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CAPÍTULO 13

RAU<' DAHRENDORF

HACIA UNA TEORfA DFL CONFLICTO SOCIAL * 1

I
TRAS un intervalo de casi cincuent� años reapareció en sociología un Léma que
detcrmínó más que ningún otro el origen de esa disciplina. Desde Marx y Comlc
hasta .Siminel y Sor<:!, r! conflicto social, en particular la revolución, [11e uno de
los tema� centrales de la investigación social. Puede decirse lo mismo de mud1os
de los p1·imeros sociMog·os an¡;losajones (aunque en su& obra� h"Yª sido ·un tanto
dc�cuidado, característícamence, ei problema de la revolución), por ejemplo, los
v1/ebb en Inglaterra y Sumner e1t los Estados Unidos. J:'ci-o c1J;mdo Talcott .Pa1·­
sons sefia]ó en I 937 cierta rnnverg-f'.ncia en las tcorfas sociológicas de Alfred Mars
hall, F.mile Durkheim, Vílfredo Pare1o y Max Weber,.2 ya no pensaba en un análi­
i.is <ld conflicto social; fue el suyo un intento para resolver el probkm;i de la
jntr·gración de los llamados sistemas sociales por un órgano de categudas relacio­
nad,1s entre si. La pregunta nueva era entonces; "¿Qué mantiene unidas a las so­
ciedades?", y no ya: "¿Que' las mueve?" No prn'.de sobreestimar se la influcnci:1 riel
plantearnie11trl p;moníano de la cuestión sobre !a sociología más reciente (y de
ningún moflo sobre la sociología. norte,1merírana iínicarnente). A;í, pues, es posi
hle que el rc,n;idmíento del estudio del conflicto social en los últimos decenios
les parezca a muchos no tanto una continuacíó11 de los caminos tradicionales de la
investigación corno un nuevo desculirimiento temátirn, ejemplo de ironía di2léc­
tíca e11 el desarrollo rlc una ciencia.
En este mornenr.o, todav:a son relativamente aislados loi intentos de un estudio
sistemático del conflicco sochl, en comparación con las inm1mrrahles obras sobre
estratificación social o sobre la estructura y fa función de imtítuóones, organiz;i.
cionrs y sociedades específicas. Más aún, la tesis de un renaciinirnto del estndíú
del couflicto social puede justificarse en relación con las obras de Arnn, Philip,
Hrinton, Kerr, Coser, Brinkmanr,, Geiger, Gluckman y otros,3 así como el intento
de determinar una localización sistemática y un marco e�pedfico para un.1 tcoria
del conilicto rn analisis sodológico.
• lle "Towa)[:I a TheOJy of Social Conflict", por Ralf D,;hrendorf, en Th,· Jounrnl
of Confi1d Resoluüon, XI (1958), núm. 2, pp. 170-183. Reproducido con auto,ízacii:n
del autor y del editor.
1 Este trabajo fue traducido por Anatol Ra.poport, �knt•I Hea!Eh Research Pnit,
Universidad de 1\,tichi f{ an_
2 í.f. Tlu: 81111d11re oj Social Act,011, por Talcou !'ar>011s (Nueva York, 1937, e" ed.,
Gkncoe, Ill., The Free Pres.,, ,949).
3 Raymon<l Aron: "Social StructuYe and lhc Ruling Class", en Class, S/11/t,s and Po.t•<r,
ed., Reinhardt Bendix y Seymour Martín Lipset (Glenrne, IlL, The Free Press, 1<¡54):
André Pbilip: Le Socíalisme tm/li (l'aris, 1957); Cranc Brinton: Tite il.natomy of Revo/u.
tion (2 ª ed., :\'neva York, Alfred A. Kuopf, 1952); Clark Kerr: "Jndu.st1ial Conflict and
lts Mcdiation", en American Joumal uf Sociology, XL, Lewis A. Coser: The Functiinu
o/ Soánl Conflíct (Glencoe, 111., The Free P,ess, 195ti); ídem, "Social Conf!ict and Social
Ch;mg,:", en Brillsh },Juma/ of Sociolo,(!,y, VIJI (1957); Car! Brinkmann: Saúologi,che
M
FUENTES Y TIPOS DE LOS CAMBIOS
T ipos y variedii.des de conflicto social.~ Para empezar con una observación que
es un lugar común, el problema del conflicto no es menos complicado que el de
la integración de las sociedades. Sabemos ahora que el intento de reduc¡ir todos los
conflictos sociales que actualmente tienen lugar entre grupos socíales a un prin­
cipio común, por ejemplo, los conflictos entre clases, es estéril. Lleva a genera•
lizaciones vacías (tales como "toda sociedad experimenta conflictos sociales") o
a simplificaciones excesivas empíricamente injustificables (como "la historia de
todas las sociedades ha sido hasta ahora la historia de la Jud1a <le clases") , Parece
aconsejable, · en primer lugar, escoger y clasificar los problemas concebidos bajo el
epígrafe general de "conflicto social". Basta una reflexión superficial para dis-
tinguir una serie de tipos.
Hay guerras, y hay conflictos entre partidos pollticos, dos tipos de lucha evi­
dentemente · díferentcs. Respecto de una sociedad dada, A, podría decirse que hay
.conflictos exógenos" llevados a A desde afuera, y que hay conflictos endógenos
producidos _dentro de A. Además, hay varios tipos de esas dos categorías, los cua­
les, par lo menos analíticamente, pueden distinguirse con relativa · precisión. Limi­
temos nuestra atención por el momento -y por razones que daremos en breve- a
los conflictos endógenos. Entonces se perciben _ directamen te nuevas subdivisio­
nes: esclavos contra hombres libres en Roma, negros contra blancos en los Esta­
dos Unidos, protesta11tes contra católicos en Holanda, flamencos contra valones en
Bélgica, conservadores contra laboristas en Inglaterra, sindicatos obreros contra
patronos en muchos países. Todos éstos son grupos antagónicos en conflictos mn}
-conocidos. Quizá.,;; no pertenece a una categoda ! ndependien"te cada u_no de estos
,ejemplos; pero no todos pueden, indudablemente, ser subsumidos bajo un solo
ti po de conflicto social. Cualquiera que se adopte para la clasificación -por ejem­
plo, los objetos de la contienda, o el origen estructural de los grupos antagónicos,
o las formas del conflicto-, siempre resultan varios tipos diferentes,
Limites y metas de una teoría del conflicto social. Una sociología ideal no pue­
de, en principio, excluir del análisis ninguna de las categorías y de los tipos de
conflictos. Sin embargo, no todoa los tipo11 aludidos tienen la misma importancia
para el análisis sociológico. Un rápido recuerdo de los propósitos de una teoría
sociológica del coriflicto revela que la aportación de la sociología al conocimiento
-del conflicto (así como la contribución del conflicto al proceso social) es, en
caso;¡ específicos, más grande en unos que en otros.
La finalidad de una teoría sociológica del conflicto es superar el carácter predo­
minante.mente arbitrario de acontecimientos históricOll inexplicados derivándolos
de elementos de sus estructuras sociales, en otras palabras, explicar ciertos procesos
por conexiones de pronósticos. Indudablemente, es importante describir el con•
flicto entre obreros y patronos puramente como tal; pero es más importante pre­
sentar una prlleha de que dicho conflicto se basa en ciertos arreglos estructurales
sociales, y que, por lo tanto, está llamado a presentarse dondequiera que se den
esos dispositivos e:itructurales. Por lo tanto, la misión de la sociología es derivar
los conflictos de estructu�as sociales específicas, y no relegar dichos conflictos a
variables psicológicas ("agresividad"} , o a otras variables histórico-descdptivas (1a
afluencia de negros a los Estados Unidos) , o a la casualidad.
En el sentido del análisis sociológico estricto, los conflictos pueden considerarse
explicados si puede demostrarse que nacen de la estructura de las situaciones socia-
Th eorie der Revolulion tTubinga, 1948}; Theqdor Geiger: Kliuse11gessllschaft in Schme•
IJlelztiegel (Colonia-Hagen, 1949); Max Gluckman: Conflir:t in AfTica (Glencoe, lll., Tbe
Free Press, 1 957).
