Está en la página 1de 9

“El significado de la

razón poética en
María Zambrano”

Mª Aránzazu
Serantes
Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Usted es libre de copiar, distribuir y comunicar públicamente la obra bajo las
condiciones siguientes:
• Reconocimiento. Debe reconocer los créditos de la obra de manera específica por
parte del autor o adjudicatario de la licencia (pero no de una manera que sugiera que
tiene su apoyo o apoyan el uso que hace de su obra).
• No puede utilizarse esta obra para fines comerciales.
• Sin obras derivadas. No se puede alterar, transformar o generar una obra derivada a
partir de la misma.
Al reutilizar o distribuir la obra, tiene que dejar bien claro los términos de la licencia
de esta obra.
Alguna de estas condiciones puede no aplicarse si se obtiene el permiso del titular de
los derechos de autor.
Nada en esta licencia menoscaba o restringe los derechos morales del autor.
® Todos los derechos reservados.
EL SIGNIFICADO DE LA RAZÓN POÉTICA EN MARÍA ZAMBRANO

por Mª Aránzazu Serantes1

Resumen

A lo largo de su vida, la pensadora María Zambrano, ha ido concibiendo un modelo de razón


que no se ajusta a los cánones estríctamente científicos y que tiene una clara incidencia en la
intrahistoria de cada individuo. Esta clase de razonamiento no es una realidad que se busca,
sencillamente, nos sale al encuentro y se hace patente en las manifestaciones artísticas: literatura,
arte o música, por ser en ellas donde lo humano alcanza su máxima expresión. En este breve
estudio trato de sintetizar en qué consiste la razón poética y la vigencia del conocimento que se
sustrae de la misma.

1. De la razón vital a la razón poética

María Zambrano ha estado profundamente ligada, a lo largo de su trayectoria intelectual, a su


maestro Ortega y Gasset. Ortega entiende la vida humana como realidad radical rechazando la
metodología deductiva e inductiva propias de la razón analítica que emplean un tipo de
razonamiento basado en definiciones y formalismos que tienen como consecuencia un saber
limitado.

Si la filosofía tiene como misión conocer la verdad o la realidad, hay que partir de una serie
de principios fundamentales pues “razonar es ir al principio de una cosa, adentrarse en su
intimidad”2. Para ello se hace precisa una “razón histórica” o “razón vital” que abarque una
realidad trascendente o como él la denomina “extrasubjetiva” para observar los cambios que van
teniendo lugar en la historia de la humanidad a nivel general y particular pues “tal tipo de razón
no considera sólo los hecho, sino también los procesos mediante los cuales los hechos se han
producido”3. Sin embargo, si se tienen en cuenta las teorías de Liebniz, definiciones como estas

1
Es Licenciada en Humanidades y DEA en Historia Antigua por la Universidad de A Coruña. Investigadora en la
Universidad de Santiago de Compostela a través del programa María Barbeito. Este trabajo ha sido realizado gracias
a las ayudas recibidas por la Xunta de Galicia y el INCITE.
2
Cfr. GÓMEZ BLESA, M., “Zambrano: más allá de la razón vital”, Revista de Occidente, n.276, (2004), p.79.
3
Cfr. TABERNERO DEL RÍO, S., Filosofía y educación en Ortega y Gasset, UPSA, Salamanca, 1992, p.243.
descansan en un proceso intuitivo donde los conceptos son incapaces de acceder a la esencia de
las cosas.

