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Éste Hijo nació para provecho de nosotros los hombres, de nosotros los pecadores, de todos los

creyentes, desde el comienzo hasta el fin del mundo. a pesar de ser un niño ya traía sobre sus hombros.
La insignia de su oficio, la que se llevaba sobre el hombro como señal de ejercer el gobierno; pero no un
gobierno como los anteriores. Aquí el gobierno sobre el hombro del Mesías se halla en marcada
oposición al “yugo y al bastón” del que oprime al hombre. El recibirá del Padre el reino de la tierra, para
vindicarlo del mal gobierno de aquellos a quienes les fué confiado para que lo ejerciesen en nombre del
Altísimo y como sus subordinados, pero quienes procuran retenerlo hasta poner en duda su derecho a él.
El Padre afirma su derecho a ese gobierno por medio de su Hijo, por ser el “Heredero de todas las
cosas” y quien sostendrá el Reino del Padre (Hebreos 1:2).
Con justicia se le llama: 1) Admirable: porque Él es Dios y hombre. Su amor es la admiración de los
ángeles y de los santos glorificados. 2) Él es el Consejero: porque conoce los consejos de Dios desde la
eternidad; y Él da consejo a los hombres, consejos en que consulta nuestro bienestar. 3) Es el
Admirable: nadie enseña como Él. Todos se admiraban de su doctrina, de sus enseñanzas; desde muy
niño todos le escuchaban y se admiraban, se asombraban de que tuviera tanta sabiduría; ya siendo adulto
muchos creían en Él porque enseñaba y hablaba con autoridad. Es Dios, el Poderoso. Tal es la obra del
Mediador que ningún poder menor que el del Dios Todopoderoso podía hacer que ocurriera. Es Dios,
uno con el Padre. 4) Como Príncipe de Paz: nos reconcilia a Dios; es el Dador de paz en el corazón y la
conciencia; cuando su reino esté plenamente establecido, los hombres no aprenderán más a guerrear.
Mientras tanto cuando el hombre le permite entrar en su corazón, una paz nunca antes descrita lo llena
todo; y sea cual sea la situación, se mantiene confiado porque lo siente y lo tiene en su corazón. Él es
quien hecha fuera el odio, el rencor, la envidia, la avaricia, la amargura y hace que haya amor hacía el
prójimo, aunque este se haya convertido en enemigo. El principado está sobre Él, que llevará esa carga.
Cosas gloriosas se dicen del gobierno de Cristo. No hay final para el aumento de la paz, porque la
felicidad de los súbditos durará para siempre. 5) Dios Fuerte: No hay ningún dios como Él. los dioses
de las naciones son la vanidad del corazón del hombre. Ya lo pueden hacer del material que quieran, o
adornarle con joyas, oro o plata; son solo eso “vanidad” y como toda obra hecha por mano de los
hombres sucumbe, así también sucumben aquellos que ponen su fe y su confianza en dioses creados por
sus propias manos. Tienen manos y no palpan, tienen pies y no caminan (tienen que ser cargados),
tienen boca y no hablan, tienen oídos y no oyen; porque son semejantes a los que lo fabricaron. Por eso
sigue habiendo, guerras, destrucción, iniquidad, maldad porque esos ídolos no tienen el poder para
cambiar sino sólo Cristo el Hijo de Dios.
¿A cuál rey o reino terrenal se pueden aplicar estas palabras? Entonces, oh Señor, date a conocer a tu
pueblo por todo nombre de amor y en todo carácter glorioso. Da aumento de gracia en todo corazón de
tus redimidos de la tierra.
Absorta, inmóvil. El corazón golpeteando en el pecho preso de un sentimiento de inusitada alegría.
Pienso en el pasado y vislumbro los días de soledad, de triste aflicción en terreno hostil.
Atrás quedaron las lágrimas derramadas frente a la incomprensión, mojando la árida tierra. Lejanos
quedan los recuerdos de Lodebar; lugar del que he sido rescatada.
Distantes y casi translúcidas aparecen las estampas de quien fui en el ayer: un ser lisiado, dependiente,
incapacitado para las tareas más nimias, desprovisto de fe, carente de gozo.
¡Cuán pronto me he acomodado a la vida en palacio! A comer a la mesa del Rey ocupando un
inimaginable lugar al que he tomado querencia. Amoldada a la placentera manera de habitar en la
heredad real he olvidado mi pasado en Lodebar, ese sitio de desazón en el que me hallaba lejos de la
Palabra, ajena a la gracia del Rey. Un rincón apartado que he omitido de mis recuerdos para hacerme
copartícipe de un reino del que puedo disfrutar gracias a la gran compasión del Padre.
Es importante, oportuno, otear el pasado para comprobar que soy el resultado de una mano
misericordiosa. Que investida de inefable piedad no soy merecedora del privilegio de alojarme en
palacio. Lodebar ha de ser parte de mis credenciales, pues regresando con la mente a ese lugar árido,
encontraré más fresco el nuevo hogar.
He de caminar hacia adelante con la mirada puesta en todo lo que el futuro me depara, sin dejar de
recordar que soy el resultado de un amor sin límites, de un perdón que solo Dios puede ofrecer, de una
redención que ha fraguado en mí a una mujer ataviada de esperanza, un ser libre que reconoce en Dios
su verdadera libertad.
DIOS NO JUEGA A LOS DADOS Predica Cristiana de Sergio García

Albert Einstein sostuvo siempre que el universo responde a leyes y que a los hombres de ciencia le
corresponde la apasionante tarea de formularlas.

Aunque no practicaba ninguna de las religiones establecidas creía firmemente la existencia de un


principio divino.

