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RESEÑA Y PRESENTACIÓN

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DEL LIBRO “SOBRE LA
MENTE” DE CALEB OLVERA ROMERO

Rodrigo Antonio
Ramírez Roa
Universidad Autónoma de Aguascalientes

Deleuze dijo muchas cosas que no com-


prendo. Una cosa que sí comprendo es que
necesitamos seguridad, y por eso damos
explicaciones. Deleuze nos decía que ne-
cesitamos entender el mundo para sentir-
nos seguros. Un poco de paz en el caos.
“Sólo pedimos un poco de orden para protegernos
del caos. No hay cosa que resulte más dolorosa,
más angustiante, que un pensamiento que se
escapa de sí mismo, que las ideas que huyen,
que desaparecen apenas esbozadas, roídas ya
por el olvido o precipitadas en otras ideas que
tampoco dominamos”.1

El libro que presentamos en esta ocasión


nos recuerda que existe un caos primi-
genio en nuestras explicaciones acerca
del mundo y los fenómenos de este. En
concreto, el libro nos habla acerca de la
mente. Tratamos de entender lo mental,
pero siempre a través de metáforas que no
permiten dilucidar el problema. “Incesan-
temente extraviamos nuestras ideas. Por
este motivo nos empeñamos tanto en aga-
rrarnos a opiniones establecidas”.2

1 Deleuze & Guattari, F., ¿Qué es la filosofía?,


Anagrama, Barcelona, 2001, pág. 202.

146 2 Idem.
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La sospecha de que se trata de un pro- En la explicación anterior encontramos,


blema ficticio es fuerte. El autor nos re- valga la redundancia, una estructura expli-
cuerda: explicar algo es “sujetar los even- cativa. El país de los sueños tiene cohe-
tos a las leyes que los rigen mostrando las rencia en tanto las cosas acaecen de forma
causas que los generan”. 3 Explicar es, verosímil en él. Por lo regular, las histo-
etimológicamente, desenrollar algo ple- rias inventadas en la literatura o el cine nos
gado. El autor hace bien en desenrollar la parecen buenas cuando su elaboración es
maraña terminológica para dejarnos ver coherente dentro de su mundo de ficción:
claramente que la mente está asociada con no nos molesta encontrar robots peleando
lo inmaterial y con lo inexplicable que nos junto a magos en un mundo de ficción que
resulta decir que hacemos las cosas. lo permite. Pero nos parecería absurdo en-
El libro nos explica de forma grandio- contrar vaqueros con viajeros intergalác-
sa el origen de nuestra concepción de la ticos si, de repente, en el relato rural, cae
mente. una nave espacial. Puede que ensamblen
En un pasaje del apartado “Ontología perfectamente, pero el punto aquí es la co-
de la mente” el autor nos refiere el siguien- herencia de la aparente explicación. Suce-
te caso: de de forma parecida con el problema de
la mente: hemos puesto causas y orígenes
“Un niño entra corriendo en su cuarto donde su de esas causas donde, probablemente, no
papá cuida el sueño de su hermanito. El niño se encuentran.
pregunta, ¿a dónde se le va ir el sueño? Y el
papá contesta: “Al país de los sueños”. Este Es un gran acierto dejar de lado expli-
simple relato ilustra cómo inventamos entes caciones aventuradas al hablar de fenóme-
inexistentes, y sólo para seguir con la broma nos que desconocemos mucho. Me parece
podemos decir que luego el niño preguntará, un ejercicio de humildad intelectual decir
¿Qué hace el sueño, allá en el país de los sueños?
A lo que el papá responde, que si fue un buen “no sé cómo funciona” o “no lo puedo ex-
sueño se la pasa bien y es recompensado, pero plicar aún”, y no lanzar una explicación
que si fue un mal sueño, será castigado. El niño, coherente pero sin muchos fundamentos o
llevando las cosas más allá, preguntará, ¿quién forzar la explicación al inventar entes que
castiga o premia a los sueños? Para responder, resuelvan la cuestión.
el padre se verá obligado a seguir inventando
entidades inexistentes, con particularidades que El libro es contundente al decir que
de ningún modo les son propias”.4 nuestro lenguaje acerca de la mente está
lleno de metáforas vacías que, más que
explicar el problema, lo cubren o profun-
dizan. De ahí la sospecha de que, quizá, no
3 Olvera Romero, C., Sobre la mente, Laberinto, se trata más que de un malentendido lin-
Aguascalientes, 2016, pág. 74.
4 Ibidem, p. 80. güístico. A partir del estado de cosas pre-
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sentado por el libro, apoyo completamente Pero, si quitamos esta pequeña parte
la tesis: es falso que “somos un pequeño que es la mente, la pieza que está fuera
hombrecillo dentro del cerebro”.5 de este mundo, eliminamos la libertad y,
Una de las metáforas más llamativas con ello, nuestra capacidad de hacernos
para explicar la mente es relacionarla con responsables de nuestra existencia. Esto
la idea de libertad. La mente parece ser un al entender la libertad como una coartada
fenómeno relacionado con la libertad, y para explicar aquello que no somos capa-
la libertad está asumida como fuera de las ces de reducir a leyes, como es el caso de
leyes causales. Por ello tenemos un pro- nuestra conducta.
blema. El planteamiento del libro es muy inte-
El libro sugiere una conexión implícita resante, en tanto que no sólo nos dice que
de la idea de mente con la idea de libertad. no sabemos cuáles son las leyes que rigen
La libertad se asocia a ideas como el de- la mente, sino que probablemente no po-
seo, actitud, creencia, etc. Estos elementos demos encontrar tales leyes porque el ob-
son agenos a los determinantes causales. jeto de estudio es inexistente.
Si no existe una determinación causal de Siguiendo a nuestro autor, este tipo de
la libertad, entonces la mente podría pro- explicación (explicar la mente por la li-
ducir todo tipo de cambios en el mundo de bertad, y esta por la voluntad y no por la
forma arbitraria, es decir, no determinada, causación) es errónea. Si esto es así, puede
por no ser material o física. De esa manera que no tengamos que definir a la libertad
salvamos el concepto de libertad y la dig- como la falta de determinación, sino la ca-
nidad del ser humano como un ser autóno- pacidad para realizar. Y así la libertad no
mo, que puede tomar la existencia en sus sería algo no causado, sino un predicado
espaldas y ser responsable de sus actos. de las acciones que se realizan sin obstá-
Los términos están relacionados: la mente, culos, acciones que tienen un fin determi-
ese privilegio humano, nos da la libertad, nado y que son realizadas sin dificultades,
la indeterminación de nuestras decisiones mas no acciones indeterminadas o caren-
y actos conforme a nuestros deseos, nece- tes de causas.
sidades y valores. Reforzamos nuestra vo- El libro nos explica de forma grandiosa
luntad en aquello que consideramos valio- el origen de nuestra concepción de la mente.
so para no apartar nuestro camino de ello y Explicar es, etimológicamente, desenrollar
lograr los objetivos que compartimos con algo plegado. El autor hace bien en desenro-
otras personas. llar la maraña terminológica para dejarnos
ver claramente que la mente está asociada
con lo inmaterial y lo inexplicable que nos
5 Ibidem, p. 12. resulta decir que hacemos las cosas.
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¿Cuál ha sido el lenguaje de lo mental? Skinner, Wittgenstein y Wallon, llegamos


