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MITOS Y LEYENDAS URBANAS DE VENEZUELA

Mitos y leyendas urbanas que predominan


en Venezuela ¡sin importar el pasar del tiempo!
que lo disfruten

LA SAYONA

Es una leyenda típica de los llanos venezolanos,


cuenta la historia que hace mucho tiempo viva
una mujer muy hermosa llamada Melisa, desde
chiquita melisa había sido muy celosa. Creció y se
casó con un maravilloso hombre que era incapaz
de herir a alguien, pronto tuvieron un hijo.

Pero en su pueblo, había un hombre de mala fe, mentiroso y


mujeriego que se enloquecía por ella. Este la espiaba cada día mientras
ella se bañaba desnuda en el rió, hasta que ella un día lo descubrió,
¿qué haces aquí espiándome?, de ti me lo podía esperar. a lo que este
le contesto:

No, yo vine a advertirte, mujer, que tu hombre te está cambiando


por otra, tu marido te está traicionando con tu propia madre. "algo
totalmente incierto".

Al oír esto Melisa palideció de repente y salió corriendo a su casa,


al llegar encontró a su esposo y a su hijo, llena de celos, prendió fuego a
su propia casa en la cual se encontraba su esposo y su bebe de tan solo
nueve meses, desde lejos se escuchaban los llantos del bebe y los gritos
del esposo, pero cuando llegaron los vecinos ya era demasiado tarde.
Mientras los vecinos se lamentaban, melisa ya había llegado a la
casa de su mamá,a la cual le contó lo que había hecho y porque lo hizo,
la madre horrorizada diciéndole que ella la no la había traicionado
mientras huía hacia el patio, pero no pudo escapar y Melisa la ataco con
un machete dándole tres cuchilladas en el vientre, esta antes de morir
dijo: jamás te mentí y tu cometiste el peor pecado, matar, maldita serás
toda la vida, sin dios ni santa maría, vagaras por todos los caminos
tratando le aliviar todos tus pecados, pero nunca lo lograras, yo te
maldigo Sayona.

Desde entonces se cuenta en el pueblo que a todos los hombres


mujeriegos se les aparece una hermosa mujer, quien les pide que le
enciendan un cigarrillo, pero no lo hagan porque al hacerlo verán su
espectral rostro, el rostro de la propia muerte y no se mueren del susto al
ver esta horrenda cara, ella los acosará tomando diversas formas hasta
producirles un infarto, caer por un barranco o cualquier otra horrenda
muerte.
EL SILBON

Es un espíritu vagabundo por matar a sus


padres, después de asesinar a su padre fue
castigado por un mandador de pescuezo (típico
del llano), al tratar de huir fue mordido por un
perro tureko, para concluir con su castigo el
abuelo regó gran cantidad de ají picante sobre
sus heridas. El recuerdo y mención de lo sucedido
libra a las personas de ser atacadas por este
espíritu errante conocido como el Silbón.

El Silbón se presenta a los borrachos en


forma sobrio, otros llaneros le dan forma de un hombre alto, flaco y usa
sombrero, ataca a los hombres parranderos y borrachos, a los cuales les
chupa el ombligo para tomarles el aguardiente.

La tradición explica que al llegar el Silbón a una casa en las horas


nocturnas, descarga el saco y cuenta un a uno los huesos; si no hay
quien pueda escucharlo, un miembro de la familia muere al amanecer.

Otra versión dice que fue un


hijo que mató a su padre para
comerle sus "asaduras". El muchacho
fue criado toñeco (mimado), no
respetaba a nadie. Un día le dijo a su
padre que quería comer vísceras de
venado. Su padre se fue de cacería
para complacerlo pero tardaba en regresar. En vista de esto el
muchacho se fue a buscarlo y al ver que no traía nada, no había podido
cazar el venado, lo mató, le saco las vísceras y se las llevó a su madre
para que las cocinara. Como no se ablandaban, la madre sospechó que
eran las "asaduras" de su marido, preguntándole al muchacho, quien
confesó la verdad, de inmediato lo maldijo "pa to la vida". Su hermano
Juan lo persiguió con un "mandador", le sonó una tapara de ají y le azuzó
el perro "trueco" que hasta el fin del mundo lo persigue y le muerde los
talones.
LA LLORONA

Con sus desgarradores lamentos


interrumpe el silencio nocturno, en los
más apartados pueblos de
Venezuela. Cuenta la leyenda más
conocida que La Llorona era una
mujer española. Vivió durante la
Colonia en un pueblo y tuvo varios
hijos con un indígena. Sus hermanos
se enfurecieron al descubrir tal
aberración. Debemos recordar que
para ese entonces se decía que los
indígenas no poseían alma. Eran considerados animales, seres inferiores,
de origen diabólico.

Los hermanos de aquella dama mataron a sus hijos y la casaron con un


español. Pero la pobre mujer enloqueció y se escapaba en las noches de
su casa. Vagaba por los campos
suelto de largo pelo, en una amplia
bata de noche, llorando
lamentándose tristemente por la
muerte de sus hijos. Los campesinos
se angustiaban al oírla. Al poco
tiempo murió de pena, pero los
campesinos aún la escuchan.
Algunos hasta la han visto
arrastrando el peso de su tristeza por
los campos de Venezuela.
JUAN MACHETE
Considerable como una de las
leyendas más conocidas del llano. Cuenta la
vida del hombre que quería ser el más poderoso
de la región, su nombre era Juan Francisco Ortiz,
amo y señor de las tierras de la Macarena. Este
señor hizo un pacto con el diablo en el cual le
entregaba su mujer e hijos, a cambio de mucho
dinero, ganado y tierras.

El diablo le dijo a Juan que agarrará un


sapo y una gallina, a los cuales debería coserle
los ojos y enterrarlos vivos un Viernes Santo a las
doce de la noche, en un lugar apartado, luego debería invocar el alma
y el corazón. Juan cumplió con lo encomendado. Pasando varios días, el
hombre se dio cuenta que los negocios prosperaban.

Una madrugada se levantó temprano, y al ensillar su caballo


divisó un imponente toro negro, con los cuatro cascos y los dos cachos
blancos. Pasó este hecho desapercibido y se fue a trabajar como de
costumbre.
En la tarde regresó de la faena y observó que el toro todavía se
encontraba merodeando la casa. Pensó "será de algún vecino". Al otro
día lo despertó el alboroto causado por los animales, se imaginó que la
causa podía ser el toro negro. Trató de sacarlo de su territorio, pero esto
no fue posible porque ningún rejo aguanto.

Cansado y preocupado con el extraño incidente se acostó,


pero a las doce de la noche fue despertado por un imponente bramido.
Al llegar al potrero se dio cuenta que miles de reces pastaban de un lado
a otro. Su riqueza aumentó cada vez más. Dice la leyenda durante
muchos años fue el hombre más rico de la región.
Hasta que un día misteriosamente empezó a desaparecer el
ganado y a disminuir su fortuna hasta quedar en la miseria. Se dice que
Juan Machete después de cumplir su pacto con el diablo, arrepentido
enterró la pata que le quedaba y desapareció en las entrañas de la
selva.
Cuenta la leyenda que en las tierras de las marraneras
deambula un hombre vomitando fuego e impidiendo que se desentierre
el dinero de Juan Machete.
LA BOLA DE FUEGO

Es una de las
creencias más populares del
llano y podría decirse que no
existe un llanero que no haya
escuchado hablar de ella.
Algunos habitantes y
caminantes que se han
tropezado con la bola de
fuego tantas veces que ya no le tienen miedo. La bola de fuego es una
luz que se desplaza a lo largo de la sabana, dando vueltas como si fuera
una rueda. Cuando se ve cerca, fácilmente pueden distinguirse los ojos,
la boca y otras partes del cuerpo como si fuera un esqueleto humano.

Dicen que cuando aparece es necesario decirle groserías para que se


aleje, de lo contrato se viene encima y quema. Diversas versiones se
tejen sobre el origen de la bola
de fuego. Unos dicen que se
trata de un obispo que por
haber pecado anda en pena,
otros que fueron dos madres
que se pelearon y se lanzaron
maldiciones, o el espíritu de una
mujer que fue mala hija, o
simplemente se trata de
espíritus errantes que
deambulan en el llano.
EL DUENDE

Es un espíritu burlón que persigue a las mujeres, especialmente


a las muchachas bonitas. Solo se deja ver de las mujeres a quienes
persigue y se les presenta en forma de un niño que hace toda clase de
muecas, le tira objetos pequeños y le propone amores. A las que
acceden, les lleva frutas.

Al duende hay que decirle toda clase de groserías y en esa


forma se retirará definitivamente. También se va si se toca música de
cuerda porque se dice que así se acuerda de la música celestial.
El doctor Kanoche, el momificador de El Ávila

El Warairarepano esconde cientos de mitos y leyendas urbanas, que van


desde la aparición de espíritus chocarrones y rinconcitos para dar placer,
hasta mausoleos que parecen sacados de cuentos de terror, con
momias embalsamadas y todo.

Pues sí, entre su extensa vegetación, el Ávila esconde la hacienda


“Buena Vista”, a la altura de Galipán. Sitio donde el Dr Knoche llevó a
cabo sus experimentos de momificación con cuerpos no reclamados
durante la Guerra Federal.

Busto de Gottfried August Knoche – Foto


Pero, ¿Quién fue el Dr Knoche?
Según publica la revista Dominical en su sitio web, Gottfried August
Knoche fue un hombre de carne y hueso, un enigmático científico
alemán que luchó contra el inexorable proceso de descomposición de
los cuerpos.
Knoche se residenció en La Guaira en 1840, pero años más tarde compró
la Hacienda “Buena Vista” al pie del Picacho de Galipán en El Ávila,
donde vivió con su familia y construyó el mausoleo que lo hizo famoso,
por el proceso de momificación de cadáveres que llevaba a cabo entre
esas cuatro paredes.

Gottfried August Knoche -


El científico inyectaba una fórmula
secreta -que se llevó hasta la tumba- en
la yugular de los cadáveres que impedía
el proceso de descomposición, sin
necesidad de extraer los órganos
vitales,sin duda alguna un hecho sin
precedentes para la época.

Se dice que uno de los primeros cuerpos


que momificó fue el de un soldado de la
federación llamado José Pérez, cuyo
cadáver fingió por muchos años como
vigilante en la entrada del mausoleo
familiar.

Cuerpo momificado del soldado José


Pérez -Foto: TwitterCuerpo momificado
del soldado José Pérez -Foto: Twitter

Cuando se corrió la voz de los experimentos, el Dr Knoche fue


contactado por familiares de difuntos que querían que sus cuerpos se
conservaran por más tiempo. De esta manera el médico embalsamó los
cadáveres de personalidades reconocidas de la época, entre ellos el del
periodista y político Tomas Lander y el ex presidente de la República,
Francisco Linares Alcántara.
Lo cierto es que Knoche embalsamó los cuerpos de varios integrantes de
su familia – su hija Anna y su esposo Heinrich Müller, su hermano Wilhelm
Knoche- y hasta momificó a los perros para que custodiaran los nichos en
los que descansaban los cadáveres en el mausoleo familiar. Se dice que
su esposa regresó a Alemania y allí murió por causas naturales.

Mausoleo familiar -
Finalmente, el Dr Knoche acabó sus experimentos el 02 de enero de 1901
a los 87 años, pero dejó una dosis preparada del suero momificador a la
enfermera Amalie Weismann- quien fuera su compañera de
experimentos-, para que se la aplicara al momento de su muerte.

Weismann vivió en soledad en la


Hacienda “Buena Vista” entre
recuerdos y añoranzas hacia la familia
Knoche, recibiendo visitas de
excursionistas y curiosos que conocían
la historia del mausoleo y sus momias.
Falleció en 1921 y le fue inyectada la
fórmula que el mismo Gottfried Knoche
había preparado para ella en el pasado.

Se dice que su última voluntad fue que su cuerpo fuera colocado en el


mausoleo y que las llaves del mismo fueran arrojadas al mar.

El sitio web drknocheysusmomias señala que como no hubo ningún


heredero “la hacienda fue abandonada, saqueada por buscadores de
tesoros, y las momias robadas y esparcidas por el lugar, así como
también fueron destruidas las lápidas del mausoleo”.

Sin embargo, la leyenda del Dr Knoche y sus momias sigue viva a casi 100
años de su creación y en la actualidad son muchas las personas que se
aventuran a realizar el recorrido de aproximadamente 2 horas de
duración para conocer el mausoleo, aunque las momias están ausente y
en su lugar reposan muñecos de plástico.
EL CARRETÓN

En cierta época en Europa se desató una peste tan espantosa que


aniquiló casi la mitad de la población, peste conocida como el Cólera
Morbus o peste del vomito negro. No dejó de invadir nuestros pueblos de
América. En Europa era tal la desolación que no había tiempo de cargar
los cadáveres para darles sepultura y menos cumplir los oficios religiosos,
por lo que se abrían grandes fosas colectivas, allí eran arrojados por
esclavos en el cortejo más popular: la carreta.

Según comentarios, algunas víctimas lograban sobrevivir al


espanto de la petrificación intestinal
y salían de las enormes fosas,
caminando sin saber hacia dónde
sin rumbo fijo, creando una
atmósfera de espanto; así como
aquellos que moribundos, solicitaban
auxilio.

El sonido de la carreta se fue


grabando en la mente de todos los
habitantes, el ruido de sus ruedas representaba la muerte, el carretero
buscaba cadáveres y posteriormente a la peste, la gente seguía oyendo
esas ruedas, ese ruido fatídico.

Esto, naturalmente, fue creando la leyenda del carretón, del


extraño vehículo, del extraño sonido buscando los próximos a morir. En
nuestro país existen recuerdos terribles del Cólera Morbus, tan terribles
que también quedó el recuerdo, la leyenda, el espanto de la carreta,
que acentuaba su tránsito desde la antigua Plaza La Trinidad (hoy
Panteón Nacional), finalizando en la Plaza La Candelaria.
EL ÁNIMA SOLA

Este es uno de los más espeluznante espantos del que se tenga


noticias, tiene como finalidad el hacer daño por
efecto psíquico u otros medios de manipulación
de terceros, el Anima Sola se presenta en forma de
mujer de largos cabellos y atractivo rostro y tiene
la finalidad de cobrar las velas de las Animas
Benditas, pues en estos pueblos la gente
acostumbra a pedir favores a las Ánimas y estas
casi siempre le conceden los favores a cambio de
que se tengan prendidas cierta cantidad de velas
durante un tiempo antes prometido, de no
cumplirse con esta contra prestación de los
devotos, hace su entrada el Anima Sola; para
recordar la deuda de una manera tenebrosa.

