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Sabana de Torres 

es un municipio colombiano del departamento de Santander.
Ubicado al noroccidente de la capital del departamento (Bucaramanga), se llega por carretera
pavimentada de aproximadamente 110 km desde Bucaramanga tomando la vía
a Barrancabermeja, y luego la desviación hacia la Región Caribe en el corregimiento La
Fortuna, llamada La Troncal del Magdalena (Ruta 45) o Ruta del Sol (Colombia).
El municipio es un importante productor de petróleo y gas natural provenientes de los campos
de Payoa y Provincia, y de arenas aptas para procesar el vidrio (arenas silíceas). Además,
posee vastos cultivos de palma africana, convirtiéndose en uno de los municipios con mayor
extensión en cultivos de esta planta en el país. 3
Por su nombre, Sabana de Torres se tiende a considerar como una zona en donde se
encontraran tierras planas, pero dentro de los municipios que tienen su bioclima completo en
el Magdalena Medio, es el que mayor atributos de relieve local (o morfología no plana) posee,
empezando con una zona de lomerío intrincada por las características del sustrato.
Subsiguientemente se pasa a una zona de Sabanas que se abre en dos hasta alcanzar las
veredas Magará por el Norte y Sabaneta en las riberas del río Sogamoso por el sur. En su
parte más central se hallan terrazas, algunas ya disecadas por el uso de sus suelos y su
propia dinámica natural. Para terminar se halla en la parte más noroccidental del municipio
una zona de bajos o inundable que termina en ecosistemas de humedales. El municipio de
Sabana de Torres se encuentra ubicado geográficamente al noroeste del Departamento de
Santander, en la región denominada como Magdalena Medio Santandereano

Partiendo de la desembocadura de la Quebrada Doradas sobre el río Lebrija, de este río


aguas abajo hasta su confluencia con el río Chocoa o Santos Gutiérrez, delimitando con el
municipio de Rionegro.
Río Chocoa o Santos Gutiérrez, aguas arriba, hasta Puerto Escondido, de aquí en línea recta
hasta Caño Peruétano en el punto donde desemboca en este Caño el Caño Negro, sigue el
Caño Peruétano hasta Ciénaga de Paturia o Paredes y atraviesa la Ciénaga de la Quebrada
La Gómez, sigue esta quebrada y luego la Quebrada de La Cristalina hasta su nacimiento, de
aquí en línea recta hasta el punto en donde desemboca en el río Sogamoso la Quebrada
Payoa, delimitando con el Municipio de Puerto Wilches.
Río Sogamoso hasta donde desemboca en este río el Río Sucio, delimitando con los
municipios de Barrancabermeja y San Vicente de Chucurí, sigue Río Sucio aguas arriba hasta
donde desemboca en este río la Quebrada Gomero, delimitando en este último trayecto con el
municipio de Girón.
La Quebrada Gomero aguas arriba hasta su nacimiento, de aquí en línea recta hasta el
nacimiento de la Quebrada Doradas; de esta quebrada aguas abajo hasta su desembocadura
sobre el río Lebrija, punto de partida de esta demarcación delimitando con el costado oriental
con los municipios de Girón y Lebrija.
A principios del siglo XX, la familia Torres, dueña de una posada, es conocida como una de
las primeras colonizadoras del actual municipio. José María Torres, por ser el mayor, era
quien asumía toda la responsabilidad de la posada, y su esposa, que por esa época no tenía
hijos, era la encargada de la cocina. En esos oficios, el menor de los Torres, Juan José, era su
inmediato colaborador.
El otro Torres, Jesús María, poco colaboró con la posada, pues se dedicó a trabajar en el
monte, y fue así como construyó una bonita y grande finca sobre la quebrada La Venecia y
Santos Gutiérrez. Luis Francisco Valdivieso manifestó que hacia 1920, un letrero grande
instalado cerca a la vía férrea decía: “Propiedad de Jesús María Torres”. Según la descripción
de don Rafael Rojas Bustos, Juan José Torres era tímido, de baja estatura, de tez morena,
cabellos lacios y facciones indígenas que siempre fumaba tabaco y usaba un sombrero de
jipijapa de alas muy cortas.
En enero de 1919 un voraz incendio destruyó unos cuarenta ranchos con techo de paja o
palma que estaban encerrados en madera o bahareque, en los cuales se agrupaban
centenares de trabajadores. Una vez que el incendio redujo a cenizas aquella ranchería,
escasamente se podrían apreciar algunas viviendas. Los pisos de arena del sitio de La
Gómez, (nombre dado en honor al ingeniero Eugenio Gómez Gómez, gerente del ferrocarril)
sirvieron para que se establecieran los talleres en los cuales sobresalió como mecánico don
Arturo Ruiz. Por esos días, María Cano, la luchadora socialista del momento, a quien
llamaban La Flor del Trabajo, realizaba su sexta gira por el territorio nacional y en ella incluyó
visitas a Bucaramanga, La Gómez y Puerto Wilches.

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