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Arellano, I. (1995). Historia del teatro español del siglo XVII. Madrid: Cátedra.

Ignacio Arellano tenía el fin de que a través de estos dos capítulos dar explicación y

entendimiento un parte sobre construcción del ambiente de la comedia y el espectáculo pero que

es muy sustancial, y dar sus ejemplos con obras y comentarios propios de Lope de Vega que se

tratan en el segundo capítulo del texto.

En principio habla sobre el teatro como un espectáculo y la comedia como una parte de

este mismo que podría incluir otros elementos, el autor delibera sobre el proceso muy

detalladamente sobre cada uno dentro del escenario en cada sector del teatro español del siglo

XVII, además discute y explica las diferentes comedias del siglo a través de los autores que

presenta y toma a tratar como Lope de vega que sostenía una total libertad del espacio y el

tiempo, la afirmación de que lo trágico como una forma de lo cómico y de que de por si están

entrelazadas, también la sugerencia mediante la división de la obra en tres actos, todos de igual

duración dónde se pueda declarar: el asunto, el conflicto y la solución o desenlace donde

establece la estructura de la obra cuidando la terminación de las escenas, pues preserva esta

preserva la decadencia en un momento de limbo donde no suceda nada. Igualmente trata la

representación de las obras puesto que las piezas dramáticas eran usadas en el espectáculo y de

segunda mano en la literatura. El teatro en su representación constaba de un orden que era

utilizado para llamar la atención del público: entremés, jácara, germanía y una mojiganga.

Por otro lado, Arellano habla del actor como elemento crucial del teatro de aquel

entonces, pues en él estaba todo el logro de la comedia. Él tenía el deber de tomarse su papel, no

siendo una imitación sino tomando una total propiedad consigo mismo que podía lograr

armonizando el gesto dentro de la palabra y movimiento, también tenía el deber de organizar y

estructurar de forma sólida pero a la vez manipulable la representación de los textos. Continuaba

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la representación de los personajes con diferentes puntos de vista, desde los papeles más

“nobles” -dentro de la obra- hasta el más vil, pero en cada uno de ellos da un sentido de

pertenecía al papel en situación de la época que asimismo puede ser en organización jerárquica.

El responsable de la figura del autor de comedias es culminante en el desarrollo del teatro

del siglo XVII ya que aquel dirigía sobre casi la totalidad de procesos para la puesta en escena

garantizando la representación teatral y renovación del rótulo manteniendo una adaptación a sus

recursos disponibles. Respecto al poeta quien escribe la obra, esta debe agradar al público y

cuando era vendida perdía todo derecho por parte de su anterior propietario, es un gran

desencanto y sentido de pérdida, Ignacio destaca los puntos clave de cada sub-clasificación de

teatro.

Ahora veamos la vida cotidiana durante las presentaciones de las obras, Arellano nos da

a conocer que no todos los meses y días de las semana eran iguales, en ocasiones se daban “días

libres” por lutos de la realeza u otras interrupciones reglamentadas, la renovación constante de la

cartelera es crucial en esta época para mantener el interés de los participantes pues la importancia

social de estas actividades nos enseña que durante la época la economía que se manejaba dentro.

Es llamativo la forma en que el autor de este texto presenta este tipo de cosas, su importancia

para el entendimiento de los temas que trata es su alto detalle al indagar en cada pequeño objeto

que otorga su investigación.

Adelantándonos al capítulo II que habla sobre Lope de Vega nos es mostrado en el texto

centrado sobre las contraposiciones del amor y la honra, y que este último lo enfrenta contra sí

mismo pero desde un punto de vista un poco diferente, no desde la aristocracia sino de los otros

ámbitos que se contraponen: autoridad y ambición. El poeta maneja un estilo que le permite a los

espectadores de toda clase entender sus obras, manteniendo su sutil elegancia y culto que sin

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embargo carecía de “altura poética” pero que no le impidió desarrollar caracteres más poderosos

que otros como Lope de Vega o Calderón. En sus principales obras trataba desde temas

teológicos, condena eterna, salvación hasta la predestinación.

Para terminar la principal crítica que tengo sobre Ignacio Arellano es la extensidad de sus

textos que con solo dos capítulos de este texto, nos abarca demasiada información que en mi

opinión podría ser acoplada y reducida a pocas páginas pero que no perderían la validez y el

argumento de lo tratado. Otra de las cosas que podrían incomodar a los lectores sería la gran

embarcación que hace sobre la biografía de los personajes que habla, de alguna manera aburre a

un lector principiante debido a su extensidad.

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