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EL CANTAR DE MIO CID, LA CHANSON DE ROLAND

Y EL TIRANT LO BLANCH: UN CONFLICTO DE


RELIGIONES

Autor: Josep M. Bernis Pueyo

Facultad de Filología

UNED

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Y se echaua myo Çid después que fue çenado,

Un suenol priso dulce, tan bien se adurmjo.

El angel Gabriel a el vino en sueño:

“Caualgad, Çid, el buen Campeador, ca nunqua

En tan buen punto caualgo varon;

Mientra que visquieredes bien se fara lo to.”

Quando desperto el Çid, la cara se santigo;

Sinaua la cara, a Dios se acomendo,

Mucho era pagado del sueño que a soñado.

Cantar de Mio Cid, v. 405 - 412

Ais li un angle ki od lui soelt parler,

Isnelement si li ad comandet :

« Charle, chevalche, car tei ne falt clartet.

La flur de France as perdut, ço set Deus.

Venger te poetz de la gent criminel. »

Chanson de Roland, v. 2452 - 2456

Primerament fon fet cavaller per mantenir e defendre la sancta mare Sglésia -dix l’ermità-, e no
deu retre mal per mal, ans deu ésser humil e perdonar liberalment a n’aquells qui l’auran dampnificat,
puix vinguen a sa mercé. Perquè lo cavaller és tengut defendre la Sglésia, car altrament seria perduda e
tornaria a no res.
Tirant lo Blanch, XXXIII

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ÍNDICE

0. Preámbulo ……………………… 3

1. Introducción ……………………… 4

2. El conflicto religioso en la Edad Media ……………………… 6

2.1. El Corán y el islam ……………………… 6

2.2. Cristianismo e islam ……………………… 8

2.3. La expansión del islam en la Europa medieval ……………………… 9

3. La Chanson de Roland, el Cantar de Mio Cid


y el Tirant lo Blanch: estudio comparativo ……………………… 12

3.1. El contexto histórico y político ……………………… 12

3.2. Sobre la cuestión del género ……………………… 15

3.3. Aspectos estructurales ……………………… 16

3.4. Honra, poder, religión y guerra ……………………… 29

3.5. Personajes y arquetipos ……………………… 34

3.6. La muerte del héroe ……………………… 36

3.7. Obras y autores ……………………… 37

3.8. Ideología y literatura ……………………… 39

4. Conclusiones ……………………… 45

5. Epílogo ……………………… 46

6. Bibliografía ……………………… 50

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0. Preámbulo

Con el nacimiento del autoproclamado Estado Islámico, los atentados de Nueva


York, Madrid, Londres, París y Bruselas, las bombas colocadas en aviones de pasajeros,
así como la desastrosa campaña de Estados Unidos en Irak y diversos países de Oriente
Medio dos viejos términos, violentos y de origen antiguo, han cobrado vigencia en el
mundo actual. Se trata de dos términos de significado muy cercano, cruzada y yihad,
repetidos en los discursos de los líderes de diversas potencias.
¿Cómo puede tener cabida la existencia de dichos términos en el mundo actual,
dominado por las comunicaciones, los viajes y la multiculturalidad, donde la religión
había perdido importancia frente a los avances de la ciencia, la tecnología, el consumo y
los modos de producción? Hablamos de un mundo supuestamente globalizado,
informado, tolerante y heterogéneo, un mundo que dice tender hacia la paz y la
integración.
Al revisar las imágenes de los musulmanes y los cristianos en las gestas
medievales, llama la atención que, separadas por más de doce siglos, las miradas entre
Occidente y Oriente sigan siendo virtualmente las mismas: de desconfianza frente a otra
religión diferente y poderosa. El discurso y la actitud manifestados en obras literarias
como la Chanson de Roland, el Cantar de Mio Cid y el Tirant lo Blanch siguen vigentes
en una parte del pensamiento occidental: ese Oriente es distinto y, por lo tanto, peligroso.
“Ahora bien, ese gran drama de la derrota de España, transformada en victoria, requiere,
junto a sus figuras luminosas, otras de sombra; el mundo de Ahrimán frente al de Ormuz.
A Rolando el cristiano, opónese Marsilo, el sarraceno de España”. Cohen (1977: 33)
Es en este recuerdo, distante y temible, en el que puede hallarse la base del rechazo,
el desprecio y la intolerancia por parte de algunos occidentales hacia Oriente. Trauma del
cual, tristemente, ni la tecnología, ni los viajes, ni el comercio, ni la globalización han
podido librarnos.
El modelo se repite con abrumadora coincidencia: Occidente es cristiano, por lo
tanto, Occidente tiene la razón. Dicha actitud cristaliza en el grito de Roland: "Paien unt
tort e chrestïens unt dreit". Chanson de Roland (2012: v. 1015)
¿Causa o efecto? Los integrantes del autoproclamado Estado Islámico,
organización fanática e integrista de carácter supranacional, aspiran a un mundo

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completamente musulmán, caiga quien caiga en el intento. Aquí no hacen falta héroes
nacionales. “Alá es Dios y Mahoma, su profeta”: ese grito basta para unir a personas
separadas por miles de quilómetros, educaciones diferentes y diversos tonos de piel. La
inmediatez de las comunicaciones vía Internet proporciona una unión impensable solo
dos décadas atrás.
Sin embargo, no debemos olvidar que, a la vez que en la actualidad existen minorías
radicales musulmanas y cristianas, existe una mayoría que está por la convivencia, la paz
y el respeto mutuo entre las diversas creencias. El problema reside, como siempre, en que
las minorías fanáticas son las que poseen la fuerza de las armas, lo que las hace más
visibles.

1. Introducción
Considero que la época medieval, un periodo quizás no lo suficientemente
valorado -se la ha llegado a considerar como una simple época oscura y de transición
entre el final del Imperio Romano y el Renacimiento- representó la lucha por la
supervivencia de la cultura occidental. La Edad Media fue una época muy larga, de casi
mil años, en la que se gestaron la mayor parte de los actuales estados europeos. Lo que
Europa es ahora lo debe en una buena parte al trabajo en los monasterios y a las guerras
por mantener una cultura -muy asociada a la religión- que hoy forma parte intrínseca de
nuestras vidas. En otro orden de cosas, cabe destacar que el contacto con las culturas
africanas y orientales, aunque fue a menudo traumático, propició un evidente
enriquecimiento cultural para Occidente: las cerca de cuatro mil palabras de origen árabe
que hoy forman parte del español lo atestiguan.
Creo que la Edad Media es el periodo más rico e intenso, culturalmente hablando,
que se ha dado en Europa desde la época clásica, y es por ello por lo que he decidido
realizar un trabajo centrado en esa época, después de haber cursado diversas materias del
Máster de literaturas hispánicas relacionadas con el tema medieval a lo largo de estos tres
últimos cursos. En concreto, de las once asignaturas que han conformado el máster que
estoy cursando, cinco de ellas se hallan directamente relacionadas con la época medieval:
Literatura románica medieval (Ss. XII y XIII): un modelo de convergencia europea,
Ramón Llull y el lulismo, Principales obras humanistas de las letras catalanas medievales,
Literatura gallegoportuguesa medieval y sus influencias y Lírica medieval. Literaturas

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hispánicas. En otras dos materias estudiadas en el máster, Movimientos y épocas de la
literatura catalana, y Movimientos y épocas de la literatura vasca, los apartados dedicados
a la literatura medieval han supuesto también una gran fuente de información en lo que
se refiere a la época que nos ocupa.
Para realizar el trabajo he acudido a la bibliografía que me sirvió para el estudio
de las materias anteriormente citadas, tanto a la básica como a la complementaria.
Aprovechando el hecho de que las tres obras literarias estudiadas en este trabajo formaban
parte del temario de algunas de las asignaturas estudiadas, a lo largo de estos tres cursos
he ido perfilando la base de lo que sería este TFM. Los trabajos finales presentados a
algunas de las materias cursadas tuvieron como títulos El Cantar de Mio Cid y la Chanson
de Roland, Ramon Llull y el islam y Tirant lo Blanch y el islam: la historia que no cesa.
La bibliografía utilizada para la realización de dichos trabajos de curso me ha servido
también como bibliografía básica para la realización del TFM.
Por otra parte, los atentados de tinte islamista que ha venido sufriendo Occidente
desde hace catorce años ponen en evidencia la pervivencia de una lucha ideológica con
catorce siglos de antigüedad. En la actualidad, la guerra es global y puede afectar a
cualquier país. El tema del enfrentamiento por cuestiones religiosas, al que quizás no
damos la importancia debida, se halla presente en diversas obras de la literatura occidental
y, de manera más intensa, desde los inicios del Romancero hasta la desaparición de al-
Ándalus.
Cualesquiera que fuesen las interpretaciones de los exegetas cristianos,
la imagen de un Mesías vengador y terrible, cabalgando a laa cabeza de
las cohortes de elegidos y aplastando a sus enemigos bajo los pies del
caballo, sugería la idea de una guerra santa y de la destrucción del mal
por las armas. Oldenbourg (2003:85)

Considero muy interesante el tema del conflicto de religiones y la literatura. La


elección de las obras literarias que conformarían la base del trabajo creo que es obvia:
unen su importancia en las respectivas literaturas española, catalana y francesa con un
tratamiento del conflicto centrado en tres épocas diferentes: el siglo VIII, el siglo XI y el
siglo XV, lo que da una amplia visión de casi ocho siglos que también coincide con la
época de la Reconquista española. La relación entre la visión literaria del conflicto de
religiones y la realidad actual conformarán el TFM.

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Este trabajo pone en relación dos literaturas hispánicas, la castellana y la catalana,
con otra literatura europea muy relacionada con las anteriores: la francesa. En este trabajo
se pretende analizar el conflicto de religiones en tres grandes textos de la literatura
europea medieval: La Chanson de Roland, el Cantar de Mio Cid y el Tirant lo Blanch,
cómo se utilizó la figura de los tres héroes a nivel político en su época y cómo el conflicto
perdura en nuestros días, habiéndose recrudecido en los albores del siglo XXI.
Para ello, en primer lugar, realizaremos una sucinta aproximación teórica sobre el
islam y sus relaciones con el cristianismo, basándonos sobre todo en el libro sagrado de
los musulmanes y su relación con la principal religión de Occidente, junto a unos apuntes
sobre la expansión del islam en la Europa medieval. Le seguirá un estudio comparativo
de las tres obras literarias que nos ocupan, centrado en la forma, la estructura y el
contenido. Un apartado importante es el del contexto histórico y político que rodeaba a
los protagonistas, que puede explicar muchas de sus actuaciones. Otro apartado
corresponde a los personajes, con unos ideales que los convirtieron en héroes de su tiempo
y, al mismo tiempo, en héroes atemporales. Le seguirán algunos apartados que tocan
temas como la honra y el poder o la muerte de los héroes, tan diferente en los tres casos
que nos ocupan.
Las conclusiones y el epílogo pretenden relacionar la influencia de las religiones en
las obras literarias estudiadas con la vigencia de los ideales de la cruzada y la yihad en
nuestros días, cómo las actitudes xenófobas por ambas partes alimentan el odio mutuo y
cómo algunos tímidos intentos de acercamiento intentan romper esa escalada de violencia
que parece no tener fin.

2. El conflicto religioso en la Edad Media

2.1. El Corán y el islam

El término árabe islam significa “sometimiento a Dios” y también “paz”. El Corán,


libro de las revelaciones a Mahoma, designa como islam la religión de los musulmanes.
La persona que practica el islam se llama musulmán, es decir, “el que se entrega a Dios”.
Para ellos todo el mundo debería ser musulmán. Para los seres humanos que pueden
escoger seguir la práctica de la religión, esta no consiste solo en cumplir la ley sino,
además, en la aceptación de las leyes divinas.

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La religión islámica puede dividirse en dos partes: una, teórica o relativa a los
artículos de fe y otra, práctica, que comprende una serie de ordenanzas y reglas. Una
persona puede entrar a formar parte del islam con sólo creer en la unidad de Dios y en el
apostolado de Mahoma, pero la aceptación de la fe le obligaría a creer en Alá, en la vida
del Más Allá, en los Ángeles, en los Libros y en los Profetas.
El nombre del ser divino es Alá. Es uno en persona, uno en sus obras y uno en sus
atributos. El primer concepto significa que no existen ni pluralidad de dioses ni pluralidad
de personas en el Dios supremo, el segundo, que nadie puede hacer lo que él ha hecho o
hará y el tercero, que ningún otro ser posee todos sus atributos de perfección. La shadada,
o profesión de fe islámica, consiste en pronunciar la oración No hay más Dios que Alá y
Mahoma es su profeta.
El Corán es la palabra de Dios revelada a Mahoma por medio del arcángel Gabriel.
El Corán recoge los diferentes pasajes revelados a Mahoma durante los veintidós años de
su vida profética. A medida que las revelaciones eran recibidas, o poco después, eran
recitadas por el profeta en presencia de sus seguidores, uno de los cuales se encargaba de
transcribirlas.
El Corán consta de tres partes bien diferenciadas. La primera y más
antigua ofrece, en un lenguaje de visionario, descripciones del fin del
Mundo y del Juicio Final. La segunda, narrativa, reproduce relatos
sobre los pueblos antiguos y su conducta con los profetas que Alá les
envió. Finalmente, en la tercera parte se exponen las leyes civiles. El
Corán anuncia felicidad eterna para los creyentes e infunde alegría para
los desheredados, huérfanos y pobres. Varela (1989:19-20)

En su conjunto, las revelaciones fueron compiladas después de la muerte de


Mahoma por su secretario Zayd-ibn-Thabit, a quien ordenó realizar esta tarea el primer
califa Abu Bakr. Unos diecisiete años más tarde Osmán, tercer califa, revisó el texto e
hizo la edición definitiva. El Corán original está escrito en árabe y consta de ciento catorce
suras, azoras o capítulos que varían en longitud, desde unas pocas líneas, o aleyas a
muchos versos. La creencia en lo que ha sido revelado a ti (a Mahoma) y en lo que fue
revelado antes que a ti es artículo de fe para todo buen musulmán.

