Está en la página 1de 7

NOMBRE DEL ALUMNO:

JOSÉ LEOPOLDO JIMÉNEZ OBISPO

MATRÍCULA:

126039

GRUPO:

E073

MATERIA:

INVESTIGACIÓN EDUCATIVA

NOMBRE DEL DOCENTE ASESOR DE LA MATERIA:

DR. ARTURO MAGAÑA CONTRERAS

NÚMERO Y TEMA DE LA ACTIVIDAD:

ACTIVIDAD DE APRENDIZAJE 2. MARCO TEÓRICO

CIUDAD Y FECHA:

NACAJUCA, TABASCO. A 17 DE FEBRERO DEL 2020.


MARCO TEÓRICO

Educación ambiental
La educación ambiental es una forma de desarrollar conciencia, habilidades y
valores en los seres humanos para el beneficio y conservación del ambiente, al
igual transmite y enseña conocimientos científicos que toda persona pueda
entender, todo esto en búsqueda de generar un cambio positivo en la conducta
de la humanidad para la protección del medio ambiente (UNESCO-PNUMA,
1987; UNESCO-PNUMA, 1997). Otro punto muy importante para el desarrollo
de la educación ambiental es que esta debe de llegar a los diferentes sectores
en los que se desarrollan las personas, los cuales pueden ser: el social,
industrial, educativo, turístico, entre otros; la educación ambiental (EA), se
puede implementar de forma individual o colectiva y para poder tener un mejor
ambiente de trabajo es necesario tener un componente educativo alto,
predisposición, responsabilidad y una buena actitud por parte de los
involucrados.

Todo este trabajo por parte de los investigadores tiene como finalidad el ser
capaces como seres humanos de adoptar mejores aptitudes participativas y
responsables hacía el medio ambiente, por lo que se requiere de valores y
conocimientos que le permitan actuar, exigir, proponer e influir para que las
instituciones den soluciones integrales (Acosta, 2000) no solo para la calidad
de vida de las personas, sino generando un desarrollo equitativo entre el ser
humano y la naturaleza, debido a que la naturaleza puede sobrevivir sin la
presencia del ser humano, pero la existencia de este se vería en peligro si el
medio en que vivimos llegase a colapsar.

Con el transcurso del tiempo el medio ambiente ha sufrido grandes daños


debido a las actividades del ser humano generando consecuencias las cuales
se observan en la actualidad; lo cual ha dado pausa a la generación de
investigaciones sobre “las actitudes pro-ambientales y el comportamiento
ecológico de la sociedad” (Winter, 2000), sabiendo que estos daños son fuertes
podemos llegar a mitigar gran parte con una forma de pensar diferente, ya que
debemos ver a nuestro planeta no como una fuente de materia prima, sino el
hogar que al igual que cualquier otro, al no ser cuidado de manera correcta
llega a destruirse y si eso llegase a pasar pondría en riesgo la existencia del
ser humano.

Para ayudar a mejorar las conductas, actitudes e información del cuidado de la


naturaleza (Pato & Tamayo, 2006) han tenido resultados en los cuales alumnos
que han participado en un entrenamiento ambiental, los que estudian un área
relacionada con dicha temática, las mujeres y estudiantes con un mayor grado
de edad presentan más comportamientos activistas sobre el medio ambiente,
logrando así tener valores que van más allá de los intereses egoístas, viendo a
la naturaleza de forma en la cual las personas y ella somos parte de un sistema
más complejo y deciden buscar alternativas de productos consumibles
ecológicos.

