Está en la página 1de 31

ANSIEDAD 0.

COMO SUPERAR LA ANSIEDAD Y SER


FELIZ TODOS LOS DIAS.

INDICE.
SIGNIFICADO DE ANSIEDAD.
QUE COSAS CAUSAN LA ANSIEDAD.
ANSIEDAD BUENA Y ANSIEDAD MALA.
SIGNIFICADO ORIGINAL DE ANSIEDAD.
POEMA PARA VENCER LA ANSIEDAD.
EL SEÑOR QUITA LA ANSIEDAD.
LA COMUNION CON DIOS ELIMINA LA
ANSIEDAD.
LA PROMESA DE DIOS.
(Filipenses 4:6) por nada estéis
famosos(ansiosos).

La ansiedad es uno de los problemas


emocionales más frecuentes de nuestros
días en los países desarrollados. Se calcula
que hasta un 20% de personas sufre alguna
forma de ansiedad patológica que requiere
tratamiento: fobias, trastornos de pánico,
ansiedad generalizada en forma de
inseguridad y aprensión constantes,
síntomas físicos como mareos, ahogos,
dolores de cabeza, etc. ¿Cómo se explica
este incremento tan notable en una
sociedad -la occidental- que ha alcanzado
unas altas gotas de progreso técnico y de
riqueza? ¿No es una paradoja que el
incremento del bienestar material tenga la
ansiedad como sorprendente «compañera
de viaje»?
SIGNIFICADO DE ANSIEDAD.
La ansiedad no siempre es patológica.
De hecho, hay un tipo de ansiedad que
actúa como un valioso estímulo en la vida
porque nos motiva. Es la fuerza que nos
impulsa a ocuparnos adecuadamente de
personas o situaciones que lo requieren.
Un ejemplo de esta preocupación positiva
lo tenemos en la actitud de Pablo por las
iglesias en el versículo citado de 2 Co.
11:28. La palabra usada aquí -merimna- es
la misma que Jesús utiliza en Mt. 6:25 para
condenar cierto tipo de ansiedad, lo cual
nos demuestra que el problema no está en
la ansiedad en sí misma, sino en su
contenido -el qué nos preocupa- y en las
actitudes que la rodean.

En su sentido positivo, la ansiedad es una


fuerza que nos lleva a tomar decisiones y
dar pasos necesarios para afrontar mejor
cualquier problema. Hasta aquí podemos
hablar del valor adaptativo de la ansiedad,
la «ansiedad buena» que es una
herramienta necesaria para la vida misma.

Sin embargo, una cosa es ocuparse y otra


preocuparse. La ansiedad en su sentido
más popular conlleva la idea de una
preocupación excesiva por el futuro,
cercana al miedo, que puede erosionar y
hasta paralizar la capacidad de lucha: «Qué
me va a ocurrir? ¿Qué será de mi vida?
¿Cómo evolucionará esta enfermedad?
¿Podré trabajar? ¿Ganaré lo suficiente para
sostener a mi familia?. Un sinfín de
incertidumbres pueden planear sobre
nuestra mente en algún momento de la
vida. La inseguridad y el miedo dominan los
pensamientos en un círculo vicioso del que
no sabemos salir. Es como si el mundo se
nos viniese encima y nos aplastara. No
olvidemos que la palabra ansiedad -o su
sinónima angustia- proviene de una raíz
etimológica que significa estrechez,
desfiladero, algo que ahoga u oprime.
Hemos de combatir este tipo de ansiedad
porque es suele actuar como un lastre en
la vida.

¿QUE COSAS CAUSAN LA ANSIEDAD?


Lo cierto es que vivimos en un mundo
de contradicciones: el llamado «estado del
bienestar» cubre muchas necesidades
sociales básicas, desde la asistencia
sanitaria hasta la jubilación, pasando por
subsidios de invalidez, paro, etc. Sin duda,
esto es un gran avance y debemos aplaudir
los esfuerzos de los gobiernos por
proteger, en especial, a los más débiles. Sin
embargo la realidad es obstinada: cuanto
más tenemos, más parece aumentar la
ansiedad. ¿Será verdad, como alguien ha
dicho, que la ansiedad es mayor cuando
tenemos mucho que perder?

