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AÑO 2021
EQUIPO DOCENTE
CARGA HORARIA 64 HS
OBJETIVOS
-Desarrollar una actitud crítica ante los procesos que toman forma en la
realidad internacional, como también ante las tensiones socio- políticas y los
actores involucrados.
METODOLOGÍA
Bibliografía obligatoria
-Barbé, Esther (1995). “La estructura del sistema internacional”. En
Relaciones Internacionales. 1° Ed. Madrid: Tecnos. Pp. 97-
105.
-Bello, Daniel (2013). “Nacimiento y desarrollo de las Relaciones
Internacionales”- Capítulo I; “La evolución de la sociedad
internacional entre los siglos XX y XXI”- Capítulo II; “Teorías
de las Relaciones Internacionales: del Primer al Tercer
Debate”- Capítulo III; “Nuevas corrientes en la teoría de las
relaciones internacionales”- Capítulo IV. En: Manual de
Unidad I
Relaciones Internacionales: herramientas para la comprensión
de la disciplina. 1° ed. Santiago de Chile: RIL Editores. Pp. 11-
26; pp. 33-81; pp. 86-124; pp. 127-160.
-Turzi, Mariano (2018). “Cómo miramos”. En: Todo lo que necesitás
saber sobre el (des)orden mundial. Capítulo 1. Buenos Aires:
Paidós. Pp.19-52.
-Turzi, Mariano (2020). “Visiones de rayos: las teorías”. En: Cómo
los superhéroes explican el mundo: cine, cómics y política
internacional. Capítulo 1. Buenos Aires: Capital Intelectual. Pp.
17-38.
Bibliografía obligatoria
-Barbé, Esther (1995). “Los actores internacionales: definición y
tipología”. En Relaciones Internacionales. 1° Ed. Madrid:
Tecnos. Pp. 117-197.
-Calduch, Rafael (1991). “Teoría general de la organización
internacional”- Capítulo 8; “La Organización de las Naciones
Unidas”- Capítulo 10. En: Relaciones Internacionales. Madrid:
Unidad II Edit. Ediciones Ciencias Sociales.
-Turzi, Mariano (2018). “Encima de los Estados”; “Debajo de los
Estados”; “Detrás de los Estados”. En: Todo lo que necesitás
saber sobre el (des)orden mundial. Capítulos 4, 5 y 6. Buenos
Aires: Paidós. Pp.97-159.
-Turzi, Mariano (2020). “La telaraña de Peter: los organismos
internacionales”. En: Cómo los superhéroes explican el
mundo: cine, cómics y política internacional. Capítulo 2.
Buenos Aires: Capital Intelectual. Pp. 56-62.
Bibliografía obligatoria
Unidad III -Calduch, Rafael (1991). “El poder y las relaciones internacionales”-
Capítulo 2; “La diplomacia”- Capítulo 7. En: Relaciones
Internacionales. Madrid: Edit. Ediciones Ciencias Sociales.
-Turzi, Marcelo (2018). “Los actores principales”. En: Todo lo que
necesitás saber sobre el (des)orden mundial. Capítulo 3.
Buenos Aires: Paidós, pp. 65-95.
-Von Clausewitz, Karl. (1960). “¿En qué consiste la guerra?”,
capítulo 1. “El fin y los medios en la guerra”, capítulo 2. En:
De la guerra. Capítulo 1. Buenos Aires: Solar. Pp. 1-32.
Bibliografía obligatoria
-Buergenthal, Thomas [et. al] (1990). “Derecho Internacional de los
Derechos Humanos”. Capítulo 9. En: Manual Internacional de
Derechos Humanos. Caracas/San José CR: Instituto
Interamericano de Derechos Humanos-Editorial Jurídica
Venezolana. Pp. 171-176.
-Escobar Roca, Guillermo (2005). “Historia y concepto de los
Derechos Humanos”. En: Introducción a la teoría jurídica de
los derechos humanos. Madrid: Ed. Trama. Pp. 2-23.
-García Ramírez, Sergio (2002). “La Corte Interamericana de
Derechos Humanos”. En Los derechos humanos y la
jurisdicción interamericana. México: Universidad Nacional
Autónoma de México. Ed. Instituto de Investigaciones
Jurídicas. Pp. 57-64.
-García Chavarría, Ana Belem (2015). “La Comisión Interamericana
de Derechos Humanos”. Capítulo II. En: Los procedimientos
Unidad IV
ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
México: Colección Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Pp. 16-21.
-Juárez Centeno, Carlos (2009). “Derechos Humanos y Relaciones
Internacionales: Reflexiones sobre el entrecruzamiento de
estas disciplinas en la teoría y prácticas internacionales”. En
Anuario XI 2008 Centro de Investigaciones Jurídicas y
Sociales, Facultad de Derecho, Universidad Nacional de
Córdoba, 1° Ed. Buenos Aires: La Ley. Pp. 351-363.
-Salvioli, Fabián (2007). “El sistema Interamericano de protección de
los Derechos Humanos”. En: XXXVIII Session d´enseignement
Institut international des droits de l' homme. Strasbourg,
France.
-Witker Velásquez, Jorge Alberto (2016). “Introducción a los
Derechos Humanos”. Capítulo Primero. En: Juicios orales y
derechos humanos. México: Universidad Nacional Autónoma
de México, Ed. Instituto de Investigaciones Jurídicas. Pp. 1-28.
Bibliografía obligatoria
-González Martín, Nuria (2010). “Unión Europea”. Capítulo Sexto.
En: Sistemas jurídicos contemporáneos. México: Colección
Cultura Jurídica. Pp. 169-224.4
-Juárez Centeno, Carlos (2019). “Módulo 4. Unidad VII. El Estado y
el escenario internacional”. En: Notas de cátedra. Materia
Ciencia Política, carrera de abogacía. Universidad Blas
Pascal. Pp. 146-153.
-Juárez Centeno, Carlos (2020). “De qué hablamos cuando
hablamos de globalización? Interrogantes sobre el escenario
internacional actual en época de pandemia”. En: América
Latina em tempos de pandemia. Río de Janeiro: Metanoia
Editora. Pp. 51-61.
Unidad V -Mariño Fages, Jorge R. (h) (1999). “Procesos y derecho de la
integración regional. Clasificación según sus grados”, Capítulo
IV; “Origen, concepto y características de la
supranacionalidad”, Capítulo V. En: La supranacionalidad en
los procesos de integración regional. Corrientes: Mario Viera
Editor. Pp. 107-149.
-Oropeza García, Arturo (2014). “Mercado Común del Sur
(MERCOSUR): Una visión general a más de dos décadas de
su firma”. En: Temas selectos de derecho internacional privado
y de derechos humanos. Estudios en homenaje a Sonia
Rodríguez Jiménez. México: Instituto de Investigaciones
Jurídicas. Pp. 347-371.
-Turzi, Marcelo (2018). “¿Dónde estamos?”. En: Todo lo que
necesitás saber sobre el (des)orden mundial. Capítulo 2.
Buenos Aires: Paidós. Pp. 53-64.
UNIDAD I
Capítulo II
La evolución de la sociedad
internacional entre los
siglos xx y xxi1
Shirley Götz Betancourt
1
La elaboración de este trabajo contó con la colaboración de Cristóbal
#ZXBUFST FO TV SFEBDDJÓO Z EF 'FMJQF $SPXIVSTU
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bibliográfica, ambos estudiantes de la carrera de Ciencia Política y
Relaciones Internacionales de la Universidad Alberto Hurtado y ayudantes
de la cátedra de Introducción a las Relaciones Internacionales. Agradezco
sus aportes, comentarios y críticas.
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Para esta corriente doctrinal existe una identificación entre las relacio-
nes internacionales y las relaciones interestatales, núcleo de la política
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La Paz de Westfalia, suscrita en 1648 al término de la Guerra de los Treinta
Años, constituye el hito de origen del sistema de Estados Modernos. El
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Las presiones independentistas de grupos eslavos en la región de Los
Balcanes constituían un factor de tensión para el imperio austrohúngaro,
particularmente por el respaldo que los pueblos eslavos recibían por parte
de Rusia.
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son, conocido como el «Programa de los Catorce Puntos», contenía
una serie de principios sobre los que se habría de erigir el nuevo
orden y regular la convivencia en la sociedad internacional. Entre
estos principios, destacaban la supresión de barreras comerciales,
libertad de mares, reducción de armamentos, diplomacia abierta
y principio de autodeterminación de los pueblos. No obstante, el
más significativo de los principios contenidos en el programa decía
relación con la conformación de una organización internacional que
velase por la paz y seguridad internacional.
Inaugurada la Conferencia de Paz en París, en enero de 1919,
el Consejo Supremo de las potencias vencedoras adoptó una reso-
lución en la que afirmó que el mantenimiento de la paz exigía la
creación de una Sociedad de Naciones, con el propósito de promo-
ver la cooperación internacional, asegurar el cumplimiento de las
obligaciones internacionales y procurar poner límites a la guerra.
El Tratado constitutivo de la Sociedad de Naciones (Covenant),
firmado en 1919, fue incluido en cada uno de los Tratados de Paz
suscritos en el marco de la conferencia por los Estados vencidos
y en él se establecía como fundamento el principio de seguridad
colectiva, base sobre la cual se instituiría un orden internacional
más estable, justo y equilibrado.
El nuevo orden internacional creado en Versalles y nucleado en
torno a la Sociedad de Naciones contenía en sí mismo una extrema
fragilidad, tal y como lo expone José Luis Neila:
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La etapa de posguerra estuvo fuertemente influenciada por el carácter de
los compromisos alcanzados en cada una de las conferencias o cumbres
sostenidas entre los líderes de las grandes potencias que integraban la
Gran Alianza. En el total de catorce conferencias realizadas entre 1941 y
1945, los recursos de la guerra y las condiciones de la paz fueron objeto
de tratamiento.
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Estados Unidos, Unión Soviética, Gran Bretaña, Francia y China
SFQSFTFOUBEBIBTUBQPSFMSÊHJNFOEF5BJXÃO
ZEFTEFFTFBÒPQPS
la República Popular China).
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Entre estos órganos destacan el Consejo Económico y Social, encargado de
los asuntos económicos de la Organización, el Consejo de Administración
Fiduciaria, establecido para la administración de territorios a cargo de las
Naciones Unidas, el Tribunal Internacional de Justicia con sede en La Haya
con resoluciones de obligado cumplimiento en el caso de que dos naciones
presenten sus litigios. Además hay una serie de organismos especializados
que van desde el FMI, la FAO, la UNESCO, a UNICEF.
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Existe una larga lista de crisis internacionales en las que la Organización
no tuvo participación alguna, tales como la Guerra de Descolonización en
Argelia (1954-1962), por el veto de Francia, la Guerra de Vietnam (1958-
1975), la Guerra en Granada (1983) y la Guerra en Nicaragua (1984) por
el veto de los Estados Unidos, el conflicto de Camboya por el veto de China,
la crisis de Hungría (1958), Checoslovaquia (1968) y Afganistán (1979)
por el veto de la Unión Soviética.
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La retirada británica de la línea de resistencia occidental en Grecia y Turquía
suponía también la retirada de las potencias europeo-occidentales de los
asuntos internacionales en favor de Estados Unidos, que en el futuro se
encargaría de dirigir y coordinar las acciones del bloque occidental en todo
el mundo. Era también el símbolo más claro de la decadencia de Europa y lo
europeo en el mundo, algo ya anunciado en 1918-1919 y patente en 1947.
Era también, de una forma más concreta, el final del Imperio británico,
mantenido y fortalecido desde el siglo XIX hasta 1945.
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Si el potencial militar de ambos bandos era equivalente, se garantizaba la
destrucción mutua en caso de conflicto, lo que servía como elemento de
disuasión: como ningún país podría obtener la victoria en una contienda,
ninguno la iniciaría.
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Albania abandonó el Pacto de Varsovia en 1968.
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región del Asia, situada en la periferia del sistema. Junto con ello, se
evidenció que la ONU resultó cooptada por los intereses norteameri-
canos y de sus aliados occidentales, al encubrirse bajo los principios
de la organización una intervención militar funcional a los intereses
de dominación norteamericanos en la región. En tercer lugar, para
la China comunista, el conflicto significó una profunda victoria en
el ámbito político-militar, logrando incrementar su influencia en la
región, acompañada de un aumento en sus presupuestos militares.
Para la Unión Soviética, relegada a un actuar menor, el conflicto
derivó en una revisión de su estrategia internacional. Por último,
para las relaciones sino-soviéticas, el conflicto sembraría las pri-
meras semillas de una discordia sobre la exportación del modelo
comunista que se iría agudizando por la competencia estratégica
de ambos Estados en la región.
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En junio de 1967, el ejército de Israel lanza un operativo de autodefensa
en contra de Egipto, cuyo resultado fue la ocupación de los territorios del
Sinaí Egipcio, la franja de Gaza, Cisjordania, la ciudad vieja de Jerusalén
y los Altos del Golán.
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La revolución iraní inaugura el período en que los extremismos religiosos
irrumpen en la escena internacional.
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Checoslovaquia se dividió en dos Estados independientes (República
Checa y Eslovaquia) y Yugoslavia se dividió en cinco (Bosnia y
Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia, y Serbia y Montenegro).
Además, Bielorrusia, Estonia, Letonia, Lituania, Moldavia y Ucrania se
independizaron de la Unión Soviética, la cual fue sucedida por la Federación
Rusa en 1991.
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Ver, por ejemplo, Mearsheimer (1990), para quien el fin de la bipolaridad
que dio orden al sistema internacional desde 1945 implicaría el retorno
a la multipolaridad que caracterizó a Europa entre 1648 y 1945, el cual
crearía poderosos incentivos para el uso de la fuerza.
22
De acuerdo a Joseph S. Nye (1991: 178), las causas de estos fenómenos
radican en «la interdependencia económica, los agentes transnacionales,
el nacionalismo de los Estados débiles, la difusión de la tecnología y
cambiantes temas políticos».
23
Francis Fukuyama (1992) –probablemente el más purista de la vertiente
globalista– profetizó la configuración de un sistema internacional
caracterizado por la prosperidad mundial bajo la tutela de Estados Unidos
y el liberalismo. Por su parte, Samuel P. Huntington (1996) afirma que
la nueva y principal fuente de conflicto internacional sería cultural, con
expresión en el enfrentamiento entre diversas civilizaciones, las cuales
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Existen diversas posturas respecto a la cuestión de la globalización. Para
una introducción a este debate, ver el trabajo de David Held y Anthony
.D(SFX
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global cada vez más influyente, dando como resultado una sociedad
internacional crecientemente compleja, heterogénea y fragmentada.
En desmedro de la tradicional función militar de los Estados,
las capacidades económicas y regulatorias han alcanzado cada vez
más gravitación en la mantención del orden internacional, en lo que
Pearson y Rochester (2004) han llamado el «eclipse del potencial
militar». Es por eso que pese a que las características tradicionales
de los Estados han sido erosionadas enormemente como fruto de
la globalización, «en principio, solo el monopolio legítimo de la
violencia, y la territorialidad permanecen como atributos intoca-
bles del Estado» (Del Arenal, 2005: 43). En la medida que aquello
que hacia fines de los setenta Robert O. Keohane y Joseph S. Nye
ponían en evidencia como los costos crecientes del uso del poder
militar se ha convertido en una realidad instalada a partir del fin
de la Guerra Fría, el poder económico ha cobrado cada vez mayor
importancia, y no solo para los Estados.
Dos tipos de actores del ámbito económico ejercen gran influen-
cia en la toma de decisiones tanto a nivel estatal como multilateral.
El primero de estos actores está representado por los organismos
y foros económicos internacionales tales como el Banco Mundial
(BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el foro del G828 y
la Organización Mundial de Comercio (OMC), instituciones que
han promovido la liberalización de las economías nacionales y del
comercio internacional. Fue precisamente la creación de la OMC en
1995, en reemplazo del GATT (siglas para General Agreement on
Tariffs and Trade) de 1947, el evento que develó el sentido alcanzado
en la dimensión económica del orden de post Guerra Fría, encami-
nado hacia la liberalización universal del comercio internacional.
El segundo tipo de actor son las empresas multinacionales, las
cuales, ante la carencia de un régimen internacional que las regule
y de límites ideológicos que restrinjan sus movimientos y su cre-
ciente poder económico, han adquirido una influencia progresiva
en las decisiones tanto en los ámbitos estatales como interestatales,
rebasando incluso el ámbito exclusivamente económico.
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Compuesto por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña,
Italia, Japón, Rusia y la Unión Europea.
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Alberto Rocha y Daniel Morales (2008: 23) los definen como «Estados
semiperiféricos que destacan por el desarrollo intermedio de sus capacidades
materiales e inmateriales, su posicionamiento estructural entre los Estados
centrales y periféricos, sus proyecciones geopolíticas a nivel regional, su
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Capítulo iv
Nuevas corrientes en la teoría de las
Relaciones Internacionales
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i. Introducción
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2. Enfoques postmodernos
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El término «postmodernismo» tiene un alcance más amplio que el de «post-
estructuralismo». El primero se refiere a una gran variedad de movimientos
culturales, artísticos y de análisis sociológico-filosóficos que en alguna
medida intentan apartarse o señalan el fin de la era «moderna» heredada
de la Ilustración. El segundo tiene el alcance más restringido señalado en
el texto. En Relaciones Internacionales los dos términos se han usado de
manera más o menos intercambiable.
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En nuestra opinión, el uso de la rica obra foucaultiana como base de
inspiración de parte de la producción postmoderna en RI ha contribuido
mucho a evitar su caída en la total vacuidad.
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3. Enfoques feministas
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Es significativo el título de la sección del capítulo en que aparece esa
argumentación: «Poststructuralism misunderstood as postmodernism»
(Campbell 2007: 221).
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La estrategia de gender mainstreaming fue adoptada en la Plataforma de
Acción de Pekín, aprobada por la Cuarta Conferencia de Naciones Unidas
sobre la Mujer (Pekín 1995). La resolución 1325/2000 del Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas hizo un llamamiento a la incorporación de
la perspectiva de género en las operaciones de paz y en la negociación de
acuerdos de paz.
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4. Constructivismo
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1992; Finnemore y Sikkink 2001), sino más bien una «teoría social»
más amplia o un «programa de investigación». Esa actitud ilustra
la postura de los constructivistas –o de muchos de ellos– hacia la
actividad de teorizar: suelen preferir una teorización más inductiva
e interpretativa que deductiva y explicativa. Más que premisas o su-
puestos, lo que los constructivistas plantean son hipótesis de trabajo.
Además de las obras de clásicos de la sociología como Durkheim
y Weber, dos obras importantes de la sociología del conocimiento
son especialmente influyentes en el pensamiento constructivista en
Relaciones Internacionales. Una es el clásico de Berger y Luckmann
«La construcción social de la realidad» (Berger y Luckman 1966).
Otra es «Central Problems in Social Theory», donde Anthony
Giddens desarrolló su «teoría de la estructuración» (Giddens 1979).
De las múltiples influencias provenientes de la propia disciplina de
las Relaciones Internacionales los autores constructivistas destacan
tres núcleos, todos ellos particularmente interesados en el papel de
los factores socio-cognitivos en las Relaciones Internacionales: en
primer lugar, la literatura vinculada a la teorización sobre la sociedad
internacional, especialmente la obra de Hedley Bull (Bull 1977).
En segundo lugar, los aportes de la escuela neofuncionalista de la
integración europea (Haas 1968; Lindberg 1970; Nye 1971). En
tercer lugar, las de los estudiosos que se ocuparon de los problemas
de la percepción en los procesos de toma de decisiones, entre los
que se destaca Robert Jervis (1988).
La etiqueta de «constructivismo» para designar un programa
de investigación en Relaciones Internacionales alternativo a los
existentes fue acuñada por Nicholas Onuf en 1989, en su obra
«World of Our Making» (Onuf 1989). Sin embargo, el autor más
representativo de esta corriente es Alexander Wendt, quien en 1987
ya había planteado el tema central de la problemática constructi-
vista: la mutua constitución de las estructuras sociales y los agentes
en las relaciones internacionales (Wendt 1987). John Ruggie y
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Michael Barnett, Martha Finnemore y Kathrin Sikkink son otros
constructivistas de renombre.
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Ahora bien, una vez creadas, las estructuras (como por ejemplo
la de autotutela), sufren un proceso de «reificación»: se las trata
como algo separado de las prácticas que la producen y mantienen.
Como las estructuras configuran las identidades e intereses de los
actores, un cambio de dinámica (como el que supondría pasar de
un sistema de autotutela a un sistema cooperativo) no es nunca
sencillo. Sin embargo, a través de largos procesos de interacción
los actores podrían redefinir sus identidades e intereses y pasar de
un sistema de autotutela a uno de cooperación.
Wendt no propuso una teoría de las Relaciones Internacio-
nales –ni siquiera en su posterior «Social Theory of International
Politics» (Wendt 1999)– sino un conjunto de hipótesis que sugirió
explorar empíricamente. Lo que sí propuso, como ya mencionamos,
fue una agenda de investigación que tendría como objetivo evaluar
las relaciones causales entre prácticas e interacciones (variable in-
dependiente) y las estructuras cognitivas en el nivel de los Estados
individuales y los sistemas de Estados (variable dependiente), lo que
equivale a explorar la relación entre lo que los actores hacen y lo
que son. Aunque sugirió partir de la idea de la constitución mutua
entre agentes (actores) y estructuras, subrayó que no es una idea
que pueda ayudar demasiado: lo que hay que averiguar es cómo se
constituyen mutuamente. En particular, Wendt señaló la importancia
del papel de la práctica al configurar actitudes hacia lo «dado» de
esas estructuras: ¿Cómo y porqué los actores reifican las estructuras
sociales, y bajo qué condiciones desnaturalizan esas reificaciones?
Es también destacable la postura de Wendt frente a la contro-
versia epistemológica definida como «positivismo-postpositivismo».
Sencillamente, propuso quitarle importancia, señalando asimismo
que «abandonar las restricciones artificiales de las concepciones de
investigación del positivismo lógico no nos obliga a abandonar la
‘ciencia’» (Wendt 1992: 425).
La agenda propuesta por Wendt y por otros autores constructi-
vistas dio lugar, como ya indicamos, a una importante y rica produc-
ción. Junto con el análisis de los procesos de creación de identidades
a partir de la mutua interacción entre agentes y estructuras (foco de la
propuesta de Wendt), la producción constructivista ha investigado la
cuestión complementaria de cómo las ideas institucionalizadas gene-
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Capítulo iii
Teorías de las Relaciones
Internacionales: del Primer
al Tercer Debate1
Isabel Rodríguez Aranda
i. Introducción
1
Se agradece la colaboración de Diego Leiva Van de Maele y su aporte a los
contenidos de este capítulo.
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Isabel Rodríguez
ii. Idealismo
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4PCSFTBMFUBNCJÊOMBDPOUSJCVDJÓOEF0TXBME4QFOHMFS
RVJFO
en 1918 publica el primer tomo de su libro «La Decadencia de
Occidente», y en 1922 publica el segundo tomo, obra que es reedi-
tada treinta veces en los cinco primeros años incluyendo la edición
revisada de 1923 (García Picazo 1998: 62). Su planteamiento es
pesimista en el contexto idealista descrito, ya que interpreta la his-
toria como cíclica, colocando el énfasis en lo que él llama las «altas
culturas», las que tendrían un nacimiento, desarrollo, plenitud, de-
cadencia y muerte, y donde la cultura occidental estaría destinada
a este proceso cuyo principal indicador de la etapa de decadencia
son las grandes guerras y crisis.
Como balance general del periodo idealista, podemos men-
cionar que se lograron definir los principios teóricos básicos de las
Relaciones Internacionales para posicionarla como futura materia
de indagación científica en instancias académicas. Al mismo tiempo,
se logró discutir abiertamente el fundamento de las instituciones
rectoras del orden internacional vigente –por lo menos, hasta la
Segunda Guerra Mundial (1939-1945)–, y de los valores que arti-
culan la política internacional como son la soberanía, la diplomacia
y el Derecho. No obstante lo anterior, y a pesar de la identificación
de autores y de sus trabajos, debemos recalcar que sus respectivos
aportes de construcción intelectual no lograron constituirse en un
todo coherente y compacto que pudiéramos identificar como una
comunidad académica especializada. Serán los realistas, a finales de
los años 30, quienes les darán identidad de grupo denominándoles
«idealistas», tras refutarles sus explicaciones doctrinarias, teóricas
e ideológicas para dar forma a un segundo enfoque de la disciplina,
el realismo.
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V. Realismo y conductismo
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Tanto las teorías del materialismo histórico como las teorías del siste-
ma mundo son perspectivas de análisis de las Relaciones Internaciona-
les a partir de los enfoques marxista y neomarxista, respectivamente.
El materialismo histórico es un término que deriva directamen-
te de los trabajos de Karl Marx y Friedrich Engels. Los elementos
de análisis principales que lo explican y que son el anclaje común
a las teorías neomarxistas posteriores son, según Hobden y Wyn
Jones (2008), principalmente cuatro: 1. Los modos de producción
capitalistas que determinan las fuerzas productivas y establecen
las relaciones entre las personas. Esta premisa es el centro de las
teorías; 2. La no consideración del Estado-nación como la unidad
central de análisis en las relaciones internacionales. En este sentido,
las Relaciones Internacionales estudian las relaciones ya no entre
Estados sino entre las formaciones sociales que genera el capitalis-
mo; 3. La estructura de clases es el principal problema, siendo las
clases sociales los actores de la vida política tanto interna como
internacional; y 4. El imperialismo, que se entiende como la causa
del conflicto en las relaciones internacionales.
El conflicto es un concepto histórico y social propio de las rela-
ciones entre diferentes clases y otros grupos sociales, generado por
las diferencias de las posiciones socioeconómicas. La culminación de
tales conflictos puede dar lugar a dos procesos, guerra o revolución,
o bien, una combinación de ambas (Halliday 2002: 93). La premisa
de base es que las revoluciones políticas solo cambian la forma de
gobierno, mientras que las revoluciones sociales alteran el sistema de
clases. Esto último, aplicado a las relaciones internacionales, nos lleva
descartar la seguridad y las acciones de los Estados como lo funda-
mental y colocar el acento en el conflicto social (Halliday 2002: 91).
Al respecto, hay que considerar que el marxismo tuvo un escaso
desarrollo en la etapa inicial de la disciplina de las Relaciones In-
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Capítulo I
Relaciones Internacionales
Isaac Caro
Isabel Rodríguez
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Isaac Caro · Isabel Rodríguez
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El estudio de las Relaciones Internacionales
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Isaac Caro · Isabel Rodríguez
14
El estudio de las Relaciones Internacionales
1
Para profundizar en este tema, ver el capítulo V de este manual.
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Isaac Caro · Isabel Rodríguez
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América Latina
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Isaac Caro · Isabel Rodríguez
22
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5JDLOFS
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citado por Tickner (2002: 48):
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Isaac Caro · Isabel Rodríguez
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El estudio de las Relaciones Internacionales
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Isaac Caro · Isabel Rodríguez
26
UNIDAD II
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CAPÍTULO 10
LA ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS.
El primer paso hacia la constitución de una nueva organización internacional que llegase a
asumir las principales funciones atribuidas a la Sociedad de Naciones, se adoptó con motivo de la
entrevista mantenida en agosto de 1941 entre el Primer Ministro británico Winston Churchill, y el
Presidente norteamericano, Franklin Delano Roosevelt. En la propuesta de declaración, remitida
por Churchill a Roosevelt el día 10 de agosto figuraba una referencia a la creación de una
organización mundial en los siguientes términos:
«Quinto: Aspiran a una paz que no sólo acabe para siempre con la tiranía nazi, sino que
mediante una organización internacional eficaz, proporcione a todos los estados y pueblos los
medios de vivir seguros dentro de sus propias fronteras, y cruzar los mares y los océanos sin
temor a agresiones ilegales, y sin necesidad de mantener gravosos armamentos».
Unos meses más tarde, y tras la entrada en guerra de los Estados Unidos, los veintiséis
aliados formulan en Washington la Declaración de las Naciones Unidas (1 enero 1942), en la que
se reafirman los puntos básicos de la Carta del Atlántico y se manifiesta la voluntad común de
proseguir la guerra hasta el triunfo final.
No obstante, será en la Declaración de Moscú (30 de octubre 1943), firmada por los
Estados Unidos, la Unión Soviética, el Reino Unido y China donde figure por vez primera una
manifestación clara e inequívoca de: «la necesidad de crear, a la mayor prontitud posible, una
organización internacional general, basada en el principio de igualdad soberana de todos los
estados amantes de la paz, y abierta a todos los estados que cumplan esta condición, grandes y
pequeños, para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales.
Durante estos dos años, se había logrado perfilar el acuerdo básico entre las grandes
potencias aliadas en torno a los campos prioritarios de actuación de la futura organización. Estos
eran básicamente dos: el relativo a la seguridad internacional, cuestión esencial si consideramos
que nos encontramos en el momento álgido de la Segunda Guerra Mundial, y todo lo relacionado
con un orden social, económico y jurídico para la postguerra.
A fines de 1944 los aliados estaban convencidos de la derrota, en un período más o menos
largo, de las potencias del Eje. Se trataba, en consecuencia, de sentar las bases del orden
mundial de la postguerra, en el que la futura organización constituiría una pieza clave. Sin
embargo, la celebración de la Conferencia de Bretton Woods (1 a 22 julio 1944) para constituir un
nuevo sistema monetario y comercial, demostró hasta que punto los aliados, especialmente los
Estados Unidos y el Reino Unido, querían diferenciar la dimensión económica de la estrictamente
jurídico-política en ese nuevo orden mundial.
Calduch, R.- Relaciones Internacionales.- Edit. Ediciones Ciencias Sociales. Madrid, 1991 2
Cuarto.- Servir de centro que armonice los esfuerzos de las naciones por alcanzar estos
propósitos comunes.
Si nos hemos detenido en citar ambos textos es porque en ellos aparece formulada la
filosofía política inspiradora de toda la actividad de la Organización. No se trata sólo de una mera
enumeración de fines generales, más o menos imprecisos, cuya validez jurídica es incuestionable.
Se trata, precisamente, de aquella parte del Tratado fundacional de la Organización de las
Naciones Unidas al que debemos remitirnos para descubrir la interpretación correcta del resto de
su articulado, así como para realizar una correcta valoración política de sus actuaciones a lo largo
de su trayectoria histórica.
La propia Carta establece una distinción entre dos categorías de fenómenos perturbadores
de la paz y la seguridad internacionales:
a) Los actos de agresión o quebrantamientos de la paz.
b) Las controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir a
quebrantamientos de la Paz.
En otras palabras, diferencia entre las actividades que implican el uso de la violencia, de
aquellas otras que, aun suponiendo un conflicto entre las partes, se desarrollan en el ámbito no
violento de las relaciones internacionales. Respecto de las primeras se contemplan medidas
colectivas, tanto de prevención como de intervención, por parte de la propia Organización, y la
única cualificación que se establece respecto de ellas es que deben ser «eficaces». En
consecuencia, se adopta el criterio de la seguridad colectiva, en su doble dimensión: como fin y
como medio.
Con relación al segundo tipo de fenómenos que entrañan un riesgo o amenaza indirecta y
potencial para la paz, se contempla la adopción de medidas de solución pac ífica de conflictos que
además deben cumplir dos condiciones: ajustarse a principios de justicia y ser conformes a la
legalidad internacional.
Pero la propia Carta considera también que la paz y seguridad internacionales no sólo se
alcanzan mediante medidas de naturaleza política (diplomáticas o militares) o jurídica, destinadas
a prevenir, reducir o eliminar los conflictos internacionales. Junto a ellas es necesario adoptar
medidas orientadas a potenciar las relaciones de cooperación. Estas son consideradas también
como objetivos básicos que deben orientar la actividad de la Organización, y con el transcurso de
las décadas y el incremento del número de estados miembros, estas finalidades han llegado a
constituir el sustrato más amplio e intenso de las tareas de la Organización. En tal sentido, se
mencionan expresamente tres formas.genéricás.de cooperación que implican otros tantos niveles
de compromiso y protagonismo:
a) Fomento de las relaciones de amistad entre las naciones. Tales relaciones de amistad
pueden sustentarse en los principios internacionales: 1º: la igualdad de derechos entre los pueblos
y 2°: su libre determinación.
defensa y desarrollo de los derechos humanos y las libertades fundamentales, así como cuantas
otras medidas fortalezcan la paz internacional.
Sintetizando todo lo anterior, podríamos decir que el artículo 1 establece los fines que
justifican la existencia de la Organización. Tales objetivos o propósitos de las Naciones Unidas se
diferencian entre sí atendiendo a su importancia intrínseca para la supervivencia y evolución
progresiva de la propia sociedad internacional. Desde esta perspectiva debemos distinguir entre el
objetivo principal que sería la garantía de la paz, y los objetivos secundarios, entre los que se
encontrarían: la seguridad internacional, el fomento de las relaciones de amistad entre los pueblos
y/o las naciones, la solución de los problemas internacionales económicos, sociales, culturales y
humanitarios; el desarrollo y protección de los derechos humanos, la creación de instituciones que
faciliten la cooperación internacional. Estos últimos sólo adquieren su plenitud de significado para
la organización en la medida en que contribuyen directamente a la materialización efectiva del fin
principal.
a) Principios declarativos.
Son aquellos principios que formulan los valores jurídico-políticos esenciales sobre los que
se sustenta todo el entramado de relaciones entre los miembros o de éstos con la Organización.
Entre estos principios podemos citar los siguientes:
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Por otro lado, el principio establece la igualdad de todos los estados. Ciertamente, esta
igualdad debe interpretarse como igualdad jurídico o igualdad ante la norma jurídica que obliga y
protege a todos los estados miembros por igual, sean cuales sean sus potencialidades
económicas, territoriales, militares, demográficas, etc. Naturalmente este principio no desconoce
la existencia de tales diferencias «de facto» entre los países que, ciertamente, terminan
condicionando la eficacia política del principio que sigue conservando íntegra su validez jurídica.
Esta insoluble tensión entre la realidad política y jurídica ha tratado de ser mitigada, precisamente
para lograr una mayor eficacia de la Organización, en el principal órgano ejecutivo, el Consejo de
Seguridad, reconociendo a aqueIlos países que en el momento fundacional gozaban de un
poderío mundial indiscutible de una representación permanente y un limitado «derecho de veto».
Semejante texto establece una superioridad jurídica de la Carta de las Naciones Unidas
respecto de otros tratados internacionales, anteriores o posteriores, que obliga a los estados
miembros, pues éstos han realizado una expresa aceptación de los términos de la Carta, incluido
el artículo 103, ya fuese en el momento de su aprobación en 1945 o en el momento de su
adhesión posterior. En virtud de ello no han faltado autores que han considerado a la Carta de las
Naciones Unidas un tratado especial y único.
Finalmente; convendría recordar que esta supremacía jurídica posee importantes efectos
políticos, económicos, sociales y humanitarios para la Sociedad Internacional, en la medida en
que la Carta atribuye obligaciones y competencias a la Organización en todas estas materias. Es,
por tanto, un ejemplo paradigmático de cómo un principio netamente jurídico termina,
convirtiéndose, por su eficaz funcionamiento a lo largo del tiempo en un principio de alcance
político.
b) Principios de actuación.
Estos principios imponen obligaciones de acción a los estados miembros o a la propia
Organización, de tal modo que la mera omisión constituye en sí misma una violación de los
principios. Entre ellos destacan:
4. El principio de autoridad de las Naciones Unidas sobre los estados no miem bros.
Las Naciones Unidas nacieron con una vocación universalista, entendida en un doble
sentido. Primero en cuanto que aspiraba a incorporar como miembros a todos los estados de la
Sociedad Internacional. Pero la vocación universalista se manifestaba también en su declarada
voluntad de lograr que los objetivos y principios inspiradores de la Carta terminasen admitiéndose
por todos los estados de la Comunidad Internacional, incluidos aquellos que no formaban parte de
la Organización. Esta concepción aparece expresamente recogida en el párrafo 6, del artículo 2, y
venía avalada políticamente por lar pertenencia de las principales potencias aliadas entre los
países fundadores de las Naciones Unidas.
c) Princípios de prohibición.
Son aquellos principios que impiden a los países miembros y a la Organización realizar
determinadas acciones o recurrir a ciertos medios en sus relaciones por resultar contrarios a los
fines reconocidos por la Carta. También establecen la prohibición de actuaciones que siendo
compatibles con estos fines, caen fuera del ámbito de competencias de la Organización por
pertenecer a la esfera de la soberanía estatal. Los principios enunciados en esta categoría son:
1. El principio de abstención de la amenaza o el uso de la fuerza contra la integridad
territorial o la independencia de los estados.
2. El principio de denegación de ayuda a cualquier Estado sometido a acciones
preventivas o coercitivas por parte de las Naciones Unidas.
3. El principio de excepción de la jurisdicción interna de los estados.
Con posterioridad la Resolución 2625 (XXV), del 24 de octubre de 1970, que recoge la
declaración sobre los principios de Derecho Internacional, referentes a las relaciones de amistad y
a la cooperación entre los estados, de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas, o la
Resolución 3.281 (XXIX) de 1974 que aprueba la Carta de derechos y deberes económicos de los
estados, vinieron a formular nuevos principios jurídicos o a completar algunos de los enunciados
en la Carta. Entre ellos podemos citar: el principio de no intervención en los asuntos internos de
los estados o el principio de cooperación pacífica entre los estados. No obstante, como se ha
señalado por la doctrina, él simple enunciado de estos principios en los textos declarativos
señalados no permite atribuirles una obligatoriedad de derecho positivo equiparable a la que
poseen los principios formulados por la Carta.
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En la Carta se distinguen dos categorías de miembros que son los miembros ordinarios y
los miembros admitidos. Esta distinción deriva de las diferencias en el momento y el modo de
acceso a la Organización, pero no suponen diferencias en cuanto a las obligaciones y derechos
de unos y otros, salvo, claro está, el derecho que tuvieron los miembros originarios de aceptar y/o
condicionar la admisión de nuevos miembros en la Organización. Este derecho que
sustantivamente no difiere entre ambas categorías de miembros, sí tuvo una importancia
significativa en los primeros años de existencia de la Organización.
Para ser miembro de las Naciones Unidas existen una serie de requisitos que son
comunes tanto a los miembros originarios como a los admitidos. En nuestra opinión tales
requisitos no deben ser considerados únicamente «condiciones de fondo para la admisión», como
señala DIEZ DE VELASCO, sino condiciones generales y permanentes sin cuyo concurso no sólo
no puede accederse al «status» de miembro Sino que no puede mantenerse dicha situación, es
decir, se trata de condiciones necesarias y suficientes como señalaba el TIJ en su dictamen del 28
de mayo de 1948. Junto a estos requisitos esenciales existen otros específicos para cada una de
ambas categorías de miembros que afectan de modo particular al procedimiento de acceso a la
Organización.
Los requisitos comunes a todos los miembros de las Naciones Unidas aparecen recogidos
en el artículo 4, párrafo l, y son los siguientes:
a) Ser estados,
b) Amantes de la paz.
c) Aceptación de las obligaciones de la Carta.
d) Capacidad de cumplimiento de las obligaciones de la Carta.
e) Disposición al cumplimiento de las obligaciones de la Carta. La apreciación del
cumplimiento de estás dos últimas condiciones queda expresamente reservada a la Organización.
Como tendremos ocasión de constatar, estas condiciones han sido aplicadas con criterios
políticos más que jurídicos, por lo que carece de sentido realizar una interpretación legal y
formalista que desconozca el contenido concreto y real que la Organización les ha conferido a
través de una práctica de más de cuatro décadas.
En segundo término, puede ocurrir que un Estado miembro de pleno derecho experimente
transformaciones que le incapaciten, material, jurídica y/o políticamente, para seguir cumpliendo
con la totalidad o algunas de sus obligaciones que expresamente había aceptado en el momento
de su ingreso. En tal caso la Organización se reserva la apreciación de esta incapacidad en orden
a mantener o suspender, total o parcialmente, el ejercicio de los derechos y privilegios inherentes
Calduch, R.- Relaciones Internacionales.- Edit. Ediciones Ciencias Sociales. Madrid, 1991 11
a la condición de miembro. Por último, cabe la situación según la cual el incumplimiento de las
obligaciones resultase de una falta de voluntad sobrevenida, expresa o implícita, general o
particular, por parte de un estado miembro que gozase en cambio, de una plena capacidad. Estos
dos últimos supuestos enlazan directamente con las medidas de suspensión contempladas en los
artículos 5 y 19 de la Carta.
Junto a los requisitos exigidos por la Carta para acceder y gozar de la condición de
miembro de pleno derecho de la Organización, los artículos 3 y 4, párrafo 2, establecen los
procedimientos de acceso que difieren, según se trate de miembros originarios o miembros
admitidos.
Según el artículo 3 de la Carta, los miembros originarios son los estados que participaron
en la Conferencia de San Francisco o que hubiesen firmado la Declaración de las Naciones
Unidas, del 1 de enero de 1942, con anterioridad a dicha Conferencia, aunque no hubiesen
participado en ella, como fue el caso de Polonia. Además de esta, condición, el mismo artículo
exige la ratificación de la Carta, según el procedimiento del artículo 110, que prevé la entrega del
documento de ratificación al gobierno de los Estados Unidos o al secretario general. La entrada en
vigor de la Carta se produjo tras la ratificación por los cinco miembros permanentes del Consejo
de Seguridad y la mayoría de los países signatarios de la Carta. En total fueron 51 los estados
miembros originarios o fundadores.
Los restantes estados han tenido, que ajustarse al procedimiento del artículo 4, párrafo 2,
para poder ser admitidos en la Organización. El procedimiento de admisión exige la
recomendación del Consejo de Seguridad y la decisión favorable de la Asamblea General que, por
ser ésta una de las cuestiones consideradas importantes por el artículo 18, requiere la mayoría de
dos tercios de los miembros presentes y votantes. Además el estado aspirante deberá ratificar
también la Carta según su propia legislación interna y entregar el documento de ratificación al
Secretario de la Organización.
Una nueva admisión colectiva de 17 países tuvo lugar en 1960, Todos ellos, menos
Chipre, pertenecían al continente africano y supuso el respaldo definitivo a la descolonización de
esta región. Al mismo tiempo, el número de estados miembros alcanzaba el centenar y
desplazaba la mayoría, que hasta ese momento había ostentado el grupo de países occidentales
desarrollados, hacia los países menos desarrollados de África, Asia y América Latina. En la
actualidad, el número de estados miembros alcanza los 160, lo que supone triplicar el número de
miembros originarios y nos da una idea exacta del grado de universalismo alcanzado por la ONU.
Tan sólo permanecen fuera de la Organización Suiza, país que por su neutralidad ha rechazado
en varias ocasiones por referéndum su ingreso en las Naciones Unidas, las dos Coreas y algunos
Calduch, R.- Relaciones Internacionales.- Edit. Ediciones Ciencias Sociales. Madrid, 1991 12
Según el artículo 5 de la Carta: «Todo miembro de las Naciones Unidas que haya sido
objeto de acción preventiva o coercitiva por parte del Consejo de Seguridad podría ser suspendido
por la Asamblea General, a recomendación del Consejo de Seguridad, el ejercicio de los derechos
y privilegios inherentes a su calidad de miembro. El ejercicio de tales derechos y privilegios, podrá
ser restituido por el Consejo de Seguridad». El contenido de este artículo regula lo que podríamos
denominar como suspensión ordinaria, junto a ella existe una suspensión cualificada, según la
terminología utilizada por MEDINA y que se correspondería con la regulada en el artículo 19.
