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DEONTOLOGÍA Y PROSOCIALIDAD

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y JURIDICAS DERECHO

TEMA 1

DEONTOLOGIA, MORAL Y ÉTICA PROFESIONAL

1.1. APROXIMACIONES DE DEONTOLOGIA

Lo primero que vamos a hacer es determinar el origen etimológico del


término deontología. En este sentido tenemos que establecer que es de
origen griego, pues es fruto de la suma de dos componentes de dicha
lengua:

•“Deontos”, que puede traducirse como “deber u obligación”.

• “Logía”, que es sinónimo de “estudio”.

Deontología es un concepto que se utiliza para nombrar a una clase de


tratado o disciplina que se centra en el análisis de los deberes y de los valores
regidos por la moral.

Se dice que el filósofo británico Jeremy Bentham fue el responsable de


acuñar la noción. La deontología forma parte de lo que se conoce como
ética normativa (la filosofía que indica qué debería considerarse como
bueno y qué es lo que debería calificarse como malo). Esto quiere decir que
cada profesión, oficio o ámbito determinado puede tener su propia
deontología que indica cuál es el deber de cada persona.

1.2. CONCEPTO DE DEONTOLOGÍA

La deontología o teoría deontológica se puede considerar como una teoría


ética que se ocupa de regular los deberes, traduciéndolos en preceptos,

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normas morales y reglas de conducta, dejando fuera de su ámbito


específico de interés otros aspectos de la moral.

El término deontología fue acuñado por primera vez por Jeremy Bentham,
que la define como la rama del arte y de la ciencia cuyo objeto consiste en
hacer en cada ocasión lo que es recto y apropiado.
Cuando esta teoría se aplica al estricto campo profesional hablamos de
deontología profesional y es ella, en consecuencia, la que determina los
deberes que son mínimamente exigibles a los profesionales en el
desempeño de su actividad.

Estos deberes, es habitual que se plasmen en códigos, códigos de ética que


rigen la actuación de los representantes de la profesión (colegiados) con el
fin de que a través del buen hacer se obtengan resultados deseables.
Cuando se habla de deontología profesional se entiende por tal los criterios
compartidos por el colectivo profesional convertidos en un texto normativo,
un código deontológico.

Concepto de La deontología profesional es por tanto una ética aplicada,


aprobada y aceptada por el colectivo profesional, lo que entraña un
código de conducta, una tipificación de infracciones, un sistema de
recepción y análisis de consultas, propuestas o quejas, un procedimiento de
enjuiciamiento, y finalmente, si procede aplicarlo, un sistema de sanciones.

1.3. CONCEPTO DE ÉTICA.

En términos comunes, la ética es el conjunto de principios que definen lo que


es bueno y lo que es malo en la vida humana. Alguien es calificado de

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"ético" cuando su actividad es consecuente con esos principios y realiza


aquello que una determinada sociedad estipula como bueno.

Toda profesión, en sentido amplio, supone un saber científico y técnico,


tanto en el orden teórico como en el orden práctico. Es decir, toda profesión
supone un conocimiento más o menos especializado y unas habilidades
vinculadas a ese conocimiento y que permiten actuar el saber. Se trata, por
consiguiente, de un saber teórico-práctico. La profesión, además, supone
un ejercicio de ese saber a nivel público al interior de una determinada
sociedad. La ética profesional es, en un primer momento, aquel conjunto de
principios que permite distinguir lo bueno de lo malo en ese quehacer de un
saber teórico-práctico en una sociedad, es decir, cuándo ese quehacer es
bueno y cuándo es malo. Entonces, para hablar de deontología, es preciso
antes, hablar de ética, pues ambos conceptos están estrechamente
relacionados. Según el DRAE, ética (Del lat. ethĭca, y este del gr. ἠθική), es:
“El conjunto de normas morales que rigen la conducta de la persona en
cualquier ámbito de la vida”. Y por otro lado, también es: “Parte de la
filosofía que trata del bien y del fundamento de sus valores”. Algunos autores
consideran que es el único patrimonio que podemos llevarnos a la tumba.
La deontología es “Ciencia o tratado de los deberes”.

