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JAIRO HERNANDO ROJAS GALVIS

TRASCENDENTALES
PROFECÍAS
EDICIONES HOMBRE NUEVO 5. A.
BOGOTA COLOMBIA
-

APTDO. AEREO 7 5 2 ~ 4

1ª . edición :enero de 1980 México


2ª edición :julio 1986 Bogotá, Colombia

PROLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN

Han transcurrido seis años desde que se realizó la primera edición de este libro en ciudad de México, la
cual se agotó a los pocos meses. Desde. ese entonces, su contenido pasó a juicio de comprobación por
parte de los lectores. Creo que ha corrido un tiempo prudencial, que permite formarse un concepto más
claro respecto a la precisión y seriedad con que se ha escrito.
En 1980 fue leído con aire de despreocupación y de c riosidad. Y muy pocos se preocuparon por
encontrar en él realidades que abocan al hombre a pensar en un elemento tan importante como es su
procesó espiritual. Y por lo tanto fue tomado como un libro más de “profecía especulativa”. Pero en este
momento, ya no se debe tener dentro del mismo concepto.
Solamente nos basta ojear los acontecimientos ya cumpl das, como lo son, el terremoto de ciudad de
México y su crisis económica. El derrumbamiento lento pero grave de la estabilidad financiera de
Venezuela. La dramática situación política y social de Colombia, como también el clímax de violencia
de Centroamérica y el medio oriente.
No son acaso éstas, suficientes evidencias, en cuanto al cumplimiento de todas estas profecías?
Entonces, ¿qué podemos pensar respecto a lo que falta por realizarse?
No es que con ello pretenda aterrorizar a los lectores. Sólo quiero que piensen. La humanidad se
aproxima a su más caótica situación que jamás se haya presentado a lo largo de su existencia.
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Por qué entonces no hacemos un alto y reflexionamos?
Amigo lector: quiero advertirle, que para publicar este libro no fui movido por ningún elemento
especulativo, económico, y menos aún de publicidad. Si no utilizo seudónimo es porque no le temo a las
críticas abiertas o socarronas de mucha gente, estando dispuesto a respaldar a cada instante lo que está
escrito. Bien sé que todo lo anunciado se está cumpliendo y se seguirá cumpliendo.
No han faltado aquellos que de una u otra forma, han pretendido no sólo burlarse de lo que aquí se
anuncia, sino que utilizaron medios para que el mensaje no fuera conoc do. Mas el cumplimiento de
cada profecía, demostrará que los sórdidos enemigos de la verdad, recibirán el fruto agrio de su propia
cosecha.
Los acontecimientos que se aproximan son dramáticos.
Un inmaduro columnista de uno de los diarios de Bogotá, en un mordaz comentario que publicó
afirmaba:
“Libro para incautos. Se dice que el papel lo resiste todo. No creemos que tampoco quiera significar que
el lector resiste de buena gana todo cuanto se quiere estampar en el papel. Las cosas por extravagantes
que sean, tienen un límite. Aún la literatura —si así puede llamarse—, que se escribe con el único
propósito de aterrar a las gentes, como sucede con aquellos libros que persiguen un éxito de difusión a




costa de la ingenuidad de los lectores. Concretamente los libros tr mendistas. He aquí algunos de los
muchos acontecimientos narrados en los libros:
“México. Entre el año de 1980 y 1990: Crisis económica. Asesinato de un presidente. Terremoto que
destruye gran parte de la ciudad de México. Nicaragua: Desaparece la mitad de la nación a causa de un
fenómeno geológico. Francia:
Convertida en peligrosa y más grande potencia nuclear. Rusia y China: Dejarán de ser comunistas. El
Salvador: Después de su sangrienta lucha interna, se enfrenta con Honduras en una guerra sin
precedentes Colombia: Levantamiento del pueblo contra el gobierno, levantamiento que convierte a las
calles en campos de batalla.
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"Vaya optimismo, ¿verdad?”
Tomado textualmente del diario El Tiempo. Agosto 2 de
1981. Columna Cosas del Día. Página 4.
Después que han pasado algunos pocos años, al leer dicho comentario, analizamos que el
columnista no sólo demostró que la ignorancia es atrevida, sino que el incauto e ingenuo fue él mismo,
ya que si hubiera tenido un poco de prudencia, no le había dado rienda suelta a sus impulsos de criticar
y en cambio, como buen observador, debería haber esperado unos años, para de esta manera, sí emitir un
juicio más acertado. En ese momento, él se colocaba en el plano del sabelotodo. Pero, ¿ qué le han
demostrado los acontecimientos? ¿Puede negar que no se han ido realizando? Y como le aconteció a ese
periodista necio, así mismo les ha sucedido, les sucede y tal vez les sucederá a muchos otros que emitan
sus críticas antes de tiempo.
Por lo tanto amigo lector: utilice el lema del sabio: apre da a reflexionar, a esperar y sea buen
observador.
Así mismo quiero advertir, que este libro no debe ser ut lizado como un elemento de especulación,
por cierto tipo de individuos inescrupulosos, que pretendan sacar provecho de él. Porque necesariamente
ellos recibirán el fruto de su atr vimiento.
Quiero hacer notar, que como todos los acontecimientos se realizarán en un lapso de 30 años, se
hallan sujetos por lo tanto a presentarse dentro de ese período, no sometiéndose a la exclusividad de
determinado año. En nuestra época est mos acostumbrados a la precisión matemática, la cual no en-
cuadra con la realidad del tiempo.
Amigo lector: Trascendentales profecías se componen de dos partes. Esta primera comprende la
problemática social, económica, política, religiosa y de salubridad. Hay también algunos esbozos de
orden geológico. La segunda parte co prende todo el fenómeno geológico, donde se describe el
hundimiento de algunas partes de continentes y varias islas e igualmente el resurgimiento de otros.
De la misma manera se narra con más amplitud, la de trucción de algunas ciudades y todo el proceso
que presentarán .

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Los volcanes. Esta segunda parte aparecerá a su debido tiempo.
Mientras tanto, muchos de los acontecimientos aquí anunciados, habrán pasado al plano de su
realización, co firmándose la veracidad de lo escrito, hecho que le permite al lector, tener mucho más
conciencia y puntos de apoyo, para darle o restarle credibilidad cuando llegue la segunda parte a sus
manos, la cual es más dramática debido a la dimensión de los acontecimientos.
No faltarán mientras tanto los agoreros de turno, quienes con sus falsas predicciones, sólo pretenderán
conseguir pr vecho económico o renombre, causando desorientación en muchos lectores. Pero de la
misma manera, caerán aplastados estrepitosamente bajo el peso de su osada mentira y... ¡ay de ellos!
Amigo lector: lea detenidamente cada página. No escribo esto por pasatiempo y mucho menos para que
usted queme los preciosos segundos que a cada instante le brinda la vida. Lo hago porque considero que
cada quien tiene una respo sabilidad, no sólo con uno mismo, sino con los demás. Y en este instante y
siempre, su responsabilidad consiste en desc brir su verdadero estado espiritual. Si es bueno,
perfecciona lo, si es malo, corregirlo.













Mi labor estriba, no sólo en dar a conocer todos estos acontecimientos, los cuales se hallan enmarcados
dentro del plano de la verdad, sino también, en que usted se detenga, reflexione e identifique la luz que
le señala el verdadero camino.
La inteligencia nos fue otorgada por el Creador, para pensar. ¡Piense! No permita que otros piensen por
usted y actúen por usted, o si no se convertirá en esclavo del pens miento y de las actitudes y caprichos
de los demás. Y el ho bre nació libre, siempre y cuando no tergiverse la pureza de esa libertad.

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EL AUTOR
Bogotá, abril de 1986

Ya se están cumpliendo las profecías de este


libro
¿A qué se aproxima entonces
la humanidad?
INTRODUCCIÓN

CONSIDERO indispensable despejar una serie de i cógnitas y enormes dudas que han podido quedar, con
la lectura del libro SUCESOS DEL FUTURO, ya que la m yor exigencia de nuestra época, es conocer
perfectamente la procedencia de lo que llega a nuestras manos para evitar el avance de la confusión
reinante.
Desde ningún punto de vista, el hombre debe digerir libros y libros, sin llegar a un análisis perfecto de
lo que ellos encierran y hacia dónde conducen. Especialmente, sobre un tema tan delicado como el que
trato en SUC SOS DEL FUTURO.
Es indudable que muchos lectores lo hayan tomado como un libro más mostrándose completamente
escépticos ante las realidades en él expuestas y más aún, por el estilo en que éste se halla escrito.
Considero que ese escept cismo es benéfico en la mayoría de las ocasiones, convirtiéndose en una pared
de protección, que evita caer en las redes de la más grande confusión.
El defecto de muchas personas consiste en aceptar las cosas tal y como llegan, transformándose en
una simple marioneta, con la cual juegan aquellos individuos, que sólo quieren sacar provecho propio,
de las mentalidades, que no tienen ninguna clase de estructuración. Esto hace que vivan como barco a
la deriva, al vaivén de la incert dumbre, al descubrir que muchos hechos que consideraban.

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ciertos, se desvanecen aumentando su inestabilidad. E tonces el vacío sobre la verdad aumenta. Muchos
se vue ven fanáticos llegando hasta el lamentable extremo de entregarlo todo a cambio de nada; otros se
despersonal zan, para quedar reducidos en guiñapos de una civilización alocada.











Recomiendo, muy especialmente a los lectores, que cabeza fría. cada día abran más los ojos y aprendan
a reflexionar con La esencia de la vida no se encuentra en acogernos a lo que primero nos digan, ni a lo
que parezca más hermoso, sino que ésta se constituye en una permanente vos qu da, que nos conduce
imprescindiblemente al camino, de la VERDAD.
Hay que atravesar primero muchas etapas y la mejor escuela del mundo es la vida. Tal vez, cuando nos
enco tramos seguros de alguna cosa, en el futuro descubrirnos que esa seguridad estaba mal fundada.
No se debe ser fanático de nada, porque el fanatismo es oscuro, e imprescindiblemente, nos conduce
lejos de la realidad; después cuando se despierta, se siente la angu tia y la culpabilidad del error.
Cada idea nueva que va apareciendo, hay que examinar, sin colocarla a nuestro favor, ni tampoco
rechazarla sin saber nada de ella; todo esto forma parte de la exp riencia.
La política y las religiones, tienen que enseñar al ho bre tarde o temprano a convertirse en un individuo
prev sivo, audaz y reflexivo, que permanece siempre alerta.
¿Por qué? Simplemente porque la política y las religi nes están llegando al clímax de su
descomposición, le están enseñando que, simplemente es un instrumento de inicua e imperdonable
explotación del hombre por el ho bre.
Política y religión son elementos sectarios, que han mantenido la mente reducida a su más mínima
expresión,

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utilizando con la sensibilidad humana, hasta desaparecer mediante la personalidad del hombre. Es
decir, le robado a través de siglos su integridad, dejándolo convertido en un harapo. Un harapo que
sigue a ciegas todas instrucciones que se le dan, teniendo que digerir lo que ha ordenado, y aceptando
lo que lentamente se inculca en la mente.
Amigo lector: ¿Acaso a usted no le ha sucedido lo mismo-¿Verdad que sí? Tal vez, en muchas ocasiones
ha procurado buscar la VERDAD, pero en la mayoría de los demás se le ha entregado completamente
tergiversada. De acuerdo al gusto de ‘los demás; de acuerdo a una preferencia ajena a la real.
¿No le gustaría ser un individuo diferente? No hay que ir tan lejos a buscar la VERDAD cuando ésta se
encuentra dentro del individuo mismo. Ella está con usted; pero es necesario buscarla poco a poco’ y
con decisión.
Entonces, si le ha puesto objeciones al libro, SUCESOS EL FUTURO, no interesa; cuando existen
muchas y con ¡transcurso del tiempo se encuentra la VERDAD, es más meritorio.
Y tal vez, el presente le Pueda parecer fantástico, un pato de ciencia-ficción o algo por el estilo, pero lo
narrado la máxima fidelidad y como ha de suceder exactamen e el futuro.
La mente del hombre es rica en ideas y en creación; y está en capacidad de proyectar imágenes.
Con el transcurso del tiempo y la experiencia, el ho bre aprende a diferenciar todas estas situaciones,
que lentamente le van abriendo un nuevo horizonte, demostrando cada paso, que existen cosas
grandiosas, pero que debido, a nuestra ignorancia no logramos descubrirlas.
Muchos consideran que esto es un medio de escapis o, o una “fuga”, como lo denominan los sicólogos.
No hay necesidad de llegar a esos estados tan lamentables de la mente, donde en lugar de encontrar
“luz”, oscurecemos

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Más nuestro camino, atosigados por la angustia, y por el asfixiante ambiente en que vivimos. No es raro
encontrar individuos en nuestro recorrido que acosados por un cúm lo indescifrable de conflictos nos
comentan a diario, “que se les presentó la virgen, el ángel salvador, o en la may ría de los casos, uno de
sus familiares muertos que viene a darle una solución a sus innumerables problemas.
Es indiscutible que la angustia o el fanatismo, abocan al individuo a cualquiera de estas circunstancias.
Reca carnos que es necesario andar con mucho cuidado, con el propósito de evitar una lamentable caída.
El hambre, ‘nata estar en perfecta armonía, debe permanecer en comunión con los dos mundos a que
pertenece: al del espíritu y al de la materia.















El leer Trascendentales Profecías, le sirve para pensar más y no esperar cruzado de brazos a que
sucedan los acontecimientos, sino que lo ayuden para convertirse en un hombre de acción. Que
aprenda cada vez más. Que el mundo aún no se acaba, pero si, nos espera una serie de’ buenas
lecciones, que a punta de fuertes golpes, nos van a conducir a la reflexión.
La VERDAD está dentro, de usted mismo, no acepte todo le llegue a sus manos; aprenda a diferenciar.
A la VERDAD sólo se llega a través de la búsqueda, y en la mayoría de las ocasiones tarda muchos
años. Analice muy bien este nuevo libro. Tal vez no lo comprenda ahora en toda su plenitud, mas
llegará el momento, en que desc bra su importancia.
Cuando el hombre encuentra la VERDAD, se convie te en un individuo completamente libre. Y cuando
busca la SABIDURÍA se libera de todas esas cadenas que por muchos años lo han mantenido prisionero,
en la más depl rable de las circunstancias. Entonces, aprenderá a pensar y a sentir, al mismo tiempo,
dentro de un plano más pe fecto. De esta manera podrá compartir y entender perfe tamente todo lo que
se ha escrito. La mente de Dios es

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Infinita. Y para llegar a una comprensión de ella, el ho bre, necesariamente tiene que ascender. Por eso
lo que hoy es incomprensible para muchos, en el mañana, será un hecho de comprobada trascendencia.
Levante la cabeza; libérese de ese yugo al cual lo han sometido.
¡Sea usted! No dé grandes pasos, hágalo con pasos cortos y seguros.
¡Descúbrase, penetre en sí mismo, y cuando se halle, comprenderá que realmente había sido un objeto!

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BÚSQUEDA Y CONOCIMIENTO DE MI MISMO

CUANDO RECORRO las calles, observo el triste panorama de la multitud que va y viene. De esos
innumerables seres convertidos en autómatas de una civilización que poco a poco los destruye.
Esto me conduce a pensar sin temor a equivocarme, que el noventa y nueve por ciento de las personas
que pasan por este planeta, no han logrado aproximarse, a la concepción real, del por qué de su
existencia.
Simplemente, todo se reduce a nacer, crecer, y apre der a medias los conocimientos que sirven para
ubicarse dentro de un medio ambiente, para ganar la batalla de la subsistencia; luego, ver crecer una
familia, por último v getar y morir. Este es el plan trazado por la mayoría de los seres. Realmente, ¿en
‘eso se encuentra la esencia de la vida? ¿Consideramos que lo poseemos todo cuando somos buenos
ciudadanos, buenos trabajadores y asistimos reg larmente a los oficios religiosos?
Hoy observo todos esos formalismos y comprendo con indecible tristeza, que el hombre se encuentra
muy lejos de la auténtica realidad por la cual ha sido creado. Existen infinitas maravillas a su alrededor
y un cúmulo de conoc mientos, que por ignorancia no ha querido conocer.
Desafortunadamente estamos acostumbrados a palpar-lo todo; a observar que todo tiene una
forma y una consistencia; pero, existen infinidad de formas y mundos, que el hombre y sus
máquinas no han podido conocer.
Sin duda alguna, se está perdiendo una gran oportun dad. Ni es todo lo que observamos, ni todo lo
imaginamos

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lo que se encuentra a nuestro alrededor. El ser h mano escasamente observa un pequeño porcentaje de
las cosas que le rodean. Lo demás permanece oculto, para serle entregado al ascender cada peldaño en
su ansiosa búsqueda de la perfección.
Y yo, como todos los seres humanos, he pertenecido a las aguas de ese profundo río indiferente y
espantosame te violento.














Pero afortunadamente después de muchos años de estar participando de ese ir y venir, sin ningún
fundame to, a raíz de la soledad infinita que proporciona un mundo interior vacío, pensé que la
existencia del hombre debía de tener un lazo que le uniera entre la materia y el Esp ritu Supremo de la
creación. Y hoy, estoy convencido que el hombre no es el fruto de una simple coincidencia y menos aún,
la resultante del azar.
El hombre no se resume a nacer de la materia y volver a la materia. No se resume a vivir, observar y
morir. De ahí, que inicié la búsqueda. Una búsqueda que me ha llevado muchos años, pero que desde
ningún punto de vista puedo afirmar que ésta haya sido infructuosa.
Descubrí que lo primero que tenía que hacer era lib rarme de los prejuicios religiosos. Porque la
religión católico me tenía atado a todos sus compromisos, los cuales se habían convertido en un
obstáculo para descubrirme; a no estar obligado a ir a misa los domingos, a confesarme y a comulgar,
porque si no lo hacia, me condenaría etern mente. ¡Qué ironía; de cuántas cosas se vale una iglesia
para atemorizar a sus creyentes! Me producía pavor inde criptible, el pensar en ese fuego calcinante, de
donde ya nunca saldría si llegaba a caer en desgracia, de morir sin confesión, y de encontrarme con
Satanás y su tridente, cuidando celosamente a sus amargados súbditos, en medio de un rechinar de
dientes y de interminables súplicas que ya nadie escucharía.

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Observé por un corto tiempo otras sectas; éstas se red cían a conocer La Biblia de extremo a extremo y
recitar ‘como loros los distintos versículos. A más de eso, todas las posas de la Tierra se convertían en
pecaminosas y para colmo, transforman a los creyentes en fanáticos; aband nando éstos, en la mayoría
de los casos, su trabajo por ir predicar. Otras sectas, llegan al colmo del misticismo tanto, que en
cualquier momento, uno de los asistentes c mienza a ver irreales apariciones de cualquiera de los
santos de su predilección.
Sin embargo, me encuentro agradecido de todas esas religiones.
¿Por qué? Porque debido a ellas, a sus cosas positivas negativas, he podido incrementar con más
asiduidad la búsqueda. Sin ellas, tal vez me hubiera sido difícil. Considero que es necesario pasar por
todas estas etapas; incluso por la del materialismo ya que, de cada cosa apre da extractar lo positivo.
No obstante, a todos los descubrimientos que he llega y que yo no he sido el único, considero que el
camino recorrer es bastante largo y se necesitan siglos de exi ncia para conocer toda la inmensidad
que Dios ha puesto a nuestra disposición, pero que desafortunadamente, él -
material en que nos desafortunadamente y el indecible atr so de las iglesias, ha sido una de las
causantes de la ign rancia.
Comentando estos tópicos, con miembros de diferentes religiones, consideran egoístamente que cada
uno de ellos e la Verdad, no aceptando por lo tanto muchas incisiones para orientar de una manera más
práctica a los orientados creyentes.
Y si llegamos al campo de la ciencia, es mayor el escepticismo.
Pero es realmente hermoso y necesario pasar por todas etapas. Así se llega a la completa convicción de
las cosas.

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Hoy ya no me aterran las bárbaras amenazas sobre el infierno, ni el estar fuera de una religión, ni
muchos co ceptos que me ataban fuertemente a la ignorancia.
Considero que, otros como yo, que han llegado a todas estas conclusiones, se sienten completamente
libres y más aún, felices, por descubrir ese compromiso que se tiene con la Suprema Realidad del
Universo.
Cuando el hombre descubra que Dios ha colocado en cada uno, la Suprema Fuente de la Sabiduría, no
se nec sitarán las religiones. Y el hombre de este planeta debe llegar a ese estado de conciencia.
Será un trabajo largo, que cada uno debe iniciar desde ahora mismo.
Bien decía el Maestro Jesús: LA VERDAD OS HARÁ LIBRES.














í­

Yo sé que ahora en adelante, no se le hará tan extraño el pensar que el hombre de la Tierra puede tener
comun cación con entidades superiores.
No se necesita ser místico para llegar a ello. No se n cesita ser santo. Sólo es necesario mantener
equilibrada la mente y el cuerpo, con la Suprema Fuerza de la Creación.
Y todo lo tenemos a nuestro alcance.

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II PRIMER ENCUENTRO

PRIMER ENCUENTRO

En muchas ocasiones, aunque en silencio, me atemoriz ban las proyecciones que veía sobre el futuro.
Más aún, porque los sucesos se realizaban a escasos días, o peor aún, a escasas horas. Siempre al
hombre le intriga el futuro. Muchos lo hacen averiguando a través de las cartas, de la taza de chocolate,
del cigarrillo o de la bola de cristal. Nunca me llamó la atención ninguno de estos medios.
Yo quería ascender. No deseaba conocer el futuro, sino encontrar una puerta que mé condujera al
conocimiento de las cosas de Dios.
Pero, primero tenía que llegar al descubrimiento de mí mismo.
Porque, si no conocía mi mundo, ¿cómo podría llegar al conocimiento de uno superior?
Después de haber pasado por una mediana opulencia ec nómica, mi mundo cambió bruscamente. De
una amplia y soleada casa, situada en uno de los mejores barrios de una ciudad costera, pasé a una
humilde choza, donde no había agua, luz eléctrica, baño, y la cocina solo la componía tres grandes
piedras ahumadas y cargadas de ceniza.
Una viejita pequeña, delgada, de rostro arrugado y quien siempre se cubría sus blancos cabellos con un
viejo sombrero de fieltro, sucio y otro, me acompañaba permanentemente. Cojeaba a cada instante, a
causa de una caída que había sufr do cuando joven.
Ella me hablaba largo rato en las tardes. Me comentaba de su juventud, de sus hijos que la habían
abandonado, en compañía de uno que era el que la ayudaba. Este sufría de trastornos mentales y había
estado en dos ocasiones recluído en un sanatorio. Por ese entonces no le habían vuelto las crisis, a las
cuales yo les temía, ya que según me comentaban, todo lo que encontraba en su camino lo destruía.
Ah duré seis meses. Seis meses en los cuales me pregunta* a diario, el por qué diablos había buscado
semejante residencia.

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¿Acaso no eran mejores las comodidades que antes tenía? Fue una situación que por mucho tiempo no
logré explicarme. Sólo después supe que eso hacía parte de una etapa por la cual debía de pasar.
Allí, en aquella soledad y en medio de tantas privaciones aprendí a reflexionar.
Un año más tarde comencé a padecer la gran angustia de ver muchas cosas del futuro. Sentía mucho
temor. Prefería esperar a que éstas sucedieran. Cerraba los ojos y en el entr cejo se comenzaba a formar
las imágenes.
Esta etapa duró escasos cinco meses. Después pude resp rar con alivio, ya que esas mortificantes
proyecciones ya no me molestaban. Mientras tanto, a pesar de la incomprensión de mi familia, seguía
obstinado en la búsqueda de la VE DAD. Devoraba todos los libros que llegaban a mis manos. De cada
uno fui tomando, lo que creía me daba una enseñanza.
Pasados seis años de haber tenido las primeras experie cias de precognición y de pasar una serie de
pruebas me e contré con el Maestro. En ese instante en mi entrecejo apareció una gran figura, casi
transparente, vestido con una túnica blanca y brillante, con bordes dorados. A simple vista medía uno
con noventa. Robusto, rubio, de barba bien cuidada, no muy larga. Ojos azules casi transparentes. Me











miró fijamente. Su mirada me heló la sangre al mismo tiempo que sentí un ligero mareo. Mi corazón
palpitó con más violencia. Y su pensamiento de trueno me dijo que volvería, para anunciar m chas
cosas que le esperaban al planeta. Sentí temor en ese in tante y al mismo tiempo admiración.
Después desapareció de mi entrecejo la imagen. En esos momentos recordé, cuando veían ciertos
sucesos próximos, que se presentaban con absoluta precisión.
Aun sin abrir los ojos, mil preguntas asomaron a mi me te. ¿Era esto el proceso de una sugestión? ¿Era
una alucin ción? Abrí los ojos. El mundo que me rodeaba me parecía mucho más grotesco. Y mi cuerpo,
desagradablemente pesado y demasiado denso.

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Todo lo que había visto en escasos segundos, estaba r deado de un halo de exquisita sutilidad.
Siempre puse en tela de juicio todas estas cosas. No ob tante comprendí que todo ello era una
extraordinaria real dad, lo que me condujo a pensar que el hombre se encuentra bastante lejos de
reconocer sus maravillosas capacidades, y más aún, llegué a la confirmación una vez más, que no somos
los únicos en todo el universo, como orgullosamente y con atrevida ignorancia los proclamamos. Antes
bien, pertenec mos a un número más, de los tantos millones y millones de incontables seres que
formamos parte del universo, pudiénd nos clasificar perfectamente dentro de los más atrasados.
Fueron pasando los días. Después absolutamente nada se insinuaba. Yo proseguía mientras tanto mi
camino como un observador acucioso de las miserias humanas, procurando descubrir más las incógnitas
de mi mundo, para más adelante, lograr penetrar en el de los demás.
A diario encontraba, y hoy sucede lo mismo, individuos que• viven en medio de un oscuro formalismo,
con el único fin de cumplir un requisito: caminar de la mano con la exi tencia, hasta que benévolamente
la muerte descargue su mano como una bendición.
Y las miserias humanas penetraban hasta lo más profundo de mi ser.
Una vez un médico comentaba, mientras hacíamos un exhaustivo análisis respecto a las condiciones de
salubridad de las personas más pobres.
Y tú no te traumatizas viendo tantos seres en estados tan deplorables que ya no pudiéramos llamar
individuos, sino simplemente desechos humanos? Yo me deprimo cuando llego a los hospitales y veo
incontables enfermedades que se hermanan con la ignorancia y la pobreza. Por eso, en la may ría de las
ocasiones yo prefiero eludir la consulta en esos .sitios.
Y si uno no se compromete con los oprimidos por las enfermedades, la pobreza y la ignorancia, ¿quién
lo hará entonces?

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El me miro. Buscó un momento la respuesta y luego m sitó entre dientes.
Otros. Esta es la respuesta que he venido escuchando desde hace mucho tiempo. Todo se lo dejamos a
otros. ¿Cuáles otros? ¿No somos nosotros los responsables? Los días seguían transcurriendo.
Transcurrían los meses.
Me mantenían a la expectativa. Nada importante sucedía. Las dudas me invadieron acosándome día y
noche. ¿Todo había sido una simple ilusión? Aunque guardaba prudente silencio, la incertidumbre me
asediaba.
Muchos años estuve escudriñando entre lo que era la real dad y la fantasía. ¿Acaso todos esos años
habían servido de nada? ¿Acaso la experiencia no era lo más importante? ¿Acaso el subconsciente
todavía me podía jugar una mala pasada?
Lo que había visto era una realidad. No podía equiv carme. Sé que todos los seres humanos somos
susceptibles de equivocarnos.
Sé, que debido a una necesidad, se puede crear una mit manía. Eso lo pude estudiar en muchos
individuos. No en vano recorrí las distintas etapas de los “estados religiosos” y de los diferentes credos.
Años atrás viví en permanente comunicación con una gran cantidad de personas, que se consideraban
médíums de incontables espíritus. Yo estuve dentro de ese círculo. Recorrí aquí y allí sus distintas
manifestaciones.
Descubrí que allí gran cantidad de enfermedades. ment les, frustraciones, ignorancia y caprichos, se
acunaban.

















En lo que se denominan las sesiones de espiritismo, hallé farsantes, místicos y una gran cantidad de
enfermos, esp ranzados en una cura milagrosa que nunca llegaba. Los ritos y los cantos invadían el más
mínimo rincón de aquellos sitios. El fanatismo en su clímax, se apoderaba de todos esos cr yentes, hasta
hacerlos caer en el ridículo de la despersonalización.

