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Emanuel,

Como acordamos, aquí te dejo una suerte de punteo general sobre temas
que considero principales, para afrontar en el contexto actual, de manera
rápida y práctica las actividades que restan.
El resumen lo realicé en base al libro “Metodología de la Investigación
Social” de Roberto Pérez Lalanne. Roberto era amigo mío y fue mi titular
de cátedra en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, lugar donde
actualmente, también trabajo.
Recordemos que aquí te voy a presentar definiciones y pasajes que puede
que no aparezcan en el mismo orden que venimos trabajando (y ahora
continuarán con la prof. Rocío) pero considero que se ajusta
perfectamente a los objetivos que tenemos planteados en Undav.
Le dejo una copia de este documento a Rocío, para que lo revise y te
brinde sus consideraciones sobre el alcance y pertinencia de los mismos,
en función del trabajo que realizarán en esa Comisión.
Saludos y espero que el material sea de utilidad.
Walter

1
1. Diseño, proyecto y proceso de investigación

En el análisis de las prácticas investigativas se suele diferenciar –aunque no


siempre con demasiada precisión--, entre lo que es el diseño, el proyecto y el proceso de
investigación. Esta distinción –que, tal vez pueda parecer una cuestión formal o trivial
(Samaja, 1993)--, en realidad no lo es. Básicamente por dos motivos:
a) Porque tienen lógicas y racionalidades diferentes.
b) Porque permite concebir la investigación desde una visión integral no mutilada
de la misma.
Como bien señala Samaja en el texto citado hay una pregunta que usualmente se
formula y que resulta pertinente al respecto: ¿Cuándo comienza la investigación? ¿Con
el proyecto? ¿Con el diseño? ¿Con el proceso? Y se podría agregar otra
complementaria y tal vez más importante: ¿Cuándo termina? Y otra, quizás más
significativa: ¿Existe un comienzo y un fin? Personalmente creo que no comienza ni
termina con ninguno de los tres componentes.
Con distintas palabras –y algunas diferencias--, todos los autores coinciden en
subrayar la importancia del diseño. Alvira Martín lo define como “... el plan global de
investigación que integra de un modo coherente y adecuadamente correcto técnicas de
recogida de datos a utilizar, análisis previstos y objetivos” (1993:85). Sierra Bravo
señala que “... hace a la esencia de la investigación social, la prueba y la aplicación del
método científico y, por otra parte, a la esencia del trabajo científico, la validez...”
(1976:203). Samaja dice que es “... la categoría metodológica más significativa, porque
contiene los resultados de la selección de los objetos de estudio, de atributos relevantes
y de los procedimientos que se aplicarán de manera congruente con la naturaleza de los
objetivos” (1993:203). En síntesis, una vez formulado el problema de investigación (en

2
términos de objetivos, hipótesis, variables, etc.) el investigador necesita elaborar una
estrategia de investigación que le garantice solucionarlo con éxito. Habría que agregar
que a veces la formulación del problema requiere a su vez de su propio diseño tal como
sucede con algunos estudios exploratorios que reciben también el nombre de
formulativos. Con otras palabras, diseñar una investigación implica un trabajo de
reflexión previo a su realización. Supone planificar su implementación; reflexionar
sobre los alcances de la misma, sobre cada uno de los pasos a seguir y sobre cada una de
las decisiones a tomar. Significa adelantarnos mentalmente e imaginarnos las diferentes
secuencias. Pardinas (1972) señala que el diseño es la comprobación de un modelo.
Distingue entre el diseño de la prueba de hipótesis (definición del universo de estudio,
de las unidades de análisis y de información, elección de las técnicas de muestreo y de
recolección de datos, etc.) y el diseño general de la investigación. A este último a su
vez, lo descompone en un conjunto de diseños específicos: el modelo teórico (desarrollo
conceptual de cada uno de los pasos de la investigación incluyendo el marco teórico de
referencia), el modelo gráfico (elaboración de un esquema de procedimientos,
flujograma, cronograma, etc.), el modelo simbólico (elección de los soportes
informáticos), el modelo estadístico matemático (elección de la muestra, margen de
error y tamaño muestral, coeficientes estadísticos, plan de cuadros y gráficos, etc.) y el
modelo económico-administrativo (elaboración del presupuesto y conformación del
equipo de investigación).
Los diferentes criterios mencionados cuando se analizaron los tipos de
investigación no sólo son útiles a los efectos clasificatorios y pedagógicos sino también
cuando se trata de evaluar si existe correspondencia entre la “autodefinición” de la
investigación y su diseño, concordancia que no siempre ocurre en el campo científico
especialmente en el de las ciencias sociales.
Precisamente, el diseño es algo común a todos los estudios independientemente
de cuál sea su tipo dado que aun en aquellos casos caracterizados como exploratorios y
cualitativos también requieren de algún tipo de planificación por más flexible que ésta
sea. Pero el hecho de que se trate de “algo en común” no debe prestarse a confundir
diseño con investigación ni tampoco a tratar ambos conceptos como “cosas” totalmente
diferentes. Sin embargo, existe una doble tendencia: por un lado, a considerarlos como
sinónimos o lo que es igual, a definir la investigación en función de su diseño o más
aun, a subordinarla como si la misma se realizara en beneficio o por el diseño en sí
mismo o por el simple placer de implementar lo diseñado o de llegar a la meta
independientemente de cuál sea su costo o sus consecuencias. De hecho, el diseño debe
ajustarse a los objetivos pero teniendo en claro que no son objetivos propios sino que
son objetivos de la investigación y que al igual que ella, debe contemplar otros
elementos y factores que muchas veces ni siquiera están presentes o explicitados en
aquéllos pero que forman parte del problema y por lo tanto deben ser contemplados por
el investigador. Por otro lado, la otra tendencia es a separar el diseño del resto del
proceso de investigación. Como si fuera una etapa previa –e incluso realizada por
personas diferentes--, que culminaría con la planificación a priori de la investigación.
Ambas inclinaciones muchas veces obedecen --como luego se verá--, a que se confunde
o prioriza el interés analítico por sobre la concepción de la investigación en forma
global.
A los efectos de ilustrar como se concretan y hasta coinciden en la práctica
ambas tendencias, recurriré a una analogía que con frecuencia se traza entre el diseño de
una investigación y el diseño de una construcción (por ejemplo de una vivienda). En
este caso, el plano de la obra elaborado por el arquitecto equivaldría al diseño elaborado
por el investigador, mientras que lo mismo ocurriría entre la construcción de la vivienda
y la realización de la investigación. Algunos arquitectos suelen desentenderse de la
obra una vez que la han diseñado aunque por lo general, acompañan, supervisan,
dirigen, etc. la obra en su totalidad; lo mismo ocurre con el diseñador de una
investigación --aunque también, no en todos los casos--. Sin embargo, son más
frecuentes de los que se cree, los estudios (cuantitativos, en su mayoría) que se
planifican desde un escritorio al mejor estilo del burócrata. Esta actitud, en ambos
casos, le estaría otorgando al diseño un valor intrínseco, que por cierto tiene pero que es
un valor parcial, relativo y más bien potencial, dado que son ínfimos los casos en que
una investigación pueda ser diseñada totalmente antes de su realización. 9 Pero esto no
es todo ni lo más grave. Particularmente, me ha tocado participar en la evaluación de un
programa (subvencionado e implementado por el estado nacional, a través de uno de
sus ministerios) de construcción de viviendas comunitarias para poblaciones aborígenes
con el propósito de “preservar” dichas culturas ancestrales. Las viviendas habían sido
diseñadas por arquitectos desde Buenos Aires, con criterios y estilos urbanísticos
propios de esta ciudad, que --aun a riesgo de ser injusto--, poco se preocuparon por sus
futuros moradores como así también poco se interesaron en supervisar la obra y sus
“alrededores” dado que para su aprobación final y envío correspondiente de los fondos,
se evaluaba el “producto” en función de los planos originales. Así fue como se
construyeron las viviendas, siguiendo al pié de la letra su diseño arquitectónico.
No es necesario tener mucha imaginación para saber qué fue lo que pasó. Entre
otras cosas, la comunidad había construido baños externos (afuera de las viviendas) en
lugar de utilizar los construidos (internos) porque según sus pautas culturales ese tipo de
necesidades debían realizarse afuera y no dentro de la casa. Lo cual tiene su lógica,
pero aunque no la tuviera, si se trata de preservar la cultura aborigen hay que empezar
por no cambiarle sus estilos de vida. Tal vez, el ejemplo pueda parecer algo grotesco o
ficticio; sin embargo, la realidad suele superar a la ficción (y no tan solo a la
imaginación).
Ahora bien, qué es lo que se pretende demostrar con el ejemplo? Lo apuntado
más arriba: que el diseño no es equivalente a la investigación sino que es un ingrediente
más, tal vez uno de los más importante o como señala Samaja el “alma mater” pero
sólo es una parte; con otras palabras, que el diseño --por más adecuado que sea--, no
garantiza el éxito de la investigación o la resolución del problema, que en tal caso, es
una condición necesaria pero no suficiente; que el diseño no es sólo un paso previo y
acabado sino que acompaña, se ajusta durante y termina con la propia investigación.
En cambio no despierta la misma unanimidad el concepto de proyecto de
investigación. Alvira Martín (1993) lo equipara al diseño. Para Sierra Bravo el proyecto
contiene al diseño y “... consiste en la especificación organizativa, temporal y
económica de los distintos elementos, pasos y operaciones del proceso de investigación
respecto a un caso concreto de investigación” (1991:124). Mientras que para Samaja
(cuya posición --en este punto--, comparto) “... abarca otra porción y otro plano del
proceso de investigación, ya que se refiere a aquel conjunto de componentes que
producen y regulan la información más adecuada para llevar a cabo una dirección y
control eficaz del desarrollo del proceso (...) casi invariablemente se trata de una
información escrita y presentada de acuerdo a un cierto formato establecido por un
sujeto supervisor (o sistema regulador administrativo)” (1993:205).

9
Quiero aclarar que tanto para el caso del arquitecto como del investigador me estoy refiriendo
especialmente a aquellas investigaciones (o construcciones) que efectivamente se realizan. Cuando esto
no ocurre, los diseños igualmente tienen su valor pero como se señaló se trata de un valor parcial y
relativo, como ocurre cuando se juzga cualquier promesa o acto en potencia. Con otras palabras, una cosa
es el plano de la obra y otra cosa es la obra terminada, sobre la que recaerá el veredicto final.
Como se puede observar, tanto el proyecto como el diseño responden a lógicas o
racionalidades diferentes. La lógica del proyecto obedece más a lo formal y burocrático,
posibilitando la evaluación y control de gestión, contemplando aspectos del diseño y del
proceso de investigación (en un sentido restringido), “balanceando” objetivos y
recursos, pero además contemplando a quien va dirigido (entre ellos, los eventuales
evaluadores), a sus posibles beneficiarios (y también “perjudicados”), las consecuencias
manifiestas (entre ellas las llamadas trasferencias al medio socio productivo) y las
latentes (o muchas veces no explicitadas) que el investigador ni los evaluadores pueden
ignorar y que remiten a los compromisos éticos involucrados. Mientras que la lógica
del diseño en principio es más “reducida” y obedece especialmente a lo técnico-
metodológico-operativo (a las que se volverán para su tratamiento más adelante, rige la
relación entre el cuerpo de conocimientos existentes (marco teórico), los procedimientos
y herramientas, contemplando los diferentes criterios de demarcación, de control y de
validez científica, tal como enseguida se analizará.
Ahora bien, si el diseño implica la organización de la investigación y el proyecto
la comunicación –generalmente, por escrito--, de lo que se piensa hacer conforme a
ciertos protocolos que necesariamente habrá que completar, constituyendo un
dispositivo burocrático imprescindible, en especial, cuando la investigación requiere de
la evaluación de una instancia superior para su aprobación y/o financiación, el proceso
de investigación nos remite a la ejecución, implementación de lo diseñado y
comunicado. Precisamente, la investigación concebida como proceso será objeto de
tratamiento en los capítulos siguientes.

3.1. Esquema sobre las decisiones involucradas en el diseño

Se ha dicho que todo diseño implica un conjunto de decisiones sobre las que el
investigador deberá reflexionar. A continuación se presenta un esquema sintético sobre
las mismas y que serán desarrolladas en los capítulos siguientes:
3.2. Principios y criterios operativos generales del diseño

Una de las claves de todo investigador que se precie como tal es el manejo y
conocimiento de la lógica del diseño, tanto para realizar sus propias investigaciones
como para evaluar las implementadas por otros. Esto último, resulta particularmente
importante para muchos profesionales (de cualquier índole) y personal directivo que en
el ejercicio de sus funciones están en contacto con investigaciones.
El dominio de la técnica del “diseño” contempla algunos principios (Sierra
Bravo, 1991):
a) Un conocimiento adecuado de la lógica del proceso de investigación, sus
metodologías y técnicas y de los factores que puedan afectar su validez.
b) Realismo para la adaptación, de modo creativo y original, a las cambiantes
circunstancias de cada investigación.
c) Imaginación para intuir todos los factores que pueden afectar la validez y para
encontrar soluciones eficaces a los mismos.
d) Flexibilidad o capacidad de adaptación del diseño inicial a las nuevas exigencias
que el desarrollo de la investigación ponga de manifiesto.
Como bien señala Sierra Bravo, el fin último de todo diseño es lograr la máxima
validez posible, es decir, la correspondencia más ajustada de los resultados del estudio
con la realidad. Kerlinger (1975) sostiene que hay que disponer la investigación de
modo que resulte maximizada la variación o efecto en la variable dependiente producido
por las variables independientes estudiadas, a fin de que su influencia aparezca lo más
clara posible, controlando las variables extrañas no investigadas, minimizando la
influencia de los factores aleatorios y los errores de medida e incrementando todo lo
posible la seguridad y fiabilidad de las operaciones de la investigación.

CAPÍTULO 2: EL PROCESO DE INVESTIGACIÓN

1. Características de la investigación como proceso

En el capítulo anterior, se planteó la distinción entre diseño, proyecto y proceso


