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¿Conozco a mi hijo?

Para educar, hay que ser; y para ser, hay que conocerse a uno mismo, para poder ser así un ejemplo y

lograr el objetivo principal de todo padre de familia: tener hijos libres con valores. Hijos que, gracias a que

saben hacer uso de su libertad y saben conducirse con valores, tiene límites.

Los hijos necesitan tener ‘la autopista’ bien clara y esa autopsita la construyen los padres. Si los padres no

circulan por una carretera certera, ellos menos lo lograrán. Traduciendo esta analogía a la vida real,

podemos analizar los siguientes puntos, que más que ser una receta, son consejos que servirán para

poner una carretera certera.

Seguridad y coherencia.

1. Reglas claras. Puntualizar en horarios, establecer sitios para las distintas actividades, racionar la

tecnología y la comida chatarra.

2. Cumplimiento. Tanto adultos como hijos deben cumplir lo que se ha establecido y tener claras las

consecuencias en caso de no cumplirse.

3. Ejemplo. ¿Quién no tiene límites? Te invito a que des el ejemplo y te esfuerces para que así tus

hijos tengan una guía que les brinde seguridad.

4. Centrarnos en el interior de los ni ños. El dinamismo nos hace únicos como personas; es la

esencia que cada ser humano tiene en su interior. Adéntrate en tus hijos para conocer sus

necesidades, sus miedos, sus anhelos, su personalidad en formación. Pero recuerda, que es

importante conocerte a ti primero para poder conocer a tu hijo.

5. Comunicación. Muchas veces ellos no saben que les sucede y es a través de la comunicación que

se van a comprender a sí mismos y a su vez tú los entenderás.

6. Entrega. El sacrificio pareciera que es un tema religioso o de sufrimiento, pero sacrificarse es

amar sin esperar nada a cambio. Es entregarse totalmente sin restricciones al ser amado. Por ello

se requiere mucha entrega cuando se jugar se trata, cuando de educar se habla. Entregarnos es

darse por un bien mayor, que es darles seguridad a sus hijos.

7. Identidad con la familia. Todos los seres humanos requerimos de un punto cardinal. Un sitio en

donde nos sintamos acogidos y tranquilos. Un lugar que nos cure de todo lo que el mundo nos

puede afectar. Por ello, es imprescindible hacer que los hijos se sientan seguros en casa, en su
familia. Que sus padres y hermanos sean sus luminarias, la señalización, el pavimento impecable,

los carriles que brindan seguridad a pesar de las inclemencias del clima.

Lo anterior es un pequeño resumen de lo que se puede lograr si se ponen límites. De esta manera se está

alimentando la autoestima de sus hijos, quienes buscan sentirse seguros y queridos.

Con los límites se logra que se conozcan a sí mismos, que sean inteligentes emocionalmente, que se

encuentren en su interior y que sepan quienes son para saber hacia donde se dirigen. Esto les dar á total y

absoluta seguridad.

Las consecuencias ante conductas

NO DESEABLES.
1. Consecuencias. Más allá del castigo, busca ser asertivo cuando hablas de repercusiones por un
mal comportamiento. La consecuencia debe de relacionarse con la falta y la edad.
2. La consecuencia nunca debe ser leer un libro, hacer deporte, convivir con la familia, y menos
dejar de ver un ser querido, estopor poner algunos ejemplos, porque son actividades sanas que las
relacionarán con algo malo.
3. Es importante que ayuden en casa a hacer los deberes, no importa el género, es imprescindible
que tiendan su cama, que ayuden con la cocina, con la ropa o la basura.
4. Los juguetes tirados deben ser levantados por ellos mismos (si son muy pequeños se les ayuda),
con alguna actividad divertida que no les sea pesado recogerlos. Si no lo hacen la consecuencia
puede ser no jugar por un periodo con ese juguete que precisamente no quisieron recoger.
5. Las consecuencias no necesariamente tienen que estar relacionadas con objetos materiales, sino
que podemos poner “Tiempo fuera”. Según la edad que tengan son los minutos que le
corresponden; tres años, son tres minutos, etc. Puede ser en un banquito especial, en un cuarto
(seguro donde no se puedan hacer daño) o en su propia habitación. Siempre explicándoles que
dicho “tiempo fuera” es para que piensen en lo que hicieron y cómo van a remediarlo.
6. Asimismo, quitar privilegios es una buena consecuencia, porque sabrán que si cometen una falta
se les privará de ir a una fiesta, de comer su postre favorito en la comida (nunca entre comidas) o
de jugar un rato con papá y mamá.
7. Enfurecerse nunca será la solución. Debes demostrar que el adulto eres tú y que sí te conoces.
Debes saber controlarte y no perder la situación en un arranque. Respira hondo y recuerda que
contar siempre es un buen remedio.
8. Si es muy pequeño, ponte de cuclillas, que te mire a los ojos y habla con tranquilidad. De
manera serena dile qué es lo que no te gustó y ofrécele hablar contigo y que debe ser sin gritos.
(Por favor, no grites cuando le hagas esta petición. Coherencia es la solución).
9. Escucha su petición y analiza rápidamente si se le puede complacer o no.
10. Darle una respuesta clara es muy importante, para que así comprenda por qué sí o por qué no
se le va a conceder aquello que pide.

