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Sentir hambre es una estrategia natural que sólo se sacia comiendo, pero nunca ponemos
atención en diferenciar el hambre desde el punto de vista fisiológico de aquellas
sensaciones que nos llevan a consumir demasiados alimentos, ya sea por ansiedad o
malos hábitos.
Vamos a discriminar entre dos conceptos: apetito y hambre, conceptos que son
asociados con las ganas de comer, con objeto de consumir lo que el cuerpo necesita.
Apetito y hambre no es lo mismo. Para establecer las fronteras entre estos dos
conceptos, se tienen en cuenta las definiciones aportadas por especialistas en el tema del
tratamiento de afecciones metabólicas. Así pues, definen el apetito como el deseo de
comer por placer, mientras que el hambre lo definen como una necesidad fisiológica en
la que el organismo reclama los nutrientes indispensables para vivir. En este sentido,
debemos saber que el apetito es una percepción, mientras que el hambre, una sensación.
Entonces, si tienes mucho apetito no es por tener hambre, lo que quiere decir, que si no
se satisface el apetito, no se va a “morir” por inanición si ya has consumido los
nutrientes indispensables para saciar el hambre.
Beber agua es muy reconfortante para la salud. Hay estudios que indican que las
personas que ingieren dos vasos de agua antes de comer ingieren un 22% de alimento
menos que los que no lo hacen.
Por tanto, ingerir una taza de caldo o sopa antes de las comidas calma el hambre y
disminuye el consumo en unas 100 cal.
Cuando se sigue una dieta rica en proteínas para reducir la grasa corporal se estimula de
forma eficaz la liberación de la hormona colesistoqueína en el intestino, relacionada con
la reducción de ingesta de comida, produciendo saciedad.
3. Tomar más fibra
Cuando la fibra fermenta en el intestino, ayuda a producir ácidos grasos de cadena corta
que causan sensación de plenitud. No obstante, se recomienda incluir en la dieta
alimentos ricos en fibra como cereales integrales, frijoles, legumbres tiernas, manzanas,
aguacates, semillas de chía y verduras.
4. Comer despacio
Se recomienda tener una actitud de calma ante el plato por muy apremiante que sea el
hambre. Hay que servirse con moderación, controlando la saciedad para convertir el
acto de comer en un ritual nutritivo.
5. Consumir omega-3
También se han demostrados los efectos del omega-3 en la hormona leptina que
produce saciedad.
6. Consumir café
El café es un buen calmante del hambre. A pesar de los detractores, es una sustancia
beneficiosa para el organismo.
Estudios demuestran que el café estimula la producción del péptido ye-ye, hormona que
se produce en las células del tracto digestivo tras la ingesta de alimentos para regular el
hambre.
Tomar una taza de café endulzado con estevia es más beneficiosa de lo que se cree:
ayuda a quemar grasa, aporta magnesio, potasio y manganeso, es una fuente de
antioxidantes, protege el corazón y calma el hambre.
Servir la comida en platos pequeños brinda la sensación de comer suficiente sin notar
que te has servido poco. Hay quienes están en contra de esta teoría, ya que las personas
tienden a echarse doble para compensar.
8. Disminuir el estrés
Es importante disminuir los índices de estrés que elevan los índices de ansiedad.
Muchas personas adoptan el hábito de comer más calorías cuando se sienten
presionadas por el ajetreo diario.
La razón por la que el estrés es el número uno en la reducción de peso es porque dispara
los niveles de la hormona cortisol, hormona que eleva el deseo por comer.
Consumir alimentos amargos no son muy apetecidas, salvo en algunas recetas muy
especiales.
Así pues, se recomienda consumir chocolate negro porque detrás de su sabor amargo se
solapan buenas cantidades de ácido esteárico que retrasa la digestión, produciendo
sensación de llenado.
La infusión de jengibre se recomienda para tratar las infecciones del tracto laríngeo y
curar el catarro. También se recomienda para dispersar malestares estomacales causados
por dispesia.
El jengibre, junto con la cúrcuma y la canela, contiene sustancias amargas buenas para
el organismo, ya que favorecen el metabolismo de las grasas. Por eso, se deben
implementar en el control del peso.
Las infusiones con este rizoma suelen aliviar síntomas gástricos y evitar las náuseas.
Nos referimos a aquellos que tienen un alto nivel de palatividad, es decir, aquellos
alimentos cuya apariencia son una tentación para el gusto, son agradables y lucen
deliciosos a simple vista.
Evita las bebidas edulcoradas, dulces de bollería industrial, carbohidratos refinados, pan
y edulcorantes artificiales.
13. Producir leptina en el cuerpo
Estudios recientes indican que la leptina puede ser empleada en programas para la
disminución de peso debido a su capacidad para inhibir la producción de hormonas que
aumentan el hambre. Causa sensación de saciedad e incrementa el consumo de calorías.
Se estima que el ejercicio físico actúa como distractor e inhibidor de las hormonas que
aumentan el apetito.
Se recomienda el ejercicio físico como actividad supresora del apetito debido a que las
personas dejan de consumir alimento durante el tiempo de práctica.
Sin necesidad de contar las calorías que consumes a diario, anota las veces que comes
después de cada comida principal y después calcula el porcentaje que eso representa.
Si debes comer un tentempié para aguantar entre comidas, éste debe estar programado
de acuerdo al consumo total de calorías diarias y estar dentro de los alimentos
recomendados.
Si pasas muchas horas frente al televisor, verás muchos anuncios de comida que
estimularán tu apetito.
Hay que recordar que el apetito está más relacionado con el hambre emocional que con
el hambre fisiológica, por lo que es necesario controlar las emociones frente a ciertos
alimentos que resultan apetitosos mediante la eliminación de esos estímulos visuales.
En un estudio llevado a cabo se determinó que las personas que beben alcohol con
frecuencia tienen mayor incidencia de obesidad abdominal. Este estudió demostró que
los hombres que beben más cerveza tienen un riesgo del 75% de adiposidad abdominal,
mientras que los que ingieren más vino, alcanzaron un riesgo del 25%. En lo que
respecta a las mujeres, se observó en las consumidoras de cerveza un doble de riesgo
con respecto a la ingesta de vino.
La razón que implica a las bebidas alcohólicas como causantes de grasa abdominal es su
asociación con el incremento de calorías y el escaso aporte de nutrientes, el consumo de
alimentos excesivo que acompaña a la ingesta de alcohol y los problemas metabólicos
que genera el hábito de beber.