Ante todo la suspensión ordinaria afecta a los derechos y privilegios, pero no a las
obligaciones que los estados miembros poseen y que mantienen su plena vigencia durante el
período de la suspensión. Por ejemplo, el miembro suspendido seguiría obligado a pagar sus
cuotas aunque no pudiese ejercer el derecho de voto en los diversos órganos. Otra consecuencia
que se desprende de ello es que el Estado suspendido no pierde su condición de miembro de la
Organización.
expresa de la Asamblea General cuando este órgano «llegare a la conclusión de que la mora se
debe a circunstancias ajenas a la voluntad de dicho miembro». Esta formulación resulta
suficientemente ambigua para que en la práctica la Asamblea General haya aplicado criterios
variables en distintas épocas y respecto de diferentes países miembros.
Por motivos diferentes Bolivia y Sudáfrica han recurrido a la ausencia unilateral de las
sesiones de la Asamblea General. En el caso de Bolivia la decisión de ausentarse se adoptó para
evitar la aplicación de la suspensión cualificada del artículo 19, en varias ocasiones en que
incurrió en mora del pago de las cuotas. En cambio, Sudáfrica decidió ausentarse de la Asamblea
General, a partir de 1974, ante el rechazo de las credenciales de los representantes del Gobierno
de Pretoria y la recomendación de la Asamblea General de excluir totalmente a este Estado de las
organizaciones y conferencias internacionales auspiciadas por Naciones Unidas. Estas medidas
de sanción fueron adoptadas por su política de apartheid.
El único caso que se ha suscitado fue el de Indonesia que el 20 de enero de 1965 notificó
su decisión de retirarse de la Organización «por el momento y debido a las circunstancias
actuales». El motivo fue la elección de Malasia como miembro del Consejo de Seguridad, país
que no había sido reconocido por Indonesia. Tras el golpe de Estado que derrocó al régimen de
Sukarno, el nuevo gobierno presidido por Suharto notificó, en un telegrama del 19 de septiembre
de 1966, su decisión de normalizar su participación en Naciones Unidas. La Asamblea General
tomó nota de esta decisión y el Presidente de la Asamblea invitó a la delegación indonesia a
ocupar su asiento sin ningún procedimiento de admisión. Este suceso difiere del caso de
Sudáfrica que en ningún momento ha perdido su condición de miembro de la Organización.
Una de las características más significativas de la Carta, en relación con estos órganos
principales, es la imperativa coordinación funcional que establece entre ellos para un gran número
de materias y cuestiones importantes, por ejemplo, la admisión, suspensión y expulsión de
miembros, la elección del Secretario y de los magistrados del TIJ, etc., de tal modo que la
actuación de cada órgano principal está condicionada por las iniciativas y controles de otro(s)
órgano(s) principal(es).
Es cierto que para algunas materias, la Carta confiere competencias exclusivas a alguno
de estos órganos principales, como ocurre con el Consejo de Seguridad para las medidas
contempladas en el capítulo VII, pero ello no permite sustentar la tesis de una mayor autonomía
de tales órganos, ni tampoco equiparar su situación a la división de poderes que impera en los
estados. A diferencia de estos supuestos, el funcionamiento de los órganos principales de las
Naciones Unidas descansa sobre la base de unos poderes compartidos y plurales.
La Carta de las Naciones Unidas específica como órganos principales los siguientes: la
Asamblea General, el Consejo de Seguridad, el Consejo Económico y Social, el Consejo de
Administración Fiduciaria, la Secretaría y el Tribunal Internacional de Justicia (artículo 7, párrafo
1).
6. La Asamblea General.
a) Composición
La Asamblea General está integrada por todos los miembros de la Organización. Cada
estado miembro está representado por una delegación que no podrá exceder de cinco
representantes. Constituye el único órgano principal sustentado sobre el criterio de participación
universal.
b) Competencias.
La Asamblea goza de una competencia general establecida en el artículo 10, por la que
puede discutir y hacer recomendaciones sobre cualquier asunto o cuestión que estime de interés,
incluidos los poderes y funciones de los demás órganos de las Naciones Unidas. Como se puede
Calduch, R.- Relaciones Internacionales.- Edit. Ediciones Ciencias Sociales. Madrid, 1991 15
apreciar, esta competencia general no posee restricciones por razón de la materia, sin . embargo,
se encuentra con notables limitaciones en cuanto a su efectividad y procedimiento.
a) Políticas
- Consideración de los principios generales de cooperación para el mantenimiento de la
paz y la seguridad internacionales.
- Consideración de los principios de desarme y limitación de armamentos.
- Recomendación de medidas para la solución pacífica de situaciones cualesquiera que
sean y sea cuál fuere su origen.
- Fomento de la cooperación política internacional.
- Control del régimen de Administración Fiduciaria en colaboración con el Consejo de
Administración Fiduciaria.
b) Presupuestarias
- Fijar las cuotas o contribuciones de los miembros para hacer frente a los gastos de la
Organización.
- Examinar y aprobar el Presupuesto de la Organización.
- Considerar y aprobar los arreglos financieros y presupuestarios con los organismos
especializados.
- Examinar y formular recomendaciones a los presupuestos administrativos de los
organismos especializados.
c) Normativas
- Aprobación de las reformas de la Carta y convocatoria de la Conferencia General de las
Naciones Unidas para la revisión de la Carta.
- Aprobación de los acuerdos concertados por el Consejo Económico y Social con los
organismos especializados, y de los acuerdos de Administración Fiduciaria.
- Aprobar su reglamento de régimen interno.
- Impulsar el desarrollo y codificación del Derecho Internacional.
d) Electivas
- Elección de los miembros no permanentes del Consejo de Seguridad.
- Elección de todos los miembros del Consejo Económico y Social.
- Elección de los jueces del Tribunal Internacional de Justicia.
- Elección del Secretario General de la Organización.
e) Informativas.
- Solicitar, recibir y considerar los informes presentados por el Secretario General, el
Consejo de Seguridad, el Consejo Económico y Social, el Consejo de Administración
Fiduciaria y demás órganos.
- Solicitar opiniones consultivas al TIJ sobre cuestiones jurídicas.
c) Sistema de votación
El sistema de votación en la Asamblea General se articula sobre el principio de un voto por
cada miembro en condiciones igualitarias. Para la aprobación de las decisiones en el seno de la
Asamblea el artículo 18 distingue entre las cuestiones importantes y las «otras cuestiones». Las
primeras figuran explícitamente enunciadas en la Carta y son: las recomendaciones referentes a
la paz y seguridad internacionales; la elección de los miembros no permanentes del Consejo de
Seguridad, de todos los del ECOSOC, de los miembros elegibles del Consejo de Administración
Fiduciaria, la admisión, expulsión y suspensión de los miembros de la Organización, las
cuestiones relativas al régimen de Administración Fiduciaria y las cuestiones presupuestarias.
Todas estas cuestiones requieren una mayoría cualificada de los 2/3 de miembros presentes y
votantes. Las restantes cuestiones, entre las que destacan la elección del secretario general, de
los jueces del TIJ y la determinación de nuevas categorías de cuestiones importantes, se
aprueban por una mayoría simple de los miembros presentes y votantes.
d) Funcionamiento
La Asamblea General funciona en sesiones plenarias y en comisiones. Las sesiones
plenarias pueden ser de tres tipos: ordinarias, extraordinarias y extraordinarias de emergencia.
Las sesiones ordinarias se celebran una vez al año y suelen iniciarse, aunque ello no es
obligatorio, el tercer martes del mes de septiembre.
- La Comisión de Cuotas.
Creada para asesorar a la Asamblea sobre la fijación de las cuotas correspondientes a los
distintos miembros de la Organización.
- La Junta de Auditores.
Tiene como función la auditoria de las cuentas de las Naciones Unidas, y está compuesta
por tres miembros.
- La Comisión de Inversiones.
Formada por tres miembros, fue constituida por la Resolución 82 (I) de la Asamblea
General.
e) Órganos subsidiarios.
Además de las referidas comisiones, creadas para colaborar en las tareas ordinarias de la
Asamblea General, ésta ha ido constituyendo un creciente número de órganos subsidiarios para
hacer frente a los nuevos problemas internacionales que iban surgiendo y que demandaban
soluciones por parte de la Organización. En consecuencia, algunos de tales órganos subsidiarios
gozan de un carácter permanente, en tanto que otros desaparecieron una vez concluyó la
situación que originó su creación. Merecen conocerse los siguientes:
- Oficina del Alto Comisionado (le las Naciones Unidas pata los Refugiados (ACNUR).
La labor humanitaria desempeñada por este órgano constituye, a nuestro juicio, una de las
pruebas más claras e irrefutables de la solidaridad internacional auspiciada por la Organización de
las Naciones Unidas.
Fue creado con carácter temporal por la Resolución 1.654 (XVI), del 27 de noviembre de
1961, para conocer de las situaciones afectadas por la Declaración de Independencia de 1960. La
Resolución 1.806 (XVII), del 14 de diciembre de 1962, aumentó su número de 17 a 24 miembros y
le agregó las funciones que hasta entonces habían asumido el Comité Especial para el África
Suroccidental y el Comité Especial para los Territorios Portugueses. Esta misma Resolución
prorrogó sus actividades y estableció su nueva denominación.
7. El Consejo de Seguridad
Es frecuente que los autores definan al Consejo de Seguridad como «el órgano ejecutivo»
o «el órgano más importante» de la Organización de las Naciones Unidas. Ello se debe a que la
Carta atribuye a este órgano la facultad de adoptar medidas preventivas o coercitivas en aras de
la garantía de la paz y seguridad internacionales. Sin embargo, la experiencia histórica de las
Naciones Unidas muy pronto demostró que esta facultad, al estar condicionada al necesario
acuerdo entre las principales potencias mundiales con representación permanente, quedaba con
frecuencia suspendida en su aplicación como resultado del antagonismo entre los bloques que
durante los últimos cuarenta y cinco años dominó al mundo.
a) Composición
El Consejo de Seguridad está compuesto, en la actualidad, por quince miembros,
distribuidos en cinco miembros permanentes: Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia y
República Popular China, junto con diez miembros no permanentes, elegidos por la Asamblea
General por un período de dos años. En la elección de estos últimos la A.G. debe tomar en
consideración dos criterios: la contribución a la paz internacional de los miembros candidatos junto
con una representatividad geográfica «equitativa». Los miembros salientes no pueden ser
reelegidos en el período siguiente, pero sí con posterioridad.
b) Competencias
Como señalábamos las principales competencias del Consejo de Seguridad están
destinadas a garantizar el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales. El artículo 24
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Como veíamos, esta competencia también la puede ejercer la Asamblea General, pero
tanto el artículo 12 como la Resolución «Unión pro Paz» condicionan la intervención de la
Asamblea General en esta materia a la falta de su ejercicio por parte del Consejo. De cualquier
modo, ello significa que los estados carecen de esta facultad y, en consecuencia, ni pueden
unilateralmente declarar la existencia de este peligro, ni tampoco pueden unilateralmente rechazar
la declaración y las obligaciones que de ella se derivan una vez se ha realizado un
pronunciamiento por el Consejo de Seguridad o la Asamblea General.
Este planteamiento resulta adecuado en cuanto que las Naciones Unidas, por su alcance
universal, representan válidamente la voluntad colectiva de los estados que integran la
«comunidad internacional». También supone un avance cualitativo por parte de la Sociedad
Internacional, ya que contiene un principio de limitación de la soberanía estatal y, paralelamente,
sustenta una primacía de la colectividad internacional para recomendar, e incluso imponer
aquellas medidas jurídicas o políticas que la defiendan contra la actuación abusiva de alguno de
sus miembros.
Ciertamente no han faltado ejemplos de países que han pretendido desconocer o enfrentar
abiertamente la decisión contraria a sus actuaciones, internas o internacionales, de la mayoría o la
totalidad de la comunidad internacional. El argumento de estos países siempre se ha intentado
escudar en una interpretación maximalista o absoluta de la soberanía estatal. Sin embargo, un
estudio histórico detallado nos demuestra que más allá de las pírricas victorias alcanzadas por
estos países, a corto o medio plazo, a largo plazo siempre han sucumbido ante el peso de la
voluntad colectiva de la Sociedad Internacional opuesta a sus políticas.
Esta distinción entre las diversas categorías de conflictos no queda limitada al ámbito
exclusivamente jurídico, sino que afecta a las competencias atribuidas al Consejo de Seguridad,
así como a su alcance y limitaciones. Generalizando, podríamos decir que mientras en la solución
pacífica de las controversias la Carta introduce un equilibrio entre la voluntad de las partes en la
elección del método y las competencias del Consejo, cuando se trate de resolver actos de
agresión, quebrantamiento o amenaza a la paz y seguridad internacionales la Carta implanta una
clara supremacía de las competencias ejecutivas del Consejo sobre la voluntad de las partes, e
incluso sobre la voluntad de terceros estados.
Teniendo muy presente esta distinción podemos agrupar las competencias del Consejo de
Seguridad en las siguientes categorías:
a) Políticas
1. Respecto a las controversias y situaciones susceptibles de dar origen a una controversia
internacional.
- Conocimiento y/o investigación de las controversias o de las situaciones que provoquen
fricción o puedan dar origen a una controversia internacional, bien por propia iniciativa, a demanda
de alguna de las partes, o por petición de un estado miembro de las Naciones Unidas.
- Determinación de la existencia de controversias o situaciones cuya duración pongan en
peligro la paz y seguridad internacionales.
- Recomendación de los medios de arreglo de controversias que estime más adecuados,
incluidos los medios de solución pacífica contemplados en el artículo 33.
- Promoción del arreglo pacífico de controversias a través de acuerdos o de organismos
regionales.
- Acción mediadora entre las partes de una controversia.
b) Normativas
- Concertación de los convenios especiales entre las Naciones Unidas y sus miembros,
tomados individual o colectivamente, que regulan la cuantía y condiciones de las fuerzas
destinadas al cumplimiento de las medidas preventivas o coercitivas adoptadas por el Consejo.
- Aprobación de los acuerdos de administración fiduciaria para los territorios sometidos a
este régimen y en los que se haya declarado una zona estratégica.
- Aprobación del reglamento que regula el funcionamiento interno del Consejo.
c) Electivas
- Elección junto con la Asamblea General, aunque en votaciones separadas, de los
miembros del Tribunal Internacional de Justicia.
d) Informativas y recomendatorias
- Recomendaciones para la admisión, suspensión de derechos o expulsión de un miembro.
- Recomendación para el nombramiento del secretario general.
- Petición de opiniones consultivas al TIJ sobre cuestiones jurídicas.
- Realización de consultas con aquellos estados, sean o no miembros de las Naciones
Unidas, que se vean afectados económicamente de modo especial por la adopción de las
medidas preventivas o coercitivas decididas por el Consejo de Seguridad. Estas consultas se
iniciarán a petición del Estado afectado y se orientarán a la búsqueda de soluciones para sus
problemas económicos.
- Recepción de información de las actividades iniciadas o que estén previstas iniciarse
para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales en base a acuerdos o a la
participación en organismos regionales.
c) Sistema de votación
El sistema de votación en el Consejo de Seguridad constituye uno de los temas más
polémicos de las Naciones Unidas. En efecto, ya señalábamos que la existencia de unos
miembros permanentes y el sistema de votación en el Consejo fue una decisión política adoptada
con anterioridad a la redacción y aprobación de la Carta de San Francisco.
El artículo 27 de la Carta, tras la enmienda de 1963, señala que cada miembro del Consejo
tendrá derecho a un voto. Sin embargo, establece una distinción entre las cuestiones de
procedimiento, para las que se requiere la mayoría favorable de nueve miembros cualesquiera, y
las restantes cuestiones que no son de procedimiento para las que el propio artículo señala en su
párrafo 3 que:
«Las decisiones del Consejo sobre todas las demás cuestiones serán tomadas por el voto
afirmativo de nueve miembros, incluidos los votos afirmativos de todos los miembros
permanentes».
Existen otras cuestiones que la propia Carta señala como cuestiones importantes y cuya
aprobación requiere la mayoría favorable de nuevo miembros, incluidos los votos afirmativos de
los cinco miembros permanentes. En tales supuestos la doctrina afirma que tales miembros gozan
de un voto cualificado o que poseen un «derecho de veto», ya que el voto contrario de uno de
estos cinco miembros impide que la decisión sea aprobada por el Consejo.
Calduch, R.- Relaciones Internacionales.- Edit. Ediciones Ciencias Sociales. Madrid, 1991 24
Sin embargo, la interpretación del artículo 27 realizada por las Naciones Unidas ha sido
mucho más flexible y realista que la pretendida por algunos autores como COLLIARD. En efecto,
entendemos que la posición de COLLIARD resulta excesivamente limitada y formalista cuando
señala que:
«Un miembro permanente que se abstiene en una votación no emite un voto afirmativo y,
por lo tanto, la resolución adoptada carece, desde el punto de vista jurídico, de valor ».
Este criterio responde a una interpretación literal del artículo 27 párrafo 3, sin embargo
suscita serias reservas por dos razones. En primer término, porque la práctica tanto de la propia
Organización de las Naciones Unidas como de la comunidad internacional ha reconocido la
validez jurídica de aquellas resoluciones del Consejo que se han adoptado con la abstención de
alguno de los miembros permanentes. Pero es que además cabe realizar una interpretación más
acorde con lo dispuesto por el propio artículo 27, párrafos 2 y 3, cuando admite qué existan
cuestiones para las que basta con una mayoría de nueve votos afirmativos sin que entre ellos se
encuentre el de los cinco miembros permanentes. Ello es aplicable tanto a las cuestiones de
procedimiento como a aquellas «decisiones tomadas en virtud del capítulo VI y del párrafo 3 del
artículo 52» en las que una de las partes es un miembro permanente del Consejo. En este último
supuesto su abstención viene impuesta por la propia Carta.
Por tanto, bien sea por imperativo de la Carta o por una interpretación admitida, la
abstención de un miembro permanente no invalida la decisión adoptada por el Consejo. Más
problemática resulta la situación suscitada por la ausencia del Consejo de un miembro
permanente. Esta problemática se planteó con motivo de la adopción de las Resoluciones del 25
de junio de 1950, por las que se declaraba como un «acto que constituye un quebrantamiento de
la paz», la invasión por tropas de Corea del Norte del territorio de Corea del Sur, y del 27 de ese
mismo mes y año por la que se recomendaba a los estados miembros que concediesen toda la
ayuda necesaria a Corea del Sur para repeler el ataque armado. El representante de la URSS
estuvo ausente de las reuniones del Consejo en las que se adoptaron ambas Resoluciones
siguiendo una política, adoptada por la URSS el 13 de enero de 1950, y que mantuvo hasta el 1
de agosto de ese mismo año, de no asistencia a las reuniones del Consejo como protesta por la
presencia de un representante del Gobierno de Taiwán como único gobierno legítimo de China.
Calduch, R.- Relaciones Internacionales.- Edit. Ediciones Ciencias Sociales. Madrid, 1991 25
Esta política de boicot a las sesiones del Consejo no sólo violaba lo dispuesto en el artículo 28 de
la Carta, sino que se demostró a la larga más perjudicial que beneficiosa para quien la practicó.
d) Funcionamiento
El Consejo es un órgano permanente, o como indica el artículo 28, párrafo 1, «será
organizado de modo que pueda funcionar continuamente»; ello obliga a todos sus miembros a
tener dispuestos a sus representantes en la sede de la Organización al objeto de que las sesiones
del Consejo puedan convocarse de modo inmediato. Fue precisamente a l violación de este
párrafo del artículo 28 por parte del delegado soviético en 1950, la que se utilizó como base
jurídica para justificar las resoluciones adoptadas en aquella ocasión.
Podemos catalogar los órganos subsidiarios del Consejo en las siguientes categorías:
Comisiones Principales, Comités Permanentes y Comités Especiales.
Comisiones Principales
Entre las Comisiones Principales debemos mencionar: el Comité de Estado Mayor y la
Comisión de Desarme.
- Creación de subcomités regionales previa autorización del Consejo y consulta con los
organismos regionales existentes.
Comisión de Desarme:
Fue creada mediante la unificación de la Comisión de Armamento clásico con la Comisión
de Energía Atómica por una Resolución de la Asamblea General del 14 de enero de 1952,
adscribiéndola plenamente a la autoridad del Consejo. Desde 1958 está integrada por todos los
miembros de la Organización. No obstante, su tarea ha quedado notablemente limitada por cuanto
las negociaciones de control o desarme entre las dos superpotencias se han realizado en foros
paralelos a la Organización, por ejemplo, Conversaciones SALT, Conferencia de Viena para la
reducción de fuerzas convencionales en Europa, etc.
Comité de Expertos.
Constituido por una decisión del Consejo de 1946, está formado por asesores de todos los
países miembros del Consejo. Inicialmente se constituyó para colaborar en la redacción del
reglamento interno del Consejo, sin embargo, ha mantenido sus funciones asesoras respecto de
otros muchos temas, por ejemplo, la elaboración del Estatuto del Comité de Estado Mayor;
especificación de condiciones en que el Tribunal Internacional de Justicia debía quedar abierto a
los países no miembros de la Organización; determinación de las funciones del Consejo de
Seguridad en las zonas estratégicas de los territorios bajo régimen de fideicomiso, etc.
Comités Especiales
Bajo esta denominación incluimos dos categorías de órganos. En primer lugar aquellas
comisiones temporales creadas para investigar los hechos acaecidos en relación con un conflicto
internacional, con vistas a su posterior información al Consejo. Por ejemplo, la creación de la
Comisión de encuesta sobre los incidentes en la frontera griega; la Comisión de las Naciones
Unidas para India y Pakistán; la Comisión de Tregua para Palestina; la Comisión de las Naciones
Unidas para Indonesia. En segundo término, aquellos comités destinados al estudio de ciertas
propuestas de medidas realizadas por alguno de los miembros del Consejo o de los proyectos de
resolución especialmente relevantes. Por ejemplo, la Comisión «ad hoc» para la cuestión de
España, la Comisión «ad hoc» para la cuestión de Corfú.
a) Composición
Inicialmente el artículo 61 contemplaba un Consejo integrado por dieciocho miembros,
elegidos por la Asamblea General por un período de tres años, y renovándose por tercios cada
año. En 1963 la Resolución 1.991 (XVIII), en cuya parte A se modificaba el número de miembros
electos del Consejo de Seguridad, ampliaba en su parte B el número de miembros del ECOSOC a
veintisiete, con objeto de dar una representación geográfica más acorde con el número de nuevos
países afro-asiáticos que se habían incorporado a las Naciones Unidas como consecuencia de la
desconolonización.
Su mandato posee una duración de tres años y se renuevan por grupos de dieciocho
países anualmente, pudiendo ser reelegidos inmediatamente. Aunque no existe una norma escrita
que lo imponga, se ha establecido la costumbre de incluir entre los miembros en el Consejo
Económico y Social a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Esta costumbre
se ha implantado debido al indudable peso económico y social que tales estados poseen a escala
mundial, y parece una medida muy razonable y eficaz.
De cualquier modo el importante número de sus miembros, que constituyen casi una
tercera parte de todos los de la Organización, y su distribución geopolítica convierten a este
órgano en un foro representativo y cualificado para abordar los complejos problemas asociados al
desarrollo económico y social de la Humanidad.
b) Competencias
En los ámbitos específicos de la cooperación internacional que le son propios, el Consejo
Económico y Social goza de una competencia general para desempeñar cuantas funciones le
sean encomendadas por la propia Carta o por la Asamblea General, así como aquellas destinadas
a garantizar el cumplimiento de las Resoluciones de la Asamblea (artículo 66). No obstante, dado
el carácter técnico que este órgano posee, la mayoría de sus competencias particulares son de
naturaleza informativa o recomendatoria.
a) Generales
- Realizar recomendaciones a la A.G., a los miembros de la Organización y a los
organismos especializados sobre los temas de su competencia.
- Formular recomendaciones para la promoción de los derechos humanos y las libertades
fundamentales, incluidas las competencias de tramitación de las comunicaciones y de las
denuncias por la violación de estos derechos.
- Coordinación de las actividades de los organismos especializados de las Naciones
Unidas.
- Formulación de proyectos de convención destinados a su consideración por la Asamblea
General.
- Concertación de acuerdos con los organismos especializados, que deberán ser
aprobados por la Asamblea General.
- Convocatoria de conferencias internacionales sobre materias de su competencia.
Calduch, R.- Relaciones Internacionales.- Edit. Ediciones Ciencias Sociales. Madrid, 1991 28
b) Informativas y asesoras
- Elaboración, por iniciativa propia, de estudios o informes sobre temas económicos,
sociales, culturales, educativos y sanitarios.
- Recabar informes periódicos de las actividades y medidas adoptadas por los organismos
especializados o los propios miembros de las Naciones Unidas, para el cumplimiento de
las recom endaciones de la Asamblea General y del propio Consejo Económico y Social,
así como trasladar sus observaciones a la Asamblea General.
- Elaboración de los informes solicitados por el Consejo de Seguridad.
- Celebración de consultas con Organizaciones no Gubernamentales.
c) Normativas
- Elaboración de su reglamento de funcionamiento interno.
c) Sistema de votación
Todos los miembros del Consejo Económico y Social cuentan con un voto, y las decisiones
se adoptarán por la mayoría simple de los votos de los miembros presentes y votantes.
d) Funcionamiento
El reglamento del Consejo Económico y Social contempla su funcionamiento en sesiones
plenarias o en Comisiones. Entre las sesiones plenarias podemos distinguir las sesiones
ordinarias, habitualmente dos al año, celebradas una en Nueva York y la otra en Ginebra, y las
sesiones extraordinarias convocadas a solicitud de la mayoría de sus miembros.
Están formadas por los miembros de las Naciones Unidas pertenecientes a cada región
junto con aquellos países que no perteneciendo a la zona poseen importantes intereses
económicos y/o sociales en ella, y que pueden participar con carácter consultivo.
- Comisión Económica para África (CEPA): forman parte de ella todos los países
independientes de África y algunos otros estados con responsabilidades territoriales en dicho
continente. Estos últimos fueron abandonando su participación a medida que dejaron de disponer
de posesiones como ocurrió con Bélgica, Francia, Reino Unido o Portugal.
- Comisión Económica para Asia y el Pacífico (CEAP): creada en 1947, con sede en
Bangkok, incorpora a todos los países miembros de las Naciones Unidas de Asia y Oceanía,
excepto los de Oriente Medio, junto con la participación de países asociados como Francia, el
Reino Unido, los Estados Unidos y la Unión Soviética.
- Comisión Económica para el Asia Occidental (CEAO): constituida en 1974, con sede en
Beirut agrupa a los países de Oriente Medio, salvo Israel. La permanente conflictividad en la
región junto con la guerra del Líbano han reducido notablemente la eficacia de esta Comisión
obligando al traslado de su sede a Bagdad.
internacionales, las Naciones Unidas han adquirido una posición en la Sociedad Internacional
mucho más significativa de la contemplada inicialmente por la Carta.
La creación de este órgano en el marco de las Naciones Unidas hay que situarlo en
relación con la filosofía descolonizadora que alienta el espíritu de la Carta, junto con la necesidad
de asumir las consecuencias derivadas del régimen de mandatos instaurado por la Sociedad de
Naciones. Dicho régimen pretendía garantizar un control internacional de las competencias y
poderes atribuidos a las potencias mandatarias para que facilitasen el desarrollo económico,
social y político de los territorios bajo mandato, y lograr así su independencia de una forma rápida,
estable y pacífica. Se establecieron tres categorías de territorios bajo mandato designadas con las
letras A, B y C.
Los territorios del tipo A eran aquellos cuyas poblaciones estaban en situación próxima a
su independencia y autogobierno. En esta categoría se incluyeron territorios del Imperio Turco
existentes en Oriente Medio. Las potencias mandatarias fueron el Reino Unido que obtuvo el
mandato de Palestina, Transjordania e Irak y Francia, cuyo mandato se estableció en Siria y
Líbano.
Finalmente, los mandatos del tipo C comprendían las ex colonias alemanas en el Pacífico y
el África sudoccidental, territorios que por su dispersión geográfica, escasa población e ínfimo
grado de desarrollo no podían sustentar serias expectativas de independencia. Como potencias
mandatarias se nombraron a Japón, para las islas del Pacifico al norte del Ecuador; Nueva
Zelanda, Australia y Gran Bretaña, para las islas del Pacífico al Sur del Ecuador, y la Unión
Sudafricana para el África sudoccidental.
relativa a los territorios no autónomos, cuya validez se extiende tanto a las colonias como a
aquellos territorios que quedan amparados por el nuevo Régimen Internacional de Administración
Fiduciaria. En esta declaración se formulan como principios básicos de las relaciones entre los
territorios no autónomos y sus potencias administradoras, los siguientes:
a) El reconocimiento de los intereses de los habitantes de estos territorios «por encima de
todo».
b) La promoción del bienestar de los habitantes de los territorios autónomos.
c) La aplicación del principio de buena vecindad.
Todos estos principios debían aplicarse con un criterio no discriminatorio respecto de los
propios territorios de las metrópolis. Como garantía de estos principios se establecían una serie
de obligaciones entre las que destacaba la especificada en el apartado e) del artículo 73, por la
que las potencias metropolitanas se comprometían a «transmitir regularmente al secretario
general, a título informativo y dentro de los límites que la seguridad y consideraciones de orden
constitucional requieran, la información estadística y de cualquier otra naturaleza técnica que
verse sobre las condiciones económicas, sociales y educativas de los territorios, por los cuales
son respectivamente responsables, que no sean los territorios a que se refieren los capítulos XII y
XIII de esta Carta».
Dado que el fideicomiso, al igual que lo fue el mandato, es un régimen cuya finalidad es la
de facilitar el proceso de evolución pacífica hacia la autonomía o independencia de las
poblaciones afectadas, la Carta lo contempla como un régimen con carácter temporal, que en
ningún caso podrá aplicarse a los estados miembros de la ONU.
Calduch, R.- Relaciones Internacionales.- Edit. Ediciones Ciencias Sociales. Madrid, 1991 32
En 1947 el Consejo de Seguridad declaró como zona estratégica las Islas Marshall,
Marianas, excepto Guam, y Carolinas, antiguos mandatos del Japón, y concedía su
administración a Estados Unidos. En la actualidad, son los únicos territorios que todavía subsisten
bajo administración fiduciaria.
Tanto las potencias administradoras como los miembros permanentes del Consejo de
Seguridad tienen asegurada su participación en el CAF. No ocurre lo mismo con los miembros
electos, ya qué su participación viene condicionada al criterio de que debe existir el mismo
número de miembros no administradores de territorios fideicomitidos que de potencias
administradoras. Naturalmente, a medida que tales territorios fueron accediendo a la
independencia el número de potencias administradoras fue reduciéndose y con ellas también, el
número de miembros elegidos por la Asamblea General, hasta llegar a la situación actual en que
los miembros permanentes del Consejo de Seguridad, que no poseen responsabilidades directas
sobre territorios fideicomitidos, supera a los Estados Unidos, única potencia administradora que
queda, y consiguientemente, han desaparecido también los miembros electos.
Por otra parte, hay que reconocer que un órgano compuesto exclusivamente por miembros
elegidos por la Asamblea General hubiese tenido escaso éxito para inducir al cumplimiento de las
obligaciones del Régimen Internacional de Administración Fiduciaria a aquellas grandes potencias
mundiales que, como Francia o el Reino Unido, tenían responsabilidades en la mayoría de los
territorios no autónomos.
c) Competencias
Las principales competencias que la Carta atribuye al Consejo de Administración Fiduciaria
son las siguientes:
- Elaborar su reglamento de régimen interno.
- Examinar los informes anuales presentados por las potencias administradoras.
- Recibir y estudiar las quejas o peticiones formuladas por los habitantes de los territorios
fideicomitidos o por terceros países.
- Realizar visitas periódicas a los territorios fideicomitidos en las fechas concertadas con
las potencias administradoras.
- Formular cuestionarios y realizar estudios para conocer los avances políticos,
económicos, sociales y educativos de los pueblos bajo administración fiduciaria.
- Recabar la colaboración del Consejo Económico y Social y de los Organismos
Especializados para contribuir a mejorar las condiciones de los territorios fideicomitidos.
- Colaborar con la Asamblea General y con el Consejo de Seguridad en el desempeño de
las funciones que la Carta les atribuye para la aplicación del Régimen Internacional de
Administración Fiduciaria.
- Cuantas medidas adicionales le sean atribuidas en los Acuerdos de Administración
Fiduciaria.
d) Sistema de votación
La decisiones del CAF. se adoptan por la mayoría simple de los miembros presentes y
votantes, y de acuerdo con el principio de igualdad de voto entre todos sus miembros.
e) Funcionamiento
El Consejo de Administración Fiduciaria celebra sesiones ordinarias dos veces al año, una,
en enero, y la otra, en junio, según lo establecido en su reglamento. La imprecisa redacción del
artículo 90, párrafo 2, ha permitido la introducción reglamentaria de las sesiones extraordinarias
en los casos en que «sea necesario», por decisión del propio Consejo, de la Asamblea General,
del Consejo de Seguridad, del Consejo Económico y Social o por petición de la mayoría de los
miembros del CAF.
Son partes del Estatuto todos los estados miembros de las Naciones Unidas, pues, como
ya hemos visto, para acceder a esta condición uno de los requisitos consiste en la aceptación de
la Carta, incluido el Estatuto. Además, el artículo 93, párrafo 2, abre la posibilidad de que sean
parte del Estatuto aquellos estados que sin ser miembros de la ONU lo soliciten, siempre y
cuando lo recomiende el Consejo de Seguridad y lo apruebe la Asamblea General. En esta
situación se encuentran Suiza, Liechtenstein y la República de San Marino.-
Conviene señalar que para este último supuesto la Carta adopta un procedimiento similar
al establecido para la admisión de nuevos miembros, si bien en este caso con la única finalidad de
incorporar al funcionamiento del Tribunal Internacional de Justicia a los países que no son
miembros de las Naciones Unidas.
La filosofía que subyace a este planteamiento es muy sencilla. Se trata de lograr la mayor
universalidad posible en la competencia y funcionamiento del Tribunal con el fin de fortalecer su
actuación y de robustecer su eficacia como órgano de solución de conflictos y controversias.
Habida cuenta del carácter restringido en la composición inicial de las Naciones Unidas se
comprende este afán por abrir el acceso al Estatuto sin condicionarlo a la membresía de la
Organización.
b) Composición
El Tribunal está formado por quince miembros, sin que pueda haber dos de la misma
nacionalidad, elegidos por la Asamblea General y el Consejo de Seguridad en votaciones
independientes. El cargo se ejerce por un período de nueve años y los magistrados son
susceptibles de reelección.
Para ser candidato el Estatuto exige, además de ser propuestos, ciertos requisitos
personales y profesionales: deberán ser personas que «gocen de alta consideración moral» y que
estén capacitados para el ejercicio de las más altas funciones judiciales en sus respectivos países
o bien sean jurisconsultos de «reconocida competencia» en el campo del derecho internacional.
Los candidatos que obtengan una mayoría absoluta de votos en la Asamblea General y el
Consejo de Seguridad, se convierten en magistrados del Tribunal. Si después de tres elecciones
sucesivas todavía quedase alguna plaza vacante se constituirá, a petición de la Asamblea
General o del Consejo de Seguridad, una Comisión Conjunta integrada por tres miembros
nombrados por la Asamblea General, y otros tres nombrados por el Consejo de Seguridad que
deberá proceder a la elección, por mayoría absoluta de votos, de un candidato para cada plaza
vacante. Esta Comisión goza de la facultad de proponer por unanimidad nuevos candidatos que
no figurasen en la lista.
En este sentido los artículos 2 y 16 al 20 del Estatuto son incontrovertibles. Así, los
magistrados no podrán desempeñar funciones políticas, administrativas, de agentes, consejeros,
abogados, ni «dedicarse a ninguna otra ocupación de carácter profesional» (artículo 16). Estas
limitaciones establecidas durante el ejercicio del cargo de magistrado encuentran su
correspondencia en los derechos que se les atribuyen. En efecto, los magistrados no pueden ser
separados de sus cargos, salvo que, por decisión unánime de los demás miembros del Tribunal,
no reúnan los requisitos exigidos por su nombramiento. También gozarán de los privilegios e
inmunidades diplomáticas en el ejercicio de sus funciones. Su retribución económica será
determinada por la Asamblea General, y en ningún caso podrá ser reducida durante el período del
cargo. Estos sueldos estarán exentos de cualquier tipo de imposición fiscal.
c) Competencias
La Carta y el Estatuto atribuyen al Tribunal dos tipos de competencias netamente
diferenciadas: la competencia contenciosa y la competencia consultiva.
La competencia contenciosa tiene por finalidad juzgar sobre las controversias surgidas
entre estados. Resulta oportuno reiterar que esta función judicial de solución pacífica de
controversias sólo es aplicable a las relaciones entre estados (artículo 34,1 del Estatuto). No
podrán recurrir a ella ni las Organizaciones Intergubernamentales, ni otros sujetos de derecho
internacional de carácter no estatal (Movimientos de Liberación, ONG, individuos, etc.).
Se ha debatido mucho por la doctrina las razones y consecuencias del carácter facultativo
de la jurisdicción del Tribunal, especialmente en relación con el artículo 36, párrafo 3, de la Carta.
Como ha señalado JIMENEZ DE ARECHAGA, fue la oposición de las grandes potencias en la
Conferencia de San Francisco, contrarias a ver condicionada su hegemonía internacional, la que
impidió que se adoptase la propuesta de imponer obligatoriamente la jurisdicción del Tribunal. Sin
embargo, también dejaron abierta la posibilidad de que la obligatoriedad jurisdiccional del Tribunal
se estableciese en otros Tratados Internacionales o de que los propios estados se autoimpusieran
dicha obligación. De este modo el Tribunal ejercerá la competencia contenciosa, según tres
supuestos distintos:
1. Cuando las partes convienen voluntariamente en someter un asunto concreto a la
competencia judicial del Tribunal. En este caso lo normal es llegar a un acuerdo entre las partes,
al que se le denominará compromiso, y que sólo será aplicable al asunto sometido a la jurisdicción
del Tribunal.
3. Cuando los estados parte de una controversia han reconocido como obligatoria la
jurisdicción del Tribunal mediante una declaración previa y unilateral.
En este supuesto cada Estado puede obligarse según tres situaciones diferentes:
a) De forma incondicional.
b) Bajo la condición de reciprocidad, es decir, a condición de que la otra parte también
acepte la jurisdicción del Tribunal.
c) Bajo-condición temporalmente determinada, es decir, que el reconocimiento de la
obligatoriedad de la jurisdicción del Tribunal posee un período de validez cierto y determinado.
Calduch, R.- Relaciones Internacionales.- Edit. Ediciones Ciencias Sociales. Madrid, 1991 37
Las sentencias del Tribunal deberán ser motivadas y mencionarán los nombres de los
magistrados que hayan tomado parte en ella. Todo magistrado tiene derecho a incorporar a la
sentencia su opinión disidente.
La Asamblea General y el Consejo de Seguridad son los únicos órganos de las Naciones
Unidas que gozan de una capacidad genérica y directa para solicitar opiniones consultivas del
Tribunal. El artículo 96 atribuye también esta capacidad a los restantes órganos de las Naciones
Unidas (ECOSOC, CAF, Comisión Interina de la Asamblea General, etc.) y a los organismos
especializados (excluyendo a la Unión Postal Universal); sin embargo, en ambos casos esta
capacidad se encuentra limitada a las cuestiones jurídicas relacionadas con sus actividades, y
sólo se puede ejercer previa autorización de la Asamblea General.
Las deliberaciones del Tribunal serán secretas y sus decisiones se adoptarán por la
mayoría de votos de los magistrados presentes. El Presidente del Tribunal gozará de voto de
calidad para los casos de empate.
sentencias dictadas por una sala se considerarán a todos los efectos sentencias del propio
Tribunal.
El Estatuto menciona expresamente ciertos supuestos en los que el Tribunal podrá actuar
a través de salas. Estos supuestos comprenden:
a) Los supuestos en los que las partes solicitan resolver sumariamente un asunto, en cuyo
caso la sala constará de cinco magistrados.
b) Los supuestos en los que el asunto sometido al Tribunal trate de «litigios de trabajo» o
relativos al tránsito y las comunicaciones, en cuyo caso la sala constará de tres o más
magistrados.
Por último, aunque la sede del Tribunal Internacional de Justicia se encuentra en La Haya,
está facultado para que las salas celebren sus sesiones en cualquier otro lugar.
En este contexto, sería injusto y científicamente incorrecto desconocer que una gran parte
de los éxitos y las aportaciones que convierten a las Naciones Unidas en una organización
insustituible dé la Sociedad Internacional actual, son el fruto del esfuerzo y dedicación que han
demostrado los sucesivos Secretarios Generales.
a) Composición
La Secretaría está formada por el Secretario General, que es «el más alto funcionario
administrativo de la Organización» (artículo 97), y por el resto del personal al servicio de las
Naciones Unidas.
El Secretario General
El Secretario General es nombrado por la Asamblea General, previa recomendación del
Consejo de Seguridad. Su mandato posee una duración de cinco años y es susceptible de
reelección.
Desde la creación de las Naciones Unidas han ocupado el cargo de Secretario General
cinco destacadas personalidades que, cronológicamente, han sido:
TRYGVE LIE (Noruego): 1946-1952.
DAG HAMMARSKJÖLD (Sueco): 1953-1961. Muerto en accidente aéreo en el desempeño
de su cargo.
U THANT (Birmano): 1962-1972.
KURT WALDHEIM (Austriaco): 1972-1982.
Calduch, R.- Relaciones Internacionales.- Edit. Ediciones Ciencias Sociales. Madrid, 1991 39
Resulta complicado establecer un catálogo que reúna y sistematice todas las funciones
desempeñadas por el Secretario General. Esta dificultad se debe, en primer término, a la forma
dispersa en que estas funciones figuran recogidas en la Carta de las Naciones Unidas, e incluso
del Estatuto del Tribunal Internacional de Justicia. En segundo lugar, debido a que la propia
dinámica de la Organización de las Naciones Unidas ha impuesto una lenta pero clara tendencia a
su ampliación, proceso al que no han sido ajenos los sucesivos Secretarios Generales.
1. Funciones Administrativas
- La organización y dirección de la Secretaría de conformidad con las directrices de la
Asamblea General.
- El nombramiento de los funcionarios de la Secretaría según los criterios de eficiencia,
competencia e integridad en el desempeño de sus tareas junto con la máxima representación
geográfica.
- Actúa como secretario en las sesiones de la Asamblea General, el Consejo de Seguridad,
el Consejo Económico y Social y el Consejo de Administración Fiduciaria.
- Realiza la asignación permanente de personal administrativo al ECOSOC y al CAF.
- Se responsabiliza de la organización y funcionamiento de los servicios de recepción,
traducción, impresión y distribución de todos los documentos e informes de las Naciones Unidas.
- Actúa como depositario de los documentos de ratificación de los Tratados Internacionales
concluidos entre los estados miembros, encargándose de su registro, publicación y notificación de
las fechas de entrada en vigor.
2. Funciones Políticas
Las principales funciones políticas desempeñadas por el secretario general son las
relacionadas con sus actuaciones de representación de la Organización de las Naciones Unidas y
las de participación en la solución pacífica de conflictos. Entre las primeras debemos mencionar:
- Representar a la Organización ante los tribunales nacionales, internacionales, el Tribunal
Administrativo de las Naciones Unidas y el Tribunal Internacional de Justicia, ante el que puede
realizar exposiciones orales o escritas.
- Concluir acuerdos o tratados internacionales reguladores de los privilegios e
inmunidades, tanto de la sede como de los funcionarios de las Naciones Unidas.
- Notificar a los estados no miembros de la Organización las decisiones adoptadas por sus
órganos en temas que directamente les afecten.
3. Funciones Técnicas
- Preparar los estudios, informes y estadísticas solicitados por los órganos de las Naciones
Unidas.