En un estudio realizado por (Maneja, 2010) identificó que los alumnos de


primer grado de primaria hasta tercer grado de secundaria en la investigación
realizada tienen una percepción de la naturaleza en primer lugar con 37.60 %
de las categorías de prioridades, resaltando que en el de tercer grado de
secundaria con 42.30% dentro de sus prioridades, significando que, a pesar de
estar en una etapa de constantes cambios, les importa lo referente a la
biodiversidad y su conservación. Por su parte (Espejel &Castillo, 2008),
realizaron una serie de trabajos con alumnos de bachillerato como propuesta
de la evaluación de la problemática ambiental de Tlaxcala, México, generando
como resultados que el 62,1 % de la comunidad muestra tenia conocimientos
de las problemáticas ambientales de la localidad, generando una motivación y
cuidado por el cuidado del medio ambiente de la zona a partir de los talleres de
concientización realizados con un 92.8% y 95.4 % respectivamente. Los
estudiantes muestran un interés relevante en la participación como entes
activos para promover acciones y estrategias dirigidas al fomento de la
educación ambiental (Olaguez et al. 2017). De igual manera se general casos
como el de (Márquez et al. 2011) donde los alumnos obtuvieron una calificación
relativamente alta en actitudes ambientales (7.8), pero baja en los
componentes de comportamientos y conocimientos ambientales (4.7 y 4.3
respectivamente), generando una discrepancia entre los que se sabe y se debe
de realizar en favor del ambiente.
Como docente no podemos quedarnos en que la responsabilidad del cuidado
de nuestro entorno es responsabilidad de los alumnos, por lo que (González &
Abregú, 2014) realizaron una evaluación sobre el nivel de información y
actitudes de estudiantes y profesores a la educación ambiental, obteniendo que
el 80% de los profesores tiene información y conocimiento sobre esta área y los
alumnos un 63.2%, identificando disminuye el porcentaje de este conocimiento,
identificando que el docente puede ser un eslabón en el fortalecimiento o
disminución del desarrollo de la educación ambiental.

Es importante considerar que los conocimientos que se pretendan “enseñar”


(Edel & Ramírez 2006) sean enfocados básicamente a configurar sus actitudes,
con el fin de formar personas autónomas, capaces de crear y construir normas
propias y de esta forma ayudar a consolidar su madurez tanto ética como
intelectual, en mejora de un desarrollo integral de los estudiantes reflejado en
los diferentes contextos en los que se desarrollan y en sus tomas de decisiones
en favor de la conservación del entorno.

Para la realización de estas evaluaciones se necesitan ítems los cuales son


preguntas que pueden ser desde abiertas hasta opcionales dependiendo de la
complejidad de información que se solicite siendo lo más entendible posible
para el entrevistado, en la actualidad existen escalas de mediciones de los
diferentes aspectos que enfatizan en la relación naturaleza-ser humano, entre
estas escales se encuentran:

 Escala de Preocupación Ambiental (ECS) de Weigel y Weigel (1978).


 Escala de Antropocentrismo y Ecocentrismo de Thompson y Barton
(1994).
 Escala de Conciencia General de las Consecuencias de los cambios
medioambientales (GAC) de Stern, Dietz y Guagnano (1995).
 Escala de valores de Schwartz (1992).
 Escala de Nuevo Paradigma Ecológico (NEP) de Dunlap y Van Liere
(1978, modificada en el 2000 por los mismos autores).

La utilización de dichos instrumentos han servido para un mejor desarrollo de


investigación, (Amérigo, 2006) señala que con el paso del tiempo
investigaciones en el tema de actitudes, valores, comportamiento y
conocimiento del medioambiente ha ido en aumento, teniendo registros desde
1991 al 2005, en base a la implementación de ciertas escalas y métodos por lo
que pueden ser en su totalidad o solo de algunas de sus dimensiones,
dependiendo el criterio del investigador y los fines que este tenga.

Escala Nuevo Paradigma Ecológico


Desde la década de los 70´s cuando se mostró más preocupación al medio
ambiente a nivel global, diferentes investigadores han buscado técnicas o
formas de poder medir los diferentes grados de importancia que la sociedad
tiene por la naturaleza y la forma en que interactúan; logrando desarrollar
diferentes investigaciones con respecto a esta situación.

