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Magistrado ponente
STC16024-2018
Se desata la impugnación del fallo de 8 de noviembre de 2018 proferido por la Sala Civil del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, en la queja de Elsa,
Luz Stella y Gonzalo Moreno Valero contra el Juzgado Cuarenta y Tres Civil del Circuito de esta capital, extensiva a los partícipes en la radicación No. 2015-
00712.
ANTECEDENTES
1. Los gestores exigieron el respeto del «debido proceso» e «igualdad», presuntamente conculcados, y que se «invalide todo lo actuado a partir del
18 de noviembre de 2017 cuando el Juzgado perdió competencia para seguir conociendo del proceso» y, en su lugar, se disponga el reenvió del diligenciamiento
Óscar José Moreno Valero promovió «proceso verbal» contra Gonzalo Moreno Valero, como heredero de Alicia Valero de Moreno, Moisés Moreno Guerrero,
Carlos Ernesto Hernández Bueno, Alejandrina Cruz Leguizamón, Elsa y Luz Stella Moreno Valero ante el «Juzgado Cuarenta y Tres Civil del Circuito de Bogotá»,
para que se «declarara la simulación de los contratos de compraventa consignados en las escrituras públicas Nos. 3865 de 25 de noviembre de 2013, corrida en
la Notaría 17 de Bogotá, y 2508 de 21 de agosto de 2010 suscrita en la Notaría 7ª» de esta urbe.
El libelo fue admitido el 15 de septiembre de 2015 y los convocados enterados el 19 de abril de 2016, por lo que el lapso para dirimir la lid se extendió hasta el
18 de abril de 2017. No obstante, en proveído de 24 de junio de 2016 se decretó su interrupción, a partir del 2 de junio de 2016, hasta el 1 de julio siguiente,
con sustento en los quebrantos de salud padecidos por el apoderado de Moreno Valero; el 25 de agosto de 2017, cuando ya había expirado el «término» del
precepto 121 ut supra, el encartado «prorrogó la competencia por seis (6) meses» más, y el 21 de noviembre de ese año realizó la «audiencia de instrucción y
la «pérdida de competencia», sin haber obtenido provechó, pues el 13 de junio de 2018 se desatendió esa réplica y se denegó la alzada subsidiariamente
impetrada.
Finalmente, en «audiencia» de 20 de junio de 2018, se «declaró probada la simulación» del negocio contenido en la «escritura pública No. 3865 de 25 de
noviembre de 2013», al paso que los demás pedimentos fueron desestimados; empero, esa solución no pudo ser combatida porque su representante fue
expulsado de la deliberación debido a que recibió una llamada y al tratar de apagar su móvil fue increpado por el funcionario que la presidía, q uien lo hizo
desalojar el recinto.
3. El «Juzgado Cuarenta y Tres Civil del Circuito de Bogotá» defendió la legalidad de lo obrado y adveró que hubo cambio de titular lo que postergó
Alejandrina Cruz Leguizamón, Carlos Ernesto Hernández Bueno y Óscar José Moreno Valero imploraron no acceder a lo suplicado por ser improcedente (folios
4. El a quo negó el auxilio tras encontrar que la resolución criticada no amerita corrección en tanto que «el cambio de juez determinaba contabilizar
nuevamente el término a partir de la posesión del nuevo funcionario» como, según dijo, así aconteció (folios 108 a 112, cuaderno 1).
5. Refutaron los precursores, quienes insistieron en sus alegaciones de apertura (folios 129 a 137, cuaderno 1).
CONSIDERACIONES
1. Los impugnantes están en desacuerdo con la postura que desoyó sus anhelos porque aducen que el estamento replicado definió la contención cuando ya no
tenía «competencia para hacerlo», por haberla perdido en virtud del canon 121 de la Ley 1564 de 2012.
En concreto, su empeño es que se invalide lo transitado después de fenecido el término de que tratan las disposiciones recién aludidas y, en su lugar, se
entregue el dossier al arbitrador que sigue en turno (Juzgado Cuarenta y Cuatro Civil del Circuito) para que culmine con el ritual faltante.
2. El Código General del Proceso, promulgado mediante la Ley 1564 de 2012, estableció, en su artículo 2, que «Toda persona o grupo de personas tiene derecho
a la tutela judicial jurisdiccional efectiva para el ejercicio de sus derechos y la defensa de sus intereses, con sujeción a un debido proceso de duración
razonable», y que «los términos procesales se observarán con diligencia y su incumplimiento será sancionado» (se hace notar).
