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GILLES EMERY, LA TEOLOGÍA TRINITARIA DE SANTO TOMÁS DE AQUINO

Monoteísmo trinitario

La doctrina de la persona, expresada mediante las relaciones, permite poner un auténtico


monoteísmo trinitario. (p. 187)

PLURALIDAD PERSONAL EN DIOS TRINIDAD

El primer fruto de la doctrina de la relación subsistente es la manifestación de una verda-


dera pluralidad y de una alteridad personal. (...) El tema de la pluralidad en la unidad no
tiene nada que ver con especulaciones matemáticas. (p. 187)
La pluralidad de personas en Dios forma parte de aquellas realidades que sólo se conocen por la fe
y que la razón humana natural no puede investigar ni entender suficientemente [...]. No obstante,
los Santos Padres se vieron obligados a tratar de ellas por extenso a causa de las objeciones presen-
tadas por los adversarios de la fe [...]. Y esta indagación no es inútil, pues por ella el espíritu se
eleva para captar algo de la verdad que basta para excluir los errores.1 (p. 188)
Según lo que acabamos de explicar, en Dios hay varias personas. En efecto, hemos mostrado que
el término «persona» significa en Dios la relación en cuanto es una realidad que subsiste en la na-
turaleza divina.2 (p. 188)
Lo que interesa a santo Tomás es la pluralidad. (...) Esta pluralidad no concierne a tres
realidades «absolutas» en Dios (esto atentaría contra la simplicidad y la unicidad divina).
Se trata de una «pluralidad de relaciones» que deja la unidad de la esencia divina intacta,
pues el ser de la relación es el ser de la esencia. (p. 189)
Tal vez alguno se pregunte qué puede aportar aquí la razón especulativa. (...) No se trata
de establecer la fe trinitaria desde el artificio de la razón. El teólogo busca más bien mani-
festar a la inteligencia de los creyentes el esplendor del misterio, es decir, dar cuenta de la
profesión de fe de la Iglesia en tres personas, no limitándose a argumentos de autoridad
tomados de los Concilios o de los Padres, sino explorando las vías que, a la luz de la fe,
nos ofrece la razón para entender siquiera un poco la verdad de tal profesión. (p. 190)
Veamos brevemente sus elementos. 1) Por parte de las personas, decir «varias personas»
es decir «varias relaciones subsistentes». (...) 2) Por lo que se refiere a estas relaciones, la
distinción real se toma de la oposición relativa. (...) Hay cuatro relaciones opuestas. Estas
relaciones constituyen dos binomios de oposición relativa: la paternidad y la filiación, así
como la espiración y la procesión. La paternidad y la filiación, al ser opuestas, se refieren
a dos personas realmente distintas; y puesto que subsisten, son esas personas: «La paterni-
dad subsistente es la persona del Padre; y la filiación subsistente es la persona del Hijo»
(S. Th., I, 30, 2). En cuanto a la espiración, como ya se ha visto a propósito de la oposición
relativa, no se «opone» a la paternidad ni a la filiación (¡el hecho de ser Padre y el hecho
de espirar el Espíritu no distinguen dos personas en el Padre!). En virtud de la oposición

1
De potentia, 9, 5.
2
S. Th., I, 30, 1.
1
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relativa de la espiración y de la procesión, y en razón del orden trinitario, la procesión de-


be corresponder a una persona distinta del Padre y del Hijo: «La procesión conviene, pues,
a otra persona, que se llama persona del Espíritu» (S. Th., I, 30, 2). La personalidad del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo no debe buscarse más allá ni más acá de las relaciones
de paternidad, de filiación y de procesión. (...) 3) Finalmente, en cuanto a las procesiones,
(...) una es la procesión del Verbo por el modo de intelecto, y otra es la del Amor. (pp.
190-191)

