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María Gómez Benito

Juan Miguel Císcar Muñoz


Temario de oposiciones

BIOLOGÍA Y
GEOLOGÍA I
Juan Miguel Císcar Muñoz
María Gómez Benito

Temario de oposiciones de BIOLOGÍA Y GEOLOGÍA I


Educàlia Editorial

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Temario de oposiciones

BIOLOGÍA Y GEOLOGÍA I
Juan Miguel Císcar Muñoz
María Gómez Benito
Primera edición, 2019
Autores: Juan Miguel Císcar Muñoz y María Gómez Benito
Maquetación: Educàlia Editorial
Edita: Educàlia Editorial
Imprime: Grupo Digital 82, S.L.
ISBN: 978-84-92655-12-0
Depósito legal: V-2795-2019
Printed in Spain/Impreso en España.

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ÍNDICE
TEMA 1 La Tierra en el Universo. Geología de los planetas. Origen de la Tierra y del Sistema
Solar................................................................................................................................................... 5

TEMA 2 Estructura y composición de la Tierra. Los métodos de estudio..................................... 12

TEMA 3 La materia mineral y la materia cristalina. Propiedades y métodos de estudio........... 20

TEMA 4 Magmatismo. Las rocas ígneas más importantes.......................................................... 29

TEMA 5 Metamorfismo. Las rocas metamórficas más importantes.............................................. 37

TEMA 6 Los ambientes sedimentarios. Litogénesis. Rocas sedimentarias más importantes....... 45

TEMA 7 Minerales petrogénicos. Minerales y rocas de interés económico............................... 54

TEMA 8 Los impactos ambientales del aprovechamiento de los recursos geológicos.............. 63

TEMA 9 Las Teorías orogénicas. Deriva Continental y Tectónica de Placas............................... 70

TEMA 10 Interpretación global de los fenómenos geológicos en el marco de la Teoría de la Tec-


tónica de Placas................................................................................................................................. 79

TEMA 11 La atmósfera: Estructura, composición y dinámica. La contaminación atmosférica. Méto-


dos de determinación y corrección.................................................................................................. 87

TEMA 12 La Hidrosfera. El ciclo del agua. La contaminación del agua. Métodos de análisis y
depuración. El problema de la escasez de agua........................................................................... 105

TEMA 13 El equilibrio térmico del planeta. El clima y su distribución. Los sistemas morfoclimáticos.
Grandes cambios climáticos históricos............................................................................................ 119

TEMA 14 Geomorfología. Los factores condicionantes del modelado del relieve. La importancia
de la litología y las estructuras geológicas..................................................................................... 133

TEMA 15 El modelado de las zonas áridas. El problema de la desertización. Medidas de preven-


ción y corrección............................................................................................................................... 143

TEMA 16 El modelado fluvial, costero y glacial. Las aguas subterráneas. Los impactos en las costas.153

TEMA 17 El suelo: origen, estructura y composición. La utilización del suelo. La contaminación del
suelo. Métodos de análisis del suelo............................................................................................... 163

TEMA 18 La tierra, un planeta en continuo cambio. El tiempo geológico. Los fósiles como indica-
dores. Explicaciones históricas al problema de los cambios......................................................... 175
TEMA 19 La historia geológica de la tierra. Flora y fauna fósiles................................................ 185

TEMA 20 La investigación geológica y sus métodos. Fundamentos y utilidad de la fotografía


aérea, el mapa topográfico y el mapa geológico. Importancia de la geología en la búsqueda de
recursos y en las obras públicas....................................................................................................... 195

TEMA 21 La constitución geológica de España. Repercusiones de la geología en la variedad de


paisajes, distribución de recursos, las comunicaciones y la industria. El problema de los riesgos. La
ordenación del territorio................................................................................................................... 207

TEMA 22 El origen de la vida y su interpretación histórica. Evolución precelular. La teoría celular


y la organización de los seres vivos................................................................................................ 219

TEMA 23 La base química de la vida: componentes inorgánicos y orgánicos. El agua y las sales
minerales. Los glúcidos y los lípidos. Su biosíntesis........................................................................ 229

TEMA 24 Aminoácidos y proteínas. Biosíntesis proteica. Enzimas y coenzimas. Las vitaminas....... 241

TEMA 25 Ácidos nucleicos. Replicación y transcripción.............................................................. 252


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TEMA 17
El suelo: origen, estructura y composición. La utilización del suelo. La
contaminación del suelo. Métodos de análisis del suelo
0. Introducción
1. El suelo: composición, estructura y propiedades
1.1. La composición del suelo: fracción sólida y fluida
1.2. La estructura del suelo
1.3. Las propiedades del suelo
2. La formación y origen del suelo
2.1. Etapas de formación del suelo
2.2. Los horizontes del suelo
3. La utilización del suelo
4. La degradación del suelo
4.1. La erosión del suelo
4.2. La contaminación del suelo
5. Métodos de análisis del suelo
6. Conclusión
7. Bibliografía y webgrafía

0. INTRODUCCIÓN
Cuando pensamos en un espacio natural o paseamos por él, prestamos atención a su flora, a su fauna, a
las interacciones entre ambas, pero pocas veces nos damos cuenta de que nada de ello sería posible sin la
existencia del suelo. Y es que, el suelo es, a menudo, ese gran olvidado componente del medio natural. El
lugar donde nace y arraiga la vida, la base que la sostiene y que recoge sus últimos suspiros, regenerando
la materia muerta. El suelo es esa capa aparentemente inerte e inmóvil que, sin embargo, guarda la receta
de la vida. Una capa que es importante conocer, utilizar de modo sostenible y preservar, de modo que no
pongamos en peligro su estabilidad ni la de la vida que sostiene.
Conforme a lo establecido en el Real Decreto 1105/2014, de 26 de diciembre, los contenidos de este
tema se abordan en diferentes asignaturas a lo largo de la etapa de Secundaria y Bachillerato. El estudio
del suelo como ecosistema, su estructura, composición y relevancia, se incluye en el “Bloque 6: Los ecosiste-
mas” del currículo de la asignatura de Biología y Geología de primer ciclo (1º y 3º ESO). La contaminación
del suelo se aborda en el “Bloque 2. Aplicaciones de la ciencia en la conservación del medio ambiente”
del currículo de la asignatura Ciencias Aplicadas a la actividad profesional de 4º ESO. El conocimiento
de la edafogénesis y las principales características de diferentes tipos de suelos forma parte del “Bloque
5. Procesos geológicos externos” del currículo de la asignatura de Geología de 2º de Bachillerato, una
asignatura troncal de opción de la modalidad de Ciencias de la Salud. Finalmente, en la asignatura espe-
cífica Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente de 2º de Bachillerato, se vuelven a revisar y estudiar en
más detalle algunos de estos contenidos en el “Bloque 6. Circulación de materia y energía en la biosfera”,
al igual que se introducen nuevos conceptos como el aprendizaje de técnicas y métodos para valorar el
estado de los suelos.

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17 1. EL SUELO: COMPOSICIÓN, ESTRUCTURA Y PROPIEDADES
El suelo es la capa más superficial de la corteza terrestre. Se trata de una capa dinámica (en constante
cambio) de material orgánico y mineral y de escaso grosor (desde unos pocos cm hasta 2-3m) en la que
se asienta la vida y que actúa de interfase de la atmósfera, la hidrosfera, la geosfera y la biosfera, ya que
contiene elementos de todas ellas.

1.1. La composición del suelo: fracción sólida y fluida


Todos los suelos presentan 4 componentes principales que se organizan en dos fracciones bien diferencia-
das y que suponen, cada una, el 50% del suelo:
• Fracción sólida: formada por materia mineral, rocas y minerales de composición química variada, y
por materia orgánica, llamada humus.
• Fracción fluida: formada a partes iguales por aire y agua que ocupan los poros que existen dentro
de la fracción sólida.
El componente mineral del suelo deriva de la roca madre a través de procesos físicos, químicos y biológi-
cos. Las rocas más abundantes en el suelo son el granito, el basalto, el cuarzo y la caliza, pero también las
arenas, limos y arcillas. Supone entre el 40-50% de un suelo, y entre el 80-100% de la fracción sólida. Se
le considera la fuente principal de nutrientes para las plantas, aportándoles P, K, Ca, Mg.
El componente orgánico está constituido por restos vegetales y animales parcial o totalmente descompuestos,
así como sus residuos. Es la fracción con capacidad de absorber agua, reducir la erosión, proporcionar mi-
cronutrientes a las plantas (N, P, S). También es la responsable de dar al suelo un color más oscuro. Supone
entre el 0-10% de un suelo (aunque no suele constituir más del 5%), y entre el 0-20% de la fracción sólida.
El contenido en agua de un suelo es muy variable y depende de la lluvia y el riego. El agua lleva en diso-
lución sales minerales y coloides de arcillas y humus. Se encuentra, generalmente, en los poros de tamaño
pequeño o mediano, si los poros son demasiado pequeños no puede ser absorbida por las raíces (agua
retenida que no circula) y si los poros son demasiado grandes se escurre por gravedad (agua de gravita-
ción) para formar parte del agua de acuíferos subterráneos.
En el suelo, el aire se encuentra ocupando los poros de mayor tamaño, llamados macroporos, y aquellos
en los que el agua se ha consumido. El aire es necesario para que las raíces de las plantas y millones de
otros organismos que viven en el suelo puedan respirar. Consecuencia de esta actividad biológica, su com-
posición, aunque similar a la del aire atmosférico, contiene una menor proporción de O2 (20%) y mucho
mayor de CO2 (0,5-1%).