Los factores sociales, sin duda influyen. Sin


embargo, a nuestro entender, la clave no
radica tanto en una sociedad mejor -a lo
cual no renunciamos- como en prevenir
muchas de las situaciones generadoras de
ansiedad. Para ello no basta con un
«mundo mejor», sino que es necesario un
«hombre nuevo». La comprensión plena de
la ansiedad requiere ir más allá de lo social
a lo personal. El problema de muchas
personas hoy no es sólo el miedo a perder
algo o alguien, sino que ya lo han perdido.
Un porcentaje alto de trastornos de
ansiedad está causado por relaciones rotas,
divorcios, problemas familiares, muros de
separación entre personas que antes se
amaban… La fragilidad de las relaciones
personales, la crisis descomunal de
fidelidad y compromiso y el individualismo
actúan como una poderosa fuente de
ansiedad. ¿Por qué? Eliminan de raíz su
antídoto por excelencia que es la seguridad
personal y que se origina en el sentido de
pertenencia mutua, de arraigo comunitario
y de significado en la vida. Su ausencia
pone en marcha un proceso de
incertidumbre y de inseguridad en cuanto
al futuro que desemboca finalmente en
estados de ansiedad patológica.

No obstante, la enseñanza bíblica nos lleva


un paso más allá. A los factores sociales y
personales necesitamos añadir un tercer
elemento generador de ansiedad. La
sensación de seguridad existencial y de una
vida con sentido proviene, en último
término, de la relación personal con Dios.
Cuando ésta se rompe, el ser humano
experimenta miedo. El relato de Génesis
nos describe este hecho de forma bien
elocuente. ¿Cuándo aparece por primera
vez el miedo en la Historia? Justo después
de que Adán y Eva han decidido
independizarse de Dios: «…oí tu voz en el
huerto y tuve miedo….y me escondí» (Gn.
3:10). Antes de la Caída, cuando el hombre
vivía en una relación armónica y cercana
con su Creador, no existía la noción de
ansiedad. Ésta aparece tan pronto como el
Pecado aleja al ser humano de Dios. Por
esta razón, una respuesta adecuada al
problema de la ansiedad implica restaurar
la relación personal con el Dios creador,
fuente de seguridad porque «en Jehová el
Señor está la fortaleza de los siglos» (Is.
26:4).
ANSIEDAD BUENA Y ANSIEDAD
MALA.
Es importante tener clara la enseñanza
bíblica sobre la ansiedad. Con frecuencia,
conceptos erróneos son fuente de
sentimientos de culpa injustos. Debemos
trazar una distinción entre ser ansioso y
estar afanoso (afanarse). La diferencia es
clara no sólo desde el punto de vista
semántico, son vocablos diferentes, sino
también conceptual, reflejan realidades
distintas. Veámoslo:

El carácter ansioso. Ansiedad psíquica.


Se trata de una forma de ser, un carácter,
con una clara base genética. Suele
transmitirse de padres a hijos tanto por
herencia como por aprendizaje («contagio»
emocional al observar las conductas
ansiosas de los padres). Son personas que
se preocupan desmedidamente por todo.
Anticipan los acontecimientos de forma
pesimista y exagerada. Siempre piensan lo
peor. Su mente está llena de malos
presagios; son especialistas en
«terribilizar», es decir imaginan siempre lo
más terrible. Nunca pueden relajarse
totalmente porque cuando han resuelto
una preocupación ya están pensando en la
siguiente. Viven sin tregua, de tal forma
que raramente viven tranquilos.

