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Unidad 3:
Texto 12)
Dagfal, A.; Vezzetti, H. (2008). Psicología, psiquiatría y salud mental. Módulo de la unidad III:
Cát. I de Historia de la Psicología, Facultad de Psicología, UBA (revisión M. Borinsky, 2014).
1) ¿Cuáles fueron los orígenes del movimiento de la higiene mental? Describa las condiciones
que hicieron posible su emergencia, sus objetivos y su visión sobre la institucionalización de la
locura.
Para examinar el pasaje de la higiene mental a la salud mental, es necesario comenzar por una
breve introducción que nos sitúe en Estados Unidos a principios del siglo XX. En 1900, más
precisamente, Clifford Beers, un joven empresario graduado en la universidad de Yale, sufrió
una crisis aguda, desencadenada por la muerte de su hermano. Luego de un intento de
suicidio, fue internado en una clínica privada del estado de Connecticut. Allí fue sometido a
tratamientos degradantes y humillantes. Beers pasó varios años internado en diversos
establecimientos, el peor de los cuales resultó ser un hospital público. En su autobiografía,
contaba en detalle los padecimientos que había sufrido, concitando la atención de un público
muy amplio sobre la necesidad de reformas radicales en el sistema de salud. Ese mismo año,
Beers fundó la Sociedad de Higiene Mental de Connecticut, para crear, al año siguiente, el
National Committee for Mental Hygiene, desde el cual instó a la comunidad internacional a
crear una red mundial de sociedades de higiene mental. En 1919, el International Committee
for Mental Hygiene (ICMH) se hizo realidad, gracias al apoyo de personalidades como William
James y de Adolf Meyer. En 1930, el ICMH organizó en Washington el “Primer Congreso
Internacional de Higiene Mental”. En 1937, un segundo congreso fue organizado en París, con
un éxito similar, lo cual marcó una verdadera internacionalización de un movimiento que no se
limitó a los Estados Unidos. Luego, de ambos lados del Atlántico, la guerra interrumpió este
impulso transformador, que recién iba a continuar en la posguerra.
Respecto de la locura, el higienismo mental no cuestionaba la existencia del asilo; sólo limitaba
sus indicaciones terapéuticas y abogaba por mejores condiciones de internación. Si la
alienación era una enfermedad “mental”, vinculada con un medio determinado, y ya no
“cerebral”, esto implicaba que no debía entenderse siguiendo una lógica de “todo o nada”. La
enfermedad mental admitía entonces diferencias de grado más o menos importantes, dentro
de un continuo que iba desde la salud hasta la locura, lo cual hacía que las afecciones menos
importantes pudieran ser tratadas en forma ambulatoria.
Si bien la higiene mental rompía en gran parte con las teorías hereditarias propias del siglo XIX,
no por ello dejaba de tener una concepción naturalista de la enfermedad, orientando su acción
por premisas adaptativas que equiparaban el funcionamiento de la sociedad a la relación de un
organismo con su medio. A menudo, en su afán de intervenir sobre el cuerpo social a partir de
los saberes extraídos de las ciencias de la vida, el higienismo se emparentaba con la eugenesia
y con otras formas de darwinismo social. Así, las estrategias no coercitivas para el
“mejoramiento de la raza”, como por ejemplo aquéllas vinculadas con ciertas formas de
profilaxis reproductiva, no dejaban de estar presentes en su horizonte instrumental.
4) ¿Qué efectos tuvo la Segunda Guerra Mundial sobre las prácticas en salud mental?
Considere en su respuesta el documento publicado en 1948 por la Federación Mundial para la
Salud Mental.
Apenas terminada la guerra, en 1945, la Association for Mental Health of England and Wales
encargó a John Rawlings Rees la organización del “Tercer Congreso Internacional de Higiene
Mental”. El congreso tuvo lugar en Londres, en agosto de 1948. Un mes antes, se había
reunido allí una comisión internacional, con el fin de redactar el acta de fundación de la
Federación Mundial para la Salud Mental. El documento producido, llamado “Salud mental y
ciudadanía mundial”, fue aprobado en ese mismo congreso de Londres. En la parte que
justificaba el nacimiento de la nueva disciplina, podía leerse el siguiente pasaje: “Los estudios
sobre el desarrollo humano indican que el comportamiento es modificable a lo largo de la vida,
especialmente durante la infancia y la adolescencia, por el contacto humano. El examen de las
instituciones sociales de muchos países muestra que éstas también pueden ser modificadas.
Estas posibilidades recientemente reconocidas proporcionan fundamentos para mejorar las
relaciones humanas, para liberar potencialidades humanas constructivas y para modificar las
instituciones sociales en aras del bien común.”
5) ¿En qué contexto sitúan los autores el texto de William Menninger sobre “El papel de la
psiquiatría en el mundo actual”? Desarrolle.
El texto de Menninger sobre “El papel de la psiquiatría en el mundo actual”, de 1947, debe ser
situado en el contexto más amplio de todos estos debates. Para una disciplina triunfante en
una potencia triunfante, no puede dejar de observarse el carácter programático y la voluntad
fundadora de esta alocución. La psiquiatría se había atribuido el rol de liderar la reconstrucción
moral de Estados Unidos, pero a partir de una visión universalista. Para prevenir guerras
futuras, había que liberar el mundo de nacionalismos, comunitarismos y creencias religiosas
estériles, que dividían a los seres humanos y generaban conflictos. La paz sólo podía ser
preservada a partir de la difusión de un humanismo laico, universalista y esclarecido, que estos
psiquiatras, sin embargo, defendían de manera cuasi-religiosa.
1) En primer lugar, muestra en qué medida la guerra implicó para la psiquiatría una
preocupación por aspectos sociales que antes no consideraba como propios. El psiquiatra,
otrora recluido en consultorios privados o en servicios hospitalarios, debió hacer frente a
nuevos desafíos y áreas de aplicación (selección, clasificación y ubicación del personal militar,
además de prevención, readaptación y tratamiento). Estas tareas lo pusieron en contacto con
una dimensión pública que antes le había sido ajena, y de la cual ya no podría desligarse.
2) La guerra, interpretada como fenómeno patológico colectivo, había puesto en evidencia que
la sociedad misma no estaba “sana”. Este diagnóstico venía a cuestionar el carácter “natural”
del concepto de adaptación, que comenzaba a ser problemático. En todo caso adaptarse a una
sociedad patógena era un signo de enfermedad y no de salud. Antes de pensar en el
tratamiento de los individuos, era necesario entonces tratar las “neurosis sociales”.
3) Si el mismo lazo social era fuente de enfermedad, había que “aprender” a vivir en
comunidad de otra manera, corrigiendo los “malos aprendizajes” que habían desembocado en
la catástrofe de la guerra y en la situación actual. Lo que la guerra había enseñado sobre la
salud mental de los combatientes podía aplicarse, en tiempos de paz, “a la familia, al grupo, a
la comunidad y a la nación”.
4) Este programa de reformas implicaba una clara dimensión moral, que apelaba a la
responsabilidad colectiva. Al mismo tiempo, pretendía apoyarse en conocimientos
especializados, de los cuales no era más que una consecuencia lógica. Por ello, para
Menninger, la psiquiatría tenía ante esta situación una enorme responsabilidad, que compartía
con el resto de la medicina, la psicología clínica y los trabajadores sociales. En consecuencia,
los psiquiatras debían reflexionar e investigar, junto con los psicólogos clínicos y los
trabajadores sociales, sobre los problemas relativos a la prevención y el tratamiento de la
enfermedad mental.
5) En ese contexto, el tratamiento de la enfermedad mental exigía una dimensión
psicoterapéutica interdisciplinaria, en la que una psiquiatría parcialmente “desmedicalizada”
terminó confluyendo con una psicología que se tornaba cada vez más clínica.
6) Hay que destacar la dimensión política de este programa, que era explícita y que traía
aparejada una organización progresiva de los grupos imbuidos de estos nuevos ideales, que
muy poco tiempo después se traduciría en la creación de la Federación Mundial para la Salud
Mental (1948).
En primer lugar, la recepción francesa de estos discursos implicaba una cierta dosis de
admiración por un conjunto de disciplinas que habían sabido ganarse un lugar de privilegio
justamente en aquellos países que habían “liberado” a Francia. Los franceses se veían como un
pueblo débil, que casi no había opuesto resistencia al invasor alemán y que, más aún, jamás
hubiera podido liberarse de él sin ayuda externa. De ahí que Lacan subrayara continuamente el
valor ejemplar de las experiencias inglesas y que las analizara en términos de moral, valor,
virilidad, etc. En esa época, además, comenzaba a implementarse el plan Marshall, con lo que
los artífices de la liberación militar (Estados Unidos e Inglaterra) eran en parte los mismos
responsables de la reconstrucción económica. En ese marco, aunque más no fuera por un
período muy breve, los intelectuales franceses fueron muy receptivos a las ideas que venían
del otro lado del Atlántico o del otro lado de La Mancha. Durante la guerra, según hemos visto,
la psicología clínica y la psicología aplicada en general se habían ganado un lugar de privilegio
como herramientas de máxima eficacia. Lacan se asombraba entonces de las novedades
técnicas incorporadas por la psiquiatría inglesa; y se complacía en mostrar a sus colegas
psiquiatras hasta qué punto la utilización de “una ciencia psicológica aún muy joven” había
servido para “constituir desde la nada un ejército de escala nacional”. Esta “ciencia
psicológica” había contribuido, entre otras cosas, a la selección e instrucción de los soldados y
oficiales, a la democratización de las relaciones jerárquicas, a la instauración de un nuevo tipo
de disciplina y, finalmente, a la reinserción de los prisioneros de guerra y los combatientes de
ultramar en la vida civil.
7) Señale cuáles son los ejes principales que organizan el texto de Nikolas Rose y cuáles son las
relaciones que pueden establecerse entre las preocupaciones de Rose y las investigaciones de
Michel Foucault.
c) El examen (que es para Foucault la matriz técnica y epistemológica de las “ciencias clínicas”)
proporciona un modelo para un dominio experto que requiere de “inscripciones” y registros
(el “caso”), y busca hacer del sujeto una entidad calculable. El propósito de Rose es pasar de la
“población”, calculable en términos de estadísticas, a la subjetividad, que requiere de otras
nociones y técnicas. En particular, le interesa analizar las formas del autogobierno,
autoinspección y confesión (las “técnicas del yo”), que se articulan con las tecnologías
aplicadas a la subjetividad.
d) Finalmente, hay que tener en cuenta que el marco de los análisis de Rose son las sociedades
occidentales centrales (y los Estados correspondientes) en el período dominado por las
políticas liberales, en particular en la segunda posguerra (1945 -1950).
8) ¿Cuáles fueron, según Rose, los “nuevos problemas y exigencias” que plantearon las dos
guerras mundiales a la psicología y a la psiquiatría? En su respuesta, destaque las diferencias
entre las enseñanzas aportadas por cada guerra.
Las guerras mundiales proporcionaron la ocasión para una experiencia extraordinaria, en gran
escala, y plantearon nuevos problemas y exigencias a la psiquiatría y la psicología.
La primera guerra mundial (1914-1918) fue la ocasión de una amplia utilización, por los
Estados Unidos, de tests de inteligencia y aptitudes con fines de selección y clasificación de
soldados y oficiales. También sirvió para plantear un primer sistema de personal que se
proponía un ajuste entre los requerimientos de las tareas y las capacidades de los individuos.
Un área destacada en la primera guerra fue el de las “neurosis de combate” (shell-shock) y sus
efectos sobre la psiquiatría. Sobre todo:
b) pone de relieve su significación social, en una dirección que converge con el movimiento de
la higiene mental, que se orienta hacia la consideración de la dimensión colectiva.
Rose destaca dos grandes áreas, nacidas de la experiencia de la segunda guerra mundial: las
relaciones humanas y el grupo. Señala las innovaciones tecnológicas y su impacto sobre
ámbitos de acción del dispositivo “psi” en la familia, el trabajo y la sociedad en general. La
segunda guerra va a significar, para Rose, la entrada de la subjetividad bajo otras formas, sobre
todo, la “personalidad” y “los grupos”.
9) ¿Qué implicó, para Rose, que en la Segunda Guerra Mundial la subjetividad empezara a
considerarse desde el punto de vista de la “personalidad” y de “los grupos? Señale las
diferencias entre la experiencia inglesa y la norteamericana.
1) Por una parte, se mantienen y se hacen más eficaces los procedimientos “administrativos”
en el reclutamiento, selección y distribución de soldados y oficiales. Asimismo, surgen
proyectos de capacitación y crece el trabajo de los psiquiatras. El empleo de los tests se
orienta a “metas positivas”: ajustar las capacidades del individuo a las exigencias del puesto.
2) Por otra, hay un desplazamiento del individuo a la organización y a la “psicología social”. Un
tema destacado es el de las actitudes, que definen una “relación subjetiva” del sujeto con la
situación y que buscan ser examinadas, medidas y “calculadas” a través de diversos
procedimientos: escalas, cuestionarios.
4) Rose señala las diferencias entre las experiencias en Estados Unidos (que desarrollan
procedimientos cuantificables) y en Inglaterra donde en verdad se consolidan las orientaciones
de una psiquiatría social basada en los vínculos intersubjetivos:
c) La psicoterapia de grupos nace de esos grupos de discusión que ahora se focalizan sobre una
patología que se considera social.
Texto 13) Menninger, W. (1947). El papel de la psiquiatría en la actualidad. [Fuente: The role
of psychiatry in the world today. The American Journal of Psychiatry, 151 (6), 75-81]. Trad.
De M. L. Ferrari y M. Szerman, Cát. I de Historia de la Psicología. Facultad de Psicología, UBA.
Texto
1) ¿Por qué el texto de W. Menninger “El papel de la psiquiatría en la actualidad” puede ser
considerado un texto programático? Desarrolle
2) Comente la siguiente frase de Menninger: “la psiquiatría es una ciencia médica, pero
también es, por necesidad, una ciencia social”
La psiquiatría es una ciencia médica, pero también es, por necesidad, una ciencia social. El
psiquiatra, más que el profesional de cualquier otra disciplina médica, debe preocuparse por la
situación social de sus pacientes. En ninguna otra especialidad existe la necesidad rutinaria de
considerar los antecedentes ambientales, la modificación de ese medioambiente y de las
relaciones personales involucradas. El psiquiatra debe entonces, necesariamente, interesarse
en nuestras unidades sociales - la familia, la comunidad, el estado.
Por otra parte, por necesidad y sin opción, la psiquiatría en el ejército tuvo que actuar,
literalmente, en el campo, más que limitarse al tratamiento en el hospital o el consultorio. La
situación demandó nuestros servicios en la selección, la clasificación y la asignación de
personas; requirió nuestra preocupación por la moral y la toma de medidas preventivas, así
como también exigió nuestro trabajo en instituciones correccionales y en criminología, tanto
como en el tratamiento.
3) Según Menninger, ¿cuáles serían las lecciones que la guerra habría dado a los psiquiatras? A
partir de esto, ¿cuáles serían las propuestas de Menninger respecto del papel de la psiquiatría
en el mundo actual?
El estado actual de la familia ha sido descrito como en crisis, y a menos que la tendencia se
revierta, se ha pronosticado que la familia, tal como la conocemos, se desintegrará para el fin
de siglo.
Habría total acuerdo entre los psiquiatras en afirmar que el desarrollo saludable del niño
depende de que las tempranas experiencias familiares provean afecto, buenos ejemplos y
seguridad. Los hogares, cada vez más, no logran proveer tales condiciones. La institución
familiar debe ser tomada seriamente como objeto de estudio por parte de aquellos que se
dicen interesados en la salud mental.
4) ¿Qué debería hacer la psiquiatría para dar respuesta a los problemas sociales que generan
consultas? ¿Cuáles serían, para Menninger, las principales “neurosis sociales”? ¿Por qué las
enfermedades sociales serían de incumbencia psiquiátrica?
Actualmente, en EEUU, el primer lugar entre todas las neurosis sociales lo ocupa el fenómeno
muy extendido de los prejuicios y la discriminación hacia las personas por su color o por su
religión. El fanatismo y la intolerancia, la tesis de la "supremacía blanca”, los prejuicios
antisemitas, las prácticas discriminatorias y las actitudes hostiles entre católicos y
protestantes, están presentes en diversos grados en todos los sectores de EEUU. Como
psiquiatras no sólo somos conscientes de estos prejuicios y resentimientos, en tantos los
vemos en nuestros pacientes, sino que tenemos además la oportunidad de aprender mucho
acerca de su dinámica y por lo tanto de su significación.
Como grupo de científicos expertos que se interesan y preocupan por la manera en que los
hombres piensan, sienten y se comportan, es lógico suponer que estas enfermedades sociales
deberían hallarse entre nuestras principales preocupaciones.
