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El diálogo en la pareja

Posted on February 15, 2018

“Hablar era fácil cuando eramos novios, parecía muy natural: ¡teníamos toda una vida para
compartir! Nuestro viaje había seguido caminos diferentes hasta que nos conocimos, podíamos
compartir sueños, esperanzas, dudas, todo. Esos momentos fueron preciosos y muy especiales
para los dos. Pero ahora, después de años de matrimonio, ya no es fácil sentarse y hablar “.

El hecho es que la falta de comunicación interpersonal entre marido y mujer es la base de casi
todas las crisis y problemas matrimoniales y, como resultado, es una raíz profunda de la
infelicidad en el matrimonio.

Estamos convencidos de que para llegar a ser una pareja felizmente casada, no son necesarias
las teorías sofisticadas, ni la retórica sobre la comunicación o el diálogo, sino verdaderas
oportunidades de experimentar un encuentro íntimo, profundo, sincero y afectuoso entre
nosotros. Un cara a cara sin ningún tipo de interferencia o mediación.

¿Qué queremos decir con esto? ¿Qué es un diálogo conyugal creativo?

Es una conversación llena de amor entre marido y mujer con un único propósito: escucharse
unos a otros.

– ESCUCHAR es la palabra clave para un diálogo creativo: es para el diálogo lo que es el


amor para nuestro matrimonio. ¡Sin una escucha real no puede haber diálogo, solo discusión!
– ESCUCHAR como la capacidad de recibir, de acoger, de descubrir al otro, de aceptarlo, de
comprender su camino; en una palabra, es necesario crecer como individuos y como pareja.

Precisamente porque nos abre a nosotros, a los demás, al mundo, al amor verdadero, escuchar
nos enriquece, nos llena. Debemos comunicar lo que somos, lo que sentimos el uno por el otro,
lo que queremos construir el uno con el otro en la vida y para la vida.

Todo esto requiere: paciencia para escuchar y hablar, un corazón abierto y hospitalario, silencio
exterior e interior para dedicar tiempo al otro y reconocer el misterio de su persona.
– COMUNICAR es, por lo tanto, compartir momentos, situaciones, sentimientos, deseos,
actitudes. Significa aceptación, igualdad de derechos y deberes, comprensión, lealtad, verdad…
– ¡La comunicación dentro de la pareja es tan vital para la relación como lo es la circulación
sanguínea para mantenerse sanos! De hecho, la sangre nutre y purifica el aire en los pulmones y
elimina el desperdicio y las sustancias tóxicas; si la circulación se dificulta o sufre alguna
alteración, el cuerpo se enferma y puede morir.

En el diálogo y la comunicación, debemos ser muy cuidadosos:

– 1) AL SIGNIFICADO DE LAS PALABRAS.


Es decir, al sentido que las personas dan a ciertas palabras, ideas, eventos. Se supone que el
cónyuge da el mismo sentido; sin embargo, cada uno de nosotros, bajo la prueba de los hechos,
tiene reacciones y ofrece interpretaciones completamente personales de las palabras. Por
ejemplo, la frase “no te hagas la niña o el niño” es filtrada por todos de acuerdo con la
experiencia en la familia de origen y la reacción es consecuente.

– 2) AL SIGNIFICATO DE LOS SENTIMENTIENTOS.


Debemos aprender a “escuchar con el tercer oído”, el de la sensibilidad a los cambios en el
estado de ánimo (que a menudo son repentinos y se deben a eventos que escapan a nuestro
control).

La inteligencia para seguir los rastros e identificarse con los sentimientos del otro se llama
“EMPATÍA”, es decir, ponerse dentro del “marco de referencia” del cónyuge, tratando de
observar y sentir la situación como él, o ella, lo ven y lo escuchan. Se necesita intuición y
comprensión en ambos lados.

– 3) AL SIGNIFICADO DE ACEPTACIÓN.


A menudo estamos tentados a ocultar todo lo que puede disminuir la imagen que el cónyuge
tiene de nosotros, a menos que tengamos confianza en la comprensión, en la aceptación total
del otro.