La teoría de la relatividad y otros importantes descubrimientos en física le valieron además del premio
Nobel en 1921, el respeto y la admiración universales, al punto al punto de ser considerado a la par de
genios como Galileo y Newton.

Contra sus convicciones la generación de físicos que le siguió afirmó que muchos fenómenos sobre
todos los atómicos están en buena medida sujetos a la probabilidad del azar.

Esa incertidumbre indignaba Einstein quien en numerosas cartas y conferencias insistió en que nada es
casual en la naturaleza y así la frase citada con frecuencia “Dios no juega a los dados”

Así que el punto de hoy es: qué creen ¿Dios juega a los dados o no? ¿Existe las casualidades, los hechos
fortuitos, la llamada suerte o todo obedece a un plan maestro diseñado por el mismo Dios?

¿Puede estar Dios en las pequeñas cosas, en esos detalles de la vida cotidiana como en los grandes
acontecimientos?

¿Podemos llegar a creer que Dios hizo al mundo para luego desentenderse de él?

Si pretendemos encontrar respuestas que comprometan a Dios con su participación tanto en los
pequeños como en los grandes acontecimientos, debemos conocer una cualidad de su gracia: Su
Providencia

La providencia de Dios está muy estrechamente ligado a su rol como creador del universo. El concepto
básico es que lo que Dios crea, Él lo sostiene, lo cuida, y lo sustenta

La providencia de Dios es uno de los rasgos más fascinantes, importantes y difíciles de la fe cristiana.

Porque aborda preguntas difíciles tales como: “¿De qué manera se relaciona el gobierno soberano de
Dios con nuestras decisiones libres? ¿De qué manera se relaciona el gobierno de Dios con el mal y el
sufrimiento en este mundo? Y, ¿la oración tiene alguna influencia sobre las decisiones providenciales de
Dios?”.
Lo cierto es que Dios es mucho más de lo que podemos ver o conocer, es el autor de las causas
primarias, y no se desentiende de las secundarias. Dios envía la lluvia, la lluvia moja la tierra, la tierra
húmeda hace germinar las semillas, las plantas crecen, y dan su fruto, etc.

La mayoría de las personas no tienen un concepto de providencia. La gente dice simplemente: “El pasto
está mojado porque llovió”. No profundiza, no busca la causa superior y última, no indaga. Solo ve
cuadros sueltos de una película que nunca termina por comprender, por eso nunca termina de ver a Dios
participando en los sucesos.

De todas maneras, los propósitos de Dios como lo que él piensa, en buena medida está muy lejos de ser
descubierto por nosotros, y el error que cometemos con frecuencia es pretender estudiar a Dios como un
investigador estudia su muestra en un tubo de ensayo.

Nuestra mente finita no puede alcanzar ni por cerca los márgenes de lo que Dios es, piensa o hace. Pero
si bien, él es Todopoderoso e ilimitado, también debemos decir que es un Dios cercano, ¡muy cercano!

¿Cómo sabemos que Dios no juega a los dados? Porque somos muy importantes para él.
¿Y cómo lo podemos saber?
La mayor demostración del amor que Dios hizo, lo realizó en el calvario, enviando a su único Hijo a
morir en una cruz por toda la humanidad. Juan 3:16

- Jesús dijo: Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. (Mt 11:28)
- “… al que a mí viene, no le echo fuera” Juan 6:37
- “El que cree en el Hijo tiene vida eterna . . .” Juan 3:36

Solo con estas palabras queda muy claro que Dios nos abre sus brazos, nos recibe y desea intervenir en
nuestras vidas.
¿Podemos decir entonces que Dios es indiferente al dolor de las personas cuando él mismo ha tomado la
iniciativa en salvarnos enviando nada más y nada menos que a su Hijo Jesús?
La Biblia nos enseña que:

1. Dios tiene Pensamientos de Bien sobre sus hijos. Jeremías 29:11. Dios no tiene mala intención con
nadie, nada más alto que su amor, por eso debemos renunciar a una mala conciencia que desacredite la
bondad de Dios. Porque él hace mucho más a favor de nuestro de lo que nosotros podemos llegar a
pensar o creer.
2. Hace que todas las cosas ayuden a bien. Romanos 8:20-30, no hay ningún evento bueno o malo que
Dios no lo vaya a utilizar para nuestro provecho. Y cuando digo provecho me refiero a todo aquello que
nuestra vida necesita en función de su propósito.
3. Dice el Samos 23; El Señor es mi Pastor nada me faltará, esta verdad sí que abre una ventana llena de
oportunidades y de provisiones que solo Dios por su gracia puede otorgar. El privilegio de aquellos que
siguen al Buen Pastor cada día.
4. El compromete su compañía cada día de nuestras vidas. Mateo 28:10. Quizás no lo sepas, pero la
realidad es que Dios está más cerca de lo que crees,
5. Dios tiene completo control sobre todas las cosas. Aun cuando las personas echen suertes, aún así,
Dios estará en esa suerte.
6. Es el amén. Apocalipsis 3:14, esto significa que él está en el antes, es el durante y en el después de
todas las cosas. ¡Él siempre tiene la última palabra! No las circunstancias, no la adversidad, no los
problemas, ¡Jesús tiene la última palabra!

Así que tu vida no es una casualidad, sino una causalidad. No responde a un hecho del azar, puede que
lo parezca, pero no lo es, no somos un capricho del cosmos. Dios nos pensó, Dios nos hizo, y tiene un
propósito con cada uno de nosotros.

Al fin podremos decir cómo Einstein “Dios no juega a los dados”, quien nunca pudo admitir que los
fenómenos del mundo dependieran del capricho de algo comparable con un cubilete

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