2.2. Cristianismo e islam

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Para empezar, conviene recordar las palabras que, referidas a los musulmanes,
escribió Tomás de Aquino hacia 1260 en su Suma contra los gentiles:
Siguieron, en cambio, un camino contrario los fundadores de falsas
sectas. Así sucede con Mahoma, que sedujo a los pueblos
prometiéndoles los deleites carnales, a cuyo deseo los incita la misma
concupiscencia. En conformidad con las promesas, les dio sus
preceptos, que los hombres carnales son prontos a obedecer, soltando
las riendas al deleite de la carne. No presentó más testimonios de verdad
que los que fácilmente y por cualquiera medianamente sabio pueden ser
conocidos con sólo la capacidad natural. Introdujo entre lo verdadero
muchas fábulas y falsísimas doctrinas. No adujo prodigios
sobrenaturales, único testimonio adecuado de inspiración divina, ya que
las obras sensibles, que no pueden ser más que divinas, manifiestan que
el maestro de la verdad está interiormente inspirado. En cambio, afirmó
que era enviado por las armas, señales que no faltan a los ladrones y
tiranos. Aquino (2007:52)
El Corán se opone a todos los dogmas cristianos fundamentales. Los versículos
contra la Trinidad cristiana son muy claros. La figura de Cristo, hijo de Dios, como
segunda persona de la Trinidad es condenada. En el Corán se dice de forma explícita a
los cristianos:

¡Gente del Libro! No exageréis en vuestra religión ni digáis, sobre Dios,


más que la verdad. Realmente el Mesías, Jesús, hijo de María, es el
enviado de Dios, su Verbo, que echó a María un espíritu procedente de
Él. Creed en Dios y en sus enviados, pero no digáis ‘Tres’. Dejad, es
mejor para vosotros. Realmente, el Dios es un dios único. ¡Loado sea!
¿Tendría un hijo cuando tiene lo que está en los cielos y en la tierra?
¡Dios basta como garante! El Corán (1999:102)
Además, el Corán niega la divinidad de Cristo:

Acordaos de cuando Dios dijo: ‘Jesús, hijo de María, ¿has dicho acaso
a los hombres “Tomadme, junto a mi madre, como dos dioses,
prescindiendo de Dios”? Respondió: ‘¡Loor a Ti! No me incumbe decir
lo que no es verdad; si lo hubiese dicho lo sabrías; Tú sabes lo que hay
en mi alma, pero yo no sé lo que hay en tu alma. Tú, Tú conoces
perfectamente lo oculto. El Corán (1999:114)
Por último, en el Corán se niega la redención. Directamente se afirma que Cristo no
murió en la cruz:

Ellos dicen: ‘Ciertamente, nosotros hemos matado al Mesías, Jesús, hijo


de María, Enviado de Dios’, pero no le mataron ni le crucificaron, pero
a ellos se lo pareció. Quienes discuten y están en duda acerca de Jesús,

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no tienen conocimiento directo de él: siguen una opinión, pues con
certitud, no le mataron, al contrario, Dios le elevó hacia Él, pues Dios
es poderoso y sabio. El Corán (1999:101)
El Corán cita a Jesús como profeta menor porque probablemente pretende
completar la revelación de Cristo para exaltar a Mahoma. Respecto al resto, viendo lo que
Jesús y María protagonizan en el Corán, nos damos cuenta de que ellos, según los
musulmanes, no hacen más que aplicar las oraciones y el ayuno según el Corán. María es
ciertamente la figura más bella entre todas las presentadas en el Corán: es la Madre
Virgen, a la que jamás ha tocado hombre alguno. Pero no puede ser la Madre de Dios, es
más bien una buena musulmana.
En síntesis, el Corán y los musulmanes niegan los dogmas esenciales del
cristianismo: la Trinidad, la Encarnación y la Redención.

2.3. La expansión del islam en la Europa medieval


A la muerte de Mahoma (632 d. C.) la mayor parte de Arabia ya era musulmana.
Los sucesores de Mahoma se otorgaron el título de califas e iniciaron una expansión en
nombre del islam que los llevó a ocupar Mesopotamia, Persia, Siria, Egipto, y la parte
más oriental del Imperio Bizantino ya a mediados del siglo VII. La dinastía Omeya
continuó sus conquistas a partir del año 661 con la ocupación del Turquestán, la
Tripolitania y la mayor parte del Magreb.
La expansión del islam prosiguió hasta que, el año 711, se inicia la ocupación de
territorios de la Europa occidental a partir de un desembarco musulmán en la península
ibérica, tras conquistar Cerdeña, Sicilia y las islas Baleares. Los musulmanes finalizaron
la conquista de la península en quince años y en el año 726 solo quedaban algunos
pequeños núcleos de resistencia cristiana en Cantabria. Dichos núcleos fueron el germen
de lo que posteriormente de denominó Reconquista.
Los Omeyas practicaron una política de tolerancia religiosa en los territorios
ocupados, al menos en los primeros tiempos de la conquista. Los cristianos podían seguir
practicando su religión mediante el pago de impuestos, chizia o kharadj, aunque no
podían celebrar ceremonias en público ni predicar a los musulmanes y, además, eran
considerados inferiores a estos.
A mediados del siglo VIII surge la dinastía de los Abasidas, que perdurará hasta
mediados del siglo XI. Dicha dinastía tuvo que hacer frente a la separación del califato

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occidental por la que al-Ándalus pasó a formar parte de un califato independiente de
Bagdad. Al mismo tiempo, en el norte de África surgieron reinos independientes como el
de Marruecos o el de Túnez. La fuerza que había llevado a los musulmanes a la conquista
de un nuevo imperio, que pretendía ser similar al Imperio Romano en extensión, se diluyó
en una serie de enfrentamientos entre dinastías y grupos diferentes, a menudo
relacionados con diferentes visiones del islam. La dinastía abasida desaparece tras la toma
de Bagdad por parte de los mongoles en el año 1258.
En la península ibérica, musulmanes y cristianos convivieron durante casi ocho
siglos, pero sin apenas darse mezcla entre los integrantes de ambas religiones, como sí
había ocurrido previamente entre la sociedad hispanorromana y los visigodos. A lo largo
de los siglos se dieron épocas de convivencia pacífica junto a largos periodos de
enfrentamientos. Visto en conjunto, los comienzos de la Reconquista fueron de simple
resistencia cristiana y de un claro predominio musulmán, a lo que siguió una fase de
equilibrio para concluir con otra de superioridad de los reinos cristianos, que finaliza en
1492 con la conquista de Granada.
Los cristianos fueron avanzando lentamente hacia el sur, a través de una lucha
armada acompañada, a su vez, de la repoblación de los territorios conquistados. El
enfrentamiento militar iba seguido de la repoblación de los territorios reconquistados
aunque, a veces, el proceso se daba a la inversa: se colonizaban nuevas tierras y los
repobladores debían defenderse de los ataques musulmanes (tenemos el ejemplo de
Barcelona y al-Mansur en el siglo X).
La Reconquista contribuyó a singularizar la historia de España en el contexto
europeo: la misma resistencia a dejarse dominar por los musulmanes llevó a la formación
de diversos reinos que, en sus inicios, solo podían aspirar a resistir ante los asaltos
musulmanes. Más adelante, tras la caída del califato, se pasó de la resistencia a la
Reconquista con grandes avances para los cristianos. ”La idea de reconquista (…) resulta
compleja, y en ella se suman componentes distintos. Está concebida como una exigencia
histórica, en cuanto existe en continuidad un mismo enemigo; contra el musulmán ha de
asegurarse la propia existencia”. Abad (1987:53)
En el siglo XIII, como consecuencia de la batalla de las Navas de Tolosa la balanza
se desequilibró definitivamente a favor de los cristianos. Al rey Fernando III se debe la
conquista del valle del Guadalquivir, con ciudades como Córdoba, Jaén y Sevilla.

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Mientras tanto su hijo, el futuro rey Alfonso X el Sabio, ocupaba el reino de Murcia. La
conquista de la Baja Andalucía correspondió ya a Alfonso X el Sabio (1252-1284), con
la ocupación de Cádiz y del reino de Niebla.
Mucho antes, Jaime I el Conquistador (1213-1276), rey de la Corona de Aragón,
conquistaba las islas Baleares y el reino de Valencia (1238). Los musulmanes habían
quedado reducidos al reino de Granada, gobernado por la dinastía nazarí.
En 1492, tras una ofensiva final contra el reino de Granada, los Reyes Católicos
obtienen la rendición de la ciudad, con lo que se pone fin al dominio musulmán en la
península.

3. La Chanson de Roland, el Cantar de Mio Cid y el Tirant lo Blanch: estudio


comparativo

3.1 El contexto histórico y político (en construcción)

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La Chanson de Roland se encuentra alejada tres siglos de los hechos históricos a
los que alude. En efecto, en el año 778 la retaguardia del ejército de Carlomagno
comandada por Roldán, que regresaba a Francia tras haber fracasado en la toma de
Zaragoza a los sarracenos, era derrotada en Roncesvalles. “Los acontecimientos narrados
en la Chanson de Roland constituyen la versión poética de un hecho histórico
perfectamente documentado, que tuvo lugar a finales del siglo VIII en tierras de España.” 1
Este desastre del ejército del emperador parece ser que impresionó a las gentes y
se conservó no sólo en las crónicas, sino también en la tradición oral, en forma de breves
cantos o cantilenas, que cumplían una función informativa y emocional al mismo tiempo.
Estas cantilenas se mantuvieron en la memoria de las gentes, trasmitiéndose oralmente
de unas a otras, y constituyeron el repertorio de los juglares, que los recitaban ante el
público tanto en los castillos y cortes como en las plazas y ferias. La Chanson de Roland
pervivirá durante siglos hasta alcanzar una trama novelesca muy alejada de lo ocurrido
en la batalla de Roncesvalles.

El Cantar de Mio Cid es un cantar de gesta anónimo que narra las hazañas heroicas
inspiradas libremente en los últimos años de la vida del infanzón castellano Rodrigo Díaz
de Vivar, llamado por los musulmanes Mío Cid Campeador (Mi señor batallador). Este
héroe castellano de la Reconquista vivió entre los años 1048 y 1099.
Cristianos y musulmanes convivieron en España durante más de siete siglos, pero
sin apenas darse una fusión entre ambos, como sí había ocurrido con los visigodos en la
sociedad hispanorromana. Hubo momentos de convivencia pacífica, pero también los
hubo de enfrentamiento. Visto en conjunto, los comienzos fueron de un claro predominio
musulmán, siguió una fase de equilibrio para concluir con otra de predominio cristiano,
que se cierra en 1492 con la conquista de Granada.
Los cristianos fueron avanzando lentamente hacia el sur, a través de una lucha
armada, la Reconquista, acompañada, a su vez, de la repoblación de los territorios
conquistados. El enfrentamiento militar iba seguido del asentamiento humano, aunque, a
veces, se dio al revés: se colonizaban nuevas tierras y los pobladores debían defenderse
de los posibles ataques musulmanes (el ejemplo de Barcelona y Al-Mansur en el siglo X).

1
RIQUER, M. de, Los cantares de gesta franceses. Madrid, Gredos, 2009. p. 47

12
La Reconquista contribuyó a singularizar la historia de España en el contexto
europeo. La propia resistencia a dejarse dominar por los musulmanes determinó la
formación de diferentes reinos que, en los inicios, a lo más que podían aspirar era a resistir
ante las acometidas musulmanas. Más adelante, tras la caída del califato se pasó de la
resistencia a la Reconquista con avances espectaculares para los cristianos.

” La idea de reconquista (…) resulta compleja, y en ella se suman componentes distintos. Está
concebida como una exigencia histórica, en cuanto existe en continuidad un mismo enemigo; contra el
musulmán ha de asegurarse la propia existencia”. 2

Es esa época, los cristianos, musulmanes, mozárabes, mudéjares, judíos y


extranjeros, aunque solían ocupar barrios distintos en las ciudades, entablaban múltiples
relaciones y la iglesia se alzaba al lado de la mezquita o de la sinagoga. El Cid, desterrado
de Castilla, encuentra fieles amigos entre los moros. Algunos reyes de Castilla, a partir
de Alfonso VI, ostentan orgullosamente el título de “Rey de las tres religiones”.

El Tirant lo Blanc y la caída de Constantinopla, 1453


A comienzos del siglo XV el Imperio bizantino era ya una sombra de lo que había
sido. El Imperio turco otomano ocupaba toda Asia Menor y amplios territorios europeos
que se extendían hasta Serbia o Valaquia, estados vasallos. Por otro lado, muchas de las
islas del mar Jónico y del Egeo pertenecían a los imperios comerciales de Génova y
Venecia. En esa época las posesiones bizantinas se reducían a la ciudad de
Constantinopla, Tesalónica y a un puñado de enclaves en el mar Negro y algunas islas en
el norte del Mar Egeo.
En realidad, el antiguo Imperio Romano había quedado muy reducido. Manuel (II
Paleólogo) era el legítimo heredero de Augusto y de Constantino, pero habían pasado muchos
siglos (…) Para Occidente eran simplemente señores de los griegos o de Bizancio, indignos rivales
de los emperadores occidentales.3

El sultán turco Mehmet II tenía como una de sus prioridades la conquista de


Constantinopla, a la que pretendía convertir en el centro político de su imperio.

2
ABAD, F. (1987) Literatura e historia de las mentalidades. Madrid, Ediciones Cátedra/Crítica literaria. (p. 53)
3
RUNCIMAN, S. (2006) La caída de Constantinopla 1453. (p. 40)

13
A los turcos, la conquista de la antigua ciudad imperial no sólo les proporcionó una nueva
capital, sino que les aseguró la persistencia de su imperio en Europa. Hasta que la ciudad, situada
como estaba en el centro de sus dominios, en el paso entre Asia y Europa, no estuviese en sus
manos, no se sentirían seguros. 4

Una de las bazas del conquistador fue disponer de una poderosa artillería de sitio
que incluía armas y cañones de última tecnología. En el sitio de la ciudad fue la primera
vez que se emplearon piezas de artillería de diferentes tamaños en baterías combinadas
contra objetivos fijos.