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. Me daba tristeza el pensar la tremenda equivocación de aquellos individuos. Me daba tristeza al verlos,
cómo se ref giaban en las necesidades creadas por ellos mismos.
Sin embargo, estas etapas me sirvieron de fundamental experiencia para llegar a la comprensión de lo
que es el hombre.
De esos mundos tan varidos que va formando, a los cuales les da vida día tras día, hasta encontrarse
envuelto en su maraña, de la cual sólo a raíz de un profundo y concienzudo análisis puede salir.
Y pensar que todo esto va transmitiéndose de generación en generación, cada una de ellas en un mayor
grado de dec dencia.
Estoy absolutamente convencido de que sólo tropezando con el error podemos llegar al descubrimiento
lento, pero seguro, de la Verdad.
De ahí que a raíz de esas experiencias acumuladas dura te muchos años podía sentir la agradable
sensación de lo que es la realidad. Aunque día tras día mientras más se avanza, se hallan cosas nuevas y
maravillosas que nos hacen comprender que entre más descubrimos, se nos muestra más la ignorancia
en la cual permanecimos.
Y para estas cosas es necesario tener muy bien puestos los pies sobre la tierra.
Pasaron ocho largos meses.
Todo era silencio. No insistí más en ello. Sabía que la i sistencia creaba ilusiones, Y no estaba dispuesto
a engañarme y mucho menos, en un mundo tan confuso, engañar a nadie.

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III SEGUNDO ENCUENTRO


III

SEGUNDO ENCUENTRO
Después de varios meses dentro de mi pecho comenzó a golpear el aviso y en mi mente a repicar la
fecha y la hora.
Nuevamente aparecía la señal. Era verdadera. Sí, era verdadera.
El entusiasmo invadió hasta la más mínima célula de mi cuerpo.
Por mis venas corría un río de esperanza.
Ya estaba completamente seguro. Transpiraba felicidad y paz infinita por todos los poros en ese instante.
Observaba los transeúntes, los edificios, el cielo profundamente azul, con sus blancas nubes que
dibujaban figuras de ancianos con barba. En ese momento me parecía todo menos ingrato.
Su figura había quedado perfectamente grabada en mi mente.
Era de los pocos acontecimientos que guardaba como una auténtica reliquia.
Llegó el día fijado. El reloj marcaba las once de la mañana. Acodado en un escritorio, hundí mi rostro
entre las m nos. Cerré los ojos y me coloqué a la expectativa. Alejé todos los pensamientos de mi mente
y la dejé en blanco como una pantalla de televisión encendida a la espera de una imagen.
Cinco.., seis.., siete... diez minutos aproximadamente. Luego de una prolongada espera comienzo a
sentir como si me hallara ascendiendo por el espacio con velocidad vertig nosa, la cual trata por el
comienzo de producirme un indec ble vértigo. El espacio inmenso que veo en la pantalla de mi entrecejo
tiene un color violeta indescriptiblemente intenso y brillante. Luego pasan por junto a mí, figuras que
semejan grandes aerolitos los cuales cruzan a una velocidad incalcul ble. Aún no sé explicar si era mi
mente la que iba a gran v locidad dentro de ese infinito espacio o esos enormes bl ques, los que
pasaban junto a mí en su fugaz carrera.













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Una espantosa sensación de vacío se apoderé de mí. Abajo, arriba, a los lados, veía un interminable
espacio. Sentía que avanzaba, que una fuerza extraordinariamente superior me dominaba
absorbiéndome. El espacio color vi leta aumentaba su indescriptible intensidad. En ese instante no
trabajaba mi pensamiento. Sólo permanecía abstraído en la observación de ese mundo tan distinto y
asombroso por el cual me deslizaba..
Después de unos minutos, o segundos, calculo yo, porque en ese momento perdí la noción del tiempo,
comencé a ver en la distancia una luz que nunca he podido ver aquí en la tierra.
Y proyectado ya, en medio del círculo luminoso exte diendo sus brazos apareció el Maestro, vistiendo
una túnica blanca que le llegaba hasta los pies, con bordes dorados. Su cabello rubio como finísimos
hilos de cristal se recogía en pequeños bucles sobre la nuca. La piel de la cara era blanquísima y una
barba bien cuidada e igual a los cabellos bordeaba su rostro. Sus pobladas y casi transparentes cejas,
formaban una perfecta armonía con la barba y el cabello. Bajo las arqueadas cejas, unos ojos
profundamente azules de mirar escrutador y casi transparentes como la piedra más preciosa. Bajo su fina
nariz una boca armoniosa, de labios delicados aunque ligeramente pálidos. Sus brazos est ban
extendidos y las palmas de las manos parecían casi i perceptibles hallándose abiertas, formando un
abanico con sus dedos, de los cuales salía una luz intensa.
Me sentí en un mundo muy distinto. En una región do de la mente humana no alcanza a percibir en sus
limitadas excursiones toda la grandeza de otros mundos.
Aunque lo veía aún lo consideraba lejano. Me parecía demasiado sutil y prácticamente fantástico. No le
encontraba a su cuerpo la consistencia y el volumen del nuestro, que le permitieran darle una proyección
real. Aunque bastante alto e imponente, creí que su figura podía desvanecerse en el espacio.
Nunca había concebido que pudiera existir alguien con estas formas tan delicadas y al mismo tiempo tan
reales.

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Estaba abstraído en su contemplación. Me sentí allí como una presencia, mas no como una forma. De
repente él, sin mover sus labios, hizo tronar su pensamiento.
Decía: “Después de muchos siglos me hago presente nuevamente con el propósito de enviar un
mensaje a los hermanos que han olvidado Los principios fundamentales que los identifican con su
-~

Creador.
“Mi mensaje será tajante porque ahora esa humanidad necesita de unas palabras. más recias y de unas
acciones severas para que puedan comprender que hay alguien, a quien le deben obediencia y respecto.
“Este mensaje será transcrito tal y como yo lo digo. Lo pueden tomar como un proceso de mentes
alucinadas, o del rios místicos, o simple especulación. Porque el escepticismo ha llegado al máximo y se
considera que ya para esta época seres de etapas más avanzadas no se comunican con sus hermanos.
Mas, cuando comprendan la ATERRADORA VERDAD DE TODO LO ANUNCIADO, PRENDERÁN
A NO INSUBORDINARSE Y DESEARAN QUE NO SE S GAN CUMPLIENDO NINGUNA DE
ESTAS PROFECÍAS.
PERO YA SERÁ TARDE. LA HUMANIDAD DE LA TI RRA ESTA INICIANDO SU PROPIA
SACUDIDA.
“Es natural que en este momento sientas confusión al yerme, pero para generaciones futuras este hecho
no será insólito sino más bien habitual. El hombre posee incalcul bles capacidades y en este
momento, después de haber des rrollado en tí la capacidad de protección, simplemente la estamos
utilizando”.
Su pensamiento iba quedando grabado. Pensaba con tanta vehemencia, que yo mismo me sentía
un gusano en su presencia. En ese instante comprendí, mucho más, que nosotros los hombres, quienes
nos consideramos la máxima creación del universo, somos únicamente corpúsc los, los cuales nos
acabamos de empequeñecer ante el aplastante peso de una vanidad mal fundada.
Aquel gran Maestro, que me escrutaba con su profunda mirada azul, me hacía pensar que ellos con toda
su sabiduría,




















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miraban con mas respeto al gestor de toda la creación. Y debido a la sabiduría imperante tienen pleno
conocimiento del equilibrio que debe existir respecto a todo lo que les
o rodea.
Me sentí muy feliz y al mismo tiempo aturdido.
Era tan grande la fuerza que despedía, que mi cuerpo mental se sentía sacudido ante el permanente
impacto de su vibración.
“Es necesario que se enteren de todo. Los sistemas en la Tierra siempre han fallado. Por lo tanto,
todas las cosas que verás en el tiempo presente serán los hechos más trascende tales del futuro. En este
trabajo emplearemos varios meses. Será un trabajo de gran responsabilidad”, afirmó.
Su figura se fue desvaneciendo a través de una especie de neblina que lo iba absorbiendo.
El esplendor aumentó con asombrosa intensidad tiñe do con su argentado halo el lugar donde él
había estado.
Luego sentí nuevamente que me deslizaba a través de un enorme vacío.
Abrí los ojos.
Todos los colores y la luz que me rodeaban, me pareci ron mucho más opacos.
No tenía punto de comparación en cuanto a lo que había visto.
Una paz infinita me embargaba.
Analicé durante varias horas las palabras que habían quedado grabadas. Analicé muy detenidamente el
texto del mensaje, y lo que él pretendía.
Tuve quince días para reflexionar sobre lo que había dicho.
MI conjeturas me hice.
Y me preguntaba día y noche sin poder dormir: ¿Por qué a mí? Era una incógnita que deseaba despejar
cuanto antes. Quería estar completamente seguro de todos estos acontec mientos.
¿Por qué a mí? Me asaltaba a cada instante el enigmático interrogante.
Sabía perfectamente que una cosa es la fe y otra los h chos. Porque se puede tener fe ciega en todo lo
que se ve y se

42
oye. Pero era indispensable averiguar la verdad de todo. No podía aceptar las cosas tal y como llegaran.
Tenía que enco trar el punto culminante de los hechos. Estar convencido de que lo que estaba
recibiendo era auténtico. No quería eng ñarme ni engañar a nadie.

De esta manera, conferencia tras conferencia se iban decl rando los puntos oscuros. Era
indispensable el severo análisis.
Sabía por experiencia, que él no era una creación mental, sino que se constituía en un hecho real, de
enorme trasce dencia.
“El propósito fundamental es orientar. Advertir hechos importantes que sucederán. La mente de
Dios es extraordin riamente infinita y todos nos encontramos ubicados dentro de su maravillosa
creación.
“Formamos millones y millones de mundos. En realidad la mente del hombre común no está en
capacidad de conocer todo este vastísimo universo. Sólo ascendiendo en cada etapa de la vida se puede
vislumbrar una pequeña parte de toda esta majestuosidad.
“El hombre es microscópico comparado con el cosmos. “Al hombre le falta mucho por aprender.
Tiene que rec rrer un larguísimo camino para poder conocer el medio en que ha sido creado y la mente
maravillosa de su Creador.
“Es ridícula la posición que toma respecto al universo, su mundo y Dios.
“Ignora o procura ignorar todo como principio de ev sión, para evitar los compromisos que ha
adquirido, desde el comienzo de su creación, con todo lo que le rodea. Considera que lo que existe es
fruto de una coincidencia. Desde ahí comienza a sentar la base demostrativa de su más crasa ign rancia,
lo que le acarreará su propia sacudida.














“El hombre no es el rey de la creación, sino un elemento de la creación, el cual paradójicamente se
ha convertido en el verdugo de lo que le ha sido entregado para su beneficio.“A la dimensión a la cual
pertenezco sólo se llega a través de una experiencia de millones de años, y la diferencia entre una
dimensión y la que sigue, no es tan grande como el hombre la imagina. La razón radica en que se tienen
ligeras vari ciones, tanto en el aspecto mental y espiritual como en la misma estructura molecular de la
cual nos componemos y se componen simultáneamente todas las cosas que dentro de ese plano nos
rodean. De ahí que las dimensiones son incontables.
“Sin embargo, tenemos aquí grandes compromisos, como también con los hermanos que se
encuentran en los subpl nos. Estamos atentos a todas las conflagraciones que les esp ran. Y damos a su
debido tiempo la voz de alerta. No es que el castigo sea infringido por Dios. El castigo viene del mismo
hombre. Es fruto de su propia creación.
“Todo en esta dimensión es distinto. Es difícil que el hombre llegue a percibirla. Sólo que nosotros
nos aproxim mos, para darles testimonio de nuestra presencia. El mundo en que vivimos es maravilloso,
pero aún nos encontramos lejos de la perfección. Nuestro planeta existe como existe la Tierra y tiene
vida como la tiene la Tierra. Aquí nos esmer mos por cuidar todo lo que se nos ha dado. VIOLAR UNA
LEY YA NO CABE DENTRO DE NUESTRAS MENTES”.

44

Comprendo que para muchos lectores, no le es fácil ace tar todos estos acontecimientos, como
tampoco lo fue para mí, ni lo fue para muchos personajes de épocas antiguas que tuvieron que vivir la
misma experiencia.

Nos encontramos en un plano tan denso, que fuera de él no admitimos absolutamente nada, por
considerar que todo lo existente a nuestro alrededor es lo que podemos ver y palpar, siendo lo único real
y Verdadero. Pero este falso concepto sólo se debe a que hemos sido absorbidos por las cosas que nos
rodean, a las cuales, día tras día les damos mayor solidez mental.
Pero vivimos un gran engaño. El engaño el cual es produ to del lamentable estado espiritual en que
nos hallamos. El hombre cree que ha logrado mucho con su actual tecnol gía. Cree que se ha
enriquecido cuando acumula el mayor número de objetos a su alrededor. Cuando se considera dueño, de.
autos, casas, electrodomésticos, joyas, dinero y un si número más de baratijas, las cuales sólo muestran
la pobreza espiritual en que se halla.
Tanta es esta pobreza espiritual, que sólo se valora por lo que “posee” a su alrededor. Por lo que
considera suyo. Pero irónicamente de nada le sirve poseer todo esto, porque en el momento que tiene
que abandonar este plano, debe dejar “absolutamente todo”, hasta el más mínimo cabello de su cabeza.
No obstante, viendo esta situacion tan real, es tal su alienación, que no comprende, que nada le
pertenece, y que el objetivo verdadero no es acumular objetos materiales, sino lograr el mayor número
de acciones equilibradas, como ta bién el adquirir conocimiento respecto a su realidad como miembro
de la creación.
Esta es la verdadera realización del hombre.
Cuando se halla la respuesta del por qué nos encontramos en este plano, ya se ha dado un paso
grande, que nos permite identificamos con el Ser Supremo. Y cuando el hombre se identifica con el Ser
Supremo, descubre su auténtico valor dentro de todo el conjunto del universo. Solo así podemos ser
individuos conscientes.

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Por lo tanto, de nada le sirve al hombre enriquecerse con objetos materiales, por cuanto estos, lo
convirtien en un objeto más.
Con esto, no quiero tampoco afirmar, que tiene que aba donarlo todo y vivir como un indigente.
Sino que debe co servar el equilibrio, compartiendo únicamente lo que necesita para vivir en armonía
con el medio que le rodea.













El deseo desbordante por acumular posesiones, no sólo demuestra su pobreza espiritual, sino que es
causa del odio, la envidia, el orgullo y el crimen.
Las distintas etapas que he tenido que vivir, me han ens ñad objetivamente a pensar. Y a sentir. Y no
escribo, por lo que los demás me comentan, sino por lo que he vivenciado. No han sido fáciles los pasos
que he tenido que dar. Ni los obstáculos que debí superar y los que tengo que seguir sup rando.
El contacto permanente con las personas me permitió abordar mundos completamente diferentes.
No sólo observar condiciones espirituales sino también materiales.
Y el mundo que me rodea me ha proporcionado muchas sorpresas. Descubrí, que no solo me
conocía muy poco, sino que desconocía por completo a los demás. Descubrí que en un pordiosero podía
hallar oculto, un gran espíritu, cubierto por los más viejos harapos y que, en un intelectual, ataviado con
el más elegante traje, se puede esconder el espíritu más burdo, degenerado y peligroso que pueda
producir el género humano.
Esto me ha permitido ir descubriendo poco a poco los disfraces que utiliza el hombre. Y me han
hecho entender, que muy pocos se muestran tal y como son.
Yo bien sé que muchos darán su apresurada opinión sobre el proceso de recepción de estas
profecías. No me preocupan las opiniones.
Sólo quiero que cada quien analice muy bien estos aco tecimientos.
Naturalmente que no es fácil aceptarlos. Pero con el tran currir del tiempo los hechos se encargarán
de demostrar la autenticidad de lo que se me ha entregado para conocimiento

46
del mundo entero. Porque al igual que hace muchísimos siglos se les anunciaba a las distintas
generaciones los procesos por donde debían pasar, exactamente sucede hoy lo mismo. No importa que
nos encontremos en pleno siglo XX.
Todo esto me ha hecho pensar una y otra vez. Si la may ría conociera lo que he tenido la
oportunidad de ver, también pensarían más de una vez. Lo digo con sinceridad: no me ha gustado lo que
ví. El hombre no tiene la menor idea de lo que le espera. Y la mayoría de las cosas son producidas por el
mismo hombre. Son el efecto de su ignorancia.
De todos los millones de seres existentes en la tierra, esc samente quedará una cuarta parte y de esa
cuarta parte, qu dará una cuarta parte. Será una gran limpieza. El ver todo esto me ha consternado y por
un comienzo me pareció imp sible que se fuera a presentar y más aún, en el lapso de tan pocos años.
Pero, desafortunadamente es una gran realidad.
Y esta gran realidad me ha proporcionado más impulso para dar a conocer todos estos
acontecimientos. Yo consid ro, que callarme, me hubiera convertido en cómplice de la gravedad de una
próxima situación.
Lo que pienso, es que el hombre ha llegado al máximo de su alienación. Y recibirá el fruto de su
peor siembra.
El Maestro me ha hecho pensar. Y me ha hecho ser más consciente, no sólo de mí, sino de toda una
realidad espiritual. Espero que en unos pocos años, el número de personas con cientes aumente, para
cuando lleguen los acontecimientos, no obstante lo amargos que serán, estamos preparados para en-
frentarlos con sabiduría.

47
IV
PROCESO DEGENERATIVO DE LA TIERRA

LA oscura ATMÓSFERA que


el hombre ignora.
Comenzando ya a mostrarme las imágenes, me hizo ver la atmósfera del planeta de extremo a
extremo.











Observaba unas capas densas de color gris, que se l vantaban a muchísimos metros por sobre las
más grandes ciudades. Parecía una enorme concha, que refractaba vi lentamente los rayos solares,
evitando de esta manera, que ellos penetraran a la tierra con toda su intensidad.
Comentó que esa capa estaba inhibiendo el proceso regenerador que recibía el planeta
obstruyendo, por lo tanto, los intercambios que existen entre alimentación i, eliminación. El grosor de la
capa es ya de varios kilóm tros, lo que hace por lo tanto más difícil el proceso de purificación.
Al ir pasando los años este grosor y al mismo tiempo su densidad aumenta tanto, que los procesos
de síntesis de la Tierra cambian de una manéra tan alarmante, que producen un aire pesado, el cual es
causante de sorpres vas turbulencias atmosféricas que forman una escarcha espantosamente nociva para
los cultivos, los ríos, los mares, y más aún, para los sistemas respiratorio y circulatorio del hombre.
“El fruto de la imprudencia ha llegado al máximo
—pensaba con gesto grave—, el hombre sólo tiene en su mente la industrialización, nocivo avance que
destruye los elementos más delicados que tiene el planeta. Al mismo tiempo no respeta el completo
organismo del cuerpo, h ciéndose éste con el transcurso del tiempo exageradamen-.

51
te susceptible, tanto que en sus genes transmitirá una s de de taras de generación en generación.
Vi una capa que se levantaba por sobre las ciudades, ésta ya no a tan gran altura como la anterior,
aunque era más sutil, de un calor violeta pálido, que se agitaba en remolinos, como si dos- corrientes de
viento las impulsa por los extremos. El color violeta parecía teñido de una indecible suciedad que le
daba tonos grises.
“Son los pensamientos de los individuos que viven en esas grandes ciudades. estos naturalmente a
través de sus vibraciones, van formando esos remolinos. El color de cribe perfectamente la clase de
sentimientos. En este caso, la capa se compone de los más absurdos y bajos, los cuales se convulsionan
en un paroxismal deseo por su realización:
allí hay odio, envidia, orgullo y resentimiento, todos fo mando una mezcla tan espantosa que influyen a
través de su energía en los nuevos seres que cada día se van e gendrando. Porque el hombre desde el
preciso momento que se va formando dentro del vientre de la madre em-pieza a recibir toda esta clase
de influencias. Aunque el individuo común no las pueda observar ni mucho menos determinar, sí están
actuando sobre el conjunto mente y cuerpo segundo a segundo. Más tarde es cuando se ven sus
dolorosos resultados.
“Como el hombre no puede ver todas estas formaci nes y desafortunadamente al mismo tiempo las
ignora, es natural que viva despreocupado respecto de su modo de actuar y pensar. Si en escaso un siglo
ha avanzado lo que no había podido en muchos, de la misma forma ha cont minado el planeta de una
manera más rápida, tanto que no le ha permitido el tiempo necesario para eliminar el cúmulo exorbitante
de desechos. Todo lo que le he comen— tado en el futuro será perfectamente comprobado, ya que dentro
de varios años la humanidad estará en capacidad de descubrir que los pensamientos realmente tienen
forma y que actúan más violentamente que las palabras y, en

52
ocasiones, que las mismas acciones, ya que desde que el pensamiento se emite éste comienza a hacer su
efecto, ha ta que cumplida su misión se desintegra”.
Todas estas observaciones producían en mí perplej dad, ya que a simple vista uno no puede ver esas
formas tan extrañas y al mismo tiempo tan repugnantes que se van formando en el espacio. Es
exactamente igual que si a un hermoso cielo azul lo miráramos a través de un vidrio opaco y
extremadamente sucio. Toda la belleza cambiaría.
Esto me ha llevado a pensar que el hombre no obsta te estar desarrollando una tecnología tan
avanzada se e cuentra aun, distante de las grandes realidades.
















Contaminación del agua

Observando los ríos veía sus negras aguas cargadas de elementos altamente contaminantes, tales
como los res duos químicos, los cuales han destruido completamente la vida de los peces.
“Todos esos peces están ingiriendo esos compuestos no biodegradables que, al utilizarlos el hombre
para su al mentación, van poco a poco acumulando en el organismo pequeñas cantidades de elementos
elevadamente tóxicos, los que actualmente han comenzado a lesionar las células de una manera
irreversible.
“Al presentarse esa lesión el organismo ya no tendrá la suficiente capacidad de defensa, ya que será
una intox cación de efectos paulatinos, que a la alarmante hora dc la verdad iniciará sus estragos en el
cuerpo, presentándose diarreas muy semejantes a las producidas por el cólera; severos trastornos sobre
la piel, y lo que es peor aún, efe tos sobre el sistema nervioso. Éstos naturalmente, come zarán con
fiebres, embotamiento y coma, síntomas inco fundibles del botulismo. Si no se llega al estado del coma

53
habrá idiotez, pérdida de sensaciones de ciertas secciones del cuerpo, pérdida de la visión o vértigos
permanentes.
“Ya esos hechos se están presentando de manera esp rádica, aunque la ciencia médica ignora su
amenazante origen.
“Los ríos son enormes cloacas que desembocan al mar, y como el proceso de desintoxicación para el
planeta se ha ido agotando, naturalmente que la acumulación residual cada día se va haciendo más
alarmante”.
Veía los grandes bosques siendo talados por el hombre en su incontrolable voracidad. Después, estos
convert dos en tierra de erosión donde el viento seco y la lluvia van labrando con sus enormes garfios.
“La gran máquina natural de síntesis de oxígeno para el planeta está siendo derribada poco a
poco; una muestra más de la audaz ignorancia del hombre que quiere co quistar el espacio sin haber
comenzado a preservar su pr pia tierra ¡Qué irónico!’ —tronaba su pensamiento carg do de
indignación.
En las afueras de las ciudades los grandes basureros, como cadenas de montañas, donde las moscas
danzan. Por encima de estos montículos a escaso un metro de altura, la luz del sol forma al chocar con la
descomposición de los elementos allí amontonados, un aura azulosa siendo su centro ligeramente
oscuro, semejante al color de las mi mas moscas.
“Ese es el caldo de cultivo que está preparando el ho bre para sí mismo. Será una de las grandes
causas de i predecibles epidemias, aunque ya hay ciudades que están procesando todas estas basuras,
no todas lo podrán hacer, asfixiándose dentro de sus desechos.

“Todo eso contribuye a la formación de esa inmensa concha. Cada día la hará más densa y al

mismo tiempo mucho más ancha. De ahí que el planeta fatigado se re

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velará y hará bramar sus entrañas. Y sacudirá al hombre exactamente con la misma brusquedad e
inclemencia que él ha empleado para con la Tierra. Y será sacudido desde arriba y por abajo. Y al paso
que va, los días se acercan
—sentenció.
55















V
EUROPA: CONTINENTE DE CONFLICTOS
Francia fraguando su destrucción

APARENTEMENTE SE muestra pacífica en cuanto a amen za bélica. Parece dormir su sueño. Un sueño
donde mil imágenes se van tejiendo, desfilando lenta y silencios mente. Luego se inicia la pesadilla.
Enormes laboratorios muy bien instalados y al mismo tiempo extremadamente protegidos se aparecen
en la proyección. Complicadas máquinas trabajan en la elaboración del más grande co plejo atómico
que mente humana haya podido imaginar. Allí, los científicos se pasean cautelosos y al mismo tiempo
celosos, manteniendo balo una cortina de enigmático sile cio los descubrimientos que cada día van
realizando y perfeccionando.
Sus miradas son frías y extremadamente calculadoras, como las mismas máquinas que han
elaborado.
Dentro de sus mentes sólo se agita el audaz pensamie to de utilizar sus proyectos en el momento
más culmina te. Ese momento cuando se necesita demostrar el impo derable poderío.
Tres individuos se empecinan en el proyecto. Los días con sus noches se constituyen en febriles
instantes por co seguir una mayor perfección. “Quién podrá contra ellos?”, se preguntan. Y para que no
exista la menor duda buscan la mayor escala de seguridad. Y a oídas, como lineros rumores, están
enterados de los avances de sus rivales.
¿Quedarse atrás? ¡Imposible! Tienen que estar mucho más adelantados que los demás. El tiempo
apremia, co virtiendo cada día en el esperar de un nuevo resultado.

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El hombre al penetrar allí, a esa enorme planta, queda pasmado. Complicadas máquinas.
Deslumbrantes diseños. Se siente un enano ante su propia creación. Una creación que, por el más
mínimo descuido, lo puede conducir ind fectiblemente a su destrucción.
Los tres científicos hablan muy animadamente, co parando datos que llevan en tres largas libretas
que tienen soporte metálico.
Los datos los van pasando a una cuarta, donde se halla el resumen de toda una experiencia, que
necesariamente tiene que permanecer bien resguardada. Son años de ardua investigación en donde se
juega el prestigio y la suprem cía de la nación.
El sol brilla afuera, con indecible intensidad. Un cielo primaveral, límpido, donde la quietud se
corona reina de las imponentes alturas.
En el gran edificio los hombres pierden el contacto con la sublimidad de la naturaleza, para
refundirse en las sólidas paredes de hormigón, donde la luz artificial imp ra blanca y fría, saturada por
los oscuros pensamientos de conquista de sus impacientes moradores.
Después de varios años de estar empecinados en “el gran pro yectd’, cada uno parte para distintos
sitios.
El secreto se considera descubierto.

Tres naciones con el mismo proyecto

Después de una serie de investigaciones realizadas por el gobierno donde se desliza mansamente el
río Sena, se cree que todo ha vuelto a la normalidad. Que el peligro ha pasado. Que dos de ellos ya no
existen.















Y por una vez más las normas de seguridad fallan. Los gobernantes y las fuerzas militares parecen
reposar, en medio de una gran tranquilidad. Están viendo una cosa

60

que ellos querían que fuera la realidad, pero en verdad no lo es.


El dinero destruye la fidelidad hacia la nación, convi tiéndose en agente corruptor.
Después de varios años se descubre toda la verdad. Pero ya para esa época desafortunadamente es
tarde, demasiado tarde.
Y las cicatrices de los hechos no pueden ser borradas por el tiempo.
Aparentemente muchas personas consideran que una futura guerra tendrá visos parecidos a pasados
años. Rea mente el avance de las armas es tan desconcertante que el hombre para dirimir la supremacía
no tendrá duda en ut lizar las más efectivas.
Al comienzo son simples escaramuzas, donde se e plean los elementos más rudimentarios, como lo
son ta ques, artillería pesada y hombres. Pero esto es simpleme te una jugada táctica. El arma más
mortífera se hará presente y comenzará a recorrer los campos y las ciudades a grandes horcajadas, con
brutal gesto de triunfo.
Se ha olvidado que el hombre en el clímax de su est sis bélico, ha utilizado las armas más potentes.
En ese in tante no se pregunta cuántos inocentes mueren ni cuántos más quedan lesionados. En ese
instante sólo persiste el pensamiento de destruir lo que sea y como sea, con el pr pósito de alcanzar
una fulminante victoria.
Y al igual que Hiroshima quedó reducida a escombros, no por los cañones, ni por el mortero, ni por
el asedio pe manente del ejército, así también se repite la historia, pero en diferente lugar.
Y el indecible salvajismo del hombre no se pondrá en duda, siendo Europa uno de los más grandes
arsenales, que poco a poco ha ido perfeccionando la más elevada técnica de poder destructor.
Sin embargo, la lección es ejemplar. Porque al mismo tiempo que se creó una poderosa arma, esa
misma nación

61
1
recibe con indecible reciedumbre los efectos nocivos que había ideado para los demás, e irónicamente es
presa de un brutal ataque por sus mismos constructores. El cañón apunta hacia el año 1986.
Mientras tanto otras naciones mirarán con aire embr tecido hacia el espacio, procurando
conquistarlo.