de investigación prestándose mayor atención a los primeros dispositivos. El presente
apartado estará dedicado al desarrollo de la investigación como proceso.
En términos generales y abrevando de diferentes autores,16 toda investigación
científica se concibe como un proceso deliberado, racional/reflexivo, sistemático,
metódico, controlado y crítico que persigue obtener nuevos conocimientos. Con otras
palabras, a través de este proceso se procura establecer cuáles son los elementos
presentes y la función que cumplen (causantes, determinantes, intervinientes,
contribuyentes, etc.) en una situación o problema dado, con el propósito de describir,
explicar y/o predecir el comportamiento de dicha situación o con la intención de
resolver dicho problema.
Ampliando lo anterior, se desarrollarán algunas de las características
mencionadas:17
 El hecho de que sea un proceso significa, en primer lugar, que una investigación
no es algo que pueda realizarse de un día para el otro. Precisamente, el tiempo es uno
de los factores a tener en cuenta para su diseño, que se plasmará en el cronograma de
tareas del proyecto y en su posterior realización. Además, toda investigación supone un
período de maduración y un avance progresivo. En segundo lugar y en correspondencia
con lo anterior, es que en tanto proceso, toda investigación implica una serie de fases,
pasos o etapas, que según sea su tipo, estarán más o menos formalizados y serán de
cumplimiento más o menos riguroso. En tercer lugar, el tiempo no deja de ser un
recurso como tantos otros que habrá que tener en cuenta en aquellos casos donde exista
la posibilidad de elegir el tema y/o problema sobre se piensa realizar el abordaje.
 Con respecto a la racionalidad/reflexividad, ésta se refiere a tres cuestiones
diferentes aunque relacionadas entre sí. Por un lado, alude a los aspectos lógico-
racionales que deben estar presentes en toda investigación; por el otro, al papel que le
cabe al investigador, al rol activo que en tanto sujeto cognoscente debe desempeñar.
Pensemos por ejemplo, en Bachelard (1945) para quien el hecho científico se conquista,
se construye y se comprueba. O en Bourdieu (1975) quien basándose en aquél también
se refiere a la ruptura con “la ilusión del saber inmediato”. O en Guber (1991), cuando
destaca la importancia de la reflexividad --y no sólo por parte del investigador sino
también por parte de los actores estudiados, y la que surge de la relación entre ambos--,
tanto en la construcción del objeto de estudio como en el trabajo de campo y creación de
los datos. O en la “doble hermeneútica” de Giddens (1987). Y en tercer lugar, al papel
que se le asigna a la razón científica, ya no tan sólo --como lo concibe el positivismo--,
adjudicándole un mero rol instrumental por el que se encargaría exclusivamente de los
medios necesarios para acceder a determinados fines/objetivos (cuya legitimidad y
racionalidad está fuera de toda discusión) convirtiendo la cuestión en algo meramente
técnico, sino también --y en especial--, como evaluadora de la racionalidad de los
propios fines, una razón crítica, objetiva (no neutral) y sustantiva que introduzca como
corresponde la problemática de los valores. Porque --como se verá más adelante--,
16
Ver bibliografía general.
17
La característica referida al método será tratada en el apartado correspondiente.
frente al objetivo de lograr un nuevo conocimiento necesariamente resulta pertinente la
pregunta del para qué de ese conocimiento. Y esto último, no significa promover --
como algunas veces se ha dicho y ciertos precursores soñaron 18--, el gobierno de los
científicos o el relativismo valorativo ni tampoco pecar de racionalista perdiendo de
vista la historia externa de la ciencia o lo que se denomina la razón histórica.
Como señala Miguel Beltrán19 la racionalidad de los fines no implica que la
ciencia social hubiera de suplantar la decisión política llegándose con ello a la engañosa
utopía del gobierno de los sabios. Por el contrario, de lo que se trata es del ejercicio
racional de la crítica de fines que no tiene por objeto absolutizar ninguno de ellos, sino
más bien corromper la fe en el pretendido carácter absoluto de alguno de esos fines.
Tampoco se trata de que a la ciencia social pueda darle igual un fin que otro: siempre la
justicia será mejor que la injusticia o la libertad mejor que la opresión, y la ciencia
social deberá señalar la injusticia implícita en posiciones que se pretendan justas, o los
recortes a la libertad que se presenten como conquistas de la libertad. No hay, pues,
vestigio alguno de relativismo axiológico en la negación del dogmatismo, sino sólo la
constatación de que el papel normativo de la ciencia social es más bien de crítica que de
propuesta, y que, en el caso de esta última, tratará de defender valores y no programas
políticos concretos.
Por otra parte, los objetivos de la investigación no son sólo fines científicos sino
también extracientíficos; no pertenecen en forma exclusiva a las comunidades
científicas sino a las distintas comunidades histórico-sociales de las cuales aquéllas
forman parte. De igual manera, las prácticas científicas integran las prácticas sociales
y por lo tanto se rigen --aunque con cierta autonomía, que tal vez sea mayor a la de otras
prácticas específicas--, por las relaciones de poder existentes en ellas. Con otras
palabras, los “fines valiosos” de la investigación científica son también --y por lo
general, primero--, “fines valiosos” para la comunidad en la cual los investigadores
están insertos, es decir, que hay un “a priori histórico” que incluye el imaginario social 20
y que brinda las condiciones de posibilidad o imposibilidad de conocimiento; pero
además, la racionalidad científica no es la única existente sino que está contenida,
controlada y subordinada a la racionalidad del poder que no siempre coincide con la
racionalidad del saber.
 Precisamente, el control es otro de los rasgos que caracteriza al proceso de
investigación y puede ser analizado desde diferentes perspectivas. Existen controles
metodológicos, epistemológicos, filosóficos, sociales, políticos-ideológicos,
económicos y éticos. Hay controles internos al proceso de investigación (especialmente
metodológicos) que apuntan a erradicar el mayor número de errores y sesgos posibles
sin que por ello se alcance la absoluta objetividad del conocimiento aunque se tienda a
ello (a la objetividad, no a la neutralidad). Hay controles internos a la comunidad
científica (especialmente epistemológicos, filosóficos, políticos-ideológicos,
económicos y sociológicos) que desarrollan sus propios miembros (que por sus intereses
específicos, por la posición que ocupan en el campo científico y por su pertenencia a

18
Ver Saint Simon (1964).
19
Beltrán, Miguel: Cinco vías de acceso a la realidad social, en García Ferrando, M. y otros (1990).
20
Para las nociones de “a priori histórico” y de “imaginario social” ver Díaz, E. (1998 y 2000,
respectivamente).
determinados paradigmas) se hallan en competencia/conflicto.21 También están los
controles externos que realizan los grupos de poder y de presión (especialmente
políticos-ideológicos y económicos) que no necesariamente (y por lo general, es así)
procuran una mayor objetividad. Finalmente, están los que ejerce la propia comunidad
en general (especialmente políticos-ideológicos, y sociales) a través de la opinión
pública y de los medios de comunicación. Y atravesando por todos los agentes
mencionados y/o involucrados, desde el comienzo hasta el final del proceso (antes,
durante y después) están los controles éticos-morales como ocurre en toda actividad
humana.
 Por último, y porque quizás sintetice e incluya todo lo anterior, habría que
destacar el aspecto crítico de toda investigación y por lo tanto, el perfil crítico que debe
poseer todo científico.22 Y esto por varios motivos que a continuación se explicitarán.
En primer lugar, la decisión de investigar una determinada situación o problema
supone una elección (orientada por valores) entre una gama de posibles problemas. En
segundo lugar, encierra un juicio de valor o, lo que es lo mismo, supone un no estar de
acuerdo ya sea con el conocimiento (o desconocimiento) que se tiene sobre el problema
o con las soluciones que se proponen o ya sea, con el estado en que se encuentra dicha
situación. Y ese desacuerdo se transforma –directa o indirectamente, voluntaria o
involuntariamente--, en una denuncia. Y si esto es así, entonces probablemente –por no
decir en todos los casos--, ocurrirá que esa denuncia se trasladará a quienes hasta ese
momento o bien, son los responsables de dicha situación o bien, se están beneficiando
con la misma. En cualquier caso, quienes se sientan involucrados percibirán esa
denuncia como un ataque a sus intereses y, en tal sentido, van a reaccionar y --entre
otras cosas--, es posible que califiquen a los investigadores --en el mejor y más amplio
sentido del término--, de “subversivos”. Y es correcto, porque investigar supone
subvertir cierto estado de cosas o status quo, independientemente de cuál sea el ámbito
o contexto. A nivel macrosocial --en especial, bajo gobiernos o regímenes autoritarios,
más allá de su signo ideológico--, en donde los argentinos tenemos sobrada experiencia.
Y no sólo en el campo de las ciencias sociales sino también en el de las formales; basta
recordar cómo –durante el último régimen militar--, se prohibieron elementos de las
matemáticas modernas por considerárselos subversivos. En el nivel microsocial –en
una empresa, escuela, oficina, familia, etc.--, cuando se estudia acerca de cómo cambiar
las relaciones existentes, y en el propio plano individual, como ocurre por ejemplo,
cuando el terapeuta subvierte el orden interno de su paciente.
Por último (aunque tal vez tendría que estar en primer lugar), la perspectiva
crítica de la investigación nos remite a la idea de que no se debiera investigar por el
mero hecho de hacerlo --más allá del válido placer que se sienta--, sino que por el
contrario, habría que actuar luego en consecuencia, haciendo uso de los hallazgos
obtenidos. Y no --en el peor de los casos--, archivándolos burocráticamente o no tan
sólo --y en el mejor de los casos--, dándolos a conocer. Dado que de poco sirve estudiar
el nivel de pobreza existente en el país (incluso por los propios organismos oficiales) si
luego no se actúa para erradicarla, o evaluar la calidad del aprendizaje en alumnos

21
Ver por ejemplo a Bourdieu, P. (2000).
22
El perfil crítico de toda investigación es independiente de lo crítico que a su vez resulta ser el método
científico.
primarios y secundarios para llegar a la conclusión de su estado deficitario y no hacer
nada para mejorarla. Hace rato que me está dando vueltas una de las tesis que allá a lo
lejos y --valga la redundancia--, hace tiempo elaborara Marx sobre Feuerbach. 23 Pero
insisto, esto no invalida o tiende a desconocer la validez e importancia que todo estudio
intrínsecamente tiene, por más que luego no se sirva de él. Por otra parte, aunque lo
anterior ocurriera, toda investigación --como se ha visto en el párrafo anterior--, también
por su propia naturaleza es crítica. Por eso es que muchas veces se la obstaculiza y en
otras tantas, hasta se convierte en una especie de boomerang que se vuelve en contra de
sus autores o patrocinadores.
No obstante lo anterior y parafraseando a Bourdieu de lo que se trata es que la
investigación --aunque resulte paradójico--, “...libere al hombre al liberarlo de la ilusión
de la libertad, o más exactamente, de la creencia mal ubicada en las libertades ilusorias.
La libertad no es algo dado, sino una conquista, y colectiva...”. 24 Con palabras más
profanas, lo que se pretende señalar es que la investigación no es o no debiera ser un
proceso aislado sino que, por el contrario, forma parte de un proceso mayor que se
podría denominar “Proceso de Resolución de Problemas”, aceptando como señala
Henri Poincaré que “...no hay problemas resueltos, hay problemas más o menos
resueltos...”.25 Como acota Schuster ninguna investigación comienza si no se detecta
alguna dificultad en una situación práctica o teórica. Es esta dificultad o problema,
quien guía la búsqueda de algún orden entre los hechos en términos del cual la
dificultad pueda solucionarse (Schuster, 1992:15) Por otra parte, uno de los indicadores
para evaluar el “progreso” de la Ciencia es la medida en que va resolviendo --aunque
sea parcialmente-- los problemas o si las teorías sucesivas resuelven más problemas que
sus predecesoras. Precisamente y como se verá, la faceta crítica también está presente
en la definición de lo que es un problema de investigación.

2. La investigación y los métodos

Toda investigación es un proceso metódico aun en aquellos casos en que se


afirma lo contrario, dado que si a algún lugar se ha llegado por algún camino tuvo que
haber sido. Pero de esto no se deduce que haya un camino predeterminado ni menos
aun un único camino. En tal sentido, puede aplicarse lo dicho en su momento por el
poeta Machado cuando afirmaba que se hacía camino al andar o lo expresado por
Feyerabend cuando señala que los grandes descubrimientos científicos se llevaron a
cabo cuando los investigadores se apartaron de las prescripciones metodológicas
vigentes, sin que esto suponga tener que adherir al anarquismo metodológico o al “todo
vale” (Feyerabend, P., 1984)

23
Feuerbach, Ludwing (1804-72) filósofo materialista alemán, discípulo de Hegel, a quien Marx criticara
por su incapacidad para relacionar la teoría con la praxis revolucionaria. Precisamente, la tesis nº 11 que
Marx escribiera sobre él decía lo siguiente: “Hasta ahora los filósofos se han dedicado a contemplar el
mundo, de lo que se trata ahora es de transformarlo”.
24
Bourdieu, P. (1993:.27).
25
En Moledo, L. (1994:162).
Etimológicamente, la palabra método proviene del griego (metá y odos) y
significa “camino hacia” o “hacia la meta”, es decir, camino a recorrer para alcanzar un
objetivo que cuando se hace referencia a la investigación se traduce en obtener un
determinado conocimiento. La principal función del método es posibilitar (al
explicitarlo) que cualquier otro investigador pueda reiterar la experiencia y comprobar
por sí mismo la validez y legitimidad de los hallazgos. Con otras palabras, el método
hace posible que parcialidades individuales puedan convertirse en parcialidades
compartidas.
Por otra parte, es necesario distinguir entre métodos (o modos) de
pensamiento/razonamiento y métodos (o modos) de investigación (a los cuales se refiere
la frase inicial) y que incluyen a los primeros. Los métodos de investigación son las
formas de actuación, son cursos de acción (Samaja, J., 1993) para la producción y
validación de los conocimientos y por lo tanto, son algo más que uno o varios modos de
pensamiento. Y --parafraseando parcialmente a Kuhn--, los métodos de investigación
se consideran científicos (más allá de los problemas de fundamentación lógica y
gnoseológica) en la medida en que son aceptados, reconocidos y legitimados con su uso
por la comunidad científica o por los científicos pertenecientes a un determinado
paradigma si se tiene en cuenta la heterogeneidad paradigmática de dicha comunidad.
Por eso, es que no corresponde hablar de un anarquismo metodológico o científico en
general sino que a lo sumo esta postura representará los intereses de dicho paradigma.
Pero al mismo tiempo, cabe señalar que los métodos tampoco son propiedad exclusiva
de un paradigma tal como lo demuestra la convergencia paradigmática y/o
metodológica (Pérez Lalanne, 2010). Como bien apunta Bourdieu, el campo científico
goza de autonomía y fuerza de gravedad propias (mayor aun a la de otros campos) y se
rige por lo tanto por sus propias reglas de juego, por los capitales e intereses en juego y
por lo tanto, por las relaciones históricas de poder (Bourdieu, 1999) Y precisamente,
son estas relaciones de poder existentes en el campo científico las que hacen posible que
determinados métodos puedan ser considerados “científicos” o “más científicos” que
otros. Desde luego que esta autonomía es relativa --pensar lo contrario sería pecar de
ingenuidad--, dado que en última instancia todos los campos están sujetos a la lógica
general del espacio social global (que al igual que la de los campos excede los límites
societales) en el cual están insertos. Aunque resulte una verdad de perogrullo estas
reglas de juego responden a la lógica del capital. Y esto último hasta resulta paradójico,
dado que la problemática del método se instaura como una forma de terminar con el
criterio de autoridad hasta ese momento vigente y termina utilizándose para encubrir
otra forma de autoridad. Por supuesto, que esto será motivo de rechazo por quienes
gozan de “autoridad” en el campo científico. Pero al respecto, vale recordar que entre
los dominantes también hay dominados y que en general el consentimiento (a veces
inconsciente) de los dominados, su “complicidad”, es también un efecto incorporado de
la dominación o con otras palabras la raíz de la sumisión es expresión de la
somatización de las relaciones sociales de dominación (Bourdieu, 1995).
En términos generales, el análisis de cualquier método de los considerados
científicos debe contemplar básicamente los siguientes aspectos: supuestos
filosóficos/epistemológicos, contenidos formales y sustantivos, características y
elementos. A continuación, se realizará una breve especificación de los mismos.

2.1. Características y elementos de los métodos científicos

Los métodos considerados científicos reúnen un conjunto de rasgos que a


continuación se explicitan:27
a) problemático-hipotético: dado que se basa en la formulación de problemas
(preguntas) y en soluciones probables a los mismos (respuestas), aunque en última
instancia “... la historia de la ciencia es la historia de las preguntas y no de las
respuestas ...” .28
b) fáctico, tiene referencia empírica, pero va más allá de los datos empíricos, puesto
que los interpreta desde un determinado marco teórico.

27
El listado de características que se mencionan pretende ser una síntesis del valioso aporte realizado por
numerosos autores: Bunge, Ander Egg, Sierra Bravo, Cohen y Nagel, Popper, Goode y Hatt, etc. Al
respecto, ver bibliografía general. A su vez, el orden de las mismas no indica jerarquía y por otra parte,
no son exclusivas de los métodos científicos.
28
Jorge Wagensber en entrevista publicada en el diario Clarín, suplemento Cultura y Nación, del
17/05/90.
c) trasciende los hechos, superando la mera apariencia de los fenómenos o como diría
Bourdieu, rompiendo con la “ilusión de la transparencia del mundo social”.
d) se vale de la contrastación empírica (verificación o falsación, exigiendo una
constante confrontación con la realidad, descartando los criterios de autoridad,
tradición, revelación, etc. Tampoco cabe en el método científico lo que Merlau-
Ponty denominó el “dogmatismo del sentido común”.
e) teórico, supone siempre una teoría (o esbozo de ella) a partir de la cual formulará los
problemas y observará la realidad para retornar luego a ella.
f) crítico, autocorrectivo y progresivo: rechaza y/o ajusta permanentemente sus
afirmaciones, se halla sujeto a críticas y exámenes. Sus conclusiones nunca son
finales sino provisorias, se halla abierto a nuevos aportes y a la utilización de nuevos
procedimientos y técnicas.
g) sus proposiciones son generales, ignorando los hechos aislados o únicos; sin
embargo, la universalidad no debe perder de vista la singularidad y además --como
señala Guber (1991)--, debe contemplar la diversidad.
h) aspira a lograr la mayor “objetividad posible”, procurando alcanzar “la verdad
fáctica o científica” sin desconocer los condicionamientos sociales de la práctica
científica.
i) analítico-sintético: desconstruye la realidad estudiada en sus elementos y luego la
reconstruye obteniendo una nueva visión global del conjunto y de las relaciones
estructurales entre los mismos.
j) circular: los enunciados teóricos se prueban mediante datos empíricos y éstos se
analizan o interpretan sobre la base de los primeros.
k) selectivo en un doble sentido: concentra su observación entre los elementos más
relevantes y luego, en el análisis de los datos recogidos procura detectar los más
significativos.
l) fomenta la intuición, la imaginación, la audacia y la creatividad aun en el caso de
que no se atenga estrictamente a las reglas, e incluso a las teorías admitidas
Feyerabend, P., 1984).