En Guatire, sector las Flores del Ingenio; se cuenta que una


señora devota de las ánimas, en una ocasión olvidó prender la
prometida vela a pago de favores de éstas, esa noche tocaron a su
puerta y resultó ser una amiga de la cual tenía tiempo no veía, para su
desdicha e ingenuidad la invitó a pasar, al momento y una vez dentro la
visita se convirtió en un celaje que recorrió --cual inmensa sombra negra--
toda la sala, tomando a su víctima por los cabellos en repetidas
ocasiones causándole grandes moretones, la señora aterrada se arrastró
como pudo hasta el altar y prendió temblorosa un cabito de vela a la
vez que pedía perdón por el olvidó, al momento la gran sombra
abandonó la casa; dejando privada a la olvidadiza señora, quien desde
entonces prende a diario gran cantidad de velas, aunque no haya nuca
más pedido un favor ni dejado pasar a su casa visita alguna.
EL HACHADOR PERDIDO

"Si por la noche se escucha cabalgar algún lamento en San


Casimiro se pinta la sombra de tu recuerdo, si es que te encuentras
penando en las montañas del tiempo, con gusto hachador perdido, yo
te rezaré tu Credo..."

Así comienza el "corrío" del Hachador Perdido, canto popular que


nos habla de un ser alto, calvo, con ojos "como dos brasas que queman
el alma", de dientes filosos, pecho cubierto de lana y manos planchadas
como las de una rana. Que lleva siempre si hacha en mano para
arremeter contra todo aquel que va
a las montañas a cazar, no por
hambre, sino por ambición. Cuentan
que en vida era un leñador que
quería hacer su propia urna, pero un
Viernes Santos salió al monte a
realizar su tarea, cuando Dios lo
castigo.

Fulminándolo, en el instante en que levantaba el hacha para


asestarle en un tronco, convertido en un ánima en pena, su espectro
vaga por los campos y bosques donde eternamente ha de ejercer su
cometido. Oyéndose el lúgubre retumbar de secos y Prolongados golpes
de hacha.
LEYENDAS INDIGENAS VENEZOLANAS

Las Cinco Águilas Blancas

Según la tradición de los Mirripuyes (tribu de los Andes venezolanos), fue


Caribay la primera mujer. Era hija del ardiente Zuhé (el Sol) y la pálida
Chía (la Luna). Era considerada como el genio de los bosques
aromáticos. Imitaba el canto de los pájaros y jugaba con las flores y los
árboles.

Una vez Caribay vio volar por el cielo cinco águilas blancas y se enamoró
de sus hermosas plumas. Fue entonces tras ellas, atravesando valles y
montañas, siguiendo siempre las sombras que las aves dibujaban en el
suelo. Llegó al fin a la cima de un risco desde el cual vio como las águilas
se perdían en las alturas. Caribay se entristeció e invocó a Chía y al poco
tiempo pudo ver otra vez a las cinco hermosas águilas. Mientras las
águilas descendían a las sierras, Caribay cantaba dulcemente.

Cada una de estas aves descendieron sobre un risco y se quedaron


inmóviles. Caribay quería adornarse con esas plumas tan raras y
espléndidas y corrió hacia ellas para arrancárselas, pero un frío glacial
entumeció sus manos, las águilas estaban congeladas, convertidas en
cinco masas enormes de hielo. Entonces Caribay huyó aterrorizada. Poco
después la Luna se oscureció y las cinco águilas despertaron furiosas y
sacudieron sus alas y la montaña toda se engalanó con su plumaje
blanco.

Éste es el origen de las sierras nevadas de Mérida. Las cinco águilas


blancas simbolizan los cinco elevados riscos siempre cubiertos de nieve.
Las grandes y tempestuosas nevadas son los furiosos despertares de las
águilas, y el silbido del viento es el cano triste y dulce de Caribay.
El Mito de las Cuevas

En todo el territorio venezolano, los indígenas de las diferentes tribus


compartían la creencia de que eran las cuevas los pasadizos hacia el
más allá. Cuando alguien de la tribu moría, se hacía una especie de
ceremonia a la entrada de la caverna. Si no se escuchaba ningún ruido
durante el rito, se daba por entendido que el alma del difunto había
pasado sin problemas al otro mundo. En cambio, si se escuchaban ruidos
se suponía que el espíritu del familiar o amigo muerto estaba siendo
enjuiciado y castigado por sus faltas cometidas en esta vida. Muchas
veces se escuchaban esos ruidos, debido a los animales que habitan en
las cuevas. Es por ésto que los murciélagos y demás animales nocturnos
alados eran considerados como los transportadores de las almas.
Guaraira Repano

La ciudad de Caracas está enclavada en un hermoso valle. El Ávila es el


nombre con que se conoce a la montaña que bordea el Norte de la
metrópoli. En tiempos precolombinos recibía el nombre de Guaraira
Repano, que significa algo así como: "la ola que vino de lejos" o "la mar
hecha tierra". Según los mitos de los indígenas venezolanos, en tiempos
antiguos no existía la montaña. Todo era plano, se podía ver hasta el mar.
Pero un día las tribus ofendieron a la gran Diosa del mar y ésta quiso
acabar con toda el pueblo. Entonces se levantó una gran ola, la más
alta que se había visto y toda la gente se arrodilló o e imploró perdón de
todo corazón a la Diosa y justo cuando iba a descender la ola sobre
ellos, se convirtió en la gran montaña que hoy existe. La Diosa se había
apiadado y había perdonado a la tribu.
El dueño del Fuego

Cerca de donde nace el Orinoco vivía el Rey de los caimanes llamado


Babá. Su esposa era una rana grandota y juntos, tenían un gran secreto
ignorado por los demás animales y los hombres. Estaba guardado en la
garganta del caimán Babá. La pareja se metía en una cueva y
amenazaban con la pérdida de la vida a quien osara entrar, pues
decían que dentro había un dios que todo lo devora y sólo ellos, reyes
del agua, podían pasar.

Un día la perdiz, apurada en hacer su nido, entró distraída en la cueva.


Buscando pajuelas encontró hojas y orugas chamuscadas, como si el
fuego del cielo hubiera estado por ahí. Probó las orugas tostadas y le
supieron mejor que cuando las comía crudas. Se fue aleteando a ras del
suelo para contarle todo a Tucusito, el colibrí de plumas rojas. Al rato
llegó el Pájaro Bobo y entre los tres urdieron un plan para averiguar cómo
hacían la rana y el caimán para cocer tan ricas orugas. Bobo se
escondió dentro de la caverna aprovechando su obscuro plumaje. La
rana soltó las orugas que traía en la boca al tiempo que Babá abría la
suya, que era tremenda, dejando salir unas lenguas rojas y brillantes. La
pareja comía las orugas sin percatarse de Bobo, tras lo cual, se durmieron
satisfechos. Entonces, Bobo salió corriendo para contarles a sus amigos lo
que había visto.

Al día siguiente se pusieron a maquinar cómo arrebatarle el fuego al


caimán sin quemarse ni ser la comida de los reyes del agua. Tendría que
ser cuando éste abriera la tarasca para reír. En la tarde, cuando todos los
animales estaban bebiendo y charlando junto al río, Bobo y la perdiz
colorada hicieron piruetas haciendo reír a todos, menos a Babá. Bobo
tomó una pelota de barro y la aventó dentro de la boca de la rana, que
de la risa pasó al atoro.
En el momento que el caimán vio los apuros que pasaba la rana, soltó la
carcajada. Tucusito, que observaba desde el aire, se lanzó en picada,
robando el fuego con la punta de las alas. Elevándose, rozó las ramas
secas de un enorme árbol que ardió de inmediato. El Rey caimán
exclamó que si bien se habían robado el fuego, otros lo aprovecharían y
los otros animales arderían, pero Babá y la rana vivirían como inmortales
donde nace el gran río. Dicho esto, se sumergieron en el agua y
desaparecieron para siempre.

Las tres aves celebraron el robo del fuego, pero ningún animal supo
aprovecharlo. Los hombres que vivían junto al Orinoco se apoderaron de
las brasas que ardieron durante muchos días en la sequedad del bosque,
aprendieron a cocinar los alimentos y a conversar durante las noches
alrededor de las fogatas. Tucusito, el pájaro Bobo y la perdiz colorada se
convirtieron en sus animales protectores por haberles regalado el don del
fuego.
Dueño de la Luz

En un principio, la gente vivía en la obscuridad y sólo se alumbraba con


la candela de los maderos. No existía el día ni la noche. Había un hombre
warao con sus dos hijas que se enteró de la existencia de un joven dueño
de la luz. Así, llamó a su hija mayor y le ordenó ir hasta donde estaba el
dueño de la luz para que se la trajera. Ella tomó su mapire y partió. Pero
eran muchos los caminos y el que eligió la llevó a la casa del venado. Lo
conoció y se entretuvo jugando con él. Cuando regresó a casa de su
padre, no traía la luz; entonces el padre resolvió enviar a la hija menor.

La muchacha tomó el buen camino y tras mucho caminar llegó a la


casa del dueño de la luz. Le dijo al joven que ella venía a conocerlo, a
estar con él y a obtener la luz para su padre. El dueño de la luz le
contestó que le esperaba y ahora que había llegado, vivirían juntos. Con
mucho cuidado abrió su torotoro y la luz iluminó sus brazos y sus dientes
blancos y el pelo y los ojos negros de la muchacha. Así, ella descubrió la
luz y su dueño, después de mostrársela, la guardó.

Todos los días el dueño de la luz la sacaba de su caja para jugar con la
muchacha. Pero ella recordó que debía llevarle la luz a su padre y
entonces su amigo se la regaló. Le llevó el torotoro al padre, quien lo
guindó en uno de los troncos del palafito. Los brillantes rayos iluminaron
las aguas, las plantas y el paisaje.
Cuando se supo entre los pueblos del delta del Orinoco que una familia
tenía la luz, los warao comenzaron a venir en sus curiaras a conocerla.
Tantas y tantas curiaras con más y más gente llegaron, que el palafito ya
no podía soportar el peso de tanta gente maravillada con la luz; nadie se
marchaba porque la vida era más agradable en la claridad. Y fue que el
padre no pudo soportar tanta gente dentro y fuera de su casa que de un
fuerte manotazo rompió la caja y la lanzó al cielo. El cuerpo de la luz voló
hacia el Este y el torotoro hacia el Oeste. De la luz se hizo el sol y de la
caja que la guardaba surgió la luna. De un lado quedó el sol y del otro la
luna, pero marchaban muy rápido porque todavía llevaban el impulso
que los había lanzado al cielo, los días y las noches eran muy cortos.
Entonces el padre le pidió a su hija menor un morrocoy pequeño y
cuando el sol estuvo sobre su cabeza se lo lanzó diciéndole que era un
regalo y que lo esperara. Desde ese momento, el sol se puso a esperar al
morrocoy. Así, al amanecer, el sol iba poco a poco, al mismo paso del
morrocoy.
Estado Táchira

La Lombarda, relato popular

Se trata de una historia que alude a una familia muy humilde que vivía en
Mesa de Aura, Páramo del Zumbador. La familia la integraban los
esposos Gómez Mora y sus seis hijos. Entre ellos una joven que se
destacaba por su belleza, encanto y sus facetas artísticas. Quienes la
oían cantar quedaban impresionados de su voz angelical. Su nombre era
Lombarda y por cariño la llamaban Lombardita. Sus padres la cuidaban
mucho y al ver que alguien la veía le llamaban la atención. El padre y el
hijo menor acostumbraban a cargar en la cintura un cuchillo para cuidar
a Lombardita.

A pesar de todas las precauciones que tomó la familia, la joven se


enamoró y escapaba por las noches a verse con su amante. Cuando su
madre la descubrió el joven huyó y Lombardita recibió una paliza de su
padre que la esperaba furioso. Lombarda resultó estar embarazada de
aquel joven y por lo tanto obligada a confesar el nombre de su amante y
a casarse con él cuando éste volviera. Al nacer el niño, resultó la alegría
de la familia y lo llamaban Lombardito.
Leyenda de Anunciación de Ordúz

Dentro del cementerio de San Cristóbal se encuentra la capilla del ánima


de Anunciación de Ordúz. La historia cuenta que esta mujer era casada
y vivía por la calle 8 de barrio Obrero, en la Quinta Villasmil. Una noche
cuando regresaba de trabajar como servicio doméstico, su esposo, en
estado de ebriedad se encontraba detrás de una pared con un cuchillo,
la tomó del cabello y la golpeó hasta dejarla casi inconciente. Ella
gritaba y pedía auxilio, pero ningún vecino se atrevió a salir. El esposo,
lleno de celos, sacó el cuchillo y comenzó a apuñalarla, ella logró
escapar y corrió hacia un monte en donde finalmente murió. Se cree que
el ánima de esta persona ha realizado muchos milagros a personas
creyentes en ella.
Leyenda del tesoro perdido

Cuenta Luisa Sánchez que en el solar de su casa había oro enterrado. El


mismo estaba protegido por un hombre vestido de blanco, al cual todos
conocían como El espanto. Este personaje salía después de las 12 de la
noche. Esta leyenda data aproximadamente del año 1910.
Leyenda de Manaure El Cacique

Muchos pobladores de la región han oído hablar del Cacique Manaure.