1.4. ETICA Y MORAL.

“Ética” deriva de la palabra griega ethos. Hay dos significados de “ética” en


el lenguaje griego que revelan dos modos de entender y explicar el
comportamiento moral de las personas:

a) Êthos ( ): significaba “carácter”, “modo de ser”. Este es el sentido

que tiene la palabra “ética” en los poemas de Homero(s. -IX o -IIIV),

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Iliada y Odisea. Según este modo de entender la ética, el


comportamiento moral depende del “carácter” o “modo de ser” de
las personas. El “carácter” o “modo de ser” está determinado por la
herencia (genética o social) y, por tanto, no se puede cambiar. Así,
pues, las normas y los valores morales son inmutables.

b) Posteriormente (s. -V), éthos ( ) significó “uso”, “costumbre”,

“hábito”. Con este sentido aparece la palabra “ética” en los escritos


de la sofística, de Platón, de Aristóteles... Según esta manera de
entender la ética, el comportamiento moral depende de los hábitos
o costumbres. Los hábitos o costumbres son producto del acuerdo
social y, por tanto, se pueden modificar mediante nuevos acuerdos
sociales. Además como los hábitos o costumbres los aprendemos,
necesitamos de la educación moral para adquirir hábitos de “buen”
comportamiento.

“Moral” deriva del latín mos, moris. Su significado etimológico era


“costumbre”, y también “norma” o “precepto”. De la fusión de ambos
sentidos (“costumbre” y “norma”) surge la concepción latina de la moral. La
moral, entendida como “buena costumbre” está formada por los diversos
modelos sociales de comportamiento. Estos modelos funcionan como
patrones de buena conducta y sirven para valorar el comportamiento de
las personas. Así, “moral” hace referencia a las “formas de vida”; éstas
reflejan las ideas compartidas acerca de los valores y del sentido de las
cosas.

Ética y moral. Si unimos los significados etimológicos de las palabras “ética”


y “moral”, podemos decir que la moral se refiere tanto a las acciones como
a los productos humanos susceptibles de ser valorados como “buenos” o
“malos. Y que la ética es una reflexión filosófica sobre nuestro

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comportamiento moral (sobre las costumbres, normas, responsabilidad,


valores, obligación...) orientada a buscar soluciones a los problemas que
tiene una persona consigo misma (resolución de conflictos intrasubjetivos) y
a los que genera la convivencia con otras personas (resolución de conflictos
intersubjetivos). Así pues, la ética es la reflexión filosófica sobre la moral.
Dicho de otro modo, el objeto de estudio de la ética es la moral.

1.5. TAREAS DE LA ÉTICA.

Para reflexionar sobre la moral, la ética hace una investigación filosófica


sobre el comportamiento moral de las personas. El punto de partida es, pues,
la descripción de la vida cotidiana (ética descriptiva). Después procede a
criticar y reformular las normas morales vigentes en la vida cotidiana de
acuerdo con principios éticos racionales (ética normativa). Estos principios
también son revisados y cuestionados por una reflexión crítica más profunda
(metaética). Finalmente, tras esta doble revisión crítica, ofrecerá normas,
valores y principios morales concretos para orientar nuestra conducta en la
vida cotidiana (ética aplicada).

