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Prediseño de guion

Miguel Ángel Valencia López


Medios Audiovisuales II

Wẽrã tubuki (Mujer de fuego)


Perfiles de personajes
Neiyipuma Casamá
Neiyipuma es una mujer de 22 años, pertenece al resguardo Embera Chamí del
municipio de Mistrató, Risaralda. Es de estatura media, piel mestiza, ojos negros,
cabello oscuro largo y lacio. Hace dos meses llegó a Pereira, la ciudad más
cercana a su resguardo. La recién vida citadina divide su pensamiento entre los
ofrecimientos del mundo moderno o su legado y destino ancestral.
Móvil de acción – Luchar contra los pensamientos de su pasado, presente y
futuro.

Alfredo Ricaurte/Jenanimbi Cuñapa


Alfredo Ricaurte es un mortal embera deificado, de 33 años, tendero de un
barrio pereirano, su nombre ancestral es Jenanimbi Cuñapa, lo cambio al llegar
a la ciudad. Desde niño fue llamado “el Zhaberara”, porque fue encontrado una
tempestuosa noche junto al rio San Juan y adoptado por el chaman del
resguardo, este le designó dicho nombre al considerarlo guardián de las
lagunas y ciénagas. Habla y canta como portavoz del dios Carabí.
Móvil de acción – Servir de puente entre Neiyipuma y el destino embera.

Storyline
Pereira, 2019, Neiyipuma se acomoda a la vida de la urbe, desde que salió de su
resguardo el sonido de la selva retumba en su mente, los ritos la persiguen a
todas partes, el espíritu embera la destina a ser madre del hijo del dios Carabí,
salvador de los pueblos y centinela de los Embera, y a morir por ello.

Sinopsis Argumental
Wẽrã tubuki (Mujer de fuego)
2019, Pereira. Desde hace dos meses Neiyipuma llegó la ciudad, aún se acopla
al ambiente de la urbe, después de su salida del resguardo ha buscado
incesante la manera de subsistir. Su español machacado aún le generaba
algunos problemas, se las arreglaba para hacerse entender de los comensales
del restaurante en el que trabajaba. En varias ocasiones ha sido blanco de
discriminación, cierta vez fue gritada en plena calle por un transeúnte o en
repetidos momentos ultrajada por los jefes o clientes del restaurante.

Neiyipuma recordaba su vida anterior, repetía los versos embera día y noche, a
veces hablaba con su mamá Nâbê por teléfono, aunque su madre poco saber
usar la tecnología. Desde hace días Neiyipuma ha experimentado una rara
sensación, la tarde anterior al salir de su trabajo un estridente sonido la
descompensó, la hizo tambalear, el sonido era confuso, pero dentro de si
contenía una ancestral oración embera, justo después del sonido algunas
imágenes pasaron por la mente de Neiyipuma, la montaña, el agua del rio, los
tambores de la selva y el barro entre sus pies. Todo paso rápido, un fuerte dolor
se puso en su vientre, Neiyipuma solo pensó en seguir su camino. El dolor en el
vientre se sentía cada vez más fuerte.

Una mañana mientras Neiyipuma hacia las compras en su barrio, algo inusual e
inesperado sucedió, el hombre que la atendía se quedó viéndola fijamente,
como si hubiese visto a la misma Dabeiba, diosa de los Embera. El hombre que
aún no hablaba hizo confusas señas, se presentó como Jenanimbi Cuñapa, con
voz fuerte, entre el embera y el español, dijo que él era su Zhaberara, su
guardián, que ella seria la luz de su pueblo, la salvadora de los dioses y el
equilibrio de la madre naturaleza. Neiyipuma salió desconcertada del lugar, sin
haber entendido nada, solo camino hasta casa. Al llegar a casa el raro sonido
regresó, no solo la hizo ver las imágenes de su vida en el resguardo, ahora
también veía a un pequeño niño, arropado y adornado con artesanías embera.