¿Pero cómo escuchar en un diálogo conyugal que es creativo?


– escucha con los oídos para escuchar cada palabra como algo muy especial;
– escucha con la mente para buscar humildemente la comprensión;
– escucha con los ojos para recibir conscientemente mensajes no verbales;
– escucha con el corazón para aceptar todo con amor verdadero.

Tiempo y lugar para escuchar


– El tiempo es el ingrediente necesario para el diálogo creativo: se necesita tiempo adecuado
(según la necesidad).

¿Qué queremos decir por el tiempo adecuado? Es ese momento especial solo para nosotros dos.
Es hora de no criticarse o culparse unos a otros, ni de resolver problemas o hacer peticiones. Es
hora de escucharnos unos a otros solo desde el fondo del corazón, afectuosamente. Es hora de
estar en contacto el uno con el otro: solos, sin interferencias ni prisas. ¡Solo nosotros dos en un
lugar tranquilo!

– ¡El lugar Un lugar para tener privacidad, para poder relajarse, sentirse descansado, atento y
tranquilo de preocupaciones o interferencias. Un lugar donde podemos mirarnos a los ojos,
sentarse juntos, tomados de la mano y tener una experiencia placentera.
Este tiempo “juntos” es muy importante para la pareja; si realmente quieres encontrarlo, lo
disfrutarás y buscarás la manera de revivirlo todos los meses. “¡No tengo, no tenemos tiempo!”
Es una máscara fácil que oculta algo más profundo.

-Te conoces lo suficiente como para admitir que si algo es importante para ti, encuentras
el tiempo necesario. Además, todos tenemos 24 horas al día: el problema es cómo pasamos ese
tiempo y cuánto de ese tiempo pasamos con nuestro cónyuge.
– Esta es la razón de muchas fallos en el matrimonio: la falta de deseo de estar juntos para
decidir y pensar en cosas realmente importantes (que no son solo las económicas).

Cada pareja debe encontrar su tiempo de acuerdo a sus necesidades y circunstancias: pero debe
encontrarse, de lo contrario no creceremos como individuos, ni como una pareja feliz. Por
ejemplo, para el diálogo diario algunas parejas encuentran el tiempo por la mañana temprano,
antes de que comience el día; otros prefieren la noche; a algunos les encanta hablar durante una
comida compartida o caminar juntos…

Pero es importante la revisión mensual que debe hacerse como se hace con los automóviles; de
lo contrario, si falta el aceite en el motor de nuestro matrimonio, corremos el riesgo de
averiarnos y detenernos por completo…

El tiempo que pasan juntos: ¿podría ser mejor utilizado? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué no desde
hoy?

MODOS DE DIÁLOGO: VERBAL + NO VERBAL + CORPOREIDAD + EN ESPÍRITU


– Hay quienes creen que es suficiente usar un “medio” de comunicación para estar tranquilos
en conciencia y dicen: “No tengo pelos en la lengua. Lo que tengo en mente, digo”. Esto no es
comunicación, ¡de hecho puede ser grosería!

– En el diálogo de la pareja, el medio de comunicación es la persona completa. El mensaje


enviado depende de “cómo” nos relacionamos con el otro.

– Entonces, cuando hablamos del “cómo” de la comunicación, hablamos de “espiritualidad de


la comunicación”, entendida como una atmósfera que posibilita el contacto entre un yo y un yo.

– Todos exigimos atención y necesitamos sentirnos activos; todos deben aprender a descifrar
las señales que el otro lanza por cualquier medio, verbal, no verbal o corporal.

COMUNICACIÓN NO VERBAL
– El cuerpo habla, llora de alegría, tiembla de rabia, los músculos pueden estar tensos o
relajados. Nuestros ojos pueden ser penetrantes, centelleantes, fríos, escondidos, brillantes,
lascivos, parpadeantes o sin vida…

-Hemos aprendido a prestar atención a las palabras, a complacer a las personas, a adaptarnos, a
ocultar nuestros sentimientos, pero no somos igualmente buenos captando los mensajes que
nuestro cuerpo envía y que son más numerosos que los verbales.