Como un paso adelante para satisfacer la gran necesidad de tratamiento, debemos priorizar la
integración de la psiquiatría con el resto de la medicina, particularmente en la currícula de la
escuela de medicina. Es nuestra entera responsabilidad recomendar y dirigir cómo debe ser
enseñada la psiquiatría. También es nuestra responsabilidad que los principios psiquiátricos
impregnen la enseñanza de toda la medicina y que un cuerpo útil de conocimiento esté a
disposición de todos los médicos. Nuestra Asociación [se refiere a la Asociación Psiquiátrica
Americana, APA] necesita ser organizada de manera que permita y estimule a cada miembro a
contribuir para la solución de los problemas que enfrenta hoy en día la psiquiatría.
6) ¿Cómo podría relacionar las propuestas de Menninger respecto del rol de la psiquiatría con
las ideas que signaron el nacimiento del movimiento de la salud mental? Desarrolle
Menninger era el hijo menor de una familia de médicos. En 1925, junto con su padre Charles
(un homeópata de origen berlinés) y con su hermano mayor, Karl, fundaron en Topeka
(Kansas) una clínica psiquiátrica que se convertiría en el prototipo de la implantación del
psicoanálisis en el seno de la psiquiatría norteamericana. Contra los antiguos métodos
manicomiales, la clínica Menninger proponía un tratamiento llamado “ambiental” que, si bien
no eliminaba la internación, pretendía abordar al paciente con un enfoque multidisciplinario
cercano al que luego adoptaría la psiquiatría comunitaria.
Junto con otros analistas nacidos en Estados Unidos, se opuso entonces activamente a la
separación entre psicoanálisis y psiquiatría que reclamaban los analistas más ortodoxos, de
origen europeo, que a su vez defendían el análisis profano. Menninger, por el contrario, abogó
durante su mandato por un psicoanálisis “a la americana”, medicalizado y de difusión masiva.
7) En el programa esbozado por Menninger, ¿qué rol le cabe a la prevención? ¿Qué relación
establece entre los pares tratamiento-prevención y tiempo de guerra-tiempo de paz? ¿Qué
“factores capitales en el mantenimiento de la salud mental” se destacaron en la “psiquiatría
preventiva” como consecuencia de la guerra?
8) ¿En qué consiste, para Menninger, la “educación para padres y líderes”? Recuerde las ideas
de Brock Chisholm al respecto.
Uno de los propósitos principales de la psiquiatría preventiva debería ser el constante intento
de educar a los padres y a todos los líderes sobre la importancia de desarrollar personas
maduras.
La psiquiatría ya no podía limitarse a tratar individuos, sino que, trasladado el énfasis a las
tareas preventivas, debía trabajar para “producir una generación de ciudadanos maduros”
Los esfuerzos debían orientarse a la reeducación de los educadores, los maestros, las
asociaciones de padres, los grupos juveniles, las escuelas y las iglesias.
Lacan afirma que “hay que centrar el campo de lo que han realizado los psiquiatras en
Inglaterra, por la guerra y para ella” y hace mención al libro del Gral. Rees The Shaping of
Psychiatry by War (1945). ¿Qué cuestiones destaca en ese libro? ¿Cuál es su opinión sobre la
utilidad de los “conceptos y de las modalidades operatorias del psicoanálisis”? ¿Qué dice sobre
la psicología de grupos?
Hay que centrar el campo de lo que han realizado los psiquiatras en Inglaterra, por la guerra y
para ella, del uso que han hecho de su ciencia en singular y de sus técnicas en plural y de lo
que, tanto la una como las otras, han recibido de esta experiencia. Tal es, en efecto, el sentido
del título del libro del brigadier general Rees, al que nos referiremos sin cesar: The Shaping of
Psychiatry by the War.
En primer lugar, se refería al libro de John Rawling Rees, The Shaping of Psychiatry by War,
publicado en Nueva York, en 1945, que remitía a su experiencia como consultor del ejército
británico. Pero Rees había llegado a ese puesto como resultado de su participación en la
famosa Clínica Tavistock, de la que había sido director. Esa clínica, fundada en 1920, ya había
tenido un importante papel en la investigación de las neurosis de guerra luego de la primera
confrontación mundial. Además de publicar la revista Human Relations, en ese instituto se
darían cita numerosos psicoanalistas, como Elliot Jacques y Wilfred Bion, quienes contribuirían
a la conformación de una cierta psicología social de inspiración psicoanalítica, aplicable al
nuevo ámbito de las “relaciones humanas”.
Aquí encuentran su ámbito de cooperación diversas disciplinas que, por más teóricas que las
consideremos algunos de nosotros, será necesario que todos se informen. Pues, de hecho, se
debe a esta condición el que nosotros podamos y debamos justificar la preeminencia que nos
viene del uso a escala colectiva de las ciencias psicológicas. Si los psiquiatras ingleses, en
efecto, lo han hecho reconocer, con un éxito sobre el que deberé volver, durante la
experiencia de la guerra, todo esto es debido, como veremos, no sólo al gran número de
psicoanalistas entre ellos, sino al hecho de que todos han sido penetrados por la difusión de
los conceptos y de las modalidades operatorias del psicoanálisis. Por otro lado, está el hecho
de que disciplinas apenas aparecidas en nuestro horizonte, como psicología llamada de grupo,
han llegado en el mundo anglosajón a una elaboración suficiente para expresarse, en la obra
de Kurt Lewin, nada menos que en el nivel matemático del análisis vectorial.
Muy otro era el problema que se planteaba: constituir en su totalidad un ejército a escala
nacional, del tipo de los ejércitos continentales, en un país que sólo tenía un pequeño ejército
profesional, por haberse opuesto obstinadamente al reclutamiento hasta la víspera del
conflicto. Es preciso considerar en toda su relevancia el hecho de que se recurriera, para
producir lo que se puede llamar la creación sintética de un ejército, a una ciencia psicológica
todavía joven, cuando esta ciencia apenas acababa de poner al día, a la luz del pensamiento
racional, la noción de tal cuerpo como grupo social con una estructura original. En efecto, es
en los escritos de Freud donde los problemas del mando y el problema de la moral acababan
de ser formulados, por primera vez, en los términos científicos de la relación de identificación,
es decir todo ese encantamiento destinado a reabsorber totalmente las angustias y los miedos
de cada uno en una solidaridad del grupo en la vida y en la muerte, cuyo monopolio lo tenían
hasta entonces los practicantes del arte militar.
¿Cómo presenta Lacan la tarea de “selección” llevada a cabo por los psiquiatras ingleses para
la conformación del ejército de su país? Desarrolle
Después de todo, esos sujetos, por el hecho de ser agrupados entre sí, se muestran de
inmediato infinitamente más eficaces, por una liberación de su buena voluntad, correlativa de
una sociabilidad así reforzada. Las unidades así depuradas de sus elementos inferiores, vieron
descender, en una proporción que se puede decir geométrica, los fenómenos de shock y de
neurosis, los efectos de claudicación colectiva.
La mayor prueba de selección para los oficiales era la primera y también más amplia; como
preliminar a toda instrucción especial, tenía lugar durante un curso de tres días en un centro
en el que los candidatos eran albergados y, en las relaciones familiares de una vida en común
con los miembros de su jurado, se ofrecían tanto mejor a su observación. Durante estos tres
días, tenían que someterse a una serie de exámenes que tendían a obtener no tanto sus
capacidades técnicas, sus cocientes de inteligencia, ni más precisamente lo que el análisis de
Spearman nos ha enseñado a aislar con el famoso factor g como pivote de la función
intelectual, sino más bien su personalidad, o sea especialmente ese equilibrio de las relaciones
con otros que gobierna la misma disposición de las capacidades, su tasa utilizable en el papel
de jefe y en las condiciones de combate. Cada prueba estaba pues centrada en la detención de
los factores de la personalidad.
En primer lugar, las pruebas escritas, que comportan un cuestionario sobre los antecedentes
personales y familiares del candidato—los tests de asociación verbal que se ordenan por el
examinador en un cierto número de series que define su orden emocional,—los tests llamados
de "apercepción temática" de Murray, que versan sobre la significación que el sujeto atribuye
a las imágenes que evocan de modo ambiguo un escenario y temas de elevada tensión afectiva
(hacemos circular estas imágenes, por lo demás bastante expresivas de rasgos específicos de la
psicología americana, más aun que de la inglesa), finalmente, la redacción de dos retratos del
sujeto tal como podrían ser concebidos respectivamente por un amigo y por un crítico severo.
Después, una serie de pruebas donde el sujeto es colocado en situaciones casi reales, cuyos
obstáculos y dificultades varían en relación al espíritu inventivo de los examinadores y que
revelan las actitudes fundamentales del sujeto cuando se encuentra en presencia de las cosas
y de los hombres.
Según Lacan, ¿cuál es la dificultad de la que parte Bion y cuál la innovación metodológica que
introduce para superarla? Explique con detenimiento el dispositivo terapéutico instaurado por
Bion durante la guerra
Ahora bien, en un teatro de guerra ¿qué hay que hacer para que de este agregado irreductible
llamado "compañía de disciplina", surja una tropa en marcha? Dos elementos: la presencia del
enemigo que suelde al grupo frente a una amenaza común, —y un jefe al que el conocimiento
de los hombres permita fijar, con la mayor proximidad, el margen a dar a sus debilidades, y
que pueda mantener el límite con su autoridad, es decir, que cada uno sepa que una vez
asumida una responsabilidad no se "desinfla". El autor es un jefe tal en el que el respeto por el
hombre es consciencia de sí mismo, y es capaz de sostener a cualquiera donde sea que él esté.
Y es aquí donde interviene el espíritu del psicoanalista que va a tratar la suma de los
obstáculos que se oponen a esta toma de conciencia como esta resistencia, o este
desconocimiento sistemático, cuya maniobra aprendió de la cura de los individuos neuróticos.
Sin embargo, aquí él va a tratarla a nivel del grupo. En la situación prescrita, Bion tiene más
dominio sobre el grupo que el psicoanalista sobre el individuo, ya que, por lo menos de
derecho y como jefe, él forma parte del grupo. Pero, justamente, eso es de lo que el grupo no
se da cuenta. Así el médico deberá pasar por la aparente inercia del psicoanalista, y apoyarse
en el único apoyo que de hecho le es dado, el de tener al grupo al alcance de su palabra.
He aquí pues, en resumen, el reglamento que promulga en un mitin inaugural de todos los
hombres: se formarán un determinado número de grupos que se definirán cada uno por un
objeto del que ocuparse, pero ellos serán enteramente remitidos a la iniciativa de los hombres,
es decir, que cada uno no sólo se incorporará a su gusto, sino que podrá promover uno nuevo
según su idea, con la única limitación de que el objeto mismo sea nuevo, dicho de otro modo,
que no haga un doble uso con el de otro grupo. Se entiende que a cada uno le está permitido,
en todo momento, volver a descansar en la habitación ad hoc, sin que de ello resulte otra
obligación que la de declarárselo al jefe-supervisor.
Todos los días, a las doce menos diez del mediodía, una reunión general que durará una media
hora examinará la marcha de las cosas así establecidas. El artículo nos hace seguir, en un
progreso cautivante, la primera oscilación de los hombres ante el anuncio de aquellas medidas
que, en relación a los hábitos reinantes en ese lugar, generan el vértigo luego las primeras
formaciones blandas que se presentan más bien como una puesta a prueba de la buena fe del
médico; pronto los hombres se prestan al juego y se constituyen un taller de carpintería, un
curso preparatorio para oficiales de enlace, un curso de práctica cartográfica, un taller de
mantenimiento de coches e inclusive un grupo que se consagra a la tarea de mantener al día
un diagrama claro de las actividades en curso y de la participación de cada uno, —
recíprocamente el médico, tomando a los hombres por sus obras como ellos mismos lo han
tomado por su palabra, pronto tiene la ocasión de denunciarles esa ineficacia en sus actos, de
la que escucha que ellos mismos se lamentan respecto al funcionamiento del ejército,—y de
repente la cristalización se produce con una autocrítica en el grupo, marcada, entre otras
cosas, por la aparición de un servicio voluntario que, de un día para otro, cambia el aspecto de
las salas, a partir de entonces barridas y limpias por los primeros llamados a la autoridad, la
protesta colectiva contra los que se escaquean y se aprovechan del esfuerzo de los otros, ¡y
cuál no fue la indignación del grupo leso (este episodio no está en el artículo), el día en que las
tijeras para coser desaparecieron! Pero, cada vez que se pide su intervención, Bion, con la
firme paciencia del psicoanalista, devuelve la pelota a los interesados: nada de castigos, nada
de reemplazar las tijeras. Los que se escaquean son un problema propuesto a la reflexión del
grupo, no menos que la salvaguarda de las tijeras de trabajo; a falta de poder resolverlos, los
más activos continuarán trabajando para los otros y la adquisición de nuevas tijeras se hará
con el gasto de todos. Estando las cosas así, Bion no carece ciertamente de "estómago" y,
cuando un listo propone instituir un curso de baile, lejos de responder con un llamado a la
buena educación, que el mismo promotor de la idea cree provocar, él sabe dar confianza a una
motivación más secreta que advierte en el sentimiento de inferioridad propio de todo hombre
apartado del honor del combate: y pasando por alto los riesgos de la crítica o del escándalo, se
sirve de esa propuesta para una estimulación social, decidiendo que los cursos serán
impartidos por la tarde, después del servicio, por las graduadas ATS del hospital (tales iniciales,
en Inglaterra, designan a las mujeres movilizadas) y que estarán reservados a aquéllos que
ignoren la danza y deban aún aprenderla. El curso que, de hecho, se desarrolla en presencia
del oficial que desempeña la función de director del hospital, representa para estos hombres
una iniciación a un estilo de comportamiento que, por su prestigio, restablece en ellos el
sentimiento de su dignidad. Después de algunas semanas, el servicio llamado de reeducación
se había convertido en la sede de un espíritu nuevo que los mismos oficiales reconocían en los
hombres en el momento de las manifestaciones colectivas, de carácter musical, por ejemplo,
durante las cuales entraban en una relación más familiar: espíritu de cuerpo propio del
servicio, que se imponía a los recién llegados, a medida que partían aquellos que habían sido
marcados por su beneficio. El sentimiento de las condiciones propias de la existencia del
grupo, mantenido por la acción constante del médico animador, constituía su fundamento.
Aquí reside el principio de una cura de grupo, fundada sobre la prueba y la toma de
consciencia de los factores necesarios para un buen espíritu de grupo.
Esta experiencia, a partir de un enfoque psicoanalítico, ponía el acento en la psicoterapia de
grupos y en las virtudes terapéuticas de la vida comunitaria, subrayando las ventajas –para
mejorar la moral de la tropa y fomentar el espíritu de grupo– del manejo concienzudo, por
parte del animador, de las “identificaciones horizontales y verticales” y de las transferencias
grupales. Por otra parte, y Lacan lo destacaba, quedaban de manifiesto los efectos de
responsabilización que sólo podían producirse en un contexto no coercitivo, incluso con
aquellos que, según los métodos tradicionales, habían sido considerados como ineptos.
Comente la siguiente frase de Lacan: “Así la psiquiatría ha servido para forjar el instrumento
con el que Inglaterra ha ganado la guerra. Inversamente, la guerra ha transformado la
psiquiatría en Inglaterra”
Así la psiquiatría ha servido para forjar el instrumento con el que Inglaterra ha ganado la
guerra. Inversamente, la guerra ha transformado la psiquiatría en Inglaterra. En esto como en
otros campos, la guerra se vio dando luz al progreso, en la dialéctica esencialmente conflictiva
que caracteriza a nuestra civilización.
En ningún momento de las realizaciones que proponemos como ejemplo, hemos podido
olvidar la alta tradición moral de la que ellas han permanecido aquí impregnadas. En todas
presidió un espíritu de simpatía por las personas, que no está de hecho ausente de esta
segregación de los dullards, donde no aparece ninguna caída del respeto debido a todos los
hombres. Baste con recordar que, a través de las más estrictas exigencias de una guerra vital
para la colectividad, y el desarrollo mismo de un aparato de intervención psicológica que ahora
ya es una tentación de poder, en Gran Bretaña se mantuvo el principio del respeto por la
objeción de conciencia. A decir verdad, los riesgos que tal respeto comporta para los intereses
colectivos, se vieron reducidas a proporciones ínfimas, y pienso que esta guerra ha
demostrado suficientemente que no es de una indocilidad demasiado grande de los individuos
de donde vendrán los peligros del porvenir humano. Está claro desde entonces, que los
obscuros poderes del superyó se coaligan con los más cobardes abandonos de la conciencia
para llevar a los hombres a una muerte aceptada por las causas menos humanas, y que todo lo
que se presenta como sacrificio no por ello mismo es heroico. Al contrario, el creciente
desarrollo, en este siglo, de los medios para actuar sobre el psiquismo, una manipulación
concertada de las imágenes y de las pasiones, de las que ya se ha hecho uso con éxito contra
nuestro juicio, nuestra firmeza y nuestra unidad moral, darán lugar a nuevos abusos de poder.
Nos parecería digno de la psiquiatría francesa que, a través de las mismas tareas que un país
desmoralizado le propone, sepa formular sus deberes en los términos que salvaguarden los
principios de la verdad.
