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L A C AMPAÑA AL D ESI ERT O

s egú n su s p ro t ago nis t as

HISTORIA VISUAL La Campaña del Desierto según sus protagonistas MUSEO ROCA 1
HISTORIA VISUAL La Campaña del Desierto según sus protagonistas MUSEO ROCA 2
C R É D I T O S

Directora del Museo Roca


María Inés Rodríguez Aguilar

Subdirector del Museo


Jorge Carro

Proyecto e investigación iconográfica


Marcela F. Garrido

Textos
Susana Rato de Sambuccetti

Cuidado de la edición
Mario A. Cooke
Coordinación técnica
Sofía Ehrenhaus
Administración del sitio web del Museo
Juan M. Corbetta y Andrea F. Savall

Producción y diseño gráfico


MFG Editores
mfgeditores@fibertel.com.ar

Para la reproducción y uso de textos e imágenes se debe citar la fuente: Susana Rato de Sambuccetti y Marcela F. Garrido:
La Campaña del Desierto según sus protagonistas. Museo Roca, Buenos Aires, 2010.

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C O N T E N I D O

6
I NT R O D U C C IÓ N

11
E L P LA N D E L A C A MP A ÑA D E 187 8

El factor económico
El plan de la campaña
Desarrollo de la campaña en 1878

26
L A C U E S T IÓ N D E L A FR O NT E RA

La ocupación de la frontera
El reclutamiento de la tropa
El problema chileno

31
E L P AS E O M IL I T AR HAC I A EL R I O NE GR O D E 18 79

El general Roca y los jefes de campaña

43
L OS I ND I G E NA S

48
E L A PO R T E R E L I G IO SO Y C I E NT I F I CO

52
P A LA B RA S F I NAL E S

Tapa y portadilla: Julio A. Roca y el Estado Mayor en Rincón Grande. Hebilla con el Escudo Nacional del cinturón del uniforme
Fotografía
HISTORIA de
A. Pozzo. La
VISUAL y detalle.
Campaña 1879. Archivo General
del Desierto deprotagonistas
según sus la Nación. del general MUSEO
Julio A. Roca.
ROCA 4 c. 1880. Colección particular.
La Revista del Río Negro, 1879. Óleo de Juan Manuel
Blanes. 1892. Museo Histórico Nacional.

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I N T R O D U C C I O N

Llamamos así a este trabajo porque decidimos acudir para


realizarlo a la voz de quienes fueron parte de dicha
campaña, los jefes y oficiales (y algún cacique) que aparte
de las comunicaciones oficiales, escribían al Ministro de la
Guerra, en busca quizá de su aprobación, o simplemente
para relatar más extensamente los hechos o plantear la
problemática de la frontera en esos momentos. Esas voces
pudimos rescatarlas a través del Archivo del General Julio A.
Presidente Nicolás Avellaneda,
Roca, y constituyen, creemos, una fuente de primer nivel Óleo anónimo. 1892.

para evaluar esa acción, fundamental para la posesión


argentina de su territorio austral, tan discutida y vapuleada
por la historiografía.
Con el fallecimiento de Adolfo Alsina, ministro de Guerra
del presidente Nicolás Avellaneda en diciembre de 1877, se
elevará al puesto vacante al general Roca. Aunque la
política de Alsina había sido en principio la extensión del
telégrafo, la construcción de zanjas y la creación de fuertes
y pueblos para atraer al indígena a la civilización, frente a
los grandes y destructivos malones, había ordenado El regreso de la cautiva Óleo
acciones punitivas que Roca continuó en 1878. Fue de J.M. Rugendas. 1845.
Colección particular.
importante contar con fuertes en puntos estratégicos como
Carhué, Puan, Guaminí, Trenque Lauquen e Italó, además de
telégrafos, edificios de material, la doble línea de fortines y
otras mejoras.
Pluma utilizada por Avellaneda
durante su presidencia.
Colección particular.

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Pese a lo que generalmente se cree, Roca no actuó
contra Alsina, sino a partir de lo hecho por él. Tampoco
los jefes amigos de Alsina, no estaban contra su
sucesor, los jefes y oficiales se sentían satisfechos de
que un hombre salido de sus filas manejase la política
de fronteras, y consideraban como Antonio Donovan que
El malón. Óleo de C. Lantier.
él “era el único que habría de seguir la política del pobre 1931. Museo López Claro,
Azul, Buenos Aires.
Alsina y todos los amigos de éste debían ayudarlo”.

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Roca en un mensaje sobre las operaciones dirá: “El
avance de la frontera efectuado por mi ilustre antecesor
fue un gran paso dado no sólo en el sentido de la
conquista del territorio, sino también en el de quebrar el
espíritu del indio, que se creía invulnerable en sus
guaridas del desierto. Las operaciones agresivas sobre los
toldos, facilitadas por ese avance, las he continuado yo
con igual buen éxito en todos los casos”.
Estas palabras demuestran que el general Julio Argentino
Roca se reconoce continuador de las campañas agresivas Adolfo Alsina,. Ministro de
Guerra de Avellaneda c.1870.
sobre los indios, iniciadas por Alsina. Roca con su presencia Archivo de la Nación..

y prestigio, pudo cohesionar un ejército con diversos


conflictos internos, lo que parecía darle la razón a Sarmiento
que aseguraba a Roca: “Nuestro ejército contiene material
para cien revoluciones”.

Libreta de apuntes de
Roca. c.1877. Museo Roca

Trabajando en la Zanja de Alsina.


