que ella tuviera mayor cuota de poder en su
administración y uso, pero no necesariamente es así. Son justa-
mente estos aspectos los que analizamos en este apartado: pare-
jas en donde existen dos salarios y las mujeres ganan igual que
sus esposos, otras en las que ganan menos y algunas en la que las
mujeres ganan más. Parejas en donde sólo existe un salario y pa-
rejas homosexuales en donde se dan las mismas condiciones de
mayor, igual o menor salario entre las personas que las forman.
Hipotéticamente se parte de la idea de que las parejas que
cuentan con doble ingreso tienen una relación de poder más de-
mocrática (igualitaria) con respecto al manejo del dinero y los
recursos económicos. Sin embargo, veremos en los casos estu-
diados que el factor económico es importante en la pareja, pero
no determinante ya que el afecto y los aspectos emocionales in-
ciden de forma importante en las actitudes y las conductas; y no
siempre de igual manera.
Aunque el vínculo entre las relaciones de pareja y el di-
nero no es nuevo en las investigaciones sociales, ya que desde
los años 60 con las teorías de Blood y Wolfe se inicia toda una
tradición sociológica que examina la relación entre el dinero y el
poder en el hogar (Blood y Wolfe, 1960; Pahl, 1980; Hertz, 1988;
Zelizer 1997), los estudios más novedosos y recientes, como los
de Zelizer (2009), Singly (1996b), Díaz, et.all. (2004) y Dema
268
Cuadro 15
Porcentaje que cada pareja obtuvo en la dimensión:
administración y decisiones con respecto al dinero
¿Qué explica este resultado? ¿Por qué parejas como las de Lily y
Andrés y Anabel y Lorena, siendo democráticas en la sumatoria
total de todas las dimensiones, en ésta dimensión en particular
quedan por debajo del 70%? Pero también, ¿cómo interpretar el
hecho de que Marlen y Rodrigo, pareja ubicada en la categoría
de reproductora, es decir, con prácticas muy poco igualitarias,
en ésta dimensión se ubique entre las de mayor puntuación?
Al respecto podemos decir que lo que explica este resul-
tado se fundamenta en dos aspectos: el acceso al dinero y la ad-
ministración de los gastos cotidianos. En primer lugar, con res-
pecto al acceso al recurso económico por lo general la persona
que tiene más ingresos tiende a ejercer un mayor control y poder
en el uso del dinero. Se genera una práctica menos democrática
que se denota en la toma de decisiones para su inversión, pues se
producen asimetrías incluso en el consumo de artículos y todo
ello provoca importantes desniveles en la pareja. La desigualdad
se acentúa cuando el manejo del dinero es individual y uno de
los dos tiene más ingreso económico que el otro/otra. De no ser
que se planteen romper con la asimetría de forma racional, y ge-
nerar prácticas y formas de administrar el dinero para eliminar
las diferencias, tal y como lo promueven Irma y Celia (tipo 1).
Las diferencias en los ingresos provocan una desigualdad en el
uso y gestión de los recursos. Por ello, en las parejas con salarios
273
hombre). Y cuando una de las dos personas, que son casi siem-
pre las mujeres, no tienen trabajo estable, por ejemplo venden
servicios o trabaja por horas, su ingreso es valorado como un
apoyo poco significativo por parte del proveedor principal. En
las narraciones encontramos la existencia de diferencias de gé-
nero sutiles en el manejo del dinero, en la toma de decisiones,
en el acceso y uso que cada integrante de la pareja le da. En las
mujeres prevalece un uso orientado a las necesidades familia-
res por encima de las propias, a diferencia de los hombres que
actúan con un mayor individualismo, situación que se repor-
tan en otros estudios como los de Dema, (2007), Capitolina y
otras (2004), Allmendinger (2004), Stock (2004), Wilson (2004)
y Nyman y otras (2004) han reportado en sus investigaciones.
“Lo que gano todo es para él, es que ni siquiera es para mí ..,
para Navidad que me gané como 200.000 ($400) le compré
un par de zapatos de 70.000 mil pesos ($140), un pantalón. Es
281
Lily y Andrés (tipo 2), a pesar de ser una de las parejas que tie-
nen prácticas igualitarias en otros espacios como el afectivo, el
sexual, la distribución del trabajo doméstico y el cuidado de
las hijas, muestran en ésta una mayor asimetría. La desigual-
dad proviene de la diferencia de ingresos que existe entre los
dos. Andrés logra obtener más ingresos que Lily, a pesar de que
ambos tienen sus pequeñas empresas, son autónomos. Esto, en
la práctica, provoca un gran esfuerzo por parte de Lily para
cumplir con la mitad de los gastos de la familia que a ella le co-
rresponden. En consecuencia, el dinero que le queda para sus
necesidades es muy limitado, o casi inexistente. Por el contra-
rio, Andrés cuenta con más dinero para salir con sus amigos,
pagar los viajes que realiza a Estados Unidos, para visitar a sus
familiares y hacer otro tipo de actividades satisfactorias para él.