Todos los pueblos alrededor del Parque Nacional El Tamá tienen leyendas
sobre su existencia en las montañas. Se cuenta que el cacique Manaure
vivió en otras épocas, aunque se dice que está todavía en esas minas
que brillan, hacia los lados de Santa Ana. La mujer de Manaure estaba
en Colombia, en un cerro que se llama el Cerro de la Vieja. La
iconografía de Manaure lo ilustra como un hombre que infunde temor y
respeto; en otros relatos aparece como un hombre encantador, del que
se dice: "antes iba la gente a mirarlo y sí lo podían ver y hablar con él; a
otros les formaba unas tronasones y lluvias; algunos lo encontraban
convertido en un pato en una laguna y decían que ese era el hombre".
La comunidad del sector Chorro de El Indio afirma que allí mora el
cacique Manaure, que él los cuida y que además es un sitio encantado
donde se pierde la gente, se ven indígenas, entre otros fenómenos.
Cuando Eustoquio Gómez comenzó a construir la carretera de El Corozo
se le atravesó Manaure y no lo dejó hacer la carretera, diciéndole: No
me haga carretera por ahí, porque por ahí no se la dejo hacer; y tuvo
que hacerla por otro lado, porque el cacique tenía minas ahí y había
una cruz de oro que sale desde Machirí hasta Santa Ana, va por debajo
de San Cristóbal y es de Manaure. De acuerdo al relato del señor
Domingo Moreno "cuando estaban abriendo la carretera se crecía el
chorro y no los dejaba pasar porque de una vez bajaba otro derrumbe y
tapaba la vía. Entonces vinieron unos que sabían que había que pedirle
permiso al cacique, quien les dijo: Sí les voy a dar permiso pa' que pasen,
pero primero tengo que sacar unos coroticos que tengo ahí. Cuenta un
señor que como a los tres días bajó una abundada bastante fuerte y
bajaron pailas, barras de oro, canoas, corotos y todas las cosas que tenía
Manaure. Después les dijo: Ahora sí, ahora pueden seguir la carretera, y
ahí fue que lo pudieron hacer.
Leyenda de la potranca del diablo

Hacia la década de 1930 el pasaje acueducto era un lugar sumamente


tranquilo y pocas personas en hora de la noche transitaban por él.
Respecto a ese lugar se cuentan historias de personas que en la noche lo
transitaban; como es el caso del sonido de cascos de caballo
proveniente desde el liceo Simón Bolívar hacia la parte alta de la ciudad
para luego perderse en la montaña. Se dice que era un jinete envuelto
en una capa oscura que montaba una potranca alazana cuyos cascos
no tocaban el piso pero que sin embargo parecía que sus herraduras
echaban chispas en el concreto y se iluminaban las calles oscuras. A esta
aparición los lugareños la llaman la potranca del diablo.
Leyenda de la gritona

En diferentes localidades del municipio Rafael Urdaneta, sobre todo en la


aldea Las Lajas, desde hace muchos años se ha oído la leyenda de la
gritona que aparece en las cercanías de la quebrada La Cocoroca.
Cuenta la historia que una mujer que vivía en el sector, al quedar
embarazada y dar a luz, ahogaba a sus hijos en las aguas de la
quebrada. Cuando hizo esto con el cuarto hijo la pena no la dejó vivir y
murió ahogada. Desde entonces varias personas por las noches
escuchan gritos desgarradores de una mujer que causan miedo y
escalofrío. También dicen que cuando la mujer está furiosa provoca
crecidas en la quebrada desbocándola de su cauce.

Sus principales víctimas han sido los arrieros quienes tenían que atravesar
estos caminos a altas horas de la madrugada para llevar sus cargas a los
mercados de Delicias, Rubio y San Cristóbal. Los hombres que han tenido
la desafortunada experiencia de verla la describen como una mujer alta
de larga cabellera negra, su rostro es una calavera que emite fuego por
los ojos, sus ropas son negras y desgarradas, a sus pies una jauría de
perros negros de ojos rojos la muerden. El propósito de este espanto es
matar a las personas que alcanza; quienes se han logrado salvar es
gracias a escapularios que ahuyentan a la gritona. Los pobladores saben
que si la mujer grita no se le debe contestar, pues de inmediato aparece
a buscar a quien lo hace.

En el poblado Las Lajas existe otra versión de esta leyenda que refiere la
experiencia de un hombre que se levantaba muy temprano a realizar de
madrugada queso para vender en el mercado municipal. Una
madrugada, por tiempo de cuaresma, cuando iba por el camino real en
el sector llamado Pabellón, escuchó unos gritos aterradores, que lo
llenaron de espanto. Allí estaba una mujer, con vestidos rasgados, pelo
negro y muy largo, y ojos que arrojaban fuego.
El hombre huyó despavorido, ante la terrible aparición. Se dice desde
entonces que la gritona se aparece por tiempos de cuaresma y Semana
santa a viajeros intrépidos que van en búsqueda de dinero, o a vender
algo en el mercado, y pasan por esos senderos de Pabellón.
Leyenda del espanto del diablo

Se trata de una leyenda muy difundida en el poblado que reza de la


siguiente manera: Se acercaba la hora de la media noche, y Ramón iba
por el camino real, acompañado de su esposa y su hija primogénita
Rosa. Era uno de esos días muy fríos y nublados en donde apenas se
puede ver a medio metro de distancia debido al manto blanco y espeso
que forma la niebla. La pequeña Rosa estaba muy cansada, ya que
llevaban muchas horas de camino debido a que venían de Herrán,
Colombia, donde asistieron a la misa del primer viernes de mes. La
esposa de Ramón sintió una actitud extraña de la niña; al cargarla
temblaba de manera muy extraña. De repente sintió cómo los perros de
las casas vecinas al camino comenzaron a aullar como locos y los gallos
cantaban como si sintieran un peligro cercano. !Apure mija!, fueron la
palabras de Ramón mientras se persignaba. Al cruzar el camino hacia su
casa, tomó a su mujer bruscamente de la mano apartándose del camino
y se escondió detrás de una mata de fique. A los pocos segundos
escucharon un ruido como si de la montaña hubiese bajado en una
avalancha de piedras, y al momento vieron bajar una gran sombra
negra con grandes cachos que se desplazaban a gran velocidad. Luego
de ese gran susto quedaron desconcertados, pero no detuvieron el paso
hasta llegar a su hogar.

La mujer preguntó a su esposo por lo sucedido y él contestó: Dios y la


Virgen nos protegieron; eso que vimos es el capataz –el diablo– que baja
buscando almas para llevarlas para el otro lado. de la piedra Se cuenta
que un 28 de junio, un grupo de trabajadores de Las Lajas, entre ellos
Richard Capacho, Natividad Masaroba, Gonzalo Bautista, Dionisio
Bautista, Belén Lizcano, Jesús Bautista, José Lizcano, estaban picando
piedra para una obra en la comunidad.

Hacia las dos de la tarde, cuando estaban picando una laja grande se
percataron de que la roca no se abrió, y luego se sorprendieron al ver en
ella la imagen de la Virgen. Aunque muchos la veían con claridad otros
decían que no la distinguían. Llamaron a más personas de la comunidad
para que observaran lo que habían encontrado. Al ser consultado el
párroco de la comunidad afirmó que la imagen de la piedra se parecía
a la Virgen del Carmen. Más tarde fue llevada a la capilla y poco a poco
fue tomando un color brillante. Actualmente se guarda allí con mucha
devoción y es considerada la protectora de la de la aldea.
Leyenda de la luz:

Cuentan que un fin de semana, unos arrieros se reunieron a tomarse un


guarapito, y a contar las anécdotas que encontraban en el camino. Uno
de ellos cuyo nombre era Luis le preguntó a otro llamado Ramón cómo
era el cuento de la luz, pues Luis pensaba que esa historia era invención
de la gente para asustar a quienes les gusta trabajar y salir a cualquier
hora con sus mulas cargadas. El interpelado, quitándose el sombrero y
rascándose la cabeza, le respondió: Pues usted no cree compadre, pero
la luz es un espanto que hay que respetar, yo que usted no le hacía burla
y mucho la estaría invocando, mejor bébase un guarapo y cojamos
temprano para el rancho. Luis pensó que era broma y cuando se dirigía
hacia su casa, observó que su caballo se trancó y por más que le diera
con el rejo no caminaba y allí quieto levantaba sus orejas como si
escuchara algo. El hombre con asombro y muerto del susto vio pasar
cerca de ellos una gran luz, resplandeciente que se desaparecía entre
un ramal. Salió corriendo a toda velocidad hasta su casa.

Al abrirle la puerta, su mujer se asustó mucho y le dijo Hombre: ¿qué le


pasa?, si parece un papel de lo blanco que está. Pero Luis sólo respondía
La luz, la luz, la luz. Después de un rato el hombre contó lo sucedido y la
mujer lo regañó diciéndole: Eso es para que aprenda a respetar,
agradezca que es un buen cristiano y Dios escucha mis oraciones o si no
la luz se lo hubiera cargado.
Leyenda de los duendes de Villa Páez

Los nonos o abuelos siempre cuentan a los niños que en Villa Páez suelen
salir duendes. Estos son unos personajes de baja estatura y muy pícaros.
Hay quienes afirman que eran ángeles, pero por ser desobedientes los
echaron del cielo. Dicen que no hay que tenerles miedo porque no son
seres malos, sino que sólo se entretienen haciendo picardías como
esconder las cosas. Aunque también afirman que esconden a los niños
sin bautizar y se los pasan por el cuerpo para recordar cuando estaban
con Dios. Este tipo de historias son contadas más para entretener que
para intimidar a los más pequeños.
Leyenda del cojito

Se dice que una vez dos niños estaban jugando y entreteniéndose con lo
que encontraban. Uno de ellos, Julián, vio un árbol muy alto y retó a su
primo Pedro y su hermano Pablo a que se encaramaran. En eso se les
hizo tarde y cuando se dieron cuenta ya la noche estaba cayendo.
Asustados por la oscuridad aceleraron paso.

De pronto, en una parte de la montaña, vieron que subía un ser muy


extraño, su cabeza parecía una vejiga de res gigante y de color morado,
al hombro cargaba una pata, pegaba brincos y hacia sonidos extraños.
Los niños salieron corriendo y su mamá salió a esperarlos al escuchar
desde lejos como lloraban y gritaban !mamita, mamita!. Ella los abrazó y
les dio un posillo de aguamiel y cuajada para que se abrigaran y les
pasará el susto.

Ellos describieron con mucho detalle la aparición y la madre los abrazó


diciéndoles: !Mijiticos! eso es para que no se entretengan en el camino y
hagan caso. Eso que ustedes vieron ese era el cojito que busca niños en
las noches, se roba los pañales de los chiquitos y agarra a los grandes y
nadie los vuelve a ver, gracias a Dios que cargan sus escapularios
benditos, pero deben aprender y venirse para la casa, apenas los suelten
de clase.
Leyenda de las luces del páramo del Tamá

Según habitantes de Betania y Villa Páez hay dos luces que se ven a los
lejos, en el páramo del Tamá, y llaman la atención porque se cruzan en el
aire. Cuentan los pobladores que las han visto desde hace más de
ochenta años y cuando pasan cerca de ellas, éstas sacan chispas y
toman forma de dos piernas.

Cuenta José Avilio Sierra que esas luces son las extremidades de un
arriero que fue mutilado para robarle su carga de cacería. Quienes dicen
haberlas visto cuentan que no se les quitaban de encima, provocándoles
un gran susto.
Leyenda del hachonero

Es un relato que ha permanecido a través del tiempo como una leyenda


de la comunidad, causando pavor para el que por la tarde o noche
transita estas tierras. Refiere la leyenda que una mujer estaba sola en la
finca Miralindo, porque su esposo se había ido para Herrán desde muy
temprano en la mañana. Ya era muy tarde cuando oyó llegar el caballo
al que reconoció por su relincho. La mujer salió pensando que el patrón
había llegado, pero el caballo venía sin jinete, y se preocupó porque su
esposo no estaba sobre la bestia. Entró a la casa y llamó a su pequeño
hermano Pedro para que lo ayudara a quitarle las riendas y la silla al
animal. La luna llena y clara permitía divisar todo el lugar. Cuando
estaban cerrando el portillo, resplandeció una luz fuerte como una llama
de candela, cerca de una piedra que la llamó la testigo. Asustada, la
mujer le dijo a su hermano que corrieran. En ese momento les salió el
hachonero, de quien ya habían tenido noticia por comentarios de la
gente. Corrieron y corrieron asustados.

La mujer se refugió en una casa de barro que estaban construyendo y


aún no había sido completada, la cual tenía aún muchos huecos y
esperó allí a su hermano mientras recordaba las palabras de su madre
que decía que el miedo no entrara donde había techo. Comenzó a rezar
asustada, invocando a todos los santos para que la protegieran,
pensando en su esposo y su hermano. Cuando se acercó el hachonero
su corazón se aceleró y le temblaron las piernas; pensó que iba a entrar
pero no pasó. La figura fantasmal era un hueso pelado, alrededor salía
candela que daba vueltas y ráfagas, era enorme y flotaba por el aire
porque la casa estaba bastante alta del camino y sobrepasaba el lugar.
El espanto pasó de largo y la mujer salió corriendo a buscar a su hermano
a ver que le había pasado. Cuando más tarde apareció su esposo,
arañado por las plantas de moro, él le contó que alguien lo había
bajado del caballo apartándolo del camino.
Leyenda del espanto de Mata de Guadua

Cuenta la leyenda que era la hora de la madrugada cuando un arriero


llamado Clemente debía atravesar el camino real que conducía a la
población de Ragonvalia (Colombia), tomando la vía que baja a Puente
Alianza y permite el cruce del río Táchira, los tiempos eran difíciles y el
trabajo de arriero producía apenas el sustento del hogar. Iluminó el
camino con la pequeña luz que producía su tabaco y empezó su
descenso; cuando llegó al sector El Limoncito sintió un escalofrío que le
erizó toda la piel, pero trató de ignorar el miedo y arreó su bestia para
acelerar el paso. Después de pasar no aguantó las ganas de voltear al
sentir una presencia que lo observaba. El tabaco se le cayó del susto al
observar una extraña figura que inexplicablemente aumentaba de
tamaño y parecía estar cada vez más cerca. Esta vez sin pensarlo dos
veces golpeó a su mula con el rejo, bajando el camino con la velocidad
del rayo, mientras se metía a la boca un crucifijoque siempre colgaba de
su pecho. Después de esa experiencia no volvió a cruzar esos caminos
de noche, además de repetirse la inexplicable experiencia con varios
arrieros de la zona que desconocían la aparición de un espanto en Mata
de Guadua.
Mujeres misteriosas de la plaza Jáuregui

Las personas mayores cuentan que a los trasnochadores enamorados se


les aparece una bella mujer, vestida de blanco, que, al ser abordada,
comienza a crecer en altura y los persigue. También se ve una mujer
joven, bonita, vestida de negro, sentada en los escalones de la puerta de
la Iglesia Nuestra Señora de los Ángeles, que aparece en las madrugadas
frías. Mientras no sea molestada esta aparición permanece inmóvil pero si
le hablan dicen que se transforma en una horrible vieja dientona y
malhumorada que ataca a los hombres. El señor Dionisio Contreras, ya
difunto, contaba que siendo muy joven posaba donde los Duque y a
media noche llegó un joven medio muerto del susto, cayó desmayado
en el zaguán y al abrirle la puerta observó la imagen blanca y alta que se
le acercaba, tiró la puerta y se puso a rezar para ahuyentarla. Esta
leyenda se remonta a principios del siglo XX y actualmente es contada
por las personas mayores para que los jóvenes tengan cuidado.
Leyenda de Carmelo Niño y el diablo

