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Dr. Hugo R.

Ludeña

Entre los siglos XIII al XV en Trujillo existían tres comunidades de pobladores: cristianos,
judíos y moros. Los abuelos y los padres de Francisco Pizarro vivieron entre esas
comunidades, primero bajo la dominación árabe y después de la reconquista, bajo el
dominio cristiano. Durante la dominación árabe, hubo conversos cristianos y judíos.
Después de la reconquista, los hubo árabes y judíos convertidos al cristianismo.

Los conversos conservaron sus creencias y hubo quienes volvieron a sus religiones
originales. Los más firmes en sus convicciones religiosas y los más perseguidos fueron los
judíos. Los conversos eran llamados “marranos” por los cristianos quienes los consideraban
como falsos creyentes, como cristianos que ocultaban su identidad judía para poder
acceder a cargos importantes o evitar las confiscaciones de sus bienes.

En efecto, algunos conversos volvían al judaísmo, pero la mayoría prefería llevar una
vida ambigua, llena de secretos. Ellos preferían la vida, renunciando y abjurando de Levi,
pero siempre tenían la oportunidad de retornar a su fe. Los abuelos y los padres de
Francisco Pizarro vivieron en ese mundo lleno de ambigüedades e hipocresías hasta que en
1478 se estableció la Inquisición en España que fue cuando se radicalizaron las
persecuciones religiosas. Francisco Pizarro nació ese mismo año.
Antecedentes

Francisco Pizarro nació en Trujillo, Extremadura, en 1478, de acuerdo a la edad que le


atribuyó el cronista Pedro Cieza de León, la cual ha sido aceptada por los historiadores del
descubrimiento y conquista del Perú. Muy poco se conoce acerca de Trujillo de la época
anterior a su nacimiento y del contexto en el cual vivieron sus antecesores, detalles que
podrían servir para comprender mejor las características socioeconómicas, culturales y
religiosas de Trujillo antes que Pizarro emprendiera la carrera de las armas, y que podrían
explicar algunas de las motivaciones que lo impulsaron a trasladarse a las Indias en 1502.

Durante la primera mitad del siglo XX, sus biógrafos trataron de explicar las
características de las expediciones de descubrimiento y conquista del Imperio de los Incas
en 1532. Primero, los historiadores se refirieron a la incorporación de los territorios y
pobladores del Perú al contexto del mundo de la Edad Moderna como una gesta heroica, en
la cual el héroe fue Pizarro. Por entonces se le atribuyeron muchas virtudes por los
hispanistas y mayores defectos por los indigenistas.

Poco a poco, los historiadores se fueron centrando en el hombre que llevó a cabo la
conquista. Los más serios trataron de hacer una historia moderna, explicando el contexto de
la conquista y su importancia universal, con una visión eurocentrista. Más adelante, los
investigadores trataron de explicar la conquista desde el punto de vista de los vencidos,
explicando la visión del mundo de los Incas y de las etnias del mundo andino. En el último
tercio del siglo XX, algunos autores trataron de comprender mejor a Pizarro y sus
características personales.

Mientras que la mayoría de historiadores que estudiaron y publicaron sobre Pizarro


insistieron en resaltar sus virtudes con un claro afán de defensa hispanista, algunos
enfocaron el tema con criterios más avanzados, acordes con los análisis modernos de la
Historia. Desde la década de 1960. Emilio Choy ya había escrito varios artículos sobre “La
conquista como una empresa Económica”, después de conocer el libro de Ramón Carande,
“Carlos V y sus Banqueros”.

Unos historiadores como James Lockhart, se aproximaron al tema con un nuevo enfoque
de historia social. Otros, como Rafael Varón, hicieron el estudio de Pizarro y sus hermanos
con énfasis en la importancia económica de sus actividades políticas, financieras y
comerciales, y los alcances transatlánticos de la exportación de capitales.

Las investigaciones de Arqueología-Histórica sobre Pizarro realizadas por nosotros a


partir de 1977, se dedicaron al estudio de sus restos mediante un proyecto de ciencias
aplicadas a la arqueología. A partir de enfoques de autores más recientes como B.
Nethanyahu y Nathan Wachtel, el perfil de los personajes españoles del siglo XVI ofrece
nuevas luces para comprender el mundo de Francisco Pizarro como hombre de carne y
hueso, como testigo presencial de una época de grandes cambios, de los cuales él fue uno
de sus más activos protagonistas.

MEZQUITA. CATEDRAL DE CORDOBA ALHAMBRA.