- Formular proposiciones y enmiendas a las decisiones de los órganos de la Organización,
encargándose del cumplimiento de las decisiones finales adoptadas y dando cuenta de los
resultados de su ejecución.
- Colaborar en la coordinación del ECOSOC con los organismos especializados.
- Elaborar el informe anual sobre las actividades de las Naciones Unidas.
Calduch, R.- Relaciones Internacionales.- Edit. Ediciones Ciencias Sociales. Madrid, 1991 40
El personal de la Secretaría
Dado que la Carta no hace ninguna referencia a la estructura orgánica de la secretaría fue
necesario establecer un esquema embrionario en la Resolución 13 (I) de la Asamblea General,
esquema que con posterioridad los sucesivos secretarios generales han ido modificando para
adaptarlo a la creciente actividad de las Naciones Unidas que ha obligado a un constante
crecimiento de su personal hasta rebasar los 16.000 funcionarios.
Esta propuesta fue contestada por el Secretario General, DAG HAMMARSKJÖLD, quien
estimaba que ello suponía «sustituir los principios de independencia, imparcialidad y objetividad
por los de compromiso con un bloque que iría en detrimento de la Organización».
Conviene tener muy claro que aunque los organismos especializados se encuentran
íntimamente relacionados con la Organización de las Naciones Unidas constituyen organizaciones
internacionales gubernamentales diferenciadas (por su constitución, miembros, estructura y
funcionamiento), aunque no sean totalmente independientes de las Naciones Unidas. En algunos
casos tales organizaciones surgieron mucho antes de que se crease la Organización de las
Naciones Unidas, y no existe una obligatoriedad general para que los miembros de ésta lo sean
también de los organismos especializados o viceversa. Por tanto, no cabe ninguna confusión
entre los organismos especializados y los órganos, principales o secundarios, de las Naciones
Unidas.
a) Económicos
FONDO MONERATIO INTERNACIONAL (FMI)
El acuerdo fundacional de esta institución, así como del Banco Internacional de
Reconstrucción y Desarrollo, surgió de la Conferencia de Bretton Woods en 1944. Inició su
actividad a finales de 1945 cuando se depositaron las ratificaciones de un número de países
cuyas cuotas supusieron el 80 por 100 de los recursos de esta institución.
El Fondo posee como principales funciones garantizar la estabilidad de los tipos de cambio
entre las distintas divisas; facilitar financiación a los países miembros para hacer frente a los
desajustes coyunturales de sus balanzas de pagos, y asesorar económicamente a los gobiernos
de los países miembros para llevar a cabo programas de saneamiento y desarrollo.
Resulta oportuno recordar que los países de economía planificada, como la Unión
Soviética y sus aliados, no participaron en la constitución de este Fondo.
b) Científicas y Tecnológicas
ORGANIZACION METEOROLOGICA MUNDIAL (OMM)
Creada en la Conferencia de Washington en 1947, a partir de su predecesora, la
Organización Meteorológica Internacional, constituida en 1878, inició sus actividades en 1950. Su
principal tarea radica en el fomento de redes de estaciones y centros de investigación
meteorológica e hidrológica que permitan obtener e intercambiar información entre los países
miembros sobre los cambios climáticos.
Sus funciones primordiales son la coordinación de todas las iniciativas de Naciones Unidas
en materia de fomento del desarrollo industrial, especialmente para los países más pobres, así
como la promoción internacional de las inversiones y los procesos de industrialización.
c) Comunicaciones y Transportes
UNION POSTAL UNIVERSAL (UPU)
Es la organización más antigua, ya que fue creada en 1874 en Berna, pasando a
convertirse en organismo especializado en 1948.
El reducido número de países fundadores facilitó la implantación del principio del territorio
postal único, gracias al cual se ha propiciado el intercambio postal mundial con escasos costes y
extraordinaria rapidez. La Unión Postal también facilita asesoramiento técnico a las diversas
administraciones postales nacionales.
Entre sus funciones destaca la asignación de bandas de frecuencias para el uso de las
ondas radioeléctricas por los diversos países miembros, con objeto de evitar las interferencias
mutuas. También mantiene un registro de las distintas órbitas de los satélites geoestacionarios de
comunicaciones.
d) Cultural
ORGANIZACION DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LA EDUCACION, LA CIENCIA Y LA
CULTURA (UNESCO)
La Conferencia de Londres de 1945 decidió la constitución de esta organización que inició
sus actividades a finales de 1946. La reciente retirada de los Estados Unidos y del Reino Unido,
debido a su disconformidad con la política seguida por la organización así como con el
protagonismo decisivo alcanzado por los países del Tercer Mundo, que constituyen una mayoría
dentro de la organización, ha provocado la necesidad de un reajuste interno. El conflicto suscitado
en torno al nombramiento del actual director general de la UNESCO (FEDERICO MAYOR
ZARAGOZA) ha sido una prueba concluyente sobre estas tensiones internas.
Este organismo intenta regular y potenciar la cooperación internacional en las dos áreas
fundamentales de la propiedad industrial y artística: la propiedad industrial y los derechos de
autor. La primera abarca las invenciones, las marcas registradas, los diseños industriales, etc., en
tanto que la segunda incluye los derechos exclusivos de los autores de obras literarias, musicales,
fotográficas, etc.
e) Social y Humanitaria
ORGANIZACION INTERNACIONAL DEL TRABAJO (OIT)
La creación de este organismo se contempla ya en el Tratado de Paz de Versalles de 1919
que expresamente lo vincula a la Sociedad de Naciones. Tras la desaparición de esta
organización y la creación de la Organización de las Naciones Unidas, la OIT se vincula como
organismo especializado en 1946.
Calduch, R.- Relaciones Internacionales.- Edit. Ediciones Ciencias Sociales. Madrid, 1991 44
Creada con la voluntad de favorecer la justicia social para los trabajadores de todos los
países, adopta normas jurídicas en materia de seguridad laboral; duración de la jornada de
trabajo, prohibición del trabajo de menores, derechos sindicales, etc. También supervisa la
aplicación de estas normas por parte de los estados miembros que las ratifican.
Los recursos financieros prestados por el FIDA se ajustan a dos modelos básicos: los
proyectos financiados íntegramente por el Fondo y los proyectos financiados conjuntamente por el
Fondo, junto con otras instituciones internacionales (Banco Mundial, Banco Africano de
Desarrollo, etc.).
Se equivocan pues los que atribuyen a las Naciones Unidas una incapacidad para influir de
forma decisiva en el rumbo de los acontecimientos internacionales por el simple hecho de no
haber logrado convertirse en un gobierno mundial, finalidad para la que los países miembros
nunca dotaron a la Organización de medios humanos, materiales y jurídicos. Se equivocan
también quienes desde posiciones idealistas consideran que la existencia y el funcionamiento del
sistema de Naciones Unidas es una prueba concluyente del irresistible progreso hacia una
Sociedad Internacional beatífica en la que la violencia y la injusticia habrán sido definitivamente
desterradas. Tampoco para tan elevados fines ha sido dotada la Organización de medios
suficientes. Tan sólo cabe reconocer que las funciones y el protagonismo alcanzado por las
Naciones Unidas resultan insustituibles en el mundo nacido tras la Segunda Guerra Mundial y,
Calduch, R.- Relaciones Internacionales.- Edit. Ediciones Ciencias Sociales. Madrid, 1991 45
como se ha dicho tantas veces, si las Naciones Unidas desaparecieran habría que inventarlas de
nuevo.
Karl von
Clausewitz
De la guerra
Editado por
Índice
Cap. I. La estrategia
Cap. II. Elementos de la estrategia
Cap. III. Las fuerzas morales
Cap. IV. Las principales potencias morales
Cap. V. Virtud militar de un ejército
Cap. VI. La audacia
Cap. VII. La perseverancia
Cap. VIII. La superioridad numérica
Cap. IX. La sorpresa
Cap. X. La estratagema
Cap. XI. Concentración de fuerzas en el espacio
Cap. XII. Concentración de fuerzas en el tiempo
Cap. XIII. Las reservas estratégicas
Cap. XIV. La economía de fuerzas
Cap. XV. El elemento geométrico
Cap. XVI. Sobre la suspensión de la acción en la guerra
Cap. XVII. Del carácter de la guerra moderna
Cap. XVIII. Tensión y reposo
concepto mismo de la guerra, considerado desde el punto de vista externo, de tal modo
que no se ven privadas de base.1
Quizá no resulte imposible establecer una teoría sistemática de la guerra, pródiga en
ideas y de gran altura, pero el hecho cierto es que hasta el presente todas cuantas
disponemos se apartan muy lejos de ese objetivo. Sin tomar en consideración el espíritu
acientífico que las caracteriza, no constituyen más que un hatillo de trivialidades, lugares
comunes y sandeces que pretenden ser coherentes y absolutas. De ello cabe hacerse una
idea con la lectura del siguiente párrafo de un reglamento referido a casos de incendio,
debido a Lichtenberg:
«Cuando una casa es presa del fuego, ante todo hay que tratar de proteger el muro
derecho del edificio de la izquierda; porque si se intentara, por ejemplo, proteger el muro
de la izquierda del edificio de la izquierda, el muro de la derecha de la propia casa se
encontraría a la derecha del muro de la izquierda, y como el fuego está a la derecha de
ese muro y del muro de la derecha (porque suponemos que la casa está situada a la
izquierda del incendio), el muro de la derecha estará más cerca del fuego que el de la
izquierda y el muro de la derecha de la casa podría ser destruido por el fuego si no fuese
protegido antes de que el fuego alcance el muro de la izquierda, que está protegido; en
consecuencia, algo que no esté protegido podría ser destruido, y destruido más
rápidamente que otra cosa, incluso aunque no estuviera protegido; por lo tanto es preciso
abandonar aquél y proteger éste. Para representarse la cosa, debemos notar además: si la
casa está a la derecha del incendio, es el muro de la izquierda y si la casa está a la
izquierda, es el muro de la derecha.»
Para no provocar el cansancio del lector, sin duda hombre de espíritu, con la relación
de otras paparruchadas como ésta, y no restar sabor a lo que tengan de bueno,
diluyéndoselo, el autor se ha inclinado a presentar, como si de pequeños granos de metal
puro se trataran, las ideas que largos años de reflexión sobre la guerra, el trato con
hombres inteligentes que la conocían y un considerable número de experiencias
personales han hecho nacer y han quedado fijadas en su ánimo.
Este es el origen de los diferentes capítulos que forman este libro, cuya unidad podrá
parecer débil, si bien confío en que no carecerán de cohesión interna. Tal vez no habrá
que esperar mucho tiempo para ver cómo un espíritu superior al del autor sabe presentar,
en lugar de estos granos dispersos, un conjunto fundido y exento de toda aleación.
1
No es este, por lo general, el caso de los cronistas militares, sobre todo de aquellos cuyo propósito es
tratar de manera científica la guerra. Sería suficiente hacer referencia a los numerosos ejemplos en los que
el pro y el contra de los razonamientos se fagocitan unos a otros, hasta el punto de no restar ni la cola,
como en el caso de la fábula de los leones.
Librodot De la guerra Karl von Clausewitz
LIBRO PRIMERO
Capítulo I
1. Introducción
Nos proponemos considerar, en primer lugar, los distintos elementos que conforman
nuestro tema; luego las diversas partes o miembros que los componen y, finalmente, el
todo en su íntima conexión. Es decir, iremos avanzando de lo simple a lo complejo. Pero
en la cuestión que nos ocupa, más que en ninguna otra, será preciso comenzar con una
referencia a la naturaleza del todo, ya que aquí, más que en otro lado, cuando se piensa en
la parte debe pensarse simultáneamente en el todo.
2. Definición
Muchos espíritus dados a la filantropía podrían fácilmente imaginar que existe una
manera artística de desarmar o abatir al adversario sin un excesivo derramamiento de
Librodot De la guerra Karl von Clausewitz
sangre, y que esto sería la verdadera tendencia del arte de la guerra. Se trata de una
concepción falsa que debe ser rechazada, pese a todo lo agradable que pueda resultar. En
temas tan peligrosos como es el de la guerra, las falsas ideas surgidas del sentimentalismo
son precisamente las peores. Siendo así que el uso de la fuerza física en su máxima
extensión no excluye en modo alguno la cooperación de la inteligencia, el que se sirva de
esta fuerza sin miramiento ni recato ante el derramamiento de sangre habrá de obtener
ventaja sobre el adversario, siempre que éste no actúe del mismo modo. Así, cada uno
justifica al adversario y cada cual impulsa al otro a adoptar medidas extremas, cuyo
límite no es otro que el contrapeso de la resistencia que le oponga el contrario.
Forzosamente tenemos que darle al tema este enfoque, ya que tratar de ignorar como
elemento constitutivo la brutalidad porque despierta repugnancia significaría una
tentativa inútil o algo peor.
Si las guerras entre naciones civilizadas son presuntamente menos crueles y
destructoras que las que enfrentan a unas no civilizadas, la razón estriba en la condición
social de los Estados considerados en sí mismos y en sus relaciones recíprocas. La guerra
estalla, adquiere sus rasgos y limitaciones y se modifica de acuerdo con esa condición y
sus circunstancias. Pero tales elementos no constituyen una parte de la guerra, sino que
existen por sí mismos. En la filosofía de la guerra no se puede introducir en absoluto un
principio modificador sin acabar cayendo en el absurdo.
En las luchas entre los hombres intervienen en realidad dos elementos dispares: el
sentimiento hostil y la intención hostil. Hemos elegido el último de ellos como rasgo
distintivo de nuestra definición porque es el más general. Es inconcebible que un odio
salvaje, casi instintivo, exista sin una intención hostil, mientras que se dan casos de
intenciones hostiles que no van acompañados de ninguna hostilidad o, por lo menos, de
ningún sentimiento hostil que predomine. Entre los seres salvajes prevalecen las
intenciones de origen emocional; entre los pueblos civilizados, las determinadas por la
inteligencia. Pero tal diferencia no reside en la naturaleza intrínseca del salvajismo o de la
civilización, sino en las circunstancias en que están inmersos, sus instituciones, etc. Por
lo tanto, no existe indefectiblemente en todos los casos, pero prevalece en la mayoría de
ellos. En una palabra, hasta las naciones más civilizadas pueden inflamarse con pasión en
un odio recíproco.
Vemos, pues, cuán lejos nos hallaríamos de la verdad si atribuyéramos la guerra entre
hombres civilizados a actos puramente racionales de sus gobiernos, y si concibiésemos
aquélla como un acto libre de todo apasionamiento, de tal modo que en definitiva no
tendría que ser necesaria la existencia física de los ejércitos, sino que bastaría una
relación teórica entre ellos, o lo que podría ser una especie de álgebra de la acción.
La teoría empezaba a orientarse en esta dirección cuando los acontecimientos de la
última guerra nos hicieron ver un camino mejor.2 Si la guerra constituye un acto de
fuerza, las emociones están necesariamente implicadas en ella. Si las emociones no son
las que dan origen a la guerra, ésta ejerce, sin embargo, una acción de carácter mayor o
menor sobre ellas, y la intensidad de la reacción depende no del estado de la civilización,
sino de la importancia y la permanencia de los intereses hostiles.
Por lo tanto, si constatamos que los pueblos civilizados no liquidan a sus prisioneros,
no saquean las ciudades ni arrasan los campos, ello se debe a que la inteligencia
desempeña un papel importante en la conducción de la guerra, y les ha enseñado a aqué-
2
La guerra que enfrentó a Alemania con Napoleón. (N. del Ed.)
Librodot De la guerra Karl von Clausewitz
llos a aplicar su fuerza recurriendo a medios más eficaces que los que pueden representar
esas brutales manifestaciones del instinto.
La invención de la pólvora y el perfeccionamiento constante de las armas de fuego
muestran por sí mismos, de manera suficientemente explícita, que la necesidad inherente
al concepto teórico de la guerra, la destrucción del adversario, no se ha visto en modo
alguno debilitada o desviada por el avance de la civilización. Reiteramos, pues, nuestra
afirmación: la guerra es un acto de fuerza, y no hay un límite para su aplicación. Los
adversarios se justifican uno al otro, y esto redunda en acciones recíprocas llevadas por
principio a su extremo. Es esta la primera acción recíproca que se nos presenta y el
primer caso extremo con que nos encontramos.
6. Modificaciones en la práctica
Al referirnos al primero de estos puntos hemos de recordar que ninguno de los dos
oponentes es para el otro un ente abstracto, ni aun considerándolo como factor de la
capacidad de resistencia, que no depende de algo externo, o sea, de la voluntad. Tal
voluntad no constituye un hecho totalmente desconocido; lo que ha sido hasta hoy nos
indica lo que puede ser mañana. La guerra nunca estalla de improviso ni su preparación
tiene lugar en un instante. De ese modo, cada uno de los oponentes puede, en buena
medida, formarse una opinión del otro por lo que éste realmente es y hace, y no por lo
que teóricamente debería ser y hacer. Sin embargo, debido a su imperfecta organización,
el hombre suele mantenerse por debajo del nivel de la perfección absoluta, y así estas
deficiencias, inherentes a ambos bandos, se convierten en un principio reductor.
8. La guerra no consiste en un golpe insostenido
El segundo de los tres puntos enumerados nos sugiere las observaciones que siguen.
Si el resultado de la guerra dependiera de una decisión única, o de varias decisiones
tomadas simultáneamente, los preparativos para esa decisión o para esas decisiones
diversas deberían ser llevados hasta el último extremo. Nunca podría recuperarse una
oportunidad perdida; la sola norma que podría aportarnos el mundo real para los
preparativos a efectuar sería, en el mejor de los casos, la medida de los preparativos que
lleva a cabo nuestro oponente, o lo que de ellos alcanzáramos a conocer, y todo lo demás
tendría que quedar de nuevo relegado al terreno de la abstracción. Si la decisión
consistiera en varios actos sucesivos, cada uno de éstos, con las circunstancias que lo
acompañan, podría suministrar una norma para los siguientes y, así, el mundo real
ocuparía el lugar del mundo abstracto, modificando, de acuerdo con ello, la tendencia
hacia el extremo.
Sin embargo, si toda guerra tuviese que limitarse indefectiblemente a una decisión
única o a una serie de decisiones simultáneas, si los medios disponibles para la
beligerancia fueran puestos en acción a un tiempo o pudieran serlo de este modo, una
decisión adversa tendería a reducir estos medios, y, de haber sido éstos todos empleados
o agotados en la primera decisión, no habría porqué pensar en que se produjera una
segunda. Todas las acciones bélicas que pudieran producirse después formarían, en
esencia, parte de la primera, y sólo constituirían su persistencia.
Pero tal como hemos visto, en los preparativos para la guerra el mundo real ocupa el
lugar de la idea abstracta, y una medida real el lugar de un caso extremo hipotético. Cada
uno de los oponentes, aunque no fuera por otra razón, se detendrá por tanto, en su acción
recíproca, alejado del esfuerzo máximo y no pondrá en juego al mismo tiempo la
totalidad de sus recursos.
Sin embargo, la naturaleza misma de tales recursos, y de su mismo empleo, torna
imposible su entrada en acción simultánea. Estos recursos comprenden las fuerzas
militares propiamente dichas, el país, con su superficie y su población, y los aliados.
El país, con su superficie y su población, no sólo constituye la fuente de las fuerzas
militares propiamente dichas, sino que es, en sí mismo, también una parte integrante de
los factores que actúan en la guerra, aunque sólo sea aquel que proporciona el teatro de
operaciones o tiene marcada influencia sobre él.
Ahora bien, los recursos militares móviles pueden ser puestos en funcionamiento
simultáneamente, pero esto no concierne a las fortalezas, los ríos, las montañas, los
habitantes, etc., en una palabra, al país entero, a menos que éste sea tan pequeño que la
primera acción bélica lo afecte totalmente. Además, la cooperación de los aliados no es
algo que depende de la voluntad de los beligerantes, y con frecuencia resulta, por la
Librodot De la guerra Karl von Clausewitz
misma naturaleza de las relaciones políticas, que no se hace efectiva sino con
posterioridad, cuando de lo que se trata es restablecer el equilibrio de fuerzas alterado.
Más adelante intentaremos explicar con todo detalle que esta parte de los medios de
resistencia que no puede ser puesta en acción a un tiempo es, en muchos casos, una parte
del total mucho más grande de lo que podría pensarse y que, por lo tanto, es capaz de
restablecer el equilibrio de fuerzas, aun cuando la primera decisión se haya producido con
gran violencia y aquél haya sido alterado seriamente. Por ahora bastará con dejar sentado
que resulta contrario a la naturaleza de la guerra el que todos los recursos entren en juego
al mismo tiempo. Esto, en sí mismo, no tendrá que ser motivo para disminuir la
intensidad de los esfuerzos en la toma de decisión de las acciones iniciales. Ya que un
comienzo desfavorable significa una desventaja a la cual nadie querría exponerse por
propia voluntad, dado que, si bien la primera decisión es seguida por otras, mientras más
decisiva resulte aquélla, mayor será su influencia sobre las que la sigan. Pero el hombre
suele eludir el esfuerzo excesivo amparándose en la posibilidad de que se produzca una
decisión subsiguiente y, por lo tanto, no concreta ni pone en acción todos sus recursos a
efectos de la primera decisión, en la medida en que hubiera podido hacerlo de no mediar
aquella circunstancia. Lo que uno de los oponentes no hace por debilidad se convierte
para el otro en base real y motivo para reducir sus propios esfuerzos y, así, de resultas de
esta acción recíproca, la tendencia hacia el caso extremo conduce una vez más a efectuar
un esfuerzo limitado.
Así, todo el acto de la guerra deja de estar sujeto a la ley estricta de las fuerzas
impulsadas hacia el punto extremo. Dado que no se teme ni se busca ya el caso extremo,
se deja que la razón determine en vez de ello los límites del esfuerzo, y esto sólo puede
ser llevado a cabo de acuerdo con la ley de las probabilidades, por deducción de los datos
que suministran los fenómenos del mundo real. Si los dos oponentes no son ya
abstracciones puras sino estados o gobiernos individuales, y si la guerra no es ya un
desarrollo ideal de los acontecimientos, sino uno determinado de acuerdo con sus propias
leyes, entonces la situación real suministra suficientes datos como para determinar lo que
se espera, la incógnita que tiene que ser despejada.
De acuerdo con las leyes de la probabilidad, por el carácter, las instituciones, la
situación y las circunstancias que definen al oponente, cada bando extraerá sus
conclusiones respecto de cuál será la acción del contrario y, a tenor de ello, determinará
la suya propia.
Librodot De la guerra Karl von Clausewitz
Requiere ahora de nuevo nuestra atención un tema que habíamos obviado, o sea, el
que se refiere al objetivo político de la guerra. Hasta ahora, esto había sido absorbido,
por así decir, por la ley del caso extremo, por el intento de desarmar y abatir al enemigo.
El objetivo político de la guerra debe aflorar nuevamente a un primer plano a medida que
la ley pierde su vigor y la posibilidad de realizar aquel intento se aleja. Si toda la consi-
deración es un cálculo de probabilidades tomando como base unas personas y unas
circunstancias determinadas, el objetivo político, como causa original, tiene que asumir el
papel de factor esencial en este proceso. Cuanto menor sea el sacrificio que exijamos de
nuestro oponente, debemos esperar que sean tanto más débiles los esfuerzos que haga
para realizar ese sacrificio. Sin embargo, cuanto más débil sea su esfuerzo, tanto menor
podría ser el nuestro. Por añadidura, cuanto menor sea nuestro objetivo político, tanto
menor será el valor que le asignaremos y tanto más pronto estaremos dispuestos a dejarlo
a su arbitrio. Por ello, también por ello nuestros propios esfuerzos serán más débiles.
Así, el objetivo político, como causa original de la guerra, será la medida tanto para el
propósito a alcanzar mediante la acción militar como para los esfuerzos necesarios para
cumplir con ese propósito. En sí misma, esa medida no puede ser absoluta, pero, ya que
estamos tratando de cosas reales y no de simples ideas, lo será en relación con los dos
Estados oponentes. Un mismo objetivo político puede originar reacciones diferentes, en
diferentes naciones e incluso en una misma nación, en diferentes épocas. Por lo tanto,
cabe dejar que el objetivo político actúe como medida, siempre que no olvidemos su
influencia sobre las masas a las que afecta. Corresponde considerar, por tanto, también la
naturaleza de estas masas. Será fácil comprobar que las consecuencias pueden variar en
gran medida según que la acción resulte fortalecida o debilitada por el sentimiento de las
masas. En dos naciones y estados pueden producirse tales tensiones y tal cúmulo de
sentimientos hostiles que un motivo para la guerra, insignificante en sí mismo, puede
originar, no obstante, un efecto totalmente desproporcionado con su naturaleza, como es
el de una verdadera explosión.
Esto resulta cierto en relación con los esfuerzos que el objetivo político pueda exigir
en uno y otro estado y en relación con el fin que pueda asignarse a la acción militar.
Algunas veces puede convertirse en ese fin, por ejemplo, cuando se trata de la conquista
de cierto territorio. Otras, el objetivo político no se ajustará a la necesidad de
proporcionar un fin para la acción militar y en tales casos tendremos que recurrir a una
elección de ese tipo, capaz de servir de equivalente y de ocupar su lugar para firmar la
paz. Pero también en estos casos siempre se presupone que tiene que guardarse la
consideración debida al carácter de los estados interesados. Hay circunstancias en las que
el equivalente debe tener mucha más importancia que el objetivo político, si es que éste
ha de ser alcanzado por su mediación. Cuanto mayor sea la indiferencia presente en las
masas y menos grave la tensión que se produzca en otros terrenos tanto de los dos estados
como en sus relaciones, mayor será el objetivo político, como norma y por su propio
carácter decisorio. Hay casos en los que, casi por sí mismo, constituye el factor
determinante.
Si el fin de la acción militar se erige en equivalente del objetivo político, aquélla
disminuirá, en general, en la medida en que lo haga el objetivo político. Más evidente
resultará esto mientras más claro aparezca el objetivo. Así se explica por qué razón, sin
Librodot De la guerra Karl von Clausewitz
que exista contradicción interna, pueden producirse guerras de todos los grados en
importancia e intensidad, desde la de exterminio a la simple vigilancia armada. Pero ello
nos conduce a una cuestión de otro tipo, que deberemos analizar y explicitar.
¿Es posible que una acción militar pueda ser suspendida, aun por un momento, sea
cual fuere el carácter y la medida de las reclamaciones políticas hechas por cualquiera de
los dos bandos, sea cual fuere la debilidad de los medios puestos a disposición, o sea cual
fuere la futileza del fin perseguido por esa misma acción? Es esta una pregunta que atañe
a la esencia misma del tema.
Cada acción requiere para su realización cierto tiempo, que es lo que llamamos
persistencia. Esta puede ser más larga o más corta, según quienes actúen en ella se
muestren más o menos rápidos en sus movimientos.
No vamos a detenernos aquí en esto. Cada cual realiza las cosas a su manera, pero lo
cierto es que la persona lenta no actúa lentamente porque quiera emplear más tiempo,
sino porque, debido a su propia naturaleza, necesita más tiempo, y si hubiera de hacerlo
con mayor rapidez no lo haría tan bien. En consecuencia, ese tiempo depende de las
causas subjetivas, o queda reflejado en la duración real de la acción.
Si a cada acción de la guerra se le reconoce una duración, tenemos que admitir, por lo
menos al pronto, que todo gasto de tiempo más allá de esa duración, o, lo que es lo
mismo, cualquier suspensión de la acción militar, parece ser absurda. En relación con
ello, tendremos que recordar siempre que la cuestión no se centra en el progreso de uno u
otro de los oponentes, sino en el progreso de la acción militar como un todo.
13. Existe únicamente una causa que puede suspender la acción, y esto parece
ocurrir siempre tan sólo en un solo bando
Si dos bandos se han armado para la lucha, tiene que existir un motivo hostil que los
haya impulsado a hacerlo. Así, pues, mientras se mantengan en pie de guerra, es decir,
mientras no hagan la paz, este motivo permanecerá presente y sólo dejará de actuar en
cualquiera de los dos oponentes por una sola razón, la de que se prefiere esperar un
momento más favorable para la acción. Obviamente esta razón sólo puede surgir en uno
de los dos bandos, debido a que, por su propia naturaleza, se opone diametralmente a la
del otro. Si a uno de los que ejercen la jefatura le conviene actuar, al otro le convendrá
esperar.
Un equilibrio cabal de fuerzas no puede producir jamás una interrupción de la acción,
porque una tal suspensión supondría necesariamente la minoración de iniciativa del que
tenga el propósito positivo, es decir, el atacante.
Pero de concebir un equilibrio en el que quien asume la finalidad positiva, y por tanto
el motivo más poderoso, es al mismo tiempo quien dispone de menor número de fuerzas,
de manera que la ecuación surgiría del producto de las fuerzas y de los motivos, aun así
tendríamos que afirmar que si no se vislumbra un cambio en este estado de equilibrio,
ambos bandos tienen que firmar la paz. Pero de vislumbrar un cambio, éste redundaría en
Librodot De la guerra Karl von Clausewitz
favor de uno de los bandos solamente y, por la misma razón, el otro se vería obligado a
actuar. Constatamos, por tanto, que la idea de un equilibrio no puede justificar una
suspensión de las hostilidades, pero sirve para fundamentar la espera de un momento más
favorable. Por ejemplo, supongamos que uno de los dos estados oponentes tiene un
propósito positivo, o sea, el de conquistar un territorio del adversario que podría ser
usado como moneda de cambio en la negociación de la paz. Lograda esa conquista, se ha
alcanzado el objetivo político; la acción ya no resulta necesaria y cabe tomarse un
descanso. Si el oponente acepta el resultado, deberá firmar la paz; en caso contrario, debe
actuar. Si en ese momento cree que en un período de tiempo determinado se encontrará
en mejores condiciones para hacerlo, entonces cuenta con razones suficientes como para
posponer su acción.
Pero desde ese momento, la necesidad de actuar parece por lógica recaer en su
oponente, a fin de no darle tiempo al que se halla en desventaja para que se prepare para
la acción. Todo ello, por descontado, en el supuesto de que tanto uno como otro bando
tengan un conocimiento cabal de las circunstancias.
14. La acción militar tendría de este modo una continuidad que de nuevo
impulsaría todo hacia una situación extrema
Al suponer que los intereses de uno de los que ejercen la jefatura son siempre
diametralmente opuestos a los del otro, dejamos sentada la existencia de una verdadera
polaridad. Más adelante dedicaremos todo un capítulo a este principio, pero mientras
tanto nos parece oportuno hacer una observación con referencia a ello.
El principio de polaridad sólo es válido si, como tal, es la misma cosa, en la que lo
positivo y su contrario, lo negativo, se destruyen mutuamente. En una batalla, cada uno
de los bandos oponentes desea vencer, lo que constituye una verdadera polaridad, porque
la victoria del uno resulta la derrota del otro. Pero si nos referimos a dos cosas diferentes
entre las que exista una relación común objetiva, no serán las cosas, sino sus relaciones,
las que posean polaridad.
Librodot De la guerra Karl von Clausewitz
16. El ataque y la defensa son cosas de clase distinta y de fuerza desigual. Debido
a ello no pueden ser objeto de polaridad
Si sólo existiera una forma de guerra, digamos la que corresponde al ataque del
enemigo, no habría defensa; ello es tanto como decir que si hubiera de distinguirse al
ataque de la defensa sólo por el motivo positivo que el uno posee y del que la otra carece,
si los métodos de lucha fueran siempre invariablemente los mismos, en tal empeño,
cualquier ventaja de un bando tendría que representar una desventaja equivalente para el
otro, existiendo entonces una verdadera polaridad.
Pero la acción militar adopta dos formas distintas, la de ataque y la de defensa, que
son muy diferentes y de fuerza desigual, como mostraremos más adelante con detalle. La
polaridad reside, pues, en que ambos bandos guardan una relación, como es la decisión,
pero no en el ataque o en la defensa mismos. Si uno de los comandantes en jefe deseara
posponer la decisión, el otro debería desear acelerarla, pero, por supuesto, solamente en
la misma forma de conflicto. Si a A le interesara no atacar a su oponente inmediatamente,
sino cuatro semanas más tarde, el interés de B se centraría en ser atacado inmediatamente
y no cuatro semanas más tarde. Se trata de una oposición directa; pero no se desprende
necesariamente de ello que a B le beneficie atacar a A de inmediato. Evidentemente, es
algo muy distinto.
Todavía existe otra causa que puede suspender la acción militar, y es la del
conocimiento imperfecto de la situación. Cada comandante en jefe sólo tiene un
conocimiento personal exacto de su propia posición y no conoce la de su adversario más
que por informes inciertos. Puede cometer errores de interpretación y, como
consecuencia de ello, puede llegar a creer que la iniciativa corresponde a su oponente,
cuando en realidad le corresponde a él mismo. Esta merma de conocimientos podría, en
verdad, dar lugar tanto a acciones inoportunas como a inoportunas inacciones, y
contribuir por sí misma a causar tanto retrasos como aceleramientos en la acción militar.
Pero siempre deberá ser considerada como una de las causas naturales que, sin que im-
plique una contradicción subjetiva, puede llevar a la acción militar a un estancamiento.
Así como consideramos, sin embargo, que por lo general nos sentimos más inclinados e
inducidos a deducir que la fuerza de nuestro oponente es demasiado grande antes que
demasiado pequeña, ya que hacerlo así es propio de la naturaleza humana, tendremos que
admitir también que el conocimiento imperfecto de la situación en general deberá contri-
buir sensiblemente a detener la acción militar y a perturbar los principios en que se basa
su dirección.
La posibilidad de una pausa introduce una nueva reducción en la acción militar,
diluyéndola, por así decir, en el factor tiempo, lo que corta el avance del peligro y
aumenta la capacidad de restablecer el equilibrio de fuerzas. Cuanto más grandes sean las
tensiones que han determinado la explosión de la guerra y cuanto mayor sea, en
consecuencia, la energía que se imprime a esta última, más breves serán los períodos de
inacción; cuanto más débil sea el sentimiento hostil, más largos serán aquéllos. En efecto,
los motivos más poderosos acrecientan nuestra fuerza de voluntad y ésta, como se sabe,
constituye siempre un factor, un producto de nuestras fuerzas.
19. Los períodos frecuentes de inacción alejan aún más a la guerra del ámbito de
la teoría absoluta y la convierten todavía más en un cálculo de probabilidades
Cuanto mayor sea la lentitud con que se desarrolle la acción militar y cuanto más
largos y frecuentes sean los períodos de inacción, tanto más fácilmente se podrá rectificar
un error. El comandante en jefe se aventurará a ampliar sus suposiciones y al propio
tiempo se mantendrá con mayor holgura por debajo del punto extremo que preconiza la
teoría, y basará todas sus deducciones en la probabilidad y la conjetura. En consecuencia,
el curso más o menos pausado de la acción militar dejará más o menos tiempo para
aquello que la naturaleza de la situación concreta reclame por sí misma, es decir, un
cálculo de probabilidades acorde con las circunstancias que concurran en el caso.
20. El azar es el único elemento que falta para hacer de la guerra un juego, y es
de este elemento del que menos carece
21. Tanto por su naturaleza subjetiva como por su naturaleza objetiva, la guerra
se convierte en un juego
23. La guerra sigue siendo todavía un medio serio para alcanzar un objetivo
serio
Así es la guerra, así el jefe que la dirige y así la teoría que le atañe. Pero la guerra no
constituye un pasatiempo, ni una simple pasión por la osadía y el triunfo, ni el fruto de un
entusiasmo sin límites; es un medio serio para alcanzar un fin serio. Todo el encanto del
azar que exhibe, todos los estremecimientos de pasión, valor, imaginación y entusiasmo
que acumula, son tan sólo propiedades particulares de ese medio.
La guerra entablada por una comunidad ––la guerra entre naciones enteras––, y
particularmente entre naciones civilizadas, surge siempre de una circunstancia política, y
no tiene su manifestación más que por un motivo político. Es, pues, un acto político.
Ahora bien, si en sí misma fuera un acto completo e inalterable, una manifestación
absoluta de violencia, como hubo que deducir considerándola en su concepción pura, en
cuanto se pusiera de manifiesto por medio de la política ocuparía el lugar de ésta y, como
algo completamente independiente de ella, la descartaría y sólo se regiría por sus propias
leyes. Algo parecido a lo que ocurre cuando se acciona una mina y no puede variarse su
rumbo hacia otra dirección como no sea la marcada en el ajuste previo. Hasta ahora,
también en la práctica esto ha sido considerado de esta forma, siempre que la carencia de
armonía entre la política y la conducción de la guerra ha llevado a distinciones teóricas de
esta naturaleza. Pero tal idea es básicamente falsa. Como hemos visto, la guerra, en el
mundo real, no es un acto extremo que libera su tensión mediante una sola descarga; es
una acción de fuerzas que no se desarrollan en todos los casos de la misma forma y en la
misma proporción, pero que en un momento preciso llegan a un extremo suficiente como
para vencer la resistencia que les oponen la inercia y la fricción, mientras que a la par son
demasiado débiles para producir efecto alguno. La guerra constituye, por así decir, un
embate regular de violencia, de mayor o menor intensidad y vehemencia, y que, a conse-
cuencia de ello, libera las tensiones y agota las fuerzas de una forma más o menos rápida
o, en otras palabras, conduce al objetivo propuesto con mayor o menor rapidez. Pero
siempre tiene una duración suficiente como para ejercer, durante su transcurso, una
influencia sobre ese objetivo, de modo que puede hacerlo cambiar en uno u otro sentido.
En definitiva, puede durar lo suficiente como para estar sujeta a la voluntad de una
inteligencia directora. Si es cierto que la guerra tiene su origen en un objetivo político,
resulta que ese primer motivo, que es el que la promueve, constituye, de modo natural, la
primera y más importante de las consideraciones que deben ser tenidas en cuenta en la
conducción de la guerra. Pero el objetivo político no se convierte, por ello, en una regla
despótica. Debe adaptarse a la naturaleza de los medios a su disposición, y, de ese modo,
cambiará a menudo por completo. Pero siempre deberá ser considerado en primer
término. La política, por lo tanto, asumirá un papel en la acción total de la guerra, y
ejercerá una influencia continua sobre ella, hasta donde lo permita la naturaleza de las
fuerzas explosivas que contiene.
jefe que la conduce en cada caso particular, pueden determinar que las tendencias y los
planes políticos no encierren ninguna compatibilidad con estos medios. Esta exigencia no
resulta baladí; pero, por más que se imponga poderosamente en casos particulares sobre
los designios políticos, debe considerársela siempre sólo como una modificación de esos
designios, ya que el propósito político es el objetivo, mientras que la guerra constituye el
medio, y nunca el medio cabe ser pensado como desposeído de objetivo.
Cuanto más intensos y poderosos sean los motivos y las tensiones que justifiquen la
guerra, más estrecha relación guardará ésta con su concepción abstracta. Cuanto más
encaminada se halle en la destrucción del enemigo, tanto más coincidirán el propósito
militar y el objetivo político, y la guerra aparecerá más como puramente militar y menos
como política. Pero cuanto más débiles sean las motivaciones y las tensiones, la
tendencia natural del elemento militar, o sea la tendencia a la violencia, coincidirá menos
con las directrices políticas; por tanto, cuanto más se aparte la guerra de su trascendencia
natural, mayor será la diferencia que separa el objetivo político del propósito de una gue-
rra ideal, y mayor apariencia tendrá la guerra de ser política.
Pero con el fin de impedir que el lector llegue a conclusiones erróneas, es preciso
hacer notar que por esa tendencia natural de la guerra entendemos solamente la tendencia
filosófica, estrictamente lógica, y de ningún modo la de las fuerzas que realmente
intervienen en el conflicto, hasta el punto de que, por ejemplo, deberíamos incluir todas
las emociones y pasiones de los combatientes. Es cierto que éstas pueden, en muchos
casos, ser avivadas hasta tal extremo que sólo con dificultad cabrá mantenerlas reducidas
al campo político; pero por lo general no se plantea esta contradicción, porque la
existencia de emociones tan fuertes implica también la elaboración de un gran plan que
las englobe. Si este plan se dirige tan sólo hacia un objetivo vano, la agitación emotiva de
las masas será tan débil, que en todo caso necesitará ser alentada antes que contenida.
26. Todas las guerras tienen que ser consideradas como actos políticos
En relación con nuestro tema principal, podemos apreciar que, si bien es verdad que
en cierta clase de guerras la política parece haber desaparecido por completo, mientras
que en otras aparece de forma bien definida, cabe afirmar, sin embargo, que unas son tan
políticas como las otras. Efectivamente, si consideramos la política como la inteligencia
del Estado personificado, entre las combinaciones de circunstancias que deben ser tenidas
en cuenta en los cálculos debemos incluir aquella en que la naturaleza de las
circunstancias provoca una guerra de la primera clase. Pero si el término política no es
entendido como un conocimiento amplio de la situación, sino como la idea convencional
de una añagaza cautelosa, astuta y hasta deshonesta, contraria a la violencia, es en este
caso cuando el último tipo de guerra correspondería, más que el primero, a la política.
En primer lugar vemos, pues, que en toda circunstancia tiene que considerarse a la
guerra no como algo independiente, sino como un instrumento político. Tan sólo si
adoptamos este punto de vista podremos evitar caer en contradicción con toda la historia
de la guerra y hacer una apreciación inteligente de su totalidad. En segundo lugar, este
mismo punto de vista nos muestra cómo pueden variar las guerras de acuerdo con la
naturaleza de las motivaciones y de las circunstancias de las cuales aquéllas surgen.
El primer acto de discernimiento, el mayor y el más decisivo que llevan a cabo un
estadista y un jefe militar, es el de establecer correctamente la clase de guerra en la que
están empeña dos y no tomarla o convertirla en algo diferente de lo que dicte la
naturaleza de las circunstancias. Este es, por lo tanto, el primero y el más amplio de todos
los problemas estratégicos. Más adelante, en el capítulo referente a la planificación de la
guerra, procederemos a examinarlo con mayor detención.
Contentémonos por ahora con haber expuesto el tema y establecido, al hacerlo, el
punto de vista principal desde el cual deben ser examinadas tanto la guerra como su
teoría.
28. Conclusión para la teoría
La guerra no es, pues, no sólo un verdadero camaleón, por el hecho de que en cada
caso concreto cambia de carácter, sino que constituye también una singular trinidad, si se
la considera como un todo, en relación con las tendencias que predominan en ella. Esta
trinidad está integrada tanto por el odio, la enemistad y la violencia primigenia de su
esencia, elementos que deben ser considerados como un ciego impulso natural, como por
el juego del azar y de las probabilidades, que hacen de ella una actividad desprovista de
emociones, y por el carácter subordinado de instrumento político, que la inducen a
pertenecer al ámbito del mero entendimiento.
El primero de estos tres aspectos interesa especialmente al pueblo; el segundo, al
comandante en jefe y a su ejército, y el tercero, solamente al gobierno. Las pasiones que
deben prender en la guerra tienen que existir ya en los pueblos afectados por ella; el
alcance que lograrán el juego del talento y del valor en el dominio de las probabilidades
del azar dependerá del carácter del comandante en jefe y del ejército; los objetivos
políticos, sin embargo, incumbirán solamente al gobierno.
Estas tres tendencias, que se ponen de manifiesto al igual que lo hacen muchas
diferentes legislaciones, se asientan profundamente en la naturaleza de la cuestión y, al
mismo tiempo, varían en magnitud. Una teoría que rehuyera tomar en cuenta cualquiera
de ellas o fijara una relación arbitraria entre ellas incurriría en tal contradicción con la
realidad que por este solo hecho debería ser considerada como nula.
El problema consiste, pues, en mantener a la teoría en equilibrio entre estas tres
tendencias, como si fueran éstas tres polos de atracción.