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VI
LA OSCURA CIUDAD LUZ
En las redes de la confusión

DESAPERCIBIDA Y ALEGRE se pasea la gente por sus bul vares saturados por los continuos comentarios de
una i minente guerra. Muchos procuran olvidar el flagelo que se acerca. El pueblo no quiere saber nada
sobre los co flictos internacionales que se ciernen sobre varias naciones. Y más aún, consideran que su
potencial nuclear, como una gran sierpe, asusta a los demás países con mortal arr gancia.
Los periódicos día a día van llenándose de impresi nantes titulares.
Mientras tanto la corrupción va tomando calamitosas proporciones: atentados terroristas dejan en su
secuela muchos niños muertos.

















El sadismo es impresionante: pensando en destruir f guras claves del gobierno, destruyen seres
inocentes. Luego llegan las represalias de los cuerpos secretos de la policía. Los atropellos como es
natural, no se dejan esperar.
El alto incremento de uso de drogas alucinógenas mino la población estudiantil. El
homosexualismo, el aborto y ci crimen marchan estrechamente por las calles, tomados de la mano
como inseparables compañeros.
El panorama es espantosamente desolador. Jóvenes de
* ambos sexos practican degradantes experiencias desde los 13 años.
El estudio y el trabajo pasan a constituirse en eleme tos secundarios, a los que no se les da ninguna
importa cia. La juventud se entrega únicamente a los vicios. Des-

65

greñados, circulan por las calles con la mirada perdida en el vacío, tambaleando de un lado a otro como
hoja al
viento. El índice de abortos sube impresionantemente. Y las mujeres jóvenes se van convirtiendo en
-‘

objeto de juego de los muchachos. Entre ellas, la prostitución se declara hay ley que pueda detener el
decisivo paso de la juventud hacia el insondable abismo de la c rrupción. Se habían controlado las
enfermedades venéreas, pero ésta ,vuelven con su flagelo una vez más. Y lo que es peor, la droga que
actuaba sobre ellas pierde su eficacia teniendo que recurrir el departamento de sanidad a nuevos
recursos.
¿Hasta cuándo terminará esta alarmante situación?
Una juventud completamente vacía deambula por las calles, siendo fruto de un oscuro sistema.
La ciudad reducida a cenizas

Mas, cuando se ha llegado al clímax, comienza un el mento purificador a caer sobre la ciudad.
Después de la amargura, el cielo rojo y las intermin bles noches, como cruentos siglos de lacerante
angustia, la conciencia golpea con inusitada fuerza. Después que el cuerpo siente el martilleo
permanente de la salvaje tecnol gía bélica, se levanta después de cientos de años una ve dad que había
permanecido oculta por el mismo hombre. Una verdad que pretendió ignorar para evitar el compro-
miso .adquirido con el Ser Creador.
La ciudad muestra sus ruinas como el leproso sus llagas. En las calles la gente transita con temor,
aun sin haber despertado completamente de la horripilante pesadilla. Y contemplo todo lo que ve a su
alrededor con aire de tri teza.

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Algunos ancianos mirando a través de sus ahumados lentes exclaman: “Lo merecíamos”.
Las calles se encuentran sucias, llenas de escombros. Los parques destruidos, con sus árboles
cargados de hollín y las hojas marchitas.
Los vidrios de las edificaciones completamente rotos.
Los chiquillos salen nuevamente de sus madrigueras invadiendo las álgidas calles con sus gritos y
sonrisas.
Se empieza a restablecer la ciudad. La mentalidad del hombre poco a poco va cambiando.
Lo que está sucediendo al norte de Europa contribuye a la reflexión y se piensa que hay que
prepararse para el trascendental fenómeno que se aproxima.
Yá no se van a crear armas. Sólo se buscan medios de protección para evitar de esta manera, que la
naturaleza golpee con brutal rudeza.
La lección se ha aprendido.










67
VII
LA NATURALEZA SE REBELA HACIENDO
VÍCTIMA A LOS PAISES NÓRDICOS
Una sorpresa desagradable

DESPUÉS DE LA GUERRA observaba que la naturaleza h rida y asfixiada comienza a sacudirse


con inusitada vi lencia.
El Polo Norte inicia su descompensación.
Una descompensación que, según los científicos, está calculada para dentro de cuatro mil años.
Pero por lo que observé, ésta se acerca con pasos de incontenible y amen zador gigante.
Y son muy pocos los años que quedan para que ésta se realice.
El hielo va perdiendo consistencia, convirtiéndose en enormes bloques que flotan errando por el
mar. Las blancas montañas crujen y se abren, produciendo estrepitosas avalanchas que tiñen de blanco
el espacio.
Mueren algunos científicos que se hallaban allí. Qu dan sus cuerpos ocultos bajo los inmensos
bloques, para dormir el sueño de frías esperanzas.
Otros consiguen huir despavoridos, arrastrándose a gustiados, reptando la álgida superficie. Luego
de salvar. se comentan que: “Era una avalancha más, presentada con increíble violencia”.
Después de un tiempo se dan cuenta que el polo se descompensa.
En los, países escandinavos sube constantemente la marea.

71
El mar ruge y muchos pescadores se pierden para siempre en medio de sus lamentos. Después
comienzan a temerle, como si éste se hubiera convertido de repente en un terrible monstruo.
Principia a invadir las costas.
Simultáneamente unas heladas ventiscas azotan las ci dades y los campos. La densidad del agua
aumenta lo mismo que la del aire.

Comienzo de la lucha por la vida

Los habitantes observan que la piel se va tornando azul debido a una extremada cianosis. Los
miembros no responden y las partes terminales de los pies y las manos van tomando una consistencia
dura que impide el libre movimiento de éstos. La respiración se hace mucho más difícil, hecho que
conduce a las personas de edad a util zar permanentemente oxígeno. Muchos niños y ancianos inician su
interminable y lúgubre desfile hacia la tumba derrotados por afecciones respiratorias de efectos irrever-
sibles.
Principian los científicos ante esta. cadena de alarma tes hechos a tomar datos y medidas sobre la
densidad del aire, al mismo tiempo que buscan las causas de su enr recimiento, ya que el oxígeno va
cambiando lentamente su composición.
El grado de coagulación de la sangre es alterado, pr sentándose por lo tanto incontables casos de
gangrena. La insuficiencia cardiaca aumenta un 60 por ciento y los i fártos en un 20 por ciento.
Los ojos presentan ardor y la conjuntiva se inflama. La visión disminuye debido a la escasa
circulación ocular que existe.
La mucosa nasal se afecta tanto que las personas ti nen que recurrir a respirar por la boca, causa por
la cual













72
las impurezas y el frío del aire pasan con mayor facilidad a los bronquios y a los pulmones. Esto
ocasiona la mayor parte de los decesos.
El cuerpo médico lucha denodadamente por lograr vencer el terrible flagelo. Pero se da cuenta que
los esfue zos son infructuosos, encontrándose los hospitales cada día más atestados de pacientes
moribundos.
La situación se hace insoportable. Las calles se van tornando desiertas y silenciosas. Las fuertes
ventiscas aumentan.
Los colores de las más hermosas flores se van tiñendo de gris al contacto con el agua enrarecida.
La voz de alarma suena como un lacónico clarín que anuncia terribles noticias: “Loa habitantes de
los países escandinavos tienen que ser evacuados hacia Otras naci nes Truena la noticia en todos los
.

periódicos del mundo.


Comienza un conflicto más para Europa. ¿Hacia dónde los podrán evacuar?
Amargo éxodo

Las preguntas vuelan de gobierno en gobierno. Los peregrinos son millones. ¿Qué hacer con CSOS
m llones?
Se inicia el amargo éxodo. Los campos y las ciudades van quedando solos. Muchos se aferran
permaneciendo allí, soñando con la esperanza que el clima vuelva a su normalidad. Mas es inútil.
Y los que se aferran observan que sus fuerzas van me mando, y antes de dejar su tierra prefieren
quedarse, hasta que ella misma los acoge en su seno en medio del lacón co silbar del viento.
¿Habían pensado alguna vez en dejar esas naciones para marcharse a unas más lejanas? ¡Nunca!
Pero el capr cho e insolencia del hombre hace que la naturaleza se

73
vuelva contra él. Es ahí cuando descubre que no es dueño de nada y su sentido de posesión se ve
claramente qu brantado.
Y la tierra de los hermosos tulipanes también es inv dida por el mar.
Las grandes conquistas que el hombre creía haber co seguido van siendo devoradas por las aguas
violentas, que destruyen todo a su paso. Y el conquistador observa que está siendo conquistado,
mezclándose en su mirada ‘la tristeza, el temor y la sorpresa.
Los vientos fuertes corren velozmente, sobre las verdes campiñas.
El cielo azul se toma turbio, los árboles pierden sus hojas, quedando sus brazos extendidos hacia el
cielo, en actitud de una silenciósa súplica.
Los diques se van al suelo. El lodo resume de la tierra, haciendo que el hombre con ojos
desorbitados, observe los dramáticos cambios.
Hacia el occidente, junto a la Península Ibérica, las inmensas viñas van siendo destruidas por
grandes heladas.
La economía de estos países se estremece. Muchos emigran aunque allí la naturaleza no se violenta
tanto como en las partes nortes del continente.

El Mediterráneo convertido en cloaca

Los bañistas corren y juegan, sonriendo despreocup damente, mientras contemplan el límpido cielo
y el i menso mar que se levanta ante sus ojos, con sus empen chadas y espumosas olas.
Las hermosas playas, donde la brisa acaricia los cue pos tendidos de bruces, donde aún existe una
pequeña parte del paraíso, poco a poco va cambiando su fisonomía.













Y la arena pierde su tonalidad, tomándose sucia y en algunas partes nauseabunda. El mar, en medio
de su alio-

74
gado grito de angustia, vomita hacia la playa el veneno de su paulatina intoxicación.
El equilibrio ecológico se tambalea. Los peces van a parar a la playa exhaustos y moribundos, en
medio de co vulsiones que intensifica su agonía.
Los bañistas día a día observan con aire de incred lidad, y al mismo tiempo con indecible recelo lo
que ante sus ojos aparece. Un panorama desolador que se yergue como una fatídica e inalcanzable
columna de pertinaz destrucción.
fstos comienzan a sufrir de permanentes infecciones micóticas que van taladrando la piel como
inclementes intrusas.
Aun así, el hombre no acepta lo que ve durante varios’ años. Los ecólogos ponen su grito en el
cielo. Por fin son escuchados, pero ya para ese entonces el Mediterráneo se ha convertido en una
enorme cloaca que no ha podido el minar la contaminación lanzada a su vientre.
Una vez mas el hombre contempla con nostalgia la de trucción de un paraíso más. Las naciones se
culpan mutua mente dejando que el dedo acusador apunte dentro de cada una de las conciencias,
-

contaminadas por el gigante co paso de la atrevida ignorancia.


Ya no valen acusaciones. Los hechos se han estimado.
La industrialización europea ha destruido lo poco que le quedaba: La azul esperanza del inmenso
mar.

75
VIII
ALEMANIA:
LA RAZA ARIA FIRMA SU SENTENCIA

Los horrores de la infamia no se han borrado

LA CONTINUIDAD DIVIDIDA vive el dolor que le ocasiona su amarga separación. El muro se levanta
a lo largo de las calles y como un agresivo reptil, mantiene a raya a los m radores de las dos partes. Los
soldados se pasean por junto a él, haciendo chocar contra el piso sus aplastantes botas militares.
Un alto mirador se ve a lo lejos del muro. Desde allí, la ciudad en sus dos partes es dominada
por la mirada y deseada con remota esperanza.
Al oriente, la gente siente la nostalgia de viejas épocas, guardando al mismo tiempo con indecible
temor la hist ria de no lejanas épocas. Los campos hablan aún de las ignominias cometidas. La angustia
de muchos seres vibra en el espacio, convirtiéndose en un lastimero eco que golpea en cada una de las
conciencias de los melancólicos moradores.
Los vestigios de los hornos crematorios de los campos de concentración y de las enormes tumbas
colectivas, pe manecen incólumes, aunque el hombre, al pretender r sarcirse de estos recuerdos, haya
derruido las vergonzosas construcciones.
Los apremiantes momentos de padres e hijos. Las in centes risas de los niños que fueron apagadas
por el ind cible orgullo de una raza.
Todo eso permanece. El tiempo no ha podido cicatr zar por completo los inconfesables sufrimientos
de aqu llos que allí perecieron.

79
El hedor de los cadáveres calcinados se pasea por el indolente espacio. Las últimas miradas,
circundan con ge to de indescriptible horror todos los rincones.















Los postrimeros gritos que pedían un instante de pi dad, una tregua al inclemente asedio, los cuales
nunca fueron escuchados, han quedado grabados en los álgidos muros de la inconcebible infamia. Y
todas esas penalid des, poco a poco, se van constituyendo en una invisible carga que muy pronto pesará
sobre los hombros de la raza aria.
Una atmósfera que ningún dentista ha visto, sé leva ta silenciosa como una columna de humo gris,
clamando venganza. Y todo lo que este pueblo hizo cc>n los demás, comienza a recibirlo exactamente
en la misma pro porción

Un líder vengativo se levanta

Para castigo de la nación, un hombre de ojos azules, rostro duro, alto, dominante y saturado de
pensamientos execrables se yergue lentamente, y como un fantasma que sale por entre los escombros,
hace su aparición por las ciudades.
La gente primero lo observa con desconfianza. Una desconfianza que más tarde se trastoca en júbilo.
Lo miran con loca devoción y piensan que es la pe sona más indicada para saldar las cuentas
pendientes de un pueblo irredento.
El se considera un ángel, que, con su mortal espada, librará a la nación dividida. Se mira como
enviado de La Providencia, con todos los atributos posibles para hacer y deshacer.
Sus ojos azules brillan con maligna perversión, girando entre.sus órbitas can movimientos
incontrolados y ne viosos.

80
De su boca, ajada por el imprescindible paso del tie po, brotan palabras de aliento, para que el
pueblo rec nozca que ha sido humillado y que ha llegado el momento de vengar su humillación. Sus
palabras repican como ca pana al vuelo, dentro de los oídos de la multitud. Hace que la sangre palpite
con más fuerza, que los recuerdos de viejas glorias ya adormecidos por el tiempo, vuelvan a vibrar,
dentro de la oscura cavidad del cráneo de cada individuo. Sus manos se agitan, rompiendo la quietud del
aire. Sacuden y conmueven. El pueblo se halla en el cl max de su motivación. Nuevamente quiere
lanzarlo a la guerra. Por donde va pasando es saludado con gran re peto, es vitoreado como un héroe,
porque ha logrado de pertar dentro de la conciencia de la nación sus antiguas gestas de lucha
conquistadora.
El fanatismo se apodera de las inmaduras mentes.
Mientras tanto, él comprende que ha tomado la fuerza necesaria, para, en cierto momento, dar el
grito de batalla.
Erguido, muy erguido, se pasea por las calles con el rostro alto, agudo el oído y su mirada de águila.
No traga saliva, para evitar que su imponente rostro pierda su rigidez.
“Es necesario vengar los oprobios” —dice a sus segu dores—. “Es necesario demostrar que somos
grandes e i finitamente poderosos. Si antes nos vencieron y humilla ron, ya nadie lo podrá hacer,
porque estamos unidos y, altamente tecnificados. Vamos a dar la gran batalla”.
Entonces los jóvenes se entusiasman y los viejos se ll nan de pánico.
Desafortunadamente lo que el pueblo ignora es que él es un demente. Un individuo que, debido a
viejos tra mas de oscuro resentimiento, quiere conducir a su pueblo al abismo.
la siente dentro de su pecho bullir con inusitada fue za su deseo de venganza.

81
Su trepidante respiración y sus ojos saltones hablan con elocuencia de su odio desencadenado.
Por la noche, al dormir, sólo sueña con ver a su pueblo conquistando y destruyendo naciones. Y lo
que es peor















í­

aun: no tiene ningún inconveniente en poner a funcionar


las armas más tecnificadas y por lo tanto más peligrosas.
Su espíritu destructor es algo increíble, algo que haría temblar a cualquiera que ame la paz y respete
los der chos de la conservación de la especie humana.
El ejército se convierte en su más grande aliado. Además, existe enorme confianza por ser dueños
de armas poderosas, factor que se constituye en un gran respaldo, ante cualquier revés que se pudiera
presentar.
Bajo esa seguridad marcha. Y más aún, por tener un científico trabajando desde hace muchos años,
en un pr yecto bélico de indecible importancia.
Los resultados de este proyecto se convierten en algo insólito.

Principian las escaramuzas

Todas las naciones se ponen en pie de alerta, especia mente las del bloque oriental. Observan con
mirada ac ciosa que un enemigo se pretende levantar. Y ellos co prenden, mejor que el mismo pueblo
donde truena el líder, que éste es un peligroso loco, que imprescindible-mente conducirá a la nación al
desastre. Un desastre que indiscutiblemente es de apocalípticas proporciones.
Pero, ¿cómo detenerlo?
¿Cómo dar el grito de alerta?
Las incógnitas van desfilando lentamente dentro de la mente (le cada uno de los gobernantes.
Todo el inundo se coloca a la expectativa. Un pueblo completo está en peligro de ceder ante el
incontenible

82
~1

empuje de un demente. Unas naciones se alistan a defe derse. Las otras están a la expectativa.
Se recuerdan las épocas del líder que abocó a su país a un completo holocausto.
Mientras tanto, en cada rincón, los ahogados gritos de los inocentes asesinados hace muchos años,
forman un coro desgarrador, que pulsa cada pensamiento y cada acción de los expectantes transeúntes.
Las cartas se han colocado sobre la mesa.
El resultado no se hace esperar.

Un análisis sobre lo anterior

Al observar todos estos acontecimientos con i confesable angustia que la humanidad está ciega,
que no quiere despertar para corregir sus errores. Que permanece insensible a cada una de las voces
de alerta. Mientras e cribo estos capítulos contemplo que la mayoría de las pe sonas procuran evadir
la realidad, a la cual se verán nec sariamente abocadas, sin poner de su parte un grano de arena para
la reestructuración del mundo.
Se muestra el abismo, mas, sin embargo, la multitud en su loca carrera se precipita hacia él.
La lucha entre el bien y el mal, ante el compromiso y la indiferencia, ha sido sin cuartel desde hace
miles de años.
Los llamados angustiosos de entidades superiores han sido completamente inútiles y en la mayoría
de las veces ignorados y otros tantos ridiculizados.
El estado salvaje del hombre se agudiza cada vez más y como el más venenoso aguijón, hiere con
inclemencia cada día, con virtiéndose en el mortal verdugo de la h manidad.
Es tan atrevida la ignorancia, que a Dios cuando no se le ignora, se le convierte en un payaso dentro
del estatus












83
mental de todos los individuos que «se consideran intel gentes”. Se dice enfáticamente que Dios es el
proceso de una necesidad creada por el hombre. De un hombre que insiste en ser el rey de todo el
universo. Pero el mismo Maestro ha dicho: “La ignorancia lo ha empequeñecido cada vez más hasta
convertirlo en un individuo microsc pico, quien se considera el punto central de toda una creación.
Y ahora que veo la terrible indiferencia de la gente, comprendo él por qué de todos estos hechos que
me han sido mostrados.
La humanidad los merece a pie juntillas. Porque solo de esta manera puede despertar de la
catalepsia a la cual, voluntariamente, se ha sometido, convirtiéndose en un medio de evasión de las
grandes realidades.
El hombre no quiere saber nada de hacia dónde co duce la meta del camino que equivocadamente
ha tomado. No quiere saber nada de los fenómenos que él mismo va produciendo y que, a la larga, se
convierten en ladrón al acecho.
¿Por qué no procura prevenirse?
¿Por qué lanzó a Dios al cuarto oscuro?
Simplemente por encubrir su pequeñez.
Cuando hablo con las personas muchas me escuchan, otras simplemente contestan con
inconmovedor aire de indiferencia: “No quisieron saber nada de esas cosas. No me importan”, y se
alejan con mentalidad altruista. Pero be descubierto que estos sabelotodo en el momento crucial, se
convertirán en los individuos más cobardes. Serán los que clamen a voz en cuello un poco de piedad.
Serán los que a cada embate de la naturaleza se estremecerán, convirtiéndose en una simple hoja con la
cual jugará el viento.
Mas llegará el día en que su desnudez le será mostr da al mundo. Pero para esa época estarán tan
vacíos, que producirán un sentimiento de conmovedora compasión. Lo

84
-f

que más siento de todo esto es que estas profecías se cu plirán al pie de la letra. Que los
acontecimientos los ha ido preparando el hombre y que habrá millones de víct mas, causadas por la
ignorancia, el odio y el inconfesable orgullo.
Aparentemente todas estas descripciones parecen un relato de ciencia ficción, lo que me gustaría
que así fuera, pero desafortunadamente todo se cumplirá con absoluta precisión.

Ix
SUIZA, UN PAÍS ORGANIZADO SE DESPLOMA
Semblanza actual

CIUDADES HERMOSAS, limpias, donde los árboles se ye guen por sobre las avenidas
proporcionándoles un aire de natural frescura. Todo parece respirar tranquilidad, un dad y equilibrio,
dentro de una organización, que se puede preciar de ser una de las mejores de Europa. La pulcritud de
sus habitantes se acompasa con la armonía de las altas montañas, cubiertas de nieve, las que se levantan
con g llarda imponencia sobre las verdes y hermosas campiñas, donde el espíritu se extasía en un
instante de ebria co templación.
Son muy pocos los países que pueden proporcionarse el lujo de brindar esta gran semblanza.
Sin embargo, no obstante su opulencia económica, y d bido a ella y a su gran disciplina, los
conflictos que se presentarán en los distintos continentes, harán estremecer su estructura económica.



ó­









Las envidias de otras naciones


pretenden derribar su hegemonía

Siendo prácticamente la caja fuerte de muchas naci nes, su enorme caudal económico en ella
depositado va mermando día tras día, hasta quedar completamente ag tado.
Se le mira injustamente con ojos de inicua desconfia za. Varias de las naciones vecinas luchan por
derribarla

89
de su pedestal económico hasta que, poco a poco, logran menguar sus fuerzas y ella, que ha mantenido
tan sólida su estructura, se va desvaneciendo lentamente.
El mismo pueblo mira con gesto alarmado la lenta pé dida de su consistencia. Nunca había pasado
por sus me tes que esto llegara a suceder. Cuando más se creía en la confirmación de su poderío
monetario, es cuando estalle la crisis.
Y se va tornando lentamente en el rico que ve desap recer su fortuna, incapaz de detener su
catastrófico de enlace.
La estructura del gobierno cede, las presiones se hacen cada vez más fuertes. El pueblo no quiere
admitir la realidad. Al gobierno se le mira como un enemigo Más tarde, y debido a los agrios
conflictos internacionales, se desc bre el por qué de la pobreza a que lentamente ha sido
reducido.

Despojándose de lo ajeno
halla su gran realidad

No se puede considerar una auténtica pobreza ya que a la hora de la verdad es, simplemente, una
pérdida “opo tuna” de opulencia.
Después se comprende perfectamente que no han quedado en la miseria como el común de sus
habitantes aco tumbra a pregonar, y como la mayoría de las naciones con gran placer, especulan.
Simplemente ha quedado con lo que le pertenece, con lo que “realmente” es suyo y no con lo que
“supuestamente” creía poseer.
Poco después, sus mentalidades se van acoplando a esta situación, olvidando esa etapa que vivió
ficticiamente. Continúan su vida normal, aunque ya no la miran con la reverencia que antes se
empleaba, sino como a una nación más de Europa en cuanto al concepto económico,

90

aunque sus estructuras siguen siendo un ejemplo para el resto de los países del mundo.
Después el pueblo respira con profundo alivio, lo mi mo el gobierno, por librarse de una carga que,
a la postre,
les hubiera sido grandemente perjudicial.
y>

91 y

x
BAJO IDEAS CRISTIANAS SE
ESCONDE EL IMPERIO DEL CATOLICISMO
Descubriendo la farsa












Es DEPRIMENTE TENER que afrontar esta inconcebible realidad dura y lacerante, especialmente
para el católico, que cree a pie juntillas todo un oscuro montaje hecho sobre la pura y extraordinaria
doctrina, dejada por el gran Maestro Jesús. Es decir, se apoderaron de los fundame tos del cristianismo
para ‘montar un gran imperio ideol gico y económico que desde ningún punto de vista va dc
acuerdo con las trascendentales enseñanzas del Gran
Maestro.
Esto lo digo porque son realmente conmovedoras las imágenes recogidas en el trayecto de la
observación clara y precisa de lo que es e? catolicismo.

El Vaticano al desnudo

Frente a mí veo una descomunal construcción, la gran Basílica con su enorme plaza, donde
multitudes se abig rran para escuchar palabras de esperanza, las cuales se pronuncian, mas no se
Sienten.
Miles de promesas han brotado de la boca de los papas. Miles de formulismos que no han
conducido a una enseñanza plena y positiva de ese vinculo sagrado que identifica al hombre con Dios,
Desde siglos atrás, muchos papas han recorrido esos pasillos, varios de ellos absolutamente vacíos,
vistiendo

95
con indecible imponencia sus lujosos y complicados háb tos. En la mayaría de las ocasiones han
prevalecido los intereses personales, por los cuales, en medio de aquellas paredes, se han desatado
verdaderas rapiñas y brutales controversias por pretender poseer el trono de la supremacía del imperio.
El odio, los vituperios, y las polémicas altisonantes, han quedado grabados en aquellas sólidas
paredes. Por los p sillos se pasean pensamientos de venganzas, de envidia, de resentimientos y de
inconcebible concupiscencia. Una aura gris y espesa, se levanta en medio de convulsionados conflictos.
El derroche de lujo y asombrosas comodidades se hace presente como el elemento primordial. Los
rostros duros y las increpantes miradas saturadas de indolente vanidad, van tejiendo una red de álgida
miseria espiritual.
En los cómodos y abollonados lechos, los sueños de lascivia, desfilan noche a noche en su habitual
tropel. Las pasiones reprimidas y las que brotan como un volcán violento, trepidante y abrasador, crujen
dentro de aquellos cuerpos sacudiéndolos.
Es grande la inmadurez de aquellos espíritus, que s lenciosamente se deslizan arrastrados por la
fuerza de indecibles vicios, que obstinadamente se empecinan en ocultar.
Están sumidos en las cosas terrenales, e ignorando por completo los más elementales medios para
acercarse al Gran Creador.
Se han saturado tanto de los estudios teológicos y fil sóficos, que sus mentes han quedado
refundidas en la r sultante de la ignorancia y la incomprensión.
Dogmas, leyes, encíclicas y un sinnúmero de pronu ciamientos que no han conducido sino a
aumentar el vacía

De allí parte la orientación para millones de católicos en todo el mundo. Una guía que

mantiene en la más com




ó­






96
-d
pleta ignorancia al hombre, debido a que todos estos co ceptos son emitidos por individuos altamente
inescrupulosos, carentes de una auténtica espiritualidad, los cuales sólo contribuyen a aumentar el
estado de incertidumbre de los fieles.
Sometidos a unos ritos formalistas han perdido por completo la capacidad de acción.
La corrupción es inconfesable.
Dentro de aquellas paredes, sólo se realiza el ejercicio de una profesión, lejos de la gran realidad del
comprom so. El compromiso más grande de hacer que el hombre se conozca a sí mismo, para luego ir
en la búsqueda de la realidad más grande: su Creador.
Dios encierra la filosofía más sencilla y, sin embargo, se le refundió en un mundo complicado de
subterfugios. Dios no es de las clases privilegiadas, sino que pertenece a todo aquel que le bus que. Tal
y con lo predicó el Gran Maestro Jesús. Una vida de eterna práctica y no de inte minable plática. Una
vida de permanente acción y no de expectativa.