– La comunicación no verbal es muy importante en la vida matrimonial. ¡Aprendemos a


reconocer innumerables expresiones, reacciones y signos que ocurren entre nosotros y que no
son percibidos por nadie más!

EL SILENCIO
– A pesar de eso, creer que el otro nos comprende sin que hablemos, ¡pertenece al reino de las
ilusiones! El silencio, en general, no se experimenta bien en el matrimonio. Contiene un
mensaje que puede generar reacciones intensas y controvertidas: puede ser de oro o rechazo
total.

– Una persona sometida a “tratamiento silencioso” puede cerrarse sobre sí misma o intentar
romper la barrera levantando el tono de la voz, quizás usando violencia.

– Uno de los bloques más devastadores en el diálogo entre los cónyuges es el descubrimiento
de que el cónyuge no está interesado en escuchar lo que tenemos que decir.

El abrazo
¡A veces podemos comunicar más cosas con un fuerte y delicado abrazo sincero que con mil
palabras!

– En nuestra cultura, algunas veces tocarse entre sí se considera sospechoso, especialmente en


ciertas regiones, y algunas parejas deben superar una educación de la que aprendieron a no
tocarse entre sí.

– Estos deben aprender o volver a aprender, la importancia de la caricia, un brazo protector


alrededor de los hombros y las alegrías de estar mejilla a mejilla. Apretar la otra mano es un
aspecto importante del diálogo que nos envuelve cálidamente y con alegría.

– El abrazo es un agrandamiento del corazón, es dar espacio a quienes amamos para que sean
uno con nosotros. Un abrazo fuerte y cálido infunde coraje y seguridad, un abrazo tierno y
delicado disuelve toda rigidez, da confianza y serenidad.

– Nos encontramos viviendo en un momento en que todos los tabúes parecen haber sido
superados y toda modestia parece haber desaparecido, pero queda una: la modestia de los
sentimientos.
¡Qué hermoso es dar un nuevo espacio al cuerpo, a los gestos, a ese lenguaje universal que va
más allá de los idiomas y se dirige directamente al corazón!

– Restringir el tacto, en la vida matrimonial, exclusivamente a los momentos de relaciones


sexuales puede privar a la pareja de alegrías de la comunicación diferentes de las de la palabra.

LA SEXUALIDAD EN LA PAREJA
– No se puede separar cada diálogo del hecho de que el diálogo es sexuado. El diálogo de una
pareja se convierte entonces en un diálogo “encarnado” en los gestos físicos, se convierte en
verdadero amor que hace a los dos una sola carne y produce frutos…

– Es urgente volver a entrar y reapropiarse del propio cuerpo, sus propios gestos, su propio
corazón.

– A menudo un gesto puede hacer visible lo que la palabra no puede decir, entonces es el
cuerpo el que hace que la palabra se exprese en un lenguaje universal pero siempre original
que, si es sincero, puede captar la intimidad de nosotros mismos.

– “Cuántas veces perdemos eso que con un poco de dulzura podríamos obtener fácilmente…”
(Shakespeare)

– “Las palabras son piedras”, como piedras a menudo son frías, duras, pesadas, incapaces de
modelarse en los matices de los pensamientos, en los latidos del corazón. Nunca son suficientes
para traducir los sentimientos, la mayoría de las veces permanecen impenetrables ante los
afectos, sentimientos y emociones actuales que invaden nuestros corazones. Un poeta escribe:
“¡Te amo demasiado esta noche para hablar sobre el amor!”. El corazón solo no es capaz de
amar, necesita a la persona completa. Necesita el cuerpo.

PROMOVER EL DIÁLOGO
-Es muy importante comunicar cuando se siente la decepción causada por la conducta del otro,
y luego ir más allá con el perdón.

– ¡Es importante acostumbrarse a pedir disculpas! Puede parecer trivial o fácil y en cambio no
lo es.