GRANADA CATEDRAL DE GRANADA

PIZARRO Y TRUJILLO EN LA HISTORIA


La descripción de Extremadura y Trujillo de los siglos XV y XVI hecha por el
historiador Raúl Porras Barrenechea, aunque acertada en su mayor parte, resulta
insuficiente para comprender cabalmente el contexto socioeconómico, y las tensiones
políticas y de carácter religioso en España, entre las cuales se desarrolló la vida de los
abuelos y los padres, así como la infancia y juventud de Francisco Pizarro.

Su entorno social y familiar fue muy distorsionado por el cronista Francisco López de
Gómara, quien difundió la llamada “leyenda porcina”. En su afán laudatorio a favor del
conquistador de México Hernán Cortés, Gómara no les dio crédito a los demás
conquistadores, y se encargó especialmente de desprestigiar a Pizarro en su obra escrita en
1552 y publicada en Zaragoza en 1555.

Según Gómara, Pizarro fue abandonado recién nacido en la puerta de una iglesia y habría
sido amamantado por una marrana. Dedicado a la crianza de cerdos en su adolescencia,
tuvo que huir con unos caminantes que iban a Sevilla por habérsele perdido algunos
animales. Después, en 1502 cuando tendría 24 anos, se embarcó hacia las Indias muy
pobre y solo llevaba una capa.

Según los historiadores más serios, la historia contada por Gómara es inverosímil,
aunque podría tener algunos aspectos reales, si se considera que detrás de sus palabras
habría un lenguaje críptico, pues muy poco se podía saber acertadamente sobre la infancia y
adolescencia de Pizarro después de 77 años de su nacimiento, que fue cuando Gómara
publicó su obra.

Los abuelos y los padres de Francisco Pizarro nacieron en una época de violencia y
persecuciones contra los judíos en toda Europa, iniciada con fuerza desde el siglo XIII
mediante conversiones obligadas, torturas y las confiscaciones de bienes de los que
continuaban con sus creencias y costumbres hebreas.

Los más renuentes a convertirse al cristianismo mediante el bautizo debieron abandonar


sus territorios y propiedades, mientras que los más fieles a la fe hebraica huían a las
naciones vecinas y al resto de Europa. Los que se convirtieron, pasaron a conformar una
gran población de “cristianos nuevos” o “conversos”, llamados despectivamente
“marranos”.

Trujillo, no fue una excepción ni estuvo ajena al problema de los conversos, debido a
que tenía una importante comunidad judía, y en diversas épocas, Extremadura fue una
región muy receptiva, donde se refugiaban los judíos y conversos perseguidos de otras
regiones, siendo las más recientes las que se produjeron después de las masacres de judíos
de Sevilla de 1331. Durante el siglo XV en unas regiones más que en otras, había cierta
tolerancia en favor de los judíos sefarditas por ser tributarios de la Corona, aunque cada vez
se establecieron mayores restricciones, hasta el establecimiento de la Inquisición en España
en 1478.
LAS COMUNIDADES CRISTIANAS Y JUDIAS DE TRUJILLO

Las comunidades cristianas y judías en la península ibérica eran de muy antigua data,
anteriores a la llegada del Imperio Romano y de los Reyes Godos. Aunque durante la
dominación árabe, a partir del año 714, las comunidades cristianas y judías se adaptaron a
la cultura de los musulmanes dominantes. Los cristianos vivían con la esperanza de ser
liberados alguna vez por las huestes que desde el norte de la península habían iniciado las
guerras de Re-conquista.

De otra parte, de acuerdo a sus tradiciones, cada milenio y cada cien años los judíos
celebraban rituales mesiánicos, con la esperanza de que se cumplieran las profecías sobre
la llegada del Salvador. Pero lo que más respetaban y cumplían desde tiempo inmemorial
era la preparación familiar todos los viernes por la tarde para ir purificados al Shabat, y la
visita a la sinagoga, para escuchar al rabino y participar en el culto de Moisés.

Se afirma que los judíos de Trujillo, oprimidos por los cristianos del período gótico se
aliaron con los musulmanes y les facilitaron la penetración de sus ejércitos de conquista
durante la expansión árabe, y que después fueron sus servidores. Durante la dominación
musulmana la Península Ibérica se conoció como “Al-Ándalus” y la región de Trujillo
recibió su influencia cuando sus comunidades cristianas y judías pasaron a ser tributarios
de las autoridades musulmanas.