1.2. La estructura del suelo


La estructura de un suelo es la disposición y estado de agregación de las partículas que lo constituyen. Las
partículas finas del suelo suelen estar unidas formando agregados o grumos, en la mayoría de los casos,
gracias a la acción de la materia orgánica. A su vez, los agregados se juntan formando grupos mayores.
Los espacios entre estos agregados se llaman poros, y por ellos circulan aire y agua. El aire ocupa la mayor
parte de los poros grandes y el agua los pequeños.
Existen cuatro grados fundamentales de estructura que se califican entre 0 y 3, de la manera siguiente:
• Nivel 0. Sin estructura: en el suelo no existen agregados visibles o bien no hay un ordenamiento
natural de líneas. Puede ser:
» Estructura de aglomerado (coherente) donde todo el suelo aparece cementado en una gran masa.

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» Estructura de grano simple (sin coherencia) donde las partículas individuales del suelo no muestran
tendencia a agruparse, como la arena pura.
• Nivel 1. Estructura débil: en el suelo se observan solo algunos agregados, apenas visibles, pero la
mayor parte de los materiales no están agregados.
• Nivel 2. Estructura moderada: el suelo se caracteriza por presentar agregados bien formados y
diferenciados, algunos indistintos. Además, hay parte de material no agregado.
• Nivel 3. Estructura fuerte: el suelo está formado por agregados bien formados y diferenciados que
son duraderos. Hay poco o ningún material no agregado.
De la estructura de un suelo, va a depender su comportamiento con el agua. Considerando, el tamaño medio
de las partículas, su grado de agregación y el tipo de agregados, se diferencian las siguientes estructuras:
• Estructura granular o migajosa: típica de suelos constituidos por partículas individuales de arena,
limo y arcilla agrupadas en granos pequeños, casi esféricos. El agua circula muy fácilmente a través
de estos suelos.
• Estructura laminar: las partículas del suelo se agregan formando láminas o capas finas que se acu-
mulan horizontalmente una sobre otra. A menudo las láminas se traslapan, dificultando la circulación
del agua. Suele encontrarse en capas superficiales de suelos ricos en arcilla.
• Estructura polihédrica: las partículas que forman el suelo se agrupan en bloques o en columnas verti-
cales. El agua circula con dificultad y el drenaje es deficiente. Suelen aparecer en capas más profundas
de suelos que presentan acumulación de arcillas.
Podemos modificar la estructura de un suelo modificando su composición. Así, en un suelo arcilloso, el mo-
vimiento del agua es lento y la aireación escasa, pero si se mezcla con materia orgánica, las partículas de
arcilla forman complejos de mayor tamaño que si permiten el paso de aire y agua.
La estructura no es una propiedad del suelo, sino un estado. Cuando el suelo está seco, se agrieta y mani-
fiesta su estructura, pero si está húmedo, el suelo se vuelve masivo, sin grietas y la estructura no se manifiesta.

1.3. Las propiedades del suelo


La proporción entre los componentes del suelo y la manera en que se organizan (estructura) determina una
serie de propiedades que condicionan los posibles usos del suelo. Algunas de estas propiedades son:
• La textura: depende de la proporción de cada tipo de partículas minerales en el suelo. Según su ta-
maño, estas partículas se clasifican en cuatro grupos:
Gravas>2mm; arenas, 2mm–0,02 mm; limos, 0,02–0,002; arcillas<0,002.
En función del tipo de partículas minerales predominantes hablamos de diferentes tipos de suelo:
» pedregosos (predominan las gravas)
» arenosos (predominan las arenas)
» limosos (predominan los limos)
» arcillosos (predominan las arcillas)
Entre estas cuatro categorías existen infinidad de combinaciones. De ellas, la más interesante son los
suelos denominados francos (mezcla de arcilla y arena) por ser los que presentan las condiciones más
óptimas para el cultivo. La textura es una propiedad importante, ya que influye como factor de fertili-
dad y en la habilidad de retener agua, aireación, y drenaje, entre otras.

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17 • La porosidad: se refiere al porcentaje del volumen del suelo no ocupado por sólidos, o lo que es lo
mismo, la cantidad de espacios abiertos (poros) que hay entre los granos sólidos del suelo. Dentro del
espacio poroso se pueden distinguir macroporos y microporos donde agua, nutrientes, aire y gases
pueden circular o retenerse. Los macroporos no retienen agua contra la fuerza de la gravedad, son
responsables del drenaje, aireación del suelo y constituyen el espacio donde se forman las raíces. Los
microporos retienen agua y parte de la cual es disponible para las plantas.
• La permeabilidad: es la capacidad del sistema poroso del suelo para permitir el fluir de líquidos, y se
basa, no solo en el tamaño de los poros, sino también en su conectividad. El agua podrá fluir fácilmen-
te a través de un suelo de poros grandes con una buena conectividad entre ellos. Los poros pequeños
con el mismo grado de conectividad presentan una permeabilidad más baja, ya que el agua fluye más
lentamente, como es el caso de los suelos arcillosos.
• La consistencia: es la propiedad que define la resistencia del suelo a la deformación o ruptura al apli-
car una fuerza sobre él. Según su contenido de humedad, la consistencia puede ser dura, muy dura y
suave.Se mide mediante tres niveles: aire-seco, húmedo y mojado. Es importante considerarla cuando
se quiere construir sobre un suelo.
• El color del suelo: depende de sus componentes y varía con el contenido de humedad, materia orgá-
nica y grado de oxidación de los minerales presentes. Se puede evaluar como una medida indirecta
de ciertas propiedades del suelo y sirve para detectar la presencia de materia orgánica y sales y el
estado de drenaje.

2. LA FORMACIÓN Y ORIGEN DEL SUELO


El suelo que tenemos hoy es producto de miles de años de transformaciones. Diversos factores influyen en la
formación del suelo, como pueden ser: la materia prima, el clima, los seres vivos, la topografía y el tiempo.

2.1. Etapas de formación del suelo


El primer paso para la formación del suelo es la meteorización física y química de la roca madre provocada
por agentes atmosféricos. Por un lado, los cambios térmicos o temperaturas extremas conducen a la apari-
ción de grietas en las rocas y su posterior fractura por gelifracción. Por otro lado, la lluvia y el aire favorecen
reacciones de hidrólisis, oxidación, hidratación, reducción, etc, que promueven el desgaste químico de las
rocas, y el viento, contribuye al transporte de partículas.
Sobre este sustrato alterado y sobre la roca desnuda, se asientan los primeros colonizadores, líquenes,
cianobacterias, hongos y posteriormente musgos. Estos organismos producen ácidos que disuelven algunos
de los minerales de las rocas sobre las que habitan, causando una meteorización biológica, que provoca
poco a poco un desgaste y fractura de las rocas.
Cuando existe una capa de algunos milímetros de material meteorizado pueden aparecer los primeros
vegetales con raíz, que al insertarla en las grietas de las rocas, aceleran aún más su meteorización. Poco a
poco, se va desarrollando un suelo mucho más profundo que alberga todo tipo de vegetales, incluyendo
árboles con raíces de grandes dimensiones.
Finalmente, cuando cesa la evolución del suelo, se le llama suelo clímax (punto de máximo desarrollo del
suelo y en equilibrio con las condiciones ambientales).

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2.2. Los horizontes del suelo
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Si hiciéramos un corte vertical desde la superficie del suelo hasta la roca madre, a partir de la que se ha
formado, podríamos distinguir, con mayor o menor claridad, dependiendo del tipo de suelo, una serie de
capas horizontales, llamadas horizontes, y que incluyen:
• Horizonte O: realmente no es una capa constituyente del suelo, en sí, sino una fina capa formada por
materia orgánica sin descomponer o en descomposición que se acumula sobre él. Contiene organis-
mos vivos, hojarasca, mantillo, etc.
• Horizonte A: es la capa más superficial del suelo, y se encuentra debajo de horizonte O. Es rica en
humus, de ahí su color oscuro, y presenta una alta densidad de raíces, microorganismos y de fauna
edáfica. Es el horizonte más expuesto a las acciones del clima y de los seres vivos.
• Horizonte B: está por debajo del horizonte A y su color es más claro, debido a su mayor contenido
mineral y menor contenido orgánico. En esta capa se sitúan las raíces de árboles, arbustos y las más
largas de las herbáceas. Horizonte C: está por debajo del horizonte B y es una capa compuesta por
roca madre parcialmente alterada.
• Horizonte R: está por debajo de horizonte C y es una capa formada por roca madre sin alterar.
A medida que se va formando el suelo, se va constituyendo su perfil. Según su desarrollo, los suelos pueden ser:
• Jóvenes: sin diferenciación clara de horizontes.
• Maduros: con horizontes claramente diferenciados.
• Viejos: suelos sin aireación por la acumulación de arcilla en el horizonte B.

