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Seminario de Silencio Franz Jalics Ejercicios de contemplación

Sigamos describiendo el proceso de purificación (redención) que surge en la quietud


prolongada y cuyo primer punto fue el desierto en el que descubrimos los aspectos sombríos.
2.- EL PECADO: Los aspectos sombríos, esas tendencias negativas crónicas de nuestro
interior, son el verdadero pecado. Sus raíces son tan profundas que fácilmente se sustraen a
nuestra conciencia y esto nos vuelve impotentes frente a ellas. No los sentimos como pecados,
puesto que no los cometemos ni consentimos libremente. Pero pecado, en un sentido profundo,
es todo lo que nos separa de Dios y los hombres. Es tan limitado el acceso que tenemos a estos
pecados, que en último término solo podemos ser liberados de los mismos mediante la
redención.
3.- LAS REALIDADES ÍNTIMAS DEL HOMBRE: El núcleo sano, el estrato oscuro y la
envoltura. En el relato de la creación y en concreto la historia de Adán y Eva, se describe cómo
el hombre vivía en armonía pero pecó y fue expulsado del jardín del Edén. En nuestro caso:
 El Edén es nuestro núcleo sano interior, lo más profundo que nos constituye: un estado
primigenio en el que estamos sanos, enteros y tenemos la certeza de que Dios nos ama
y contiene.
 La caída simboliza una capa oscura que recubre el núcleo sano, es una segunda
realidad, agregada, que no pertenece a la esencia del hombre pero que constituye su
vida diaria de lucha, fatigas, dolor y esfuerzo cotidiano. Genera mucha angustia y
sufrimientos que nos impiden el acceso al núcleo sano.
 Para huir del dolor el hombre cubre esa capa con un envoltorio, una barricada, que
encarna la resistencia al sufrimiento que provocan los aspectos sombríos. Es el
mecanismo de defensa por antonomasia. Comparable a una plancha de cemento
recubre nuestro estrato oscuro y, por ende, todos nuestros sentimientos. Sin levantarla
nos será imposible avanzar hacia ellos y, así, hacia nuestro núcleo sano. Vivimos en la
superficie de nuestro ser, sin acceso a él, al jardín del Edén, que está en nosotros a
pesar de todo. El precio por vivir una vida menos dolorosa es estar escindidos de
nuestro verdadero ser interior, de nuestra identidad más profunda en Dios.
4.- COMPORTAMIENTO PRE-CONTEMPLATIVO Y CONTEMPLATIVO: Son dos momentos
de la vida espiritual, de nuestro ansiado progreso. En el primero todo se basa en nuestro esfuerzo
por cambiarnos a nosotros mismos y al mundo mediante metas y objetivos que conllevan presión
de rendimiento; estamos en el ámbito del “envoltorio”, de nuestra vida cotidiana, regidos por
“PENSAR” y “ACTUAR”. Por contra existe una fase, la contemplativa, en la que se deja todo de
lado y nos limitamos a contemplar a Dios, a fijar nuestra atención en él y confiar en que todo lo
demás nos será dado por añadidura; nos volvemos más independientes de los acontecimientos
y cede la presión de rendimiento. Hemos atravesado el envoltorio, estamos en el ámbito de la
contemplación. Aquí rigen: CONTEMPLAR, CONFIAR, AMAR y PADECER. Contemplar, de
momento, significa dirigir la atención a la percepción de las manos y, a través de ellas, a la
percepción del presente.

TRÍADAS
 ¿Qué concepto de pecado se trasluce en este texto?
 En tu vida ordinaria, según se explica en este fragmento, ¿tienes un comportamiento
contemplativo o pre-contemplativo?
 ¿Eres víctima todavía de la presión del rendimiento y de la premura de los
acontecimientos?
14 de 26 (Quinto tiempo: La redención, 2 de 3)

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