La decisión de Mehmet de efectuar el ataque a Constantinopla en la primavera de 1413


se debía en gran parte a los recientes triunfos de sus fundiciones de cañones. Estas armas se habían
venido usando en Europa occidental durante más de cien años (…). Pronto fue evidente el valor
del cañón en una guerra de asedio. 5

Cuando el ataque otomano se convirtió en un peligro real, Bizancio pidió ayuda a


Occidente y el emperador ofreció la unidad entre ortodoxos y católicos. Pero la ayuda
procedente de la Europa católica fue escasa: el Vaticano mandó un solo barco con una
compañía de ballesteros napolitanos, a lo que se unieron a comienzos de 1453 varios
cientos de hombres entre los que se incluían los genoveses comandados por el condotiero
Giustiniani, que desempeñó un papel clave en la posterior resistencia de la ciudad.

El Tirant és una novel·la que bàsicament narra no la reconquesta de Constantinoble, sinó


com evitar la seva caiguda, partint significativament de Nàpols, i no deixa de ser curiós -cosa que
ha passat per alt- que l’únic personatge històric que gosa socórrer l’imperi contra el càlcul de les
potències europees, com Tirant, sigui un genovès: Giovanni Giustiniani Longo.6

Las murallas de Constantinopla habían sido reforzadas y con su foso y sus tres
líneas defensivas consecutivas eran la principal baza de los bizantinos. De todos modos,
la resistencia tenía un límite y a medio plazo solo un improbable ejército cruzado de
socorro podría salvar la ciudad.
El fracaso de las potencias cristianas en acudir en auxilio de Constantinopla le
había demostrado (a Mehmet) lo poco dispuestas que éstas estaban en luchar por su fe, a
no ser que estuvieran comprometidos sus intereses inmediatos.7

4
RUNCIMAN, S. (2006) La caída de Constantinopla 1453. Prefacio (p. 35)
5
RUNCIMAN, S. (2006) La caída de Constantinopla 1453. (p. 153)
6
ESPADALER, A. (2011) Ideologia i política en Panorama crític de la Literatura Catalana. (p. 307)
7
HERRIN, Judith (2009) Bizancio. Barcelona, debate. (p. 309)

14
A finales de mayo de 1453, aunque corrió el rumor de la cercanía de un posible
ejército de socorro y los sectores de la corte otomana contrarios a la guerra presionaron
al Sultán, este estaba decidido. El día 29 de mayo comenzó el ataque final. El comandante
genovés Giustiniani, que había sido un símbolo de la resistencia, fue gravemente herido
y la desmoralización cundió entre los defensores. Al atardecer de ese día los jenízaros se
abrieron paso a través de los muros destruidos por la artillería junto a la puerta de San
Romano y la bandera turca ondeó en las hasta entonces inexpugnables murallas de
Constantinopla.

Hay algo en la historia de un asedio, como en la de un ejército aislado lejos de casa, que
parece hallar un eco en nuestros miedos más atávicos y crear una extraordinaria empatía.
Secretamente, nos preguntamos si habríamos seguido el cobarde ejemplo de los setecientos
italianos que huyeron por mar al empezar el asedio, abandonando a sus camaradas o si habríamos
sido como (…) Don Francisco de Toledo, quien invocando su lejano parentesco con el Emperador,
acudió desde Castilla para morir a su lado. 8

Aunque en los momentos inmediatamente posteriores a la conquista hubo saqueo


y pillaje, el día 31 de mayo el Sultán prohibió los actos vandálicos y se aseguró de que se
preservara su autoridad y la seguridad de la ciudadanía griega. De hecho, el grado de
destrucción fue limitado, al contrario de lo que escribieron después las fuentes cristianas:
el sultán mantuvo en sus hogares a muchos cristianos e incluso pagó los rescates de
muchos que habían caído prisioneros en manos de sus hombres.

El sultán ordenó que lo que quedaba de la población permaneciera en la ciudad bajo el


dominio otomano y organizó el traslado de otras cinco mil familias más a la urbe iniciando con
ello el proceso de islamización. 9

Tampoco destruyó Santa Sofía, la convirtió en mezquita y conservó sus frescos


bajo una capa de yeso. Mehmet pretendía convertir la ciudad en su nueva y esplendorosa
capital y para ello necesitaba también lo que los vencidos podían aportar, necesitaba una
ciudad cosmopolita y rica en culturas.
En Occidente la caída de Constantinopla fue recibida con pesar, aunque el mundo
cristiano no hizo verdaderos esfuerzos por evitarla. Por su parte el mundo islámico

8
BEEVOR, A. (2006) Nota previa “La mayor tragedia de todos los tiempos” en La caída de
Constantinopla 1453.
9
HERRIN, Judith (2009) Bizancio. Barcelona, Debate. (p. 408)

15
aplaudió la hazaña, aunque muchos soberanos musulmanes rivales de los otomanos
vieron con disgusto una conquista que abrió el paso a la hegemonía otomana sobre el
Islam que se prolongó hasta comienzos del siglo XX.

El Sultán Mehmet tenía otras preocupaciones más inmediatas. La conquista de


Constantinopla lo había convertido (al imperio Otomano) en una de las potencias europeas y tenía
que desempeñar su papel en la política de esas potencias. Sabía que todos los cristianos eran sus
enemigos pero tenía que procurar que no se unieran contra él.10

3.2. Sobre la cuestión del género (en construcción)

En la Romania lingüística la poesía de tipo narrativo se desarrolló de manera


bastante habitual con posterioridad a la lírica. En la mayor parte de las culturas donde
aparece la épica, lo hace primero de manera oral y cuando lo hace de manera escrita, suele
ser a partir de poemas orales anteriores.
Es llamativa la diferencia que hay entre la épica de origen francés y la de origen
español. Mientras que quien quiera introducirse en la épica francesa cuenta con una gran
cantidad de poemas de ese origen, el estudioso de la épica española se encontrará con
unos escasos cuatro poemas: El Cantar de Mio Cid, las Mocedades de Rodrigo, el Poema
de Fernán González y un pequeño fragmento del Roncesvalles. “Son escasos los cantares
de gesta de la España medieval que han llegado hasta nosotros. El material conservado es
muy poco en comparación con su equivalente francés (unos 8.000) versos en español, un
millón en francés), pero la existencia de otras muchas epopeyas puede rastrearse en
crónicas y romances (…)11

Las novelas caballerescas surgen en el s. XV como un reflejo de los caballeros de


dicha época. Por lo tanto, tratan de ser lo más reales posible. Los personajes principales
recaen sobre caballeros que no sobrepasan las capacidades normales del ser humano, los
cuales deben realizar gestas de dimensiones reales, y para ello deben valerse de su
inteligencia, astucia y valor. Los protagonistas de las novelas caballerescas se

10
HERRIN, Judith (2009) Bizancio. Barcelona, Debate. (p. 309)
11
Historia y crítica de la Literatura Española al cuidado de Francisco Rico. I Edad Media. Barcelona,
Editorial Crítica, 1979. p. 82.

16
caracterizan por ser leales, honorables y fieles a sus deberes éticos. La acción se sitúa
sobre lugares reales fácilmente reconocibles por los lectores u oyentes, y transcurre en un
tiempo cercano al lector. En su intento por querer reflejar la realidad del momento, en
este tipo de novelas aparecen personajes, batallas, o hazañas reales de la época.
El Tirant lo Blanc representa un claro ejemplo de novela caballeresca: su
protagonista posee una altura humana. Desea mejorar en su vida, se forma, ama y es
amado, combate y sufre heridas, vive en lugares conocidos y muere de manera simple,
como cualquier mortal.

3.3. Aspectos estructurales

La Chanson de Roland
Podríamos dividir la Chanson en cuatro apartados. ”La estructura de la Chanson
de Roland es tan perfecta como puede serlo la de la Eneida o la el Quijote, pero es más
simétrica que la de las obras maestras latina y español. El cantar se deja dividir
perfectamente en cuatro partes (…)12

I. La traición (v. 1-847)


Comienza la Chanson con la asamblea del rey musulmán Marsil de Zaragoza con
sus principales, en la cual sopesan la inminente invasión de España por Carlomagno. Para
evitarlo Blancandrín propone enviar al rey Carlos una embajada con regalos muy valiosos
y varios rehenes para darle confianza. Marsil elige a varios rehenes para que se presenten
a Carlomagno con sendos ramos de olivo y con la promesa de que en un mes el propio
Marsil irá a verlo y recibirá la ley de los cristianos.
El Emperador recibe en audiencia a Blancadrín, recoge los obsequios y se hace
cargo de los rehenes. Comienza entonces el consejo de Carlomagno y en el verso 178 ya
hay una anticipación épica: “Guenes i vint, ki la traïaun fist”13.

12
RIQUER, M. de Los cantares de gesta franceses. Madrid, Gredos, 2009. p. 119
13
Todas las citas pertenecen a la edición de 2012 de la Chanson de Roland (Cantar de Roldán y el
Roncesvalles navarro), por Martín de Riquer. Barcelona, Acantilado, Quaderns Crema S.A.

17
Continúa el consejo, en el que Carlomagno expone a sus principales caballeros
cuáles son las intenciones de Marsil y los caballeros franceses responden: “Il nus i cuvent
guarde” (v. 192).
Interviene Roldán, sobrino del Emperador, e informa que Marsil ya mandó una
embajada semejante y que se le reenvió embajada con dos condes: Basán y Basilio y los
mandó decapitar. Nada dicen el resto de los consejeros y en el verso 220 ya comienza a
gestarse la traición de Ganelón, que dice así: “Ja mar crerez bricun, (…)”.
Roldán propone como embajador a Ganelón y todos están de acuerdo. Sin
embargo, el antagonismo entre los dos personajes es patente. Ganelón siente envidia de
Roldán y promete que, si vuelve con vida de la embajada, se vengará del héroe (vv. 289-
291). El futuro traidor muestra su odio a Roldán, a Oliveros y a los Doce Pares de Francia.
Personaje controvertido, algunos autores destacan su lado oscuro:”Pero el mundo de las
tinieblas tiene puntales incluso entre los franceses (…) Ganelon, el felón, el padrastro
herido en su orgullo y que se venga de Rolando vendiéndolo al enemigo (…) 14
En cambio, otros le dan un valor algo menos alejado del héroe Roland: “El traidor
Ganelón es otra de las figuras del cantar en las que se manifiesta el insuperable arte del
poeta. No ha hecho de él una figura repulsiva ni ha concentrado en su retrato todos los
vicios”.15
El rey, por fin, le entrega el guante y el bastón a Ganelón para que vaya a Zaragoza
y cuando va a tomar el guante, éste se cae al suelo y los franceses piensan en un mal
augurio, a lo que responde Ganelón: “Seignurs, dist Guenes, vos en orrez noveles” (v.
336).
Ganelón y Blancandrín cabalgan juntos y ambos traman la muerte de Roldán.
Llegan a Zaragoza y Ganelón le trasmite a Marsil el mensaje del rey Carlos, que contiene
una oferta y una amenaza: la oferta consiste en media España y la amenaza en que, si no
abraza la ley cristiana, será llevado a Aix y ajusticiado.
Ganelón informa a Marsil sobre el potencial del ejército del rey Carlos. Marsil,
por su parte, convence a Ganelón, ya totalmente entregado a la traición y este propone a
su vez a Marsil:
Par ·XX· hostages que li enveiereiz,
En dulce France s’en repairerat li reis.

14
COHEN, G. La vida literaria en la Edad Media. Madrid, Fondo de Cultura Económica. p. 33
15
RIQUER, M. de Los cantares de gesta franceses. Madrid, Gredos, 2009. p. 128

18
Se rereguarde lerrat derere sei ;
Iert i sis niés, li quens Rollant, ço crei
E Oliver, li proz e li curteis :
mort sunt li cunte, se est ki mei en creit. (vv. 572-577).

La traición se produce porque el rey Carlos, confiado en los rehenes, pasará a


Francia y dejará en retaguardia a su sobrino Roldán a Oliveros y sólo 20.000 hombres, a
los que Marsil estará en disposición de derrotar comandando a 400.000 sarracenos. Marsil
le hace jurar al traidor la muerte de Roldán a lo que Ganelón accede: “Issi seit cum vos
plaist” (v. 606).
Regresa Ganelón con los regalos y los rehenes, entrega las llaves de Zaragoza y
manifiesta que los paganos se han embarcado para Oriente y en una tempestad han
sucumbido todos y que Marsil en un mes irá a Francia a recibir la ley cristiana. El rey,
confiando en la información de Ganelón y con la garantía de los rehenes, se encamina a
Francia.
Paralelamente Marsil prepara a sus huestes para dar la batalla a Carlomagno, esta
vez contra la retaguardia comandada por Roldán, que ha sido elegido para ello por los
barones y sobre todo por Ganelón, que vuelve a Francia con el rey. Roldán no recibe de
buen grado comandar la retaguardia, cuando siempre ha ido en la vanguardia dele y le
dice estas palabras a Ganelón: “Ahí, culvert, malvais hom de put aire! (v. 763).
El emperador emprende el regreso a Francia a través de Roncesvalles. La traición
de Ganelón, pues, está servida.

II. Consecuencias de la traición. La derrota (v. 848-2396)


Camino de Francia el duque Naimón le pregunta al rey: “De quei avezz pesance?”
(v. 832)
El rey le responde que teme que Francia sea destruida por la traición de Ganelón,
que un ángel se lo anunció en un sueño. Mientras tanto Marsil, rey de Zaragoza, se apresta
a preparar su enorme ejército.
Poco después Oliveros se da cuenta que los sarracenos vienen a su encuentro y le
dice Roldán: “Ben devuns ci estre pur nostre rei:pur sun seignor deit hom susfrir destreiz”
(vv. 1009-1010),
Aquí tenemos una prueba más de lo buen vasallo que es Roldán, de su fidelidad
feudal.