¿Quiénes son tres de las figuras más representativas del congreso y por cuáles motivos?
El presidente del Congreso fue John R. Rees, psiquiatra británico, miembro de la Tavistock
Clinic y oficial del ejército británico durante la guerra, se convirtió en el primer presidente de la
Federación Mundial para la Salud Mental. La otra figura importante era el canadiense George
Brock Chisholm. Nacido en 1896 y veterano de la Primera Guerra, fue director general de los
servicios médicos del ejercito de su país durante la Segunda Guerra Mundial con el grado de
general. En 1944 fue nombrado Ministro de Salud en su país, pero decidió abandonar el cargo
por sus posiciones críticas sobre la religión y la educación. Ese mismo año era designado
secretario ejecutivo de la comisión interina para la creación de la OMS y fue su primer director
en 1946. A él se debe la ambiciosa definición de salud, como un “estado de completo bienestar
físico, mental y social”. El círculo de las figuras más influyentes en la nueva configuración de la
salud mental se completaba con el psiquiatra y psicoanalista norteamericano Harry Stack
Sullivan, quien, como Chisholm y Rees, formaba parte de los psiquiatras que se habían
desplazado fuera de los hospitales y consultorios a causa de la guerra. Había actuado en el
Comité de Movilización Militar de la American Psychiatric Society y fue consultor del Servicio
de Selección del Ejército.
¿Cuál era el propósito general del nuevo movimiento de salud mental y de qué modo se
vinculaba con las “relaciones humanas”?
¿Qué cambios consolidó la psiquiatría de guerra en las prácticas psiquiátricas? ¿Cuál fue la
doble transformación que conllevó en el campo de la medicina mental?
¿Qué desajustes se mencionan respecto al “mundo social” que tenían efectos sobre la salud
mental? ¿De qué modo impacta en una redefinición radical de la psiquiatría?
Todo entraba en el catálogo de ítems sociales que tenían efectos sobre la salud mental. Y ante
ese fresco de los males sociales y la infelicidad subjetiva frente a un mundo que pondría a los
integrantes de una sociedad ante tantas situaciones críticas se preguntaba “¿qué es una
reacción normal?” Ese solo razonamiento estaba en la base de una redefinición radical de la
psiquiatría.
¿Por qué H. Vezzetti plantea que hay una “prédica reiterada de una nueva pastoral familiar-
social en clave psicológica”?
Después del Freudismo, la promoción de una familia moderna y racional debía admitir la
pervivencia de emociones y anhelos primarios, de seguridad y dependencia, en la subjetividad
adulta. Las prevenciones y las críticas frente a la situación contemporánea tenían un motivo
explícito: la guerra había exigido “la obediencia al Estado” y a sus representantes civiles y
militares, había justificado incluso una suerte de “infantilización “de un individuo descargado
de sus responsabilidades. Allí afincaban los riesgos que se señalan en el Estado providencial,
los temores de un excesivo dominio estatal y el fantasma político de la disolución del individuo
en la masa anónima. La peor amenaza afectaba la familia. Un régimen de masiva participación
del Estado podría “erosionar “las funciones de la familia, “la única institución capaz de
moralizar al individuo con éxito”.
El tema de la “ciudadanía mundial” en los propósitos del Congreso, aludía a una idea de las
relaciones humanas que en parte se separaba de los vínculos primarios y movilizaba otras
referencias emparentadas con la política como actividad asociativa y con el programa de una
acción directa sobre la sociedad.
¿Qué implicaba el término “madurez” en la conferencia de G. Chisholm? ¿Cuáles eran sus ideas
principales?
El térmico clave, psíquico y moral, era, “madurez”, que se conjugaba en una serie abierta:
perseverancia, independencia, determinación, flexibilidad, tolerancia, adaptabilidad,
compromiso. El ideal del sujeto autónomo exigía un equilibrio difícil entre la adaptación y una
dosis de inconformismo que habilitara la expresión de una agresividad constructiva y
compatible con el compromiso social.
Chisholm comenzaba por el individuo, en una exploración de las tendencias que impulsaban la
guerra, síntomas de un patrón de conducta irracional que resultaba de un desarrollo fallido
que habría impedido la madurez emocional. La única fuerza capaz de producir estas
distorsiones, en la escala de las civilizaciones, afirmaba, es la moral.
La psiquiatría yo no podía limitarse a tratar individuos, sino que, trasladado el énfasis a las
tareas preventivas, debía trabajar para “producir una generación de ciudadanos maduros”.
¿Según H. Vezzetti por qué la conferencia de Chisholm amerita un mayor análisis? ¿Qué
significa la idea de una “ciudadanía mundial” y qué escenario plantea desde los años
cincuenta?
El objetivo de la preservación de la paz requería una solidaridad que iba más allá de la
colaboración internacional en la medida en que convocaba a formar “una comunidad mundial
edificada sobre el respeto por las diferencias individuales y culturales”. El problema mayor, era
que ya en 1948, los sentidos de la “paz” estaban sometidos a enconadas disputas en el plano
internacional. Desatada la Guerra Fría, para los Estados Unidos la paz significaba consolidar el
nuevo orden, expandir su idea de la democracia y prevenir el fascismo y sobre todo el
comunismo, que se consolidaba como el enemigo principal. Para la URSS, se trataba de
prevenir la amenaza de un ataque contra las posiciones soviéticas, sobre todo en Europa, y de
impulsar la lucha antiimperialista. El discurso de la salud mental proponía otro sentido de la
paz, una utopía humanista, de reforma subjetiva. Dependía de condiciones psicosociales que
se construían en la familia y la educación inicial para ampliarse hacia el trabajo y la vida social y
política. La paz quedaba asociada a una edificación de hábitos, valores y actitudes contrarias al
autoritarismo. La disputa concernía a la idea misma de la democracia.
La “ciudadanía mundial” era presentada como un objetivo que empezaba a realizarse en los
cambios atribuidos a la victoria sobre los fascismos. Definida en el documento como “lealtad al
conjunto de la humanidad”, nacería de un movimiento que abarcaría y superaría las lealtades
tradicionales, la familia, la comunidad y la nación.
La “salud mental” conformaba un núcleo de ideas y una visión hacia el futuro, que apuntaba a
un programa de acción política sobre la sociedad y los grupos y una nueva sociedad planetaria.
El suelo de esos cambios, dependía de un sustrato subjetivo, edificado en individuos, grupos e
instituciones. La idea del desarrollo adquiría un sentido más allá de los modelos evolutivos del
individuo, hacia un ideal de progresiva ampliación asociativa, hacia el grupo y la comunidad. Y
en el desenvolvimiento de las potencialidades humanas la mira estaba puesta en el salto que
conduciría de la comunidad nacional al mundo: “Los principios de la salud mental no se
pueden promover con éxito en las sociedades a menos que exista una progresiva aceptación
del concepto de ciudadanía mundial. Y la ciudadanía mundial puede ser ampliamente
extendida entre los pueblos a través de la aplicación de los principios de la salud mental”.
El horizonte de la salud mental llevaba fuera de los hospitales, hacia la sociedad, la infancia, la
familia; y desembocaba en propuestas educativas en un sentido amplio: la paz, los valores y
actitudes de solidaridad y entendimiento debían inculcarse de modo temprano en el niño. Un
término clave era la “plasticidad” del sujeto humano, que justificaba el proyecto de formar y
guiar el desarrollo desde la infancia y debía prolongarse en instituciones sociales igualmente
flexibles.
Humanidad es un término clave en ese discurso que ha nacido, en gran medida, de las ruinas y
los muertos. Adquiría un sentido concreto, asociado a condiciones históricas, que se encarnaba
a una idea de ciudadanía que excedía el sentido político para abarcar las relaciones humanas y
sociales en su conjunto, extendidas hasta las relaciones entre las naciones y los pueblos.
Asociada inmediatamente a la paz, humanidad, al igual que ciudadanía mundial, abría un
horizonte de esperanza frente a la tragedia, los muertos y los mutilados, las ciudades
destruidas, los sufrimientos de muchos veteranos que retornaban a una sociedad que no sabía
muy bien qué hacer con ellos.
Texto 16) Foucault, M. (2006). Seguridad, territorio, población. Curso en el Collège de France
(1977-1978). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. Clases del 1 de febrero de 1978 (pp.
107-138) y del 8 de febrero de 1978 (pp. 139-160)
2) Entre los siglos XVI y XVIII, ¿qué función cumplió el libro El Príncipe, de Maquiavelo (1513),
dentro de la literatura sobre el gobierno en su forma política?
3) Foucault sólo se refiere a la “doctrina del príncipe” (teoría jurídica del soberano) de
Maquiavelo a partir de la reconstrucción realizada por la literatura antimaquiaveliana, que a su
vez proponía “artes de gobernar”. ¿Cómo se diferenciaban esas “artes de gobernar” de la
“doctrina del príncipe”? En su respuesta, tenga en cuenta al menos tres de los siguientes
elementos: la relación entre el gobierno y la sociedad, la relación entre las formas del poder, el
blanco (u objeto) del gobierno, sus fines y métodos y el lugar de la familia.
4) ¿Qué significa que el príncipe tiene una relación de exterioridad con su principado? ¿Cuál
sería el objeto y cuáles los objetivos primordiales de ese príncipe?
5) Según el texto de La Mothe Le Vayer (1653), ¿de qué ciencias diferentes dependen el
gobierno de sí mismo, el gobierno de la familia y el gobierno del Estado?
La Mothe Le Vayer menciona tres tipos de gobierno, cada uno de los cuales depende de una
forma de ciencia o reflexión especifica: el gobierno de sí mismo, que depende de la moral; el
arte de gobernar una familia como se debe, que depende de la economía; y por último, la
“ciencia de gobernar bien” el Estado, que depende de la política.
6) ¿Qué significa el término “economía” en los textos del arte de gobernar, y por qué razón ese
problema adquiere profunda relevancia?
El termino economía significa la manera de manejar como es debido a los individuos, los
bienes, las riquezas, tal como puede hacerse dentro de una familia, como puede hacerlo un
buen padre de familia que sabe dirigir a su mujer, a sus hijos, a sus domésticos, que sabe hacer
prosperar la fortuna de su familia, que sabe concerrar en su beneficio las alianzas más
convenientes.
El arte de gobierno debe responder esencialmente a esta pregunta: ¿Cómo introducir la
economía, como introducir esa atención, esa meticulosidad, ese tipo de relación del padre de
familia con los suyos, dentro de la gestión de un Estado? La introducción de la economía
dentro del ejercicio político será, creo, la apuesta esencial del gobierno.
7) ¿Qué características de las artes de gobernar ilustran las metáforas de la nave y del “rey de
las abejas”? Desarrolle
¿Qué es gobernar un navío? Es hacerse cargo, desde luego, de los marineros, pero al mismo
tiempo de la nave y su cargamento; gobernar un navío es también tener en cuenta los vientos,
los escollos, las tempestades, las inclemencias del tiempo. Y esta puesta en relación con los
marineros con el barco que es preciso salvar, con el cargamento que hay que llevar al puerto, y
sus vínculos con todos esos sucesos que son los vientos, los escollos, las tempestades, es lo
que caracteriza el gobierno de una nave.
Toda esta gestión general caracteriza el gobierno, y con respecto a ella, el problema de la
propiedad de tierras para la familia o la conquista de la soberanía sobre un territorio para el
príncipe no son, en definitiva, sino elementos relativamente secundarios. Lo esencial, es el
complejo de hombres y cosas; ese es el elemento principal, y el territorio y la propiedad solo
son, en cierto modo, una de sus variables.
El rey de las abejas: el abejorro reina sobre la colmena y lo hace sin necesitar un aguijón. Con
ello, Dios quiso mostrar de una manera “mística” que el verdadero gobernante no debe
necesitar un aguijón, es decir, un instrumento para matar, una espada, para ejercer su
gobierno. Debe tener paciencia y no ira; además, lo esencial en su personaje no debe ser el
derecho de matar, el derecho de hacer valer la fuerza. ¿Qué contenido positivo dar a esa falta
de aguijón? La sabiduría y la diligencia. La sabiduría es el conocimiento de las leyes humanas y
divinas, el conocimiento de la justicia y la equidad; antes bien, la sabiduría que se requerirá de
quien gobierna es justamente el conocimiento de las cosas, de los objetivos susceptibles a
alcanzarse si se actúa como se debe para alcanzarlos, aunado a la “disposición” que se pone en
juego para llegar a ellos. Ese conocimiento va a constituir la sabiduría del soberano. En cuanto
a si diligencia, es lo que hace que el soberano o, mejor dicho, quien gobierna, solo deba
gobernar en la medida en que considere y actúe como si estuviera al servicio de los
gobernados.
8) ¿Cómo y por qué se produjo, según Foucault, el desbloqueo de las artes de gobernar en el
siglo XVIII? ¿Qué papel le cupo a la estadística en ese proceso?
Al igual que el bloqueo, es preciso reinscribir ese desbloqueo en unos cuantos procesos
generales: la expansión demográfica del siglo XVIII, ligada a la abundancia monetaria,
vinculada a su vez al aumento de la producción agrícola. Se puede decir de una manera más
precisa que el desbloqueo del arte de gobernar estuvo ligado al surgimiento del problema de
la población. Gracias al desarrollo de la ciencia del gobierno, la economía pudo recentrarse en
determinado nivel de realidad que hoy caracterizamos como económico, y en virtud de ese
mismo desarrollo se pudo recortar el problema específico de la población. Pero podríamos
decir igualmente que, gracias a la percepción de los problemas específicos de la población y el
discernimiento de ese nivel de realidad que recibe el nombre de economía, el problema de
gobierno pudo por fin pensarse, meditarse y calcularse fuera del marco jurídico de la
soberanía. Y la misma estadística, llegaría a ser el factor técnico principal o uno de los factores
técnicos principales del desbloqueo mencionado. Esta descubre y muestra poco a poco que la
población tiene sus propias regularidades: su número de muertos, su cantidad de enfermos, la
regularidad de sus accidentes. La estadística muestra asimismo que la población entraña
efectos propios de su agregación y que esos fenómenos son irreductibles a los de la familia: se
trata de las grandes epidemias, las expansiones endémicas, la espiral del trabajo y la riqueza.
Además muestra que, por sus desplazamientos, sus maneras de obrar, su actividad, la
población tiene efectos económicos específicos. Al permitir cuantificar los fenómenos propios
de la población, la estadística pone de relieve la especificidad de esta, irreductible al pequeño
marco de la familia. Salvo unos cuantos temas residuales, que bien pueden ser de carácter
moral y religioso, la familia desaparecerá como modelo de gobierno.
La población aparecerá como meta ultima por excelencia del gobierno, pues, en el fondo,
¿Cuál puede ser la meta de este? Sin duda no gobernar, sino mejorar la suerte de las
poblaciones, aumentar sus riquezas, la duración de la vida, su salud. Y el instrumento que el
gobierno va a darse para obtener esos fines que son, de algún modo, inmanentes al campo de
la población, será la población misma, sobre la cual actuara de manera directa a través de
campañas o de manera indirecta mediante técnicas que van a permitir, por ejemplo, estimular,
sin que la gente lo advierta demasiado, el índice de natalidad, o dirigir hacia tal o cual región o
actividad los flujos poblacionales. La población se manifiesta entonces, más que el poderío del
soberano, como el fin y el instrumento del gobierno: sujeto de necesidades, de aspiraciones,
pero también objeto en manos de gobierno. Parece conciente, frente al gobierno, de lo que
quiere, pero inconciente de lo que se le hace hacer.
10) ¿Qué entiende Foucault por “gubernamentalidad”, como conjunto, como tendencia y como
proceso? ¿De qué manera aplica Nikolas estas ideas al análisis del yo contemporáneo?
Con “gubernamentalidad”, aludo a tres cosas. Entiendo el conjunto constituido por las
instituciones, los procedimientos, análisis y reflexiones, los cálculos y las tácticas que permiten
ejercer esa forma bien específica, aunque muy compleja, de poder que tiene por blanco
principal la población, por forma mayor del saber la economía política y por instrumento
técnico esencial los dispositivos de seguridad.
Por último, creo que habría que entender la “gubernamentalidad” como el proceso o, mejor, el
resultado del proceso en virtud del cual el Estado de justicia de la Edad Media, convertido en
Estado administrativo durante los siglos XV y XVI, se “gubernamentalizó” poco a poco.
11) Explique por qué la genealogía (como método historiográfico) se escribe “por fuera” de las
instituciones; b) de la función; c) de los objetos ¿Cuál es el motivo por el cual Foucault aborda el
problema del gobierno y la gubernamentalidad?
La mención de las disciplinas, con referencia al ejército, los hospitales, las escuelas, las
prisiones, obedecía, en el fondo, a la intención de llevar a cabo un triple desplazamiento:
pasar, si se quiere, al exterior, y de tres maneras. En primer lugar, pasar al exterior de la
institución, descentrarse con respecto a la problemática de esta, a lo que podríamos llamar
“institucionalocentrismo”. Un método como este consiste en buscar detrás de la institución
para tratar de encontrar, no solo detrás de ella sino en términos más globales, lo que podemos
denominar una tecnología de poder. Por eso mismo, este análisis permite sustituir el análisis
genético por filiación por un análisis genealógico que reconstituye toda una red de alianzas,
comunicaciones, puntos de apoyo.