Mamá tiene poderes


Jaime Alfonso Sandoval
Hay mamás de muchos tipos, grandes, pequeñitas, platicadoras y otras medio raras como la mamá de mi amiga Luisa
que huele a pantufla (nadie sabe por qué), o la mamá de mi mejor amigo, Edmundo, que trabaja tanto que sólo
responde si le hablas por celular… Pero mi mamá es tan rara que les gana a todas, ella tiene superpoderes.

No lo dice, claro, es una identidad secreta, como la de todos los superhéroes. De día, mi mamá parece una mamá
cualquiera y de noche, también, la verdad, pero no hay que fijarse sólo en la apariencia. Seguro que cuando era niña la
picó un insecto radioactivo o sufrió una descarga de rayos gamma o alguna de esas cosas extrañas que les pasa a los
superhéroes, y de pronto se vuelven superelásticos, veloces o pueden mover una montaña con la puntita del dedo
meñique, y sin nada de esfuerzo.

Una de las habilidades que tiene mi mamá es leer la mente.

Los superhéroes usan ese poder para detectar a los criminales; por ejemplo, pueden saber si un villano está disfrazado
de monjita, o descubren si un maloso escondió una bomba y no quiere decir dónde. Mi mamá lee la mente, aunque usa
ese poder para algo más práctico.

-Beto, ¿ya hiciste la tarea? -me pregunta cuando ve que estoy a punto de salir al parque con la bici.

-Ajá -digo muy serio.

Entonces ella me mira a los ojos, usa su poder, entra a mi cerebro, lo remueve y ¡zas! Dos segundos después, lanza un
suspiro y dice:

-Ve ahora mismo a hacer la tarea, y cuando salgas ponte las rodilleras y el casco, y no me veas así… Estás pensando que
soy una exagerada.

¿Cómo sabe todo eso? Un misterio. Sólo es posible si lee mi mente.

Otro de sus poderes es la vista de rayos x. Eso es algo muy común en los superhéroes; tienen una mirada potentísima
que traspasa metal, edificios, casas y hasta personas; no se les escapa ningún detalle, como a mi mamá. Por ejemplo,
cuando mi hermanito Memo sale de bañarse, mi mamá se concentra y seguro le salen rayos x de los ojos porque
descubre lo que nadie más puede ver.

-Memo, no te tallaste detrás de las orejas, ¿verdad? -dice desde lejos-. Ni el cuello, y tampoco te quitaste la pelusa del
ombligo.

Mi hermanito se queda callado porque sabe que es verdad. Entonces regresa a la regadera para tallarse bien. ¡¿Es
posible ganarle a alguien con vista de rayos x?!

Pero el poder que más nos sorprende a mi hermano y a mí es el que tiene para adivinar el futuro.

Si yo tuviera ese poder lo usaría para saber si va a hacer erupción un volcán o si un meteoro amenaza con estrellarse
contra la Tierra, estoy seguro que ganaría mucho dinero y sería famoso como adivino; pero mi mamá no tiene tiempo
para salvar al mundo, está ocupada con nosotros.

Por ejemplo, el otro día, Memo y yo nos pusimos a jugar boliche en la sala y escuchamos que mi mamá gritó desde la
cocina:

- ¡Van a romper el jarrón de la abuela!

Yo pensé que eso era imposible porque yo juego bien al boliche, y tengo una puntería increíble; pero dos minutos
después quién sabe cómo, se va la bola chueca y, ¡ploc! Pega directito en el jarrón de la abuela que cae al piso y se
vuelve como un rompecabezas de cien mil piezas.

- ¿Por qué nunca me hacen caso? -dijo mi mamá con un fatigado suspiro-. Sabía que iba a pasar.
Claro que sabía. Ella ve el futuro. Y así sabe cuándo me voy a caer, si hago en la bici malabares sin las manos; adivina si
voy a odiar la sopa de acelgas, hasta puede saber si mi papá se va a enfermar cuando estornuda.

Pero los poderes de mi mamá no son infalibles, porque todos los superhéroes tienen algo que se llama “némesis”, es
decir, su archienemigo. A su lado, los superhéroes pierden todos sus poderes. El enemigo de mi mamá mide treinta
centímetros, huele a tapete de baño y se llama “Rafles”: Es nuestro perro.

Mi papá lo compró para mi cumpleaños, y mi mamá, que ve el futuro, dijo: “Seguro yo voy a terminar cuidándolo”.

Y así fue, porque yo quiero mucho a Rafles, pero no me importa mucho si está limpio o sucio (y tampoco a él le importa),
a veces se me olvida cambiarle el agua o dejarle la comida. Entonces mi mamá lo hace.

El problema es que Rafles se lleva muy mal con mi mamá. Una vez se le ocurrió masticar uno de sus zapatos, también le
encanta morder un sillón de la sala y otra vez enterró en el jardín una calculadora (mi mamá es contadora). Rafles
siempre está muy quitado de la pena, no le importa si lo observan con vista de rayos X.

- ¡Ese perro me va a volver loca! -reconoce mi mamá, agotada.

Mi amiga Luisa dice que todas las mamás son iguales a la mía, pero no lo creo. Mi mamá tiene poderes, sólo con verme
sabe si hice una travesura, si me fue mal en la escuela, o si estoy triste. Entonces me abraza y reconozco que resulta
práctico tener una mamá así.

Mi mamá nunca ha dicho nada de sus poderes, pero eso se entiende, los superhéroes deben cuidar su identidad secreta.

Sandoval, 2011.

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