En el libro que trata sobre la teoría de la guerra nos proponemos investigar la manera
de resolver tal problema del modo más concluyente. Esa definición del concepto de la
guerra se convierte para nosotros en el primer rayo de luz que ilumina los fundamentos
de la teoría, que evidenciará por vez primera sus rasgos principales y nos permitirá
distinguirlos.
Librodot De la guerra Karl von Clausewitz
Capítulo II
objetivo determinan la medida de los sacrificios que hay que realizar para obtenerlo. Lo
cual se refiere no solamente al alcance de esos sacrificios, sino también a su duración.
En consecuencia, tan pronto como el gasto de fuerzas sea tan grande que el objetivo
político no lo compense, ese objetivo tenderá a ser abandonado y el resultado lógico será
la paz.
Vemos, pues, que en las guerras en las que un bando no puede desarmar
completamente al otro, los motivos para la paz emergerán y desaparecerán en ambos
frentes a tenor de las probabilidades de ulteriores éxitos y del gasto de fuerzas que se re-
quiera. Si los motivos son igualmente fuertes en ambos bandos, se harán patentes en
medio de sus diferencias políticas. Lo que ganarán en fuerza en un lado lo perderán en el
otro. Cuando la suma de su adición sea suficiente, el resultado será la paz, pero, como es
lógico, con ventaja para el bando cuyos motivos sean más débiles.
A estas alturas, pasamos adrede por alto la diferencia que indefectiblemente debe
originar en la práctica el carácter positivo o negativo del objetivo político. Si bien ello
asume la mayor importancia, como mostraremos más adelante, aquí tenemos que
atenernos a una consideración más general, porque las intenciones políticas originales
varían mucho en el transcurso de la guerra y al final pueden ser totalmente diferentes,
precisamente porque están condicionadas en parte por los éxitos que se obtienen y
sujetas por otra a los resultados aleatorios.
Surge ahora el problema de cómo se puede influir sobre la probabilidad de éxito. En
primer lugar, se puede conseguir, como es lógico, utilizando los mismos medios
aplicados para derrotar al enemigo, es decir, la destrucción de sus fuerzas militares y la
conquista de su territorio, si bien ninguno de ellos sería igual a este respecto como
cuando se utilizaran con este objetivo. El ataque a las fuerzas enemigas será algo muy
distinto si tratamos de reforzar el primer golpe con una sucesión de otros hasta alcanzar la
total destrucción, o bien si nos contentamos con una victoria destinada tan sólo a
quebrantar el sentimiento de seguridad del enemigo, haciéndole percibir nuestra
superioridad y suscitando así la desconfianza en su futuro. Si esta es nuestra intención,
proseguiremos con la destrucción de las fuerzas enemigas solamente hasta donde sea
necesario para el logro de ese propósito. De manera análoga, la conquista de territorio
enemigo resultará una medida diferente, y el objetivo no consistirá en derrotar al
adversario. Si tal fuera nuestro objetivo, la destrucción de las fuerzas enemigas sería una
acción realmente efectiva y la apropiación de sus territorios sería mera consecuencia de
ello. El hecho de apoderarse de esos territorios antes de que las fuerzas contrarias hayan
sido desmembradas tiene que ser siempre considerado sólo como un mal necesario. Por
otro lado, si nuestro propósito no fuera el de derrotar por completo a las fuerzas enemigas
y si tenemos la convicción de que el enemigo no busca, sino que incluso teme llevar la
lucha a un terreno sangriento, el hecho de apoderarse de una parte de su territorio, parcial
o completamente desguarnecido, constituirá en sí mismo una ventaja. Y si esta ventaja es
suficientemente grande como para que el enemigo desconfíe del resultado final, habrá
que considerar entonces ésta como una vía más corta hacia la paz.
Veamos ahora otros medios especiales de influir sobre la probabilidad de éxito sin
recurrir a la derrota de las fuerzas enemigas, es decir, aquellas actividades que surten
efecto inmediato sobre la política. Si es posible realizar acciones tendentes a desbaratar
las alianzas del enemigo o volverlas ineficaces, a atraer nuevos aliados a nuestro bando, a
estimular las actividades políticas en nuestro favor, y otras parecidas, resultará fácil
concebir entonces que tales actividades pueden acrecentar la probabilidad de éxito y
Librodot De la guerra Karl von Clausewitz
convertirse en una vía mucho más corta para el logro de nuestro objetivo que el que
puede implicar la derrota de las fuerzas enemigas.
La segunda cuestión es cómo influir sobre el desgaste de esas fuerzas del enemigo, o
sea, cómo hacer más costoso el precio de sus éxitos. El desgaste de las fuerzas enemigas
reside en la merma de su poder, o sea, en su destrucción, así como en la pérdida de
territorio, por lo tanto, en su conquista por nuestra parte.
Un examen más preciso pondrá de nuevo en evidencia que el significado de cada uno
de estos términos tiende a variar, y que cada operación difiere en su carácter según el
objetivo que tenga en perspectiva. Aunque estas diferencias sean por regla general
nimias, ello no debe ser motivo de asombro, ya que en la práctica, cuando los motivos
carecen de fuerza, resulta a menudo que los matices diferenciales más insignificantes son
decisivos a la hora de escoger tal o cual método de aplicar la fuerza. Por ahora sólo nos
interesa mostrar que, bajo ciertas condiciones, existen otras vías posibles para alcanzar
nuestro objetivo, no siendo ni contradictorias, ni absurdas, y ni siquiera erróneas.
Además de aquellos dos medios, se pueden también llevar a cabo tres maneras
especiales de acrecentar en forma directa el desgaste del enemigo. En primer término
aludiremos a la invasión, es decir, la ocupación del territorio enemigo, no con el pro-
pósito de permanecer en él, sino para exigir una contribución sobre él o para devastarlo.
El objetivo inmediato no es aquí ni la conquista del territorio enemigo ni la derrota de sus
fuerzas, sino solamente el de causarle daño en un sentido general. La segunda vía es la
que dirige nuestra acción con preferencia hacia allí donde cabe causar mayores daños al
adversario. Nada resulta más fácil que concebir dos direcciones distintas en las que
pueden ser empleadas nuestras fuerzas, la primera de las cuales debe ser preferida si
nuestro objetivo es derrotar al enemigo, mientras que la otra es más ventajosa si no
constituye esa nuestra intención. A tenor de nuestro modo de expresarnos, la primera
sería considerada como la forma más militar, mientras que la segunda sería la más
política. Pero, desde un punto de vista más elevado, ambas son igualmente militares, y
cada una resultará efectiva si se adapta a las condiciones presentes. La tercera vía, sin
duda en mayor grado la más importante, debido al gran número de casos en que se aplica,
es el desgaste del enemigo. Elegimos esta expresión, no sólo para dar con ella una
definición verbal, sino porque la representa exactamente, y no es tan figurada como de
pronto parece. La idea de desgaste en una lucha implica un agotamiento gradual del
poder físico y de la voluntad del adversario por la prolongada continuidad de acción.
Ahora bien, si por nuestra parte queremos sobrevivir al enemigo en esa continuidad
de la lucha, debemos limitarnos a fijar objetivos lo más modestos posibles, porque es
evidente que un objetivo de altos vuelos exige un gasto de fuerzas mayor que uno
pequeño. El objetivo más modesto que podemos plantearnos, empero, es la resistencia
pura, es decir, una lucha sin ninguna intención positiva. En este caso, por tanto, nuestros
medios serán utilizados casi al máximo y la seguridad de éxito será mayor. ¿Hasta que
punto es posible perseverar en este modo negativo de actuar? Evidentemente, no hasta
llegar a la pasividad absoluta, porque un simple aguante cesaría de ser un combate; pero
la resistencia es algo activo, y mediante ella es posible que la destrucción causada surta
efecto, hasta el punto de lograr que el enemigo abandone su intento. Este será nuestro
único propósito en cada caso aislado, y en ello residirá, en rigor, el carácter negativo de
nuestra intención.
Sin duda la intención negativa, en su acción aislada, no tiene la misma eficacia que
una acción positiva realizada en el mismo sentido, siempre, por descontado, que esta
última sea victoriosa; pero precisamente la diferencia en su favor es la de lograr el éxito
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con mayor facilidad que la positiva, y, en consecuencia, ofrecer mayor seguridad. Lo que
pierde en eficacia en su acción aislada puede ser recuperado con el tiempo, esto es, con la
continuidad de la lucha; por tanto, esa intención negativa, que constituye la esencia de la
resistencia pura, es también el medio natural de sobrevivir al enemigo en la continuación
de la lucha, o sea, de rendirlo por cansancio.
En ello reside el origen de la diferencia entre ofensiva y defensiva, tema dominante en
todo el ámbito de la guerra. Sin embargo, en su análisis no cabe ir aquí más allá de la
observación de que esa intención negativa encierra todas las ventajas y las formas más
potentes de combate que aparecen como propias de la defensiva, en las cuales queda
englobada esa ley filosófico––dinámica que establece una relación constante entre la
magnitud y la seguridad del éxito. Más adelante procederemos a resumir estas
consideraciones.
Por tanto, si la intención negativa, o sea, la concentración de todos los medios en una
resistencia pura, permite alcanzar una superioridad en el combate, y si esto resulta
suficiente para equilibrar cualquier ventaja que pueda haber adquirido el enemigo,
entonces la simple continuidad del combate será suficiente para conseguir, de forma
gradual, que la pérdida de fuerzas sufrida por el enemigo llegue a un punto en que su
objetivo político no tenga una adecuada compensación, y en este punto tenderá por tanto
a abandonar la lucha. Este método de agotar al enemigo es el que caracteriza el gran
número de casos en los que el más débil se impone ofrecer resistencia al más fuerte.
Federico el Grande nunca habría podido derrotar a la monarquía austríaca, en la
guerra de los Siete Años, y de haber intentado llevarlo a cabo a la manera de Carlos XII
habría termina do inevitablemente en el desastre; pero la inteligente destreza con la que
economizó sus fuerzas, durante siete años, hizo ver a las potencias aliadas que se le
oponían que el gasto de fuerzas que estaban realizando superaba en gran medida el nivel
que se habían fijado al comienzo, y firmaron la paz. Vemos, pues, que en la guerra existe
más de una vía para alcanzar nuestros objetivos; que en ello no siempre está
necesariamente implicada la derrota del enemigo; que la destrucción de las fuerzas del
adversario, la conquista de sus territorios, su simple ocupación, o invasión, las acciones
dirigidas directamente a afectar las relaciones políticas y, finalmente, la espera pasiva del
ataque enemigo, son todos ellos medios, cada uno en particular, que cabe utilizar para
doblegar la voluntad del adversario, de acuerdo con las circunstancias especiales que
concurren, al tiempo que nos permiten esperar más de uno que del otro. A ello todavía
cabe agregar toda una serie de objetivos, a modo de medios más breves de lograr nuestro
propósito, que podríamos denominar argumentos ad bominem. ¿En qué momento del
curso de la vida humana no dejan de aparecer estos destellos de personalidad, que
superan todas las circunstancias materiales? Y a buen seguro no pueden dejar de aparecer
en la guerra, donde la personalidad de los combatientes desempeña un papel tan
significativo, ya sea en los despachos como en el campo de batalla. Sólo nos limitamos a
señalarlo, pues nos parecería una pedantería tratar de clasificarlo. Con la inclusión de
éstos, puede afirmarse que la cantidad de vías que cabe emprender para alcanzar el
objetivo deseado se eleva al infinito.
Con el fin de no subestimar el valor que entrañan esas diversas vías más cortas para la
consecución de nuestros fines, ya sea por considerarlas simplemente como raras
excepciones, ya por sostener que los cambios que ocasionan en la dirección de la guerra
son insignificantes, sólo debemos tener en cuenta la diversidad de objetivos políticos que
pueden ser causa de una guerra, o medir la distancia que separa una lucha a muerte por la
existencia política, de una guerra en que una alianza forzada o dudosa la convierte en un
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Tal objetivo puede ser asimismo la simple destrucción de las fuerzas del enemigo;
pero esto no es, de ningún modo, necesario, y puede adoptar también una forma bastante
diferente. Ya que, por ejemplo, como hemos señalado, la derrota del enemigo no
constituye el único medio de alcanzar el objetivo político, pues hay otras cosas que
pueden conformar el objetivo de la guerra, se desprende de ello que esas cosas pueden
convertirse en objetivos de actos bélicos aislados, y, por tanto, en objetivos también de
esos encuentros.
Pero ni siquiera esos encuentros, que, como actos subordinados, están destinados, en
el estricto sentido de la palabra, a la derrota de las fuerzas enemigas, precisan tener como
objetivo inmediato la destrucción de éstas.
Si tomamos en consideración la compleja organización que entraña una gran fuerza
armada, y la cantidad de detalles que entran en acción en cuanto se la emplea,
percibiremos que el combate de una fuerza tal tiene que corresponder también a una
organización compleja, con partes subordinadas las unas a las otras y que actúan
correlativamente. Es posible que surja, y tiene que surgir, cierto número de objetivos
aislados que en sí mismos no persiguen la destrucción de las fuerzas del enemigo y, que,
aun cuando contribuyan sin duda a esa destrucción, no lo harán más que indirectamente.
Si, por ejemplo, se ordena a un batallón desalojar al enemigo de una cota o de un puente,
la ocupación de esa posición es, por norma, el objetivo real, y la destrucción del enemigo
apostado en ella será una cuestión de nivel secundario. El objetivo se alcanza de igual
manera si el enemigo puede ser desalojado mediante una simple escaramuza, pero esa co-
ta o ese puente serán ocupados únicamente con el propósito de causar más tarde una
destrucción mayor a las fuerzas del enemigo. Si así es como se presenta en el campo de
batalla, debe ocurrir en mayor medida en todo el ámbito de la guerra, en donde no se trata
solamente de la oposición de un ejército contra otro, sino de la pugna entre un estado, una
nación o un país contra otro. Entonces habrá que multiplicar notablemente el número de
relaciones posibles, y, en consecuencia, el de combinaciones. La diversidad de los
preparativos se verá aumentada y, por la misma graduación de los objetivos, cada uno
subordinado al otro, el medio original se alejará todavía más del objetivo final.
Es muy posible, por tanto, que, por muchas razones, el objetivo de un encuentro no se
ciña a la destrucción de las fuerzas enemigas o de aquéllas que se nos oponen
directamente, sino que esto se ofrezca sólo como un medio. En tales casos, no se tratará
de lograr una destrucción completa, puesto que el encuentro no será entonces más que
una prueba de fuerza. La destrucción no tiene valor en sí misma, sino por sus resultados,
es decir, por la decisión que entraña.
Pero en los casos en que las fuerzas sean muy desiguales, unas y otras pueden ser
medidas por simple cálculo. Entonces cabe que no haya encuentro, y la fuerza más débil
se dará inmediatamente por vencida.
Si el objetivo de un encuentro no busca siempre la destrucción de las fuerzas
enemigas en combate y si es posible alcanzar aquél sin que el encuentro se produzca, por
el simple cálculo de sus resultados y de las circunstancias que podrían llegar a concurrir,
será dado comprender cómo pueden emprenderse campañas enteras sin que en ellas
desempeñe el encuentro real un papel significativo.
Cientos de ejemplos en la historia, de la guerra demuestran que así puede ocurrir. No
nos detendremos a considerar cuántos han sido los casos en que se produjo una decisión
incruenta justificada, es decir, que no encerraron una contradicción manifiesta, y
dedicaremos nuestra atención a determinar si algunas de las imputaciones fundamentadas
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resisten la crítica, ya que todo cuanto nos interesa ahora es establecer la posibilidad de
que ocurra un semejante tipo de desarrollo bélico.
En la guerra se dispone de un solo medio: el encuentro. Pero este medio, debido a las
múltiples vías por las que puede ser empleado, nos conduce a esa diversidad de senderos
que da lugar a la multiplicidad de objetivos, hasta tal punto que parecería que no
hubiéramos ganado nada. Pero no es este el caso, ya que de esta unidad de medios
proviene un hilo que podemos observar en su recorrido por toda la trama de la actividad
bélica y que es la que la mantiene realmente unida.
Anteriormente hemos considerado la destrucción de las fuerzas enemigas como uno
de los objetivos que cabe buscar en la guerra; pero no hemos hablado de la importancia
que debe asignárseles en relación con los otros objetivos. En casos determinados, esto
dependerá de las circunstancias y es por un principio general por lo que hemos dejado sin
determinar su valor. Ahora nos referiremos de nuevo a este tema y analizaremos el valor
que forzosamente hay que atribuirle.
En la guerra, el encuentro es la única actividad efectiva; en él, la destrucción de las
fuerzas oponentes es el medio para alcanzar el fin. Esto es así, aun cuando en realidad no
llegue a producirse el encuentro, ya que, sea como fuere, en la raíz de la decisión yace el
supuesto de que tal destrucción debe ser llevada a cabo sin paliativos. Así, la destrucción
de las fuerzas del enemigo constituye la piedra fundamental de todas las combinaciones
que descansan sobré la actividad bélica, al igual que el arco descansa sobre sus pilares.
En consecuencia, todas las acciones se llevan a cabo sobre la base de que, si la decisión
por la fuerza de las armas hubiera de tener una traducción en los hechos, habría de ser
una decisión favorable. En la guerra, la decisión por las armas equivale, tanto en las
operaciones grandes como en las pequeñas, al pago al contado en las transacciones
comerciales. Por remotas que sean estas relaciones, por más que las liquidaciones rara
vez se produzcan, al final tienen que realizarse.
Si la decisión por la fuerza de las armas se halla en la base de todas las
combinaciones posibles, resulta que nuestro oponente podrá hacer impracticable
cualquiera de ellas, no sólo mediante una decisión semejante a la que atañe directamente
a nuestra combinación, sino también a través de cualquier otra, siempre que ésta tenga
suficiente entidad. Pues toda decisión armada significativa, vale decir, la destrucción de
las fuerzas del enemigo, reacciona respecto de todas las que la precedieron, puesto que,
como si de un líquido se tratara, tiende a alcanzar su nivel.
Así se presenta la destrucción de las fuerzas enemigas siempre como el medio
superlativo y más eficaz, al que deben ceder paso todos los demás.
Sin embargo, sólo cabe asignar una superior eficacia a la destrucción de las fuerzas
oponentes cuando exista una supuesta igualdad en las demás condiciones. Sería, por lo
tanto, un grave error concluir que un ataque a ciegas tendría que imponerse in-
variablemente a la destreza prudente. Atacar sin ton ni son conduciría no a la destrucción
de las fuerzas enemigas, sino a la de las nuestras, lo cual no puede ser nunca nuestro
propósito. La eficacia mayor corresponde no al medio, sino al fin, y al decir esto sólo
comparamos el efecto de un fin alcanzado con el otro.
Al referirnos a la destrucción de las fuerzas enemigas tenemos que dejar
expresamente indicado que no se está obligado a ceñir esta idea a la simple fuerza física.
Por el contrario, la fuerza moral resulta del mismo modo necesariamente implícita,
debido a que, en efecto, ambas están entrelazadas hasta en los menores detalles y, por
tanto, no pueden ser realmente separadas. En relación con el efecto inevitable sobre las
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otras decisiones por las armas, al que nos hemos referido al mencionar un gran acto de
destrucción (una gran victoria), es precisamente el elemento moral el que presenta mayor
fluidez, si es que cabe usar esta expresión, y el que se distribuye con mayor facilidad por
todas las demás partes. En oposición al valor superior que tiene la destrucción de las
fuerzas enemigas respecto de todos los demás medios se encuentran el gasto y el riesgo
que éste implica, provocando el empleo de otros métodos sólo con el propósito de evi-
tarlo.
Es razonable que los medios en cuestión tengan que ser los más costosos, ya que, si
bien otras cosas son equiparables, el gasto de nuestras fuerzas será siempre mayor cuanto
mayor sea el propósito de destruir las del enemigo. El riesgo de este medio reside empero
en el hecho de que, cuanto mayor sea la eficacia que se busque, si fracasamos se volverá
contra nosotros, lo cual representa una gran desventaja. Otros medios serán, por lo tanto,
menos costosos cuando determinen el éxito y menos arriesgados cuando conduzcan al
fracaso; pero esto implica necesariamente la condición de que deben oponérseles otros
semejantes, es decir, que el enemigo emplee los mismos métodos. Porque si éste
resolviera adoptar el método de tomar una gran decisión por las armas, bastaría ese solo
hecho para que tuviéramos que cambiar nuestro propio método, incluso contra nuestra
voluntad, por uno similar. Todo depende, pues, del resultado del acto de destrucción. Es
evidente que, siendo otras cosas equiparables, en este caso estaremos en desventaja en
todos los aspectos, porque nuestras intenciones y nuestros métodos han tenido que ser
dirigidos parcialmente hacia otras cosas, lo que no ha ocurrido en el caso del enemigo.
Dos objetivos diferentes, de los cuales uno no forma parte del otro, se excluyen entre sí,
y, de ese modo, la fuerza aplicada a alcanzar uno de esos objetivos no puede servir al
mismo tiempo para el otro. Por lo tanto, si uno de los beligerantes está decidido a adoptar
una gran decisión por las armas, cuenta con muchas posibilidades de obtener éxito tan
pronto como tenga la certeza de que el otro no quiere seguir ese camino, sino que busca
alcanzar un objetivo diferente. Y, cualquiera que se decida por ese otro objetivo, sólo
podrá hacerlo razonablemente en el supuesto de que su adversario tenga tan pocas
intenciones como él mismo de adoptar una gran decisión por las armas.
Pero la mención que hasta ahora hemos hecho sobre otra dirección de las intenciones
y las fuerzas sólo se refiere a otros objetivos positivos que, aparte del de la destrucción de
las fuerzas oponentes, pudiéramos proponernos en la guerra, y de ninguna manera a la
resistencia pura, que puede adoptarse con el fin de agotar las fuerzas del enemigo. En la
resistencia pura falta la intención positiva, y, por lo tanto, en este caso nuestras fuerzas no
pueden ser dirigidas hacia otros objetivos, sino que deben limitarse a hacer fracasar las
intenciones del enemigo.
Ahora corresponde considerar el lado negativo de la destrucción de las fuerzas
enemigas, o sea, la conservación de las nuestras. Estos dos esfuerzos siempre van juntos,
puesto que re accionan uno respecto del otro; son partes integrantes de una idéntica
intención y sólo habrá que examinar los efectos producidos por el predominio de uno o
de otro. El esfuerzo destinado a destruir las fuerzas enemigas tiene un objetivo positivo y
conduce a resultados positivos, cuyo propósito final sería la derrota del adversario. La
conservación de nuestras propias fuerzas tiene un objetivo negativo, y consiste en intentar
desbaratar las intenciones del enemigo, es decir, conduce a la resistencia pura, cuyo
propósito último no puede ser otro que el de prolongar la duración de la contienda, para
que el enemigo agote sus propias fuerzas.
El esfuerzo con objetivo positivo da por resultado el acto de destrucción; el esfuerzo
con objetivo negativo permanece a su espera.
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dios de la guerra puede sorprenderlo, y que debe vigilar constantemente al enemigo, a fin
de que cuando éste empuñe una afilada espada, él no tenga que defenderse con un
espadín.
En nuestras consideraciones futuras, debemos observar y tener siempre presentes las
consecuencias que entraña la naturaleza de la guerra, la forma como actúan en ella los
medios y los fines, la manera como las desviaciones de la práctica hacen que la guerra se
aparte, unas veces más y otras menos, de su estricta concepción original, sus
fluctuaciones tanto hacia adelante como hacia atrás, a la vez que su constante
permanencia bajo esa concepción estricta, a modo de ley suprema, si es que deseamos
ajustarnos a una correcta comprensión de sus relaciones verdaderas y de su cabal
importancia, para no vernos envueltos en evidentes contradicciones con la realidad y, en
definitiva, con nosotros mismos.
Capítulo III
Para ser realizada con cierta perfección, toda actividad de carácter especial exige
cualidades especiales de entendimiento y temperamento. Cuando estas cualidades poseen
un alto grado de excelencia y se ponen de manifiesto a través de realizaciones ex-
traordinarias, se distingue al espíritu al cual pertenecen con el término de «genio».
No nos cabe la menor duda que este término tiene significados que varían en gran
manera, tanto en su aplicación como en su naturaleza, y que constituye una labor muy
ardua distinguir la esencia del genio en muchos de estos significados. Pero como no
pretendemos ejercer ni de gramáticos ni de filósofos, nos será permitido atenernos al
sentido usual en el lenguaje corriente, y entender por «genio» una capacidad mental
eminente para la ejecución de ciertas actividades.
Conviene dedicar por un momento la atención sobre este valor y esta aptitud del
espíritu humano, para señalar con más precisión su justificación y conocer con más
detalle el contenido que entraña su concepto. Pero no podemos ocuparnos del genio que
ha obtenido su título gracias a un talento superlativo, del genio propiamente dicho,
porque este es un concepto que no presenta unos límites definidos. Lo que tenemos que
hacer es considerar todas las tendencias combinadas de las fuerzas del espíritu hacia la
actividad militar, y considerar entonces a éstas como la esencia del genio militar.
Decimos tendencias combinadas, porque el genio militar no consiste en una cualidad
única para la guerra, por ejemplo, el valor, al tiempo que pueden faltar otras cualidades
del entendimiento o del carácter, o tomar una dirección inútil para la guerra, sino que
resulta una combinación armoniosa de fuerzas, en la cual puede predominar una u otra,
pero ninguna debe hallarse en oposición.
Si se exigiera que cada combatiente poseyese en una medida u otra genio militar,
probablemente nuestros ejércitos serían muy débiles, dado que, justamente porque el
genio implica una tendencia especial de las fuerzas del espíritu, sólo se dará en raras
ocasiones, allí donde en un pueblo se presenten y sean adiestradas en aspectos muy
diversos. Pero cuantas menos actividades diferentes ofrezca un pueblo, y cuanto más
predomine en ellas la militar, tanto más predominante será en ese pueblo el genio militar.
Esto, sin embargo, sólo determina su alcance y de ninguna manera su grado, pues este
Calduch, R.- Relaciones Internacionales.- Edit. Ediciones Ciencias Sociales. Madrid, 1991 1
Capitulo 2
El poder y las relaciones internacionales
1. Consideraciones generales
2. Los diversos conceptos del poder: poder general, poder material, poder
humano y poder social.
Nos surge, por tanto, la necesidad de establecer una primera distinción teórica
entre los fenómenos de poder que se generan en la naturaleza, según unas relaciones
de carácter puramente material y que siguen unas leyes mecánicas o impersonales,
de aquellos otros fenómenos de poder que nacen de la actuación de los seres
humanos y que, en su condición de seres pensantes, desarrollan formas particulares
de dominio o influencia sobre la propia naturaleza.
4. Que los actos del poder humano tengan que ser actos conscientes no
significa, ni presupone, que sean actos totalmente racionales. En efecto,
muchos actos humanos son conscientes y racionales en su ejecución, pero
inconscientes y/o irracionales en su motivación, sin dejar por ello de ser actos
del poder humano. Es frecuente que entre actividades que diariamente
realizamos como expresión de nuestro poder humano individual, algunas de
ellas posean motivaciones perfectamente racionales; sin embargo, otras
muchas las realizaremos como consecuencia de móviles irracionales
(creencias, sentimientos, impulsos, etc.) de los que seremos conscientes o no,
pero que en todo caso afectarán a la racionalidad de nuestras actuaciones. En
estos supuestos si nos interrogan sobre las razones que nos inducen a obrar
de determinado modo y no de otro distinto, probablemente encontraremos
argumentos y explicaciones que racionalizarán «a posteriori» los motivos,
desconocidos o inconfesables, que afectaron nuestros actos de poder humano.
Ello demuestra que somos conscientes de su realización, aunque no,
necesariamente, de su motivación. En tales casos podemos afirmar que el
poder humano es un poder ejercido conscientemente, pero no podemos
sostener que es un poder completamente racional.
Esta sutil pero decisiva distinción entre consciencia y racionalidad complica
extraordinariamente la investigación de las actuaciones humanas individuales y
sociales, cuestionando seriamente la premisa de aquellos teóricos . que
enfatizan la-dimensión racional en el ejercicio del poder, y desconocen o
subestiman esas otras dimensiones no estrictamente racionales, pero cuya
influencia en la esfera del poder humano es indiscutible. En definitiva, para que
el hombre ejerza su poder es necesario que sea consciente de sus
capacidades y las utilice aunque no sepa racionalmente por qué ejerce su
poder.
De esta forma, y a través del juego dialéctico del poder humano, en sus
dimensiones individual y colectiva, se desarrolla también la asociación entre dos
facetas de la realidad humana: la desigualdad y el poder. Ambos elementos
constituyen el anverso y el reverso de una misma realidad, sin que podamos
comprender y explicar al hombre tal y como conocemos de su existencia histórica,
desconectado de las desigualdades y de las actuaciones de poder.
Esta dimensión social del poder material del hombre se debe a la propia
tendencia societaria de los individuos. Esta sociabilidad humana constituye una de las
pocas limitaciones absolutas que posee. En su origen se encuentran causas de tipo
biológico, por ejemplo, la función reproductora que asegura la supervivencia y
continuidad de la humanidad resultaría imposible fuera de un marco societario; pero
también es debida a causas de carácter psicológico, pues es bien sabido que la
dimensión mental del hombre únicamente puede desarrollarse con plenitud en relación
con su participación en ciertos grupos sociales. La soledad dificulta, cuando no
traumatiza, dos de las facultades más específicamente humanas: al pensamiento y la
comunicación.
La dimensión social del ser humano constituye el sustrato sobre el que se erige
el poder social, que podemos definir como el ejercicio del-poder humano con. objeto de
generar, mantener, alterar o impedir ciertos comportamientos o actuaciones de las
personas tomadas individual o colectivamente. En otras palabras, el ejercicio del poder
humano proyectado en las relaciones internacionales.
El poder económico podemos definirlo como aquella forma del poder social que
se desarrolla entre los miembros (individuales o colectivos) de un determinado.
Proceso económico en base a su condición de productores, distribuidores o
consumidores.
A pesar de las diversas formas que puede revestir la relación del poder social,
existen una serie de elementos comunes a todas ellas, gracias a las cuales podemos
estudiarlas como expresiones de una misma categoría de poder. Estos elementos son
los siguientes: las capacidades, el vínculo psicológico y la acción.
a) Las capacidades
Como cualquier otra forma de poder, también el poder social requiere una serie
de capacidades como precondición necesaria, aunque no suficiente, para que pueda
ejercerse a través de una relación social. Estas capacidades no deben confundirse con
el propio ejercicio del poder, pero desde luego su estudio facilita la comprensión de las
posibilidades o potencialidades de ejercicio de ese poder que se le ofrecen a los
miembros de una colectividad o a la sociedad misma.
2. Capacidades demográficas
Están integradas por el conjunto de la población de la sociedad o grupo, así
como por sus características estructurales (cantidad, distribución por edades, sexos,
razas o etnias, etc.) y dinámicas (tasas de natalidad y mortalidad, movilidad espacial y
social, etc.).
3. Capacidades organizativas
Formadas por cuantos órganos o instituciones facilitan el establecimiento de un
orden en el grupo o sociedad. Entre ellas destacan: los órganos administrativos,
políticos, económicos; el sistema educativo y científico, las instituciones culturales, el
sistema de leyes y costumbres, etc.
4. Capacidades relacionales
Se basan en los medios que permiten el desarrollo de relaciones entre los
miembros de una sociedad o de ésta con otras sociedades. Podemos mencionar: los
idiomas, los medios de comunicación e información, los medios de transporte, etc.
Desde luego los actores internacionales no tienen que disponer de todas y
cada una de las categorías de capacidades enunciadas, aunque es cierto que con
frecuencia podemos encontrar que un mismo actor internacional coparticipe de varias
de estas capacidades simultáneamente. Sin duda, el caso más paradigmático de este
supuesto lo constituyen los estados, pero también lo podemos encontrar en ciertos
grupos religiosos (Iglesia Católica) y sociales (opinión pública).
necesario recordar que los datos sobre las capacidades de una sociedad no avalan la
atribución del poder social que una colectividad ejercerá en un momento determinado.
b) El vínculo psicológico
En toda relación social de poder subsiste siempre una vinculación psicológica,
entre quien ejerce el poder y el destinatario del mismo, que aunque es difícil de captar
y analizar, no puede por ello ser desconocida. En efecto, para que una, persona o
grupo social alcance a ejercer un cierto poder respecto de otras personas o
sociedades, res ulta imprescindible que se desarrolle algún tipo de vínculo psicológico,
gracias al cual los destinatarios del poder social aceptan adecuar sus conductas y
capacidades a las demandas o intereses de quienes lo ostentan y ejercen. Si este
vínculo psicológico no existiera o se quebrase por el rechazo de los destinatarios del
poder, éste terminaría por desvirtuarse total o parcialmente.
Para que una sociedad sea capaz de utilizar sus capacidades con objeto de
ejercer un cierto poder respecto de sus miembros o de otras sociedades, exige que
posea algún tipo de imagen o representación sobre sus capacidades y sobre sus
limitaciones, así como de las capacidades y limitaciones de los otros grupos con los
que se relaciona. En una palabra, deberá poseer algún tipo de imágenes valorativas
sobre el ejercicio de su poder y el de las demás sociedades.
Entre las imágenes valorativas y las expectativas sobre el uso del poder, existe
una sutil pero importante relación por la qué una falsa imagen de las capacidades,
propias o ajenas, puede inducir falsas expectativas sobre el poder adecuado para
lograr determinados objetivos. Semejantes situaciones suelen provocar un efecto de
frustración social que nace de la constatación «a posteriori» de las diferencias entre lo
esperado y lo alcanzado con el poder.
Con frecuencia, esta frustración puede. surgir aun cuando se hayan alcanzado
parcialmente los resultados deseados aunque no en la cuantía o con la intensidad
esperadas. La frustración social provocará una. cierta inseguridad o incerridumbre
colectiva sobre la eficacia o la capacidad de ejercicio del propio poder que la sociedad
había imaginado ser capaz de movilizar.
En resumen, las falsas expectativas sobre el ejercicio del poder y los fines que
pueden ser alcanzados con él, pueden llegar a generar una frustración social, origen
de una apreciable inseguridad colectiva que puede manifestarse a través de una
tendencia a la inhibición social o, por el contrario, hacia manifestaciones de creciente
agresividad social.
Sin embargo, para que la amenaza garantice el ejercicio del poder social debe
cumplir dos condiciones: la credibilidad y la efectividad. La credibilidad está asociada a
la disposición de los medios materiales y/o sociales susceptibles de imponer, llegado
Calduch, R.- Relaciones Internacionales.- Edit. Ediciones Ciencias Sociales. Madrid, 1991 12
c) La acción
El tercer elemento común a las distintas formas del poder social lo, constituye
la acción, pues sin ella resulta imposible que pueda surgir o. desarrollarse cualquier
tipo de relación social, incluidas las de poder. Por importantes y necesarias que sean
las capacidades disponibles y los vínculos psicológicos entre quienes mandan y
quienes obedecen, no podríamos hablar con propiedad de la existencia del poder
social si aquéllos no lograsen generar, alterar o impedir ciertas actuaciones de estos
últimos.
En términos generales, los actos de poder social dan origen a tres formas de
relación: la cooperación, el conflicto y la asociación. Las tres nacen del poder social,
pero existen notables diferencias entre ellas. Es importante subrayar, en contra de una
creencia muy generalizada, que el ejercicio del poder social no conduce siempre a una
relación de conflicto, y mucho menos a una situación de conflicto violento. Las
relaciones de cooperación o asociación son también posibles gracias a la existencia
de distintos grupos capaces de ejercer su poder con el fin de colaborar o asociarse
con otras colectividades.
Entre estos dos ámbitos de ejercicio del poder social existen recíprocas
influencias y condicionamientos. En efecto, el poder ejercido en el seno de una
sociedad constituye la base indispensable para que pueda organizar y movilizar sus
capacidades en orden a ejecutar sus actos de poder respecto de otras sociedades, es
decir, para proyectar su poder en el contexto internacional. De modo semejante, la
evolución en las relaciones internacionales de poder provocará modificaciones en los
medios y actos de poder, desarrollados en el ámbito interno (nacional) de esa
sociedad.
Para que un grupo humano, que por el simple hecho de serlo manifiesta unas
relaciones de poder entre sus propios miembros, sea capaz de ejercer un cierto
protagonismo en las relaciones internacionales, es imprescindible el cumplimiento de
dos condiciones.
Primero, que posea una mínima autonomía para proyectar su poder hacia el
exterior, hacia el campo de las fenómenos internacionales. En segundo término, que
ejerza su poder a través de relaciones internacionales significativas para el conjunto
de la sociedad internacional.
La autonomía de poder hacia el exterior que ostenta una sociedad existe desde
el momento mismo en que es capaz de ejercer un cierto poder social de un modo
directo y sin mediación en alguna parcela de las relaciones internacionales.
También habrá que tener presente que aun cuando un grupo pueda ejercer de
modo autónomo su poder en el exterior, si las actuaciones que realiza o las relaciones
en las que participa resultan irrelevantes para la estructuración y dinámica de la
sociedad internacional, nos permitirá . excluirlo del análisis.
Esta dimensión social del ejercicio del poder internacional fue ya destacada por
QUINCY WRIGHT, cuando definió las relaciones internacionales como:
«Las relaciones entre grupos poderosos».
2. Es un poder descentralizado
Si consideramos los innumerables grupos que gozan de autonomía suficiente
para ejercer un cierto grado de poder internacional, comprenderemos una de las
causas por las que este poder se encuentra fuertemente descentralizado o disperso.
Los orígenes de las relaciones diplomáticas son tan antiguos como la historia de las propias
sociedades humanas.A medida que estas se fueron configurando como unidades políticas
autónomas, surgió la necesidad de relacionarse y comunicarse con aquellas que les
circundaban.Evidentemente,la diplomacia actual presenta sustanciales diferencias de aquellas
"prácticas diplomáticas" sustentadas por las comunidades primitivas.Sin embargo,hoy,como ayer,las
relaciones diplomáticas forman,junto con la guerra,el comercio y la comunicación,el sustrato esencial
de una sociedad internacional cuyo entramado de relaciones y actores ha experimentado una
constante y creciente complejidad a lo largo de la historia.
Durante esta etapa,la diplomacia poseyó un carácter ambulante.Es decir,era una diplomacia que
se realizaba mediante representantes designados de forma excepcional y que desempe aban su
actividad en un país extranjero y ante su monarca durante un período de tiempo limitado
acorde,generalmente,con la naturaleza de las gestiones que debían llevar a cabo;por ej. la
negociación de tratados de paz o de alianzas,el establecimiento de acuerdos comerciales,la
delimitación de fronteras,etc.
Hubo que esperar a la Edad Media para constatar cómo la Santa Sede, potencia religiosa y política
de la Cristiandad,adoptaba la costumbre de enviar misiones diplomáticas temporales ante los
soberanos con el fin de resolver sus diferencias,espirituales y temporales.Anticipaba así una práctica
que se consolidaría,más tarde,con la implantación de las Nunciaturas Apostólicas acreditadas ante
las Cortes y monarcas católicos,práctica que todavía perdura en nuestros días.
En esta segunda fase,la diplomacia se convirtió en permanente.Lo que exigió que los países
confiriesen un grado de estabilidad y duración a sus relaciones diplomáticas mediante el
Calduch, R.- Dinámica de la Sociedad Internacional.- Edit. CEURA. Madrid, 1993 2
Aunque este análisis es útil por cuanto destaca la principal diferencia entre las dos formas de
diplomacia que han dominado cada una de las etapas históricas,resulta oportuno precisar un poco
más los diversos subperíodos que han jalonado la historia diplomática desde los inicios de la Edad
Moderna,de este modo lograremos comprender mejor las razones que han conducido a la
diversidad y complejidad de las relaciones diplomáticas que imperan en la sociedad internacional de
nuestros días.Según los estudios históricos recogidos por Cahier1;Miaja de la Muela2 y Vilari o3,
podemos diferenciar tres fases importantes:
1
-CAHIER,Ph.-Le Droit Diplomatique Contemporain.-Ginebra,1962. Edit. Publications de l'Institut Universitaire des
Hautes Etudes Internationales.(traducción de José Vicente Torrente, Marcelino Oreja y Julio Gonzalez Campos.-
Derecho diplomático contemporáneo.-Madrid,1965.Edit.Rialp;págs. 20-45.)
2
-MIAJA DE LA MUELA,A.-Introducción al Derecho Internacional Público.-Madrid,6 ed.,1974.Edit.
Atlas;págs.341-357;369-372; 469-470.
3
-VILARIÑO,E.-Curso de Derecho Diplomático y Consular.Parte General y textos codificados.-
Madrid,1987.Edit.Tecnos;págs. 59-76.
4
-MIAJA DE LA MUELA,A.-op. cit.;págs. 369-370.
Calduch, R.- Dinámica de la Sociedad Internacional.- Edit. CEURA. Madrid, 1993 3
b).-Habida cuenta del carácter patrimonialista del Estado que poseían los monarcas absolutistas,el
agente diplomático actuaba como un representante personal del soberano,y/o de la correspondiente
dinastía,mucho mas que como el representante del Estado.
Durante esta etapa,el cambio más significativo que se produjo consistió en la implantación de un
auténtico derecho diplomático, cuyas normas eran obligatorias para todos los países.La mayoría de
ellas se habían convertido ya en una costumbre consolidada durante los siglos precedentes.Se
implanta también una incipiente jerarquía del personal diplomático.
Las principales características de las relaciones diplomáticas de este período son las siguientes:
Calduch, R.- Dinámica de la Sociedad Internacional.- Edit. CEURA. Madrid, 1993 4
a).-Como resultado de la evolución de los regímenes políticos estatales (aparición de las Monarquías
constitucionales y de las Repúblicas presidencialistas),así como del reconocimiento del principio de
la soberanía popular,proclamado en las revoluciones americana y francesa,los diplomáticos se
convirtieron cada vez más claramente en representantes de los Estados antes que de los monarcas.
b).-Se comenzó a perfilar una carrera diplomática como parte sustantiva de la Administración civil
del Estado.Ello terminó confiriendo a los diplomáticos un status funcionarial y burocrático, que les
permitió independizarse,en el ejercicio de sus funciones exteriores,de los criterios particulares de los
monarcas.
c).-Se consolidaron unas normas jurídicas internacionales que constituyeron la médula del derecho
diplomático.Estas normas regulaban temas como el de la jerarquía y precedencia de las distintas
categorías de agentes diplomáticos (Ministros plenipotenciarios;Secretarios de Embajada;etc.);los
privilegios e inmunidades de la sede y los agentes diplomáticos;los requisitos y el procedimiento de
acreditación,envío y retirada del personal diplomático;etc.
d).-Aunque las decisiones en materia de política exterior,pasan a ser cada vez más claramente,una
responsabilidad de los Gobiernos y de los Ministros de Asuntos Exteriores,los diplomáticos siguen
manteniendo un significativo grado de autonomía en la ejecución de las directrices que les son
encomendadas que,sin embargo,la revolución en los medios de transporte y comunicación que se
produjo a fines del siglo XIX terminó erosionando.
a).-La diplomacia pasa de ser secreta y restringida a ser abierta y pública.Este cambio fue
auspiciado por el Presidente norteamericano Woodrow Wilson,quien en su conocido Programa de
los Catorce Puntos defendía:
5
-ZIEGLER,D.W.-War,Peace and International Politics.-Boston/ Toronto,1987.Edit.Little Brown & Comp.; 291-295.
Calduch, R.- Dinámica de la Sociedad Internacional.- Edit. CEURA. Madrid, 1993 5
c).-La independencia de los agentes diplomáticos,y también sus privilegiadas funciones como
observadores,informadores y representantes de sus paises ante otros Estados,se vio sustancialmente
mermada a consecuencia de los nuevos sistemas de transporte que facilitaron la ejecución directa,de
una parte importante de la diplomacia,por los propios Gobiernos y los más altos cargos del Estado
(Jefes de Estado y/o de Gobierno;Ministros de Asuntos Exteriores;etc.)