En segundo lugar, segundo desfase, segundo paso al exterior, con respecto a la función.
Tomemos, por ejemplo, el caso de la prisión. Es posible, por supuesto, analizarla a partir de las
funciones descontadas, las funciones que fueron definidas como las ideales de la prisión, la
manera óptima de ejercerlas, y luego, a partir de allí, ver cuáles fueron las funciones realmente
desempeñadas por aquella y establecer desde una perspectiva histórica un balance funcional
de los más o menos, en todo caso, de las aspiraciones y los logros concretos. Pero al estudiarla
por intermedio de las disciplinas, la cuestión pasaba por saltear, o mejor, pasar el exterior con
respecto a ese punto de vista funcional y resituar la prisión en una economía global de poder.
Y entonces, de resultas, se advierte que la historia real de la prisión no está, sin duda,
gobernada por los éxitos y los fracasos de su funcionalidad, sino que se inscribe, de hecho, en
estrategias y tácticas que se apoyan incluso en sus propios déficits funcionales.
Por último, tercer descentramiento, tercer paso al exterior, el que se da con respecto al objeto.
Tomar el punto de vista de las disciplinas significa negarse a aceptar un objeto prefabricado.
Era negarse a medir las instituciones, las prácticas y los saberes con la vara y la norma de ese
objeto dado de antemano. La tarea consistía en captar el movimiento por el cual se constituía,
a través de esas tecnologías móviles, un campo de verdad con objetos de saber.
El punto de vista adoptado en todos esos estudios consistía en tratar de extraer las relaciones
de poder de la institución, para analizarlas desde la perspectiva de las tecnologías, extraerlas
también de la función para retomarlas en un análisis estratégico y liberarlas del privilegio del
objeto para intentar resituarlas desde el punto de vista de la constitución de los campos,
dominios y objetos del saber.
El objetivo fue así como para examinar las relaciones entre razón y la locura en el Occidente
moderno se trató de interrogar los procedimientos generales de integración y segregación,
situándose de ese modo detrás del asilo, el hospital, las terapéuticas, las clasificaciones, y así
como en el caso de la prisión se intentó situarse detrás de las instituciones penitenciarias
propiamente dichas, para procurar encontrar la economía general de poder.
12) ¿Cuáles son los sentidos (materiales y morales) del término gobierno antes que asuma su
sentido político?
Durante los siglos XIV y XV la palabra “gobernar” abarca en realidad una masa considerable de
significaciones diversas. En primer lugar, encontramos el sentido puramente material, físico,
espacial de dirigir, hacer avanzar e incluso de avanzar uno mismo por un camino, una ruta.
“Gobernar” es seguir o hacer seguir una tarea. La palabra tiene también el sentido material,
pero mucho más amplio, de alimentar proporcionando vituallas. “Gobernar” tiene también el
sentido vecino, pero un poco diferente, de subsistir con algo.
Veamos ahora las significaciones de orden moral. “Gobernar” puede significar “conducir a
alguien”, sea en el sentido propiamente espiritual del gobierno de las almas, sea de una
manera levemente desviada con respecto a la primera, cuando quiere decir “imponer un
régimen”.
13) Sintetice los sentidos no políticos del término gobierno y la conclusión que Foucault extrae
de ellos.
La palabra “gobernar”, antes de adoptar su significación propiamente política a partir del siglo
XVI, abarca un dominio semántico muy amplio que se refiere al desplazamiento en el espacio,
al movimiento, que se refiere a la subsistencia material, la alimentación, que se refiere a los
cuidados que pueden proporcionarse a un individuo y la salvación que se le puede asegurar,
que se refiere asimismo al ejercicio de un mando, de una actividad prescriptiva, a la vez
incesante, afanosa, activa y siempre benévola. Alude al dominio que se puede ejercer sobre
uno mismo y los otros y sobre el cuerpo, pero también sobre el alma y la manera de obrar. Y
por último, remite a un comercio, a un proceso circular o un proceso de intercambio que pasa
de un individuo a otro.
A través de todos estos sentidos hay algo que se deja ver con claridad: nunca de gobierna a un
Estado, nunca se gobierna un territorio, nunca se gobierna una estructura política. Los
gobernados son gente, hombres, individuos, colectividades. Cuando se habla de la ciudad que
se gobierna, y que se gobierna sobre la basa de la pañería, se da a entender que la gente
obtiene su sustento, su alimentación, sus recursos y su riqueza de la industria de los paños. No
es entonces la ciudad como estructura política, sino la gente, individuos o colectividad.
Aquellos a quienes se gobierna son los hombres.
14) Ejemplifique la diferencia entre la idea griega de poder y la noción moderna de gobierno a
través de la antigua metáfora del timonel.
La idea de que a los hombres se los gobierna no es por cierto una idea griega y tampoco una
idea romana. Es innegable que, por lo menos en la literatura griega, encontramos con bastante
regularidad la metáfora del gobernalle, el timonel, el piloto, quien lleva el timón de la nave,
para designar la actividad de la persona situada a la cabeza de la ciudad y que tiene una serie
de cargas y responsabilidades con respecto a ella. Pero en toda esta serie de metáforas en las
que el rey se asimila a un timonel y la ciudad a un navío, debe señalarse que lo gobernado, lo
que la metáfora designa como objeto del gobierno, es la ciudad misma, que es como una nave
entre los escollos o en medio de las tempestades, una nave obligada a bordear para eludir a
los piratas, los enemigos; un navío que es preciso llevar a buen puerto. El objeto del gobierno,
el elemento preciso sobre el cual recae el acto de gobernar, no son los individuos. El capitán o
el piloto de la embarcación no gobiernan a los marineros, gobiernan la nave. Del mismo modo,
el rey gobierna la ciudad, pero no a los hombres de la ciudad. Esta, en su realidad sustancial,
en su unidad y con su supervivencia posible o su desaparición eventual, es el objeto, el blanco
del gobierno. Los hombres solo son gobernados de manera indirecta, en cuanto también ellos
están embarcados en la nave. Y son gobernados en virtud, por intermedio de su situación de
embarcados en ella. Pero quien está a la cabeza de la ciudad no los gobierna directamente.
15) ¿Cuáles son los tres rasgos que definen el poder pastoral? Detalle a) respecto del primero,
la diferencia entre el Dios hebreo y los dioses griegos; b) respecto del segundo, las exigencias
que impone al pastor; c) respecto del tercero, la doble paradoja del sacrificio. ¿Por qué el poder
pastoral, a diferencia del poder soberano, es individualizador? Explique el sintagma omnes et
singulatim
a) El poder del pastor es un poder que no se ejerce sobre un territorio; por definición, se ejerce
sobre un rebaño y, más exactamente, sobre el rebaño en desplazamiento, el movimiento que
lo hace ir de un punto a otro. El poder del pastor se ejerce esencialmente sobre una
multiplicidad en movimiento. El dios griego es un dios territorial, un dios intramuros, y tiene un
lugar privilegiado, sea su ciudad o su templo. El dios hebreo, por el contrario, es desde luego el
Dios que camina, el Dios que se desplaza, el Dios que vagabundea. La presencia de ese Dios
hebreo nunca es más intensa, más visible que cuando su pueblo, justamente, se desplaza y
cuando en esa marcha, ese desplazamiento, ese movimiento que lo lleva a abandonar la
ciudad, los prados y las pasturas, él se pone a la cabeza y muestra la dirección que es preciso
seguir. El dios griego se presenta, antes bien, sobre las murallas para defender a su ciudad. El
dios hebreo aparece precisamente cuando se abandona la ciudad, a la salida de las murallas, y
se comienza a seguir el camino a través de las praderas.
c) El último rasgo: la idea de que el poder pastoral es un poder individualizador. Es cierto que
el pastor dirige todo el rebaño, pero solo puede hacerlo bien con la condición de que ni una
sola de las ovejas se le escape. Hace todo por el conjunto del rebaño, pero también lo hace por
cada uno de sus integrantes. Y entonces llegamos a la famosa paradoja del pastor que adopta
dos formas. Por una parte, el pastor debe tener los ojos puestos sobre todos y sobre cada uno,
omnes et singulatim, que va a ser precisamente el gran problema de las técnicas de poder en
el pastorado cristiano y de las técnicas de poder modernas, tal como se disponen en las
tecnologías de la población. Y por otra, de una manera aún más intensa en el problema del
sacrificio del pastor por su rebaño, sacrificio de sí mismo por la totalidad de su rebaño,
sacrificio de la totalidad del rebaño por cada una de las ovejas. El pastor debe a todo al rebaño,
a punto tal de aceptar sacrificarse por su salvación.
Texto 17) Rose, N. [1990] (2004). Governing the soul. Londres/Nueva York: Routledge.
Introducción y cap. 4: Los grupos en la guerra. Trad: L. García (cát. I de Historia de la
Psicología. Facultad de Psicología, UBA) – “El gobierno del alma”
1) ¿A qué se refiere Nikolas Rose cuando señala que el “yo contemporáneo” es un elemento
sometido al gobierno y al poder?
2) Al momento en que Rose muestra que el yo y la subjetividad no son algo meramente íntimo,
sino que se encuentran constantemente bajo la órbita del gobierno, dice que “La vida de las
organizaciones (...) ha asumido una tendencia psicológica”. Explique el sentido de esa frase
Las organizaciones han venido a llenar el espacio entre la vida “privada” de los ciudadanos y las
preocupaciones “publicas” de los gobernantes. Oficinas, fábricas, aerolíneas, colegios,
hospitales, prisiones, ejércitos y escuelas, todas implican una administración calculada de las
fuerzas y poderes humanos para alcanzar los objetivos de la institución. Muchos ingredientes
claramente se incluyen en la gestión de la vida de las organizaciones. Pero en menor o mayor
extensión, jefes, comandantes militares, educadores y otros ahora están obligados a ocuparse
de la subjetividad del empleado, del soldado o del alumno para alcanzar sus objetivos. Cuando
el ejército, por ejemplo, busca minimizar la indisciplina y el derrumbe en las tropas y aumentar
la eficacia en el combate, por la vía de la ubicación racional de los individuos en las actividades
en función del conocimiento de su inteligencia, personalidad o aptitudes, la subjetividad
humana se ha convertido en un elemento clave para el poder militar. Es cuando los
industriales buscan incrementar su productividad y la armonía a través de la adaptación de las
prácticas de trabajo, a la luz de las consideraciones sobre la dinámica de grupo, que la
intersubjetividad se ha vuelto central para la autoridad gerencial. La vida de las organizaciones,
puede decirse, ha asumido una tendencia psicológica.
Con la entrada de la población en el pensamiento político, el gobierno toma como sus objetos
fenómenos como el número se sujetos, sus edades, su longevidad, sus enfermedades y tipos
de muerte, sus hábitos y vicios, sus tasas de reproducción. Las acciones y los cálculos de las
autoridades están dirigidas a nuevas tareas: cómo maximizar las fuerzas de la población y de
cada uno de sus individuos, como minimizar sus problemas, como organizarlos de la forma
más eficiente. El nacimiento y la historia de los conocimientos de la subjetividad e
intersubjetividad están ligados intrínsecamente con los programas que descubrieron que para
gobernar sujetos necesitaban conocerlos.
6) Para Rose, las preguntas que planteó la gubernamentalidad “marcaron el territorio en el que
vendrían a jugar un rol clave las ciencias psicológicas”. ¿Qué elementos aportaron estas
ciencias al gobierno para hacer posible “una gestión experta de las profundidades del alma
humana”?
Dos aspectos del gobierno son particularmente significativos para entender el rol que estas
ciencias han jugado en la vinculación de la vida subjetiva e intersubjetiva con los sistemas de
poder político. El primero es que el gobierno depende del conocimiento. Por un lado, para
gobernar una población es necesario aislar un sector de la realidad e identificar ciertas
características y procesos propios, para hacerlos notorios, decibles, pasibles de escritura, para
dar cuenta de ellas según ciertos esquemas explicativos. El gobierno, entonces, depende de la
producción, circulación, organización y autorización de verdades que encarnan lo que lo que
debe ser gobernado, que lo hacen pensable, calculable y practicable. Por otro lado, gobernar
una población requiere un tipo distinto de conocimiento. Para hacer ciertos cálculos sobre una
población es necesario resaltar algunas de sus características como material en bruto de
cálculo, y se requiere información sobre ella. El conocimiento adquiere aquí una forma física;
se requiere la transcripción de ciertos fenómenos en un material sobre el cual pueda trabajar
el cálculo político. El cálculo, en otras palabras, depende de procesos de “inscripción” que
traducen el mundo en registros materiales: reportes escritos, dibujos, mapas, cartas y, sobre
todo, números.
La dependencia del gobierno respecto del conocimiento, en estos dos sentidos, nos permite
apreciar el rol que la psicología, la psiquiatría y las demás ciencias “psi” desempeñaron dentro
de los sistemas de poder en los cuales los sujetos humanos han estado inmersos. El sistema
conceptual ideado dentro de las ciencias “humanas”, los lenguajes de análisis y explicación que
fueron inventados, las formas de hablar sobre la conducta humana que constituyeron,
proveyeron los medios gracias a los cuales la subjetividad y la intersubjetividad pudieron
entrar en los cálculos de las autoridades. Los nuevos vocabularios provistos por las ciencias de
la psiquis permiten la articulación de las aspiraciones de gobierno en términos de una gestión
experta de las profundidades del alma humana.
7) Según Rose, “el gobierno contemporáneo opera a través de una infiltración delicada y
minuciosa de las ambiciones de regulación en el interior mismo de nuestra existencia”. Dicho
en otros términos, en las sociedades democráticas liberales, se busca que los sujetos se regulen
a sí mismos, y no solamente por temor a poderes coercitivos. Desarrolle esa hipótesis, y
explique qué función cumple la psicología, según el autor, en ese proceso
¿Cuál era el propósito del “Proyecto Columbia”, basado en el estudio de veinte millones de
personas durante la posguerra? ¿Cuáles fueron sus conclusiones en términos de “política
organizacional?
Según los estudios de Shils y Dicks, realizados después de la Segunda Guerra Mundial, ¿cuál era
el valor del grupo primario para los soldados? ¿Qué consecuencias tuvo este descubrimiento
para la psicología social?
Con el descubrimiento del grupo primario como el elemento clave en las relaciones entre el
individuo y la organización, los científicos sociales norteamericanos, en la guerra, reforzaron
las tesis que los psicólogos industriales norteamericanos habían elaborado en la década del 30:
la gestión en el ejército, como en la fábrica, se lograba actuando sobre los lazos del grupo
primario y alineando a los individuos por medio de este mecanismo con los objetivos de la
organización. La psicología social podía convertirse en una ciencia de la administración.
Mientras los EE.UU. proveían las técnicas para la estandarización de la personalidad, Gran
Bretaña innovó en el uso de situaciones reales para la evaluación de la capacidad –la
observación de los candidatos mientras hacían las variadas tareas asignadas–. La racionalidad
psicológica de este proceder se apoyó en parte en la influencia de los enfoques de la teoría del
campo de los psicólogos sociales norteamericanos, en particular Lewin y Moreno. Parecía ser
que las características que todos los oficiales exitosos poseían no eran cualidades constantes
del individuo, y que éstas no eran independientes del contexto. El liderazgo no era una
cualidad inherente al individuo, que podía ser demostrada tanto por los tests como por la vida
real. La personalidad estaba organizada como un todo, un sistema de tensiones o necesidades
que interactuaban dinámicamente entre las demandas variables de las diferentes situaciones.
La “cualidad de oficial” debía, por ende, ser analizada y evaluada en términos de los principales
roles que los futuros oficiales estarían llamados a ocupar: el más crucial era el liderazgo en
pequeños grupos, la capacidad de darle una dirección al grupo y de mantener su cohesión y su
solidaridad contra las fuerzas disruptivas internas y externas. Esta forma de razonar llevó a
Wilfred Bion a inventar su famoso test del “grupo sin líder”. El propio relato de Bion merece
ser citado en extenso: “La esencia de la técnica que fue desarrollada, que se ha convertido en
la base de las técnicas de selección en muchos campos, fue proveer un marco de trabajo en el
que los oficiales seleccionadores, incluyendo a los psiquiatras, podían observar la capacidad de
un hombre para mantener relaciones personales en una situación de presión que lo tentaba a
relegar los intereses de sus compañeros para defender los suyos propios. La situación tenía
que ser tomada de la vida real. La situación de presión y la tentación de dar rienda suelta a sus
ambiciones ya estaba ahí (...) El problema era capitalizar el campo emocional existente en
función de probar la calidad de las relaciones del hombre con sus compañeros (...) La tarea
efectiva del test permanecía bajo un manto de invisibilidad para los oficiales evaluadores que
estaban presentes (...) No era un test artificial, sino una situación de la vida real que debía ser
observada – esto es, la forma en la cual las capacidades de un hombre para las relaciones
personales se sostiene bajo la presión del miedo al fracaso o de los deseos de éxito personal,
tanto propias como de los otros”.