19
Oliveros, ante la inminencia del combate y la desigualdad numérica, que no de
valentía, le dice a Roldán que toque el olifante: “Respunt Rollant: Jo fereie que fols, en
dulce France en perdreie mun los.” (vv. 1053-1054),
Oliveros le insiste, hasta tres veces, para que lance la señal de socorro con el fin
de que el rey venga en su ayuda, pero el orgulloso Roldán defiende su honor y el de su
familia y se niega.
Comienza la batalla con todos los bríos del conde, que se da cuenta de la traición
de Ganelón. Cuando ve a tanta gente armada, dice Roldán a Oliveros. “Sire cumpainz,
mult ben le savïez que Guenelun nos ad tuz espïez; pris en ad or e aveir e deners.” (vv.
1144-1146).
Los franceses luchan con bravura y honor; pero la victoria se va decantando del
lado de los sarracenos y es entonces cuando Roldán accede a tocar el olifante, o cuerno
de guerra, para que lo oiga Carlos y acuda en su ayuda: Ço dist Rollant: Cornerai l’olifant
si l’orrat Carles, ki est as porz passant.” (vv. 1702-1703)
Oliveros en ese momento lo desaprueba, quizá ya no hay remedio y le recrimina
que no lo hubiera tocado antes. Interviene el arzobispo Turpín, le dice que cesen en la
discusión y que suene el olifante. Oye Carlomagno el olifante y dice: “Bataille funt nostre
hume” (v. 1758).
Ganelón lo pone en duda. El duque Naimón dice: “Baron i fait la peine (…) Cil
l’at traït ki vos en roevet feindre” (vv. 1790-1793).
El Emperador da orden de ir a socorrer a Roldán y hace prender al conde Ganelón:
“Ben le me guarde, si cume tel felon/De ma maisnee ad faite traïsun” (v. 1819-1820).
El combate es encarnizado. Oliveros blande la espada Altaclara, pero es herido de
muerte y Roldán entona un planto por su compañero. Roldán hace sonar de nuevo el
olifante y el rey entiende que su sobrino va a morir. Mueren Turpín, el arzobispo, y
también Roldán, que entona un “mea culpa”.

III. Victoria y venganza (vv. 2397-3674)


Carlomagno vuelve a Roncesvalles y entona un sentido planto por su sobrino
Roldán, Oliveros y los Doce Pares de Francia.
El duque Naimón, que actúa como hombre sensato, le dice al emperador: “Vengez ceste
dulor! (v. 2428).

20
Manda el emperador emprender la marcha y pronto encuentran las huellas de los
sarracenos y, como el día termina, pide a Dios que se pare el sol y un ángel le aconseja
que siga cabalgando, que luz no le faltará y que podrá vengarse de sus enemigos.
Marsil, que había perdido una mano en el combate con Roldán, se retira a
Zaragoza y pide ayuda a Baligán, gran emir, que acude a socorrerle. Marsil, entonces, se
declara vasallo del gran emir Baligán: “Sire amiralz, tutes terres vos rant, e Sarraguce e
l’onur qu’i apent” (vv. 2831-2832).
Por su parte Carlomagno manda celebrar las honras fúnebres por los héroes y
desea llevar a Francia los cadáveres de Roldán y Oliveros.
El Emperador quiere volver a Francia, pero se da cuenta de que los paganos le
siguen y ordena dar la batalla a los sarracenos. Se encomienda a Dios para que pueda
vengar la muerte de su sobrino Roldán. Comienza la contienda, de un lado y de otro se
arenga a las huestes, prometiendo Baligán “Ji vos durrai muillers gentes e beles” (v.
3398).
El emperador, por su parte, arenga a sus mesnadas diciéndoles: “Vengez vos filz,
vos freres e vos heirs qu’en Rencesvals furent morz l’altre seir” (vv. 3411-3412).
La batalla se inclina del bando cristiano y, al final, tiene lugar un combate singular
entre Carlomagno y Baligán. Baligán pretende convencer a Carlomagno pidiéndole que
se haga su vasallo, que le dará riquezas sin par. Carlomagno le responde que se haga él
cristiano. No hay acuerdo y será la espada de Carlomagno la que decida, abatiendo a
Baligán con la ayuda de un ángel.
Carlomagno, entonces, toma Zaragoza. Muerto el rey Marsil, hace prisionera a su
esposa Braminonda y se bautizan más de 100.000 paganos.

IV. Juicio y castigo (vv. 3675-4002)


El Emperador regresa a Francia, a su palacio en Aix y allí empieza el proceso del
traidor Ganelón. Carlomagno manda que se juzgue al felón, al que se acusa de haber
hecho perder la vida a 20.000 franceses. Ganelón reconoce la rivalidad y la envidia que
sentía hacia Roldán pero no acepta la culpa de traición; llega incluso a acusar a Roldán
de haber pretendido su muerte cuando fue enviado como mensajero ante Marsil.
Comienza el juicio con Pinabel como abogado defensor y Terrín como parte
acusadora. Este pide que Ganelón muera en la horca aunque acepta un duelo con Pinabel

21
que decida la suerte final de Ganelón. Se celebra el duelo con todo el ritual y Terrín abate
a Pinabel.
Ganelón es condenado a morir de forma afrentosa: atan cuatro corceles a sus
cuatro extremidades y así muere desmembrado, haciéndose justicia por la vil traición a
Roldán. Sus parientos son ahorcados.
Además de hacerse justicia, el Emperador consigue la conversión al cristianismo
de Braminonda, mujer de Marsil, por lo cual la victoria no sólo es militar, sino también
religiosa.

El Cantar de Mio Cid

Las partes en que se divide el Cantar son tres:

I. El Cantar del destierro (vv. 1-1085)

El rey Alfonso VI de Castilla, dice la primera página prosificada por Menéndez


Pidal, envió al Cid a cobrar las parias (tributos) del rey moro de Sevilla, que era vasallo
y pechero del rey; el Cid, por su parte, se entera de que el conde castellano García Ordóñez
y Almudafar, rey de Granada, van a atacar a Almutamiz, rey de Sevilla y les envía unas
cartas suplicándoles que no ataquen al rey de Sevilla, ya que era vasallo del rey Alfonso,
pero ni el conde castellano ni el rey moro de Granada le hacen caso y asolan las tierras
del rey de Sevilla.
Entonces Rodrigo Díaz reúne sus mesnadas, presenta batalla a García Ordóñez y
a Almudafar y los vence. Toma prisionero al conde García Ordóñez durante tres días,
leretira el botín y se lo entrega al rey de Sevilla. Desde ese momento empiezan a llamarle
el Cid Campeador.
Regresa, pues, el Cid a Castilla con los tributos para el rey Alfonso y este le recibe
muy bien, sintiéndose orgulloso de cuanto había hecho el Campeador. Pero muchos
nobles de alcurnia tenían envidia del Cid y le acusan de grandes males para enemistarlo
con el rey. García Ordóñez acusa al Cid ante el rey de haberse quedado con parte de los
tributos. “Por malos mestureros de tierra sodes echado”, (v. 267)

22
Como consecuencia de estas intrigas el rey le ordena al Cid mediante una carta
que salga de su reino en un plazo máximo de nueve días. Aquí tenemos la causa probable
del destierro, de la injusticia cometida contra el Cid: la envidia de la nobleza cortesana.
La copia de Per Abbat empieza en una de las cumbres dramáticas del Cantar: el
destierro del héroe:

“De los sos oios tan fuerte mientre lorando,


Tornaua la cabeça e estáua los catando.
Vio puertas abiertas e uços sin cañados,(…)
Fablo myo Çid bien e tan mesurado:
Grado ati, señor padre, que estas en alto!
Esto me an buelto myos enemigos malos”. (vv. 1-10)16

Comienza el Cantar sin acusar al rey. No se cuestiona el vasallaje sino a una


nobleza envidiosa, nobleza de casta, frente a la pequeña nobleza -el Cid era infanzón- que
luchaba por ganar privilegios ante el rey, a cambio de fidelidad y esfuerzo personal.
A partir de este momento el Cid enviará al rey noticia de sus conquistas y se
reconocerá siempre como su vasallo. Su mayor deseo es obtener la gracia del rey.
Conviene destacar el episodio de la niña de la posada, relevante por su delicadeza
en una obra supuestamente tan primitiva:

“Vna niña de nuef años a oio se paraua:


Ya Campeador, en buen ora çinxiestes espada!
El rey lo ha uedado, anoch del entró su carta,(…)
Non vos osariemos abrir nin coger por nada;
Si non, perderiemos los aueres e las casas,
E demás los oios delas caras”. (vv. 40-45)

A continuación, tiene lugar un suceso puramente literario, el de las arcas de arena:


dos judíos, Raquel y Vidas, dan a Martín Antolínez el dinero necesario para pertrechar a
sus mesnadas. Los judíos toman como prenda un par de arcas llenas de arena que,
supuestamente, contienen las riquezas que el Cid robó y no puede sacar de Castilla.
Comportamiento no caballeresco, ya que hay engaño. El Cid utiliza la astucia. Raquel y
Vidas representan a los prestamistas judíos, cuyas actividades el pueblo estaba más que
harto de soportar. Es una muestra de antisemitismo, pero también de censura de la usura.

16
Todas las citas pertenecen a la edición de 1980 del Cantar de Mio Cid. Obras completas de R.
Menéndez Pidal - V. Madrid, Espasa - Calpe S.A.

23
Los protagonistas parten para San Pedro de Cardeña, donde el Cid se despide de
su esposa y de sus dos hijas que quedan al amparo del monasterio, ya que el Cid ha sido
desposeído de todos sus bienes.
Rodrigo Díaz sale de Castilla. Empiezan las conquistas y cae como tributaria toda
la región desde Teruel a Zaragoza. El Cid quiere ganar por medios legítimos la gracia del
rey y envía a Álvar Fáñez a Castilla con un magnífico regalo: “Al rey Alfonsso que me a
ayrado/ Quierol e(n)biar en don .XXX. cauallos” (vv. 815-816).

II. Cantar de las bodas de las hijas del Cid (vv. 1086-2277).

Conquistada Valencia, después de haber librado una dura batalla con el rey moro
de Sevilla que pretende conquistarla, el Cid obtiene un cuantioso botín, parte del cual
envía al rey Alfonso VI, reconociéndose una vez más su vasallo. De nuevo el héroe
desterrado quiere recuperar la gracia del rey. Habla el Cid:

“Si auos ploguiere, Minaya, e non uos caya en pesar,


En biar uos quiero a Castiella, do auemos heredades,
Al rey Alfonsso myo señor natural;(…)
Dar le quiero .C. cauallos, e vos yd gelos leuar;(…)
Por mi mugier e mis fijas, si fuere su merçed,
Quenlas dexe sacar;” (vv.1270-1278)

El rey castellano, que recibe los presentes por medio de Alvar Fáñez, da su
permiso para que este se lleve a Valencia a la mujer y a las hijas del Cid. Y la comitiva
avanza hasta ser recibida por Rodrigo Díaz, el Campeador:

“Vos, querida e ondrada mugier, e amas mis fijas,


My coraçon e mi alma,
Entrad comigo en Valençia la casa,
En esta heredad que uos yo he ganada”. (vv. 1604-1609)

El Cid vuelve a enviar a Minaya con un tercer presente de 200 caballos y la


voluntad de servir a Alfonso mientras viviera y el rey se muestra muy benévolo con el
Campeador. Dice el rey: “Todas estas nueuas a bien abran de venir” (v. 1876).
Ante tanta riqueza conseguida surge el deseo de emparentar con el Cid, porque,
aunque hidalgo infanzón, los nobles cortesanos lo ven rico, temido por los moros y
admirado por los cristianos. Y los Infantes de Carrión se presentan como pretendientes

24
de sus hijas. El rey aconseja el casamiento y las bodas de doña Elvira y doña Sol se
celebran en medio de una gran suntuosidad: “Quinze dias conplidos duraron en las bodas,
/ Hay çerca de los .X.V. dias yas van los fijos dalgo.” (vv. 2251-2252)

III. El Cantar de la afrenta de Corpes (vv. 2278-3730)

Los infantes de Carrión, cobardes y cortesanos, no saben igualar en valentía al Cid


y a sus mesnadas. Estos dos nobles, de alta alcurnia, están más acostumbrados a las
intrigas cortesanas que al manejo de las armas.
Los infantes son sometidos a burlas por su cobardía, como en el episodio del león
y, como consecuencia de toda esa vergüenza, los infantes maquinan su venganza y piden
al Cid que les deje partir con sus mujeres hacia las tierras de Carrión. En el Robledal de
Corpes atan a sus esposas, las azotan cruelmente y las dejan medio muertas, sin
posibilidad de regresar con su padre, huyendo a continuación: “Por muertas las dexaron,
/ Que el una al otra nol torna recabdo” (vv. 2755-2756)
Sin embargo, Félez Muñoz, primo de las hijas del Cid, sospecha de los infantes y
vuelve en busca de doña Elvira y doña Sol. Las socorre y las lleva en su caballo a San
Esteban de Gormaz: “Mal se ensayaron yfantes de Carrion! / A Dios plega e a Santa Maria
que dent prendan ellos mal galardon! (vv. 2781-2782)
El Cid pide justicia al rey Alfonso por la deshonra que han sufrido sus hijas. Se
celebra entonces, en la corte de Toledo y en presencia del rey, un juicio de desagravio. El
Cid reclama los presentes que hizo a sus yernos, que son declarados felones. Luego se
exige una reparación del honor.
Entre tanto vienen mensajeros de Aragón y de Navarra para solicitar en
matrimonio a las damas ultrajadas y el Cantar finaliza manifestando la alegría del héroe
por estos nuevos matrimonios, dignos de sus hijas:

“Ved qual ondra creçe al que en buen ora naçió,


Quando señoras son sus fijas de Nauarra y de Aragon.
Oy los Reyes dEspaña sos parientes son,
A todos alcança ondra por el que en buen ora nació. (vv. 3722-3725).

Con lo cual la gracia del rey queda plenamente restablecida y la descendencia del
Cid emparentará con reyes de España.