Dibujo de F. Fortuny. c. 1877.
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E L P L A N D E C A M P A Ñ A D E 1 8 7 8

E l f a c t o r e c o n ó m i c o

El plan de Roca planteaba la financiación cn la venta de las


tierras conquistadas, mediante la adquisición de acciones
Imágenes anteriores:
que daban derecho a la adjudicación de áreas de cuatro Comandancia de Carhué y Roca
con algunos jefes del Estado
leguas, a cuatrocientos pesos fuertes la legua, pagaderas Mayor. Fotografía Antonio Pozzo.
1878. Museo Roca
por trimestres, con un tope de no más de tres áreas por
persona. El plan fue convertido en ley el 3 de octubre de
1878. Disponía la ejecución de la ley de fronteras de 1877 y el
8 de octubre del
año siguiente se
formó el territorio
nacional de la
Patagonia, como
paso previo a la ley
Exterior e interior de la estación
del 10 de octubre telegráfica en el Fortín de la 1°
división sobre la margen
de 1884 que crearía izquierda del Neuquén. c.
1878. Archivo de la Nación.
los territorios
nacionales de La
Pampa, Neuquén,
Río Negro, Chubut,
Santa Cruz, Tierra
del Fuego,
Coronel Julio A. Roca. c.1877.
Misiones, Formosa Archivo General de la Nación.
y Chaco.

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E l p l a n d e c a m p a ñ a

Roca se había inspirado en diversos antecedentes, algunos


coloniales como el de Francisco Millau y Maravall o el de
Indiano y Gastelú, que el propio hijo de Indiano enviara a
Roca. También conoció el plan Cevallos y su “entrada
general en la vasta extensión adonde se retiran y tienen su
madriguera esos bárbaros”, el rivadaviano, que consideraba
que sólo el poder de la fuerza podía “imponer a estas hordas
y obligarlas a respetar nuestra propiedad y nuestros
derechos” como consigna el decreto de 27 de agosto de
1826, y el de Manuel Dorrego. Este último al establecer la
India patagona de Santa
nueva frontera y llegar a Bahía Blanca, fundó el fuerte Cruz y cacique Juncha
Dibujos de José A. Pozo.
“Protectora Argentina”, y pudo exclamar en la Legislatura c.1790. Colección particular.

provincial: que los bárbaros con los cuales trataba de


conciliar y mantener la paz, “no cometerán impunemente
más depredaciones”. También estuvo al tanto de la
expedición de 1833, adelantada a López en carta del 17 de
agosto de 1831, al decir: “El único remedio es juntarnos
después de la guerra y acordar una expedición para acabar
con todos los indios”. De esa expedición, comandada por
Juan Manuel de Rosas pudo consultar los diarios y croquis de
Descalzi, enviados en copia a Manuel Guido y que su hijo
Carlos Guido y Spano le acercara.

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Desa rroll o de la campaña de 1878

Fue realizada en dos etapas, la primera, en 1878, fue la


Pagina 13: La Expedición al
batida general del territorio y la segunda la marcha sobre un Desierto de 1833. De
izquierda a derecha el
terreno libre casi de indígenas. general Pacheco, Rosas y
Corvalán. Litografía anónima.
En enero de 1878, según órdenes impartidas por Alsina antes Francia. 1843.
de su muerte, se avanzó sobre Namuncurá, en acción
realizada por las divisiones de Puán, Carhué y Guaminí, a las
órdenes del general Nicolás Levalle. Eso produjo una
completa desmoralización entre los indios, que pidieron la
paz y abandonaron sus desmedidas solicitudes. La
mediación con Namuncurá va a ser llevada por
Antonio Donovan, que cree y así lo escribe a Roca el
2 de julio, que se han de rendir porque hoy pasan
las mayores miserias. Pero Namuncurá se enoja
con él y Lorenzo Wintter seguirá las tratativas.
Namuncurá escribe a Wintter, que él no había
faltado a su palabra, porque no hubo malón sino
Escritorio de campaña de
ataques de diez o quince gauchos, lo que es Roca. Colección particular.
imposible impedir. Y considera traición la marcha
de Levalle y de Donovan que prendió a los indios
Cacique Manuel Namuncurá con
cuando iban a las “boleadas”, añadiendo “no uniforme de coronel y el sable
que le regaló E. S. Zeballos.
importándole morir, porque se nace para morir y 1890. Archivo de la Nación.
no para quedar para semilla”. Dice haber recibido
carta de Roca tratándole de compadre, lo que
significa respeto.

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Animado por ello sin duda, en carta a Wintter solicita le
envíen ropa de vestir, y arrobas de azúcar, yerba,
arroz, fariña, tabaco negro y dos damajuanas de
bebidas y remedios para curar enfermedades:
“dos frascos de pronto alivio y una docena de
Palianoi”. Roca por telégrafo insiste en que la
base de las negociaciones era que Namuncurá
fuera con todos sus indios a vivir a un punto
de la frontera, ya sea Carhué, Puan o el que él
designase, donde se le darán tierras para él y
su tribu, reconociéndole a él un grado militar y su
sueldo, así como para sus principales capitanejos,
Coronel Lorenzo Wintter.
además de elementos para sembrar y subsistencia para las C.1880. Archivo
familias; pero pocos regalos “hasta que comiencen a dar General de la Nación.

pruebas evidentes de amistad y sometimiento a las


autoridades de la República”.

Ranchos de familias en el
cuartel del Regimiento 3 de
caballería, en Ñorquin.
Fotografía de Encina y
Moreno. 1883. Museo Roca.