3. LA UTILIZACIÓN DEL SUELO


El suelo es un recurso natural único, pero está sometido a una gran presión antrópica.
El tipo de uso que se le da viene condicionado por sus propiedades y está determinado por cada término
municipal, siendo los principales usos del suelo:
• Utilización agrícola (cultivos).
• Mantenimiento de pasto para el ganado.
• Forestal, para monte maderable y leñoso o monte abierto para el pastoreo.
• Extracción de recursos minerales, energéticos e hídricos, minas, canteras y perforaciones de gas, pe-
tróleo y aguas subterráneas.
• Uso industrial.
• Uso para el transporte y comunicaciones (carreteras, autopistas y ferrocarril).
• Asentamientos humanos, hábitats rural y urbano, edificaciones, instalaciones depuradoras y vertidos, etc.
• Uso recreativo, cultural, científico y de protección de la naturaleza, parques naturales, jardines, reser-
vas, etc.
• Terrenos improductivos naturales, desiertos, torrentes, cumbres, montañas.

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17 4. LA DEGRADACIÓN DEL SUELO
La conservación del suelo se ha convertido en una necesidad creciente. En una sociedad en constante
aumento demográfico, la degradación del suelo, debido a la erosión y a la contaminación, implica una
disminución de su productividad, comprometiendo su capacidad de producción de alimentos. Unos suelos
sanos son la clave para la seguridad alimentaria y para un futuro sostenible.

4.1. La erosión del suelo


Existen dos tipos de erosión: la erosión geológica, que ocurre de forma natural, y la erosión acelerada,
debida a las actividades humanas.
Entre los factores que contribuyen a la erosión geológica, cabe destacar:
• El clima: las precipitaciones y el viento contribuyen al arrastre de materiales.
• El sustrato litológico: la composición mineralógica y la cantidad de materia orgánica de un suelo con-
dicionan su mayor o menor susceptibilidad a la erosión. Suelos muy cohesionados (buena estructura)
son más resistentes.
• La topografía: en terrenos con pendiente la erosión es mucho mayor. La orientación hacia el norte tiene
más humedad y más vegetación que protege de la erosión.
• La cobertura vegetal: la vegetación frena el avance del agua en las pendientes, amortigua el efecto de
las gotas de lluvia y ejerce de pantalla contra el viento.
Entre los factores que contribuyen a la erosión acelerada, cabe destacar:
• La deforestación y el pastoreo excesivo: afectan tanto por eliminación de la cubierta vegetal, como por
la pérdida de estructura del suelo.
• Las prácticas agrícolas inadecuadas como: la quema de rastrojos, que elimina el aporte de materia or-
gánica, la roturación a favor de pendiente, que favorece la erosión, el abandono de tierras de cultivo.
• Minería y canteras a cielo abierto: producen desmontes facilitando la erosión.
La erosión implica denudación y transporte de los materiales erosionados hacia otra parte, donde sedimen-
tarán. En climas con pocas precipitaciones, la erosión eólica es la predominante, pero en regiones más hú-
medas, predomina la erosión hídrica, especialmente si las precipitaciones se producen de forma torrencial.
La consecuencia última de una excesiva erosión es la desertificación.

4.2. La contaminación del suelo


Diferentes actividades humanas pueden provocar, directa o indirectamente, la acumulación de sustancias
tóxicas en el suelo y el agua que transcurre a través de él.
Entre estas actividades, cabe destacar:
• El abuso de fertilizantes inorgánicos para compensar la pérdida de fertilidad natural.
• El uso de plaguicidas o biocidas, que además de acumularse en el suelo y agua, pueden incluso pro-
ducir mutaciones y matar a especies útiles como las lombrices.
• Filtraciones de aguas industriales con metales pesados (Pb, Cd, Hg…) disueltos y filtraciones aguas
residuales urbanas con restos de productos farmacéuticos y de aseo personal.
También pueden considerarse como contaminantes, aunque no impliquen a sustancias tóxicas:

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• La lluvia ácida: aumenta los iones H+ en el suelo, produciendo una alteración en la disponibilidad de
sales minerales.
• La salinización del suelo: presencia de una o varias sales en concentraciones tan elevadas que impiden
a las raíces de las plantas absorber agua por ósmosis y reducen la porosidad y permeabilidad del
suelo. Puede ser de origen natural (meteorización) o antrópico (riego con agua ricas en sales).
La contaminación del suelo provoca una reacción en cadena porque:
• Altera la biodiversidad del suelo, reduciendo la materia orgánica que contiene y su capacidad para
actuar como filtro.
• Contamina el agua almacenada en el suelo y el agua subterránea, provocando un desequilibrio de
sus nutrientes.
• Facilita la transferencia de contaminantes a la cadena alimentaria.
Un suelo contaminado pierde su valor económico y no puede ser usado para actividades como la agricul-
tura o la ganadería.

5. MÉTODOS DE ANÁLISIS DEL SUELO


El análisis de un suelo nos va a permitir conocer su composición, estructura y propiedades, entre otros. La
primera etapa y, quizás la más importante, es la preparación de las muestras del suelo. Saber de dónde
tomarlas y cómo, va a condicionar los resultados posteriores de nuestro análisis. Por esto, a la hora de rea-
lizar el análisis de un suelo, seguiremos las siguientes etapas:
1. Observación: estimaremos su espesor, determinaremos si hay zonas de colores diferentes y anotare-
mos si se observan fragmentos rocosos y restos de vegetación.
2. Toma de muestras: por un lado, tomaremos una muestra de hojas o restos vegetales en descomposición
para analizar los organismos vivos del suelo. Por otro lado, limpiaremos la superficie de hojas, y usan-
do una pala tomaremos una o más muestras de la superficie del suelo, que introduciremos en bolsas,
y posteriormente cerraremos. Si se quieren tomar muestras a mayor profundidad, habría que recurrir,
bien a cavar una zanja, con cuidado de no mezclar las diferentes fracciones del suelo, o mejor aún,
usar la siguiente estrategia:
“Tomar una lata de conserva. Agujerear una de sus bases con un clavo y eliminar la otra base y
aplanar. Introducir la lata en el suelo, con la base agujereada hacia arriba, girarla, retirar la tierra
de alrededor, y sacarla con cuidado, sellando la base abierta”.
3. Separación de partículas: introduciremos una muestra de suelo en una botella de 1,5 litros transparen-
te, añadiremos agua hasta un poco más de la mitad, la cerraremos y agitaremos, para después dejarla
reposar. Al cabo de un rato, las partículas quedarán ordenadas según su tamaño (las más grandes al
fondo y las pequeñas arriba. Los restos de humus y vegetales en suspensión).
4. Determinación de la textura del suelo: contenido (aproximado) en arenas, limos y arcillas: partiremos
de una muestra de tierra de la que se eliminarán los materiales grandes que veamos a simple vista. Se
echará un poco de agua sobre la tierra, hasta obtener una pasta moldeable. Tomaremos una porción
de pasta para hacer un gusanillo cilíndrico de 3 mm de diámetro como si se tratara de plastilina. El
comportamiento del gusanillo nos va a proporcionar información sobre la textura del suelo:
» Si el cilindro no es muy moldeable o se rompe, prestaremos atención al tacto. Si es suave, se trata
de un suelo limoso o franco-limoso. Si el tacto es granuloso, se trata de un suelo arenoso. Si
es intermedio entre uno y otro, se trata de un suelo franco.