Carmelo Niño era un personaje al que se le recuerda como peón de


hacienda, cantante, bailarín y apostador. Residente de la comunidad de
Veracruz, se le reconoce la composición de muchas coplas y corridos.
Según la tradición oral, un día le salió una gran culebra en el barranco
del puente La Ratona y el susto fue tan fuerte que cayó privado y lo
dieron por muerto. A la media hora del velorio se paró de la urna ya que
se encontraba en el estado conocido como catalepsia histérica. Se fue
en mula a pagar el milagro a la Virgen de la Chiquinquirá y compuso un
corrido. Se dice que cantó con el diablo en San Joaquín en 1887, en una
feria del café. Finalmente murió en un pleito entre sanjoaquineros y
santaneros por el agua. La leyenda de Carmelo se originó 50 años antes
a la 1º edición de Florentino y el diablo de Alberto Arvelo Torrealba.
Leyenda de la hija de Manaure

Se dice que era hija de un indio que llegó al poblado después de


acabarse la Guerra Federal procedente del estado Falcón, huyendo
para que no le arrebataran un tesoro que traía, botín que enterró en el
cerro La Mina. Algunos pobladores afirman que ven al indio en la esquina
del mercado, mientras que otros aseguran que con el empleo de
conocimientos sobrenaturales encantó a su hija en el mismo cerro con
todo el tesoro, para que ella lo cuidara. Se dice que podía controlar
elementos de la naturaleza como el rayo y la tempestad, podía ayudar
para obtener una buena pesca y buenas cosechas y tornar de color
oscuro la montaña cuando estaba molesto, aparte de poder
desaparecer o convertirse en cualquier animal. Cuando la gente quiere
invocarlo y pedirle ayuda le ofrecen chimó, tabaco y miche, por ser
algunos de sus productos preferidos.
Estado Nueva Esparta

Chinamitos, Leyenda

Los habitantes de esta zona tienen la creencia de que los niños al morir si
no han sido bautizados o son niños malignos, quedan vagando en el
mundo de los vivos y se dedican a llamar la atención de otros niños, pues
no tienen muchos compañeros con quien jugar. Por esta razón tratan de
enamorar y encantar a otros de su misma edad, para de esta forma
llevarlos a formar parte de su mundo y así tener con quien jugar.

Cuentan algunos pobladores que los chinamitos tienen aspecto de niños


normales, pero cuando caminan lo hacen con la punta de los pies y
ocultan sus orejas puntiagudas con el cabello. Se ha convertido en una
creencia que ha pasado de generación en generación y muchos de los
padres al nacer sus hijos no olvidan bautizarlos, pues los chinamitos suelen
recordárselos con su presencia.
Quebrahacho de la Otra Banda, Leyenda

Se le conoce como un árbol diabólico que se ha mantenido por mucho


tiempo en el lugar. Es una leyenda del camino viejo del Portachuelo de
Tacarigua. Se comenta en la comunidad que es el marquero, puesto
sobre la tumba de un gran cacique indígena y de allí le viene su
inmortalidad. Dicen que junta a él se acurrucaban los grupos que venían
del portachuelo para abajo a esperar a los que regresaban de la ciudad
de hacer sus diligencias. En su sombra se refugiaban del sol los
caminantes diurnos. A su alrededor se tejían muchos misterios y se
recreaban historias de las chiniguas, duendes, animales, lloronas, las
comilonas, y otros fantasmas de la mitología margariteña. Cuentan que
los burros sorneaban fuertemente y los perros metían el rabo entre las
piernas, según cuentan la gente supuestamente desaparecía al
acercársele.

También cuentan que a la gente que pasaba por los alrededores se le


ponían los pelos de punta, se persignaban, rezaban el credo, sacaban
los escapularios, reliquias y amuletos para poder pasar con Dios por su
lado. Otra de las historias cuenta que las madres que pasaban con los
niños por el lugar solían decir Jopo Jopo por temor a los muertos. Forma
parte de las historias o leyendas de La Otra Banda y Tacarigua, no había
en el lugar quien no tejiera historias sobre el árbol. Recostado en su
tronco se vio más de un pie desnudo cambiándose la cotiza o alpargata
por el zapato de fiesta para entrar al caserío.
Cristo del Buen Viaje, Leyenda

El Cristo del Buen Viaje es una imagen que desembarcó en el puerto de


Pampatar de manera provisional, mientras se esperaba a que el clima
fuera más favorable para trasladarlo a Santo Domingo. Según lo escrito
en la bitácora de la embarcación, cuando tocó recogerlo nuevamente
para llevarlo a Santo Domingo ya el tiempo había mejorado mucho. El
mar era azul y tranquilo y el cielo era radiante y despejado, pero algunas
millas más adelante el barco se encontró con una tormenta, y cuando la
tripulación revisó la mercancía encontró lo que denominan el milagro de
Santa Lucía: al destapar una caja vieron el ensamble de una Cruz, de la
cual pendía la imagen de un Cristo con un rostro compungido. Su mirada
impresionó a la tripulación que lo desembarcó del navío, y después de
eso el tiempo mejoró. Después, cada vez que se intentaba regresar la
imagen al barco para trasladarla a su destino, el clima empeoraba y la
imagen se hacía sumamente pesada. Por eso fue dejada en el lugar.
Cuenta la leyenda que hasta la fecha la imagen no ha podido ser
movida del lugar a su destino original. Los pobladores de la región
aprecian esta imagen por atribuirle buenas faenas pesqueras al
encomendarle la jornada.
El quemado de Los Robles, Leyenda

Cruz Cucho Mago fue víctima de quemaduras de tercer grado al


manipular gasolina de manera imprudente una noche decembrina. Por
tal hecho fue recluido en el hospital de Porlamar. Sus lesiones despedían
gran fetidez y fue retirado a su residencia. Atendiéndolo con urgencia, un
especialista, que no poseía los elementos necesarios para atenderlo,
esterilizó dos bombas Flit, que era como se le llamaba a las bombas
donde se envasaban los insecticidas. Con estas le aplicó un tratamiento,
con el que a los dos meses Cucho se encontraba totalmente curado,
mejoría que este hombre le atribuyó al Cristo del Buen Viaje.
El ciclón, Leyenda

El 28 de junio de 1933 empezó a llover arreciando con ráfagas de vientos


fuertes, por lo que la gente gritaba sorprendida e invocaba a la Virgen
del Valle. A las seis de la mañana toda la isla estaba envuelta y era
azotada por uno de los ciclones más poderosos ocurridos en la zona. Los
pueblos más afectados fueron la península de Macanao, Porlamar, Juan
Griego y Pampatar. El ciclón dejó varias pérdidas humanas y materiales
en la región. Entre las historias surgidas por este fenómeno natural
destaca una que cuenta que el viento lanzó la lancha de Susano Suárez
contra las olas y esta quedó intacta al pie del cerro. Aseguran que esto
fue un milagro del Cristo del Buen Viaje. Otro de los acontecimientos que
más revuelo causó en la población fue un naufragio de una balandra de
Juan griego denominada Palmira, la cual por no tener permiso del
gobierno de Gómez para desembarcar fue atacada por el vendaval,
falleciendo todos sus tripulantes.
Fantasma del Castillo San Carlos de Borromeo, Leyenda

Por haber servido algún tiempo como lugar de reclusión, este castillo es
escenario de algunas leyendas en la población de Pampatar. Una de
ellas cuenta que los detenidos en el castillo eran perseguidos por
fantasmas, y que sus gritos eran tan fuertes que asustaban a la
población, por lo que debían de ser trasladados a otro penal. Asimismo,
los guardias aseguran escuchar lamentos. Cuentan que una noche uno
de los guardias observó a un hombre vestido de blanco y, al hacerle la
voz de alto, aquel continuó su camino, por lo que el guardia procedió a
dispararle con su carabina. En una de las garitas del castillo puede verse
la huella dejada por uno de los tiros.
La Piedra del Ángel, Leyenda

Roca que naturalmente adquirió una forma muy similar a la de un ángel


rezando. La formación mineral se encontraba en un área aislada de
Pampatar, entre dos colinas. A la zona donde se encontraba se le
adjudicó el nombre de Playa El Ángel. Una réplica de esta piedra fue
construida en una zona residencial privada, posteriormente retirada del
lugar por problemas legales. En torno a esta piedra se han creado varias
leyendas. Una de ellas sostiene que la Madre Naturaleza la esculpió y
luego se la llevó. También se cree que un ángel cayó del cielo en la
piedra transformándola y alejándose del lugar.
Cueva del Bufón, Leyenda

Cuenta la leyenda que un hombre divisó la cueva más allá del Cerro de
La Castilla, una cueva donde el sol se zambulle en agua y donde las
picúas alzan su pico. Las olas llegan hasta la parte más alta de las rocas,
y una luna brillante las ilumina. Nadie le creía a este hombre llamado
Bufón, solitario habitante de esa cueva, hasta que un día apareció
sorpresivamente interrumpiendo la calma de la salina. Desde ese día el
lugar es denominado por los pobladores Cueva del Bufón, y es visitado
por los enamorados que creen en el embrujo sentimental de sus lunas
llenas y sus noches. De día es apreciada por los pescadores que viajan a
Guacuco o Bergantín y desde ahí divisan a lo lejos, en el horizonte, a los
peces, que comen carnadas en la profundidad. Se dice que el espíritu
del bufón vaga por ese paisaje.
Camino al Cementerio Viejo, Leyenda

Se trata de un sendero que orientó los pasos de muchachos de épocas


pasadas. Las leyendas que se contaban sobre el lugar les hacían más
difícil el recorrido. Debajo de un árbol tupido de matorrales, en donde las
chulingas ataban sus nidos una noche lluviosa, había un escondite
propicio para preparar los mejores repertorios, y trataban de apartar las
espinas de árboles frescos y disecados, y huesos putrefactos de animales
abandonados en la época de peste. Los muchachos se ocultaban para
librarse del chisme y de las malas lenguas, que no dejaban de faltar en
los alrededores. Hoy recuerdan que sobre las fosas se han levantado
otras plantas, que como flores dan vida a otras generaciones.
El Abuelón, Leyenda

El Abuelón es un pescador que tenía un nieto. Un día el nieto salió para la


playa y no regresó jamás. El anciano, angustiado y cansado de tanto
buscarlo y preguntarle a los atarrayadores, entró a la playa y también
desapareció. Se cuenta que desde este momento no hay pescador
joven ni adulto que vaya solo a pescar al mediodía, porque se dice la
presencia del abuelo invade el lugar y crea escalofrío, fiebre y en
muchos casos la locura. Por eso todos los pescadores antes de salir se
encomiendan a Dios y piden permiso para pescar en sus aguas, con la
finalidad de que no se les aparezca este personaje.
Leyenda de El Chaparro

Se cuenta que llegó un administrador de Las Salinas, conocido como el


coronel Chaparro en 1910. Él le decía a sus trabajadores que el que
sacara dos maras le pagaba una gratis. Manuel Gerónimo sacó más de
la cuenta y Chaparro se molestó; desde ese momento entraron en
conflicto y se dirigieron a la bodega de Geñique para que él escuchara
lo que había sucedido. El coronel Chaparro se fue para la policía y ahí
llega Agudo, el hermano de Manuel Gerónimo, e intentó matarlo con un
cuchillo a traición. El coronel se dio cuenta y sacó la pistola y le disparó
ocasionándole la muerte. El coronel salió huyendo y se escondió en una
de las casas cercanas, hasta que las personas lo consiguieron y con
machetes y piedras lo atacaron. Se calló en el suelo y le pasaron un
cuchillo por el cuello, antes de morir dijo así es que se escala, y murió.
Pasado un tiempo, las personas que por allí transitan dicen que escuchan
voces y quejidos. Por esta razón lo enterraron en la entrada del
cementerio para que lo pisen todos los visitantes del camposanto.
El canto de los Perros

Es un dicho común entre los habitantes de la isla de Coche que cuando


los perros lloran es porque están viendo un espanto. También lo hacen
porque tienen hambre, pulgas o porque los bribones los molestan.
Aunque en las noches de media luna bajan la cabeza hasta el pecho,
metiendo las patas delanteras entre las traseras y caminan en posición
contraria para hacerle creer que se van. Igual les tienen pavor a las
ánimas y a los seres de otro mundo. Muchos alegan que lloran desde la
creación del mundo y cuando sale la luna.
Pollos fantasmas del cerro El Vigía

El cerro El Vigía fue utilizado durante muchos años por el Moncho Fuentes
para la cría de pollos, patos y gallos. Cuentan los habitantes del lugar
que hay una gallina que aparece de repente con sus pollitos en forma
de fantasma.
El manantial secreto, Creencia

Se cuenta que en este lugar, una extensión de tierra de


aproximadamente 3 km², se secaron pozos de agua que eran producto
de las lluvias, y para los animales de este lugar era difícil sobrevivir. Un
burro escarbó y encontró agua, y las personas al ver fluir el líquido se
acercaron y probaron, notando que era dulce. Desde ese momento los
pobladores comenzaron a llenar sus envases en este sitio.
Abuelo del Mar, Leyenda

La leyenda se origina en una playa de la isla de Coche conocida como


Punta de Flamenco. Se trata de un espíritu pescador que se aparece
lanzando una atarraya. Se cuenta que el espíritu se puede presentar en
cualquier época del año, pero sobre todo aparece por las noches en
forma de ave, perro o cualquier otro animal. Esta entidad entierra su
corazón en la orilla del mar antes de realizar la pesca, y quien encuentre
el corazón se hace rico y afortunado.
Estado Barinas

Espanto del Foco

Cuenta la leyenda que en el poblado llamado vía La Luz existe un


espanto que aparece a los pobladores y visitantes que transitan por un
lugar llamado Mojayepero, que atañe al alma en pena de un hombre
llamado José Yépez, quien fue hallado muerto al lado de una mata de
mango.

La causa de su muerte no ha sido aún esclarecida, pero existe la


suposición de que se encontraba enfermo por lo que pudo ser una
muerte natural. Sin embargo los pobladores comentan que el difunto fue
sepultado con todas sus pertenencias e incluyendo en ellas su linterna
que, según comentan, cuando se aparece el espanto muestra un foco
que pasan muy cerca del lugar donde fue enterrado.