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Existe en el Archivo Roca una última carta de Namuncurá al
ministro de la guerra desde Trunsqué de Salinas Grandes del
19 de agosto, en la que dice ser amigo suyo como lo fue de
Alsina, y si entró en guerra con éste fue, porque, a pesar de
que se había fijado la frontera entre el Sauce y el Tordillo, se
le tomaron campos en Carhué, Guaminí, Trenque Lauquén y
Puán, por los que había solicitado una suma a discreción del
gobierno. Trata a Roca de estimado compadre pero le
solicita “un racionamiento de cuatro mil animales trimestral
y una cantidad de las cosas de vestir y vicios que se estime
conveniente para todos los Caciques y familias de mi tribu”.
Prometen que vendrá una comisión a Fuerte Argentino para
firmar un tratado, cuyas huellas se nos pierden en adelante.
Manuel Namuncurá y su
familia luego de su entrega
voluntaria. 1884. Archivo
General de la Nación.

Manuel Namuncurá y sus


hijos. A su derecha se
encuentra Ceferino. c.1900.
Archivo de la Nación.

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El gran cacique Namuncurá no se daba cuenta que sus días
de gloria ya habían pasado. Poco después se iniciaría la
batida general del territorio, el comandante Teodoro García
partió de Puan y llamó la atención de la indiada, ocultando la
salida de los comandantes Ramón Freyre y Wintter que, con
partidas divididas, consiguieron tomar capitanejos, indios de
lanza y numerosa hacienda y caballada.

Vista general del cuartel


de Puán. Fotografía de
Antonio Pozzo. 1879.
Museo Roca.

Los toldos se trasladan y se hallan los restos de comestibles


y bastimentos que según los cautivos se habían adquirido
con pasaporte del ranquel Epumer, en un fuerte llamado Las
Pulgas (sur de Córdoba o San Luis).

Coraceros en el cuartel
de Puán. Fotografía de
Antonio Pozzo. 1879.
Museo Roca.

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HISTORIA VISUAL La Campaña del Desierto según sus protagonistas MUSEO ROCA 19
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En Cuyo están Eduardo Racedo y Rudecindo Roca quienes
reclamaban a Epumer la devolución de quinientos animales Pagina 19: Plaza y comandancia
de Puán. De izquierda a
sacados de la estancia de Olmos. derecha: cacique M. Pichihuincá,
los padres M. Espinosa y S.
Los indios están enterados de los nuevos planes sobre la Costamagna, coronel T. García,
general J.A. Roca, y los
frontera porque éstos se discutían hasta en los boliches de coroneles M.J. Olascoaga, C.E.
Villegas, L. Wintter, E. Pico y t.
Villa Mercedes y Río Cuarto. Los jefes militares citados coronel D. Ceni. 29 de abril de
1879. Fotografía de A. Pozzo.
planean caer sobre los ranqueles que venían a recibir las Archivo General de la Nación.
raciones; Se tomarían estos indios hasta que entregaran los
animales robados de la estancia de Olmos. Rudecindo
propuso esa acción a su hermano el 3 de octubre y le dijo
que si no conseguían el triunfo, podía destituirlo por haber
incumplido órdenes y “otro jefe de mejor estrella podrá
realizar lo que ahora nos proponemos”.
Estas expediciones fueron las más llamativas, se capturaron
numerosos capitanejos e indiada de lanza, se rescataron
Cacique Villamain. Fotografía
cautivas, y finalmente se pudo lograr la captura de Epumer de Encina y Moreno. 1883.
Museo Roca.
con 300 indios de lanza, según cuenta Racedo a Roca.

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Pero Baigorrita y su tribu han huido y Racedo cree que sería
necesario perseguirlos hasta sus mismas guaridas; en carta
del 17 de octubre, es muy categórico en sus opiniones:
“Así tendrían que huir o rendirse. No les quedará oro camino
y cualquiera de los dos /sic:que/ tomen, importará un
triunfo, porque quedarán las pampas desembarazadas de
ese ser devastador de nuestra campaña y Ud. entonces
habrá cumplido con la primera parte de su vasto plan de
fronteras, quedando tan sólo la marcha triunfal hasta las
costas del Río Negro”. Caciques Juan José y
Marcelino Catriel. Museo
Wintter por su parte recorre el río Colorado, internándose en Histórico Nacional.

regiones no exploradas desde hace cuarenta años. Con esta Cacique Cipriano
Catriel, 1874.. Archivo
recorrida en noviembre, cree que las tribus de Catriel General de la Nación.
emprenderán su retirada hacia el oeste.

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Cacique Pincén de pie,
sentado y con su familia.
Fotografías A. Pozzo. c.
1880. Archivo de la Nación

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Las operaciones concluirán con el regreso de Conrado
Villegas a Trenque Lauquen, trayendo prisionero al cacique
más temido de las pampas, el cacique Pincén. Para
completar estas acciones Roca planeó un nuevo movimiento
de pinzas sobre Namuncurá, que, luego de sufrir grandes
pérdidas, huirá hacia el río Negro y los contrafuertes
cordilleranos. Levalle cree
que Namuncurá “no
volverá a los campos que
ha abandonado, porque
se ha marchado casi sin
elementos de movilidad y
si intentara regresar es
muy posible que fuera
muerto por los indios que
no han querido seguirles,
a los que ha robado sus
haciendas y caballos”.
Avellaneda en su mensaje La vuelta del malón. Óleo de
Ángel Della Valle. 1892.
a las Cámaras detalla los resultados de las expediciones: Museo Nacional de Bella Artes.
cuatro caciques presos Epumer Rosas, Pincén, Catriel, Cayul;
mil doscientos cincuenta muertos, novecientos setenta y seis
indios de pelea presos, dos mil cuatrocientos veintiuno de
chusma. Entre los presentados: mil ciento cuarenta y nueve
de pelea, dos mil doscientos nueve de chusma y trescientas
cautivas rescatadas.

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Alojamiento del coronel N. Levalle en Carhué. Fotografía de
Antonio Pozzo. 1879. Museo Roca.