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17 » Si el cilindro se forma y además es moldeable, intentaremos hacer un anillo con él. Si se forma con
facilidad, se trata de un suelo arcilloso. Si al intentar hacer el anillo, el cilindro se rompe, se trata
de un suelo franco-arcilloso.
5. Determinación de la composición del suelo: contenido en agua, materia orgánica y aire: para deter-
minar el contenido en agua de un suelo depositaremos una muestra de suelo, previamente pesada,
extendida sobre una bandeja, previamente tarada, e introduciremos esta dentro de un horno a unos
100°C, o en su defecto, colocaremos sobre una estufa o radiador. El calor hará que el agua conteni-
da en el suelo se vaya poco a poco evaporando. Iremos removiendo el suelo periódicamente, para
favorecer la evaporación de toda el agua contenida en la muestra. También se realizarán pesadas
periódicas para ir anotando la disminución del peso de la muestra y determinar la cantidad de agua
evaporada en cada uno. Cuando tras tres pesadas el peso de la muestra no haya bajado entre ellas,
sabremos que se habrá evaporado toda el agua. La diferencia entre el peso original y el peso final nos
dará el peso de agua que contenía la muestra.
Partiendo de la muestra de agua seca de la experiencia anterior, podemos ahora determinar el
contenido de materia orgánica en ella. Para ello, retomará una muestra de unos 50gr y se colocará
sobre una bandeja de aluminio, previamente tarada, sobre un mechero u hornillo. La tierra se calentará
hasta que llegue a ponerse roja, experimentando cambios de color y desprendiendo gases. Es impor-
tante irla removiendo para asegurarse que toda la muestra reacciona. Tras haberla calentado durante
15 min, se dejará enfriar y se pesará. El calor habrá hecho que la materia orgánica se descomponga
en gases y vapor de agua (volatilizados) y partículas minerales (aún en la muestra). La diferencia entre
la masa de tierra al inicio y final de la experiencia, nos dará una idea del % de materia orgánica en
el suelo.
% materia orgánica = (100xdiferencia pesada)/50
Finalmente, para determinar la cantidad de aire en el suelo, procederemos del siguiente modo. Ne-
cesitamos dos recipientes de igual volumen, por ejemplo dos envases de yogur y una probeta cilíndrica
graduada. Enrasaremos un yogur con agua y verteremos su contenido en la probeta. Anotaremos el
volumen. Enrasaremos el otro yogur con tierra y verteremos todo su contenido en la probeta. Anotare-
mos, de nuevo, el volumen. Este último volumen debería ser el doble, pero será inferior. La diferencia
entre el volumen esperado y el real nos indicará el contenido en aire del suelo.
6. Determinación de la permeabilidad del suelo: lo más interesante de esta técnica sería aplicarla de
forma paralela a diferentes muestras de suelo de composición variada. Colocaremos unos 200 gr de
tierra de cada suelo en un embudo (construido con la parte superior de una botella de plástico y una
gasa). Añadiremos agua y esperaremos que escurra. De este modo, la muestra de tierra habrá queda-
do a la capacidad de campo.
Cuando ya no salga más agua, colocaremos nuestro embudo sobre una probeta graduada y estable-
ceremos una marca en la parte superior del embudo. Durante 3 min, rellenaremos el embudo forma
que el agua en él esté siempre enrasada a la marca, mientras que parte del agua que se vaya filtrando
irá cayendo en la probeta. El volumen de agua filtrado es esos 3 min nos permitirá calcula el volumen
filtrado por min, y esto nos dará una idea de la permeabilidad de nuestro suelo.
7. Determinación de otras variables (pH y test del carbonato): para determinar la acidez de nuestras
muestras de suelo, se añadirá una pequeña cantidad de cada una en un tubo de ensayo diferente.
Después se añadirá agua destilada (pH neutro) y se agitará. Se hará pasar la mezcla a través de un
embudo con papel de filtro, para eliminar las partículas no disueltas. En el líquido resultante podrá
determinarse el pH mediante el uso de papel indicador.

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Si lo que queremos es determinar la presencia de carbonato cálcico del suelo, bastará con añadir
17
un poco de ácido clorhídrico diluido a una muestra del mismo. La presencia de burbujeo nos confirma-
rá que contiene carbonato, y a mayor burbujeo, mayor cantidad.

6. CONCLUSIÓN
El suelo es un recurso natural limitado y no renovable. Al igual que debemos cuidar de mantener lo más
limpio posible el aire que respiramos y el agua que bebemos, la tierra también debe protegerse. Sin embar-
go las prácticas agrícolas inadecuadas, la intensificación de su uso debido al aumento de la población, el
cambio climático y la erosión van degradando cada vez más la tierra que cultivamos. Es por estas razones
que se hace necesario conocer mejor el suelo que pisamos, dar a cada tipo de suelo un uso adecuado
en función de sus características, adoptar medidas que eviten su contaminación y su empobrecimiento, y
posterior erosión, y tratar de revertir cuando se pueda, la degradación de un suelo o al menos de frenarla
antes de que sea demasiado tarde.

7. BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
Bibliografía
Geología #somoslink. Edelvives Bachillerato (2016)
Ciencias de la Tierra y Medio Ambiente. Serie Observa. Bachillerato. Editorial Santillana (2016).
Investigando el suelo. Luis M del Carmen. Colección VIVAC (1983).

Webgrafía
Toda materia: https://www.todamateria.com/suelo/
Estructura del suelo: http://www.fao.org/tempref/FI/CDrom/FAO_Training/FAO_Training/General/
x6706s/x6706s07.htm
La contaminación de los suelos está contaminando nuestro futuro: http://www.fao.org/fao-stories/article/
es/c/1126977/
Los riesgos de la contaminación del suelo:
https://blog.oxfamintermon.org/los-riesgos-de-la-contaminacion-del-suelo/
Uso del suelo:
http://e-ducativa.catedu.es/44700165/aula/archivos/repositorio/2500/2631/html/5_uso_del_sue-
lo.html

ANEXO I: INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA


Factores que influyen en la formación de un suelo.
Entre los factores que influyen en la formación de un suelo, cabe destacar: el clima, la roca madre, la topo-
grafía, el tiempo y los seres vivos.
El clima es el factor que más condiciona la formación del suelo debido, principalmente, a la temperatura y
la humedad. En climas húmedos y cálidos la meteorización química es muy intensa dando suelos profundos,
pero en climas secos y fríos, la meteorización es tan escasa que el suelo tarda más tiempo en formarse y
suele ser poco profundo.

171
17 La roca madre influye en las primeras etapas de la formación del suelo, sobre todo por su mayor o menor
resistencia a la meteorización. Si se altera con facilidad, se forman suelos profundos en relativamente poco
tiempo; por el contrario, si la roca es muy resistente a la meteorización, se originan suelos de poco espesor.
Dependiendo de la materia prima de partida, los suelos serán:
• Si es rico en granito, suelos arenosos y poco fértiles.
• Si es rico en basaltos y esquistos, suelos arcillosos.
• Si es rico en caliza dura, suelos pedregosos.
• Si es rico en caliza blanda, suelos arcillosos y fértiles.
La topografía influye a través de los procesos de erosión, transporte y sedimentación. La erosión de las
zonas altas transporta la capa superficial del suelo a las zonas más bajas, depositándola en los valles. Es
por ello que, a mayor pendiente, mayor movimiento de agua y mayor erosión, lo que da lugar suelos poco
profundos y pobres. Sin embargo, a menor pendiente, la erosión es menos intensa y hay menor movimiento
de agua, dando lugar a suelos más fértiles y profundos.
El tiempo que tarda en formarse un suelo maduro varía desde cientos de años en un clima cálido y húmedo
a miles de años en climas fríos y secos.
Respecto a los seres vivos, los vegetales son los que aportan mayor cantidad de materia orgánica al suelo,
además de contribuir a la meteorización física por el crecimiento de las raíces y a la química por carbona-
tación (el CO2 expulsado por las raíces junto con el H2O del suelo degradan las calizas). Las bacterias y
hongos son los agentes formadores del humus y descomponen la materia orgánica en inorgánica para el
crecimiento de las plantas. En los climas fríos el crecimiento de las bacterias y hongos es lento, y por tanto,
el humus se puede acumular sobre el suelo. En los climas muy cálidos y húmedos, la acción de los descom-
ponedores es intensa y toda la vegetación muerta es oxidada rápidamente. El humus es casi inexistente. Por
otro lado, algunos animales como la lombriz de tierra remueven el suelo mezclando sus componentes, lo
airean y lo enriquecen con sus heces.
Referencias:
Geología #somoslink. Edelvives Bachillerato (2016)
Investigando el suelo. Luis M del Carmen. Colección VIVAC (1983).
Factores formadores de suelo:
https://sites.google.com/site/formaciondesuelo/factores-formadores-de-suelo

ANEXO II: INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA


Medidas de conservación del suelo
El suelo retiene humedad, disminuye el riesgo de inundaciones, proporciona gran variedad de usos y es
la base de la vida en la Tierra. El suelo es también la interfase entre la atmósfera, la litosfera, la geosfera y
la biosfera, un lugar de transferencia de los componentes esenciales entre los ecosistemas. Aporta tantos
beneficios que debemos usarlo de forma correcta, estableciendo esos usos en base al tipo de suelo, su
estructura y sus propiedades. Solo así, podremos prevenir su degradación.
Por ejemplo, en un suelo de cultivo, son muchas las medidas de conservación de suelo que pueden tomarse
para favorecer su buen estado y fertilidad:
• Laboreo poco profundo para no mezclar horizontes.
• Dejar el suelo en barbecho (sin sembrar durante una o varias temporadas para que no se desgaste,
recupere materia orgánica, minerales y humedad).