En la exportación de estas técnicas a EEUU lo que era crucial eran los lazos psicológicos y las
relaciones entre sus miembros; la solidaridad del grupo. No se trataba de la disciplina externa,
de obedecer órdenes y seguir reglas. Se trataba de la disciplina interna, del orgullo de cada
individuo respecto de su grupo, de su sentimiento de valía y pertenencia, y del valor y el
significado de sus propias contribuciones a la vida del grupo. La eficiencia del conjunto fue
interpretada en términos de las relaciones psicológicas de sus miembros
¿Por qué razón Rose afirma que la “invención del grupo” fue la “lección psicológica y
psiquiátrica más consistente de la experiencia de la guerra? Desarrolle
¿Cuál habría sido, según Rose, la experiencia que marcó el nacimiento de la psicoterapia de
grupo, en 1942? ¿En qué presupuestos sobre la patología y sobre la cura se basaba dicha
experiencia?
Pretender elaborar una “breve historia de la psicología en la Argentina” plantea al menos dos
grandes problemas. En primer lugar, la brevedad es un obstáculo para la profundidad del
análisis (que, en un espacio tan reducido, deberá ser muy esquemático, dejando de lado
matices y precisiones importantes). En segundo lugar, hablar de “una historia” (y no de varias)
presupone una unidad que no es tal, sobre todo si se consideran las cuestiones metodológicas
que ya se han abordado en la primera unidad respecto de la “historia crítica”. En ese sentido,
entonces, el relato que sigue no tiene pretensiones totalizadoras, sino que tan solo se ofrece
como una versión entre muchas posibles.
Con el fin de acotar el objeto de análisis, se propone una periodización de la “historia psi” en la
Argentina (es decir, una segmentación temporal del período abordado), que como toda
periodización es tan arbitraria como necesaria.
Las periodizaciones son útiles para ordenar el tiempo histórico, a la vez que, por su carácter
necesariamente esquemático, al poner el énfasis en los puntos de ruptura, son susceptibles de
ocultar ciertas continuidades, quizás menos notorias, entre las diversas etapas.
El segundo subperíodo, que se inicia a mediados del siglo XX y llega hasta la actualidad, se
caracterizaría por la emergencia del psicólogo como nuevo profesional. Esto pone de relieve
varios problemas, como el de su formación universitaria, sus competencias específicas, sus
preferencias teóricas, sus modelos de práctica, su relación con otros especialistas (como el
psiquiatra o el psicoanalista), su habilitación por parte del Estado, su reconocimiento social, su
organización gremial, su identidad profesional, etc. No obstante, esta división de la historia en
dos tiempos no implica que antes de la profesionalización no haya habido prácticas
psicológicas. De hecho, ya a fines del siglo XIX, en nuestro país, la psicología había servido, por
un lado, para interpretar la realidad social y política, y, por el otro, como un saber aplicado,
que pretendía resolver problemas de orden público. Del mismo modo, después de la creación
de las carreras, además de convertirse en profesión, la psicología tampoco dejó de existir
como disciplina de conocimiento.
4) ¿Cómo pueden articularse los diferentes segmentos que se incluyen en esta “breve historia”
con los contenidos del resto del programa de la asignatura? Responda haciendo referencia al
menos a dos unidades.
Los diferentes segmentos que se incluyen en esta “breve historia”, a su vez, pueden articularse
con los contenidos del resto del programa de la asignatura. Por ejemplo, en el pasaje del
primer al segundo subperíodo puede reencontrarse en Argentina, más tardíamente, el mismo
pasaje entre ciencia natural y disciplina del sentido que Foucault sitúa en Europa entre fines
del siglo XIX y principios del siglo XX (Foucault, 1957). En efecto, según veremos, en nuestro
país, ese cambio de referencias (entre una psicología guiada por una cosmovisión positivista y
una disciplina que más bien recusaba los fundamentos de ese modelo de ciencia para
privilegiar otro tipo de métodos) recién se produjo dos o tres décadas más tarde. Otro ejemplo
sería el cuarto subperíodo, en el que la obra de José Bleger muestra el impacto simultáneo de
autores como Politzer y Sartre (unidad 2) y del movimiento de la salud mental (unidad 3).
5) ¿Por qué la noción de recepción parece fundamental para pensar una historia de la
psicología en la Argentina? Dé un ejemplo de recepción en nuestro país.
6) ¿En qué sentido “positivismo” y “Nación” constituyen términos privilegiados para pensar los
primeros desarrollos de la psicología en la Argentina? Desarrolle.
El nacimiento de la psicología en nuestro país puede situarse a fines del siglo XIX, en un
contexto estrechamente ligado al proyecto de la generación del ’80 y a la fundación de la
Argentina como estado moderno y nación unificada. En ese marco, dos rasgos distinguen a
esta primera psicología vernácula: su definición como ciencia natural, a partir de una
cosmovisión positivista, y su filiación privilegiada con el pensamiento francés. El positivismo
implicaba una forma de ver el mundo que se apoyaba en una fe casi ilimitada en el progreso y
en una confianza extendida en los métodos de las ciencias naturales (particularmente la
observación y la experimentación).
Por otra parte, el positivismo no solo implicaba una forma de ver el mundo, sino también una
decidida voluntad de transformarlo a partir de una concepción secular (es decir, no religiosa)
de los problemas sociales e institucionales. Por esa vía, configuraba todo un programa de
acción que involucraba al Estado y a sus políticas. En ese contexto, las diversas psicologías
desarrolladas en esa época debieron hacerse cargo de problemas muy concretos, ligados a una
circunstancia histórica particular, tales como la locura y las neurosis (psicopatología), la
“cruzada civilizatoria” (psicología educacional), el delito (psicología criminológica), las masas
(psicología social), la creación de una identidad nacional en los inmigrantes (psicología
política), etc.
7) ¿Cuáles son los rasgos más importantes del subperíodo “La reacción antipositivista:
psicología y filosofía (1925-1943)”?
Luego del período positivista, caracterizado por un naturalismo muy marcado, tuvo lugar en
Argentina una “reacción antipositivista”, que se ocupó de señalar en qué medida el hombre no
podía ser reducido a su dimensión natural. Varios factores preanunciaban este cambio en el
clima de ideas. Por un lado, las tres visitas del renombrado filósofo español José Ortega y
Gasset (quien llegó por primera vez a la Argentina en 1916) sirvieron para difundir la obra de
intelectuales que se situaban en las antípodas de los que habían primado en la etapa anterior.
Así, a la par que anunciaba sin ambages la muerte del positivismo, Ortega promovía la lectura
de autores como Franz Brentano, Wilhelm Dilthey, Edmund Husserl y Max Scheler,
emparentados con el neokantismo y la fenomenología (Biagini, 1985). De un modo u otro,
estos autores rehabilitaban el lugar de la conciencia y de la experiencia subjetiva como
fundamento de una cientificidad diferente de aquella de las ciencias naturales. Donde antes se
hablaba de observación y experimentación, ahora debía atenderse a la comprensión y a la
interpretación, poniendo de relieve el problema del sentido.
El horror causado por los millones de muertes provocadas por la Primera Guerra Mundial
también había contribuido a minar la fe en la ciencia y el progreso. Y en el plano local, la
creación del Colegio Novecentista, en 1917, y la Reforma Universitaria de 1918 habían traído
nuevos aires, renovando tanto el ideario en boga como la conformación de los planteles
universitarios. En definitiva, la generación del Centenario, caracterizada por cierta
recuperación del idealismo y el espiritualismo de la generación del ’37, había tomado la posta
de la generación del ’80. Uno de los principales autores de referencia de esta nueva
generación fue el filósofo francés Henri Bergson (premio Nobel de literatura en 1927), quien
había asestado un duro golpe a los fundamentos de la psicología experimental. Bergson había
argumentando que la medición y las matemáticas, pilares de los enfoques experimentales,
sólo podían aplicarse a los fenómenos psíquicos en la medida en que se los despojara de su
característica más esencial: la de ser cualidad y no cantidad.
Cabe señalar que, luego de la “reacción antipositivista”, las psicologías llamadas científicas, de
corte objetivista, nunca tuvieron en la Argentina el desarrollo que sí alcanzaron en el resto del
mundo, donde imperan aún hoy en día. En nuestro país, por el contrario, siempre primaron las
psicologías centradas en la subjetividad, probablemente en virtud de la fuerte influencia del
pensamiento filosófico francés (Alberini, 1926), que también llega hasta la actualidad, y que ha
funcionado como barrera a la implantación de otro tipo de concepciones más vinculadas a la
tradición anglosajona.
8) ¿Cuáles son los rasgos más importantes del subperíodo “Las psicologías aplicadas:
psicotecnia y orientación profesional (1943-1955)”?
Durante los años ’40, se produjo en la Argentina un proceso de industrialización que favoreció
el éxodo de la población rural hacia las ciudades, que a su vez se sumó a la última ola de
aluvión migratorio europeo. Se constituyó así una nueva clase obrera urbana que encontró en
el peronismo una vía de acceso a la representación política. Del mismo modo en que, a fines
del siglo XIX, la educación había sido un instrumento fundamental para la construcción de una
nación liberal, promediando el siglo XX, sería indispensable para formar las nuevas
generaciones en el espíritu de esa época, atravesada por ideales de justicia social. Con ese fin,
la educación necesitaba incorporar la utilización de técnicas innovadoras, basadas
particularmente en la psicología aplicada. Mientras se generalizaba la educación primaria y se
duplicaba el número de estudiantes secundarios, la escuela se transformaba en una
herramienta crucial para lograr una mejor distribución de las oportunidades sociales y para
asegurar la continuidad de la adhesión popular. A diferencia de la universidad, que era un foco
opositor, la escuela parecía ser mucho más permeable a las estrategias del poder central. Lo
cual la hacía apta para la implementación de esas nuevas técnicas de intervención psicológica.
Sin embargo, estos abordajes novedosos debían coexistir con elementos conservadores,
ligados a valores espirituales, a la vida familiar y al respeto al líder (aspectos que los críticos del
peronismo se han encargado de destacar). En todo caso, justo sería reconocer que en esa
época la escuela también constituyó un instrumento de modernización social, particularmente
por su articulación con el mundo del trabajo. Las industrias incipientes tenían necesidad de un
nuevo tipo de mano de obra, mejor formada y más motivada. De tal modo, la elección de una
profesión u ocupación ya no podía resultar de una decisión improvisada, sino que tenía que ser
el fruto de un proceso tan científico como fuera posible.
En ese marco, por primera vez en la Argentina los docentes de muchas escuelas se formaron
para administrar –y administraron– a gran escala pruebas psicométricas y cuestionarios
psicológicos. Y diversas formas de la psicología aplicada fueron utilizadas en las instituciones
más variadas, desde el Ministerio de Defensa y la Marina hasta las universidades más
periféricas, afines a los proyectos del gobierno. Al mismo tiempo, en las universidades más
importantes, en las que muchos de los antiguos profesores reformistas habían sido
reemplazados, la psicología seguía ligada a preocupaciones teóricas, a partir de posiciones
filosóficas más tradicionales. Lo cierto es que esta difusión extendida de las prácticas
psicológicas condujo a la organización del Primer Congreso Argentino de Psicología, realizado
en 1954 en San Miguel de Tucumán. También se forjaron los acuerdos conducentes a la
creación de la carrera de psicología, que sólo pudieron plasmarse en ese período en la creación
de la primera carrera en la ciudad de Rosario, el 6 de abril de 1955. Sin embargo, el golpe de
Estado del mes de septiembre hizo que esta carrera fuese cerrada, para reabrirse recién en
1956, bajo condiciones muy diferentes.
9) ¿Cuáles son los rasgos más importantes del subperíodo “La “invención” del psicólogo:
psicología y psicoanálisis (1955-1966)”?
En esta franja temporal situada entre dos golpes de Estado, tuvo lugar una asombrosa
renovación social y cultural, en el seno de la cual las universidades se democratizaron,
incorporaron nuevos profesores y modernizaron sus planes de estudios. Así, en sólo dos años
(entre 1957 y 1959), se crearon carreras de psicología en cinco universidades nacionales:
Buenos Aires (1957), La Plata, Córdoba y San Luis (1958) y Tucumán (1959). Comenzó entonces
en nuestro país la historia de la psicología como profesión, que vino a sumarse a la historia de
la psicología como disciplina. Al mismo tiempo, el psicoanálisis (cuya primera asociación oficial
había sido creada en 1942) dejaba de ser patrimonio exclusivo de algunos médicos vinculados
con las élites porteñas, para insertarse en ámbitos diversos, desde los hospitales públicos
hasta las carreras de psicología. A su vez, la psicología se nutría de ciertas formas del
psicoanálisis, proyectándolo a la escena pública, más allá de los consultorios privados y de la
asociación oficial. En esta época, figuras como Enrique Pichon-Rivière y su discípulo José Bleger
alcanzaron su máxima popularidad, simbolizando este espíritu de convergencia teórica y
disciplinar. Se trataba de psicoanalistas que se dedicaban también a la psicología, sin por ello
dejar de ser psiquiatras.
Cabe destacar que, en estos años, se instauró en nuestro país la orientación clínica de la
mayoría de los psicólogos, en general, y la predilección por el psicoanálisis, en particular. Lo
curioso de este proceso de “clinicización psicoanalítica” es que, por un lado, se produjo en
contra de la voluntad explícita de los profesores que habían participado en la creación de las
carreras, a pesar de la férrea oposición de los psiquiatras. Por otro lado, el ejercicio de las
psicoterapias por parte de los psicólogos no contaba con ningún sustento legal ya que, según
la legislación vigente, constituía un caso de “ejercicio ilegal de la medicina”.
De manera muy sintética, podría afirmarse entonces que la identidad profesional de los
psicólogos fue forjándose de manera proactiva, en relación con los modelos que les brindaban
algunos psiquiatras reformistas, ciertos psicoanalistas y algunos profesores, que les reconocían
competencias específicas para trabajar en el ámbito clínico, ya sea en grupo o de manera
individual. No obstante, al mismo tiempo, esa identidad profesional se constituyó de manera
reactiva, en rechazo de los roles subalternos propuestos por los fundadores de las carreras, los
analistas más tradicionales y los psiquiatras asilares, quienes esperaban que el psicólogo se
desempeñara como auxiliar del psiquiatra, como testista, como psicotécnico o como
consejero.
En lo que respecta específicamente al ámbito de la UBA, los primeros psicólogos que se
graduaron en la carrera de psicología terminaron fundando, en 1962, la Asociación de
Psicólogos de Buenos Aires.
Se iniciaba así una tradición según la cual los psicólogos argentinos iban a combinar actividades
institucionales más o menos precarias, más o menos mal remuneradas, y una práctica privada
cada vez más reconocida, que se mantenía al abrigo de la regulación estatal y de los vaivenes
de la vida política del país.
10) ¿Cuáles son los rasgos más importantes del subperíodo “El psicólogo como psicoanalista.
La recepción del lacanismo (1966-1976)”?
En esta nueva etapa, a partir de la segunda mitad de los años ’60, la recepción del
estructuralismo francés planteó una disyunción excluyente entre psicoanálisis y psicología. En
efecto, al apropiarse de las enseñanzas de Jacques Lacan, muchos psicólogos, además de
utilizar el psicoanálisis como referencia teórica privilegiada, lo adoptaron también como matriz
identitaria.
Para ilustrar este pasaje (entre una “psicología analítica” de filiación existencial y un
estructuralismo francés que pretendía reemplazar la psicología por el psicoanálisis) hemos
elegido centrarnos en la figura del joven Oscar Masotta, un filósofo autodidacta que,
promediando los años ’60, encarnaba mejor que nadie las oposiciones y articulaciones entre
“conciencia y estructura”, marxismo y psicoanálisis. En ese momento de cambios y
vacilaciones, Masotta comenzaba a interesarse en Lacan y el estructuralismo, sin renunciar del
todo, aún, al existencialismo de Sartre y Merleau-Ponty. A fines de los ’60, se convertiría en
uno de los referentes de los numerosos psicólogos que iban a poblar sus grupos de estudio.
Para ese entonces, Masotta ya habría hecho su elección, convirtiéndose en lacaniano.
Se configuraba así un nuevo rol profesional que, en gran medida, sigue vigente hoy en día: el
del psicólogo-psicoanalista de filiación lacaniana.
Al mismo tiempo, en este período de radicalización política, los discursos sobre la “subversión
del sujeto”, propios de los lacanianos, se mezclaban con los discursos sobre la revolución
social, sin que las fronteras entre unos y otros fuera del todo claras. En ese marco, en el que el
monopolio de la Asociación Psicoanalítica Argentina había sido fuertemente cuestionado por
los centenares de psicólogos que ejercían el “análisis profano”, a fines de 1971 se produjeron
las primeras grandes escisiones, con el desprendimiento de los grupos “Plataforma” y
“Documento”, que implicaron para la institución la pérdida de casi un tercio de sus analistas
didactas, además de muchos de sus miembros adherentes y candidatos. Los analistas
renunciantes cuestionaban la organización jerárquica y la supuesta neutralidad de la APA
respecto de una escena social cada vez más conflictiva.
