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“LAS ARRAS DEL ESPÍRITU” EFESIOS 1:13-14

El que esta tradición se acabe no representa ningún problema, porque es una tradición y promesa
humana. Sin embargo, según la Biblia, las arras seguirán existiendo, pero no bajo la figura de 13
monedas de oro, sino bajo la persona del Espíritu. Por eso hablaremos sobre las arras, pero LAS ARRAS
DE ESPIRITU.
En Efesios 1:14 hablaremos de 3 cosas sobre las arras del Espíritu:
I). LA RAZÓN DE LAS ARRAS DEL ESPÍRITU. Tenemos una “herencia”.
A. Esto significa que Dios nos ha hecho promesas.
La palabra “arras” según el Diccionario es un “Término comercial, probablemente introducido en
occidente por comerciantes fenicios.
Significa, estrictamente, la primera cuota o anticipo de una donación o pago, entregada a modo de señal,
como indicación de que el saldo se abonará más adelante, compárese la cuota inicial de una compra a
plazos en nuestros días). El pago de las arras obliga al pago del saldo pendiente”
En el NT Pablo tomó el término “arras” que era común en sus días, para hablar del Espíritu Santo en
sentido figurado. Enseñando que el Espíritu Santo es el anticipo, adelanto, o pago inicial que garantiza
un pago completo en un futuro. Lo mencionó en tres ocasiones en diferentes contextos:
1. Se menciona en 2 Corintios 1:22 “el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu
en nuestros corazones”. En el contexto habla de las promesas de Dios. Aquí el Espíritu Santo nos
garantiza que Dios cumplirá todas las promesas que nos hizo.
2. También en 2 Corintios 5:5 “Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras
del Espíritu” En el contexto habla de que nuestro cuerpo mortal será transformado en un cuerpo inmortal
y el Espíritu Santo es la garantía o pago inicial de que eso sucederá.
3. Y aquí en Efesios 1:14 que dice que el Espíritu Santo “es las arras de nuestra herencia”. Es decir, es la
garantía que recibiremos nuestra herencia, porque Dios lo ha prometido.
El apóstol Pedro es el que nos habla más de nuestra herencia en el futuro. Dice: “Bendito el Dios y Padre
de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva,
por la resurrección de Jesucristo de los muertos, 4 para una herencia incorruptible, incontaminada e
inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros” (1 Pedro 1:3-4). Aquí nos dice
varias cosas de nuestra herencia:
1. Las características de nuestra herencia: “incorruptible, incontaminada e
inmarcesible”
2. El lugar de nuestra herencia: “en los cielos”
3. El que reservó nuestra herencia: “el Dios y Padre”
Esto significa que Dios nos ha hecho la promesa de la herencia eterna y el Espíritu
Santo es el pago inicial que garantiza que nos la dará. Con el Espíritu Santo, Dios
quiere que tengamos la seguridad de que hará lo que nos prometió. Y ésta seguridad
la debemos tener en nuestro corazón. Pues Pablo dice: “el cual también nos ha
sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones” (2 Corintios
1:22).
B. Esto significa que aún no hemos obtenido lo prometido.
El hecho de que el Espíritu Santo sea el pago inicial o el anticipo de lo que viene, no
significa que Dios sea como nosotros, que cuando un producto es demasiado caro y
no se tiene el dinero suficiente para comprarlo de contado, se deja un depósito para
apartarlo, demostrando así que realmente se va a comprar el artículo.
Claro que no. Porque Jesús ya ha pago el precio completo por nosotros (1 Corintios
6:20, 7:23; 1 Pedro 1:18-19). Sin embargo, aunque el precio esta pagado, aún estamos
en este cuerpo y aun vivimos en este mundo. Por eso aún, no hemos obtenido lo
prometido por Dios. Por eso que el Espíritu Santo es la garantía de que después de
este mundo, y después de esta vida, Dios nos llevara al cielo. Por eso Pablo dijo:
“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al
Salvador, al Señor Jesucristo” (Filipenses 3:20). El Espíritu Santo es como el boleto
de entrada al cielo.