Ética descriptiva o empírica. Pretende describir los diversos fenómenos de la


vida moral, explicarlos y hacer una teoría general de la conducta humana.
Uno de los aspectos que más le interesa es el proceso de moralización o de
transmisión de normas morales. La investigación sobre este proceso, le ha
permitido, a la ética descriptiva, poner de manifiesto que nuestro
comportamiento es producto de un proceso de socialización que nos
“modela” con las normas, los valores y los principios morales dominantes de
nuestra cultura. Pero, nuestro comportamiento no es sólo un producto de
nuestra cultura. Nosotros también decidimos qué “forma de vida” queremos.
Y, con nuestro comportamiento moral, también “modelamos”
(transformamos) nuestra cultura. Además, la investigación sobre el proceso

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demoralización le ha permitido, a la ética descriptiva, evidenciar que decidir


“no-seguir” algunas de las normas impuestas por el uso y la costumbre
supone tener que superar numerosos obstáculos en la vida. Por último,
conocer quiénes son los agentes socializadores, qué nos transmiten y para
qué, hace que la ética descriptiva nos ayude a decidir qué normas morales
merecen ser obedecidas y cuáles ignoradas o substituidas para poder
construir nuestra “manera de vivir”.

Ética normativa. Pretende establecer principios generales que se


autorrecomienden y que fundamenten de forma racional (sin apelar seres
sobrenaturales) las normas morales vigentes. Nos proporciona sistemas de
reglas prácticas para la “vida buena”. Por ejemplo, la ética de Platón nos
dice que “es preferible sufrir la injusticia que cometerla”; el utilitarismo, que
debemos comportarnos de tal manera que las consecuencias de nuestros
actos proporcionen la mayor felicidad posible al mayor número de
personas; la ética de Kant nos dice: “obra sólo según aquella máxima
[norma] que puedas querer que se convierta, al mismo tiempo, en ley
universal”.

Ética crítica o metaética. Es una reflexión crítica sobre éticas normativas.


Investiga el lenguaje que utilizamos cuando decimos qué debemos hacer o
qué queremos decir cuando decimos que un comportamiento es “bueno”.
A diferencia de la ética tradicional, la metaética no responde a interrogantes como
«¿qué es "lo bueno"?», sino más bien a «¿qué hace una persona cuando habla
acerca de lo "bueno"?», o bien «¿qué características son propias del lenguaje
moral?»

Ética aplicada o ética práctica. Propone normas morales concretas


aplicables a nuestra vida cotidiana. Esas normas se traducen en códigos
deontológicos (elaborados por mayorías o por consenso) como los de la

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práctica médica, los de la creación y utilización de nuevas tecnologías, los


de los negocios, los de la política, etc.

Como vemos, el punto de partida y el punto de llegada de la reflexión ética


es la vida cotidiana. Y esto es así, porque lo que preocupa es saber si es justo
el derecho a la propiedad privada, si merecemos recibir una asistencia
médica adecuada, si podemos decidir sobre la maternidad y/o la
paternidad, si podemos elegir morir dignamente, si debemos obedecer
todas las leyes vigentes, si la violencia es el método adecuado para resolver
los conflictos, si debemos tener libertad de expresión, si está justificado el
paternalismo, si es justo el sistema económico capitalista...

1.6. ALGUNOS CONCEPTOS RELEVANTES.

Cuando analizamos la realización de una “acción moral” (como, por


ejemplo, ayudar a una persona agredida), descubriremos una serie de
conceptos que están interrelacionados tales como: “normas”,

“responsabilidad”, “valores”, “obligación”.

Veámoslo: el análisis de la acción moral “ayudará una persona agredida”,


nos revela, en nuestro comportamiento, el valor del respeto a la integridad
física o psíquica de las personas, la obediencia a la norma moral “las
personas debemos ayudarnos entre nosotras”, la obligación de cumplir tal
norma porque valoramos positivamente este tipo de comportamiento y
nuestra responsabilidad de evitar las agresiones en la medida de nuestras
posibilidades. En este apartado vamos a tratar de clarificar el significado de
tales conceptos.

1.6.1. Acciones morales.

Cada día, y a lo largo de toda nuestra vida, realizamos múltiples acciones:


la digestión, respirar, comer, ir al cine, leer un libro, estudiar, cocinar, limpiar,

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convivir, denunciar las injusticias... De todas estas acciones, sólo son morales
las que hacemos de forma consciente y libre y, además, tienen
consecuencias sobre otras personas. Aquí tenemos la definición de acción
moral. Según esta definición, sólo las personas podemos realizar acciones
morales. Cuando analizamos una acción moral podemos diferenciar en ella
los siguientes elementos:

- El motivo (¿por qué lo hago?) que nos mueven a actuar. Para que
nuestra acción sea moral, el motivo ha de ser consciente.