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LA CU EST IÓN DE L A FRONT ERA
La ocupación de la F rontera

Roca era enemigo del sistema de proveeduría, por deficiente


y oneroso. Jefes y oficiales se quejaban de los proveedores.
Villegas acota que la carne entregada no se podía comer y el
hambre de la tropa ha sido motivo de deserción.
Sobre Roca inciden las apetencias de quienes quieren hacer
buenos negocios, sobre todo en la provisión de caballada, en
Pelea entre indios y
la que le va éxito de la operación, y expresa que deberá “ser guardias nacionales. Óleo
de Agustín Augero. 1865.
muy prolijo y exigente con su compra y no se prestará a Museo Histórico Nacional.
grandes ganancias”.

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El reclutamiento de la tropa

Alsina había dispuesto el licenciamiento de la Guardia


Nacional y que el servicio de la frontera se realizara con el
ejército de línea, y los indios auxiliares sometidos. La ley del
21 de septiembre de 1872, disponía la integración del ejército
con el sistema del voluntariado, por contrato, los destinados
por sus desórdenes de conducta y los contingentes de las
provincias, proporcionalmente al censo y a las plazas a
llenar, para lo cual se dispuso un enrolamiento de
ciudadanos de 18 a 45 años de edad. En 1878 se había
dispuesto aumentar los contingentes llegándose a la cifra de Guardia Nacional en la
ii
Plaza de la Victoria.
214.000 hombres. Los ciudadanos eran puestos a disposición Acuarela de J.L. Pallière.
Museo de Arte de Tigre.
del ministro de Guerra y quedaban enrolados por dos años.

Invasión de los indios.


Dibujo anónimo Archivo
General de la Nación.

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Pero el reclutamiento se hacía difícil, como informa el
Inspector de Milicias de Córdoba, quien alertaba a Roca,
sobre las dificultades del enrolamiento, con el siguiente
ejemplo: de trescientos enganchados por ley podrá enviar
tres, ante las maniobras empleadas, como por ejemplo,
protestar ante el Juez de Paz por inconstitucionalidad de la
medida o afirmar por testigos que estaba fuera del país en
el momento del enrolamiento, o hacerse declarar inútil
para la milicia. Terminaba diciendo que por esos tres
soldados destinados, él tendrá que sostener doscientos
noventa y siete pleitos por daños y perjuicios, e igual
número de enemigos personales, que se burlarán de la
autoridad provincial. Lo mismo sucedía en otras
provincias, pero en algunas, como Mendoza, según Rufino
Ortega, por una modesta paga podían encontrarse
voluntarios, que a veces se enganchaban sólo por la ropa,
marchando aún con sus propios caballos.

Policía de un Juzgado de Paz


en 1860. Dibujo anónimo.

La alameda de la ciudad de
Mendoza plantada por San
Martín. Albúmina de Christiano
Junior. 1880. Colección
particular.

Coronel Rufino O. Molina.


Fotografía anónima.
Archivol de la Nación.

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El p roblema chileno

Muchos corresponsales de Roca en la zona de Cuyo, advierten


sobre autoridades, pobladores e indígenas chilenos. Desde
Mendoza, Rufino Ortega alerta sobre la existencia de
una población chilena aquende los Andes, de ochenta
y nueve soldados denominados Pacos y otros
trescientos chilenos más, armados. Esa población,
dice: se “llama Malbarco y queda a medio día de
camino de donde pasé” y tiene un sub-delegado a las
órdenes del general Bulnes de Chile. También Eufemio
Godoy alerta sobre estos chilenos y el robo de ganado,
con lo que se establecen enormes crianzas, que en la época Coronel E. Godoy. Detalle.
propicia pasaban al lado occidental, custodiados por unos Archivo General de la Nación.

cuatrocientos soldados. En esos años se había planteado una


situación favorable al avance hacia el sur, por cuanto Chile
se había embarcado en la Guerra del Pacífico.
Quizá tarde se dieron cuenta del problema y el propio Godoy
advierte: que ellos “saben también que esta empresa de
ocupación es para ellos un golpe de muerte y la tratarán de
abortar por todos los medios”.

Plaza de Armas de Santiago de


Chile. Óleo de E. Charton de
Treville. 1850. Museo de Bellas
Artes de Chile.

Oficina de Peña Chica.


Iquique, Chile. Fotografía
de L. Bourdat y cía. 1889.

HISTORIA VISUAL La Campaña del Desierto según sus protagonistas MUSEO ROCA 29
A pesar que el cacique Purrán, señor de Malbarco clamara
por más ayuda chilena, el grueso de las topas, estaba en
guerra con la confederación Peruano-Boliviana.
Muchas veces se ha destacado el hecho de que en Chile se
considerara a los indígenas en forma muy diversa a la nuestra,
pero convengamos que ellos contribuían a la riqueza de ese
país y no la diezmaban como sucedía entre nosotros.
Por eso Roca había manifestado en su famoso reportaje de
El Currier de la Plata que Chile, aún triunfador, saldría
extenuado de la lucha y tardaría tres años en recuperarse,
años en que Argentina doblaría su producción y acrecentaría
sus habitantes.

A través de las Pampas.


Óleo Alfredo París.
Museo Histórico Nacional.

