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Resumen de compraventa – Exposición civil contratos. (páginas 1 a la 5).

AP 1. DEFINICIÓN
De acuerdo con el artículo 1849 del Código Civil, "La compraventa es un contrato en que una de las
partes se obliga a dar una cosa y la otra a pagarla en dinero. Aquella se dice vender y esta comprar.
El dinero que el comprador da por la cosa vendida se llama precio". Como contrato que es, la
compraventa requiere esencialmente un acuerdo de voluntades entre las partes contratantes, cada
una de las cuales puede estar constituida por una sola o por varias personas (art. 1495). Ese acuerdo
de voluntades debe versar, ante todo, sobre dos prestaciones recíprocas, esenciales a ese contrato, y
sin las cuales o no puede subsistir como compraventa, o degenera en otro contrato distinto. Tales
prestaciones son: para una de las partes, que se llama el vendedor, la obligación de dar a la otra una
cosa; para la otra parte, que se llama el comprador, la obligación de pagar en dinero el valor de la
cosa que recibe, es decir, el precio de esta. Siendo por regla general la compraventa un contrato
consensual, el mero acuerdo de voluntades acerca de la cosa vendida y de su precio produce el
perfeccionamiento de aquel, y hace nacer las obligaciones correlativas. Se dice que por regla
general, y ello es así, porque: a) si lo vendido es un bien raíz, o una servidumbre, o los derechos que
se tengan en una sucesión hereditaria. además del acuerdo de voluntades será necesario el
otorgamiento de una escritura pública para que pueda tenerse por perfeccionado el contrato (art.
1857) b) las partes pueden supeditar el perfeccionamiento del contrato al acuerdo de voluntades en
torno a cuestiones distintas a la cosa vendida y al precio, no únicamente en torno a estas: en tal caso
el contrato no se perfeccionará sino cuando se produzca el acuerdo respecto a dichas cuestiones
accidentales.
El acuerdo de voluntades o consentimiento en relación con la cosa y el precio constituye, pues, la
característica fundamental del contrato de compraventa. Hay casos, sin embargo, en que ese
acuerdo de voluntades entre comprador y vendedor no se ve muy claro, como ocurre en las ventas
forzadas que se hacen por autoridad de la justicia. El vendedor en dichas ventas es el deudor a quien
el acreedor ejecuta para obtener el pago de su crédito, pero la venta no la hace él directamente, sino
el juez que conoce del proceso ejecutivo, y ello mediante procedimientos coactivos, y de ahí por
qué se diga que en tales ventas no solo no existe el consentimiento del vendedor, sino que inclusive
se vende contra el consentimiento suyo. No obstante esta realidad objetiva, la doctrina ha entendido
que el consentimiento del vendedor-deudor sí existe en la hipó tesis contemplada, porque al
obligarse aceptó por anticipado que en caso de incumplir se vendiesen sus bienes en cantidad
suficiente para pagar lo debido, conforme al precepto del artículo 2488 del Código Civil que
constituye todos los bienes del deudor en prenda tácita de sus acreedores. Por lo demás, esta
concepción halla eco y aun estrecha correspondencia con el inciso 3° del artículo741 del Código
Civil conforme al cual, "En las ventas forzadas que se hacen por decreto judicial a petición de un
acreedor, en pública subasta, la persona cuyo dominio se transfiere es el tradente, y el juez su
representante legal" De la definición del artículo 1849 se deduce claramente que en nuestro derecho
la compraventa no genera sino obligaciones entre las partes, es decir, que apenas es fuente de
derechos personales, al igual que ocurria en el derecho romano. Distintamente a lo que sucede en
otras legislaciones, por la compraventa no se adquiere el dominio: celebrado el contrato, el
vendedor queda obligado a hacerle entrega de la cosa vendida al comprador, y este adquiere el
derecho personal correlativo para solicitar dicha entrega; mientras la entrega no se verifique, el
vendedor sigue siendo el dueño de la cosa y por lo mismo ningún derecho real tiene entretanto
sobre ella el comprador. Es apenas con ocasión de la entrega, es decir, a tiempo que el vendedor
cumple su obligación de entregar ejecutando los actos que constituyen el modo de adquirir el
dominio por tradición, cuando el comprador viene a ver convertido en derecho real lo que antes no
era sino un derecho personal. De esta suerte, entonces, en la compraventa seguida de la
correspondiente tradición, como resultado propio de la teoría del título y el modo, se produce una
verdadera metamorfosis juridica: celebrado el contrato, el comprador adquiere un derecho personal
contra su vendedor, cuyo contenido es la obligación que este contrae de transferirle a aquel el
dominio de la cosa vendida. Cumplida dicha obligación por el ven- dedor, el derecho personal del
comprador desaparece como tal del patrimonio de este, pero para convertirse o transformarse en un
derecho real de dominio.