Todo empieza con los hindúes, los griegos a la concepción que parece haber consoli-
y los egipcios. Ellos relacionaban la vida dado el pensamiento contemporáneo acer-
con la respiración: palabras como alma o ca de la mente: el emergentismo. Existen
espíritu nos recuerdan esta relación anti- muchos tipos de emergentismo. Los aco-
gua del problema de la mente con sus me- plados bajo este término en nuestro libro
táforas. en cuestión son aquellos que creen que la
Existen también las metáforas que nos mente es un estado emergente del cerebro y
llevan a pensar la mente como un conte- que esta mente adquiere autonomía y evo-
nedor: señalamos con nuestro dedo índice luciona de forma independiente. He ahí el
nuestra cabeza y decimos “no te puedo sa- hilo de la historia de la mente a través del
car de mi mente”. Si la mente es un pro- pensamiento: lo mental se relaciona con
ceso, “no puede contener cosas, no puede un lenguaje dualista que contrapone la ma-
haber un adentro y un afuera de la mente”. teria a lo inmaterial. Por ello, nos recuerda
Otro grupo de metáforas refieren a la nuestro autor: “la imposibilidad de reducir
mente como perteneciente a un sujeto. Si lo complejo, lo emergente, a lo básico y
la condición de pertenencia es la propie- simple genera la misma idea de dualismo
dad, y la propiedad tiene como caracterís- que hasta hoy en día no ha mostrado que
tica poder transferirse, al no poder transfe- sea un buen camino explicatorio”.6
rir la mente, no es válido sostener que “te En el capítulo final se plantean un par
tengo en mi mente”. de interrogantes que reabren el problema
Una de las metáforas más persistentes de lo mental: ¿podemos construir mentes
para explicar la mente es equipararla con artificiales inteligentes que cuestionen su
el yo. Ríos de tinta han corrido acerca del existencia, tengan conflictos morales, se
tema del yo y la identidad personal. Nues- emocionen, tengan espiritualidad o no sólo
tro autor nos recuerda que basar la idea de utilicen signos, sino símbolos? Después de
mente en el yo es volver al problema del haber sobrepasado el test de la máquina de
homúnculo, el pequeño hombrecillo que Turing, la línea entre las máquinas y los
habita nuestra mente. Esta metáfora, seña- seres humanos no parece ser una cuestión
la el autor, es equiparable a Mazinger Z: técnica de objetos, sino de interrogaciones
un robot gigante controlado desde el inte- reflexivas en torno a lo que puede aconte-
rior por otra persona. cer a estos nuevos entes.
Presentadas así las metáforas de la
mente, Olvera hace el obligado recorrido
hacia la historia de las concepciones de
la mente. Pasando por Platón, Descartes, 6 Ibidem, p. 74.
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Por último, quisiera resaltar que el li- Bibliografía


bro cumple a cabalidad uno de sus pro-
Deleuze, G., & Guattari, F. ¿Qué es la filosofía?,
pósitos: presentar las deficiencias de la Barcelona, Anagrama, 2001.
idea de mente “y advertir que en ciertos
círculos especializados es oportuno afinar Olvera Romero, C., Sobre la mente. Aguascalien-
el lenguaje, para no terminar persiguiendo tes, Laberinto, 2016.
entes inexistentes o en callejones sin sali-
da, por no aplicarse en encontrar la puerta
correcta”.7 No se trata de reformar el len-
guaje a tal grado de que dejemos de utili-
zar la palabra: esta se encuentra en el habla
cotidiana, y hasta en la (así llamada por el
autor) psicología folk. El propósito es se-
ñalar ese olvido del uso de una metáfora,
para no reificar explicaciones de fenóme-
nos poco comprendidos
Sin duda, el libro no solo es pertinente
para filósofos, sino para público especiali-
zado relacionado con el tema.

7 Ibidem, p. 12.

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