Todos los autores coinciden en que España y Portugal fueron bastante receptivos con
las migraciones de judíos. Conocida como Sefarad, la península Ibérica fue su lugar
preferido de refugio, donde eran bienvenidos por los antiguos sefarditas, que vivían en
aljamas o comunidades, con sus propias autoridades, bajo la dominación árabe durante
ocho siglos.

Bajo los musulmanes, las comunidades cristianas y judías continuaron con sus
actividades económicas y productivas tradicionales. Pero en cuanto sus creencias religiosas,
los más firmes en sus convicciones de fe continuaban realizando sus rituales, cumpliendo
con las enseñanzas bíblicas, otros más colaboracionistas se convirtieron a la fe de Mahoma,
para obtener ventajas y privilegios o para desempeñar cargos que solo estaban permitidos a
los mahometanos. Se sabe poco sobre las costumbres de los conversos de ese tiempo, pero
es muy probable que tanto cristianos como judíos conversos en tiempos de la dominación
islámica, continuaran practicando secretamente sus religiones durante varios siglos.

Al ser reconquistados los territorios de la península, y puestos bajo la autoridad de los


hidalgos castellanos y de la iglesia católica, la mayoría volvió a su religión originaria, y
esta vez, quienes se convertían al cristianismo eran los moros. Los musulmanes españoles
que no se bautizaron compulsivamente en 1492, fueron bautizados tras la pragmática de
los Reyes Católicos del 14 de febrero de 1502. Los convertidos al cristianismo con
anterioridad de forma voluntaria fueron llamados mudéjares, mientras que los convertidos
por la fuerza, en adelante pasaron a ser denominados moriscos.

NUEVAS INVESTIGACIONES SOBRE LOS JUDIOS EN ESPAÑA

Durante el siglo XX algunos historiadores, acertadamente insistieron en investigar cómo


fue el modo de vida de los tres principales estamentos de España entre los cristianos, judíos
y musulmanes en la antigüedad. Con motivo de las celebraciones del V Centenario del
Descubrimiento de América en 1992, se conocieron los resultados de nuevas
investigaciones, que han aclarado y rectificado las creencias en torno a los “Cristianos
Viejos” y a la supuesta convivencia armoniosa de judíos, moros y cristianos antes de
finalizar el siglo XV, lo cual habría cambiado radicalmente después de la Guerra de
Granada en 1492, mientras que los conversos ocultaron sus identidades con mayor firmeza.

Las investigaciones de Haim Beinart desde 1980, sobre la comunidad judía de Trujillo y
Extremadura, antes del descubrimiento de América nos ofrecen una imagen novedosa
sobre la realidad social del pueblo donde nació Francisco Pizarro. (Beinart: 1980) Otras
investigaciones sobre los judíos y conversos, utilizando fuentes y documentos de la época,
en lengua hebrea, han permitido esclarecer mejor las características de la comunidad judía
y del “marranismo” de los “cristianos nuevos” en España en general y en Trujillo
particularmente, desde el punto de vista de los perseguidos.
La reconstrucción del contexto socio-económico y religioso del último tercio del siglo
XV, cuyas tradiciones, creencias y costumbres debieron influir en los contemporáneos de
los abuelos y padres de Francisco Pizarro, permite tener una imagen más clara del
personaje que más tarde sería, el conquistador del Imperio de los Incas y primer gobernador
español del Perú. (B. Nethanyahu: 1999) (Wachtel: 2001)

En Trujillo existía desde muy antiguo una aljama, que era una comunidad religiosa,
social y cultural con sus propios estatutos, basados en las leyes rabínicas. Se trataba de una
institución comunitaria separada de la sociedad cristiana y musulmana que disfrutaba de
autonomía social, religiosa y jurídica y aglutinaba a todos los judíos de la ciudad,
manteniéndolas fuera de la jurisdicción de la iglesia, del ayuntamiento y de los hidalgos y
autoridades tradicionales de la villa.

El Rab Mayor de la Corte era el funcionario administrativo de la Corona, con autoridad


sobre los judíos de todo el reino, facultado para intervenir como juez supremo en asuntos
internos, con voz en la decisión de las tasas fiscales que las comunidades judías tributaban
al monarca, y estaba a la cabeza de todas las instituciones hebreas.

Como ya lo señaló Porras Barrenechea, los Señores e hidalgos más antiguos de Trujillo
vivían en La Villa, en la parte alta, en sus casas fuertes blasonadas con sus escudos de
armas y el Ayuntamiento estaba conformado por el Alcalde y los Regidores. Esa era una
función exclusiva de los hidalgos, y los cargos más importantes estaban reservados para los
“cristianos viejos”, “hidalgos de solar conocido”.