7
-TOMASSINI,L.-"La necesidad de una nueva diplomacia".-TOMASSINI,L.; MONETA,C.J.; VARAS, A.- La
política internacional en un mundo postmoderno.-Buenos Aires,1991.Edit. Grupo Editor Latinoamericano; págs.
269-283.
Calduch, R.- Dinámica de la Sociedad Internacional.- Edit. CEURA. Madrid, 1993 6
La breve referencia histórica que hemos realizado nos resulta útil para comprender que tras el
término diplomacia se ocultan una diversidad de formas y técnicas de relación internacional entre los
Estados que han experimentado sustantivos cambios a lo largo de los siglos.Tal vez por ello no
resulta sencillo encontrar una definición,suficientemnte general y precisa,que abarque la pluralidad de
actividades que han existido o se desarrollan en el campo de las relaciones diplomáticas.En una
primera aproximación podríamos coincidir con la fórmula,un tanto simplificadora,de Satow cuando
afirma que la diplomacia es "la conducción de los negocios entre los Estados por medios
pacíficos" .9
Claro está que dado el peso que han adquirido las cuestiones económicas o ideológicas y la
influencia que ejercen los cambios tecnológicos en las relaciones interestatales,cabría preguntarse si
8
-SONDERMANN,F.A.;MC LELLAN,D.S.;OLSON,W.C.-op. cit.;pág. 130.
9
-Citado por CAHIER,Ph.-op. cit.;pág. 16.
Resulta interesante constatar la difundida asimilación que en la doctrina anglosajona se realiza entre los
conceptos de política exterior y diplomacia,tomando esta última,en su acepción genérica. Estimamos,con Vilari
o,que semejante identidad conceptual es abusiva incluso en una aproximación general.Así,Morgenthau indica:
"En su sentido más amplio,comprendiendo todo el campo de la política exterior,la tarea de
la diplomacia es cuádruple:1)La diplomacia debe determinar sus objetivos a la luz del poder
actual y potencialmente disponible para perseguir estos objetivos.2)La diplomacia debe
evaluar los objetivos de las otras naciones y el poder actual y potencialmente disponible
para la persecución de estos objetivos.3)La diplomacia debe determinar hasta qué punto
estos objetivos diferentes son compatibles entre sí.4)La diplomacia debe utilizar los medios
apropiados para la persecución de estos objetivos."
En el mismo sentido,Rosecrance afirma:
"El término diplomacia se utiliza por lo menos en dos sentidos:el primero y más restringido
hace referencia al proceso por el cual los gobiernos se comunican entre sí,por conducto de
agentes oficiales;el segundo,de ámbito más amplio,hace referencia a los métodos o técnicas
de la política exterior que influyen en el sistema internacional."
VILARIÑ O,E.-op. cit.;págs. 79-82.
MORGENTHAU,H.J.-op. cit.;pág.712.
ROSECRANCE,R.N.-"Diplomacia".-Enciclopedia Internacional de Ciencias Sociales.-Madrid,1974. Edit.
Aguilar;vol.3;pág.724.
Calduch, R.- Dinámica de la Sociedad Internacional.- Edit. CEURA. Madrid, 1993 7
Por su parte,Pradier-Fodéré ha intentado precisar algo más esta definición se alando que:
Esta definición,no sólo destaca algunas de las funciones de la diplomacia,sino que subraya
claramente su carácter instrumental al servicio de los intereses tanto de los gobiernos como de los
pueblos,poniendo con ello de manifiesto la posibilidad de divergencias entre ambos,y,por último,la
necesidad de la diplomacia incluso bajo circunstancias bélicas.Sin embargo,esta conceptualización
deja sin especificar dos importantes aspectos,a saber:
a).-En primer lugar,si la diplomacia puede desarrollarse entre cualquier actor internacional,con
independencia de su naturaleza jurídica internacional.En otras palabras,si la gestión de los asuntos de
cualquier actor internacional,por el mero hecho de serlo,debe ser calificada como diplomacia,con
independencia de cualquier otra consideración de carácter jurídico.De la respuesta a esta cuestión
depende el que consideremos dentro de la diplomacia las negociaciones entre ejecutivos de
Empresas Multinacionales o las gestiones realizadas por los representantes de colectividades
políticamente organizadas (pueblos;movimientos de liberación) que todavía no han sido reconocidas
como sujetos de derechos y obligaciones internacionales por el resto de los miembros de la
comunidad internacional.11
b).-En segundo término,si las relaciones diplomáticas existen con independencia de los medios o
técnicas empleados o si,por el contrario,sólo ciertas categorías de actividades pueden ser
consideradas propias de la diplomacia,ya que como afirman Sondermann;Mc Lellan y Olson "la
diplomacia es un proceso y un método por el que los gobiernos persiguen su política
exterior;esta no es la propia política." 12
Estas cuestiones son abordadas de un modo más completo y riguroso en la definición que ha
realizado Vilari o,para quien bajo el término diplomacia nos referimos a:
10
-PRADIER-FODERÉ,P.-Cours de droit diplomatique.-París,1899.vol. I;pág 2.
11
-POCH,A.-"Del lugar de la diplomacia".-MEDINA,M.;MESA,R.; MARI O,P.(Coordinadores).-
Pensamiento....op. cit.;vol. II;págs. 1003-1015.
12
-SONDERMANN,F.A.;MC LELLAN,D.S.;OLSON,W.C.-op. cit.;pág.127
Calduch, R.- Dinámica de la Sociedad Internacional.- Edit. CEURA. Madrid, 1993 8
De acuerdo con esta definición podemos sistematizar los principales elementos que nos permiten
definir cuándo nos hallamos ante una auténtica relación diplomática.Estos elementos son:
Desde el momento que la diplomacia dejó de ser una relación arbitraria y ocasional para convertirse
en una relación internacional regulada jurídicamente,en la que se atribuyen derechos y se asumen
obligaciones entre los Estados,resulta ineludible admitir que sólo pueden aceptarse como
diplomáticas determinadas actuaciones entre aquellos actores que gozan de subjetividad y
capacidad según el derecho internacional.Bien entendido,que la subjetividad jurídica internacional no
atribuye automáticamente la capacidad diplomática.Esta es una condición necesaria pero no
suficiente.14
En tal sentido,no sólo los Estados sino también las Organizaciones intergubernamentales o los
pueblos y movimientos de liberación reconocidos como tales por la comunidad internacional,son
actores con capacidad para generar o participar en las relaciones diplomáticas.15Por el contrario,las
ONG,las Empresas Multinacionales o cualquier otra categoría de actores no reconocidos
internacionalmente, carecen de competencias de carácter diplomático.
13
-VILARIÑO,E.-op. cit.;pág. 90.
14
-Sobre la subjetividad jurídica internacional véanse las clarificadoras reflexiones de:
BARBERIS,J.A.-Los sujetos del Derecho internacional actual.-Madrid,1984. Edit.Tecnos.
íd.-"Nouvelles questions concernant la personalité juridique internationale".-Recueil des Cours de l'Academie
de Droit International de La Haye,179 (1983);págs.145-304.
15
-Como ha escrito Rodriguez Carrión:
"En efecto,si las Organizaciones son sujetos,una de las primeras cuestiones a plantear es la
de la capacidad para relacionarse internacionalmente,es decir,hasta qué punto pueden las
Organizaciones establecer relaciones permanentes u ocasionales,bien con otras
Organizaciones, bien con los Estados como categoría diferenciada de sujetos de Derecho
internacional.Como quiera que el actual desarrollo del Derecho y de las relaciones
internacionales muestran sin discusión la existencia de estas relaciones,habrá que concluir
que lo que clásicamente se entendía como Derecho diplomático ha experimentado una
considerable ampliación cualitativa: incorporación de normas que regulan las relaciones
internacionales en las que,al menos,uno de los sujetos intervinientes es una Organización
internacional."
RODRIGUEZ CARRION,A.J.-Lecciones de derecho internacional público.- Madrid, 1987. Edit. Tecnos; pág. 288.
Calduch, R.- Dinámica de la Sociedad Internacional.- Edit. CEURA. Madrid, 1993 9
En realidad,la actividad diplomática constituye una parcela relevante de la actuación exterior de los
sujetos de derecho internacional y,de modo más exacto,de la fase ejecutiva de la misma,por
contraposición a las fases de decisión y control.En la medida en que la mayor parte de la diplomacia
se desarrolla entre los Estados,podemos admitir que su dimensión ejecutiva se refiere a la política
exterior.No obstante y puesto que las relaciones diplomáticas también son establecidas por otros
sujetos internacionales no estatales,en una tendencia que cada vez está adquiriendo mayor relevancia
en el contexto internacional,resulta inadecuado asociarlas a la política exterior que sólo puede
predicarse de los Estados.Por esta razón,sería más adecuado hablar de la diplomacia como una
parte ejecutiva de la actuación exterior de tales sujetos internacionales.
Además,la diplomacia posee un carácter instrumental.En cuanto tal, quedará supeditada en sus
objetivos inmediatos y en su alcance por los fines a los que debe servir,teniendo siempre presente
que existen otras muchas categorías de relación que no son diplomáticas (comerciales;bélicas;etc.) y
que también se configuran como instrumentos alternativos para la consecución de los mismos fines.
Para que la relación diplomática goce de plena validez jurídica y efectividad política,debe ser
establecida entre aquellas personas u órganos que gocen de representatividad del sujeto
internacional. En consecuencia,no todas las actuaciones,individuales o colectivas, de sus miembros
constituyen verdaderas actividades diplomáticas. Conviene destacar que la representatividad,debe
ostentarse respecto del sujeto al que pertenece el agente u órgano,pero también debe ser admitida
por aquel otro sujeto ante el que deberá desempe arse la actividad diplomática.
En la vida internacional ocurre con mucha frecuencia que los Estados recurren a la coacción o a la
dominación,para tratar de imponer sus intereses a otros países.También es frecuente que estos
actos,de un descarnado despotismo,traten de ser disimulados bajo formas de apariencia
diplomática,lo que ha dado origen a la aparición de términos y expresiones tan conocidas como las
de "diplomacia del dólar";"diplomacia de las ca oneras";etc.16Realmente no puede admitirse que
estas categorías de relaciones sean equiparadas a aquellas negociaciones mantenidas por los agentes
diplomáticos y desarrolladas sin coacciones abusivas ni atropello de las partes más débiles por las
más poderosas,aún cuando en las auténticas negociaciones diplomáticas existirá siempre una
desigualdad de poder entre las partes que evidentemente incidirá en los resultados sin que quepa por
ello negarse la equidad y validez de los acuerdos alcanzados.
16
-SCHELLING,Th. C.-"TheDiplomacy of Violence".-ART,R.J.;JERVIS,R. (Eds.).-op. cit.;págs. 171-185.
Calduch, R.- Dinámica de la Sociedad Internacional.- Edit. CEURA. Madrid, 1993 10
Un caso frecuente de negociación no diplomática, ,lo constituyen las negociaciones entre ejecutivos
de Empresas Multinacionales y miembros de la misión diplomática con vistas a formalizar la
adopción de proyectos conjuntos (joint ventures),ya sea en el propio país o en terceros
Estados.Otro ejemplo habitual de negociaciones no diplomáticas surge cuando dos gobiernos se
disputan la representatividad de un Estado.En estos casos,el gobierno que no es reconocido como
legal por la comunidad internacional carecerá de competencias diplomáticas.En esta situación se
encuentra actualmente el Gobierno de Formosa,para quien el reconocimiento por Estados Unidos y
los países occidentales del Gobierno de Beijing como el único gobierno chino, le obligó a suspender
las relaciones diplomáticas que durante décadas había mantenido con ellos.Un supuesto similar
experimentó el gobierno republicano espa ol,tras la normalización de relaciones
con el gobierno franquista a partir de 1953.Sólo México y algunos países comunistas se negaron a
establecer relaciones diplomáticas con el Régimen.
5.-Finalidad pacífica.
En toda relación diplomática,y sea cual sea el objetivo inmediato de la acción exterior por el que
dicha relación se ha entablado,la finalidad última que justifica su existencia y le da pleno significado
es la de alcanzar o mantener unas relaciones internacionales pacíficas.18
17
-La distinción entre negociación internacional y diplomacia resulta tan clara como los puntos que ambas tienen
en común.No obstante,no compartimos la visión de aquel sector de la doctrina que sigue el modelo burocrático ya
que para tales autores la política exterior no es mas que el resultado de un permanente regateo o negociación
entre los diversos sectores de la Administración nacional o de los diversos gobiernos.Con este criterio se
difuminan las diferencias entre aquellas actuaciones de política exterior que no asumen la negociación como
característica esencial,por ej. las presiones económicas;propaganda;la violencia armada;etc. y los que como la
diplomacia incorporan la negociación como un elemento intrínseco.
Análogamente,consideramos que hoy en día no se puede sustentar seriamente la idea de la negociación como
"un sutil arte",tal y como afirmaban los autores internacionalistas clásicos.La negociación es un proceso o
relación que sigue una reglas precisas y utiliza unas técnicas bien conocidas que pueden aprenderse y aplicarse
con éxito.
MERLE,M.-"De la négociation".-Forces...op. cit.;págs.242-262.
SNYDER,G.;DIESING,P.-"External Bargaining and Internal Bargaining".-
MATTHEWS,R.O.;RUBINOFF,A.G.;STEIN,J.G.(Eds.).-op. cit.;págs.238-246.
WINHAM,G.R.-"Negotiation as a Management Process".-SONDERMANN,F.A.; MC
LELLAN,D.S.;OLSON,W.C.(Eds.).-op. cit.;págs.135-146.
Calduch, R.- Dinámica de la Sociedad Internacional.- Edit. CEURA. Madrid, 1993 11
La diplomacia se perfila así no sólo como una forma de relación alternativa a la guerra sino también
como una forma de relación destinada a evitarla.Cuando la diplomacia se concibe y ejecuta para
incrementar el poder de los actores internacionales,propiciando el desencadenamiento de conflictos
armados,termina siendo rehén de la estrategia bélica y,llegado ese punto,acaba por quedar
desvirtuada y,con frecuencia,desacreditada ante los restantes gobiernos y organismos
internacionales,así como ante la opinión pública, nacional e internacional.
Una vez hemos determinado el significado y alcance del concepto de diplomacia,debemos referirnos
a las principales funciones que cumple en el marco general de las relaciones internacionales. De
acuerdo con lo establecido por el art. 3 del Convenio de Viena sobre relaciones diplomáticas,de
1961,y con la mayoría de la doctrina,se pueden destacar las siguientes:representación;
comunicación e información;negociación;protección y asesoramiento. 19
a).-Función de representación.
Con frecuencia,se asocia la labor de los diplomáticos con su participación en las ceremonias y
actividades protocolarias a las que deben asistir en nombre del sujeto internacional al que
representa.Sin embargo,esta imagen no se corresponde mas que de un modo muy inexacto con la
realidad.La verdadera importancia del agente diplomático radica en la representación política que
desempe a.Gracias a ella,el Estado acreditante goza de la capacidad de mantener y participar en una
variada y decisiva gama de relaciones con el Estado receptor.En efecto,precisamente porque los
gobiernos de ambos países admiten políticamente que sus respectivas misiones diplomáticas
18
-Un autor tan alejado de nuestra posición como es Morgenthau, sustenta la misma tesis,aunque desde premisas
netamente distintas,cuando escribe:
"Ya hemos tenido ocasión de enfatizar la importancia de la diplomacia como elemento del
poderío nacional.La importancia de la diplomacia para preservar la paz internacional es
sólo un aspecto particular de esa función general.Una diplomacia que termina en la
guerra,ha fracasado en su objetivo primario:la promoción de los intereses nacionales por
medios pacíficos.Esto siempre ha sido así y particularmente en el caso de las potencialidades
destructivas de una guerra total."
MORGENTHAU,H.J.-op. cit.;págs. 711-712.
19
-HOLSTI,K.J.-op. cit.;págs.182-188.
ZIEGLER,D.W.-op. cit.;págs.282-285.
Una posición diferente es mantenida por Morgenthau,para quien la diplomacia "satisface tres funciones básicas
para su gobierno: simbólicas,legales y políticas." Consideramos que esta es una clasificación equívoca pues al
fin y al cabo las funciones legales forzosamente tienen que ser políticas,aunque no a la inversa,y ambas pueden
ser al mismo tiempo simbólicas.Por ej.La ausencia de invitación al gobierno del país receptor,en el acto
protocolario de celebración de la fiesta nacional por parte de una misión diplomática,ciertamente cumple una
función política y a la vez es claramente simbólica.Más certera nos parece la apreciación de este autor sobre los
principales medios de la diplomacia que reconduce a tres:la persuasión;el compromiso y la amenaza del uso de la
fuerza.
MORGENTHAU,H.J.-op. cit.;págs. 714-715.
Calduch, R.- Dinámica de la Sociedad Internacional.- Edit. CEURA. Madrid, 1993 12
representan a los propios Estados,sus agentes pueden actuar comprometiendo con sus decisiones y
actividades la voluntad y responsabilidad estatal.Esta función de representación política
constituye,por tanto,el sustrato último sobre el que descansa el ejercicio de todas las demás
funciones que se desempe an por los agentes diplomáticos.
Aunque los autores suelen concederle poca atención,constituye una de las funciones primordiales
que justifican la necesidad de la diplomacia permanente.El desarrollo de las nuevas formas de
diplomacia directa y al más alto nivel (Jefes de Estado o de Gobierno y Ministros de Asuntos
Exteriores) exige para su eficacia la disponibilidad de canales oficiales de comunicación y gestión
que sólo pueden garantizarse con la presencia de misiones permanentes.
Las funciones de comunicación que realizan las misiones y agentes diplomáticos,operan en ambos
sentidos,de las autoridades del Estado acreditante a las del Estado receptor y viceversa.A diferencia
de las informaciones realizadas por los medios de comunicación social,
la comunicación diplomática posee la característica de la oficialidad, es decir garantiza que la
información comunicada se corresponde con la posición gubernamental.
Junto a las funciones se aladas,la diplomacia ha venido desempe ando tradicionalmente la tarea de
proteger a sus ciudadanos que se encuentran en el Estado receptor.Esta protección se extiende
desde la seguridad física,en los supuestos de desórdenes políticos o conflictos bélicos,llegando
incluso a coordinar operaciones de evacuación,hasta el asesoramiento jurídico o las gestiones
políticas ante las autoridades del país receptor.20
Finalmente,las misiones diplomáticas ejercen una función de asesoramiento ante sus propios
gobiernos que resulta,en ocasiones, determinante en la adopción y ejecución de las distintas
opciones de política exterior.Debido al conocimiento de las condiciones políticas,económicas y
sociales que imperan en el país receptor,los informes que periódicamente envían las misiones a sus
respectivos gobiernos pueden ser ocasionalmente completados mediante consultas directas entre el
gobierno y los embajadores,con objeto de que estos aporten sus valoraciones sobre las distintas
alternativas de actuación exterior que contemplan las autoridades de sus países.La función asesora
puede resultar particularmente útil para el desarrollo de las negociaciones que realizan misiones
diplomáticas especiales o los propios Jefes de Estado o de Gobierno.
Como se puede apreciar,la diversidad y alcance de todas estas funciones convierten a la diplomacia
permanente,y a los representantes diplomáticos,en un instrumento imprescindible de las relaciones
entre Estados y,en último extremo,de la propia sociedad internacional.Sin embargo,los cambios
20
-Históricamente merece citarse la protección que recibieron los peregrinos y minorías cristianas,establecidas en
el Imperio Turco, y que durante siglos estuvo encomendada a las autoridades francesas y regulada por el régimen
de capitulaciones.
TRUYOL,A.-op. cit.;págs.60-62.
Calduch, R.- Dinámica de la Sociedad Internacional.- Edit. CEURA. Madrid, 1993 14
experimentados en la vida internacional durante el último siglo han propiciado el desarrollo de nuevas
formas de relación diplomática que resulta oportuno analizar.
Si nos atenemos a los cambios experimentados por la sociedad internacional durante el último
siglo,podemos apreciar una significativa aceleración de los acontecimientos internacionales que corre
paralela a una mayor complejidad de los problemas que deben enfrentar los Estados y a una
progresiva facilidad y rapidez de los medios de transporte y comunicación.Todo ello está
provocando una constante erosión del tiempo de que disponen los gobiernos para adoptar sus
decisiones y ejecutarlas,acentuándose de este modo el riesgo de errores de apreciación o evaluación
política de la realidad internacional,con las graves consecuencias que puede acarrear en un mundo
nuclearizado.Como ha se alado certeramente Kissinger,el gobernante se enfrenta a la dificíl elección
entre "lo urgente y lo importante".
Un tercer factor sustancial es el que se deriva de la poderosa tendencia centralizadora que domina
las estructuras político-administrativas de los Estados,especialmente en materia de política exterior y
de seguridad,y que induce a los gobiernos a asumir el control y ejercicio de un número cada vez
mayor de las actividades exteriores del Estado.Este creciente intervencionismo de las más altas
instancias del poder ejecutivo,conduce a un protagonismo directo y personal de los Jefes de Estado
o de Gobierno y de sus Ministros de Asuntos Exteriores en las negociaciones políticas,al tiempo que
deben delegar en sus embajadores y expertos las negociaciones técnicas y las gestiones necesarias
para garantizar la eficacia del proceso negociador y la aplicación de los acuerdos alcanzados.
Estos cambios experimentados por la sociedad internacional han provocado como respuesta la
emergencia de nuevas formas de relación diplomática o la proliferación de formas ya existentes pero
poco frecuentes.En general podemos clasificarlas en tres categorías:
21
-Esta clasificación se basa,parcialmente,en la adoptada por Cahier que distingue entre la diplomacia a través de
los Jefes de Estado y de los Ministros de Asuntos Exteriores;la diplomacia "ad hoc";la diplomacia a través de
Conferencias internacionales y la diplomacia a través de los organismos internacionales.
CAHIER,Ph.-op. cit.;págs. 443 y ss.
Calduch, R.- Dinámica de la Sociedad Internacional.- Edit. CEURA. Madrid, 1993 15
Es la diplomacia que se realiza directamente por los máximos órganos estatales de la política
exterior:Jefes de Estado; Jefes de Gobierno y Ministros de Asuntos Exteriores.Esta forma de
diplomacia se practicó ya durante el siglo XIX mediante el sistema de congresos periódicos que
realizaron los más altos representantes de las potencias europeas.Más tarde,durante la segunda
guerra mundial, las conferencias de Teherán;Moscú;Yalta y Potsdam,demostraron su importancia en
la búsqueda de acuerdos sobre la colaboración bélica de los aliados o la articulación del sistema
político mundial de la postguerra.Desde entonces ha ido adquiriendo una frecuencia y un peso
crecientes en la política internacional hasta el extremo de que actualmente resulta difícil imaginar la
negociación sobre alguna importante cuestión,mundial o regional,en la que no intervengan
directamente los máximos responsables políticos del Estado.
La diplomacia "ad hoc",expresión utilizada por primera vez por la Comisión de Derecho
Internacional de las Naciones Unidas,es una diplomacia caracterizada por su temporalidad y su
excepcionalidad.
En efecto,se trata de unas relaciones diplomáticas establecidas con objeto de resolver problemas o
cuestiones internacionales que por su especificidad y/o su breve duración,no son abordadas por las
misiones permanentes.En los trabajos de la citada Comisión de Naciones Unidas,se contemplaban
tres supuestos de diplomacia "ad hoc":los delegados en congresos o conferencias
internacionales;los enviados itinerantes,encargados de desempeñar una misión en varios
países,y las misiones especiales.Estas últimas son definidas en la Convención de 1969 como "una
misión temporal que tenga carácter representativo del Estado,enviada por un Estado ante
otro,con el consentimiento de este último,para tratar con él asuntos determinados o realizar
ante él un cometido determinado."
aplicarán las normas internacionales relativas a los agentes diplomáticos,y los enviados intinerantes
sin rango diplomático,a los que se aplicarán
los usos de cortesía (comitas gentium) o las normas basadas en la reciprocidad.
Por último,debemos referirnos a la diplomacia que se desarrolla entre los delegados o representantes
de los Estados reunidos en un Congreso o Conferencia internacional.En función de las categorías
de las Conferencias internacionales podemos distinguir entre:
Es la diplomacia que se desarrolla entre los Estados miembros de las OIG y las propias
organizaciones.En efecto,los Estados miembros de una organización intergubernamental,establecen
misiones diplomáticas permanentes acreditadas ante ella con objeto de canalizar cuantas actividades
les corresponden como miembros.Una parte sustancial de esta diplomacia es la que se realiza en el
marco del sistema de Naciones Unidas.Su regulación jurídica se encuentra recogida en el
Convenio de Viena sobre la representación de los Estados en sus relaciones con las organizaciones
de carácter universal,adoptado en 1975.
A esta categoría pertenecen también las misiones permanentes de observación que pueden enviar
aquellos Estados que careciendo de la condición de miembros de la organización,desen establecer
vínculos de colaboración estable con ella.
Aunque la misión diplomática posee unos elementos personales y otros materiales,son aquellos y no
estos los que verdaderamente definen a la misión como tal.Los elementos materiales poseen,como
es lógico,un carácter estrictamente instrumental lo que significa que por sí mismos carecen de
relevancia para la existencia misma de la relación diplomática.Por el contrario,el nombramiento y
correspondiente aceptación del personal diplomático,aún careciendo de medios materiales tan
elementales como los locales de sede,etc., constituyen una base suficiente para considerar la
existencia de la relación diplomática,como lo demuestran los casos de misiones especiales.
Las categorías del personal de la misión diplomática,definidas en los arts. 1 y 14 del convenio de
1961,son las siguientes:
Se considera Jefe de la misión "la persona encargada por el Estado acreditante de actuar como
tal" .En virtud de este criterio corresponde al Estado acreditante el nombramiento del máximo
responsable de la misión quedando reservado al Estado receptor la concesión del "placet" o
aceptación de dicho nombramiento.
Entre los Jefes de misión,el Convenio establece tres categorías,que se corresponden con las que se
adoptaron en el Congreso de Viena de 1815,momento en el que se regularon por primera vez los
distintos rangos del personal diplomático y los criterios de precedencia aplicables a cada uno de
ellos.De este modo se indican las siguientes clases:
a).-Los Embajadores o Nuncios,acreditados ante los Jefes de Estado, y otros Jefes de misión de
rango equivalente;
Como se puede apreciar en esta clasificación,el principal criterio diferenciador no reside,en contra
de lo que habitualmente se cree, en la denominación que recibe el Jefe de misión sino en el órgano
del Estado receptor ante el que se encuentra acreditado.En todo caso,el mismo art. 14 en su
apartado 2 se ala expresamente que:
22
-Con algunas variaciones secundarias,esta definición se corresponde con la realizada por Colliard.
COLLIARD,C.A.-Institutions des relations internationales.-París,6 ed.,1974.Edit.Jurisprudence Générale
Dalloz.(traducción de Pauline Forcella de Segovia.-Instituciones de relaciones internacionales.-
México,1978;pág.239).
Calduch, R.- Dinámica de la Sociedad Internacional.- Edit. CEURA. Madrid, 1993 18
Esta distinción entre los miembros del personal de la misión,posee particular importancia en dos
ámbitos significativos:en relación con la nacionalidad que deben poseer y con referencia a las
inmunidades y privilegios que les son aplicables.En efecto,por lo que respecta a la nacionalidad,el
art.8 del Convenio de Viena de 1961,establece como principio que la nacionalidad del personal
diplomático de la misión sea la del Estado acreditante y sólo admite,de modo excepcional,los casos
en que la nacionalidad sea la del Estado receptor o la de un tercer Estado.En estos supuestos
excepcionales se requiere el consentimiento del Estado receptor que en todo momento posee la
libertad para retirarlo.En lo tocante a las inmunidades y privilegios nos remitimos al apartado
siguiente.
Junto a los elementos personales,la misión diplomática cuenta también con una serie de elementos
materiales entre los que destacan los locales de la misión,que el art.1,i del mencionado
Convenio,define en los siguientes términos:
"los edificios o partes de los edificios,sea cual fuere su propietario,utilizados
para las finalidades de la misión,incluyendo la residencia del Jefe de la misión,
así como el terreno destinado al servicio de esos edificios o de parte de ellos."
En otros artículos del mismo texto normativo se citan además como elementos materiales de la
misión diplomática los siguientes: el mobiliario;los medios de transporte y de comunicación al servicio
de la misión,sus archivos o documentos y demás bienes situados en los locales de la misión (arts.
22;24 y 27,1).
El Convenio de Viena establece una distinción entre las facilidades;los privilegios y las
inmunidades.Las facilidades más destacadas son las referentes a:
Finalmente,las principales inmunidades varían según que recaigan sobre los elementos personales o
materiales de la misión diplomática.Entre ellas destacan:
1.-La inviolabilidad de los locales de la misión y de la residencia particular del agente diplomático.23
23
-La inviolabilidad de los locales de la misión no sólo impide al Estado receptor acceder a ellos sin previa
autorización del Jefe de la misión,sino que también le obliga a adoptar todas las medidas de protección necesarias
para evitar que los locales sean violados por terceros particulares.
En este sentido,el asalto a la sede de la Embajada de los Estados Unidos en Teherán y la toma de rehenes entre su
personal diplomático,realizada en 1979,durante la revolución jomeinista, provocó un grave conflicto entre ambos
países y tuvo una decisiva influencia en la política interior y exterior norteamericana de la década posterior.
En relación con la violación de locales de misiones diplomáticas espa olas,merecen recordarse los casos del asalto
a la Embajada espa ola en Lisboa,realizado por un grupo de manifestantes,y el asalto e incendio de la sede de la
Embajada espa ola en Guatemala, realizado por las fuerzas de seguridad de este país.
BURGOS,P.-"Análisis jurídico de los sucesos ocurridos en la Embajada de Espa a en Guatemala".-Revista de
Estudios Internacionales,vol.1,n 1 (Enero-Marzo 1980);págs. 107-129.
SAENZ DE SANTA MARIA,M .P.-"La crisis de la inviolabilidad de las misiones diplomáticas.Una perspectiva
estructural del análisis".- Revista de Estudios Internacionales,vol. 2,n 2 (Abril-Junio 1981); págs. 261-303.
Calduch, R.- Dinámica de la Sociedad Internacional.- Edit. CEURA. Madrid, 1993 20
El personal administrativo y técnico de la misión que no posean la nacionalidad del Estado receptor
o tengan en él su residencia permanente,goza de los mismos privilegios e inmunidades,salvo la
inmunidad de jurisdicción civil y administrativa,por cuantos actos realicen al margen de sus funciones
oficiales.
Estas inmunidades y privilegios se hacen extensivas a las familias del personal
diplomático,administrativo y técnico,siempre y cuando no sean nacionales del Estado receptor.
Al personal de servicio que no posea la nacionalidad del Estado receptor,ni tenga en él su residencia
permanente,se le aplican las inmunidades se aladas pero sólo para los actos realizados en el
desempe o de sus actividades oficiales.Gozan,en cambio,del privilegio de exenciones fiscales y grav
menes sobre los salarios percibidos por sus servicios a la misión diplomática.
Los criados particulares de los miembros de la misión que no sean nacionales del Estado receptor,ni
tengan en él su residencia permanente,gozarán de las exenciones fiscales sobre sus salarios y de
aquellos otros privilegios e inmunidades que les reconozca el Estado receptor.
Ciertamente estos privilegios e inmunidades,pueden ser objeto de abusos por parte del personal de
las misiones diplomáticas.En ocasiones,las Embajadas han amparado actividades de espionaje o
terrorismo,aprovechando las ventajas que les ofrecía la inviolabilidad de
locales,correspondencia,etc.Sin embargo,la utilidad que tales privilegios e inmunidades han tenido
para el desarrollo de la diplomacia está,hoy en día,fuera de toda duda.
24
-Mención particular merece el tratamiento que el convenio de Viena concede,en su art. 27,a la valija
diplomática por la correspondencia,documentos u objetos de uso oficial de la misión diplomática, debidamente
identificados con signos exteriores y confiados a un correo diplomático o al comandante de una aeronave
comercial.
UNIDAD IV
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
EL SISTEMA INTERAMERICANO
DE PROTECCION DE LOS DERECHOS HUMANOS
Fabián Salvioli
INDICE
1.- Introducción
Hay tres características salientes que hacen al actual sistema pensado para
salvaguardar los derechos humanos en el continente americano: la coexistencia del mismo
junto a otros regímenes dentro del campo protectivo internacional de los derechos
humanos; la unidad de órganos y procedimientos que reina en el sistema; y finalmente la
estrecha relación establecida entre el sistema democrático y los elementos del mismo, con
el sistema interamericano de derechos humanos.
1
Según la definición que le da la Carta de las Naciones Unidas en su art. 57.
2
Para un estudio de las instituciones y sus características, véase Diez de Velasco, Manuel: “Las
Organizaciones Internacionales”; 10ª Edición; Edit. Técnos, Madrid, España 1997.
3
La Carta de la OEA, ha sido adoptada el 30 de abril de 1948, entró en vigor el 13 de diciembre de 1951,
y fue modificada por el Protocolo de Buenos Aires de 1967, el Protocolo de Cartagena de Indias de 1985;
el Protocolo de Washington (1992), y el Protocolo de Managua (1993).
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
a) Coexistencia
Con relación al segundo aspecto, debe rápidamente señalarse que existe una regla
común en el marco del derecho internacional de los derechos humanos, que señala que una
mismo asunto no puede someterse a dos instancias internacionales diferentes.
Surge entonces la necesidad de definir qué debe entenderse por una misma
cuestión: para que exista identidad, debe al menos estarse en presencia de idénticos
sujetos, objeto y mecanismo protectivo. Como con acierto sostiene Cançado Trindade, la
coexistencia y armonía entre los sistemas regionales e internacionales es perfectamente
posible, siendo ambos esencialmente complementarios, asumiendo la coordinación un
sentido distinto respecto a cada mecanismo que se utilice. Finalmente, dicho autor
completa la idea al considerar que las técnicas procesales y las presunciones deben ser
aplicadas para cumplir el propósito de los instrumentos internacionales, esto significa, ni
más ni menos, la protección del ser humano, y, en última instancia, la realización de la
justicia en el plano internacional5.
4
La profesora Mónica Pinto define al principio pro homine como “… un criterio hermenéutico que
informa todo el derecho internacional de los derechos humanos, en virtud del cual se debe acudir a la
norma más amplia, o a la interpretación más extensiva, cuando se trata de reconocer derechos protegidos,
e inversamente, a la norma o a la interpretación más restringida cuando se trata de establecer restricciones
permanentes al ejercicio de los derechos o su suspensión extraordinaria ...”. Conf. Pinto, Mónica: “El
principio pro homine. Criterios de hermenéutica y pautas para la regulación de los derechos humanos”;
en: “La aplicación de los tratados de derechos humanos por los tribunales locales”; pág. 163; Centro de
Estudios Legales y Sociales, CELS, Buenos Aires, Argentina, Editorial Del Puerto, 1997.
5
Conf. Cançado Trindade, Antonio: "Co-existence and Co-ordination of Mechanisms of International
Protection of Human Rights (At Global and Regional Levels)", 202 Recueil des Cours de l'Académie de
Droit International de La Haye, págs. 13 - 435. La Haya, Holanda, 1987.
Fabián Salvioli
b) Unidad de órganos
Por otra parte, es conveniente que en un sistema de derechos humanos los Estados
se habitúen a trabajar con pocos órganos, adquiriendo familiaridad con los procedimientos
ante los mismos, siempre naturalmente que estos últimos estén dotados de la fortaleza,
6
El Plan de Acción de Viena expresa que: “La Conferencia Mundial de Derechos Humanos recomienda el
aumento de la coordinación en apoyo de los derechos humanos y las libertades fundamentales dentro del
sistema de las Naciones Unidas. Con este fin, la Conferencia insta a todos los órganos y organismos de las
Naciones Unidas y a los organismos especializados cuyas actividades guarden relación con los derechos
humanos a que cooperen con miras a fortalecer, racionalizar y simplificar sus actividades, teniendo en
cuenta la necesidad de evitar toda duplicación innecesaria”. Naciones Unidas: “Plan de Acción de
Viena”, II.A.1; Viena, 1993.
7
El 15 marzo de 2006 la Asamblea General de las Naciones Unidas dio un paso histórico suprimiendo la
Comisión de Derechos Humanos (muy criticada en los últimos tiempos por su actuación) y
reemplazándola por un Consejo de Derechos Humanos.
8
La única excepción se encuentra en la Convención Americana para la eliminación de todas las formas de
discriminación contra las personas con discapacidad, que crea un Comité (Artículo VI) con facultades de
controlar el cumplimiento de la Convención por los Estados Partes a través de un sistema de presentación
y estudio de informes periódicos.
9
Tal como hemos señalado en la nota al pie precedente, la única excepción es la Convención
Interamericana para Eliminar la Discriminación contra las Personas con Discapacidad, que regula el
sistema de informes ante un comité creado al efecto.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
imparcialidad y los recursos necesarios a efectos de llevar adelante la función para la cual
han sido creados.
Uno de los aportes más relevantes de la Organización a los derechos humanos, está
dado en la jerarquización de la relación indisoluble entre aquellos y la democracia. En
efecto; la Carta de la OEA sostiene que "... la democracia representativa es condición
indispensable para la estabilidad, la paz y el desarrollo de la región ...", y que "... el sentido
genuino de la solidaridad americana y de la buena vecindad no puede ser otro que el de
consolidar en este Continente, dentro del marco de las instituciones democráticas, un
régimen de libertad individual y de justicia social, fundado en el respeto de los derechos
esenciales del hombre ..."12.
10
Salvioli, Fabián: "El sistema interamericano de derechos humanos a favor de la democracia
substancial"; en: "Garantías" N 3; (págs. 24/31) Edit. Defensoría del Tribunal de Casación de la Provincia
de Buenos Aires; La Plata, Argentina, 2000.
11
Ver al respecto, Nieto Navia, Rafael: “Introducción al sistema interamericano de protección de los
derechos humanos”; págs. 21 a 37; Edit. Temis, Bogotá, Colombia, 1993.
12
Carta de la OEA: Preámbulo, párrafos cuarto y quinto.
Fabián Salvioli
13
Carta de la OEA: Primera Parte, Capítulo II, Principios, art.3 d).
14
Ibídem: Primera Parte, Capítulo I, art. 2, b).
15
Ver Gros Espiell, Héctor: “La Convención Americana y la Convención Europea de Derechos
Humanos. Análisis comparativo” Capítulo II página 25. Allí, el autor al referirse a ambas convenciones
menciona que los dos sistemas regionales están fundados en la necesaria existencia en los Estados que los
integran, de sistemas democráticos, representativos y pluralistas.
16
Ver Hitters, Juan C.: “Derecho Internacional de los Derechos Humanos”, Tomo I, págs. 56 a 60, en
particular págs. 59/60.; Ed. Ediar, Buenos Aires, Argentina, 1991.
17
Ver las sentencias de la Corte Interamericana en los casos "Tribunal Constitucional" (Competencia,
1999); y "Barrios Altos" (Fondo, 2001).
18
Conf. Cançado Trindade, Antonio: “Democracia y derechos humanos: el régimen emergente de la
promoción internacional de la democracia y del estado de derecho”; en: “La Corte y el Sistema
Interamericanos de Derechos Humanos” (Nieto Navia, Editor), págs. 515 a 534; Ed. Corte IDH San José
de Costa Rica, 1994.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
19
Asamblea General de la OEA: (XVI Período Extraordinario de sesiones). Protocolo de Washington,
14 de diciembre de 1992; ver en particular la reforma al artículo 9 de la Carta de la OEA. Este
instrumento fue adoptado con el voto en contra sólo de México, y entró en vigor el 25 de setiembre de
1997.
20
Conf. Grossman, Claudio: “Reflexiones sobre el sistema interamericano de protección y promoción de
los derechos humanos”; en: “La Corte y el Sistema Interamericanos de Derechos Humanos” (Nieto Navia,
Editor), pág. 246; Ed. Corte IDH San José de Costa Rica, 1994.
21
Téngase en cuenta que América Latina en particular ha sido asolada por permanentes golpes de estado
y quebrantamientos al orden constitucional, que aparejaron no solamente un saldo trágico de violaciones a
los derechos humanos, sino un alto grado de autoritarismo en las sociedades.
22
Asamblea General de la OEA: (XXVIII Período Extraordinario de sesiones), Lima, Perú; Carta
Democrática Interamericana, 11 de setiembre de 2001; Ver Capítulos I y II, especialmente arts.
23
Carta Democrática Interamericana: Preámbulo, párrafo VIII.
24
Nos referimos a las dos convenciones sobre Asilo, de 1928 y 1993; y a la Convención sobre
Nacionalidad de la Mujer (1933). Las convenciones sobre Asilo, se completaron ya creada la OEA, con los
dos textos adoptados en 1954, sobre asilo diplomático y territorial. En cuanto a derechos de la Mujer, el
sistema posee dos convenciones sobre derechos políticos y derechos civiles (1948), y la Convención
Fabián Salvioli
Interamericana para la Prevención, Sanción y Erradicación de la violencia contra la Mujer (1994), la cual
desarrollaremos más adelante.
25
La Asamblea General de la OEA se celebrará en ciudad de Panamá, (república de Panamá), del 3 al 5
de junio de 2007.
26
En la Asamblea General de la OEA celebrada en Fort Lauderdale, Florida (Estados Unidos), del 5 al 7
de junio de 2005, se creó un grupo de Trabajo encargado de elaborar el proyecto de convención. Este
Grupo de Trabajo (que funciona dentro de la Comisión de Asuntos Jurídicos y Políticos del Consejo
Permanente de la OEA) ha realizado un informe que se considerará en la Asmblea General de 2007 en la
ciudad de Panamá.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
27
Se analizó el cambio de nombre de la Declaración Americana, reemplazando el vocablo “hombre” por
el de “persona” u otro más adecuado; sin embargo, la Asamblea General de la OEA ha quitado esta
cuestión de su temario. Hubiese sido deseable el reemplazo del nombre de la Declaración por alguno con
perspectiva género – sensitiva.
28
Novena Conferencia Internacional de los Estados Americanos: “Acta Final; Resolución XXX”,
Bogotá, Colombia, Marzo 30 - mayo 2 1948, página 38 (UPA, 1948).
29
Salvioli, Fabián: “El desarrollo de la Protección Internacional de los Derechos Humanos, a partir de las
Declaraciones Universal y Americana”; en: “Relaciones Internacionales” N 13”; págs. 77 a 96; Edit.
Instituto de Relaciones Internacionales, La Plata, Argentina, 1997.
30
Novena Conferencia Internacional de los Estados Americanos: "Acta Final; Resolución XXX”,
Considerandos, párrafo segundo, Bogotá, Colombia, Marzo 30 - mayo 2 1948, página 38 (UPA, 1948).
31
Entre los principales se encuentran la vida, la libertad, igualdad ante la ley, los derechos de protección,
cuidado y ayuda especiales a la mujer embarazada y a los niños en etapa de lactancia, la inviolabilidad del
domicilio y la correspondencia; a la educación, al trabajo y a condiciones dignas del mismo, el derecho a
voto y a formar parte del gobierno del país, el derecho de propiedad y las garantías judiciales.
32
Ellos son ante la sociedad, los deberes para con los hijos y con los padres, deberes de instrucción, de
sufragio, obediencia a la ley, de servir a la comunidad y a la nación, de asistencia y seguridad sociales, de
pagar impuestos de trabajar, y de abstenerse de realizar actividades políticas en país extranjero. Existen
Fabián Salvioli
otros instrumentos regionales que regulan deberes (tales como la Carta Africana de Derechos Humanos y
de los Pueblos de 1981). Para algunos autores las declaraciones deben limitarse a los derechos, sin crear
categorías de deberes sino, y particularmente, frente a la comunidad internacional (ver al respecto Alcalá
Zamora y Castillo, Niceto: “La protección procesal internacional de los derechos humanos”, Ed. Cívitas,
Pág. 143; Madrid, España, 1975).
