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UNIVERSIDAD MAYOR DE SAN ANDRÉS

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES


CARRERA TRABAJO SOCIAL

POLITICA SECTORIAL DE LA
SEGURIDAD SOCIAL

MATERIA :
Taller de Grado
PARALELO :
“B”
DOCENTE :

ESTUDIANTES :
Condori Coro Laura
Cruz Terrazas Maribel
GESTIÓN :
Universidad Mayor de San Andrés - Carrera de Trabajo Social
Taller de Grado

POLITICA SECTORIAL DE LA SEGURIDAD SOCIAL

1. INTRODUCCION

La reforma del sistema de pensiones realizada en el gobierno del Lic. Gonzalo


Sánchez de Lozada (1993-1997) aprobado mediante Ley 1732 del 29 noviembre
del 1996, establece un nuevo sistema de pensiones denominado Seguro Social
Obligatorio (SSO). Este seguro es un sistema de pensiones de capitalización
individual y de administración privada. en este nuevo sistema cada trabajador , o
cotizante paga a la vez una materia prima, la cual se administra de manera
colectiva para financiar el seguro de invalidez y muerte de todos los cotizantes
al sistema .Este seguro es administrado por compañías aseguradoras. Los
empleadores, por su parte, también cotizan una materia prima para cubrir el
riesgo de invalidez o muerte por la causa profesional.

La Ley de Pensiones crea los Administradores de Fondos de Pensiones (AFP’s),


que son entidades privadas especializadas, únicas autorizadas para la
administración el SSO.

Actualmente, Bolivia está en transición del sistema privado de capitalización


individual vigente desde el Congreso Nacional aprobara la ley 1732 el 29 de
noviembre de 1996, a un fondo de monopolio estatal constituido por transferencia
a título gratuito, de más de cinco mil millones de Bs., ahorrados por más de un
millón trescientos mil ciudadanos. El referido fondo reinstituiría el sistema de
reparto con adecuaciones gracias a la experiencia privada durante casi quince
años. Se entiende tal retorno porque el sistema administraría el balance a corto
plazo de ingresos y costos, eliminándose el ahorro individual. La transición actual
se extenderá hasta el año 2012, cuando la transferencia de los registros e
información actuarial corroborada de las administradoras de fondos de pensiones
se complete, dándose la plena gestión del órgano ejecutivo. Este artículo se basa
en el contenido de la ley 65 promulgada el 10 de diciembre de 2010 y en el
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contenido de dos Reglamentos complementarios aprobados durante el año 2011


para implementar la Ley de pensiones: el de recaudaciones y el de prestaciones.

Conceptualmente, el regreso al sistema de reparto es una reforma estructural


sustitutiva.

Pero, hay aspectos que impiden pensarla así. La introducción del sistema semi-
contributivo, el aporte patronal, la inversión en entidades de riesgo y varios
cambios paramétricos, permiten afirmar que la Ley de pensiones es un reajuste
regresivo, pero con innovaciones provenientes de la visión empresarial, privada y
rentable de la seguridad social.

La experiencia del sistema previsional de largo plazo que aconteció en Bolivia,


particularmente la desconfianza de la población en el sistema de reparto, no es
favorable para que el nuevo escenario sea expectable. Que el nuevo sistema
haya contado con la anuencia de la

Central Obrera Boliviana y que no se hubiesen producido movilizaciones sociales


en contra de su promulgación, permite afirmar que los cambios son advertidos
como nuevas imposiciones tributarias que escamotean las cotizaciones y
disminuyen el salario, imponiendo obligaciones adicionales para quienes tengan
ingresos extra-salariales. Si se compara los escenarios de aprobación y de
promulgación de las leyes de 1996 y 2010, se encuentra gran diferencia en la
reacción social: primero, inclusive se produjo una marcha de ancianos de repudio
con consecuencias trágicas, y después, en el caso de la nueva ley, se dio una
aceptación inadvertida y natural. No obstante, para quien cotiza, es difícil creer
que un Estado históricamente estigmatizado por la venalidad y la
discrecionalidad, comience a emplear con transparencia y criterios de justicia, los
aportes solidarios y otros, que permitirían enfrentar los problemas de pobreza del
país.

2. ANTECEDENTES DE LA SEGURIDAD SOCIAL


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El sistema de reparto denominado de reparto fue creado por l promulgación del


código de seguridad social en el año 1956. Este era un sistema de beneficio
definido, en las generaciones jóvenes, (activos) financiaban la pensión de la
generación jubilada (pasivos). A inicios del sistema de reparto, esto este era
superlativo porqueexistía una buena relación de activos / pasivos: sin embargo,
una serie de aspectos demográficos,administrativos y financieros ocasionaron
una situación deficitaria permanente en la década de los años 80.