Por otra parte, los métodos científicos se valen de un conjunto de elementos que
serán desarrollados más adelante:
TEORIA

HIPOTESIS

VARIABLES

CATEGORIAS
CONCEPTOS DEFINICIONES
DIMENSIONES

INDICADORES

INDICES

OBSERVACIONES

De acuerdo al desarrollo anterior se podría decir que las ciencias sociales (y


también las naturales) son plurimetodológicas e intermetodológicas. No obstante, es
posible señalar que si bien existen distintas estrategias metodológicas (incluyendo los
diferentes tipos de convergencia29) por lo general hay una que resulta ser la más
adecuada para cada investigación concreta. Esto significa que en la relación método –
investigación, en última instancia es el método el que se subordina (o debe
subordinarse) al tipo de investigación que se trate y no la investigación al método.

3. La investigación y las técnicas

Si el método es el camino para alcanzar un determinado conocimiento las


técnicas constituyen el “arte de recorrer” ese camino. Las técnicas son el conjunto de
herramientas, instrumentos y operaciones que se utilizan para transitar cada uno de los
pasos que el método indique. Las técnicas son teoría en acción y por lo tanto, parten de
los mismos supuestos metodológicos, teóricos, epistemológicos y filosóficos que las
teorías que les dieron vida. Además, se debe tener en cuenta que así como Paulo Freire
señaló que las técnicas pedagógicas tienen consecuencias ideológicas lo mismo ocurre
con las técnicas de investigación.
Existen técnicas de construcción de índices, de muestreo, de recolección de
datos, de análisis de datos, etc. A su vez, en cada una de ellas encontramos diferentes
29
Véase Pérez Lalanne, R., 2010.
tipos y modalidades con sus respectivas ventajas, limitaciones y desventajas. Si bien las
técnicas tienen pertenencia paradigmática al igual que lo dicho para los métodos, no son
propiedad exclusiva de los paradigmas ni tampoco de los métodos y por lo tanto, en una
determinada investigación pueden combinarse o triangularse técnicas de distintos
paradigmas y/o métodos (Pérez Lalanne, 2010). Pero al mismo tiempo se debe señalar
que existen técnicas (o convergencias) más adecuadas que otras dependiendo del tipo de
estudio en cuestión al que se hallan subordinadas.

4. Los pasos de la investigación

Toda investigación es un proceso a partir del cual se pone en marcha los


lineamientos del método científico. En tanto proceso y al igual que cualquier otro, toda
investigación supone un conjunto de pasos, etapas, fases, etc. Estos pasos se agrupan en
un esquema metodológico que es, a su vez, lo que sirve de base para el diseño de la
investigación. No existe un único esquema con una cantidad establecida de etapas sino
que, por el contrario, cada autor que desarrolla este tema elabora su propio esquema. 30
Esto significa que se trata de algo convencional y arbitrario; lo importante, en última
instancia, no es cuántos son los pasos sino el contenido de los mismos. Por otra parte –e
independientemente de cuántos sean–, hay que señalar que estos pasos tampoco siguen
un orden cronológico estricto –dado que algunos pueden llevarse a cabo en forma
simultánea–-, pero sí existe un orden lógico porque por ejemplo, no se pueden analizar
datos que aún no han sido obtenidos, aunque sí se los puede analizar e interpretar en
forma simultánea al trabajo de campo.
No obstante lo anterior, teniendo en cuenta el proceso de una investigación
teórico-empírica y considerando la alternativa en la que el investigador puede elegir el
tema o la problemática para su realización, se desarrollará un esquema de 8 (ocho)
pasos que permitan visualizar didáctica y pedagógicamente cada una de las secuencias
que en los próximos capítulos serán abordadas:

30
Ver bibliografía general.

32
Primer paso: Segundo paso:
SELECCIÓN DEL DELIMITACION
TEMA O DEL TEMA O
PROBLEMA PROBLEMA

Tercer paso:
FORMULACION
DEL PROBLEMA

Cuarto paso: Quito paso: Sexto paso:


REDUCCION DEL DETERMINACION RECOLECCION
PROBLEMA A DE LAS UNIDADES DE
NIVEL EMPIRICO DE ANALISIS INFORMACIÓN

Séptimo paso: Octavo paso:


ANALISIS DE L0S INFORME FINAL
DATOS

5. Hacia la Formulación del problema

5.1. La selección del tema

Seleccionar un tema de investigación significa haber identificado un problema o


bien un área o una situación que pueda ser problematizada de manera que amerite su
investigación. Se podría decir que este es un paso obvio dado que no se puede empezar
a investigar sin saber sobre qué se lo va a hacer; al punto tal, que muchos autores no lo
explicitan como el inicio de la investigación. Sin embargo, las cosas no suelen ser tan
sencillas cuando se trata de definir el tema y a veces requiere de todo un estudio previo
o por lo menos, de una primera evaluación.
Por otra parte, la selección de un tema de investigación no es algo que quede
librado al arbitrio o voluntad del investigador y menos aun cuando se trata de una
elección compartida. Dicho de otro modo, la elección de un tema suele estar
condicionada por un conjunto de factores (Selltiz, 1965): algunos son inherentes al
investigador y otros le son ajenos.

5.2. La delimitación del tema

En la mayoría de los casos no basta con haber elegido el tema o con tener
identificado un área-problema acerca de lo que se pretende investigar. Es necesario
establecer los alcances circunscribiendo el campo de análisis y especificando el objeto
de estudio: en términos teóricos, metodológicos y empíricos. Al respecto, me permito
sugerir algunas estrategias para la delimitación que a su vez posibilitarán la formulación
del problema:

a) Torbellino de ideas: en primer lugar y con el posible tema en mente habría que
comenzar formulando algunos interrogantes: el primero y fundamental es ¿qué se
pretende conocer o averiguar sobre el mismo? Es decir, ¿adónde se quiere llegar con la
investigación? Posteriormente, habría que preguntarse por ¿quiénes van a estar
involucrados en el estudio?; ¿en dónde se lo piensa realizar, cuáles los momentos que se
van a tomar y cómo se piensa realizar el abordaje? Simultáneamente, ¿Qué es lo que ya
se sabe sobre el problema en cuestión? En segundo lugar, habría que comenzar a
descomponer el tema en sus diferentes aspectos y elementos presentes, procurando
asignarles posibles funciones y estableciendo relaciones entre los mismos. Una vez que
se tienen todas las cartas sobre la mesa y habiendo tomado los recaudos pertinentes de
que no haya quedado algo sin contemplar, se estaría en condiciones de seleccionar
cuáles aspectos y elementos se van a considerar y cuáles se van a descartar. De esta
forma y barajando tentativas respuestas a los interrogantes formulados, se podría
avanzar con las otras estrategias de delimitación y con la formulación del problema. El
propósito es descomponer el tema elegido en sus diferentes aspectos, analizar sus
posibles relaciones, formular interrogantes y sugerir respuestas, evaluar alternativas de
abordaje, etc. para luego seleccionar algunos de ellos y descartar otros. Con otras
palabras, una vez identificado el problema y a los efectos de aclararlo y precisarlo, el
investigador realiza la tarea denominada por Van Dalem y Meyer (1971) “el análisis del
problema”: enumerando los factores o variables que parecen tener relación con el
problema, es decir, problematizando el problema o conviertiendo el problema en un
problema de investigación. De esta manera se estará en condiciones de formular el
problema de investigación con el interrogante inicial, la definición de los objetivos y las
hipótesis.
b) Contextualizar la investigación: en términos generales, se trata de acotar el estudio.
Acotarlo temporal, espacial y sociodemográficamente introduciendo variables
contextuales (constantes y/o comparativas)32. Esta tarea supondrá la toma de un
conjunto de decisiones que irán perfilando la caracterización del estudio. En tal sentido,
contextualizar temporalmente una investigación implica decidir si se piensa hacer un
abordaje sincrónico o diacrónico (retrospectivo o prospectivo), comparativo o no
comparativo. Por su parte, la contextualización espacial lleva a decidir el área de
cobertura de la investigación lo cual significará optar –primero— entre realizar un
estudio macro o microsocial y, a renglón seguido, elegir el o los escenarios involucrados
(grupo, institución, área geográfica, etc.). Por último, la delimitación sociodemográfica
supone identificar y caracterizar la población objeto del estudio en función de las
variables consideradas pertinentes (sexo, edad, nivel socioecómico, lugar de residencia,
estado civil, etc.). Cabe señalar que al mismo tiempo y para los tres recortes anteriores,
también estará pendiente la decisión acerca de si se piensa realizar un abordaje
comparativo o no comparativo, en cualquiera de sus variantes. En definitiva, estos
acotamientos constituyen una condición necesaria para encarar cualquier investigación:
“no se puede estudiar el mundo a lo largo de toda su historia” (Sautú y otros, 2005: 36).
Dicho con otras palabras, se trata de determinar tiempo, espacio y población donde se
buscará la evidencia empírica contextualizando las conclusiones que se logren con
dichas evidencias.
Veamos a modo de ejercitación, un ejemplo:
Supóngase que se ha elegido como tema “la discriminación”. Esta problemática
así planteada es prácticamente inabordable. Es ahí cuando se apela a las dos estrategias
anteriormente desarrolladas:
1. ¿Interesa estudiar las características, las causas, los motivos o las consecuencias de
la discriminación?
2. ¿Importa analizar las reacciones de los discriminados y/o de los que no lo son?
3. ¿Es cierto que la discriminación está relacionada con el color de la piel, con el nivel
socioeconómico, el género, la edad, la vestimenta, etc.?
4. ¿Interesa realizar un estudio histórico sobre su evolución o focalizar en lo que
ocurre con la discriminación en la actualidad?
5. ¿El mismo se realizará a lo largo y ancho del país, en CABA/GBA o en algún
escenario más acotado?
6. ¿Cuál va a ser la población objeto de estudio: niños, adolescentes, adultos, ancianos,
hombres y/o mujeres?
7. ¿En cuál ámbito se lo piensa abordar: educativo, familiar, recreativo, religioso,
político, sexual, etc.?
Supóngase –abriendo un paréntesis— que hasta aquí se haya decidido lo
siguiente: “Estudiar las características que tiene la discriminación que padecen los
adolescentes en la actualidad en los boliches bailables radicados en CABA/GBA.” Y se
podría continuar:
8. ¿Importa analizar las reacciones de los discriminados y/o de los que no lo son?

32
Ver el capítulo: Sobre variables, indicadores e índices.
9. ¿Interesa saber si la discriminación varía según el tipo de boliche?
10. ¿Importa analizar la opinión de los concurrentes sobre la discriminación?
11. ¿O saber si concurren a sabiendas de que hay discriminación?
12. ¿O además averiguar por los motivos, las causas o consecuencias de la
discriminación?
13. Etc., etc., etc.

c) Ayudas metodológicas: a los efectos de delimitar el tema existen un conjunto de


herramientas especialmente útiles cuando no hay un adecuado conocimiento sobre el
mismo o cuando no se tiene una real conciencia de los recursos necesarios:

1. La revisión bibliográfica: consiste en llevar a cabo una consulta de la literatura


existente sobre el tema en cuestión: libros, artículos periodísticos, conferencias y, en
general, cualquier otro material que esté circulando en internet. Aunque claro está,
tomando los debidos recaudos, especialmente, en función de las fuentes de procedencia,
la seriedad en el tratamiento, etc. Esta consulta permitirá:
a) informarse sobre lo que ya se sabe o se ha investigado sobre el tema en cuestión –lo
que habitualmente se denomina el estado del arte— y si se está de acuerdo con lo ya
realizado evitar superposiciones o esfuerzos inútiles; en caso contrario, igualmente
tomarlo como referencia;
b) conocer los vacíos o lo que no se sabe de lo que se sabe; ingrediente importante si se
piensa darle algún tinte de originalidad a nuestro trabajo;
c) tomar contacto con los diferentes enfoques disciplinares existentes: antropológico,
psicológico, sociológico, filosófico, religiosos, legal, etc.;
d) conocer las distintas posturas epistemológicas, perspectivas teóricas existentes dentro
de cada enfoque;
e) comenzar a elaborar el marco teórico de la investigación y la conceptualización de las
variables que se van a incluir.
Con otras palabras, esta tarea permite al investigador volver a la literatura para
buscar qué se ha dicho hasta el momento sobre el tema. Cualquier resultado aportado
por otros autores es de gran interés por varios motivos: primero le posibilita al
investigador ver cómo otros han abordado su posible problema –si es que lo han hecho–
e identificar analogías que puedan guiar su propia indagación,; segundo, le ofrece un
acercamiento a las conclusiones obtenidas por ellos y una perspectiva más clara acerca
de la relevancia y pertinencia de lo que pretende estudiar; tercero, le abre la posibilidad
de una evaluación crítica del material encontrado.
La delimitación conceptual ha de llevarse a cabo a través de una correcta
ubicación del problema en un determinado contexto histórico-social, relacionándolo con
otros fenómenos y con los conocimientos preexistentes.
En síntesis, la revisión bibliográfica permitirá la delimitación más precisa del
problema, el conocimiento de los enfoques y teorías en los que será posible encuadrar el
estudio evitando reproducir abordajes ya realizados.
2. La revisión de experiencias: también consiste en realizar una consulta pero en este
caso a especialistas, idóneos, profesionales, expertos y a todo aquel que posea algún
conocimiento sobre el tema en cuestión y que por algún motivo no ha escrito o
publicado pero que nos puede brindar una información en algunos casos más útil que el
que se puede encontrar en un libro. Esta consulta nos permitirá:
a) conocer bibliografía sobre el tema elegido u otras fuentes de datos;
b) orientar la investigación: enfoques, estrategias y herramientas a utilizar, instrumentos
de medición, conceptualizaciones, etc.;
c) ciertas veces ocurre que sobre el tema en cuestión no existe suficiente bibliografía o
está desactualizada o responde a la realidad de otros países o la misma resulta poco
accesible; en esos casos las entrevistas a especialistas colaboran en la elaboración del
marco teórico de la investigación cubriendo la ausencia de literatura;

3. La experiencia de campo: se trata de tomar contacto con el lugar donde se piensa


llevar a cabo la investigación o donde se piensa obtener cierta información. En algunos
casos este contacto no tiene que ser necesariamente físico o real, basta con imaginarse
cómo sería la situación y cuáles podrían ser los posibles inconvenientes. Este contacto
nos permitirá:
a) asegurarnos el acceso al lugar o la existencia y disponibilidad de la información
necesaria;
b) conocer e iniciar los trámites burocráticos pertinentes;
c) evaluar los recursos necesarios (temporales, económicos, técnicos, intelectuales,
humanos, etc.) y cotejarlos con los recursos disponibles y en función de dicho balance
acotar los alcances de la investigación.

4. Análisis de casos típicos y atípicos o de estimulación interior (Selltiz, 1975): se


consideran casos típicos aquellos que son representativos de la problemática estudiada o
en los cuales se cumplirían nuestras hipótesis de trabajo mientras que con los atípicos
ocurriría lo contrario: sería casos refutatorios o falsadores. Básicamente, el propósito es
estudiarlos en profundidad con la intención de obtener una mayor información. Si se
retomara el ejemplo anterior y suponiendo que una de las posibles relaciones fuera el
color de la piel y la discriminación, un caso típico sería el morocho discriminado
mientras que uno atípico lo sería el morocho no discriminado. Podría resultar
interesante conocer ¿qué ocurre con ese morocho que no lo discriminan?.

Resumiendo, se acaban de presentar distintas estrategias para la delimitación del


tema y posterior formulación del problema. Las mismas constituyen alternativas
posibles y su empleo dependerá de cada investigación en particular y de sus
condiciones iniciales.