C. Esto significa que aún hay más por venir.
Dios no quiere que pensemos que lo que disfrutamos en Cristo en el presente, es lo
único que hay para nosotros. En realidad el Espíritu Santo es como la punta del
iceberg. El fruto del Espíritu Santo que todos los cristianos disfrutamos como: “amor,
gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza” (Gálatas
5:22-23), solo es la primera entrega de una vida gloriosa en el futuro. Hay mucho más
por venir.
La Biblia nunca enseña que los cristianos recibiremos aquí en la tierra todo lo que
Dios está dispuesto a darnos. Al contrario Jesús enseño: “De cierto os digo, que no
hay nadie que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino
de Dios, 30 que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero
la vida eterna” (Lucas 18:29-30). Aunque estemos muy bendecidos aquí en la tierra,
lo mejor está por venir. Porque lo que disfrutamos aquí es temporal y lo que está por
venir es eterno.
II). LA DURACIÓN DE LAS ARRAS DEL ESPÍRITU. “hasta la redención de la
posesión adquirida”
A. Sera hasta que seamos totalmente redimidos.
La NVI dice: “hasta que llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios”. La
Biblia Traducción en lenguaje Actual dice: “cuando haya liberado totalmente a los
que formamos su pueblo”.
La palabra redimir significa: Liberar o rescatar a alguien de algo. Si bien es cierto que
Cristo nos ha redimido con su sangre cuando nos convertimos (Efesios 1:7), aquí sin
embargo, está hablando de la redención final, la liberación plena que se llevara a cabo
en el futuro. Por eso Pablo dice: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el
cual fuisteis sellados para el día de la redención” (Efesios 4:30).
Cuando nos convertimos a Cristo, somos libertados de la esclavitud del pecado (Juan
8:34; Hechos 2:38). Pero mientras la iglesia permanezca en este mundo estará en
peligro de volver a caer en el (2 Pedro 2:20). Por eso habrá una liberación plena y
final en el futuro.
El hecho de que la parábola de la red enseñe que la iglesia en el fin del siglo será
purificada de los malos que están en ella, indica que ahora la iglesia corre el riesgo de
ser corrompida desde adentro por estos falsos hermanos. Dice:
“el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda
clase de peces; 48 y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno
en cestas, y lo malo echan fuera. 49 Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y
apartarán a los malos de entre los justos, 50 y los echarán en el horno de fuego; allí
será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 13:47-50). Por eso habrá una liberación
plena y final en el futuro de todos los falsos cristianos. Es como el pueblo de Israel,
iban a ser completamente libres cuando entraran a tomar posesión de la tierra
prometida.
Así que, la redención comienza aquí con la limpieza del pecado (Efesios 1:7, Hechos
3:19; Apocalipsis 1:5). Continua con la santificación en nuestras vidas (1 Corintios
1:1-2) y finalizara en el futuro siendo semejantes a Cristo (1 Juan 3:2). El Espíritu
Santo es la garantía de que seremos completa y totalmente libres en el futuro.
B. Sera hasta que seamos totalmente de Dios.
Pablo dice: “hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su
gloria” (Efesios 1:14). Dado que ya establecimos que quienes serán redimidos
totalmente seremos nosotros, cuando dice “redención de la posesión adquirida”, se
está refiriendo a nosotros también como “posesión adquirida”. La iglesia somos el
“pueblo adquirido por Dios” (1 Pedro 2:9). El medio que Dios utilizo para
adquirirnos y hacernos suyos fue la sangre de su Hijo (Hechos 20:28). La palabra
“adquirir” subraya que ahora somos posesión de Dios.
Le pertenecemos a Dios por derecho de creación (Génesis 1:26-27) y también por
derecho de compra (Hechos 20:28). El Espíritu Santo da garantía que somos posesión
de Dios y que él es nuestro dueño. Y lo será completa y totalmente hasta el futuro.