Durante las primeras décadas la operación del sistema de reparto este se


encontraba integrando con el seguro de corto plazo (prestaciones de salud). En
1987, a través del Decreto Supremo 21637 se independizan las prestaciones de
corto plazo de las de largo plazo, separando la administración de los aportes y de
los beneficios. La administración integrada de la “seguridad social” llevo a que los
aportes para pensiones financiaraninversiones, e inclusive gastos, del seguro de
corto plazo, hipotecando, de esta forma, el futuro del estado. Una vez que las
personas cotizaron el tiempo exigido y se acogen al derecho de la jubilación, no es
admisible que el ente gestor de pensiones niegue ese derecho. Encircunstancias
en que la entidad gestora no tenía los recursos suficientes para congraciar esta
duda el Estado, a través del TGN subvenciono directa o indirectamente el pago de
dichas pensiones.

Los fondos complementarios de reciéncreación, se observaba una buena


relaciónactivos/ pasivos. Sin embargo, en el largo plazo, todos los países que
enfrentan la “transicióndemográfica” no pueden sostener un sistema de reparto
por sí mismo. Esta tendencia demográfico torna a u sistema de pensiones de
reparto financieramente insostenible en el país y altamente dependiente del
futuro de transferencias desde otros sectores de la economía.

Adicionalmente, con el tiempo se asume mejoras de la condición de vida de la


población en general, la razón por la cual aumenta le esperanza de vida de la
población. entre 1995- 2000, una persona adulto mayor de 60 años tenía una
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esperanza de vivir 16 años más si era hombre y 18 años más si era mujer , esta
esperanza de vida aumenta a 21 y 25 años respectivamente el quinquenio 2045-
2050

La transicióndemográfica ocasiona que cada vez existía mas carga de pasivos


(rentista) para cada mes y menos activos (cotizantes), que se incorporan al
mercado laboral a una tasa menos creciente que los pasivos.
Dichatransicióndemográfica es un problema estructural y de diseño, que atenta
como la sostenibilidad financiera de reparto.

a). Problemas de diseño

En el sistema de reparto en general el trabajadortenía derecho a una pensión de


vejes a partir de los 50 años mujer i a los 55 años varón si es que tenía por lo
menos 180 cotizaciones a ambos regímenes: básicos y complementario. A la
muerde del titular, los derechos habientes participaban de manera porcentual de
la pensión del titular, hasta un máximo del 100 por ciento de dicha pensión.

Las tazas de aportación para las prestaciones de invalidez, vejes y muerte (IVM)
muestran una alta disposición denotando inequidad en los aportes para acceder
a un mismo beneficio, dependiendo al fondo complementario que pertenezca el
trabajador. El promedio de cotización se encontraba en 17.3 por ciento, con
tendencia a incrementar en el tiempo. El aporte laboral promedio se situaba en el
orden del 10.11 por ciento, el aporte patronal de un 5.68 por ciento y el estatal
en 1.5 por ciento.

La crisis de 1985 – 1986 , ocasiono el despido de muchos trabajadores , hecho


que determino la caída de relación cotizante/ rentista de los fondos
complementario minero, de profesionales mineros metalúrgico Oruro el cierre da la
banca de fomento (bancos agrícolas ,minero y estatal) así como la
restructuración del banco central de Bolivia (1988 - 1990) trajo consigo la crisis
del fondo complementario de la banca estatal
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b). Problemas administrativos.

Las instituciones gestoras del sistema de reparto presentaban serios problemas


de gobernabilidad,así como incentivos distintos a una administración eficiente.

El directorio de FOBEPA estaba conformado por un presidente designado por el


gobierno, donde representantes estatales uno del ministerio de previsión social y
salud publica otro del ministerio de trabajo y desarrollo laboral.

c). La privatización del sistema de pensiones en Bolivia

La seguridad social en Bolivia tiene sus antecedentes en las pioneras experiencias


desarrolladas por organizaciones obreras y gremios que crearon mecanismos
solidarios dirigidos a apoyar a las personas de la misma profesión u oficio quienes
perdían la capacidad de trabajar a causa de eventos como el desempleo, las
enfermedades, la vejez o la muerte y, en consecuencia, la posibilidad de financiar
las necesidades vitales de sus familias. La seguridad social, como un sistema
universal reconocido por ley a cargo del Estado o de organismos privados aparece
mucho después, cuando la clase capitalista temerosa de los conflictos sociales,
asimila la experiencia de los obreros como una forma de evitar su rebelión y la
pérdida de la fuente de sus ganancias.

Como en otros ámbitos de lo social, éste fue un derecho conquistado por las
sacrificadas luchas sociales trabajadores (Arze, 2008).