HACIA UNA T:EORíA DEL CONFLICTO SOCIAL 99
ks, independientemente <le la orientación de las poblacione., y de los dei ex ma­
china histórícos. Esta es, inevitablemente, una formulación muy ,ihstracta; en ve1.
de desarrollarla, puede ser conveniente ilustrar su significádo por el siguienle tra­
tamiento de una forma de conflicto social. Pero saquemos primero una coruecuen­
cia de esta formulación que nos ayuda�á a precisar más nuestro problema.
Puesto que se reconoce la insuficiencia de la teorfa marxista-leninista del impe­
,-ialismo, la explü:ación de íos conflictos exógcnos sobre la base d<" la estructura de
una sociedad dada vuelve a sér un problema abierto, cuyo tratamiento apen_as si ha
empezado. Parece, ademas, que la explicación de los conflictos exogenos 4 por los
instrumentos del análisis de la eitructura sociológica es posible �ólo en ª1:' sentido
metafórico, a saber, sólo cuando sociedades enteras (o "sistema� sociales" menos am­
plios) se toman por unidades de una nueva estructura, esto es, cuando se analiza C
en relación con Ia estructura de sus elementos A y B sin tener en cue;ita la es­
trnctura interna de A y B. Sobre estas bases parece inteligente excluir el·éonHicto
,oxógeno, por el momento,·de una teoría de los conflictos sociales.
Por otro lado, los mendonados ejemplos de conflicto endó1,eno, si se miran des­
de el punto de vista de su significación estructural, pertenecen a dos grupos. Por
una parte, apuntan a conflictos que se presentan sólo en sociedades especificas so­
bre la base de condíciunes históricas especiales (negros o blancos en los Estados
Unidos, protestames contra católicos en Holanda, flamencos contra valones en Bél•
g:íca); por otra parte, empero, hay conflictos que pueden entenderse como manifes­
taciones de rasgos estructurale:; generales de las sociedades, o de sociedades en la
misma, etapa de desarrollo (conservadores contra laboristas en Inglaterra, sindica­
LOs obreros contra asociaciones de patronos). Indudablemente, es posible c,11 ambos
casos un análisis que lleve a una generalización: una tcol'fa del conflicto minoritari.o
o religioso tiene tanto sentido como la dd conflicto de clases. No obstante, sus res­
pectivos pesos dentro de una teoría general de la sociedad son diferenciables, evi­
dentemente. No es sorprendente que la teor.ia "clásica" del conflicto -me refiero
aquí primordialmente a la teoría del conflicto de clases- haya llamado la atención
sobre todo hacia las fricdones sociales que pueden derivarse de la estructura de las
sociedades aparte de los datos históricos estructuralmente inciden�ales.
Los siguientes intentos de una teoría del conflicto se refieren también a conflic­
tos basados en fa estructura. Hasta ahora, no pensamos de riinguna manera en una
teorfa genenl del conflicto social, aunque trataré de defender el aserto de que ;¡qul
tratamos uno de los tipos más importantes, si no el más importante, de conflicto
social. Por importantes que sean en cuanto problemas de conflicto social la Noche
de San Bartolomé, la Noche de Cristal y Little Rock, parecen más adecuados para
· el amíli�is estructural la Revolución Francesa, la huelga general inglesa de W26 y
los acontecimientos del 17 de junio de 1953 en Berlín Oriental. Para decido con
menos dramatismo, la teoría sociológica del conflicto harfa bien en limitarse por
ahora a explicar las fricciones entre gobernante, y gobernados en· organizaciones
riadas.
II
La explicación del movimiento exige que se la aborde desde doli puntos de vista
independientes. Tenemos que conocer el punto de partida 'f la dhección del mo­
vimiento, o, mejor aún, la fuena motriz. Ninguna le-oría del cambio o del conflicto
-l Recordamos aquf que Un conflicto que, desde el punto de vista de la saciedad A,
parece ex6geno, es representado desde otro punto de vista como un conflicto entre dos
sociedades o sistemas, A y B.
]00 FUENTES Y TIPOS DE LOS CAMBIOS
,m:i:,lc,; ptn'de prescindi1 de la descripción de b entidad estrU<;tural que <:xperi­
menta el cambio o dentro de la cual tienen Jugar los conflictos. Esa dcscripciólJ
la ofi cce la trorfa de la integración de la sociedad. Pern C5 cnóneo supone1· que la
descripción del modo como se juntan lo& elementos de nn,1 c.srructura en un todo
estable ofrece, corno mi, un punto de partida para un :malisi,; ,·stnrctura·l del con­
flicto y del cambio. Ha.,ta ahora, la prctensió_n de la lla.mada teoría "cstructural­
funcional" de la socíologfa moderna a .la categoría de una teoría general de la
sociedad está demoslrabtementec injustificada.
Hacia una crítica de la t,:rJrla estructural-fw1i:ion11l. :Esta crítica fue rcpetid:imen,
te fonnubda en tiempos n:ci<:nlcs, de manera muy e[:caz por D,ivid Lockwood.li
Se basa en un argmnenLo i:clatívamcnte simple. En la medida en que orientemos
nuestro análisis hacia el problema <le cómo se combín,tn ]os elem,:ntos de una so­
ciedad en un todo funcional coordinado, la representación d" la sociedad como sis­
tema socia1 es el ülrirno punto <le rd'crcncia. Nos hallamos, por Jo tanto, ante J;i
Larc;i de determinar ciertas asociaciones, instituciones o procesos dentro de ese todo
eqnilibr;ido, es decir -según la definición de Merton-, de determinar las consecuen­
cias intencionales o no intr.ntionales de esas asociaciones parn el funcionamiento
y la conscrv;ición del sistema, De este modo, llcp;amos � sost.ener que "d sistema
educl.l.ivo funciona corno un mecanismo para a,ignar situaciones sociales", .o que
"la rcligíón íunciona como un agente de los valon·s íntcgradorr, predominantes".
La mayoría de las investigaciones sociológicas de los últimos años ,e mueven en esta
zona de an;ílisis,
Pero este enfo,1uc nos plantea dificultades si fonnulamos la cuest;<Ín de un modo
diferente. ¿Cuál fue la (unción de los sindicatos obreros ingk,cs en la huelga ge­
neral de 1926? ¿Cuál fue la función del obrero de la construccíón en la Avenida
Stalin el l 7 de junio d" 19/í:\i> Sin duda puede argüirse en muchos casos que los
sindicato, obreros militantes o lo� !,'TUpos y partidos políticos de: oposición contri
bbyen también al funcionamiento del ,,istema. existente.'; Pero aun cuando fuera
ese el caso -v en los dos casos citados seria difícil demostrado esa conclusión diría
muy poco sobre el papel de los gmpos en cnestíém. Además, es evidente que tanto
los efectos intencionales como los no inr.:ncíonaks ele los grupns de oposición
rnntríbuyen a suprimir o drstruír el sisLema existellle. La posición esnucmral-fun­
cíonal tiene una etiqueta cómoda para tales casos: 1;011 organizaciones, instituciones
o prn1:esos "dísfuncionales", Pe1n esta designación también nos dice meno;;. que
nada. No sólo no explica el lugar <le esas cosas en el proceso, sino que, en n':.li­
dad, impide la explicación usando una tenninología que parece congn1ente con d
sistema pero que, examinada más de ccrrn, se revela como nna c:itcgoría residual.
Todo lo que no se aj1m:, ,l ella es expulsado del mundo por la palabra mágica.
En toda ciencia, las categorías residuales son un punto <le partid;¡ fructífcrn para
nuevos adelantos. 1\!fe pareo: que un análisis cuidadoso de los problemas que oculta
la palabra "disfunciona1" en la teoría estructural-funcional nos pone automática­
mente sobre la pista de 11na teoría socíoló,gica con sentirlo del conflicto sodal. Al