5.3. Sobre cómo surgen y se justifican las “ideas” de la investigación

Existe otra forma de analizar los comienzos de un estudio y consiste en


reflexionar acerca de cómo se originan las ideas iniciales de una investigación, tema al
cual se refieren distintos informes cuando desarrollan, precisamente, lo que se denomina
la “trastienda” o la “cocina” de la investigación. Si bien, el lector notará que este
tratamiento se superpone en alguna medida, con lo expuesto en los apartados anteriores,
considero que el mismo es necesario, especialmente, para destacar el papel que cumple
la teoría.
En un sentido amplio, las “ideas” (dudas, problemas, preguntas, hipótesis,
cuestiones, etcétera) de la investigación reconocen diferentes fuentes de inspiración:
a) el capital cultural/académico/teórico del investigador;
b) su marco ideológico/valorativo;
c) su interés económico/simbólico/cultural/social (Bourdieu);
d) la revisión bibliográfica/de la literatura existente (Selltiz);
e) su experiencia/trayectoria/años de trabajo/olfato/intuición/sentido común;
f) el/los paradigmas existentes/la comunidad/el campo científico (Kuhn/Bourdieu);
g) las observaciones, hechos, circunstancias, contexto, realidad, medios de
comunicación;
h) contradicciones entre los hechos y las teorías existentes;
i) ausencia de explicación/vacíos teóricos/problemas sin respuestas;
j) el análisis de casos típicos y/o atípicos/ casos de estimulación interior (Selltiz);
k) hechos anómalos/datos imprevistos: serendipity denominado por Merton, abducción
por Pierce); 33
l) analogías con otras disciplinas/ciencias;
m) investigaciones/estudios realizados por el mismo o por otros analistas;
n) controversias/intercambios/entrevistas con colegas/especialistas/revisión de
experiencias (Selltiz);
ñ) prejuicios, estereotipos, fantasías (Wallace), conceptos sensibilizadores (Glaser y
Strauss);
o) demanda del cliente/institución/comunidad;
p) marco institucional/académico/laboral del investigador;
q) contexto sociohistórico/relaciones de poder existentes/historia externa/razón
histórica;
r) etcétera.
Como se podrá observar el listado no pretende ser exhaustivo ni las alternativas
excluyentes entre sí. De todos ellas, tal vez merezca un párrafo aparte el marco
institucional, no tan sólo por la cobertura y respaldo que brinda sino por la formación
que posibilita, en especial para los jóvenes o principiantes. Por supuesto, que se está
haciendo referencia especialmente, a la Universidad y sus institutos afines, que son los
ámbitos naturales y por excelencia de la investigación y que por otra parte, es de donde
surgen los científicos. Pero también, cabe mencionar, el papel que tienen que cumplir
los profesores investigadores (particularmente los de mayor experiencia) como
directores de programas de investigación, conductores de equipos y maestros-tutores de
dicha formación.
Sin embargo y en un sentido restringido, es la teoría, en última instancia, el
origen de cualquier proceso de investigación (o contexto de descubrimiento) porque los
problemas de investigación son problemas de conocimiento o de ausencia del mismo (lo

33
Merton, Robert: Teoría y estructura sociales, FCE, México, 1980.
que se sabe de lo que no se sabe). 34 Es la teoría (a través de sus diferentes
manifestaciones: conceptos, hipótesis, proposiciones, leyes, etcétera) la que avala la
decisión de investigar, la que nutre y orienta la experiencia del investigador, la que
provoca el consenso (o disenso) de la comunidad científica, la que constituye el núcleo
fuerte (o central) de cualquier paradigma o programa de investigación, la que permite
interpretar las observaciones (o los datos), a la que refieren los hechos anómalos o a la
que contradicen los datos, la que se toma prestada de otras disciplinas, la que se reclama
por su ausencia, a la que apela el cliente cuando consulta al especialista, la que se
enseña en la universidad, etcétera.
De la misma manera, es la teoría la que justifica las ideas de la investigación al
establecer su relevancia o fertilidad, al orientar la búsqueda y el diseño de la prueba
(contexto de justificación). En efecto, la teoría permite definir los objetivos de la
investigación, es la que brinda la caja de herramientas conceptuales, la que respalda las
hipótesis de trabajo, la que define las estrategias técnico-metodológicas (que por otra
parte, son teoría en acción), la que establece las evidencias necesarias y el marco de su
interpretación. En tal sentido, cabe recordar, que los datos no hablan por sí mismos sino
que lo hacen a la luz de una determinada teoría, que la realidad se problematiza e
interroga desde la teoría. Como señala Bachelard (1984), el hecho científico “se
conquista, construye y comprueba” (superando los obstáculos epistemológicos) o con
palabras de Bourdieu (1975) “hay que romper con la ilusión de la transparencia o del
saber inmediato” (estableciendo la prioridad epistemológica de la teoría). Con palabras
de Sautu: “...el sostén de una investigación, el andamiaje sobre el cual se construye, son
las teorías, modelos de análisis y conceptos que estructuran un área de conocimiento
aportándole ideas, planteándole dudas, sugiriendo hipótesis y preguntas que
eventualmente constituirán el objetivo de investigación...” (Wainerman y Sautú, 1998:
182) .
Con el propósito de ilustrar lo anterior (pero en especial, el papel de la teoría) se
hará referencia a un caso clásico y “paradigmático” de la Sociología: la “idea de
suicidio” de Durkheim (1992). Y lo por las razones que brevemente a continuación se
desarrollan: 35
1. En sociología, la idea de suicidio (muerte voluntaria) no tiene (o no tenía) un sentido
inmediato, no se planteaba en principio como un objeto sociológico legítimo –desde la
inmediatez y arbitrariedad del sentido común en adelante--, y sí en cambio lo es --y
especialmente, lo era--, para el psicólogo, psiquiatra, médico, etcétera.
2. No son las estadísticas (abundantemente difundidas en la Francia de principios de
siglo XIX) como a menudo se ha sostenido ni la generalización de los procedimientos
estadísticos, lo que hay que invocar para explicar las condiciones de posibilidad de la
sociología del suicidio de Durkheim. Ni siquiera su afán moralizador (por cierto
importante). Porque para él, el suicidio no constituye nunca otra cosa que el síntoma de
un cierto grado de patología de la estructura social. Ni tampoco responde a la
satisfacción de un requisito especulativo o de pura deducción lógica dado que en su
34
Véase el capítulo siguiente.
35
Para un análisis más pormenorizado, veáse Gonthier, F. (1998), en quien me he basado para desarrollar
la ilustración.
filosofía social (y moral) no había lugar para la idea del suicidio. En tal caso, la idea de
suicidio sólo encuentra lugar como anomalía que es necesario rectificar o lo que su
teoría positivista de la sociedad pretende hacerse cargo de eliminar.
3. La idea de suicidio se cuestiona sólo en tanto que se presenta como un sinsentido que
es necesario superar porque compromete las condiciones mismas del discurso
sociológico (que es un discurso de y sobre el sentido). Es un caso límite para la
objetivación sociológica que lo convierte en problema antes de darle sentido. Es una
”zona de sombra” que se impone primero como un enigma a priori , una duda que
amenaza con la ausencia de respuesta por parte de la teoría social. La idea del suicidio
constituye desde un punto de vista epistemológico el dilema (¿aporía, paradoja,
antinomia?) por excelencia de la sociología que la induce al “error”: lo individual vs.
lo social, lo subjetivo vs. lo objetivo, la acción vs. la estructura. La idea de suicidio es
de las que obliga al investigador a asumir el riesgo por la fertilidad que la misma
supone, a extremar la imaginación sociológica, la audacia teórica para demostrar la
presencia (determinación) de lo social en un hecho tan “individual” como el suicidio, a
hacerse cargo de los riesgos en las “condiciones más desfavorables” (Wainerman y
Sautú, 1998).
4. Y es la teoría sociológica de Durkheim la que fundamente la idea de suicidio, la que
le da consistencia, asignándole un lugar en sus tesis teóricas. La que vincula la idea
sociológica del suicidio con el hecho social. A diferencia de la perspectiva weberiana,
que postula que todo hecho social es ipso facto un hecho sociológico, para Durkheim la
conexión entre lo social y lo sociológico no queda certificada de manera inmediata sino
que se articula (construye) teóricamente: no puede decirse nada sociológico sobre el
suicidio sin haber formulado previamente una teoría sociológica que lo defina como
objeto teórico. No se trata de “atomizar y luego sumar” –como lo pretende el estilo
empirista inductivo ingenuo (y no tanto)– para llegar al hecho científico, se trata de
“conquistar, construir y comprobar” el hecho científico. Sólo la construcción teórica
permite resolver la antinomia entre individuo y sociedad posibilitando que la razón
sociológica tome conciencia de sí misma.
CAPÍTULO 3: EL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN Y SU FORMULACION

1. Diferenciación entre problema y problema de investigación

A los efectos de lograr una aproximación a la conceptualización del punto que es


objeto de desarrollo del capítulo es recomendable comenzar distinguiendo entre
problema y problema de investigación, dado que como es lógico suponer, existen y es
posible identificar muchos problemas pero no cualquiera de ellos resulta ser un
problema de investigación. En tal sentido, se podría comenzar descartando aquellos de
naturaleza metafísica, filosófica o existencial que no son empíricamente abordables. Por
ejemplo, cualquier individuo puede estar legítimamente preocupado por dilucidar la
cuestión sobre “el sentido y la finalidad última del ser” o acerca de “la existencia de
Dios”; pero debe saber que no son temáticas abordables científicamente o, por lo menos
en los términos de las ciencias fácticas. Tampoco son problemas las disputas éticas o
morales que suponen controversias valorativas: la investigación no puede demostrar que
un valor sea superior a otro. Por ejemplo: “si la caridad es superior a la bondad”. Lo
mismo ocurre con los problemas de tipo instrumental que implican llevar a cabo algún
tipo de acción o medida. Nuevamente, cualquier persona puede estar legítimamente
preocupado por la inseguridad, la falta de trabajo, la pobreza, etc. pero debe saber que la
investigación no va a resolver esos problemas. Investigando no se va a erradicar la
inseguridad, aumentar la oferta de trabajo o eliminar la pobreza. A lo sumo, la
investigación podrá sugerir algunas acciones o políticas que puedan contribuir a hacerlo.
Y así se podría continuar con otras cuestiones de naturaleza similar. En todos los casos
no hay que confundir los problemas sociales con los problemas de investigación social.
En definitiva, los problemas de investigación siempre son problemas de conocimiento
que se solucionan obteniendo la información que permita suplir esa carencia.
Con otras palabras, los problemas de investigación constituyen una discrepancia
entre dos modelos: el modelo real que nos informa acerca de lo que se sabe del
fenómeno y el modelo ideal que nos indica lo que se debería saber. Es decir: lo que no
se sabe de lo que ya se sabe. Pero además, para que se pueda hablar –en términos
estrictos– de problema es necesario vislumbrar aunque más no sea en forma conjetural
alguna respuesta porque la propia definición de problema encierra su posible solución.
Como bien señala Adorno “...únicamente a quien sea capaz de imaginarse una sociedad
distinta de la existente podrá ésta convertírsele en problema...”. 36
De lo anterior se desprende que, básicamente, los problemas de investigación
reconocen tres fuentes de origen: la ausencia de teoría: cuando no hay conocimiento al
respecto; la discrepancia entre la teoría y los hechos: cuando no se está de acuerdo con
el conocimiento existente; la controversia entre teorías: cuando existen conocimientos
rivales y se decide investigar para saldar la disputa.

36
Adorno, T. (en Popper, K. y otros, 1978:45).
2. La formulación del problema de investigación

Se podría comenzar este apartado señalando dos cuestiones: en primer lugar y al


decir de muchos autores, éste sería el verdadero primer paso de la investigación porque
de alguna menar expresa la razón de ser de la misma. En segundo lugar, se trata de un
paso vital porque un problema bien formulado es un problema medio resuelto. En caso
contrario, si se lo hace erróneamente, es probable que lo que se haga luego vaya en la
misma dirección y no sea fructífero.
En tal sentido, existen diferentes alternativas –por cierto, no excluyentes sino
más complementarias– de formular el problema: el interrogante inicial, los objetivos, el
marco teórico, la hipótesis.

2.1. El interrogante inicial

La primera alternativa para comenzar la formulación del problema es con un


interrogante inicial que sintetice cuál es la principal inquietud que motiva la
investigación. Debe tenerse en cuenta que por su forma gramatical (interrogativa) y la
función del lenguaje que realiza (expresiva) una pregunta no es un enunciado que pueda
ser verdadero o falso. Sin embargo y al mismo tiempo, puede señalarse que una
pregunta para la cual no existe alguna respuesta posible es una pregunta mal formulada.
En suma: el problema es una pregunta, pero no toda pregunta es un problema de
investigación.
Dicho con otras palabras, “problematizar es interrogar al tema de manera cada
vez más precisa hasta llegar a formular con claridad una pregunta, sin la cual ningún
proceso de conocimiento puede tener lugar” (Vieytes, 2004: 24). Debe tenerse en cuenta
que todos los esfuerzos por plantear el problema de investigación resultan importantes
pues las preguntas que se logren formular serán la medida de las respuestas que se
logren alcanzar con la investigación. No en vano, suele decirse, que son más
importantes las preguntas que las respuestas.
Por tales motivos, una investigación suele arrancar con una etapa exploratoria,
cuyo objetivo será, precisamente, llegar a establecer conceptos y relaciones para
plantear mejor el problema de investigación. Es por ello que la investigación
exploratoria –como se verá en el capítulo correspondiente– se caracteriza por su
flexibilidad permitiendo al investigador bucear en distintos aspectos relacionados con el
tema de interés, para, valiéndose de todos los recursos que tiene a mano, relevar el
terreno con el fin de identificar aspectos asociados a su tema.
Seguramente, este interrogante estará presente luego en la introducción cuando
presentemos el planteo del problema y –en algunos casos– hasta puede ser utilizado
como título o subtítulo del trabajo. Al mismo tiempo, se supone que la investigación
estará orientada a ofrecer una respuesta validada. Veamos algunos ejemplos:

 ¿Qué opinan los ciudadanos sobre la sanción por ley de la obligatoriedad de los
debates presidenciales entre los candidatos?
 ¿La satisfacción con un producto, garantiza la fidelidad de marca por parte de los
usuarios?
 ¿La elección de los lugares de compras por parte de los consumidores se realiza en
función de las promociones que ofrecen las tarjetas de crédito?
 ¿Por cuáles motivos las víctimas no realizan las denuncias pertinentes por los delitos
padecidos?
 ¿Cómo han impactado las redes sociales virtuales en el estilo de vida de los adultos?

2.2. Los objetivos de la investigación

Los objetivos constituyen la meta de la investigación; a dónde se pretende llegar;


cuál es la información que se procura obtener; qué es lo que se quiere saber. A
diferencia del interrogante inicial, los objetivos se redactan en términos afirmativos
comenzando por algún verbo en infinitivo: analizar, estudiar, explicar, describir,
determinar, demostrar, comprender, averiguar, indagar, etc. para continuar con la
redacción del resto del enunciado. No obstante, hay que ser cuidadoso con los verbos
que se eligen debido a que sus significados e implicancias son diferentes; no quiere
decir mismo explicar (dar cuenta de las causas) que describir (contar lo que sucede) o
explicar que comprender (dar cuenta de los motivos, razones, intenciones, etc.). Ante la
duda, existen verbos más neutros y menos comprometidos como analizar o estudiar.
Con otras palabras, los objetivos serían acciones investigativas a seguir para dar
cuenta del problema de investigación, por lo tanto deben ser claros y alcanzables. Deben
incluir los conceptos teóricos fundamentales dando cuenta del recorte espacio-temporal
y haciendo referencia a las unidades o casos que conforman el universo de estudio
(Sautú y otros, 2005).

Objetivos generales y específicos o particulares

Resulta recomendable y así se estila, realizar la distinción entre el objetivo


general y los objetivos particulares, en una cantidad que, por lo general, es de uno y
cinco o seis, respectivamente. Se entiende que el objetivo general tiene que estar en
sintonía con el interrogante inicial expresando la idea central de la investigación y
procurando encontrar una respuesta a dicho interrogante. Por su parte, los objetivos
particulares son especificatorios o subsidiarios del objetivo general. De manera que el
objetivo general actúa como una suerte de paraguas que contiene a todos los
particulares. No puede ocurrir, por ejemplo, que mientras el objetivo general indique
una dirección haya uno o más de los particulares que señale un rumbo diferente o que
involucre una población diferente a la establecida por el general.
Habitualmente, son los objetivos particulares los que se investigan y no el
objetivo general, que se logra con los resultados del estudio. Esto significa que la suma
de los objetivos específicos es igual al objetivo general.
Retomando algunos de los interrogantes anteriores veamos algunos ejemplos:
Objetivo general:
Estudiar la opinión de los ciudadanos sobre la obligatoriedad legal de los debates
presidenciales.
Objetivos particulares:
Analizar si existen diferencias en la opinión según el lugar de residencia (CABA o
GBA).
Determinar si la opinión varía en función del sexo, edad y nivel socioeconómico de
los ciudadanos.
Averiguar si la opinión es contraria cuando se es simpatizante del candidato
oficialista y/o presunto ganador.
Indagar acerca de los principales motivos que brindan los ciudadanos para sustentar
sus posturas.
Identificar los principales temas que –según los ciudadanos– deberían ser incluidos
en el debate.