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EL PASEO MILITAR HACIA EL RIO NEGRO DE 1879

El g eneral Ro ca y l os jefes d e camp aña

El 16 de abril de 1879, Roca parte de Buenos Aires en ferrocarril


hasta Azul, para marchar desde ahí al campamento de Carhué
y ponerse al frente de la primera división cuyo jefe era el
coronel Conrado Villegas acompañado de los tenientes
coroneles Lorenzo Wintter y Teodoro García. Marchaban hacia
el Río Colorado y luego el Negro hacia Choele Choel. Desde
Carhué, parte también la segunda división al mando del
coronel Nicolás Levalle, con los tenientes coroneles Clodomiro
Villar y Máximo Bedoya, y un escuadrón de indios del cacique
Tripaylao. Estos últimos debían marchar hacia el paraje
denominado Turu-Lauquén, actual General Acha -La Pampa-, y
extender su exploración hasta la sierra de Lihuel Calel y el río
Chadi-Leuvú –Salado-, y tratar de buscar el enlace con las
divisiones tercera y quinta.

Los coroneles Julio A. Roca,


Conrado Villegas y Nicolás
Levalle. Archivo de la Nación.

Choele-Choel. Fotografía de A.
Pozzo. 1879. Museo Roca

HISTORIA VISUAL La Campaña del Desierto según sus protagonistas MUSEO ROCA 31
La tercera división, al mando del coronel Eduardo Racedo
con el teniente coronel Rudecindo Roca, debía marchar con
fuerzas de Sarmiento y Villa Mercedes, y dirigirse a Poitagüe,
de donde se desprenderían patrullas hacia el Chadi-Leuvú.
La cuarta división al mando del teniente coronel Napoleón
Uriburu, con los tenientes coroneles Rufino Ortega y Luis
Tejedor, sale del Fuerte General San Martín en Mendoza y
su misión era limpiar la zona entre los ríos Barrancas y
Neuquén, establecerse en la margen norte de éste último
río y buscar un lugar apropiado para fundar una población
en una zona inmediata a la cordillera de los Andes y la
confluencia del Neuquén con el Limay.
Finalmente la quinta división, organizada en Carhué con una
columna, bajo las órdenes del coronel Hilario Lagos, debe
marchar desde Trenque Lauquén por el camino de
Llanquilcó, que conducía a Toay, en una columna que
tomara enlace con las divisiones segunda y tercera en
Poitagüe o Levucó, mientras otra columna avanzaba desde
Guaminí hasta Ñaincó para unirse a la anterior.

Coroneles Eduardo
Racedo, Napoleón Uriburu
e Hilario Lagos. Archivo
General de la Nación.

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Grupo de oficiales en la Campaña del Desierto. Julio Ruiz Moreno, Lucio V. Mansilla
(con capa), Conrado Villegas, Miguel E. Molino y otros. Archivo General de la Nación

HISTORIA VISUAL La Campaña del Desierto según sus protagonistas MUSEO ROCA 33
HISTORIA VISUAL La Campaña del Desierto según sus protagonistas MUSEO ROCA 34
Los diarios de estas expediciones, transcriptos por Olascoaga
en su Estudio topográfico de la Pampa y del Río Negro
muestran la efectividad de la marcha sincronizada
de tropas, lo que le haría decir al Ministro en su
memoria al Congreso: “No ha quedado un solo
lugar en el desierto donde pueda crearse una
nueva acechanza contra la seguridad de los
pueblos”. Luego de leer en el campamento de
Choele-Choel una felicitación del presidente
Avellaneda al ejército, el 24 de junio, decide
emprender el regreso a Patagones, donde se
embarcará hacia Buenos Aires.
Dejará al mando al coronel Villegas, de prestigio casi mítico Coroneles Rudecindo Roca
y Manuel Olascoaga. Archivo
entre las tropas, al que le confiaría la importantísima General de la Nación.

campaña de los Andes. Según los testimonios de


nuestra fuente, el Archivo Roca, en el campamento
de Choele-Choel, la falta de aprovisionamiento
provocaba penurias, que la estación invernal
agudizaba y todo se complicaba con las grandes
inundaciones del Río Negro.
Allí se produjeron los sucesos más angustiosos
de ese año, lo que la prensa argentina pintó como
verdaderos desastres, desatando una campaña de
descrédito para la expedición. Para dar una imagen
real de lo sucedido nos valdremos de las cartas de sus
protagonistas, tanto de Villegas como de Wintter o Cerri.
HISTORIA VISUAL La Campaña del Desierto según sus protagonistas MUSEO ROCA 35
Campaña del Desierto. 1879-1833. Ocupación de La Pampa. Línea
Río Negro- Neuquén. Dibujo de E. Marenco. 1883. Círculo Militar

HISTORIA VISUAL La Campaña del Desierto según sus protagonistas MUSEO ROCA 36
Wintter nos cuenta que el 9 de julio, luego de poner la piedra
fundamental del pueblo Avellaneda, y cuando se disponían
a emplazar de inmediato chacras y quintas, el río comenzó a
crecer a ritmo rápido, temiendo que lo inundase todo. En
esos momentos decide abandonar el campamento, pero
quedó en situación comprometida por el desborde de un
arroyo, pero finalmente pudo pasar y salvarlo todo.
En carta a Roca, del 24 de agosto cuenta Villegas que sólo
se veía agua y la retirada estaba cortada por el desborde de
arroyos y el terreno estaba tan pantanoso que los caballos
se enterraban; el concluye dramáticamente “Estábamos
como el halcón en la trampa”. La situación era muy delicada,
por suerte habían llegado dos días antes víveres y vicios de
la proveeduría, pero se temía faltase la carne y por ello dio
orden de marchar al día siguiente llevando las armas,
poncho o capote, pues a caballo no se podía, sino a nado
Para él la disyuntiva era extrema y la suerte de toda la
guarnición, dependía del acierto de las órdenes impartidas.