Un hombre extraordinario
muestra la gran verdad

Al observar toda esta corrupción existente entre los prelados, una voz de alarma se levanta, después
de abrir los ojos, agudizar sus oídos y comprender, siente una i decible indignación que lo abrasa.
Y piensa que nunca había imaginado tanta descomp sición moral.
Para él, su más grande satisfacción consiste en pert necer a ese medio de formalismos, no porque
esté de acuerdo con ellos, sino que le permiten observar por de tro la fruta podrida. la llega a la
concepción de lo que es la auténtica búsqueda de Dios. Que para comulgar con el
[1

97
Supremo no son necesarios los ritos. Unos ritos lejos de la realidad. Comprende que se está
engañando a los fieles. Comprende la ironía, que muchos de aquellos prelados no creen en Dios.
Porque ha escuchado a hurtadillas sus suspicaces charlas y ha visto su degradante
comportamiento. Observa cuántas triquiñuelas se realizan para llegar a ser nombrado jerarca,
y más aún, para ser coronado como cl máximo de ellos.
Ve que el gran jerarca no es infalible como se lo habían mostrado, cubierto por esa aura de
indecible santidad.
Investiga los ingresos del gran imperio. Los había
calculado, pero a la hora de la verdad descubre que estaba
Lejos de la realidad.
Son incontables los millones y millones que posee en
todos los confines del mundo. Las inversiones que tiene la sede en las grandes empresas, y las
multimillonarias co pañías que posee.
Escurridizamente, descubre los libros de finanzas, que tan secretamente guardan, y que únicamente
examinan los allegados al gran imperio.
Son incalculables los ingresos; no obstante, comprueba después, todo lo que se reservan los
cardenales, arzobi pos y obispos para su propio lucro
Y su pregunta más grande: ¿y cuánto, de todos estos incontables millones llega a la clase
menos favorecida? La respuesta es exageradamente desalentadora: un dos por ciento. ¿Y el resto? Sí, el
resto va a engrosar las arcas del gran imperio, y los bolsillos de los santos jerarcas.
Da gracias a Dios por llegar al núcleo de todas estas cosas. Por comprenderlas. Da gracias a Dios
por ser un miembro activo de la Iglesia, ya que sólo a través de ello logra descubrir la gran farsa.










Su juventud lo convierte en un individuo audaz y lo hace actuar con gran cautela. Sabe que miles de
ojos le observan, e incluso, al presenciar sus movimientos, le colocan guardias que lo siguen
discretamente. Él los des-

98
cubre sin problema, porque su conciencia increíblemente avanzada, le permite al mismo tiempo
percibir los peligros que acechan.
Durante varios años se escurre con movimientos felinos para despistar a sus enemigos.
Mientras tanto va cosechando ideas y estructurando más su madura conciencia.
Varios dales que le ordenan sus superiores a diferentes países le sirven para descubrir
discretamente un gran n mero de anormalidades: cardenales y obispos convertidos en terratenientes a
expensas de la explotación de las ideas cristianas. Jerarcas homosexuales y otros, sumidos en las más
inconfesables aberraciones.
Convenios realizados entre ellos y los políticos con el propósito de conseguir hurtos a los propios
gobiernos.
Todo esto, y mucho más, va encontrando en su camino.
Después de unos años y de andar con cautela, halla varios individuos que, confidencialmente, le
confiesan su desacuerdo por los métodos empleados por la Iglesia. Ellos han comprendido enormes
realidades. Saben que no pueden quejarse porque sus quejas quedarían en el vacío, ya que a mayor
ascenso dentro de la jerarquía, mayor índ ce de corrupción. Y desafortunadamente las voces de
alerta tienen que ser escuchadas por los más altos dentro de la organización.
Después de mucho planear cómo dar a conocer con pruebas todas estas cosas, se prepara para dar
su grito de batalla. Él es descubierto y lo mandan asesinar varios i portantes prelados que, de común
acuerdo, sienten que su reputación se tambalea. Mas los dos intentos fallan.. Esto le da mayor empuje
para destapar la olla de la corrupción, consiguiéndolo.

99
El sistema que conduce a la Verdad
~1
Después de muchos siglos las falsas estructuras de la Iglesia se tambalean. El Papa se pronuncia.
Los prelados en pleno se reúnen para estudiar la caótica situación.
Millones de católicos ven que sus cimientos se van al suelo como un castillo de naipes. Porque
veían todo en la Iglesia, y les es difícil comprender que la Verdad está de tro de cada individuo,
guardada en un preciado cofre, hasta que éste sea descubierto para, con satisfacción, abrirlo.
Amargamente comprenden el gran engaño a que es. tuvieron sometidas muchas generaciones de
desprevenidos católicos.
De ahí nace el gran cierna. Un cisma que era absolutamente necesario.
Nuevas formas de orientación se plantean, lejos de i sistir con una jerarquización. Solamente se
induce a que el individuo se vea abocado a una serie de preguntas para encontrar una serie de
respuestas que lo conduzcan a la Verdad.
Ya no se forza a creer, sino a indagar dentro de la propia conciencia.
Y los conceptos del nuevo orientador se van unifica do con los de otros orientadores para luego
encontrarse en un punto culminante: la libertad del hombre para la nu va conciencia. Los ritos se
anulan por innecesarios. Los formalismos se olvidan.

La iglesia amenaza con la condenación


eterna a los fieles que la abandonen








Sin embargo, la Iglesia a pesar del cisma desatado procura levantarse tambaleando, amenazando a
muchos fieles, de perder la felicidad eterna.

100
Se procura mostrar a los que proclaman la Verdad, como entidades diabólicas que sólo pretenden
buscar fieles para la perdición. Bajo el ejemplo del matrimonio, del bautismo y los distintos sacramentos
se incita a la gente a pensar que se están destruyendo los “altos valores morales”. Que los están alejando
de Dios, “que se recuerde que fuera de la Iglesia no existe salvación”.
Muchos se dejan atemorizar por estas admoniciones. Otros, madurando aun en medio de la
incertidumbre, co prenden que la Iglesia ya no tiene ningún papel que cumple la oportunidad de
hacerlo pero no cumplieron. fueron suficientes miles de años para ella enseñar la nueva co ciencia. Y
bien lo saben que si lo hacían, los fieles fáci mente hubieran comprendido que no era necesario el gran
imperio existente.
Total, que para ellos era preferible rodear todo de un extraño carismuza.

Resultado de un hecho trascendental

Se llega a la comprensión que el más grande absurdo al cual se sometió al hombre, consistía en
quitarle su ind vidualidad, haciéndolo dependiente de un sinnúmero de conceptos, que lo mantenían en
la más completa oscur dad. Se le distrajo en una serie de ritos, de los cuales formaba un hábito, que lo
entretenían, evitando de esta manera la necesidad de buscar la puerta de la Verdad.
El gran imperio se va al suelo. Después de ser una m yoría se convierte en una silenciosa minoría.
El líder continúa su gran labor: enseña cómo llegar al tesoro de cada uno. Cómo descubrir la caja
oculta de la sabiduría que Dios ha colocado en cada hombre.
Años antes en el Nuevo Continente se había iniciado el mismo movimiento. Un movimiento que
logró rescatar

101

gran número de equivocados creyentes. Las iglesias lo habían considerado el más grande enemigo.
Las dos orientaciones encuentran su afinidad, aume tando el número de individuos que por fin
logran ubicarse en el camino de la existencia, mediante su propia ident ficación.
Las religiones de todo el mundo que tenían la misma organización, ven que van quedando
solas. Las estruct ras de ellas todas muy parecidas, se van al suelo.
Los ritos, los formalismos y el crecido sectarismo, se convierten en ceniza ante la patente llama de
la Verdad:

LAS RELIGIONES CREEN POSEER LA SABIDURÍA, CUANDO EN REALIDAD LA


SABIDURÍA RESIDE EN CADA HOMBRE.
102

XI
YUGOSLAVIA, HUNGRÍA,
POLONIA, RUMANIA

REBELIÓN DE LOS PAÍSES DOMINADOS POR EL GIGANTE ESTEPARIO










J
Venciendo cl miedo se preparan

Los PAÍSES CLAMAN por una independencia. Necesita cada uno de ellos tener su propia individualidad. No
d sean continuar siendo los satélites de la gran nación.
La juventud va acumulando ideas que lentamente c mienzan a ponerse en práctica. Los
trabajadores, no ob tante la estrecha vigilancia del Estado, van madurando día tras día la forma de
sacudirse el yugo. Saben que cada nación se distingue por poseer una serie de características que la
diferencian de las demás. No olvidan los años de invasión que se convirtieron en un tremendo azote
donde las mismas costumbres trataron de ser cambiadas.
Aun sienten que su integridad tiene que ser devuelta. Que su autonomía debe renacer.
Dentro del ejército se gestan muchos cambios. En todos los países dominados el movimiento parece
llevar una misma línea.
Y, prácticamente, uno tras otro van pronunciando su voz de protesta, hasta que el gran gigante se
pone en guardia.
El país del muro, a raíz del líder que se levanta, da los primeros toques de alarma. Movimientos de
tropas en las ciudades. Admoniciones dirigidas al gran gobierno invasor.

Las demás naciones consideran que esta es la gran oportunidad. Que hay que aprovechar la confusión

que se está formando para, de esta manera, crear un cerco per

105
fecto y, al mismo tiempo, buscar dentro de la unidad la mayor fuerza.
Las calles se convierten en nido de protesta. Ya no sienten tanto temor porque encuentran el
respaldo dc otras voces que al unísono forman un coro de inconten ble rebelión.
Las principales ciudades se van convirtiendo en te as:
autos destruidos, comercios incendiados, bombas que e tallan junto a los edificios gubernamentales.
El olor a pólvora invade el espacio, el humo se levanta en negras columnas.
El gigante se sacude y piensa aplastar lo ‘más pronto posible la rebelión. Pero considera que la
situación es ala inante y al mismo tiempo extremadamente delicada.

Bajo gran tensión se inician las escaramuzas


El derramamiento de sangre se muestra imprescindible.
Armas pesadas hacen temblar las calles. Los tanques vuelven a recordar viejos tiempos, lo cual
permite que el pueblo se arme de valor.
Saben perfectamente que es el preciso momento para hacer correr al asustado gigante. Asustado, no
porque c rezca de las armas suficientes ni tenga el poderío mas Los pensable para derrotar a los
insurrectos. El tener más grande consiste en que al atacar viene a formarse el más grave conflicto
internacional.
Al mismo tiempo considera que escudado por la gu rra, y si algún país neutral decide intervenir, es
el mome to preciso para continuar su penetración dentro de las naciones restantes de Europa.
Eso da pie para no respetar ningún pacto.: Mientras tanto los demás permanecen a la expectativa.
Secretame te se van dando órdenes para mantener listo el ejército y las más potentes armas.

106
~1

1,











En América el país del norte mira con preocupación los conflictos de Europa, pero al mismo tiempo
siente una inconfesable complacencia.
Sabe perfectamente que si esos polluelos logran poner en jaque a su temido rival consigue, sin
mover siquiera un dedo, una victoria rotunda en Europa. Eso le da pauta para más tarde y con sagaz
cautela, conseguir puntos estrat gicos que le permitirán acercarse al rival sin causar de confianza
internacional.
También no desconoce la idea que el levantamiento de dichos países le traiga graves problemas, ya
que se podría presentar una invasión total hacia Europa por el gran g gante y ellos necesariamente
tendrían que intervenir. La situación se hace cada vez más tensa.
Los llamamientos no se hacen esperar. Los polluelos ya tienen más plumas y, por lo tanto, un mayor
cuerpo de defensa.
El espacio comienza a ser surcado por ruidosos avi nes que se pasean simplemente amenazando.
Las escuadr llas hacen su recorrido como señal de advertencia. La gente simplemente los mira.
Después de algunos días, una escuadrilla de estas sufre las primeras bajas. Corren los meses del
año de 1986.
Se a gota la paciencia del gigante estepario, empezando los primeros bombardeos. Por el principio
son leves, luego debido a lii insistencia de los insurrectos, éstos se hacen mucho más violentos.
El mayor dilema consiste en ¿cómo resguardar varios frentes>? Si se apacigua uno, el otro se
levanta con mayor fuerza.
La contienda se hace espectacularmente dramática. Los altos mandos militares se encuentran
completamente confundidos. No saben realmente qué táctica emplear.

El gigante estepario observa con recelo las mortíferas armas que posee. Pero sabe muy bien que si las

utiliza existen dos alternativas: O se puede dar una rápida termino


nación al conflicto o éste tomará rumbos mucho más co plicados que conducirán irremediablemente a
la guerra más cruenta de que se tenga historia.
Mientras tanto, ojos oblicuos miran discretamente tras la gran muralla y las más altas montañas.

con Al igual que el país del norte de América, contempla expectativa, éste también observa y siente
satisfacción
de las heridas que lentamente le infringen a su vecino, el cual se encuentra completamente acorralado por
las gra des decisiones que debe tomar.
Bien comprenden que si disminuyen el potencial, es un enemigo menos a quien temer, con
probabilidades más tarde de conquistar.

El asedio forza a una precipitada decisión

No hay más espera: El tiempo está ganando la batalla, aunque aún no existe un acuerdo, es
necesario decidir la contienda. El gran enemigo amenaza con una apresurada decisión. El comité se
reúne en pleno, lo mismo que los miembros que componen el grupo táctico. En cuatro horas se da luz a
una debatida determinación.
Se emplean las armas de mediano alcance, para en el preciso instante utilizar las más potentes,
aunque de hecho están completamente seguros que desembocarán a la s tuación más comprometedora y,
al mismo tiempo, más crítica de toda su historia.
Mas la determinación es tomada demasiado tarde. Todos los> países que antes se habían mostrado
sumisos ante el empuje del gigante estepario y que tuvieron que entregar su soberanía, se levantan y
como una fuerte m ralla resisten los embates. Logran salir victoriosos al mismo tiempo que acorralan



é­






a su antiguo opresor. Éste retrocede y para evitar un conflicto de mayores proporciones prefi re res
guardarse en sus trincheras.

108
Su humillación es grande; la acepta en lugar de ser el causante de una auténtica hecatombe de la cual
están completamente convencidos, saldrían lamentablemente destruidos.
Decide perder los miembros, mas no el motor que lo mantiene activo.
Ya replegado, observa con nostalgia lo que antes había conquistado.
Sin embargo, idea la forma de obtener un rotundo de quite en el futuro.

La guerra da nacimiento a un gran líder

Dentro de las bajas esferas del gobierno, éste se l vanta poco a poco despertando de su prolongado
letargo. Comprende que la guerra fue una de las mejores ens ñanzas que ha podido tener el gobierno y
el pueblo. Si tieron la humillación que muchos años atrás experiment ron sus dominados. Eso le sirve
de argumento para demostrar que los conquistadores pueden salir tarde o te prano derrotados, y en al
peor de los casos conquistados. Él sabe que esto tenía que suceder;, y que era su máxima oportunidad.
Muchos simpatizantes difunden sus, ideas. Unas ideas nuevas, que están completamente libres de
fanatismo, i fluencias políticas o sectarismos. Proclama la unidad del pueblo. Proclama que el gobierno
debe constituirse en un elemento protector de los ciudadanos y no en un agente opresor. Que el Estado
no es dueño de los individuos, sino que éstos son dueños de sí mismos. Dice que el día que esto lo
comprenda perfectamente el pueblo, el Estado e tará más respaldado.

Critica al gobierno por sus discriminaciones y por las persecuciones.

109
L j
Afirma que si el socialismo es perfecto no deben existir, por lo tanto, esas enormes diferencias. Que
el trabajador injustamente está siendo limitado en la adquisición de bi nes, mientras que los altos
miembros del partido tienen derecho a cuatro veces más.
—<Cuál es ese socialismo del cual tanto nos preciamos?
—les pregunta—. ¿Acaso no es un capitalismo disfrazado? ¡Es hora de ser sinceros! —repican sus
palabras.
Es llamado por ‘los miembros del gobierno.
—~Con qué autoridad se considera para emitir tan de cabelladas ideas? —le preguntan—, si todas
las ideas ti nen que pasar por el régimen de censura para poder darlas a conocer.
Su sinceridad le hará exponer sus proyectos.
—<~Por qué, si nos consideramos protectores del pueblo, no lo enseñamos a protegerse? Se debe
mostrar cómo cada individuo debe poseer su propia iniciativa.

Muchos consideran sus ideas excéntricas y carentes de un perfecto significado.


Miembros del gobierno se oponen rotundamente.
Mientras tanto, en la cabeza del primer ministro qu dan grabados esos pensamientos.
Y reflexiona:
si eso se lleva a cabo? Es derrumbar toda la fil sofía del Estado. Es muy difícil convencer a
los miembros del partido. Mas, un intento valdría la pena, aunque seria demasiado peligroso.
El primer ministro busca al líder. Lo hace llamar po que desea saber más a fondo de todas estas
cosas. No le parece tan descabellada la idea, aunque implica muchos riesgos y, sobre todo, derriba una
estructura que, con el transcurso del tiempo se ha ido solidificando. La amistad sincera entre el primer
















ministro y el líder toma cada día mayor solidez. El primero en descubrir los beneficios es el mismo
gobernante.

110
“Si el pueblo llegara a pensar así sería un pueblo ideal para todo el mundo” —se dice.
Comenta esto con varios miembros del partido. Alg nos están de acuerdo, otros lo miran como una
amenaza por considerar que el Estado pierde su soberanía. Y el Estado según ellos, es el único que
dispone sobre los hombres.
Sin embargo, al líder se le concede un poco de libertad aunque se encuentra estrechamente
vigilado.
La gente comienza a escucharlo con atención. En m chos la idea va penetrando profundamente. Los
resultados son halagadores, ya que la mentalidad del pueblo no se encontraba tan desbocada como la del
resto de los países occidentales.

Asesinato del líder

Algunos miembros del gobierno “consideran” que eso de predicar la búsqueda del individuo mismo
sin atarlo a muchos conceptos, es demasiado peligroso.
Se reúnen un día viernes a las cuatro de la tarde ocho miembros, a escondidas del primer ministro, y
deciden deliberar sobre qué hacer con ese líder que atenta contra la soberanía nacional y de quien el
primer ministro parece subyugado.
Asesinarlo —es el voto unánime—, el pueblo no debe llegar a pensar de esa manera. Se convertiría
en el enem go número uno del Estado.
—El primer ministro está ciego —comenta con ira uno de los miembros del partido.
La conjura se cumple y el líder es asesinado cuando el sol declina silencioso, en una tarde de crudo
invierno.
La noticia se riega como pólvora. Su imagen queda grabada en la mente de la juventud, y el repicar
de sus palabras hace eco. El viento invernal ruge, como ruge la indignación del pueblo y del primer
ministro.

111
Se desata una ola de protestas. El gigante estepario se estremece padeciendo su propia convulsión.
Hacia m chos años que el pueblo no se rebelaba de esa manera. El ejército tiene que invadir las calles
para evitar desórdenes que puedan conducir irremediablemente al caos de las ciudades. Se pide a voz en
cuello justicia.
Los autores intelectuales comprueban que realmente él era un peligro para la integridad del
gobierno. Y desc bren que, el pueblo masificado deja de pertenecer al núcleo de la alienante
masificación; se individualiza y se ident fica. Se dan cuenta que ya. no es ‘uno el enemigo, sino m llones
y millones de conciencias que despiertan.
El primer ministro promete hacer actuar la mano fue te de la justicia contra los autores. Sólo así se
sabe que se podrán apaciguar los acontecimientos, no sin antes el g bierno ser juzgado por el pueblo
como el mas infame criminal.
Los asesinos tiemblan y procuran disimular el pavor que sienten al ser descubiertos.
Mas el peso implacable de la justicia llega. El primer ministro y varios miembros del gobierno que
estaban de acuerdo con las ideas de proporcionarle libertad al líder, salen bien librados ante las
acusadoras miradas del pueblo enfurecido.
Pasan años de reflexión. La estructura política se ve forzada a evolucionar.
El gran gigante estepario, considerado por el Occide te como su mayor enemigo, lentamente se
convierte en orientador de una civilización convulsionada que ha rec bido el azote de la guerra, el












engaño de las religiones, de las falsas democracias, del capitalismo, y del abuso de éste, reflejado en
una juventud inmadura que durante muchos años se dedicó a toda clase de excesos, para terminar vien-
do mas tarde los amargos resultadas: alteración de los genes, los que produjeron monstruos vivientes.

112
-J

Una sorpresa guardan las estepas

Lo que antes había sido sitio de trabajos forzados para los presidiarios y una región amenazadora y
violenta, t mida por la inclemencia del tiempo y su hostigante sol dad, va cambiando lentamente. Ya no
será más sitio de reclusión.
Y en medio del bosque calcinado por un hecho inco prensible y olvidado por las cenizas del
tiempo, y después de muchas incógnitas se aclara una gran interrogante.
Los científicos van desfilando día tras día, no pudie do ocultar su gesto de admiración. Y se
preguntan: “Por cuánto tiempo se mantuvo oculto este secreto?” Los árb les quemados y el suelo
calcinado hablan en silencio.
El viento que circula allí experimenta un ligero ca bio. El aire se hace distinto. La misma
composición de la tierra ha ido variando desde que se presentó el suceso.
Se estudian las partículas q los objetos, 4 se da a con cer el gran misterio; porque, éste antes había
sido buscado en la superficie y realmente estaba en la profundidad.
113

XII
CHINA: EL DRAGÓN DE ORIENTE, ANTE LAS GRANDES AMENAZAS
La asfixiante situación

Sus MIRADAS OBLICUAS han visto pasar el tiempo como un azote. Aparentemente satisfecho el pueblo bajo
los dos regímenes, sonríe, ocultando tras su blanca sonrisa el pe manente descontento. Las mujeres se
sienten asfixiadas. Los hombres se consideran oprimidos. Y los dos gobie nos naturalmente, muestran la
máscara que más conviene al mundo. La superpoblación sigue a pasos alarmantes, no obstante todos los
métodos que pone en práctica el g bierno para detener tan calamitoso ritmo. “Qué hacer con tanta
gente?” —se preguntan.
Mas la respuesta no tarda mucho.

Terremoto inclemente sacude la nación

Primero la tierra comienza a dar pequeñas sacudidas, que duran escasamente entre diez y doce
segundos. Sólo se perciben, aunque no dejan de inquietar.
Diez y ocho temblores se sienten en el lapso de cu renta y cinco días.
Los geólogos consideran que se debe a una acomod ción de la capa terrestre. La gente no piensa lo
mismo, ya que día tras día éstos se hacen más insistentes y peor aún, más bruscos.
Todo parece estar contagiado. de una expectativa e traña. De una expectativa que en medio del
silencio oculta un espantoso presagio.

117















Hasta el viento aumenta su quietud. La gran cadena de montañas se levanta con temor, dominando
el valle.
El día va transcurriendo. El pueblo sumido en sus l bores diarias, ve pasar las horas mansamente.
En el gobierno se tejen las intrigas cotidianas.
El sol va declinando lentamente temeroso de entregar el dominio al inconmensurable y sombrío
manto de la noche.
De repente, la tierra comienza a rugir aterradoramente, sacudiéndose, ondulándose y abriéndose
estrepitosamente para formar grandes grietas. Las edificaciones se van al suelo, como simples castillos
de naipes. Los gritos de terror se pierden en medio del rugido, la oscuridad y la ventisca. Van pasando
los segundos lentamente. Segundos que se hacen a cada instante más eternos. Cinco.., diez.., qui ce...
veinte... veinticinco.., treinta.., treinta y cinco... cuarenta... cuarenta y cinco segundos.
Después, todo es confusión y ruinas. Lágrimas y de garradores lamentos.
Los habitantes van y vienen como locos. Corren por las agrietadas calles donde a lado y lado, las
casas han quedado reducidas a escombros, los padres buscando a sus hijos, los hijos a sus padres, en un
mar de agitada co fusión.
La voz que llama no tiene respuesta. El polvo se l vanta y una atmósfera pesada satura el ambiente.
Muchos creen que ha sido una horrible pesadilla. Pero, poco a poco van despertando y la pesadilla
se vuelve ama ga e indeciblemente aterradora.
Los cuarenta y cinco segundos se convirtieron en un siglo. Y lo que se tardó en construir muchos
siglos bastó un instante para quedar convertido en polvo de recuerdos.
Los dos grandes dragones han sufrido el inclemente azote.
Al día siguiente la escena se hace dantesca.
Nadie encuentra a nadie.

118
Los mismos puestos de socorro han quedado destru dos. Los vehículos completamente averiados.
Los gobiernos no saben por dónde comenzar. Las gra des ciudades están incomunicadas por tierra
debido a las enormes grietas existentes en las carreteras y más aún, a los incontables derrumbes que se
encuentran por todas partes.
Las pistas de los aeropuertos han sido en parte de truidas; salvo algunos que resistieron el terrible
embate.
La ayuda se hace más difícil dentro de las dos naci nes, y debido al exagerado celo, el apoyo de
paises extra jeros se hace casi imposible por pretender los gobiernos resguardar su territorio.
Después se dan cuenta que necesitan apoyo.

La epidemia

Los muertos van siendo incontables. Las ruinas apr sionan millones de personas. Todo se convierte
en una tarea dispendiosa debido a la falta de elementos para poder hacer las cosas rápido.
Pasan los días y el índice de mortalidad aumenta.
Por las ciudades el olor a cadáveres descompuestos va saturando el aire. Las moscas inician su
danza.
Debido a la falta de recursos médicos, los sobrevivie tes padecen enfermedades contagiosas y éstos
van m riendo.
La situación de los países es caótica y extremadamente angustiosa.
Los dos gobiernos luchan desaforadamente por equil brar las cosas.
















El hambre se hace presente debido a la escasez de al mentos. El pueblo reclama ayuda del exterior pero

los g biernos se resisten a aceptarla ampliamente alegando. “Que la intromisión de extranjeros

equivaldría a una segú

119
j
da peste para las dos naciones”, una de ellas cede ante las imperiosas circunstancias.
Después aparece el alarmante dato de los muertos:
3 563 000 aproximadamente, y los producidos por la epid mia ascienden a 430 000, especialmente de
niños y a cianos.
Después de la catástrofe llega el despertar
El pueblo se levanta poco a poco sacudiendo el polvo de las ruinas que han quedado sobre sus
hombros.
La experiencia ha sido suficientemente grande, hecho que induce a mayores puntos de reflexión.
Y una voz se levanta por entre la muchedumbre inc tando a una reestructuración. Quiere que el
pueblo y el gobierno tomen nuevos rumbos que lleven a una situación más concreta.
No obstante su figura menuda, la cual se desenvuelve en medio de finos movimientos, sus palabras
van haciendo eco. Propone un cambio de pensamientos, colocando como base los conceptos del
Maestro Confucio, los que ya se habían olvidado hacía muchos años. Los grandes dirige tes
consideran una “basura” esta filoso fía que se pretende revivir, dándole visos más acoplados a la época
actual.
El gobierno es celoso, declarando que las catástrofes conducen a los hombres a crear necesidades
espirituales que ningún beneficio brindan al pueblo y mucho menos al mismo Estado. “Por qué no
seguir así como se venía? ¿Por qué hay que crearle necesidades a la multitud? ¿Ac so no descuida los
compromisos que adquiere el individuo con su gran padre que es el Estado? ¿Por qué esa doctrina de
libre pensamiento? ¿Acaso el libre pensamiento no co duce al libertinaje de las acciones?”
Todas estas preguntas se hacen los grandes dirigentes, acostumbrados a ver la muchedumbre en la
gran plaza,

120
absorta en las grandes disertaciones de sus máximos g bernantes erigidos como dioses.
Lo que hasta ese momento ellos ignoran es que el gran líder busca unificar los conciencias hacia un
todo unive sal. para que éstas se identifiquen no con el “padre Est do”, sino con el principio creador
del individuo mismo. El gobierno considera que, “esto es una doctrina que destruye al hombre elemento
para erigirlo corno entidad individual totalizada”.
Y el partido responde: No es conveniente que al hombres se le proporcionen esa clase de alas, ya
que ellas lo desarraigan del principio que siempre se ha mantenido sagrado, de que el Estado es el
único tutor del hombre y, por lo tanto, éste debe entregarlo todo. incluso sus ideas, que están
supeditadas a la evaluación que emite el partido
• sobre ellas”.
De ahí que de los mismos miembros del partido apar cen los tres grandes opositores que, a través de la
creación de una nueva y fortalecida política, de la cual se han tornado bases primordiales de la existente,
se procura d rribar los conceptos del líder.
Esto da ocasión a una batalla de ideas que el pueblo va conociendo y que, al mismo tiempo, le sirven
para darle mayor estructura y capacidad de análisis.
El hombre va descubriendo que realmente no es el E tado su dueño, sino el individuo en se. Que no
tiene por qué estar sujeto a una serie de conceptos extemporáneos, mantenidos por una doctrina que le
roba la capacidad de acción al hombre.
















Comienza a surgir la gran lucha.
El Estado dice: “Observen la descomposición de O cidente; los gobiernos corruptos que
se han unido y la j ventud inexperta que se ha perdido”.

