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INTRODUCCIÓN
El primer día de prácticas, una de las técnicas que más me sorprendió porque la desconocía, y que
veo que se utiliza a diario en el tratamiento de diferentes patologías de suelo pélvico, es el Biofeedback
(BFB).
Aunque a principios del s.XX, hay estudios precursores de lo que podría ser el BFB, es con el
establecimiento de la Sociedad de Biofeedback (EE.UU.) en 1969 en el momento en que el BFB fue
reconocido como un método de terapia, los efectos de los cuales han sido confirmados por
numerosos estudios (1).
Biofeedback lo podemos traducir como Biorretroalimentación. Los métodos de
biorretroalimentación utilizados en la rehabilitación se basan en mediciones biomecánicas y de los
sistemas fisiológicos del cuerpo. La biorretroalimentación se produce mediante pantallas visuales
(como es el caso que nos ocupa, mediante una pantalla de ordenador), señales acústicas y, más
recientemente, se ha introducido la realidad virtual o la tecnología de exergaming (2). Cualquiera de
estos tipos de biorretroalimentación son eficaces para mejorar las técnicas de ejercitación de los
músculos en pacientes con afectación de suelo pélvico.
Esta técnica proporciona información a los pacientes en tiempo real, respecto al ejercicio que están
realizando (que de otro modo sería desconocida para ellos), más allá de la información que ellos
mismos pueden estar observando o experimentando que es más fácil de captar por ellos (como
apretar más o menos un músculo, sentir cansancio muscular, etc…) que son aspectos que sí pueden
percibir. Por lo tanto, se trata de un proceso de toma de conciencia de sus propias funciones
fisiológicas (3).
A parte, también ofrece información fiable al fisioterapeuta, lo que mejora la precisión con la que
pueden dar feedback a sus pacientes sobre si están realizando de manera correcta o no un ejercicio
concreto.
La biorretroalimentación implica la medición de una variable (en el caso del suelo pélvico la fuerza o
presión que ejerce la musculatura pélvica, concretamente la que envuelve al recto y al ano).
Si nos centramos en el caso del embarazo, así como después del parto (que son la mayor parte de
patologías de suelo pélvico), la mujer tiene una mayor síntesis de estrógeno, una hormona que debilita
el colágeno en los tejidos musculares del suelo pélvico. Esto da como resultado la flacidez de los
tejidos y la debilidad de su contractilidad y causa problemas con la contención de la orina y, a menudo,
incluso de las heces. El daño del colágeno en los tejidos también se observa de manera muy intensa
durante y después de la menopausia o con personas con tratamientos de quimioterapia o radioterapia
(5).
INSTRUMENTOS NECESARIOS