Indio de lanza, caballería


Pampa; Centinela, 6 de
Infantería de Línea y
Oficial, caballería de Línea.
Dibujos de E. Marenco.
1879. Círculo Militar

HISTORIA VISUAL La Campaña del Desierto según sus protagonistas MUSEO ROCA 37
El relato se hace patético:
“Le aseguro, mi general, que en la noche del 29 no pegué
mis ojos. Veía los inconvenientes de una marcha por tres
leguas o cuatro de agua y otros tantos arroyos a nado, y con
un día sumamente frío, pues teníamos 3 grados bajo cero El
agua asimismo lo estaba. Después tanta mujer y criaturas.
Como V. comprenderá, pasó una noche borrascosa, pues
una medida imprudente comprometía la vida de muchos
Conrado Villegas. Detalle.
seres. A la mañana del 30 me levanté decidido y mi última Archivo General de la Nación.
determinación fue no moverme. Hice juntar todos los bultos
y sacando mis cuentas, los alimentos, es decir la carne, me
alcanzaba para diez días
Víveres tenía para muchos.
Esta medida nos salvó, pues
si nos movemos la mitad del
ejército perece ahogado o de
frío. Hice hacer trinchera y
ésta contuvo el agua. Mis
cálculos eran que el río debía
pronto bajar, pues ya había
subido demasiado y creía que
el destino de nuestro Ejército
no era perecer tan
Coronel Julio A. Roca. Óleo
inútilmente”. Gregorio Kogan. Museo Roca.

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Banda lisa del 6 de Infantería de Línea.
Dibujo de E. Marenco. 1879. Círculo Militar

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Hasta el día 7 de agosto no pudo moverse, estaba pantanoso
y dio la orden de salir a pie el día 9 llevando armamento,
ropas y todo abrigo. Llama mucho la atención la actitud de
un jefe bravo como Villegas, el mostrarse tan entusiasmado
por la actitud de la tropa, a la que un año atrás comentaba
que se le debía treinta y tantos meses de sueldo:
“Todo había concluido, y estos bravos en la noche del 9 todo
lo habían ya olvidado. Alegres como siempre en el fogón y
en el que se les oye todos sus dichos, los prodigaron más
esa noche, pues tenían buena leña, carne y yerba”.
Vivaqueando. Dibujo de E.
De los difíciles momentos vividos da cuenta el saldo de Marenco. 1879. Círculo Militar

pérdidas: novecientos ochenta y siete caballos, cuatrocientas Paso Alsina. Dibujo a pluma
de M. Olascoaga. 1879.
treinta y cinco mulas y cincuenta bueyes. Museo Histórico Nacional.

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También Daniel Cerri, el 28 de agosto, y desde Choele-
Choel, habla de que todos los arroyos habían quedado
convertidos en torrentes, imposibles de vadear con botes,
habla de los dos metros de agua en todo el cuartel y de la
reunión de todas las tropas en el campamento de una
cuadra de ancho por cinco de largo, “que se mantenía seca
mediante un borde de paja, estacas y juncos”. Destaca la
idoneidad y sangre fría de los jefes y el espíritu de sacrificio
del soldado. Resaltaba que la medida de permanecer firmes
les había salvado la vida.
Mientras tanto Wintter que había logrado salir antes con su
división, pudo salvar todo el 3 de agosto, menos la vida de
dos soldados que se ahogaron al salir. El 22 de agosto llega
a un punto en el que decide delinear un nuevo pueblo que
llamará “General Roca”.

Patrulla de reconocimiento del


Río Negro. Dibujo de E.
Marenco. 1879. Círculo Militar

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Cacique Pincén. 1884.
Tarjeta postal basada en la
fotografía de Antonio Pozzo.
Archivo Diario La Razón.

HISTORIA VISUAL La Campaña del Desierto según sus protagonistas MUSEO ROCA 42
LOS IN DÍG ENAS
Los indios ante el avance de la magna expedición, terminan
por abandonar el antiguo territorio de su dominio y dejan
libre el terreno como lo consigna el mayor Pablo Belisle
enviado desde el río Lihuel Calel al Colorado: “En toda la
zona que nosotros hemos corrido, no se encuentra
un solo indio, cuatro y nueve de chusma, únicos
que se han tomado, muriendo de necesidad”. Lo
mismo dirá Racedo, que en Pitagüé había tomado
prisioneros que le decían que la tribu de Baigorrita
se había marchado a Chile por el camino de
Menco, y así expresa de continuo que los indios
“han desaparecido como por encanto”.
Es el mes de septiembre y Racedo cree que: “Los
que no se tomen los matará la viruela o el hambre,
de los que han perecido así está el desierto
cubierto de cadáveres, me lo aseguran los que han
hecho correrías”. Añadirá más adelante: “Esta
pobre gente parece que está destinada por su
naturaleza a ser extinguida por esta cruel peste”.
Destacaba que los soldados también se
Cacique tehuelche Casimiro
enfermaban pero se salvaban, pues los médicos, Biguá, c. 1864. Albúmina
anónima, atribuido a
vacunaban y revacunaban sin cesar. Napoleón Uriburu, Esteban Gonnet.
aunque es de opinión de acabar con los indios, debe seguir
las órdenes de Roca que les da garantías para que se
presenten a parlamentar en Choele-Choel.

HISTORIA VISUAL La Campaña del Desierto según sus protagonistas MUSEO ROCA 43
Indios de la Patagonia, ca.
1866. Albúmina sobre
cartón de Esteban Gonnet.
Colección Miriam and Ira D.
Wallach, The New York
Public Library.

Indios patagones, ca.