25
Manifiesta el juglar el fallecimiento natural del Cid en la Pascua de Pentecostés y
termina el Cantar en el verso 3730. Se cierra, pues, la historia del Cid, que muere en el
lecho, en paz con el mundo, después de sus conquistas y del restablecimiento de su honor.
Muerte natural, no muerte heroica como Roldán. “Passado es deste sieglo el día de
cinquaesma. / De Christus haya perdon!” (vv. 3726-3727).
Per Abbat añadió este explicit: “Quien escriuio este libro del Dios parayso, amen!
/ Per Abbat le escriuioen enel mes de mayo, / En era de mill e .C.C xL.v. años. el el
Romanz.”

El Tirant lo Blanc
Tradicionalmente se ha venido dividiendo el Tirant en cuatro partes, ambientadas
en Inglaterra, Sicilia y Rodas, el imperio griego y África, además de un epílogo situado
en Constantinopla.

I. Tirant en Inglaterra (cap. I - XCVII)


En la primera parte de la obra, ambientada en Inglaterra, encontramos una mezcla
de novela y de tratado de caballería. Se abre con la historia del conde Guillem de Varoic,
que proviene de una narración anterior de Martorell que el autor ajustó para poderla
incorporar al Tirant, inspirada en el relato anglonormando Guy de Warwik, en lo que
respecta al personaje del conde- ermitaño, y en el Llibre de l'Orde de Cavalleria de
Ramon Llull en lo que respecta a su encuentro con Tirant y a los consejos que aquel le da
al protagonista. “(El Guillem de Varoic) És un text fragmentari que conté una primera
redacció dels capítols 1-39 del Tirant, datable entorn de 1450: ha de ser posterior al viatge
de Martorell a Anglaterra, on devia conèixer el Roman de Gui de Warwick, i anterior al
1460.”17
Estamos ante la parte dedicada a la formación del caballero: formación primero
teórica, de la mano del ermitaño y de los consejos que este le proporciona en un manual
que Tirant llevará consigo en todas sus aventuras y después práctica, con la narración de
los combates individuales que protagoniza ante diversos paladines –reyes, gigantes y
caballeros envidiosos-.

17
(2015) Història de la Literatura Catalana. Barcelona, Ed. Barcino/E. Catalana (p. 123)

26
En el Tirant lo Blanc encontramos todas las fases de la preparación, tanto física
como psicológica, que necesita un joven que desea ser armado caballero. Encontramos
tanto la brutalidad en la iniciación del joven hijo del conde Guillem de Varoic como todos
los detalles del combate a muerte, la máxima escenificación del espíritu caballeresco.
“Comentari especial mereixen les pàgines del Tirant lo Blanc que narren les quatre formes
de batallar a ultrança que, a les festes d’Anglaterra, proposen els reis de Frisa i
d’Apol·lònia i els ducs de Bavera i de Burgunya, tots quatre, finalment, morts a mans del
protagonista de la novel·la. “18
El combate a muerte representa el símbolo de una época en declive que llegará a
desaparecer con la generalización del uso de la artillería: los soldados no se matarán cara
a cara, oliendo el sudor y el miedo del contrario, sino a distancia, de manera menos noble.
El desafío viene dado por un ideal de justicia -equivocado o no-. Las injurias previas, las
cartas de batalla, los padrinos, la elección de las armas -la parte ofendida tendrá derecho
a elegir primero-, la elección del lugar y de las condiciones del combate… son las partes
de lo que más adelante se configurará como un duelo de honor hasta bien entrado el siglo
XIX. “(…) a Anglaterra es dóna a conèixer per les seves victòries singulars en camp clos,
i aquest prestigi li permet de convertir-se en capità de nombroses gents d’armes.”19
Aunque el tono de la obra es fundamentalmente serio, se pueden encontrar ya
algunas muestras de su aire divertido y algunas escenas sorprendentes. Por ejemplo, el
episodio de Kyrieleison de Muntalbà o el combate con el alano. El primero representa la
degradación burlesca del episodio del gigante, típico de la novela de caballerías. Al
gigante Kyrieleison, -cuyo nombre ya es una burla-, que había ido a Inglaterra a
enfrentarse en combate singular con Tirant para vengar la muerte de su señor, el rey de
Frisia, le da un ataque y muere antes de entrar en combate. “(…) el Tirant ofereix una
enorme varietat de situacions bèl·liques i de formes de combat en camp clos,
acompanyada de consideracions teòriques i consells sobre la cavalleria i l’ordenament
militar, amb la presencia d’heralds, reis d’armes, missatgers i ambaixadors.”20
El episodio del alano, a su vez, representa también la degradación de otro episodio
típico de la novela de caballerías: la lucha del caballero con la fiera; sólo que aquí la fiera

18
RIQUER, M. (1990) Aproximació al Tirant lo Blanc. (p. 199)
19
RIQUER, M. (1990) Aproximació al Tirant lo Blanc. (p. 211)
20
(2015) Història de la Literatura Catalana. Barcelona, Ed. Barcino/E. Catalana (p. 137)

27
no es un dragón ni un león –recordemos las historias de San Jorge y del Cid- sino un
perro, y el combate es a mordiscos.

II. Tirant en el Mediterráneo (cap. XCVIII – CXIV)


En la segunda parte la novela llega al Mediterráneo (a Sicilia y Rodas) y toma su
tono fundamental, militar y caballeresco: el caballero singular se convierte en un estratega
militar, seguramente menos espectacular que el caballero que justa en un torneo, pero
evidentemente más útil para los propósitos de la cristiandad. Cuando tienen noticia de
que los egipcios y los genoveses quieren conquistar Rodas, Tirant y sus caballeros, junto
al heredero del trono de Francia viajan a Sicilia. A continuación Tirant libera Rodas,
peregrina a Jerusalén y se instala en Alejandría.

III. Tirant en Grecia (cap. CXV – CCXCVI)


La estancia de Tirant en Constantinopla marca la parte más larga, más compleja y
más importante de la novela. La novela se desarrolla mediante una sucesión de escenas
bélicas, cortesanas, amorosas y eróticas, narradas con el tono que les es propio: grave y
serio en la ceremonia y el combate, desvergonzado y divertido en la complicidad y el
engaño. Y todo ello situado en un mundo novelesco de ficción que se nos presenta con
una gran voluntad de realismo.
Respecto al argumento, la novela progresa siguiendo los dos ejes fundamentales:
el militar y el amoroso. Respecto al eje militar cabe destacar la campaña de Tirant contra
los turcos, trufada de detalles del arte militar de la época.

IV. Tirant en África (cap. CCXCVII – final)


La estancia de Tirant en el norte de África es probablemente la que incluye más
detalles sobre el arte de la guerra, ya que el aspecto militar domina completamente sus
páginas. En ellas se encuentra mucha información sobre el arte militar de la Edad Media
y podemos seguir al detalle la estrategia de una campaña militar de largo alcance.
En la abundancia de detalles militares, desde asedios a traiciones, que ya habíamos
podido seguir en las anteriores campañas contra genoveses y turcos, estriba la posibilidad
de que Joanot Martorell hubiera podido participar en las campañas militares de Alfonso
el Magnánimo, aunque no existen informaciones fidedignas que pudieran corroborarlo.

28
Con el paréntesis africano –que dura varios años- Tirant acaba de expiar la falta
que había cometido al desconfiar injustamente de Carmesina. Finalmente, el protagonista
se dirige nuevamente a Constantinopla y la novela vuelve a seguir los hilos argumentales
principales: los amores con Carmesina y la liberación del Imperio. Tirant es, por supuesto,
el caballero valiente, hábil en el uso de las armas y experto en el ceremonial caballeresco.
Es, al mismo tiempo, invencible. No podemos olvidar que desciende de la familia del rey
Arturo y, por lo tanto, está hecho de la madera de los héroes de la materia de Bretaña. Sin
embargo, a diferencia de ellos, sólo es un caballero y por ello debe esforzarse para obtener
la victoria –siempre en primerísima línea de combate- por lo que es herido innumerables
veces.

El origen nobiliario pero no real pone de manifiesto, en efecto, un nuevo recorte de las
potencialidades épicas del héroe. A diferencia del caballero castellano Amadís (…) una confirmación
novelesca de la natural condición de caballero, dada su identidad real, Tirant habrá de demostrar que merece
tal condición. El efecto resultante es un nuevo perfil de caballero: todavía con talante épico, pero ya con
fisuras humanas (…)21

En su argumento todos estos capítulos giran alrededor de diversos episodios


guerreros que culminan con la cristianización de casi todo el norte de África, gracias a la
participación de Tirant. Es la primera de las grandes exageraciones de la novela.

3.4. Honra, poder, religión y guerra

En el CdR el conflicto inicial surge por el enfrentamiento entre Ganelón y Roldán,


ya que el primero siente envidia del segundo.
Sin embargo, en esta historia habría un tercero en discordia ya que, según la
tradición, Carlomagno habría mantenido relaciones incestuosas con su hermana Gisela,
como consecuencia de las cuales había nacido Roldán, con lo cual el emperador sería a la
vez tío y padre del héroe infortunado.

21
RODRÍGUEZ, M.A. (1996) La novela de autoformación. Kassel, Universidad de Oviedo. (p. 174)

29
La tradición literaria hace de Ganelón cuñado de Carlomagno, pues se había
casado con Gisela, como recuerda la Chanson: “Ensurquetut si ai jo vostre soer,” (v.312).
Así pues, Ganelón queda convertido en padrastro de Roldán, con la carga de
desamor que este parentesco le supone. Esta situación familiar explicaría los
comportamientos que desencadenan la batalla de Roncesvalles.
Roldán propondrá a su padrastro como mensajero ante Marsil y Carlomagno la
acepta después de haber rechazado las iniciativas voluntarias de Naimón, Roldán,
Oliveros y Turpín. Sin embargo el emperador protestará ante la designación de Roldán
como jefe de la retaguardia, realizada por Ganelón. Ninguna de las dos propuestas era
inocente y en ambas peligraban los implicados.
El emperador quiere preservar a los Doce Pares de Francia del peligro, porque los
consideraba su principal instrumento político y guerrero. Estos caballeros eran unos
profesionales de la guerra, desligados de sus feudos y transformados en jefes de
caballería. No tenían territorios, tenían cargos políticos y de honor en pago a su fidelidad.
Frente a estos Doce Pares estaban los poderosos vasallos, como Ganelón, con grandes
feudos. Estas dos actitudes, con intereses opuestos, configuran las principales tensiones
de la Chanson. El enfrentamiento entre Ganelón y Roldán, con la presencia de
Carlomagno, reflejaba estas dos actitudes más que las malas relaciones familiares
proporcionadas por la leyenda.
Honor y venganza constituyen el núcleo principal del Cantar de Roldán. La
negativa del héroe a tañer el olifante para avisar a Carlomagno se explica como un caso
de honor y, ante la insistencia de Oliveros, contesta Roldán: “Ne placet Deu (…) / que ço
seit dit de nul hume vivant, / ne pur paien, que ja seie cornant “(vv. 1073-1075).
En una sutil gradación se pasa de la honra personal a la familiar y colectiva
(Francia) para terminar con el espíritu de Cruzada. Surge en Roldán su desmesura
guerrera: confía tanto en sus propias fuerzas que no escucha el prudente consejo del sabio
Oliveros.
El conflicto entre Ganelón y Roldán gira en torno a la importancia de la honra y
de la venganza: los dos morirán como consecuencia de sus actitudes, si bien de forma
diferente. Roldán pagará su desmesura con una muerte honrosa, mostrando su valentía
hasta el último aliento. Roldán pide perdón y ofrece su guante derecho a Dios, señal de

30
humildad, de sumisión, contrapuesta a su desmesurado orgullo. Y San Gabriel recoge el
guante y junto con él el ángel Querubín y San Miguel llevan su alma al paraíso.
La muerte de Ganelón será muy diferente. Ganelón y sus familiares, que son
entregados como rehenes, morirán ahorcados, y él recibirá la muerte que merece un felón
probado: unidos sus pies y sus manos a cuatro corceles, será descuartizado de forma cruel
y deshonrosa.
Todo este conflicto de intereses, que apunta o señala desajustes surgidos en la
sociedad feudal del siglo XI, está inserto en la lucha contra el infiel. En efecto, la traición
de Ganelón y la desmesura de Roldán propician el triunfo momentáneo de los sarracenos,
pero más adelante el emperador perseguirá a Marsil y lo derrotará en Zaragoza así como
a su señor, el gran emir Baligán, representante de todo el Islam.
El desarrollo literario de la Chanson con las dos actitudes representadas por
Ganelón y Roldán, así como la derrota del máximo caudillo de los sarracenos por parte
del emperador servirán para mostrar las ventajas de una monarquía fuerte: los traidores y
los guerreros con orgullo desmedido, que actúan individualmente, provocan problemas y
faltan a la lealtad, eje fundamental de la sociedad feudal.
En el seno de la monarquía cristiana, enfrentada al Islam en el siglo XI, surgen
fuerzas individuales que cuestionan el poder del rey. Es la clásica oposición entre el rey
y la alta nobleza pues, en la práctica, algunos vasallos se consideraban más poderosos que
su soberano y actuaban como auténticos monarcas en sus feudos.
Contra esta actitud luchaba la monarquía y El Cantar de Roldán sirvió de medio
de propaganda ideológica.

En el CMC se desarrollan los siguientes temas: el deshonor del destierro, el


engrandecimiento del héroe mediante sus victorias y las riquezas que adquiere, la
deshonra de sus hijas y el restablecimiento del honor.
El Cid, por otra parte, necesita dinero para mantener a su familia y para pertrechar
a su mesnada. Y siempre, en cada conquista, se hará mención de la riqueza obtenida. Esta
preocupación económica no suele aparecer en los otros cantares de gesta coetáneos.
Las mesnadas del Cid son presentadas como hombres esforzados, valientes y
dignos de servir al héroe.