Cuando nos damos cuenta de que que hemos malentendido, incomprendido, etc., no es
suficiente decir: “tienes razón” o “no hables más” u “olvida todo”. No es suficiente estar
callado y esperar que el tiempo arregle las cosas, porque el tiempo no lo hace, por el contrario,
los empeora.

– Si no conseguimos vencer nuestro orgullo, perderemos el amor.


– Si nos disculpamos, a menudo pensamos que quedamos mal, pero no es así. Cuando decimos:
“lo siento” no es porque el otro necesite esta palabra para perdonarnos, sino porque, antes que
nada, la necesitamos nosotros si queremos seguir siendo honestos y sinceros con nosotros
mismos, con la persona que amamos y con cualquiera otra persona que tengamos cerca.

¿Por qué las cartas de amor terminan cuando vamos al altar?

Otra forma de diálogo en la pareja se da escribiendo cartas de amor, en las cuales describimos
con calma toda nuestra pasión, expectativas y deseos por la persona amada. Actualmente la
escritura y la lectura están un poco descuidadas, pero de acuerdo con la experiencia de miles de
parejas casadas en todo el mundo, escribir cartas de amor al cónyuge es una manera
¡emocionante y concreta de fortalecer la comunicación conyugal y la confianza mutua en el
matrimonio! A veces es la mejor manera de expresar las experiencias personales y llegar a la
pareja de una manera directa, honesta y afectuosa, para tender un puente, reconciliarse, etc…

LAS RECOMPENSAS DEL DIÁLOGO


– La serenidad en un matrimonio no es gratuita y no se logra por arte de magia: pertenece a un
largo viaje. Mucho se hace cancelando las decepciones y resaltando las cosas positivas. No
olvidemos que somos los arquitectos, los protagonistas de la relación de la pareja, solo nosotros
y Dios si lo queremos. Depende de nosotros dar el significado correcto a las cosas que nos
suceden.

– Lo que mantiene a un matrimonio en pie es, sin duda, la realidad: hacer que el otro se sienta
amado y aceptado.

– Reduzcamos al mínimo, o más bien evitemos por completo, los ataques verbales: solo sirven
para empeorar la situación. Es necesario un poco de humorismo, junto con una buena dosis
de fe. De hecho, si para hablar y comunicarse la pareja pone en el centro a Cristo y la palabra
de Dios, la mitad del trabajo ya está hecho, porque la Biblia dice: “Venid a mí todos los que
estáis cansados y oprimidos y yo os haré descansar” y otra vez: “Sin mí no podéis hacer nada”.
Son invitaciones para hacer prosperar el amor de la manera correcta.
Conclusión:
– Todo en nosotros busca y pide ternura y nosotros, incluso cuando no nos damos cuenta,
damos una mirada, una sonrisa, un gesto, una apreciación benevolente.

– Si en un matrimonio no conseguimos compartir dolor, sufrimiento, dudas, desilusiones,


perplejidades, tampoco conseguiremos compartir amor, serenidad, intimidad. Es cierto que el
amor nos hace vulnerables, pero también es cierto que nos fortalece.

– Expresar abiertamente sentimientos positivos y negativos es el punto más importante de una


relación y el objetivo del diálogo de la pareja. El grado de disposición para compartir
emociones determina la fuerza de la relación y su valor.
– Si no hay expresión de sentimientos, la relación se resquebraja, el sexo se convierte en un
hecho mecánico, el dar se convierte en manipulación, el dolor se convierte en rencor, el amor se
vuelve asco.

– El diálogo en la pareja conduce a la comunión de los dos, a la maduración; a conocerse y


aceptarse.

–CONOCERSE significa aprender a mirar al otro en su vida interior y dejarse ver en la propia.