De acuerdo con el mismo autor, en el siglo XIX se emitieron leyes que


establecieron el derecho a la jubilación de los funcionarios públicos, financiado
mediante el aporte laboral y el subsidio parcial a cargo del Estado, argumentando
que se trataba de un reconocimiento a los servicios prestados a la nación.
Posteriormente, en las primeras décadas del siglo XX, se ampliaron los
mecanismos de protección, tanto en cuestión de prestaciones o cobertura de
riesgos, como en la incorporación de nuevos sectores laborales; asimismo, se
promulgaron normas como el Seguro Social General y el Seguro de Riesgos
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Profesionales y se establecieron las prestaciones de salud.

Con la Revolución Nacional en 1952, los trabajadores avanzaron en la conquista


de varios derechos, entre éstos el derecho a la seguridad social, a partir de la
promulgación del Código de Seguridad

Social de 1956, sustentado en los principios de solidaridad económica y social,


universalidad en el campo de aplicación y unidad legislativa y de gestión. El
Código de Seguridad Social, incluye la protección de las contingencias de
enfermedad, maternidad, riesgos profesionales, invalidez, vejez, muerte,
asignaciones familiares y vivienda de interés social.

En este contexto, nace el Sistema de Reparto (SR) para cubrir las contingencias
de vejez, financiado con el aporte tripartito de los trabajadores, empleadores y del
Estado, siguiendo un esquema de beneficios definidos o sujetos a requisitos y
reglas que determinan el monto de la pensión, independientemente del monto
acumulado.

El reglamento del Código (1959) determina la estructura orgánica de los entes


gestores, define las prestaciones, los derechos y obligaciones de empresas y
trabajadores asegurados y las condiciones para adquirir derecho a las
prestaciones en los diferentes regímenes (edad, densidad de cotizaciones y tasa
de reemplazo a partir del promedio de los últimos salarios imponibles). Asimismo,
establece nuevos parámetros para los aportes laborales, patronales y estatales
diferenciando por seguros, pero manteniendo cierto equilibrio y racionalidad en su
distribución porcentual. Filosofía inscrita en la lógica mercantil impulsada por el
BM, en medio de la resistencia y movilización de los trabajadores.

d). La reforma estructural privatizadora de 1996


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La reforma estructural del sistema de pensiones en Bolivia fue presentada como


una necesidad social, con argumentos que se apoyaban en los problemas que se
registraban en las últimas décadas y sus ventajas para desarrollar el mercado de
capitales en el país

El nuevo régimen, adoptó como esquema único a la capitalización, sustituyendo el


Sistema de Reparto (SR), por el Sistema de Seguro Obligatorio (SSO) de ahorro
individual. Hasta ese momento, Bolivia fue uno, entre 12 países del mundo, que
encararon la reforma bajo esta modalidad radical (Tricarico, 2007).

El nuevo sistema eliminó el aporte patronal y estatal estableciendo como única


responsabilidad del Estado el pago de una compensación por las cotizaciones
(CC) realizadas en el anterior sistema de reparto.

Incluso el pago por concepto de pensiones mínimas pasó a financiarse con los
aportes de los propios trabajadores, lo que hace a la reforma boliviana más radical
que la chilena que fue paradigmática en el mundo. El SSO boliviano tiene carácter
obligatorio para todos los trabajadores que presten servicios remunerados a otra
persona, natural o jurídica, mientras que los trabajadores independientes,
artesanos, campesinos, gremiales y otros, pueden solicitar su incorporación
siempre que asuman a su cargo la totalidad de las cotizaciones (Ley 1732)

El funcionamiento del SSO quedó en manos de entidades privadas, las


Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) cuyos objetivos son propios de
las entidades lucrativas y no la defensa de la seguridad social. El nuevo sistema
contempla los mismos beneficios que el antiguo: vejez, invalidez, muerte y riesgos
profesionales, todos gestionados por solo dos AFP

El tránsito radical desde un esquema solidario de reparto a otro de capitalización


individual tuvo lugar en el contexto de la llamada capitalización de las empresas
estratégicas del Estado, que no fue otra cosa que su privatización. Dejó atrás la
función social del Estado como garante del ejercicio del derecho humano a la
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seguridad social, para cumplir un rol subsidiario como regulador y supervisor de


los fondos privados de pensiones, quedando a cargo del costo de la transición

Compensación de Cotizaciones (CC).