La visión inmediata de un hecho o un objeto se reduce a una mera evidencia, pero, ¿cuál es su
alcance? Ortega responde que si el conocimiento intuitivo debe “estar acompañado por un
sistema conceptual (…) la metáfora sólo constituye un paso previo a la elaboración de nuevos
conceptos capaces de apresar la vida”4. María Zambrano se distancia de Ortega a partir de este
punto. Comparte con su maestro que “el fondo último de lo real es irracional”5 y la idea de un
conocimiento intuitivo y la necesidad de un lenguaje metafórico pero divergen en la forma de
delimitar la realidad a través del ámbito conceptual. En palabras de la propia Zambrano: “la
metáfora es una forma de relación que va más allá (…) que la establecida por los conceptos y sus
respectivas relaciones”6. Para la prof. Roberta Johnson “los conceptos tienen una función
tranquilizadora ante las incertidumbres de la vida”7. El lenguaje y la vida, la poesía y la filosofía,
la ciencia y la fe son conceptos que no pueden permanecer aislados. Es por esto que Zambrano
establece las bases para un conocimiento sintético. Dicha síntesis “será la respuesta de Zambrano
a la crisis de la cultura moderna”8. Es en ese preciso momento cuando germina la razón poética
que según Moreno Sanz “es el círculo completo de esta cultura occidental en un constante
paralelismo entre etapas de la humanización, de la filosofía y del humanismo y de la relación
habida entre lo sagrado y lo divino”9. Este tipo de razón se nutre de la literatura como parte de su
proyecto de conocimiento integral en el que “la literatura y la filosofía coexisten en una relación
simbiótica y son inseparables en su pensamiento”10. Por una parte, se hace preciso reconocer la
imposibilidad del lenguaje humano para acceder a la verdad última, por eso Zambrano decide
traspasar la frontera entre aquello que es posbile comunicar a través de la palabra y lo indecible
partiendo de recursos como, el silencio, el mundo onírico o la fe para hallar el sentido de la vida,
envuelto en un ropaje místico.

4
Cfr. ORTEGA Y GASSET, J., Obras completas, v.VIII, Revista de Occidente, Madrid, 1947, p.292.
5
Cfr. GÓMEZ BLESA, M., “Zambrano: más allá de la razón vital”, p.84.
6
Cfr. ZAMBRANO, M., Notas de un método, Mondadori, Madrid, 1989, p.120.
7
Cfr. JOHNSON, R., “María Zambrano´s theory of literatura as knowledge and contingency”, Hispania, v.75, n.2,
(1996), p.215 (“Concepts serve a tranquilizing function in the lace of life´s inevitable uncertainties”)
8
Cfr. LARUBIA- PRADO, F., “Filosofía y poesía: María Zambrano y la retórica de la reconciliación, Hispanic
Review, v.65, n.2 (1997), p.200.
9
Cfr. MORENO SANZ, J., “Razón poética, razón cívica en la noche de la consumación de lo humano”, Revista de
Occidente, n.276, (2004), p.32.
10
Cfr. JOHNSON, R., “María Zambrano´s theory of literatura as knowledge and contingency”, p.216.
La causa del malestar en la cultura europea nace “del olvido de aspectos básicos de la vida
humana macerados en la tradición y que van a arrastrar en su caída la pérdida de la palabra por su
incapacidad de hacerse carne y alimento del alma”11.

El reduccionismo del hombre a “lo humano” hace compleja la religación al mito y a los
universales estéticos porque se busca la verdad “fuera de lo uno, frente al poeta que encuentra esa
verdad extática dentro de sí mismo, con lo que la continuidad con lo inmediato, que es lo que se
ofrece al ser humano, no se interrumpe en el caso del poeta”12. Lo poético es el fondo oscuro que
da lugar a lo divino en el que la verdad es vista como revelación. Un ejemplo claro puede
encontrarse “cuando el poeta le comunica su “hallazgo” a su público” al que comunica “una
`verdad´ simbólica que ha pasado de ser una experiencia subjetiva a ser verdad universal”13. Es
decir, hay una estrecha unión entre literatura y trascendencia. A través de la escritura se señala
“la herida entre la cultura y la naturaleza, para consagrar en la tierra el lugar común de lo
sagrado, el advenimiento de la extrañeza y el asombro, el acceso imposible al ser”14.