A pesar de ello los barineses no le temen al ánima porque en sus


apariciones nunca ha dañado a nadie y no sienten temor ante su
presencia, razón por la cual le piden milagros, pero hasta los momentos
no hay testimonio de que haya concedido alguno.
Reto de Florentino y el Diablo

Dicen que en una noche oscura y lluviosa del sitio de Santa Inés, según la
tradición, el catire Florentino se encontró con un hombre a caballo que le
invitó a puntear con él.

Otro día, mientras estaba en una bodega cercana se le apareció, en


plena madrugada, todo vestido de negro. Los que estaban en la
bodega quedaron aterrados al verlo y gritaron al unísono el diablo
compadre. La gente dijo eso porque aunque llovía y todo estaba hecho
lodo, no tenía ni una mancha, nada húmedo y totalmente planchado.
En seguida inició el contrapunteo. Florentino, como era hombre astuto se
mantuvo firme en la contienda y prolongó las coplas hasta el amanecer,
cuando ya se aproximaba el sol, momento que aprovechó para hacer
sus letanía a la Virgen María y a la Santísima Trinidad y en ese momento el
diablo salió espantado.

Este corrido es uno de los más creativos y autóctonos de los compuestos


en el Llano y su letra corresponde a Alberto Arvelo Torrealba. Es de hacer
notar que este corrío ya era conocido por la tradición oral antes de esta
composición artística.
Jinete sin Cabeza, leyenda

Entre las historias de fantasmas y apariciones de la ciudad la gente habla


de un jinete cabalgando sin cabeza sobre un caballo que tira de una
carreta por todas las calles del centro de la ciudad. Supuestamente este
jinete ha servido para que muchos hombres que gustan de los placeres
de la noche, hayan decidido permanecer en sus hogares por más
tiempo por el temor a ser espantados.
Anima de la mujer de San Silvestre, leyenda

Cuenta la gente que en horas de la noche aparece el alma de una


mujer en bata de dormir en medio de la calle asustando a la comunidad.
Esta entidad al parecer sale de la casa de una mujer del barrio La
Federación. Quienes la han visto aseguran que tiene larga cabellera de
color negro. A pesar de que se trata de una entidad inmaterial aseguran
los parroquianos que ya están tan acostumbrados que son pocos los que
se asustan ante el suceso.
Aparición de Nuestra Señora del Real, leyenda

El 2 de febrero de 1680, en un humilde caserío a orillas del río Santo


Domingo, a 35 km de Barinas, un indio llamado Francisco entregó la
moneda a la iglesia como contribución. La anciana que la recibió la
colocó en una cajita, pero cuando quiso buscarla había desaparecido.
Al revisar nuevamente la caja de las contribuciones apareció la moneda,
pero para sorpresa de la anciana se reflejaba en la moneda la imagen
de la Virgen María con el Niño en brazos. Los misioneros, impactados por
el suceso, le dieron el nombre de Nuestra Señora del Rosario. Pero la
gente común le llamó Nuestra Señora del Real, nombre que conserva
hasta la actualidad. Esta manifestación de la Virgen se venera en todo el
estado Barinas con gran devoción.
Leyenda de Juan Hilario y El Silbón

Cuenta la leyenda que El Silbón es un ánima en pena de un hombre que


mató a su papá para recibir su herencia. Normalmente se le escucha por
los parajes solitarios de los largos caminos llaneros. En este municipio son
muchas las anécdotas de los parroquianos respecto a este tema. La
gente común ha mantenido en tradición la historia de Juan Hilario,
hombre temerario que gustaba de asistir a todas las fiestas celebradas en
cualquier lugar para poder conocer mujeres. Una tarde, de esas lluviosas
y tormentosas, cuando se disponía a asistir a un baile, un amigo suyo le
llamó la atención para no fuera por el clima, atmósfera adecuada para
la aparición del ánima de El Silbón. Era día de 3 de mayo, día en que las
ánimas andan sueltas por los parajes y caminos. Juan Hilario hizo caso
omiso a las advertencias de su compañero y mientras se burlaba de él,
inició el camino hacia el baile. Mientras avanzaba comenzó a escuchar
un silbido en secuencia y recurrente que le heló los huesos; sin embargo
se repuso pensando que quizás eran sus compañeros por burlarse de él.
Pero luego vio una especie de sombra que se le aproximó y comenzó a
golpearlo sin descanso. Por más que hacía el intento por defenderse no
alcanzaba a golpear a nadie porque a nadie veía. De pronto recibió un
golpe tan fuerte que dio un grito tan alto que lo escucharon en el caserío
donde vivía. Su compadre y demás compañeros corrieron al imaginarse
que se trataba de él. Cuando llegaron al sitio estaba tirado en el suelo
dando gritos desesperados ¡Que animal tan feo, Dios mío. No me dejen
solo, muchachos. Que animal tan feo! Mientras relataba la anécdota a
sus amigos pasaban por el lugar unos músicos que iban a una fiesta
próxima. El relato les pareció tan terrible como interesante que
decidieron componerle un corrido al que llamaron Juan Hilario, el
hombre que peleó con El Silbón. La historia de esta ánima sirve para
contener los ánimos de aquellos chicos impetuosos y
desobedientemente, que por seguir su vida disipada, pasan por encima
de las advertencias de sus mayores sin saber que pronto recibirán un
traumático escarmiento.
Duendes de la casa de don Avelino, leyenda

Los vecinos del sector han asegurado desde hace años que en casa de
un hombre del sector llamado Avelino, quien además era cronista del
pueblo, llegaban los duendes y le saboteaban todo lo que hacía. Tanto
él como su esposa habían mantenido este secreto por algún tiempo para
no alarmar a los vecinos o por temor a que no les creyeran. Pero con el
tiempo no les quedó otra alternativa más que contar lo sucedido a los
vecinos con el fin de buscar ayuda. Al anochecer comenzaban a caer
piedras sobre el techo y algunos entraban a la casa y volteaban los
recipientes donde se acababa de hacer la comida, por ejemplo, o los
platos cuando ya iban a comer. En tal sentido, cuando los vecinos
comprobaron la veracidad de los hechos y al notar que sus rezos no eran
efectivos, buscaron a un iniciado del sector, una especie de mago
bueno quien, luego de una serie de rituales, oraciones y conjuros, logró
exorcizar a los tediosos duendes.
Ánimas de Pablo Pérez y la Taconera, leyenda

Al parecer existía una casa en la que vivió un hombre de nombre Pablo


Pérez, quien según la comunidad había sido gobernador del estado. Al
parecer este hombre no era aceptado por la comunidad. Debido a esto
sus opositores le tendieron una trampa y lograron asesinarlo. Cuando le
hacían sus exequias se apagaron las luces del lugar y aparecieron
murciélagos de distintas clases. Asustados por los ruidos del cajón
decidieron abrirlo y en su interior, en lugar del cuerpo, hallaron piedras.
Aterrados huyeron todos despavoridos. Otra de las anécdotas populares
era que en Barinas existió un hombre muy celoso quien mandó a matar a
su esposa. Desde entonces, según la comunidad comenzó a aparecer
esta mujer en las noches más oscuras, toda vestida de blanco. Le
llamaron la Taconera.
El carretón o carro de mula, leyenda

Esta leyenda data de la época de los ancestros de la comunidad, razón


por la cual forma parte de la cultura popular de los pedraceños.
Cuentan los pobladores que muy tarde en la noche se oía pasar un carro
de mula transportando una carga muy pesada por la calle real del
pueblo, y otras veces por las calles más cercanas al Río Canagua.
Algunas veces se oía la carga de los materiales como si estuviesen siendo
arrastradas por el suelo, por lo que el sueño de las personas se veía
entorpecido. Éstas se asomaban por las ventanas de sus casas, pero no
se veía nada, sólo se escuchaba el ruido.
Las ánimas en pena

Son conocidas como ánimas en pena todas aquellas personas que


murieron con pecados que no fueron perdonados, pero que no ameritan
tampoco ser condenadas al infierno. Estas almas, una vez que hayan
purgado sus faltas, tiene la magnífica oportunidad de ingresar al cielo.
También se les llama ánimas del purgatorio y, según cuentan algunos, se
le aparecen a algunas personas para ayudarlas a resolver sus percances,
entregar dinero que enterró cuando estaba vivo o solicitar el perdón de
alguien a quien ofendió cuando estaba en vida. Se cuenta que hace
muchos años, Cornelio Ramón Colmenares (rezandero y curandero de
picadas de culebra y payadas de rayas) se dirigía a una cita amorosa
con una mujer casada. Cuando iba en camino vio venir una procesión
que traía una urna. Él preguntó ¿a quién llevan allí? Y a respuesta fue: a
Ramón Colmenares. No hizo caso y siguió su camino. Lo mismo sucedió
dos veces más, por lo que el señor Colmenares, atemorizado, regresó a
su casa y contó lo sucedido. Al día siguiente le dijeron que el esposo de
la mujer lo había estado esperando con un chopo lleno de pólvora y
guaimaro para mandarlo al infierno.
Leyenda el amo del monte

Esta leyenda cuenta la historia de una misteriosa aparición. Un hombre


alto y moreno, con rasgos aborígenes, se presenta semidesnudo
montado sobre una danta (mamífero cuadrúpedo grande y de piel
peluda, similar a un burro). Se le aparece a los cazadores que salen a
hacer cacerías los viernes y domingos santos. Este personaje interpela a
los culpables y los alecciona para que no vuelvan a herir a los animales y
cazar en días prohibidos. Luego desaparece misteriosamente. Algunas
veces causaba tal estrago que estos hombres se privaban de hablar.
Algunos de estos cazadores se perdieron la selva. Únicamente el canto
del gallo los orientaba y les permitía regresar a su hogar. Este personaje
suele hacer sus apariciones en los bosques y sabanas del municipio.
Estado Mérida

Leyenda del Sacerdote sin Cabeza

Cuentan que en la catedral de La Azulita se ve un sacerdote dentro de


un confesionario, sin cabeza y confesando. Éste cuento se escucha
desde hace veinte años, cuando fue visto por primera vez por una
señora llamada Sara. Se ha trasmitido de generación en generación con
algunas variaciones. Muchos aseguran ver a este padre sin cabeza
durante el día.
Padre Gil, Leyenda

El padre Gil fue sacerdote de La Azulita y le gustaba mucho la excursión.


Así que un día se metió en las cuevas del Quebradón, donde estuvo
varios días. Cuentan los viejos y ancianos del sector que cuando salió
estaba loco; vivía cantando todo lo que había visto dentro de la cueva,
un potrero grande lleno de pasto con vacas flacas, otro potreo pero sin
pasto y con vacas gordas y varias personas adineradas del pueblo
escribiendo en unos escritorios, a los que él llamaba y no le prestaban
atención. A los pocos días volvió a entrar a la cueva y se negaba a salir
porque decía que allí dentro era más bonito. Pasaron los días y nadie
supo de él. Algunos dicen que se murió y otros que se perdió en las
cuevas.
Jinete de El Quebradón, Leyenda

Cuenta la gente del pueblo que un día un muchacho iba a visitar a su


novia que vivía un poco alejada del pueblo; en un lugar llamado El
Quebradón. Mientras caminaba junto a un amigo vio venir un caballo
negro montado por un jinete que estaba vestido de blanco; para evitar
se atropellados se hicieron a un lado del camino, pero a pesar de eso el
jinete lo empujo y cayó cerro abajo. El amigo que lo acompañaba lo
ayudó a salir del barranco y cuando salieron le preguntó que si conocía
al hombre del caballo, ninguno de los dos conocían al sujeto y nadie lo
había visto ningún caballo negro que cabalgara por ese lugar. Al llegar a
casa de su novia muy asustado, le contó lo sucedido y desde entonces
muchas personas dicen que es un espanto. Burro nojote, Leyenda: Esta
leyenda es muy importante pues era el reflejo típico del quehacer diario
de los campesinos. Es una leyenda jocosa escrita en enero del 2005 por el
artista Ramón Lacruz conocido como Melena, con motivo de debelarse
las esculturas de la mina creadas por el mismo.

Esta leyenda está escrita en una pared detrás de las esculturas de la


mina de agua y dice así: "Subía en mi burro nojote, derechito por la mina,
claro que iba contento, le había echao un fiao a Etelvina , y más
contento de ahí pa´ que, llevaba, pescao, arbeja, sardina en mi burro
nojote, como siempre todos los días. Subía en mi burro nojote mirando
tanta alegría, el joven con una mansa olla, ella mojada hasta la risa,
seguro que andaba escapada porque ni chanclas traía.
Pa’ que si no hace falta cuando el agua no es fría, pues está calientica
con el encanto del día. Subía en mi burro nojote, como siempre por la
tardecita pa´ ver a las muchachas bonitas echándose agua en la mina,
mientras los que nos visitan quieren esta agua tragar, pues es sabroso
manantial tratándose de La Azulita, no sospecha la visita que aquí se nos
va a quedar. Yo no voy a esperar más porque mi burro se me echa y
después pa´ levántalo tengo que échale chimó en la jeta, porque en
esta mina me enamoré yo de mi vieja y pregúntame si me va bien, hace
años vine fue a una fiesta, me sumbé un traguito de agua en presencia
e´ doña chepa y todavía estoy bailando en medio de mi muchachera"
La Mina Misteriosa, Cuento

Este cuento conocido por los habitantes encierra una historia de amor de
dos jóvenes que se conocieron en la mina de agua. Todos los días una
viejita iba con su nieta, llamada Lucecita a sacar agua de la mina para
llevar a casa y cuando se acercaban al lugar escuchaban un silbido que
venía desde lo más profundo del pozo. Un día salieron de nuevo a traer
más agua y Lucecita al acercarse pidió a la fuente que le concediera el
siguiente milagro "Fuentecita por favor, preséntame un joven para
casarme", ella se sentía muy sola porque la única persona que la
acompañaba era su abuela y era un poco estricta, no la dejaba salir ni
hablar con sus amigos. En ese momento escuchó el silbido de la mina y
de nuevo pidió el deseo "minita tú que eres misteriosa, has que ese silbido
lo oiga un joven y que al beber de su fuente se case conmigo!".

Pasaron varios meses y la abuelita se enfermó y no pudo acompañar a


Lucecita a la mina, así que la mandó sola a buscar agua y cuando
estaba dedicada a su tarea escuchó de nuevo el silbido y volvió a pedir
el deseo. Ahí mismo sintió una mano sobre su hombro y al voltear vio un
joven apuesto como el que ella soñaba, quien le pidió agua para beber
y ella le dio en una totuma.