Los barrios judíos se denominaban juderías y eran el espacio urbano donde los
pobladores vivían en torno a la sinagoga. Los barrios de los musulmanes eran las morerías,
y estaban separados de los cristianos, en los arrabales de la población. Entre la Villa y el
Arrabal, estaba la Plaza, en torno a la cual se realizaban las actividades comerciales y la
mayoría de la población compuesta por artesanos y pequeños comerciantes desarrollaba
allí sus oficios. Los más comunes eran los de los de sastres y roperos, guarnicionero,
pellejero, zapatero, herrero, alfarero, tintorero y los tenderos.

Los judíos disponían de servicio médico, de un juez o Dayan, instituciones hospitalarias


y cofradías para socorrer a los enfermos, menesterosos y su propio cementerio. Tenían
hornos comunitarios para cocer pan (Matsa), su propio mercado y se dedicaban a los
oficios artesanales y comerciales en la plaza y alrededores. Las carnicerías de los judíos
estaban separadas de los moros y cristianos y estaba prohibido a los cristianos comprar en
ellas.

No se puede decir que vivían armoniosamente, porque desde los siglos XII hasta el XVI
hubo numerosas

persecuciones y conversiones obligadas, a pedido de las autoridades católicas. Sin embargo,


las autoridades reales protegían a los judíos y moros, porque eran pecheros o tributarios, y
se trataba de poblaciones sometidas y pacificas, dedicadas a sus oficios y actividades
financieras y comerciales. En tiempos de guerra, eran los primeros obligados a participar,
con los lanzas que eran hombres jóvenes con sus armas al mando de un hidalgo, o del
cabeza de familia con sus hijos.

Por regla general las juderías estaban en las zonas marginales del arrabal, en la zona de
los prostíbulos, como sucedió en los encerramientos de Cáceres y Trujillo en 1470 y 1480.
La judería de Trujillo era muy antigua y tenía un espacio público a modo de plazuela como
la Rinconada, puerta de la judería, posiblemente en el Área del azoguejo. (Hervas: 2008:
48)

Existen referencias bastante tempranas de Trujillo con la comunidad judía de Trujillo


desde 1335, cuando el tesorero real don Samuel Levi le pidió al monarca, dos castillos para
depositar los dineros del tesoro del rey y se eligió como lugar seguro el alcázar de Trujillo,
lo cual le fue concedido. Levi le confió a Martín González la custodia de la fortaleza.

En Trujillo, todavía quedan evidencias arqueológicas y arquitectónicas de las actividades


de los judíos en la antigüedad. En la actualidad, en pleno centro de Trujillo, frente a la
Plaza Mayor, en el sótano de la casa de doña María Teresa Pérez-Zubizarreta hay una
antigua edificación de piedra correspondiente a una sinagoga de Trujillo, que tiene en la
entrada una inscripción grabada en hebreo que dice:

“ESTA ES LA PUERTA DEL SEÑOR, LOS JUSTOS ENTRARAN POR ELLA”

Todo indica que en Trujillo existieron importantes actividades de los rabinos y


dignatarios judíos, dedicados a sus actividades religiosas. En Munich se conserva una copia
de las Tasafot al tratado talmúdico, cuyo colofón manuscrito terminó de copiar Abrahán
bar Yosef Haluzo en febrero de 1360, por lo cual hay quienes suponen que en Trujillo
funcionó una academia rabínica.

En 1363, el judío don Sayas y los herederos del fallecido don Cague Cohen vendieron
una propiedad en la dehesa de Las Abiertas al monasterio de Guadalupe en un precio
inferior a los 17.500 maravedíes, más bajo que su precio de su adquisición. En 1387, el rey
Juan I otorgó a Álvaro de Ponte cinco mil maravedíes de la cabeza de pecho de la aljama
de los judíos trujillanos, lo cual indicaba que la población judía se había incrementado con
relación al año anterior. (Hervás: 2008:19)

LA MASACRE DE JUDIOS DE 1391 EN SEVILLA

Durante todo el siglo XIV existió una fuerte propaganda antijudía de parte de la iglesia
católica en Sevilla la cual provocó una serie de “pogroms” a partir del año 1391. (Pogrom:
palabra rusa que significa un ataque o disturbio. Generalmente se refiere a los ataques
violentos por las poblaciones locales contra judíos)

En Sevilla se produjo la destrucción de sus propiedades y estos huyeron hacia


Extremadura que estaba poco poblada, era una población más pacífica y estaba cerca de
la frontera de Portugal a donde se podía huir en caso de peligro. La población judía de
Trujillo se incrementó con los que huyeron de Andalucía, donde las relaciones entre judíos
y cristianos estaban bastante deterioradas. Esas persecuciones trajeron consigo
conversiones masivas de judíos, lo que provocó su disminución y un considerable aumento
de conversos y marranos, considerados como judaizantes.