El carácter ansioso es un problema


psicológico que puede mejorar con ciertas
técnicas. La terapia cognitiva, por ejemplo,
que consiste en enseñar a pensar de forma
más positiva, suele ser de ayuda. Este tipo
de ansiedad, en sí misma, no es un pecado
porque no es incompatible con la confianza
en Dios. Jacob, David, Jeremías y otros
hombres de gran fe pasaron por momentos
de mucha ansiedad, pero en medio de sus
angustias siguieron confiando en Dios de
forma admirable. Como dijo David, «Mas el
día que temo, yo en ti confío» (Sal. 56:3).

«No os afanéis por el día de mañana». La


ansiedad existencial.
A diferencia de la anterior, se trata de una
reacción de desconfianza ante el futuro, en
especial en los aspectos más esenciales de
la vida: comida, salud, abrigo, tal como
Jesús señala en el Sermón del Monte (Mt.
6:25-31). El verbo merimnao aparece hasta
cuatro veces en el texto y da la idea de
estar muy preocupado, abrumado, hasta el
punto de generar inquietud, desasosiego.
Es la misma palabra que Jesús utiliza para
reprochar a Marta su actitud: «…afanada y
turbada estás».
Este tipo de ansiedad es claramente
condenada en la Biblia porque en su base
hay una falta de confianza en la provisión
de Dios. Implica, en la práctica, negar dos
atributos básicos del carácter divino: su
fidelidad y su providencia. Es hacer a Dios
pequeño, convertir al Todopoderoso en un
«dios de bolsillo». Si lo anterior era más un
problema psicológico que requería
tratamiento, la ansiedad existencial -el
estar afanoso- es un pecado que requiere
arrepentimiento. Su mejor tratamiento
radica en poder exclamar como el salmista
con plena certeza: «Mas yo en ti confío, oh
Dios, en tu mano están mis tiempos» (Sal.
31:14-15).

No podemos concluir sin mencionar el


antídoto por excelencia a esta ansiedad
existencial: la oración. El apóstol Pablo nos
ha legado uno de los pasajes más
luminosos sobre el tema en Fil. 4:6-7:

«Por nada estéis afanosos, sino sean


conocidas vuestras peticiones delante del
Dios y Padre en toda oración y ruego, con
acción de gracias»

Este ejercicio espiritual combate la causa


última de la ansiedad descrita al principio:
la separación de Dios. Cuanto más
aprendemos a desarrollar un sentido
constante de la presencia de Dios en
nuestra vida -esto significa la expresión
«orar sin cesar»- tanto más vamos a
experimentar el bálsamo terapéutico de la
paz de Dios. Pablo lo describe con tal
fuerza que sobra cualquier comentario:
«Y la paz de Dios, que sobrepasa todo
entendimiento, guardará vuestros
corazones y vuestros pensamientos en
Cristo Jesús».

PALABRAS DE: Pablo Martínez Vila

SIGNIFICADO ORIGINAL DE LA
PALABRA ANSIEDAD.
En el AT, las palabras traducidas
«preocupación» incluyen dāʾāḡ (Ez. 4:16
RV60 «angustia»; Jer. 17:8 «fatigará» en
RV60), esto es, corazonada ansiosa; ḥārēḏ
(2 R. 4:13 «solicita» RV60), esto es, estar
solícito hacia otro; y beṭaḥ, que implica una
confianza pueril (Jue. 18:7 «estaba seguro»
en RV60) y también señala un sentido de
seguridad infundado (Is. 32:9 «indolentes»
en RV60). En el NT «preocuparse» se
expresa principalmente por melei (Mr. 4:38
«tienes cuidado» en RV60), esto es, estar
interesado en; epimeloumai (Lc. 10:34s.
«cuidó de» en RV60), esto es, cuidar de
alguien; y merimna o merimnaō (Mt. 13:22
«el afán» en RV60), esto es, preocupación
ansiosa.

La palabra [merimnaō] se encuentra


mayormente en advertencias contra el
espíritu afanoso (Mt. 6:25–34; Fil. 4:6; 1 P.
5:7) y su correlativo, un falso sentido de
seguridad; porque estos enemigos de la
vida espiritual son la reacción común a las
experiencias de ansiedad.