172
17
• Rotar los cultivos para evitar el agotamiento de nutrientes del suelo (cada cultivo requiere y aporta
nutrientes diferentes).
• Cultivar en pasillos (alternar filas o pasillos de cultivo con filas o pasillos de vegetación natural que
actúan de barrera contra la erosión).
• Añadir estiércol en vez de fertilizantes (es natural y favorece la formación de humus).
• Combatir las plagas con el uso de otros organismos vivos (control integrado de plagas).
Cuando es demasiado tarde, y un suelo ya se ha visto afectado, bien por la erosión, bien por la contami-
nación, se hace preciso tomar medidas para su regeneración y protección. Estas medidas variarán depen-
diendo del uso del suelo. Veamos un ejemplo:
• Un suelo no urbano, que fue usado como zona de pastoreo, y actualmente está sufriendo erosión y
es susceptible de seguir sometido a ella, podría ser repoblado para frenar la erosión y darle materia
orgánica. Dependiendo del grado actual de erosión, se repoblará con flora autóctona (si la erosión
no es muy acusada aún) o especies de rápido crecimiento (eucaliptos y algunos pinos) si el suelo está
muy degradado.

Referencias:
Universidad de Murcia: https://www.um.es/sabio
Conservación del suelo: http://www.fao.org/soils-portal/soil-management/conservacion-del-suelo/es/
Consejos para conservar el suelo:
https://www.fundacionaquae.org/blog/consejos-del-agua/consejos-para-cuidar-la-tierra-hugh-ham-
mond-bennett/

ANEXO III: INFORMACIÓN DIDÁCTICA COMPLEMENTARIA


El suelo como ecosistema. Organismos que viven en el suelo
Fundamento:
Un ecosistema está formado por todos los organismos que funcionan juntos como una comunidad en un
área determinada y las relaciones que se establecen entre ellos. El suelo es un ecosistema que provee alo-
jamiento a millones de microorganismos (hongos, algas, bacterias, protozoos) y vertebrados (artrópodos
y gusanos). Todos ellos llevan a cabo procesos físicos y biológicos tales como el reciclaje de nutrientes y
desperdicios y desempeñan un papel clave en la formación del suelo, la aireación y su drenaje.

Objetivos:
Construir un embudo de Tullgren
Identificar los organismos vivos que habitan el suelo.

Materiales:
Lámpara
Botella de plástico de 1,5 litros
Tela metálica de agujeros de 3 mm
Cartulina negra y papel blanco
Muestra de suelo
Lupas

173
17 Procedimiento:
Parte 1: Construcción del embudo de Tullgren
1. Corta la botella 2/3 hacia abajo del extremo superior. Obtendrás un embudo y un recipiente colector.
2. Quita el tapón y forra el embudo con cartulina negra (en su defecto, se puede pintar de negro). Forra
el colector con papel blanco y humedécelo.
3. Coloca el embudo dentro del recipiente colector con el orificio hacia abajo.
4. Corta un pedazo de malla de alambre de diámetro ligeramente superior al de la abertura superior del
embudo.
Parte 2: Aislamiento de organismos del suelo
1. Coloca una muestra de tierra sobre la malla metálica.
2. Coloca el sistema bajo la lámpara. Ajusta la distancia de modo que la temperatura del suelo no sea
superior a 30 grados.
3. Los animalillos, buscando escapar de la luz y el calor, pasarán a través de la malla y caerán al reci-
piente colector.
4. Recoge los animalillos, obsérvalos, dibújalos y clasifícalos.
Nota: se pueden usar mallas de diferentes tamaños plegando la malla original.
Nota: se aconseja analizar diferentes suelos o diferentes puntos del perfil de un suelo.

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18
TEMA 18
La tierra, un planeta en continuo cambio. El tiempo geológico. Los fósiles
como indicadores. Explicaciones históricas al problema de los cambios
0. Introducción
1. La Tierra, un planeta en continuo cambio
2. El gran geocalendario y los métodos de datación
2.1. Los métodos de datación relativa
2.2. Los métodos de datación absoluta
3. Los fósiles como indicadores
4. Explicaciones históricas al problema de los cambios
4.1. El catastrofismo versus el uniformismo
4.2. Teorías fijistas y movilistas
5. Conclusión
6. Bibliografía y webgrafía

0. INTRODUCCIÓN
La Tierra se formó hace unos 4540 millones de años. Desde entonces hasta la actualidad, el planeta no ha
dejado de cambiar: se han unido y separado continentes; se han abierto y cerrado océanos; han surgido
nuevas islas; se han formado y erosionado cordilleras; los materiales expulsados por grandes erupciones
han cubierto extensas zonas y el nivel del mar ha subido y bajado incontables veces. Algunos cambios han
sido lentos y graduales, mientras que otros han sido rápidos e intensos. Hoy conocemos esta historia gracias
al estudio detallado y la ordenación temporal de las huellas que los cambios han dejado impresos en la
rocas terrestres.

1. LA TIERRA, UN PLANETA EN CONTINUO CAMBIO


La Tierra cambia. Esta realidad nos resulta obvia cuando vemos los efectos de una erupción volcánica
o un terremoto, pero no tanto cuando hablamos del movimiento de los continentes y de la formación de
nuevas cordilleras. Sin embargo, el estudio del registro rocoso a nivel mundial nos confirma la existencia
de numerosos cambios a lo largo de los tiempos geológicos: desplazamientos continentales consecuencia
de la apertura y cierre de océanos que implican cambios de latitud; formación de cordilleras y su posterior
erosión y acumulación de materiales en cuencas de sedimentación, etc. Los signos de estos cambios, lentos
e imperceptibles en una vida humana, se interpretan mediante métodos geológicos que permiten ordenar
los acontecimientos del más antiguo al más moderno y recrear la historia geológica que los acompañó. A
veces, conocer la secuencia no es suficiente, y se necesita recurrir también a métodos físicos para conocer
con mayor precisión la edad aproximada de unos materiales específicos. Combinando unos métodos con
otros y asociando grandes cambios a edades concretas de la Tierra, los geólogos constituyeron en el siglo
XIX la base de un primer gran Geocalendario dividiendo el pasado terrestre en unidades. Desde entonces,
y gracias a los nuevos descubrimientos, el Geocalendario terrestre se ido mejorando y perfeccionando, y
gracias a él, cada vez sabemos más de cómo era nuestro planeta y como ha ido cambiando.

175
18 2. EL GRAN GEOCALENDARIO Y LOS MÉTODOS DE DATACIÓN
De la misma manera que el año se divide jerárquicamente en meses, días, horas, etc, los naturalistas di-
vidieron el pasado terrestre en unidades denominadas Eones, Eras, Periodos y Épocas, basándose en los
siguientes criterios:
• Tectónicos: existencia de discordancias entre estrados debidas a plegamientos o emersión.
• Sedimentológicos: cambios en la sedimentación causados por transgresiones y regresiones marinas.
• Paleontológicos: cambios en las especies debido a la ocurrencia de grandes extinciones.
El Eón es la mayor de las unidades de tiempo geológico y se han establecido 4 Eones diferentes. Tres de
ellos, Hádico, Arcaico y Proterozoico, forman parte del Tiempo Precámbrico (o supereón Precámbrico), y
comprenden unos 4000 Ma de la historia del planeta, aunque su registro fósil es muy limitado. El Hádico
(del griego, hades = inframundo) se caracteriza por la ausencia de vida. El Arcaico (del griego, arque=an-
tiguo) por la aparición de los primeros seres celulares (células procariotas que se usaban como fuente de
energía la materia orgánica presente en el océano primitivo). El Proterozoico (del griego, proteros = anterior
y zoe = ser vivo) por la existencia de organismos unicelulares más complejos que los anteriores (células
eucariotas, tanto autótrofas como heterótorofas) y en mayor abundancia.
El cuarto Eón, Fanerozoico (del griego, faneros = visible y zoe = ser vivo), abarca los otros 540 Ma de
historia terrestre, y gracias a su rico registro fósil, que incluye también organismos pluricelulares visibles a
simple vista, es el más conocido. Se ha subdividido en unidades más pequeñas denominadas Eras.
Las Eras se han establecido en función del estadio de desarrollo de las formas vivas:
• Paleozoico (del griego, paleo = antiguo), animales antiguos.
• Mesozoico (del griego, meso = medio), animales medios.
• Cenozoico (del griego, ceno =reciente), animales recientes.
Cada una de estas Eras, se ha dividido después en Periodos, cuya nomenclatura suele estar relacionada
con las localidades en que se encontraron los fósiles o alguna característica especial de las rocas.
• El Paleozoico incluye los periodos: Cámbrico, Ordovícico, Silúrico, Devónico, Carbonífero y Pérmico.
• El Mesozoico comprende los periodos: Triásico, Jurásico y Cretácico.
• El Cenozoico se divide en los periodos: Paleógeno, Neógeno y Cuaternario (el periodo actual).
Los periodos se han dividido a su vez en épocas, pero solo detallaremos aquí las épocas de los periodos
cenozoicos, por ser las mejor caracterizadas:
• El Paleógeno incluye las épocas: Paleoceno, Oligoceno y Eoceno.
• El Neógeno comprende las épocas: Mioceno y Plioceno.
• El Cuaternario se divide en las épocas: Pleistoceno y Holoceno.
Así, podríamos decir que actualmente vivimos en el Eón Fanerozoico, la Era del Cenozoico, el Periodo
Cuaternario y la Época del Holoceno, que comenzó hace tan solo unos 11.000 años.
Ahora bien, para poder asociar estratos o materiales rocosos, y los fósiles que estos contienen, con las dife-
rentes unidades temporales del Geocalendario, es necesario datarlos. Los métodos de datación empleados
en Geología son muy variados, y el uso de uno u otro se establece en función del tipo de roca a analizar.
Estos métodos se clasifican en dos grandes grupos:

176
• Métodos de datación relativa: sirven para ordenar temporalmente acontecimientos geológicos,
18
pero no nos dicen como de antiguo es un estrato.
• Métodos de datación absoluta: permiten medir el tiempo mediante valores numéricos y calcular
edades aproximadas de estratos, rocas y fósiles.