31
Los dos personajes eclesiásticos también realzan la figura del Cid. El abad don
Sancho, que acoge al Cid contraviniendo las órdenes del rey, que había prohibido que se
diera hospedaje o comida al desterrado y el obispo Jerónimo que participa, como el Cid,
del ideal heroico representado en la conquista de Valencia.
La caracterización negativa de los personajes recaerá en los enemigos del Cid. En
el Cantar del destierro, el conflicto del rey con el Cid será debido a los “malos mestureros”
y se personifica en la figura del conde García Ordóñez, el prototipo del antihéroe.
Los Infantes de Carrión serán el contrapunto de lo heroico. La codicia, la cobardía
y la traición serán sus atributos. La vileza de los Condes de Carrión se pone de manifiesto
en el pasaje del moro Abengalvon, donde se atribuyen a un pagano la bondad y la
ejemplaridad.
Encontramos siempre el contraste entre la probidad y mesura del Cid con la
cobardía y avaricia de sus yernos, los Infantes de Carrión, y también el trato dado al
Conde de Barcelona, ridiculizado aun estando mucho más alto en el escalón nobiliario.
Todo esto puede tener un trasfondo social: el progresivo ascenso de los hidalgos
infanzones. El autor no nos menciona en ningún pasaje el título exacto de nobleza del
Cid, sin embargo, lo eleva por encima de aquellos personajes que presumen de nobleza
heredada. Podemos considerar que en el Cantar late un conflicto social entre aquellos
personajes que han conseguido su nobleza por sus acciones (gestas) y los que la han
heredado.
El humor también tiene presencia en el CMC, con objeto de rebajar la tensión
dramática en determinados pasajes y dotar de dimensión literaria al poema. Entre esas
muestras de humor tenemos el episodio de Raquel y Vidas (hay comicidad por la falta de
pago), la escena del león, la batalla contra el rey Búcar o el relato del conde de Barcelona,
vanidoso y petulante, que se niega a comer aunque cuando el Cid le dice que si come le
pondrá en libertad se pone a comer con un apetito voraz.
En el CMC asistimos a una glorificación progresiva del héroe, un hidalgo
infanzón. Y el mundo que resulta del Cantar ya no es estático. En el nuevo orden
resultante la alta nobleza ha perdido su prestigio y su papel representativo: el rey afianza
su poder gracias al Cid.

32
En el TlB, Martorell imagina un mundo dominado por el noble juego de las reglas
del honor de la caballería: la defensa de la justicia convertida en el principal objetivo de
su existencia. El personaje escogido para desarrollar esta concepción del mundo es un
joven caballero, Tirant, consciente de que una misión superior le espera: está convencido
de que su destino está en su entrada en la caballería.
Así lo confiesa a un ermitaño con el que se encuentra junto a una fuente donde el
caballo se acerca para beber agua. La conciencia de querer formar parte de este selecto
grupo de hombres se vuelve dramática cuando el ermitaño le explica que todo lo que
necesita saber sobre el arte de la caballería ya ha sido escrito. Es decir, el mito de la
caballería y su modelo de vida se relacionan con la lectura de libros que hablan sobre la
Mesa Redonda del rey Arturo. De la misma manera, el protagonista, el joven Tirant,
comprende que la caballería es un camino per alcanzar la fama, una manera de encontrar
su lugar en el mundo medieval.

Tirant lo Blanc ofereix un currículum vítae que respon a una realitat del segle XV, on són
tan freqüents els casos de joves que feren de cavallers errants i, adquirit així prestigi, esdevingueren
capitans que comandaven grans exèrcits de terra o estols de mar.22

Desde ese momento, sus aventuras se convertirán en un ejercicio de


interiorización de los valores de la caballería, unos valores que en el siglo XV pronto
quedarían relegados a la existencia en los libros como testigos del tiempo pasado. La idea
de Martorell es simple: sacar de la literatura estos valores y convertirlos en la base de una
nueva vida social. No es exagerado pensar que Martorell escribió su obra basándose en
lo que el soñaba con llegar a ser y nunca consiguió.

És el Tirant lo Blanc un llibre d’heroi del qual ha estat creat copiant un tipus d’home que
existia i actuava al voltant de l’escriptor, el qual en més d’un moment de la seva vida visqué el
lluït ambient en què situa alguns capítols de la se va novel·la i que, quan havia de lluitar amb els
seus de les mateixes característiques que les que vestia Tirant quan junyia. autèntica enemics, els
trametia lletres de desafiament idèntiques a les que fa escriure als seus personatges de ficció i
cobria el seu cos amb armadures de les mateixes característiques que les que vestia Tirant quan
junyia.23

22
RIQUER, M. (1990) Aproximació al Tirant lo Blanc. (p. 211)
23
RIQUER, M. (2011) Martorell, cavaller del seu temps en Panorama crític de la Literatura Catalana.
(p. 269)

33
Tirant se da a conocer en fiestas cortesanas y combates en Inglaterra, se convierte
en general de las fuerzas armadas que socorren la isla de Rodas y el imperio griego, que
se defiende contra la invasión de los turcos y, después de una larga campaña en el Magreb
vuelve a Constantinopla, donde muere.
Tras sus gestas Tirant ya no es un caballero cualquiera, ahora es conocido por todo
el mundo. La extensa narración -algunos críticos hablan de la existencia de un conjunto
de novelas dentro de una sola novela- ofrece un conjunto de descripciones de
procedimientos y recursos militares, armas de guerra y movimientos de tropas propios de
la época y que ayudan a comprender la gran pericia de Tirant como estratega, tanto en
combates terrestres como marítimos Así es como la novela llega a convertirse en un
valioso documento de la época.

Ahora bien, el Tirant ha sido calificado por Vargas Llosa como “novela total” porque
puede ser leída desde múltiples claves: como novela de aventuras, novela erótica, histórica, militar,
psicológica, etc. En lo referido, por ejemplo, a lo militar, Riquer ha descrito exactamente cómo
debía ser el armamento empleado en desafíos reales por el caballero Martorell, lo que viene a
encontrar reflejo en determinados momentos de la novela. Este aspecto, junto con la frecuente
narración detallada de estratagemas militares, es uno de los que ha inducido a la crítica a hablar
tanto del realismo de esta novela24

3.5. Personajes y arquetipos (en construcción)

Al enfrentarnos con los textos poéticos épicos y sus personajes considerados en


este estudio, el lector no puede evitar asombrarse ante la caracterización de los personajes
sarracenos, moros o musulmanes.
Los musulmanes que se enfrentan a Roland en el campo de batalla llevan por
nombre Falsarón, Malprimis, Malcuidant, Malcud, Aelroth, Chernublo, Abismo, por
nombrar sólo a algunos de los muchos presentes en la Chanson. Sorprende la cantidad de
nombres que comienzan con la partícula “Mal”, significativo en cuanto que complementa

24
YSERN, J.A. y otros (2004) Introducción a las lenguas y literaturas catalana, gallega y vasca. (p. 162)

34
y reafirma una serie de rasgos atribuidos a los sarracenos a lo largo del relato. Lo mismo
podría decirse del nombre Falsarón, que evoca la idea de mentira y falsedad, o Abismo,
palabra que puede asociarse a la perdición o al mismísimo infierno.
No sólo las personas de los musulmanes tienen nombres extraños y perversos, sino
también sus caballos, sus armas y los lugares de donde provienen. Hay quienes vienen de
lugares indudablemente ficticios: Daltión, Balbión, Alferna, Garmalía, otros de comarcas
con nombres tenebrosos: Montenegro. Ya sea un lugar real o inventado el juglar no deja
de aclarar las características de la comarca de origen de los paganos: provienen de lugares
malditos.
Las características físicas de los musulmanes están directamente relacionadas con
sus nombres. Muchos poseen un tamaño y una fuerza física que excede a las capacidades
humanas: Chernublo de Montenegro es capaz de acarrear un peso mayor que el que
pueden soportar cuatro mulos de carga. De algunos se dice, explícitamente, que son
gigantes. De otros, se dice que su piel es tan negra como la pez derretida, y que lo único
blanco que tienen son los dientes, rasgo al que puede atribuirse fiereza y salvajismo.
La piel negra de los musulmanes es un elemento que parece llamar la atención del
juglar ya que hay insistentes repeticiones de este rasgo a lo largo de la obra. Las
características físicas de los sarracenos apuntan hacia la barbarie y la animalidad.
Debemos apuntar aquí que hay musulmanes que son más bárbaros que otros. Si
bien la impresión general es que son una masa malvada y terrible, el rey Marsil y sus
caballeros cercanos no presentan ninguna característica física de bestialidad o salvajismo,
lo que nos induce a pensar que sus atributos físicos son más bien normales. Pudiera
parecer que los musulmanes llegados desde el África o desde tierras remotas y fantásticas
son los que presentan mayores rasgos de animalidad. En este sentido, debido a que el rey
Marsil vivía en España, se tendería a atribuirle características más cercanas a los
cristianos.
Por otro lado, el Cid es un héroe íntegro en el sentido cristiano, feudal y social.
Con esta integridad se gana la adhesión de sus vasallos y recupera el favor del rey, aunque
nunca rompió su vasallaje. Además es tierno y humano en el amor a la familia y a sus
amigos, es también religioso, astuto, dispuesto y valiente en la lucha.

El autor del CMC presenta al héroe como ejemplo o dechado de virtudes del

35
hombre castellano de la época: un caballero que con su esfuerzo personal, respetando las
leyes del feudalismo, pasa de la deshonra injusta del destierro a la más alta glorificación.
Al lado del héroe están su mujer, doña Ximena y sus dos hijas, doña Elvira y doña
Sol, personajes que sirven para realzar al héroe como esposo y padre ejemplar. Las hijas
ensalzarán al héroe como padre que busca para ellas un buen matrimonio.

En el TlB, Tirant es un héroe de ficción de carne y hueso que está rodeado de


personajes cotidianos, es decir, personajes con sentimientos y defectos. El joven bretón
ejecuta sus acciones bajo la sospecha de vivir una ficción en la que está rodeado de
elementos cotidianos: el sexo, la envidia, la crueldad y la ambición. Martorell nos
presenta el mundo tal como era en aquella época, creando un mundo literario realista y
alejado del mito del Mediterráneo. Así, podemos presenciar la vida de un hombre en lucha
consigo mismo, situado en el centro de un grupo de mujeres (Carmesina, la Viuda
Reposada, Ricomana y Estefania) que marcarán su existencia.
Tirant conserva, de estos precedentes, su carácter de caballero virtuoso, valiente
y digno de admiración, pero vive en un mundo real y actúa siempre en el marco de lo que
es posible. Una vez acabado el período de formación caballeresca, Tirant emprende la
gran aventura necesaria para el mundo medieval y se convierte en el estratega militar que
vence a los enemigos y cristianiza a los infieles. A pesar de todo. Joanot Martorell no
recurre a prodigios para explicar las victorias de su protagonista. Éstas representan el
resultado de mezclar valor, decisión, conocimientos en el arte de la guerra y una actitud
moderna que consiste en adoptar cualquier medio a su alcance, desde el engaño a la
simulación e, incluso, la traición, para conseguir sus objetivos.
Por un lado, encontramos en Tirant al cortesano, al hombre educado, hábil e
hipócrita cuando conviene, en definitiva, al diplomático eficaz y sin trabas. Por otro lado,
la obra nos habla del general pragmático que une a su valor y carisma unas enormes dotes
como estratega. “Com a bon general (si ens és permès de donar-li aquest nom) coneix no
solament l’art de la guerra en terra i mar, ans encara quins són els bons soldats.”25
Junto a los aspectos más gloriosos, la novela nos acerca a la cruda realidad de las
víctimas de un asedio, del enriquecimiento por medio del botín de guerra -en ello el

25
RIQUER, M. (1990) Aproximació al Tirant lo Blanc. (p. 211)

36
Duque de Macedonia es un experto- o del rescate de prisioneros y rehenes. Codicia,
cobardía y crueldad conviven con los ideales de valentía, respeto y honor.

3.6. La muerte del héroe

3.7. Obras y autores

En cuanto al autor de La Chanson de Roland, podemos decir que, probablemente,


fue un clérigo culto.

” Lo cierto es que entonces la literatura francesa, (…) se halla constituida, dotada de obras
que son obras maestras, verbigracia la Canción de San Alejo, o la Canción de Rolando, nuestra
Ilíada, lo cual supone autores de extensa y profunda cultura, técnica muy sabia y seguros de
alcanzar un público muy amplio.” 26

26
COHEN, G. La vida literaria en la Edad Media. Madrid, Fondo de Cultura Económica. p. 23

37
Este clérigo habría aprovechado un material anterior, como evidencian las
diferentes versiones que se han conservado del Cantar (Venecia IV, Venecia VII,
Chateaurroux, Lyon, Cambridge). El autor culto habría realizado una refundición más
artística que mecánica de un texto anterior, por lo que no se trataría de un mero copista.
El último verso de la Chanson dice: “ci falt la geste que Turoldus declinet” (v.
4002).
Según esto el autor sería el monge Turoldo, refundidor y responsable de
manuscrito de Oxford, que habría bebido de fuentes anteriores para componer su obra. “
Pero, sea Turoldus el autor de la Chanson de Roland (…) o sea el autor de una de sus
fuentes latinas, lo cierto es que el verso 4.002 apoya (…) que antes de la Chanson de
Roland existió un texto, la Gesta Francorum, que narraba la materia legendaria que
vemos aparecer en el cantar francés”.27

Del Cantar de Mio Cid, o Poema de Mio Cid se conserva solamente una copia
realizada en el siglo XIV (como se deduce de la letra del manuscrito) a partir de otra que
data de 1207 y que fue llevada a cabo por un copista llamado Per Abbat, que transcribe
un texto compuesto probablemente pocos años antes de esta fecha.
Menéndez Pidal, con su tesis neotradicionalista, vincula al autor del CMC al
mester de juglaría. Y según él, la versión definitiva del Cantar sería el resultado de la
labor de dos juglares. La primera versión, muy próxima a los hechos que narra, sería el
trabajo de un juglar de San Esteban de Gormaz por la abundancia de topónimos que de
esa región se mencionan en el “Cantar del destierro”. Asimismo los hechos narrados en
esta primera versión serían los más históricos. Un segundo juglar de Medinaceli, ya más
alejado de los hechos históricos, habría realizado adiciones novelescas y sería el autor-
refundidor del “Cantar de la bodas y el “Cantar de la afrenta de Corpes”.

