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Violencia de Género Modelos
Violencia de Género Modelos
GÉNERO
DEFINICIÓN Y MODELOS EXPLICATIVOS
ÍNDICE
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1. ¿QUÉ ES LA VIOLENCIA DE GÉNERO?
La violencia no es una conducta atribuible sólo a la genética, sino que es resultado de una
evolución cultural, es decir, de la interacción entre factores culturales y la agresividad.
Partiendo de estos tipos de violencia, podemos decir que la violencia contra la mujer es
estructural, institucional e instrumental. Es estructural e institucional porque no sólo se
debe a rasgos singulares y patológicos, sino que tiene rasgos estructurales de una forma cultural
de definir las identidades y las relaciones entre hombres y mujeres. La violencia contra las
mujeres se produce en una sociedad que mantiene un sistema de relaciones de género que
perpetúa la superioridad de los hombres sobre las mujeres y asigna diferentes atributos, roles y
espacios en función del sexo. Es instrumental porque es el modo en que los hombres
afianzan su poder y la subordinación de las mujeres, rasgo básico del patriarcado. En este
sentido, la violencia de género, más que un fin en sí mismo, es un instrumento de dominio y
control social. Y en este caso se utiliza como mecanismo de mantenimiento del poder masculino
y de reproducción del sometimiento femenino.
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“Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda
tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así
como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad,
tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.
En el caso de la violencia ejercida contra las mujeres por la pareja o expareja, deben tenerse en
cuenta dos elementos importantes: la reiteración de los actos violentos y la situación de dominio
del agresor, que utiliza la violencia para el sometimiento y control de la víctima.
Es importante no olvidar que cualquier forma de violencia física es también una violencia
psicológica.
Amenazas De herir, matar, suicidarse, llevarse a los niños, hacer daño a los
animales domésticos, de irse o echar al otro de casa.
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Intimidación Asustar con miradas, gestos o gritos, o silencios. Arrojar objetos o
destrozar la propiedad. Mostrar armas. Cambios bruscos y
desconcertantes de ánimo. Irritarse con facilidad por cosas nimias,
mantener a la víctima en un estado de alerta constante.
Este tipo de violencia no es tan visible como la física, es más difícil de demostrar y en muchas
ocasiones, no se identifica por la víctima como tal violencia sino como manifestaciones propias
del carácter del agresor. Como consecuencia, causa en la mujer miedo, pérdida de autoestima
e incapacidad para tomar decisiones.
Contra los Derechos Cualquier actuación que restrinja a las mujeres el ejercicio
Sexuales y de su derecho a la salud sexual y reproductiva, afectando
Reproductivos su libertad para disfrutar de una vida sexual sin riesgos para
su salud, así como ejercer libremente su derecho a la
maternidad.
Este tipo de violencia no es tan visible como la física, es más difícil de demostrar y en muchas
ocasiones, no se identifica por la víctima como tal violencia sino como manifestaciones propias
del carácter del agresor. Como consecuencia, causa en la mujer miedo, pérdida de autoestima
e incapacidad para tomar decisiones.
Es necesario distinguir entre agresiones sexuales, abusos sexuales y acoso sexual. Las
agresiones sexuales comprenden cualquier atentado contra la libertad sexual realizado con
violencia o intimidación, ya sea mediante violación o atentando contra la libertad sexual de la
mujer aunque no implique contacto físico (p.e., obligarla a masturbarle o a mantener relaciones
sexuales con otras personas). Los abusos sexuales comprenden también cualquier
atentado contra la libertad sexual de otra persona, pero realizado sin violencia ni intimidación. Se
consideran abusos sexuales no consentidos (además de los que se ejecutan sobre menores de
13 años) aquellos en los que el consentimiento se obtiene prevaliéndose el responsable de una
situación de superioridad manifiesta que coarte la libertad de la víctima. El acoso sexual se
produce a través de comportamientos verbales, no verbales o físicos, de índole sexual, no
deseados por la mujer, que tengan por objeto atentar contra su dignidad o le creen un entorno
intimidante, hostil, degradante, humillante, ofensivo o molesto.