2.1. Los métodos de datación relativa


La ordenación de eventos es uno de los procesos más importantes para reconstruir una historia geológica.
En el siglo XVII, el naturalista danés Nicolas Steno, formuló un par de principios clave para comenzar a
desvelar la historia que esconden las rocas:
• el principio de Superposición de estratos, que enuncia que en una secuencia normal de estratos,
los niveles más recientes deben ser los superiores, mientras que los más antiguos serán los inferiores.
• el principio de Horizontalidad, que establece que los estratos en el momento del depósito son hori-
zontales y paralelos a la superficie de depósito.
El principio de Superposición es obvio cuando los estratos aún están horizontales, pero el problema surge
cuando tras ser sometidos a fuerzas compresivas intensas, el conjunto de estratos se encuentra en posición
vertical o invertida, y es difícil, a simple vista, decidir que estratos son los más antiguos. En esos casos, hay
que recurrir a los criterios de polaridad o criterios de techo-muro, como son:
• si en un corte hay grietas en forma de V, el vértice nos indica el muro del estrato.
• si hay rizaduras, o laminación por depósito de arenas transportadas por el viento, las crestas más agu-
das son las que quedan hacia el techo.
• si se observa granoselección, los materiales más gruesos estarán más próximos al muro, y los más
finos, al techo.
Otras veces, puede ocurrir que el conjunto de estratos, horizontal o inclinado, esté afectado por procesos
de plegamiento, fractura o intrusión, o incluso que, consecuencia de una regresión o transgresión marina,
un estrato se haya erosionado de forma irregular y sobre él se haya depositado otro que ya no es paralelo
al resto. El principio de Intersección o de la Superposición de Acontecimientos Geológicos, nos dice
entonces que cualquier proceso geológico es posterior a los materiales a los que afecta y anterior a los que
no han sido afectados por él. Además, solo aquellos materiales cuyos planos sigan siendo paralelos, serán
concordantes. En caso contrario, serán discordantes, distinguiéndose entre las diferentes casuísticas:
• Discordancia erosiva: es consecuencia de la erosión irregular de un estrato y la posterior deposición
de otro sobre los restos de él. Si el estrato erosionado hubiera desaparecido completamente, y el nuevo
estrato se colocara paralelo a otro anterior, se dice que existe una discontinuidad erosiva (hiato). Se
habrá perdido parte de la historia geológica.
• Discordancia angular: se ha producido un buzamiento o inclinación de los estratos, y posteriormente,
se han depositado nuevos estratos sobre ellos con un ángulo diferente.
• Discordancia litológica o Inconformidad: se ha producido un plegamiento de los estratos, después
una erosión, y tras ella, la deposición de nuevos materiales. Bajo ellos, la existencia de pliegues habrá
alterado el orden de aparición de los materiales haciendo que algunos más antiguos aparezcan primero.
Otro aspecto interesante y muy informativo al estudiar estratos rocosos, es prestar atención a los fósiles que
contienen. A principios del siglo XIX, el topógrafo inglés William Smith descubrió que cada capa de roca
contenía un grupo característico de fósiles y que algunos eran exclusivos de ciertos estratos. Enunció enton-
ces el principio de sucesión faunística, posteriormente desarrollado por Cuvier. Este principio consiste en

177
18 admitir que cada periodo de la historia de la Tierra tiene su particular registro fósil (representado por orga-
nismos que vivieron en él) y que por lo tanto, pudieron fosilizar. Posteriormente, este principio se generalizo
a que las capas de estratos que tienen los mismos fósiles son de la misma edad, aunque las rocas situadas
en dichas capas sean diferentes. Se trata de un principio que se ha convertido en un poderoso instrumento
de correlación entre materiales de la misma edad en contextos geográficos muy diferentes.

2.2. Los métodos de datación absoluta


Estos métodos nos proporcionan edades, más o menos aproximadas, en vez de ordenar estratos y eventos.
Hablaremos solo de algunos de los más empleados en Geología:
1. Varvocronología
En el fondo de lagos y en algunas plataformas marinas restringidas se acumulan sedimentos, denomi-
nados varvas, que tienen un patrón anual. La lámina inferior de la varva es el resultado de la sedimen-
tación de primavera y verano, y la superior, el depósito de partículas más finas durante el invierno.
El contaje de las varvas, como parejas de láminas, permite datar miles de años desde la antigüedad.

2. Dendrocronología
Consiste en el recuento de los anillos de crecimiento de árboles vivos en climas estacionales. Cada
primavera se forma un nuevo anillo de color claro, gracias a la mayor disponibilidad de agua. En el
invierno, el crecimiento se detiene y aparece un anillo más delgado de color oscuro. El contaje de los
pares de anillos permite datar unos pocos miles de años desde el presente.

3. Isótopos radiactivos
La mayor parte de los minerales que forman las rocas contienen elementos radiactivos con dos isóto-
pos: un “isótopo padre”, que se desintegra o decae en un “isótopo hijo”, que es estable. Conociendo
el periodo de vida media del isótopo padre y que tanto por cierto del total ya ha decaído al isótopo
hijo, se puede estimar el tiempo transcurrido y con ello la edad de la roca. Pero, para que el método
sea válido, es necesario que el decaimiento del isótopo padre sea único y que el isótopo hijo ya no se
descomponga o decaiga a otro isótopo.
Dependiendo de los isótopos empleados, se puede medir edades de hasta 4500 Ma (238U-206Pb) o
edades intermedias del orden de 713 Ma (235U-207Pb), aunque solo en materia inorgánica, o inferiores
a 45.000 años (14C-14N) en muestras orgánicas.

4. Químicos y biológicos.
A través de estos métodos, se miden los resultados de procesos químicos y/o biológicos dependientes
del tiempo, como el crecimiento de ciertos líquenes o la racemización de los aminoácidos. Este último
método, que permite medir edades de hasta 1,3Ma en restos orgánicos, se basa en la transformación
de L-aa a D-aa tras la muerte del organismo. El cambio de la forma levógira a dextrógira se produce
siguiendo una constante temporal, siendo el ratio D/L informativo de la edad de la muestra.

3. LOS FÓSILES COMO INDICADORES


Además de los métodos de datación ya comentados, existen métodos de correlación que, aunque no nos
permiten obtener una edad numérica, si permiten medir procesos globales de gran dispersión geográfica.
Uno de estos métodos se basa en el uso de los fósiles guía.

178
18
Los fósiles son restos duros de organismos del pasado (esqueletos, caparazones), o de su actividad (rastros,
excrementos, piel o plumas) que se han transformado en roca o han quedado impresos en ellas. Constituyen
una valiosa fuente de información, ya que a partir de su estudio podemos conocer:
• la anatomía, modo de vida, relación con otros organismos y distribución geográfica.
• el ambiente en que se formó la roca que lo contiene (marítimo o continental, cálido o frío, húmedo o
seco).
En algunos casos, podremos, además, datar la edad de la roca que contiene el fósil, si este cumple como
mínimo, las siguientes características:
• ser fácil de identificar y distinguir en base a sus características particulares.
• haber vivido durante un periodo de tiempo corto de la historia geológica del planeta.
• haber tenido una amplia distribución geográfica en diferentes continentes.
• ser abundante en las rocas sedimentarias.
A los fósiles que cumplen estas condiciones se les conoce como fósiles guía o fósiles directores, y su uso
como indicadores, se basa, de algún modo, en el principio de Sucesión faunística antes comentado y
sus posteriores modificaciones.
Para las diferentes etapas del tiempo geológico, diferentes fósiles guía son utilizados como indicadores:
• Los trilobites son el fósil guía por excelencia del Paleozoico, aunque otros fósiles también se emplean
como indicadores de periodos más concretos: orthocera (Ordovícico); calceola (Devónico); goniatites
(Carbonífero).
• Los ammonites son el fósil guía por excelencia del Mesozoico, aunque otros fósiles también se
emplean como indicadores de periodos más concretos: ceratires (Triásico); belemnites (Jurásico y Cre-
tácico); terebrátula (Jurásico), orbitolina (Cretácico).
• Los foraminíferos son el fósil guía por excelencia del Cenozoico, aunque otros fósiles también se
emplean como indicadores de periodos más concretos: dinotherium (Neógeno); equus (Cuaternario).
En muchas ocasiones, no es posible acceder a fósiles macroscópicos y es necesario hacer la datación utili-
zando los llamados microfósiles, que son más frecuentes de encontrar en cualquier tipo de terreno, aunque
más difíciles de identificar en el campo, siendo preciso utilizar el microscopio.

