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El signo lingüístico

El signo lingüístico. El signo lingüístico es la unión de un


significado y un significante. Ambos componentes tienen un carácter
inmaterial. La relación entre significante y significado es indisoluble, son
realidades mutuamente dependientes, pero independientes del objeto
evocado, de la realidad.
El significante es, en la lengua, la expresión del signo (la expresión
que utiliza el hablante cuando transmite el concepto al que lo tiene
asociado) que está constituida por una sucesión de elementos fónicos
sucesivos: m-e-s-a. En este ejemplo el significante es “mesa”, que está
configurado por cuatro sonidos (fonemas).
El significado es el concepto, la idea, el contenido del signo. Es la
imagen mental que se tiene del objeto, pero no los objetos o cosas concretas
de la realidad. Así, el significado de ‘árbol’ no es el árbol concreto que vemos
en el patio o en el parque, sino la imagen o representación mental que los
individuos tienen archivada en su memoria de los árboles.
Observamos en la naturaleza del signo lingüístico las siguientes
propiedades, como ya comentamos en clase.

El signo lingüístico es lineal. La naturaleza lineal del signo lingüístico


está relacionada con su carácter auditivo: se desarrolla en la línea del tiempo
de forma encadenada y sucesiva. Los signos se desarrollan en la línea del
tiempo puesto que dos unidades nunca pueden estar juntas, a la vez, en el
mismo punto del enunciado, es decir, los significantes no pueden aparecer de
manera simultánea en la cadena hablada. De ahí, el carácter lineal del signo
en el espacio (registro escrito). Los signos se representan obligatoriamente
unos tras otros, formando la cadena hablada.
Ej.: El hombre caminaba tranquilo.

El signo lingüístico es arbitrario. (Vid. supra.) En general, lo


arbitrario caracteriza la relación entre significante y significado. El
significante que se elige para un significado determinado se hace de una
manera arbitraria por los usuarios de una lengua. Así, mesa y table son los
significantes en español y en francés, respectivamente, de un mismo
significado. Otro ejemplo que corrobora la arbitrariedad de la unión del
significante con el significado es el que sigue: perro (esp.), dog (ing.) y chien
(fr.).

El signo lingüístico es inmutable. El signo, sincrónicamente, es


inmutable. La comunidad lingüística tiene a su disposición un conjunto
amplio de signos lingüísticos entre los cuales puede elegir los que necesita
para emitir su mensaje, pero los usuarios no pueden modificar
conscientemente y a su libre albedrío los signos lingüísticos con el fin de
que la comunicación sea posible, respetando los convenios adoptados. Si
cada usuario creara y modificara a su antojo los signos lingüísticos, la
comunicación sería imposible.

El signo lingüístico es mutable. Diacrónicamente, el signo cambia.


Con el paso del tiempo la lengua cambia, y sus unidades se van alterando de
manera paulatina, aunque sincrónicamente los individuos no tengan
conciencia de ello. El cambio puede afectar tanto el significante como el
significado. Por eso el signo es mutable. Ejemplos de mutabilidad son los
siguientes:
a) latín: nocte(m) > italiano: notte, francés: nuit, catalán: nit,
español: noche.
b) latín: focus > italiano: fuoco, francés: feu, catalán: foc,
español: fuego.

c) significante y significado: lat. delicatus ‘delicioso’ > esp.


delgado.
d) significante y significado: lat. Denario ‘moneda de plata
romana’ > esp. dinero, con un significado más general; ya no es
solamente una moneda determinada.

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