La tesis individualista, por su parte, buscará las señas de identidad del CMC en el mester
de clerecía. ”La teoría individualista (…) supone que el poema nace algunos siglos después de los
sucesos que trata (…) Esta teoría desestima el elemento histórico de los poemas medievales, pues
cree que consiste sólo en alguna escueta noticia sobre un suceso lejano que el poeta sacó de una
crónica, de un diploma, de una leyenda oral”.28

27
RIQUER, M. de Los cantares de gesta franceses. Madrid, Gredos, 2009. p. 66
28
MENÉNDEZ PIDAL, R. La épica medieval española. Madrid, Espasa - Calpe S.A, 1992. p. 103

38
El explicit final se interpretaría en sentido restringido, en el sentido de
“componer”, de la tarea del simple amanuense. A partir de aquí la crítica individualista
sitúa al posible autor del CMC dentro de la clerecía secular: un clérigo perteneciente al
obispado de Burgos, o bien atribuye la autoría al propio obispo Jerónimo, que acompaña
al Cid en sus conquistas e incluso participa en el combate.

El CMC habría sido redactado por iniciativa de la Corona (Alfonso VI), que
querría presentar un modelo de vasallo obediente a ultranza, aunque tuviese un mal señor.
Se quería demostrar que, fuera de la obediencia regia, no había vida política. Y se eligió
la figura del Rodrigo Díaz de Vivar porque ya era conocido de otros textos épicos, en
alguno de los cuales se había mostrado su rebeldía. Al tratarse de un encargo “oficial” se
habría recurrido para ello a un autor cualificado, experto en leyes. En efecto, el poeta-
autor despliega un gran conocimiento de leyes en la demanda civil y el reto contra los
Infantes de Carrión, celebrada en Toledo en presencia del rey.

El autor de TlB, Joanot Martorell, fue un caballero de la baja nobleza valenciana.


Nació, probablemente, en Valencia entre 1405 y 1410 y murió hacia 1465. Nacido en los
últimos años del reinado de Martí l 'Humà, fue testigo de la introducción de la dinastía
castellana de los Trastámara en la Corona de Aragón con la figura de Fernando de
Antequera (1412-1416), después de la extinción de la dinastía de Barcelona tras la muerte
de Martí l’Humà en 1410, y de los primeros años del reinado de Joan II (1458-1479). Sin
embargo, su vida transcurre sobre todo durante el reinado de Alfonso el Magnánimo
(1416-1458).
Joanot Martorell es heredero de la tradición literaria medieval catalana y la
incorpora a la novela de la misma manera que incorpora a sus contemporáneos: resulta
muy visible la presencia de Ramon Llull y su Llibre de l'Orde de Cavalleria en la primera
parte de la novela.

La caballería nació del oficio de las armas y tal carácter militar nunca se perdió,
pero se revistió de un ideal de conducta válido tanto para la paz como para la guerra y basado en
virtudes como el coraje, la lealtad, la liberalidad y la cortesía. El ideal caballeresco está plasmado
en las novelas corteses de Chrétien de Troyes, en los tratados al estilo del Llibre de l’Orde de
Cavalleria de Ramon Llull, e incluso en la concepción eclesiástica de los tres órdenes de la

39
sociedad feudal (oratores, bellatores, laboratores), que combinaron la tradición guerrera con
aspiraciones aristocráticas y los valores cristianos.29

3.8. Ideología y literatura

CdR
Respecto a la Chanson de Roland, lo primero que debemos aclarar es que la
campaña de los francos en España no fue una guerra santa. Carlomagno se embarca a
través de los Pirineos con el fin de ayudar a Suleimán, el wali musulmán de Barcelona,
Gerona y Zaragoza. Este había cruzado los Pirineos el año anterior para pedirle ayuda al
poderoso rey cristiano contra la tiranía del emir de Córdoba. Carlos accedió a ayudarlo y
preparó un gran ejército para invadir España con el objeto de poner a Suleimán en el trono
y así anexar Iberia a Francia, creando una especie de protectorado.
Suleimán aseguraba que la España musulmana se encontraba irremediablemente
dividida y que sería muy fácil para Carlomagno conquistarla. Sin embargo, la campaña
española de Carlomagno no reportó grandes beneficios. La ciudad de Zaragoza se rebeló
contra el rey cristiano y contra su señor el emir. Los francos cambiaron repentinamente
de planes y Carlos se vio obligado a conducir a sus tropas de vuelta a casa.
La fama del héroe se extendió por varios países: Inglaterra, Francia e Italia. Por lo
tanto podemos inferir que el Cantar fue un vehículo de propaganda del Imperio
Carolingio y de la Iglesia, que daba a aquel espíritu de conquista carácter de Cruzada (la
lucha contra el infiel).
El Cantar de Roldán se transforma en un modelo de épica nacional, otorgándole
significancia religiosa a los actos seculares. La campaña del 778 se ve apropiada por la
mentalidad cruzada, no sólo como guerra santa sino como ejemplo eterno de la lucha
entre el bien y el mal.
Después de que el resultado de la batalla se esfumara de la memoria colectiva la
campaña de 778 fue reescrita para así poder otorgar a los reyes francos y a sus herederos
una validez moral que justificara su gobierno, así como proporcionarle a la Iglesia una
brillante historia pasada que inspirara a los soldados en su marcha hacia Oriente.

29
PIQUERAS, N. (Cord.) (2005) Del Tirant al Quijote. La imagen del caballero. Valencia, U. de
Valencia (p. 19)

40
“La desgraciada expedición de Carlos a Zaragoza, donde el rey franco se aventuró en calidad de
aliado de ciertos príncipes sarracenos el norte de España, se adornó rápidamente con la idea de que
se trataba de una expedición cristiana contra los musulmanes, es decir, una especie de
precruzada”.30

Sin embargo, la historia indica que la Batalla de Roncesvalles habría sido en


realidad un combate entre un grupo formado por una alianza de cristianos y musulmanes
contra otro grupo cristiano, los vascones. No obstante, esta importantísima
transformación de nacionalidad y religión de los adversarios de la batalla no es el único
de los cambios introducidos a partir de la ficción del hecho histórico en su paso hacia el
cantar de gesta. Carlomagno tampoco hubiera podido vengar la masacre de su retaguardia,
ya que el enemigo se dispersó sin dejar pistas de su paradero. Por lo tanto la lucha final y
el desenlace del Cantar serían completamente ficticios.
Por otra parte, Roland es un personaje cuya existencia es incierta y cuyas acciones
se nos antojan inverosímiles. En el proceso de conformación de la canción de gesta, la
Batalla de Roncesvalles y sus personajes han sido completamente transformados: Roland,
quien aparece mencionado escuetamente como prefecto de la marca de Bretaña, se
convierte en el sobrino de Carlomagno e hijastro del traidor Ganelón, un personaje
completamente ficticio. El compañero inseparable de Roland, Oliveros, también es
totalmente fabuloso.
Entre los años 800 y 1600, pero sobre todo en el siglo XI, situamos la idea de la
guerra santa. Al tiempo de la primera cruzada, el temor al invasor musulmán, el cual se
evidencia en el Cantar de Roldán, era un sentimiento omnipresente. En la memoria
colectiva perduraban las invasiones de los vikingos, los sajones y los sarracenos.
En este proceso, la Iglesia intentó restringir las guerras entre cristianos y dirigir la
acción bélica hacia el ataque y aniquilamiento de los representantes de la religión rival.
Contemporáneo a la fijación de la Cantar de Roldán, el Papa Urbano II realizó la conocida
llamada a la primera cruzada para recobrar los Santos Lugares y devolverlos a sus
“legítimos” dueños. “Para Bédier, la Chanson de Roland fue escrita, lo más pronto, en
1100, después de la primera cruzada, y en el momento de pleno apogeo de los peregrinajes
a Santiago de Compostela”.31

30
RIQUER, M. de Los cantares de gesta franceses. Madrid, Gredos, 2009. p. 53
31
RIQUER, M. de Los cantares de gesta franceses. Madrid, Gredos, 2009. p. 77

41
La figura de Roldán, del que solo sabemos que fue prefecto de Bretaña y que
murió en Roncesvalles al mando de la retaguardia del ejército de Carlomagno, fue
creciendo hasta convertirse en un héroe épico de leyenda. Así, se le adjudica el parentesco
de sobrino de Carlomagno (error histórico) e hijastro de Ganelón, el traidor, personaje
ficticio.
Roldán es un caballero valiente, pero de un heroísmo imprudente; la tradición le
dio un compañero sensato y prudente, Oliveros, también ficticio así como la mayoría de
los personajes tanto francos como sarracenos que figuran en el Cantar son
novelescos.”Las disputas de Roldán con Oliveros son, exactamente, las discusiones de
dos entrañables camaradas que han guerreado muchos años juntos. Hay en la figura de
Roldán un simpático matiz de infantilismo”. 32

CMC
El CMC serviría de propaganda al sistema feudal para subsanar el desorden
iniciado por un vasallo que se rebela contra el sistema. Encontraríamos cuatro niveles:

1. Nivel político: enfrentamiento entre Castilla (el Cid y los suyos) y León (la vieja
nobleza hereditaria, personificada en los Infantes de Carrión).
2. Nivel socioeconómico: enfrentamiento entre el pueblo y la oligarquía aristocrática, los
primeros luchan por el ascenso social y los segundos por mantener sus privilegios. El
autor del CMC toma partido a favor de la baja nobleza, los hidalgos infanzones, arraigada
en el pueblo. Por ello ridiculiza a la aristocracia (Infantes de Carrión y Conde de
Barcelona).
3. Nivel individual: el héroe, el Cid, sería la personificación de los ideales del hombre
castellano.
4. Nivel religioso: hay también una intención religiosa, cristianos frente a paganos,
espíritu de Cruzada, aunque algo más atenuada que en en la Chanson de Roland.
El nuevo orden al que se llega al final, después de las Cortes de Toledo, no
coincide con el orden del comienzo pues, si bien no se altera el poder del rey, el sistema
feudal se renueva con la savia de la nueva nobleza esforzada. No cabe duda de que el
poema es un canto al caballero que, por sus méritos personales, alcanza grandes riquezas

32
RIQUER, M. de Los cantares de gesta franceses. Madrid, Gredos, 2009. p. 127

42
y prestigio social (“ondra”), y por ello quiere tener los mismos derechos que la nobleza
hereditaria. En este sentido, el CMC es poesía comprometida, en tanto que el autor
anónimo toma partido por la clase caballeresca en ascenso.
En la figura de Rodrigo Díaz supo hacer encarnar el autor un concepto de lo
heroico que persiste a través de la literatura española. El héroe del Cantar no es un ser
mítico, dotado de facultades maravillosas o sobrenaturales. Es un hombre como los demás
que por sus virtudes –valor, lealtad al rey, respeto a la justicia y a los demás hombres que
con él se comportan lealmente, fidelidad, amor paternal y fe religiosa- se eleva al
heroísmo y pasa a ser ejemplo de caballeros. ”Al tratar de la significación del poema fuera
ya de sus valores literarios, se piensa siempre en él (…) como encarnación del espíritu
castellano y primera manifestación de la conciencia nacional en aquellos momentos en
que se estaba forjando el ser mismo del pueblo español”. 33
Junto a esta actitud ante la realidad, se destaca en el Cantar lo que ha venido
llamándose “sentido nacional” y un cierto espíritu democrático.
El primero es visible en el lugar que ocupa Castilla en la mente y en el sentimiento
de los desterrados y en el acatamiento a la autoridad del rey.
Un cierto espíritu democrático se muestra en la elección misma de una figura de
la nobleza inferior para elevarla a la categoría heroica y en la igualdad con que trata el
Cid a sus compañeros. El vasallo queda incluso por encima del rey, a quien no niega la
lealtad debida, a pesar de la notoria injusticia con la que aquel ha sido tratado.
La realidad era, probablemente, mucho más prosaica.

A propósito de los episodios de la vida de Rodrigo de Vivar, Menéndez Pidal subraya toda la
complicación política de los príncipes cristianos, quienes se disputan encarnizadamente la presa
de las parias sarracenas. El Cid (…) sirve a reyes moros porque era el medio ordinario de
subsistencia de un caballero expatriado; vivir entre moros era el destino del desterrado (…)34

TlB
El Tirant lo Blanc es una novela caballeresca que narra las aventuras de armas y
de amor del caballero Tirant, al servicio de un ideal magnífico por el que suspiraba la
sociedad cristiana del siglo XV: liberar el Imperio Griego, y a Constantinopla, del

33
ALBORG, J.L. Historia de la literatura española. Madrid, Gredos. p. 70
34
ABAD, F. Literatura e historia de las mentalidades. Madrid, Ediciones Cátedra, 1987. p. 59

43
dominio turco que se había iniciado pocos años antes. Como dice Francisco Abad: “La
idea de reconquista (…) resulta compleja, y en ella se suman componentes distintos. Está
concebida como una exigencia histórica, en cuanto existe en continuidad un mismo
enemigo; contra el musulmán ha de asegurarse la propia existencia”35
Tirant es el caballero singular en un mundo magnífico que responde a la realidad
de la caballería del siglo XV, con todo su formalismo y su magnificencia. Además, en la
novela se explica por primera vez en la literatura europea una versión del origen de la
Orden de la Jarretera, que Joanot Martorell debió conocer, como el mismo Guy de
Warwik, durante su estancia en Inglaterra.

La brodadura era tal com la garrotera, qui stava feta en semblant forma ço és, de una
correja de senyir ab cap e ab civella, axí com moltes dones galanes e d’onor porten en les cames
per tenir les calçes e, com han encivellada la garrotera, donen una volta de la correja sobre la
çivella retent nuu, e lo cap de la correja penja quasi fins a miga cama, e enmig de la garrotera stan
scrites aquelles mateixes lletres: Puni soyt qui mal hi pense.36

En el imaginario popular de la Edad Media no había mayor gesta que la liberación


de los territorios ocupados por el islam, bien fuera por medio de las Cruzadas a los Santos
Lugares -sagrados para las tres grandes religiones- bien en los territorios hispánicos -en
una Reconquista que llevaba muchos años en marcha con grandes altibajos por ambas
partes-.