Como en todo el proceso de privatizaciones, la reforma fue implementada con un


alto contenido discursivo: aseguraba eficiencia, sostenibilidad, mayor rentabilidad
y hasta mayor cobertura. Para su aprobación, se reprimió y desmovilizó a las
organizaciones laborales, se utilizó el mecanismo del rodillo parlamentario de los
partidos neoliberales y, lo más importante, se la encubrió con la creación del
Bonosol, para ganar legitimidad ante algunos sectores de la población, que pocas
veces o nunca recibieron algún beneficio del Estado. Las críticas de fondo al
nuevo sistema de pensiones, no pudieron crear una corriente de opinión pública
que interpele su contenido. Cotidianamente las AFP privadas mostraban que el
dinero de los aportantes se acumulaba en sus cuentas individuales, pocos
hablaron de la eliminación del aporte tripartito, de la baja cobertura, de los
engorrosos trámites para acceder a una renta, de los altos costos fiscales de la
transición al nuevo sistema o de las elevadas utilidades que retienen las AFP
(Arze, 2008)

3. ORIENTACIONES TEÓRICAS DE LA SEGURIDAD SOCIAL

En la sociedad capitalista dividida en clases, es la burguesía la directa interesada


en que la fuerza de trabajo continué en condiciones de seguir siendo explotada,
para extraerle plusvalía o ganancia. Es en este marco, que la clase dominante en
el periodo de ascenso capitalista, plantea la Seguridad Social. Se da paso a la
legislación social cuyas normas se orientan a resguardar la fuerza de trabajo, para
mantenerla en condiciones normales y de esta manera continuar explotándola. En
ese sentido la Seguridad Social, es un salario diferido, que la patronal otorga en
forma indirecta. De manera general, entendemos por Seguridad Social a como la
sociedad se organiza para preservar íntegramente al ser humano desde el
momento de su gestación hasta su muerte. El sistema capitalista en su fase de
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decadencia imperialista, para sobrevivir sólo puede destruir las fuerzas


productivas y la propia fuerza de trabajo del obrero. Hoy en día, el capitalismo
senil, hace que la clase dominante en todo el mundo ya no pueda atender las
necesidades de las masas trabajadoras y, en consecuencia ataca sus conquistas
y derechos con la llamada flexibilización laboral, que en definitiva significa la
liberación de la carga social que representa para el Estado Burgués y su clase, las
necesidades de la fuerza de trabajo. Para que exista plenamente Seguridad Social
deben existir condiciones materiales. Señalamos tres elementos fundamentales:

1). Plenitud de empleo, es decir que toda persona hombre o mujer en edad
laboral, debe tener trabajo permanente y estable. De no darse esta condición, el
Estado debe aplicar la escala móvil de horas de trabajo (la cantidad total de horas
de trabajo dividido entre el número total de fuerza de trabajo).

2). La seguridad de un ingreso suficiente para mantener a la familia del trabajador


sea activo o pasivo, este salario debe estar en función de las necesidades del
trabajador, lo que significa salario y renta mínima vital, es decir que cubra el costo
de la canasta familiar; y complementado con la escala móvil de salarios, que
significa que el salario se incremente en la misma medida en que se incrementa el
costo de vida.

3). La garantía de la capacidad de trabajo, el trabajador necesita conservar su


aptitud física y mental para su actividad laboral es decir protección en el cuidado
de su salud, la prevención de enfermedades y la invalidez, la higiene y la
seguridad en el trabajo, la prevención y reparación de los instrumentos de trabajo
para evitar accidentes laborales y la recuperación total de su capacidad de trabajo
si la pierde.

Esto nos permite comprender que en una sociedad donde la burguesía no puede
garantizar trabajo estable con salarios que cubran las necesidades mínimas para
vivir, no puede existir Seguridad Social en la magnitud que esta conquista social
representa.
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4. LA SEGURIDAD SOCIAL BOLIVIANA

PRIMER PRINCIPIO: Universalidad de la seguridad social

Desde mediados del siglo XX, el principio de universalidad refiere la amplitud


máxima que comprenda a los beneficiarios de la seguridad social, con el
propósito de abolir la pobreza.

El ideal de cobertura universal, es decir que el Estado garantice a toda la


población, un mínimo de prestación, es más inalcanzable en cuanto los países
tienen menor industrialización, alto desempleo, e indicadores elevados de
subempleo y empleo parcial. También influye negativamente que amplios sectores
de la población estén radicados en la economía informal y agrícola. Los
parámetros que se establecieron después de la Segunda Guerra

En Bolivia, la reforma de 2010 eliminó la iniciativa privada y convirtió a toda


persona en dependiente del Estado. Este retorno al sistema de reparto público se
justificaría en parte, porque las reformas sustitutivas de fines de 1996 no habrían
aumentado la cobertura de la población asalariada, porque el impacto sobre la
población informal y agrícola habría sido inexistente, y porque la situación de los
trabajadores independientes no habría variado. Inclusive, la ley 65 prevé ampliar
las prestaciones, por ejemplo, a sectores como los choferes.