Paralelamente, el lacanismo adoptaba nuevas formas organizativas, de tal suerte que, en 1974,
se creó la Escuela Freudiana de Buenos Aires, la primera institución lacaniana en el Río de la
Plata. Y es difícil saber qué hubiera sucedido con este circuito alternativo a la universidad en el
que comenzaban a involucrarse los psicólogos, ya que, en 1976, el golpe de estado
interrumpió violentamente este proceso.
11) ¿Cómo cambia la relación entre psicología y psicoanálisis con la irrupción del lacanismo?
Utilice las nociones de “alianza” y “disyunción excluyente”.
Podría decirse que la etapa anterior, marcada por el auge de proyectos como los de Pichon-
Rivière y Bleger, implicó una alianza entre psicología y psicoanálisis, en el marco de una síntesis
más amplia. Así, a partir de una matriz filosófica laxamente ligada a la fenomenología
existencial (básicamente Sartre y Merleau-Ponty), los discursos de la salud mental (que
incluían el pensamiento social norteamericano y su impacto en la psiquiatría de posguerra)
convivían con el psicoanálisis inglés (Melanie Klein) y con una forma de entender el objeto de
la psicología marcada por la tradición francesa (sobre todo Daniel Lagache, pero también
Georges Politzer). En esta nueva etapa, no obstante, a partir de la segunda mitad de los años
’60, la recepción del estructuralismo francés planteó una disyunción excluyente entre
psicoanálisis y psicología. En efecto, al apropiarse de las enseñanzas de Jacques Lacan, muchos
psicólogos, además de utilizar el psicoanálisis como referencia teórica privilegiada, lo
adoptaron también como matriz identitaria. Así, se identificaron como psicoanalistas y, en
mayor o menor medida, debieron renunciar a su identidad profesional como psicólogos.
12) ¿Qué implicancias tuvo el golpe del ’76 en el “campo psi” argentino? ¿Qué implicancias
tuvo la reapertura democrática?
El corte abrupto de la vida democrática que trajo aparejado el golpe de 1976 implicó el cierre
(o la suspensión de la inscripción) en muchas de las carreras de psicología en universidades
públicas, así como el desmantelamiento de muchas instituciones de los circuitos considerados
“progresistas”. En un contexto signado por la persecución política y una represión sin
precedentes, numerosos docentes se exiliaron o fueron cesanteados, con la consecuente
desintegración de sus equipos de trabajo.
En este marco, es comprensible que toda práctica de tipo grupal o colectivo pasara a ser
sospechosa (y, por ende, peligrosa) mientras que el consultorio privado se constituía en una
suerte de refugio. Se reforzó así el rol del psicólogo como profesional liberal, que atiende
pacientes de manera individual, en detrimento de otro tipo de experiencias que sólo habían
sido posibles en contextos más propicios. La reapertura democrática, a fines de 1983, implicó
un renovado auge de los estudios psicológicos en la Argentina. A partir de la normalización de
las universidades y la reapertura plena de las carreras de psicología, el fenómeno de la
masividad fue acompañado por la adopción del lacanismo como marco teórico de la mayor
parte de las cátedras clínicas (al menos en las universidades públicas).
13) ¿Cómo describe el autor la situación del “campo psi” en lo que va del siglo XXI?
Ya en el siglo XXI, la situación descripta viene cambiando aceleradamente. Por un lado, en la
universidad, las disyunciones excluyentes del pasado tienden a relativizarse. Las carreras
públicas, en su gran mayoría, fueron adquiriendo el estatuto de facultades autónomas,
mientras diversificaron su oferta de grado y posgrado. No obstante, la masividad de los
estudios de psicología sigue constituyendo un desafío, en la medida en que las condiciones del
mercado laboral ya no son las mismas. En el plano de la clínica, esto significa que el boom de
demandas de atención psicoterapéutica de los años ’80 ya no es tal. Por otra parte,
actualmente, la demanda de atención tiende a ser mediada por las obras sociales y las
prepagas, lo cual redunda en bajos honorarios. En otras áreas de competencia, los psicólogos
están encontrando nuevos horizontes profesionales, hasta ahora relativamente poco
explorados. Del mismo modo, sigue habiendo una gran predilección por el ámbito de la clínica,
mientras que otras áreas de incumbencia profesional son menos codiciadas. De todos modos,
en gran medida, continúa vigente el rol profesional del psicólogo que, tal como a fines de los
’60, alterna el trabajo en instituciones de carácter diverso (lo cual le da cierta estabilidad
laboral) con la atención de pacientes en consultorio privado (desde una perspectiva más o
menos psicoanalítica).
Nos hallamos en la actualidad ante lo que podría denominarse -sin exageración- una verdadera
situación de emergencia en lo que concierne al problema de la salud y la enfermedad mental, y
frente a la necesidad de elaborar y aplicar planes de vasto alcance social (en extensión y en
profundidad) en el terreno de la higiene mental y la salud pública; la cantidad y variedad de
sucesos y fenómenos que tendríamos que enfrentar y resolver son de una magnitud
incalculable, ya que debemos tomar en cuenta no solo los enfermos mentales (en el sentido
riguroso de esta denominación), sino también las conductas antisociales y las perturbaciones
conflictivas de todo tipo, y esto tampoco solamente desde el punto de vista de la terapia, sino
fundamentalmente desde el enfoque de la profilaxis. Sumariamente, los hechos son, en la
actualidad los siguientes:
4) Gran limitación social de muchos procedimientos que son, en primer lugar, de índoles
terapéuticas y no preventivas.
5) Gran limitación de muchos procedimientos por ser, además, de índole individual (a lo sumo
grupal), pero con los que sólo podemos atender a una pequeña proporción de individuos.
6) Por la índole de las afecciones mentales, la gran mayoría de ellas requieren, en la profilaxis,
atender o evitar no causas específicas, sino una compleja constelación multifactorial de índole
social (educación, relación madre-niño, trabajo, alimentación, vivienda, etc.), con lo cual el
problema a enfrentar se hace sumamente complejo.
La tarea es abrumadora; y frente a ella se ha extendido una cierta premura o exigencia que en
forma de consigna es simple: formar más psiquiatras y más psicoterapeutas; y este apuro se
nos ha contagiado implícitamente en cierta medida como una urgencia por formar más
psicoanalistas. En síntesis: la filosofía que subyace a este planteo, o el supuesto fundamental
del mismo, reside en querer enfrentar el incremento de las enfermedades mentales con un
incremento de la cantidad de psiquiatras y psicoterapeutas.
¿Cómo define al psicoanálisis y por qué afirma que su valor social como terapia es limitado “en
tanto no puede, de ninguna manera, resolver por sí mismo el problema, de la salud mental”?
¿Por qué le otorga trascendencia social como método de investigación?
El psicoanálisis se define por constituir al mismo tiempo una terapia, una teoría y una
investigación: tres aspectos que son estrechamente solidarios e inseparables. Sin embargo,
debemos reconocer que el valor social del psicoanálisis en cuanto terapia es bastante limitado.
Me refiero exclusivamente al hecho de que es utópico pretender formar tantos psicoanalistas
como para que toda la población sea sometida a tratamiento psicoanalítico. El psicoanálisis es
la terapia psicológica más racional, profunda y exitosa, pero no podemos pretender que pueda
constituir un procedimiento eficaz para resolver los problemas de la enfermedad y de la salud
mental en la escala y extensión social en que ello es ahora necesario.
Pero la investigación del psicoanálisis clínico a porta resultados y conocimientos de gran valor,
que son los que sí pueden y deben emplearse en vasta escala y con gran provecho en los
programas de higiene mental.
¿Por qué, según Bleger, el psicoanálisis clínico puede ser considerado un método experimental
y qué tipo de aportes pueden hacer a la salud pública en el orden administrativo y en las
relaciones interpersonales?
Debemos también hacer mención del psicoanálisis aplicado, cuyo origen y desarrollo se
remonta al mismo Freud. La denominación "psicoanálisis aplicado" no es totalmente correcta,
ya que no se trata únicamente de la aplicación del psicoanálisis, sino de un verdadero
procedimiento de investigación.
A luz de lo planteado respecto del psicoanálisis clínico y el psicoanálisis aplicado, ¿cuáles son
las características propias del psicoanálisis operativo? ¿Cuáles son sus usos, su objeto de
indagación y el tipo de intervenciones que le permiten “la utilización del psicoanálisis en una
escala de verdadera trascendencia social”?
b) Se indaga los dinamismos y las motivaciones psicológicas inconscientes, pero se utiliza dicha
indagación para lograr modificaciones a través de la comprensión de lo que está ocurriendo,
cómo y por qué.
a) No admitir ninguna urgencia (exterior ni interior) por formar más y más psicoanalistas con el
supuesto de que los necesitamos urgentemente para resolver el problema social de la salud y
la enfermedad mental, ni tampoco recurrir a nada que signifique un proselitismo en este
sentido.
b) Debemos revisar nuestros programas de estudio, de tal manera que no estemos orientados
a formar profesionales del psicoanálisis, sino investigadores del psicoanálisis. Significa también
extremar los criterios de selección de candidatos a psicoanalistas, y orientar los criterios de
selección hacia ese objetivo de formar investigadores.
La esencia del problema reside en que se tome conciencia cabal de que el problema de la salud
y la enfermedad mental no se puede resolver formando más psicoanalistas, ni tampoco
improvisando de alguna manera psicoterapeutas semi psicoanalistas; y tampoco se ve con
claridad que la función de los psicólogos no es la terapia, sino la psicohigiene.
¿Qué consideraciones postula Bleger respecto de las distinciones entre psicología experimental
y psicología clínica, y entre psicología pura y psicología aplicada? ¿Por qué los psicólogos no
deberían tomar la actividad médica como modelos de trabajo profesional? ¿De qué modo debe
incorporarse el psicoanálisis a su formación profesional? ¿Cómo debería posicionarse la APA
ante esta situación?
La psicología se divide tradicionalmente en experimental y clínica, y estos dos aspectos se
presentan con mucha frecuencia como contradictorios y excluyentes. Es mi opinión que la
psicología experimental y la psicología clínica constituyen una sola psicología, y que el trabajo
con el método clínico es una parte fundamental de la psicología, dentro del cual el método
experimental constituye un momento de la totalidad de la investigación con el método clínico.
Quiero aclarar también que la división que se realiza entre psicología pura y psicología aplicada
es también inconducente y además errónea, porque la psicología llamada aplicada es la
psicología, es una praxis con dos momentos, uno teórico y otro práctico, pero que son entre sí
inseparables.
Los psicólogos se orientan, en general, a tomar para sus condiciones de trabajo profesional el
modelo del trabajo profesional de la actividad médica. Y a esto es a lo que nos debemos
oponer en forma decidida, ya que, justamente, desde todo punto de vista, la organización de
la medicina como tarea profesional de carácter individual y fundamentalmente orientada a la
curación (asistencial), y no a la prevención o a la higiene es el punto crítico que debe ser
reformado en la medicina actual, por lo menos en nuestro país y seguramente en muchos
otros. El psicólogo no debe ser alentado a ser terapeuta, y pienso que si las carreras de
psicología se dan, como misión fundamental, la formación de psicoterapeutas, en ese caso y
desde el punto de vista social, las carreras de psicología constituyen un fracaso; los psicólogos
tienen que ser orientados profesionalmente al campo de la psicohigiene.
En este sentido, con toda seguridad, debemos contemplar la necesidad de que la Asociación
Psicoanalítica pueda organizar un instituto donde se imparta esta enseñanza a los psicólogos;
enseñanza fundamentalmente centrada en la teoría psicoanalítica y en la adquisición de un
pensamiento dinámico.
Señale de qué manera introduce Danis la noción de cambio y cómo se relaciona esta con su
descripción del tratamiento psicoanalítico.
Ahí va lo que considero el núcleo del sentido de trabajo de los psicólogos: para estar en todos
los lugares donde se necesite del especialista que sabe asistir los momentos de cambio. Digo:
“asistir”. El psicólogo asiste los cambios que se dan constantemente, en todos los niveles, en
todos los ámbitos, en todo momento; cambios cómo manifestación de la vida misma, en la
sociedad, en el grupo familiar, en la persona. Cambio implica duelo y duelo implica dolor. El
psicólogo debe ayudar a que los cambios, constantes y naturales, se den con menos dolor, con
menos ansiedad, con más comprensión del proceso mismo. Así que el psicólogo no crea los
cambios, ni los promueve (lo que muchas veces se ha afirmado, según mi criterio,
erróneamente), sino que los asiste. Esta comprensión le ayuda en el conflicto que libra en la
adquisición de su identidad. Le da una dirección interna a sus objetivos y protege su
autoestima tambaleante por ser tan joven socialmente, tan inseguro de la confianza de los
demás, tan confundido en cuanto a lo que es su dimensión.
Describa las principales características, según la mirada de Danis, de los tres grupos
profesionales que “coinciden en un corte transversal en el tiempo” e identifique cuál es su
propuesta para el grupo de los psicólogos.
Al mismo tiempo que el pequeño grupo de psicoanalistas echa cimientos cada vez más seguros
en su investigación del mundo interno de las personas, los psiquiatras – que forman el más
viejo de los grupos afines en el estudio de las personas perturbadas– empiezan a utilizar
servicios de un grupo nuevo: los psicólogos que como especie de ayudantes de psiquiatras
ayudan, por medio de instrumentos nuevos, los tests, a averiguar rasgos de las personas
enfermas y sus vínculos conscientes e inconscientes. Coinciden entonces, en un corte
transversal del tiempo, las tres profesiones con núcleos de diferenciación en sus respectivas
tareas.
Los psicoanalistas se ven llevados a desplazar el foco de interés desde el polo paciente (sus
síntomas, sus recuerdos, sus sueños), al doble polo el otro y yo (y lo que sucede entre
nosotros) lo que lleva técnicamente a la exclusividad del trabajo transferencial en el análisis.
Los psiquiatras no pueden quedarse más con sus viejos conocimientos de psiquiatría
descriptiva e incorporan descubrimientos de otras ciencias entre las que el psicoanálisis ocupa
su lugar. Y los psicólogos, hasta aquí meros ayudantes, especialistas en tests, asumen su nuevo
rol de investigadores, de consultores, de terapeutas, de psicopedagogos, etc., en diferentes
ámbitos de la comunidad.
¿Cómo describe Danis la “nueva identidad profesional” del psicólogo y su “nueva identidad
social”? ¿Cómo la diferencia del trabajo psicoanalítico y cómo se articula esta propuesta con la
de José Bleger en Psicohigiene y psicología institucional?
El psicólogo de hoy, en todo el mundo, ha dejado de ser el “testista”. Está adquiriendo y no sin
tremendos dolores de parto, una nueva identidad profesional que tiene una nueva utilidad
social. En cuanto método, preferencias personales, capacidades personales, etc., puede
naturalmente seguir dedicándose a tests, a la investigación psiquiátrica o al psicoanálisis.
Se sobreentiende que el psicólogo que quiera trabajar con la técnica psicoanalítica necesita
tener una formación exhaustiva, consistente en estudios sobre psicoanálisis (y no basta “un
cronológico”, de Freud), estudios prácticos de psicoanálisis a través de controles con un
psicoanalista y estudios básicos de psicoanálisis a través de su propio y largo análisis. Entonces
no estará menos capacitado que un psicoanalista en el ejercicio de esta técnica. Pero la
tolerancia frente a la variación en el trabajo y la consideración de “talentos” personales, no
debe entenderse a una no diferenciación de las dos profesiones en cuanto a su sentido.
El psicólogo que ha entendido que además de su identidad personal tiene una identidad
profesional como ser social, se dará cuenta perfectamente en qué se diferencia de sus colegas
de otras profesiones. Las graves perturbaciones de la personalidad, que forman el campo de
trabajo de los psiquiatras, con probabilidad no lo atraerán especialmente. Tampoco las
excluirá de su esfera de interés ya que no puede quedar indiferente frente a las
manifestaciones tan importantes de su sociedad que se expresan en forma de enfermedades
psicóticas.
El psicoanalista también está interesado en los cambios igual que el psiquiatra. Éste quizás no
basta para diferenciar sus trabajos. Yo contestaría que si la idea es clara, la acción que le
corresponde demostrará la diferencia, sutil en muchos casos, evidente en otros.
¿Cómo interpreta la siguiente afirmación de Danis “la profesión del psicólogo es… ser partero
de cambios en la comunidad en la que vive” y cómo articula esta afirmación con una de las
frases finales del artículo “el psicólogo trabaja en la trinchera del afuera”?
