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Estos textos son como un oráculo que nos habla de nuestro propio
futuro mutilado. Vienen a recordarnos que lo que estamos viviendo
no es un proceso natural, sino una fase más en una guerra que no
ha cesado: la misma guerra que llevó al cierre de los bosques comu-
nales, al encierro y el exterminio de todos los cuerpos cuyos modos
de conocimiento o afección desafiaban el orden disciplinario, a la
destrucción de los saberes populares en beneficio de la capitalización
científica, a la caza de brujas, a la captura de cuerpos humanos para
ser convertidos en máquinas vivas de la plantación colonial; la mis-
ma guerra en la que lucharon los revolucionarios de Haití, las ciuda-
danas de Francia, los proletarios de la Comuna, aquella guerra que
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hizo que surgiera la playa bajo los adoquines de las calles de París
en el 68, la guerra de los seropositivos, las trabajadoras sexuales y los
trans a finales del siglo XX, la guerra del exilio y de la migración…
Suely Rolnik ha reunido aquí tres textos elaborados durante los últi-
mos años que podrían funcionar como una guía de resistencia mi-
cropolítica en tiempos de contrarrevolución. He tenido la suerte de
escuchar y leer muchas versiones de estos textos, como quien asiste
a la germinación de un ser vivo. El pensamiento de Suely, como su
propia práctica analítica, tienen la cualidad de estar siempre en mo-
vimiento. Lo que los lectores tienen ahora entre manos es una ins-
tantánea de la tarea crítica de Suely tomada en un momento preciso.
Se trata de un trabajo abierto, de un archivo en beta, en constante
modificación. El libro, extremadamente rico y cuya lectura dará lugar
a múltiples intervenciones críticas y clínicas, podría leerse como un
diagnóstico micropolítico de la actual mutación neoconservadora y
nacionalista del régimen financiero neoliberal, o como una hipóte-
sis a cerca de la derrota de la izquierda, no solo en el contexto de
América Latina, sino también global. Pero este réquiem por una iz-
quierda macropolítica se acompaña en Suely del dibujo de una nueva
izquierda radical: Esferas de la insurrección es una cartografía de las
prácticas micropolíticas de desestabilización de las formas dominan-
tes de subjetivación, un diagrama de la izquierda que viene.
El análisis de la condición neoliberal que Suely Rolnik lleva
a cabo en dos de los tres textos que reúne esta antología aparece
como el complemento micropolítico necesario de los análisis ma-
cropolíticos que han venido haciendo desde distintas perspectivas
Giorgio Agamben, Naomi Klein, Antonio Negri, Michel Feher o
Franco Bifo Berardi. Partiendo del análisis del “golpe neolioberal”
en Brasil, Rolnik presta atención a la aparición de una nueva e in-
sospechada alianza entre el neoliberalismo financiero y las fuerzas
reactivas conservadoras. Mientras durante los años 80 se pensaba
que la extensión del neoliberalismo traería la globalización de la
democracia, la disolución de los estados nación y la generalización
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del multiculturalismo como modelo de integración social, la actual
deriva del neoliberalismo que Rolnik analiza deja entrever un ho-
rizonte mucho más histriónico. La inesperada alianza de las fuer-
zas neoliberales y conservadoras depende de que ambas comparten
una misma moral y un mismo modelo de identificación subjetiva:
el inconsciente colonial-capitalístico. De ahí que el objetivo de la
nueva “caza de brujas neoliberal” sean los colectivos feministas,
homosexuales, transexuales, indígenas o negros que encarnan en
el imaginario conservador la posibilidad de una auténtica transfor-
mación micropolítica. Se dibuja aquí el paisaje de lo que Guattari
y Deleuze habían conjeturado como una terrible e insólita encar-
nación del “fascismo democrático”. Esta es la condición en la que
nos encontramos y en la que tenemos que imaginar colectivamente
nuevas formas de resistir.
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(Deleuze y Guattari)”, el esquizoanálisis se propone como una suerte
de revolución molecular lentísima, casi imperceptible que, sin em-
bargo, modifica radicalmente la existencia de todo lo percibido.
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elaborado en los años inmediatamente posteriores a la Segunda
Guerra Mundial, al contexto del despliegue del neoliberalismo, pero
también de las políticas de descolonización a finales del siglo XX y
principios del siglo XXI en Sudamérica. Exiliada política y lingüísti-
ca en Francia durante una década, su práctica de resistencia toma la
forma de un retorno postraumático a Brasil. Volver a Brasil, como
ya lo había hecho en el viaje iniciático con Guattari,1 implica sacar la
práctica esquizoanalítica del contexto institucional y clínico del viejo
continente colonial europeo para arrojarla al magma de la vida en su
proceso de recolonización y descolonización en Sudamérica. Rolnik
desterritorializa la propia práctica esquizoanalítica llevándola en dos
direcciones aparentemente contradictorias pero en realidad subte-
rráneamente conectadas.