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Existen además otras formas de violencia sexual menos estudiadas en nuestro país que no
pueden obviarse, como por ejemplo las mutilaciones sexuales, el tráfico de niñas y mujeres o el
turismo sexual, entre otras. Estas formas de violencia también son violencia de género.
Mito Realidad
SOBRE LA VIOLENCIA DE GÉNERO
Sólo se da en familias de bajo La violencia de género no tiene límites ni fronteras. Esta
nivel económico, social y percepción se da porque la violencia es más visible y
educativo, familias problemáticas, pública en los estratos más bajos. Las clases altas, en
de inmigrantes, en parejas de cambio, tienen acceso a la atención privada de
hecho, etc. profesionales, lo que les permite ocultar el problema.
El maltrato psicológico no es tan Este tipo de maltrato puede ser más incapacitante que el
grave como el físico. físico y si es continuado en el tiempo puede provocar
desequilibrio emocional.
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SOBRE LOS MALTRATADORES
Las mujeres maltratan igual que Se trata de un fenómeno distinto; el tipo de violencia que
los hombres. ejercen y el significado social de la misma es diferente
(Lorente, 2001) y además la violencia machista tiene
como fin el control y dominio de la mujer (Jacobson y
Gottman, 2001).
Los hombres que maltratan son Sólo en un 10% de los agresores existe enfermedad
enfermos mentales. mental. Lo que sí está demostrado es que tras el maltrato,
es la mujer la que puede padecer problemas
psicológicos.
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2. ¿POR QUÉ OCURRE LA VIOLENCIA DE GÉNERO?
El aumento progresivo de la violencia, hasta llegar a las agresiones físicas e incluso a la muerte,
puede extenderse a lo largo de un prolongado periodo de tiempo, durante el cual se incrementa
la pérdida de referencias, autoestima, seguridad personal, de manera que es difícil para la mujer
víctima percibir y entender el significado y la trascendencia del proceso en el que está inmersa,
así como el riesgo que corre.
El aumento progresivo de la violencia comienza desde la etapa de noviazgo, en que las muestras
“amorosas” están vinculadas casi siempre a una imagen de agrado y control por parte del
agresor.
Muerte
Violenta
Agresiones
Físicas
Agresiones
Verbales
Agresiones
Psicológicas
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primeros indicios de violencia física. La tensión aumenta y se acumula. El agresor
presenta una conducta cada vez más absorbente que llega a aislar a la mujer,
despojándola de los recursos que le permiten abandonar a la pareja, respeto hacia sí
misma, orgullo, profesión, dinero o familia. La tensión seguirá aumentando
gradualmente, acumulándose hasta llegar a la siguiente fase. Duración: días, semanas,
meses o años.
La frecuencia con que se repite este ciclo y la peligrosidad de las agresiones aumenta a medida
que se avanza en la escalada de la violencia Por lo general, en la medida en que los
comportamientos violentos se van afianzando y ganando terreno, la fase de reconciliación tiende
a desaparecer quedando solo las fases de tensión y agresión. Es entonces cuando las mujeres
suelen plantearse con mayor frecuencia la separación y/o buscan ayuda y es también en ese
momento, cuando los episodios violentos se agravan, son cada vez más frecuentes y el riesgo
de muerte a manos de su agresor se incrementa.
Las etapas del ciclo se van repitiendo una y otra vez, disminuyendo el tiempo entre una y otra.
Pueden presentarse de forma regular o pueden estar separadas por diversos motivos. Pueden
aparecer temporalmente en la relación, al mes de estar conviviendo o después de varios años
de convivencia.
Sin embargo, aunque el ciclo de la violencia es muy frecuente en las relaciones de pareja donde
se da maltrato, no se observa en todos los casos.