5 "Some Notes on 'The Social Sysrcm' ", pnr D;ivid Lockworn.1, en British ]mana/ o/
Soáoiogy, VII (1956), núm. 2. Aunqu,; d arg111ucnto de l.ockwood lleva a la misma rnn­
dn,;i(m, ,,. ilesanolla de un modo un tanto clifert'1He (t.L mi Social Glasses and the Class
C,m{lírt, pp. 1.5g ss.).
o .E.<1e a,,pecto del conflicto social en realidad es fm,d�ment:il en el arnlfüis ele Lewis
A. Coser (que conlinúa el de Simme!) en su obra sobre las funciones del conflicto sccial
(d 11. 3).
HACIA UNA TEOR1A DEL CONFLICTO SOCIAL 101

:mismo tiempo, ofrece una ventaja· notable asociada al intento de un análisis uen­
tífico de la sociedad.
Dos modelos de sociedad. Si extrapolamos los enfoques analíticos de fa trnria
e,tTuctural-funciona1 algo más allá de sus límites, e investigamos sus postulados
implícitos, podemos construir un modelo de sociedad que está en la base de esa
teoría y detennina sus perspectivas. Los elementos esenciales de ese modelo de
5ociedad son estos:

1) Toda sociedad es una confi guración relativamente persistente de elementos.''