La ansiedad se define como «la


manifestación de un sentido de alarma que
surge de algún valor que vemos
amenazado el cual consideramos esencial
para nuestra existencia como persona»
(Rollo May, The Meaning of Anxiety,
Ronald Press, New York, 1950, p. 191). Se
basa en la naturaleza espiritual del
hombre; porque envuelve la capacidad del
hombre para tener aspiraciones creativas,
decisiones morales, la experiencia de culpa
y la capacidad de anticipar la muerte.
Algunos afirman que la ansiedad es un
resultado de la caída del hombre en
pecado y su subsecuente apartamiento de
la comunión con Dios. La ansiedad parece
estar más íntimamente ligada a la relación
que ha sido quebrantada que al hecho del
pecado original; porque Cristo (cuya
naturaleza no fue afectada por el pecado
original) aparentemente experimentó una
aguda ansiedad en el monte de Getsemaní
al enfrentar la perspectiva de ser
abandonado por Dios mientras que aquel
que no conoció pecado era hecho pecado
por nosotros (2 Co. 5:21). La ansiedad que
Cristo experimentó da crédito a la
sugerencia que la ansiedad está inherente
en la tensión entre libertad y finitud. Es la
«descripción interna del estado de
tentación» y como tal, la precondición para
el pecado, aunque no es en sí pecaminosa
(Reinhold Niebuhr, The Nature and Destiny
of Man, Scribners, New York: 1941, I, pp.
168, 182s.). Sin embargo, debido a que el
hombre está esclavizado al pecado original,
usa mal la tensión entre la libertad y la
finitud, ya sea buscando orgullosamente
usurpar la supremacía de Dios por medio
de superar sus limitaciones, o bien
huyendo temerosamente de la
potencialidad creativa que está presente
en este estado de ansiedad en un esfuerzo
por ganar una seguridad inmediata y
absoluta de alguna fuente finita.

Fuente: DICCIONARIO TEOLOGICO.

POEMA PARA VENCER LA ANSIEDAD Y


SER OSADO Y VALIENTE.

Si puedes conservar la cabeza cuando a tu


alrededor todos la pierden y te echan la
culpa; si puedes confiar en ti mismo
cuando los demás dudan de ti, pero al
mismo tiempo tienes en cuenta su duda;
Si puedes esperar y no cansarte de la
espera, o siendo engañado por los que te
rodean, no pagar con mentiras, o siendo
odiado no dar cabida al odio, y no obstante
no parecer demasiado bueno, ni hablar con
demasiada sabiduría…
Si puedes soñar y no dejar que los sueños
te dominen; si puedes pensar y no hacer de
los pensamientos tu objetivo; si puedes
encontrarte con el triunfo y el fracaso
(desastre)y tratar a estos dos impostores
de la misma manera;
Si puedes soportar el escuchar la verdad
que has dicho: tergiversada por bribones
para hacer una trampa para los necios,o
contemplar destrozadas las cosas a las que
habías dedicado tu vida y agacharte y
reconstruirlas con las herramientas
desgastadas…
Si puedes hacer un hato con todos tus
triunfos y arriesgarlo todo de una vez a una
sola carta, y perder, y comenzar de nuevo
por el principio y no dejar de escapar
nunca una palabra sobre tu pérdida;
Y si puedes obligar a tu corazón, a tus
nervios y a tus músculos a servirte en tu
camino mucho después de que hayan
perdido su fuerza, excepto La Voluntad que
les dice “¡Continuad!”
Si puedes hablar con la multitud y
perseverar en la virtud o caminar entre
Reyes y no cambiar tu manera de ser;
Si ni los enemigos ni los buenos amigos
pueden dañarte, si todos los hombres
cuentan contigo pero ninguno demasiado;
Si puedes emplear el inexorable minuto
recorriendo una distancia que valga los
sesenta segundos tuya es la Tierra y todo lo
que hay en ella, y lo que es más, serás un
hombre, hijo mío.
Poema de: RUDYARD KIPLING

EL SEÑOR QUITA LA ANSIEDAD.