Al llegar a casa su abuelita estaba muerta y cuando regresó a los pocos


días a la mina se reencontró con el joven, quien le confesó que no había
podido dejar de pensar en ella. Ella le contestó que si bebía de esa agua
se casarían. Y así fue, se casaron y vivieron muy felices.
Cuevas del Pirata, Leyenda

Esta historia en contada por los pobladores a los visitantes, como una
forma de dar vida a la historia de este lugar. Se dice que en estas cuevas
tenían su adoratorio los aborígenes pertenecientes a las etnias de los
iricuyes, tiracoques, olleros, galgas y capaces que ofrendaban a un ser
sobrenatural llamado el Chés, candiles y grasa de cacao. En estas
cuevas se albergaron las tropas de Ambrioso Alfinger, para no compartir
el botín con el resto. Perdidos en aquellas selvas erraron por mucho
tiempo con un pesado tesoro a cuestas que enterraron al pie de un árbol
junto al arroyo. Este pesado cofre contenía setenta mil pesos en monedas
de oro y piedras preciosas. De los 24 soldados solamente uno sobrevivió
sin nunca precisar el lugar del tesoro que aún permanece oculto.
Brujas y Zánganos, Leyenda

Tradicionalmente se dice que las brujas son mujeres dedicadas a la


práctica de las artes de magia negra para su beneficio particular y para
desgracia de los demás. Según se cuenta salen todas las noches a volar
desnudas bajo la forma de grandes pájaros negros y durante sus vuelos
nocturnos se desplazan perturbando el sueño de las personas y
fastidiando a los caminantes. A veces las han sentido haciendo ruidos
siniestros sobre los techos de las casas. Según la tradición oral, las brujas
se esconden en árboles llamados maitines, desde donde importunan a
los viajeros con sus macabras carcajadas. Tiempo atrás, las madres
llevaban a sus recién nacidos a que les echarán agua, para que las
brujas no se pudieran llevar a los niños. Las leyendas hablan de que
cuando un ave grande y negra ronda por los tejados, se le debe lanzar
sal, mostaza o agua bendita. Si es una bruja al hacer alguna de estas
cosas, caerá desnuda ya en su forma humana. En cambio, si se siente
que el ave negra ha aterrizado en el techo y se sospecha que es una
bruja hay que gritarle “venga mañana por azúcar y café”. La persona
que al día siguiente llegue a la casa para pedir alguno de esos productos
es la bruja. También hay hombres que se dedican a estas artes oscuras y
en la zona no se les llama brujos sino zánganos.
Leyenda de la Princesa Mistajá

Cuenta la leyenda que mucho antes que los colonizadores llegaran a


estas tierras andinas, existía una reina indígena cuya belleza y alegría
contagiaba a todos los pueblos de la región. Los muchachos más
robustos y valerosos la cargaban en una plataforma de oro decorada
con muchas flores y este séquito era acompañado por muchos músicos
dedicados a componer melodías con flautas y maracas al compás del
sonido de los márgenes de los ríos. Su belleza era tal que la dorada
espiga del maíz y los lirios silvestres se inclinaban ante ella y las avecillas
entonaban volando melodías gozosas para agasajar los oídos de esta
reina a la que llamaban la hija del sol. Pero un día esta reina cayó
enferma y se dice que la danza y la música le producían lágrimas.

La alegría de la reina era la alegría de la región, cuando ella no sonreía


toda la comarca enmudecía de tristeza. Muchos piaches recorrieron
enormes distancias para realizar un ritual de sanación y junto a muchos
indígenas realizaron una danza en la que agitaban sus maracas y se
azotaban. Los dolorosos gemidos y los sonidos lastimeros de aquella
música fúnebre no lograron mejora en el cuerpo de la reina que
adelgazaba bajo la delicada manta de algodón mientras sus mejillas
perdían el color de la rosa con el que engalanaba su rostro,
palideciendo cada vez más hasta alcanzar el color de la nieve.

Una valerosa mujer llamada Mistajá, muy querida por la reina, recibió un
día el encargo de ésta para subir hasta la cima del páramo a
contactarse con el Ches, así le llamaban los indígenas al ser supremo
creador de todo lo existente. En el punto más alto del páramo, existía una
plaza circular de piedras. Antes que amaneciera, Mistajá debería
ubicarse en el centro de esa circunferencia, abrir un hoyo en el suelo y
enterrar ahí la figura del ave de oro que daba su prestigio a la reina,
rociar con un puñado de cabellos de ésta el sitio, gritar de forma aguda
tres veces seguidas y lo más fuerte posible. Luego de hacer todo esto el
Ches debería dar una señal en el aire, la tierra o el cielo para encontrar
la cura al mal de la reina.

Mistajá partió en la madrugada para que en su ascensión pudiese llegar


antes del amanecer a la cima. Cuando había llegado muy cerca de su
objetivo y tras una penosa escalada, se encontró con varios espíritus de
ancianos indígenas y guerreros cuyos cuerpos se transparentaban contra
las rocas. Ella se tiró al piso con veneración y terror pero permaneció en
el sitio esperando poder continuar su avance. Los espectros se retiraron
en dos largas filas descubriendo un paso entre las rocas. Mistajá ingresó
por esa abertura y se encontró de pronto ante una circunferencia
marcada en el piso con piedras de diversos tamaños. Se dirigió al centro
del círculo y con el dardo más fuerte que encontró en su aljaba, abrió un
hueco en el suelo, depositó la imagen de oro tapándola con la tierra y
bañó el pequeño montículo con el puñado de cabellos de su reina. Se
irguió de cara al oriente y profirió tres gritos agudos con gran intensidad
cuando el sol empezó a emerger en la distancia adornando de rojo todo
el paisaje. Mistajá estaba tan cansada que cayó dormida. Al despertar
vio que el interior de la circunferencia que antes había estado yermo y
desprovisto de vegetación ahora se cubría totalmente por una hierba
olorosa. En un rincón una cierva jugueteaba sobre este repentino verdor
mientras comía del pasto.

Mistajá arrancó cuanto pudo de aquellas hierbas y bajó a toda carrera


montaña abajo hasta llegar ante la reina. Preparó una infusión con esta
planta y la reina comenzó a recuperarse rápidamente. Pronto la alegría
volvió a la región, su reina vivió muchos años y Mistajá fue convertida en
princesa. Aseguran que cuando alguien desentierre la figura de oro en el
centro del círculo sagrado, la hierba desaparecerá para siempre. Esta
hierba es conocida como el díctamo real que se da en las alturas de los
páramos merideños. Se dice que sólo la encuentran los venados en la
soledad de las alturas a la hora en que el sol asciende los escarpados
riscos, encendiéndolos de rojo.
Leyenda del Puente del Diablo

Existen varias versiones para referirse a esta leyenda. Una de ellas indica
que un hombre retó al diablo a construir un puente en un lugar imposible
para llevar a efecto tal proeza y unir los dos linderos de una zona
escarpada sobre el cruce de un violento río. Pactó con el diablo para
que éste construyera ese puente antes del amanecer, si lo lograba el
diablo podría llevarse su alma. El hombre llevó dos gallos finos y cuando
el diablo estaba a punto de terminar el puente, el hombre jaló las colas
de los gallos y estos cantaron. Al oírlos el diablo pensó que había perdido
la apuesta y se marchó. Otra versión indica que el hombre mandó a
bendecir la última piedra que debía ser colocada y cuando el diablo
estaba por culminar su obra no pudo ni siquiera tocar aquella piedra que
le hacía falta para terminar el puente y se retiró vencido. La misma
leyenda es relatada otras circunstancias: dice que fue el diablo quien
retó a un hábil pero muy presumido constructor a que no podría construir
el puente antes del amanecer. El orgullo y la vanidad hicieron caer en la
trampa al constructor. Antes de anochecer el hombre llevó consigo un
gallo hasta un lugar estrecho donde erigiría el puente y comenzó a
trabajar. Hacia el amanecer, cuando apenas le faltaba colocar solo una
piedra del puente, cantó el gallo y nunca más nadie volvió a ver a aquél
hombre. En todos los casos la leyenda refiere a un puente inconcluso que
existe en el sitio de La Cabrera, vía Capaz. En el referido lugar se
encuentra un cruce sobre una garganta que se despeña hacia un río
caudaloso y hay quien dice que el puente pudo ser un relleno de piedra
o una formación rocosa que queda del lado de la carretera apreciable
sólo desde el río y que recuerda la forma de un puente caído o
incompleto. Sobre dicha formación pero del lado de la carretera, hay
una cruz sobre una roca y una capilla dedicada a San Benito. Hay
quienes aseguran que la cruz sobre la roca puede ser una contra para
espantar al diablo de ese sitio. Una de las versiones más difundidas es
que el puente es en realidad una piedra enorme, rectangular y casi
horizontal que sobresale en lo alto de una estructura rocosa vertical.
Entierro de Morocotas

Las historias sobre entierros de morocotas y tesoros, tienen su origen en la


costumbre generalizada de las personas que vivieron durante la Época
Colonial y el Período Republicano, de enterrar o tapiar en las paredes de
sus casas, todos aquellos objetos de valor y muy especialmente sus
riquezas. En torno a ello se fueron creando relatos de espantos y
apariciones de animales que custodiaban el lugar donde se hallaba el
escondite.

Se dice que muchas personas para evitar el saqueo de sus entierros,


lanzaban conjuros en el lugar para impedirle extraer los tesoros a quien
osara acercarse. Si por ventura algún saqueador quería llevarse la
riqueza, debía enfrentar a los seres mágicos que estarían cuidando el
sitio. Los entierros pueden manifestarse, mediante braseros
incandescentes o luces que bailan de un lugar a otro.

Cuentan los abuelos que los jueves y viernes santos a mediodía o a la


medianoche, estos tesoros están a flor de tierra listos para que algún
afortunado los encuentre. De querer encontrar un entierro de estos, se
debe ir al lugar con una moneda de plata debajo de la lengua y agua
bendita. Si logra vencer el espanto custodio sacará el entierro, pero no
debe romper la mucura o abrir la bolsa de cuero de inmediato ya que el
óxido de los metales podría envenenarlo.
Leyenda de la Maldición sobre el Pueblo de Ejido

Se cuenta que el 14 de julio de 1946 fue robada en horas de la


madrugada la imagen de la Virgen del Carmen de Montalbán. Los
ladrones se habían llevado además el cáliz de oro, la imagen del Niño
Jesús de Atocha, la de San Isidro Labrador, un misal mexicano, una caja
con 500 hostias, 10 l de vino de consagrar, dos morocotas, 500 bolívares
en efectivo, una sombrilla y la sotana del padre Julio Quintero, cura
parroquial de Montalbán. Los creyentes estaban consternados ante tal
robo y elevaron oraciones a San Buenaventura para que éste
intercediera en la pronta recuperación de los bienes extraídos del
templo, además de formar comisiones para la búsqueda de los objetos
robados.

En la pesquisa se contaron variadas y contradictorias versiones de los


vecinos al templo. Unos decían que una gran sombra se había extendido
por las paredes entrando por los ventanales, otros indicaban que habían
visto a varios hombres montados a caballo huyendo del lugar
velozmente en aquella madrugada. Las piezas sustraídas del templo no
volvieron a aparecer y al cabo de varios años, el padre Julio Quintero
pronunció un largo y sentido sermón en el que excomulgó a los ladrones.
Desde ese día los rumores de los asistentes a misa eran que a Ejido y a los
poblados aledaños les había caído una maldición que no tardaría en
hacerse realidad por medio de alguna desgracia. Mucha gente atribuye
la inundación provocada años después por el desbordamiento de las
quebradas Montalbán y Portuguesa así como el de la laguna del Coco
situada en las montañas cercanas al páramo de los conejos, como una
manifestación del castigo para lavar las culpas del pueblo ante el robo
acaecido décadas antes.
Historias de los Árboles de Maitín

Estos árboles de Maitín son ejemplares de copa muy frondosa, ubicados


generalmente a orillas de los caminos y sobre cuyas ramas, según
cuentan, se posan las brujas para molestar a los caminantes, proferir
conjuros, reírse a carcajada suelta y llevarse a los niños no bautizados
para preparar pócimas mágicas. Debido a tales creencias la gente evita
pasar debajo o cerca de ellos sobre todo en horas de la noche. También
se dice que los brujos del sector se valen de estos árboles para
emprender a volar.

La tradición oral cuenta que se suben a la copa de los árboles a la


media noche y gritan: “Sin Dios ni Santa María, de villa en villa hasta llegar
a Sevilla”, luego le besan el culo al diablo e inmediatamente salen
volando convertidos en grandes pájaros. Estas y otras historias se han
contado por generaciones respecto a este tipo de árboles.
Leyenda de la Llorona del Río Milla

Se trata de una mujer hermosa, que después de un mal de amores, lanzó


a su hijo al río Milla. Ella fue condenada, por Ches –deidad suprema
indígena– a vagar eternamente. Siempre caminaba por el río Milla,
llevaba su cabello destejido y vestía de luto. Se dice que fue vista por
última vez hasta mediados del siglo XX. Sin embargo el contenido de esta
leyenda aún se continúa divulgando entre los pobladores del sector.
Espanto del Caballero

Muchos son los que han visto a este caballero y mucho más dicen haber
escuchado al caballo pasar en algunos sectores de la ciudad. La gente
sigue contando esta historia como un hecho íntimo que los conecta
porque en todas partes alguien dice haber vivido la experiencia. Dicen
que suele oírse un caballo a galope, le suenan las riendas y el bozal al
pasar por las casas y en el camino brotaban chispas de candela.
Siempre para antes de la media noche, quedando luego todo en
silencio.
Leyenda de la Mujer de Blanco

La mujer de blanco es un espanto que intercepta a los parranderos que


circulan por la calle que conduce al sector El Porvenir, llenando de terror
a los transeúntes. Dicen que hasta el más guapo se espanta y se afirma
que quienes la han visto nunca vuelven a transitar por la zona después
de las doce de las noche. La describen como una mujer alta con vestido
blanco, cabellos largos y negros que ocultan su rostro, y las personas
aseguran que sus pies nunca tocan el suelo.

Nadie sabe por qué el espanto aparece en este lugar pero algunas
personas dicen que en ese lugar asesinaron a una mujer y otros señalan
que podría tratarse de un entierro o botija y que la aparición forma parte
del conjuro. Esta leyenda es valorada en la comunidad por formar parte
de las historias constituyentes de su cotidianidad e identidad cultural, en
donde en cada calle y casa antigua de San Jacinto del Morro posee su
leyenda.
Creencias en Brujas

La creencia en brujas tiene mucha vigencia y aún en nuestro siglo, se


conservan muchos relatos, en campos y poblaciones donde la tradición
tiene fuerza y son compartidos por niños, adultos y ancianos. Se cree que
las brujas viven en la comunidad y se dedican a realizar el mal.