2) Toda sociedad es una configuración bien integTada de elementos.
3) 'I'odo elemento de una socíedJd contribuye a su funcionamiento.
1) Toda sociedad descansa en e1 consenso de sus miembros.

Es evidente que una teoría ha:;ada en este modelo no se prestaría a la explicación,


y ni siquiera a la: descripción, de los fenómenos de conflicto y cambio sodab,. Para
este propósito, se necesita un modelo que adopte la posición diametralmente opues­
ta sobre los cuatro puntos anteriore,:

J) Toda sociedad está sometida a cambio en todo momento; el Cambio social es


ubicuo.
2) Toda sociedad experimenta en todo momento conflictos sociales; el conflicto
social es ubicuo.
}) Todo elemento de una sociedad contribuye a su cambio.
4) Toda sociedad descansa sobre la coacción que algunos de sus individuos ejer­
cen sobre otros.

El carácter notable de nuestra ventaja se hacr: evidente cuando examinamos los


<los grupos de postulados respecto de 1a verdad que contienen, esto es, �¡ nos
preguntamos cuál de los dos modelos promete !Ilayor utilidad para el conocímirn­
to de la realidad. Parece que lo_s pares yuxtapuestos de postulados no se excluyen
mutuamente· de ningún modo respecto de la realidad social. Es imposible decidir,
por investigaciones empíricas, cuál ele los dos modelos se acerca más a la exac­
t.itud; los postulados no son hipótesis. Además, parece tener sentido decir que los
dos modelos son en cierto modo vilidos y anal.!ticamente fecundos, Estabilidad
y cambio, intcg:raci6n y antagonismo, funci,ln y "disfunción", acuerdo y coacción
son, a lo que parece, dos aspecto& igualmente válidos de toda sociedad imagina­
ble. Son dialécticamente independientes y son exhaustivos sólo cuando se com­
binan en una descripción de lo& pi-oblemas sociales. Es posible que pueda con­
cebirse una teoría más general de la sociedad que traslade la equivalencia de los
dos modelos, la coexistencia de lo incombinable,- a un nivel más elevado de gene-