En síntesis, pues, entre nosotros la compraventa es apenas el momento inicial de un proceso
evolutivo que normalmente culmina en la adquisición por el comprador del derecho de dominio
sobre la cosa vendida. No es modo de adquirir el dominio, sino apenas antecedente causal del modo
de la tradición (C. C., art. 745). En otros sistemas, como es sabido, de los cuales es ejemplo el
francés, la compraventa opera simultáneamente como título y modo, pues desde el momento de
perfeccionarse el contrato se produce el desplazamiento patrimonial del derecho de dominio, de
cabeza del vendedor a la del comprador. Valga la pena anotar que, sorpresivamente, aunque desde
luego, en hipótesis de particular excepción, nuestro sistema del título y el modo coincide con el
trancés en los eventos especiales previstos en la regla 5" del artículo 754 del Código Civil, eventos
en los cuales el mismo título se tiene como acto constitutivo del modo de la tradición. En efecto,
claramente dispone la norma citada que la tradición de las cosas corporales muebles se realiza
simplemente *por la venta, donación u otro título de enajenación conferido al que tiene la cosa
mueble como usufructuario, arrendatario, comodatario, depositario, o a cualquier otro título no
traslaticio de dominio; y recíprocamente por el mero contrato en que el dueño se constituye
usufructuario, comodatario, arrendatario, etc.". La coincidencia aludida tiene lugar, entonces, en las
modalidades de la tradición de bienes muebles conocidas con los nombres de brevi manu y de
constitutum possessorium, respectivamente.
La definición que se analiza nos permite deducir que el contrato de compraventa es bilateral,
oneroso y, por regla general, conmutativo. Es bilateral, porque ambas partes contratantes se obligan
recíprocamente (art. 1496), lo que quiere decir que a la compraventa le son aplicables las
importantísimas disposiciones de los artículos 1546 y 1609, relativa la primera a la condición
resolutoria tácita en vuelta en todo contrato bilateral para el caso de incumplimiento por una de las
partes, y la segunda a la exceptio non adimpleti contractus que impide en los contratos bilaterales la
constitución en mora de una de las partes contratantes, mientras la otra no cumpla o no se allane a
cumplir su obligación en el lugar y tiempo debidos.
El contrato es oneroso, porque tiene por objeto la utilidad de ambos contratantes (art. 1497), calidad
que es esencial a él ya que es imposible que sea gratuito. Como de ordinario la utilidad que resulta
de la compraventa para ambos contratantes es equivalente, el contrato es por regla general
conmutativo; pero como en ocasiones el contrato de compraventa envuelve una perspectiva incierta
de ganancia o pérdida o en general un álea, como cuando se compra la suerte en la hipótesis de que
trata la parte final del artículo 1869 (emptiospei) la compraventa también puede ser contrato
aleatorio (art. 1498).

AP 2: Elementos, entre ellos los siguientes:


COSA: Objeto corporal y susceptible de ser comerciable.