La narración, como heredera del mito, mantiene su unidad con lo sagrado que se encontraba
depositado en las grandes religiones. Zambrano propone recuperar la tradición no a través de la
historia (razón vital) o del logos (positivismo cartesiano) sino con la ayuda de un saber
experiencial difícilmente delimitable por los supuestos racionalistas. Ese sentimiento primigenio
proviene de la percepción acerca de las cosas (intuición y sensación) que desembocará en el
nacimiento de los dioses a los que se dotará de figura y nombre.15

La aparición de la conciencia y el encuentro con lo divino se logra a través de este hecho


revolucionario, irreductible a cualquier tipo de razonamiento al ser una realidad inabarcable. Sólo
el arte podría actuar como realidad mediadora. La razón poética pretende, de ese modo, aunar dos
fenómenos: la revelación de lo originario y la creación poética donde “la belleza tiene que ver

11
Cfr. MAILLARD GARCÍA, M.L., “La literatura y el vivir literario en María Zambrano”, El Basilisco, n.21,
(1996), p.79.
12
Cfr. LARUBIA-PRADO, F., “Filosofía de la poesía: María Zambrano y la retórica de la reconciliación”, p.206.
13
Cfr. LARUBIA-PRADO, F.,“Filosofía de la poesía: María Zambrano y la retórica de la reconciliación”, p.210.
14
Cfr. HERRERA GUIDO, R., “Poética de la cultura”, Ponencia presentada en el Congreso Internacional de la
Filosofía de la Cultura y Filosofía Intercultural, UMSNH, Morelia, Michigan, 27-31 agosto 2002, p.3 del original.
15
CLAVO SEBASTIÁN, M. J., “El tema del hombre en María Zambrano”, CIF, v.18, fasc. 1 y 2, (1992), p.132.
con la fidelidad a lo originario”16, porque todo arte es lenguaje, palabra poética. A través de la
misma se detiene el tiempo, la raíz del misterio de la trascendencia.

1.1 El método de la razón poética y la metáfora como medio esencial de intelección

Tal y como se apuntaba en el apartado anterior, lo que propone Zambrano es “una reforma del
entendimiento”17, palabras que recoge Chantal Maillard del libro Senderos de María Zambrano,
en el cual se fundamenta la idea de un “relativismo positivo” en el que se potenciaría la necesidad
que el ser humano tiene de avanzar, como ser dinámico que es. Para tal fin, precisa de una “razón
vital” con una brizna de “razón poética” o lo que es lo mismo, el empleo de la metáfora como
vehículo del entendimiento humano capaz de otorgar al mismo un papel relevante como especie
en constante autorrealización cuya trayectoria puede modificarse para lograr su trascendencia y
rehacerse, como diría Ricoeur.18 En eso consiste la razón creadora, en una apertura no para el
juicio sino para la visión.19

Desde el punto de vista metodológico, no se puede hablar de una “razón objetiva” ni de una
filosofía con un espíritu “científico” en sentido estricto. Se trata de optar por un tipo de
comprensión (verstehen) unitaria y sintética de lo real que busca una explicación (erklären) pues
dicha explicación vendrá dada mediante la analogía.

Es “el factor poético el que procura la apertura; el factor racional permite la expresión
retrospectiva, prospectiva y, sobre todo, presencial de los aspectos siempre huidizos de la
realidad”20. Mas es la razón analística la que deduce que ni las proposiciones ni los hechos
relacionados con el ámbito subjetivo pueden proporcionar universales válidos, pues no son
sistematizables ni siguen un modelo lógico. El camino del “vivir literario” desligado de la
realidad o del propio objeto los reduce a “hechos psíquicos o de conciencia producto del
instinto”21.