- La intención (¿para qué lo hago? que tenemos, el resultado que


pretendemos conseguir, es decir, el fin que buscamos. La conciencia
del fin y la decisión de actuar hacen que las acciones morales sean
voluntarias (las hacemos porque así lo hemos decidido).

- Los medios (¿cómo lo hago?) que debemos emplear para conseguir


el fin deseado. La elección de los medios debe tener en cuenta que
“el fin no justifica los medios”.

- El resultado (la realización de la acción) y las consecuencias (cómo


afecta nuestra acción a las personas que nos rodean) ¿Qué consigo
al hacerlo?

1.6.2. Normas morales.

Antes de definir qué son las normas morales, debemos saber que:
- Una norma es una regla o pauta que indica cómo hacer algo.

- Las normas expresan obligaciones (dicen que “algo” es un deber).

- Hay varios tipos de normas:

•Normas de cortesía: Se debe ceder el paso a las personas


mayores.

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•Normas de tráfico: Se debe respetar el paso de peatones.

•Normas de convivencia social: Se debe mantener limpia el


aula.

•Normas morales: Se debe decir la verdad.

•Normas legales: Se debe pagar impuestos al Estado. Las


normas morales son normas generales que regulan la conducta de una
persona respecto de otras personas en los aspectos que hacen referencia a
la preservación de la integridad física, el bienestar, la distribución equitativa
de los recursos limitados y la libertad de actuar. Debemos tener en cuenta
que la fuerza de la costumbre y la inercia de la tradición nos llevan a pedir
respeto y obediencia a normas morales que ya han dejado de cumplir la
función para la que se concibieron. De ahí la necesidad de hacer ajustes y
cambios en las normas morales vigentes.

1.6.3. Responsabilidad moral.

Hemos definido la acción moral como aquella que se realiza de forma


consciente y libre y que, además, tiene consecuencias sobre otras personas.
La responsabilidad tiene que ver con la conciencia y con la libertad. Sólo
seremos responsables de nuestra conducta moral cuando:

- nuestro comportamiento tenga un carácter consciente. Es decir,


cuando conozcamos las circunstancias y consecuencias de nuestras
acciones. La ignorancia es un eximente de la responsabilidad, pero
esa exención sólo estará justificada cuando no seamos responsables
de nuestra propia ignorancia.
- nuestra conducta sea libre. Si nos hallamos coaccionadas por causas
externas, perdemos el control sobre nuestros actos y se nos cierra el
camino de la elección y la decisión propias (perdemos la libertad). El

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resultado es que realizamos actos no decididos libremente y, por


tanto, no se nos puede hacer responsables de nuestros actos. Ahora
bien, que la coacción exterior nos pueda anular la voluntad (libertad)
y nos pueda eximir de la responsabilidad, no debe ser tomado en un
sentido absoluto, porque, en la mayoría de los casos, a pesar de la
coerción externa, todavía nos queda un margen de opción y, por
tanto, de responsabilidad moral.

1.6.4. Valoración moral.

La moral, como ya hemos visto, se refiere tanto a las acciones como a los
productos humanos que pueden ser valorados como “buenos” o “malos”.
La valoración moral consiste en atribuir un valor a una acción o producto
humano. Cuando analizamos la acción de valorar, nos encontramos con
estos tres elementos:

- El valor atribuible. Aunque no existe acuerdo respecto a qué son los


valores, podemos definirlos como un conjunto no bien especificado
de términos que denotan entidades abstractas (que no son objetos).
Son valores los términos como paz, justicia, belleza, felicidad, bien,
libertad, igualdad, solidaridad, amistad, autoestima... Los valores
representan el deber ser (el ideal o utopía), no el ser (la realidad), por
eso son guías de conducta. En general, los valores siempre han
nombrado defectos, faltas, algo de lo que carecemos pero que
deberíamos tener. Por ello, los valores nos sirven para denunciar las
carencias de la sociedad y para intentar transformarla. Por ejemplo,
cuando decimos que la sociedad debe ser justa, estamos indicando
que ahora no lo es y que tenemos que conseguir que lo sea.
Actualmente se acepta que los valores, principios e ideales de nuestra
cultura vienen recogidos en los denominados “derechos

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fundamentales”, expresados en la “Declaración Universal de los


Derechos Humanos”.