4. EXPLICACIONES HISTÓRICAS AL PROBLEMA DE LOS CAMBIOS


4.1. El catastrofismo versus el uniformitarismo
Hasta finales del siglo XIX, los procesos geológicos se explicaban según la teoría del catrastofismo, que
se basaba en una interpretación prácticamente literal de la Biblia. Para los catrastofistas, el mundo había
ido cambiando a lo largo del tiempo a causa de grandes catástrofes. Consideraban que la Tierra tenía
unos miles de años y que los fósiles que aparecían en las rocas, eran los restos de los animales que pere-
cieron durante el Diluvio Universal y que quedaron enterrados. Explicaban los plegamientos de las rocas y
la formación de las cordilleras como consecuencia de la reducción del volumen del planeta producida al
enfriarse. Uno de los más firmes defensores del catastrofismo fue Georges Cuvier.
A finales del siglo XVIII, James Hutton, comienza a considerar a la Tierra como a un sistema dinámico some-
tido a un lento proceso de transformación continua. Propone dos principios geológicos básicos:

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18 • Principio del uniformismo: las leyes y los procesos naturales han permanecido uniformes a lo largo del
tiempo.
• Principio del actualismo: los procesos que suceden hoy día son los mismos que tuvieron lugar en el
pasado y se producen por los mismos efectos.
Para Hutton la Tierra había sido moldeada, no por hechos repentinos y violentos, sino por procesos lentos
y graduales: el viento, el clima y el fluir del agua, los mismos procesos que pueden verse en acción en el
mundo actual.
Sin embargo, estas ideas, conocidas como teoría del uniformitarismo, no fueron tenidas en cuenta en el
momento en que Hutton las propuso, debiendo esperar, para ser consideradas, a que Charles Lyell las reto-
mara en el siglo XIX en su obra, Principles of Geology, que después sirvió de inspiración a Charles Darwin.
El uniformitarismo fue importante por tres razones: primero, implicaba que la Tierra tiene una larga historia,
lo cual era una idea nueva; segundo, afirmaba que el cambio es en sí el curso normal de los acontecimien-
tos; tercero, aunque esto nunca fue dicho expresa y claramente, sugería que podía haber alternativas a la
interpretación literal de la Biblia.
En la actualidad, ninguna de estas dos teorías parece ser capaz de explicar por sí sola los cambios que
han acontecido en el planeta. Esto ha llevado al nacimiento de la teoría sintética neocatastrofista, que
reconoce que aunque los cambios se producen mayoritariamente de forma lenta y continua, si es relevante
y debe considerarse el papel desempeñado por algunas catástrofes naturales en la historia terrestre. Así,
fenómenos como la desaparición de los dinosaurios hace 65 Ma no tendrían una sola causa, sino que se
explicarían como consecuencia de la combinación de catástrofes (impacto de un meterorito) y procesos
más lentos (cambios climáticos y variaciones del nivel del mar).

4.2. Teorías fijistas y movilistas


Desde el siglo XVIII hasta la década de 1960 la mayor parte de la comunidad científica creía que la Tierra
carecía de fuentes de energía interna y que como consecuencia de su lento enfriamiento seguía contrayén-
dose. Durante este tiempo, la formación de orógenos se explicaba a través de dos corrientes de pensa-
miento contrapuestas. Por un lado, las teorías fijístas, que solo aceptaban movimientos continentales en la
vertical, pero nunca en horizontal. Por otro lado, las teorías movilistas, que proponían que los continentes
no siempre habían estado en la posición actual y defendían su movimiento, también en la horizontal.
Dentro de las teorías fijistas, que fueron las predominantes hasta bien entrado el siglo XX, destacan:
• La Teoría de la contracción de la Tierra o contraccionismo: fue propuesta por el francés Beaumont y
defiende que las cordilleras se formaron como consecuencia del replegamiento de la superficie terres-
tre al contraerse, consecuencia de su enfriamiento. La contracción terrestre la asimilaba Beaumont a la
manera en que se arruga la piel de una manzana vieja al irse secando.
• La Teoría del Geosinclinal: fue propuesta por el norteamericano Dana y defiende que la elevación de
cordilleras fue el resultado de la formación de grandes sinclinales (hundimientos de la corteza terrestre)
que tras rellenarse de sedimentos marinos sufrieron metamorfismo, fusión, y ascendieron en forma de
magmas, plegando los niveles superiores.
Ambas teorías tenían dificultades para explicar algunos fenómenos como las anomalías de la gravedad ob-
servadas en los Andes y el Himalaya, que achacaban al principio de Isostasia (aceptando los movimientos
en la vertical), o la similitud entre fósiles encontrados en continentes muy alejados entre sí, que argumenta-
ban que podía ser debida a la existencia de puentes intercontinentales.

180
En 1912, el metereólogo alemán Alfred Wegener postula su Teoría de la Deriva Continental. De acuerdo
18
con ella, los continentes habrían estado unidos en el pasado formando un gran supercontinente (Pangea)
y se habrían ido separando hasta las posiciones que ocupan hoy. Se trataba de una teoría movilista, que
reconocía la posibilidad de que los continentes se desplazaran también en la horizontal, una idea que en el
pasado ya habían planteado otros autores como Antonio Snider-Pellegrini y Frank Taylor.
Wegener baso su teoría en una amplia diversidad de pruebas: geográficas (la similitud de las costas a
ambos lados del Atlántico); estratigráficas (depósitos sedimentarios similares en las costas de Sudáfrica
y Brasil); petrológicas (semejanzas en el afloramiento de rocas ígneas en el escudo africano y brasileño);
paleontológicas (fósiles comunes o similares en continentes muy alejados); paleoclimáticas (una distribu-
ción de morrenas glaciares y depósitos de carbón inexplicable desde la posición actual de los continentes);
biogeográficas (distribución de flora y fauna actual inexplicable, teniendo en cuenta que no podrían haber
cruzado los océanos). Sin embargo, falló en la explicación de cómo se habían desplazado los continentes,
al sugerir que lo habían hecho como si de navíos surcando el océano se tratara, pero a través del manto, y
gracias a la fuerza centrífuga de la rotación terrestre. Este fue su principal error, y aquel en que se basó la
comunidad científica para no aceptar su teoría.
Años más tarde, hacia mediados del siglo XX, el británico Arthur Holmes, retomaría las ideas movilistas de
Wegener, planteando la Teoría de las corrientes de convección, en la que establecía que eran dichas co-
rrientes, resultado del movimiento de materiales fundidos bajo la corteza, las responsables del movimiento
continental en la horizontal.
La batalla entre unas y otras teorías, tuvo que esperar para resolverse al mejor conocimiento de los fondos
oceánicos, propiciado por la Guerra Fría, y que trajo consigo el descubrimiento de las dorsales oceánicas
y las fosas submarinas, el estudio del magnetismo, etc. Fue, por fin, en la década de 1960, con el estableci-
miento de la Teoría de expansión de los fondos oceánicos, de Hess y Dietz, y la Teoría Global de Tectónica
de Placas, cuando se puso fin a las ideas fijistas, y reconociendo el ingenio de Wegener quedó patente que
la movilidad continental en la horizontal era más que una realidad. Era la norma.

5. CONCLUSIÓN
La Tierra es un planeta en continuo cambio. Desde sus inicios su aspecto y en de los seres vivos que lo ha-
bitan se ha ido modificando adaptándose a las diferentes condiciones resultantes de la interacción entre
la superficie terrestre y el interior manto y núcleo), la atmósfera, la hidrosfera y el espacio exterior que le
rodea. Comprender esta cualidad y reconocerla no siempre ha sido sencillo para los seres humanos, que a
lo largo de su existencia en el planeta, han establecido diferentes relatos, hipótesis y teorías para tratar de
explicar los cambios. Actualmente, el desarrollo de la Geología, una ciencia que podríamos decir comen-
zó a desarrollarse a partir del siglo XIX, nos ha permitido tener un gran conocimiento de la dinámica de la
Tierra y llegar a explicaciones como la Teoría de la Tectónica Global, una teoría globalizadora reconocida
con la categoría de paradigma. Gracias a ella, no solo somos capaces de explicar los cambios aconteci-
dos en la historia geológica de la Tierra, si no también de predecir aquellos que vendrán o que ya se están
produciendo, pero nos son imperceptibles.

6. BIBLIOGRAFÍA Y WEBGRAFÍA
Bibliografía
Biología y Geología Serie Observa 4º ESO. Proyecto Saber Hacer Editorial Santillana (2015).
Biología y Geología Inicia 4º ESO. Oxford University Press (2015)

181
18 Geología #somoslink. Edelvives Bachillerato (2016)
Geología. Bachillerato. ECIR (2001).