Dios tomará plena y completamente posesión de los que ya somos suyos en el futuro.
Porque mientras estemos en este cuerpo mortal y en este mundo aún no estamos
completamente con Dios. Pero en el futuro, lo estaremos total y completamente. Y el
Espíritu Santo es garantía de ello. Cuando estemos en el cielo con Dios, ya no habrá
riesgo de que alguien deje de ser de Dios.
III). EL PROPÓSITO DE LAS ARRAS DEL ESPÍRITU. “para alabanza de su
gloria” Todo lo significa las “arras del Espíritu” es para alabanza de la gloria de Dios.
A. Alabar es nuestra razón de existir.
Pablo dijo: “en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por
medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6 para alabanza de la
gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” (Efesios 1:5-6). Dios
quiso por voluntad propia, destinarnos desde antes de la fundación del mundo, para
que fuéramos parte de su familia. Y espera que por esa gracia con la cual fuimos
favorecidos, despierte en nosotros expresiones de alabanza reconociendo el gran favor
concedido. Dios bien podía salvarnos sin hacernos parte de su familia. Sin embargo lo
hizo, porque así lo deseo y para alabanza de su gloria.
Así que, debemos vivir como hijos alabándole todos los días con nuestras palabras y
acciones. La alabanza es el acto que empieza en el tiempo y que continuara por toda
la eternidad. Porque todos los hijos que Dios tiene aquí, ahora, estarán por siempre
con él en la eternidad.
B. Alabar es lo que Dios se merece.
En Efesios 1:3-14 Pablo mencionó una lista de las bendiciones que tenemos en Cristo.
1. Del 3 al 6 hablo de que Dios nos escogió, nos predestinó y nos adoptó. Y todo esto
“para alabanza de su gloria”.
2. Del 7 al 12 hablo de que Dios nos redimió a través de la sangre de su Hijo y nos
dio a conocer el misterio de su voluntad y esto, “para alabanza de su gloria”.
3. Y del 13 al 14 hablo que fuimos sellados y se nos garantizó nuestra herencia en el
cielo y todo esto “para alabanza de su gloria”.
En 3 ocasiones mencionó “para alabanza de su gloria”. Por tanto, tenemos el
compromiso de alabar la gloria de Dios, porque él se lo merece. Pues hemos sido muy
bendecidos. Tenemos tanto porque agradecer y alabar a nuestro Padre Celestial. Pues,
nos dio todo a cambio de nada. Por eso el salmista decía: “Grande es Jehová, y digno
de suprema alabanza” (Salmos 145:3). Definitivamente Dios se merece nuestra
alabanza.
Además, Dios no tenía que darnos una garantía para que le creyéramos la promesa
que nos hizo, de darnos una herencia en el cielo. Su palabra hubiera sido suficiente.
Pero lo garantizó por consideración a nosotros. Porque Dios sabe nuestra debilidad de
fe. Por eso quiso darnos la seguridad con la presencia del Espíritu Santo en nuestras
vidas.
CONCLUSION
Hemos mencionado la razón, la duración y el propósito de las arras del Espíritu.
Todos los que hemos obedecido los mandamientos de Dios, hemos recibido el
Espíritu Santo (Hechos 5:32). Dios lo dio, no para su beneficio, sino para el nuestro.
Para que nosotros tuviéramos la seguridad de que nos dará la recompensa que nos
prometió. Ha recibido usted el Espíritu Santo de Dios, que es el anticipo de la
herencia celestial que Dios quiere darle? Si usted lo ha recibido, lo felicito. Lo mejor
está por venir. Pero si usted aun no lo ha recibido, hay una manera de hacerlo, crea al
Señor, arrepiéntase de sus pecados, confiese esa fe en Jesús y bautícese para el perdón
de sus pecados y esa es la manera de tener el Espíritu Santo (Hechos 2:38). Que será
su anticipo de su herencia celestial. Que Dios lo bendiga para hacerlo.

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