También se dice que pueden transformase y volar, sobre todo, por las
noches. En algunos casos, se le aparecen a personas causándoles
pánico. En otros, crean matorrales para atrapar a personas que transiten
por el campo; también son capaces de producir lagunas mentales para
que la persona se confunda y se extravíe en su camino. Asimismo, las
brujas pueden adoptar formas de animales.
Leyenda del Caballo Blanco

Se trata de una historia que cuenta la comunidad sobre un caballo con


cadenas que se escucha entre las doce de la medianoche y las cuatro
de la madrugada. De sus negras patas cuelgan unas cadenas enormes.
Sus fieros ojos también son negros y cambian de color y, se dice, que la
cola y la crin son azabaches. Cuando realiza sus recorridos parece llevar
a alguien en el lomo, relatan que es el diablo, y en su nocturno galopar
aterra a la gente con el ruido de sus cadenas. Para protegerse de este
espanto, los vecinos prenden velas, rezan. Incluso, dicen, que si alguien lo
ve puede morir del susto.
Creencias sobre las Divinidades de los Aires

El mal de los aires es considerado una enfermedad típica de la


concepción andina directamente relacionada con las creencias de los
campesinos. Estas y otras creencias están muy arraigadas en el alma
popular y constituyen un valioso tesoro de la tradición de cada región. Se
cree que ciertas entidades que habitan el aire son hostiles hacia el
hombre. Se manifiestan bajo la forma de vientos, tempestades,
relámpagos que pueden penetrar en el cuerpo humano, causándole de
forma directa una enfermedad llamada mal aire o mal viento. El síntoma
básico es el dolor en alguna parte del cuerpo; a veces se manifiesta
como parálisis, pasmo o estrabismo. Para sacar el mal aire, hay que
buscar un médico de agua o mojan. Sólo él conoce el lenguaje de los
aires como el del agua y puede obligarlos a dejar el cuerpo de su
paciente.
Creencias en torno al Arco y la Arca

Se trata de una creencia que tiene muchos años en la zona y que forma
parte del mundo mágico-religioso del campesino de la región. El Arco y
el Arca son dos espíritus malignos que habitan en las lagunas, pantanos,
charcos o cualquier sitio donde haya agua. La comunidad manifiesta
que se aparecen en forma humana, de cualquier edad y cautivan a las
personas por su aparente belleza. Cuando pasan el río, estos espíritus se
acercan a la víctima, la cual puede sufrir un vaciado de sangre, pérdida
de embarazo e, incluso, la muerte en caso de que sea niño. Se dice
también, que los hombres que se han topado con estos espíritus
comienzan a sufrir distintas enfermedades y erupciones en la piel similares
a la sarna. Muchos pobladores también creen en la práctica de ciertos
rituales que contrarrestan este tipo de maleficios. Es común que se
ahuyenten en una puesta de San Benito o cualquier fiesta donde haya
tambores, cohetes o mucho ruido, pues se cree que al Arco no le gusta el
ruido. Luego se canta el rosario, en el sitio donde se dice haber visto a
este espíritu.
Leyendas de las cinco Águilas Blancas

Se trata de una leyenda de origen indígena recogida por el escritor


merideño Tulio Febres Cordero. Caribay fue la primera mujer en la tierra
según la tradición de los mirripuyes, tribu de los andes venezolanos. Hija
del ardiente Zuhé (el sol) y la pálida Chía (la luna), Caribay era
considerada como el genio de los bosques aromáticos. Imitaba el canto
de los pájaros y jugaba con las flores y los árboles. Una vez Caribay vio
volar por el cielo cinco águilas blancas y se enamoró de sus hermosas
plumas. Fue entonces tras ellas, atravesando valles y montañas, siguiendo
siempre las sombras que las aves dibujaban en el suelo. Llegó al fin a la
cima de un risco desde el cual vio como las águilas se perdían en las
alturas.
Caribay se entristeció e invocó a Chía y al poco tiempo pudo ver otra
vez a las cinco hermosas águilas. Mientras las águilas descendían a las
sierras Caribay cantaba dulcemente. Cada una de estas aves se posó
sobre un risco y se quedaron allí inmóviles con las garras clavadas en la
viva roca. Caribay quería adornarse con esas plumas tan raras y
espléndidas y corrió hacia ellas para arrancárselas, pero un frío glacial
entumeció sus manos, las águilas estaban congeladas: convertidas en
cinco masas enormes de hielo.

Entonces Caribay huyó aterrorizada. Poco después la luna se oscureció y


las cinco águilas despertaron furiosas, sacudieron sus alas y la montaña
toda se engalanó con su plumaje blanco. Ese es el origen de las sierras
nevadas de Mérida. Las cinco águilas blancas simbolizan los cinco
elevados riscos siempre cubiertos de nieve. Las grandes y tempestuosas
nevadas son el furioso despertar de las águilas, y el silbido del viento es el
canto triste y dulce de Caribay.
Leyenda de la Quebrada del Encanto

La quebrada nace en el río Milla y desemboca en el río Albarregas de


Mérida. Posee muchas rocas que se van estrechando, hasta formas
azoteas naturales, que provocan que se precipite el arrollo y el agua se
torne negra. A muchas personas esa imagen les parece tenebrosa y les
da miedo por lo que han surgido diversas historias de tinte fantástico al
respecto. Una de esas leyendas narra que un hombre se fue a cazar al
río, antes de irse, le advirtieron que si mataba a un ave, cuando ésta
cayera se convertiría en un demonio y mataría a su asesino. Se fue y al
llegar al río disparó a una golondrina. No pasó nada y él junto a las otras
personas, se fueron tranquilamente de la quebrada del Encanto. Sin
embargo perdura un halo de misterio alrededor de este bien natural.
Leyenda del Judío Errante

La leyenda del judío errante cuenta la historia de un hombre, que se


negó a darle hospedaje a Dios. En consecuencia por comportamiento
poco humanitario, fue maldecido y destinado a vagar sin rumbo fijo. Este
personaje deambula por caminos solitarios, con las ropas viejas y luce
como un pordiosero. Se dice que si alguna persona lo ve recibirá la
misma maldición. Originalmente esta leyenda nació en Constantinopla, a
mediados del siglo IV después de Cristo, y llegó a Venezuela, a través de
los españoles. Desde entonces la historia ha sido contada en la región
andina, en los días fríos o cuando ocurren cosas malas, a manera de
reflexión para la comunidad, llegando a formar parte del repertorio de
leyendas que se asumen como tradicionales.
Leyenda del Cacique Murachí y la India Tibisay

Murachí fue el más ágil y valeroso guerrero de su tribu, convirtiéndose en


el primer caudillo de las Sierras Nevadas. Tibisay, su amada, era la más
esbelta y hermosa indígena de la región, para la que fue destinado las
más valiosas prendas y obsequios. Un día Tibisay fue al encuentro de
Murachí, temerosa frente a la inminente batalla que las tribus indígenas
confrontarían contra los invasores españoles, hijos de Zuhé. Y Murachí
ante la proximidad de la batalla, pidió a su amada que reanimara el
valor de los guerreros con la melodía de sus cantos y el recuerdo de
hazañas pasadas. Al finalizar la danza Murachí acompañó a Tibisay al
bosque donde le suplicó que se escondiera para que ningún extranjero
fijara sus miradas en ella y la hiciera esclava. Luego de la derrota de los
indígenas y la muerte de Murachí, Tibisay vivió sola con su dolor y sus
recuerdos, convirtiéndose para los indígenas en un símbolo de su antigua
libertad. La leyenda también refiere que cuando Murachí murió, la
princesa Tibisay se internó en el bosque dando origen con su profuso
llanto a la conocida cascada que lleva su nombre. Ningún español logró
verla alguna vez y sin embargo nadie cuestionó su existencia.

Esta leyenda es valorada en la comunidad porque evidencia la


permanencia de la cultura indígena en los sectores campesinos del
estado en la vida cotidiana.
Leyenda del Gigante de Milla

Se cuenta que en la montaña del Milla y su río, se esconden cazadores


que solían transitar esos caminos para capturar gallinas con huevos de
oro. En esos caminos muchos habitantes aseguran haber visto un hombre
barbudo y gigante. Él cuidaba las calderas de los Chorros y su casa
quedaba en el Monte Zerpa, una gruta encantada. Cierto día, un
investigador francés de nombre Burgoin, cayó accidentalmente en las
calderas. Cuando vio al gigante le disparó con su escopeta de dos
cañones. El gigante, que fumaba mucho, le pidió a Burgoin que le diera
un tabaco, pero éste le disparó de nuevo. El francés salió corriendo y el
gigante barbudo, se hundió en la gruta y más nunca se escuchó de él.
Desde entonces, el contenido de esa leyenda fue transmitiéndose de
generación en generación.
Leyenda del Espanto del Obispo Torrijos

A medianoche se escucha el reloj de la catedral. Cuenta la leyenda que


ese sonido es el espíritu del obispo Torrijos, que en vida prefirió hacer
experimentos químicos en vez de dedicarse a la iglesia. Este personaje
falleció y fue enterrado, y se dice que al llegar la madrugada levanta su
lápida y sale a tocar las campanas. Muchas son las señoras que las
escuchan y unas pocas salen de sus casas creyendo que es hora de
misa. Parte de la historia refiere que hubo varias beatas, como las señoras
Dolores y Eduvigis, que salieron a misa al escuchar el tañido, y al llegar
vieron que eran las dos y media de la madrugada, escucharon el cantar
de los gallos, y al entrar a la capilla, observaron que estaban encendidos
los candelabros. Ambas se preguntaron si estaban vivas o muertas, luego
se desmayaron al ver desvanecerse la figura del obispo Torrijos y así
estuvieron hasta las seis de la mañana cuando las encontraron y
despertaron. Respecto a esta historia hay señoras que dicen Por eso
prefiero tomarme mi café antes de salir, aunque estoy segura de que a
mí no me espanta el obispo Torrijos.
Leyenda del Ánima Sola

Es común escuchar entre los pobladores la historia del ánima sola. Se


dice que hace mucho tiempo hubo una estirpe que llenó el universo con
su fama, nobleza y riqueza; con el paso del tiempo fueron muriendo,
quedando uno de ellos para propagarla. Éste se convirtió en un hombre
muy rico y temido por la gente. Le pidió a Dios un heredero pero sólo le
concedía hijas, a raíz de este hecho fue cruel con la comarca y sembró
terror en el pueblo, hasta que un día Dios le envió un hijo varón y se volvió
caritativo. Su hijo era hermoso, sabio y con dotes especiales. Tenía planes
de casarse con una bella princesa pero alguien le creó la duda de que
esto no ocurriría, lo que ocasionó que cayera en manos de la locura. Su
padre al verlo en este estado lo envió a condena y, posteriormente,
murió con gran tristeza. La madre lo visitó en la mazmorra y no soportó el
dolor de ver al hijo demente y falleció. Sus hijas enloquecieron y la
prometida se metió a religiosa en una orden estricta. El causante de
haberle creado la duda al joven fue un maestro, quien arrepentido de lo
sucedido fue ante el Papa y éste le ordenó vagar por el mundo y velar
por los muertos con un esqueleto en la espalda, en veranos e inviernos,
con una rama de olivo y el agua del perdón. El culto a los muertos y el
rezo por sus almas se ha mantenido en el municipio Rangel durante
muchas generaciones, ya que se mantiene vigente la creencia de
ánimas vagando por el mundo, esperando salir del purgatorio para subir
hacia los cielos.
Leyenda de Misintá y la Laguna que Vuela

Se cuenta que cuando los colonizadores llegaron a las montañas


andinas, las hijas de Chía, vírgenes de Motatán que sobrevivieron a los
bravos Timotes en la defensa de sus tierras, se sentaron a llorar la tristeza
de su pueblo. Las lágrimas corrieron y formaron una laguna de agua
salada, mientras que la nieve cayó y petrificó a las dolidas vírgenes. Los
indígenas mucuchíes junto al cacique Misintá lucharon contra los
ocupantes, al tanto que las vírgenes revivieron por un instante generando
un gran grito que elevó la laguna a los aires hacia donde se hallaba el
dominio de Misintá. Un tiempo después los indígenas Mucujún y Chama
lucharon contra los colonos, lo que llevó a que la laguna se elevara
nuevamente y se ubicara en El Carrizal de Mucuchíes.
Leyenda del Tesoro Legendario del Pico El Águila

Se cuenta que en la época en que las monedas eran de oro, hubo una
banda de forajidos que asaltaban diversos poblados de la región andina.
La banda estaba conformada por 80 ladrones que tenían su guarida en
la zona conocida como Pico El Águila; ocultaban su dinero en un
deslizamiento de lajas situado al oeste de este lugar. Un buen día fueron
sorprendidos y abatidos en el lugar, sin embargo, uno de los malhechores
sobrevivió y esperó 35 años en Barinas para regresar a buscar el botín de
morocotas con sus hijos, con la mala suerte de que antes de llegar al
lugar indicado murió. Nadie sabe exactamente donde quedaron esas
morocotas.
Leyenda de la Piedra Encantada

A orillas de la carretera de este sector, hay una piedra de


aproximadamente 3 m de largo por 2 ½ m de ancho. La piedra es de
forma chata en la parte superior y de color grisáceo con 2 hoyos
profundos en el centro. Alrededor de la piedra existe una vegetación
pobre y baja. Es conocida, por los pobladores, como la piedra en donde
sale el toro conjurado, muchas personas han visto diferentes fantasmas.

Según cuenta José Orama Angulo que le contó su tío de 105 años
cuando el tenía 12 años, que vio a dos animales vigilando la piedra, un
toro de cachos amarillos y un perro con chispas en los ojos. Todo
aparentemente se trata de un conjuro para proteger la roca y quien
logre matar al toro rompe la maldición, así se hará dueño de un gran
tesoro enterrado en el siglo XIX.
Espanto del Páramo de Estanquez, Leyenda

Según las palabras de Jerónimo Guillen, una vez acompañado por la


neblina y el soplar del viento, se dirigía una noche al páramo de
Estanquez, con sus bestias arriando cargas de verduras y otros alimentos.
De repente, una bella mujer de cabello largo se le apareció y sus
animales relinchaban más y más, mientras la mujer se acercaba.