CAPACIDAD DE LAS PARTES: Tanto el vendedor como el comprador deben ser capaces
jurídicamente para vincularse mediante un contrato, de lo contrario la compraventa será nula.
VOLUNTAD: Ambas partes deben tener voluntad de realizar el negocio jurídico, el vendedor de
entregar la cosa y el comprador de recibirla y pagar un precio por ella.
PRECIO: A cambio de la entrega de la cosa, se pacta el pago de un precio en dinero, toda vez que si
se modificara este dinero por la contra entrega de otro objeto se degeneraría la compraventa en un
contrato de permuta.
AP: ART1866-1872: COSA VENDIDA
AP 3: DE LA CAPACIDAD PARA EL CONTRATO DE VENTA
QUIÈNES SON CAPACES PARA CELEBRAR EL CONTRATO
De conformidad con el artículo 1502 del Código Civil, para que una persona pueda obligarse
contractualmente con otras es indispensable, entre otras cosas, "que sea legalmente capaz". El
artículo 1503 dice que "Toda persona es legalmente capaz, excepto aquellas que la ley declara
incapaces", y a continuación el artículo 1504 entra a indicar las personas a quienes la ley declara
incapaces absolutos y relativos, para terminar diciendo que "Además de estas incapacidades hay
otras particulares que consisten en la prohibición que la ley ha impuesto a ciertas personas para
ejecutar ciertos actos" Pues bien, el artículo 1851 repite todos estos principios cuando dice que
"Son hábiles para el contrato de venta todas las personas que la ley no declara inhábiles para
celebrarlo o para celebrar todo contrato". De acuerdo con lo anterior, pues, son incapaces para
celebrar el contrato de compraventa las personas que en los incisos ]° y 3° del artículo 1504 son
calificadas como incapaces de celebrar todo contrato, y las que disposiciones o leyes especiales
califiquen de incapaces para celebrar especificamente el contrato de compraventa. No corresponde
aquí estudiar la incapacidad de las personas del primer grupo, sino solamente la de las del segundo
grupo, que está constituido por las indicadas en los artículos 1852 a 1856. Estas mismas
prohibiciones son contempladas, más O menos en los mismos términos, por el artículo 906 del
Código de Comercio, con algunas novedades, empero, entre las cuales merece destacarse la de que
ellas se hacen allí extensivas inclusive a las ventas en pública subasta.

AP 4: NULIDAD POR PARENTESCO O VINCULO MATRIMONIAL


De acuerdo con el artículo 1852, "Es nulo el contrato de venta entre conyuges no divorciados".
Como razones explicativas de esta disposición, se suelen dar varias: I°. La ley ha querido proteger
recíprocamente a los cónyuges, impidiendo que el influjo del uno sobre el otro sea indebidamente
utilizado para imponer la celebración de un contrato de compraventa des ventajoso para este;
2°. La prohibición de que entre los cónyuges no divorciados se celebre el contrato de compraventa,
es complementaria de la que les prohibe hacerse donacines irrevocables. pues sin aquella podría
esta última ser fácilmente burlada al través de compraventas simuladas o con precios irrisorios, y
3°, La prohibición del articulo 1852 persigue también defender los intereses de terceros acreedores,
porque sin ella el marido, por ejemplo, podría defraudar a los suyos vendiendo sus bienes a su
mujer, ya simuladamente, ya en forma real, haciendo en este segundo caso dificil para aquellos la
persecución del precio recibido. Esta tercera razón es muy clara entre nosotros, después de la
vigencia de la ley 28 de 1932, que le dio a cada cónyuge la facultad de administrar sus bienes