–ACEPTARSE significa dar acogida al otro con sus recursos y su fragilidad, promoviendo su
crecimiento auténtico.
-Muchos se casan sin haber delineado un proyecto conyugal. Deciden caminar juntos de por
vida, pero no tienen una dirección común de viaje. Solo un diálogo serio y profundo, iluminado
por una rica experiencia de oración, nos permite aclarar nuestro estilo de pareja y llegar a un
acuerdo preciso entre los dos.

– Porque “el amor no consiste en mirarse el uno al otro, sino mirar en la misma dirección” (A.
de Saint-Exupèry).

Las 7 reglas del diálogo conyugal


El verano es un buen tiempo para que los esposos dialoguen sin prisas

Por: Juan García Inza | Fuente: http://www.religionenlibertad.com

El verano es un buen tiempo para que los esposos dialoguen sin prisas. Es verdad
que a veces en verano hay ruidos y desorden, pero hay tiempo “perdido” que se
puede aprovechar para estrechar lazos, afianzar compromisos, revisar
comportamientos, alimentar las ilusiones que nunca se deben perder, mirar los
dos al infinito y volver a enamorarse... Que nunca quede al llegar septiembre la
sensación de haber perdido el tiempo.
Pero, ¿cómo ha de ser el diálogo conyugal? El P. Nicolás Sckwizer propone estas
siete reglas prácticas para que ahora ofrecemos, y que garantizan la renovación en
el amor si se siguen de corazón. ¿por qué no hacer la prueba?

Para que el diálogo sea enriquecedor y fecundo, hay que cumplir determinados
requisitos. Cada pareja, al poseer una identidad propia, tendrá que encontrar su
manera peculiar. Existen, no obstante, determinadas reglas básicas. ¿Cuáles son
estas reglas del diálogo conyugal? Se pueden resumir así: el diálogo conyugal,
para que sea eficaz y creador, debe ser: humilde, paciente, simpático, cálido,
oportuno, constante y renovado.

1. Humilde. La primera cualidad del diálogo es la humildad. No se debe avanzar


hacia el otro hinchado por su propia perfección, seguro de lo definitivo de sus
razones. No existe el cónyuge ideal, ni tampoco nadie es dueño de toda la verdad.
Semejante actitud imposibilita el intercambio desde el origen.

El peligro de todo diálogo conyugal es que, frecuentemente, se vuelva una


acusación: se tortura, se ataca, se acusa recíprocamente, y se sale de esta
situación más apartado que nunca. Por eso conviene que los esposos, a la hora de
iniciar el diálogo, tengan la prudencia de ejercer la autocrítica.

Es algo básico. Hay que tener un gran cuidado -a la hora de las recriminaciones,
críticas, preguntas embarazosas- para examinarse a sí mismo y verificar hasta qué
punto puede uno mismo ser sujeto de censura. No es tan raro que uno proyecte
sus fallas y limitaciones en el otro. Con una actitud de humildad y autocrítica, la
conversación se desarrollará en un clima de lucidez, calma y comprensión.

2. Paciente. En un solo día no se conseguirá la comprensión del cónyuge. Como


todo, la vida de dos juntos requiere un largo aprendizaje, una permanente
educación.

Y toda educación descansa sobre la paciencia. Sabemos que consiste, antes que
nada, en repetición incansable, en incesante recomenzar. Así ocurre entre marido y
mujer. A veces, será necesario repetir durante toda una vida la misma observación,
formular la misma petición.

No es que el otro tenga mala voluntad; sucede que simplemente se le olvida o no


logra crear el hábito, que sólo nace con la repetición. Lo importante, pues, es saber
repetir con una paciencia que, además, es atributo de la fortaleza. En el caso de la
vida matrimonial, esta paciencia es aún más importante, ya que la mayor parte de
las veces, están en juego solamente detalles. Pero estas pequeñeces sin
importancia, al multiplicarse, se hacen irritantes. La impaciencia crece y amenaza
con manifestarse en los momentos de charla. Y es eso lo que hay que evitar. La
paciencia dará al diálogo un clima de calma, de serenidad, sin tensiones e
irritación.