Las explicaciones acerca de las causas que generan la violencia son muchas pero la base de
todas son la relación desigual entre hombres y mujeres y la existencia de una “Cultura de la
Violencia” como medio para resolver conflictos.
En el Informe Mundial sobre Violencia y Salud de la OMS (2002), se toma como referencia el
“Modelo Ecológico” de Heise para explicar el conjunto de causas que determinan la aparición
de la violencia. Este modelo permite el análisis de la interacción de diversos factores que
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intervienen en el comportamiento de las personas, aumentando o no el riesgo de desarrollar
comportamientos violentos, El modelo organiza estos factores en 4 niveles que interactúan:
Estos factores no actúan por separado ni pueden explicar la violencia por sí solos; lo que se
plantea es un modelo multinivel en el que la interacción de factores que operan a distintos niveles
pueden favorecer la violencia o proteger frente a ella.
Para Dutton, el desarrollo individual está marcado por el aprendizaje y éste, a su vez, por el
macrosistema o sistema cultural en donde el sistema patriarcal contribuiría a generar la creencia
en los hombres de que sus deseos no deben ser criticados por la mujer. Por otra parte, para el
autor, también influyen el exosistema (ambiente) y el microsistema (relaciones familiares).
Según Dutton, la violencia hacia la mujer se explica por el sistema patriarcal que genera en los
hombres la actitud de superioridad ante los derechos de la mujer. El autor plantea que los factores
ontogenéticos (historia de aprendizaje individual de cada individuo) son los que determinan el
tipo de respuesta que la persona manifestará contra los estresores del microsistema y del
exosistema.
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Características individuales (rasgos de personalidad violentos, comportamiento
posesivo y celoso, baja autoestima, carencia de recursos de afrontamiento,
adicciones, etc.)
Características familiares (calidad de la relación de pareja).
Este modelo evidencia cómo los valores socioculturales relacionados con la violencia y con los
roles sexuales, inciden en la génesis de la situación de riesgo de vulnerabilidad, en los factores
que generan estrés y en la disponibilidad de recursos, así como determina la concepción y la
percepción de la violencia.
Es importante señalar que no todas las relaciones establecidas teóricamente en este modelo se
confirman empíricamente, por lo que son necesarias futuras investigaciones que evalúen la
validez del mismo.
Por otra parte, son necesarios modelos que contemplen, además, los factores implicados en el
mantenimiento de la violencia, tanto desde el punto de vista del agresor, en cuyo repertorio
conductual se instaura la agresión como un comportamiento efectivo en la resolución de
conflictos, como desde el punto de vista de la víctima, concretamente en su decisión de continuar
o de abandonar definitivamente al agresor.
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Concretamente, sugieren que la conducta violenta en los hogares es el resultado de un estado
emocional intenso de ira, que interactúa con unas actitudes de hostilidad, un repertorio pobre de
conductas (déficit de habilidades de comunicación y de solución de problemas) y unos factores
precipitantes (situaciones de estrés, consumo abusivo de alcohol, celos, etc.), así como de la
percepción de vulnerabilidad de la víctima.
De manera más específica, estos autores señalan que en el desarrollo del comportamiento
violento estarían interviniendo los siguientes factores:
Teniendo presente estos factores, pondrán surgir dos conductas violentas: La violencia expresiva
que refleja frustración o ira y poco control de impulsos, de la que el agresor se suele arrepentir,
y la violencia instrumental como conducta agresiva planificada debido a un sentimiento profundo
de insatisfacción y que no genera culpa.
Los autores concluyen que sería el reforzamiento de las conductas violentas, junto con otras
variables, como la dependencia emocional y económica de la mujer, la presión social hacia la
víctima, el temor a la soledad, etc., los factores implicados en el mantenimiento de la violencia
doméstica en el tiempo.