En procura de efectivizar ese dictado se fijó en el «artículo 121» ibídem el «plazo perentorio» de un (1) año para resolver los pleitos en la primera instancia, el
cual corre desde que se halle integrado el contradictorio; y en la segunda se previó uno de seis (6) meses contados desde el arribo del infolio a la secretaria del
órgano destinatario.
Ergo, en todo caso el legislador consagró la posibilidad de extender ese límite hasta por «seis (6) meses» más, mediante una «prórroga» hecha antes de su
vencimiento del respectivo término. Empero, también fue claro en decir que si no se hace uso de esa ampliación y se deja precluir el espacio «el juzgador
perderá automáticamente competencia y deberá direccionar el negocio al despacho que le siga en turno» para que lo continúe sustanciando porque si no lo
hace lo desplegado con posterioridad será «nulo de pleno derecho», sin perjuicio del deber de informar de esa situación al «Consejo Superior de la Judicatura».
Como se puede ver, ese mandato instituye, entre otras cosas, que:
Salvo interrupción o suspensión del proceso por causa legal, no podrá transcurrir un lapso superior a un (1) año para dictar sentencia de primera o única
instancia, contado a partir de la notificación del auto admisorio de la demanda o mandamiento ejecutivo a la parte demandada o ejecutada. Del mismo modo,
el plazo para resolver la segunda instancia, no podrá ser superior a seis (6) meses, contados a partir de la recepción del expediente en la secretaría del juzgado o
tribunal.
Vencido el respectivo término previsto en el inciso anterior sin haberse dictado la providencia correspondiente, el funcionario perderá automáticamente
competencia para conocer del proceso, por lo cual, al día siguiente, deberá informarlo a la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura y remitir el
expediente al juez o magistrado que le sigue en turno, quien asumirá competencia y proferirá la providencia dentro del término máximo de seis (6) meses…
Será nula de pleno derecho la actuación posterior que realice el juez que haya perdido competencia para emitir la respectiva providencia (negrillas ajenas al
texto).
En armonía con esos postulados, esta Corte, entre otras en CSJ STC12644-2018, ha dilucidado que
De esas líneas fluye claro, entonces, que la primera instancia debe agotarse necesariamente a más tardar dentro del año siguiente a la integración del
contradictorio, y la segunda en seis meses después de la recepción del paginario, salvo que antes del vencimiento de esas oportunidades se utilice la ampliación
allí autorizada. El desacato de esa previsión impone, según el caso concreto, de un lado, la «pérdida automática de la competencia» y, de otro, la «nulidad de
pleno derecho» de las actuaciones desplegadas con posterioridad a la expiración del referido «plazo».
Luego, puede ocurrir que solamente se provoque la «pérdida automática de competencia» si vencido el término legal el juez o magistrado, de oficio o a petición
de parte, advierte tal circunstancia y remite el infolio a quien le sigue en turno; en cambio, si en lugar de obrar de esa manera continúa como director de la
disputa, además de lo anterior deberá declarar (o reconocer) la invalidez de lo discurrido desde que el iudex debió desprenderse de la lid y no lo hizo. En esta
hipótesis, debe resaltarse que la sanción contemplada es de carácter insalvable, es decir, no admite convalidación ni saneamiento por ninguna causa, dado el
calificativo de «pleno derecho» que le endilgó el legislador y lo que ello significa en el tráfico «jurídico».
3. Lo expresado revela, sin duda, que el querellado cometió un desfase reprensible, toda vez que pasó por alto la regla de «duración razonable del proceso», así
como la jurisprudencia que sobre ella ha edificado esta Corporación, debido a que avanzó en el estudio de la polémica sin tener en cuenta que desde el 19 de
Son así las cosas, en rigor, porque aunque el caso permaneció interrumpido durante un mes, exactamente entre el 2 de junio y el 1 de julio de 2016, lo cierto es
que cuando se reanudó solamente estuvo al alcance de ese «juzgador» durante un «mes» más, esto es, hasta el 19 de mayo de 2017, porque después de esta
última data dicha entidad quedó deshabilitada para conocerlo pues «perdió competencia», lo que indica que para el 25 de agosto de 2017, cuando dijo hacer
uso de la dilatación consagrada en la codificación civil (art. 121), y extendió durante seis (6) meses la oportunidad para finiquitarlo, ese acto no produjo efectos,
simplemente porque para ese instante esa célula ya no tenía atribución para impulsar la faena, comoquiera que desde el 19 de mayo de 2017 la había perdido
4. Ahora bien, tampoco puede aceptarse, cual lo hizo el a quo, que el «plazo» contemplado en el precepto 121 ejusdem tiene un carácter subjetivo, y que por
ello se «interrumpe» cada vez que se produzca cambio de «titular del despacho» cognoscente, pues esa dialéctica no concuerda con el fin que fijó el legislador
en la norma en que cimentó el «principio de la duración razonable» a que están sometidos las «controversias judiciales» a la luz del actual sistema de
Como se exteriorizó en CSJ STC 12644-2018, recientemente citada, ese «entendimiento no armoniza con la filosofía y contenido del citado precepto, de donde
brota la objetividad del término allí regulado; por ende, es palmaria la incursión en una «vía de hecho» de envergadura suficiente para captar la atención
superlativa».