SEGUNDO PRINCIPIO: Igualdad y equidad en la aplicación

Este principio se plasmó como “igualdad de trato” por la Organización


Internacional del Trabajo, incluyéndose a principios del siglo XXI, la equidad de
género y el reconocimiento del aporte de las mujeres en el cuidado a familiares y
personas que sufren algún impedimento.

La ley 65 establece la misma edad de jubilación para hombres y mujeres (58


años), defendiendo el criterio de igual remuneración por actividades similares, y
señalando las condiciones, por ejemplo, de filiación de las trabajadoras
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domésticas. Antes de 1996, la edad de jubilación masculina era de 55 años (50, la


edad femenina). Después, el requisito fue de 65 años; y con la reforma, volvió la
tendencia anterior. Por cada hijo nacido vivo, hasta tres, disminuye la edad de
jubilación de las mujeres en un año. Sobre el mínimo de cotizaciones, los quince
años establecidos anteriormente disminuyeron. Las ventajas comparativas de las
fuerzas armadas tampoco variaron en la nueva ley, manteniéndose como un
régimen autónomo, estableciéndose condiciones especiales para algunos rubros
ocupacionales como la actividad minera. Lo más importante de la ley 65 radica en
que se establece una renta mínima para los asegurados respaldada con aportes
solidarios y otros, que formarían el “fondo de vejez”, para lo que el instrumento
legal disminuyó la jubilación del 70% antes vigente, al 60%; de este modo se
precipitaron varios cuestionamientos sobre el criterio de equidad que la habría
orientado.

TERCER PRINCIPIO: Solidaridad con los menos favorecidos

El principio de solidaridad entre generaciones y la distribución del producto


corresponden al sistema de reparto, habiendo sido remplazado por el “principio
de equivalencia” de la capitalización individual en la reforma de 1996. La
solidaridad se habría realizado desde entonces, mediante el régimen
complementario establecido, en teoría, para jubilados de escasos ingresos;
aunque se constató el carácter regresivo de los programas asistenciales con figura
compensatoria. Por su parte, la ley 65 realiza de forma razonable dicho principio.
Reinstituye el aporte patronal para el ámbito de riesgo profesional; aunque esto no
implica disminuir las cotizaciones, precipitándose un incremento en los aportes
que los Reglamentos no incorporan en lo concerniente a las proyecciones
financieras.

En general, la ley ha modificado el efecto redistributivo regresivo provocado por la


privatización. Si bien no resolvió los problemas de exclusión, inequidad, aporte
diferenciado para ingresos mayores, seguridad inter-generacional y aporte
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patronal; sus avances en lo concerniente a la solidaridad, son destacados.


También hay que remarcar la ratificación y ampliación de prestaciones
concernientes a invalidez, muerte, enfermedad, accidentes, atención médica y
gastos funerales. No obstante, persistiría entre los beneficiarios y la población, la
imagen de una administración estatal deficiente, ausencia de garantías legales
efectivas, dualidad del Estado como juez y parte sin ente regulador, y la
preeminencia económica subsistente, para implementar la reforma previsional.
Ésta, también se fortalecería con el fideicomiso de las acciones de empresas
capitalizadas que permita cubrir las necesidades de asistencia social.

CUARTO PRINCIPIO: Suficiencia de las prestaciones

La suficiencia establece que las prestaciones deberían tener capacidad para


resolver los riesgos, las contingencias y las necesidades inherentes a la vida de
los beneficiarios. Desde su surgimiento a mediados del siglo XX, la suficiencia
comprendió los seguros sociales (pensiones, salud, accidentes, enfermedades
profesionales, promoción de empleo y asignaciones familiares); la asistencia social
para sectores desprotegidos, y los seguros voluntarios ajustables al costo de vida.
La suficiencia radicaría en que las prestaciones deberían cubrir

Los requerimientos básicos para vivir, entendiéndose la asistencia social como


una obligación financiada por el Estado. La ley 65 establece el régimen
semicontributivo que constituye un sub-sistema en el que las pensiones bajas o la
escasa densidad de aportes son compensadas con los recursos de quienes
“solidariamente”, contribuirían a este fin. Aparte de que dicha solidaridad esté
impuesta por la ley (que no considera otros mecanismos, como por ejemplo,
impuestos indirectos a la coca, el alcohol o el tabaco por poner algunas
posibilidades), es imperativo reconocer un avance relativamente significativo en la
lucha contra la pobreza gracias a este mecanismo complementario. Sin embargo,
tampoco esto garantiza la suficiencia de las prestaciones. Aunque con la teoría del
familiarísimo, la suficiencia económica no hay que considerarla individualmente ni
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aislada, pese a la compensación y otros mecanismos como la fusión del Bono


dignidad a la prestación de jubilación, desplazar amplios sectores de la población
por encima de la línea de pobreza, sigue siendo un mandato económico básico, un
asunto de dignidad humana y un desafío político.