propios, los aportados al matrimonio y los adquiridos durante él, e hizo a cada cónyuge responsable
exclusivo de las deudas contraídas personalmente por él. a excepción de las concernientes a
satisfacer las ordinarias necesidades domésticas o de crianza, educación y sostenimiento de los
hijos, respecto de las cuales consagró una solidaridad entre ellos. Dentro de este sistema, pues, es
claro que la prohibición de celebrar el contrato de compra venta entre cónyuges ampara los
derechos de los acreedores del cónyuge vendedor. Pero dentro del sistema de la sociedad conyugal
que reglamentaba el Código Civil la razón considerada no tenia la misma claridad, porque dentro de
dicho sistema el marido erael jefè de la sociedad conyugal, figuraba ante terceros como dueño de
todos
los bienes sociales, y estos respondían de todas las obligaciones que contrajera. De esta suerte, la
venta que el marido hiciera a su esposa de todos o parte de sus bienes, no se ve en qué forma podría
perjudicar a los acreedores de aquel porque esos bienes entraban a formar parte del patrimonio
social, seguían figurando en cabeza del marido, y por lo mismo sometidos a la persecución de los
acreedores presuntamente perjudicados con la venta. Se ha hecho la observación precedente, porque
la razón que se comenta no surgió a raíz de la expedición de la ley 28 de 1932, sino que ya desde
antes venía siendo aducida como la principal para explicar el objeto de la prohibición de celebrar el
contrato de venta entre cónyuges no divorciados
El artículo 1852 contrae la nulidad que consagra a los contratos de venta entre "cónyuges no
divorciados". Eso significa, consiguientemente, que cuando ha mediado divorcio la nulidad no
opera. Y significa también que sí opera cuando el contrato se celebra entre cónyuges apenas
separados de bienes.
HR 5: CASO DE VENTA FORZADA
Se pregunta si la nulidad consagrada por el artículo 1852 alcanza también las ventas forzadas, es
decir, al evento en que uno de los cónyuges remate parn sí un bien sacado a venta forzada en
proceso seguido contra el otro. Con el discutible argumento de que la compra venta prohibida entre
cónyuges es Involuntaria, y que la venta forzada no tiene esa calidad, la doctrina francesa considera
que en el evento expresado el acto de adquisición no queda afectado de nulidad, sino que es
plenamente válido. La cuestión ha sido estudiada entre nosotros por la Corte Suprema de Justicia.
Distingue la Corte en la aludida sentencia, en la que se trataba de un caso de venta forzada de bien
hipotecado, si este gravamen ha sido constituido o no por el cónyuge demandado, y en efecto dice:
"Quien es constituyente de hipoteca consiente en el derecho de venta que la garantía real envuelve
en beneficio del acreedor. Por ello el juez representa legalmente a quien impuso el gravamen,
cuando llega el evento de que por la justicia se haga efectivo el mismo derecho de venta. No cabe
así que el cónyuge grave con hipoteca alguno de sus inmuebles en forma tal que directa o
indirectamente, mediata o inmediatamente se traduzca en que su consorte pueda ejercer el derecho
de venta que el gravamen envuelve, o que de algún modo le sirva de ocasión para adquirir la finca
hipotecada, porque entonces la voluntad del constituyente de la garantía funda el consentimiento
como elemento de la esencia del negocio jurídico bilateral, y puede predicarse la contratación entre
cónyuges sobre bienes inmuebles, cuya nulidad absoluta proclama el
artículo 3° de la ley 28 de 1932.