Con esa orientación, que es diamantina, debe entenderse que los «términos legales para decidir en primera, única o segunda instancia» ostentan un «carácter
objetivo» y, por ello, su contabilización no puede ceder y detenerse ante el cambio del «Juez o Magistrado» encargado de disipar la disputa. Sostener cosa
diversa equivaldría permitir que cada vez que varié el «titular del despacho» sea necesario reiniciar el conteo del «plazo razonable de duración del proceso»,
como si el «hito inicial» no estuviera nítidamente prestablecido en el «artículo 121» al disponer que los tiempos allí señalados se echan a rodar «a partir de la
notificación del auto admisorio de la demanda o mandamiento ejecutivo» tratándose de «primera o única instancia», y «a partir de la recepción del expediente
De ese modo, surge palmario que ninguna injerencia tienen sobre el particular las situaciones administrativas de los dignatarios que dirijan el estrado que lleve
la contienda, fundamentalmente porque el «plazo de duración razonable» se impuso en beneficio innegable de las «partes» y de nadie más que de ellas, de allí
que su disfrute e invocación no queda puesta a la merced de determinado servidor en el cargo, porque quien sea que lo asuma, en cualquier momento, debe
ceñirse estrictamente a los «términos procesales», incluso aquellos que venían corriendo desde antes de su posesión debido a que éstos son de orden público y,
Si así no fuera, se tornaría inimaginable la subsistencia de los conflictos debido a los continuos cambios de dirigentes en las «sedes judiciales» por múltiples
razones que no es del caso detallar en esta ocasión, con lo cual se desvanecería por completo la teleología del citado articulado y se desdibujaría la naturaleza y
(…) el hito inicial para el cómputo del término de un año que establece dicho canon para proferir el fallo de primera instancia, comienza a correr objetivamente
desde la notificación del auto admisorio de la demanda al enjuiciado, sin que consagre salvedad alguna en caso de reforma o sustitución del libelo (…) Entonces,
la hermenéutica que en esta oportunidad acoge la Corte, alude a que el anotado plazo para dictar sentencia corre de forma objetiva , salvo interrupción o
suspensión del litigio, contrario a lo que sostuvo el juez ad quem criticado, que incluyó una modificación para el cómputo del referido lapso, no contemplado en
la norma bajo análisis, conforme se extracta de su redacción, en armonía con las garantías de acceso a la administración de justicia, que traduce la necesidad de
5. Sobreviene, por fuerza de lo expresado, la revocatoria del veredicto fustigado para, en su lugar, dispensar el resguardo porque está visto que el enjuiciado
DECISIÓN
En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia, en Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre de la República y por autoridad de la
Constitución y la Ley, REVOCA la providencia opugnada y, en su lugar, CONCEDE el amparo invocado por Elsa, Luz Stella y Gonzalo Moreno Valero dentro del
PRIMERO: DEJAR sin efecto todo lo actuado por el «Juzgado Cuarenta y Tres Civil del Circuito de Bogotá» a partir del 19 de mayo de 2017 dentro del «juicio de
simulación» que Óscar José Moreno Valero promovió contra Gonzalo Moreno Valero, Moisés Moreno Guerrero, Carlos Ernesto Hernández Bueno, Alejandrina
Cruz Leguizamón, Elsa y Luz Stella Moreno Valero, seguido bajo el consecutivo 2015-00712.
SEGUNDO: ORDENAR al «Juzgado Cuarenta y Tres Civil del Circuito de Bogotá» que, dentro de los diez (10) días siguientes a la notificación de la presente
directriz, decrete la «pérdida automática de la competencia» respecto del pleito mencionado en ordinal anterior, y lo remita al homólogo que le sigue en turno;
e informe de ello a la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura, de conformidad con lo dispuesto en el «artículo 121» ibídem.