Al día siguiente Neiyipuma caminó hasta su trabajo con algo de dificultad, el


dolor en el vientre aún no se había ido, antes se incrementaba más con el paso
de los días. Mientras recogía los platos de las mesas escuchaba la radio, se
acercó para descifrar el español acelerado de los locutores, el tema de la radio
trataba la alta migración de las comunidades embera a las ciudades, su rostro se
tornó lívido y desconcertado, la situación de su pueblo la afectaba.

Mientras Neiyipuma caminaba de vuelta a casa Jenanimbi Cuñapa la abordó, la


tomó por los hombros y le habló en Embera, le dijo que su dios Carabí poseería
su vientre y la haría virtuosa, que su hijo sería la promesa liberadora de su
pueblo, Neiyipuma forcejeó para alejarse de él, creía que el hombre estaba
loco, corrió hasta alejarse lo suficiente del hombre. El nombre del dios Carabí
seguía en su mente, golpeaba sus recuerdos. Al llegar a casa daba vueltas,
quería recordar aquel nombre, el del dios Carabí, justo en ese momento un
recuerdo se apoderó de su mente, recordó un cuento de su abuela, el cuento
de un dios que enviaría el salvador a la tierra, en seguida un zumbido
desestabilizó a Neiyipuma, la deja tirada e inconsciente sobre el piso.
Al día siguiente Neiyipuma volvía en sí, en la misma posición de la noche
anterior, se levantaba con dificultad y dirigía hasta el baño, Neiyipuma se
acomodaba sobre el inodoro y pasaba su mano para sobar las partes de su
cuerpo que habían quedado sentidas después del incidente, cuando llegó a su
vientre, sintió un bulto. De inmediato se miró al espejo, su veinte estaba más
grande de lo normal, tomó su bolso, salió a la calle y pidió indicaciones para
llegar a un hospital, esperaba encontrar una explicación para aquel síntoma.
Mientras Neiyipuma caminaba el estridente sonido regresaba por momentos,
constreñía el tímpano, sin embargo, ella se sostenía y caminaba más rápido. El
sonido se hizo tan fuerte que Neiyipuma tuvo que acurrucarse un momento y
cerrar sus ojos, cuando levantó su cabeza ya no estaba sobre una calle, ahora
estaba ahí, en la selva, corrió desesperada. Al verse a sí misma se dio cuenta que
vestía diferente, ahora llevaba un vestido blanco del que sobresalía su gran
vientre, este había crecido aún más. Neiyipuma corría a través de la espesa
selva, temblaba y secaba su sudor con las largas mangas del vestido, fue tal su
miedo que volvió a caer sobre tierra.

La noche ya había caído, Neiyipuma se despertó sobre una pila de piedras, en el


centro de una larga línea de antorchas, con dolores, como las contracciones de
un largo parto. Su gemir incesante y su espeso sudor se alineaban con un
penetrante sonido de tambor, con el golpe del viento y la corriente de agua del
San Juan. Neiyipuma se aferraba de las piedras, su dolor aumentaba. Un grupo
de hombres daba vueltas alrededor, repetían palabras en Embera mientras
Neiyipuma sentía algo entre sus piernas, era un bebe. Neiyipuma tomaba él
bebe entre sus brazos, el sonido se apaciguaba ante el lloro de aquel ser, los
hombres se detenían ante el sublime momento, Neiyipuma cerraba sus ojos y
daba su ultimo respiro.

Incidente incitador
Neiyipuma experimenta, por primera vez, la rara sensación del estridente sonido
y los recuerdos que procede del “espíritu embera”.

Conflicto
Neiyipuma lucha por mantener su vida citadina y rechazar el llamado del espíritu
embera por medio de los sonidos o las palabras de Jenanimbi Cuñapa.

Crisis
Neiyipuma aparece en la selva, con su vientre más grande y con vestimenta
diferente, desconcertada, sin ninguna dirección.

Clímax
Neiyipuma está sobre la pila de piedras y tiene a su bebe.

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