QUINTO PRINCIPIO: Unidad en la gestión social

El principio de unidad refiere la unificación administrativa para promover la


eficiencia, procurando bajos gastos, transparencia y participación social. Hasta
1996, hubo en Bolivia, alrededor de medio centenar de programas de seguridad
social que constituían una maraña administrativa, sumamente conveniente para la
corrupción y el tráfico de influencias. La reforma estructural limitó el papel del
Estado a la regulación de la función de las administradoras, reemplazándose el
monopolio estatal del sistema de reparto, por el oligopolio de dos empresas
privadas que impusieron la filiación obligatoria a la totalidad de los asegurados.
Comparativamente, gracias al oligopolio, los gastos administrativos de las
administradoras de fondos de pensiones fueron los más bajos de Latinoamérica;
radicando el mayor beneficio de la sustitución estructural, en la limitación de la
venalidad, dando lugar, progresivamente, a una mayor eficiencia y una evidente
modernización tecnológica.

La ley 65 conserva la cultura de las decisiones estatales que fuerzan la filiación


obligatoria según parámetros determinados. Su promulgación aprovechó la
coyuntura de ausencia de cuestionamiento sindical a las políticas
gubernamentales, la incomprensión generalizada de los tecnicismos, y el
descreimiento en un sistema visualizado como impuestos dulcificados por la
propaganda de la solidaridad y el aporte diferenciado. El principio de unidad no
concierne estos aspectos, aunque tampoco la ley garantiza cambios respecto de
la experiencia nefasta de la administración pública hasta antes de 1996. Por lo
demás, la ley 65 señala que la administración del fondo estatal será cubierta con
el aporte de los afiliados, como si se tratase de una empresa privada. Ante tal
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cuadro, lo deseable es que dicho fondo no sólo tome las ventajas propias de un
sistema privado aplicándolas a uno público, sino también incorpore las
responsabilidades y estándares de eficiencia.

SEXTO PRINCIPIO: Sostenibilidad del sistema

La seguridad social debe ser congruente con el desarrollo económico del país,
garantizándose los siguientes principios: “seguridad”, para que el prestatario
obtenga lo que le corresponda; “maximización del rendimiento”, que redunda en la
capacidad adquisitiva de las prestaciones; y “disposición de liquidez”. Durante la
vigencia del sistema de reparto, la sostenibilidad financiera estuvo en entredicho,
calculándose la renta con base en el salario y no en el aporte, careciendo de
reservas líquidas y haciendo del Estado el principal deudor.

La ley 65 ni los reglamentos aprobados, adjuntan proyecciones actuariales ni


previsiones estadísticas dando verosimilitud sostenible al nuevo sistema.
Tampoco incorporan, por

Ejemplo, la posibilidad del “multi-fondo”, porque prescinde de la participación


activa de organizaciones representativas; avala inversiones en sectores de riesgo,
no garantiza que la rentabilidad se incorpore a las prestaciones, ni genera
confianza en el sistema incentivando los aportes individuales. Peor aún, mezcla
mecanismos formales con informales abriendo potenciales situaciones de conflicto
en un futuro incierto respecto del cumplimiento de las obligaciones del nuevo
órgano ejecutivo, con responsabilidad en el régimen semicontributivo y no
contributivo. Se advierte, asimismo, extremas medidas punitivas contra los “delitos
de seguridad social”, en un país percibido por la propia población, como de
extrema venalidad donde impera la impunidad.
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En lo que respecta a la política de asistencia social, tampoco está resguardada de


las vicisitudes que acontecerían respecto del producto interno bruto, en una
estructura eminentemente extractiva y con una economía informal del 60%.
Inclusive en el tiempo de las administradoras de fondos de pensiones, se previó
que la promesa de que hasta el año 2040, el costo fiscal desaparecería, es
irrealizable. Bolivia tendrá un déficit de pensiones corriente, sobre el que hay
argumentos razonables para pensar que se agravaría progresivamente, dado el
retorno a la administración pública.