EL SIGLO XV Y LA ERA DE LOS DESCUBRIMIENTOS

Durante la Edad Media el espacio geográfico conocido estaba limitado por el mar
Mediterráneo, el mar del Norte, las costas de Portugal, el norte del África y Mesopotamia,
y aunque desde los viajes de Marco Polo se sabía de las riquezas de los países orientales
desde donde procedían la seda y las especias que comercializaban los árabes y los turcos,
recién después de los descubrimientos geográficos de los portugueses, se amplió el
horizonte geográfico del mundo Europeo.

Ellos intentaron llegar a la India rodeando África como una meta que se propuso la corte
portuguesa desde la época de Enrique el Navegante. La primera conquista importante fue
Ceuta en 1415 y el oro y los esclavos llegaban a Lisboa. En 1488, Bartolomé Díaz llegó al
Cabo de las Tormentas, luego llamado de Buena Esperanza, quedando abierto el camino
hacia la tierra de las especias, viaje que realizó por primera vez Vasco de Gama. El 15 de
abril de 1498 su flota llegó a Calcuta.

El siglo XV marcó el comenzó una gran revolución en el mundo mediterráneo con los
descubrimientos de los portugueses. La apertura de las nuevas rutas comerciales con los
países del Oriente contó con los judíos y cristianos nuevos como los personajes más
activos, dedicados a las actividades financieras, empresariales, industriales y comerciales a
gran escala y a grandes distancias, pero también a nivel local en todo el mundo europeo,
extendiéndose e instalándose en los nuevos territorios descubiertos.

Los portugueses establecieron en las costas africanas un activo tráfico negrero, y el


control de sus colonias mediante el sistema de “factorías” donde se inició con mucho éxito,
el cultivo del producto industrial más importante para Europa durante muchos siglos: la
caña de azúcar. El complejo financiero, industrial- comercial del azúcar fue adoptado
después por los españoles en los territorios descubiertos en el Caribe y en América del Sur,
bajo los mismos auspiciadores financieros que tuvieron éxito con los portugueses.

La actividad minera y comercial también fue desarrollada bajo los mismos promotores en
los nuevos territorios y los personajes más protagónicos eran judíos y marranos que
formaron importantes círculos locales y vastas redes mediterráneas y transatlánticas
perfectamente organizadas. Las persecuciones de judíos en el mundo europeo marcharon
paralelas con su expansión en el resto de territorios recién descubiertos.

Los abuelos y los padres de Francisco Pizarro debieron ser testigos presenciales de esos
acontecimientos desde Trujillo, oscilantes entre las persecuciones, las conversiones masivas
y la doble vida de los “marranos”, quienes tenían que cambiar sus nombres originales por
nombres cristianos, vestirse de la misma manera que los cristianos, cortarse el pelo y asistir
a la misa los domingos.

TRUJILLO EN EL SIGLO XV

Desde el inicio del siglo XV en la iglesia católica existía una política antijudía, el
llamamiento a su conversión formaba parte del programa religioso y durante la primera
mitad del siglo se llevaron a cabo en España gran número de conversiones. El fraile
dominico Vicente Ferrer predicó para lograr la conversión de los judíos al cristianismo, y
en 1405 y 1406 se celebraron las Cortes de Castilla con una plataforma legal antijudía. A su
pedido, el 2 de Enero de 1412, el gobierno de Castilla promulgó en Valladolid el
“Ordenamiento sobre el encerramiento de los judíos”, un conjunto de 24 disposiciones
represivas.

Las cortes de Valladolid dispusieron el aislamiento de los judíos en barrios delimitados


por una cerca, obligándolos a llevar una rodela bermeja en la ropa y el corte del cabello.
No podían ejercer algunas profesiones y las mujeres estaban impedidas de casarse con
cristianos. Estaba prohibido a los artesanos y médicos judíos desarrollar sus actividades
profesionales para los cristianos. Tampoco podían usar el título honorífico de don, y tenían
restringido el trato con cristianos y marranos.