16
Cfr. MICHERON, C., “Introducción al pensamiento estético de María Zambrano”, Logos, n.36, (2003), p.217.
17
Cfr. MAILLARD, CH., La creación por la metáfora. Introducción a la razón poética, Anthropos, Barcelona,
1992, p.155.
18
RICOEUR, P., La metáfora viva, Europa, Madrid, 1980, p.319.
19
Cfr. MAILLARD, CH., La creación por la metáfora, p.167.
20
Cfr. MAILLARD, CH., La creación por la metáfora, p.171.
21
Cfr. MAILLARD, M. L., “La literatura y el vivir literario”, p.81 y ss.
La filosofía para Zambrano es un saber acerca del alma, lejos de la ingenua dicotomía razón/
pasiones”22. La metáfora es el lenguaje del alma, aunque el primer uso que tuvo por parte de la
ciencia fue el de “colmar un vacío lexical” para terminar siendo una herramienta imprescindible
para denominar aquellas realidades indescriptibles o difíciles de delimitar por se metafísicas23.

El ser no es algo cerrado ya que “la conciencia, actuando ante la realidad es, ante todo, mente,
es decir: voluntad y libertad que son las condiciones de su acción”24. En este sentido, la escritura
ejerce una función mediadora que abre la posibilidad de una experiencia de lo sagrado a través
de tres vías: la intuición poética, el sueño (como resistencia al tiempo) y la construcción/
destrucción de lo divino”25

1.2 El sentido teologal de la razón poética

El poeta se salva por la palabra, gracias a ella alcanza también la unidad, una unidad
realizada y encarnada, lograda sin ejercer violencia alguna sobre las apariencias. Pero esta
unidad, esta verdad alcanzada sin renuncia ni ascetismo por la poesía, es diferente de la unidad
que logra el pensamiento. Las verdades últimas, dice Zambrano, son quizás, más que halladas,
resultado de una donación, lo que los griegos llamaron primero carites y luego, con el
cristianismo se llamó gracia.

Por otra parte, la unidad lograda por el poeta no es, como la del pensador, absoluta, sin
mezcla alguna de multiplicidad, sino una frágil unidad, que más que significar la fusión de todas
las cosas, implica la adición de todas ellas, que no pierden su particularidad al sumarse al todo:
“De ahí ese temblor que queda tras de todo buen poema y esa perspectiva ilimitada, estela que
deja toda poesía tras de sí y que nos lleva tras ella; ese espacio abierto que rodea toda poesía”.26

Mientras que la unidad, a la que aspira el filósofo, es la de la verdad excluyente de todo error
y engaño, de toda apariencia, la unidad que nos ofrece la poesía es más humilde, no excluye

22
Cfr. ZAVATTA, B., “La razón metafórica de María Zambrano”, Revista electrónica de estudios filológicos, n.6,
(2003), p.1 del original
23
ZAVATTA, B., “La razón metafórica de María Zambrano”, p.3 del original.
24
Cfr. MOREY, M., “Sobre María Zambrano: un pensamiento de la duermevela”, Revista de Occidente, n.213,
(1999), p.82.
25
Cfr. BRAVO, V., “Del padecer y de la trascendencia. La filosofía poética de María Zambrano”, Revista de
estudios literarios, n.10, (1998), p.4 del original.
26
Cfr. ZAMBRANO, M., Filosofía y Poesía. Ediciones de a Universidad de Alcalá de Henares/ Fondo de Cultura
Económica. Madrid, 1993, p. 22.
nada, abarca lo que es y lo que no es en “admirable justicia caritativa, pues todo tiene derecho a
ser hasta lo que no ha podido ser jamás. El poeta saca de la humillación del no ser a lo que en él
gime, saca de la nada a la nada misma y le da nombre y rostro”.27 Tratar con la realidad
poéticamente, piensa Zambrano, es hacerlo en forma de delirio, y “en el principio era el
delirio”28, y esto quiere decir, explica, que el hombre se sentía mirado sin ver. La realidad se
presenta completamente oculta en sí misma, y el hombre que tiene la capacidad de mirar a su
alrededor aunque no a sí mismo-, supone que, como él, aquello que le rodea también sabe mirar,
y le mira a él. La realidad está entonces “llena de dioses”, es sagrada, y puede poseerle. Detrás de
lo nouminoso hay algo o alguien que puede poseerle. El temor y la esperanza son los dos estados
propios del delirio, consecuencia de la persecución y de la gracia de ese “algo” o “alguien” que
mira sin ser visto.