Objetivo general:
Investigar el impacto de las redes sociales virtuales en el estilo de vida de los adultos.
Objetivos particulares:
Elaborar una radiografía de usuarios de redes sociales según frecuencia y
características de participación, sexo, edad y nivel de estudios.
Describir –desde la perspectiva de los usuarios– los cambios provocados por las
redes en sus estilos de vida.
Analizar las principales actividades socioculturales realizadas en el último mes:
prácticas deportivas, concurrencia a espectáculos, reuniones con amigos y/o familiares,
lecturas de libros, etc.

2.3. El marco teórico de la investigación

Teoría, estado del arte y marco teórico


Un buen punto de partida es comenzar distinguiendo entre estos conceptos dado
que no son sinónimos y por varios motivos. Una teoría es un sistema de ideas que
guardando cierta coherencia lógica interna describe, explica y/o predice el
comportamiento de un conjunto de fenómenos de una misma naturaleza con cierto
grado de verosimilitud. Con otras palabras, una teoría es “un conjunto de hipótesis
estructurado” (Galtung, 1973:538). No obstante, debe señalarse que –además de las
hipótesis– la teoría puede estar constituida por axiomas y leyes. En última instancia, el
elemento básico al cual puede reducirse toda teoría es el concepto y en tal sentido, toda
teoría es un sistema conceptual.
Básicamente, la teoría cumple distintas funciones: orienta la investigación;
ofrece un sistema conceptual; brinda un sistema de clasificación; sistematiza, explica y
predice los hechos; ofrece el encuadre necesario a las hipótesis; permite interpretar los
datos y las observaciones; indica áreas no exploradas de conocimiento.
Por su parte, se denomina estado del arte a “lo último”, “lo más avanzado”, “la
tecnología de punta” o “el estado actual de la temática y sus avances”. Con otras
palabras, el estado del arte nos informa acerca de cómo se encuentra el avance del
conocimiento en el momento de realizar la investigación y cuáles son las tendencias
existentes para el desarrollo de la problemática que se piensa abordar.
Asimismo, el estado del arte le sirve al investigador como referencia para asumir
una postura crítica frente a lo que se ha hecho y lo que falta por hacer en relación a la
problemática, para evitar superponer esfuerzos, para evitar errores que ya fueron
superados. Esto explica que no puede considerarse como un producto terminado dado
que hasta puede referirse a investigaciones en curso, sino como una contribución que
genera nuevos problemas para nuevas hipótesis de investigación y representa el primer
y más importante insumo para dar comienzo a cualquier estudio (Londoño Palacio y
otros, 2014).
En cambio el marco teórico implica, por un lado, explicitar desde dónde se
piensa abordar el problema y, por el otro, su desarrollo conceptual. La primera cuestión
supone la decisión acerca del abordaje disciplinario, interdisciplinario,
multidisciplinario o transdisciplinario (Gibbons et al, 1997) y desde cuál/es
perspectiva/s paradigmática/s se lo va a hacer. Esto significa que se ha hecho una
revisión de las diferentes disciplinas y posturas epistemológicas respecto a las
categorías de análisis que hacen a la comprensión del problema. Mientras que la
segunda cuestión implica la conceptualización del fenómeno que se piensa estudiar.
Con otras palabras, el marco teórico ofrece los fundamentos de la respuesta
teóricamente concebida: constituye el argumento elegido por el investigador como el
mejor –ante otros argumentos alternativos– para responder a la pregunta inicial.
Como señala Sautú (2005) el marco teórico constituye un corpus de conceptos
de diferentes niveles de abstracción articulados entre sí que orientan la forma de
aprehender la realidad. Incluye supuestos de carácter general acerca del funcionamiento
de la sociedad y la teoría sustantiva o conceptos específicos sobre el tema que se
pretende analizar.
Se podría señalar que hay autores o posturas –como por ejemplo, el
interaccionismo simbólico desde quien fuera su fundador Herbert Blumer en adelante–
que sugieren evitar el marco teórico previo y, en tal caso, efectuar la consulta al mismo
a posteriori, debe aclararse que aún en esos casos es prácticamente inimaginable que el
investigador puede despojarse totalmente de la totalidad de su propia formación.
El marco teórico conduce a la formulación de hipótesis, proporciona los
principales conceptos, orienta sobre cómo se realizará la investigación (estrategia
técnico –metodológica) y provee del marco interpretativo de los resultados
(Achaerandio Zuazo, 2010).
De lo anterior se desprende que el marco teórico puede ser elaborado con
aspectos parciales de una o varias teorías. Al mismo tiempo puede nutrirse de
testimonios brindados por especialistas entrevistados e información provenientes de
otras fuentes: periódicos, otras investigaciones, internet, etc. Asimismo, puede incluir
datos secundarios y hasta –como complemento– del desarrollo de un breve marco
histórico que permita contextualizar la problemática en tratamiento. Por tales motivos,
queda claro la no concordancia entre teoría, estado del arte y marco teórico. En el
capítulo siguiente se desarrollará el tema de las hipótesis.
CAPÍTULO 4: LAS HIPOTESIS EN LA INVESTIGACION CIENTIFICA

Alfredo Oscar Castro

1- Teorías e Hipótesis:

El objetivo de la investigación científica es la explicación de fenómenos y


problemas en cualquier campo del conocimiento. Explicar un fenómeno o problema
supone a su vez llegar al conocimiento de sus causas o demostrar a que leyes obedece.
Para lograr este resultado, los científicos deben enfocar los problemas a la luz de
teorías e hipótesis, a fin de encontrar bajo que sistemas de regularidades se pueden
ordenar los fenómenos. Una teoría consiste en un conjunto de hipótesis relacionadas
coherentemente entre sí y que dan respuesta a un problema o grupo de problemas en un
campo específico del conocimiento científico.
La propia etimología de la palabra hipótesis, puede ayudarnos a comprender el
papel que juega en la investigación, ya que proviene de los términos griegos e hipo (que
significa debajo y thesis (lo que se pone o ubica)). Entonces se trata de aquello que
subyace o se supone

Como podemos ver, la hipótesis tiene, en el método científico, una doble


función: no solamente pretende el avance de la teoría existente, proporcionando
nuevas adquisiciones empíricamente verificadas, sino que también indica al
investigador cuáles son los aspectos del fenómeno que se deben tener en
consideración. (BOUDON y LAZARSFELD: 1979, 47 a 49)

La teoría, por lo tanto, no es pura especulación, sino algo construido sobre una
serie de hechos. Ahora bien, estos hechos, debidamente conceptualizados
pueden ser analizados lógicamente y, por consiguiente, partiendo de ellos, es
posible deducir nuevas relaciones que todavía no han sido afirmadas por la
teoría. (BOUDON y LAZARSFELD: 47 a 49)

Entonces llamamos teoría científica al conjunto de hipótesis que manteniendo un


orden coherente y complementario entre sí apuntan a comprender, (eventualmente
explicar y predecir), los fenómenos o problemas.

Dado que el proceso de investigación científica no consiste en otra cosa sino en


ver si una determinada respuesta a la cuestión o problema planteada se ajusta o
no a la realidad o no es confirmada por los hechos, emprender sin más, una vez
determinado el problema, la búsqueda de su solución, llevaría al investigador a
actuar a ciegas y sin orden, al no saber en qué sentido orientar el hallazgo de la
solución pretendida. (SIERRA BRAVO.R: 1988, 70 y 71)
Por ello el científico se ve obligado a plantearse nuevos interrogantes y a
efectuar una nueva elección. Después de haberse preguntado qué y en la
determinación del problema, debe inquirir ahora ¿ cuál es la solución o
soluciones probables a la cuestión planteada? En contestación a esta pregunta
ha de efectuar, entre las diversas explicaciones posibles del fenómeno que se le
ocurran, la elección de aquella o aquellas que le parezcan más plausibles o
verosímiles, a fin de proceder a la comprobación en la investigación de su
validez. Esta explicación o solución posible elegida no es otra cosa que la
hipótesis. (SIERRA BRAVO.R, 70 y 71)

Las hipótesis representan, pues, otra nueva concreción del tema a investigar,
necesaria para proceder con el debido orden en la comprobación científica. Precisan, en
general, el objetivo de ésta y orientan la búsqueda de explicación al problema
planteado, lo que equivale a decir que iluminan el proceso de la investigación en sus
distintas fases. Por todo ello, las hipótesis son básicas en toda investigación científica.

1.1 El papel de las hipótesis en los pasos del proceso de investigación:


Hemos marcado en letra cursiva los momentos en que el investigador debe
actuar en relación al planteo de sus hipótesis.

a) Elección del problema a investigar.


b) Recopilación de documentación y definición del problema.
c) Elaboración del Marco Teórico y Formulación de Hipótesis.

d) Deducir y desarrollar consecuencias lógicas y/u observacionales de las Hipótesis.

e) Definir el diseño de la verificación de hipótesis y el procedimiento concreto para su


prueba.
f) Puesta a prueba o contraste de las hipótesis a través de sus consecuencias
observacionales – empíricas.

g) Establecimiento de conclusiones o resultados de la investigación.

h) Extender las conclusiones o generalizar los resultados.

3. ¿De dónde se extraen y cómo se construyen las hipótesis?

Las hipótesis surgen generalmente durante el proceso de planteamiento del


problema; a partir de revisión de literatura relacionada con el mismo; del análisis de
investigaciones preexistentes o postulados teóricos preliminares relacionados con la
cuestión; o de opiniones expresadas por expertos.
Pero también es posible que nos enfrentemos a un problema sobre el que no se
disponga de cuerpo teórico, en ese caso deberemos plantear explícitamente nuestras
propias hipótesis, sean éstas producto de la observación, del razonamiento, la intuición
y /o la analogía.

3.1 - Definiciones:

Hipótesis Científica:

Se trata de enunciados o proposiciones teóricas conjeturales, tentativas, y no


verificadas, referidas a variables o relaciones entre variables que dan cuenta del orden,
regularidad, causa o asociación bajo la que se encuentran los fenómenos o problemas,
referidos a unidades de análisis.
Proposición:
Decimos que es un enunciado de base lógica o empírica compuesto por conceptos.

Concepto:
El concepto, fruto de una abstracción, consiste en la representación mental de un
objeto, situación o fenómeno.

Variable:
En ciencias fácticas (las que estudian hechos o fenómenos, tales como biología,
física, sociología o psicología experimental): Todo concepto que puede asumir distintos
valores, características o atributos susceptibles de medirse.
En filosofía, metafísica o religión (que estudian absolutos, valoraciones, etc, no
sujetos a supuestos o comprobación empírica): Todo concepto que puede asumir
distintas categorías, no necesariamente mensurables.
Cabe mencionar el caso especial de las matemáticas, el álgebra o el cálculo en
general, que a pesar de trabajar con signos y símbolos conceptuales, también emplean
variables abstractas que permiten establecer mediciones.

4 - Condiciones que deben presentar las hipótesis.


Para que una hipótesis científica pueda considerarse tal debe reunir, según R.
Sierra Bravo algunos requisitos: (SIERRA BRAVO: 70 y 71)

- Deben ser conceptualmente claras y fácilmente comprensibles

- Los conceptos usados deben tener vinculación con la realidad empírica

- Las variables que contienen deben ser susceptibles de verificación o refutación


mediante el uso de técnicas asequibles.

- Las mismas deben ser específicas y concretas, ya que si son demasiado amplias y
generales no se podrán verificar directamente.

- Deben estar conectadas con teorías precedentes, a fin de ampliar el conocimiento


disponible.
- Deben tener cierto alcance general, es decir trascender uno o pocos hechos, apuntando
al valor trascendente del saber.

- Deben ofrecer una respuesta probable al problema o fenómeno bajo estudio.


- Sus términos o variables deben ser susceptibles de operacionalización. Este concepto
significa que las mismas deben contener un referente empírico que permita
contrastarlas en la experiencia o en la realidad.

5- Acerca de la cantidad de variables que debe contener una hipótesis:


Respecto a esta cuestión existen posiciones divergentes. La mayoría de los
autores coincide en que para considerarse hipótesis una proposición debe contener al
menos dos variables, en esta línea encontramos a Hans Zetterberg,
(ZETTERBERG:1965, 59 a 64) Por el contrario, otros autores como Johan Galtung,
(GALTUNG:1978 373 a 379), sostienen que son factibles las hipótesis de una sola
variable.

Ejemplo de Hipótesis de una sola variable: Las nubes están compuestas por
gases; Los hombres son mortales; Este árbol es viejo; o El capital depositado ha
aumentado. Como se aprecia se trata en general, de enunciados descriptivos.

Ejemplo de hipótesis bivariada: El uso de anticonceptivos es más frecuente a


medida que aumenta la clase social.

Algunas consideraciones sobre las hipótesis

1. Hipótesis de trabajo o Empíricas:


Constituidas a partir de definiciones operacionales o indicadores, directamente
contrastables y mensurables, utilizadas en una investigación concreta.

Aquellos jóvenes que adquieren tempranamente un manejo del paquete office tienen
mayor posibilidad de obtener puestos con mejores salarios y condiciones físicas de
trabajo que aquellos que no poseen esa capacidad.

1. Hipótesis de trabajo o Empírica:


Durante los siglos XVIII , XIX e inicios del XX, la forma de vida austera y
despojada de lujos de los propietarios norteamericanos, ya sean comerciantes,
industriales o granjeros norteamericanos, a pesar de poseer éstos grandes sumas en sus
cuentas bancarias, estuvo asociada a la creciente cantidad de capitales disponibles en la
Reserva Federal Americana.
1. Hipótesis de trabajo o Empírica:

Cuanto más puntos obtenga un trabajador en el test de “Conformidad con sus tareas”
menos cantidad de faltas presentará en su registro de asistencia.”

A) Según la Cantidad de Variables que contienen las hipótesis:


Según la cantidad de variables que posea una hipótesis puede ser:

1) Univariada (una variable)


Como vimos mas arriba generalmente hacen referencia a uniformidades o regularidades
empíricas.
2) Bivariada: Poseen dos variables

3) Multivariada: Poseen dos o más variables.