En enero de 1419 los Reyes de Castilla y el Pontífice Martín V abrogaron los últimos
decretos antijudíos restableciéndose por un tiempo la actividad económica en las
comunidades judías. Los señores feudales tenían necesidad de repoblar sus territorios con la
mano de obra judía, y también los ayuntamientos necesitaban por adelantado las rentas de
la ciudad, que tradicionalmente eran recaudadas por judíos expertos en cuentas y cobranzas
a cambio de ganar un interés, cobros que hacían con el respaldo de los regidores del
ayuntamiento.

Los judíos eran muy odiados por el común de la población porque quienes demoraban o
se rehusaban a pagar, podían ser compelidos por los recaudadores, inclusive ser
encarcelados, con el apoyo de la fuerza pública.

En 1432 la jerarquía rabínica aprobó una serie de ordenanzas y don Abraham


Benveniste convocó una asamblea de procuradores de las aljamas, mientras que, tras la
muerte de Enrique IV, doña Isabel, hermana del Rey y doña Juana, hija de Enrique IV,
conocida por “La Beltraneja” pugnaban por el poder. Dos años después, UN Hernando
Alonso Pizarro fue Regidor en Trujillo en 1434.

La política antijudía de los Reyes Católicos se incrementó, y en 1440 expidieron los


Ordenamientos para el encierro de los judíos en nuevos barrios. Por entonces, creció la
nueva judería por La Rinconada de Trujillo, donde vivían los más ricos y los mesones
estaban situados por la calle Nueva y la calle Tiendas donde se encontraba la sinagoga.

Los judíos proliferaban por toda España y ese año en la plaza mayor de Plasencia, vivía
Yuda Caces, tundidor, hijo de Pedro González. Ese mismo año, nació en Segovia Pedrarias
Dávila, de una conocida familia de ascendencia judío-conversa, quien después llegó a ser
el gobernador de Panamá y vivía rodeado por una corte de conversos.

La clase dominante en Trujillo era la de los hidalgos que vivían en la Villa y


desempeñaban los principales cargos como Regidores de la ciudad. Si se tiene en cuenta
que el joven hidalgo de Trujillo Gonzalo Pizarro habría sido muy joven cuando conoció a la
joven plebeya Francisca González, estos habrían nacido por la década de 1440, poco más o
poco menos, en un medio social de tensiones, conflictos, persecuciones y confiscaciones a
los judíos, entre las dudas que existían en torno a la verdadera fe religiosa de los antiguos
“marranos”.

Para los cristianos, se trataba de judíos disfrazados, y para la comunidad judía eran
oportunistas que habían cambiado de religión para gozar de los privilegios de los cristianos.
Los marranos, educados y criados bajo las tradiciones y creencias de “las leyes de
Moisés”, tenían que adaptarse a las costumbres y la fe cristiana, aunque muchos no habían
asimilado la nueva religión, pues en sus prácticas religiosas seguían las tradiciones
aprendidas de sus padres y abuelos.

Bajo sus nuevos nombres cristianos impuestos por sus padrinos o por los sacerdotes que
los bautizaron, el rumor público acusaba a los conversos de ser falsos cristianos, y a otros
de ser judaizantes. Los marranos acomodados, eran los recaudadores de impuestos,
comerciantes, y los más modestos se desempeñaban en los oficios de boticarios, pequeños
mercaderes y en los denominados oficios viles, manuales y artesanales, al igual que algunos
moros. Estos últimos eran más bien agricultores.

En la Corte Real, los principales consejeros, eran reputados de pertenecer a familias de


conversos desde muy antiguo, al igual que los contadores, tesorero secretarios y
funcionarios reales. Las grandes casas comerciales de Florencia, Génova y Venecia en
Italia, y los banqueros de Flandes, Alemania y del resto de Europa, formaban parte de las
redes económicas de los banqueros y prestamistas que tenían sus extensiones en Lisboa,
primero, y en Sevilla después.

EL ESTABLECIMIENTO DE LOS REYES CATOLICOS 1470-74

El matrimonio de los Reyes Católicos unificó por primera vez las Coronas de Castilla y
Aragón dando lugar a la monarquía hispana, pero la unión de los reinos no condujo a la
integración política de sus instituciones, pues cada reino mantuvo sus privilegios bajo los
señoríos tradicionales. El plan de los Reyes Católicos era la unificación peninsular
mediante los matrimonios de sus hijos con príncipes portugueses, pero todos fracasaron por
el fallecimiento de alguno de los consortes.