Cada uno de nosotros cuenta con una


lista enorme de circunstancias que
conducen al afán: problemas en las
relaciones, dificultades financieras, niños
traviesos, presión en el trabajo o por no
tener trabajo y así sucesivamente. Y
además, aparte de nuestra vida personal,
pareciera que el mundo fabrica una serie
de eventos a gran escala que producen
más afán: incertidumbre económica,
guerra, estallidos sociales, los cuales nos
llegan en una cinta transportadora de
cobertura informativa las veinticuatro
horas del día. ¿A caso el mandato de Dios
es obsoleto o irrazonable, debido a tantas
dificultades?
La Palabra de Dios es inmutable
La Palabra de Dios es inmutable, y la
verdad que hay en ella, permanece intacta
por las circunstancias y los tiempos
cambiantes. De modo que como creyentes,
debemos tomar este mandato seriamente.
Sin embargo, ¿de qué manera podemos
obedecer dicho mandato? ¿Cómo es
posible que por nada nos afanemos?

Es preciso ver lo que se dice antes de este


mandato y lo que sigue después de este
mandato. Uno de los principios al estudiar
la Biblia es que nunca debemos aislar un
versículo e interpretarlo por sí solo. El
contexto es importante; lo que precede a
“por nada estéis afanosos” es Filipenses
4:5, uno de las garantías más
reconfortantes que existe en toda la Biblia:

“El Señor está cerca”.

Este hecho ciertamente se aplica a la


venida del Señor, sin embargo, también se
aplica a Su presencia en nosotros hoy.
Ahora mismo, Él está cerca de nosotros. De
hecho, Él está más cerca de lo que
imaginamos. Él está en nosotros, en
nuestro espíritu humano.

Bajo nuestro propio poder es imposible por


nada estar afanosos. Dios está consciente
de esto y no espera que llevemos a cabo
este mandato nosotros solos. “El Señor
está cerca” comprueba que junto con el
mandato del Señor viene el suministro para
satisfacer lo que se nos exige.
No obstante, tendemos a poner nuestro
enfoque en aquello que se nos exige en vez
de en aquello que se nos suministra.
Cuando leemos “por nada estéis afanosos”,
nos afanamos al intentar no afanarnos. En
vez de eso, debemos poner nuestro
enfoque en el suministro proporcionado
por el Señor para satisfacer aquello que se
nos exige, lo cual es Su propia presencia.
En nosotros mismos, vemos que este
mandato es irrazonable, pero cuando
reconocemos la presencia del Señor en
nosotros nos damos cuenta que es nuestro
afán el que es irrazonable, debido a que Él
está cerca y listo para socorrernos. Si
percibimos de cuán cerca está el Señor,
también percibiremos que no hay
necesidad de permanecer preocupados.
LA COMUNION CON DIOS ELIMINA
TODA ANSIEDAD.
De modo que antes del mandato,
tenemos la palabra que nos dice que el
Señor está cerca y listo para socorrernos.
Pero ¿qué sucede con nuestra lista de
cargas que nos hace que estemos
afanados? ¿De qué manera le traspasamos
estas preocupaciones a Él? Es preciso que
veamos que lo que sigue después del
mandato en Filipenses 4:6 es la manera de
llevar a cabo el mandato:

“Por nada estéis afanosos, sino en toda


ocasión sean conocidas vuestras peticiones
delante de Dios, por medio de oración y
súplica, con acción de gracias”.

Este versículo nos dice que en toda


ocasión: en cada asunto, circunstancia,
situación, podemos orar y suplicar con
acción de gracias y dar a conocer nuestras
peticiones delante de Dios.

Las notas de la Versión Recobro nos


proveen una gran ayuda cuando aplicamos
este versículo:

La nota sobre oración: “La oración es


general y su esencia es la adoración y la
comunión; la petición es especial, y se hace
por necesidades específicas”.