Mas no valen esos argumentos, ya que los planteamie tos que se han hecho precisamente procuran

obviar el pe samiento de Occidente el cual, en ese instante, se encue

121
tra en el clímax de la descomposición, hecho que lo ha conducido a una irremediable destrucción.
Las bases salen de la misma cultura oriental que aún no se encuentra tan contaminada por el
libertinaje del mundo occidental.
En ello radica el mayor punto de apoyo. Y se pone como ejemplo al gigante estepario, organizado y
progr sista a causa de su grande y reciente revolución.
Debatiendo estos planteamientos se tardan muchos años. De lado y lado se refuerzan las tesis. Los
mayores b neficiados son la juventud y el pueblo, quienes las han aprovechado al máximo para llevarlos
a la práctica, a pesar del celo del gobierno.
Investigaciones hechas por el mismo gobierno cond cen a descubrir que realmente éste es el
auténtico, no ob tante reñir con sus principios. Y se inicia una etapa de fl recimiento, donde el pueblo
realmente se identifica.

La medicina realiza grandes descubrimientos

Después de haber estado estática por varios años, la gran ciencia entra en un afortunado periodo de
evolución. lo que se constituye en un punto de admiración.
Empecinados en una titánica lucha por encontrar cada día mayores avancen para vencer las
enfermedades. co siguen poderosos descubrimientos relacionados con los anticuerpos. Al mismo
tiempo, descubren una serie de no mas, sencillas pero absolutamente indispensables, para el equilibrio
del organismo evitando, de esta manera, los procesos degenerativos del cuerpo.
Ya sus descubrimientos no los guardan con celo, sino que orgullosamente los van entregando a
la humanidad, una humanidad atosigada por la inclemencia de su flagelo.

122

XIII
JAPÓN: AL PEQUEÑO DRAGÓN
YA NO LE HARÁN TRAGAR UNA NUEVA BOMBA ATÓMICA
Envidia de Occidente ante su poderío económico

RODEADO POR EL MAR cubre con su progreso la profunda cicatriz dejada por la bomba atómica.
Su volcán se yergue en las alturas, cubierto por la bla ca nieve acariciada por los tibios rayos del
sol.
No se dio por vencido ante el asedio de las grandes n ciones que con sus garras pretendieron
destrozarlo.
Y a raíz de un proceso de industrialización se levanta invadiendo al mundo con su jerga de
adminículos.

















Su gobierno equilibrado le ha permitido colocarse a la cabeza de las grandes disciplinas, hecho


indispensable para su gran progreso. Eso es causa que la envidia corroa a los que le rodean y más aún,
de los que se encuentran lejanos por considerarlo un usurpador de los mercados mas’ impo tantes del
mundo. Incluso, su propio verdugo de años a teriores, lo contemplo con inconfesable recelo y procura,
en medio de grandes peripecias disminuirle su potencial económico, restándole fuerzas a sus productos
tanto en Europa como en América. Pero sus esfuerzos son infru tuosos ante el enorme empuje del
pequeño dragón.
Varios países se unen en una conspiración para proc rar hundirlo.
Mas las duras experiencias le han proporcionado la suficiente astucia para saber esquivar y
mantenerse en pie. Los conflictos de Europa inciden un poco sobre él, pero son incidencias pasajeras. Y
por grandes que se consideren sus enemigos no pueden derrotarlo, e incluso, algunos bu cando
beneficio propio pretenden conseguir una alianza.

125
Su ignorado potencial bélico

Guardando los recuerdos de la guerra y evitando en el futuro una grave amenaza, su material bélico
ha sido i creíblemente tecnificado, siendo poseedor de una fuerza devastadora impresionante: De ahí
que las naciones que inescrupulosamente piensan invadirlo lo mediten muchas veces, hecho que crea
una probabilidad remota.

126

XIV
MEDIO ORIENTE:
DE LA OPULENCIA AL SUPLICIO
La causa de las intrigas

LAS ENORMES TORRES que se levantan sobre la vastísima región del Medio Oriente cada día se han
ido convirtie do en punto de mira.
El inmenso desierto ya no es hostigado por el sol, sino por la ‘multitud de miradas de odio y
envidia que caen sobre él.
La necesidad de petróleo cada día se va acrecentando en el mundo, hecho por el que las intrigas
aumentan a ritmo vertiginoso.
Mientras tanto, este gran centro productor con deseos nunca satisfechos de riqueza, va aumentando
la tasa de precios hasta que el producto se hace prácticamente i costeable.
La ira de los países consumidores va creciendo cada vez más.
Los conflictos bélicos desatados en Europa hacen a mentar la necesidad de petróleo. Todos
procuran tener llenos sus depósitos ante la posibilidad cercana de prese tarse un bloqueo en los
transportes del combustible.

La situación se torna álgida

Los bolsillos de los dos principales países productores se van llenando en una forma exagerada.
Gran parte del dinero ingresado es invertido en armamento, creando la mas grande rivalidad de los
dos principales productores,

129











y a través de una guerra fría representada al mundo por infantiles amenazas, las que sé convierten en un
peligroso juego. El dinero en cantidades desbordantes hace crecer el orgullo como implacable gigante.
Los dos se miran como fieras, mientras las otras naciones se debaten en medio de cruciales decisiones.
La adquisición de armamento es cada vez más pasm sa. Los aviones más modernos, los equipos de
cohetería y los prácticos tanques hacen su aparición por las calles en un gran alarde por demostrar su
poderío ante el rival, h ciendo éste exactamente lo mismo.
La expectativa se crea.

La trascendencia bélica

El Oriente Medio no ha querido despertar, perman ciendo durante muchos siglos enfrascado en sus
guerras fratricidas que no parecen tener fin. El odio entre naci nes hermanas cada día va aumentando,
lo mismo que sus riquezas.
Pero todas esas riquezas acumuladas dentro de muy pocos años no van a bastar para poder equilibrar
la situ ción a la cual ellos se verán abocados.
De 1979 a 1986, estos países> procurando aumentar sus arcas y el rencor entre sí, han firmado el
pacto para su pr pia destrucción. Al no encontrarse unidos serán fácilmente derrotados, ya que el
debilitamiento se ha fomentado por ellos mismos debido a que, a través de amenazas se llega a la
consumación de los hechos.
Bajo sus turbantes, mil pensamientos de riqueza y odio se agitan.
Los años poco a poco se van aproximando. Lentamente se van debilitando a causa de sus propias
luchas. Sus gra des pozos petroleros son puntos estratégicos para dejar caer sobre ellos el potencial de
las bombas.

130
Una contienda que comienza entre ellos y que culm na con la presencia de tres naciones más. Las
tres naci nes ajenas a ellos, sólo piensan que hay que tener pos ciones allí.

Tres potencias luchan en el Medio Oriente

Los países son tomados por sorpresa, y ésta aumenta cuando las tres fuerzas se encuentran
bruscamente para desembocar en una sangrienta batallan en el corazón del Medio Oriente. Más aún,
considerando que éste es un pu to primordial no dejan nada que pueda ser utilizado en su contra,
empezando la destrucción de la gran riqueza petrolera. Las torres se van al suelo, lo mismo que los
ars nales militares los cuales quedan inservibles.
Los pozos arden, convirtiéndose en la más grande tea.
Las grandes ciudades son bombardeadas de la manera más cruenta. Las edificaciones quedan
reducidas a esco bros ahumados y polvorientos.
Las noticias circulan por todo el mundo, destacando los diarios a grandes titulares los horrores que
padecen los países del Medio Oriente, los cuales no obstante su poderío ‘bélico, solamente lograron
utilizar un 20 por ciento en su defensa.
La confusión reinante posee visos apocalípticos.
Los dirigentes de los gobiernos observan aterrorizados cómo sus grandes imperios se han
convertido bruscamente en pasto del fuego.
Las oscuras miradas recorren el desolador panorama, comprendiendo que fueron el apetecible
centro de una rapiña.













Después de reflexionar, cada gobernante llega a la co clusión que, si hubieran estado unidos habrían
podido repeler el devastador ataque.
Pero su odio de muchos siglos fue más poderoso.

131
L
Luego del fragor de la batalla se evalúan las incalc lables pérdidas.
El odio aumenta, ya no entre ellos sino hacia las pote cias de las que recibieron el inconcebible
azote.
Los pozos arden.
Aún el cielo se encuentra cubierto por una gran cort na de humo.
Las arenas del desierta se hacen prácticamente intra sitables.
El viento es caluroso y huele a residuos de pólvora.
Ahora, las ricas naciones petroleras se levantan por sobre las ruinas como descarnados espectros,
señalando con dedo acusador a tres potencias mundiales como las grandes causantes de su destrucción.
El mundo parece no escucharlos; está indiferente ante su pasmosa destrucción.
Este es el resultado que ellos mismos produjeron, ya
que antes habían hecho alarde de su gran opulencia. Se
Habían mofado de todas las naciones.
El dedo acusador no surte efecto.
Y el gran espectro inclinando la cabeza y alzándose de
hombros se dedica a recorrer los campos desolados y las
ciudades destruidas.
Y segundo a segundo su odio aumenta al ver su riqu za reducida a polvo.
Mas, la lección aún no se aprende.

En el espacio juegan luces de colores

Después de la gran destrucción cuando han pasado pocos meses, luces de varios colores como
fugaces estr llas surcan el azul del cielo. Ellos las contemplan. Por el primer día éstas han pasado
prácticamente inadvertidas; al segundo y al tercero la mayoría de las personas las miran con gesto de
incredulidad.

132
r

Qué es eso? —se preguntan—. ¿Acaso son eleme tos espías que aún aspiran a los miserables
residuos que nos quedan?”
Luego reflexionan, que están muy lejos de ser objetos creados por el hombre de la Tierra. Son
demasiado ágiles y desaparecen velozmente.
Después de transcurridos los tres días, aún la gente mira al espacio buscándolos con indecible
ansiedad. Abren un gran interrogante.
Mientras tanto Europa está convulsionada. Gracias a todos los conflictos se llega al descubrimiento
que ya e] petróleo para el futuro no será una imperiosa necesidad. Ya la mecánica cambia.
Y el Medio Oriente, con aire de infinita tristeza, te mina por descorazonarse.

133

XV










AFRICA:
NO OBSTANTE SUS CONFLICTOS SE HALLA A LA EXPECTATIVA
y

Una belleza aún no destruida

EL CONTINENTE generosamente dotado por la naturaleza se levanta ante mí. Exuberante y bello con su
verde e plendor y su variada fauna, donde a primera instancia impacta, como si fuera un reducto del
paraíso.
La mezcla de razas a causa de la invasión europea, contrasta con la mezcla, de pensamientos que
invaden su ámbito. La población negra, que predomina, se ve día tras día humillada ante el impetuoso
paso del hombre blanco. De un hombre convertido en colonizador, orgulloso y áv do de riquezas, quien
mira con aire de brutal desprecio al nativo, considerándolo como una oscura huella de inmemoriales
épocas. Y el europeo desestimando la cultura afr cana se labra los momentos más’ amargos de su
incierto futuro.

El humillador humillado

Llegando el año 2000 vuelve el europeo al Africa, no como el agresivo y veleidoso colonizador, sino
como el abnegado refugiado, quien hundiendo la cabeza entre los hombros y con la mirada baja,
recorre las tierras indina do el cuerpo con actitud simiesca. Llegan familias proc dentes de Noruega,
Suecia, Holanda y la parte norte y media de Inglaterra, siendo el éxodo de todos estos países. Llegan
con sus maletas cargadas de nostalgia y al mismo tiempo de tímida esperanza.

137
Entran en las ciudades formando una interminable r mería. Se notan extraños y angustiados al ver
las escrut doras miradas de los nativos, quienes los miden de pies a cabeza con fría indiferencia.
Ya no llevan armas como antes ni de sus labios salen los tonos arrogantes de otros días.
Sólo vibra en su interior el grito desgarrador de un inconcebible temor.
Comprenden muy bien que el hombre africano ya no es colonizable y más aún, que conserva las
cicatrices de incontables humillaciones de viejos tiempos.

Un gobierno destronado por intereses ajenos

Llegando hacia el centro del continente observo un gran conflicto originado por la intervención de
fuerzas e tranjeras, las cuales a través de las guerrillas, van penetra do las fronteras del país como
arrogantes intrusos, quienes secundados por ¡efes guerrilleros de la misma nación bu can la conquista
del poder, no para bien del pueblo sino para la consecución de puntos bélicos’ estratégicos de una
ideología euro-oriental
Todo se reviste de un disfraz de oscuro patriotismo. Sin embargo, la careta extranjera no logra
ocultar los m los propósitos.
Después de arduas luchas consiguen derrotar al tir no, quien habiendo presentado la máxima
resistencia p sible, se’ esconde despavorido, asediado por sus mismos generales que, al ver la lucha, le
abandonan para después sumarse al bloque guerrillero con el único propósito de no ser depuestos y para
que no se tomen represalias co tra ellos.
El pueblo se siente satisfecho al ver la derrota del t rano, pero ignora que el gobierno que se impone
es mucho más opresor, produciendo esto un peregrinar sangriento

138
















del pueblo que pretende rebelarse en contra de los inn merables atropellos cometidos.

Las grandes tumbas que guardan respuestas

Lo que aparentemente para muchos científicos son simples tumbas funerarias erigidas por los
faraones, qui nes querían dejar sus cuerpos para la posteridad, no era realmente ese el propósito.
Dentro de un lapso breve los científicos vuelven sus miradas a aquellos monumentos que habían
olvidado por algún tiempo, por considerar que se les estaba dando mucha importancia, llegando al
extremo de convertirlos en un escandaloso mito.
Las preguntas vuelven a asomar después de los est dios realizados en modelos más pequeños, pero
hechos de
la misma composición.
Y los científicos se preguntan: ¿Qué resultados se te drían al construirse casas exactamente iguales
como el mentos exclusivos de vivienda y almacenamiento en caso de un ataque nuclear?
¿Qué pasaría si la composición de la atmósfera fuera cambiando lentamente, si los iones del aire
fueran alt rando bruscamente su polaridad, actuando sobre la vida de la Tierra?
¿Qué pasaría si el hombre se viera abocado a vivir en
refugios subterráneos en caso de un cambio brusco del
clima? Los refugios subterráneos no servirían.
¿Qué pasaría si el sistema energético del hombre di minuyera agotándose poco a poco su
organismo y neces tara de una fuente regeneradora?
Estas preguntas son hechas por un número reducido de científicos, a quienes su máxima
preocupación es la conservación de la especie y por ello de los medios que le sirven para su propia
subsistencia.

139
Estos científicos después de haber perdido la espera za sienten como si un rayo de luz hubiera
pasado por su
mente, volviendo a reanudar la tarea con más ahínco, hasta -‘que encuentran “partes de las tan
buscadas respuestas, ll gando a la conclusión del por qué de aquellas pirámides.
Y al hollar la tierra una nueva respuesta aparece, d mostrando la clase de cultura que existía allí,
lejos de la especulación de mentes demasiado inescrupulosas.

Un pacto que fracasa

El presidente del gran país del Nilo desea para cime tar más la posición de su nación, un pacto,
donde se puede conseguir la paz.
Acude para ello a buscar la colaboración de las naci nes más importantes. En concepto de varias de
ellas, la idea es beneficiosa y no descabellada.
Pero, ¿qué piensan los opositores?
Debido a la enorme intransigencia de ellos, consideran que no se debe hacer, por creer que resta
soberanía a cada nación.
Acaso, ¿no son libres de hacer lo que les venga en gana?
El presidente del país del Nilo, y los grandes monumentos, observa con aire de tristeza que sus
esfuerzos han sido infructuosos. Que por más que su voluntad se proponga conseguirlo, y aún
consiguiéndolo, esto «no se cumplirá”.














Los buenos deseos se van a tierra.


Más tarde comprende que al firmar el documento el compromiso iba en Oscuros beneficios de las
naciones más poderosas; lo más importante consistía en conseguir este tratado, ya que se constituía
en un avance, muy discreto, de elementos completamente distintos a las naciones que buscaban con
afán la alianza.

140
Mientras tanto, los vecinos de la península observan con gesto indiferente todos los sucesos que allí
se pr sentan.

141

XVI
AMÉRICA:
CONTINENTE DE SORPRESAS
Mezcla de conceptos

“AMÉRICA ASEMEJA un bote sin timón el que, debido a su fragilidad, va y viene empujado por los vientos
de las di tintas corrientes ideológicas. En lo político, en lo religioso, como en lo científico es demasiado
inestable, ya que todo lo que le ha llegado a su cultura ha sido impactante a causa de la brusquedad de
los diferentes acontec mientos

El americano desheredado de su cultura

Vi, retrocediendo en el tiempo, la época de la conquista. Los barcos procedentes de Europa


atracaban en las costas.
¿Quiénes eran realmente aquellos conquistadores?
Al observarlos, producía tristeza descubrir aquellas f guras sucias y arrogantes que iban
descendiendo de los barcos: aventureros, alcohólicos, tuberculosos, sifilíticos y expresidiarios, quienes
después de muchos meses de vi je traían su rostro ajado por el viento.
Un deseo infinito de curiosidad y de riquezas inu daba sus mentes.
Al ver las hermosas islas, el verde continente y sus asustadizos nativos, mil pensamientos
ahorcaron en el int flor de sus cráneos. El júbilo los embargó.
Penetraron en la tierra virgen. No hubo respeto para con las mujeres indígenas, las cuales fueron
cayendo una

145
a una bajo el trepidante e incontrolado apetito sexual de aquellos hombres, empezando la raza a perder
su pureza. Los nativos que se oponían a los vejárnenes eran vilmente asesinados. Nada los detenía.
Las mujeres comenzaron a llevar en su vientre el fruto de las pasiones y de las enfermedades que
traían ho bres de rostro blanco, desordenada cabellera y sucia barba.
Las grandes construcciones fueron cayendo ante el implacable paso del veleidoso invasor.
Los aztecas, chibchas, muiscas, incas y otros, observ ban con aire de tristeza que todo aquello que
ellos poseían iba sucumbiendo balo los pies de los advenedizos. Una sensación de amargo
desplazamiento dentro de su propio territorio fueron experimentando.
De una lengua que no entendían recibieron órdenes e infames insultos.










Si se rebelaban sus chozas eran incendiadas, sus muj res violadas y sus hijos azotados de manera
inclemente. No admitían disculpas: eran ellos los oscuros dioses, los implacables verdugos de un
resplandeciente continente.
Los conquistadores consideraron la cultura indígena como algo elemental y sin ningún interés
histórico. De ahi que los grandes monumentos, su lengua, su estructura social, sus conocimientos en
astronomía y sus ritos fueron siendo influidos por la hegemonía de los extranjeros, i plantándose de
manera obligatoria los conceptos europeos.
Cuando los misioneros realizaban sus pláticas acerca de Dios y quién era el Maestro Jesús, el
Salvador, el ind gena no entendía, ni se podía acoplar a unos hechos que ni remotamente se imaginaba.
Debido a la subestimación que se tenía respecto a los indígenas, jainos pensaron los conquistadores
y los mi mos misioneros que allí, en esas tierras, antes de su lleg da existieron orientadores, de espíritus
evolucionados, que habían vivido entre ellos y quienes les participaron de su sabiduría.

146
El conocimiento de Dios no estaba destinado a una d terminada élite, como los conquistadores
y misioneros erróneamente lo consideraban.

Seres más evolucionados que los europeos, habitaron entre los indígenas

Para muchas personas puede parecer aparentemente inconcebible que seres altamente evolucionados
hayan vivido con los indígenas, ya que esa prelación, sólo se le ha atribuido a los conquistadores.
La equivocación histórica es realmente enorme, exi tiendo un completo abismo entre la
verdad y la suposición que arbitrariamente han manifestado los historiadores.
Observando a través de la retrospección, desde varios siglos antes de la conquista, algunos indígenas
sintieron y vieron manifestaciones extrañas, tanto, que los diversos pueblos altamente alarmados
llamaron a los ancianos a d liberar. estos escasamente podían dilucidar ciertos aspectos de lo que se
estaba presentando.
¿Cómo era posible que muchos habitantes estuvieran
perdiendo el juicio? ¿El mal se estaba apoderando de ellos? ¿El espíritu salido de la~ tinieblas los estaba
ac sando?
Estas y muchas preguntas fueron aflorando a las i maduras mentes.
Algunos de los indígenas jóvenes cada día se conve tían en individuos más ágiles, de pensamientos
más ag dos y más cautos en las acciones. La mente iba tomando mayor estructura y ya los conceptos
para los ancianos no fueron tan estrafalarios. Se creaba una expectativa necesaria. Y las sorpresas
durante ese proceso de varios años, no eran tan alarmantes, ni trastornaban la mente. El m dio
ambiente fue tomando un cariz distinto.

147
Después de pasado el tiempo, como fúlgidas luces, y apartando Lis sombras hacen su
aparición esporádica unos
hombres de apariencia desconocida para los indígenas.-t En medio del silbar del viento que cruza
rozando la
cúspide de las altas montañas, ellos balan a los valles con el propósito de ser vistos. Dos de
ellos son de tez liger mente morena y de ojos profundamente negros. Los otros dos son de ojos
azules, altos y robustos y de cabellos la gos y dorados.
Los cuatro se van distribuyendo en las distintas regi nes del continente.
Cuando los observan, el primer gesto es de desco fianza el que después se trastoca en admiración
al ver sus finos rasgos y sus grandes capacidades mentales, hecho que induce a los nativos a
considerarlos como dioses b néficos.



í­















Cada uno de ellos vive durante varios años en calidad de instructor de las principales tribus.
La instrucción se basa en el conocimiento de leyes fís cas y astronómicas; en la organización del
gobierno, y en todo lo relacionado a la preservación de la salud, utiliza do los medios disponibles a su
alcance. En cuanto a los conceptos religiosos se les enseña que el Creador del universo se
encuentra presente en todas las cosas y que por lo tanto todas son una manifestación de Él.
Después de que han cumplido con la etapa de instru ción, los cuatro desaparecen.
Por esto, cuando los misioneros hablaban del Maestro Jesús, los indígenas lo miraban como a un
Bachue o un Bochica. Los mayas, los incas y los aztecas vieron al mismo retrato del Dios blanco que
había vivido entre ellos, pa ticipándóles de todas sus enseñanzas.
Con el pasar del tiempo, todos estos recuerdos se fu ron desdibujando, para quedar
grabadas no las imágenes de sus dioses, sino las de los misioneros que se encontr ban con
ellos.

148
Es de anotar que para el lector esto constituye una sorpresa, ya que puede ser considerado como una
simple historieta, pero estoy absolutamente convencido que este suceso que se presentó en el pasado,
podrá comprobarse en años futuros, para pasmo de muchos e incomprensión de otros. La historia
indígena no se ha clarificado compl tamente. El tiempo será el que se encargue de dar luz a todos estos
acontecimientos.

Influencia de corrientes ideológicas


en el pensamiento americano

Desafortunadamente, el indígena fue perdiendo poco a poco su autenticidad, hasta quedar


convertido en un individuo donde se mezcló la raza y el pensamiento de los diferentes continentes. De
ahí, que hoy las innumerables corrientes políticas y religiosas estén contribuyendo no a la
estructuración, sino a la desorientación.
El hombre americano es demasiado susceptible de ser manejado por las ideologías extranjeras. Las
distintas cl ses de istmos importados encuentran una tierra fértil para su progreso.
Todas las religiones procuran tener el mayor número de desprevenidos adeptos y como aves de
rapiña se disc ten la supremacía.
Lo más importante es que después de muchas impr visaciones, el hombre americano buscará su
propia ide tificación, librándose completamente de los “paternalistas” lazos de otros
continentes.
No obstante, durante varios años se van a cometer una serie de infantiles errores, como los de
pretender imponer ideologías políticas foráneas, las cuales sólo redundan en beneficio del país de donde
son originarias. Todo esto suc derá debido a la “inmadurez” de los líderes y del mismo pueblo. Después
se comprenderá perfectamente que cada

149
nación y cada continente debe tener lo propio, sin nec sidad de adquirir por snobismo corrientes
completamente ajenas a sus propias necesidades.
De ahí, que América dará mucho que’ hacer y qué decir a los distintos continentes.
En un futuro no muy lejano se creará una conflicto propia, lejos de la indescifrable mezcla de
política y credos religiosos, los cuáles sólo han conseguido masificar al hombre en lugar de
individualizarlo.
Poco a poco, será alelado ese torpe deseo de importar ideas por el de crear ideas, de acuerdo al
medio ambiente.














Y Europa, Asia, África y Oceanía observarán con gesto incrédulo el camino que toma el nuevo
continente.
Se creará una gran independencia respecto a los co ceptos religiosos, librándose de los lazas que
lo ataban a la influencia de varios países europeos. Las únicas naci nes que conservarán los
innumerables credos en que se asfixian serán los Estados Unidos y Brasil.
En los Estados Unidos, la influencia inglesa es notoria, influencia de la que han salido diversas
variantes. Por lo tanto, el pueblo seguirá apegado a los ritos, estando alej do durante mucho tiempo de la
Verdad.
En el Brasil será mucho más notorio, ya que allí, el vudú, el catolicismo y varios credos más, han
penetrado afianzándose cada vez más. Los ritos espiritistas mante drán por mucho tiempo al pueblo
distraído y complet mente ausente del encuentro perfecto de Dios y el hombre.
Más adelante, después de muchos años se comprobará que el espiritismo había sido únicamente un
néctar e briagante para los individuos que creían encontrar en él miles de respuestas.
La verdad estaba lejos. Los distintos credos mante drán. también alejado al pueblo del compromiso
que tiene él para con Dios.

‘so
XVII
CHILE:
UN PUEBLO OPRIMIDO POR EL GRAN DICTADOR
De gobierno en gobierno

AL SUR DEL Continente Americano se levanta el fam lico dictador, después de derribar a su antecesor, y
haber sido apoyado por el gran país del Norte.
El pueblo, con ojos de tristeza espera el momento de su redención. Y las preguntas van y vienen:
¿Hasta cuá do terminará todo esto?
Por varios años persiste la interrogante, ya que las di taduras en la mayoría de las ocasiones se
hacen fuertes y echan profundas raíces, las cuales van penetrando más contra los intereses de la nación
hasta dejarla complet mente comprometida.
El gran dictador se pasea por algún tiempo, con aire de retadora seguridad. Sabe que está muy bien
secund do por sus seguidores, quienes en muchos instantes le tienen gran admiración.
Sin embargo, hay miles de personas que lo miran con aire de inconfesable rencor, puesto que han
logrado vi lumbrar sus oscuros pensamientos. Bien saben que él no pone en duda los momentos en que
debe actuar con ené gico sadismo para hacer respetar los pilares de su gobie no. Una muerte
más no le importa. Una tortura es cons derada necesaria por constituirse en un hecho ejemplarizante
para todos aquellos que pretenden derribarlo.
El éxodo cada día es más grande. Muchos tienen que emigrar si quieren mantenerse con vida,
alejados del ojo escrutador de la policía secreta, la que busca en todos los
153

rincones a los enemigos del gobierno y cree al mismo tiempo encontrarlos diseminados en los sitios
menos im ginados.
Esto hace que las injusticias que se cometen sean cada vez más aberrantes.
El gran país del Norte sabe que, mientras se mantenga el dictador en el poder, los intereses estarán
muy bien resguardados para los das. Que es necesario apoyarlo cuando lo necesite.












é­





El pueblo tiene que esperar unos años más, el delirante momento en que pueda liberarse de
sus lacerantes at duras.
Mientras tanto, soporta años de escasez, devaluación permanente, conflictos obrero-patronales,
influencia e tranjera, conflictos limítrofes que se agudizan, y donde las mediaciones extranjeras no
tienen absolutamente ni gún valor. Las dos naciones, en señal de amago, se mue tran sus afilados
dientes bélicos. Mientras las fronteras se
encuentran invadidas, los atónitos ojos de los pobladores observan ocultos tras la barrera de las mil
preguntas.

La Tierra se sacude violentamente

Cuando todos los acontecimientos muestran aparent mente un momento de tregua y el pueblo
hostigado se sacude de su prolongado marasmo, leves temblores dan los primeros toques de alarma.
Todos se contemplan. Hay una ligera preocupación que después desaparece pues, consideran, que
ya están acostumbrados a estos sismos. Uno más, ¿qué importa?
Llega el momento en que el mar ruge sobre las costas. Se agita en prolongada convulsión. La
atmósfera se torna tormentosa y blanquecina. El viento suba lastimeramente y comienza a correr con
inusitada fuerza. Y se presenta la gran sorpresa: la Tierra se mueve como una incontrolable

154

hamaca. La gente corre buscando refugio y se lanza de bruces sobre el suelo.


