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Starlin recupera otro de los personajes que creara unos años atrás, Eros, en uno

de sus primeros trabajos para Marvel (en “Iron Man” 55, 1973), sin revelar todavía
que en realidad es el hermano de Thanos. Warlock, como ya ha hecho otras
veces, vuela al espacio para reconcomerse como un adolescente torturado por la
angustia existencial: ha cambiado el futuro pero en el proceso enloqueció y
asesinó utilizando su Gema Alma.  

Los números 13 y 14 (junio y agosto 1976), conforman una sola historia, la saga
del Ladrón de Estrellas, que pone de manifiesto lo depurado de la narrativa y
dibujo de Starlin en este momento aún temprano de su carrera. A pesar de
algunas escenas de acción potentes, la historia es bastante estúpida. Adam
Warlock (que parece ahora menos atormenado que en su última aparición),
reflexiona sobre qué hacer con su vida teniendo en cuenta que ahora dispone de
lo que describe como un “cerebro multicompartimental” (¿eufemismo para
desorden de personalidad múltiple?) y una Gema Alma vampírica. Y entonces se
da cuenta de que están desapareciendo regiones enteras de la galaxia. La Gema
Alma le impele a investigar el misterio y averigua que el ladrón de estrellas es un
terrícola llamado Barry Bauman, que lleva 24 años postrado en estado vegetativo
tras haber nacido con un cerebro desconectado de sus nervios (quizá un trasunto
del “Tommy” de los Who).

En el número 13 encontramos un par de excelentes páginas en las que Starlin


narra, utilizando la voz de Barry, su transformación en ser de puro intelecto pero
cruel por la soledad en la que ha vivido siempre e impulsado por la venganza
contra un cosmos frío e indiferente a su sufrimiento. Pero el 14 es un episodio
insatisfactorio teniendo en cuenta el potencial de la premisa presentada en el
anterior. Lo que podría haberse convertido en un tremendo conflicto de
dimensiones y consecuencias colosales, se resuelve mediante un
encadenamiento tópico y estúpido de desafíos en el espacio (gárgolas, gigantes
pétreos, un gran tiburón, un gigante ardiente) que culmina en un final súbito y
absurdo. Quizá Starlin temiera que la colección fuera a ser cancelada debido a la
carestía de papel –como así fue- y quisiera resolver rápidamente este arco para
abordar lo que realmente le interesaba: Thanos.

Irónicamente, el nº 15 (noviembre 76), que en su portada lucía la leyenda:


“Warlock Desencadenado…¡Por Fin!”, fue el último de la colección. Aunque, como
veremos, el personaje iría apareciendo puntualmente en otros títulos, no volvería a
disfrutar de otra cabecera a su nombre hasta pasados más de quince años.

 
Starlin tenía planes a largo plazo para el personaje que pasaban por intensificar
su lado oscuro. Algunas de las ideas que manejó para ese desarrollo acabarían
años más tarde recicladas en “El Guantelete del Infinito” (1991) y la subsiguiente
“Warlock y la Guardia del Infinito” (1991). Tal y como quedó este último número,
cuyo título, “¡Sólo una serie de Acontecimientos!”, ya nos da idea de es un mero
prólogo que sitúa a los jugadores en su casilla de salida, tiene una intensidad y
atmósfera de amenaza inminente bastante conseguidos. Starlin realiza en esta
ocasión todo el apartado gráfico excepto el color por lo que Warlock parece algo
distinto, quizá más humano, que en los números anteriores. Thanos se embarca
en sus planes de genocidio estelar, con Gamora a su lado pero ignorante de lo
que se propone su padre. Éste la envía a buscar a Warlock y espiarlo, pero en su
viaje es atacada por Drax y su nave destruida. No se la volvería a ver hasta un
año más tarde en el Anual de los Vengadores que luego comentaré. Pip, por su
parte, se gana la vida como ladrón en el planeta Degenera. Mientras tanto y a lo
largo de todo el episodio, Warlock libra una guerra interior para controlar su Gema
Alma, desafío del que sale airoso y en el curso del cual averigua la existencia de
otros seis artefactos similares, que en el futuro serán conocidos como las Gemas
del Infinito.

En general, Starlin pudo desarrollar toda esta etapa en Warlock con un amplio
margen de libertad creativa. Aparte de algunas discrepancias respecto al color,
hubieron de realizarse modificaciones a expensas del Comics Code en escenas
de tortura explícitas, por ejemplo, o en otra en la que los demonios iban con el culo
al aire y hubieron de cubrirlos con taparrabos. Pero no fueron cambios que
molestaran a Starlin particularmente y siempre las vio como las típicas
mojigaterías ridículas de unos censores rancios.

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