5. EL SISTEMA DE PENSIONES EN BOLIVIA Y LA PROMULGACION DEL


CODIGO DE SEGURIDAD SOCIAL 1956

6. SUS FUNDAMENTOS Y OBJETIVOS

Entre los objetivos que se pretendía alcanzar con la reforma destacan tres:
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1) Ampliar la cobertura a un mayor número de trabajadores, incluyendo a los


independientes;
2) Elevar y mantener el nivel de las prestaciones, en particular, de las
jubilaciones
3) Lograr la sostenibilidad financiera basada en el autofinanciamiento,
transparencia y eficiencia de las inversiones y la capacidad para fortalecer el
mercado de valores

7. EL ACTUAL SISTEMA DE PENSIONES

En el marco de la Nueva Constitución Política del Estado, promulgada en febrero


de 2009, que refiere en la Sección VII sobre derechos de las personas mayores,
que en su artículo 67 indica: “…, todas las personas adultas mayores tienen
derecho a una vejez digna, con calidad y calidez humana. El Estado proveerá una
renta vitalicia de vejez, en el marco del sistema de seguridad social integral, de
acuerdo con la ley, y en el artículo 68 indica: “El Estado adoptará políticas públicas
para la protección, atención, recreación, descanso y ocupación social de las
personas adultas mayores, de acuerdo con sus capacidades y posibilidades…”, es
que se aprueba el 10 de diciembre de 2010 la Ley Nº 65, la Ley de pensiones.

El cambio es cualitativo, Según indica la ley Nº 65 en su artículo 176 sobre la


transferencia del Fondo de Capitalización Individual, “Las obligaciones, activos,
pasivos y patrimonio del Fondo de Capitalización Individual compuesto por las
cuentas individuales, la Cuenta de mensualidad vitalicia variable, Cuenta colectiva
de siniestralidad, Cuenta colectiva de riesgos profesionales y otras Cuentas a
cargo de las Administradoras de

Fondos de Pensiones, serán transferidos a los Fondos administrados por la


Gestora

Pública de la Seguridad Social de Largo Plazo, según corresponda, en los plazos,


modalidades y procedimiento a ser determinado en reglamento”.
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Adicionalmente, La actual Ley de pensiones se presenta hechos destacados como


el cambio de edad para poder jubilarse, lo presenta el artículo 8 sobre las
condiciones de acceso a la Prestación de Vejes en su inciso c: “...A partir de los
cincuenta y ocho (58) años de edad, independientemente del monto acumulado en
su Cuenta Personal

Previsional, siempre y cuando cuente con una densidad de aportes de al menos


ciento veinte (120) periodos y financie un monto de Pensión de vejez, mayor al
monto de la

Pensión solidaria de vejez que le correspondería de acuerdo a su densidad de


aportes”.

8. LAS AFPS EL BONO DIGNIDAD. LA NUEVA PROPUESTA DE SEGURIDAD


SOCIAL TRANSICIÓN DEL SISTEMA DE PENSIONES EN BOLIVIA

Características de la situación antes de Ley de Pensiones Nº 65

El factor común de las reformas previsionales de América Latina fue la migración


desde un sistema único y estatal de reparto hacia esquemas combinados de
reparto y capitalización o solo capitalización, con cuentas individuales acumulación
financiera y administración privada bajo fiscalización control y regulación de los
Estados. Antes del actual sistema de pensiones las rentas de jubilación estaban
directamente relacionadas a las contribuciones de capitalización individual.

“Evitando la crisis de la vejez”.

Según se argumentaba, la pensión de jubilación contribuye a la reducción de la


pobreza crítica en las familias donde habita un beneficiario de la pensión. El
aspecto más importante es que le otorga dignidad y un lugar respetable en la
familia, porque ya no es considerado una carga sino más bien contribuye al
presupuesto familiar.
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Siguiendo la evolución de las cifras presentadas en el Cuadro Nº 1, la información


muestra que el anterior sistema ha cuadriplicado la cobertura en poco más de 10
años.

Sin embargo, corresponde realizar algunas precisiones que muestran resultados


menos espectaculares.

Sucede que las personas que se inscriben en el sistema quedan


permanentemente afiliadas y son reportadas aun cuando sus aportes sean
irregulares y no se trate de una situación efectiva, en la que el trabajador esté
construyendo un saldo creciente de ahorro para su jubilación.

Al respecto, el siguiente cuadro muestra los resultados para las AFPs Futuro y
Previsión, como para el sistema consolidado, en el que se tiene para el año 2010
un número de 609 mil personas que cumplen el criterio de cotización, el cual
excluye los casos de trabajadores que pudieran estar transitoriamente en mora el
cual apenas dobló lo que se tenía de inicio. Así, podemos apreciar lo que
oficialmente se constituye como la base de recursos para realizar inversiones.
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Así, es importante reconocer que de fondo el número de asegurados no es igual al


de aportantes o de cotizantes. Las razones de tal diferencia podrían deberse al
desempleo creciente, a que algunos asegurados al inicio o en el transcurso del
proceso pudieron haber sido despedidos dejando automáticamente de aportar,
suspensión que continuará hasta que encuentren nuevamente un trabajo formal.