Webgrafía
Fósiles guía: http://recursos.cnice.mec.es/biosfera/alumno/4ESO

ANEXO I: INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA


El debate sobre la edad de la Tierra
Desde el siglo VI de nuestra era, el referente general para la edad de la Tierra fue 6000 años. Por aquel
entonces, pocos eruditos del occidente cristiano ponían en duda las narraciones de la Biblia, e influidos
por lo descrito en el Génesis, creían que la Tierra era poco más antigua que los pocos miles de años del
registro de la historia humana. En 1650, el arzobispo anglicano James Usher, publicó un estudio basado
en la Biblia, el calendario hebreo y los conocimientos astronómicos fijando la creación de la Tierra en las
9 de la noche del 23 de octubre del año 4004 a.C, datación que fue la más aceptada hasta el siglo XVIII.
En la segunda mitad del siglo XVIII, Buffon hizo el primer cálculo de edad de la Tierra que puede calificarse
de científico. Basándose en la hipótesis de una Tierra inicialmente fundida, calculó el tiempo necesario para
que esta alcanzase su temperatura actual, y lo hizo experimentando con esferas de diferentes tamaños y
composiciones. Sus cálculos le llevaron a proponer una antigüedad de 75.000 años.
En el siglo XIX se produce la rotura del vínculo Ciencia- Religión. Charles Darwin, en su libro El origen de
la especies, propone una edad mínima para la Tierra de 300 Ma, basada en el ritmo de erosión de una
determinada zona de la costa de Inglaterra. Esta cifra fue considerada como desorbitada por otros autores.
Entre ellos, Lord Kelvin, que estudiando la conductividad térmica de la Tierra y considerando la hipótesis
del enfriamiento, estimó en 100 Ma la antigüedad del planeta, y John Joly, que calculando la tasa de sales
presentes en el mar, la estimó entre 90 y 99 Ma.
Los 100 Ma de años propuestos por Lord Kelvin quedarían como referente general hasta que en el siglo XX,
el descubrimiento de la radiactividad por Ernest Rutherford, ofreció un nuevo método para medir la edad de
las rocas. Hacia mediados del siglo XX, Arthur Holmes, gracias al estudio de la descomposición de Uranio
a Plomo, calculó una edad para la Tierra de 4500 Ma. Algunos años más tarde, Patterson comparó los
isótopos de la corteza terrestre con los de cinco meteoritos, y sobre esta base llegó a la conclusión de que
la edad, tanto la edad de la Tierra como de los meteoritos, era de 4.550 ± 70 millones de años. Todas las
determinaciones realizadas desde entonces tienden a confirmar el dato de Patterson, siendo, actualmente,
el valor generalmente aceptado 4.540 ± 50 millones de años.

Referencias:
Geología #somoslink. Edelvives Bachillerato (2016).
Proyecto Ecosfera. Biología y Geología. Editorial SM Bachillerato (2002).
Cuaderno de Cultura Científica. La edad de la Tierra. https://culturacientifica.com/2014/03/04/
de-la-edad-de-la-tierra/

ANEXO II: INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA


Trilobites - Fósiles guía del Paleozoico
Los trilobites (del latín, Trilobita = tres lóbulos) son una clase de artrópodos extintos que vivieron en los ma-
res durante todo el Paleozoico (casi 300 millones de años), desde el periodo Cámbrico hasta el Pérmico.
En el Ordovícico alcanzaron su máxima diversidad y ocuparon casi todos los nichos ecológicos marinos.

182
18
Sin embargo, a partir del Silúrico presentaron pocos cambios, quedando en el Carbonífero restringidos a
ambientes de arrecife y comenzando su declive hasta su desaparición.
El cuerpo de los trilobites se componía de tres partes: cabeza (cefalón), un tórax de hasta 30 segmentos, y
un escudo caudal (pigidio). En la cabeza tenían carrillos a cada lado y, con frecuencia, «ojos compuestos»
similares a los que encontramos en los insectos actuales. En algunos casos, estos ojos eran tan grandes que
les proporcionaban un campo visual de casi 360 grados. Cada segmento del tórax tenía extremidades,
pero éstas raramente están conservadas.
Los trilobites desarrollaron multitud de formas diferentes como respuesta a su adaptación a los diferentes
medios marinos donde vivieron. Algunos se podían enrollar sobre sí mismos y otros tenían espinas que les
servían para aumentar su superficie de apoyo sobre los fondos fangosos donde vivían, impidiendo así que
se quedaran sepultados. Los había desde un milímetro hasta casi un metro de longitud. Mientras que los
más pequeños vivían flotando como parte del plancton marino, los más grandes llegaron a ser importantes
depredadores o comedores de algas.

Ammonites - Fósiles guía del Mesozoico


Los Ammonites (del latín, cornu Ammonis = cuerno de Ammon -Díos carnero-) son un grupo de moluscos
extintos que vivieron en los mares durante unos 300 millones de años, desde su aparición en los inicios
del Devónico hasta su desaparición a finales del Cretácico. Evolucionaron muy rápidamente produciendo
numerosas especies y géneros hasta su declive durante el Cretácico Superior, junto a otros grupos marinos
como los belemnites.
Los ammonites tenían el cuerpo protegido por una concha única de aragonito en forma de espiral que a me-
nudo presentaba ornamentación a modo de costillas, tubérculos o espinas. Estaban emparentados con los
cefalópodos actuales, que incluyen los pulpos, las sepias, los calamares y los nautilos y eran depredadores.
Eran capaces de controlar su flotabilidad regulando la cantidad de gas en las cámaras de su concha, a
través de su sifón, lo que les permitía nadar a mayor o menor profundidad.
De los ammonites se han descrito varios millares de especies. Los hubo de pequeño tamaño, pero también
gigantes, siendo en algunas especies el tamaño de la concha un carácter de dimorfismo sexual (10 veces
mayor en las hembras que en los machos).

Foraminíferos - Fósiles guía del Cenozoico


Los foraminíferos (del latín, Foramen = perforación, orificio y fero = llevar) son un grupo de protozoos acuá-
ticos del grupo de los rizópodos. Secretan un caparazón calcáreo que puede crecer enormemente y dentro
del que hay cámaras que se interconectan por orificios. La célula crece dentro y se desarrolla enormemente
haciendo de estos protozoos los únicos capaces de ser observados a simple vista.
Fueron muy abundantes en los mares cálidos y poco profundos del antiguo Océano Tetis. Actualmente
siguen existiendo en mares y océanos, tanto formas plactónicas, que flotan en aguas superficiales, como
bentónicas, que viven en o sobre el fondo del mar.
Referencias:
Mundo Prehistórico: https://www.mundoprehistorico.com
Fosil.com.es: http://fosil.com.es
Diccionario Etimológico castellano en línea: http://etimologias.dechile.net

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18 ANEXO III: INFORMACIÓN DIDÁCTICA COMPLEMENTARIA
Aplicación del método de datación radiométrica en el aula.
Fundamento teórico: los métodos radiométricos se basan en la desintegración de elementos radiactivos
inestables en las rocas (isótopos padre), y su transformación en otros elementos estables (isótopos hijo).
El tiempo que tarda en descomponerse la mitad del isótopo padre en hijo se conoce como período de
semidesintegración o vida media (t1/2). Utilizando una gráfica que relacione % de isótopo padre con el
tiempo transcurrido, y midiendo la cantidad de isótopo padre aún por decaer en el material a datar, pode-
mos calcular el tiempo transcurrido desde que se formó la roca y el momento actual.
En esta práctica estudiaremos la descomposición del isotopo padre U235 al isótopo hijo Pb207, cuya vida
media es de 713 Ma, y que constituye un método muy preciso para datar rocas ígneas. No es, sin embargo,
un buen método para datar rocas sedimentarias pobres en estos elementos, y tampoco es válido para datar
restos orgánicos.
Procedimiento:
1. Construcción de la gráfica de descomposición del isótopo padre al hijo.
En el eje de ordenadas se representará el % de isótopo padre, desde el 0 al 100. En el eje de abscisas,
el número de vidas medias. Para obtener los puntos a representar, se deberá completar la siguiente tabla:

N°t1/2 0 1 2 3 4 5 6
% U235 100 50 25

El diagrama que aparece más abajo ayuda a relacionar el número de vidas medias con el % de isóto-
po decaído.

2. Cálculo de edades
Usando la gráfica de descomposición del isótopo padre, y teniendo en cuenta que cada vida media
se corresponde con 713 Ma, se datarán los siguientes materiales:
» Roca pegmatita con un ratio U235-Pb207 1:1
» Granito con un ratio U235-Pb207 1:3
» Cenizas volcánicas en la que aún queda el 85% del U235
» Basalto con un ratio U235-Pb207 7:3 (hay un 30% de Pb207)
Nota: se deben convertir los ratios a % de isótopo padre decaído para poder calcular el número de vidas
medias transcurridas. Después, y a partir de este último dato, se calcularan los años.
Cuestiones:
• Explica por qué este método no es válido para datar restos orgánicos.
• ¿Podríamos utilizar este método para datar rocas con foraminíferos?
• Investiga qué isótopos se emplean en dataciones radiométricas de seres vivos.
• ¿Podrían usarse estos isótopos para datar restos de dinosaurios? Explica por qué.

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