VOCABULARIO TEOLÓGICO DE LA PLURALIDAD

La palabra Trinidad significa «el número determinado de personas». En otras palabras: lo


que el vocablo pluralidad significa de manera indeterminada, el vocablo Trinidad lo signi-
fica de manera determinada. (p. 192)
Implica una verdadera alteridad de personas. (p. 193)
Desde el punto de vista filosófico, según Aristóteles, es «plural» lo que es «divisible» o
«dividido» (S. Th., I, 31, 1). Por tanto, para dar cuenta de la multiplicidad hay que mirar a
la causa o explicación de la división. Ahora bien, esa causa no es idéntica en las cosas
posteriores y compuestas, que en las que son primeras y simples. (p. 193)
En teología trinitaria, el estudio de la pluralidad personal exigirá un análisis especial y
otros instrumentos conceptuales. Requiere también precisiones de vocabulario: no «divi-
sión», sino «distinción por las relaciones»; no «diversidad». (pp. 193-194)
«En nuestros enunciados sobre la Trinidad tenemos que evitar dos errores opuestos, entre los que
debemos abrirnos una vía segura: el error de Arrio que, admitiendo una trinidad de personas, sos-
tuvo una trinidad de sustancias, y el de Sabelio que, junto con la unidad de la esencia, afirmó que
sólo hay una persona».3 (p.194)
El Hijo es «otro» (alius) que el Padre, pero no es «otra cosa» (aliud) que el Padre. (...) La
alteridad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es una alteridad de supuestos, una alteri-
dad e cuanto a las personas, en virtud de una distinción por las relaciones, pero no una
alteridad de esencia, de naturaleza o de sustancia.4 (p. 194)
Santo Tomás emplea poquísimas veces la expresión «primera persona» para designar al
Padre o «segunda persona» para designar al Hijo; la designación del Espíritu Santo como
«tercera persona» es un poco menos rara. (p. 198)

3
S. Th., I, 31, 2.
4
S. Th., I, 31, 2:
Para salvaguardar... Se evitará el término...
diversidad
unidad
diferencia
separación
simplicidad
división
igualdad disparidad
ajeno
semejanza
divergente
de caer en el error de Sabelio singularidad
pluralidad de personas único
orden de nat. de las personas confuso
consorcio solitario
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El sentido correcto de las expresiones «primera, segunda, tercera persona» excluye toda
prioridad de una persona respecto a otra. Teniendo en cuenta la consustanciali-
dad trinitaria, aún hay que precisar: «donde hay unidad, no hay orden (ordo) de primero o
de tercero» (en sentido absoluto). (p. 199)

UNA MULTITUD TRASCENDENTAL

El reconocimiento de una «multiplicidad» se impone a la fe trinitaria. (p. 199)


Santo Tomás excluye de Dios la multitud numérica cuantitativa, pero reconoce en Dios
una «multitud trascendental». (p. 203)
Los términos numéricos de nuestro lenguaje trinitario no tienen únicamente un papel ne-
gativo: afirman verdaderamente algo concerniente a Dios Trinidad. (...) El uno trascenden-
tal («convertible con el ser») significa el ser en su indivisión: el ser es uno en la medida en
que es no-dividido. Esta explicación ya ha sido dada en el estudio de la unidad de Dios:
«Ser uno no añade una realidad al ser, sino únicamente la negación de división, pues uno
no significa otra cosa que el ser indiviso».5 (p. 203)
Los términos numerales de nuestro lenguaje trinitario enuncian afirmativamente cada una
de las realidades que califican, sin añadirles nada positivo excepto la afirmación de su
unidad respectiva. La multitud trascendental de las personas consiste así en la afirmación
de cada persona una, añadiendo que cada persona se distingue realmente de las otras en
virtud de las relaciones. Dicho de otra manera: afirma cada persona añadiendo dos nega-
ciones: la persona es in-divisa, y: esta persona no es otra. De esta manera, el teólogo pue-
de mostrar que la pluralidad pertenece ciertamente a la realidad misma de Dios Trinidad:
(pp. 204-205)
«La unidad y la multitud significada por los términos numerales que nosotros atribuimos a Dios no
existen sólo en nuestra mente, sino que existen realmente en Dios».6