Tal como el psicoanalista no debería abandonar el encuadre fijo que le impone su especialidad,
no debería atender a una persona dos veces por semana en lugar de cuatro o cinco veces, no
debería eternizar un tratamiento cuando se hayan disuelto los síntomas, no debería incluir a
los familiares en momentos críticos, etc.; El psicólogo puede y debe hacer todas estas cosas
(excepto en los casos donde el contrato lo comprometa como psicoanalista), y no porque
necesite de dinero o porque pueda trabajar con menos rigor o porque es un profesional de
menos categoría, sino porque ha comprendido que su profesión es intrínsecamente, en su
cualidad más psicológica, ser partero de los cambios en la comunidad en la que vive. Y como
tal, necesariamente su encuadre va a ser más elástico, más amplio, más colorido que el de su
colega psicoanalista.
Todos sabemos de nuestra praxis que existe lo que llamamos “actuación”. La elasticidad de un
psicólogo no debe coincidir con una tendencia a la actuación. Junto con sus decisiones rápidas
y variadas, tal como las necesita tomar un partero para acelerar o lentificar el proceso del
parto, el psicólogo tiene que controlar la situación en la que trabaja con su conciencia pulida al
máximo posible ; guardar distancia de quien requiere de sus servicios el máximo posible,
aumentando la cercanía empática al máximo posible.
El psicólogo, en sus diversos campos de trabajo, con sus diversos métodos y técnicas, tiene
entre su bagaje instrumental los conocimientos psicoanalíticos, para ser aplicados y conocidos
por todos. Han perdido quizás en sus manos algo de su estado de pureza pero están
suficientemente elaborados para aguantar la amalgama con la realidad social. Él trabaja en la
trinchera del afuera, su ángulo de trabajo lo acerca a los del sociólogo, a los del antropólogo y
tiene que descubrir lo suyo a la par de verificar en la vida de todos los días lo que otros
descubren en la semioscuridad del hombre “abierto a sus secretos”.
¿Cuál es el problema que presenta, según Harari, el título del artículo de Danis y cuál es la
“confusión lógico-conceptual” que señala como punto de partida de la posición que discute?
Abordemos entonces al título que nombra el artículo de Danis. Se trata de vincular y relacionar
al psicólogo, por un lado, y al psicoanálisis, por el otro: así lo indica la conjunción “y”. El
psicólogo es, sin duda, un profesional, un trabajador en el campo de la salud y de la
enfermedad mental. Por su parte el psicoanálisis, tal como lo puntualiza iterativamente Freud
a lo largo de su obra, es: a) una teoría psicológica; b) una terapia de las neurosis, y c) un
método de investigación del psiquismo.
Psicoanálisis es, en consecuencia, un significante que no denota “per se” profesión alguna. Y
para manifestarlo con palabras del propio creador del psicoanálisis, éste “es una parte de la
psicología, ni siquiera de la psicología de los procesos mórbidos, sino simplemente de la
psicología a secas. No representa, por cierto, la totalidad de la psicología, sino su
infraestructura, quizá aún todo su fundamento. Deducimos, por tanto, que el campo
semántico que barren los significantes “psicólogo” y “psicoanálisis” no son ni con mucho
superponibles.
El psicoanálisis es, en primer lugar, una ciencia –como tal, teoría– con su objeto de estudio
específico: el inconsciente. Y como bien apunta Danis (aunque lo escribe entre paréntesis):
“(no hay que confundir ciencia con profesión)”. Por ende, pese a sus buenas intenciones de no
confundir ciencia con profesión, Danis cae en un presuroso y fragmentarizante reduccionismo
por el que se homologan, como términos intercambiables, psicoanálisis y psicoanalista. Así,
todo el trabajo traza su trama a partir de esta confusión lógico-conceptual, quizás porque la
matriz comparativa “de profesión a profesión” resulte menos engorrosa para el método del
empirismo ingenuo que nimba el artículo comentado.
¿Qué era, qué hacía, qué podía un psicólogo con anterioridad al advenimiento del
psicoanálisis? Politzer nos lo dice con su elocuencia habitual: “si le preguntáis (al psicólogo) en
qué consiste su ocupación, os hablará de la vida interior... pero guardaos de expresar el deseo
de ’penetrar más adentro en el conocimiento del hombre’, pues para curaros de parecidas
esperanzas románticas, os enviará a un laboratorio de psicología experimental para que
concibáis una idea de la ciencia ’tal cual debe ser’ ... el psicólogo no sabe nada y no puede
nada... el psicólogo se conduce tan burdamente ante el hombre como el último de los
ignorantes, y, lo que es curioso, su ciencia no le sirve cuando se enfrenta con el objeto de su
ciencia, sino exclusivamente cuando se halla entre sus ’cofrades’ ...su ciencia no pasa de ser
ciencia de discusión, critica”.
Si la “objetividad” del dato perceptivo no pasa de ser más que una ilusión, ya que a tan
desafortunados resultados conduce, preciso es reconocer que se debe “situar en la base de la
ciencia psicológica, un acto de conocimiento de estructura más elevada que la simple
percepción... [y que consiste en] la percepción complicada por una comprensión...
consiguientemente, el hecho psicológico no es un dato simple : como objeto de conocimiento,
es esencialmente construido”. Párrafo de Politzer a nuestro entender decisivo, que grafica la
profunda conmoción ontológica y epistemológica que significó el nacimiento del psicoanálisis.
Este es, en efecto, el que al hacer del inconsciente su objeto de estudio, funda en psicología el
proceder descripto: el dato no es un dato simple, “objetivo”, sino que es construido por el
psicólogo.
¿Cuál es según Harari el “aporte revolucionario” de Freud y cómo se relaciona esta lectura de
Freud con Marx y con la función de las ciencias humanas? Articule con las tres citas del
comienzo.
Señale cuál es la argumentación que desarrolla Harari al afirmar que los psicólogos que se
dedican a investigar la conducta animal “han dejado de ser psicólogos”
Esta estrecha definición puede resultar hasta tautológica, ¿cuál es su fundamento? Es dable
hallarlo en la hipótesis de los niveles de integración, concepto vapuleado y discutido en
nuestro medio, pero cuya utilidad hermenéutica es indudable. Goldmann distinguía que “si hay
que reconocer, en el universo, la existencia de tres maneras de ser cualitativamente
diferentes, la manera inerte, la viva y la consciente, debe haber también diferencias
cualitativas entre los métodos respectivos de las ciencias físico-químicas, biológicas y
humanas”. Al investigar la manera “viva” (orgánica) se está investigando y construyendo
cualitativamente otro objeto que aquel que se investiga, construye y modifica operativamente
al ocuparse de la “manera consciente”.
Explique la siguiente frase de Harari: “el psicólogo puede, desde ya, trabajar como
psicoanalista conveniente y suficientemente capacitado”.
Danis considera que el psicólogo lleva hacia “los muchos”, las “verdades, peligrosas y valiosas”
que en forma de “descubrimientos valiosísimos” los psicoanalistas obtienen en su tarea
bicorporal (cura) y que en manos de los psicólogos esas verdades “han perdido quizás algo de
su estado de pureza pero están suficientemente elaboradas para aguantar la amalgama con la
realidad social”.
Según la autora, los psicoanalistas piensan y los psicólogos accionan. El grupo privilegiado –
psicoanalistas– resigna sus conocimientos “puros” en sus delegados en la “realidad social”,
quienes los contaminan –o corren el riesgo de hacerlo– al instrumentarlos fuera de su prístino
marco de procedencia. Por si no fuese bastante el análisis de clase de estas ideas, por las
cuales se condena gratuitamente al psicólogo –”durante cierto tiempo”– a una pretendida
proletarización intelectual por parte de los psicoanalistas, es preciso agregarle el prejuicio
mentalista que dimana. Así, en la condición de sumisión y espera en que Danis procura situar
al psicólogo (acción) en relación al psicoanálisis (pensamiento), olvida que Wallon demostró
hace años que los seres humanos circulamos del acto al pensamiento no menos que del
pensamiento al acto. Como lo puntualiza Sartre, “no situamos los orígenes de la acción en la
toma de conciencia, no vemos en ella un momento necesario de la acción: la acción se da sus
propias luces cuando se va cumpliendo.
¿A qué se refiere la autora con el título del primer apartado “Auxiliares de la psiquiatría”?
En este contexto, pasada más de una década desde el establecimiento académico de las
carreras de psicología, este nuevo grupo profesional - que luchaba por la apropiación de un
lugar específico en la distribución de los saberes- decidió emprender un proyecto editorial
orientado a afirmar la eficacia de sus prácticas. Estas prácticas se habían visto seriamente
conmovidas por la sanción de la Ley 17.132 de Ejercicio de la Medicina de enero de 1967, que
encuadró la tarea de los psicólogos en la categoría de "auxiliares de la psiquiatría". Desde el
punto de vista legal, las funciones permitidas al psicólogo -aplicación de test, investigación,
rehabilitación entre otras- requerían de la supervisión de un médico al tiempo que se les
prohibía expresamente el ejercicio de la psicoterapia y el psicoanálisis.
¿Por qué señala la autora que en la polémica entre Danis y Harari lo que no se discute es el
lugar del psicoanálisis como proveedor de legitimidad profesional para los psicólogos? ¿Cómo
relaciona esta hipótesis con las reflexiones finales del artículo?
¿Qué discutieron Juana Danis y Roberto Harari en 1969? Fundamentalmente, la relación que
se establece entre psicología y psicoanálisis desde el punto de vista de las competencias
profesionales. Esto es, cuál es el ámbito de intervención propio de “ellos” y de “nosotros”.
¿Qué no discutieron? Al psicoanálisis como corpus proveedor de legitimación profesional. Se
trate ya de distinguir entre distintos niveles de abordaje -marco teórico/conceptual, técnica
terapéutica, método de investigación-, o de priorizar en algunos casos la práctica clínica y en
otros la investigación, el problema es de un orden distinto. Es la relación fundacional con el
psicoanálisis la que va a otorgar su sello diferencial a la historia de la profesionalización de la
psicología en la Argentina.
¿Qué aportan las diferentes polémicas analizadas para entender la discusión entre Danis y
Harari?
1) ¿Cuáles son los postulados compartidos que permiten precisar y acotar la fórmula
estructuralismo francés? ¿Por qué ésta sería de todas formas poco precisa?
La fórmula “estructuralismo francés” es poco precisa dado que agrupa una serie de autores
muy disimiles en sus perspectivas y disciplinas de origen, sobre todo porque varios de ellos
buscaron desmarcarse de esa referencia durante y después sus años de apogeo. Más que una
corriente intelectual definida, fue un marco de pensamiento general propuesto para
disciplinas disímiles, y por eso tiene muchos matices y excepciones.
Con todo, hay algunos criterios que permiten acotar la dispersión de dicha fórmula. Por una
parte, el geográfico y temporal. El estructuralismo francés como forma de pensamiento
científico surgió y tuvo su principal desarrollo en el país galo, con un recorrido preciso en su
desarrollo, auge y declive, de 1949 a 1968. Este período comprendió, entre otras cosas, la
organización de un Estado de bienestar, una reestructuración del sistema educativo francés, el
auge de las izquierdas, en particular el comunismo, en la vida política, y los conflictos y debates
derivados de los procesos de descolonización en África y Asia.
Es posible hallar una serie de orientaciones básicas y postulados compartidos para circunscribir
el marco de pensamiento estructuralista. En primer lugar, la pretensión de hacer de las
ciencias sociales y las humanidades saberes tan confiables y precisos como las ciencias
naturales. Frente a la tradicional distinción, entre ciencias nomotéticas (orientadas al estudio
de la naturaleza en términos de procesos causales invariantes y formalizables) e ideográficas
(orientadas al estudio de lo humano, y por ellos históricas, particularistas y dependientes de
interpretación), el estructuralismo propuso un programa de formalización de las últimas. Sin
dejar de reconocer las propiedades específicas del mundo humano frente al natural, el
estructuralismo propuso que las ciencias sociales y las humanidades pueden ser tan rigurosas y
metódicas como las naturales, ya que en ellas también es posible detectar regularidades
sistemáticas en los procesos de variación social e histórica mediante la formalización de sus
proposiciones y teorías. Lo que cambiaba era la disciplina modelo para la formalización;
mientras que las ciencias naturales se basaban en la lógica y las matemáticas, el
estructuralismo propuso a la lingüística para esa tarea. Se ubicó entonces al estudio del
lenguaje como el nuevo suelo de pensamiento sobre los fenómenos del mundo humano, y se
buscó abordarlos en términos de las reglas y posibilidades combinatorias de los elementos
lingüísticos. Así, desde las acciones individuales a la conformación de culturas y comunidades,
los hechos humanos se redefinían y reducían al lenguaje, al tiempo que los aspectos
lingüísticos se presentaban como autónomos y precedentes a la cognición y la cultura.
El estructuralismo compartía con las ciencias naturales la asunción de que los fundamentos
últimos del mundo están ordenados, organizados e interconectados de un modo no
inmediatamente evidente, y pueden ser accedidos por una racionalidad que se ajuste a esas
propiedades. Sin embargo, al contrario de las ciencias naturales para las cuales la evidencia
empírica es necesaria para la aceptación o rechazo de las hipótesis y teorías, para el
estructuralismo la formalización teórica primaba por sobre procedimientos de obtención de
evidencia. La teoría era la instancia primera, autocontenida y garante de la cientificidad; esto
se debía a que para el estructuralismo, la formalización no implicaba la cuantificación,
admisible para el estudio de la naturaleza, sino conformar una topología relacional, donde las
posiciones y relaciones posibles de los elementos lingüísticos determinan los fenómenos y
procesos humanos. El trabajo de elucidación teórica era para los estructuralistas más
importante que la discusión sobre los procedimientos metodológicos o la obtención y análisis
de evidencia empírica.
4) ¿Qué relación proponían Lacan y Lévi-Strauss entre la psicología y las matemáticas? ¿Por
qué es posible una formalización no cualitativa?
El antropólogo Claude Lévi-Strauss fue sin duda la figura central esta corriente: “Lo que se
puede reprochar a los psicólogos experimentales de comienzos de siglo, a los economistas y a
los demógrafos tradicionales, no es por cierto que utilizaran demasiado las matemáticas, sino
que las utilizaran demasiado poco; que se limitaran a adoptar sus métodos cuantitativos, los
cuales incluso en las matemáticas, tienen un carácter tradicional y en gran medida anticuado; y
que no advirtieran el nacimiento de las nuevas matemáticas, en plena expansión actualmente,
y a las que casi podría llamarse ‘cualitativas’, por paradojal que parezca este término, ya que
ahora las matemáticas independizan la noción de rigor de la de medida (…). En el pasado la
gran dificultad provenía del carácter cualitativo de nuestros estudios. Para darles un carácter
cuantitativo había que hacerles trampa, o empobrecerlos sin remedio. Pero actualmente hay
numerosas ramas de las matemáticas (teorías de los conjuntos, teoría de los grupos, topología
etc.) que tienen por objeto establecer relaciones rigurosas entre clases de individuos
separadas unas de otras por valores discontinuos; la discontinuidad es precisamente una de las
propiedades esenciales de los conjuntos cualitativos en su relación recíproca, y en ello residía
su carácter presuntamente ‘inconmensurable’, ‘inefable’, etc.”
El psiquiatra y psicoanalista Jacques Lacan se mantuvo en línea con las ideas de Lévi-Strauss:
“Este es el problema de los fundamentos que deben asegurar a nuestra disciplina su lugar en
las ciencias: problema de formalización, en verdad muy mal abordado. (…) Se ve por ejemplo,
cómo la formalización matemática que inspiró la lógica de Boole, y aún la teoría de los
conjuntos puede aportar a la ciencia de la acción humana esa estructura del tiempo
intersubjetivo que la conjetura psicoanalítica necesita para asegurarse en su rigor”.
Otro autor insigne del marco estructuralista fue Louis Althusser, cuya interpretación
estructuralista de las ideas de Marx le permitieron discutir tanto en términos políticos como
científicos y filosóficos. Uno de sus principales objetivos fue cuestionar el humanismo que
había primado en la intelectualidad francesa hasta entonces. Ponía a Marx como un opositor a
la idea de que los fenómenos y la mismidad individual podían ser analizados de modo puro por
la consciencia y servir como fundamentos de la filosofía. A partir de ello criticó tanto al
humanismo existencialista de Jean-Paul Sartre y la fenomenología, como al marxismo
humanista de los filósofos oficiales del PCF. La oposición de Althusser al voluntarismo, el
pragmatismo y el empirismo significaba poner en discusión ideas caras a la tradición
comunista, como las de consciencia de clase, praxis y el materialismo histórico y dialéctico.
Este rechazo al humanismo fue, por otro lado, compartido con varios otros autores abonados
al estructuralismo y significó una impugnación a la noción de sentido.
6) ¿Cómo entiende Althusser la noción de ideología? ¿Cómo la relaciona con la idea de ciencia?
Explique el materialismo aleatorio de Althusser. Deténgase en la crítica al humanismo, la
reformulación de la noción de ideología y su relación con la ciencia, entendida como práctica
revolucionaria.