El hombre embelezado, trató de detener el andar de las bestias y al


cruzarse con la mujer, las bestias corrieron botando toda la carga. Al
poner de nuevo su vista en la mujer, el señor Jerónimo se enfrentó con
que la misma se había convertido en un animal horroroso con los
cabellos levantados. Sin más, emprendió la huida perseguido por el feroz
animal. Al llegar a su casa, Jerónimo, estaba completamente
conmocionado y sin poder hablar. Luego de calmarse pudo narrar todo
lo sucedido.

Cuentan los habitantes de esta localidad que el Páramo es un lugar


sagrado por la naturaleza y la vegetación que posee, por ello se cree
que el espanto que apareció no es más que el espíritu del páramo que
junto a otros deambulan por el mundo.
Sanjón de la Calavera, Leyenda

Los habitantes de Caña brava, cuentan que en Semana Santa suele


aparecer por los caminos, una calavera rodando o se escucha el quejido
en un lugar donde se cometió un crimen hace 30 años y que hoy llaman
el Sanjón de la Calavera. La historia dice que 2 hermanos se disputaron el
amor de una mujer. Uno de los jóvenes vivía junto con una bella dama,
pero a ella también le gustaba el otro hermano. Un día, el novio de la
mujer la encontró en amoríos con su hermano. El joven ardiendo en ira
cita al hermano en el sanjón y sin pensarlo le dio un certero machetazo,
decapita a su hermano. La cabeza fue hallada en la cocina de una
casa, después que la trajera su curiosa perra ladrona de comida. El
cuerpo del decapitado nunca fue hallado y la cabeza fue enterrada en
el Sanjón, por eso toma ese nombre. Los nombres de los protagonistas de
este hecho, se mantienen en reserva debido a que el hombre que
decapitó a su hermano aún vive.
Leyenda del Hombre que se Convertía en Zángano

Los habitantes de La Joya cuentan que existía un hombre que tenía el


poder de convertirse en zángano con el propósito de molestar a las
mujeres deseadas por él. La mujer que era visitada por este aterrador
zángano amanecía al día siguiente golpeada y con moretones en
brazos, piernas y el resto del cuerpo. Irónicamente, a pesar de su cruel
rutina, le dejaba flores a la mujer en la puerta de su casa. Para prevenir la
entrada del zángano a las casas, se acostumbra colocar detrás de las
puertas y ventanas, un ramo bendito amarrado con el escapulario de
algún santo.
Leyenda del Sanjón de las Cinco Pailas o Sanjón del Diablo

Se cree que en este lugar van las personas muy codiciosas que desean
tener mucho dinero y conjuran al demonio o espíritus del más allá para
obtenerlo. Hay testimonios que dan cuenta de personas que luego de
haber ido al Sanjón, de la noche a la mañana tienen ganado y cultivos
en sus fincas. Las personas que van a visitar el lugar dicen que ya en la
segunda paila se comienza a sentir escalofríos en todo el cuerpo, miedo
y terror por el eco de los pasos.
Leyenda del Puente de la Urbina

Se cuenta en todo el municipio, que hubo una mujer conocida como


Doña Urbina que necesitaba construir un puente sobre el Río Chama,
para ello solicitó los buenos oficios del Capitán Marqués para que llevara
adelante la obra, quien acepto complacido la encomienda. El Capitán
solicitó los permisos correspondientes para la construcción del puente y le
dieron un plazo para terminarlo, sino tendría que pagar una multa
bastante alta. Sin embargo, el tiempo pasó y la obra no se concluía. En
su angustia el Capitán invocó al diablo e hizo un pacto con él:
“constrúyeme en un día el puente y yo te entregaré mi alma”. El diablo
aceptó y levantó el puente en una noche. Marqués, pícaramente, había
colocado una tabla rociada con agua bendita a un lado del puente. Al
día siguiente, el diablo llamó a Marqués y le dijo: “te vienes conmigo al
infierno, porque el puente está construido”. El capitán recorrió el puente y
sacó aquella tabla escondida y le respondió al diablo: “usted no ha
concluido el puente, le falta esta parte, no ha cumplido con el trato y por
lo tanto yo quedo liberado del compromiso”. El diablo se volvió candela
y huyó. El Capitán Felipe Márquez completó la obra justo a tiempo para
librarse de las multas, pero le dejó una pequeña parte incompleta para
anular el pacto que había contraído con el diablo. El capitán fue
homenajeado y Doña Urbina fue complacida.
Espanto en la Travesía

En la carretera de Los Curos, en un sitio conocido como El Tampacal o La


Travesía, existe una leyenda que los habitantes llaman el “Espanto de la
Travesía”. Se cuenta que hace muchos años murió un señor en ese sector
y, cuando llegó la hora de sacarlo para el entierro, los habitantes se
reunieron y formaron una procesión fúnebre. Los hombres cargaban el
féretro en sus hombros pero lastimosamente, la carretera era inclinada,
irregular y su camino muy accidentado. La distancia hasta el cementerio
de Lagunillas era mucha, así que cansados, decidieron bajar el féretro y
ponerlo a orillas de la carretera. Aprovecharon la frescura regalada por
el trapiche para refrescarse y continuaron su recorrido. Finalmente, le dan
cristiana sepultura en el cementerio municipal. Sin embargo, los
habitantes de la zona aseguran escuchar ruidos extraños e inexplicables
quejidos en el lugar. La razón, según las personas de más edad fue el
haber detenido el paso y descargar el féretro en la carretera porque eso
hizo que el alma del difunto penara.
La Señora que pedía Limosnas, Leyenda

Se cuenta en todo el municipio que en el poblado de la Laguna existió


una señora que esperaba a las personas en las afueras del mercado
para pedirle limosnas. Según testimonios de las personas mayores del
pueblo esta señora era humilde e imposibilitada físicamente.

Un domingo como era costumbre, la señora estaba en la calle


esperando la salida de las personas. Un hombre llamado David al verla
pidiendo le dijo: “¡mujer, póngase a trabajar y no le esté pidiendo a
nadie!”. Ella le respondió: “sólo le pido a Dios que me de licencia de
encontrarnos usted y yo en este mismo camino, cuando yo me muero”.

Trascurrieron un par de años y la anciana murió pero David no se enteró


del acontecimiento y un domingo visitando el pueblo se le hizo de noche
llegando a la aldea de la Laguna, en el camino, se le aparece aquella
señora que pedía limosnas los domingos. El asustado hombre fue seguido
por la aparición de la señora hasta el camino de la joya. A los pocos días
del incidente David murió al parecer de causas naturales.
El Caballero, Leyenda

Esta casa esta desolada porque -según cuenta la gente- existe en ella un
misterio o espanto. En la noche llega un jinete en su caballo, le da varias
vueltas a la casa y se detiene en la puerta principal haciendo sonar muy
fuerte las riendas. Después de eso, el jinete se baja del caballo y camina
por los pasillos y alrededores de la casa; al caminar, sus pasos
chasquean, suenan como si tuviera las botas llenas de agua. Finalmente,
se monta en su caballo y le da una última vuelta a la casa mientras que
su caballo relincha para luego perderse en la oscuridad. Antiguamente,
la finca sirvió de posada para arrieros que iban de paso por el lugar, ese
puede ser el origen del espanto en la casa. Allí existe un entierro de uno
de esos caballos que nunca volvió.
Mito de la Laguna, La Pantanosa

Se cree que cuando hay tempestad, truenos o relámpagos, se puede


observar como sale de allí un hilo de fuego que se pierde en el espacio.
Esta laguna posee un hechizo, si se le mira mientras llega la tormenta, las
personas pierden el equilibrio y caen al agua. De aquí nadie ha salido
herido pero cuando alguien le lanza piedras, la Laguna se molesta y
empieza a relampaguear, a tronar y a llover fuerte, además, el tiempo se
oscurece sin importar que hora del día sea. Los encantos de la Laguna,
también sirven para atraer a muchos habitantes curiosos y se ha
convertido en uno de los atractivos más importantes del pueblo.
Doña Simona, Leyenda

También conocida como Johana, se presenta algunas veces como una


anciana, otras como una enorme serpiente negra que vive en el fondo
de la Laguna. Se cuenta en la comunidad que allí, habita en una
hermosa ciudad o castillo, al que desde tiempos inmemorables
descienden las almas de los pobladores de Lagunillas al morir. Su
compañero recibe el nombre de Don Simón, él no vive en la laguna, sino
que forma otras lagunas arriba de los cerros donde están las piedras
grandes en La Trampa; la piedra del platanal de don Antonio; la piedad
del Fraile que es Don Vicente y la piedra de San Bailón de Don San Bailón.
Doña Simona acostumbra llevarse a los niños perdidos en su orilla; ellos
aparecen convertidos en adultos cuando pasa el tiempo.
Curanderos que salen de la Laguna de Urao, Leyenda

Es conocida por todos los pobladores del municipio, la leyenda de doña


Simona y don Simón como dueños de la laguna, quienes aparecen en
formas de inmensas culebras negras. La comunidad comenta que para
introducirse a la ciudad que hay debajo del agua de la Laguna de Urao,
hay que traerle miche en una mucura y un gancho de chimó
acompañado de una vela de cebo y una moneda antigua. Sin
embargo, muchos que lo han hecho nunca vuelven a este mundo y
quienes regresan lo hacen en un gran curandero o médico brujo. Cinco
nubes viajeras, Leyenda: Esta leyenda explica el origen de las cinco
lagunas del páramo andino: Laguna Blanca, Laguna Negra, Los Lirios, Las
Palmas de Mariño y Los Anteojos. El texto de la leyenda es original de
Mazael María Belandria el Chelo.

La historia es la siguiente: Cinco nubes viajeras vagaban un día, enormes,


inmensas; proyectaban sombras errantes. ¿De dónde venían?
Quisquibay, el alma de la sierra tovareña, primera hembra entre los indios
bailadores, habitantes de las riberas del río Mocoties, tenía el poder de
imitar el silbido de las aves. Un día vio volar, bajo la cumbre infinita de los
cielos, a las gigantescas nubes viajeras, cuya blancura producía
fosforescencia. Tuvo envidia de ellas y quiso tenerlas para revestir su
cuerpo con tan extravagante ropaje. Corrió como loca tras las sombras;
atravesó cumbres y valles. Al fin, ya cansada, se detuvo a descansar
sobre las cimas del páramo de Mariño. Las nubes viajeras se perdieron de
vista. Entonces Quisquibay se desgarró en llanto y rasgó su vestimenta. El
día llegaba a su fin; casi congelada miró hacia el cielo y divisó al ostro de
la noche, mientras se producía una aterradora tormenta que la dejó
enmudecida. Entonces, en medio de la bóveda celeste, se produjo un
resplandor en el que se desplazaban las cinco nubes viajeras, las cuales
descendieron y anegaron completamente las concavidades del páramo
de Mariño, y con ellas revestida y triunfal quedó Quisquibay petrificada.
Leyenda de Saturnino, Fundador de El Amparo

La gente de Tovar cuenta que en el siglo XIX aproximadamente llegó, de


la región conocida como El Llano, una legión de ciento cincuenta
hombres, al mando de Saturnino García; permanecieron ocultos en el
páramo de Mariño y pelearon muchas batallas. Era un batallón de
patriotas que luchaban en la guerra de independencia y su jefe tenía
fama de hombre melindroso, fuerte y guerrero. Se decía que Saturnino
tenía ciertos poderes muy extraños, y podía sacar agua de las piedras
cuando no había más que tomar. Sin embargo, a pesar de su carácter
indomable, cuando miró la belleza de los lagos y frutos del bosque,
quedó tan encantado que decidió comprar El Amparo a los indios por
sistema de trueque. Se casó allí mismo, enviudó al poco tiempo y terminó
por quedar mudo y trastornado a consecuencia del frío y el alcohol. Al
tiempo se volvió a enamorar con locura, pero no fue correspondido.
Quiso apoderarse por la fuerza de la mujer amada y, en medio del
forcejeo, fue descubierto por la madre de ésta, quien, con la piedra de
moler sal, le dio un duro golpe en la cabeza con el cual le quitó la vida.
Así murió Saturnino, fundador de El Amparo.
Leyenda del Yeti de Palo Cruz

La población de Santa Bárbara cuenta la leyenda de la existencia de un


animal gigantesco que salía por el este de Tovar. Dicen que hace más de
seiscientos años vivían en la aldea alrededor de cinco familias
denominadas Los pastores. Una de ellas requería de una joven para el
servicio de la casa, de modo que la buscaron en una aldea llamada San
Francisco, próxima a Tovar. Un día le encomendaron a la doméstica que
fuera a traer un tercio de leña; ella se dirigió al pie del Pico de Horma. A
pesar del tiempo que había transcurrido, la joven no regresaba, y
decidieron salir a buscarla en el interior de la montaña oscura y lúgubre.
Se introdujeron en las profundidades de una cueva y allí hallaron la
vestimenta de la doméstica, pero no su cuerpo. De pronto un ruido los
atrajo y, cuando alumbraron mejor, se dieron cuenta de que no estaban
solos, sino acompañados del llamado Yeti de Palo Cruz, por lo que
salieron corriendo aterrados del lugar y nunca más volvieron a pasar por
allí. Esta es una de las múltiples leyendas que se cuentan
tradicionalmente en la comunidad en relación a la existencia de
animales mitológicos de la megafauna andina existentes en parajes
boscosos de la colina de la aldea Santa Bárbara.
Leyenda del Cerro Pico de Horma

Esta leyenda es una de tantas que se tejen en torno a la laguna del Cerro
de Pico de Horma. Cuenta la tradición de Tovar, que en lo más alto de la
serranía, en la entrada de la laguna, se encuentra una palmera de
moriche sobre la cual se posa un loro que parece ser el guardián del
lugar. Cada vez que los pobladores subían allí, todo se tornaba oscuro y
se desataba una tormenta con truenos, rayos y centellas. Cuando los
visitantes salían corriendo, cesaba completamente la tempestad. Por
esta razón, la comunidad no deja de recordar esta historia y evita
acercarse a esta laguna, fundamentalmente en la tarde o de noche.
Leyenda del Cristo de La Galera

Se cuenta que este Cristo fue visto por una niña cuya identidad se
mantiene en secreto, mientras estaba en el patio del colegio La
Presentación. Ella notó que la imagen descendía entre las nubes con la
representación del Sagrado Corazón de Jesús, derramando sangre por
las manos y el pecho. Desde aquel momento se le rinde tributo en toda
la localidad y se construyó una gran imagen con la que se hacen
procesiones en su honor.

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