Esto muestra que los regímenes privados de pensiones benefician a quienes son
capaces de pagar y excluye a muchas personas que se desempeñan en un
trabajo informal.

Sobre la capitalización de las cuentas individuales, el sistema de capitalización


capta recursos de los aportantes y éstos son invertidos a lo largo del tiempo para
financiar pensiones individualmente, luego de varios periodos de acumulación de
nuevos aportes más la rentabilidad correspondiente.

Por lo señalado, se conforma un caudal importante de fondos que deben ser


invertidos de acuerdo a políticas y normativas que tienen que precautelar un
adecuado balance entre riesgo y rentabilidad.

10. CONCLUSIONES

La ley 65 constituye un reajuste estructural a la capitalización individual,


retornándose al sistema de reparto. Pese a las consignas y la propaganda que la
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sobrestiman, no garantiza evitar las disfunciones de la administración pública que


se produjeron en el pasado, por las que se justificó en parte, la reforma sustitutiva
privatizadora. Tampoco la ley evita que se desplieguen sobre la seguridad social,
peligros como que el Estado vuelva a ser el principal deudor, precipitando
múltiples formas de venalidad, exacción a beneficiarios, tráfico de influencias y
ausencia de mecanismos de contrapeso, fiscalización y responsabilidad
administrativa. La carencia de proyecciones financieras tampoco garantiza la
sostenibilidad del sistema a largo plazo.

En uno de sus primeros artículos, la ley 65 establece que diez principios regirían
su contenido, éstos son los siguientes: universalidad, interculturalidad,
integralidad, equidad, solidaridad, unidad, economía, oportunidad, eficacia e
igualdad. No obstante, no es suficiente proclamar éstos u otros principios para
constatar que inspirarían o no, los cambios estructurales diseñados. Además, por
las características de la seguridad social, se trata de un sistema que solamente en
el largo plazo y con información estadística detallada, puede valorárselo
objetivamente, considerando los resultados a los que habría dado ha lugar.

Dado que los principios de la seguridad social se dieron en un contexto ideológico


y político que precautelaba los derechos de los trabajadores, proyectándose el
desarrollo económico de los países, en teoría, el cumplimiento de varios principios
clásicos se favorece más, en un contexto de administración pública. En cuanto el
Estado tenga presencia condicionada por la transparencia, la eficiencia y la
proyección a largo plazo, su gestión en la seguridad social podría ser auspiciosa.
Particularmente, el entorno público sería teóricamente preferible para realizar los
principios de universalidad, unidad, solidaridad y equidad; aunque no
tendencialmente en Latinoamérica, los de suficiencia y sostenibilidad. Es
necesario asimismo, considerar algunos matices. Por ejemplo, aunque la
asistencia sea universal, es discutible que sea suficiente; aunque la solidaridad
sea diferenciada, es dudoso que se aplique a todos los sectores solventes;
aunque haya unidad de gestión, siempre existirán resquicios para la venalidad
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impune; y aunque se tienda a establecer mecanismos inclusivos que promuevan la


equidad, en Bolivia nunca dejarán de existir segmentos poblaciones en situación
de pobreza y de miseria.

La experiencia de casi quince años de las administradoras privadas de fondos de


pensiones, en particular, lo referido a la modernización de los procesos, la
eficiencia y la celeridad, son aspectos que la nueva reforma no debería perder.
Sería lamentable que el retorno al sistema de reparto sea apenas una justificación
política más, para disponer de liquidez ante eventuales déficits fiscales, o para
generar rentabilidad en un remozado sistema en el que se puede invertir sin
responsabilidad alguna sobre las eventuales pérdidas, excluyéndose la
participación sindical y promoviéndose la discrecionalidad.

La realidad económica de Bolivia exige la formulación de políticas estatales que


proyecten la seguridad social, de modo que coadyuven a enfrentar los graves
problemas de desprotección de amplios sectores anidados en la economía
informal, el desempleo y el subempleo, 38 pese al reducido tamaño del mercado
boliviano de la seguridad social. Tales políticas deberán atenuar las asimetrías de
ingreso, la distribución de riqueza, la evasión de obligaciones impositivas y los
problemas de pobreza y miseria. Es deseable que estos desafíos no permanezcan
como tales, sin cambios auspiciosos en la nueva ley, que tiene la ventaja adicional
de que solamente se la evalúa en largo plazo, con el riesgo de que sus promesas
y consignas caigan en el olvido.
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BIBLIOGRAFIA

 Bedregal Ramiro: “Origenes y estado actual de la seguridad social en


Bolivia” en Temasde la Politica Social ILDIS noviembre 1986 La Paz, Pag.
11-23
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065, 2010
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