Los segundos pasan lentamente, haciéndose cada vez más interminables.
Su látigo de tiempo golpea bruscamente, obligando a pedir en medio de gritos ahogados, un poco de
clemencia.
Toda la zona costera sur, ondula en medio de la borra ca del agitado mar.
El cielo se tiñe de gris.
El mar se sale de los linderos, y atraviesa con paso gigantesco gran parte del litoral, llevando en medio
de sus enormes olas todo lo que encuentra a su paso.
Un silencio de muerte invade el ámbito.
Más de cuarenta segundos se convierten en un infie no para los pobladores.
Después de la tragedia, se descubre que el mar intr samente se ha apoderada de gran parte de la
costa y que unos hundimientos extraños han hecho desaparecer el t rritorio que aparentemente parecía
firme.
Las interrogantes aparecen cada vez más grandes y sin ninguna respuesta.
El pueblo recoge a sus víctimas y las entierra, proc rando esconder con ellas el amargo recuerdo.
Después de todo ello, un nuevo gobierno aparece. Ya, cuando el tirano ha tenido que entregar las
riendas del poder, frente a un hecho al que todo hombre tiene que ceder. Ante sus a/os ve desaparecer
lentamente la sob ranía que se le escapa, sin que sus fuerzas sean capaces de oponerse ante el
implacable campanazo de la hora final.
Un nuevo socialismo se impone, basado en la neces dad del mismo pueblo, procurando ser
independiente pol ticamente de las demás naciones que intrusamente qui ren persistir con sus nocivas
influencias.

155

XVIII


í­












ARGENTINA:
EL PAÍS DE LAS PAMPAS
Un rincón de Europa en América

REALMENTE ES el país donde más se nota la influe cia europea.


En sus ciudades se respira el aire del viejo continente, y en los rasgos de sus habitantes, la huella
latente de varías razas que emigraron a América.
La multitud abigarrada en los grandes centros urb nos se pasea indiferente, ignorando todos los
acontec mientos que le esperan a este gran país. Los campesinos cada día son más atraídos por la gran
urbe, sumándose al número de desocupados, quienes con afán buscan una ubicación permanente,
pretendiendo olvidar las labores del campo.

La política importada hace estragos

La juventud se halla inclinada por las extemporáneas ideas de líderes euroasiáticos. Se piensa que
éstas tienen la solución para la gran nación. Dentro de las universid des cada día van apareciendo más
líderes, que fatuamente se han dejado seducir por conceptos irreales de bienestar y prosperidad para
el pueblo, quienes son movidos como títeres por dos potencias extranjeras, con el único prop sito de
conseguir mas puntos estratégicos dentro del orbe.
De ahí el nacimiento de los guerrilleros urbanos, qui nes perdiendo la sensibilidad humana, atentan
contra la

159
Integridad de sus propios hermanos, en cada avance terr rista que realizan.
, ,

No pierden la más mínima oportunidad para incitar al pueblo a las más encarnizadas luchas contra
el gobie no, luchas donde el único sacrificado es el mismo pueblo.
“Qué importa que haya unas cuantas victimas, si a tr vés de ellas se pueden conseguir valiosos
fines”. Es la ex-clamación de muchos dirigentes.
Los días son oscuros e un precisos para esta gran n ción. Una nación difícil de gobernar debido a
los heter géneos núcleos políticos. La lucha se realiza por el poder y no para el bienestar del pueblo.

El fantasma dc la devaluación acosa

Día tras día las necesidades se hacen más apremiantes. Los trabajadores ganan lo mismo y los
precios suben de manera exorbitante, descompensando el presupuesto f a-miliar.
La manutención de los hijos se hace más difícil. Los alimentos escasean, o aparecen en los
supermercados r tulados con precios inalcanzables. El combustible para los vehículos parece esfumarse
y el poco que hay es necesario comprarlo a precio de oro.
El campesino busca la ciudad pensando que allí e cuentra más estabilidad, quedando los campos
vacíos.
La agricultura se va a pique y en gran parte el re glón de la ganadería.
Las solicitudes de empleo a las fábricas se hacen cada vez más abundantes, sin existir la
oportunidad de vaca tes, ya que muchas empresas tienen entre sus proyectos dejar cesantes a gran
n<miero de trabajadores, especialme te los de la industria automotriz.
















ó­

160
pide soluciones
El
— pueblo enaltecido

• Ante la avalancha de difíciles situaciones, el pueblo se lanza a las calles, con el único propósito de
presionar al gobierno para que frene la ola alcista y especulativa, la que cada día se hace más
insoportable. El ramo del tran porte amenaza con un paro general ante la inseguridad que se pasea por
las calles, ya que muchos vehículos son incendiados.
Los choques del ejército no se hacen esperar. Los est diantes se unen al clamor general, hasta tal
punto, que la situación se convierte en el caos más grande de la historia del país.
El gobierno se ve acorralado, precipitándose a una crisis.
La presión se hace cada vez mayor; ya no es únic mente el pueblo el que exige garantías, sino las grandes
industrias y el ramo agropecuario.
El gobierno tiene que ceder. Pero, ¿y quién puede co tinuan con las riendas del mando si el país se
encuentra al borde de la quiebra?

Una epidemia se pasea por las calles

Una ola devastadora se yergue, dejando a su paso inn merables víctimas. Los niños de más corta
edad y los a cianos son los primeros que van cayendo ante el látigo mortal de su flagelo.
El cuerpo médico es sorprendido ante la imprevista circunstancia.
Se investigan las causas, las. que al comienzo aparentan ser sencillas. Pero después se
observa que la enfermedad
es resistente a la mayoría de los antibióticos, fármacos que sólo consiguen aumentar el índice de
mortalidad.

161
La situación se hace más dramática. La medicina se ve reducida a un estimulo de conocimientos,
los que no proporcionan ninguna solución.
La alarma es general, ya que la gran mayoría de los habitantes se contagian, no por la enfermedad
en sí, sino
• por el estado de angustia y sugestión colectiva. El 60 por ciento son enfermos reales, los demás son
asustados ind viduos que manifiestan casi los mismos síntomas.
Los médicos no saben qué pensar y mucho menos qué hacer.
Después de varios días la epidemia desaparece, no sin antes haber dejado en su camino una
alarmante cantidad de víctimas que se llevan en su silencio el secreto de la mortal amenaza.
El virus causante no puede ser identificado. Eso da pie para emplear mejores controles sanitarios
como medida preventiva.

Una voz pide justicia












Con el transcurso del tiempo, la crisis llega a su clímax. Los gobiernos no han podido detener el
proceso inflaci nista de la nación, hecho que conduce a que muchos gobernantes prefieran entregar el
poder al menor intento de rebelión, para no continuar participando de la pesadilla.
En medio de la problemática aparece un líder con ideas nuevas y bien proyectadas sobre lo que
puede ser una solución. Al principio no es escuchado, perdiéndose su voz de alerta en los sordos oídos
del desorientado y abatido pueblo.
Les miembros del gobierno sólo piensan que es un charla más y al mismo tiempo un enemigo de
“las e tructutura instituciones políticas
Gran parte de las ideas del líder consisten en la elim nación del egoísmo, erradicación del
sectarismo político,

162
mayor vinculación entre el patrono y el obrero y viceversa, afán por una reforma agraria y honestidad
para los miembros que dirigen los partidos. Yo obstante no logra
• convencer al pueblo, quien lo considera arbitrariamente
sectario y oportunista. Con tristeza comprende que el pu -
blo aún no ha madurado para poner en práctica sus orie -
taciones.
Poco tiempo después cae vilmente asesinado.
Al pasar los años, se va clarificando la idea sobre su
personalidad, comprendiéndose que él realmente buscaba
el beneficio de toda la nación. Mas ya es tarde, aunque
sus pensamientos van martillando en el grueso de la juventud.

El cielo se cubre de enigmáticos discos

Deslizándose por el ancho espacio se ven como pequ ños puntos que aparecen y desaparecen
tímidamente. La mirada de los curiosos se posa con extrañeza sobre ellos.
Los discos poco a poco se van acercando, pretendie do hacer más notoria su sorpresiva presencia.
Los transeúntes se detienen; las calles se congestionan y en las oficinas ubicadas en los altos
edificios, los curi sos se asoman queriendo nO perder un instante el e pectáculo.
Algunos fanáticos se llenan de histeria. Otros, no pu den ocultar las lágrimas. Y los escépticos
solamente obse van, imaginando que tal vez son aparatos para control meteorológico.
Mas los discos realizan ágiles movimientos, describiendo complicadas elipses, lo que induce a los
pasmados espectadores a pensar que son vehículos tripulados o man jados a control remoto por
inteligencias extraterrestres.
La fuerza aérea de la nación procura investigar más de cerca el fenómeno, pero para pasmo de los
pilotos los

163
objetos se esfuman apareciendo en el sitio menos imag nado.
Muchos piensan que ha llegado la hora de ser la Tierra invadida por hombres de otros planetas.
Las máquinas de fotografía de los reporteros son act vadas una y otra vez.
Después de varias horas los objetos desaparecen del e pacio. Los periódicos anuncian a grandes
titulares el suceso, con las entrevistas que les han sido hechas a los “expe tos” en esta clase de
fenómenos.
De todo esto queda un hecho importante: la gran i quietud que ellos han despertado.
Muchos se fanatizan, especulando sobre lo que aún no conocen.


































La misión se ha cumplido.
164

XIX
BRASIL: EL VERDE GIGANTE SURAMERICANO
Los confusos conceptos

POR ENTRE LA VERDE selva se ‘levanta, observando con mirada acuciosa a sus hermanos latinos. La
gran exte sión de su territorio, le permite ser uno de los más gra des y, al mismo tiempo, aspirar a
convertirse en uno de los más poderosos.
En el pensamiento de los dirigentes políticos, religi sos, e incluso el mismo pueblo, se observa un
falso aire de superioridad. Desafortunadamente, aún permaneciendo dormidos ante el enfrentamiento
que deben tener respecto a las grandes realidades.
Cada paso que han dado los ha sujetado a un serio compromiso, que ellos mismos no han podido
comprender y que toman como un juego de niños, juego que a la larga pierden, dando el primer paso
para su amargo despertar.
El Sol ha empezado a salir para ellos. Un hermoso Solo, del cual no han sabido aprovechar cada
segundo de su luz y su calor. Los ha deslumbrado, encegueciéndolos, no p diendo adaptarse a la
grandeza de su intensidad.
Están ebrios de caprichos y de sueños. Están ebrios dc proyectos sin planificar. Tienen todo entre
sus manos y lo dejan escapar.

Las falsas creencias envenenan al pueblo

Saturados por los incontables credos que profesan, viven completamente ausentes de la gran verdad del
esp
167
ritu. Aunque aparentemente, creen haber encontrado en los ritos espiritistas la puerta grande que
conduce a la Ve dad, la realidad es completamente distinta, ya que la d cepción no tarda en llegar. La
disipación que crea esta serie dc doctrinas hacia la auténtica Verdad respecto a Dios es enorme. La
gente se abigarra en los grandes ce tros espiritistas con el ánimo de encontrar una gran sol ción a sus
problemas. ¿Acaso la gran solución la tienen allí? Naturalmente que no, ya que es un medio de distrac-
ción existente, que busca confundir al hombre, evitándole el encuentro con su propia realización.
Y así el individuo nace, crece y muere sin haber ha-liado la base fundamental para su existencia.
Naturalmente hay prácticas más peligrosas, como es una importada de África y que existe en otro
país de Am rica, que mantiene la actividad espiritual en un medio prácticamente salvaje. este se ha
convertido en uno de los néctares embriagantes, que atiborra la mente de una serie de absurdas creencias
que con el transcurso del tie po, le roban al hombre su capacidad de discernimiento.
Es lastimoso ver a este gran pueblo asfixiándose en ese mar de inconfesable ignorancia.
Contribuyendo también el gran caudal de religiones existentes allí, las cuales sólo han procurado
mantener un elevado número de adeptos, aumentando con sus prácticas el sectarismo religioso.
¿A dónde puede ir una nación empecinada en cont nuar este camino?

La resultante de los distintos credos


í­



é­









Tomándose de cada doctrina la parte más convenie te, aparece una que se convierte en la piedra
angular, sat rada de fetichismo e inconcebible egoísmo. Nace vacila te en medio de sus congéneres que
la observan con aire de recelo. Esto da como resultado una guerra continua de

168

palabras insultantes y de ideas que solamente conducen a aumentar los odios existentes.
Los creyentes van sembrando la semilla de la incert dumbre, la que los aboca durante algún tiempo
a una ap tía espiritual nunca antes vista. Esto hace que la desco posición moral aumente en todos los
círculos sociales.
Luego se refugian nuevamente en los oscuros conce tos de las antiguas creencias.
Mientras tanto, han pasado los años y la experiencia de poco les ha servido. La oscuridad sobre la
gran Verdad se ciñe como un fatídico manto que no permite el vict rioso paso de la indescriptible luz. 7
este manto lo ha tejido el mismo pueblo.

La planta nuclear de las discordias

Jamás habían imaginado que sembrarían la semilla, de la cual nace el árbol productor de los frutos
más amargos de su tierra. Pensando en convertirse en potencia nuclear latinoamericana, sólo consigue
perder paulatinamente su poderío.
Todas las fuentes gubernamentales y el mismo pueblo sienten, por el principio, la indescriptible
satisfacción de ser poseedores de uno de los máximos avances de la te nología del siglo xx.
La gran aspiración se cristaliza.
El pueblo inmaduro, ve crecer su poderío ante las demás naciones de América, creándose
simultáneamente un complejo de inconfesable superioridad.
Mira a los que le rodean por encima del hombro, h ciendo alarde a cada instante de lo que posee.
Sin embargo, después de unos pocos años el gobierno y el mismo pueblo observan que han ido
perdiendo su i tegridad, para convertirse en títeres de tres naciones,
cuales han puesto sus ojos sobre el país que pensaba e guirse como una potencia mas.
La planta, ya no está supeditada a la administración del gobierno, sino a las decisiones de los —

foráneos. Con
ella sólo se ha conseguido sentar una piedra de conflicto; una piedra que durará muchos años y que ha
servido para crear ‘un punto bélica estratégico para dos potencias alía-das, las que han hecho un pacto
secreto en caso de prese tarse una conflagración. Y dentro del pacto se afirma: “Que la nación donde
se encuentra dicha planta, no tendrá ni guna oportunidad de decisión”.
Aparentemente, el gran pais latinoamericano parece i norarlo.
Pero dentro de la mente de cada miembro del gobie no se sospecha; mas es una sospecha que no
llega a co cebir toda la estrategia.
Esta es una de las grandes causas que inducen a inco cebibles problemas, los que se convierten en
el azote pe manente para la nación. Y sólo después de muchos años consiguen sacudirse del inclemente
yugo. Mas, mientras tanto, ¡Cuántas cosas han sucedido!

Desvastadora plaga invade los campos

Como un enjambre se aproxima velozmente sobre la verde espesura.


Los campesinos despavoridos observan al espacio, buscando refugio en sus viviendas. Una mancha
negra se pasea, dejando a su paso únicamente el vestigio de la destrucción.
Se toman las medidas necesarias para combatir el r pentino flagelo.





















Pero los insecticidas son totalmente inocuos como arma de defensa ante la inclemente plaga, y sí
pone en peligro la vida de los habitantes.

170
Los cultivos van quedando arrasados. La plaga parece multiplicarse. Recorre de extremo a extremo
el país para luego desaparecer.
Se hace más tarde una evaluación de las pérdidas que son incalculables, aumentando por lo tanto
el conflicto de la nación.

La muerte ronda, cuando danza la Tierra

Las ciudades aumentan día a día su índice de hab tantes.


Los campesinos sólo anhelan ingresar a la gran urbe, pretendiendo olvidar por completo ‘la faena
del campo. Se mira a las ciudades como la meta más grande. Aunque año tras año aumenta la
construcción, es superior el déficit de vivienda. Los habitantes van formando grandes hac namientos.
La desnutrición y las enfermedades endémicas crecen a un ritmo alarmante. La prostitución aumenta,
lo mismo que los grandes centros nocturnos los que prolif ran por todas partes.
Se lleva una existencia agitada, donde sólo interesa sacarle el máximo de provecho al momento
presente.
Sodoma y Gomorra eran ciudades puritanas compará dolas con las actuales, donde se mezclan los
más aberra tes vicios.
Todo parece continuar su veloz carrera.
De repente, las risas se trastocan en llanto, la euforia en angustia, el orgullo en humillación, cl
desprecio en a miración y el sueño en el más’ amargo despertar.
La Tierra se sacude con inusitada violencia, haciendo que las grandes edificaciones se desplomen.
Las pocas que logran quedar en pie son azotadas por las llamas. Las cañerías se rompen, los teléfonos
se interrumpen, los cortos circuitos hacen que una de las más grandes ciudades quede completamente
sin Iuz.

171
La confusión es indescriptible. La sorpresa ha sido mayúscula.
Al día siguiente el gran país observa sus escombros.
Los muertos son incalculables. Los hospitales se han derrumbado, aprisionando entre sus paredes a
gran n mero de enfermos. En las cárceles muchos presos han perecido bajo las pesadas moles y otros
han conseguido f garse.
Todo parece dibujado dentro de un cuadro de mac bras proporciones.
La mayoría de los cuerpos tienen que ser incinerados en las calles, para evitar una epidemia de
graves cons cuencias. En un club nocturno, de sus alegres asistentes, sólo queda un montón de cenizas
con hedor a carne ch muscada.
Las piras se ven en todas las calles, convirtiéndose el temido fuego en un elemento purificador.
Los lamentos se oyen por todas partes, presentándose las escenas cada vez más dantescas.
La sed aumenta dentro de las gargantas, que están roncas de gritar.
Por las calles derruidas, los habitantes parecen osc ros mendigos, con la mirada perdida en el vacío,
el rostro sucio y las ropas empolvadas y convertidas en jirones.
Muchos comprenden que el orgullo ha quedado red cido a escombros, cifrado con el más amargo
recuerdo de su historia.

]72

ú­













XX~
VENEZUELA: EL RICO PAIS PETROLERO SURAMERICANO
La opulencia engendra parásitos

ingresos percibidos por la venta del petróleo, la nación “aparentemente” flota en


DEBIDO A LOS GRANDES
medio de la riqueza. El derroche de lujo y tiempo-hombre-trabajo, es pasmoso. Los habitantes están
acostumbrados a vivir cómodamente sin el mayor esfuerzo, por considerarse p seedores de “una
autosuficiencia”.
Las riquezas petroleras se han calculado uara muchos años, pensándose que éstas pueden ir en aumento con
el descubrimiento de nuevos pozos, hecho por el que han de cuidado por completo el renglón agrícola y
en parte el industrial. El pueblo se halla acostumbrado a obtener la mayor ganancia con el menor
esfuerzo, hecho que ha i fluido enormemente para hacer del hombre un elemento productivo,
perdiendo por lo tanto todo el potencial de trabajo.

El oro negro se desvanece

Los conflictos en el gobierno han ido aumentando. La guerra entre los partidos es violenta. Una
guerra de i properios y continuas amenazas que parecen no tener fin.
Muchos expertos presienten que la gran bonanza ha ido en disminución. El superávit de la nación se
ha co vertido en una pantalla gris. Y esos presentimientos no tardan en ser confirmados.

175
La alerta se hace general: “El petróleo se agota, mientras la inflación galopa, dejando escuchar
sus recias p sadas”.
El pueblo se desconcierta. Consideran que todo esto es una simple mentira’. La verdad queda
comprobada. Para muchos, es inexplicable que la producción petrolera haya disminuido de esa manera
tan alarmante y, al mismo tiempo, tan repentina. Las expresiones son de sorpresa:
“Qué ha sucedido? ¿Qué se ha hecho el petróleo?”
La gran verdad llega: Todo se debe a un extraño pr ceso de reabsorción de la Tierra, que ha ido
dejando vacíos los pozos. Y la pregunta se hace más grande: “AY por qué prácticamente todos los
pozos?”
Años más tarde se da la respuesta.
Mientras tanto, los ingresos de la nación descienden escandalosamente. El calendario marca
comienzos de la década del 80. Se busca con afán encontrar nuevos pozos. Mas la respuesta es
completamente negativa.
Una sombra se pasea por el país y la incertidumbre aumenta.

El pueblo se rebela ante el fantasma dc la pobreza

El gobierno experimenta las amargas consecuencias. Una difícil reestructuración económica es el


principal e colio. Se descubre el gran engaño, al cual habían estado sometidos y se inician los lamentos,
por haber despreci do los renglones agrícolas, ganaderos e industriales, ya que éste último principia el
despertar.
¿‘Cómo organizar todo? Es la gran pregunta del g bierno.












“No podemos convertirnos en pobres!” Es la exclamación del pueblo horrorizado, ante la gravedad
de las circunstancias.

176
Después de una vida holgada y holgazana, el espectro de la pobreza y el trabajo aparece
amenazador.
El temor se cierne sobre cada habitante, hecho que lo induce a protestar ante el gobierno. Es
inconcebible, s gún su concepto, que una nación tan rica quede conve tida en un país más de
Latinoamérica, con todos sus problemas y con su humillación.
Les queda difícil ver su figura real ante el espejo 7/ por lo tanto procuran, por todos los medios,
eludirla.
El pensamiento de volver a encontrar pozos petrol feros no desaparece de sus mentes por algún
tiempo, co virtiéndose éste en un hecho disipador, con el cual dura te muchos años se entretienen para
evitar de esta manera la dolorosa realidad.

Avalancha del pueblo contra cl gobierno

El pueblo observa al gobierno en su mayor etapa de indecisión y lo culpa incluso, de las “absurdas”
necesid des a las que están siendo abocados.
Cada partido político procura sacar el máximo de pr vecho del momento en que se vive. Se culpan
los unos contra los otros. Se culpa dl anterior gobierno de derroche y negligencia. Pero, a la hora de la
verdad., son sólo di culpas “oportunistas” las .que a nada conducen.
Los ánimos se han caldeado tanto, que el pueblo sale enardecido a protestar por las calles. Y los
choques con las fuerzas del gobierno no se hacen esperar.
La situación a cada instante es más caótica. Las un versidades comienzan a proyectar
filosofías políticas exte nas “como medio de resolver los conflictos”. Esto hace que, junto con el
desconcierto reinante aumenten las equ vocaciones.
El gobierno pide ayuda económica y técnica al ext rior. Pero la mayoría de los países le vuelven la
espalda.

177
Ya no quieren saber nada de un rico que se ha vuelto p bre de la noche a la mañana.
El pueblo tiene que recurrir al campo y a las grandes industrias que inician su despertar. Se mira con
recelo los nuevos medios de ingreso, los que pasan a convertirse en la base de la economía.
La pugna de los partidos políticos se acentúa.
La inseguridad hace su aparición en las calles, y el número de desocupados aumenta. Son pocos los
que rea mente quieren trabajar para el restablecimiento de la nación.
El éxodo de trabajadores extranjeros se hace notorio, al no encontrar las garantías que antes se
ofrecían.
Mientras tanto, el calendario sigue marcando la déc da de los 80.

178

xx’
COLOMBIA: DE LA OPRESIÓN A LA REVOLUCIÓN DE CONCIENCIA
Lamentable estado de la nación











í­





Al MISMO TIEMPO que van pasando los años las neces dades van creciendo. La sumisión y la
ignorancia del pu blo, le hace más fácil presa de las ideologías políticas y religiosas, que lo van
asfixiando hasta someterlo a la co dición de títere.
La ola de la incontrolada inmoralidad se levanta con inconcebible ímpetu.
La inseguridad ronda en las calles, donde los ladrones y los criminales se pavonean, amedrentando a
los despr venidos transeúntes, quienes sólo dejan ver en su rostro la angustiosa mirada del terror. Los
ciudadanos se mue tran indefensos, porque las armas sólo las llevan al viento, las fuerzas del gobierno y
los oscuros maleantes.
El pueblo cva sintiendo lentamente el hostigante peso de la injusticia de los gobiernos corruptos,
que cada día lo reprimen sin tener compasión ante las amargas circun tancias. Las esferas religiosas
contribuyen igualmente a mantenerlo reducido a la mas lamentable miseria espir tual.
La juventud va y viene como hoja al viento, siendo manejada por ideologías políticas foráneas, y lo
que es peor, por el vicio, el que ronda por todos lo.~ rincones como uno de los mayores espectros.

181
La inseguridad se corona reina de las calles

A grandes horcajadas invade todos los sitios de las principales ciudades. Las estadísticas sobre
crímenes y robos suben a índices inconcebibles. La elasticidad y la corrupción de las fuerzas policiales
se hacen cómplices de la caótica situación.
Los gobiernos muestran su indiferencia ante los gr ves conflictos. Se afirma que se tomarán
medidas, las cu les sólo llegan al cesto de las continuas promesas. Mie tras tanto el desajuste social
crece.

El narcotráfico se erige dueño y señor

Aunque los principales diarios atacan continuamente el “descarado” tráfico de drogas, éste sigue
ascendiendo verticalmente, ante (as impávidas miradas del pueblo. El gobierno se muestra drástico en
las medidas para comb tirlo, pero bien sabe que esta elasticidad es simplemente una apariencia con la
que se quiere hacer pensar al pu blo, “que sí se está haciendo una labor moralizadora”
Los millones de dólares danzan, manejando los inter ses a diestra y siniestra, comprando cada vez
más impo tantes influencias.
La situación parece no tener fin.
Los gobiernos extranjeros protestan al observar que no existe ningún control efectivo de parte del
gobierno, con el propósito de dar por terminada la escandalosa ola de corrupción, e incluso lo tildan de
ser uno de los más act vos participantes del “jugoso negocio”.
El pueblo mientras tanto escucha avergonzado las s veras acusaciones.

182
El gobierno se defiende con un rosario de palabras. sabiendo muy bien que la mejor defensa que
puede hacer, es demostrando con hechos que se le pone freno a la i confesable ola de inmoralidad.
Aparenta estar interesado y mostrarse fuerte ante el problema, pero todo se reduce a una patraña,
que el mi mo pueblo la descubre.

El enriquecimiento de unos pocos



















reduce a la miseria a miles

La devaluación es cada vez más notoria. Los produ tos de primera necesidad se hacen
prácticamente inalca zables, ya que sus precios aumentan el 50 y hasta el 100 por ciento. La ola
especulativa hace que éstos alcancen el escandaloso extremo. El gobierno anuncia “tomar drá ticas
medidas”, ante la protesta del pueblo, pero siguie do la acostumbrada línea de apariencia.
Los grandes emporios cada día van llenando más sus arcas, mientras que millones de habitantes
tienen que s portar la ola de escasez, aumentando la desnutrición de la población.
No obstante todas estas cosas, al pueblo se le tiene prohibido protestar, bajo amenazas de consejos
de guerra. Los inconformes que caen en las redes de los cuerpos s cretos son torturados, violando con
esto el gran principio de los derechos humanos.
El gobierno se convierte en el silencioso verdugo del pueblo, a quien cada día lo reduce a la más
espantosa miseria, mientras que las clases privilegiadas que ocupan las grandes curules, dilapidan
inmisericordemente el pr supuesto nacional en provecho propio.
El vínculo existente entre gobierno y grandes empr sas es estrecho, lo que hace que la mayor preocupación
se encuentre, no en solucionar los problemas más agra-

183
vantes de carestía, sino en tener buenas relaciones con los
emporios financieros con detrimento de las clases más -2 necesitadas.
Es más económico morir que costear una enfermedad, puesto que los grandes centros de salubridad
se manti nen cada vez con mayor descuido, teniendo el paciente que recurrir al servicio médico
particular, el que en la mayoría de las ocasiones, padece la más grave enferm dad: insensibilidad social
y deseo incontenible de riqueza.

Se llena tanto la copa que ésta se desborda

El pueblo, inclementemente atosigado, considera que todo debe llegar a su fin. Azuzado par
elementos foráneos, quienes han sembrado la semilla del odio contra las clases dirigentes y las más
pudientes, se lanza a las calles desah gando sus incontables años de opresión. El vandalismo y la
rapiña se ciernen sobre la ciudad incendiando y saquea do comercios. Los choques contra las fuerzas
del gobierno se hacen imprescindibles, convirtiéndose las calles en p téticos ríos de sangre. En las
aceras, los cadáveres destr zados por las balas forman pequeños mantones. El caos es incontrolable.
Las llamadas al orden del gobierno, bajo grandes am nazas no son escuchadas.
El pueblo se halla enardecido cuando contemple que el ejército, bajo las órdenes de enceguecidos
verdugos, se ha convertido en execrable asesino de sus propios herm nos, erigiéndose en protector, no
“de las sagradas instit ciones que respaldan el orden y por lo tanto la buena ma cha del país’>, como
el gobierno irónicamente io afirma, sino en el guardián de las clases que oprimen inmiserico demente
al país.
Multitud de inocentes baleados tapizan las calles, co virtiéndose en mudos testigos de la opresión.