- El objeto valorado. Los objetos susceptibles de valoración moral son


las acciones morales, los actos humanos cuyos resultados y
consecuencias afectan a otras personas.

- La persona que valora. Cuando valoramos emitimos un juicio sobre la


bondad o maldad de los actos morales. Juzgamos desde los
principios, normas y valores propios que tenemos interiorizados. Es
decir, valoramos desde nuestra cultura.

Para realizar una valoración adecuada de los actos morales, debemos tener
en cuenta todos y cada uno de los elementos constitutivos de las acciones
morales (motivación, intencionalidad, fin, medios, resultados y
consecuencias). Y para valorar adecuadamente a una persona hay que
considerar sus actos globalmente, y no de modo aislado. Los actos aislados
no definen nuestra personalidad moral. No somos mentirosas porque
hayamos dicho alguna mentira.

1.6.5. Obligación moral.

Nuestro comportamiento moral está orientado por las normas morales. Las
normas morales expresan obligaciones (dicen que “algo” es un deber). En
este sentido, podemos decir que tenemos la obligación de comportarnos
conforme a las normas morales y de evitar los actos prohibidos por ellas.
Pero esa obligación debe ser “elegida” y no impuesta; debe ser fruto de una
convicción interior: sólo estamos obligadas moralmente cuando
conocemos las normas, cuando las reconocemos como nuestras, y
podemos elegir cumplirlas optando libremente entre varias alternativas.

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1.6.6. Dilemas éticos

Cuando una persona se halla en una situación que le exija cumplir con dos
o más deberes al mismo tiempo, pero sólo puede cumplir uno de ellos, se
encuentra ante un problema o dilema moral. Con frecuencia, los dilemas
morales son comparados con conflictos trágicos de solución imposible
debido a la contraposición de preceptos irreconciliables. Sin embargo se
trata de un fenómeno cotidiano que se da en todos los ámbitos de nuestra
vida (familiar, profesional y personal).

Un caso de dilema moral, propuesto por Esperanza Guisán, es el siguiente:


imaginemos una mujer que, para seguir viviendo, necesita que su marido
abandone su actual carrera profesional o política. Lo necesita en el sentido
de que, de seguir su marido dedicado a la vida profesional y pública, ella
se sentirá abandonada, sometida a depresiones continuas que deteriorarán
paulatinamente su estado físico y mental, lo cual haría temer un desenlace
fatal (el suicidio).¿Debe el marido sacrificar su carrera para que su esposa
no se suicide? ¿Qué vida debe prevalecer sobre la otra? ¿Qué concepto de
vida debe ser prioritario?.

La resolución de dilemas morales no consiste únicamente en solventar


conflictos entre principios o derechos (derecho a la vida frente al derecho
al éxito profesional). También hay que valorar y arbitrar los distintos intereses
de las personas que se hallan implicadas.

En esto consiste la ética: en proporcionarnos los elementos necesarios para


poder resolver nuestros conflictos, (intersubjetivos y intrasubjetivos, de
manera que podamos lograr el equilibrio psíquico, potenciando nuestras
posibilidades de “goce” y tratando de conseguir unas relaciones armónicas
y justas con las demás personas.

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Una de las diferencias cuando hablamos de "ética" y "deontología" es que


la primera hace directamente referencia a la conciencia personal, mientras
que la segunda adopta una función de modelo de actuación en el área de
una colectividad.

