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Tal como lo afirma Martín y Labrador (2001) “la evaluación como proceso de mejora …
busca explicaciones de los fenómenos institucionales y genera conocimientos nuevos sobre la
realidad para incidir sobre ella y mejorarla, a través de los procesos evaluativos, asimismo”.
Castillo & Cabrerizo (2010), presenta una ventana de percepciones de lo que significó la
evaluación educativa durante los años 1887-2008, las acepciones siguen teniendo vigencia
para el colectivo docente y desde sus creencias la evaluación es controlar, medir, interpretar,
emitir juicios de valor hasta tomar decisiones que mejoren la calidad de la educación desde un
paradigma cuantitativo; por consiguiente la propuesta de pasar de una evaluación cuantitativa a
una evaluación formativa positiva no es posible, en esta práctica tiene que ver las
contradicciones del MINED que en teoría propicia la mejora de la práctica docente aportando
las bases teóricas y explicando el proceso desde cada función de la evaluación, pero en la
práctica prevalece el enfoque cuantitativo cuya valoración del sistema educativo se basa en los
instrumentos estandarizados y el registro de calificaciones para la promoción y certificación.
Algunos de los factores incidentes para realizar cambios en el tipo de evaluación que
realizan, como por ejemplo el rechazo de una evaluación más contextualizada e individualizada
al estudiante, pese a ser reconocida como característica indispensable para favorecer la
enseñanza, dicha falta de incentivo se fundamenta en lo siguiente; es considerada como una
carga de trabajo extra, se percibe una mayor asignación de tareas académicas por asignatura y
a eso se suma la cantidad de estudiantes en cada sección de clase, implementar un modelo de
evaluación con estas características implica reorganización de los horarios de la planta docente
y con la necesidad de organizar la formación de evaluación formativa simultáneamente a la
planificación de las evaluaciones por cada trimestre.
Asimismo, aseguran que se debe tener en cuenta los aspectos socioemocionales para
mantener la motivación del aprendizaje, dentro de la dinámica de las actividades en el aula, los
profesores aseguran realizar el abordaje a las problemáticas relacionadas a aspectos ser
aprendiente en su parte emocional, a fin de colaborar en positivo a situaciones que le afecten
en el aprendizaje y principalmente en su condición sociable. A lo anterior se añade que los
facilitadores del aprendizaje deben cumplir con un rol humano que transmita sentimientos
agradables al aprendiente y vele por su bienestar social.