LA CONSUSTANCIALIDAD DE LAS PERSONAS

El reconocimiento de la pluralidad va siempre acompañado de la afirmación de la identi-


dad de la persona y de la esencia. (p. 205)
En Dios, la relación es realmente idéntica a la esencia divina.7 (p. 206)
La esencia divina no es sólo «aquello por lo que» Dios es Dios; la esencia divina es Dios
mismo. (p. 206)
Así como las relaciones en las criaturas son realidades accidentales inherentes [al sujeto], en Dios
son la misma esencia divina; de lo cual se sigue que en Dios la esencia no es realmente algo distin-
to de la persona, aunque las personas se distinguen realmenye entre sí. En efecto, como hemos di-
cho (q. 29, a. 4), la persona significa la relación en cuanto subsiste en la naturaleza divina. Pero la
relación, comparada con la esencia, no se distingue de ella realmente, sino sólo de manera concep-

5
S. Th., I, 11, 1.
6
De potentia, 9, 7, ad 4.
7
S. Th., I, 28, 2.
3
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tual; y, en cambio, comparada con la relación opuesta se distingue realmente de ella en virtud de la
oposición relativa, y así tenemos una sola esencia y tres personas.8 (p. 207)
La doctrina de la relación subsistente permite, pues, manifestar la real pluralidad divina
respetando la simplicidad de Dios. (p. 208)
La esencia de las tres personas es «una en cuanto al número». Esta expresión significa que
las tres personas divinas no sólo tienen una misma naturaleza específica, (...) sino que las
tres personas son de esa misma esencia una e idéntica. (p. 208)
Puesto que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no se distinguen por su naturaleza divina sino sólo
por las relaciones, es justo que no llamemos a las tres personas «tres dioses», (...) sino un solo
Dios, por razón de la única y simple deidad en las tres personas.9

LA PERSONA Y LA ESENCIA: UN PROBLEMA PLANTEADO POR JOAQUÍN DE FIORE

En cuanto a nuestro lenguaje, santo Tomás recuerda su regla fundamental: nosotros no


hablamos de Dios a la manera de Dios mismo, sino a la manera de las criaturas a partir de
las cuales formamos las palabras que nos sirven para nombrar a Dios. Por eso, en nuestro
lenguaje sobre Dios, el modo de significación de la esencia es el de una forma: nosotros
significamos la esencia como aquello «por lo que» Dios es Dios, aunque en la realidad
divina la esencia divina no sea otra cosa que la persona; (...) y significamos la persona
como el sujeto o el subsistente que existe en concreto, aunque la persona no sea otra cosa
que la realidad misma de la esencia divina. Nuestras palabras no dan para más. Así, el
modo de significación de la esencia y el de la persona difieren. Por eso, en virtud de su
modo de significación, la esencia no puede ocupar el puesto de la persona en nuestros
enunciados: por consiguiente, lo que corresponde propiamente a la persona no será atri-
buido a la esencia. (pp. 212-213)

LA PALABRA «DIOS»

El nombre Dios es muy rico. Según santo Tomás, esta palabra significa, propiamente
hablando, «la esencia divina en quien la posee», o «la esencia divina en cuanto que está en
quien la posee», no de manera abstracta, sino de manera comparable a los nombres sustan-
tivos concretos. (p. 215)
Santo Tomás distingue, por un lado, lo que significa una palabra, y, por otro, la «suposi-
ción» de esa palabra. (p. 216)
Por un lado, la palabra presenta un contenido conceptual: es lo que significa formalmente.
Por otro, una palabra se emplea frecuentemente, en nuestros enunciados, para «represen-
tar» o «ponerse en el lugar de» tal realidad: es la «suposición» o referencia. (...) Ahora
bien, el nombre Dios, por su propio tenor y no por una acomodación del lenguaje, es ade-
cuado para ponerse propiamente en lugar de una persona divina, (...) o para designar va-
rias personas divinas, (...) o incluso para ponerse en el lugar de la esencia divina. 10 (p.
216)

8
S. Th., I, 39, 1.
9
Las razones de la fe, cap. 4.
10
Cfr. S. Th., I, 39, 4.
4

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