ÉTICA PROFESIONAL DEONTOLOGÍA

Orientada al bien, a lo bueno Orientada al deber (el deber


debe estar en contacto con lo
bueno)

No normativa Normas y códigos

No exigible Exigible a los profesionales

Propone motivaciones Exige actuaciones

Conciencia individual Aprobada por un colectivo de


predominantemente profesionales

Amplitud: se preocupa por los Mínimos obligatorios establecidos


máximos

Parte de la ética aplicada Se ubica entre la moral y el

Derecho

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TEMA 2

PROSOCIALIDAD

3.1. CONDUCTA PROSOCIAL

Aunque no existe una definición universal del concepto de conducta


prosocial, hay un elevado consenso en definirlo como un repertorio de
comportamientos de carácter social y positivo.

La CONDUCTA PROSOCIAL, son los “Actos realizados en beneficio de otras


personas; maneras de responder a éstas con simpatía, condolencia,
cooperación, ayuda, rescate, confortamiento y entrega o generosidad”

3.1.1. DEFINICIÓN.

Se entiende por conducta prosocial toda conducta social positiva con o sin
motivación altruísta. Positiva significa que no daña, que no es agresiva. A su
vez se entiende por motivación altruísta el deseo de favorecer al otro con
independencia del propio beneficio. Por el contrario, la motivación no
altruísta es aquella que espera o desea un beneficio propio además del, o
por encima del, ajeno.

Como se ve, la definición incluye un aspecto conductal (alude a conductas)


y otro motivacional (alude a motivaciones).

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3.2. CONDUCTA PROSOCIAL Y OTRAS VARIABLES INTERPERSONALES.

Se han realizado una serie de investigaciones donde se relacionó la


conducta prosocial y la antisocial con una serie de variables interpersonales,
como por ejemplo sociabilidad, liderazgo, retraimiento social, agresividad,
etc. Al respecto, se encontraron algunas correlaciones significativas
mediante el análisis factorial. Por ejemplo, a mayor refuerzos o incentivos de
ayuda en el ámbito familiar, mayor socialización del individuo. También, se
comprobó que no había una relación significativa entre conducta prosocial
y miedos, pero sí una alta correlación entre socialización y felicidad. Se vio
también muy poca relación entre conducta prosocial y creencias
irracionales o prejuicios.

3.3. LA CONDUCTA PROSOCIAL COMO ALTERNATIVA A LA CONDUCTA


ANTISOCIAL.

En las dos últimas décadas se han buscado nuevas explicaciones acerca


del fenómeno de la delincuencia, búsqueda motivada tanto por factores
sociales (la sociedad demanda explicaciones satisfactorias y útiles) como
por factores profesionales (los investigadores lograron avances en la
comprensión del proceso individual de la socialización). Aplicando la teoría
de Bandura del aprendizaje social, es posible desarrollar habilidades
prosociales como respuesta alternativa a la conducta agresiva. Este método
para reemplazar la conducta agresiva por conductas prosociales se basa
en tres técnicas.

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Primero, por el modelado la persona puede ver cómo otros se comportan en


forma socialmente aceptable.

Segundo, por la práctica reiterada esa persona practica dicha conducta


reiteradamente y en forma guiada.

Tercero, por la planificación del éxito, es decir que esa persona compruebe
que comportarse de esa manera reditúa beneficios o éxitos. Aplicando tal
esquema se obtuvieron buenos resultados no solo en delincuentes sino
también en niños de comportamiento agresivo.
Strayer propone una clasificación de cuatro tipos de actividades para
clarificar el fenómeno de la conducta prosocial:

1. Actividades de dar, compartir, intercambiar o cambiar objetos con otros


individuos.

2. Actividades cooperativas.

3. Tareas y juegos de ayuda.

4. Actividades empáticas hacia el otro.

Atendiendo a esta propuesta, en la conducta prosocial el beneficio recae


en la otra persona, mientras que en la conducta cooperativa ambas partes
se coordinan para obtener un beneficio mutuo.