Ejemplo de tipo de variables en una Hipótesis Multivariada:
“El sexo, el cociente intelectual y el tipo de composición del hogar, influyen en la
cantidad de horas que un niño ve televisión; según la provincia analizada”.
CAPÍTULO 5: REDUCCIÓN DEL PROBLEMA A NIVEL EMPÍRICO

1. De los conceptos y sus definiciones

Un concepto es una abstracción, es una construcción mental; es una idea que se


tiene acerca de algo. Es la forma consciente de aprehender la realidad aunque nunca
será idéntico a ella. Es el resultado del proceso de conceptualización; conceptualizar
significa captar la esencia del fenómeno, es decir, abstraer aquellas características,
particularidades, atributos, magnitudes, funcionalidades, etc. que permitirán agrupar
bajo un mismo nombre a un conjunto de fenómenos y simultáneamente diferenciarlo de
otro conjunto de elementos –que a su vez–, se hallará identificado con otro nombre. De
esto se desprende que todo concepto supone dos elementos (Zetterberg, 1981):
a) un simbolismo gramatical que es el término (o sea el nombre) empleado para
designar el concepto: “el definiendum”;
b) su definición, el significado (alcance) de dicho término: “el definiens”.
Y esto último es importante, dado que una misma palabra en el lenguaje
cotidiano, en distintas ciencias y aun en una misma disciplina, puede ser empleada con
diferentes significados. Pensemos, por ejemplo, cuando se utiliza la palabra “gato”; ¿a
qué se está haciendo referencia?, ¿al felino o a la danza?, ¿al criquet del auto, al hombre
astuto, al peluquín o a la profesional? De ahí la relevancia de explicitar el contenido del
concepto. Sin embargo, tampoco se trata de caer en el “fetichismo del concepto” sino
manejarlos “como caja de herramientas” para analizar la realidad (Bourdieu, 1975). Con
otras palabras, los conceptos son los elementos básicos al cual se reduce cualquier teoría
o son los ladrillos de una teoría (Corbetta, 2007).
Ahora bien, existen distintos tipos de definiciones, básicamente se pueden
mencionar cuatro (que no son los únicos): dos de naturaleza teórica (nominal y real) y
dos de naturaleza empírica (ostensiva y operacional).
 La definición nominal es aquella que explica el significado apelando a otros
términos ya conocidos. Por lo general, se remite al origen etimológico de la palabra
o a un sinónimo. Es la clásica definición que aparece en cualquier diccionario
(indicando incluso su género y número). Por ejemplo: “anomia” significa “falta de
normas”.
 La definición real o conceptual es más específica, más especializada; informa sobre
los alcances del concepto, sobre sus diferentes aspectos o dimensiones, sobre el
campo aludido por el mismo. Nos enuncia las propiedades consideradas esenciales
del objeto al que se refiere el “definiendum”. Son afirmaciones sobre la naturaleza
de un fenómeno y por lo tanto, pueden ser verdaderas o falsas, según cuál sea el
grado de adecuación de nuestras ideas al objeto en cuestión. Por ejemplo: “anomia”
es una “situación de desintegración o desestructuración normativa que genera en los
individuos estados de confusión o desorientación”. Este tipo de definición se halla
inserta en una determinada teoría o marco teórico.
 La definición ostensiva es aquella que explica el significado apelando o bien a
gesticulaciones o bien a ejemplos concretos del fenómeno aludido. Si se trata, de
explicar qué es un “gato” (el felino) habrá que imitarlo (en su forma de maullar,
etc.), dibujarlo o directamente mostrarlo.
 La definición operacional, como su nombre lo indica, es una definición de trabajo.
Informa acerca de cuáles son los procedimientos para la medición del concepto o
provee de referentes empíricos (indicadores). Dicho de otro modo, mediante la
operacionalización se definen las consecuencias observacionales de las hipótesis que
permitirán recoger las evidencias necesarias para su comprobación o refutación. En
definitiva, se obtienen hipótesis empíricas. A este tipo de definición se volverá más
adelante.
Engels afirmaba que la investigación era “el arte de operar con conceptos”. Sin
embargo, uno de los problemas (obstáculo epistemológico) que enfrentan las ciencias
sociales es el de ocuparse de un “objeto que habla”, corriendo el investigador el riesgo
de sacar los conceptos de la boca de sus informantes sustituyendo sus prenociones
(sociología espontánea del científico) por las prenociones de los sujetos que estudia
(sociología espontánea del objeto) o con una mezcla falsamente científica y objetiva de
ambos. Esto último, estaría justificando la necesidad de las definiciones. No obstante,
estos conceptos tampoco deben ser entendidos meramente de manera “intelectiva” como
conjuntos de términos bien definidos (conceptual y operacionalmente) sino como
conocimientos que aspiran a reflejar en el “objeto construido”, la existencia y el
movimiento del “objeto real”. Por tal motivo, se debe evitar –como ya se señaló– el
“fetichismo del concepto o del texto autonomizado” en el que caen algunos análisis
semiológicos y/o postmodernistas. Los conceptos son “cajas de herramientas” que se
supone fijan, de alguna manera, la identidad de conjuntos de fenómenos. Pero estos
fenómenos no se integran en un mismo conjunto porque son nombrados por una misma
palabra (o definición) sino que previamente formaban parte de un conjunto particular de
fenómenos. En suma, “ni la ‘audacia sin rigor’ de la filosofía social ni el ‘rigor sin
imaginación’ del positivismo hiperempirista” (Bourdieu, 1975).

2. Sobre las variables

En términos generales, las variables son conceptos; pero no cualquier concepto


constituye una variable. Esto significa que existen conceptos constantes y conceptos
variables. Los primeros son aquellos que –una vez que han sido conceptualizados–, van
a permanecer fijos, por lo menos, a lo largo de la investigación que se está realizando;
permitiendo por ejemplo, determinar la población objeto del abordaje o identificando las
propiedades en función de las cuales se va a realizar el mismo.
En cambio, las variables son conceptos que asumen diferentes valores. Es decir,
que las variables se refieren a aquellas propiedades, atributos, características,
magnitudes, funcionalidades, etc., que podrán estar presentes –en algunos casos con
distinta intensidad– o ausentes en cada uno de los casos que conforman el universo de
estudio. Con otras palabras, las variables se utilizan para designar aspectos discernibles
de un objeto de estudio (Korn, 1984), analizar la distribución de una población,
formular relaciones descriptivas, explicativas o predictivas sobre la misma, predicar
algo acerca de su comportamiento, etc.
Un concepto se convierte en variable cuando se aplica como propiedad de
determinadas unidades de análisis (Corbetta, 2007). En definitiva, las variables
presentan dos características fundamentales: por una parte ser características
observables de algo, y por otra ser susceptibles de cambio o variación con relación a los
mismos o diferentes objetos (Batthyány, K., 2011). En definitiva, los términos
constantes son conceptos que no se someten a variación en una investigación –de ahí su
nombre–. Cuando el término adopta más de un valor, se lo denomina –justamente–
variable.
Por ejemplo, supóngase que se trata de llevar a cabo un estudio sobre los
egresados universitarios. El concepto “egresado universitario” una vez definido va a
permanecer constante a lo largo de toda la investigación. En cambio, entre los
egresados existe una multiplicidad de características, propiedades, etc. (género, edad,
religión, inserción laboral, profesión, nivel salarial, estado civil, etc.) que podrán
presentarse de diferentes maneras en cada uno de ellos. Estas últimas son variables.

3. Sistema de categorías o categorización de las variables

Si las variables son conceptos que asumen diferentes valores esos valores se
denominan categorías. Dicho de otro modo, las categorías son las distintas alternativas
que –a los fines de una determinada investigación– presenta la variable; alternativas en
las cuales serán clasificadas o agrupadas las unidades que constituyen el universo de
estudio.
Por ejemplo:

Variables Categorías

Edad hasta 25 / 26 a 30 / 31 o más


Género masculino / femenino
Estado civil soltero / casado / viudo / divorciado / separado

Es importante distinguir entre concepto, variable y categorías, y no confundirlas


en el momento de su explicitación. Si por ejemplo en una hipótesis se afirma: “Los
estudiantes universitarios de ciencias sociales tienen mayor sensibilidad hacia las
expresiones artísticas que los estudiantes de ciencias naturales”. Las variables NO SON:
estudiantes universitarios, mayor sensibilidad, expresiones artísticas, ciencias sociales ni
ciencias naturales. En tal caso, estudiantes universitarios, sensibilidad, expresiones
artísticas, ciencias sociales y naturales son conceptos. Las variables son: tipo de carrera
universitaria estudiada y grado de sensibilidad hacia las expresiones artísticas. Y las
categorías serán: pertenecientes a las ciencias sociales / a las naturales / a otras; y muy
bajo / bajo / medio / alto / muy alto, respectivamente.
3.1. Principios que rigen la categorización de una variable:

La categorización de una variable no es algo arbitrario sino que, por el contrario,


debe respetar algunos criterios y tener en cuenta un conjunto de factores. En primer
lugar, existen dos principios que rigen la categorización de una variable: exhaustividad
y exclusividad.
El principio de exhaustividad señala que el sistema de categorías de una variable
debe contemplar todas las posibilidades de variación, de manera tal, que no quede
excluido ningún elemento sujeto a estudio. Por ejemplo, si la variable fuera “nivel de
remuneraciones de los empleados de una empresa” no sería correcto categorizarla: de $
5000 a 10000 / de 10001 a 15000 / de 15001 a 20000, dado que se dejaría afuera a
quiénes ganan menos de $ 5000 o más de $ 20000. O si la variable fuese “profesión”,
tampoco sería correcto: abogado / ingeniero / médico / relacionista público, porque
también se estaría excluyendo a muchos otros profesionales e incluso (suponiendo que
la población los incluya) a quienes no lo son. Para estos casos habría que prever (si es
que no se desea especificar todas las profesiones) una categoría residual de: “otras
profesiones” y otra: “sin profesión”.
El principio de exclusividad afirma que las categorías de la variable deben ser
mutuamente excluyentes, de manera tal, que una misma unidad de análisis no pueda ser
ubicada en dos categorías simultáneamente. Por ejemplo: si la variable es “edad”, no
sería correcto categorizar: hasta 20 años / de 20 a 25 / 25 o más; dado que aquel
individuo que tuviese 20 o 25 años, podría ser clasificado al mismo tiempo en dos
categorías. En tal caso: hasta 20 años / de 21 a 25 / 26 o más, o hasta 20 años / + 20 a
25 / + 25 años. Una situación diferente puede presentarse cuando realmente la unidad
de análisis –ya no por error de delimitación–, haga posible dicha simultaneidad. Por
ejemplo: supongamos que la variable sea carrera universitaria que cursa el alumno y nos
encontramos con alguien que está estudiando dos carreras al mismo tiempo; en ese caso
–y para garantizar la exclusividad–, o bien se especifica una categoría con la
combinación de ambas carreras: periodismo y publicidad (lo cual puede resultar
engorroso por la cantidad de combinaciones posibles), o bien se abre una categoría de
“varias carreras” o “más de una carrera”, o en caso contrario, se admite la excepción y
se acepta la simultaneidad. Este principio permite también otras excepciones como
ocurre cuando se trabaja con preguntas que aceptan respuestas múltiples que no son
excluyentes entre sí o no se hayan jerarquizadas u ordenadas por prioridad. Por ejemplo:
motivos de elección de un candidato: honestidad / credibilidad / capacidad / plataforma /
trayectoria / ideología / etc. Estos casos de excepción deberán ser tenidos en cuenta –a
la hora de analizar la información–, por ejemplo, para definir la base sobre la que se
calculan los porcentajes darles un tratamiento especial al momento de cargar la
información en el programa informático atendiendo a que, por lo general, esos
programas –supóngase el Excel– no aceptan más de una respuesta por celda. Si llegado
el caso, se quisieran evitar estos inconvenientes, lo aconsejable es trabajar con preguntas
que no acepten respuestas simultáneas y se les permita a los interrogados sólo elegir una
respuesta (la principal, la primera que le venga a la mente, etc.).
3.2. Factores que inciden en la categorización de una variable

Más allá de los principios anteriores, existen otros factores de los cuales depende la
categorización de una variable:

El grado de discriminación deseado para estudiar la población en cuestión, dado que


no es lo mismo distinguir para la variable NSE (nivel socioeconómico) entre bajo /
medio / alto que hacerlo entre muy bajo / bajo / medio bajo / medio neto / medio alto
/ alto / muy alto. Al respecto, cabe señalar que es conveniente –para algunos
estudios– prever más categorías con el propósito de no perder información para
luego, si no resultaran significativas, proceder a su reagrupamiento, recategorización
o reducción (Barton, A. en Korn, F., 1984 y Critto, A., 1982).
Relacionado con lo anterior, otro factor es el tamaño del universo o de la muestra;
dado que por un principio de economía y a los efectos de evitar que la información se
disperse, el número de categorías debe adecuarse a la cantidad de unidades de
análisis; si se trata de trabajar con pocos casos o muestras reducidas y en especial
para análisis cuantitativo, el número de categorías deben ser igualmente reducido.
Al mismo tiempo, la cantidad de categorías debe regularse en función del análisis y
presentación de los resultados posterior dado que no debe perderse de vista que en lo
estudios cuantitativos los resultados serán presentado en cuadros y gráficos
estadísticos y cuanto mayor sea el número de categorías más dificultoso será no sólo
la presentación sino la lectura de los mismos.
Cuando el sistema de categorías constituye una serie graduada como ocurre cuando
se trata de clasificar opiniones o actitudes es conveniente que el número de
categorías sea impar (tres, cinco, siete, etc.) a los efectos de contemplar la posición
intermedia o de neutralidad, por ejemplo: totalmente de acuerdo / de acuerdo / ni de
acuerdo ni en desacuerdo / en desacuerdo / totalmente en desacuerdo (Wainerman,
C., 1976). No obstante, existen casos en donde la neutralidad no es pertinente (por
ejemplo, opinión sobre el aborto en casos de embarazo por violación) y es preferible
reemplazarla por una categoría o alternativa residual (no sabe/no contesta).
En relación con lo anterior, la cantidad de categorías “positivas” y “negativas”
debe ser similar; no es correcto por ejemplo, si la variable fuera “opinión sobre la
película proyectada” categorizarla en: excelente / muy buena / buena / regular / mala,
porque se estaría sugiriendo o induciendo al encuestado para que se incline por
alguna alternativa positiva.
La linealidad del continuo: como ocurre con cualquier procedimiento de medición,
las categorías de una variable permiten ordenar a los elementos estudiados a lo largo
de un continuo que se supone que tiene que ser de la misma naturaleza. Dicho de
otro modo, no se debe incluir en un mismo sistema de clasificación categorías que
pertenezcan a diferentes continuos. Por ejemplo, si la variable fuese “clima laboral”
no sería correcto categorizar en: muy conflictivo / desagradable / amistoso / muy
acogedor porque corresponden a escalas diferentes.
Otro factor a tener en cuenta es la conceptualización de la variable y su adaptación al
contexto sociocultural; por ejemplo, el significado jurídico de la variable “estado
civil” no suele corresponderse con el que cultural o el que socialmente la gente le
asigna, y por lo tanto, puede ocurrir que “separados, divorciados, solteros, unidos de
hecho y hasta viudos” jurídicamente hablando sean socialmente definidos como
“casados”.
En concordancia con lo anterior, otro factor es el objetivo o las necesidades de la
investigación: ¿interesa conocer el status civil legal o social? Si se trata de los
primero, habrá que especificar claramente la variable (“estado civil legal”), en
cambio si se trata de lo segundo se debería especificar “situación de pareja o
matrimonial” y tal vez baste con dos categorías: “con pareja estable / sin pareja
estable”.
También merece destacarse la relación entre

categorización- conceptualización de la variable-marco teórico de la investigación:


debe existir una correspondencia entre los tres aspectos y no que la conceptualización
y/o la categorización nada tengan que ver con el marco teórico. Por ejemplo, si en el
marco teórico se ha desarrollado la problemática de las clases sociales desde una
perspectiva marxista no se debería conceptualizar la variable y menos aún
categorizarla siguiendo los lineamientos funcionalistas y terminar hablando de
niveles socioeconómicos bajo / medio / alto.
Otro elemento condicionante son las características “objetivas” del contexto de
investigación; si se trata por ejemplo, de estudiar cómo se distribuye la población
estudiantil de una universidad (del país) según su nacionalidad, se podría prever:
argentino / peruano / boliviano / uruguayo / etc., pero no tendría sentido: noruego /
italiano / francés / etc. A lo sumo (y para cumplir con la exhaustividad): otras
nacionalidades u otras americanas / otras no americanas.
Relacionado con lo anterior está la posibilidad de acceder a determinadas unidades
de análisis y/o de información; por ejemplo, en el campo de las investigaciones de
mercado/marketing/publicidad se suele categorizar a la variable NSE en ABC1 / C (2
y 3 o amplio) / DE. Sin embargo, últimamente, diferentes consultoras/agencias/etc.
se están cuestionando hasta qué punto es legítimo incluir en sus estudios los niveles
A y B (niveles socioeconómicos muy alto/alto), cuando prácticamente –por un
problema de imposibilidad de acceso o de contacto efectivo–, no se hallan
representados en la muestra.
La categorización también depende de cómo haya sido formulada la hipótesis; en
efecto, muchas veces en las hipótesis no aparecen explicitadas las variables y sí en
cambio las alternativas que –desde luego–, son las que deben tenerse en cuenta. Por
ejemplo: “en las universidades argentinas, mientras que las mujeres se inclinan
mayoritariamente por carreras humanísticas, los hombres optan por carreras no
humanísticas”; aquí ya están expresadas las categorías de ambas variables: carrera
universitaria (humanística / no humanística) y sexo (hombre / mujer).
Con respecto a esta última variable –y aunque se tengan que reiterar algunas
consideraciones–, dos comentarios (que están referidos a la conceptualización y a los
objetivos de la investigación): a) en la actualidad suele diferenciarse entre sexo y
género porque mientras el primero aludiría a características exclusivamente
biológicas o anatómicas (hombre / mujer) el segundo se referiría a “diferencias
psicológicas, sociales y culturales” (masculino / femenino) entre hombres y mujeres
que no son biológicas en su origen (Giddens,1989); al mismo tiempo, habría que
distinguir con la autodefinición que consta en el documento de identidad dado que en
la actualidad es la persona quien legalmente decide el sexo con el que quiere
aparecer en el documento; b) con frecuencia –y especialmente entre los alumnos– , la
variable “sexo” cuando llega el momento de categorizarla suele generar
“comentarios o murmullos” acerca de cuáles son sus alternativas “confundiéndosela”
con la variable “sexualidad”. Si el objetivo tiene que ver con esta última, entonces
habrá que especificar que la variable ya no es “sexo” (o género), que su
conceptualización apunta a la práctica sexual y que lo mismo ocurre con su
categorización (que distinguirá entre heterosexuales / bisexuales / homosexuales /
asexuales).
Por último, las categorías de una variable dependen de su naturaleza; es decir, si es
cualitativa o cuantitativa (ver desarrollo del punto 5). Dicho de otro modo, es
aconsejable categorizar las variables con el máximo nivel de medición posible tal
como a continuación se analizará.