184
Las bombas estallan en todos los rincones. La ciudad se cubre de pólvo, sangre y humo. De
lamentos, venganza y odio. Una batalla desigual donde el ejército invade las casas
«buscando nidos de sospechosos”.
No se respetan las mujeres ni los niños.
Después de varios días, todo parece llegar a su fin. El gobierno considera “haber ganado la gran
batalla, salva do las sagrados instituciones”.
Luego llega la gran sorpresa y la sangre del pueblo es vengada. No queda miembro del gobierno
que no haya pasado por el incógnito pelotón de qustlclamiento.






















Más tarde todo vuelve a una aparente normalidad, ca mando la tempestad su prolongado
rugido.

Poderoso lider se levanta

Han pasado los años. La confusión del país aún perm nece. El pueblo se halla cada vez
más hastiado. Muchos gobernantes lo han engañado bajo promesas de ayuda para liberarlo
de su precario estado. Sin embargo, la m yoría han sido individuos inescrupulosos y
oportunistas.
La fe se ha perdido y la juventud va y viene en medio de la confusión. Los distintos oredos
religiosos también han aprovechado las circunstancias, convirtiéndose sus ministros no en
orientadores, ante las circunstancias viv das, sino en elementos explotadores, que han
hecho de manera inconcebible el vado espiritual.
Mas llega el momento en que una voz enérgica se hace presente. Una voz que paulatinamente ha
ido surgiendo, golpeando con paso lento pero seguro, la condena de todos aquellos que encuentra en
su, camino.
Por el comienzo, muchos consideran que es un dem gogo más que viene a utilizar el momento de
angustia en provecho propio. Sus palabras son incomprendidos dura te algún tiempo. Sus enseñanzas
parecen caer en el vacío,

185
por ser consideradas por la mayoría inconsistentes> y por lo mismo que no vienen a ofrecer ninguna
garantía. Se considera su filosofia no propia para el momento, ya que la autenticidad del hombre se
halla completamente desd bulada. De lo único que se encuentran de acuerdo es que todas las religiones
y los partidos han sido los mayores

explotadores de la ignorancia del hombre.


Muchos opinan que es difícil llegar a una concepción
práctica de las enseñanzas, más cuando el hombre se ve abocado a elevar su nivel moral, estando
acostumbrado al libertinaje en todos los campos.
Los dirigentes religiosos y políticos ven en él a su mayor enemigo, ya que sus planteamientos están
basados, en una reestructuración conceptual de las actuales ideol gías, arrancando al hombre “de la
masa”, para individu lizarlo; consiguiendo con ello una liberación completa de las atávicas enseñanzas
que lo habían mantenido esclavo.
Sin embargo, política y religión consideran que el ho bre se halla en un estado tan lamentable de
atraso, que jamás podrá poner en práctica dichos enseñanzas, motivo por el que se tranquilizan,
estando seguros que es un líder que pasará pronto a los anales del olvido.
Mas la equivocación es grande.
Debido a la técnica empleada y al cumplimiento exa to de sus palabras, la mayoría silenciosa
comienza a s guirlo, practicando sus orientaciones, las cuales, cada ho bre que las experimenta se
convierte en una nueva conciencia que despierta, dispuesta a contribuir a errad car los Oscuros
propósitos que lo han tenido en la ign rancia, principal motivo de la explotación del hombre por el
hombre.
Mientras tanto los años han ido ‘pasando, y lo que a tes se consideraba un movimiento más, pasa
al primer pi no en el mundo.
Los credos religiosos observan con aire de tristeza, que los incontables súbditos que los sostenían,
los abandonan,

186


















derribando por lo tanto, sus imperios financieros e ideológicos.
Se observa un gran cambio en las estructuras sociales. De las palabras se pasa a la acción, hecho
que demuestra la gran trascendencia del movimiento y la meticulosa p netración de las ideas en la
mente de cada individuo.
Los que se vuelven practicantes logran descubrir pe fectamente el engaño a que por muchos siglos
estuvo s metido el hombre.
Dentro del transcurso del tiempo, importantísimos h chos se presentan, hechos que confirman la
veracidad de las palabras del gran líder. Esto hace que los escépticos que aún quedan, miren con
respeto la fuente de la cual nace el gran movimiento.
El catolicismo se declara uno de sus mayores enemigos, por considerar que se está “arrancando al
hombre de las grandes verdades las que solamente le son entregadas a los miembros de la iglesia”. El
movimiento entonces es condenado públicamente por los jerarcas, por “sus ideas tendenciosas, que van
en contra de los sagrados princ pios,’.
En todas las parroquias comienzan a aparecer bolet nes informativos, “previniendo a los feligreses
del enorme peligro que representa seguir al falso profeta, quien es un enviado del demonio, para hacer
renunciar a los católicos a la salvación, más que todo, a aquellos católicos que se encuentran débiles en
la fe”.
Muchas de estas admoniciones logran infundir miedo a gran cantidad de católicos, los cuales se
declaran abiert mente enemigos “del falso profeta”, comenzando a proferir maldiciones y amenazas
contra todos los seguidores del movimiento.
Los dirigentes de la iglesia sienten satisfacción y co sideran que la táctica ha dadó excelentes
resultados. H cen llamamiento a “las ovejas descarriadas, ofreciendo la intercesión ante Dios, para
que les sea perdonado el peca.

187
do de desobediencia y olvido, por alejarse de las sagradas enseñanzas”. Mas no consiguen su
propósito, y antes bien,
ante la actitud sectaria de la iglesia, muchos de sus feligr ses y algunos de sus ministros que reconocen
la gran ve dad que se está predicando, se suman dejando ver en sus rostros el enorme deseo por
encontrar una vida nueva.
La ira de ‘los jerarcas no tiene limite. Ven que el gran imperio comienza a tambalear y con él, su
estabilidad ec nómica y social.
Deciden anunciar que los seguidores del gran mov miento quedarán excomulgados * y por lo mismo
“conden dos al fuego eterno”.
La amenaza no surte efecto. Sus lamentos se pierden lentamente en el vacío..
La influencia del líder se hace notoria en toda Amér ca. Sus palabras, van cada día penetrando en
cada uno de sus nuevos seguidores. Los grandes resultados se observan, por la armonía que
manifiestan los miembros del mov miento.
Proclama en todas partes “que la individualidad del hombre es lo más importante. Que desde el
momento, que el ser humano se descubre con todas sus virtudes y todos sus defectos, da el gran paso
para cumplir el compromiso que tiene con su Creador”.
Busca, no que el hombre se convierta en un santo ni mucho menos mistificarlo, sino que a través del
encuentro consigo mismo se transforme, elevando su nivel espiritual y material. El hecho por lo tanto,
no es ser contemplativo, ya que el fundamento se basa en la acción y por medio de un perfecto
raciocinio, poder enfrentarse a todas las ci cunstancias inteligentemente. De esta manera se llega al

* Se entiende por excomunión el considerar proscritos a los católicos.




















188
y

descubrimiento que no son las iglesias las depositarias de la Verdad, sino el hombre mismo.
La oposición de los enemigos de la libertad es enorme, pero logra triunfar la Verdad por sobre todos
los ob táculos.
El calendario mientras tanto no ha marcado el año
2000.

189

XXIII
PANAMÁ, NICARAGUA, CUBA,
HONDURAS, EL SALVADOR,
CENTROAMÉRICA: PUNTO DE CONFLICTOS

XXII
ECUADOR: EL DESPERTAR
Su petróleo causa intrigas

ha ido levantando después de muchos años de permanente atraso. Mira, como el niño
LENTAMENTE SE
que abre sus ojos a los primeros rayos de luz. Observa las cosas que ha encontrado a su alrededor y
juguetea con ellas.
ción y, al mismo tiempo, de ingresos, que le han servido Sus pocas torres de petróleo son un motivo de
distrae-
para salir lentamente de su pobreza.
Sin embargo, las necesidades del pueblo continúan
el gobierno tiene que ofrecer las reservas al mejor postor, lo cual hace que ios países más intrigantes lo
miren con recelo e incluso, le exigen la venta de su producto. Es una etapa que pasará dentro de la
próxima década.

Gobierno sin estabilidad sé derrumba

A causa de la falta de madurez de los miembros que componen el gobierno, éste falla en la
administración del país, y más aún, porque muchos aspiran a curules que éste no puede complacer. Los
mayores enemigos se encuentra?? entre los que no han conseguido un ascenso, viéndose tru cados ante
las preferencias que parece tener el presidente. Esto da lugar a que los militares se rebelen, y sin tener
ni gún miramiento deciden derrocar al gobierno. Éste no opone mayor resistencia ante la grave
amenaza a la cual se ve enfrentado.

193~




Pasan escasamente cinco años. Y se toman nuevas p siciones. Aparentemente, aunque el país es
pequeño, m nej•arlo, consideran muchos, es demasiado complicado.
Y así estará dentro de esa tónica, que parecerá inte minable.

194
El Canal de las discordias

CONSIDERADO cOmo un punto estratégico para las disti tas naciones, la zona del Canal siente los
efectos de las d ferentes corrientes, que desean tomar parte en sus int reses.
El gobierno mantiene su titánica lucha por conservar su soberanía, evitando de esta manera, ir
perdiendo las riendas, no solamente en lo que compete a la zona del Canal, sino también en
cuanto al resto de la nación.
No obstante, considerando que se ha hecho un pacto con la poderosa nación del Norte, no se
encuentran a salvo sus intereses, ya que ésta sigue obstinada en mantener su poderío, hecho que
consigue a través de oscuras intrigas.
El mayor pensamiento consíste en colocar un títere, que defienda sus intereses, motivo por el que, da
rienda
suelta a sus escaramuzas para derribar al gobierno, basta
que lo consigue.
El pueblo se violenta al observar que escurridizamente han logrado penetrar en el territorio y más
aún, porque han conseguido derribar al anterior gobierno, para dar paso a uno directamente manejado
por ellos.
La pantalla dura muy poco. Los conflictos arrecian en las ciudades y los atentados hacen su mayor
explosión.
La inseguridad aumenta para los miembros del gobie no, no obstante la estrecha cadena de
protección que han colocado a su alrededor.

197

La mayor preocupación de la gran nación del Norte consiste en perder los puntos estratégicos, que
durante muchos años tuvo.
Ante la arremetida del pueblo, el títere impuesto tiene que ser abandonado, siendo éste derrotado al
no enco trar el apoyo de los que lo ayudaron a encumbrarse.
La nación se ‘libra de las ataduras, colocándose para días futuros a la defensiva, evitando de esta
manera una nueva infiltración de los foráneos.

El mar se agita y la franja se estrecha

Mientras que encuentran en el terreno de las disputas, la Tierra se estremece haciendo palidecer de
angustia a sus habitantes. El mar se violenta contra las costas, h ciendo que éstas vayan disminuyendo.
Aunque el fenóm no submarino golpea constantemente durante algunos días, no causa mayores
desgracias, ya que da tiempo a los habitantes de ponerse a salvo.
La faja se estrecha reduciendo el territorio, constit yéndose en una sorpresa y al mismo tiempo en
una impo tante noticia internacional.

Fuego en las fronteras de Honduras y El Salvador













Reviviendo viejos rencores, el país donde se encuentra el lago Caratasca y su vecino El Salvador,
pasan de las amenazas a los hechos, haciéndose inminente el movimie to de tropas, primero por las
ciudades y luego en las fro teras. No satisfechos con la demostración de poderío bél co, los dos
gobernantes se insultan. Mientras tanto, las demás naciones se encuentran a la expectativa.
El choque del ejército en las fronteras no se hace esp rar. No escatiman nada para emplear el
poderío de tierra

198
y aire. Las principales ciudades caen bajo el poder de las bombas. Los dos gobiernos sólo piensan en
destruirse, o vidando a la multitud de inocentes que cae bajo el poder mortal de las armas. Las ciudades
se convierten en ruinas haciendo que muchos habitantes huyan a países vecinos agudizando, de esta
manera, mucho más el conflicto.
Ante la gravedad del momento, tres naciones deciden intervenir como mediadores para evitar que
aumente el derramamiento de sangre. Sin embargo, ‘los litigantes no parecen escuchar los llamados de
atención.
La situación se hace cada vez más caótica. El numero de víctimas aumenta de una manera
alarmante.
Por las calles la angustia y el dolor realizan su desfile cotidiano.
El pan de cada día se convierte en la incertidumbre.
Su inmadurez se ve reflejada en el opaco espejo de los frescos recuerdos.
Los días de batalla son cruentos.
América y todo el mundo mira hacia la angosta faja. Mas debido a la presión que realizan los países
extra jeros, por fin se da por terminada la contienda.
Sin embargo, ¡cuánta sangre se derramó!
¡Cuántos seres inocentes perdieron la vida! ¡Cuántos quedaron huérfanos!, ¡Cuántas viviendas se
destruyeron!
No obstante, cuando retorna la paz, ésta no logra jamás cicatrizar las profundas heridas, donde un
hilo de sangre riega la tierra, para fertilizar la semilla de una nueva di cordia.

La isla y el gran dictador

El estar apoyado por fuerzas extranjeras, le han pr porcionado una imagen de solidez. Se ha erigido en

dueño y señor, violando con su régimen el principio de los Der

199

chos Humanos. Ni los colaboradores más estrechos y co fidentes lograron escapar ante el pelotón de
fusilamiento. Muchos que lo apoyaron, considerando que era un “rev lucionario puro”, y quien
proporcionaría al pueblo su propia política, se vieron defraudados al observar que se convertía en el
títere de un país extraño, imponiendo al mismo tiempo, una ideología que no encajaba dentro de las
apremiantes necesidades del país. Simplemente, a tr ve’s de una oscura máscara, logró conseguir el
poder.
El país del Norte lo mira con recelo. No está satisfecho, al tener un permanente dolor de cabeza.
Ha hecho muchos intentos por derrocarlo, pero sus esfuerzos han sido infructuosos. Se han ideado mil
formas de asesinarlo, pero su fortaleza se ha convertido en inexpugnable.













Y mientras sigue en el mando, la pesadilla continúa para los arrogantes norteamericanos, quienes
han visto en el pequeño ratón, uno de los mayores enemigos.
Mientras tanto, está siendo alimentado por los euro-orientales.
Sigue constituyéndose en una ficha clave del bélico ajedrez.
La isla no es autónoma, al encontrarse vendida a los intereses ajenos. Su pueblo ha sido entregado
en bandeja de plata al servicio de otra naçión.
Sin embargo, todo esto ha servido de enorme exp riencia. Ahora saben que el hombre no debe ser
un holg zán, como durante mucho tiempo lo fueron. Que es indi pensable aprender a trabajar, para no
perder el individuo la capacidad de producción.
¡No trabajaron pura éllos mismos, correspondiendoles ahora, hacerlo para los demás!
El haber estado nadando en dólares, convirtiendo la isla en un rincón paradisíaco, donde la
prostitución rein ba del brazo con una vida fácil, los hizo transformar a muchos en personas inútiles.
Han aprendido una lección.

200
Han aprendido a trabajar.
A vivir de lo que produce la tierra y de lo poco que proporcionan las fábricas.
No ha sido en vano el proceso que han tenido que atravesar.
Mientras tanto, el dictador parece fortalecer sus c mientos. La potencia extranjera también echa
profundas raíces.
Pasa el tiempo. La dictadura empieza a flaquear. Los miembros del gobierno se estremecen. No
porque la gran nación del Norte esté hollando en las estructuras del rég men, sino que a éste le ha
llegado el tiempo de observar el ocaso de su reinado.
Los conflictos de Europa, hacen que el gigante este pa-rio descuide sus satélites más lejanos.
Mientras tanto, la dictadura se va debilitando y el pueblo se prepara para golpear sus bases.
El conflicto se agranda en la Isla.
Los mismos miembros del gobierno se contradicen, e incluso, abren una brecha, donde las intrigas
se hacen pe manentes.
El país del Norte procura aprovechar las circunsta cias, pero inteligentemente son rechazadas sus
intenciones.
Todo llega a una culminación. El dictador no puede resistir ante el embate de las circunstancias.

Nicaragua: Cayendo cl verdugo, sigue la tragedia

El verdugo, quien después de duras batallas y que con el apoyo del ejército masacró sin ningún
miramiento a hombres, mujeres y niños, tiene que rendirse. El número de muertos por su caprichoso
orgullo se hizo incontable. Un deseo incontrolado de poder corría por sus venas.
El rastro de los hechos demuestra la dolorosa realidad.

201
El dictador se hizo fuerte por el apoyo de la nación norteamericana, porque no podían dejar caer al
más gra de protector de sus intereses, ni mucho menos podían permitir que una ideología “dañina”,
según su concepto, usu para los predios de esa nación, que consideraban “su ya”
Más todo llega a su fin.
Las calles muestran sus ruinas. Los vestigios de la guerra son palpables. El hambre se retrata en los
rostros.
Sube el nuevo gobierno constituido por una Junta.












La “importación” de ideologías políticas no permite una solución al gran problema. Las


divergencias poco a poco se presentan. Bien se sabe que el pueblo necesita suplir sus necesidades, pero
dentro de sus propios medios.
Lentamente se dan cuenta que tomar conceptos pol ticos foráneos, sólo conduce a desorientar a los
ya co fundidos habitantes. estos, al observar sus crecientes n cesidades inician una etapa de exigencias,
no obstante la reforma emprendida.
La restauración del pueblo, que sale lentamente de su angustia, da los primeros pasos.
La sombra del gran dictador aún se pasea como fune to recuerdo.
Tiempo después, los habitantes miran con ojos de sor-bitados.
La tragedia se aproximo con pasos de gigante.
La naturaleza ‘parece no estar dispuesta a participar más sus frutos con los hombres.
Ruidos extraños se sienten. Unos ruidos sordos que hacen trepidar la sangre en las arterias.
La angustia invade el más minimo rincón del cuerpo de los sorprendidos pobladores.
Los árboles se agitan.
Los animales se inquietan.
La atmósfera se enturbia.
De repente la tierra brama, invadiendo grandes aluvi nes las tranquilas calles. A su vaso sólo
quedan casas de-

202
rruí y gritos ahogados por la angustia y la incontenible avalancha.
La confusión no tiene nombre.
La muerte nuevamente hace sonar su agudo y lacón co clarín.
La sorpresa ha sido mayúscula. Esto hace que sean muy pocos los que se salven.
La guerra, aun con todas sus inclemencias, no logró hace,’ tantos estragos como la misma
naturaleza con su irreprimible furia.
Todo desaparece.
Luego sólo queda el hedor de los cadáveres, muchos lamentos y una nación reducida a su más
mínima expresión.
¿Cuántos muertos? Nunca podrán precisarlo.
¿Cuántas pérdidas? estas serán incalculables.
¿Cuántos refugiados? estos serán incontables.
Después de la tragedia, ¿qué se pueden disputar los gobernantes?
A ellos sólo les queda participar del dolor de la gran nación, sepultada entre los escombros.
203

XXIV
MÉXICO: LOS AZTECAS ANTE LOS CONFLICTOS

La problemática del petróleo

EL PASO DE LA nación a constituirse en un gran produ tor de petróleo es decisivo, como decisiva es la
serie de intrigas que se desatan en el gobierno, la industria, la agr cultura, y más aún, en el ulano
internacional.
Se convierte en un país polémico.
oro negro amenaza la. tranquilidad de toda la nación. La opulencia de su producción, en lugar de
ofrecer bie estar, fuentes ¡de trabajo y mayores ingresos, sólo consigue proporcionar incertidumbre,
conflictos laborales y gravís mos problemas en el campo.




í­






Todo esto da oportunidad a convertirse en una situ ción tan drástica, que los mismos gobiernos se
muestran en la mayoría de las ocasiones incapaces de mantenerla. Aunque ésta, parece interminable,
después de muchos problemas, se llega a una completa solución. La madurez del pueblo y los graves
momentos sufridos, son los que conducen a la reflexión.
Mientras tanto las revueltas estudiantiles no se dejan esperar.
Los enfrentamientos con las fuerzas del gobierno pr ducen grán cantidad de víctimas, lo que hace
que los g bernantes pongan su cabeza en juego, ante la gravedad de la situación.
Los asesinatos de miembros del gobierno son paulat nos, sumiendo a la nación en momentos de
peligrosa crisis.

207
La supremacía se dirime en medio de feroz rapiña. Un presidente es brutalmente asesinado,
rodando su cabeza injustamente. ¿Era necesario llegar hasta el asesinato?
El pueblo convulsionado observa, padeciendo después las amargas consecuencias.

Violento terremoto causa incontables víctimas

El calendario marca la década de los ochenta. Todo parece llevar el mismo ritmo.
Las bulliciosas ciudades siguen al compás de la m notonía.
La capital azteca camina de la mano con el progreso urbanístico y al mismo tiempo con los conflictos
sociales. El apacible clima parece adormecer las tensiones a las
cuales los habitantes se ven abocados diariamente.
Los altos edificios se yerguen orgullosamente hacie do alarde a la ingeniería del hombre.
De repente, bruscamente la. tierra se sacude, arranca do a los habitantes de sus ensoñadores
pensamientos.
Las altas construcciones crujen, abriéndose violent mente sus paredes. Luego éstas se desploman,
haciendo un ruido ensordecedor.
Los vidrios de los edificios caen al vacío, causando e tragos en los confundidos transeúntes. Nubes
de polvo se levantan.
Gran parte de las amplias avenidas se hunden. El alu brado que interrumpe e igualmente las
líneas telefónicas.
El pánico se apodera de los habitantes de la. gran ci dad, lo mismo que de las poblaciones vecinas.
Los gritos de angustia y los prolongados lamentos, se confunden en el espacio, formando un coro
impresionantemente de garrador.

208
Gran cantidad de vehículos y de personas, quedan aplastados, bajo el insoportable peso de las frías
moles de concreto.
Los segundos fueron interminables.
La radio y las cadenas de televisión, dan a la nación, parte de la tragedia.
El ámbito se cubre de luto.
Varios días después del gran terremoto, los datos sobre las victimas se hacen incontables.
La amarga situación pasa, pero queda el recuerdo gr bado como la más grande tragedia.

Devastadores ciclones sobre la costa noroeste

Cuando la gran tragedia de la nación aún permanece en el recuerdo, el mar da los primeros toques
de consp ración contra la tranquilidad dc los pueblos que quedan sobre las costas.















Los pescadores observan el cielo, comprendiendo que la quietud que aparenta mostrar, guarda en las
entrañas un sintoma de cercana violencia.
Y el presagio se cumple. El viento principia a silbar. Las olas se agitan,, agigantándose a cada
instante. El mar se pica.
Las embarcaciones que se encuentran dentro del per metro, son tomadas por sorpresa, azotándolas
el mar con increíble fuerza. Muchas de ellas desaparecen, otras son destrozadas y sus tripulantes
lanzados a la profundidad de las aguas.
Varios ciclones se forman invadiendo las costas, con su latigante lluvia, descargas eléctricas y
vientos de más de doscientos cincuenta kilómetros par hora, que arrasan todo lo que encuentran a su
paso.

209
Las casas son aplastadas, los vehículos arrastrados como si fueran plumas, los postes derribados
dejando sin
comunicación a varios pueblos.
Los habitantes buscan refugio. Mas todo es inútil, po que en esos momentos, ningún sitio representa
seguridad, viéndose el hombre completamente indefenso, ante las devastadoras fuerzas desencadenadas
por la naturaleza.
Por donde han cruzado los ciclones, sólo queda un lecho de lodo, construcciones destrozadas y
cadáveres de humanos y animales, con sus brazos extendidos, dejando ver claramente reflejado el
paroxismo de la angustia de los últimos momentos.
Las escenas son dantescas.
Se tarda muchos días para que se puedan encontrar
las incontables víctimas, ya que todo queda en el más
increíble desorden.
Los pocos sobrevivientes abandonan el sitio de la tr gedia.
El horror aún se refleja en sus miradas y en el embr tecido gesto de sus rostros.
Muchos, después de reponerse, afirman que todo “p recía el mismo fin del mundo”. Algunos,
todavía traum tizados por el dramatismo de los acontecimientos, quedan padeciendo de amnesia
temporal Otros, sólo se cubren el rostro. gritando a voz en cuello: “Que cese la torme ta”, ya que han
quedado tan vívidas las imágenes, que a pesar de la calma, siguen experimentando el desgarrador
momento.
El hedor de los cadáveres se hace insoportable, t niendo que recurrirse a drásticas medidas
sanitarias, para
impedir la amenaza de una epidemia, la cual se insinúa.
Los cadáveres que van siendo hallados, inmediatame te se incineran.
Por lo tanto, muchos habitantes no vuelven a ver a los
seres conocidos.

210

Se encuentran cuadros tan dantescos, como el de los padres abrazados a sus hijos, observándose en la
rigidez de sus músculos, la titánica lucha sostenida para no dejar-se arrebatar por la fuerza de la
tempestad el último r ducto de su vida.
Los damnificados son incontables. Los campos quedan
invisibles por algún tiempo.
La preparación de la tierra para la agricultura y la
ganadería se hace difícil, creando estas circunstancias
una grave situación.
Mas no obstante todos los problemas, la nación logra
superarse, ‘ya que la tragedia conlleva a una solidarización







í­




del pueblo.
El progreso nuevamente se hace presente.

xxv
ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA:
ANTE LA ANGUSTIA Y LA CRISIS

El por qué de los graves problemas

Su PERMANENTE intervención en los distintos paises del mundo, le han hecho acreedor a la imagen de
ser el mayor intruso, que amenaza la autonomía de las distintas n ciones.
Su incontrolada avidez por ubicarse como la principal nación en todo el orbe y al mismo tiempo, su
exagerada preocupación por controlar las distintas ideologías politicas y religiosas, hace que se
convierta en la piedra del escándalo.
Han olvidado que cada nación es autónoma y que su continua y abusiva intromisión en los
designios de cada uno de ellos, es un permanente síntoma de mantener el colonialismo. Ya, los demás
pueblos no miran esta actitud con buenos ojos, catalogándolo por lo tanto como a uno de los mayores
enemigos, que va constantemente tejiendo intrigas, entre las distintas naciones a través de sus osc ros
cuerpos secretos.

Incontables han ido los gobiernos derribados por ellos.


Incontables son las guerras civiles donde, debido a su agresivo intervencionismo, las han hecho
más intermin bles, aumentando el número de inocentes victimas.
Incontables han sido los asesinatos cometidos bajo su patrocinio.
Incontables han sido los pueblos que tienen que sufrir el yugo de los malos gobernantes impuestos
por ellos, para

215
poder mantener su hegemonía en las diferentes partes del mundo.
Incontable ha sido el hambre que han tenido que p decer millones de personas, la causa de la
explotación eje cida, sobre los distintos paises subdesarrollados.
El mantener sus puntos bélicos, ha contribuido a crear muchas desavenencias.
han querido ser los más grandes conquistadores, incluyendo el mismo espacio; mas sin embargo,
no han p dido conquistarse. El orgullo los hace mirar hacia regiones más lejanas, descuidando por
completo el gravísimo est do de descomposición social en que se encuentran.
La mayoría de los gobiernos han sido altamente mes crupulosos, procurando los diferentes partidos
luchar por
la supremacía del poder olvidando por completo los pr blemas, que cada día van en incontenible
aumento. La rapiña entre los gobernantes es inconfesable.
La diferencia de clases se hace mucho más notoria, g lopando la miseria en el más brioso corcel.
La juventud bajá el yugo de las drogas y los distintos vicios, va precipitándose directamente a un
insondable abismo.
La nación tiene que reconocer que su mayor enemigo no se encuentra en los distintos ?paises del
inundo, sino que vive y palpita dentro de ellos mismos.
¿Cuándo puede el árbol dar frutos, cuando en realidad la raíz está podrida?










La mayoría de los graves conflictos que tienen que afrontar, no se deben por lo tanto, a los foráneos,
sino exclusivamente a ellos, que desde tiempos atrás vienen convirtiéndose en los más grandes gestores
de su decadencia.

216

El racismo se recrudece

El tiempo ha ido pasando. Los problemas raciales ap rentan estar adormecidos.