33
Corte Interamericana de Derechos Humanos: “Interpretación de la Declaración Americana de
Derechos y Deberes del Hombre en el marco del artículo 64 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos”. Opinión Consultiva OC-10 / 89 del 14 de julio de 1989. Serie A N 10, parágrafo 48, pág. 26.
Secretaría de la Corte, San José, Costa Rica, 1989.
34
Reglamento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos: art. 49. La numeración
corresponde al nuevo Reglamento de la Comisión, que entró en vigor el 1 de mayo de 2001. En la versión
anterior, la disposición aludida se encontraba en el viejo artículo 51.
35
Comisión Interamericana de Derechos Humanos: “Caso 9647”; CIDH Resolución 3/87. Informe
Anual 1986/87 OEA. Ser L.V.II.71, Doc 9, párrafo 64; Washington D.C., Estados Unidos, 1987.
36
Salvioli, Fabián: “La tutela de los derechos en el sistema interamericano”, En. Revista Tribuno,
Publicación del Colegio de Abogados de la Primera Circunscripción de la Provincia de Córdoba;
Argentina, año 2, págs. 158 y ss, Córdoba, Argentina, junio de 1995.
37
A título de ejemplo, ver: Comisión Interamericana de Derechos Humanos: “Caso 10.675” (Estados
Unidos), Informe 51/96; y “Caso 11.436” (Cuba) Informe 47/96; en: “Informe Anual 1996”; págs. 358/9 y
160/1 respectivamente, Edit. Secretaría General de la OEA, Washington, Estados Unidos, 1997. Para
mencionar casos más recientes, ver "Caso 12.243" (Estados Unidos) Informe 52/01; en Informe Anual
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
2000, pág. 902; "Caso 12.028" (Grenada) Informe 47/01; en Informe Anual 2000, pág. 968; "Caso
12.067, 12068 y 12.086" (Bahamas) Informe 48/01; en Informe Anual 2000, pág. 1261; Edit. Secretará
General de la OEA, Washington, Estados Unidos, 2001; "Caso 11.753" (Estados Unidos) Informe 52/02;
en Informe Anual 2002; "Caso 12.285" (Estados Unidos) Informe 62/02; en Informe Anual 2002; "Caso
12.412" (Estados Unidos) Informe 103/03; en Informe Anual 2003 (ed. OEA, 2004); "Caso 12.053"
(Belice), Informe 96/03, en Informe Anual 2004, (Ed. OEA, 2005).
38
Salvioli, Fabián: “El aporte de la Declaración Americana de 1948 para la protección internacional de
los derechos humanos”, En: El sistema interamericano de protección de los derechos humanos en el
umbral del siglo XXI, Tomo I págs. 677 a 696, Edit. Corte Interamericana de Derechos Humanos, San
José de Costa Rica, 2001.
39
Existen en la actualidad 25 Estados que han depositado su instrumento de ratificación del Pacto: ellos
son Argentina, Barbados, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Dominica, Ecuador, El Salvador,
Grenada, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República
Dominicana, Suriname, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela. Respecto a Trinidad y Tobago, ha
denunciado la Convención el 25 de junio de 1998, convirtiéndose en el primer Estado que denuncia al
Pacto de San José, y generando un penoso precedente en el sistema. Estados Unidos de América ha
firmado el Pacto durante la administración Carter (1977), pero no lo ha ratificado a la fecha. Los otros
Estados Miembros de la OEA que restan ratificar el Pacto de San José son Canadá, Cuba, Antigua y
Barbuda, Bahamas, Belice, Guyana, San Cristóbal y Nevis, San Vicente y las Granadinas y Santa Lucía.
40
Los dos pactos se adoptaron el 16 de diciembre de 1966, y ambos entraron en vigor en el año 1976.
41
La primera convención de la posguerra ha sido un tratado regional celebrado en el Consejo de Europa:
La Convención Europea para la Salvaguarda de los Derechos Humanos y de las Libertades
Fundamentales, aprobada en Roma en 1950. A tal punto se ha consolidado esta convención, que el ingreso
Fabián Salvioli
Carta Africana de los Derechos Humanos y de los Pueblos42, la Carta Arabe de Derechos
Humanos, dada en el seno de la Liga Arabe43; y la Convención sobre Derechos Humanos
de la Comunidad de Estados Independientes44.
El Pacto limita la aplicación de la pena de muerte a los más graves casos, e impide
el restablecimiento de la misma en aquellos Estados que la hubieran abolido. La Corte
Interamericana de Derechos Humanos ha realizado una clara interpretación de éstas
cláusulas sobre pena de muerte, cuyo desarrollo encontramos en algunas opiniones
consultivas del Tribunal que se analizarán más adelante en este curso 48.
al Consejo de Europa de los Estados del Este europeo producto del derrumbe del sistema soviético,
conlleva para esos Estados, entre otros requisitos, la ratificación de la Convención Europea. Puede verse
un análisis del sistema europeo en: Castro-Rial Garrone, Fanny: “El sistema europeo de derechos
humanos”, en: “La protección universal y regional de los Derechos Humanos”, págs. 39 a 60. Ed. Instituto
de Relaciones Internacionales, La Plata, Argentina, 1995.
42
Véase su análisis en: N'Chama, Eya Cruz: “El sistema africano de protección de los derechos
humanos”, en: “La protección universal y regional de los Derechos Humanos”, págs. 103 a 111. Ed.
Instituto de Relaciones Internacionales, La Plata, Argentina, 1995.
43
La Carta Arabe fue adoptada en 1994; tras diez años de aprobación y sin contar con ratificaciones,
sufrió una reforma al texto original aprobada en mes de mayo de 2004.
44
Esta es la Convención de Minsk, del 26 de mayo de 1995.
45
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 1, párrafo 2.
46
Ibídem: Art. 4.
47
Ello no significa que en el sistema interamericano de derechos humanos se prohiba el aborto. La
Comisión Interamericana ha tenido la ocasión de estudiar y pronunciarse sobre el tema en el caso 2141
(Estados Unidos) de 1980.
48
Ver Opinión Consultiva 3; y Opinión Consultiva 14. La Corte ha resuelto igualmente, en 1999, una
Opinión Consultiva solicitada por México, que hace a las garantías judiciales en procesos que pueden
acarrear una condena a muerte (Opinión Consultiva 16). La Corte Interamericana ha examinado
igualmente un pedido de opinión consultiva realizado por la Comisión Interamericana, que trataba
diversas cuestiones atinentes a la sanción y aplicación de la pena capital y su compatibilidad con los
standards interamericanos de derechos humanos. Esta solicitud fue rechazada por el tribunal por
resolución del 24 de junio de 2005, no obstante haber destacado dentro de los considerandos de la misma,
los criterios ya fijados anteriormente por la Corte sobre pena de muerte.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
derecho a una indemnización por error judicial (art. 10); la protección de la honra y la
dignidad (art. 11); la libertad de conciencia y de religión (art. 12); la libertad de
pensamiento y de expresión (art. 13); el derecho de reunión (art. 15); la libertad de
asociación (art. 16); la protección a la familia (art. 17); el derecho al nombre (art. 18); el
derecho a la propiedad (art. 21); los derechos de circulación y residencia (art. 22); la
igualdad ante la ley (art. 24) y la protección judicial (art. 25).
49
En el caso Olmedo Bustos (Chile), la Corte Interamericana declaró la violación por parte del Estado de
la obligación emanada del art. 2 de la Convención, en conexión al derecho a la libertad de expresión
contenido en el artículo 13 del Pacto de San José. Corte Interamericana de Derechos Humanos;
Sentencia del 5 de febrero de 2001, serie C N 73; San José de Costa Rica. Igualmente, el art. 2 comienza a
ser utilizado por el Tribunal en sus sentencias sobre reparaciones (ver casos Paniagua Morales, sentencia
de reparaciones de 25 de mayo de 2001, y Villagrán Morales y otros, sentencia de reparaciones de 26 de
mayo de 2001.
50
Ver Casos Baena (Panamá), Sentencia de 2 de febrero de 2001, y Barrios Altos (Perú), Sentencia de 14
de mazo de 2001. En ambos, la Corte declara que el Estado incumplió con los artículos 1.1 y 2 de la
Convención Americana (puntos resolutivos 5 y 3, respectivamente). En los casos Tribunal
Constitucional, sentencia de 31 de enero de 2001, e Ivche Bronstein, sentencia de 6 de febrero de 2001,
la Corte declara que el Estado de Perú incumplió la obligación general del art. 1.1 en conexión con las
otras violaciones señaladas en el resto de la sentencia.
Fabián Salvioli
51
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 27, párrafo 2.
52
Conf. Carrillo Salcedo, Juan: “Soberanía de los Estados y Derechos Humanos en Derecho
Internacional Contemporáneo”; pág. 133. Ed. Técnos, Madrid, España, 1995.
53
Nos referimos a las Opiniones Consultivas números 6 (1986), 8 (1987) y 9 (1987), de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos. A ellas haremos referencia más adelante, al tratar las funciones de
la Corte.
54
El Protocolo está en vigor al haber alcanzado en noviembre de 1999, las once ratificaciones necesarias.
Actualmente cuenta con catorce Estados Partes; ellos son: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa
Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Panamá, Paraguay, Perú, Suriname y Uruguay.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
Los derechos humanos son indivisibles; y cabe señalar que la falta permanente de
disfrute de los derechos económicos y sociales por parte de un sector de la población,
revela un cuadro de violación sistemática de los derechos humanos. Y así como ningún
Estado puede escudarse en el grado de desarrollo económico o social para justificar
violaciones a los derechos civiles y políticos, el razonamiento inverso posee idéntica
validez: el respeto a la vida y a la integridad corporal no justifican el hambre o el
desempleo derivado de medidas políticas o económicas.
Hemos visto antes que la Convención Americana (Pacto de San José) no hace
mayor referencia a esta clase de derechos. Sólo el art. 26 compromete a los Estados partes
55
Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos: Declaración de Viena: I.5; Viena, Austria, 1993.
56
Conf. Gialdino, Rolando: “Los derechos económicos, sociales y culturales. Su respeto, protección y
realización en el plano internacional, regional y nacional”; en: Investigaciones N 2/ 99 (pág. 362) Edit.
Secretaría de Investigaciones de Derecho Comparado, Corte Suprema de Justicia de la Nación; Buenos
Aires, 1999.
Fabián Salvioli
De un estudio de la norma bajo análisis, creemos que hay al menos tres situaciones
que generarían responsabilidad internacional del Estado por violación a dicha norma: ello
sucederá si en la medida de sus recursos disponibles no adopta medidas progresivas que
tengan por resultado un mejor disfrute de los derechos económicos, sociales y culturales
que el existente antes de adoptar dichas medidas; si adopta medidas que, no solamente no
mejoran el disfrute de los derechos económicos, sociales y culturales, sino que generan
el efecto contrario, es decir deterioran el goce de los mismos; y finalmente si se
demuestra que con los recursos disponibles podían tomarse medidas que otorguen mejor
resultado, o igual resultado con menos recursos58.
57
Urquilla Bonilla, Carlos Rafael: “Los derechos económicos, sociales y culturales en e contexto de la
reforma al sistema interamericano de protección de los derechos humanos”; en: Revista 30-31, pp. 259 -
281, ed. Instituto Interamericano de Derechos Humanos, San José de Costa Rica, 2000.
58
Salvioli, Fabián: "Curso sobre protección internacional de los derechos económicos, sociales y
culturales"; publicación on line del Instituto Interamericano de Derechos Humanos www.iidh.ed.cr San
José de Costa Rica, 2004.
59
Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 42.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
Los órganos señalados, tienen además que presentar informes a la Asamblea, con
las recomendaciones que estimen convenientes (ésta última previsión, como hemos
expresado anteriormente, ya está contenida en el artículo 42 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos).
60
Puede verse un análisis en Salvioli, Fabián: "La protección de los derechos económicos, sociales y
culturales en el sistema interamericano de derechos humanos"; En Revista N 40 pp. 101- 168; ed. Instituto
Interamericano de Derechos Humanos; San José de Costa Rica, 2004.
61
Conf Ribeiro Leao, Renato Zerbini: “Os direitos econômicos, sociais e culturais na América Latina e
o Protocolo de San Salvador”, pp. 112; Ed. Sergio Antonio Fabris, Porto Alegre, 2001.
62
Protocolo de San Salvador: Art. 19.
Fabián Salvioli
63
Conf. Fernández del Soto, Guillermo: “La protección de los derechos colectivos en el sistema
interamericano”; pág. 143, en: “La Corte y el Sistema Interamericanos de Derechos Humanos” (Nieto
Navia, Editor), págs. 133 a 145; Ed. Corte IDH San José de Costa Rica, 1994.
64
Adoptado en Managua el 10 de junio de 1993, entrando en vigor el 29 de enero de 1996.
65
Protocolo de San Salvador: Arts. 8 y 13.
66
Protocolo de San Salvador: Art. 19, párr. 7.
67
Conf. Cançado Trindade, Antonio: “La Protección Internacional de los Derechos Económicos,
Sociales y Culturales” págs. 39 a 62, cita de pág. 61; en: “Estudios básicos de Derechos Humanos”, Tomo
I, Ed. Instituto Interamericano de Derechos Humanos, San José de Costa Rica, 1994.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
Pero los esfuerzos son aún insuficientes; y tanto los órganos de aplicación (en la
supervisión), como los órganos políticos (en la sanción de instrumentos y mecanismos de
protección de los derechos económicos), tienen un papel clave que cumplir para intentar
efectivizar el disfrute de los derechos económicos, sociales y culturales. No cabe sino
afirmar que deben consagrarse los mismos mecanismos de protección para todos los
derechos humanos, a fin de establecer en los hechos, la indivisibilidad e igual jerarquía de
estos.
68
La Convención posee 17 ratificaciones y se encuentra en vigor desde el 28 de febrero de 1987. Los
Estados partes son Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, República Dominicana,
Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Panamá, Paraguay, Perú, Suriname, Uruguay y Venezuela.
69
La interdicción de la tortura está contemplada en el artículo 5 párrafo 2 de la Convención Americana
“derecho a la integridad personal”.
Fabián Salvioli
Sin embargo, el artículo ocho de la Convención, que reza en su última parte “...
Una vez agotado el ordenamiento jurídico interno del respectivo Estado y los recursos que
este prevé, el caso podrá ser sometido a las instancias internacionales cuya competencia
haya sido aceptada por ese Estado”73, ha sido interpretado convenientemente por los
órganos del sistema; y así, el desarrollo jurisprudencial nos muestra que la Corte
Interamericana de Derechos Humanos se ha considerado competente y comenzó a aplicar
la Convención Interamericana para Prevenir y sancionar la Tortura 74.
70
Convención Interamericana para prevenir y sancionar la tortura: Art. 2.
71
Ibíd.: Arts. 3 y 4.
72
Ibid.: Art. 7.
73
Ibíd.: Art. 8.
74
Ver caso "Villagrán Morales" (Fondo), Sentencia de 19 de noviembre de 1999 (en particular, el punto
resolutivo N 7).
75
Caso "Tibi" (Fondo); Sentencia de 7 de setiembre de 2004.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
76
Entró en vigor el 28 de febrero de 1996; los 13 Estados que la ratificaron son Argentina, Bolivia,
Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Uruguay, y
Venezuela. Además, la Convención cuenta con las firmas de Brasil, Chile y Nicaragua.
77
Véase al respecto los datos señalados por Amnistía Internacional en sus informes anuales (por ejemplo
Informe Anual 2006), Ed. Edai, Madrid, España, 2006.
78
Un trabajo aborda con notable rigurosidad la cuestión, y a él nos remitimos: Méndez, Juan:
“Responsabilización por los abusos del pasado”; en: “Relaciones Internacionales” N 13, págs. 141 a 159;
Edit. Instituto de Relaciones Internacionales, La Plata, Argentina 1997.
79
Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas: Art. 2.
80
El preámbulo de un tratado forma parte del contexto de este, junto a los anexos al mismo. Conf.
Convención de Viena sobre Derecho de los Tratados: Normas de interpretación, art. 31.1.2.
Fabián Salvioli
Por otra parte, las características que hacen de la desaparición forzada un crimen
de lesa humanidad sí están recogidas en la parte dispositiva de la Convención. En efecto,
no puede alegarse obediencia debida como eximente (art. 8); y la acción penal y la pena
por el delito de desaparición forzada son imprescriptibles (art. 4).
81
Ver al respecto Salvioli, Fabián: “¿La justicia que viene? Un análisis de la Conferencia de las Naciones
Unidas para el establecimiento de una Corte Penal Internacional”; en: “Agora, revista de Ciencias
Sociales N 2” , págs.173 a 192,ed. CEPS, Valencia, España, 1999.
82
Ver infra, Capítulo IV.
83
Entra en vigor para cada Estado en particular al momento de su ratificación; hasta el momento, han
depositado el instrumento de ratificación Brasil, Costa Rica, Ecuador, Nicaragua, Panamá, Paraguay,
Uruguay y Venezuela. Argentina y Chile lo han firmado, pero no lo han ratificado aún.
84
El art. 4 de la Convención Americana la limita para los delitos más graves, prohibe aplicarla a delitos
para los cuales no está prevista actualmente, impide restablecerla en los países que la hubiesen abolido,
prohibe aplicarla por delitos políticos, o a personas que al momento de la comisión del delito tuviesen
menos de dieciocho años o más de setenta, y a mujeres embarazadas.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
Guatemala, por su parte, ha iniciado una vuelta a las ejecuciones, cuando después
de trece años, aplicó la pena de muerte a dos personas en 1997, aunque en noviembre de
2000 la Corte de Constitucionalidad anuló cinco condenas a muerte bajo el argumento de
que el derecho internacional prevalece sobre el interno en la materia, y en el año 2005
treinta y cuatro personas seguían condenadas a muerte86.
85
El artículo en cuestión es el 140 de la Constitución del Perú. La situación ha motivado un pedido de
opinión consultiva general de la Comisión Interamericana a la Corte, y también ha generado la
investigación jurídica de la cuestión por parte de Organizaciones No Gubernamentales como el Centro por
la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL), que ha aportado su estudio a la Corte Interamericana como
amicus curiae. Ver al respecto: Méndez Juan, Vivanco José y Krsticevic, Viviana: “Amicus Curiae
sobre la interpretación del art. 4 párrafo 2 (in fine) y párrafo 3 de la Convención Americana de Derechos
Humanos”, en: “Revista N 18”, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, págs. 29 a 44, E. IIDH,
San José, Costa Rica, 1993.
86
Conf. Amnistía Internacional: “Informe Anual 1997”, pág. 202; Edit. EDAI, Madrid, España, 1997,
Informe Anual 2001, pág. 218; edit. EDAI, Madrid, España, 2001, e Informe Anual 2005, pág. 202; edit.
EDAI, Madrid, España, 2005
87
Ver la profusa actuación al respecto, desde 1980, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Igualmente, en una opinión consultiva que reconoce sus causas en los procesos a extranjeros en Estados
Unidos, por delitos que pueden acarrear la pena de muerte, la Corte Interamericana de Derechos Humanos
ha emitido su Opinión Consultiva N 16.
Fabián Salvioli
Los derechos de las mujeres se encuentran en progreso de abrirse paso (no sin
dificultades) dentro de las organizaciones internacionales. En este contexto, se ha
producido un destacable avance desde la aprobación de la Carta de las Naciones Unidas
hasta la adopción de la Declaración y Plataforma de Acción de Pekín en la Cuarta
Conferencia Mundial sobre Derechos de la Mujer89.
A nivel doctrinario, adoptar como tema esta práctica indudable de violación a los
derechos humanos conlleva un desafío, ya que el Estado aparece como responsable no
sólo cuando sus agentes cometen actos de este tipo, sino también por "inacción del
gobierno"; en el caso en particular, cuando tolera o consiente dentro de su territorio la
violencia contra la mujer que se produce en el ámbito público o privado 91. En este sentido,
88
Esta Convención se ha transformado en el instrumento jurídico de derechos humanos de mayor número
de ratificaciones dentro de la OEA. Sólo no la han ratificado Canadá, Cuba y Estados Unidos. En
noviembre del año 2005 Jamaica devino el Estado parte N 32 en la Convención de Belem do Pará.
89
Conf. Salvioli, Fabián: “La mujer en el derecho internacional público: un viaje de medio siglo desde
San Francisco a Pekín”; en: “A un año de Beijing”; Serie Documentos N 13, págs. 7 a 31; Edit. Instituto
de Relaciones Internacionales, La Plata, Argentina, 1996.
90
Conf. Salvioli, Fabián: “Los Derechos Humanos en las Conferencias Internacionales de la última
década del Siglo XX”; en: “Las Grandes Conferencias Mundiales de la década de los ´90: las bases para la
construcción de una comunidad internacional” (págs. 11 a 79) Edit. IRI, UNLP y Programa de Naciones
Unidas para el Desarrollo; La Plata, Argentina, 2000.
91
La responsabilidad del Estado por no realizar acciones que debería llevar a cabo para garantizar el goce
de los derechos reconocidos en algún texto internacional ha tenido un desarrollo en el sistema europeo
bajo el nombre de la “drittwirkung”, teoría nacida de la jurisprudencia constitucional alemana. Ver al
respecto Carrillo Salcedo, Juan A.: “Protección de los derechos humanos en el Consejo de Europa: hacia
la superación de la dualidad entre derechos civiles y políticos y derechos económicos, sociales y
culturales”, en: “Revista de Instituciones Europeas”, Vol 18 N 2, 1991, pág. 437.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
García Muñoz señala que “para hacer realidad los derechos humanos de las mujeres es
imprescindible romper la barrera que separa lo público de lo privado. Porque la mayoría
de los atentados contra sus derechos que sufren las mujeres se producen en el plano de sus
vidas privadas …”, e indica los parámetros de responsabilidad de los Estados por
inobservancia del deber de debida diligencia92.
La vía de acción en caso de violencia contra la mujer está dada por la posibilidad
de que cualquier persona, grupo de personas u organización no gubernamental legalmente
reconocida en un Estado miembro de la OEA, puede elevar a la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos, denuncias manifestando que un Estado parte en la convención ha
violado las disposiciones establecidas en el artículo séptimo de la misma; es decir, que ha
incumplido todas las acciones inmediatas que el Estado debe tomar para prevenir,
sancionar y erradicar la violencia contra la mujer.
96
Ibídem: Art. 8.
97
El 16 de abril de 2001 la Comisión Interamericana condenó a Brasil por violación de la Convención de
Belem do Pará en el caso 12.051 "María da Penha Maia Fernándes", Informe 54/01; El 10 de octubre de
2001, la Comisión declaró admisible el caso 12.350 contra Bolivia, por presunta violación de la
Convención de Belem do Pará; asimismo, en 1998 la Comisión declaró admisible el caso 11.756 "Leonor
La Rosa Bustamante", contra Perú; Informe Nº 54/98. Respecto a este caso, en febrero de 2001 el gobierno
del Perú se comprometió a ofrecer solución al mismo, reconociendo responsabilidad y tomando medidas
para restaurar los derechos vulnerados; igualmente, en el año 2000 sostuvo la admisibilidad en los casos
12.230, "Zoilamérica Narváez Murillo" (Nicaragua) Informe 118/01, y 12.191 "María Mamérita
Mestanza Chávez" (Perú) Informe 66/00. En este último caso, se llegó a una solución amistosa en la cual
el gobierno de Perú reconoce su responsabilidad internacional por violación de los artículos 1.1, 4, 5 y 24
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, así como el art. 7 de la Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, en agravio de la
víctima María Mamérita Mestanza Chávez (informe 71/03 de 10 de octubre de 2003). Más adelante, la
Comisión Interamericana ha declarado la admisibilidad por presunta violación a la Convención de Belem
do Pará (entre otros instrumentos) en los siguientes casos: Informe N° 18/05 de 24 de febrero de 2005;
Petición 283/02 "Laura Berenice Ramos Monarrez" (México); Informe N° 17/05 de 24 de febrero de 2005;
Petición 282/02 "Esmeralda Herrera Monreal" (México); Informe N° 16/05 de 24 de febrero de 2005;
Petición 281/02 "Claudia Ivette González" (México). Los tres asuntos se refieren a desaparición y
ejecución extrajudicial ocurridas en Ciudad Juárez. En marzo de 2006, la Comisión declaró admisibles los
casos de Paloma Angélica Escobar Ledezma y Silvia Arce contra México, debido a feminicidios
igualmente en ciudad Juárez.
98
Sobre el particular ver: "Informe actualizado sobre la labor de la Relatoría sobre los Derechos de la
Mujer", en Informe Anual 2001, Capítulo IV, Comisión Interamericana de Derechos Humanos,
Washington, Estados Unidos, abril de 2002.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
Este instrumento tiene por objetivo prevenir y eliminar todas las formas de
discriminación contra las personas con discapacidad, y propiciar su plena integración en la
sociedad104.
99
Ver “Caso del Penal Miguel Castro Castro” Sentencia de 25 de noviembre de 2006. Serie C No. 160.
100
Un abordaje de género es utilizado por primera vez en una decisión de la Corte en el ya citado caso del
Penal Miguel Castro Castro: en efecto, el párrafo 228 de la sentencia afirma que “… Al analizar los
hechos y sus consecuencias la Corte tomará en cuenta que las mujeres se vieron afectadas por los actos
de violencia de manera diferente a los hombres, que algunos actos de violencia se encontraron dirigidos
específicamente a ellas y otros les afectaron en mayor proporción que a los hombres…”
101 La Convención entró en vigor el 14 de setiembre de 2001; los Estados que la han ratificado son
Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México,
Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. Fue firmada por
Dominica, Haití y Jamaica.
102
Informe de 12 de julio de 1991, E/CN.4/Sub.2/1991/31. Relator Especial sobre la situación de los
derechos humanos de las personas con discapacidad.
103
Ver art. I, b.
104
Art. II.
Fabián Salvioli
105
Art. I.
106
Arts. III a V.
107
Art. VI.
108
El reglamento de la Comisión Interamericana ha sido revisado y finalmente modificado, habiendo
entrado en vigor el 1 de mayo de 2001.
109
Ver Estatuto de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, art. 20 y Reglamento de la
misma, art.24 (antiguo artículo 26): esta última disposición prevé la posibilidad de iniciación de un
procedimiento de oficio por parte de la CIDH.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
110
Adoptada en Barbados el 3 de junio de 2002; entró en vigor el 7 de octubre de 2003; a la fecha cuenta
con la ratificación de Antigua y Barbuda, Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Costa Rica, Dominica, El
Salvador, Estados Unidos, Grenada, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú,
República Dominicana, Uruguay, Trinidad y Tobago, y Venezuela.
111
OEA/Ser.L/V/II.116, aprobado por la Comisión Interamericana en su 116 Período Ordinario de
Sesiones, Washington, 2002.
Fabián Salvioli
112
Ver Protocolo de San Salvador: art. 19, párrs. 1, 4 y 5. En este mismo capítulo hemos hecho
referencia a la norma bajo análisis (ver supra II.2.C).
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
1. Generalidades y características
113
Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer:
art. 11.
114
Por ejemplo, la relatoría especial de los asuntos relacionados con los derechos de la mujer, creada por
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su 85 período de sesiones. Este cargo tiene como
función primordial analizar e informar sobre casos de discriminación de facto y de iure, que puedan
entorpecer la capacidad de la mujer para ejercer sus derechos y libertades (conf. Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, “Informe Anual 1996”, pág. 787, Washington, Estados Unidos,
1997). Otra relatoría importante es la de Libertad de Expresión, que posee carácter permanente, y en sus
últimos trabajos ha desarrollado un minucioso seguimiento de la cuestión en el continente, focalizando
aquellos países donde existen dificultades en la materia.
115
Esta estructura dual se dio también en el Consejo de Europa, donde existían una Comisión y un
Tribunal; aunque la reforma operada al sistema, propuesta en el Protocolo XI anexo a la Convención
Europea, produjo la eliminación de la Comisión y la existencia de un solo órgano jurisdiccional dividido
en Salas. Esta reforma entró en vigor en 1 de noviembre de 1998. Un estudio acabado de la misma puede
observarse en García Muñoz, Soledad: “El Protocolo XI al Convenio Europeo: un antes y un después en
la protección internacional de los derechos humanos”; en: Anuario de Derecho N 5, Universidad Austral,
págs. 27 a 57, Edit. Abeledo Perrot, Argentina, diciembre de 1999.
Fabián Salvioli
Ambos órganos (Comisión y Corte) tienen una composición similar (deben estar
formados por personas de alta autoridad moral y de reconocida versación en materia de
derechos humanos)116.
Finalmente, frente a las dos instancias se tramitan asuntos contra Estados, aunque,
como veremos más adelante, esto no les equipara en su función.
116
Ver Estatuto de la Comisión Interamericana, art. 2; y Estatuto de la Corte Interamericana, art. 4.
117
Ver Estatuto de la Comisión Interamericana, art. 18 e); Convención Americana sobre Derechos
Humanos, art. 64.2; y Estatuto de la Corte Interamericana, art. 62.
118
Estatuto de la Comisión Interamericana, arts. 2 y 3.
119
Nos referimos a la Resolución VII de la Quinta Reunión Extraordinaria de Ministros de Relaciones
Exteriores, realizada en Santiago de Chile en 1959.
120
Conf. Pinto, Mónica: “La denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”, Ed. Del
Puerto, pág. 181, Buenos Aires setiembre de 1993.
121
Esta medida fue adoptada en la Tercera Conferencia Extraordinaria; llevada a cabo en Buenos Aires en
1967, donde se modificó sustancialmente la Carta de la Organización de los Estados Americanos.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
122
Conf. Salvioli, Fabián: “La tutela de los derechos en el sistema interamericano”, En: Revista Tribuno,
Publicación del Colegio de Abogados de la Primera Circunscripción de la Provincia de Córdoba; año 2,
Pág. 158, Córdoba, Argentina 1995.
123
Ver Infra, Cap. IV. B.
124
El sistema derivado de la Convención Europea (del Consejo de Europa), posee un Tribunal Europeo de
Derechos Humanos que ha desarrollado una importante jurisprudencia, a diferencia de la Organización de
Naciones Unidas donde no existe una Corte con competencia general para juzgar a Estados por
violaciones a los derechos humanos. En junio de 1998, en Oagadoudou se adoptó un Protocolo que crea
una Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, este protocolo entró en vigor el 25 de enero
Fabián Salvioli
Todo sistema de protección de los derechos humanos busca como primer objetivo
el colaborar con los Estados en el cumplimiento de sus compromisos internacionales en la
materia, ya que éstos son los primeros y principales obligados. En esta tarea, la Corte
Interamericana de Derechos Humanos posee una función que no encuentra similar en el
derecho internacional debido a la dimensión que adquirió la misma: su competencia
consultiva.
de 2004. Los otros sistemas regionales existentes (el Arabe y el de la Comunidad de Estados
Independientes) no poseen una instancia jurisdiccional.
125
Convención Americana sobre Derechos Humanos: arts. 33 y 52 a 69.
126
Estatuto de la Corte Interamericana de Derechos Humanos: art. 4.
127
Ibídem: arts. 3 y 22.
128
Corte Interamericana de Derechos Humanos: “Opinión Consultiva OC1/82. Otros tratados”,
parágrafo 22, Ed: Secretaría de la Corte, San José, Costa Rica, 1982.
129
Ver Salvioli, Fabián: “La competencia consultiva de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos: marco legal y desarrollo jurisprudencial”; en “Homenaje y Reconocimiento a Antônio
Cançado Trindade; Ed. Sergio Fabris, Brasilia, Brasil, 2004; igualmente, puede consultarse
Ventura, Manuel y Zovatto, Daniel: La función consultiva de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos; IIDH Ed. Civitas, (464 págs). San José de Costa Rica, 1989.
130
Convención Americana sobre Derechos Humanos: art. 64.1 y 64.2.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
131
Ibídem.
132
Ver en este mismo curso, Capítulo II,2.b: “La Convención Interamericana para prevenir, sancionar y
erradicar la violencia contra la mujer”.
133
Ver Convención Americana sobre Derechos Humanos: Art. 64.
134
Corte Interamericana de Derechos Humanos: “Compatibilidad de un proyecto de ley con el artículo
8.2.h de la Convención Americana sobre Derechos Humanos”. Opinión Consultiva OC-12 / 91 del 6 de
diciembre de 1991. Serie A N 12. Ed. Secretaría de la Corte, San José, Costa Rica, 1991, y Resolución del
10 de mayo de 2005, “Solicitud de Opinión Consultiva OC-21”, en Comunicado de Prensa: CIDH CP-
05/05; Ed. Corte Interamericana de Derechos Humanos, San José, junio de 2005.
135
La primera opinión consultiva fue emitida por la Corte Interamericana en 1982, y la décimo novena el
28 de noviembre de 2005.
Fabián Salvioli
136
Corte Interamericana de Derechos Humanos: "El efecto de las reservas sobre la entrada en vigencia
de la Convención Americana de Derechos humanos (arts. 74 y 75 Convención Americana sobre Derechos
Humanos)". Opinión Consultiva OC-2 / 82 del 24 de setiembre de 1982. Serie A N 2, parágrafo 29, pág.
44. Ed. Secretaría de la Corte, San José, 1982.
137
Ibídem, parágrafo 40, pág. 49.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
138
Trataremos el requisito de agotamiento de los recursos internos al abordar los casos individuales ante
la Comisión.
139
Corte Interamericana de Derechos Humanos: "Excepciones al agotamiento de los recursos internos
(Art. 46.1, 46.2.a y 46.2.b Convención Americana sobre Derechos Humanos)". Opinión Consultiva OC/11
del 10 de agosto de 1990. Serie A N 11, parágrafo 42, pág. 16. Ed. Secretaría de la Corte, San José, 1990.
140
Corte Interamericana de Derechos Humanos: "Responsabilidad internacional por expedición y
aplicación de leyes violatorias de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (arts. 1 y 2 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos)". Opinión Consultiva OC 14/94 del 9 de diciembre de
1994. Serie A N 14, parágrafo 58, Ed. Secretaría de la Corte, San José, 1994.
141
Esta iniciación ha sido continuada en el razonamiento elaborado por el Juez Cançado Trindade en el
Caso "Barrios Altos" (Fondo, 2001); ver el Voto Razonado emitido por dicho magistrado.
Fabián Salvioli
Sobre a la frase “otros tratados” pasibles de ser interpretados bajo una opinión
consultiva, a que se refiere el artículo 64 de la Convención Americana sobre Derechos
Humanos, consideró que su función consultiva puede ejercerse “... en general, sobre toda
disposición, concerniente a la protección de los derechos humanos, de cualquier tratado
internacional aplicable en los Estados americanos, con independencia de que sea bilateral o
multilateral, de cuál sea su objeto principal o de que sean o puedan ser partes del mismo
Estados ajenos al sistema interamericano”142.
142
Corte Interamericana de Derechos Humanos: “Otros tratados”. Objeto de la función consultiva de la
Corte (art. 64 Convención Americana sobre Derechos Humanos). Opinión Consultiva OC1/82, del 24 de
setiembre de 1982. Serie A N 2, parágrafo 58, pág. 28. Ed: Secretaría de la Corte, San José, Costa Rica,
1982.
143
Corte Interamericana de Derechos Humanos: "Interpretación de la Declaración de los Derechos y
Deberes del Hombre en el marco del artículo 64 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos".
Opinión Consultiva OC-10 / 89 del 14 de julio de 1989. Serie A N 10, parágrafo 48, pág. 26. Secretaría de
la Corte, San José, 1989.
144
Corte Interamericana de Derechos Humanos: “Propuesta de modificación a la constitución política
de Costa Rica relacionada con la naturalización”; Opinión Consultiva OC-4 / 84 del 19 de enero de 1984.
Serie A N 4, parágrafo 26, pág. 18. Secretaría de la Corte, San José, 1984.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
c) Opiniones emitidas por la Corte respecto a las restricciones a los derechos humanos
según la Convención Americana
145
Se trata de la Opinión Consultiva N 15, a pedido del Gobierno de Chile: ver Corte Interamericana de
Derechos Humanos: “Informes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (art. 51 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos)”; Opinión Consultiva OC-15 / 97 del 14 de noviembre
de 1997. Serie A N 15, Secretaría de la Corte, San José, 1997.
146
Corte Interamericana de Derechos Humanos: “Compatibilidad de un proyecto de ley con el artículo
8.2.h de la convención Americana sobre Derechos Humanos”; Op. Cit. parágrafo 28, pág. 14.
147
Ver Carrillo Salcedo, Juan: "Soberanía de los Estados y Derechos Humanos en Derecho Internacional
Contemporáneo", ed. Técnos, Madrid, 1995. Véase en particular los Capítulos II y III del libro citado. En
este último, el autor señala "... En otros aspectos, por el contrario, la Convención Americana no sólo es
más realista, sino que más progresiva, desde mi punto de vista, que el Convenio Europeo de Derechos
Humanos y que el Pacto internacional de Derechos Civiles y Políticos, al incluir entre los derechos
inderogables a las garantías judiciales indispensables para la protección de los derechos que no pueden ser
objeto de medidas de suspensión ." Op. Cit. pág. 64.
Fabián Salvioli
hecho la Corte, tiene aptitud para restringir el goce o ejercicio de los derechos
reconocidos por la Convención ...”148.
Las opiniones consultivas octava y novena han tratado con alto criterio la espinosa
cuestión de las garantías que no pueden suspenderse de acuerdo a la Convención. El Pacto
de San José, señala en este sentido que “... La disposición precedente no autoriza la
suspensión de los derechos determinados en los siguientes artículos ... [los enumera] ... ni
de las garantías judiciales indispensables para la protección de tales derechos” 149.
148
Corte Interamericana de Derechos Humanos: "La expresión Leyes en el artículo 30 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos". Opinión Consultiva OC-6 / 86 del 9 de mayo de 1986.
Serie A N 6, parágrafo 35, pág. 18. Ed. Secretaría de la Corte, San José, 1986.
149
Convención Americana sobre Derechos Humanos: art. 27.2.
150
Corte Interamericana de Derechos Humanos: "El Hábeas Corpus bajo suspensión de garantías (Arts.
27.2, 25.1 y 7.6 Convención Americana sobre Derechos Humanos)". Opinión Consultiva OC-8 / 87 del 30
de enero de 1987. Serie A N 8, parágrafo 44, pág. 24. Secretaría de la Corte, San José, 1987.
151
Corte Interamericana de Derechos Humanos: "Garantías judiciales en estado de emergencia (arts.
27.2, 25 y 8 Convención Americana sobre Derechos Humanos)". Opinión Consultiva OC-9 / 87 del 6 de
octubre de 1987. Serie A N 9, parágrafo 41, pág. 21. Secretaría de la Corte, San José, 1987.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
152
Véase al respecto: Salvioli, Fabián: “Derechos, acceso y rol de las víctimas”; en: “El futuro del sistema
interamericano de protección de los derechos humanos”; págs. 293 a 342 (particularmente págs.319 a
323); Edit. Instituto Interamericano de Derechos Humanos, San José de Costa Rica, 1998.
153
Corte Interamericana de Derechos Humanos: “Informes de la Comisión ..." Op. Cit. párr. 59.
Fabián Salvioli
establecido por esta; y por último que la propia Corte efectúa el control de legalidad de las
actuaciones de la Comisión respecto al trámite de asuntos que llegan al Tribunal154.
La séptima opinión, solicitada también por el gobierno de Costa Rica, tuvo por
objeto que la Corte se expida sobre el alcance y la interpretación del derecho de
rectificación o respuesta contemplado en el artículo catorce de la Convención Americana.
157
Corte Interamericana de Derechos Humanos: “El derecho a la información sobre la asistencia
consular en el marco de las garantías del debido proceso legal” Opinión Consultiva oc-16/99 del 1 de
octubre de 1999. Serie A N 16. Secretaría de la Corte, San José de Costa Rica, 1999.
158
Corte Interamericana de Derechos Humanos: "La Colegiación Obligatoria de Periodistas (arts. 13 y
29 Convención Americana sobre Derechos Humanos)". Opinión Consultiva OC-5 / 85 del 13 de
noviembre de 1985. Serie A N 5, parágrafos 25 y 26. Secretaría de la Corte, San José, 1984.
159
Reglamento de la Comisión Interamericana: art. 44.
Fabián Salvioli
Igualmente, el Tribunal destacó que los Estados Partes en la Convención Americana tienen
el deber de tomar todas las medidas positivas que aseguren la protección a los niños y
niñas contra malos tratos, sea en su relación con las autoridades públicas, o en las
relaciones inter individuales o con entes no estatales; que en los procedimientos judiciales
o administrativos en que se resuelven sus derechos se deben observar los principios y las
160
Dice textualmente: Toda persona afectada por informaciones inexactas o agraviantes emitidas en su
perjuicio a través de medios de difusión legalmente reglamentados y que se dirijan al público en general,
tiene derecho a efectuar por el mismo organo de difusión su rectificación o respuesta en las condiciones
que establezca la ley.
161
Corte Interamericana de Derechos Humanos: "Exigibilidad del derecho de rectificación o respuesta
(Arts. 14.1, 1.1 y 2 Convención Americana sobre Derechos Humanos)". Opinión Consultiva OC-7 / 86 del
29 de agosto de 1986. Serie A N 7, parágrafo 35.C, pág. 19. Secretaría de la Corte, San José, 1986.
162
Ibídem: pág.71. Sostuvo el magistrado "... tanto porque toda regulación significa necesariamente una
limitación o restricción, como por el principio general de derecho de que el régimen general de los
derechos fundamentales es materia reservada a la ley, debió decirse que la expresión "ley" en el artículo
14.1 significa en todo caso "ley formal" ...".
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
normas del debido proceso legal (juez natural – competente, independiente e imparcial –,
doble instancia, presunción de inocencia, contradicción y audiencia y defensa) atendiendo
las particularidades que se derivan de la situación específica en que se encuentran; que
menores de 18 años a quienes se atribuya la comisión de una conducta delictuosa deben
quedar sujetos a órganos jurisdiccionales distintos de los correspondientes a las personas
mayores de edad; y que otros casos, como son los de abandono, desvalimiento, riesgo o
enfermedad, deben ser atendidos en forma diferente a la que corresponde a los
procedimientos aplicables a quienes incurren en conductas típicas. Sin embargo, en dichos
casos es preciso observar, igualmente, los principios y las normas del debido proceso
legal, tanto en lo que corresponde a los y las menores como en lo que toca a quienes
ejercen derechos en relación con éstos, derivados del estatuto familiar, atendiendo también
a las condiciones específicas en que se encuentren163.
163
Corte Interamericana de Derechos Humanos: “Condición jurídica y social del niño” Opinión
Consultiva oc-17/02 del 28 de agosto de 2002; párr. 137; Serie A N 17. Secretaría de la Corte, San José de
Costa Rica, 2002.
Fabián Salvioli
Para que no queden dudas el Tribunal subrayó que las personas trabajadoras, al ser
titulares de los derechos laborales, deben contar con todos los medios adecuados para
ejercerlos. Los trabajadores migrantes indocumentados poseen los mismos derechos
laborales que corresponden a las demás personas trabajadoras del Estado de empleo, y
este último debe tomar todas las medidas necesarias para que así se reconozca y se cumpla
en la práctica. Finalmente la Corte subrayó que los Estados no pueden subordinar o
condicionar la observancia del principio de la igualdad ante la ley y la no discriminación a
la consecución de los objetivos de sus políticas públicas, cualesquiera que sean éstas,
incluidas las de carácter migratorio.