3. Simpático. Para que el diálogo conyugal sea un instrumento de aproximación,


no debe llevarse a cabo en términos agresivos, sino por el contrario, de la forma
más simpática. De otro modo, no podrán menos que defenderse y volver a atacar.

En el momento en que los dos se encuentran cara a cara para iniciar un análisis de
la situación conyugal, importa mucho el sentirse amado. Los roces inevitables de
la vida en común crean, al multiplicarse, una antipatía reprimida que, tarde o
temprano, hará explosión. Si triunfa la antipatía por encima de la simpatía, el clima
del diálogo se hace denso y llega a sofocar. Y entonces las personas se cierran en
seguida, se recogen en sí mismas o se irritan. La conversación se hace entonces
imposible, inútil. En tales condiciones se da un extraño diálogo de sordos en el que
nadie quiere escuchar a nadie. Sólo la simpatía presente en cada momento,
asegura un intercambio fructífero.

4. Cálido. Hay que insistir siempre en que el diálogo sea cálido, porque la frialdad
es un peligro que amenaza a todos los cónyuges. Una vez que se han acumulado
algunas incomprensiones consecutivas, la irritación contenida se traduce en un
marcado enfriamiento de las relaciones de la pareja. No se es propiamente hostil
al otro; se es simplemente indiferente a él, con una indiferencia helada.
Evidentemente, esto es algo que aumenta la incomunicabilidad y cierra toda
salida. No se llegará jamás al encuentro interior en tales condiciones.

5. Oportuno. Es un arte saber escoger lo que debe decirse y lo que debe callarse.
El proverbio lo enseña: “No toda verdad es para ser dicha”. Existen algunas que es
mejor callar, porque diciéndolas solo lograríamos herir; sin provecho alguno para
un mejor entendimiento. Existen silencios que deben ser respetados, secretos que
son inviolables. No todo ha de decirse ni tampoco puede preguntarse todo. Para
poder escucharse, la pareja debe respetarse, una de las formas de respeto
consiste en saber no preguntar o no insistir cuando no conviene; otra forma es no
decir al cónyuge una verdad demasiado dolorosa. La discreción, en el sentido
profundo de la palabra, es la clave de los diálogos conyugales. Es decir, deben
discernir qué puede comunicarse y qué debe callarse, en todos los casos.

Esto se aplica también al momento escogido para manifestarse. La verdad no


puede ser dicha en cualquier momento. No habría que hablar jamás cuando se
está en determinados estados de espíritu. Por ejemplo, cuando se está dominado
por la cólera, los celos, la tristeza profunda o una excepcional euforia.

No son las emociones las que deban animar al diálogo, sino exclusivamente la
razón. Se juzgará, a nivel de la inteligencia, no de las pasiones, cuando es el
momento oportuno para decir tal o cual verdad, o pedir determinada explicación.
Escoger en forma acertada el momento del diálogo es asegurar su éxito.

6. Constante. Tenemos que imprimir un ritmo seguro al diálogo, una periodicidad


regular, para evitar que aumenten las incomprensiones y se acumulen los
problemas.

Aquí podríamos decir también algunas palabras sobre las interrupciones del
diálogo. Pasa todavía bastante frecuentemente que después de una pelea o un
enojo suspendemos ese diálogo que tendría que ser permanente, y hasta lo
suspendemos por tiempo indefinido. Y después viene la pregunta: ¿quién de los
dos inicia de nuevo el diálogo?

Mucho depende del temperamento: el colérico es demasiado orgulloso para


iniciarlo él; el melancólico está demasiado hundido por lo que pasó; al flemático
probablemente no le importa mucho; el más indicado sería entonces el sanguíneo
que no aguanta la situación por mucho tiempo. Ahora, si a mí me preguntan, yo
suelo decir: es evidente que el más maduro debe reiniciar el diálogo.

7. Renovado. La constancia en el diálogo exige, en compensación, un esfuerzo de


renovación. Porque es necesario, a pesar de todo, tener algo que decirse para
poder hablar. Por lo contrario, reinará la monotonía en nuestros diálogos.