Mientras tanto, el resentimiento de los negros va ll nando aunque en silencio, la amarga copa del
rencor. E peran una oportunidad para poder sacudirse de la inte minable cadena de humillaciones
infrigidas por el hombre blanco.
Muchos se preguntan: ¿Hasta cuándo soportar la i nominia?
¿Hasta cuándo permanecer marginados, sin poseer el derecho de disfrutar las mismas condiciones
de los blancos?
¿hasta cuándo poder demostrar que somos tan hum nos como ellos y que esta carga de indiferencia
nos lastima?
Mientras tanto los blancos miran por sobre el hombro a todos aquellos que consideran inferiores,
por ser ho bres de color. Sienten ‘una indecible aversión, la cual se refleja en sus despectivos gestos y
en sus agresivas pal bras. Aún allí, el hombre blanco se considera un auténtico heredero de los dioses.
¿De cuáles dioses? Si ellos mismos se han erigido como las más grandes divinidades, que pueden juzgar
y al mismo tiempo Intervenir en los pri cipales acontecimientos, no solamente de su nación, sino de
todas las naciones del mundo.
Lentamente, la raza negra va saliendo del lamentable estado de complejo que se le había creado.
Los jóvenes comprenden que son tan inteligentes y audaces como el más espigado rubio. Que los
grandes ce tros educacionales, los grandes empleos, tanto en las e presas como en los medios
gubernamentales, también son dignos de disfrutarlas. Que los mejores barrios y las exc lentes
comodidades también pueden ser disfrutadas.

217
La juventud comprende que son dignos de ser resp tados y no de ser mirados con lástima y mucho
menos con
asco. Comprenden que tienen tanto derecho, como cualquier ciudadano.
Y sin temor alguno y con una decisión nunca antes vista en ellos, se lanzan a la conquista de lo que
realmente les pertenece y que injustamente durante muchos años les había sido negado.
Los orgullosos blancos al ver «este irrespeto’>, se pr ponen ponerle freno, a tan “abusiva
situación” creada por el hombre de color, y dentro de sus mentes golpean inc santemente los egoístas
pensamientos:
«Quiénes se creen, para venir a participar de lo que es nuestro? Esos puercos no deben estar jamás
con no otros. Es una raza degenerada de antropoides, que ahora se consideran inteligentes, porque
nosotros les hemos dado algunas oportunidades de surgir. No debemos en ningún momento, permitir
semejante oprobio, como es el que se consideren iguales a nosotros, cuando en realidad son lo.~
vástagos de la humanidad”.
Entonces se resisten a participar con los negros el pri cipio de igualdad, poniendo el grito en• el
cielo, para evitar que siga su penetración en los centros educativos, empr sariales y gubernamentales.
Procuran a toda costa, hacerlos retroceder, bajo am nazas y humillantes desplantes.
Muchos negros son brutalmente golpeados para que cedan en su obstinada determinación. Mas, ni
aún así logran conseguirlo. Recurren al crimen como toque final. Todos aquellos que han caído
sacrificados por lograr una merecida conquista, se convierten en el néctar vivificante, que nutre los




















espíritus de todos aquellos que consideran que ha llegado el momento de librarse de la humillación a
que han estado sometidos. No dan un paso atrás.
La situación para el gobierno se hace cada vez más
tensa, ya que éste, aunque aparenta estar del lado de la

218
igualdad, es uno de los más grandes racistas, que no a mite que el poder negro llegue a invadir la
nación. Las apariencias no le valen. Los negros perfectamente lo saben, que el mayor enemigo lo
encuentran en el gobierno. Y deciden luchar contra viento y marea, no importandoles las barreras que
encuentren ni los peligros a que se hallan ex puestos..
Los líderes aparecen por todas partes. Muchos de ellos, son encarcelados y vilmente torturados,
procurando forza los para que desistan de “tan grande locura”. Mas al ver que sus ideales no
cambian, varios son asesinados y cr mados los cuerpos para evitar las evidencias.
Unos logran escapar, habiendo observado todo el mo taje hecho por el gobierno para hacerlos
retroceder. La verdad la saben todos los miembros del movimiento, corriendo la noticia como pólvora.
• La indignación no tiene nombre.
El gobierno es públicamente acusado.
La noticia recorre todos los paises del mundo. La re -
puesta del primer mandatario es lacónica: “Es una impe -
donable calumnia, nunca seríamos capaces de cometer tan
grandes atrocidades. Lo que sucede, es que quieren de -
truir la buena imagen de nuestras instituciones y al mismo
tiempo crear un abismo, entre el gobiemo y la raza negra”.
La pantalla no sirve. Se sabe, que las palabras pronu -
ciadas, van cargadas de la más inaudita falsedad.
Ante todas las embajadas de los Estados Unidos, miles
de manifestantes se lanzan para sentar su enérgica prote -
ta, catalogándolos como: “Imperialistas opresores, raza de
retrógrados. Libertad de derechos para los hermanos
negros
La lucha, momento a momento se acentúa, recrud -
ciéndose los encuentros entre los miembros de las dos
razas. ¡Mientras tanto, el mundo se halla a la expectativa, e perando los resultados.
219

No obstante toda la presión ejercida sobre el gobierno, éste y los racistas no ceden un ápice.
Las calles de las principales ciudades se convierten en campos de batalla. Pedreas, incendios,
comercios saque dos, rostros ensangrentados y multitud de cadáveres de manifestantes, unos vilmente
masacrados por el garrote y los golpes de culata de la policía, otros con el cuerpo pe forado por las
mortíferas balas.
Las naciones europeas y las del bloque socialista, crit can duramente, la persecución desencadenada
por el g bierno de los Estados Unidos. El gobierno tambalea, ante sus propias arbitrariedades.
La situación se hace cada vez más caótica y al mismo tiempo, difícil de manejar.
Los blancos, con tristeza comprenden, que han ido perdiendo terreno.
Que la “amenaza negra” se acerca can paso incont nible y que desafortunadamente, tendrán que
ceder, ante tan inesperado empuje, teniendo que resignarse a convivir, participando de todos sus
derechos “con los degenerados antropoides”.
No estaban equivocados, comprobando sus amargos presentimientos.
¡ Los negros logran su más resonante victoria. El mundo ¡ se alegra de extremo a extremo. Después de
muchos e fuerzos y de incontables víctimas, se llega después de tantos años a la anhelada meta.




















































Los blancos, sienten que arden sus entrañas, aunque pongan cara de buenos amigos y pretendan
reconocer su error. Dentro de su pecho, el dolor de la humillación, se transforma en el más duro y
lacerante látigo. Aún no se resignan a compartir sus privilegiados derechos.
Mas las circunstancias, día a día, castigan su impone te orgullo.
Las sonrisas que asoman a sus rostros, simbolizan la derrota, la humillación y la ira contenidas.

220
Sin embargo, abrigan la esperanza de volver nuev mente a ser las deidades, a las cuales se les rinda
honores. Mas, es una inútil esperanza, ya que nunca, los negros pe mitirán ser reducidos nuevamente a
ese subplano.
Una nueva conquista se ha conseguido: todos los ho bres son iguales y tienen los misnws
derechos. No importa la raza a la cual pertenezcan.

Sectarismo religioso

Las religiones van procurando día tras día, obtener el mayor número de incautos creyentes, con el
único pr pósito, no de buscar la superación del hombre, sino de aumentar la supremacía ante las rivales
de turno.
Se invierten millones de dólares en cada secta, inve siones que se diversifican en lujosos libros,
construcciones y propaganda.
Los pastores, buscan con inusitado afán, aumentar su feligresía, ya que esto representa un éxito ante
sus sup riores. Lo más importante es el número, mas no la calidad de las enseñanzas, y mucho menos, la
respuesta de cada individuo ante el compromiso adquirido con su Creador.
Al observar que cada día 14 juventud se hace mucho más despreocupada por los asuntos espirituales
y que la mayoría de las prédicas van cayendo en el vacío, se rec rre con angustia a buscar adeptos en los
distintos países ¡latinoamericanos, donde ven que es un terreno propicio para la buena siembra. De esta
manera, y a través del anzuelo de una evangelización, se procura crear un vínculo más firme, y al mismo
tiempo, un dominio sobre las clases menos privilegiadas. Mas la táctica no da resultado, ni aun
aprovechando la oportunidad que se presenta, al e contrarse el catolicismo en crisis, crisis causada
direct mente por la corrupción dél clero por una parte y, por otra, porque los pueblos se encuentran
hartos de ser víc- ¡

221
timas de la explotación de “una religión que se considera la única depositaria de la verdad sobre Dios en
toda la Tierra”.
Muchos latinoamericanos continúan con sus antiguas creencias, no aceptando la avalancha de
evangelizadores. Las esperanzas de penetración se ven truncadas. Vuelven nuevamente la mirada hacia
su país.
Allí, la juventud, se agita en medio del caos, no p diendo descubrir cuál, en realidad, es la secta que
conduce a la Verdad, motivo por el que, el escepticismo cunde, aumentando la descomposición del
mismo pueblo.
Ya después de varios años y cuando se ha hecho r flexión sobre un suceso, que ha impactado la
mente de todo norteamericano, la juventud comienza a recapacitar,
¡ dando el paso definitivo para un nuevo estado de concie cia. El calendario marca varios años después
del 2000.

Trágica destrucción de una ciudad
















El índice de superpoblación ha ido aumentando a un ritmo exagerado.


La ciudad se encuentra cubierta por el smog, que se levanta a muchos metros de altura. ~Una
neblina densa y gris, la convierte en una enorme urbe fantasmal, donde el Sol escasamente alcanza a
cubrir la cúspide de los más altos edificios.
El aire que se respira es pesado.
Los alvéolos pulmonares con mucha dificultad lo aceptan.
Los habitantes observan, que lentamente y día tras día, la piel ha ido perdiendo su habitual color,
dándole un tono cenizo, de consistencia dura y resquebrajada.
Los mismos árboles de la ciudad pierden su jovial verdosidad, transformándose sus hojas en
descoloridos desechos, espantosamente deshidratadas. Ya no hay flores.

222
Y las pocas que van apareciendo, se marchitan a escasas horas, pudriéndose sus corolas.
Aunque de los habitantes, muchos se encuentran ala mados, otros se tornan tan indiferentes que se
habitúan a la nueva situación, demostrando con esto, que la conta minación no solamente atrofia la piel
y el aparato resp ratorio, sino que también actúa profundamente sobre la conciencia, produciendo un
embrutecimiento completo de las personas, quienes consideran “que todos estos son pr cesos normales,
que tienen que suceder con el progreso “Cuál progreso?”, se preguntan los que aún permanecen alertas,
observando con aire de tristeza, el abismo hacia el cual se precipita gran parte de la humanidad.
La temperatura de la ciudad varía de una manera ala mante. En las estaciones frías ya no cae
nieve, sino una pesada escarcha de color grisáceo, que golpea sobre los tejados como una dura piedra,
produciendo peligrosas pr siones sobre los techos de las casas, los cuales tienen que ser reforzados.
Al contacto con la piel, produce ligeras lesiones, que impiden la circulación normal de la sangre
sobre el epit lio cutáneo.
La remoción de esta escarcha, se hace prácticamente imposible, impidiendo el libre tráfico de las
personas y los vehículos, ya que debido a la consistencia que toma al solidificarse sobre las superficies
se convierte en un ob táculo altamente peligroso.
Ya las carreteras y las calles son intransitables, debido a que los peatones y los vehículos resbalan,
como si se encontraran en una pista jabonosa. El frío y la humedad que produce la escarcha, hace que
muchas• personas te gan que cambiar sus botas de invierno, por unas de ancha y resistente suela, con
puntiagudos garfios, que les perm ten no resbalar. La locomoción se hace mucho más difícil, debido a la
complejidad de la prenda.

223
En los aeropuertos el tráfico se hace imposible, debido a la neblina y a la peligrosidad de las pistas,
hecho que conduce a innumerables protestas.
Miles de habitantes buscan la seguridad en otras ci dades.
Las carreteras se ven llenas de emigrantes, que con angustia, buscan un nuevo rincón.
En tiempos cálidos el calor se hace insoportable y el aire extremadamente ‘denso, hecho por el cual,
el cuerpo comienza a sentir que sus defensas térmicas disminuyen, causando gran cantidad de
enfermedades.
La supervivencia se torna difícil, no obstante los m dernos aparatos existentes para amortiguar la
insoportable temperatura.
Ante los cambios bruscos, los especialistas procuran encontrar una explicación y al mismo tiempo
una solución a tan grave problema. Mil conjeturas se hacen, quedando la mayoría de las preguntas sin
respuesta.
Cuando hubo un medio de solución, no se preocup ron y dejaron pasar los años. Los primeros
gritos de ala ma fueron tomados como “algo sin importancia”. Ahora, sólo viven el momento amargo, el
cual “no tiene ninguna solucion














Y la naturaleza, para desalojarlo a todos aquellos tercos habitantes, opta por sacudirse. La tierra
se abre, convu sionada por un corto pero víolento terremoto, el cual hace desplomar con inaudito-
estruendo los más altos edificios.
Las cañerías se revientan. El alumbrado es interru pido.
El. pánico se apodera de los desprevenidos habitantes.
Las víctimas son incontables.

Las calles se convierten en nauseabundos muladares, donde una espantosa epidemia arrasa con la

mayoría de los sobrevivientes. Esto se debe, a que han disminuido tanto las defensas orgánicas, a causa

de la excesiva co

224
taminación, que las drogas más modernas para controlar el flagelo se hacen completamente inocuas.
Es tan violento, el proceso de deshidratación, que se presenta en las victimas que, en pocas horas, éstas se
co vierten en esqueletos forrados por una piel rugosa y am rilla.
La situación es caótica.
El departamento de sanidad declara la destruida ci dad en cuarentena, evitando de esta manera la
evacu ción de los afectados y de los que aún no muestran man festación de haber contraído la mortal
enfermedad.
El pánico cunde al verse los habitantes sanos, completamente prisioneros en una ciudad que le dan el
apelativo de “maldita”. El temor de contagio produce histeria c lectiva, agravando el conflicto.
Por las calles, las mujeres corren con sus hijos de la mano, pidiendo a voz en cuello y en medio de
enternec doras lágrimas, que les permitan, aunque sea a sus pequ ñuelos salir de allí.
Mas las súplicas quedan en el vacío.
Las fuerzas de la policía rodean la ciudad con el pr pósito de que nadie huya, hasta que el peligro
desaparezca.
No obstante todas las medidas sanitarias tomadas por la policía para su propia protección, también
van cayendo afectados, por incontenibles vómitos de coloración amar llenta, violentos cólicos que no
ceden a la aplicación de espasmolíticos y pertinaces diarreas de colar amarillo, t ñidas de sangre y
saturadas de moco. La fiebre se hace incontrolable, produciendo alteraciones del sistema ne vioso, las
que se traducen en convulsiones, ceguera y coma.
Debido a los incontables casos que se van presentandose en los cuerpos de seguridad, muchos se
rebelan y otros cuantos desertan al verse amenazados.
Se emplean máscaras para evitar el contagio recibido a través del aire, dando por el principio
resultado, ya que

225
después, éstas no pueden detener el terrible agente invasor.
Van pasando los dias.
Las circunstancias se hacen cada vez más críticas. Los que se encuentran dentro. de la ciudad,
claman por salir, ya que la cuarentena há hecho que la mayoría de los hab tantes se contagien,
aumentando el índice de mortalidad.
Los comestibles escasean. Los grandes mercados son saqueados.
Nadie quiere trabajar.
Por vía aérea se despachan auxilios, los cuales son la zados desde el espacio.
La atención mundial se encuentra fija en la espectral ¡ y amenazante ciudad, que se
yergue como la mayor y más
incontenible enemiga.

















Se comprende que al no actuar las drogas y al no de cubrirse el agente causta la angustia del
cuerpo médico es indescriptible, por el temor a que la epidemia se pro p gue a las demás ciudades.
A través de una orden secreta dada por el gobierno y de común acuerdo con el departamento
científico, se dan los primeros pasos para destruir gran parte de la ciudad. Se hacen los preparativos e
incluye, se llega a la acción, pero más tarde la orden es revocada. ¿Por qué? Porque la misma nación
descubriría “los salvajes medios’> utilizados para dar por terminada una amenaza. El plan consistía
en destruir toda la ciudad, junto con sus habitantes, pero h ciéndolo aparecer como un accidente’> de
incalculables consecuencias.
Pero el temor a las miradas de los extranjeros, “los cuales tejerían las consabidas conjeturas,
llegando al n cleo de la verdad”, evita que estas medidas sean tomadas.
Los días se van tornando incontables e indeciblemente amargos.
Se ordena una vacunación masiva. Pero bien lo sabe el cuerpo de sanidad, que ésta de nada servirá,
sino que

226
,

carse las nuevas, previo proceso de pasar por unas com ras de asepsia. Las prendas viejas son
incineradas.
Las colas para llegar a los puestos “de limpieza”, son interminables. Se requieren muchos días
para poder ate der a los que evacúan la ciudad.

El terror aún se adivina en cada rostro.


No obstante toda la más alta tecnología, el germen causante de la epidemia no puede ser eliminado,
ni mucho menos -identificado. A pesar dc las medidas sanitarias to
medas, -muchos de los habitantes lo llevan en su sangre, convirtiéndose -en portadores sanos. Años más
tarde será el causante de una nueva tragedia que sobrepasará los l mites de la nación.
La ciudad queda atrás, convertida en una urbe solit ria y fantasmal, cubiertá por una densa neblina.
La vida allí es imposible. Es necesario por lo tanto, buscar la forma de eliminar todo
residuo mortal que en ella quede. Y se da comienzo a la labor.
Nadie había pensado que se tuviera que recurrir a tomar tan extremas medidas.
¡ Conflictos internacionales

Debido a lo que ellos consideran “una política pate nalista”, se ven abocados en innumerables ocasiones,
a enfrentamientos verbales con las naciones, no solamente
con las del bloque socialista, sino también con las del resto del mundo. El pretender
“salvaguardar” a los pu blos libres, los convierte en el mayor enemigo de éstos.
La etapa comprendida entre el año de 1980 y 1990, se transforma en la más álgida,
porque sus propias instituci nes democráticas tambalean a raíz de los conflictos inte nos> y al
asesinato de senadores que as-piraban á la pres dencia.

228
El pretender intervenir en los conflictos europeos, los que se hallan en su clímax, les acarrea
gravísimas cons cuencias.
No obstante, que al iniciarse éstos, se mantienen a una prudente distancia. Esta prudencia dura muy
poco tiempo, debido a que los errores de su política aún prevalecen, decidiéndóse a actuar como
mediadores, e incluso, “ofr ciendo defender la estabilidad de las demás naciones, si es posible con las
armas”.
Naturalmente que los países europeos comprenden que una alianza con ellos les brinda mayores
garantías, ante los dos colosos que permanentemente muestran sus largas garras: el euro-oriental y el de


ú­











í­



Europa central. Mas pr fieren defenderse solos, demostrando de esta manera, que no necesitan de
ninguna clase de tutelaje.
Piensan, que ya es hora de madurar y defenderse, no como naciones pequeñas, que son fáciles de -

dominar, sino como países que se hallan en el florecimiento de todas sus caipacidades; dispuestos a
conseguir su auton mía. Cualquier ayuda, que pudieran recibir de Norteam rica, crearía vínculos de
dependencia, al tener más ad lante que soportarlos “con su atrevido intervencionismo”, ya que éste se
traduciría en tener puestos de avanzada con cantidades ilimitadas de material, bélico, so pretexto de
“salvaguardar las instituciones democráticas de las diferentes naciones”.
Estados Unidos se siente desplazado al ver que no pu de actuar como antes y sentencia: “Ustedes
serán los ctst— pables más adelante que se destruya la libertad en Europa. Ustedes se están exponiendo
a padecer el régimen de la tiranía, ¿id no aceptar nuestros buenas y oportunos deseos de protegerlos”.
La opinión mundial, es que todas las naciones se pr paren para evitar intromisiones, que pueden
agravar los conflictos. Por lo tanto, ya no miran a Estados Unidos, como un “protector” sino como al
mayor intruso.

229
En América, procura evitar el avance del comunismo,
intrigando en cada uno de los países. Ofrece su potencial económico, con el exclusivo propósito, de
mantener a su disposición a los gobernantes.
Los cuerpos secretos van y vienen, buscando la forma
de mantener al día, en cuanto a ideas, deseos y propós tos de cada nación, a los miembros del
gobierno, para que éstos no permitan que los países subdesarrollados se libren de sus poderosas
ataduras.
Quieren someter a Latinoamérica a su pensamiento y
a un mayor endeudamiento, que les permite poseer las
riendas de los distintos pueblos.
Sus disputas con los países se vuelven cada vez más
agrias, ya que la juventud y los gobernantes jóvenes, pr curan sacudirse el “vínculo colonialista”.
La penetración marxista en América se convierte en su mayor dolor de cabeza. Pero el dolor de
cabeza, no es solamente para ellos, sino para las naciones que tienen que soportar la ideología que es
completamente extemporánea y ajena a las necesidades y pensamiento de cada pueblo.
Más adelante, su enemigo no serán las distintas ide logías, sino el deseo de cada pueblo, que luchará
por su
independencia.
La superación espiritual del brazo. con la madurez i telectual, demuestran el valor que tiene cada
hombre y la unidad que debe existir en cada país. Esto es lo que hace que los Estados Unidos se sientan
completamente derr tados. Y comprenden que la conquista no se encuentra fuera de los límites de su
territorio, sino que tienen que realizarla dentro de él, ya que la juventud se halla en su mayor etapa de
decadencia.
Ya no es la habitual peste causada por agentes exte nos al cuerpo, sino la producida por una
imaginación mal
encaminada.
¿Cómo podrá detenerse esa peste? Sí, un conflicto i
• ternacional que han tenido que soportar entre los años

230

CONCLUSIÓN













é­

Para la mayoría de los lectores, muchos de los hechos aquí descritos representan un panorama
sombrío, y por que no afirmarlo, con visos fatalistas. Es indiscutible que esto es una gran realidad y que
el gran protagonista de ella es el ho bre, considerado el ser más inteligente del Universo y al mismo
tiempo el rey de toda la creación. ¿Será verdad, o simplemente especulación?
Todo lo aquí escrito y su exacto cumplimiento en el f turo, nos darán la respuesta a la anterior
pregunta.

Espero, que al terminar de leer este libro, se haya abierto una puerta para ingresar al camino de la
reflexión. Como se ha podido ver, los acontecimientos que nos esperan son bastante dramáticos y por lo
tanto difíciles de aceptar y más aún, de enfrentar. Pero es una realidad a la cual estamos abocados.
Compruebe con los hechos, durante el curso de los años, todo lo anunciado. Si encuentra las
suficientes evidencias, haga un alto en la vida, piense y procure madurar a cada m tante, para cuando
llegue a sus manos, TRASCENDENT LES PROFECIAS, Segunda Parte, pueda comprender en toda su
magnitud, la época que nos ha correspondido vivir.
Amigo lector: sin convertirse en fanático, busque toda la Verdad sobre la realidad del hombre: ¡ está
en usted!

35
INDICE
Prólogo • 7
Introducción 15

1. Búsqueda y conocimiento de mí mismo 23


II. Primer encuentro 29
III.Segundo encuentro 39
IV. Proceso degenerativo de la Tierra 49
Contaminación del agua, 53.
V. Europa: Continente de conflictos 57
Francia fraguando su destrucción, 59. Tres n ciones con el mismo proyecto, 60.

VI. La oscura Ciudad Luz 63


En las redes de la confusión, 65. La ciudad reducida a cenizas, 66.

VII. La naturaleza se rebela haciendo víctima a


los países nórdicos 69
Una sorpresa desagradable, 71. Comienzo de la lucha por la vida, 72.
— — Amargo éxodo, 73. — El
Mediterráneo convertido en cloaca, 74.

VIII. Alemania: La raza aria firma su sentencia 77 Los horrores de la infamia no se han borrado, 79.
...

— Un líder vengativo se levanta, 80. Principian las escaramuzas, 82. Un análisis sobre lo ant rior,
— —

83.
IX. Suiza, un país organizado se desploma 87

Semblanza actual, 89. Las envidias de otras na239


ciones pretenden derribar su hegemonía, 89. Despojándose de lo ajeno halla su gran real dad, 90.

X. Bajo ideas cristianas se esconde el imperio


del catolicismo 93


























Descubriendo la farsa, 95. El Vaticano al de nudo, 95. Un hombre extraordinario muestra la gran
— —

Verdad, 97. El sistema que conduce a la Verdad, 100. La iglesia amenaza con la condenación eterna a
— —

los fieles que la abandonen, 100. Resultado de un hecho trascendental, 101.


XI. Yugoslavia, Hungría, Polonia, Rumania. Iieb lión de los países dominados por el gigante estepario
103 Venciendo el miedo se preparan, 105. Bajo gran tensión se inician las escaramuzas, 106. El as dio — —

forza a una precipitada decisión, 108. La guerra da nacimiento a un gran líder, 109. Asesinato del — —

líder, 111. Una sorpresa guardan las estepas, 113.


XII. China: El dragón de Oriente,, ante las grandes


amenazas 115
La asfixiante situación, 117. Terremoto incl mente sacude la nación, 117. la epidemia, 119.
— —

— Después de la catástrofe llega el despertar, 120. La medicina realiza grandes —

descubrimie tos, 122.

XIII. Japón: Al pequeño dragón ya no le harán tr gar una nueva bomba atómica 123
Envidia de Occidente ante su poderío econó.
mico, 125. Su ignorado potencial bélico, 126.

XIV. Medio Oriente: De la opulencia al suplicio 127 La causa de las intrigas, 129. La situación se —

torna álgida, 129. La trascendencia bélica, 130.


240

7<
— Tres potencias luchan en el Medio Oriente, 131. — En el espacio juegan luces de
colores, 132.

XV. África: no obstante sus conflictos se halla a


la expectativa 135
Una belleza aún no destruida, 137. El humill dor humillado, 137. Un gobierno destronado por — —

intereses ajenos. 138. Las grandes tumbas que guardan respuestas, 139. Un pacto que fracasa, 140.
— —

XVI. América: Continente de sorpresas 143


Mezcla de conceptos, 145. El americano desh redado de su cultura, 145. Seres más evoluci nados
— —

que los eurepeos, habitaron entre los ind genas, 147. Influencia de corrientes, ideológicas —

en el pensamiento americano, 149.

XVII. Chile: Un pueblo oprimido por el gran dictador 151 De gobierno en gobierno, 153. La Tierra —

se
sacude violentamente, 154.

XVIII. Argentina: El país de las pampas 157 Un rincón de Europa en América, 159. La pol tica —

importada hace estragos, 159. El fantasma de ‘la devaluación acosa, 160. El pueblo ena decido pide
— —

soluciones, 161. Una epidemia se pasea por las calles, 161. Una voz pide justicia, 162. El cielo se
— — —

cubre de enigmáticos discos, 163.

XIX. Brasil: El verde gigante suramericano 165 Los confusos conceptos, 167. Las falsas —

cree cias envenenan al pueblo, 167. La resultante de los distintos credos, 168. La jalan’ta n olear de— —

‘las discordias, 169. Devastadora plaga invade los campos, 170. La muerte ronda, cuando danza la
— —

Tierra, 171.














í­











í­
XX. Venezuela: El rico país petrolero• suramericano 173 La opulencia engendra parásitos, 175.
— El oro
241

11
7<
negro se desvanece, 175. El pueblo se rebela ante el fantasma de la pobreza, 176. Avalancha del
— —

pueblo contra el gobierno, 177.

XXI. Colombia: Dé la opresión a la revolución de


conciencia 179
Lamentable estado de la nación, 181. La ins - —

guridad se corona reina de las calles, 182. El —

narcotráfico se erige dueño y señor, 182. El e - —

riquecimiento de unos pocos reduce a la miseria


a miles, 183. Se llena tanto la copa que ésta se

desborda, 184. Poderoso líder se levanta, 185.


XXII. Ecuador: El despertar 191


Su petróleo causa intrigas, 193. Gobierno sin —

estabilidad se derTuxnba, 193.

XXIII. Panamá, Nicaragua, Cuba, Honduras, El Salv dor, Centroamérica:. Punto de conflictos ....

195 El Canal de las discordias, 197. El mar se agita y la franja se estrecha, 198. Fuego en las fro teras
— —

de Honduras y El Salvador, 198. La isla y el gran dictado’~ 199. Nicaragua: Cayendo el verdugo
— —

sigue la tragedia, 201.

XXIV. México: Los aztecas ante los conflictcs 205 La problemática del pet±6leo, 207. —

Violento t rremoto causa incontables víctimas, 208. D vastadores ciclones sobre la costa noroeste, —

209.

XXV. Estados Unidos de América: Ante la angustia


y la crisis 213
El porqué de los graves problemas, 215. El —

racismo se recrudece, 217. Sectarismo religi so, 221. Trágica destrucción de una ciudad,
— —

222. Conflictos internacionales, 228.


Conclusión

242

7<
Este libro se terminó de imprimir en los talleres de Gráficas Mundial Ltda.
Julio 1986.




































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