7 Se discute mucho· esta implicación del enfoque cstrnctural-funcional. La mayor parte


de los funcionalistas niegan hacer tal supuesto. En realidad, en las obras de Parsons.
Mcrton y otros se encuentran afirmaciones en sentido contrario. Sin embargo, puede de­
mostrarse que, desde el punto <le vista ,k fa teoría estructural-funcional, esas afirmaciones
son meras declaraciones personales. La idea de equilibrio y el concepto de un sistema
tendrían poco sentido si los funócnalistas no hicieran el supuesto de la estabilidad de
las sociedades, Pero hay que observa1· dos limitaciones: 1) aquí se trata (y tambiéfl en la.9
implicaciones que 9iguen) no de un postulado ruetafüico, sino de un supuesto que se
hace para el propósito del análisis; y 2) estabilidad no quiete decir estática en el sentido
de ausencia total de procesos dentro del "_sistema".
ralidad. Mientra.� no tengamos esa teoría, -debemos con.tentarnos con saber que la
sociedad presenta un doble aspecto al conodmiento sociológico, cada uno de los
cuales no es mejor ni más válidq que el otro. De ahí se si ¡:ue que la crilica tic
la teoría estructural y funcional para el análisis del conflicto sólo se dirige con•
tra la pretensión de generalidad de esta teoría, pero deja intacta su competencia
respecto del prohlema de la integración. De ahí se sigue ,t:unbien, por otra pai:te,
que 1a teoria del conflicto y del cambio no es una teoría general. Las campa•
raciones entre las ciencias naturales y las ciencias sociales tienen siempre el peli­
gro de la confusión. Pero puede mantenerse, sil1 atTil;)Uir a esta analogia más
que un sentido lógico, que 1a situación de los sociólogas no se diferencia de l.i
de los físicos respecto rle la teorfa de la hu. Así corrio los físícor. pueden resol­
ver ciertos problemas sólo suponiendo la naturaleza ondulada de la luz, y otros
problemas, por el contrario, sólo suponiendo una teoría corpuscular o de quanta,
así t,nubién hay unos problemas sociológicos que pueden abordarse adecuadamen­
te sólo con 1ma teoría de la integración, y otros que requieren una teoría del
conflicto para ,er analizado,; con sentido. Las dos téorias pueden trabajar exte!!­
samente con las mismas categorfas, pero destacan aspectos diferentes.- Mientras
que la teoría de la integración compara una sociedad con nna elipse, con un�
entidad completa que encierra todos ms elementos, Ja teoría del conflicto más
bien_ \'e 1a sociedad como una hipérbola, que tiene, ciertamente, los mismos fo­
cos, pero está abierta en muchas direcciones y parece un campo de temión de
las fuerzas rlctermimmtes.
Toreas de una !eoría del cnnÍlicto social. El doble aspecto de l;t sociedad y la
díitléctica de los dos tipos de teoría sociológica son en sí mismos un objeto de
reflexión sumamente fructífero. No obstante, parece más urgente otro probl.ema.
L� teoría de 1a integración social se desanolló recientemente hasta un .estado flo­
:.cciellte corno enfor¡_ue estructural-funcional en etnología y sociología. Pero nues­
tra teorla del conflicto se ha11a aún ea un estado muy rudimentario. Es un
enfoque que se basa en postular la ubicuidad de los cambios y los conflictos
sociales, la "disfuncionalidad" de todos los elementos de la estructura social y
el carácter coercitivo de la unidad social. Nuestras consideraciones nos ponen
en situación de formular algunos. requisitos de dicha teoría:
1) Debe ser una teoría científica (como lo es la teoría de la integración. so­
cial), esto es, se formulará con referencia a una explicación plausible y demos•
trable de fenómenos empíricos.
2) Los elemcmos de !a teoría no deben contradecir el modelo de conflicto de
la sociedad.
3) Siempre que sea posible, las categorías empleadas deben est,ir de acuerdo
con las de la teoría de la integración, o por lo menos_ corresponder a ellas.
4) Una teoría del conflicto debe permitirnos derivar los conflictos sociales de
dispositivos estructunlcs y mostrar así esos conflictos sistemáticamente producidos.
5) Debe explicar tanto la multiplicidad de formas del conflicto como sus gra­
dos de intensidad.
La última meta de una teoría sncíal es la explicación del cambio social. La
teoría de la integración es- un instrumento para determinar el punto de partida
del proceso. Encontrar el lugar de las fuerzas que impulsan el proceso y el cam•
bio social es la misión de una teoría del conflicto. Debe crear un modefo que
haga comprerurlble el origen estructural del conflicto social. Esto parece posible
sólo si entendemos los conflictos como luchas entre grupos socia_les, esto es, si
precisamos nuestra tarea en la medida en que se reduce al análisis estructural de
HACIA U:'s/A TEOR!A DEL CONFUGTO SOCIAL
los �;rupos antagónicos. Ba_jo este supuesto, se destacan esp<"ciahcente e"n princt
tfrmi110 u·es cuestiones:
J) ¿Cómo nacen Jo� ¡,;ni pos antagónicos <le la estructura de k sociedad?
2) ¿Qué formas pueden asumir la., lucüas entre esos grupos?
3) ¿Cómo puede el conílicto entre dichos grupos p,oJucir un camhio en la,.
estructuras soci,dcs?
III
Dondequiera. que los hornbn·s viven juntos y sir:ntan las bases de formas de orga­
nización social, hay puesto, cuyos ocup;mtrs tienen poderc.s rk mando en- cierta;;
circun:;tancias y sollrc: ciertos puestos, y h�y otros puestos cuyos ocupante:; Glán
sometidos· a aquf'llos mandos. La <lfatinción entre "arrih:i" y "abajo" -o, rnmo·
d:cen los ingleses, "ellos" y "nosotros"-- es una de las experiencias fuml�mentales
de la mayorh de los bornhres en roóedad, y, además, parece que esa dí,tinción
u,rá íntíu1,:mcnte conectada rnn la distribución rlcsi ¡,,11al del poder. La tesis prin­
cipal del ;;;guiente intento dr: co1tsn·uir un moddc, pan el análisis e,t,uctural del
conflino, rs que <lebemo., hmcar el orjgen csrrnctural del codlirto social en 12,
refaciones de dominio que preva!Pcen entre ciertas unidades de organización .m­
rial. Para es�s unid;idr..s usaré el concep".O ,fr: Max Weber d<'. ''grupos imperati,a­
mcnte coordinados", La tesis no es nueva; se encuentra (pero frecuentt-.rr,cnte
rnu modificaciones tmporíantes). en b (o,mlllación de muchos científicos sociales
antes y desput's dí' Marx. !'ero no in tentaremos seguir fa pista de est;i tesis.
Autoriárul y estructuras de autoridad. Los conceptos de poder y a11'oridJd s:in
muy corn.plic?.dos. Quien los nse probablemente será acusado de blta. de preci­
sión y d<' claridad en la medida en que trate de definirlos ''exh?.nsti,;arneme". ¿Son
ejeruplos de una relación de autoridad la influencia de trn padre sobre su hijo,
la influencia de un consorcio industrial sobre el gobierno, n la influcnci,1 dr: nn
ckmagogo sobre rns secuaces/ Aguf, wrno en la mayor parte de los casos, no se
trata de hacer una definición, sino de p1esentar uno "ddinidón (uncion�I'', rnmo
se la llama hoy con frecuencia, un c:1érodo de dctc1 rninación que nos permite
identificar wmo tal el estado de cosas cuando c.st:irnos realmente enfrentados con
él. �fas, para los fines de análisis e identificación, basta determinar la autoridad'
como hace l.>\/ebcr: "La probabilidad de que determinada orden sea ohedecida
por determinadas personas," s Esta det{'rminación contiene los sig1Jiente.� elemento&:
l) I.a palabra auroridad denota una rd�ción de suprn y rnhordinación,
2) El factor supraordinado rn·e,crihe al subordinado cierta conducta en la forma
de una orden o de una proh.ibición.
3) E1 factor wpraordinado tiern: de1 echo a hacer tales prescripciorJe,; la ;1uto­
ridad es una relación legítima de supra y subordinación. La aulorid.id no se basa
en los efectos de la casualidad pcnonal o sit.uacim,;u, sino en un;¡ o:pectativa
3sociada ;¡ una prn,ición social.
1) El derecho de autmidad se limita a ciertos contenidos y a personas específicas.
5) La inobediencia a. las prescripciones e� ¿ancionada; un sistema de leyes (o 11n
sísterua df' costumbres rnasilcgale�) prote¡e;e la. efrctividad de la autoridad.
Esta dete1minación de la autoridad hace posible identificar a un ministro del
gabinete, a un patrono y al ;;ecrerario de un partido como ocupantes de puestos
de autoridad, en contraste ron un sir.dicado industrial o con un demagogo, nin­
guno de los cuales llena la tern�ra condición mencionada arriba,
;¡ "WirtsrhaEt und Gesdlsdrnfl", por :Vfax \\lcber, en Grundriss dcr Sozialdhonomik,
ur (3� ed., Tubinga, 1917), :;8.
FUENTES Y TIPOS DE LOS CAMBIOS