4. Niveles de medición de las variables

Cuando se categoriza una variable se está construyendo una escala; toda escala
es un instrumento de medición. En su acepción más básica y general, medir significa
ordenar a lo largo de un continuo. Existen diferentes niveles de medición que dan lugar
a distintos tipos de escalas:

Nivel de medición o escala nominal: es el más simple de todos, el que menos


información brinda, ya que únicamente clasifica a los elementos estudiados según
semejanzas y diferencias; es decir, que agrupa según equivalencia sin establecer
entre las posiciones de la escala ningún tipo de jerarquización. Por ejemplo: religión
profesada (católico / judío / protestante / etc.); nacionalidad (argentino / chileno /
brasileño / etc.); estado civil (soltero / casado / viudo / etc.). En ningún caso es
posible afirmar que los católicos/argentinos/solteros/etc. son más
felices/inteligentes/pobres/etc. que los protestantes/chilenos/casados/etc. o cualquier
otra relación de inferioridad/superioridad.
Nivel de medición o escala ordinal: como su nombre lo indica –además de clasificar
según diferencias y semejanzas como la nominal–, explicita una jerarquía entre las
distintas posiciones de la escala; con otras palabras, establece una relación de “menor
que” o “mayor que” entre las mismas. Por ejemplo: NSE (bajo / medio / alto); nivel
de instrucción (primario / secundario / terciario / universitario); grados de las Fuerzas
Armadas (soldado / cabo / sargento / coronel / general). La información que esta
escala no brinda es sobre la distancia existente entre las distintas posiciones del
continuo: se sabe que el general tiene más autoridad que el coronel pero no cuánto
más autoridad tiene.
Niveles de medición o escalas intervalares y racionales: estas escalas además de
agrupar según semejanzas y diferencias (como la nominal), de establecer un orden
jerárquico (como la ordinal) brindan información sobre la distancia existente entre
una posición y otra de la escala. Dicho de otro modo, no sólo explicitan una relación
de “mayor o menor que” sino además de “cuánto mayor o menor que”. Básicamente
y sin entrar en las cuestiones estadístico-matemáticas, la diferencia entre ambos tipos
de escalas en principio se encuentra en el punto de origen empleado, o sea, en el tipo
de 0 (cero) utilizado. Las escalas intervalares se valen de un 0 (cero) arbitrario
mientras que las racionales emplean un 0 (cero) absoluto. Un cero arbitrario es un
punto de origen convencional que no implica ausencia de lo que se está midiendo:
simplemente constituye una posición más dentro de la escala que tampoco
necesariamente es la primera. Por ejemplo: la escala con que habitualmente se mide
la temperatura ambiente (0º no significa ausencia de temperatura) o los católicos la
historia (nacimiento de Cristo no implica ausencia se historia) o la altura
(considerando como punto de partida el nivel del mar), etc. Por su parte, el 0 (cero)
absoluto es un cero natural, que sí supone ausencia de lo que se está midiendo
(además de ser una posición más dentro de la escala y por lo general la primera). Por
ejemplo: la escala del velocímetro, de la balanza o del sistema métrico decimal.
Con respecto a los diferentes niveles de medición, corresponde hacer algunos
comentarios:
a) El hecho de que las posiciones de la escala estén numeradas no significa que la
misma sea intervalar o racional. La escala de la ruleta (0 a 36) es nominal; el orden
de largada o de llegada de una carrera es ordinal; la escala de calificaciones (0 a 10)
es ordinal, etc.
b) La circunstancia de que en la categorización de una variable no esté explicitado el
cero no significa que no exista (nivel de ingresos: hasta 500 / 501 a 1000 / 1001 a
1500/ etc.).
c) El hecho de que ninguna unidad de análisis asuma o pueda asumir el valor cero, no
implica que este sea arbitrario; en el ejemplo anterior, aunque todos los individuos
tengan algún ingreso (en pesos) el cero es absoluto (porque precisamente niega la
existencia de ingreso) y de hecho están quienes no lo tienen. En esos casos,
convendría agregar la categoría “sin ingresos” o su equivalente “0 ingreso”.
d) Una misma variable –tal como se indicó más arriba– según su naturaleza, puede ser
categorizada con diferentes niveles de medición. Lo correcto es emplear la escala
que brinde mayor información aunque luego se utilice un nivel inferior. Por ejemplo:
cantidad de materias aprobadas, en lugar de: pocas / regular / muchas, lo correcto
sería: de 0 o ninguna / 1 a 10 / 11 a 20 / de 21 a 30 / más de 30.
e) De lo anterior se deduce que cuando las variables son cualitativas corresponde que
sean categorizadas en forma nominal u ordinal; mientras que cuando son
cuantitativas, lo correcto sería categorizarlas en forma intervalar o racional según
corresponda o lo permita la variable.
5. Clasificaciones de las variables

Existen diferentes formas de clasificar a las variables; a continuación se


desarrollarán tres: de acuerdo a la naturaleza, según la función que cumple en la
hipótesis y de acuerdo a su grado de complejidad.

5.1. Según su naturaleza

La naturaleza de una variable se refiere a lo que la variable intrínsecamente


mide; es decir, al tipo de propiedad aludido por la variable o a las características de las
unidades de análisis. En tal sentido, se puede distinguir entre:
a) variables cualitativas
b) variables cuantitativas (continuas y discretas)
c) variables cualicuantitativas.
Las variables cualitativas como su nombre lo indica miden cualidades, o sea,
atributos o características no mensurables numéricamente. Por ejemplo: ocupación,
nacionalidad, religión, profesión, estado civil, etc.
Las variables cuantitativas miden cantidades, es decir, magnitudes. De acuerdo
a los valores que puedan asumir, podrán ser continuas o discretas. Las continuas pueden
tomar cualquier valor dentro de su rango o se pueden fraccionar (por ejemplo: nivel de
remuneraciones, densidad poblacional, peso, altura, etc.). Las discretas o discontinuas
sólo asumen valores enteros (cantidad de hijos, número de socios, cantidad de materias
aprobadas, etc.).
Con respecto a lo anterior cabe hacer algunas consideraciones:
 El hecho de que una variable –por razones de habitualidad o comodidad–, sea
medida con una escala en donde sólo aparezcan números enteros no significa
necesariamente que sea discreta. Lo determinante es si puede o no asumir otros
valores intermedios (por ejemplo, la variable edad puede ser medida en cantidad de
años y sin embargo, no por ello deja de ser continua ya que también puede
descomponerse en meses, días, etc. o bien puede expresarse en fracciones: 3 ½
años).
 Todas las variables traducidas a tasas, promedios, índices, porcentajes, etc., en la
medida en que sean cuantitativas aunque se refieran a unidades discretas son
continuas (por ejemplo: promedio de hijos por hogar, tasa de mortalidad infantil,
índice costo de vida, etc.).
 El hecho de que una variable pueda “expresarse o medirse” con una escala numérica
no significa necesariamente que sea cuantitativa, dado que puede tratarse de una
variable cualitativa que ha sido cuantificada (por ejemplo: grado de conocimiento
medido en calificaciones numéricas o coeficiente de inteligencia expresado en
puntajes de un test).
 La definición de la naturaleza de una variable muchas veces depende de su
conceptualización y/u operacionalización (tal como más adelante se tratará). En
efecto, algunas variables que en principio son cualitativas luego de su
“instrumentación” terminan siendo cuantitativas dado que a los efectos de su
medición se emplean indicadores cuantitativos (por ejemplo cuando se
operacionaliza nivel de capacitación por la cantidad de cursos realizados o grado de
inteligencia por la cantidad de problemas resueltos en una unidad determinada de
tiempo). En estos casos, habrá que revisar o bien la conceptualización o bien su
operacionalización.
 Existen variables que por su grado de complejidad o por su operacionalización
contienen indicadores continuos y discretos. Para tales casos, esas variables serán
cuantitativas discretas (por ser el menor nivel de medición) o cuantitativas a secas o
bien, cuantitativas continuas si sólo se consideran los valores de índices (por
ejemplo: nivel económico de una persona medido por su nivel de remuneraciones y
cantidad de propiedades).
 Las variables cuantitativas (continuas o discretas) también pueden subdividirse en
agrupadas o no agrupadas, de acuerdo a si a los efectos de su categorización la serie
numérica utilizada es en intervalos simples o agrupados (por ejemplo: cantidad de
hijos 0 / 1 / 2 / 3 / 4 / 5 o más, o 0 / 1 a 3 / 4 a 6 / etc.
Por último, las variables cualicuantitativas son aquellas que por su
conceptualización y/o por su operacionalización, se refieren o contienen aspectos
cualitativos y cuantitativos, es decir, que miden tanto atributos como magnitudes. En
todos los casos, son variables complejas que a los efectos de su tratamiento serán
cuantificadas (por ejemplo: nivel socioeconómico).

5.2. Según la función que cumplen en la hipótesis o en el análisis del problema

Cuando se habla de la función se está haciendo referencia al papel que la


variable desempeña en la hipótesis o a la posición que se le asigna –aunque más no sea
en términos conjeturales–, en el análisis del problema estudiado. Esta decisión depende
de un conjunto de factores:

a) el ordenamiento temporal de las variables;


b) el tipo de hipótesis y la manera de su formulación;
c) el marco teórico;
d) las evidencias que se obtengan de las observaciones previamente realizadas;
e) el posterior análisis de los datos con el uso de los coeficientes estadísticos
pertinentes.

De acuerdo a lo anterior, las variables se clasifican en:

independientes
dependientes
contextuales
antecedentes
intervinientes

Es importante destacar que ninguna de estas funciones es una propiedad


intrínseca de la variable o dicho de otro modo, ninguna variable es a priori
independiente, contextual, antecedente, etc. Por otra parte, una misma variable puede
ser independiente en una investigación e interviniente o antecedente en otra o en
distintas hipótesis de una misma investigación. Además siempre se trata de posiciones
relativas ya que pueden variar a lo largo del proceso de investigación o al finalizar la
misma con los resultados a la vista. Por último, corresponde señalar que una misma
hipótesis puede estar constituida por varias de cada una de estas variables, es decir, que
puede haber dos independientes, tres antecedentes, etc. o que no estén todas las
funciones incluidas en la o las hipótesis y sí en cambio, explicitadas en el diseño de
investigación o, directamente, no aparezcan en la investigación.
La variable independiente (que a partir de ahora se simbolizará con la letra “x”)
es aquella que en la hipótesis cumple la función de supuesta causa, factor determinante
o condicionante o elemento explicativo o descriptor. Dicho de otra manera, es aquella a
la que el investigador le asigna el rol protagónico en el análisis del problema.
La variable dependiente (que se identificará con la letra “y”) es aquella que en la
relación actúa como supuesto efecto, factor determinado o condicionado o elemento
explicado o descripto. Por lo general, es la que identifica el problema que se piensa
estudiar. Se denomina dependiente porque varía en función de la independiente; de
manera tal que, a cada valor que asuma la independiente le corresponderá un
determinado valor de la dependiente. Matemáticamente, se lo podría explicar en la
siguiente fórmula: y = fx
Supóngase la siguiente hipótesis: “La opinión de los adolescentes sobre el aborto
varía de acuerdo a su grado de compromiso religioso, siendo más favorable en aquellos
que observan una menor religiosidad”.

Variable independiente (x): Grado de compromiso religioso.

Variable dependiente (y): Opinión sobre el aborto.

Y esta otra: “El nivel salarial incide en el rendimiento de los trabajadores siendo
que a una menor remuneración existe un menor rendimiento”.

X: Nivel salarial

Y: Grado de rendimiento de los trabajadores.

Nótese que la función de la variable no depende del orden de aparición en la


hipótesis. Sin embargo, sí existe ordenamiento temporal entre ambas: la independiente
antecede a la dependiente:

X Y

Supóngase ahora las siguientes dos hipótesis:

“Cuanto mayor es la cantidad de alumnos presentes en el aula menor es la


calidad de la enseñanza”.

X: Cantidad de alumnos presentes en el aula


Y: Calidad de la enseñanza

“A medida que aumenta el presupuesto educativo aumenta la cantidad de


alumnos presentes en el aula”.

X: Presupuesto educativo

Y: Cantidad de alumnos presentes en el aula

Como puede observarse, en la primera cantidad de alumnos era X mientras que


en la segunda pasó a cumplir la función de Y.

También puede haber simultaneidad o interdependencia entre ambas variables


como ocurre en las relaciones simétricas: “A medida que aumenta la identificación con
los valores, metas y procedimientos de una organización mayores son las posibilidades
de progreso en la misma y viceversa, a medida que se ocupa un puesto de mayor
jerarquía y responsabilidad mayor es la identificación con la organización”.

Simbólicamente sería:

X Y

En estos casos las variables son coetáneas o contemporáneas y cualquiera de


ellas cumple simultáneamente las funciones de independiente y dependiente. Dicho de
otro modo, no existiría una relación unidireccional sino bidireccional y por tal motivo,
es que algunos autores (Selltiz, 1974 y Mayntz, 1988) dudan en considerarla como nexo
estrictamente causal aunque no caben dudas sobre la influencia recíproca y los vínculos
de interdependencia. En estas situaciones, la definición acerca de cuál es el factor o
variable dependiente corre por cuenta del investigador que en principio le asigna tal rol
–como ya fue dicho– al elemento que se pretende explicar, describir o en términos
generales, estudiar.
Con respecto a los otros tipos de variables (contextuales, antecedentes e
intervinientes) y a modo de breve introducción, habría que efectuar las siguientes
consideraciones:
a) En general, pero especialmente en las ciencias sociales, no es aconsejable –dado la
complejidad de las situaciones que se estudian–, plantear relaciones lineales, directas y
aisladas entre dos fenómenos. No es prudente por ejemplo, hablar de una única causa
que produce un único efecto y menos aún, hacerlo en términos mecanicistas o
deterministas al mejor estilo newtoniano. Por otra parte, ya Weber había planteado la
multicausalidad frente el modelo monocausal que planteaba Marx (Pérez Lalanne,
2010).
b) Por tal motivo, en cualquier problemática que se aborde se encontrará una
multiplicidad de factores que podrán interactuar e influir de diferentes maneras en el
fenómeno sujeto a estudio (que se podría identificar como variable dependiente).
c) Conjeturalmente (de acuerdo a lo afirmado más arriba) se podría establecer cuál es a
entender del investigador el o los elementos determinantes (variables independientes) y
simultáneamente atribuirles otras funciones al resto de los factores involucrados.
d) Precisamente esos “otros factores” se los denominan terceras variables y se utilizan
para identificar a todos aquellos elementos que puedan incidir de alguna manera en la
relación entre “X” e “Y”. Ya sea favoreciendo u obstaculizando, condicionando o
especificando, explicando o interpretando, etc., dicha relación (Cfr. Selltiz, 1974;
Hyman, 1984; Mora y Araujo, 1975; Glock, 1973 y Boudon, 1985).
e) Si bien a todos ellos se los considera en términos generales variables intervinientes; a
los efectos de diferenciarlos en cuanto a su posicionamiento y funcionamiento se los
distinguirá y consecuentemente se los denominará variables contextuales, antecedentes
e intervinientes puras o propiamente dichas.
Las variables contextuales (Tc) son aquellas que como su nombre lo indica se
refieren a “campos”, “espacios” o “marcos” para los cuales, se afirman ciertas
relaciones. Estos contextos pueden ser geográficos, históricos, socio-demográficos,
culturales, etc. Dado que existen ciertas “controversias” con respecto a la
especificación de este tipo de variable, se distinguirá entre dos modalidades:

las variables contextuales “convertidas” en constantes o contextuales “únicas”.


las variables contextuales comparativas.