Si la esposa sólo sabe hablar de la moda o del servicio doméstico, y por su lado, el
marido sólo sabe hablar de negocios o de política, es evidente que la conversación
será a la larga aburrida. La palabra está en función del pensamiento. Es urgente,
por lo tanto, cultivarlo como un deber. Pero la cultura sería, en el sentido de abrir
cada vez más su espíritu y su horizonte con el propósito de aprender a vivir mejor y
de saber responder a las preguntas que todo ser inteligente se plantea. Muy actual
entonces el tema de nuestras lecturas, de nuestras realizaciones artísticas, de
nuestra cultura religiosa...

Significado de Diálogo
Qué es Diálogo:
Diálogo es un intercambio de información entre dos o más personas. Puede
ser oral o escrito. También es un tipo de obra literaria, en prosa o en verso,
en la que se representa una conversación entre dos o más personajes.
Diálogo directo
En Literatura, se habla de diálogo o discurso directo cuando una conversación
aparece reproducida en una narración tal y como sucede, es decir, en estilo
directo. Las intervenciones suelen aparecer introducidas por guiones (-). Por
ejemplo, en este fragmento de Cien Años de Soledad de Gabriel García
Márquez:

-¿Quién es este tipo? -preguntó.


-El corregidor -dijo Úrsula desconsolada-. Dicen que es una autoridad que mandó
el gobierno.

Diálogo teatral
En teatro, se habla de dialogo teatral cuando dos o varios personajes
conversan de un modo directo sin la intervención de un narrador. Por ejemplo,
en este fragmento de Historia de una escalera de Buero Vallejo:

Fernando: Ahora entramos un minuto y les damos el pésame.


Elvira: Ya te he dicho que no.
Fernando: Pues antes querías.
Elvira: Y tú no querías.
Fernando: Sin embargo, es  lo mejor. Compréndelo, mujer.
Elvira: Prefiero no entrar.
Fernando: Entraré yo solo entonces.

El diálogo de una pastorela


Referido al tipo de representaciones teatrales muy populares en México que
se situan entorno al nacimiento de Jesús, el diálogo forma parte fundamental
de este tipo de obras de teatro. En ocasiones, se utiliza la palabra "diálogo"
para referirse al guión o texto de este tipo de obra teatral.

Referido a los textos poéticos y musicalizados de la Edad Media propios de


Cataluña y del sur de Francia, el diálogo entre los personajes se adapta al
ritmo de la composición y suelen reflejar el habla característica de la clase
social de los personajes.
Diálogo intercultural
Este término hace referencia a las conversaciones que se mantienen entre
personas de diferentes culturas. Puede realizarse a nivel institucional con
representantes de distintas culturas. El objetivo de este tipo de diálogo es el
conocimiento y entendimiento entre culturas. Los temas pueden ser diversos
pero suelen ir orientados al ámbito de la solidaridad, la paz, la colaboración y
el respeto mutuos. Con el diálogo intercultural se suele buscar el acercamiento
de posturas y el consenso.

Diálogo social
El diálogo social comprende las relaciones de comunicación entre distintas
organizaciones, instituciones, asociaciones o grupos de personas encaminadas
a buscar algún tipo de acuerdo entre las partes. Habitualmente, el diálogo
social se realiza a través de representantes. Por ejemplo: "La Presidenta de la
Asociación de Estudiantes Universitarios ha reclamado un mayor diálogo social
al Ministerio de Educación y a la Rectoría de la Universidad para llegar a un
acuerdo sobre el número de becas del próximo curso".

El diálogo conyugal
Dialogar significa regalarse uno al otro desde lo más íntimo que uno tiene

Por: P. Nicolás Schwizer | Fuente: Catholic.net

Para empezar, tenemos que distinguir entre hablar y dialogar. Todo


matrimonio habla, intercambian palabras. Pero eso no es todavía diálogo,
porque no es intercambio de lo interior de cada uno, sino que es un
conversar sobre temas exteriores.