164
Un análisis interesante de las medidas provisionales puede observarse en: Pasqualucci, Jo M.:
“Medidas provisionales en la Corte Interamericana de Derechos Humanos: una comparación con la Corte
Internacional de Justicia y la Corte Europea de Derechos Humanos”, en: “Revista N 19” del Instituto
Interamericano de Derechos Humanos, San José de Costa Rica, 1994.
165
Convención Americana sobre Derechos Humanos: art. 63.2.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
Americana. Así, el Pacto de San José requiere que se trate de casos de extrema gravedad y
urgencia, y que la adopción sea necesaria para evitar daños irreparables a las personas.
Los últimos desarrollos de las medidas provisionales dictadas por parte del
Tribunal (o por quien ejerza la presidencia y luego ratificadas por aquel), han mostrado un
salto cualitativo de gran importancia: se han ordenado en un caso medidas provisionales a
favor de personas innominadas168; y también es destacable la adopción de medidas
provisionales cuando estas fueran solicitadas directamente por los peticionarios169. El
nuevo Reglamento de la Corte Interamericana indica claramente que en casos ya
sometidos a la Corte, las víctimas, presuntas víctimas, familiares o representantes pueden
solicitar medidas directamente al Tribunal, sin la necesidad de la intermediación de la
Comisión Interamericana170.
166
Conf. Aguiar Aranguren, Asdrúbal: “Apuntes sobre las medidas cautelares en la Convención
Americana sobre Derechos Humanos”, en: “La Corte y el Sistema Interamericanos de Derechos
Humanos” , págs. 26/7. San José de Costa Rica, 1994.
167
Conf. Nieto Navia, Rafael: “Las medidas provisionales en la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, teoría y praxis”, en: “La Corte y el Sistema Interamericanos de Derechos Humanos”, pág.
392/3, San José de Costa Rica, 1994. El autor no considera que tengan carácter obligatorio las medidas
dictadas por el presidente cuando la Corte no se encuentra reunida (ibídem pág. 393).
168
Corte Interamericana de Derechos Humanos: Medidas provisionales: "Caso de Haitianos y
Dominicanos de origen Haitiano en la República Dominicana" (República Dominicana), agosto de
2000.
169
En los casos Loayza Tamayo y Tribunal Constitucional, ambos contra Perú.
170
Reglamento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, art. 25.
Fabián Salvioli
171
Conf. Escobar Hernández, Concepción: “Las organizaciones internacionales en América”, en: Diez
de Velasco, Manuel: “Las organizaciones internacionales” (novena edición), Cap. XXX, pág. 562, Ed.
Técnos, Madrid, España, 1995.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
172
Convención Americana de Derechos Humanos: art. 45; y Reglamento de la Comisión
Interamericana: art. 48.
173
Comisión Interamericana de Derechos Humanos: Informe N° 11/07; Caso Interestatal 01/06;
Nicaragua c. Costa Rica; 8 de marzo de 2007.
174
Buergenthal, Thomas: “International Human Rights in a nut shell” West Publishing CO. St. Paul,
Estados Unidos, 1988, Pág. 136 (traducción no oficial).
Fabián Salvioli
175
La elaboración de un informe sobre derechos humanos en un Estado tiene como procedimiento la
transmisión previa del mismo al gobierno para que le haga observaciones, antes de la decisión que la
Comisión toma de publicarlo o no (ver artículo 58 del Reglamento de la Comisión Interamericana).
176
Estatuto de la CIDH, arts. 18 g. y 20. Desde 1961, la Comisión ha efectuado más de 80 visitas in
loco.
177
Conf. Márquez Rodríguez, Edith: “Visitas de observación in loco de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos y sus informes”, en: “Estudios Básicos de Derechos Humanos”, Tomo III, pág 137.
Ed. IIDH, San José, Costa Rica, 1995.
178
Conf. Pinto, Mónica: "La denuncia ..." Op. Cit. pág. 111.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
ser de un gran impacto, así como también revisten suma importancia protectiva y
preventiva179.
179
Véase Márquez Rodríguez, Edith: Op. Cit. págs. 142 a 144.
180
Reglamento de la CIDH: Arts. 23, Presentación de peticiones, y 24 (Tramitación Motu Proprio).
Fabián Salvioli
181
Reglamento de la CIDH: Art. 23.
182
En efecto, el artículo 25 de la Convención Europea de Derechos Humanos (Tratado de Roma de 1950)
decía que la Comisión Europea puede conocer de cualquier demanda una persona física, organización no
gubernamental o grupo de particulares que se considere víctima de una violación a alguno de los derechos
reconocidos en aquella. Este requisito se mantiene en el actual art. 34 del Convenio Europeo, luego de la
entrada en vigor del Protocolo 11, aunque ahora las comunicaciones van a conocimiento directo del
Tribunal por haberse eliminado la Comisión Europea.
183
Reglamento de la CIDH: Art. 28, Requisitos para la consideración de peticiones.
184
Convención Americana de Derechos Humanos Art. 46, b; Reglamento de la CIDH: Arts. 32.1; y
32.2.
185
Convención Americana sobre Derechos Humanos: art. 47.d.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
situación, o si los sujetos del caso no son los mismos, la Comisión no hará lugar a la
excepción del “non bis in idem”186.
186
Conf. Jimena Quesada, Luis: Le systéme interaméricain de protection des droits de l'homme, en:
"Recueil des Cours: Collection of Lectures, Textes et Sommaires"; Institut International des Droits De
l'Homme, Strasbourg, France, julliet de 1995, págs. 163 a 199.
187
Para un estudio profundo de la regla véase Cançado Trindade, Antonio: “O esgotamento de recursos
internos no Direito Internacional” Ed. Universidade de Brasilia, Brasil, 1984.
188
Conf. Buergenthal, T.; Norris, R. y Shelton, D.: “La protección de los derechos humanos en las
Américas”. pág 317. Instituto Interamericano de Derechos Humanos, Ed. Civitas, Madrid, España, 1990.
189
Reglamento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos: art. 31, inc. 2.
190
Ibídem: art. 31 inc. 3.
191
Convención Americana sobre Derechos Humanos: art. 48.1.f); y Reglamento de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos: artículo 41.
Fabián Salvioli
ciertas pautas. Mónica Pinto, analizando la práctica de la Comisión menciona criterios que
este órgano tuvo para declarar improcedente la aplicación de la solución amistosa. Así, la
autora indica como casos la ausencia de respuesta de un gobierno a las preguntas de la
Comisión conlleva falta de interés en una solución amistosa, o cuando el motivo de la
queja radica en una cuestión eminentemente jurídica; cuando el Estado denunciado ha
cuestionado la competencia de la Comisión para entender en la denuncia; o cuando hay
desaparición forzada, por la propia naturaleza del asunto 192.
El Estado tiene un plazo dado por la Comisión para cumplir con las
recomendaciones formuladas. Pasado el plazo la Comisión analiza si el Estado ha
cumplido con lo solicitado y decide si publica o no el informe, por el voto de la mayoría
absoluta de sus miembros194. Cuando están dadas ciertas circunstancias, la Comisión
puede enviar el asunto ante la Corte Interamericana, tal como se verá más adelante.
192
Pinto, Mónica: "... La denuncia ..." Op. Cít. pág. 130.
193
El Informe Anual 1999 de la Comisión, menciona cuatro casos en los cuales se ha arribado a solución
amistosa: dos de Argentina, uno de Guatemala y otro de Paraguay. Ello dista considerablemente de los
trece asuntos finalizados bajo el procedimiento de solución amistosa durante el año 2000, aunque doce de
ellos pertenecen a casos contra un mismo Estado (Ecuador); al igual que durante el año 2001, un solo caso
es con respecto a la República Argentina, y el resto de ellos corresponden a Ecuador. En el año 2002 hay
tres casos de solución amistosa; dos de ellos corresponden a Chile y el restante a Perú. En el año 2003 se
alcanzaron 11 soluciones amistosas: una con Argentina, una con Brasil, tres con Ecuador, tres con
Guatemala, una con México y dos con Perú; en el año 2004 se concretaron tres soluciones amistosas, una
con Chile, otra con Guatemala y la última con Perú; en el año 2005 se realizaron siete soluciones
amistosas: una con Argentina, dos con Bolivia, una con Colombia, dos con Guatemala, y una con México.
Finalmente, en el año 2006 se han dado dos soluciones amistosas con Colombia, tres con Perú, tres con
Ecuador y una respecto de Venezuela. En lo que va de 2007, dos soluciones amistosas fueron aprobadas
por la Comisión Interamericana, una en relación a Perú y otra respecto de México.
194
Convención Americana sobre Derechos Humanos: art. 51.
195
Hemos desarrollado esta línea de pensamiento en Salvioli, Fabián: “Un análisis desde el principio pro
persona, sobre el valor jurídico de las decisiones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos”;
en: “Defensa de la Constitución”, libro en reconocimiento al Dr. Germán Bidart Campos, pp. 143 – 155,
Ed. Ediar, Buenos Aires, 2003.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
Quizás sea aventurado por las diferencias entre ambos sistemas pretender una
modificación similar en el sistema interamericano, pero creemos que como paso
progresivo, debería establecerse un Protocolo a la Convención Americana, similar al
Protocolo IX del Convenio europeo 200. En un sistema de derechos humanos, lo primero a
considerar es el derecho de las víctimas a una tutela y garantía efectivas.
196
Ibídem: art. 62.
197
Corte Interamericana de Derechos Humanos: Caso "Tribunal Constitucional"; Sentencia del 24 de
setiembre de 1999 (Competencia).
198
Convención Americana sobre Derechos Humanos: art. 61.
199
Por el Protocolo XI Anexo al Convenio Europeo.
200
Nos referimos a ello más adelante, en las consideraciones sobre el futuro del sistema interamericano.
Fabián Salvioli
Asimismo, por primera vez se han fijado algunos criterios para la toma de decisión,
que son la posición del peticionario o peticionaria, la naturaleza y gravedad de la
violación, la necesidad de desarrollar o aclarar la jurisprudencia del sistema, el eventual
efecto de la decisión en los ordenamientos jurídicos de los Estados miembros, y la calidad
de la prueba disponible202.
Sin embargo, dicha reforma es aún insuficiente a nuestro juicio. Debería haberse
establecido directamente que a solicitud del peticionario la Comisión enviará el asunto
ante la Corte Interamericana; de esta forma se estaría dando acceso a la persona humana a
la Corte sin necesidad de reformar la Convención Americana de Derechos Humanos.
En cuanto a la defensa de sus casos una vez que la Comisión ha llevado el asunto
ante la Corte, acertadamente Juan Méndez sostuvo en un estudio especializado realizado
sobre el punto que “... Una vez que el caso ha llegado a la Corte, los peticionarios y las
víctimas (si fueran distintos) deben gozar de plena capacidad para estar en juicio por sí o
por medio de sus letrados. Ello liberaría las capacidades creativas tanto de la Comisión
como de los representantes de las víctimas, y permitiría a unos y a otros contribuir más
eficazmente a la labor de la Corte ...”203. El Reglamento de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos en su anteúltima reforma que entró en vigor desde el 1 de junio de
2001, ha avanzado en esa dirección, y hoy los peticionarios y víctimas gozan del locus
standi.
Esta disposición echa finalmente por tierra la posibilidad que en un juicio ante la
Corte, la disparidad de criterios de los representantes de las víctimas o peticionarios (que
anteriormente carecían del status de parte en el proceso) con la estrategia adoptada por la
Comisión Interamericana, imposibilite a aquellos de hacer valer sus derechos, y de esta
forma consagrar la indefensión, nada menos que frente a un tribunal de derechos
humanos205.
201
Reglamento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos: artículo 44 (Sometimiento del
caso a la Corte).
202
Ibídem.
203
Conf. Méndez, Juan: “La participación de la víctima ante la Corte Interamericana de Derechos
Humanos”; en: “La Corte y el Sistema Interamericanos …” op. cít. págs. 329/330.
204
Reglamento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos: Art. 23
205
Esta situación ha sucedido en el juzgamiento de la masacre de Cayara (Perú); ver Corte
Interamericana de Derechos Humanos: Caso “Cayara”, (Excepciones preliminares) sentencia del 6 de
febrero de 1993.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
206
Corte Interamericana de Derechos Humanos: Caso “Viviana Gallardo”, sentencia del 8 de
setiembre de 1983.
207
Ver, por ejemplo, Caso "Villagrán Morales y Otros (Fondo), Sentencia de 19 de noviembre de 1999,
donde la Corte condenó a Guatemala por violación de los derechos del niño bajo la Convención
Americana de Derechos Humanos; Caso “Baena y Otros” (Fondo), Sentencia de 2 de febrero de 2001,
contra Panamá, donde la Corte decidió - entre otras cuestiones - violación a la libertad de asociación;
Caso “Olmedo Bustos y Otros” (Fondo), Sentencia de 5 de febrero de 2001, donde la Corte condenó a
Chile por violación al derecho a la libertad de pensamiento y expresión, y Caso “Ivche Bronstein”
(Fondo), Sentencia de 6 de febrero de 2001, donde la Corte condenó a Perú por violación a los derechos a
la nacionalidad; a la propiedad privada; y a la libertad de expresión; entre otros. Igualmente, la Corte ha
condenado a Nicaragua Caso"Mayagna Awas Tigni", por violación al derecho de propiedad en perjuicio
de integrantes de la mencionada comunidad aborigen (agosto de 2001). Asimismo, en dos asuntos, el
Caso "Masacre del Plan Sánchez", Sentencia de 29 de abril de 2004, el Tribunal encontró violados en
perjuicio de las víctimas los derechos a la protección de la honra y de la dignidad, y la libertad de
conciencia y de religión; y en el Caso "Molina Theissen" (Sentencia de 4 de mayo de 2004) el derecho a
la protección de la familia, situaciones derivadas del reconocimiento de responsabilidad efectuado por el
Estado de Guatemala. Más adelante, en el Caso "Ricardo Canese" (sentencia de 31 de agosto de 2004),
la Corte condenó al Paraguay por violación (entre otros) de los derechos a la circulación, y de
retroactividad de la norma penal más favorable. En el Caso "Tibi" (sentencia de 7 de setiembre de 2004)
la Corte Interamericana tomó el razonamiento pronunciado anteriormente en la Opinión Consultiva N 16,
y concluyó (entre otras cuestiones jurídicas) que la inobservancia del derecho a la información sobre
asistencia consular significa la violación de las garantías judiciales; en el Caso "De la Cruz Flores"
(Sentencia de 18 de noviembre de 2004) el Tribunal condenó a Perú por la violación de los principios de
legalidad e irretroactividad; en el Caso "Yatama" (Sentencia de 23 de junio de 2005) la Corte condenó a
Nicaragua por al violación de los derechos políticos consagrados en la Convención Americana; en el caso
de las "Niñas Yean y Bosico" (Sentencia de 8 de setiembre de 2005) el Tribunal encontró violado el
derecho al reconocimiento de la personalidad jurídica.
208
Corte Interamericana de Derechos Humanos: Caso "Villagrán Morales y Otros" (Fondo),
Sentencia de 19 de noviembre de 1999.
209
Caso "Molina Theissen", Caso "Gómez Palomino" y Caso “Blanco Romero”.
210
Caso del “Penal Castro Castro”.
Fabián Salvioli
211
Caso “Ximenes Lopes”.
212
Caso "Barrios Altos" (Fondo), Sentencia de 14 de marzo de 2001.
213
Caso “Almonacid Arellano y otros” Sentencia de 26 de septiembre de 2006.
214
Convención Americana sobre Derechos Humanos: art. 66.
215
ver Salvioli, Fabián: “Algunas reflexiones sobre la indemnización en las sentencias de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos”, en: “Estudios Básicos de Derechos Humanos”, T III, págs. 145 a
164; Ed. Instituto Interamericano de Derechos Humanos, San José de Costa Rica, 1995.
216
Corte Interamericana de Derechos Humanos: Caso “Velásquez Rodríguez”, indemnización
compensatoria, sentencia de 21 de julio de 1989, Serie C N 7, Ed. San José de Costa Rica, 1990, pág. 21;
Caso “Godínez Cruz”, indemnización compensatoria, sentencia de 21 de julio de 1989, Serie C N 8, pág.
19, Ed. San José de Costa Rica, 1990.
217
Ver Corte Interamericana de Derechos Humanos: Caso “Aloeboetoe y otros”; reparaciones,
Sentencia del 10 de setiembre de 1993; párr. 96; Caso Loayza Tamayo, (Fondo) Sentencia de 17 de
setiembre de 1997 (párr. 84); Caso "Baena Ricardo y Otros" (Fondo); Sentencia de 2 de febrero de 2001
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
1) Los métodos de interpretación que utiliza la Corte Interamericana, son los mismos
que posee el Derecho Internacional general, pero desde una perspectiva con énfasis en el
objeto y fin
(párr. 214.7); Caso "La última Tentación de Cristo" (Fondo); Sentencia de 5 de febrero de 2001; (párr.
107.4); y Caso "Ivche Bronstein" (Fondo); Sentencia de 6 de febrero de 2001; (párr. 191.8).
218
Corte Interamericana de Derechos Humanos: Caso “Trujillo Oroza” (Bolivia); reparaciones,
Sentencia del 27 de febrero de 2002.
219
Convención Americana sobre Derechos Humanos: arts. 67 y 68.
220
Hacemos una actualización en lo pertinente, del Capítulo final de nuestro libro “Postulados emergentes
de la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en relación al Derecho
Internacional Público”, (234 págs), Edit. Instituto de Relaciones Internacionales UNLP, La Plata,
Argentina, 1997.
Fabián Salvioli
llevarse adelante por un Estado, con base en una ley, en el sentido formal del término, y
cumpliendo el resto de disposiciones de la Convención Americana.
Los Estados, en sus relaciones, deben comportarse de buena fe, así como cumplir
de buena fe sus obligaciones internacionales, en particular las establecidas en instrumentos
jurídicos de derechos humanos.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
6) Los tribunales internacionales poseen amplia libertad para evaluar los medios de
prueba, sin sujetarse a parámetros estrictos.
10) Los tratados de derechos humanos tienen una naturaleza propia, disímil de los
tratados comunes en el Derecho Internacional.
Existe una diferencia básica entre un tratado de tipo tradicional y uno de derechos
humanos, que deriva de la distinta naturaleza de uno y otro: el primero se refiere a
derechos y acuerdos de Estados entre sí; el segundo también consiste en acuerdos entre
Estados, pero no a derechos y obligaciones recíprocas de estos entre sí, sino que regulan
Fabián Salvioli
11) Las normas de derechos humanos deben interpretarse en el sentido más favorable a
las presuntas víctimas, y la actuación de los órganos de protección de los derechos
humanos, debe realizarse en la misma dirección.
12) Los instrumentos o medios procesales internos destinados a garantizar los derechos
humanos, deben ser efectivos.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
Los Estados Partes deben organizar el aparato estatal, de forma tal que los
mecanismos internos para garantizar los derechos contenidos en la Convención Americana
sobre Derechos Humanos funcionen correctamente y sean eficaces. La suspensión de
cualquiera de esos mecanismos o garantías, puede considerarse, per se, una violación a los
derechos y libertades establecidos en el Pacto de San José.
Esta cuestión ya ha quedado saldada (en la teoría) desde la adopción del nuevo
Reglamento de la Comisión Interamericana, el cual establece como principio, que cuando
el Estado no cumple las recomendaciones dadas por la Comisión, y si ha aceptado la
competencia de la Corte, los casos se elevan al Tribunal salvo opinión fundada de la
mayoría absoluta de los miembros de la Comisión; fijando a renglón seguido los criterios a
tener en cuenta para tomar la decisión.
a) Una mirada sobre los aspectos más importantes de los Reglamentos de los Organos
de Protección
221
Hemos realizado una perspectiva sobre el futuro del sistema en Salvioli, Fabián: “Los desafíos del
sistema interamericano de protección de los derechos humanos”, en: “Estudios Básicos de Derechos
Humanos”, Tomo V; ed. Instituto Interamericano de Derechos Humanos, san José de Costa Rica, 1996.
222
A tal efecto, la Comisión Interamericana ha realizado un importante debate llevado a cabo en
Washington, en diciembre de 1996.Ver las actas del encuentro, editadas por la Secretaría Ejecutiva de la
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Washington, 1997.
Fabián Salvioli
Siempre un sistema puede mejorarse, pero reiteramos que ningún cambio debe
deteriorar el actual standard protectivo mínimo, que garantizan la Convención Americana
sobre Derechos humanos, la Carta de la Organización de los Estados Americanos, la
Declaración Americana de 1948, y las normas procedimentales de los órganos de
protección.
223
Véase al respecto: Salvioli, Fabián: “Derechos, acceso y rol de las víctimas”; en: “El futuro del sistema
interamericano de protección de los derechos humanos”; págs. 293 a 342; Edit. Instituto Interamericano
de Derechos Humanos, San José de Costa Rica, 1998.
224
Reglamento de la Comisión Interamericana: art. 46.
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
Otro aspecto saliente, es que por el nuevo Reglamento la Corte otorga validez a la
producción de la prueba realizada ante la Comisión. Así, si las pruebas se han rendido en
procedimiento contradictorio no se repetirán, salvo que el Tribunal lo considere
indispensable225.
Es de esperar una decisión firme de la OEA para arribar a una ratificación unánime
de los instrumentos internacionales que posee el sistema interamericano, y la aceptación
también unánime de la competencia contenciosa de la Corte Interamericana. En este
sentido resulta preocupante la parálisis que ha sucedido en el último año respecto al
proceso ratificatorio de los instrumentos interamericanos de derechos humanos.
227
García Muñoz, Soledad: “La progresiva “generización” de la protección internacional de los derechos
humanos” en: Revista Electrónica de Estudios Internacionales N 2; www.reei.org/reei.2/Munoz.PDF
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
Por último, las decisiones de los órganos protectivos del sistema interamericano
tienen que ser tomadas en cuenta y aplicadas en todas las instancias judiciales de los
Estados del continente. Es nuestra obligación hacer lo posible para que la substancia de
los derechos humanos sea medular en cada petición, y en cada sentencia interna.
Las legislaciones interna e internacional deben ser vistas como dos instrumentos
complementarios al servicio del respeto a la dignidad de la persona, barrera ética que
ningún gobierno debe atravesar, y cuya expresión más acabada está configurada por lo que
hoy conocemos como derechos humanos. En el análisis de una cuestión en la que se
involucren derechos o libertades de una persona, un órgano internacional o interno,
administrativo o judicial, debe aplicar la norma (sustancial o de procedimiento) más
favorable a la persona, e interpretar ésta de la forma más amplia.
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Argentina
Caso “Maqueda"
Caso "Bulacio"
Caso “Cantos”
Caso “Garrido y Baigorria"
Caso “Bueno Alves”
Barbados
Caso “Boyce y otros”
Brasil
Caso Ximenez Lópes
Caso Nogueira de Carvalho
Bolivia
Caso “Trujillo Oroza”
Chile
Caso “Olmedo Bustos y Otros”
Caso "Palamara Iribarne"
Caso “Claude Reyes y Otros”
Caso “Almonacid Arellano”
Fabián Salvioli
Costa Rica
Asunto “Viviana Gallardo y otras”
Caso “Mauricio Herrera”
Colombia
Caso “Caballero Delgado y Santana"
Caso “Las Palmeras”
Caso "19 Comerciantes"
Caso “Mapiripán”
Caso “Gutierrez Soler”
Caso "Pueblo Bello"
Caso “Ituango (La Granja y El Aro)”
Caso “La Rochela”
Caso “Escué”
Ecuador
Caso “Benavídez Cevallos"
Caso “Suárez Rosero"
Caso “Daniel David Tibi”
Caso “Acosta Calderón”
Caso “Chaparro Álvarez y otro”
Caso “Cornejo y otro”
Caso “Zambrano” y otros
Caso “Salvador Chiriboga”
El Salvador
Caso “Ernestina y Erlinda Serrano Cruz”
Caso “García Prieto Giralt”
Guatemala
Caso “Bámaca Velásquez”
Caso “Blake"
Caso “Paniagua Morales y Otros"
Caso “Villagrán Morales y Otros”
Caso “Maritza Urrutia”
Caso “Mirna Mack”
Caso “Masacre del Plan Sanchez”
Caso “Marco Antonio Molina Theissen”
Caso "Fermín Ramírez"
Caso “Jorge Carpio Nicolle”
Caso Ronald Raxcacó Reyes y otros
El Sistema Interamericano de Derechos Humanos, XXXVIII Session d´Enseignement, Strasbourg 2007
Haití
Caso “Yvon Neptune”
Honduras
Caso “Velásquez Rodríguez"
Caso “Godínez Cruz"
Caso “Fairén Garbi y Solís Corrales"
Caso "Juan Sanchez"
Caso “Alfredo López Alvarez”
Caso "Servellón García y otros"
México
Caso “Alfonso Martín del Campo Dodd”
Nicaragua
Caso “Genie Lacayo"
Caso “Comunidad indígena Mayagna Awas Tingni”
Caso “Yatama”
Panamá
Caso “Baena Ricardo y Otros”
Caso “Heliodoro Portugal”
Paraguay
Caso del Correccional de Menores “Panchito López”
Caso “Ricardo Canese”
Caso “Comunidad Indígena Yakye Axa”
Caso “Gerardo Vargas Areco
Caso “Comunidad indígena Sawhoyamaxa del Pueblo Enxet-Lengua y sus miembro”
Perú
Caso “Neira Alegría y Otros”
Caso “Cayara"
Caso “Tribunal Constitucional”
Caso “Castillo Páez"
Caso “Castillo Petruzzi y Otros”
Caso “Loayza Tamayo"
Caso “Ivcher Bronstein”
Caso "Barrios Altos"
Caso “Cantoral Benavides”
Caso “Durand y Ugarte”
Caso “Cesti Hurtado”
Caso “Cinco pensionistas”
Fabián Salvioli
República Dominicana
Caso “Dilcia Yean y Violeta Bosico”
Suriname
Caso “Aloeboetoe y otros"
Caso “Gangaram Panday"
Caso “de la Comunidad Moiwana”
Caso “Doce clanes saramaka”
Venezuela
Caso “El Amparo"
Caso “Caracazo”
Caso "Blanco Romero y Otros"
Caso “Víctor Jesús Montero Aranguren y Otros”
Caso “Corte Primera de lo Contencioso Administrativo”
Trinidad y Tobago
Caso "Peter Benjamin y Otros"
“Caso “Hilare”
Caso “Constantine y otros”
Caso Winston Caesar
* Es Consultor Externo del Instituto Interamericano de Derechos Humanos, (San José, Costa
Rica). En dicha entidad trabajó en diversos proyectos para los programas de educación,
administración de justicia, seguridad y género. Asimismo, es docente con regularidad del Curso
Interdisciplinario anual, ha publicado material escrito y cursos on line.
* Ha sido integrante del Tribunal Arbitral de Reparaciones Pecuniarias (Caso Schiavini) creado
en el marco de una Solución Amistosa ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
* Ha participado en las Conferencias mundiales sobre Derechos Humanos (Viena 1993) y para
el Establecimiento de la Corte Penal Internacional (Roma 1998).
* Es abogado en peticiones individuales y/o casos por ante los órganos del sistema
interamericano de derechos humanos.
1
Especialista en Derechos Humanos. Director de la Maestría en Relaciones Internacionales y
Profesor Titular de Derechos Humanos y Relaciones Internacionales en el Centro de Estudios
Avanzados de la UNC; Profesor Adjunto por concurso en las cátedras de Derecho Político y
Derecho Constitucional de la Facultad de Derecho y Cs. Sociales de la Universidad Nacional
de Córdoba, Argentina. Investigador categoría I en el Programa Nacional de Incentivos para
los docentes investigadores del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación.
cjuarezcenteno@gmail.com
2
BULL, Hedley. “The Anarchical Society. Nueva York, Columbia University Press,
1977.p.13.
Juárez Centeno, Carlos A. - Derechos Humanos y Relaciones… 352
3
PRELOT, Marcel. “La Ciencia Política”. Eudeba, Bs. As., 2004, 3ra Edición, 1º reimpresión.
pp. 59-61. La opinión del autor de este tradicional texto se la puede encontrar en pp. 102-
109.
4
Precisamente, se han conmemorado los sesenta años de la misma y debemos recordar que
por esto se instituyó al 10 de diciembre como el Día Internacional de los derechos humanos.
Juárez Centeno, Carlos A. - Derechos Humanos y Relaciones… 353
5
En igual opinión ver PECES-BARBA, Gregorio. “Derechos Fundamentales”, Publicación de
la Universidad Complutense de Madrid, Madrid, 1983, p.13.
6
Ibidem.
7
Se justifica la preferencia desde una perspectiva científico-jurídica toda vez que los de-
rechos —en su totalidad— son humanos. En cambio, como lo señalamos en el texto, en el
lenguaje vulgar ha sido otra y como la problemática que engloba el tema excede el campo de
lo jurídico, nuestra postura es la de justificar el empleo de la denominación más generalizada.
Téngase presente también la carga simbólica y discursiva que tal acepción ha adquirido en los
últimos 50 años y muy especialmente en la realidad latinoamericana de las últimas décadas
8
Ver lo expresado en la nota precedente.
9
CARRIÓ, Genaro.”Los Derechos Humanos y su protección”, Ed. Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 1985.
10
Enrolados en esta postura encontramos a Carlos Santiago Nino, John Rawls y Norberto
Bobbio, entre otros.
Juárez Centeno, Carlos A. - Derechos Humanos y Relaciones… 354
11
Eduardo Rabossi, es un filósofo que se enrola en este tipo de fundamentaciones.
12
Una síntesis a estos dos grandes modelos de análisis del concepto de los derechos fun-
damentales es el modelo dualista propuesto por Gregorio Peces-Barba. “Derechos Funda-
mentales”, Publicación de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, Madrid,
1983, pp. 28-31. En esa línea argumentativa el autor sostiene que si bien sigue la postura de
Antonio Truyol y Serra, “… [son] los derechos que el hombre posee por su condición de tal
(…) y que lejos de nacer de una concesión de la sociedad política, han de ser por ésta consa-
grados y garantizados (…) es evidente que mientras que una sociedad política no reconoce
unos determinados derechos recibiéndolos en su Derecho positivo interno, o adhiriéndose
a una convención internacional que los proteja, no se puede hablar de éstos en un sentido
estrictamente jurídico, ni se pueden alegar antes los tribunales competentes en caso de una
[violación]. La redacción entre corchetes es nuestra.
Juárez Centeno, Carlos A. - Derechos Humanos y Relaciones… 355
13
SALVIOLI, Fabián O. “Algunas tendencia sobre derechos humanos en las relaciones inter-
nacionales y el derecho internacional de la posguerra fría”. EN: Anuario de Relaciones Interna-
cionales. CEA-UNC 1994-1995. pp. 21-80.Córdoba, 1998. Ver especialmente pp. 47 a 51.
14
Conferencia dictada por la Dra. María Teresa Flores (UBA) en la Maestría en Relaciones
Internacionales, CEA-UNC, año 2000.
Juárez Centeno, Carlos A. - Derechos Humanos y Relaciones… 356
15
Si tenemos en cuenta el origen inglés del mismo, ya podemos evidenciar un inicio de esta
historia a fines del siglo XVII, pero cierto es que recién con el avance que provocan la re-
volución norteamericana y la francesa, —a fines del XVIII— este fenómeno adquiere cierta
difusión global con las primeras constituciones del XIX.
16
Creo conveniente aclarar que hay algunos autores que hablan de derechos humanos de
cuarta, quinta, etc. generación, pero son posturas aisladas. Una posición doctrinaria que está
cobrando fuerza es la que nos habla de “derechos humanos de cuarta generación”. Esta cate-
goría hace referencia al derecho a la información como un derecho fundamental que hace
a la esencia de la ciudadanía en las modernas democracias complejas de estas dos últimas
décadas. Cfr. Humberto Quiroga Lavié, Danilo Zolo, Manuel Castells, por sólo citar algunos.
17
Toda vez que lo fraternal implica tratar a nuestros semejantes como hermanos, incluso a
pesar de las diferencias, ello supone que la fraternidad necesita de un comportamiento so-
lidario entre los hombres. En los hechos y en la teoría opinamos que la tensión entre liber-
tad e igualdad ha sido más representativa de la lucha por la consagración de los derechos
humanos, mientras que la búsqueda de la fraternidad (hoy entendida como solidaridad) es
una deuda que la teoría y la lucha de los derechos humanos tiene para consigo misma. En
tal sentido, somos de opinión que cuando logremos acabadamente dar fundamento positivo
y normativo a tal valor, se consagre definitivamente una sociedad respetuosa de sus seme-
jantes, sin importar las diferencias de ninguna índole apoyados en esa tan necesaria tríada
fundacional: libertad, igualdad y solidaridad fraternal.
Juárez Centeno, Carlos A. - Derechos Humanos y Relaciones… 357
18
Un análisis pormenorizado del estado de la teoría sobre esta problemática puede encon-
trarse en Held, D.; Mc Grez, A (et al). Transformaciones Globales. Política, economía y cultura.
Oxford, University Press, México 2002. Especialmente el capítulo 1. En igual línea de análisis
se puede citar a Bonetto, María S. y Piñero, María T. las transformaciones del Estado. De la
Juárez Centeno, Carlos A. - Derechos Humanos y Relaciones… 358
22
El 18 de julio de ese año, cuando Grenada se constituyó en el onceavo Estado parte en
depositar el respectivo documento de ratificación o adhesión, cumplimentando así lo esta-
blecido por el artículo 21, inciso 3 de ese documento internacional.
23
Held, D. et al. Señalan que en EE.UU operan en la actualidad más de 200 ONG asociadas
con problemas de derechos humanos y una cantidad similar en todo europa. El número en
los países en desarrollo va en franco aumento. Op. Cit. p. 48. Por su parte Thomas Rise señala
que el aumento de las ONGI a lo largo del siglo es contundente, reflejando la importancia que
adquieren como actor internacional en la segunda mitad del siglo pasado: “…176 ONGI en
1909, 832 en 1951, 1255 en 1960, 2173 en 1972 y 4518 en 1988.” Relaciones Transnacionales y
Política Mundial. En: Foro Internacional, Oct-Dic 99. p. 379.
24
Así los trabajos que se ocupan de relaciones transnacionales, o de la problemática de re-
des internacionales o desde la perspectiva de los regímenes internacionales, será abordado el
estudio de estos actores en el tablero internacional. En el marco de las teorías, debe señalarse
que mayormente desde los enfoques liberales e idealistas (constructivistas) la problemática
de los derechos humanos entra a ser una temática a tener en cuenta al pensar las relaciones
internacionales.
25
Op. Cit. p. 49.
Juárez Centeno, Carlos A. - Derechos Humanos y Relaciones… 360
rechos. En este sentido son más eficaces los regímenes regionales (sistema
interamericano o europeo). A este respecto, la Convención Europea para
la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales
es digna de mención al ser una innovación jurídica de lo más radical, una
innovación jurídica en contra de la corriente de la historia del Estado, toda
vez que permite que los ciudadanos individuales inicien procedimientos
en contra de su propio país. En tal sentido, los Estados europeos firman-
tes del Convenio ya no son libres de tratar a sus propios ciudadanos como
crean que es apropiado.
Así se observa un cambio gradual que se detecta en el escenario
regional e internacional de los derechos humanos, experimentado y refor-
zado en forma desigual y que la problemática de los derechos humanos
ha hecho posible: el mismo implica un alejamiento del principio que la
soberanía del Estado se debe salvaguardar sin importar sus consecuencias
para los individuos, grupos y organizaciones. El respeto de la autonomía
del sujeto —individuo/ciudadano— y de una extensa gama de derechos
humanos crea una nueva serie de principios ordenadores en los asuntos
políticos, que puede delimitar y reducir el principio del poder efectivo del
Estado.
26
La Cumbre Mundial de la Infancia de 1990, en Nueva York; la Conferencia Mundial sobre
Medio Ambiente de 1992, en Río de Janeiro; la de Derechos Humanos en Viena en 1993; la
Conferencia Mundial sobre Población y Desarrollo, realizada en El Cairo en 1994; las de De-
sarrollo Social en Copenhague y la de Derechos de la Mujer en Pekín, ambas de 1995; la de
Asentamientos Urbanos en Estambul y la de Alimentación en Roma, ambas de 1996. Por últi-
mo, la Conferencia Mundial contra el Racismo, realizada en Durban, en 1999. Toda esta diplo-
macia de las “megaconferencias”, como Salvioli la ha calificado, presagiaban un cambio en la
problemática en los primeros años de la post-Guerra Fría. Parecía que los derechos humanos
se instalarían definitivamente en la agenda de las relaciones internacionales y también en la
de sus actores principales, los Estados. La teoría y la práctica de la disciplina se encaminaba
en ese sentido.
Juárez Centeno, Carlos A. - Derechos Humanos y Relaciones… 361
27
KECK, M. y SIKKINK, K. “Redes Transnacionales de Cabildeo e Influencia”. En: FORO IN-
TERNACIONAL, Oct-Dic 99, pp. 406 y 407. Los corchetes son nuestros.
28
En este sentido ver: Petrásh, Vilma E. De lo Internacional a lo Global. Reconstruyendo los
Estudios Internacionales en tiempos de postinternacionalización: Aportes para el Tercer Deba-
te. s/d, pp.118-119.
Juárez Centeno, Carlos A. - Derechos Humanos y Relaciones… 363
Por todo lo señalado es que entendemos que la óptica de los dere- chos humanos, tanto en su
teoría como en su praxis no debe ser patrimonio de una ideología ni tampoco de un partido político,
ni de un determinado sector de la sociedad, ni sólo de algún Estado en el escenario internacional sino
que debe ser una bandera de la humanidad, que tenga como objetivo defender los últimos y más
básicos derechos de todos los seres humanos, en especial de aquellos sectores, grupos y colectivos
—desgraciadamente muy numerosos— que ven atacadas su dignidad, esto es, de los sectores más
vulnerables de la sociedad, así como de las sociedades más vulnera- bles en el marco del escenario
internacional. De tal suerte que implemen- tando prácticas respetuosas de los derechos humanos se
generará, conse- cuentemente, seguridad para todos los habitantes del planeta, que es lo que
reclama la sociedad mundial en su conjunto.
Máxime en un escenario internacional como el que se observa en los últimos años, signado
por discursos y prácticas propios de choques fundamentalistas, de guerras “preventivas” que no
hacen otra cosa que conculcar lo que tanto costó lograr y por lo que tanto se luchó en el campo de las
ideas, el derecho y la política.
Quizá como lo señalara ese gran internacionalista que fue Hedley Bull,29 y como también lo
expresan muchos otros teóricos30, la conforma- ción de una sociedad cosmopolita que deshaga la
lógica de los Estados so- beranos y el escenario westfaliano sea la apropiada para llegar a conformar
una sociedad internacional democrática que garantice lo que el movimien- to de los derechos
humanos y el derecho internacional de los derechos hu- manos vienen pregonando desde hace ya
más de sesenta años.
uu
29
Ver nota 1.
30
David Held, Danilo Zolo, por sólo citar algunos provenientes desde distintos lugares de las ciencias sociales. O Imannuel
Kant, quien con su opúsculo Hacía una Paz Perpetua, en 1795, puede señalarse como el precursor de una postura en tal
sentido y el puntapié inicial para la visión idealista en el campo de la teoría de las relaciones internacionales.
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57
nos, que asegura esa misma conformidad entre el acto de la autoridad do-
méstica y la disposición imperiosa del derecho de gentes. Uno vigila el
vigor de la Constitución; otro, la vigencia de la convención internacional,
pero también de las normas que son el sustento y el contexto de ésta. En
su tiempo y en su espacio, tal es el designio de la todavía nueva magistra-
tura depositada en la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
El establecimiento y la actuación de la Corte Interamericana de Dere-
chos Humanos, objeto de este capítulo, implica un largo viaje4 hacia un
elevado destino, con estaciones diversas y decisivas y un estimable prece-
dente.5 En este trayecto figuran, por supuesto, las piedras que soportan el
edificio de la organización americana y las que sustentan la construcción
del sistema interamericano tutelar de los derechos humanos:6 la Carta de
la Organización de los Estados Americanos y la Declaración Americana
de los Derechos y Deberes del Hombre (1948), respectivamente, que an-
tes mencioné. Ninguno de estos textos regula específicamente la jurisdic-
ción tutelar, pero uno y otro la suponen y contribuyen a su establecimien-
to. En un continente, asediado por múltiples vicisitudes, en las que han
7 Cfr. Heller R., Claude, “ Los derechos humanos en la Organización de los Estados America-
nos” , Revista Mexicana de Política Exterior, México, núms. 55-56, febrero de 1999, pp. 160 y ss.
8 Me refiero al carácter de fuentes auxiliares del derecho internacional que poseen las senten-
cias de los tribunales internacionales, conforme al artículo 38.1, d) del Estatuto de la Corte Interna-
cional de Justicia. Se observa que “ no sólo las decisiones de la Corte de La Haya constituyen un
modo de crear reglas particulares de derecho internacional, sino que lo mismo ocurre con las decisio-
nes de cualquier tribunal internacional, sin importar su formación, siendo irrelevante si dicho fenóme-
no se ha estipulado expresamente o no en los tratados por los cuales los tribunales han quedado esta-
blecidos” . Sorensen, Max (ed.), Manual de derecho internacional público, trad. de la Dotación
Carnegie para la Paz Internacional, 5a. reimp., México, Fondo de Cultura Económica, 1994, p. 178.
9 Evoco aquí, entre otras expresiones frecuentemente escuchadas, la frase de dos conocedores
del sistema: “ a menudo, el sistema interamericano es la única esperanza con que cuentan las víctimas
y sus familias para obtener cuando menos alguna medida de protección o resarcimiento” . Buergenthal,
Thomas y Cassell, Douglass, “ The Future of the Inter-American Human Rights System” , en Mén-
dez, Juan E. y Cox, Francisco (eds.), El futuro del sistema interamericano de protección de los dere-
chos humanos, San José, Costa Rica, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 1998, p. 556.
10 En su comentario sobre las resoluciones de la Novena Conferencia Internacional Americana
y los instrumentos y organismos que provinieron de ella, Seara comenta que, a diferencia de lo ocu-
rrido en otros casos, “ la decisión de iniciar estudios acerca del establecimiento de una Corte Intera-
mericana destinada a proteger los derechos del hombre, no llevó, como era de esperarse, a ningún
hacía falta un derecho sustantivo sobre derechos humanos, que fijara el ám-
bito de competencia material de la Corte, y pidió al Consejo Interamericano
de Jurisconsultos proponerlo así a la X Conferencia Interamericana. Ésta
(Caracas, 1958) transmitió el asunto a la XI Conferencia, que no se realizó.11
En 1959 se creó, dentro del sistema continental, el primer organismo
bienhechor, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos;12 enton-
ces, con atribuciones reducidas, entre las que no figuraba expresamente la
atención a peticiones individuales, tema crucial de la jurisdicción interna-
cional sobre esta materia. Sin embargo, la naciente Comisión interpretó el
artículo 9o. de su Estatuto de forma que permitiese la recepción de peti-
ciones individuales, como medio para conocer la situación prevaleciente
en materia de derechos humanos en un país determinado.13 Así, este órga-
no amplió con gran esfuerzo e imaginación el espacio de su encomienda,14
resultado positivo en el futuro, debido a las consecuencias políticas que el funcionamiento de una
Corte de esa categoría lleva consigo y el temor de los estados a un control externo de las relaciones
con sus súbditos” . Seara Vázquez, Modesto, Tratado general de la organización internacional, 1a.
reimp. de la 2a. ed., , México, Fondo de Cultura Económica, 1985, pp. 839-840.