Desde que los Reyes Católicos accedieron al trono se encontraron con súbditos de las
tres religiones: cristianos, la inmensa mayoría; musulmanes y judíos. Cada grupo se regía
por sus propias leyes y pagaba impuestos distintos pero, todos eran súbditos de los
soberanos y, por lo tanto, tenían derecho de protección. Sin embargo, a pesar de la
protección real, los judíos estaban sometidos a discriminaciones por no profesar el credo
religioso de la mayoría de la población.

Tan pronto como se instalaron en el trono, los Reyes Católicos se dedicaron a fortalecer
el poder monárquico, recortando los privilegios de la nobleza. Incorporaron a la Corona los
maestrazgos de las órdenes militares, centralizaron la administración en torno al Consejo
Real, redujeron los poderes de las Cortes, nombraron corregidores para controlar los
municipios, reforzaron mecanismos de control como la administración de justicia y el
ejército.

Con motivo de la sublevación del Marqués de Villena en el año 1475 las tropas que
mandaron los Reyes Católicos para acabar con la sublevación, cometieron atropellos contra
los derechos de los judíos. Salomón Romí como representante de la comunidad de Trujillo
reclamó ante la Corona porque los obligaban a hacer guardia en los muros de la ciudad y a
limpiar los establos. La reina reconoció las demandas de Salomón Romí, y puso a la
comunidad judía de Trujillo bajo su protección.

Desde Cáceres envió una orden al Cabildo Trujillano prohibiendo los abusos,
recordándoles que “los judíos de esta aljama están en mi guarda e seguro o so mi amparo e
defendimiento real”. En Trujillo, la comunidad judía estaba dividida y los Reyes Católicos
le escribieron desde Tordecillas el 9 de Marzo de 1476 al corregidor, porque el vecino judío
de Trujillo Mayor Barchillón y sus hijos, apoyaban al bando de doña Juana y al rey de
Portugal, siendo por eso confiscadas sus propiedades.

Por ese año era alcalde y juez de los judíos de Trujillo don Diego Pizarro, al cual por
carta fechada en Valladolid el 25 de Mayo los monarcas lo retiraron de su puesto, como
consecuencia de los abusos que cometía contra los judíos. Dichos abusos fueron de
conocimiento de los reyes por los dos componentes de la comunidad judía de Trujillo: Rabí
Yuçe y Rabí Mose.

Los Reyes estaban convencidos de que la presencia de los judíos practicando libremente
su religión era peligrosa para la unidad de fe que estaban empeñados en conseguir. Durante
los viajes que realizaron entre 1477 y 1478 a Extremadura y Andalucía se encontraron en
Sevilla con muchos conversos que judaizaban abiertamente. A petición de los reyes, el
arzobispo de Sevilla y el clero emprendieron una labor de predicación para convencer a los
conversos y procurar que renuncien a los ritos judaicos, la cual no tuvo efecto.

Hacia 1477 Francisca González pudo haber tenido entre 16 a 18 años y era criada del
Convento de las Franciscanas de la Puerta de Coria, donde atendía a la señora Beatriz
Pizarro de Hinojosa, hermana de Hernando Alonso Pizarro.

El acontecimiento más importante que se produjo en Trujillo el 24 de junio de 1477


consistió en que los moros que controlaban Trujillo se rindieron entregando el castillo ante
las fuerzas de los Reyes Católicos. Según el historiador José Antonio Del Busto, este año
habría sido concebido Francisco Pizarro fruto de los amoríos del joven hidalgo Gonzalo
Pizarro y la criada Francisca González de la familia de Los Roperos

LOS PADRES DE FRANCISCO PIZARRO SEGUN JAMES LOCKHART


Según el historiador norteamericano James Lockhart, los antiguos Pizarro de Trujillo
fueron hidalgos de segundo orden, y el padre de Francisco Pizarro debió ser un hidalgo
pobre, por ser hidalgo reciente. En 1477 debió ser muy joven y residía en la Plaza de
Trujillo. En la segunda mitad del siglo XVI el capitán Gonzalo recién alcanzó por las
armas una posición que le permitió el nombramiento real de su hijo Hernando a una
capitanía siendo muy joven.

“Esta rama de los Pizarro podía definitivamente pretender una situación de hidalguía: era
más notable por su tendencia ascendiente y por caudillaje militar del capitán Gonzalo que
por una nobleza resplandeciente, riqueza o grandes dominios”

Su hijo Hernando Pizarro habría nacido en la casa de su padre en la Plaza de Trujillo,


veinte años después que Francisco, cuyo paradero no se conoce durante todo el tiempo de
su infancia y juventud.