Uno de los más destacados en este campo es Riley E. Dunlap en la sociología


ambiental, el cual con ayuda de William R. Catton Jr. y Kent D Van Lieren,
entre otros dieron la formulación de la idea Nuevo Paradigma Ambiental (New
Environmental Paradigm), la cual comprende al inicio 3 dimensiones: 1)
Capacidad el ser humano para modificar el equilibrio natural, 2) Existencia del
límite al crecimiento de las sociedades humanas y 3) Derecho de los seres
humanos a usar la naturaleza en su bienestar. Con el trascurso del tiempo
dicha escala fue modificada para tener un mayor alcance de las situaciones y
niveles que se pudieran medir a partir de esta, logrando así la versión más
actual, nombrada Escala del Nuevo Paradigma Ambiental Ecológico, en la cual
se integraron 2 nuevas dimensiones: Rechazo del excepcionalismo humano y
creencia en la posibilidad de crisis ecológicas (Dunlap et al. 1978, 1980, 2000;
Cerillo 2010).
BIBLIOGRAFÍA

 Acosta, R. S. (2000). Una propuesta para evitar la disociación de lo natural


y de lo social. En: Del Rio Lugo, Norma (coord.). Ampliando el entorno
educativo en el niño. Universidad Autónoma Metropolitana, México. pp: 15-
30.
 Amérigo M. (2006), La investigación en España sobre actitudes
proambientales y comportamiento ecológico. Universidad La Mancha,
España. Resma 7(2). Pp 45-71.
 Cerillo J. (2010). Medición de la conciencia ambiental: Una revisión crítica
de la obra de Riley E. Dunlap. Vol. 17. Pp. 33-52.
 Dunlap, Riley E.; Van Liere, Kent D.; Mertig, Angela G. Y Jones,
Robert E, (2000). Measuring Endorsement of the New Ecological Paradigm:
A Revised NEP Scale. Journal of Social Issues, 56(3). Pp. 425-442.
 Dunlap, Riley E. (1980) “Paradigmatic Changes in the Social Sciencies:
From Human Exemptions to an Ecological Paradigm”. American Behavioral
Scientist, 24(1). Pp- 5-14.
 Dunlap, Riley E. y Van Liere, Kent D. (1978). A Proposed Measuring
Instrument and Preliminary Results: The 'New Environmental Paradigm.
Journal of Environmental Education, 9. Pp10-19.
 Edel R.& Ramírez M.. (2006). Construyendo el significado del cuidado
ambiental: un estudio de caso en educación secundaria. Revista
Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, 4- Pp. 52-
70.
 Espejel A. & Castillo M. (2008). Educación ambiental para el nivel medio
superior: propuesta y evaluación. Iberoamericana de Educación, 46, 1-11.
 González T. & Abregú L. (2014). Nivel de información y actitudes de
estudiantes y profesores. Aproximación a la educación ambiental en selva
alta. Investigación y Amazonia, 3. Pp. 110-113.
 Manejo Z. (2010). La percepción del medio ambiente en grupos infantiles y
adolescentes, comparativa entre La Huacana (Michoacán, México) y la
cuenca del río Tordera (NE, Cataluña) (Tesis doctoral). Universidad
Autónoma de Barcelona, España.
 Márquez I, Salavarría O, Eastmond A, Ayala A, Arteaga M, Sandoval J &
Manzanero L. (2011). Cultura ambiental en estudiantes de bachillerato.
Estudio de caso de la educación ambiental en el nivel medio superior de
Campeche. Revista Electrónica de Investigación Educativa, Vol. 13. Pp. 83-
98.
 Olaguez J., Peña, E. & Espino P.. (2017). La gestión de la educación
ambiental en las organizaciones desde las perspectivas de los estudiantes
de la universidad politécnica del valle del Évora, México. Holos, 8, 145-159.
 Pato C. & Tamayo A. (2006). Valores, creencias y comportamiento
ecológico de activismo. Universidad de Brasilia, Brasil. Resma 7(1). Pp. 51-
66.
 UNESCO-PNUMA. Actividades de educación ambiental para las escuelas
primarias. Centro Internacional de Educación para el Programa
Internacional de Educación Ambiental (PIEA). Santiago, Chile, 1997.
 Winter, D.D. (2000). Some big ideas for some big problems. American
Psychologist, 55, 516-522.

También podría gustarte