La nota con acción de gracias: “Tanto


nuestra oración como nuestra petición
deben ir acompañadas de nuestras
acciones de gracias al Señor”.

El Señor está cerca, y por medio de la


oración y la petición con acción de gracias,
sencillamente podemos decirle por lo que
estamos atravesando. Podemos hacerle
saber nuestras necesidades y peticiones
específicas y así ser guardados de nuestras
preocupaciones. Debido a que el Señor
está cerca, no hay necesidad de llevar
nuestras cargas solos.

El maestro y autor Watchman Nee, una vez


uso un ejemplo de tres obreros de la
construcción pasándose ladrillos por medio
de las escaleras. Uno de los hombres
pasaba los ladrillos del primer nivel al
segundo y otro hombre los pasaba del nivel
donde estaba al siguiente. Todo se lleva a
cabo sin contratiempos mientras que los
ladrillos sigan adelante. Sin embargo, si el
segundo hombre para de pasar los ladrillos,
será aplastado pronto debido al aumento
de peso de la carga.
A menudo nos encontramos en la posición
del segundo hombre. Durante todo el día
recibimos preocupaciones, problemas y
cargas. Y cuando nos asimos a ellas, pronto
nos abruman por el peso del afán. ¿Qué
debemos hacer? Tan pronto como
recibimos las preocupaciones y nos
sentimos amenazados bajo su peso, es
preciso que las pasemos a un nivel más
alto. Sencillamente podemos volvernos al
Señor y orar en cualquier momento del día
y hacerle saber por lo que estamos
pasando, entonces, Él recibirá nuestras
cargas. ¡Que provisión tan maravillosa!
¡Cuán agradecidos debemos estar!

LA PROMESA DE DIOS.
Podemos obedecer el mandato en el
versículo 5: “por nada estéis afanosos” al
cumplir las condiciones que están en el
versículo 6: “En toda ocasión sean
conocidas vuestras peticiones delante de
Dios, por medio de oración y súplica, con
acción de gracias”.

El resultado de esta oración es que


disfrutamos la promesa de paz presentada
en el próximo versículo: Filipenses 4:7.

“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo


entendimiento, guardará vuestros
corazones y vuestros pensamientos en
Cristo Jesús”.

Las notas de la Versión Recobro nos


ayudan a ver como la paz llega a ser
nuestra y como nos guarda del afán:

La nota sobre paz: “El resultado de


practicar la comunión con Dios en oración
es que nosotros disfrutamos la paz de Dios.
La paz de Dios es en realidad Dios como
paz (v. 9) infundido en nosotros mediante
nuestra comunión con Él por medio de la
oración; esta paz contrarresta los
problemas y es el antídoto para los afanes
(Jn. 16:33)”.

La nota sobre guardará: “O, montar


guardia. El Dios de paz patrulla
continuamente nuestros corazones y
pensamientos en Cristo, preservándonos
en calma y tranquilidad”.

Mientras traemos nuestras preocupaciones


y cargas a Dios con oración y súplica,
disfrutamos tener comunión con Dios. El
resultado de tal comunión con Dios es que
la paz de Dios se imparte a nosotros,
calmando todo afán. Incluso, Su paz
patrulla sobre nosotros, montando guardia
delante de nuestros corazones y
pensamientos, guardándonos de cualquier
cosa que llegue a perturbar nuestra calma
en Él.

El mandato del Señor es claro: por nada


estéis afanosos. Y Su palabra y promesa
también son claras: El Señor está cerca, y al
dar a conocer nuestra petición por medio
de oración y súplica, la paz de Dios
guardará nuestros corazones en Cristo
Jesús. Debemos recordar cuán cerca Dios
está, podemos tener comunión con Él al
orar y entregarle todas nuestras
preocupaciones. Cuando hacemos esto,
cumplimos con Su mandato
espontáneamente al disfrutar de la paz que
nos prometió infundida en nuestro ser por
medio de nuestra oración.

YEURIS MARTINEZ.

También podría gustarte