Ahora bien, determinar cuánto gana cada una de las partes es en sí un reto
para la psicología y las ciencias del comportamiento en general. A fin de
cuentas, la voluntad de ayudar a alguien y la satisfacción de haberlo hecho

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son en sí factores que nos hablan de una recompensa para el individuo


altruista.

La conducta prosocial es un concepto en absoluto reciente en el ámbito de


la psicología. Sin embargo, el mayor auge de las investigaciones respecto
de este campo de conocimiento corresponde con la etapa final del siglo
pasado. A partir de ese punto se ha estudiado más extensamente de qué
manera este fenómeno influye en el bienestar emocional del individuo
(obteniéndose una correlación intensamente positiva entre ambos) y qué
metodología debe seguirse para implementar programas que potencien
este tipo de funcionamiento beneficioso en la población infantil.

Así, parece ser que durante el desarrollo socioemocional del ser humano es
cuando más incidencia puede producir el fomento de la conducta
prosocial, es decir, la interiorización de un conjunto de valores como el
diálogo, la tolerancia, la igualdad o la solidaridad que se reflejan
conductualmente a partir de actos como la ayuda al otro, el respeto y la
aceptación del otro, la cooperación, el consuelo o la generosidad al
compartir algún objeto determinado.

3.4. LA EMPATÍA, UN COMPONENTE ESENCIAL

La capacidad de empatía constituye uno de los factores causantes de la


conducta prosocial, aunque las investigaciones deben arrojar más luz sobre
la relación concreta existente entre ambos fenómenos.

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Algunas propuestas abogan por definir la empatía como un proceso


interactivo entre aspectos afectivos, motivacionales y cognitivos que tienen
lugar durante las distintas etapas del desarrollo.

La empatía presenta un carácter mayoritariamente aprendido mediante


procesos de modelado y se define por ser una respuesta afectiva que se
emite tras la conciencia de comprender la experiencia de la situación y los
sentimientos o percepciones que el otro está recibiendo.

Esta capacidad puede aprenderse a partir de la comprensión del significado


de unas determinadas claves no verbales como la expresión facial que
indican el estado emocional del sujeto en cuestión.

Algunos autores han centrado sus estudios en diferenciar la empatía


situacional de la empatía disposicional, la cual se refiere a la tendencia de
algunos tipos de personalidad más sensibles a las manifestaciones
empáticas. Esta última distinción se ha tomado como aspecto clave para
estudiar la naturaleza de la conducta prosocial, hallándose una elevada
correlación entre una alta predisposición empática y una mayor emisión de
comportamiento prosocial.

3.4.2. LAS FACETAS DE LA EMPATÍA

La capacidad empática puede entenderse desde tres perspectivas distintas.

Atendiendo a cada una de ellas, puede verse diferenciado el papel


mediador de este fenómeno en lo que a la conducta prosocial se refiere a
la

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Empatía como afecto, como proceso cognitivo o como el resultado de la


interacción entre los dos primeros.

Los hallazgos muestran que:

Empatía como afecto: se encuentra más estrechamente relacionado con la


conducta de ayuda al otro, aunque no se ha concluido que sea un factor
causante sino mediador. Así, también juega un papel importante el nivel de
empatía disposicional, el vínculo establecido con la figura materna, el tipo
de situación concreta en la que se dé el comportamiento empático, la
edad de los niños (en los preescolares la asociación entre empatía y
conducta prosocial es más débil que en los niños mayores), la intensidad y
naturaleza de la emoción suscitada, etc.

Aún así, parece claro que la implementación de programas de fomento de


la capacidad de empatía durante el desarrollo infanto-juvenil puede resultar
un factor de protección de bienestar personal y social en el futuro.