La madre de Pizarro fue Francisca González. Según Porras y Lockhart, fue hija de
humildes labriegos, que pueden ser considerados campesinos. Pero, considerar a la familia
materna de Pizarro como labriegos y campesinos, puede ser un error, si se tiene en cuenta
que los testigos que declararon en 1529 indicaron también que la madre de Pizarro
pertenecía a la familia de “Los Roperos”.

De ser cierto, habrá que tener presente que los roperos eran los miembros de un
importante gremio de mercaderes y comerciantes en ropa hecha. Existen referencias de los
litigios que se produjeron en otras regiones de España entre el gremio de Los Roperos y el
gremio de los Sastres, cada uno de los cuales se regían por ordenanzas y normativas reales
que les reconocían sus fueros y obligaciones desde el siglo XII, los que les daban el
derecho de exclusividad en sus oficios.

Los roperos reclamaban porque los sastres también vendían los vestidos que
confeccionaban, lo cual les estaba prohibido, por eso, los jueces les daban la razón a los
primeros. Los roperos estaban generalmente instalados en las tiendas y comercios alrededor
de la Plaza y vivían en los barrios pobres del arrabal, más allá de la Plaza Mayor. Los
roperos, sastres, zapateros, etc. en España, normalmente eran oficios bajos desempeñados
por judíos conversos y marranos.

Según Lockhart, el nombre del conquistador Francisco Pizarro debió ser escogido por la
madre. Francisco no aparece en el linaje de los Pizarro y habría pasado la mayoría de sus
años de formación con sus parientes maternos. Ello explica en gran parte el gusto por la
cultura plebeya que tuvo toda su vida. Todos los autores han resaltado que Pizarro jugaba a
los bolos y a las cartas con la gente llana y que cuando ganaba, cobraba, pero cuando
perdía, no pagaba. No tenía aficiones nobles como montar a caballo ni la cetrería, y
durante los combates prefería ir con los hombres de a pie.

En un determinado momento Francisca González dejó Trujillo, pues Francisco Martín de


Alcántara, el hermano uterino de Francisco, nació en Castilleja del Campo cerca de
Sevilla. En todo caso Porras indica que vivieron una parte de su vida en la zona de
Sanlúcar de Alpechín, aunque existe un testimonio que dice que Pizarro vivió en Trujillo
por lo menos hasta que tuvo catorce o quince anos. De una o de otra manera mantenía el
contacto con sus parientes maternos y cuando regresó a España en 1529 para reclutar gente
para la conquista del Perú, buscó a su medio hermano Francisco Martín y lo llevó al Perú
donde fue su brazo derecho y en el tutor de sus hijos.

CONCLUSION

No sabíamos cómo habría influido en Francisco Pizarro la realidad histórico-social de su


tiempo, sobre todo porque, al haber migrado hacia las Indias en 1502 cuando tenía unos 24
años parecía que su personalidad y carácter se habría formado definitivamente en el nuevo
mundo, alejado de la realidad Extremeña. Desarraigado pero próspero, regresó a España en
1529 y después de veintinueve años de ausencia. Probablemente, en España se habían
olvidado de él, comenzando por su padre, quien había fallecido siete años antes en 1522, y
no lo mencionó en su testamento, pero si a sus demás hijos, legítimos y naturales.

Pero Francisco no se había olvidado de Trujillo, ni de sus parientes. El testamento de


Francisco Pizarro hecho en 1537, expresa que era un hombre de la fe cristiana, aunque está
claro que fue redactado por sus consejeros e íntimos, probablemente por el Obispo electo
de Quito o por el padre Francisco Valverde. Pero hay una contradicción real y concreta.

En la tapa del osario de plomo de Pizarro descubierto en la Catedral de Lima en 1977,


que estaba oculto detrás de una pared en el nicho central de la cripta mayor, hay un diseño
grabado en bajo relieve, idéntico a los que aparecen grabados en los osarios judíos que se
conservan en el Museo de Jerusalén. ¿Acaso el que mandó grabar dicho diseño en el siglo
XVI sabía algo más que los demás no debían saber?

Todo indica que en Trujillo vivía una importante comunidad judía en tiempos de los
abuelos y de los padres de Francisco Pizarro. Más adelante veremos el ambiente en el cual
vivió Pizarro en Trujillo durante su infancia y juventud y si hay motivos para suponer que
tuvo alguna vinculación con los judíos, conversos y “marranos” de su tiempo.

En los próximos artículos se tratara sobre este tema.

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