No es propó.síto de nueslra "defin;(ión" de la autoridad resolver todos los pro­


blemas analitíws y empíricos de esta categoría. En realidad, ya el p1imer paso
de nuestro modelo nos lleva a lo profundo de esos problemas; en cada rnodcio
imperativame11te coordinado pueden distinguÍ!,e do, grupos: los que sólo tienen
derechos fundamentales gcneraks (civlles), y los que tienen derecho de autori,
dad sobre ar¡uéllo�. En contraste con el prestigio y el ingreso, no puede cons­
truirse un continuo de tr::msición g:radual para fa distribución de h autoridad.
Hay, por el cnntL1Tio, una clara dícotomía. Cada puesto de un )\Tupo impera­
tiv;irncnte coordinado puede reconorcrse como pcneriecientc a uno q11c domina
0 a uno que es cominado. A \>eccs, vista la organizadón burocdtica en gran
e.,cala de fas sociedades rnodern;is - bajo la in[lucncii de\ Estado-, ese ,upuesto
puede parecer probleirdtico, a primera vista. Pero un anúlisis m;ís profundo nos
lleva a no dudar de que también aquí h fisión en dominantes y dominados es
válida, aun rnnndo en realrdad puede distinguirse un grado considerable de di•
ferenciaóón entre los del grupo dominante.
Al e delo d,1 teoria del coritlicto. J.a dicotomía de .los papeles sociales dentro
de los grupo.� imperativamente coordinados,9 h división en papeles positivos y
neK3tívos de dominio, es un hecho de estructura social. Si los conflícéos sociales
pueden referirse a esta situarión de hecho, y en la mediJa en que pueden serlo,
e,tán expliGtdos estrunuralrncnte. El modelo de análisis del conílicto social que
se desarrolla sobre el fondo dr.l supuesto de dicha dicotomía ímplir;,_ los pasos SÍ·
guientes:
1) E" todo grupo impeotivamente coordinado, quienes desempeñan papeles
positivos y negati\'OS de dominio determiHan dos semi gr upos con intere�s laten­
tes opueSlos. Los 11::unamos "semigrupos" porque ;iqui se trata ele meros .i¡;regados,
no de unirfadcs organizadas; liabbmos de "intereses btcntcs" porque 1a oposi­
ción de perspectivas no necesita st� consciente en est1: nivel; puede existir sólo
u1 for:rrrn de expec:ativas asociacbs a ciertos puestos. l .ci oposición de inren:si:,
tiene J']UÍ un sentido totalme11te formal, ,\ saber, la expectativa dr. que el íntt:•
res <"n e] m:intenjmiento del statu q;w va asoc:ado a !O$ papeles positivos de
dommio y d rnterés en la uwdificación del st(lfu quo · v�i aso,i;alo a papeles
· ne-
gativos de dominio.
:?J Los portadorer. de papek, positivo, y neg�tivos de éiominío, esto es, los in­
-divid·.1os de scmigrupos ;:;ntagónicos, se organizan en grupos con interese, mani­
[icsto5, ·a mr,nos que intervengan cintas condiciones empíricamente variables (rl
est.ido de la organización). Los grnpos de ir:tcres, al rnn,rano de los sernigrnpn.s,
son entidades organizadas, tales corno partidos y sin.-licato& obreros; los íntn,:ses
manifi(.1tos son programas e ideologías formuladas.
3) Los g;upos de ínt.crés originados <le esa manen están en cons'.ante conflicto
sohre el manrenírnien:o o fa mo<lifiración dd sifltu quo. I.a forma e ;Tttf'nsidad
del conflicto están dete1miindas por condiciones cmpírkar.1cnte var:ahlrs (las wn­
díciones del cunfücto).
4) El conflicto entre: grupos de ímeré.s en el sent.ido de este modelo conduce a
cambios en la estructurJ de sus r�laciones sociales, a rrn l'és de carn bios en las re·
lacioncs de dominio. El tipo, la velocidad y la prnfuJ1dicbd de este fenómeno
deprnde de cornlicioues empíricam<'nte variable5 (las condicjonf'.S del camhio rs
tru<tural).
� En las págii1as que ,ign�n, a los ¡,;,pele., a que va unida la expectativa del ejer­
dciu de autoriJad los ll.,rnaré " ¡,apele� positivos fl� dominio" y, a la inversa, "papeles
negativos de donúnio't a )o:; que no tienen pTlvilcg.ios de autoridad,
HACIA U N A TEOR(A DEL CON FLlC'l O SOCI A!. 1 05