Para Althusser, la ciencia era una actividad fundamentalmente teórica, desprendida de las
exigencias prácticas, cuyo fin era producir conocimiento y revelar esas estructuras, para así
desmontar las ilusiones que ellas generan, sean idealistas o empiristas. Afirmó que toda
ciencia se define mediante un único objeto propio y exclusivo, que no es dado por la realidad
sino producto de una teorización deliberada, y que su actividad central es producir
conocimiento –que él homologaba al término “Teoría” – a partir de definir ese objeto. Sólo
mediante tal ciencia podría entenderse la ideología heredada de tiempos aristocráticos y
burgueses, y fundar una nueva ideología que cambie el modo en que las personas se
relacionan entre ellas y el mundo.
7) ¿De qué modo Althusser retomó las ideas de Lacan? ¿Por qué considera que el psicoanálisis
es una “ciencia modelo”?
Althusser tuvo a Lacan como uno de sus referentes intelectuales y promovió que el
psicoanálisis sea considerado una ciencia.
“La teoría psicoanalítica puede darnos, de este modo, aquello que hace de toda ciencia una
ciencia y no pura especulación: la definición de la esencia formal de su objeto, condición de
posibilidad de toda aplicación práctica, técnica, sobre sus mismos objetos concretos. (…) Lacan
no piensa otra cosa que los conceptos de Freud, dándoles la forma de nuestra cientificidad, la
única cientificidad que hay”.
8) ¿A qué factores es posible atribuir la caída del proyecto estructuralista? ¿Cuáles fueron sus
principales limitaciones?
El estructuralismo no logró fundar una epistemología definitiva para las ciencias humanas por
problemas en el proyecto mismo. Hubo demasiados desacuerdos sobre aspectos filosóficos
básicos y muchas diferencias entre los problemas de cada disciplina; para empezar la
definición misma de estructura, de la cual nunca quedó claro cuál era su estatuto
metodológico, dado que era considerada a la vez un presupuesto de partida y un objeto a
indagar. El estructuralismo, como otras epistemologías previas y contemporáneas, no logró
delimitar cabalmente objetos, métodos y sujetos, y con ello no supero una serie de problemas
epistémicos. En primer lugar, al igual que el positivismo lógico, nunca logró una formalización
lingüística cabal, y tuvo problemas para considerar qué evidencia las sustentaban más allá de
la elucidación teórica. el estructuralismo como proyecto general para las ciencias del hombre
cayó por el propio peso de sus pretensiones y fue una de las últimas epistemologías que se
propuso como un marco totalizador y universalista para el conjunto de las ciencias humanas.
La creación de una nueva carrera universitaria siempre está acompañada de una serie de
decisiones institucionales y epistémicas, ninguna de ellas exentas de problemas,
especialmente respecto de la psicología. Sin pretender exhaustividad, y a riesgo de cierto
esquematismo, cabe enumerar las siguientes: en primer lugar, qué contenido se enseñará,
cuestión que no es fácil de definir en una disciplina tan variada y dispar como la psicología;
segundo, quién enseñará esos contenidos, dado que no hay un profesional preexistente, no es
esperable que en cada contexto se encuentren representantes bien formados de cada una de
las variadas corrientes de psicología, y usualmente los docentes provendrán de otras
profesiones y disciplinas, lo que supone que hay ciertos temas y autores en los que no están
formados; tercero, qué rol profesional se espera del graduado de la nueva carrera, algo
nuevamente difícil de definir para la psicología, y se vuelve más problemático cuando los
docentes deben ofrecer un rol profesional diferente al de sus profesiones de origen; cuarto, los
aspectos legales de la nueva profesión, cómo los saberes y prácticas psicológicos se van a
ajustar a los marcos legales e institucionales locales, y qué tipos de derechos y obligaciones
tienen tanto los nuevos profesionales como los diversos usuarios de sus servicios; y quinto,
cómo las discusiones políticas de un contexto determinado van a modular los objetivos y
propósitos del nuevo profesional, lo que define la agenda de problemas y las posibles
articulaciones entre una disciplina y la comunidad donde actuará. En otros términos, el
problema que se plantea es cómo esos profesionales pueden devenir actores relevantes para
la población, tanto para los sectores con necesidades específicas como para aquellos con
poder de decisión.
Al momento de crear las carreras de psicología en la Argentina, buena parte del plantel
docente provino de la medicina y la filosofía, las disciplinas que habían trabajado sobre la
psicología localmente desde el siglo XIX. En particular, el psicoanálisis y varios miembros más
renovadores de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), como Enrique Pichón Rivière y
José Bleger, tuvieron una presencia importante en las carreras y su saber fue parte central de
las tensiones entre los médicos y los futuros psicólogos. La situación era fuertemente
paradójica ya que el psicoanálisis se presentaba como un saber importante en la formación de
los psicólogos, pero la única institución que acreditaba la formación en ese saber era privada y
limitada a los médicos. Sumado a esto, parte importante del sector médico-psiquiátrico se
opuso a que los futuros psicólogos realicen psicoterapia debido a que su falta de formación
médica les impedía realizar diagnósticos diferenciales y establecer adecuadamente etiologías y
pronósticos. El principal rol profesional que se presentaba a los psicólogos era, o bien el de
filósofo, que devenía superfluo dado que ya existía una carrera para esa profesión, o bien el de
clínico, brindado por los médicos, aunque les estaba vedado legalmente. En esta situación el
rol ofrecido por la formación universitaria era un híbrido, el del médico intelectual o clínica
filosófica, que por una parte rápidamente constriñó a los psicólogos a los saberes y prácticas
del ámbito de la salud, y por otra los puso en una situación de precariedad laboral, ya que sin
habilitación legal no tenían garantías básicas para ejercer – ni podían dar garantías o tener
responsabilidades legales hacia sus pacientes.
11) ¿Qué libros publicó Bleger entre 1958 y 1966? Analice de qué modo cada uno de estos
libros buscó responder a los desafíos de la creación de la carrera de psicología y a la búsqueda
de un perfil profesional.
Tres de los libros que Bleger publicó pueden ser vistos como una respuesta a los desafíos de la
organización de la carrera de psicología. Su libro Psicoanálisis y dialéctica materialista fue
publicado en 1958 y buscaba dialogar principalmente con sus colegas de la APA y el PCA. Allí
Bleger buscó mostrar, recuperando el proyecto del joven Politzer, que el psicoanálisis y el
marxismo comunista eran compatibles, lo que permitiría pensar políticamente al psicoanálisis
y complementar la teoría marxista con un plano psicológico. Ese libro ofrecía un modelo de
articulación del pensamiento político con la actividad disciplinar y profesional.
El libro siguiente de Bleger fue Psicología de la conducta, publicado en 1963, donde ofreció
una selección de conocimientos psicológicos básicos, una suerte de curso general, donde
establecía la agenda de saberes pertinentes para la psicología local: psicoanálisis, psicología de
la Gestalt y conductismo, primordialmente, pero también neurofisiología y psicología infantil,
sumado a bases filosóficas marxistas, fenomenológicas y existencialistas.
En 1966 publicó Psicohigiene y psicología institucional. Allí ofreció un rol profesional que
parecía solucionar la encerrona en que se encontraban los estudiantes. Bleger proponía que
los psicólogos no debían dedicarse a la clínica, sino a la prevención de enfermedades mentales;
en lugar de intentar recuperar a los individuos con psicopatologías, debían intervenirse grupos
y comunidades para que no las adquieran. Bleger propuso que los psicólogos, bajo este rol, no
debían formarse en el psicoanálisis tradicional, sino en un psicoanálisis “operativo”, articulado
con otras formas de psicología.
12) ¿Cuál era la posición de Bleger frente a la posibilidad de que los psicólogos hicieran
psicoterapia? ¿En qué sentido su trabajo se distinguía del realizado por la psiquiatría?
Complemente esta respuesta con las nociones de psicoprofilaxis y su visión sobre el estado
coyuntural de la salud y la enfermedad mental en Psicohigiene y psicología institucional.
Bleger distinguía entre el trabajo de los psiquiatras y los psicólogos, donde los segundos, al ser
un grupo profesional mucho más amplio, podían dirigir sus esfuerzos a la modificación de un
sistema de salud mental a nivel nacional el cual, constituido por un grupo relativamente escaso
de psiquiatras, se presentaba como insuficiente al atender caso por caso patologías muchas
veces irrecuperables. Bleger, aunque consideraba que debía permitirse legalmente que los
psicólogos ejerzan la psicoterapia, fue taxativo respecto de lo ocioso de que los psicólogos
reprodujesen el modelo clínico habitual:
“El psicólogo no debe ser alentado a ser terapeuta, y pienso que si las carreras de psicología se
dan, como misión fundamental, la formación de psicoterapeutas, en ese caso y desde el punto
de vista social, las carreras de psicología constituyen un fracaso. Los psicólogos deben ser
orientados profesionalmente al campo de la psicohigiene, se les debe munir [sic] de los
conocimientos e instrumentos necesarios para actuar antes de que la gente enferme, dentro
de actividades grupales, institucionales y de trabajo en la comunidad”.
Algunos de los puntos que vinculaban a Bleger, Itzigsohn y Caparrós eran la necesidad de
pensar la psicología desde un marxismo comunista no ortodoxo, así como la idea de que la
psicología estaba compuesta de saberes muy diversos y que era necesario un modelo que los
articule en “niveles de integración”, ya que cada corriente psicológica era fuerte al analizar
planos específicos de la realidad psíquica, pero cada una insuficiente como modelo general de
la psiquis, y por ende resultaba necesario hallar las relaciones entre esos planos para obtener
una concepción total del ser humano.
14) ¿Qué posiciones tomaron Bleger y Caparrós frente a la articulación entre psicología y
activismo político?
Sin embargo, tenían diferencias en el modo en que concebían la articulación del activismo
político con la práctica profesional, especialmente entre Bleger y Caparrós.
Bleger sostuvo que los psicólogos se “automutilan” si subordinan sus saberes específicos a una
agenda política, para lo cual remitió a Politzer, quien al afiliarse al PCF inmediatamente
rechazó el psicoanálisis, a pesar de que poco antes lo había considerado un saber importante
para la psicología. Para evitar eso, los psicólogos debían considerar a sus ideologías como un
instrumento entre otros para guiar su práctica. En otros términos, la ciencia no debía perder su
autonomía frente a las agendas políticas, algo que para él había sucedido con la psiquiatría
comunista. Caparrós se posicionó en la vereda de enfrente; rechazó toda postura
“profesionalista” y afirmó que, si la psicología quería ser parte de cualquier tipo de proceso
liberador, la ideología debía ser el punto de partida de sus saberes y prácticas.
Luego de 1966 se profundizó una cultura de doble formación paralela entre los estudiantes de
psicología. A pesar de su amplia implantación en las carreras de psicología en la Argentina, la
enseñanza del psicoanálisis nunca tuvo una relación fluida con la educación universitaria y se
desdobló entre una formación formal y otra informal, siendo la segunda la que contaba con
legitimidad política y epistémica, entre otras cosas porque la universidad no contaba con una
genuina autonomía.5 Ello hizo que la carrera en sí devenga progresivamente un requisito para
obtener un título, mientras que el conocimiento valioso quedaba descentralizado en grupos de
estudio, seminarios e instituciones privadas.
16) Señale algunos de los actores y ámbitos implicados en la recepción argentina del
estructuralismo francés. Articule su respuesta con el análisis que realiza Dagfal sobre la
recepción del lacanismo en las carreras de psicología en Breve historia de la psicología en la
Argentina.
Sin terminar su carrera de filosofía, Oscar Masotta devino una figura reconocida por su
participación en revistas culturales y políticas, como Contorno, movimientos vanguardistas de
arte, y sucesivos grupos de estudio sobre los autores relevantes del momento. Esa ubicación
como outsider de la academia y la vida partidaria lo hacía una figura atractiva para los
psicólogos que desconfiaban de una universidad intervenida y de la militancia orgánica. Para la
segunda mitad de la década de 1960 devino un divulgador activo de la obra de Lacan y en 1974
fundó la Escuela Freudiana de Buenos Aires, la que se sumó a un creciente número de
instituciones privadas donde se obtenía formación psicoanalítica. Si se lo suma a Sciarreta,
Verón y Sazbón, queda claro que el estructuralismo francés en general, y Lacan en particular,
fue principalmente promovido por filósofos, sin formación en la APA ni vínculos con la
psiquiatría.
17) ¿Cuál era el principal reparo de Harari frente a la propuesta que Danis retomó de Bleger
para definir el rol del psicólogo? ¿De qué dependía la autonomía del psicólogo en su
perspectiva? Articule su respuesta con el análisis que realiza Borinsky de este debate en Cuatro
polémicas en la constitución de la psicología como profesión.
Sin embargo, Harari buscó destacar no tanto las aplicaciones múltiples, que no estaban
cuestionadas, sino la facultad del psicólogo de producir teoría psicoanalítica con igual o mayor
validez que los médicos.
18) ¿Por qué afirma García que Harari no ofrecía “alternativas prácticas” de ejercicio
profesional diferente a la de los médicos y psicoanalistas tradicionales?
19) ¿De qué maneras intervienen las diferencias políticas en las críticas al psicoanálisis?
Describa los argumentos de Caparrós sobre el psicoanálisis y cuáles eran las diferencias con
Harari?
20) ¿Qué posiciones tomaron los psicoanalistas disidentes de la APA frente al estructuralismo?
Algunos de los psicoanalistas de izquierda que rompieron con la APA, aunque encontraban
interesantes ciertas ideas de Althusser y Lacan, también fueron reticentes ante la crítica de los
psicólogos que impulsaban un psicoanálisis estructuralista. En el volumen Cuestionamos,
editado por Marie Langer y que contenía los argumentos críticos contra las instituciones
psicoanalíticas, se republicó el artículo de Bleger “Psicoanálisis y marxismo” de 1962 –en sí un
claro apoyo a su modo de pensar la relación psicoterapia/sociedad. En otro texto, Juan
Gervasio Paz y Emiliano Galende, dos psiquiatras que no pertenecieron a la APA pero eran
cercanos a Langer, cuestionaron la noción de ideología usada por los psicoanalistas
estructuralistas, a la que consideraban “una desviación teoricista o cientificista alimentada por
el propio Althusser y enriquecida por algunos seguidores nacionales”.
24) ¿Qué efecto podría decirse que tuvo la obra de Althusser en la psicología argentina para
1974?
Althusser les brindó a psicólogos y psicoanalistas locales un modo de fundamentarse como una
ciencia marxista, y por tanto prescindieron de la psicología que los psiquiatras comunistas
ofrecieron. Éstos no sólo quedaron desacreditados frente a los psicólogos, sino que por
diversos motivos quedaron fuera del campo local. La última dictadura argentina desmanteló
las iniciativas de los psiquiatras, psicólogos y psicoanalistas de izquierda, y con ello cerró el
debate sobre el vínculo entre marxismo y psicoanálisis y las referencias a Althusser. Pero en
términos de identidad profesional el proceso ya se había solidificado, el psicoanálisis
estructuralista, con Lacan como referente casi excluyente, se impuso como un baluarte de los
psicólogos, y los habilitó a apropiarse del modelo clínico como metodología fundamental para
producir conocimientos y la psicoterapia como tecnología y ámbito de trabajo primordial. Esto,
y la correspondiente impugnación a las psicologías que no se subordinasen a un psicoanálisis
erigido ya en fundamento de toda noción de psiquis, tuvieron efectos en el campo “psi”
argentino que aún perduran.
25) ¿Por qué podría afirmarse que la recepción de la obra de Althusser precedió y preparó el
terreno para la recepción de la obra de Lacan en la Argentina? Articule las ideas de García con
las de Dagfal en Breve historia de la psicología en la Argentina.
Fue mediante Althusser que Lacan ganó un espacio en la psicología argentina, aunque el
encumbramiento de Lacan se produjo algunos años más tarde, cuando la obra de Althusser
quedó desacreditada, tanto por su recorrido intelectual y personal, como por los avatares
políticos en la Argentina. Para la década de 1980, Lacan apareció como el autor central de la
psicología local, pero el estructuralismo que lo introdujo –y que sigue en la base de buena
parte de su obra– quedó desplazado como movimiento intelectual, y en una Argentina donde
las izquierdas perdieron su peso en la política y en la academia. En este sentido, el
althusserianismo fue la condición de posibilidad del lacanismo en la psicología Argentina, si
bien el segundo no quedó agotado o subsumido al primero.
26) ¿Cuáles fueron las consecuencias que tuvo para la psicología argentina del período, el
recurso al estructuralismo como “única base para definir toda psicología posible?
Todo saber tiene una historia de producción, circulación y recepción, y eso es lo que brinda la
clave para comprender por qué ciertos saberes han ganado visibilidad y crédito y porqué otros
no. Dicho de otro modo, la implantación de un saber nunca resulta sólo de las “verdades”
intrínsecas a éste o de la importancia de una figura canónica, por más bien justificadas que
estén, sino que también depende del accionar de actores locales, que lo apropian en función
de sus objetivos, de los medios disponibles, de las disputas con otros saberes y actores, y
según qué capacidad tengan para dar cuenta de su propia ubicación en su contexto.