Dialogar significa regalarse uno al otro desde lo más íntimo que uno
tiene. Es entrar en comunión, es abrir el corazón al otro y mostrarle quién
soy por dentro, mis angustias, mis esperanzas. Dialogar es intercambio
de corazones, es fusión de corazones.

No me cabe duda de que la falta o la debilitación del diálogo conyugal el


mayor problema que los matrimonios modernos enfrentan y es un cáncer
del matrimonio, porque lo destruye por dentro.

Los problemas de salud, los problemas habitacionales, los problemas


económicos, todos pueden ser muy angustiosos, pero son externos.
Amenazan al amor, ciertamente, pero desde afuera. En cambio, la falta de
diálogo hiere la raíz del amor, la esencia del amor.

Porque el amor es comunión, es donación y se verifica a través del


diálogo. Y entonces el debilitamiento del diálogo trae necesariamente
consigo el debilitamiento de la ternura, de la delicadeza, de la
comprensión, del respeto, de todas las cosas que implica el amor. Es, en
el fondo, dejar de valorar al cónyuge como persona, como destinatario
principal de mi amor y empezar a considerarlo como “socio”, como “co-
gerente” de la empresa familiar, etc. Pero el amor de socios no basta
para llenar el corazón de alguien que se decidió por el matrimonio.

¿Cuáles son las causas de esta falta de diálogo?

1. No tenemos tiempo. Conspira contra un diálogo verdadero, el ritmo de


vida que tenemos hoy en día. Andamos tan apurados que no tenemos
tiempo. Porque uno no puede abrir el corazón en un minuto y medio. Para
contar esas cosas hondas que uno tiene: preocupaciones, penas, anhelos
del alma, se necesita tiempo, preparar todo un ambiente, y las cosas
salen de a poquito. Se necesita tiempo, pero no hay tiempo.

Y el poco tiempo que queda, muy probablemente lo devora ese aparatito,


devorador de tiempo y de diálogo, y que es la televisión.

2. Se ha perdido el sentido del diálogo.Vivimos en un mundo impersonal,


en un mundo que gira en torno a las cosas, la famosa sociedad de
consumo. En realidad, todos hablamos, sabemos hablar mejor que nunca
antes, pero hablamos siempre de cosas. Es una conversación funcional,
un diálogo utilitario, o sea, hablamos lo necesario para que las cosas
sigan funcionando, para que la maquinaria del hogar siga marchando. Y
para que siga funcionando hay que planchar, cocinar, pagar las cuentas, ir
al colegio de los chicos, comprarles zapatos -y de todas esas cosas se
conversa. Pero poco o nada se dialoga de las cosas personales, íntimas.

Y entonces uno realmente se asombra cómo Dios hace milagros. Porque


hay una serie de matrimonios que están juntos por milagro. Porque según
todas las leyes de la sicología deberían estar separados, ya que no
dialogan desde hace años. El ser humano tiene necesidad del
intercambio interior y si no lo consigue en su casa, tal vez lo encuentre
fuera del hogar, por ejemplo con la secretaria o con el vecino. Y así puede
comenzar la destrucción del matrimonio.

Sin embargo, en muchos matrimonios no pasa eso, a pesar de que no


dialogan durante años. Y entonces uno se lo explica sólo por un milagro
de Dios que cuida que ninguno de ellos se encuentre con nadie que le
ofrece un poquito más que el cónyuge. Pero de parte de los matrimonios,
no dialogar durante tanto tiempo es estar jugando con fuego, es pasear al
borde del precipicio. Es arriesgar el amor, es romper el amor, es faltar a la
promesa de hacer feliz al otro.

Una comunidad de amor, una comunidad de Alianza no puede existir, no


puede crecer sin diálogo. Lo mismo pasa con respecto a nuestra Alianza
con la Virgen María. Lo mismo en relación con los hijos.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Cómo está nuestro diálogo conyugal?


2. ¿No tenemos tiempo o no nos hacemos de tiempo?
3. ¿Hablamos de nosotros, o de cosas, de los demás?

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