La fina lidad del modelo es delimitar una woa de problemas, ident ificar los fac­
tores pertinentes a ella, ordenarlas --es decir, proponer cuestiones fructíferas- 1
al misn10 tiempo fijar con precisión su foco anal!tico, Hemos delimitado nuestra
zona de problemas considerando el conflicto social como un conflicto entre i.;ru­
pos que n ace de la estructura. de autoridad de las organizaciones sociales. Identi·
ficamos los factores pertinentes en las condiciones de la organiz:icíón, del conflicto
y del cambio. Pcrn m orden puede expresarse sobre la base dd modelo en trc>,
funciones: grupos de interés (por ejemplo, partidos) , que son una fu nción de las
condiciones de organizacirín si es dado un grupo imperativamente coordinado;
formas específicas de conflicto (por ejemplo, los debates parlamentarios) , que son
una función de las condiciones del conflicto si son dados los grupos de interé.s;
formas específicas de cambio (por ejemplo, las revoluciones) , que son úna fu11-
,;:ión de las condiciones del cambio ,i está dado el conflicto ennc grupos tle
interés. Así, la misión de la teoría del conflicto pasa a ser la identificaci�n de las
tres Reríes de condiciones y la determinación todo lo rigurosa posible de rn
importancia relativa, idealmente, con una medida cuantitativa-1-0 Las observacio­
nes siguientes apenas si son otra cosa que un intento parn indicar los tipos de va-
riahles en cuestión.
Co11dicirmr:; empiricas del conflicto socíal. En lo que se refiere a las condiciones
de la organírnción , vienen a lai mientes tres gi·upos de factores. Pi imero, 1enemo.,
dertas condiciones sociales efectivas: por f'jemplo, la posibilidad de comunicación
en tre los individuos del semigi-upo y cierto n1étodo de reclutamiento en los semi­
grupos. Después, hay cíertas rnndiciones polí ticas que deben cumplirse si han de
ap;irecer grupos de interés, Aquí, sobre todo, es importante la garantía de la li­
bertad de coalición. Finalmente, hay que Henar ciertas COl\dicioncs técuícas: una
organización tlebe tenr.r medios material es, un fundador, un jete y una ideología.
En sit,1adone, conflictivas, dos cosas se hacen inmedh tamente notorias: el gra<io
de movilidad social de los individuos (o de las familias) y la presencia de meca­
nismos eficaces para regulaT los conflictos sociales. Si nos imaginamos un continuo
de in tensidad del conflicto social entre grupos de intereses, qne vaya rlcsde el
debate democrático hasta la guerra civil, podemos conjeturar que la pre,cncia o
la :rn,encía de movilidad social y de mee.mismos reguladores ejerce influencia
co11siderable sobre la posición de conflictos eapecificos dados en dicho continuo.
Aquí, como en las demás condiciones, la de ter:r:n inación ele los pesos exactos de
los factores es materia de investig:u:ión empírica.
Finalmente, un rcrcer grupo ele condiciones o varüi bles determina la forma y
ia extensión de los cambios de estructura social que nacen del conflicto de los
�rupos de interés. Probablemente existe una conexión relativamente íntima en tre
la intensidad riel conflicto y el cambio, es decir, también eutre las condiciones
del conflicto y de los cambios estructurales . Pero en tran en juego factore:; adicio­
nales,. tales rnmo la capacidad ele los gobern ante-s para perma11ecer en el poder
y la pres_i ón potencial del grupo de interés domin ado. La sociología de las reyo­
luciones, y en especial la sociología no escrita de las revoluciones inacabadas, con­
tribuida rnnsiderablememe a precisar eso, factores.
No es necesario subrayar ,pe las observaciones asisteruátic.is d1ficilmente pue­
den , en cuan to tales, sci1tar bs bases de una teorfa del conflicto. No obstante, nos
ponemos en siruación de hacer preguntas signific� tivas tanto en el nivrl teórico
io Con esta observación quiere expresarse: 1) una fonmi !ación matemática. <le las
funciones, �J la confección ele escal�s de m�díifa para cada una <le las condiciones, y
¡) el reaj wae de las csc:das combí11a<las a lo, grupos <le condiciones.
1 06 FUENTES Y TI P OS DE LOS CAMBIOS