Novela que interpreta en la figura del héroe y en la contrafigura de los enemigos del héroe
los ideales del Reino de Valencia; la hostilidad a los genoveses, la aversión a los franceses, la
ilusión de la aventura bizantina, las guerras al infiel, los elementos cardinales de la mentalidad
caballeresca de la Cristiandad amenazada de crisis.37

A pesar de que las grandes potencias de la época hicieron muy poco para
impedirlo, la pérdida de Constantinopla supuso un duro golpe para el ideario cristiano de
la época: representaba el final real de mil años del Imperio Romano de Oriente, que había
tomado el testigo del Imperio Romano cuando éste desapareció en el siglo V. Aunque se
hallaba en una total decadencia, la ciudad de Constantinopla no dejaba de ser un bastión
frente a los ejércitos turcos que se hallaban a las puertas de los reinos cristianos orientales.

35
ABAD, F. (1987) Literatura e historia de las mentalidades. Madrid, Ediciones Cátedra/Crítica literaria.
(p. 53)
36
MARTORELL, J. (2008) Tirant lo Blanch. (p. 343)
37
ELÍAS, F. (1965) Historia del pensamiento político catalán. Sevilla, Eds. Montejurra. (p. 240)

44
(…) l’emperador Constantí XI morí en la defensa de la ciutat, sense tenir cap ajuda
rellevant de cap regne occidental. Els relats i les anotacions en cròniques i en dietaris i la literatura
sobre aquest fet donen compte de la reacció occidental de consternació. 38

En la Baja Edad Media se escribieron obras que llevaban implícita una gran carga
de esperanza en la cristianización del mundo por la fuerza de la razón, como el claro
ejemplo del Libro del gentil y los tres sabios de Ramon Llull y sus intentos por convertir
a los musulmanes de manera más o menos pacífica:

Y como para todos ha quedado de manifiesto que existe un solo Dios, un solo Creador y
un único Señor, por tanto, tenemos una sola fe, una sola doctrina y una única forma de alabar y
honrar al Altísimo Creador, y que nos damos amor y auxilio unos a otros, y que entre nosotros no
hay ninguna diferencia, ni contradicción de fe ni de costumbres. 39

La otra manera era por la fuerza de las armas, en una nueva cruzada que uniera a
todos los reinos cristianos contra el infiel. El Tirant juega con las dos maneras de
convertir, y acaba haciéndolo por la fuerza de las armas en la mayor parte de los casos:

Un llibre que vol assemblar-se a la historia ha de ser un llibre sobre la guerra, i en


particular sobre la guerra del cristianisme contra l’islam, que al segle XV vol dir contra els turcs
otomans. En aquest sentit, el Tirant és una novel·la sobre la croada; no hi ha cap papa que la
prediqui ni cap rei que la dirigeixi, però l’heroi és un croat que lluita a Rodes, a Llevant, a l’imperi
grec i al Magrib per salvar i expandir el cristianisme.40

4. Conclusiones (en construcción)

Este TFM se ha apoyado en dos literaturas básicas para el máster, como son la
castellana y la catalana, representadas por dos obras literarias: el Tirant lo Blanc y el
Cantar de mio Cid. Nos hemos basado también en una obra cumbre de la literatura
francesa, literatura que se halla muy relacionada con aquellas: la Chanson de Roland.
La Edad Media puede considerarse, con muchos matices, como un larguísimo
periodo de transición (un milenio) entre el final del Imperio Romano y la época del
Renacimiento. Se trata de una época en la que sólo una pequeña parte de la población
sabía leer y escribir, por lo que la literatura de transmisión oral es la más importante. “La

38
(2015) Història de la Literatura Catalana. Barcelona, Ed. Barcino/E. Catalana (p. 127)
39
LULIO, R. (2007) Libro del gentil y los tres sabios. Madrid, BAC y UNED. (p. 521)
40
(2015) Història de la Literatura Catalana. Barcelona, Ed. Barcino/E. Catalana (p. 126)

45
difusión escrita de la cultura estaba reducida a un público muy limitado, constituido en
una buena proporción por clérigos. Si aspiraban a un público más amplio, las obras habían
de difundirse de manera oral, lo que era habitual en poesía, y en menor medida en la
prosa”.41
Todo ello puede explicar el anonimato que rodea a los autores de las dos obras en
verso.
Las tres obras literarias que nos han ocupado fueron escritas en la segunda mitad
de la Edad Media, entre los siglos XI y XV, una época en la que nacieron algunos de los
principales países europeos y que vino marcada por un conflicto de religiones e ideologías
muy relacionado con las fronteras y las luchas por el poder.
Los nacientes países necesitaban héroes que, con su buen hacer arraigado a una
religión fuerte, justificaran el uso de las armas en defensa de dicha religión. Tirant, Roland
y Rodrigo cumplen con creces las expectativas: son valientes, honestos y esforzados y
representan el espejo en el que se debía mirar cualquier caballero que se preciara.
La muerte de los héroes difiere en algunos matices. Roland muere joven y el
emperador Carlomagno lo venga ganando la batalla que supone el fin del intento
sarraceno de invadir el territorio franco. Tirant consigue la victoria final, aunque su
fallecimiento es algo más prosaico: muere de una enfermedad. El Cid es, de los tres
héroes, el que consigue vivir más y el que más se beneficia de sus hazañas: recupera su
buen nombre y el favor perdido del rey castellano y, según la leyenda, gana su última
batalla incluso después de muerto.

5. Epílogo

Existen evidentes similitudes entre el Dios de los cristianos y el Alá de los


musulmanes que van más allá del simple monoteísmo. Ambas religiones creen en un Dios
creador de todo lo que existe, un Dios santo, todopoderoso y misericordioso que se sitúa
más allá de toda representación. Los católicos creen en un Dios que comunica su palabra
a por medio del testimonio de unos profetas que lo son también para los musulmanes:
Abraham, Isaac e Ismael, Jacob, Moisés, Juan el Bautista y Jesús. Lo que también nos
acerca es que creemos que Dios tiene un proyecto para la humanidad, que su mensaje se

41
GUTIÉRREZ, F. (2011) Movimientos y épocas literarias. Madrid, UNED. (pp. 52, 53)

46
dirige a todos sin excepción y que nuestro destino es el de encontrarnos cerca de Dios
más allá de la muerte.
Sin embargo, estas similitudes no pueden esconder las diferencias reales entre la
fe en Dios de los cristianos y de los musulmanes. A menudo no adjudicamos el mismo
objeto al mismo concepto, sean nombres propios como Abraham, Moisés, David o Jesús,
o bien nombres comunes como profeta, plegaria, fe o juicio final. Al mismo tiempo,
tampoco estamos de acuerdo en la forma o el contenido del mensaje de Moisés o del
evangelio de Jesús.
Pero lo que nos divide más profundamente es seguramente el carácter decisivo y
definitivo que los cristianos reconocen en Jesús, y los musulmanes en el Corán, sin olvidar
el estatuto, reconocido o no, de Mahoma como profeta.
En la exhortación apostólica Evangelii gaudium de 2013, el Papa Francisco
intentaba un acercamiento al islam a base de buscar aquello que une dicha religión con el
catolicismo (o el cristianismo ecuménico).

En la actualidad adquiere gran importancia la relación con los creyentes del Islam, hoy
particularmente presentes en muchos países de tradición cristiana donde pueden celebrar
libremente su culto y vivir integrados en la sociedad. Nunca hay que olvidar que ellos, «confesando
adherirse a la fe de Abraham, adoran con nosotros a un Dios único, misericordioso, que juzgará a
los hombres en el día final». Los escritos sagrados del Islam conservan parte de las enseñanzas
cristianas: Jesucristo y María son objeto de profunda veneración, y es admirable ver cómo jóvenes
y ancianos, mujeres y varones del Islam son capaces de dedicar tiempo diariamente a la oración y
de participar fielmente de sus ritos religiosos. Al mismo tiempo, muchos de ellos tienen una
profunda convicción de que la propia vida, en su totalidad, es de Dios y para Él. También
reconocen la necesidad de responderle con un compromiso ético y con la misericordia hacia los
más pobres.42

Aunque la publicación de la exhortación partía de buenas intenciones, no dejó de


ser algo prácticamente inútil, un brindis al sol, como en su día lo fueron los múltiples
intentos de diálogo de Ramón Llull. En la actualidad el acercamiento de tipo luliano a los
sabios que, una vez convencidos por los razonamientos, transmitirían la verdad a la
población, choca con una realidad que convence sólo mediante el uso de las armas.
Basta con que cualquier estudioso del Corán tome uno de los múltiples versículos
sobre el tema que llenan las suras de libro santo musulmán, libro de cabecera del IS, para
que se dé cuenta de que no hay posibilidad de acercamiento.

42
PAPA FRANCISCO (2013) Exhortación apostólica Evangelii Gaudium 252. (p 119)

47
Te hemos hecho descender el Libro con la verdad, confirmando los Libros que ya tenían
y vigilando por su pureza. Juzga entre ellos según lo que Dios ha revelado y no sigas sus
seducciones apartándote de la verdad que te ha venido. Hemos instituido para cada uno de vosotros
un sendero, una ley y un camino. Actitud de judíos y cristianos frente a la nueva revelación. Sura
VI 52.43

Es cierto que la Iglesia católica completó el Antiguo Testamento de la Biblia con


un Nuevo Testamento en el que Dios, encarnado en su hijo Jesús, es amor. Sin embargo,
existen asociaciones católicas ultra ortodoxas como la Hermandad sacerdotal San Pío X
que, aunque no disponen del absoluto control del poder político del que dispuso la
Inquisición en sus buenos tiempos, jamás aceptarían un diálogo que supusiera ceder en
los principios básicos del catolicismo preconciliar.

Si queremos una política cristiana es porque sabemos bien, este es un artículo


fundamental de nuestra fe, que no hay salvación sino en Jesucristo. El fin de este estudio es
recordar brevemente los verdaderos principios que deben orientar la acción social y política de los
cristianos, refutando los errores modernos correspondientes. Ciertamente no todos están obligados
a hacer política. Todos están obligados, en cambio, a contribuir desde su lugar al bien común de
la ciudad. Y todos los que hacen política deben sin duda alguna ordenar su acción a la gloria de
Dios y a la salvación de las almas. Dicho de otro modo: hacer una política cristiana. 44

La cuestión estribaría en saber si las divergencias anteriormente expuestas llevan


a cristianos y musulmanes a excluirse mutuamente como poseedores de una única verdad
o si pueden servir de estímulo en la búsqueda y el servicio de un Dios que se encuentra
más allá de unos simples nombres de religiones. Podríamos decir que cristianos y
musulmanes poseen el mismo Dios pero que la comprensión de Dios diverge en puntos
decisivos en la medida en que la medida o el acceso al Dios de los cristianos, a su palabra
y a su voluntad es diferente: en un caso Jesús, del que la Biblia rinde testimonio y en otro
el Corán, del que Mahoma es el testimonio. Sea el que sea el respeto de un musulmán por
Jesús, el Corán será siempre el criterio definitivo de la palabra de Dios, si no, no se es
musulmán. Y, de la misma manera, sea la que sea la apreciación de un cristiano por el
mensaje del Corán o de la vida de Mahoma, su criterio definitivo residirá en la Biblia.
En los últimos años, los países de religión musulmana han radicalizado sus
políticas, en algunos casos, como ocurre en Arabia Saudí, con la aquiescencia de
Occidente, más interesado en la economía del petróleo que en las mismas ideologías. Son

43
(1999) El Corán. Barcelona, Óptima. (p. 108)
44
(2015) Comentario sobre el libro Política cristiana. http://tradicioncatolica.es/libros-catolicos/politica-cristiana-
guillermo-devillers/

48
contados aquellos países árabes que permiten la existencia de iglesias cristianas en su
territorio.
El Corán que pudo conocer Martorell inspira con sus suras más incendiarias a los
musulmanes radicales, en contra del modo de vida capitalista y occidental, que parecen
ser los únicos que tienen voz en los medios de comunicación actuales, aunque sólo sea en
la crónica del terrorismo.

Lo hicimos descender a fin de que no digáis: ‘Si se nos hubiese hecho descender el Libro,
hubiésemos estado mejor guiados que ellos.’ Os ha llegado una prueba manifiesta procedente de
vuestro Señor, una dirección y una misericordia. Quién es más injusto que aquellos que desmienten
las aleyas de Dios y se apartan de ellas? Recompensaremos a quienes se aparten de nuestras aleyas
con un pésimo tormento porque se habían apartado. El Islam completa la Revelación. Sura VI,
158.45

Además, en los últimos tiempos se ha dado un gran movimiento migratorio desde


los países árabes hacia occidente. Millones de musulmanes se encuentran en la actualidad
en todos los países de religión cristiana. Son personas que mantienen su religión y su
cultura, que han construido mezquitas y que se han integrado sólo de manera muy parcial
en las sociedades que los han acogido.
La existencia del IS (estado islámico) amenaza la estabilidad religiosa y política
del mundo actual. Se trata de un intento de estado supranacional, que no entiende de
fronteras, unido por la fidelidad a la parte más dura del Corán. Sus integrantes provienen
de todas las partes del mundo, en una buena parte de Occidente, y son jóvenes imbuidos
de un fanatismo que se había dado sólo en contadas ocasiones a lo largo de la historia.
Para ellos no existe el diálogo ni el razonamiento teológico o filosófico, por lo que un
intento de acercamiento está condenado al fracaso desde un principio.
Las cruzadas han vuelto, pero esta vez los soldados no intentan liberar unos Santos
Lugares. La yihad es global y el fin último de esta sería la islamización de todo el mundo.
El dinero, que en el siglo XV representaba un medio para conseguir diversos fines,
se ha convertido en la actualidad en un fin en sí mismo y los ideales por los que Tirant
luchó con valentía: amor, fidelidad y honor se han trastocado en ansia de poder y
dominación sin límite.

45
(1999) El Corán. Barcelona, Óptima. (p. 127)

49
6. Bibliografía

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