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TEMA 3

LA PROSOCIALIDAD COMO VALOR

1.1. CONCEPTO Y DEFINICIÓN.

Definimos las acciones prosociales como comportamientos que, sin la


búsqueda de recompensas materiales, favorecen:

a) A otras personas o grupos, según el criterio de éstos. Ejemplo: ayudar


a otro compañero en clase cuando yo termino mis tareas.

b) A metas sociales objetivamente positivas y que aumentan la


probabilidad de generar una reciprocidad positiva de calidad en las
relaciones interpersonales o sociales consecuentes, mejorando la identidad,
creatividad e iniciativa de los individuos o grupos implicados.

Ejemplo: exposición y debate de opiniones.

1.2. FINALIDAD DE LOS VALORES PROSOCIALES.

La transmisión y puesta en práctica de valores que favorezcan la libertad


personal, la responsabilidad, la ciudadanía democrática, la solidaridad, la
tolerancia, la igualdad, el respeto y la justicia, así como que ayuden a
superar cualquier tipo de discriminación.

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1.3. TIPOS DE ACCIONES PROSOCIALES.

Existen acciones prosociales de diferente naturaleza, todas ellas pretenden


favorecer el clima en el aula así como una buena convivencia, entre las que
destacamos las siguientes:

Ayuda física: Conducta no verbal que procura asistencia a otras personas


para cumplir un determinado objetivo, y que cuenta con la aprobación de
las mismas. Por ejemplo: ayudar a una persona mayor a cruzar la calle.

Servicio físico: Conducta que elimina la necesidad a los receptores de la


acción de intervenir físicamente en el cumplimiento de una tarea o
cometido, y que concluye con la aprobación o satisfacción de éstos. Por
ejemplo: en el caso de una persona con una pierna enyesada que intenta
coger algo facilitársela antes de que lo solicite, para evitar su esfuerzo.

Ayuda verbal: Explicación o instrucción verbal o compartir ideas o


experiencias vitales, que son útiles y deseables para otras personas o grupos
en la consecución de un objetivo. Por ejemplo: aclarar los conocimientos,
que se tratan en el aula a través de las opiniones y experiencias de otros
compañeros.

Consuelo verbal: Expresiones verbales para reducir tristeza de personas


apenadas o en apuros y aumentar su ánimo. Por ejemplo: consolar a un
alumno ante el fracaso de un examen.

Confirmación y valorización positiva del otro: Expresiones verbales para


confirmar el valor de otras personas o aumentar la autoestima de las mismas,
incluso ante terceros. (Interpretar positivamente conductas de otros,

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FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y JURIDICAS DERECHO

disculpar, interceder, mediante palabras de simpatía, alabanza o elogio).


Por ejemplo: elogiar a un alumno ante una actividad bien realizada.

Escucha profunda: Conductas metaverbales y actitudes de atención que


expresan acogida paciente pero activamente orientada a los contenidos
expresados por el interlocutor en una conversación. Por ejemplo: asentir a
las explicaciones del profesor y mirarle a los ojos durante las mismas.

Empatía: Conductas verbales que, partiendo de un vaciado voluntario de


contenidos propios, expresan comprensión cognitiva de los pensamientos
del interlocutor o emoción de estar experimentando sentimientos similares a
los de éste. Por ejemplo: saber comprender al alumno en determinadas
situaciones.
Solidaridad: Conductas físicas o verbales que expresan aceptación
voluntaria de compartir las consecuencias, especialmente penosas, de la
condición, estatus, situación o fortuna desgraciadas de otras personas,
grupos o países. Por ejemplo: ofrecer apoyo moral a aquellos compañeros
que lo pasen mal, por circunstancias externas, como la muerte de un
familiar.

Presencia positiva y unidad: Presencia personal que expresa actitudes de


proximidad psicológica, atención, escucha profunda, empatía,
disponibilidad para el servicio, la ayuda y la solidaridad para con otras
personas y que contribuye al clima psicológico de bienestar, paz,
concordia, reciprocidad y unidad en un grupo o reunión de dos o más
personas. El profesor ideal es un claro ejemplo de todas las anteriores
acciones prosociales.

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Msc. LIC. WALTER OSMAR REVOLLO ROMERO

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