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autoridad en el hogar. Es decir, postula que los procesos económicos, sociales e históricos se
desarrollan directa e indirectamente para mantener el orden patriarcal, tanto en el ámbito familiar
como social, concibiendo el patriarcado como una estructura social basada en una desigualdad
de poder, la cual subordina a la mujer.
Según esta teoría, la violencia ejercida contra la mujer se convierte en el mecanismo utilizado
para mantener esta situación de desigualdad y subordinación entre el hombre y la mujer.
Se trata de hombres tradicionalistas, que creen en los roles sexuales estereotipados, es decir,
en la supremacía del hombre y la inferioridad de la mujer. Creen que, como hombres tienen el
poder dentro del sistema familiar y desean mantenerlo, usando para ello la violencia física,
agresión sexual…
1. Teoría del aprendizaje Social (Bandura, 1987) considera que el maltrato a las
mujeres es una conducta aprendida que se adquiere a través de un modelo de
comportamiento aprendido mediante experiencias directas o la observación del
comportamiento de otras personas (imitación de modelos).
2. Teoría del intercambio (Gelles, 1983) plantea que un miembro de la familia será
violento si el coste de ser violento no sobrepasa los beneficios que se consiguen con la
violencia. El primer beneficio conseguido por los agresores es construirse una imagen de
duros, aumentado así su poder y control en la relación. Este hecho se ve incrementado por
las circunstancias en las que ocurre la violencia, ya que al producirse en un entorno privado,
carente de sanciones sociales, genera una situación propicia a la misma.
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2.3. MANTENIMIENTO DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO
Existe una serie de dificultades a las que se han de afrontar las mujeres para salir de la situación
de violencia en la que están inmersas. Algunas de ellas son: Creencias y valores propios
relacionados con la construcción social de género (mito de “amor romántico, responsabilidad de
la mujer en la pareja, etc.), la no percepción del maltrato, esperanza de que él cambie (Falacia
del Cambio), Dependencia Emocional del agresor, Sentimientos de inseguridad, vergüenza,
culpa, fracaso y baja autoestima, miedo a represalias del agresor, Desigualdad económica y
social, condiciones laborales inestables y discriminación en el empleo por razón de género,
Inaccesibilidad a los recursos y a las medidas de protección disponibles, Situación de
vulnerabilidad de algunas mujeres (inmigración, indigencia, discapacidad, vejez o infancia),
Condiciones sociales, culturales y/o étnicas en las que no se acepta la separación o el divorcio
y se teme el rechazo del grupo social o familiar.
Según este modelo, los sentimientos y las emociones tienen un papel importante en el
mantenimiento de la violencia (amor, sorpresa, miedo, culpa, vergüenza y soledad).
Boulette y Andersen (1985) describen diversas «estrategias coercitivas»:
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3) Amenazas: Cultivan la ansiedad y desesperación activando los mecanismos del miedo.
4) Indulgencia ocasional: Los maltratadores alternan las actitudes coercitivas con
momentos de bienestar y de reforzamiento positivo ante las conductas sumisas.
5) Demostración de omnipotencia: Con las demostraciones de omnipotencia se recuerda
que es alguien temible y que tiene el control. Refuerza la indefensión aprendida
demostrando la inutilidad de resistirse y oponerse, favoreciendo la completa sumisión.
Degradación: Hace creer que es peor resistirse que ceder.
4. Acción: la mujer confía sus problemas a alguien profesional y empieza a dar pasos
reales hacia el cambio: separación, búsqueda de empleo, retomar actividades pasadas
y abandonadas por la vida en pareja, iniciar un proceso de recuperación personal, etc.
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empieza a dudar sobre la normalidad de la situación y piensa en abandonar la relación
pero no hace planes para llevarlo a cabo.
2. Fase de Aguante: fase de resignación en la que la mujer siente que tiene que
ajustarse al abuso. Se valoran los aspectos positivos y se bloquean los negativos.
Modifica su propio comportamiento para alcanzar algún nivel de control. En parte se
siente culpable por el abuso e intenta de esconder su situación de los demás.
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