Por una parte, el retorno de Suely a Brasil permite conectar el
discurso psicoanalítico con los lenguajes y las prácticas contemporá-
neas de la descolonización. La psicología, afirma Rolnik, pertenece
al dispositivo colonial-capitalístico: nació históricamente como una
narrativa y una técnica que legitimaba y naturalizaba los modos do-
minantes de subjetivación. La psicología del yo es nada más y nada
menos que la ciencia del inconsciente colonial-capitalístico, y sus
prácticas, aparentemente terapéuticas no son sino sofisticados dispo-
sitivos micropolíticos reactivos. Desde Brasil, resulta evidente que es
la propia tradición psicológica, surgida en el centro de los imperios
coloniales y patriarcales europeos, la que, estando atravesada desde
sus orígenes por estructuras de opresión colonial y sexual, necesita
de un doble proceso de descolonización y de despatriarcalización.
Para Rolnik, esta dimensión normativa de la psicología afecta inclu-
so al propio psicoanálisis que, a pesar de haber surgido como una
contraciencia que, a diferencia de la psicología, reconecta la subjeti-
vidad con los efectos de las fuerzas del mundo en el cuerpo y la lleva
a la reapropiación del lenguaje desde esos afectos, opera, con raras
y bellas excepciones, como una práctica micropolítica reactiva. Una
1. Ver el libro Micropolítica. Cartografías del deseo, de Suely Rolnik y Félix Guattari
(Buenos Aires, Tinta Limón, 2006).
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práctica que, como nos muestran Deleuze y Guattari, contribuye a
expropiar la productividad del inconsciente para someterlo al teatro
de los fantasmas edípicos. Por eso para Rolnik, descolonizar el psi-
coanálisis pasa por activar la fuerza micropolítica que lo habitaba en
su fundación, movilizar su potencia clandestina.
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nos entender la naturaleza micropolítica del malestar que nos habi-
ta: ayudarnos a entrar en el malestar y permanecer allí juntos, para
poder imaginar estrategias colectivas de fuga y de transfiguración.
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dio en los años 60 a aquellos ámbitos que por considerarse relativos a
la “vida privada” habían quedado excluidos de la acción reflexiva y mi-
litante en las políticas de izquierda tradicional: la sexualidad, la familia,
los afectos, el cuidado, el cuerpo, lo íntimo. Todo eso a lo que después
Foucault intentará apuntar con los términos “microfísica del poder”
y, más tarde, “biopoder.” En ese sentido, la noción de micropolítica
representa una crítica del modo en el que la izquierda tradicional (poco
importa que sea en sus versiones marxista, leninista, troskista o socia-
lista) consideraba la modificación de las políticas de producción como
el momento prioritario de la transformación social, dejando las políti-
cas de reproducción de la vida en un segundo plano. De ahí la fractura
entre los movimientos feministas, homosexuales, anticoloniales y la
izquierda tradicional. Para la izquierda, las cuestiones feministas, la
homosexualidad, la transexualidad, el uso de drogas, pero también las
relaciones de poder racializadas o los conflictos por la soberanía indíge-
na son cuestiones secundarias con respecto a la verdadera, honorable y
viril lucha de clases. Suely Rolnik invierte esta relación y afirma que no
hay posibilidad de una transformación de las estructuras de gobierno
sin la modificación de los dispositivos micropolíticos de producción de
subjetividad. Su obra radicaliza aún más la noción de micropolítica so-
metiéndola primero a un hundimiento epistémico que surge de poner
estos ámbitos en contacto con las fuerzas del inconsciente. De ahí que
familia, sexualidad y cuerpo no sean simplemente instituciones o rea-
lidades anatómicas, sino auténticos entramados libidinales hechos de
afectos y perceptos que escapan al ámbito de la conciencia individual.
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en otros textos, siguiendo a Spinoza, “potentia gaudendi”. Mientras
la izquierda ha prestado atención a los procesos de expropiación de
la fuerza de trabajo y de acumulación de capital, sigue ignorando los
procesos de captura de la “potentia gaudendi.” Sin embargo, el capi-
talismo mundial integrado, habiendo ya devastado casi por completo
las fuerzas materiales del planeta, se dirige ahora a la expropiación
total de nuestras fuerzas inconscientes. Es por ello que los procesos
históricos de emancipación de la izquierda solo pueden sobrevivir
ahora si, además y junto con su lucha macropolítica, aceptan el reto
del trabajo micropolítico.
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pensamiento, la risa contagiosa, la falta de vergüenza y de miedo le
permite entrar en las capas más oscuras del fascismo contemporá-
neo, guiarnos en los lugares que más nos aterran, y sacar de allí algo
con lo que construir un horizonte de vida colectiva. Suely Rolnik es
una spinozista selvática, una freudiana transfeminista, una arqueólo-
ga del imaginario, una indigenista queer que busca en el futuro (y no
en el pasado) el origen de nuestra historia, una artista cuya materia
es la pulsión. Una cultivadora de gusanos de seda de la izquierda
bajo la piel. No se puede pedir más de una escritora: devenir-gusano,
cartografiar el fango con la misma precisión con la que otro cartogra-
fiaría una mina de oro. Por ello, lector, entra con este gusano en el
magma de la bestia y busca los gérmenes de vida que, aunque des-
conoces, te rodean, y que, con una torsión de la mirada, podrían ser
tuyos –podrían ser tu propia vida–.
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