como respecto de los problemas empiricos. Cada una de · las condiciones mencio­
nadas ofrece un objeto fructífero de investigaciones teóricamente oriemadas. Y en
h esfera empiriGi, la �sociacíón sistemática d.e factores en .dicha investigación re­
orien ta nuestras preguntas desde una investigación al azar de relaciones ad hoc
en el muudo de las coinddendas hasta un estudio deliberado de interdependen­
cias específicas, cuya localízaci/m y sentido están !ijad2s por una pernpectiva gene­
r,11. Hasta este memento lluestra exposición tuvo que permanecer en . una forma
un tanto abstracta debido a la naturaleza del asunto.
A pesar de la naturaleza temativa de la estructura de referencia mencionada
arriba, es, no obstan te, posible comprobar su poder d� resolución en un problema
empirico. . .
IV
El problema del &tado tatalitarío. Desde el 17 de junio de 19!í3, y 'con mayor
certidumbre desde los acontecimien tos del otoño de 1956 en .Hungría y Polonia,
sabemos que el conflicto social (y el cambi. o social) de ninguna manera han des­
a parecido de los Estados totali tarios. :La teoría del conflicto eleva ese conocímien­
,o a 1�. categoría de ky. El Estado, esto es, la sociedad en su aspecto político, es
un grupo imperativamen te coordí.nado. Hay en él meros ciudadanos (vo tantes) y
ocupantes de puestos equipados con oportunidades de mando. Por lo tanto, el
conflicto político es 1111 hecho estrucwral de la sociedad en cualquier situación
imaginable. El conflicto puede asumfr formas suaves o severas; hasta puede des­
aparecer por periodos limitados del campo visual de un observador superficial;
pero no se le puede suprimir. Ahora bien, uno de los aspectos de un Estado to·
talitano • es el intento de· suprimfr la oposición, esto es, suprimir el conflicto
social. Surge, enton<:es, la cuestión siguien te sobre el fondo de la teoría del con­
flicto: ¿Cómo se manfiestan las fricciones sociales en tal.es circunstancias? Po­
demos anali7ar E�Lados totalitarios desde el pun to de vista de las condiciones de
la org,,nización de los grupos de interés -las del conflicto y las del cambio estruc­
tural- y tener la esperanza de llegar de esta manera a explicaciones con sen tido
de acon tecimientos históricos y a predicciones comprobables. Tampoco aquí es
posible hacer más que unas pocas indícadones.
Empecemos -por razones que pronto se · harán evidentes- por las condiciones
del conflicto. La intensidad ele los conflictos sociales depende del grado de movi­
lidad social y de la existencia de mecanismo.� para rrgularlos. Tanto la movilidad
como la regulación pueden existir en Estados totalitarios. Podría argüirse que las
"purgas" regulares en los Estados comunfotas -e11 decir; la sust.i tución de quienes
tienen la autoridad- funcionan como una garantía de estabilidad (en el sentido
de aliviar lo.s conflictos sociales) . Del mismo modo, el requisito sistemüico de dis­
cusión con el propósito de decidir las "plataformas" políticas dentro y {uera del
partido del Estado, puede ser un eficaz mecanismo de regnlación. Más al'.cn, parece
ser una tendencia inherente a la mayor parte . de los F1itados totali tarios aislar
soci almente el estrato directivo y a evitar discusiones, es decir, desconocer los me­
c;mismos para regular los conflictos. Cuando sucede así, los conflictos sociales
amenazan · con aumentar en intensidad potencial y con tomar un carácte1· revo­
lucionario.
Desde el pun to de vista de las condiciones del cambio estructural, esto significa
que los conflictos políticos en los Estados totalitarios tienden cada vez mas a sus­
tituir súbitamente a h dase gobernante. La varjable importante que determina
la prnhahilidad de realizar un cambio radical es la resistencia de los gobernantes
HACIA UNA TEORf:\ DEL CONFLICTO SOCIAL

a las presiones que acnían a favor del cambio. Quizás es importanrc hacer la
generalización empírica de que la resistencia aumenta hasta cierto grado al aumen•
tar la presión, pero t.lcs¡més dr•j;i el Jug;,r a uua disolución rcbtivamenU'. rápida, y
;,,Í promncve el cambio.
Ftrndamenta! para el analisi, de los conflictos en Eslados toLalitarios es nuestra
teru::r:1 serie de condiciones (la primera registrada en la leorla): la situación <le
la mganizarión, Se sigue, en cierro modo, de la "definición" del Estado totalita­
rio que no h:iy condiciones en il para 1a organización dr �rupos de interés ant,l•
gónicos. Más csFecífícamente, aunque- exísten con frecuench las rnndiciones i
so­
ciales y técnicas, no existen las condiciones políticas,H no hay l bertad de
asociación. Fn este punto, es claa la resistencia del gobierno de la ;:om oriental
akmana a las elecrione, lib1es, como lo ·es la aiuenaza general de 111t conflli:to vio­
lento, posiblcmutle rcvolucicrnario, en los Estados totalitarios. Cuando· -como
expresamente en Hungría o vírrnalmcnte el !7 de junio de 1953 en Berlín� se
presenta la oportunidad de· organizarse a grupos de antagonismo h,te1Jtc, todo e!
edificio del Estado totalit;irio se desploma. Parece, además, muy prnhabk que esta
posibilidad puede llcgctr a reafü.�rse en cu;i1'p1iu momento en lodo 1•:fitaúo tota­
lítario,12 Eu la.s socíe,ladcs cotalitarias modernas fundadas en partidos ideológko,
de Estado, hay d peligro cor.stante, desde el punto de vista de los gobr,rn;rnt.es, de
c¡ue una orga11izacióu permitida, aun el mismo partido del Estado, se convierta
en raíz de un rnovimientn de oposición y de un conflicto revolucionario.
Nuestro análisis se detendrá ea el momento en que promete resultados compro­
bables. No era propósito de este estudio tratar hasta agor,1rlo un problem>t empí­
rico. 1\,l �s bien querfamos demostrar que la teoría dcf conflicto nos pone en sima,
ción úe formular más ag·udameme JJroblemas urgentes de investigación rmpíriu, de
poner a nuestr·o alcance acontecírnienro.; inexplicados, de ver lo �ue se sahe desde
nuevos puntos de vista y de tran5formar cuestiones tentativas eu 11na investigación
sistemática, es decir, de harer precisamente lo que haría una teoría científica.. , A
pesar de todos ios progresos. la teoría dtl conflicto sociai todavía es más un reto
para d sociólogo que un resultado de sm investigacionP.s.

11 Para cieJtas ,;ondióones tirn icas rle org�nización esro rs válido sólo demrn <le
ciertos l!rnil1's. Así, la liquidación rlc 11,.s jefes potenciak, de la oposición es uu ele­
mento funriamental de la autoridad tnralitaria. .En cierto modo, tanr.o los ar.ontecünien•
tos de la Alemania Oriental corno los de Hungría pueden tomarse como corroboradn­
nes de la efectíl'idad de esa politica.
l2 F.s pertintntc aq ui la bi,·n conocicl;i pequeña disminución de presi6n que parece
preceder a toda revolución. Así, por ejemplo, en la medida en que ,jcrlo ;;flcjamjento
del control policiaco hace posibk sólo una organización ad hoc, se: agndiza la apari•
ción del conflicto abierto.

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