11 Cfr., sobre este proceso, Organización de los Estados Americanos, Corte Interamericana de
Derechos Humanos, Documentos básicos en materia de derechos humanos en el sistema interameri-
cano (actualizado a diciembre de 1999), San José, Costa Rica, Secretaría de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos, 2000, pp. 7 y ss., y Conferencia Especializada Interamericana sobre Dere-
chos Humanos. San José, Costa Rica. 7-22 de noviembre de 1969. Actas y documentos
(OEA/Ser.K/XVI/1.2), Washington, D.C., Secretaría General, Organización de los Estados Americanos.
12 Cfr. Sepúlveda, César, “ La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (1960-1981)” y
“ La Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA. Un cuarto de siglo de evolución y
empeños” , en Sepúlveda, César, Estudios sobre derecho internacional y derechos humanos, México,
Comisión Nacional de Derechos Humanos, 1991, pp. 75 y ss. y 113 y ss.
13 Con este fundamento, la Comisión desplegó una investigación en la República Dominicana,
a partir del 2 de junio de 1965, que representó un capítulo relevante en el desarrollo institucional de
este órgano. Cfr. Santoscoy, Bertha, La Commission Interaméricaine des Droits de l’Homme et le
développement de sa compétence par le système des pétitions individuelles, Ginebra, Publications de
l’Institut Universitaire de Hautes Etudes Internationales, 1995, pp. 10-11. Cfr., asimismo, Faúndez
Ledesma, Héctor, El sistema interamericano de protección de los derechos humanos. Aspectos insti-
tucionales y procesales, San José, Costa Rica, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 1996,
pp. 38-39 y 44.
14 La Comisión fue en su origen —se ha escrito— “ una solución intermedia y parcial de un
problema en sumo grado urgente y que sólo la adopción de una Convención Americana de Derechos
Humanos podría llegar a resolver” . Si la competencia inicial de la Comisión era reducida, esta mis-
ma, “ a través de los años y mediante una práctica audaz pero consistente, iría caso por caso amplian-
do la competencia restrictiva que le había sido conferida en su origen” . Gómez Robledo Verduzco,
Alonso, Derechos humanos en el sistema interamericano, México, UNAM, Instituto de Investigacio-
nes Jurídicas-Porrúa, 2000, pp. 1-2.
sión Interamericana—, cfr. Moreno Pino, Ismael, Orígenes y evolución del sistema interamericano,
México, Secretaría de Relaciones Exteriores, 1977, pp. 121 y ss.
19 El segundo párrafo de ese artículo 112 señalaba que “ una convención interamericana sobre
derechos humanos determinará la estructura, competencia y procedimiento de dicha Comisión, así
como los de los otros órganos encargados de esa materia” . Puestas así las cosas hacia el futuro, había
que regular el tránsito. De ahí que el artículo 150 —uno de los dos preceptos transitorios del instru-
mento— resolviese: “ mientras no entre en vigor la convención interamericana sobre derechos huma-
nos a que se refiere el capítulo XVIII (que consta de un solo artículo: el 112), la actual Comisión
Interamericana de Derechos Humanos velará por la observancia de tales derechos” .
20 La Resolución del Consejo, de 2 de octubre, se formuló como sigue: “ 1. Adoptar, con el
carácter de documento de trabajo para la Conferencia Especializada Interamericana contemplada por
la Resolución XXIV de la Segunda Conferencia Interamericana Extraordinaria, el Anteproyecto de
Convención Interamericana sobre Protección de Derechos Humanos preparado por la Comisión Inte-
ramericana de Derechos Humanos a fin de que la Conferencia Especializada decida acerca de la apro-
bación y firma de una Convención sobre derechos Humanos” , y “ 2. Transmitir a los gobiernos de los
eligió a los primeros jueces.25 La Corte tuvo su reunión inicial los días 29
y 30 de junio; el 3 de septiembre se realizó la ceremonia de instalación en
el Teatro Nacional de San José.26
Los muchos años transcurridos entre una y otra estaciones del largo
recorrido —de 1948 a 1998: medio siglo, con hechos notables a largos
intervalos: 1969, fecha de firma de la Convención; 1978, fecha en que
este instrumento entró en vigor— contribuyen a destacar la renuencia, la
cautela, el temor, inclusive, con que los Estados miran los compromisos
internacionales a propósito de los derechos humanos y, más todavía, en
torno a una jurisdicción que se traduzca en sentencias vinculantes. Con
todo, la idea ha prosperado y la práctica ha caminado hacia adelante.
emite la Corte y que regula, de manera primordial, cuestiones procesales. Esta facultad reglamentaria
aparece en el artículo 60 de la Convención. Hasta el 2001, la Corte ha contado con cuatro reglamen-
tos: de 1980, 1991, 1997 y 2001, respectivamente. El actual, adoptado el 24 de noviembre de 2000,
inició su vigencia el 1 de junio de 2001. Al respecto, cfr. Cançado Trindade, “ El nuevo Reglamento
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (2000): la emancipación del ser humano como
sujeto del derecho internacional de los derechos humanos” , Revista IIDH, edición especial, Costa
Rica, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, núms. 30-31, s. f., pp. 45 y ss. Por lo que toca a
la Comisión Interamericana, la situación es semejante: rigen la Convención, el Estatuto y el Regla-
mento. Un nuevo reglamento de la Comisión, con notables avances, fue expedido en 2000 y entró en
vigor el 1 de mayo de 2001.
25 Fueron: Thomas Buergenthal (Estados Unidos de América), Máximo Cisneros Sánchez
(Perú, vicepresidente), Huntley Eugene Monroe Q.C. (Jamaica), César Ordóñez Quintero (Colom-
bia), Roberto Piza Escalante (Costa Rica, presidente) y Carlos Roberto Reyna (Honduras); asimismo,
Miguel Rafael Urquía Martínez, que renunció al poco tiempo.
26 Sobre esta etapa, cfr. Corte Interamericana de Derechos Humanos, Memoria de Instalación,
2a. reimp., San José, Secretaría de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, 1999.
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16 Comisión Nacional de los Derechos Humanos
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iii. eL “suBsistema” de
La carta de La organización
de estados americanos
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HISTORIA Y CONCEPTO
DE LOS DERECHOS HUMANOS
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2. Edad Antigua y Edad Media. De entrada, puede afirmarse que los dere-
chos humanos responden a exigencias universales derivadas de la dignidad de
la persona. De esta forma, un cierto individualismo (o, si se quiere, la consi-
deración de cada persona como sujeto moral) parece el componente necesa-
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rio de cualquier teoría de los derechos. Pues bien, hasta comienzos de la Edad
Moderna esta idea no encuentra fácil acomodo en las concepciones jurídicas,
morales y políticas hegemónicas: durante este largo período de la Historia,
dominó más bien la idea contraria, a saber, la primacía de la comunidad so-
bre el individuo y el sometimiento de éste a los fines de aquélla, normalmen-
te enmascarados bajo fórmulas religiosas.
En la Edad Antigua y en la Edad Media encontramos algunos preceden-
tes remotos de los derechos humanos. Pensadores antiguos, como Confucio
(551-479 a. C.) o Aristóteles (384-322 a. C.), por citar los de mayor influen-
cia en sus respectivos ámbitos culturales, así como determinadas corrientes de
pensamiento, como el estoicismo y el cristianismo primitivo, avanzaron algu-
nas ideas en favor del individualismo, pero el contexto sociopolítico impidió
su desarrollo. Resulta significativo comprobar, por ejemplo, cómo buena par-
te de estos autores justificaron la esclavitud, demostrándose así que los dere-
chos por ellos defendidos resultaban ajenos al principio de dignidad de la per-
sona, y por tanto al concepto mismo de los derechos humanos.
Si bien en la época medieval aparece una serie de documentos (cuyo ex-
ponente más conocido es la Carta Magna de 1215) que obligan al poder po-
lítico a respetar determinadas posiciones individuales, tales como la propiedad
privada o la inviolabilidad del domicilio, se trata de textos muy diferentes a las
modernas declaraciones de derechos, de las que difieren sobre todo por su ex-
tensión (situaciones concretas reconocidas a favor de los individuos, pero no
como personas sino como miembros de un determinado grupo social) y ex-
presión jurídica (pactos, fueros o compromisos, no normas generales).
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luto, desde finales del siglo XV. El humanismo destaca la confianza en las capa-
cidades humanas, propiciando la aparición de un nuevo tipo de individuos, in-
conformes con el orden social existente y decididos a forjar un proyecto vital
novedoso en la esfera pública y privada. Un buen exponente de esta corriente es
la obra de Giovanni Pico della Mirandola (1463-1494) Oración por la dignidad
del hombre, en la que se destaca el lugar extraordinario del ser humano en el
conjunto de la naturaleza y su privilegiado destino hacia la libertad. A diferen-
cia de los animales, atados al instinto, el hombre está llamado a moldear por sí
mismo su naturaleza y destino, así como el sistema de relaciones sociales en que
se encuentra inserto. Pico della Mirandola sigue utilizando la idea cristiana se-
gún la cual la creación a imagen de la divinidad es el sustento de la dignidad hu-
mana, si bien otorgando a esta semejanza un sentido distinto: el hombre com-
parte con la divinidad el atributo más elevado, la misma capacidad creadora.
La llamada humanista en favor de la dignidad de la persona tiene una pri-
mera repercusión práctica desde 1492, a lo largo de la conquista de América.
En este contexto, algunos pensadores comienzan a desarrollar la lucha a favor
de la sustancial igualdad entre las personas, abriendo paso así a una idea cen-
tral del concepto de los derechos humanos. Debemos aquí citar, sobre todo,
a Bartolomé de Las Casas (1474-1566), que denunció los horrores de la con-
quista y rechazó categóricamente la asimilación de los indios a la condición de
«esclavos por naturaleza», afirmando la sustancial identidad de todos los seres
humanos; así como a Francisco de Vitoria (1480-1546), que reivindicó los tí-
tulos de propiedad de los indios sobre sus tierras y, avanzando la doctrina de
la guerra justa, llegó a cuestionar la legitimidad misma de la conquista.
Posteriormente, dos nuevas tendencias contribuyen a abrir el camino, de
forma esta vez decisiva, a la idea de derechos humanos:
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tradiciones liberal y legalista, así como las dificultades para controlar al poder,
son todavía muy fuertes, y ello pese a la ya aludida penetración de importan-
tes y renovados contenidos materiales en los textos constitucionales. Aunque
puede plantear algunos riesgos para el principio democrático (téngase en cuen-
ta que el neoconstitucionalismo llega cuando el poder cuenta con una legiti-
mación que no tuvo en el siglo XVIII), el adecuado desarrollo de la vinculación
de las tareas estatales y de los mecanismos judiciales de protección de los de-
rechos, y en especial de los derechos sociales, son todavía retos pendientes de
la dogmática.
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los Derechos del Niño (1989) o la Convención para la Protección de los De-
rechos de los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares (1990). Como ve-
remos, los mayores logros en cuanto a la vinculación jurídica de los derechos
humanos en el plano internacional se han logrado en el seno de dos institu-
ciones regionales, el Consejo de Europa y la Organización de Estados Ameri-
canos [§§ 89, 90].
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da, son hoy más bien minoritarias las aproximaciones cognoscitivas, según las
cuales los juicios de valor expresan conocimiento; recordemos aquí la actitud
metodológica de la doctrina de los derechos naturales o del historicismo, que
pretendían descubrir el fundamento de los derechos en la ley natural o en la
Historia [§§ 4, 6 b)]. Hoy el método utilizado para definir y fundamentar los
derechos es mayoritariamente de base no cognoscitiva, esto es, parte de la con-
sideración de la Moral no como algo que el sujeto descubre, sino como algo
que el sujeto construye (constructivismo ético). Aceptando este método como
punto de partida, se abre el difícil interrogante sobre cómo construir la Ética,
y en especial, sobre el papel que en esta tarea ha de otorgarse a la participación y
al consenso de los implicados.
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a) Concepciones de corte liberal, que van desde las posturas netamente con-
servadoras, defensoras de un Estado mínimo a lo Hayek o Nozick, a las
más moderadas, como la influyente Teoría de la justicia, de John Rawls,
que dan una cierta entrada a la justicia social, si bien sin cuestionar la
prioridad de la libertad sobre la igualdad. Todas ellas son, en mayor o me-
nor medida, herederas del viejo modelo de los derechos naturales [§ 4],
por cuanto, si bien abandonan el iusnaturalismo estrictamente considerado,
siguen teniendo como presupuesto una visión formalista de la persona y
otorgando clara prioridad a los valores individuales, sin atribuir a los de-
rechos sociales la naturaleza de derechos humanos.
b) Concepciones de corte socialista, que van desde la teoría de los derechos
de la Escuela de Budapest, que pone el acento en las condiciones históri-
cas y particulares de la persona, esto es, en el contexto de realización de
los derechos humanos, situando en el centro de la argumentación moral
las necesidades básicas, a las teorías que tratan de conjugar el socialismo
democrático con lo mejor de la tradición liberal (socialismo liberal). To-
das ellas coinciden en la defensa de un Estado activo y de un cierto mar-
gen a la utopía, concibiendo los derechos no como el retorno a un origi-
nario estado de naturaleza sino como un horizonte a alcanzar.
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Capítulo primero
I. Concepto y antecedentes
2 JORGE WITKER
4 JORGE WITKER
6 JORGE WITKER
—— La libertad de conciencia.
—— La propiedad privada.
—— Derecho de la persona acusada.
—— Garantías de los anteriores derechos, libertad de petición,
el derecho al habeas corpus y al derecho de protección.
A. Derechos de igualdad
8 JORGE WITKER
10 JORGE WITKER
12 JORGE WITKER
14 JORGE WITKER
sobre Derechos Humanos, así como el Comentario General núm. 3 del Comité
de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sobre los derechos económicos,
sociales y culturales (1990), sobre la naturaleza de las obligaciones de los Es-
tados con base en el artículo 2.1 del Pacto Internacional de Derechos Económi-
cos, Sociales y Culturales (PIDESC).
15 Silva
Meza, Juan, “El derecho al mínimo vital: su contenido y relevan-
cia”, en Cervantes Alcayde, Magdalena, et al. (coords.), ¿Hay justicia para
los derechos económicos, sociales y culturales? Debate abierto a propósito de
la reforma constitucional en materia de derechos humanos, México, Suprema
Corte de Justicia de la Nación-UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas,
2014, p. 214.
16 Noguera Fernández, Albert, voz “Derechos sociales”, Diccionario de de-
16 JORGE WITKER
19 Además véase artículo 1o. del Protocolo 1 del Convenio para la Protec-
ción de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales (Convenio
Europeo de Derechos Humanos, CEDH); 1.4, 9o., 10 y 15 de la CSE, y 14 de la
CDFUE.
20 Igualmente, el artículo 14.2 de la CDFUE.
21 También el artículo 13 de la CSE.
22 Ibidem, artículos 16 y 34.3 de la CDFUE.
23 Otros ordenamientos son el artículo 27 de la Convención de los Derechos
18 JORGE WITKER
daridad y los objetivos del milenio”, en Carbonell, Miguel et al. (coords.), Esta-
do constitucional, derechos humanos, justicia y vida universitaria. Estudios en
homenaje a Jorge Carpizo. Derechos humanos, México, UNAM, Instituto de
Investigaciones Jurídicas, t. V, vol. 2, 2015, p. 122.
20 JORGE WITKER
A. El derecho al desarrollo
31 Fuente
legal, p. 98.
32 Adoptado
por la Asamblea General de la ONU en su Resolución 41/128,
del 4 de diciembre de 1986.
C. Derecho a la paz
22 JORGE WITKER
D. Derecho al agua
24 JORGE WITKER
1. Preliminares
26 JORGE WITKER
2. Los fundadores
28 JORGE WITKER
CAPÍTULO XV
MERCADO COMÚN DEL SUR (MERCOSUR):
UNA VISIÓN GENERAL A MÁS DE DOS DÉCADAS DE SU FIRMA
I. INTRODUCCIÓN
347
1 A partir de esta Declaración fue creada una Comisión Mixta de alto nivel para la inte-
gración y cooperación económica a nivel bilateral, contando ésta con subcomisiones de ener-
gía, transporte, comunicaciones, ciencia y tecnología.
2 El objetivo del PICE era el de propiciar un espacio económico común, con la apretu-
3 El Tratado de Asunción (TA), del 26/03/91, tiene los siguientes objetivos y caracterís-
nos:
I. El Consejo del Mercado Común (CMC);
II. El Grupo Mercado Común (GMC);
III. La Comisión de Comercio del Mercosur (CCM);
IV. La Comisión Parlamentaria Conjunta (CPC);
V. El Foro Consultivo Económico-Social (FCES);
Los Estados Parte deciden constituir un Mercado Común que deberá estar
conformado al 31 de diciembre de 1994, el que se denominará Mercado Co-
mún del Sur (Mercosur). Especifica también que el mercado implica la libre
circulación de bienes, servicios y factores productivos entre los países, el esta-
blecimiento de un Arancel Externo Común, coordinación de políticas ma-
croeconómicas en diversos sectores entre los que destaca el fiscal puesto que
los Estados se comprometen a armonizar sus legislaciones.7
ciones del Mercosur intentan ir más allá de una zona de libre comercio y de
un esquema de rebajas arancelarias, a través de un mercado que dé sentido
de futuro a sus integrantes. De esta manera el Mercosur se entiende tam-
bién como un esquema de integración que persiste en conformar una uni-
dad que satisfaga los intereses y aspiraciones de sus socios y los haga desta-
car como una sociedad integrada dentro del contexto internacional. Sin
embargo, a pesar de sus aspiraciones y de ese carácter conciliador en lo po-
lítico y en lo social, y de las ventajas que pudieran reportar una mayor iden-
tidad y cercanía entre los dos principales socios del Mercosur, en la actuali-
dad aún se habla de un mercado común en construcción dado que están ausentes
libertades esenciales8 que son imprescindibles para ascender a una etapa
mayor del proceso de integración. A esto debe agregarse el inconveniente
que significa carecer de una normativa jurídica e institucional a la que se le
atribuya la categoría de supranacional,9 pues en la actualidad la normativi-
dad en el Mercosur se rige meramente por disposiciones del derecho inter-
nacional público y no del derecho comunitario.
Cuando el proyecto se comenzó a fraguar en el año de 1986, el comer-
cio entre los países socios era menor a los 2.000 millones de dólares; a fi-
nes de l994 (ocho años y medio después) el comercio era ya de casi 12.000
millones de dólares; al 2012 esta cantidad ha llegado a 55,934 millones de
dólares.
no puede ser meramente inferida por interpretación amplia o liberal del texto normativo.
Debe estar expresa literalmente como reflejo inequívoco de la voluntad política del legisla-
dor. En Europa, por ejemplo, el tratado de constitución de la Comunidad Europea del Car-
bón y del Acero (1951), uno de los embriones de la actual Unión Europea, en su artículo 9o.
preveía el carácter supranacional de las actividades de sus miembros. En el Mercosur, el
Tratado de Asunción no previó la creación de órganos supranacionales.
Fuente: CEI con base en INDEC, SECEX, Banco Central de Paraguay, Banco Cen-
tral del Uruguay y FMI.
República Argentina, la República Federativa del Brasil, la República del Paraguay y la Re-
pública Oriental de Uruguay.
11 Es el órgano superior del Mercosur, integrado por los Ministros de Economía y Rela-
ciones Exteriores de los cuatro Estados partes.
12 Es el órgano ejecutivo del Mercosur, integrado por los representantes de los Ministe-
Tratado de Integración,
Protocolo de Olivos Cooperación y desarrollo
2002 1988
13 arancel externo común o también conocido como tarifa externa común “que constitu-
tar sus controversias de manera directa al TPR, sin necesidad de pasar por
los tribunales ad hoc. A lo anterior se suma la oportunidad que se le da a la
parte demandada (o por acuerdo de partes) para escoger entre el sistema de
solución de controversias del Mercosur u otro sistema en que los países del
Mercosur son parte, como por ejemplo el mecanismo de solución de con-
troversias de la Organización Mundial de Comercio (OMC). También en
este rubro, de manera significativa, se retira la obligatoriedad de agotar la
etapa previa al conflicto de solicitar la intervención del grupo Mercado Co-
mún, aunque queda como alternativa para el estado demandante. Otro
avance del PO es la aclaración que realiza en cuanto a las facultades de los
tratados ad hoc para ordenar medidas de provisionales para impedir daños
graves e irreparables. Aclara también el alcance de las medidas compensa-
torias en el caso de incumplimiento de o cumplimiento parcial del laudo,
abrigándolas a ser proporcionales a las consecuencias de su no cumplimien-
to, etcétera.
Por otro lado, entre los principales pendientes que deja el PO destaca su
naturaleza transitoria, la cual le resta solidez y certeza a su proceso de cons-
trucción; de igual modo que lo aleja del proyecto de contar con un tribunal
supranacional; al propio tiempo que los particulares continúan aun depen-
diendo de los gobiernos nacionales para presentar sus demandas.
Los avances y retrocesos que presenta hoy en día el esquema de solución
de controversias del Mercosur, son un fiel reflejo del estado que guarda el
proceso general de integración de sus estados miembros. Mientras no se re-
suelva de fondo la operación del AEC y con ello el funcionamiento de la
etapa aduanal; la instalación de un tribunal permanente y un esquema inte-
gral de solución de controversias supranacional seguirá siendo parte de la
agenda pendiente del mercado sudamericano.
Fuente: FMI.
Fuente: FMI.
Fuente: UNComtrade.
bras), aviones (Embraer), Banca (Itaú y Banco do Brasil) y otras que definen
su complementación y estrategia en el mercado mexicano. De este modo la
relación México-Mercosur en el tema económico se ha intensificado de ma-
nera importante, a manera de embajada empresarial, tratando de aprove-
char las ventajas que representan sus respectivos mercados ampliados tanto
del norte (TLCAN) como del sur (Mercosur). Más allá de la distancia y de
la falta incluso al día de hoy de la infraestructura jurídica suficiente en ma-
teria de integración comercial, los empresarios siguen reconociendo el futu-
ro y la oportunidad de negocio de los respectivos mercados. No obstante lo
anterior, en el terreno político los resultados no han acompañado la expec-
tativa de inversión y comercio, sino que al contrario, con la falta de decisión
y de actualización de los acuerdos comerciales se ha estado obstaculizando
la maximización de su crecimiento.
En el caso de México, la concentración en otras áreas a través de la firma
de los tratados de libre comercio con Estados Unidos y Canadá y con la
Unión Europea, entre otros, hicieron que su ampliación comercial no cre-
ciera lo suficiente en una región en la que tiene un posicionamiento históri-
co. En el caso del Mercosur, México solo tiene un tratado de libre comercio
con Uruguay, atendiendo su intercambio con Brasil, Argentina y Paraguay
a través de Acuerdos de Complementación Económica (ACE). Lo anterior
indica que si bien México ha concretado dos acuerdos de la mayor impor-
tancia que lo ubicaron como la primera nación en el mundo en haberse in-
tegrado con los dos bloques más importantes de la economía mundial; por
el otro presenta un déficit con el Mercosur, el cual se presenta como una
asignatura pendiente tanto para México como para las naciones del Mer-
cado Común del Sur.
El acuerdo México-Mercosur, por su relevancia, debe ser producto de
una clara voluntad política de las partes que evidencie el significado y el
mensaje de la firma de un acuerdo de esta naturaleza. La unión comercial
de México, Argentina, Paraguay, Uruguay, Brasil y ahora Venezuela, a tra-
vés de un acuerdo estratégico, por su influencia y dimensión, marcarían una
tendencia de asociaciones que lejos de ser una amenaza para los países de la
zona, representaría la oportunidad de avanzar en la polémica ruta de la in-
tegración, lo cual redundaría en beneficio de todos los participantes y en el
avance de los temas pendientes de la zona, la cual en algún momento debe
formar sinergias de cara a las nuevas metas del siglo XXI y de manera espe-
cial, a la competencia de nuevas regiones que vienen trabajando de manera
exitosa como Asia del Este.
La importancia económica de un acuerdo México-Mercosur resulta evi-
dente a la luz de la suma de sus principales indicadores:
Fuente: CEI en base a INDEC, SECEX, Banco Central de Paraguay, Banco Central
del Uruguay y FMI.
16
Excluyendo a Venezuela.
Con una óptica que reconozca que la globalización pasa en primer lugar
por sus propios países, el negocio latinoamericano, en este caso México-
Mercosur, tiene un sin número de posibilidades de aprovechar sectores, ca-
denas de producción, tramos de manufactura, extensión comercial,
etcétera, con una nueva visión global que privilegie a los productores de la
zona y aproveche de manera innovadora las nuevas oportunidades que se
abren y no se enfrente únicamente con las que se cierran.
IX. CONCLUSIONES
X. BIBLIOGRAFÍA
Acuña, E., Mercosur: entre el regionalismo y el continentalismo (vol. 1), Buenos Ai-
res, Universidad Nacional de La Plata, Facultad de Ciencias Juriìdicas y
Sociales, Instituto de Relaciones Internacionales: ABAPRA, 1997.
Intercambio Comercial del Mercosur. Recuperado de Centro de Economía.
Internacional(CEI): http://www.cei.gov.ar/es/comercio-exterior-por-socios
Informacion Estadistica y Arancelaria. Obtenido de Secretaria de Economía:
http://www.economia.gob.mx/comunidad-negocios/comercio-exterior/informa-
cion-estadistica-y-arancelaria.
Lattuca, A., & Ciuro, M., Economía Globalizada y Mercosur, Buenos Aires, Ciu-
dad Argentina, 1998.
Menem, C. S., ¿Qué es el Mercosur? Buenos Aires, Ediciones Ciudad Argenti-
na, 1996.
Comercio Intra-Mercosur. Obtenido de AliceWebMersocul: http://alicewebmer
cosul.desenvolvimento.gov.br/index/home.
Mercosur y Estados Asociados. Obtenido de Centro de Economia Internacional:
http://www.cei.gov.ar/es/principales-indicadores-econ%C3%B3micos.
Protocolo de Ahesión de la Republica Bolivariana de Venezuela. (2005). Obtenido de
Secretaría del Mercosur: http://www.mercosur.int/.
Protocolo de Brasilia (1991), obtenido de Secretaría del Mercosur: http://
www.mercosur.int/.
Protocolo de Olivos (2002), obtenido de Secretaría del Mercosur: http://
www.mercosur.int/.
Protocolo de Ouro Preto (1994), obtenido de Secretaría del Mercosur:
http://www.mercosur.int/.
Protocolo Modificatorio del protocolo de Olivos (2007), obtenido de Secretaría del
Mercosur: http://www.mercosur.int/.
Unidad VII
1. Nuevas formas de interrelación e interdependencia. El escenario
internacional y los procesos de integración y desintegración:
Mundialización, Globalización, Regionalización y desglobalización.
2. Nuevos actores políticos del escenario internacional.
2. Acerca de la globalización
2 Russell, Robert (1998). “La globalización: situación y proceso”. En: Ciclos, Vol. VIII, Nro. 14-15, pp. 39-50.
3 Castelles, Manuel et al (2007). La transición a la sociedad red. Buenos Aires: Ariel.
4 Osterhammel, Jurgen y Petersson, Niels P. (2019). Breve historia de la globalización. Del 1500 a nuestros días. Buenos
Aires: Siglo XXI.
Capítulo sexto
Unión Europea
I. Introducción.
169
170
171
172
173
sus países: la gestión, bajo una autoridad independiente, del mercado del
carbón y del acero. En efecto, se acaba de salir de un conflicto bélico que
había concienciado a Europa acerca de la necesidad de evitar situaciones
cualesquiera vejatorias para el individuo o atentatorias contra sus econo-
mías; por lo tanto, la propia creación de la Comunidad Económica del Car-
bón y del Acero, cubre o cubría, en ese momento, todos los mencionados
propósitos sin olvidar que por encima de todo esto estaba el deseo de paz de
las naciones europeas, afirmado, con absoluta rotundidad, en la declaración
Schuman del 9 de mayo de 1950.
Sin lugar a duda, el Plan Schuman encierra en sí propuestas revolucio-
narias. Su principio fundamental es la delegación de soberanías, en un sector
limitado pero decisivo: la producción franco-alemana de carbón y de acero.
Como nos destaca Josep Mª Jordán Galduf, desde los inicios de la in-
tegración europea se puede ver claramente cómo Europa está utilizando
pragmáticas metas económicas para aproximarse a ambiciosos objetivos polí-
ticos. Según los fundadores de las Comunidades Europeas, la fusión de los
intereses económicos de los Estados miembros crearía las condiciones para
alcanzar posteriormente una integración política de mayor envergadura.
Siguiendo la línea del proyecto comunitario, en 1950, como ya se men-
cionó, el ministro francés de Asuntos Exteriores, Robert Schuman, hizo
el llamado a los países europeos para crear una primera comunidad; es el
comentado Tratado Constitutivo o fundacional, Tratado de la Comunidad
Económica del Carbón y Acero (tceca) también denominado Tratado
de París, por el lugar de su firma, el 18 de abril de 1951, entrando en vigor
el 23 de julio de 1952.
Tras su ratificación por parte de los seis Estados signatarios: República
Federal de Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y Países Bajos; el
10 de agosto de 1952, la Alta Autoridad, presidida por Jean Monnet, se ins-
talaba en Luxemburgo.
El tceca tenía un ámbito de aplicación muy definido, nacía con un
marcado carácter técnico y económico; se considera como el primer or-
ganismo multilateral con un verdadero carácter multinacional. El siguiente
paso era continuar por la vía de la integración; acabar con el tradicional en-
frentamiento franco-alemán y establecer, de una vez, la federación europea.
En el avance hacia la integración, como manifiestan Rossell y Aguirre,
“el éxito de la ceca inspiró aún más a los europeístas, quienes pensaban
que había llegado el momento de extender los esfuerzos integracionistas a
los ámbitos políticos y militares (...) las circunstancias internacionales de-
mandaban una mayor cooperación intereuropea”.
174
Hasta ese momento, todo parecía funcionar bien, se habían creado soli-
daridades de hecho y el avance continuaba hacia otros sectores de la eco-
nomía; sin embargo, cuando se ignoró la necesidad de la técnica de los
“pequeños pasos” y se intentó avanzar aún más rápido, creando la Comuni-
dad Europea de Defensa (ced) y la Comunidad Política Europea (cpe), estos
grandes proyectos fracasaron de inmediato.
Tras el fracaso de la ced y cpe, al decir de Mangas y Liñán, resultaba peli-
groso dejar aislada a la ceca y era necesario reanudar la experiencia suprana-
cional con el método funcional, dando lugar, posteriormente, a los siguientes
Tratados Constitutivos de la Unión Europea.
Tenemos, por otro lado, el Tratado de Roma o los Tratados de Roma,
con un antecedente en la unión aduanera y económica alcanzadas por Bél-
gica, Países Bajos y Luxemburgo, a partir de 1948, conocida como, el ya
mencionado, Benelux, y estuvo, además, precedido de la Constitución
de la ceca.
Fue un hecho que los logros alcanzados en el aspecto económico por
la ceca, estimularon a los seis países miembros, al tratar de proyectar la mis-
ma fórmula hacia todas las actividades económicas e industriales.
Se continúa con el espíritu de integración materializándose en la Con-
ferencia de Ministros de Asuntos Exteriores de la ceca, celebrada en Messi-
na, Italia. En esta reunión se expresa la voluntad política decidida para entrar
en una nueva etapa de la construcción europea y se anuncia la voluntad
de establecer una Europa unida, la preparación de un informe sobre las po-
sibilidades de una unión económica general, así como sobre una unión en
el terreno nuclear. La meta era, tal y como expresa Piñón Antillón, en de-
finitiva, presentar una propuesta de integración económica a partir de las
resoluciones allí tomadas. El Informe Spaak se convirtió en base principal
para continuar con la idea integracionista europea.
Los Tratados constitutivos de la Comunidad Económica Europea (cee) y
de la Comunidad Europea de la Energía Atómica (ceea o Euratom), se fir-
maron en Roma, el 25 de marzo de 1957, con entrada en vigor el 1 de enero
de 1958, con las mismas bases que el Tratado ceca, aunque con un mayor
acercamiento hacia la idea intergubernamental. Se estableció a través de los
Tratados de Roma, la coordinación en el desarrollo e investigaciones atómi-
cas pacíficas, así como un programa de acercamiento para promover el pro-
greso tecnológico y la producción nuclear en Europa; Euratom garantizaba
también el suministro de las necesarias materias primas. Fue una negociación
en Package-Deal para que todos los participantes resultasen beneficiados en
alguna medida y así se diera un paso más hacia la integración europea.
175
Hay que destacar que el Acta Única Europea representó la primera reforma
importante de los Tratados Constitutivos de las Comunidades Europeas, y
marcó uno de los grandes principios, en el plano económico, que inspiran
176
177
178
3) Política exterior coherente y eficaz. Uno de los grandes pilares que sustenta
la Unión Europea es precisamente éste, la Política Exterior y de Se
guridad Común (pesc) El Tratado de Ámsterdam, en lo que concierne
a la pesc, establece estrategias con objetivos, duración y medios para
lograrlos con la coordinación de los quince Estados Miembros; mayor
eficacia en el ejercicio diplomático y capacidad económica; capacidad
de la Unión para celebrar acuerdos internacionales para desarrollar,
en definitiva, su política exterior; y, sobre todo, una cooperación de las
misiones diplomáticas y consulares.
179
180
181
182
183
El resultado final fue que con dos países con un referéndum negativo, Fran-
cia y Holanda, se prosiguió el proceso de ratificación del Tratado cons-
titucional, en donde sólo 18 (de 25 en esa fecha) Estados ratificaron. El
proceso, desde sus inicios, estuvo mal planteado porque se debieron realizar,
como cualquier otro comicios el mismo día y sin embargo duró más de un
año con los consiguientes cambios de gobierno, crisis, etcétera, que se pue-
den dar en un lapso de un año.
Se dejó transcurrir el tiempo, se dejó ver el decantamiento de las elec-
ciones de Francia y Alemania y así con la presidencia en turno de Alemania
se solicitó el cambio. El Tratado constitucional quedó en el olvido, desterra-
do, y se propuso un Tratado de Reforma o Tratado de Lisboa, por el lugar
en donde se encontraba la presidencia en ese momento.
Como resultado final, tenemos que prevaleció el pragmatismo, sobre la
base del consenso, fundamental para Europa, entre partidos, países, ideolo-
gías políticas, etcétera. Quizá una integración de estas características sólo era
posible así, donde podemos adelantar que el Tratado de Lisboa proporcio-
na más que Niza pero menos que la fracasada Constitución europea.
184
de los dos primeros artículos modifican los dos Tratados existentes: el Tra-
tado de la Unión Europea, que trata de las instituciones, las cooperaciones
reforzadas, política exterior y de seguridad, política de defensa; y el Tratado
Constitutivo de la Comunidad Europea, que se convierte en el Tratado de
Funcionamiento de la Unión, el cual establece las competencias y los cam-
pos de acción de la Unión. Los artículos 3o. a 7o. son disposiciones finales,
como las que se pueden encontrar en todos los tratados internacionales.
Ante esta estructura, debemos expresar, que de acuerdo con el ar-
tículo 2o. del Tratado de Lisboa que se refiere, como mencionamos, al Tratado
Constitutivo de la Comunidad Europea o Tratado de Roma, y que pasa a
denominarse en la actualidad Tratado de Funcionamiento de la Unión, se
inserta un artículo 1o. bis que expresa: “1. El presente Tratado organiza el
funcionamiento de la Unión y determina los ámbitos, la delimitación y
las condiciones de ejercicio de sus competencias. 2. El presente Tratado
y el Tratado de la Unión Europea constituyen los Tratados sobre los que se
fundamentan la Unión. Estos dos Tratados, que tienen el mismo valor jurí-
dico, se designarán con la expresión los ‘Tratados’”.
De esta manera, tenemos que las novedades se pueden resumir en las
siguientes:
185
186
187
La Unión Europea para poder realizar las funciones que les han sido en-
comendadas, se ha provisto de una serie de instituciones que actúan como
“infraestructuras”. Estas instituciones son capaces de formar y expresar
la voluntad de la Unión Europea, propia y distinta de la de sus Estados
miembros.
Los Estados miembros confieren unas competencias a la Unión, ya que
no todo es integración en la Comunidad, y por tanto las instituciones
tienen, en cada caso, diferentes funciones según el tipo de competencia que
estén ejerciendo.
Conforme a los Tratados constitutivos, hasta el Tratado de Maastricht
(en el que se une el Consejo Europeo), eran cuatro las instituciones comu-
nitarias, una especie de “cuatripartismo institucional”, que no responde a la
división de poderes de Montesquieu. A cada una de estas instituciones les
corresponde un tipo diferente de legitimidad: al Consejo la “legitimidad
intergubernamental”; a la Comisión le corresponde la “legitimidad comu-
nitaria”; al Parlamento la “legitimidad democrática”; y al Tribunal de Justicia
la “legitimidad jurídica” como idea del Estado de derecho. Por ello, según
una doctrina mayoritaria, las instituciones pierden sentido al estudiarse de
forma aislada porque su razón de ser está en torno a su interrelación.
Paralelamente existen una variedad de “entes” que no son institucio-
nes sino órganos que, asimismo, cumplen con una importante función. Tales
órganos son: el Tribunal de Cuentas, el Comité de las Regiones y el Co-
mité Económico y Social con facultades consultivas para la Comisión
y el Consejo; el Banco Europeo de Inversiones, el Sistema Europeo de
Bancos Centrales, el Defensor del Pueblo, entre otros, de los cuales sólo
abundaremos en algunos de ellos.
El Consejo de la Unión Europea, comúnmente conocido como Consejo
de Ministros y en la actualidad denominado Consejo (artículo 9o. C tue
reformado a través del Tratado de Lisboa), tiene su sede en Bruselas, excepto
en los meses de abril, junio y octubre en que sus sesiones tienen lugar en
Luxemburgo.
El Consejo representa la legitimidad intergubernamental en la Unión
Europea, pero no es una reunión de representantes de los Estados sino
una institución comunitaria y por tanto debe respetar unas reglas de fun-
cionamiento.
Al Consejo le ha correspondido desde sus inicios, en esencia, el po-
der legislativo de la Unión Europea como poder de decisión y, además, le
corresponde establecer los objetivos políticos de la Unión, coordinan sus
188
189
al público de las sesiones del Consejo en las que se decida en codecisión con
el Parlamento Europeo.
Como adelantamos, con el Tratado de Niza, la mayoría cualificada se
alcanzará cuando: 1. Una decisión reciba un número de votos definidos
(habrá que ver las sucesivas adhesiones); 2. Dicha decisión reciba la votación
favorable de la mayoría de lo países miembros; 3. La mayoría cualificada al
canzada represente por los menos el 62% del total de la población de la
Unión. Con el Tratado de Lisboa, tenemos el artículo 9o. C tue, que esti-
pula lo siguiente en relación con el Consejo:
Artículo 9o. C
190
191
Artículo 207
2) El consejo estará asistido por una secretaría General, que estará bajo la
responsabilidad de un Secretario General nombrado por el consejo.
El consejo decidirá por mayoría simple la organización de la Se-
cretaría General.
192
Artículo 210
193
Artículo 9o. D
194
6) El Presidente de la Comisión:
195
196
197
Artículo 9o. A
198
199
Artículo 9o. F
200
201
202
Artículo 241
Artículo 9o. B
203
204
Artículo 9o. E
205
Artículo 9o.
206
- El Parlamento Europeo;
- El Consejo Europeo;
- El Consejo,
- La Comisión Europea (denominada en los sucesivo “Comisión”),
- El Tribunal de Justicia de la Unión Europea,
- El Banco Central Europeo,
- El Tribunal de Cuentas.
207
208
2. El Parlamento Europeo
209
3. La Comisión Europea
210
1) Consulta
El Parlamento puede:
211
2) Dictamen conforme
3) Codecisión
212
213
2) El sebc estará dirigido por los órganos rectores del Banco Central
Europeo. El objetivo principal del sebc será mantener la estabilidad
de precios. Sin perjuicio de este objetivo, prestará apoyo a las políticas
económicas generales de la Unión para contribuir a la consecución
de los objetivos de ésta.
214
- De la integración europea;
- Del desarrollo equilibrado;
- De la cohesión económica y social;
- Del desarrollo económico basado en el conocimiento y la innovación.
215
216
Por su parte, el Comité de las Regiones tiene su sede en Bruselas, con cinco
sesiones plenarias al año.
El Comité es un órgano consultivo creado por el Tratado de la Unión
Europea compuesto por representantes de las entidades regionales y locales
de los Estados miembros, repartiendo sus puestos con criterio proporcio-
nal. El presidente es elegido por los demás miembros del Tribunal por un
periodo de tres años, renovables, y desempeña el papel de primus inter pares.
La duración del mandato es de cuatro años. Se eligen por el Consejo por
unanimidad para un período de cuatro años para ejercer sus funciones con
independencia y en interés general de la Comunidad.
Nace con el firme propósito de respetar las identidades y prerrogativas
regionales y locales, así como hacer participar a las regiones en el desarro-
llo y la ejecución de las políticas de la Unión Europea, de hecho, existe la
obligación legal de consultar a los representantes de las autoridades locales y
regionales en una serie de asuntos que les conciernen directamente. Tiene,
en definitiva, una función consultiva pudiendo emitir dictámenes a petición
del Consejo de la Comisión o por iniciativa propia.
Es un órgano permanente y comparte infraestructura administrativa
con el Comité Económico y Social.
Entre sus funciones se destacan las siguientes:
217
218
El Consejo de Europa
219
220
221
222
cuestión que el Comité decida, por mayoría de los tercios, que debe ser
sometida a la regla de la unanimidad.
Para otras cuestiones menos importantes tales como la adopción del
presupuesto, del reglamento interior, etcétera, basta con la mayoría de dos
tercios, y en cuanto a las cuestiones que a su vez deriven del reglamento
interior o de los reglamentos financiero o administrativo, bastará con la
mayoría simple.
El Comité de Ministros se sirve, además, de comités de expertos; tampo-
co hay que olvidar que el Comité de Ministros ha recurrido a otros métodos
para obtener el necesario asesoramiento, tales como solicitarlos directamente
a las Organizaciones internacionales competentes o convocar conferencias
especializadas.
La Asamblea Consultiva, por su parte, se compone de representantes ele-
gidos por los Parlamentos nacionales entre sus miembros. Existen dos requi-
sitos para la designación de representantes: que sean nacionales del Estado
miembro que representan y que no sean al mismo tiempo miembros del
Comité de Ministros. Sus miembros son independientes, y disfrutan de in-
munidad diplomática, cuando se ejercite ante países que no sean el propio,
e inmunidad parlamentaria, que será la que se tenga ante su propio país. El
número de delegados es proporcional a la población de los Estados miem-
bros y se reúne en sesiones anuales. Los debates de la Asamblea son públicos
a no ser que se decida lo contrario.
Se podría definir la Asamblea, como una forma de colaboración inter-
nacional que expresa la opinión pública de un sector europeo mediante
debates y recomendaciones. Sus facultades se limitan a las propias de un
órgano deliberante, y sus debates sirven para dar publicidad a las ideas
europeístas.
Según el artículo 23 del Estatuto: “la Asamblea Consultiva puede deli-
berar y formular recomendaciones sobre cualquier cuestión que responda al
objeto y entre en la competencia del Consejo de Europa, tal como se define
en el capítulo I; delibera y puede formular recomendaciones sobre cual-
quier cuestión que le someta para dictamen el Comité de Ministros”. Las
“recomendaciones” se caracterizan porque la Asamblea Consultiva pide al
Comité que actúe en cierto sentido. Exigen una mayoría de dos tercios. Asi-
mismo, la Asamblea puede formular “resoluciones” empleadas para expresar
su punto de vista sobre un problema o para contestar a los informes de
las organizaciones internacionales. De la misma manera, la Asamblea emi-
te “opiniones” en las cuales se contiene su parecer sobre un asunto para el
cual el Comité de Ministros ha solicitado su opinión. La Asamblea también
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Cuestionario
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