Los dioses míticos se presentan como respuesta inicial; la aparición de estos dioses es una
primera configuración ordenada de la realidad. Nombrar a los dioses significa salir del estado
trágico donde estaba sumido el indigente porque al nombrarles se les puede invocar, ganar su
gracia y apaciguar el miedo.

Los dioses, pues, son revelados por la poesía, pero la poesía es insuficiente y llega un
momento en que la multiplicidad de los dioses despierta en los griegos el anhelo de unidad. El
“ser” como identidad aparecía en Grecia como la primera pregunta que, no siendo aún del todo
filosofía, arrancaba al hombre de su estado inicial porque señalaba la aparición de la conciencia.
La primera pregunta es la pregunta ontológica: ¿qué son las cosas? Nacida, según Ortega 29, del
vacío de ser de los dioses griegos, esta pregunta daría nacimiento a la filosofía como saber
trágico. Toda pregunta esencial es, para Zambrano, un acto trágico porque proviene siempre de
un estado de indigencia. Se pregunta porque no se sabe, porque algo se ignora, porque algo falta;
la ignorancia es la falta de algo: de conocimiento o de ser. Estas actitudes trágicas se repiten
cíclicamente, porque también es cíclica la destrucción de los universos míticos. Los dioses
aparecen por una acción “sagrada”, pero también hay un proceso sagrado de destrucción de lo
divino. La muerte de los dioses restaura el universo sagrado del principio, y también el miedo.
Cada vez que un dios muere sucede, para el hombre, un momento de trágico vacío.

27
Cfr. ZAMBRANO, M., Filosofía y Poesía, p. 18.
28
Cfr. ZAMBRANO, M., El hombre y lo divino, Fondo de Cultura Económica, México, 1973, p. 31.
29
Cfr. ZAMBRANO, M., El hombre y lo divino, p.60.
Durante el tiempo que media entre el advenimiento de los primeros dioses y el asentamiento
del dios cristiano, había sucedido, al par que una interiorización de lo divino, el descubrimiento
de la individualidad. El nacimiento de la filosofía había dado lugar al descubrimiento de la
conciencia, y con ella, a la soledad del individuo. Lo divino había tomado el aspecto de una
extrapolación de los principios racionales. Por ello, el dios al que mató Nietzsche era el dios de
la filosofía, aquel creado por la razón. Nietzsche decidió, según Zambrano, volver al origen,
adentrarse en la naturaleza humana en busca de las condiciones de lo divino. Como resultado,
Nietzsche destruyó los límites que el hombre había establecido para el hombre; recuperó todas
sus dimensiones, y por supuesto "los ínferos", los infiernos del alma: sus pasiones. Y en los
infiernos: la oscuridad, la nada, lo opuesto al ser y la angustia. La nada ascendió entonces desde
los infiernos del cuerpo y penetró por vez primera en la conciencia ocupando allí los lugares del
ser.

Por otra parte, se hace obligado hacer una breve mención a la metáfora corazón. Podría
realizarse desde muchos puntos de vista (literario, filosófico, histórico,...) pero creo que para
Zambrano, el corazón es entendido como interioridad, haciendo referencia al fondo mismo del
ser, al centro, al origen, que es al tiempo algo dinámico. Se convierte así en centro de referencia
de la persona entera. Este núcleo dinámico está sustentado por el amor, un amor que tiende a
difundirse.

Como unidad y como centro más íntimo de la persona, K. Rahner afirma que el corazón es el
“centro o intimidad original, fundamental y unificadora de su realidad, una (intimidad que es tan
corpóreo-espiritual como la totalidad del hombre” 30.

30
RAHNER, K., Escritos de teología, v. III, Vida espiritual-sacramentos, Madrid, 1961, p. 358.

También podría gustarte