"Pero cuando apenas se trata de la finca que alguno de los cónyuges recibe sujeta de antemano al
gravamen, no se descubre en derecho ni en razón el motivo que impida a su consorte intervenir
como rematante en el juicio hipotecario. La enajenación eventual fue consentida, no por el consorte
ni por ninguna otra persona, cualesquiera que fuesen los ulteriores adquirentes del objeto gravado,
sino por quien constituyó la garantía, que es a quien el juez verdaderamente representa en la venta
forzada. No cabe así admitir que haya acuerdo de voluntades entre consortes para la compraventa de
inmuebles, ni que sean sustraídos de su patrimonio, pues si en el activo ingresó la finca, lo fue
inseparablemente unida al gravamen que ya llevaba en cierne la enajenación"
Al anterior razonamiento de la Corte cabe hacerle el reparo de que no se ajusta con fidelidad
bastante al artículo 741 del Código Civil, inciso 3°, pues la representación legal allí asignada al
juez, en materia de ventas forzadas que se hacen en pública subasta a petición de un acreedor, es
relativa simplemente a la persona cuyo dominio se trata de transferir, independientemente de toda
consideración a la condición en que haya sido demandado. En otras palabras, is persona cuyo
dominio se transfiere" considerada en el aludido inciso, no puede ser otra que el actual dueño
demandado en el proceso respectivo quien puede no ser el constituyente del gravamen real, si del
ejercicio de la acción real se trata, sino un ulterior adquirente. En virtud de esta observación, enton
ces, no hay lugar a hacer la distinción que la Corte plantea y por lo mismo la venta debería ser
tenida siempre como nula, haya sido o no constituido el gravamen por el cónyuge ejecutado Como
se ha hecho ver, la transcrita doctrina de la Corte toma en cuenta el caso preciso y concreto en que
la vent…
HR 6: PROHIBICION PARA ADMINISTRADORES DE ESTABLECIMIENTOS PÚBLICOS
De conformidad con el artículo 1853, "Se prohibe a los administradores de establecimientos
públicos vender parte alguna de los bienes que administran y cuya enajenación no esté comprendida
en sus facultades administrativas ordinarias, salvo el caso de expresa autorización de la autoridad
competente" De acuerdo con el precepto transcrito, el administrador de un esta blecimiento público
puede vender los bienes que administra solo cuando esté facultado para ello, bien porque esa
facultad haga parte de las funciones administrativas que ordinaria y permanentemente le están
asignadas en los estatutos del establecimiento, bien porque, sin ser el caso anterior, reciba la
autorización expresa de vender un determinado bien, autorización que debe emanar de la autoridad
competente. La autoridad competente para dar esta autorización no es el juez, ni un funcionario de
orden político, sino simplemente el organismo administrativo del establecimiento que de acuerdo
con los estatutos puede disponer la venta de un bien de su patrimonio, como, por ejemplo, la junta
directiva.
Según el comentarista chileno ALFREDO BARROS ERRÁZURIz, la infracción de la prohibición
que se comenta está sancionada con la nulidad absoluta porque, aunque contenida en el Código
Civil, se trata de una disposición de derecho público, desde luego que se refiere a los
administradores de establecimientos oficiales. Siendo una disposición de derecho público, su
violación implica objeto ilieito en el contrato que se celebre, ya que conforme al articulo 1519 hay
un objeto ilícito en todo lo que contraviene al derecho público de la nación. Luego, si hay objeto
ilícito, la venta es absolutamente nula, de acuerdo con el artículo 1741.
En el caso de la norma comentada, se trata en realidad del ejercicio por el administrador del
establecimiento público de poderes dispositivos de que carece, lo que técnicamente corresponde a
una hipótesis de inoponibilidad, de suerte que el acto del administrador debiera ser simplemente
inoponible al establecimiento, por carecer en absoluto de efectos contra él. Miradas así las cosas, el
establecimiento podría reivindicar directamente el bien, sin necesi- dad de demandar primeramente
la declaración de nulidad de la venta, nulidad que en esas solas circunstancias no existiría. Pero lo
cierto es que la ley no se orientó por esa realidad, sino que terminantemente prohibió a los
administradores vender sin estar autorizados para ello. Prohibida así la venta, la infracción a tal
mandato se traduce necesariamente en nulidad del acto, no solo por virtud de las reglas relativas al
objeto ilicito de los contratos, cuando media la prohibición legal de celebrarlos, sin también por el
principio más amplio del articulo 6°, inciso2°, del Código Civil. que enseña que en materia civil son
nulos los actos ejecutados contra expresa prohibición de la ley, salvo que en ella misma se disponga
otra cosa.

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