1866. Colección John
Walter Maguire. Sentado
en el medio el cacique
Huenchuquir

HISTORIA VISUAL La Campaña del Desierto según sus protagonistas MUSEO ROCA 44
El mayor problema del Ministro de la Guerra era qué hacer con
el indígena. Los ensayos que Roca hiciera en la frontera de
Córdoba y San Luis lo habían convencido de la oportunidad de
la colonización por el indígena, para transformarlo en
propietario y agricultor. Esperaba que “una gradual aunque
lenta transformación se opere en el carácter y en los instintos
mismos del indio, que, al cabo de cierto tiempo, ponga a sus
descendientes en condiciones de adoptar sin restricciones las
prédicas de la vida civilizada”.
Es por eso que envía a los ingenieros Ebelot, Wisocky y Host
para recorrer la zona para reconocer lugares aptos para
instalar colonias agrícolas de europeos, indígenas y militares, y
a designar como colonia indígena el fortín Conesa., con los
restos de la tribu de Catriel, a los que se les entregarían
Indios pampas. Litografía
semillas, útiles de labranza y artículos de subsistencia. anónima. Colección particular.
Cacique Yanquetruz. Actuó
en la zona de Patagones.
Museo Histórico Nacional.

HISTORIA VISUAL La Campaña del Desierto según sus protagonistas MUSEO ROCA 45
También se había dispuesto que todos los indios debían ser
puestos a disposición del Defensor Nacional de Pobres e
Incapaces, considerándolos así por su estado de ignorancia y
hasta que pudieran velar por sí mismos. El indio debía ser
ocupado mediante un contrato en el que se estipularan las
obligaciones de educarlos, alimentarlos, vestirlos, respetar
los vínculos de familia y fijarle un salario proporcional a los
beneficios que preste (decreto 11.316). Se repartieron así
entre familias que debían ocuparse de su evangelización,
adultos o niños con permiso de sus padres.
El cacique Coliqueo y su
Incluso se hizo la prueba de enviarlos a Tucumán a trabajar familia. ca. 1865. Colaboró
con el gobierno en la lucha
por un salario, parte del cual debería depositárseles para el contra otras tribus.
Albúmina sobre cartón
futuro, pero con tanta mala suerte, que enfermaron de anónima. Colección Mirta y
Miguel Ángel Cuarterolo.
viruela y produjeron un brote epidémico.

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Ceferino Namuncurá,
acompañado por el
monseñor Juan Cagliero.
Archivo de la Nación

HISTORIA VISUAL La Campaña del Desierto según sus protagonistas MUSEO ROCA 47
EL A POYO RE LIG IOSO Y C IENT ÍFICO

Un buen número de sacerdotes como


los religiosos Espinosa, Provisor y
Vicario General del Arzobispado,
Costamagna, Botta y otros
acompañaron la gesta, para
ayudar y consolar espiritualmente
a los soldados heridos o enfermos y
confortar a los necesitados
“conduciendo a todas partes su espíritu
de fe cristiana y los auxilios de su santo ministerio”. También
evangelizaban al infiel y no se daban descanso en
protegerlo de los abusos que pudieran sufrir. Figuran en el
archivo Roca, varias cartas del padre Soprano, capellán de
Córdoba, viejo conocido del ministro y que aconsejaba la
colonización, pero no por extranjeros,
sino por órdenes religiosas, que
eran de la mayor aptitud para la
fundación de pueblos. La obra de
los salesianos en la Patagonia y
su inclaudicable defensa del
Don Bosco, en el año que
infiel, avalan tal recomendación, partían las expediciones
misioneras salesianas a la
pero en el estado de cosas Argentina. Dibujo. 1875.
Colección particular.
existentes las colonias necesitaban
Monseñor Santiago
protección militar. Costamagna. c. 1927. Detalle

HISTORIA VISUAL La Campaña del Desierto según sus protagonistas MUSEO ROCA 48
HISTORIA VISUAL La Campaña del Desierto según sus protagonistas MUSEO ROCA 49
También abundan en el archivo que manejamos cartas de
hombres de ciencia, en especial de Pablo G. Lorentz, que
junto con los sabios Adolfo Doëring, y Gustavo Niederlein,
redactaron un diario de la Comisión Científica, y como
pertenecientes al Instituto de Ciencias de Córdoba,
estudiaron la topografía fauna,
Pagina 49: Imágenes de bautismos
flora y mineralogía, además de de los indios del cacique Reuque-
Curá en Codihue. Fotografía de
la provisión de pastos y Encina, Moreno & Cía, Mayo de
1883. Museo Roca
aguadas, en las zonas
inexploradas. La fiebre de los
descubrimientos geográficos
no cesaba. Poco después,
Estanislao Zeballos, que había
colaborado con sus libros y
artículos periodísticos a la
realización de la campaña,
descubría un camino con agua
en la penosa travesía del Estanislao Zeballos. Álbum
Ilustrado Argentina
Colorado al Salado, aunque Contemporánea. 1930.
Museo Roca
ello le había costado pasar tres
días sin agua y dos sin comer, y en cuya exploración muchos
de sus hombres enfermaron de los “soles”, por la alta
temperatura. Sólo pudieron terminar la aventura, él, su
hermano, un teniente y dos tiradores, muertos de sed y
cayéndose de los caballos, como Zeballos cuenta a Roca a
fines de 1879.
HISTORIA VISUAL La Campaña del Desierto según sus protagonistas MUSEO ROCA 50
El perito Moreno, que sabe que tiene su confianza, a pesar
de la oposición sistemática que se le hace desde la capital,
le pide le permita explorar la navegabilidad del río Negro,
con el transporte “Vigilante” y explorar este río hasta los
Andes, pues es un país desconocido, que quizá sea mejor de
lo que creemos. Este infatigable explorador de las zonas
australes quería seguir la tarea, a pesar de su delicado
estado de salud. Se había sentido conmovido ante el
Plaqueta de bronce. “Julio A. Roca”
espectáculo del campamento: “¡Cuánto dice al que piensa en “Galería Monigot, aux París”. E.
el adelanto de la patria, a doscientas leguas de Buenos Soleay. Francia. Museo Roca.