Las primeras se utilizan a los efectos de acotar o de delimitar el campo de


estudio - ya sea por razones económicas, temporales, metodológicas, etc. -, dejando
tácita o explícitamente abierta la posibilidad de trasladar la investigación en cuestión a
otros universos; o la aclaración que en otros escenarios, la relación hipotética afirmada
podría no cumplirse. En definitiva, la variable contextual constante no está negando la
existencia de otros posibles valores (categorías), sino que a lo sumo los mantiene “entre
paréntesis” o “en suspenso”. En última instancia, es una forma de prevenir uno de los
errores de la falacia ecológica (Galtung, 1966, T. 1). Pero además –y nuevamente–, esto
no impide que la misma variable en otra hipótesis o estudio pueda ser contextual
comparativa.
Por su parte, las variables contextuales comparativas son aquellas que establecen
diferentes “campos”, “escenarios” o “colectivos” en los cuales las relaciones o
problemáticas que se estudian pueden (o no) presentar características distintivas. A
diferencia de las anteriores, estas variables –al igual que cualquier otra variable a lo
largo de la investigación–, deben asumir como mínimo dos valores o categorías y
aunque pueda parecer redundante están presentes en la mayoría de los estudios
comparativos (exploratorios, descriptivos o explicativos).
A continuación, algunos ejemplos:

1) “En la localidad de Lomas de Zamora, los hábitos de consumo de bebidas


alcohólicas varían de acuerdo al sexo y la edad, siendo que los jóvenes entre 18 y 21
años beben más que los de otra edad y que las mujeres de cualquier edad”.
Tc (constante): Localidad de Lomas de
Zamora X: Sexo y edad
Y: Hábitos de consumo de bebidas alcohólicas.
2) “En las localidades urbanas a diferencia de lo que ocurre en las rurales, los hábitos
de consumo de bebidas alcohólicas varían de acuerdo al sexo y la edad...”
Tc (comparativa): Tipo de localidad (urbanas / rurales)
X: Sexo y edad
Y: Hábitos de consumo de bebidas alcohólicas.

3) “En la Universidad de Buenos Aires, el grado de aceptación del CBC (Ciclo Básico
Común) es más alto en los estudiantes que tienen una mayor participación
sociopolítica, especialmente en aquellos que cursan carreras humanísticas”.
Tc (constante): Universidad de Buenos Aires
Tc (comparativa): Carrera cursada (humanísticas / no humanísticas)
X: Grado de participación sociopolítica
Y: Grado de aceptación del CBC.

Nótese que todas las variables contextuales (constantes y comparativas) –en la


medida en que le sea asignada tal función–, guardan cierto ordenamiento temporal con
respecto a las independientes y dependientes; es decir, las anteceden:

Tc X Y

Sin embargo, no deben ser confundidas con las variables antecedentes (Ta) que
como su nombre lo indica también se posicionan con anterioridad a la variable
independiente, pero se utilizan para hacer referencia a otras propiedades, atributos o
magnitudes de las unidades de análisis que –sin ser áreas contextuales–, también pueden
incidir en la relación entre “X” e “Y”, ya sea actuando sobre alguna de ellas o sobre
ambas.
Veamos algunos ejemplos:

1) “Entre los adolescentes, los gustos musicales suelen variar según su nivel de
instrucción pero también existe cierta afinidad con las preferencias musicales de sus
padres”.
Tc (constante): Población adolescente
Ta: Preferencias musicales de los padres
X: Nivel de instrucción
Y: Gustos musicales de los adolescentes

2) “El proceso de selección de personal administrativo –en las empresas radicadas en


CAP/GBA–, es más estricto en las de mediana envergadura aunque también pueden
apreciarse diferencias significativas de acuerdo a cuál sea el capital de origen de las
mismas”.
Tc (constante): Lugar de radicación; tipo de personal seleccionado
Ta: Origen del capital (nacional / mixto / americano / europeo / otros)
X: Envergadura de la empresa (Chica / mediana / grande)
Y: Proceso de Selección de personal (muy flexible / flexible / estricto / muy estricto)
En términos conjeturales puede apreciarse que en el primer ejemplo, la variable
antecedente (preferencias musicales de los padres) estaría incidiendo directamente en la
variable dependiente (gustos musicales de los hijos), mientras que en el segundo, la
variable antecedente (origen del capital) podría tener que ver tanto con la independiente
(envergadura de la empresa) como con la dependiente (proceso de selección de
personal).
Por último, las variables intervinientes (Ti) –también llamadas intermedias– son
aquellas que temporalmente se posicionan entre la independiente y la dependiente
actuando como nexo entre ambas; o sea, haciendo posible u obstaculizando su relación,
especificando o interpretándola:

X Ti Y

Ejemplos:

1) “A medida que transcurren los años las personas son menos predispuestas a los
cambios, actitud que varía en aquéllas que están acostumbradas a realizar
emprendimientos”
X: Edad
Ti: Cantidad de emprendimientos realizados
Y: Grado de predisposición para el cambio.

2) “En las empresas del rubro automotriz, a una mayor capacitación del personal le
corresponde un aumento en su rendimiento, siempre y cuando dicha capacitación
redunde en una mejora en la organización de su desempeño”.
Tc: Empresas rubro automotriz
X: Nivel de capacitación
Ti: Grado de organización en el desempeño
Y: Nivel de rendimiento

Como se desprende de lo anteriormente desarrollado, todas estas variables


guardan entre sí, cierto ordenamiento temporal:

Tc Ta X Ti Y

Y es precisamente este posicionamiento uno de los elementos –no el único–, a


tener en cuenta cuando se analiza la hipótesis o los factores presentes en la situación
estudiada, dado que por una cuestión lógica la supuesta “causa” nunca puede producirse
con posterioridad al supuesto “efecto”, o la variable dependiente presentarse con
anterioridad a las consideradas antecedentes o contextuales.
Sin embargo, también se ha dicho que existen otros elementos de juicio (marco
teórico, comportamiento de la situación, análisis estadístico, etc.) y que por sobre todo,
se trata de posicionamientos relativos a la dinámica y complejidad de la problemática
analizada.
Por otra parte, también se mencionó que una hipótesis puede estar constituida
por varias de estas variables:
1) “Observaciones realizadas en los últimos tres años, permiten conjeturar que un
mayor nivel de información sobre el SIDA –en la población drogadependiente–
no redundaría en un aumento del nivel de prevención dado que continuaría
prevaleciendo en dicha población la pulsión de muerte, a menos que se revierta esa
relación pulsional con un adecuado tratamiento terapéutico”.
Tc: Últimos tres años; conurbano bonaerense; población drogadependiente
Ta: Relación pulsional
X: Nivel de información sobre el SIDA
Ti: Tratamiento terapéutico
Y: Nivel de prevención.

2) “A medida que disminuye el nivel socioeconómico de las mujeres en edad fértil,


con pareja estable, que emplean alguna técnica anticonceptiva, disminuye la
eficacia de la técnica habitualmente utilizada, incidiendo en dicha relación el área
cultural de origen y el canal de información (sobre la técnica) empleado”:
Tc (constante): mujeres en edad fértil, situación estable de pareja, empleo habitual de
técnicas anticonceptivas
Tc (comparativa): Área cultural de origen
X: Nivel socioeconómico
Ti: Canal de información
Y: Grado de eficacia de la técnica anticonceptiva.

3) “El interés por la lectura en los niños en edad escolar varía en proporción inversa al
tiempo de exposición frente a los medios audiovisuales, relación que se ve afectada
cuando existen hábitos de lectura en sus padres o cuando se implementan en las
escuelas experiencias con uso de periódicos o talleres afines”.
Tc: Niños en edad escolar
Ta: Hábitos de lectura en los padres
X: Tiempo de exposición frente a los medios audiovisuales
Ti: Implementación en las escuelas de experiencias/talleres de lectura
Y: Grado de interés por la lectura.

5.3. Según su grado de complejidad

El grado de complejidad de una variable remite a las características que asume


su operacionalización o a los procedimientos para su medición. Dicho de otro modo, la
complejidad se relaciona con el grado de abstracción que tenga la variable y de acuerdo
a ello se clasifican en:
 Simples
 Complejas
Las variables simples son aquellas que a los efectos de su medición presentan un
único aspecto y además requieren de un solo indicador. En algunos casos, son variables
que por su proximidad a la realidad o por su nivel de concreción ellas mismas pueden
hacer de referentes empíricos. Sin embargo, en un análisis más estricto todas las
variables requieren de algún tipo de indicador, aunque no esté debidamente explicitado
o forme parte de las mismas.
Un indicador es el referente empírico de la variable; son “observables” en el
sentido amplio del término, es decir, que se “observan” a través de cualquiera de los
sentidos. Son variables concretas que traducen a otras variables abstractas al plano de la
realidad. Con otras palabras, los indicadores son elementos empíricos que permitirán
ubicar a cada unidad de análisis en una determinada categoría de la variable. Como se
verá más adelante, no todos los indicadores son igualmente válidos y confiables.
Un ejemplo de variable simple es “edad”. Habitualmente se la mide en años y
por lo tanto, se la puede categorizar en intervalos etarios. Sin embargo, ¿cuál es en
última instancia, el “observable” al que se apela? A veces, es la respuesta (no siempre
confiable) dada a la pregunta directa o indirecta; otras veces, se apela al documento de
identidad o a algún rasgo físico (rogando que no haya lifting mediante).
Otro ejemplo corriente es la variable “sexo” (categorizada en hombre / mujer).
Habrá que convenir que todavía la pregunta no resulta necesaria y hasta puede parecer
ridícula; pero también habrá que convenir, que cada vez resultan menos confiables los
caracteres secundarios (y hasta nos vemos tentados a apelar a los caracteres primarios);
¿y por qué no, al documento?
¿Y la variable “estado civil” (con sus respectivas categorías legales)? ¿Vale la
respuesta como indicador? Si hasta a veces uno mismo duda al contestarla. Del
documento, ni hablar; el anillo (al que todavía se apela) muchas veces brilla por su
ausencia (deliberada o no). ¿Que la famosa pancita del casado?, (pero..., ¿y el que “nace
barrigón”?) o ¿ciertos hábitos de vida?, etc. Como se habrá visto las variables simples –
sin dejar de serlo–, no siempre son tan “simples”.
Por su parte, las variables complejas son aquellas que a los efectos de su
medición, presentan diferentes aspectos o requieren de más de un indicador. Cada uno
de esos aspectos se denomina dimensiones o subvariables y por lo general, aparecen
explicitados en la conceptualización de la variable. De esto último se desprende, que la
complejidad o no de la variable va a depender –en gran medida–, de cómo se la haya
definido. De esta manera, la operacionalización de la variable será acorde a su
conceptualización y ésta, a su vez, responderá al marco teórico de la investigación.
Cuando se está trabajando con una variable compleja, el primer paso consiste en
descomponerla en sus diferentes aspectos o dimensiones. Luego puede ocurrir que
alguna/s de esas dimensiones continúen aun siendo demasiado abstractas y sea
necesario distinguir para ellas subdimensiones. Después, a cada dimensión o
subdimensión se le asignará el o los indicadores correspondientes. A su vez los
indicadores, en tanto que variables –concretas pero variables al fin–, tendrán sus
respectivas categorías.
Una vez que se ha descompuesto a la variable compleja en dimensiones,
subdimensiones indicadores y categorías, ha llegado el momento de reconstruirla. Para
ello se elabora el índice:
VARIABLE COMPLEJA

Dimensión 1 Dimensión 2 Dimensión 3

Subdimensión Subdimensión
2.1 2.2

Indic. 1.1 Indic. 1.2 Indic. 2.1 Indic. 2.2 Indic. 3.1 Indic. 3.2

A B C A B C A B C A B C A B C AB C

Indic. = indicadores

ÍNDICE

A B C = categorías de los indicadores

Un índice es un indicador complejo que reconstruye la variable; es lo que


permite hacer la síntesis o el resumen de la variable. Es una medida cuantitativa que
posibilita combinar diferentes dimensiones y/o indicadores asignándole a cada unidad
de análisis un único valor (puntaje de índice) y ubicarla en una determinada categoría de
la variable compleja.
El índice permite además cuantificar aspectos cualitativos de la variable y
como ya se ha señalado, a la propia variable. El índice expresa cuantitativamente el
campo de variación –valga la redundancia– de la variable, o sea, su amplitud. De esta
manera, posibilita su tratamiento con un nivel cuasi-intervalar.
Dicho de otro modo, el índice es el resultante de la sumatoria de los puntajes
otorgados a las categorías de los indicadores de las diferentes dimensiones de la variable
compleja. Estos puntajes se adjudican con el fin de cuantificar el peso relativo o la
participación en la variable compleja de cada dimensión, subdimensión, indicador y
categorías.
De acuerdo a como hayan sido construidos, es decir, según el tipo de puntaje que
se utilice y su forma de asignación una forma posible (no la única) de clasificación de
los índices es distinguiendo entre:

 Indices no ponderados
 Indices ponderados

que a su vez, podrán ser:

 Simples
 Porcentuales.

En todos los casos son índices sumatorios: resultantes de la suma de los puntajes
asignados.
Un índice es no ponderado cuando se adjudica a cada dimensión y/o a cada
indicador, el mismo peso relativo o la misma participación en la variable. Esto significa
que cada dimensión tendrá igual cantidad de indicadores y a su vez éstos, el mismo
número de categorías. O en su defecto –si no se puede eliminar algún indicador o
reducir su número de categorías–, habrá que compensar otorgándole un menor puntaje
relativo. De esta manera –y en términos de sumatoria de puntajes–, cada dimensión y
por ende, cada indicador, tendrán iguales puntajes mínimo y máximo (ver ejemplos).
También existe la posibilidad de asignarle a más de una categoría del indicador en
cuestión, el mismo puntaje.
Un índice es ponderado cuando se le asigna –voluntaria o involuntariamente– a
una dimensión, indicador o incluso a una determinada categoría de indicador un mayor
peso relativo, sea en el campo total de la variable o en los campos parciales de las
dimensiones o indicadores.
Por lo general –ya sea por razones teóricas, metodológicas o simplemente por
comodidad operativa–, la mayoría de los índices son ponderados. Lo importante en
estos casos es ser conscientes de la existencia de dicha ponderación; que por otra parte,
muchas veces lleva a descompensar a la propia variable o a distorsionar su medición,
terminando por sesgar –aunque más no sea parcialmente–, la investigación. También es
necesario señalar que además de la justificación metodológica o teórica en algunos
casos la ponderación se efectúa teniendo en cuenta criterios “empíricos” de
representatividad; esto significa que son los propios sujetos estudiados y/o el cliente
para el que se realiza la investigación, quienes “sugerirán el tenor” de la ponderación y
que no necesariamente tiene que coincidir con lo estipulado por la teoría. Por ejemplo,
si se trata de operacionalizar ponderando la variable Grado de Satisfacción de los
clientes de un supermercado, puede ocurrir que en estudios previos (exploratorios -
cualitativos) surja una mayor valoración de la capacidad de la playa de estacionamiento
que de la cantidad de cajas de cobro mientras que para los dueños de dicho
establecimiento lo más importante sean aquellos aspectos que puedan modificar y/o
mejorar como la limpieza, la atención, etc.
La segunda distinción entre simples y porcentuales se refiere al sistema de
puntaje que se emplea. Los índices simples utilizan valores absolutos (enteros o con
decimales) –empleando o no el 0 (cero) inicial–, y por lo tanto, la amplitud del índice y
sus puntajes mínimo y máximo varían para cada variable. Además, resulta más difícil
–e incluso hasta arbitraria–, la apreciación y/o distribución de los pesos relativos.
Por su parte, los índices porcentuales se construyen con valores relativos
(enteros o con decimales) –y en todos los casos–, emplean el 0 (cero) inicial.
Básicamente la idea es llevar la amplitud de cualquier variable a 100 puntos. Luego a
cada dimensión e indicador se le asigna su participación o peso relativo (ver ejemplos).
Entre las ventajas que ofrece este sistema, se pueden mencionar las siguientes:
a) Todas las variables se miden con la misma escala numérica (de 0 a 100), lo que hace
posible las comparaciones, su tratamiento en términos de puntajes de índice como si
fuesen cuantitativas y la aplicación de coeficientes estadísticos (análisis de
correlaciones, regresiones, etc.).
b) Una vez familiarizado con su uso, es más sencillo establecer a priori las amplitudes
de las categorías de la variable compleja dado que a igual cantidad de alternativas, el
rango –si se adopta el criterio de división igualitaria–, siempre es el mismo.
c) Se visualiza realmente la participación que cada dimensión y/o indicador tiene en la
variable, apreciándose fácilmente si existe o no ponderación; e incluso facilita su
representación gráfica.
d) Permite intercambiar diferentes indicadores sin modificar la amplitud de la variable o
de la dimensión.
e) Posibilita compensar la desigualdad en el número de categorías por indicador.

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