Cuando tiene dinero suficiente hace partícipe a Lily de dicha ac-
tividad, y la invita también a paseos que organiza, de esta forma
Lily depende de la actitud de Andrés. La individualidad con que
ambos manejan los ingresos de cada cual les impide en parte,
considerar los ingresos económicos de los dos como un bien
283
escocheró algo tengo que ver como lo arreglo, o que hay que
comprar algo y yo soy la que lo compro. La ropa, los útiles
[…] Digamos yo comparto con él en término de que habla-
mos, hee, que sé yo: “...tengo que invertir en tal cosa o tengo
que, que pagar tal cuestión de los güilas...”, pero eso sale de mi
salario, yo soy la que lo cubro, diay, porque él no tiene salario
(Ana, tipo 3).
La relación que Ana tiene con Gerardo es definida por ella como
una de las mejores de su vida. Destaquemos que Ana tiene una
hija mayor de edad que nunca vivió con ella y tres hijos más;
sus hijos son de dos exparejas, con las cuales vivió experiencias
de violencia intrafamiliar. Así que su vínculo emocional con
Gerardo es fundamental, le da un valor simbólico y sentimental
que se hace sentir en la administración del dinero:
Marlen:
Rodrigo:
Los usos que hacen del dinero fortalecen aún más esta con-
tradicción entre individualización y comunitarización. El
varón alcanza las mayores cuotas de autonomía e individua-
lización en el gasto personal, mientras las mujeres subordi-
nan su consumo particular a las necesidades comunes de la
familia. Su gasto personal viene determinado por el nivel de
ingresos del varón y adopta, cuando la economía lo permite,
alguna de las señales de “consumo ostentoso” que destacó
Thorstein Veblen hace ya más de un siglo (Díaz Capitolina,
Díaz Cecilia, Dema e Ibáñez, 2004: 202-203).
Cuadro 16
Porcentaje que cada pareja obtuvo en la dimensión:
cuidado y crianza de hijos e hijas
En el caso de Marta, ella plantea que para poder obtener los lo-
gros académicos y laborales la participación de su esposo en la
atención de sus hijos, fue vital. Sin embargo, su apoyo no era
suficiente, así que decidió contratar a una señora que asumió
el cuidado de sus hijos, al menos durante los años “más duros”.
Posteriormente, cuando Marta empezó a ascender laboralmente
vino el período de desempleo de Walter, y luego empezó a traba-
jar tiempo parcial, dedicando tiempo importante a atender a sus
hijos. Esto le da a Marta una enorme tranquilidad, pues es una
descarga emocional y la seguridad de saber que sus hijos están
siendo atendidos, lo cual le permite actualmente dedicar tiempo
y energía a su trabajo y estar más tranquila que en el pasado.
Megui tenía una carrera laboral muy exitosa y había ido
a terminar sus estudios de maestría al extranjero. Cuenta que
cuando iba a ser enviada a trabajar al extranjero, a un “lugar tan
exótico” como el que ella deseaba ir hace años, a Angola, quedó
embarazada, lo que alteró todos sus planes:
Esto nos lleva a otro tema de gran importancia, que cada vez
más mujeres empiezan a plantearse ¿cómo conciliar la vida fa-
miliar y la maternidad con la vida laboral? Hemos señalado las
333
Cuadro 17
Porcentaje que cada pareja obtuvo en la dimensión:
división del trabajo doméstico
Cuadro 18
Horas semanales que hombres y mujeres dedican al
trabajo doméstico en parejas heterosexuales
“Pues sí, que venga, que corra, que limpie, porque yo viaja-
ba hasta Pavas y asumía todas las actividades, porque ¡misis!
no hacía nada aunque él dice que sí (ríe) , la aplanchada, la
lavada me tocaba a mí, y, y cuando contraté a una señora
347
“Yo hago todo a la vez, lavé trastos que tenía de anoche por-
que no quise, lavarlos anoche, lavé trastos, acomodé toda la
cocina, barrí, y lavé, en el fin de semana hay más trabajo, por-
que se me ocurre que yo el fin de semana si cambio sábanas,
y a veces lavo hasta, a veces lavo hasta, almohaditas o todo
eso, verdad, este, porque ya hago una limpieza más profun-
da porque se me ocurre que entonces ya acomodo gavetas,
eso es esporádico, pero si, puede ser, si yo tengo más tiempo,
entonces, me dedico a limpiar áreas que no se limpian todos
los días. Entre semana este, puede ser, que ocupo dos horas y
media” (Marta, tipo 3).
Fue admitida en Cornell, donde ella quería ingresar, lo que considera una
de sus mayores realizaciones.
357
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