Aires, la bandera nacional, protegida por mil veteranos!”

El perito Francisco Pascasio


Moreno, sentado abajo
derecha, junto a su familia en
Río Ceballos, Córdoba.
c.1890. Archivo de la Nación.

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PAL ABRAS FINA LES

El relato de esta campaña por los mismos que la realizaron,


nos lleva a reflexionar sobre los dilemas históricos
planteados por el choque de razas, modos de vida,
culturas, creencias, civilizaciones en fin,
diferentes y aún antitéticas. Para la
mentalidad aborigen, toda la tierra de la
Pampa y de la Patagonia, habitada por sus
antepasados, antes de la llegada del blanco
invasor, era suya, así como suyas esas
manadas de caballos y yeguas salvajes con
las que se trasladaban con la velocidad de
los vientos sureños, y suyos eran los miles
de vacunos que el hombre blanco criaba en
sus tierras. Fuera de los parámetros de
nuestra cultura, de las reservas de nuestra
mentalidad, de las vallas interpuestas por
nuestra moral y nuestras costumbres, del
sentido del bien y del mal que la religión nos
inculca; para ellos, sujetos a un código
político-social y moral consuetudinario, que
sólo regía las relaciones con sus hermanos
de raza, la adaptación a nuestra civilización,
quizá les pareciera el peor de los castigos. ¿Podían aquilatar Roca con uniforme militar. Con
la inscripción: Lo que quiere
como beneficios el ser trabajadores a sueldo, agricultores Dios lo quiere. Fotografía de A.
Pozzo. c. 1878. Museo Roca.
dueños de su tierra y sus cosechas o criadores de ganado
propio, que el hombre blanco les proponía?

HISTORIA VISUAL La Campaña del Desierto según sus protagonistas MUSEO ROCA 52
Sólo querían seguir su vida errante en las dilatadas llanuras,
sin más límite que el que la tierra o el clima les impusiera;
querían seguir alzándose con las caballadas al desierto, arrear
el ganado de las estancias, tomar cautivas, y procurarse los
vicios a los que el hombre blanco los había
acostumbrado, aunque para ello fuera necesario
matar o morir. Puestos en la disyuntiva, algunos
más cercano a la civilización blanca, se
someterían, como el bravo Namuncurá, quizá para
perpetuar su raza, otros dispuestos a no rendirse,
elegirían la huída o vender muy cara su existencia.
Nuestros hombres públicos comprendían muy bien
la índole del indígena y su imposibilidad de
adaptarse al inexorable curso de los
acontecimientos, por eso los consideraron
incapaces. Pero a su vez, ellos estaban en la cruel
encrucijada de los pueblos, que no perdonan
flaquezas. Era necesario concluir con una
denigrante frontera interior que no permitía el
asentamiento de los pobladores, el cultivo de los
campos feraces, el seguro apacentamiento de los
ganados, el relevamiento del suelo, la navegación
de los ríos, la explotación de los minerales. Teniente general Julio A. Roca.
Impreso. Museo Roca.
Además, había cuestiones de soberanía, de patria, el poder
plantar la enseña nacional para que flameara altiva hasta en
los confines del territorio, de ese territorio que el blanco
consideraba suyo por derecho de conquista.

HISTORIA VISUAL La Campaña del Desierto según sus protagonistas MUSEO ROCA 53
Y por fin estaba el problema geopolítico, la necesidad de
asegurar lo que desde la colonia nos pertenecía, pero de lo
que no teníamos –por las acechanzas y peligros de los
terribles malones- el uti possidetis Las coyunturas favorables
al fortalecimiento de las naciones no pueden ser desechadas,
sin desmedro de su integridad; había llegado para la
Argentina el momento propicio para avanzar, posesionarse
del territorio, para afianzar su soberanía, para fortalecerse
como Nación, después de haberse diezmado tantas veces en
la guerra exterior y las luchas intestinas. Así lo
comprendieron el presidente Avellaneda y su ministro Roca,
quien dijera confiando en el futuro: “Estamos preparando la
cuna de una gigantesca nación”.

Portada del álbum


Expedición al Río Negro.
Fotografías de Antonio
Pozzo. Abril a Julio 1879.
Museo Roca.

Notas: i. Tónico de origen italiano, recomendado por los médicos


ii. Correspondían 30.000 hombres a Córdoba, 25.999 a Entre Ríos y Tucumán, 20.000
a Salta, 18.000 a Corrientes y Santiago del Estero, 17.000 a Santa Fe y Catamarca,
11.000 a Mendoza y San Juan, 8,000 a La Rioja y 7.000 a San Juan y Jujuy
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PROGRAMA DE HISTORIA VISUAL
Colección de publicaciones online del Museo

Biografías argentinas
Julio Argentino Roca. 1843- 1914
Julio Argentino Roca. Iconografía militar
José Arce. 1881- 1968
Antonio Alice. 1886-1943
Enrique Mosconi. 1877- 1940
Bartolomé Mitre 1821- 1906

Colección bicentenario
Buenos Aires: ciudad colonial
Buenos Aires: sociedad colonial
Buenos Aires: arquitectura colonial
Buenos Aires: cultura colonial
Buenos Aires: 25 de mayo de 1810

Crónicas históricas
Julio Argentino Roca. Educación y trabajo
Roca y Pellegrini: una solidaridad política de veinte años
Homenaje a los presidentes Roca, Uriburu y Sáenz Peña
La Campaña al Desierto según sus protagonistas

 Para solicitar información o realizar sugerencias dirigirse a: mfgeditores@fibertel.com.ar

B u en os Ai res, 2010
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